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PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

LA INVENCIÓN DE LA “DIVERSIDAD CULTURAL” EN COLOMBIA

Por: Jean Paul SARRAZIN

A partir de la investigación doctoral1 finalizada en 2010, surgió la pregunta sobre la manera


en que el concepto de “diversidad cultural” es construido y utilizado en Colombia, y sobre la
manera en que éste se ha estado instalando en el imaginario colectivo, se ha venido difundiendo
remarcablemente y se está convirtiendo en un valor incontestable. Dicho de una manera muy
sintética, el objeto de este nuevo proyecto de investigación es el comprender el desarrollo del
pluralismo contemporáneo en Colombia, entendiendo por pluralismo unos discursos y actitudes a
favor de la diversidad cultural2 existentes en una población dada.

ANTECEDENTES

El objetivo general de mi investigación doctoral fue el de comprender cuáles son los factores
que intervienen en la construcción de lo que he llamado un indigenismo, es decir una ideología 3
donde lo indígena es representado en términos positivos por parte de un grupo sociocultural
residente en Bogotá; un grupo perteneciente a una sociedad que despreciaba sistemáticamente lo
indígena hasta hace sólo unas décadas, y lo desprecia aún hoy en ciertas situaciones.
Partimos también de la constatación, descrita en mi tesis de maestría en migraciones y
relaciones inter-étnicas4, de que en Europa circulan discursos sobre la “espiritualidad oriental”
similares en ciertos aspectos a los discursos que circulan en Bogotá a propósito de las culturas
indígenas colombianas. Surgió entonces la motivación de indagar sobre las causas de esas
similitudes.
Las primeras personas con quienes realicé entrevistas largas y abiertas en Bogotá fueron
escogidas en función de su participación a eventos relativos a las culturas indígenas o en
simplemente en función de sus discursos positivos sobre lo indígena. Luego de un tiempo encontré
que este tipo de discursos existen principalmente entre lo que podemos llamar las élites,

1
Producto de esta investigación, fue publicado un libro: Sarrazin 2011.
2
Otra manera de referirnos al pluralismo, es con la palabra “diversofilia”, lo cual permite además llamar a los sujetos
en cuestión “diversófilos”, pero por tratarse de neologismos demasiado desconocidos, puede ser prudente no usarlos
por ahora.
3
Entendemos el término “ideología” no en su acepción marxista, sino que, basándonos en el concepto de ideo-lógica
de Marc Augé (1994a), lo definimos simplemente como un conjunto de ideas y creencias articuladas siguiendo una
cierta lógica, aunque la totalidad del conjunto no forme necesariamente un sistema coherente.
4
Sarrazin, 2004.
1
entendiendo por esta palabra personas pertenecientes a la clase media-alta de la capital,
profesionales que en su mayoría han realizado estudios superiores y que poseen un capital cultural
(en el sentido bourdieusiano del término) relativamente elevado, todas ellas características que
sólo posee una minoría de la población del país. En la mayoría de los casos, son estas élites las que
publican en diferentes medios de comunicación, las que enseñan en colegios y universidades, las
que contribuyen a la redacción de leyes o al diseño de campañas de instituciones públicas, etc.
Además, estas élites suelen hacer parte del mismo grupo sociocultural que las élites políticas, por
lo que este estudio contribuye a la comprensión del surgimiento de políticas multiculturalistas.
Las observaciones etnográficas y las entrevistas me permitieron identificar y analizar
prácticas y representaciones referentes a lo indígena en la población. Paralelamente, se estudiaron
diferentes formas de comunicación (televisión, libros, mensajes de Internet, conversaciones
personales, etc.) a través de los cuales se transmiten diferentes elementos de los discursos
indigenistas. En la medida en que estas personas tienen muy poco contacto directo con indígenas,
los medios de comunicación constituyen una fuente importante de representaciones sobre lo
indígena para la población estudiada.
El estudio (principalmente cualitativo pero también cuantitativo) del corpus proveniente de
las entrevistas y de las formas de comunicación citadas, permitió identificar ciertos temas que son
asociados a lo indígena de manera recurrente. Se trata de temas como lo étnico, la salud holística,
la naturaleza (Ulloa 2004), lo alternativo, la tradición, la espiritualidad, la igualdad y la reparación
por daños causados en el pasado5. Se encontró además que estos temas están presentes en los
discursos de poblaciones de muchos países y muchos de sus elementos tienen como origen
principalmente países del Norte (es decir, de manera general, Norteamérica y Europa occidental).
Otra constatación fundamental que surge de los discursos, es que esta valoración se
manifiesta generalmente bajo la forma de un interés por “otra cultura”: se trata pues de un
fenómeno de construcción de la alteridad cultural. Además, esta valoración se argumenta
frecuentemente a través de una crítica de la “cultura occidental”, la cual es concebida como
radicalmente diferente, incluso opuesta, a la imagen que se tiene de la “cultura indígena” (sin
distinguir las diferentes etnias). En la tesis, hago una crítica –sin tomar partido– de la construcción
de un indígena idealizado, construcción basada en una imagen fija, en una noción esencializada de
lo indígena, que ignora casi todo de la realidad de las comunidades indígenas, y que existe más
bien en las representaciones colectivas de los no indígenas, en este caso, de los intelectuales
bogotanos.

