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INTRODUCCIÓN AL ESTUDIO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DEL ESTADO


ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA DEL ESTADO
Se ha manifestado en reiteradas ocasiones que la vida política, económica y social de una Nación está
sometida a un orden sustantivo, escrito o consuetudinario, que es la Constitución. El documento
fundamental instituye los órganos del Estado y lo hace capaz de voluntad y actividad, y como apunta
Fleiner “por ella el Estado viene a ser una persona jurídica, y se encuentra, mediante la gestión de sus
negocios, en situación de verificar o realizar los fines que le son propios. La actividad que una persona física
o jurídica consagra a la gestión de sus negocios se denomina administración”.
Si aceptamos como válido este principio, en el estudio de la Administración Pública tenemos que considerar sus
diversas connotaciones. Por eso la doctrina de Desarrollo Público la considera, desde el punto de vista objetivo, como
la propia actividad administrativa del Estado, subjetivamente la Administración denota un conjunto o pluralidad de
órganos que ejercen esa función administrativa. “y es que como hacen notar C. García Oviedo y E. Martínez Usero la
organización es antecedente obligado de la acción y aunque las personas que a nombre del Estado actúan sean
realmente expresiones vivas de fuerzas sociales, son al propio tiempo elementos organizados por el Poder Público
para desarrollar la obra administrativa”.

De aquí la importancia que hoy día se concede al estudio de la organización administrativa, es decir al conjunto de
órganos e instituciones que conforman la Administración del Estado.

En el Derecho Constitucional comparado la Administración del Estado es atribuida a los órganos superiores que
conforman los poderes públicos, en la medida de sus responsabilidades y atribuciones. Cabe aquí repetir lo dicho por
un estudioso venezolano: “no toda Administración del Estado es Administración Pública, en el sentido de que no
solo el Poder Ejecutivo monopoliza, orgánicamente, a la Administración del Estado”.

Es así que, de acuerdo con la división tripartita de poderes, cada órgano superior del Estado tiene su propia
Administración con las características y peculiaridades inherentes a sus funciones y atribuciones. Este postulado es
válido también para aquellos organismos que no están enmarcados jerárquicamente dentro de uno de los clásicos
poderes del Estado, por ejemplo en la República de Honduras hay instituciones que no dependen orgánicamente del
Poder Ejecutivo sino que son electos por el Congreso Nacional, por lo tanto no están enmarcados dentro de uno de
los clásicos Poderes del Estado tal es el caso de los Miembros del Tribunal Superior de Cuentas Procuraduría General
de la República, Tribunal Supremo Electoral. Fiscalía General de la República entre algunas

Ahora bien, en América Latina desde el mismo momento en que fue conformado el Estado de Derecho, la
Administración Pública se ha concentrado en el Poder Ejecutivo. Es ésta también la tradición y experiencia de otros
continentes.

Pese a lo dicho, reiteramos el criterio de que los forjadores de las constituciones de Filadelfia, Cádiz y Haití, y otras
que pudieron inspirar al legislador constituyente latinoamericano, omitieron regular importantes aspectos de la
Administración del Estado, por ejemplo, “La Constitución de Filadelfia no se ocupa de los Secretarios o integrantes del
Gabinete Presidencial, sólo hace ligera e incompleta referencia a sus colaboradores. El aislamiento o separación de
los poderes ejecutivo y legislativo conducen necesariamente a una falta de cooperación entre los órganos
encargados de la vida política activa de la Nación, según lo ha advertido reiteradamente la doctrina y la práctica de
los Estados Unidos de Norteamérica.
Del Poder Ejecutivo
Según la Constitución de la República de Honduras de 1982, en su Artículo 235 expresa. La titularidad del Poder
Ejecutivo la ejerce en representación y para beneficio del pueblo el Presidente, y, en su defecto, los Designados a la
Presidencia de la República.
Y en lo relacionado a los Designados Presidenciales En el Artículo 236 manifiesta, que el Gobierno de la República la
integrará además del Presidente tres Designados que serán elegidos conjunta y directamente por el pueblo por la
simple mayoría de votos. La elección será declarada por el Tribunal Supremo Electoral, y en su defecto, por el
Congreso Nacional o por la Corte Suprema de Justicia en su caso.
Al mismo tiempo en el Artículo 247 Constitucional expresa, Los Secretarios de Estado son colaboradores del
Presidente de la República en la orientación, coordinación, dirección y supervisión de los órganos y entidades de la
administración pública nacional, en el área de su competencia.
La responsabilidad de Los Secretarios y Subsecretarios de Estado está estipulado en el Artículo 248 que dice: Los
decretos, reglamentos, acuerdos, órdenes y providencias del Presidente de la República, deberán ser autorizados por
los Secretarios de Estado en sus respectivos ramos o por los Subsecretarios en su caso. Sin estos requisitos no
tendrán fuerza legal.
Los Secretarios de Estado y los Subsecretarios serán solidariamente responsables con el Presidente de la República
por los actos que autoricen.
De las resoluciones tomadas en el Concejo de Ministros, serán responsables los Ministros presentes, a menos que
hubieren razonado su voto en contra.
En la Ley de la Administración Pública en la sección primera “Presidencia la República” en el artículo 11 expresa, el
Presidente de la República, tiene a su cargo la suprema dirección y coordinación de la Administración Pública
centralizada y descentralizada. El Presidente de la República en el ejercicio de sus funciones, podrá actuar por si o en
Consejo de Ministros.
La Organización Administrativa en el Sistema Parlamentario .
El parlamentarismo, también conocido como Sistema Parlamentario o Democracia Parlamentaria, es un sistema de
gobierno en el que la elección del gobierno (poder ejecutivo) emana del parlamento (poder legislativo) y es
responsable políticamente ante este. Modernamente los sistemas parlamentarios son en su mayoría bien
monarquías parlamentarias, o bien republicas parlamentarias .En los sistemas parlamentarios el jefe de Estado es
distinto al jefe de Gobierno.

