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Curso: 3º B T.T
En el año 1503 se marchó a Roma tras la muerte de Pío III. Un año después, realizó
una segunda misión diplomática en Francia. En 1506 comenzó a trabajar en la
delegación frente a la corte de Julio II y, poco tiempo después, fue nombrado
canciller de los “Nueve Oficiales” de la milicia florentina. Durante un periodo de 6
meses, Maquiavelo se puso al frente de la embajada ante el emperador Maximiliano
I.
Hacia 1511 tuvo lugar su última misión como diplomático en Francia y un año
después fue apartado de todos sus cargos y obligado al exilio en Florencia.
Contexto político: En ese momento, Florencia era una república, con una forma de
gobierno republicana. Sin embargo, la República de Florencia enfrentaba tensiones
internas y externas. Su vida había coincidido además con uno de los periodos más
tormentosos de su ciudad y de Italia, había facciones políticas rivales,
principalmente los Medici y los republicanos, que se disputaban el control político de
la ciudad. Maquiavelo tuvo un papel activo en la política florentina, ocupando
diversos cargos, incluido el de canciller de la Segunda Cancillería, donde adquirió
experiencia y observó de cerca los juegos de poder y las intrigas políticas.
Milán: Milán era una ciudad-estado gobernada por la familia Sforza durante gran
parte del siglo XV. Sin embargo, a finales del siglo XV, fue invadida por las tropas
francesas y más tarde pasó a estar bajo el dominio de España.
Estas son solo algunas de las entidades políticas más destacadas en Italia en la
época de Maquiavelo. Cada una tenía su propio sistema político, gobernante y
dinámica de poder, y la competencia y las alianzas entre ellas eran constantes. La
fragmentación política y la rivalidad entre estas entidades fueron factores
importantes en el contexto en el que Maquiavelo desarrolló sus ideas políticas.
El civil: se obtiene con el favor de los ciudadanos, de los poderosos o del pueblo
para él se requiere sobre todo de astucia política, principalmente para mantener al
pueblo del lado del príncipe.
El escribió este libro con el fin de explicar qué estrategia debería seguir un
“Príncipe” y qué liderazgo debía utilizar para lograr la unificación en un solo Estado.
Lo primero que hace Maquiavelo es exponer cuáles son los diferentes tipos de
principados o gobiernos que hay, para él existen cinco hereditarios, nuevos, mixtos,
civiles y eclesiásticos que irá detallando capítulo por capítulo. Según la naturaleza
que ha tenido esa monarquía y cómo se ha implantado, mediante las armas y la
virtud propias o las de otros, también se derivan diversas formas de gobierno el
poder absoluto del príncipe o compartido con la nobleza. Lo que más destaca el
autor es que es importante saber utilizar las armas y las leyes a favor del nuevo
sistema, a veces con benevolencia y otras con crueldad. Una vez se ha instaurado
un nuevo principado, es vital mantenerlo, y para ello el príncipe debe conocer el arte
de la guerra y estar entrenado en ella, incluso cuando hay paz. Maquiavelo también
hace una larga exposición de cómo debe ser un buen príncipe, que no por ello debe
contar con una ética y una moral inquebrantables. Lo importante para conservar un
gobierno es entender que el fin justifica, siempre, los medios. Todo está permitido si
lo que se busca es salvaguardar el Estado. Además, remarca que el pueblo no tiene
que enterarse de cuáles son los medios utilizados. De hecho, considera que la clave
es que la sociedad respete al príncipe y lo tenga en buena estima.
“Pero cuando el príncipe está al frente de sus ejércitos y tiene que gobernar a miles de
soldados, es absolutamente necesario que no se preocupe si merece fama de cruel, porque
sin esta fama jamás podrá tenerse ejército alguno unido y dispuesto a la lucha” (Nicolás
Maquiavelo p. 47)
“El príncipe que conquista semejante autoridad es siempre respetado, pues difícilmente se
conspira contra quien, por ser respetado, tiene necesariamente ser bueno y querido por los
suyos. Y un príncipe debe temer dos cosas: en el interior, que se le subleven los súbditos;
en el exterior, que le ataquen. Las potencias extranjeras. De éstas se defenderá con buenas
armas y buenas alianzas, y siempre tendrá buenas alianzas el que tenga buenas armas, así
como siempre en el interior estarán seguras las cosas cuando lo estén en el exterior, a
menos que no hubiesen sido previamente perturbadas por una conspiración” (Nicolás
Maquiavelo p. 50)
“Llegó, pues, a la conclusión de que un príncipe, cuando es apreciado por el pueblo, debe
cuidarse muy poco de las conspiraciones; pero que debe temer todo y a todos cuando lo
tienen por enemigo y es aborrecido por él. Los Estados bien organizados y los príncipes
sabios siempre han procurado no exasperar a los nobles y, a la vez, tener satisfecho y
contento al pueblo. Es éste uno de los puntos a que más debe atender un príncipe”
(Nicolás Maquiavelo p. 51)
“Indudablemente, los príncipes son grandes cuando superan las dificultades y la oposición
que se les hace. Por esta razón, y sobre todo cuando quiere hacer grande a un príncipe
nuevo, a quien le es más necesario adquirir fama que a uno hereditario, la fortuna le suscita
enemigos y guerras en su contra para darle oportunidad de que las supere y pueda,
sirviéndose de la escala que los enemigos le han traído, elevarse a mayor altura. Y hasta
hay quienes afirman que un príncipe hábil debe fomentar con astucia ciertas resistencias
para que, al aplastarlas, se acreciente su gloria” (Nicolás Maquiavelo p. 57)
“El príncipe también se mostrará amante de la virtud y honrará a los que se distingan en las
artes. Asimismo, dará seguridades a los ciudadanos para que puedan dedicarse
tranquilamente a sus profesiones, al comercio, a la agricultura y a cualquier otra actividad; y
que unos no se abstengan de embellecer sus posesiones por temor a que se las quiten, y
otros de abrir una tienda por miedo a los impuestos. Lejos de esto, instituirá premios para
recompensar a quienes lo hagan y a quienes traten, por cualquier medio, de engrandecer la
ciudad o el Estado. Todas las ciudades están divididas en gremios o corporaciones a las
cuales conviene que el príncipe conceda su atención” (Nicolás Maquiavelo p. 61)