5
Para un recuento de estos temas, ver Sarrazin 2006b y Sarrazin 2008b.
2
Esa valoración de lo indígena, encontramos que está fundamentada en parte sobre un elogio
a la diversidad (aunque esta última expresión no la utilizo allí). Estar a favor de lo indígena suele
significar estar a favor de la diversidad, y viceversa. Esto implica, entre otras, que el concepto de
diversidad cultural también se basa en imaginarios de identidades esencializadas.
En ambos casos, estamos frente a la problemática de la construcción de fronteras étnico-
culturales, lo cual no se le puede disociar de la historia de la colonización europea y sus
representaciones de la alteridad. En efecto, desde la colonia existe una tendencia a esencializar al
Otro, imaginando etnias o “culturas” como unidades delimitadas, e imaginando dicotomías y
oposiciones radicales. Hay que recordar también que en esta historia, el continente asiático ha sido
una fuente de imágenes para representar a lo americano. Es así como encontramos todavía
actualmente imágenes de un Oriente idealizado que sirven para imaginar a las culturas indígenas
del país.
Por otra parte, antiguos mitos europeos de un Otro relataban la existencia de un ser que vivía
como en un pasado lejano: en contacto con la naturaleza, alegre, inocente, casi como en el paraíso
perdido, poseedor de sabidurías ancestrales y lecciones para el hombre del presente. En algunos de
esos discursos (de más de 3 siglos de antigüedad), una cierta crítica de Occidente salía a relucir
frecuentemente. Todos esos elementos han servido también para estructurar los discursos actuales
de valoración de lo indígena en Bogotá.
En la era moderna, la reivindicación del derecho a la diferencia cultural y étnica, a la
igualdad de oportunidades para las minorías, así como las nociones de preservación de la
diversidad cultural y las políticas de “discriminación positiva”, han adquirido gran importancia en
el mundo occidental y occidentalizado. Además, principalmente desde los años 1960, los
gobiernos colombianos han firmado varios tratados y convenciones internacionales relativos a ese
tipo de principios que deberían favorecer a las minorías étnicas. Es así como en los años 90, el
multiculturalismo se impone como política oficial en Colombia. Este modelo político y la
ideología pluralista que lo acompaña, están ligados a otras tendencias transnacionales como el
liberalismo, la democratización o la descentralización (Cf. Sarrazin 2011, Cap. 4).
Los museos (un contexto que he estudiado pero que es necesario estudiar más en
profundidad y más específicamente analizando los discursos sobre la diversidad), son un ejemplo
del cambio que se empezó a efectuar principalmente en los años 1990s. En lo referente a lo
indígena, por ejemplo, recientemente se optó por darle más importancia a las creencias y al
chamanismo de los indígenas, lo cual hizo que los museos fueran más interesantes para el público.
El carácter espiritual y sagrado de ciertos objetos se menciona más que nunca, y se dice que todo
el mundo puede aprender una lección personal o descubrir una nueva forma de ver el mundo