El régimen parlamentario presenta un esquema de organización administrativa muy diferente, ya que existe un jefe
de Gobierno que es la persona que ejerce la dirección del Poder Ejecutivo y se responsabiliza del Gobierno de un
Estado o de una subdivisión territorial de este (estado, provincia, u otra). El proceso de elección de jefes de Gobierno
varía de acuerdo al país y depende, entre otros factores, de la forma de gobierno utilizada (Monarquías o republicas
parlamentarias), a esa figura de jefe de gobierno puede recibir el nombre de primer ministro, primer canciller,
presidente del Concejo de Ministros, presidente del Gobierno, Taoiseach, entre otras denominaciones.

La otra figura es el jefe de Estado, que se usa tanto en las Repúblicas Parlamentarias como en las monarquías
parlamentarias, en donde el jefe de Estado tiene poderes limitados, simbólicos o meramente ceremoniales.

Además en algunos países está la figura del Soberano Rey que es el jefe de Estado del país, como es el caso de España
(Monarquía Parlamentaria), que además es símbolo de su unidad y permanencia a quien corresponde arbitrar y
moderar el funcionamiento regular de las instituciones y ejercer la más alta representación de la Nación, además de
ejercer las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las Leyes. Posee el mando supremo de las
Fuerzas Armadas, siendo como tal capitán general de los ejércitos (Ejército de Tierra, Armada y Ejército del Aire). Y
ostenta el alto patronazgo de las Reales Academias.

En conclusión podemos decir como ejemplo en este caso que una es la persona del Monarca que es el Jefe de Estado
y (la otra la de primer Ministro, Presidente que tiene la jefatura del Gobierno (Presidente del Gobierno).
En los países con sistemas presidenciales, como Estados Unido, Chile, Honduras entre otros la jefatura de Gobierno
corresponde al presidente de la República, quien también y simultáneamente es el jefe de Estado. En general, en
estos sistemas de Gobierno no existe una figura entre el Presidente y los demás Secretarios o Ministros de Estado.

Órganos que conforman el Poder Ejecutivo


Según la Legislación hondureña, la Administración Pública centralizada está constituida por los órganos del
Poder Ejecutivo cuyo titular está investido de la calidad de Jefe de la Administración Pública, y son órganos
del Poder Ejecutivo y que constituyen las instituciones superiores de la Administración Pública:
1.-La Presidencia de la República
2.-El Consejo de Secretarios de Estado
3.-Las Secretarías de Estado
El Presidente de la República, tiene a su cargo la suprema dirección y coordinación de la Administración Pública
centralizada y descentralizada. El Presidente de la República en el ejercicio de sus funciones, podrá actuar por si o en
Consejo de Ministros.

Consejo de Secretarios de Estado, las sesiones de este consejo serán presididas por el presidente de la Republica y, en
su defecto por el secretario de Estado que el designe, el mismo será convocado por el presidente de la Republica,
quien para tal fin actuara por medio del Secretario del Despacho de la Presidencia.

Secretarías de Estado, son órganos de la Administración del País, y dependen directamente del presidente de la
Republica.

En resumen podemos decir que el Estado es el órgano supremo de la nación investido de personalidad jurídica, por lo
tanto los actos jurídicos legalmente autorizados, concernientes a la Administración pública, deben instrumentarse en
su nombre.