3
gracias al acceso a la diversidad cultural allí representada. Se imaginan así valores universales que
las culturas indígenas comparten, valores que todos podríamos “descubrir”. El tema la diversidad
cultural y étnica como una fuente de riqueza para los países y para el individuo occidental es acá
un elemento clave que habría que profundizar. Además, dicha idea está también presente en
discursos museográficos de otros países, por lo que el carácter transnacional del discurso es un
aspecto a estudiar.
Otro dominio que fue estudiado y que constituye una fuente de información para la futura
investigación, es lo que podemos llamar un pluralismo terapéutico, el cual está ligado a una forma
de pluralismo religioso o espiritual. Allí se manifiesta una cierta “apertura” (lo que nos recuerda
las tendencias neoliberales de mercados abiertos y apertura de fronteras) a la diversidad de
alternativas medicinales que son consideradas como complementarias, por ejemplo la sofrología,
el yoga, la acupuntura, chamanismo, etc. Las nuevas concepciones de salud “holística” o integral,
en la que lo importante es el bienestar general del individuo, se articulan el hecho de que las
religiones han sido reinterpretadas como formas de conocimiento del espíritu humano (al mismo
tiempo que la vulgarización de la psicología aumenta), haciendo de ellas fuentes de salud,
equilibrio o bienestar mental o espiritual, útiles para dar sentido a la existencia, dar paz, estar en
armonía con el medio, etc.

Este terreno nos permitiría profundizar en la hipótesis según la cual las creencias y el interés
por un bienestar integral son un aspecto importante en la lógica de valoración de la diversidad
cultural por parte de los individuos.
En efecto, el pluralismo que queremos estudiar parece estar muy relacionado con una cierta
moda de ser “cosmopolita” (concepto6 muy poco usado en Colombia, pero corresponde bien a las
actitudes de muchos de miembros de la población), y con una permanente búsqueda de alternativas
para la vida personal de parte de estos individuos de clases medias y altas, búsquedas que suelen
tener como fin un bienestar individual. La población quiere “estudiar” las diferentes opciones,
quiere trascender fronteras y recurrir a una supuesta alteridad de la cual las culturas aborígenes
constituyen un ejemplo más. Esta búsqueda, a su vez, está relacionada con los discursos
contemporáneos de crítica de la “cultura occidental o moderna”, los cuales, originados
principalmente en los países del Norte, hablan de una serie de problemas (por ejemplo ecológicos),
malestares (a nivel personal) y de la necesidad de cambios en nuestra manera de pensar. Se habla
de llenar un “vacío espiritual” y de “volver a encontrar un sentido”, en una sociedad “consumista”
(los términos entre comillas son de origen emic), donde se han debilitado las instituciones

6
Sobre el “cosmopolitismo” ver por ejemplo Appiah 2007 o Hannerz 1990.
4
tradicionales encargadas de estructurar el pensamiento y la existencia (como la religión o la
familia), y donde han perdido credibilidad las grandes narrativas ideológicas (por ejemplo del
Progreso de la Ciencia o de una revolución marxista) que brindaban referentes simbólicos estables.
En la lógica de búsqueda de una “verdadera” alternativa, realmente diferente a “la cultura
occidental”, se busca una autenticidad indígena que sería fiable en la medida en que viene de una
“tradición milenaria” y sin “contaminación” de la modernidad. Esta misma lógica primitivista y
conservacionista parece aplicarse en general el pluralismo, ya que se habla frecuentemente de
preservar la diversidad, lo cual, finalmente, remite a la preservación de tradiciones o de culturas
auténticas, tal como existían en el pasado.

PLANTEAMIENTOS GENERALES DEL NUEVO PROYECTO

Resumiendo, mis investigaciones pasadas mostraron que la valoración de la indianidad en


la población estudiada es un fenómeno que se inscribe en uno más general de valoración de la
diversidad cultural, lo cual constituye el actual objeto de investigación.
Existe en la población estudiada un interés por lo Otro, por la diferencia. Hemos notado
que lo que se entiende por “diversidad” es finalmente una serie de categorías que se distinguen del
si-mismo, del nosotros. Así, la construcción de la alteridad y la problemática de la diferencia son
aspectos centrales en una investigación sobre el pluralismo (cf. Modood 2011). Sin embargo,
cuando se habla de la alteridad, tarde o temprano hay que hablar de la identidad (Augé 1994b). El
Otro no existe sin el Yo-Nosotros, y viceversa (Laplantine 1999). La identidad de los individuos
de la población de estudio deberá ser entonces otro de los aspectos de esta investigación. Un
ejemplo de este tema, es que los discursos pluralistas frecuentemente incluyen descripciones de
“nuestra cultura” (normalmente para criticarla negativamente, pero detrás de esto hay muchas
facetas contradictorias).
Adicionalmente hay que anotar que del reconocimiento y respeto de la diversidad, se ha
pasado a un elogio de la diferencia (Schnapper, 2000), por lo que es necesario investigar dicha
idealización. Sin embargo, como necesariamente se constata cuando se observa la realidad social,
no se elogia toda diferencia, se elogian solo ciertos tipos de diferencia, ciertos Otros. La
construcción de esas categorías de la diferencia también deberá ser analizadas. Debido a que mi
investigación precedente se concentró en una de esas categorías –lo indígena–, ese caso podrá
constituir un ejemplo principal en las nuevas reflexiones, pero no nos limitaremos a él.
Todo esto está relacionado con cuáles son y cómo se construyen las imágenes de la
alteridad, quién y cómo se designa a alguien o a algo como “Otro”, “diferente” de si. Todorov