No obstante los órganos de la Administración pública y específicamente la Centralizada carece de personalidad


jurídica propia, y en consecuencia cuando actúen en la vida jurídica, a través de sus titulares ,debidamente
apoderados lo harán a nombre del Estado , cuya representación jurídica y política generalmente la ostenta el
presidente de la Republica , porqué hay instituciones del Estado que a su vez tienen Personalidad jurídica , pero esta
se las da la ley y no el presidente de la Republica :” Las entidades de la Administración Descentralizada estarán
dotadas de personalidad jurídica y patrimonio propio y ejercerán las potestades públicas que el Estado les otorgue en
el ámbito de su competencia “.(Art. 48 ,Ley de la administración Pública).

CENTRALIZACION ADMINISTRATIVA

La figura jurídico-administrativa reconocida por la doctrina para coordinar las funciones de estos órganos y sus
relaciones interinstitucionales, es la centralización administrativa.

Conviene, pues, conocer su acepción. Nada más oportuno que recurrir al pensamiento del insigne tratadista
mexicano Gabino Fraga, cuando nos dice que: “existe el régimen de centralización administrativa cuando los órganos
se agrupan colocándose unos respecto de otros en una situación de dependencia tal que entre todos ellos existe un
vínculo que, partiendo del órgano situado en el más alto grado de ese orden, los vaya ligando hasta el órgano de
ínfima categoría.

La relación jurídica que liga a los diversos órganos colocados en la situación que acabamos de descubrir, constituye lo
que se denomina relación de jerarquía. Mediante dicha relación se explica cómo se mantiene la unidad del Poder
Administrativo, a pesar de la diversidad de los órganos que lo forman”.
Este orden jerárquico procura mantener la unidad administrativa en la acción del Estado y la coordinación de sus
programas. En él están presentes los principios de unidad de mando y coordinación que estudiamos en el capítulo
anterior.

¿Cuáles serán entonces los órganos de la Administración, sujetos a esa relación jerárquica para mantener la unidad y
coherencia administrativa del Estado? De lo expuesto, resulta que los órganos que configuran la Administración
central están representados por la presidencia de la República, las Secretarías de Estado y sus dependencias; los
órganos superiores de los Poderes Públicos que, aún independientes del Poder Ejecutivo, mantienen sistemas
uniformes de contabilidad gubernamental, control presupuestario y financiero, sujetos a las disposiciones jurídicas de
la administración centralizada.

Descentralización Administrativa.
La Administración Pública descentralizada está constituida por las instituciones autónomas, y
Municipalidades o Corporaciones Municipales, reputan organismos descentralizados del Estado, aquellos
órganos dotados en principio, de una personalidad jurídica distinta de la del Estado, con patrimonio propio,
autonomía administrativa y libre determinación, creados para realizar un cometido estatal y sujeto a las
limitaciones impuestas por la Constitución y las Leyes. Todos los actos y operaciones legalmente realizados
por los organismos descentralizados se reputan garantizados por el Estado.

Porque se vincula la Administración con el Poder Ejecutivo?


Hemos apuntado que la concepción de la teoría de la división de poderes del Estado, de Montesquieu, concibe al
Poder Legislativo como el encargado de sancionar las Leyes; al Ejecutivo como responsable de aplicarlas y al Judicial
con la misión de interpretarlas.

La Función del Poder Ejecutivo como gestor y administrador de los asuntos públicos .
En la realidad política y administrativa, la función del Poder Ejecutivo, sobre todo ante la nueva concepción del Estado
providencialista, va más allá de la misión que le asignaron los padres y precursores de la clásica doctrina de división
de poderes. Es como acertadamente pregona el profesor argentino Linares Quintana, cuando afirma que: “la misión
que incumbe el Poder Ejecutivo es ejecutar la Ley que es sancionada por el Poder Legislativo y aplicada a los casos
particulares que se susciten por el Poder Judicial, apenas si designa en una forma asaz primaria la esencia de la
función ejecutiva. Su misión es, en realidad, mucho más vasta que una mera ejecución de las Leyes, por más amplias
que sean las reglas que rijan esta ejecución; podría decirse, en general, que consiste en la gestión y administración
de los asuntos públicos. La función legislativa y la función judicial no constituyen en suma sino la vida abstracta del
Estado, cuya vida concreta es la gestión de los asuntos públicos; es la administración en un amplio significado”

Esta concepción ha fundamentado la corriente de que el Poder Ejecutivo, y por consiguiente su titular, representa al
Estado en su vida jurídica, no solo en el ámbito interno, sino también en el campo internacional. De ahí que no
resulte exagerada la aserción de que el Poder Ejecutivo “rige los destinos del pueblo y administra sus intereses
superiores”.

Autoridad del Presidente de la República en América Latina.


Empero, para lograr ese cometido es necesario conformar un Poder Ejecutivo revestido de la máxima autoridad. El
citado autor argentino ofrece testimonio del error en que incurrieron ciertos países al sancionar “Constituciones
impregnadas hasta la saturación de tecnicismos constitucionales”, los cuales propiciaron “ejecutivos débiles y
subordinados a los parlamentos, olvidando que es aquel que gobierna en el sentido propio”.

Conviene hacer notar, que en la crisis de la institucionalidad y de la democracia representativa la debilidad del Poder
Ejecutivo ha jugado un papel preponderante. Y como es natural, estos regímenes han sido los menos calificados para
promover una adecuación de la Administración Pública a los planes y programas de desarrollo nacional, aun cuando
se sostenga que “en América la autoridad del Presidente es clara e inequívoca, hasta el punto que se ha llegado a
calificar de dictadura democrática el régimen presidencial de América Latina. Un ejecutivo fuerte dice, TARDIEU es la
condición técnica de una democracia libre. Suprimid este ejecutivo fuerte y tendréis la libertad en peligro”.

Estos postulados han tenido una resonante y amarga experiencia en América Latina. Cuando el titular del Poder
Ejecutivo carece de ese poder institucional, su mandato no cumple con los programas de gobierno elaborados para
promover el bienestar colectivo, y, lo que es peor, la estabilidad institucional y democrática queda profundamente
lesionada.

El Presidente de la República como Jefe de la Administración Pública.


Al inicio de este capítulo, indicamos que en nuestros primeros textos sustantivos se anunciaba que el
Poder Ejecutivo residía en el Presidente de la República, aunque complementado por el Consejo de
Secretarios de Estado.
En 1866, durante el cual se dio al Magistrado el nombre de Protector, recordándose la denominación que
había sido dada al Jefe ejecutivo en Inglaterra, en la época de la primera revolución. Aquel Protector fue el
famoso Oliverio Cromwell. En todos los regímenes republicanos a partir de la fundación de los Estados
Unidos se ha dado la denominación de Presidente de la República para el Jefe ejecutor”.
El Poder Ejecutivo ejercido por el Presidente de la República, unas veces de manera unipersonal, y otras
conjuntamente con la reunión de Ministros o Secretarios de Estado, representa la máxima concentración de
poder consagrada por los ordenamientos constitucionales. Esta concepción sitúa a la gran mayoría de
nuestros regímenes de gobierno, como presidencialistas, caracterizados por ilimitadas prerrogativas
constitucionales conferidas al primer Magistrado de la Nación.

Centralización del Poder de decisiones en el Presidente de la República.


En América Latina los regímenes de gobierno se han caracterizado por una excesiva centralización
administrativa que data desde la misma época colonial, persistiendo aún en el Poder Ejecutivo una
considerable concentración de funciones, decisiones y recursos. Al Presidente corresponde aquellas
supremas tareas en que afincan los pueblos su felicidad o su desventura: el equilibrio de la vida social y el
pasar de las propias convicciones cuando lo exige el momento histórico. Pero, ningún funcionario, por
elevado que sea puede estar por encima de la Ley. Se puede aludir a una importante ejecutoria
pronunciada en los EE.UU, la resolución United States US Lee.
El juez Lee, a nombre de la Corte manifestó: “NINGÚN HOMBRE DE ESTE PAÍS ES TAN IMPORTANTE COMO
PARA ESTAR ENCIMA DE LA LEY”. Ningún funcionario de la Ley puede desafiar esa Ley con impunidad.
El Presidente ROOSEVELT, consideraba que la presidencia de la República no es un puesto burocrático sino
que un caudillaje moral. Para el extinto mandatario norteamericano la presidencia más que un cargo
administrativo representaba “preeminentemente un sitial de dirección moral”

El Presidente de la República como suprema autoridad administrativa.


En la generalidad de los regímenes constitucionales de Hispanoamérica se confiere al Presidente de la
República la calidad de Jefe de la Administración Pública así lo estipula el artículo 11 de la Ley de la
Administración Pública hondureña “ el Presidente de la República, tiene a su cargo la suprema dirección y
coordinación de la Administración Pública centralizada y descentralizada. El Presidente de la República en el
ejercicio de sus funciones, podrá actuar por sí o en Consejo de Ministros.
En los casos en que el legislador trata de organizar, motu proprio, los servicios y atribuciones de la
Administración Pública, se desconoce, la suprema posición de superioridad jerárquica del Presidente de la
República y se produce una manifiesta intervención dentro del ámbito de competencia de otro Poder del
Estado.

Dualidad de acción del Presidente de la República.


El presidente de la República, como máximo ejecutivo en la dirección de las actividades de la Administración Pública,
asume por mandato constitucional la ejecución de una dualidad de acciones, la ejecutiva, denominada
gubernamental cuando se refiere a la formulación de directrices referentes a la conducción de los fines del Estado, y
la propiamente administrativa.

Es este uno de los temas más controversiales del Derecho público. En el campo del Derecho administrativo ha sido
uno de los tópicos más debatidos. Y en verdad, resulta sumamente difícil distinguir estas dos funciones, ya
reconocidas por la doctrina y la práctica legislativa.

Función administrativa
Enseña el tratadista español Sabino Álvarez Gendin que: se entiende por función administrativa, la
actividad de los órganos que aplican bien las leyes y los reglamentos del Poder Ejecutivo del Estado y de las
Administrativas locales y de los agentes de gestión con el fin de satisfacer necesidades públicas y que
originan, extinguen o modifican situaciones jurídicas objetivas de reducida importancia, de interés
localizado y concreto, y también las subjetivas simples o excluyentes, es decir, las personalísimas o
individualizadas”
Para el autor suizo FRITZ FLEINER “un Estado que se limita a dar leyes y a dictar sentencias no tardaría en
descomponerse. La actividad del Estado no termina con la proclamación de la Ley y de la sentencia. La Ley
debe ser aplicada, la sentencia ejecutada. Es la obra de una función estatal particular, la ejecución. Ella le
corresponde a la Administración, como tercera función del Estado”
En opinión del antes citado autor, la Administración constituye el “poder activo del Estado”, en
contraposición al Poder Legislativo y al Judicial, los cuales agotan su función en formular decisiones de
voluntad”
El tratadista español Adolfo Posada, considera que: “el acto de gobierno se caracteriza por su finalidad: es
de gobierno el acto del Poder encaminado a la dirección política del Estado; es el caso que corresponde a la
función social del imperio jurídico, a la práctica ejecución de las leyes, a la condensación de la opinión
pública, al sostenimiento positivo, y por reacción coactiva del orden del derecho. El acto administrativo, se
caracteriza también por su fin: ha de enderezarse a promover, conservar y perfeccionar las instituciones del
Estado”.

Características de la Función Administrativa.


El citado venezolano, Brewer-Carías, analiza de manera precisa e inequívoca las características de la función
administrativa del Estado cuando expresa: “Pero parte de la función creadora de la función de conducción y
ordenación política del Estado (función de Gobierno), y de la función de resolución de controversias entre
partes, declarando el derecho aplicable en casos concretos (función judicial), el Estado ejerce la función
administrativa, a través de la cual entra la relación con los particulares, como sujeto de derecho, gestor de
interés público. De allí la distinción entre la función de crear el derecho (legislativa), y de actuar en
relaciones jurídicas como sujeto de derecho, al gestionar el interés público (administrativa). En las dos
primeras el Estado, al crear el derecho o al aplicarlo, es un tercero en las relaciones jurídicas que surjan; en
la última, en cambio, el Estado es parte de la relación jurídica que se establece entre la Administración y los
participantes, como sujeto de derecho gestor del interés público. De allí que la personalidad jurídica del
Estado, como se ha dicho, se concentra en el orden interno, cuando sus órganos ejercen la función
administrativa”.
La función administrativa representa, pues, la manifestación del Estado a través de la Administración
Pública mediante actos jurídicos, sucesivos, aislados e individuales, como hemos dicho, enmarcados dentro
de la Ley y de la Constitución. De ahí la subordinación de la función administrativa al imperio de la Ley, y la
vigencia del principio de legalidad de los actos administrativos. Cabe aquí reiterar que la función ejecutora
se convierte en un agente administrativo del Poder Legislativo.

La función gubernamental.
Por lo anterior y como se expresa al inicio de este tema, el Presidente de la República tiene otras funciones
de naturaleza política denominada gubernamental, principalmente por los autores franceses.
Al referirse a la función de gobierno, Brewer Carías señala que: “en el Estado contemporáneo ha ido
delineándose una función primordial, distinta de la función administrativa, de conducción política de la
sociedad y del Estado, por medio de la cual el Presidente de la República ejerce sus actividades como Jefe
de Estado, es decir, como Jefe de Gobierno de la República.
A través de esta función de Gobierno, el Presidente de la República puede adoptar decisiones en virtud de
atribuciones que le son conferidas directamente por la Constitución, sin condicionamiento legal y por sobre
la Ley, de orden político, que exceden de la administración normal de los asuntos del Estado (art.245). la
característica fundamental de esta función de gobierno es que está atribuida al Presidente de la República,
es decir, al nivel superior de los órganos que ejercen el Poder Ejecutivo, no pudiendo otros órganos
ejecutivos ejercerla”.
La función política es inherente a la misma condición de Jefe de Estado de la República. Empero, el mayor
cúmulo de atribuciones del primer Magistrado no resulta de la Constitución, sino de la legislación
administrativa ordinaria, pese a que estas tienen menor importancia desde el punto de vista político.
Ante los conceptos precedentes, tenemos que reconocer la dualidad de funciones del Presidente de la
República, la gubernamental y la administrativa, no sin antes apuntar que de acuerdo con el ordenamiento
constitucional de varios países y especialmente de Latinoamérica el Presidente de la República tiene
plenitud de atribuciones en lo administrativo, y, en principio, todo asunto que no haya sido conferido a
otro poder del Estado cae dentro de la atribución del titular del Poder Ejecutivo. Las únicas funciones
administrativas que están excluidas del ámbito de control del Primer Magistrado de la Nación son aquellas
que la Constitución confiere a otros órganos del Estado.
Poder reglamentario del Presidente de la República.
Los tratadistas del Derecho constitucional están de acuerdo en que el Presidente de la República tiene
atribuciones que bien pudieran definirse como legislativas, tanto en lo que concierne a la facultad de
iniciativa, como con respecto al derecho de observar las Leyes, atribuciones que algunos autores califican
como actos prelegislativos.
Como bien señala el profesor Amiama, “los jefes ejecutivos suelen ejercitar una atribución que tiene más
definidamente un carácter normativo, o legislativo. Es la atribución de dictar reglamentos”.

Enfoque interdisciplinario en el estudio de la Administración Pública.


Hemos destacado que uno de los aspectos de más trascendencia en el estudio del Derecho público
contemporáneo es el referente a la organización administrativa del Estado, campo propio del Derecho
administrativo, que trata no solo de la estructura de los órganos de la Administración Pública, de sus
relaciones recíprocas y de su organización interna, sino también de los principios que rigen el modo de
adquirir el carácter de órganos y las relaciones entre los ciudadanos y la Administración, y que, como es
natural, requieren la expedición de normas jurídicas reglamentarias.
Este postulado jurídico, ante el advenimiento del Estado moderno que precisa de una Administración
Pública capaz de promover el desarrollo nacional y la democracia económica, requiere además, el concurso
de los principios administrativos para que con un enfoque interdisciplinario se procure la eficiencia de la
maquinaria estatal. Cabe pues reiterar, que debemos acometer el estudio de la Administración Pública
conjugando los principios del Derecho administrativo y la Administración científica. Este precepto
rigurosamente observado, permitiría al Presidente de la República ejercer de una manera coherente su
facultad reglamentaria en la organización de los servicios e instituciones de la Administración Pública.

Organización de los Servicios de la Administración Pública.


Hemos visto que el Derecho constitucional comparado, el Poder Ejecutivo es instituido como el órgano
principal de Administración del Estado y por ello se le ha reservado el ejercicio de la función administrativa
con las limitaciones que la misma Carta Magna impone. Nuestras Constituciones confieren pues, al
Presidente de la República, la calidad de Jefe de la Administración Pública, tal y como hemos indicado, por
lo que, salvo en los casos que se trate del ejercicio de atribuciones otorgadas por la Constitución a otros
órganos del Estado, el Presidente de la República tiene la suprema posición jerárquica respecto de los
órganos y agentes administrativos.
Los conceptos precedentes justifican la facultad reglamentaria otorgada por la Constitución al Presidente
de la República en lo concerniente a la organización de los servicios de la Administración Pública, puesto
que se trata de una función administrativa, de cuya ejecución, en última instancia, responde el Presidente
de la República, como jefe de la Administración Pública, siendo responsable de sus actos y de los de sus
Secretarios de Estado, ya que estos son los ejecutores de sus directrices en las distintas ramas del
Gobierno.
La facultad reglamentaria del Presidente de la República “es inherente a la misma función administrativa y,
por consiguiente, propia de la administración. Ella tiene a su cargo múltiples cometidos, para cumplir los
cuales eficientemente necesita no solo realizar actos subjetivos y operaciones materiales, sino también
dictar normas generales, especialmente para regular la actuación de sus propios órganos”.

Las instituciones autónomas y las empresas públicas como órganos dela Administración
Pública: El Estado empresario.
La participación del Estado en la economía de las naciones es cada día mayor especialmente en países
altamente desarrollados por ser estos, como hemos señalado, el ente jurídico-político con mayores
recursos y poder para orientar los procesos socioeconómicos de la colectividad. Es natural que esta
participación se haya manifestado a través de la Administración Pública, la cual, en nuestro caso, responde
a un esquema de organización tradicional, carente de dinamismo y la celeridad que requiere el desarrollo
de las múltiples y complejas funciones del Estado contemporáneo. Ahí descansa el fundamento para el
surgimiento de esa figura jurídico-administrativa denominada empresa pública, que en países
latinoamericanos tenemos infinidad de ejemplos y especialmente por algunas empresas que los Estados
han ido recuperando.

Las Empresas Estatales En América Latina.


Una empresa pública, corporación pública, empresa estatal o sociedad estatal es aquella que es propiedad
del Estado, sea éste nacional, municipal o de cualquier otro estrato administrativo, ya sea de un modo total o
parcial.1 Sin embargo, la Unión Europea define a una empresa pública como cualquier empresa en la que los
poderes públicos puedan ejercer, directa o indirectamente, una influencia dominante en razón de la propiedad,
de la participación financiera o de las normas que las rigen.

Este concepto no se debe confundir con la "public company" de algunos países de habla inglesa.

En el caso de propiedad parcial, el criterio para determinar si una empresa debe o no ser considerada pública no
es tanto el porcentaje de acciones en poder del sector privado como el control efectivo que el Estado tenga
sobre el proceso de toma de decisiones en la empresa. El elemento crucial en la empresa pública es la
capacidad del Estado para ejercer presión política directa en la compañía. El accionista mayoritario es el Estado,
con unos objetivos que pueden ser muy diversos y, lo que es más, cambiantes con el proceso político. En
opinión de J. K. Galbraith, hay muchas y muy características similitudes entre las grandes empresas privadas y
las grandes empresas públicas

La gran mayoría de los estados del mundo controlan empresas con diferentes fines –aparte del fin existencial de
toda empresa de maximizar utilidades–, que pueden ser proveer servicios públicos, incentivar la producción del
país o generar empleo, por nombrar algunos.

*Public Company (literalmente en español Compañía Pública), es un tipo de empresa autorizada a ofrecer a la
venta sus títulos valores (acciones, bonos etc.) al público a través de una bolsa de valores o bien,
ocasionalmente por medio del mercado bursátil.

Diferencias entre empresas estatales públicas y privadas

A pesar de converger en la forma de actuar, hay sustanciales diferencias entre la empresa pública y la
privada. A título de ejemplo, destacan las siguientes:
 En sus procedimientos de financiación. Esta diferencia radica no tanto en la posible existencia de
tratamiento diferencial en el mercado de capitales público y privado, trato que también suele recibir la
gran empresa privada –de forma idéntica o muy parecida– en relación con la empresa privada
pequeña o media, sino en la posible financiación pública con origen en los presupuestos que a
menudo viene otorgándose a este tipo de empresas.

 La persecución del beneficio y el control a que están sometidas por los poderes públicos. Sin olvidar
el objetivo del beneficio, está muy claro que la razón de la existencia de la empresa pública no es la
obtención de beneficios. Aquí la diferencia no es sustancial, sino de grado, por cuanto los en las
grandes empresas privadas, además del objetivo del beneficio, concurren otros objetivos igualmente
destacados, como lo son el crecimiento y el poder de dichas organizaciones; circunstancias que no
tienen por qué estar –mediata ni inmediatamente al servicio del beneficio–. Por lo que al grado de
control se refiere, cabe señalar que las empresas públicas están sometidas, además, al control
específico que deriva de su pertenencia al sector público. Cabe puntualizar que el tema del grado de
algunas de las características diferenciadoras entre empresas privadas y empresas públicas no es
uniforme dentro de la extensa gama de las empresas públicas, sino que obedece a la mayor o menor
caracterización de públicas que tengan este tipo de empresas, por último hay que tomar en cuenta una
diferencia bien marcada cual es: que el principal producto de las instituciones públicas está
relacionada con el bienestar de toda la sociedad es decir el bien común, en contraposición del sector
privado o la empresa privada que su principal producto son los beneficios que da a los dueños,
accionistas y clientes.

La financiación de la empresa pública

Las empresas públicas se financian con cargo a los recursos del Tesoro Público, de los procedentes del
mercado financiero y de los obtenidos de los beneficios de explotación. El grado en que una empresa
acuda a cada una de estas tres fuentes de financiación depende de múltiples factores, tanto de carácter
“permanente” (forma jurídica de la empresa, sector de actividad, etc.) como de naturaleza “transitoria”
(situación de los mercados financieros, política económica coyuntural, etc).
Teoría Jurídica de la descentralización administrativa.
La expansión de las funciones del Estado moderno ha producido una de las más interesantes y debatidas
figuras jurídico-administrativas, la descentralización. En la teoría y en la práctica, paralelamente a la
centralización administrativa, que concentra todos los actos en la esfera central del Poder Ejecutivo, ha
surgido la descentralización, en virtud de la cual los poderes públicos asignan la realización de ciertas
actividades administrativas a entes que, aun cuando pertenecen orgánicamente a la Administración Pública,
no tienen una relación jerárquica con la Administración central, a diferencia de la relación de subordinación
que existe entre los órganos dependientes directamente del Poder Ejecutivo.
Como bien señala el profesor Gabino Fraga en su ya citada obra “al régimen de centralización existe otra
forma de organización administrativa: la descentralización que día a día va tomando mayor incremento en
los Estados contemporáneos, y que en términos generales, consiste en confiar la realización de actividades
administrativas a órganos que guardan con la administración central una relación que no es de jerarquía”.
Si el Estado asumía nuevas responsabilidades como consecuencia de la dirección y ejecución del proceso de
desarrollo, no solo podía pues afrontar ese reto con el esquema tradicionalista de la Administración Pública,
donde se evidencia una notoria incapacidad del sector centralizado y de las Secretarías de Estado para
realizar los cometidos del Estado moderno con eficiencia y celeridad, libre de los obstáculos y lentitud de la
Administración centralizada.
La respuesta no se hizo esperar y surgen los órganos autónomos, con la personalidad jurídica, en principio,
diferente a la del Estado, en circunstancia que les permiten operar con autonomía administrativa, celeridad
y eficiencia, independientes, en principio, de las limitaciones propias del sistema de control financiero y
presupuestario del gobierno central. Nace así el sector descentralizado del Estado.
Órganos desconcentrados.
La Administración Pública registra los órganos desconcentrados, aquellos que, instituidos por el legislador o
el Poder Ejecutivo, se encuentran subordinados jerárquicamente a un Órgano Centralizado o una Secretaría
de Estado, y sin estar dotados de una personalidad jurídica propia, actúan con la del Estado y se
encuentran investidos de autonomía administrativa y de control contable, presupuestario y financiero
para realizar el cometido estatal objeto de su creación.

Órganos superiores del Estado con autonomía administrativa.


En la gran mayoría de nuestros países, existe otra modalidad de autonomía administrativa. “se trata, por
tanto, de órganos que forman la República, que no tienen personalidad jurídica propia ya que actúan bajo
la personalidad del Estado, pero que tienen una autonomía e independencia funcional y administrativa
respecto a los Poderes del Estado, sometidos a la Constitución de la Republica.
Por eso, conforme a la Constitución, son entes dotados de autonomía funcional, es decir, en su
funcionamiento tienen autonomía y no pueden, por tanto, sus actos, ser controlados por los órganos del
Poder Ejecutivo” ni por otros órganos del Estado., en Honduras podemos poner de ejemplo el Tribunal
Superior De Cuentas, La Procuraduría General de la República, El Ministerio Público para citar algunos
casos. Se hace notar como se ha dicho anteriormente que los titulares de estos órganos su elección se
hacen a través del Congreso Nacional y son responsables ante el de los actos ejecutados del ejercicio de sus
funciones.

Base jurídica de los órganos descentralizados.


En lo que respecta a la República de Honduras en la ley Suprema, La Constitución hay un capítulo específico
de las instituciones descentralizadas lo sucede con el régimen Departamental y municipal, y en la Ley de la
Administración Pública, especifica lo que corresponde a las entidades descentralizadas, la que está
integrada por las Instituciones Autónomas, y las Municipalidades o Corporaciones Municipales.

Relación Jurídica entre los Organismos autónomos y la Administración.


La Legislación hondureña ya establece la forma de relación que existe entre el Poder Ejecutivo y las
instituciones descentralizadas específicamente lo que corresponde a las instituciones autónomas ya que en
la Constitución de la República existe un apartado referente a este tipo de órganos del Estado así mismo en
la Ley de la Administración Pública en su sección segunda en lo relacionado a Presidente, Gerente o
Directores en su artículo 62 expresa “salvo disposición legal en contrario, los Rectores de la instituciones
autónomas, serán nombrados por el Presidente de la República. Estos funcionarios podrán durar hasta
cuatro años (4años) en ejercicio de sus funciones, en conclusión podemos manifestar que los organismos
autónomos están sometidos a una relación de subordinación jerárquica, ya que el titular del Poder
Ejecutivo ostenta la suprema posición de jerarquía administrativa con respecto a todos los órganos de la
Administración Pública. Esto es tan evidente que independientemente de la facultad constitucional del
Presidente de la República para designar libremente a los funcionarios de la Administración Pública, ya se
establece en los diferentes Estamentos legales, que todos aquellos funcionarios cuya designación
corresponde al Poder Ejecutivo incluyendo a los de los organismos autónomos del Estado lo será por
tiempo determinado. En consecuencia dichos funcionarios podrán ser removidos de sus cargos en cualquier
momento.

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