5
(1982) nos recuerda que el Otro puede estar en si mismo, puede ser el otro sexo, otra raza, el
pasado, etc. Sin embargo, en ciertos momentos históricos, las sociedades inventan o refuerzan un
cierto tipo de Otro. La actual idea de un país multicultural, por ejemplo, imagina y legitima
divisiones étnicas (Gros, 2005) o culturales y, por lo tanto, instaura una alteridad cultural
particular. Desde una perspectiva construccionista, esta investigación tiene como objetivo analizar
la construcción de esa “diversidad” en las representaciones colectivas, así como los efectos que
ésta tiene en los imaginarios, prácticas y relaciones sociales.
La “diversidad” que vamos a estudiar acá, es entonces la construcción de quienes dividen
la realidad social7, infinitamente diversa, en ciertas categorías que luego pretenden valorar. En esta
investigación partimos de que las categorías que se asocian a la diversidad cultural son
construcciones mentales que bien podrían ser otras, y que a ellas se les asocian atributos que deben
ser desnaturalizados. Esta construcción tiene consecuencias importantes en la manera en que los
individuos perciben, se relacionan y se comportan frente a ciertos grupos enmarcados en
categorías como culturas, etnias, razas8, religiones, tradiciones9, etc. El concepto de diversidad está
evidentemente relacionado con políticas y leyes actuales. Sabemos, por ejemplo, que la diversidad
cultural está protegida por las políticas “multiculturalistas” (Kymlicka 1995 y 2000, Wieviorka
2000), dentro de una lógica que concibe el país como un conjunto de “culturas” y “grupos étnicos”
diferentes que merecen reconocimiento (Taylor 1993) y un trato especial. Otros ámbitos en los que
el concepto de diversidad juega ahora un papel fundamental (y no siempre lo hizo, por lo que hay
que contextualizar esto en la historia de las ideas), son por ejemplo el la preservación del
patrimonio o el turismo.
Investigaciones recientes (conversaciones con Nina Glick-Schiller en mayo de 2011; Wood
2003) y mis propias observaciones, apuntan en el sentido en que los nuevos discursos de
valoración de la diversidad vendrán a reemplazar el auge del multiculturalismo, en la medida en
que este último sea más y más criticado, como ya lo está siendo en varios países. Sin embargo,
parece ser que muchos de los fundamentos ideológicos del multiculturalismo se mantienen;
aunque se hable de “diversidad”, no nos deshacemos de la visión del mundo o de los países como
una multiplicidad de culturas: un mundo multicultural (Amselle, 2001).
El prefijo “multi” –de origen latino– está ahí presente para confirmar que la diversidad (y
por ende la diferencia!) se convierten en una serie limitada de entidades. Lo que se entiende por

7
Sobre esta división (arbitraria, socialmente construida, y no una realidad objetiva independientemente de quien la
observa), ver por ejemplo Barth 1998, Bashkow 2004, Gros 2000.
8
Las categorías de etnia y raza han sido sin duda las más estudiadas, particularmente en la literatura anglosajona y
latinoamericana. Los ejemplos son muchos, pero podemos citar por ejemplo: Brubaker 2004, Cadena 2007, Leal y
Langebaek 2010, Restrepo 2005, Trouillot 2003, Vertovec 2007, Wade 2000.
9
A este propósito, son evidentemente básicos los escritos sobre la “invención de la tradición”. Cf. Briggs 1996,
Handler y Linnekin 1984, Hobsbawm y Rager 1983.
6
diversidad es pues un modelo simplificado de una realidad que es infinitamente diversa. Es
entonces interesante investigar desde donde viene, en la tradición occidental, este concepto de
multiplicidad. Y utilizo la palabra multiplicidad en vez de “diversidad”, aunque esta última es la
que se usa hoy en día. El hecho de que se use la palabra “diversidad” para traducir el concepto
latino presente en la partícula “multi” (“multitudinem”, por ejemplo), no anula el principio de
entender la realidad en términos de unidades discretas (como los números).
Cuando hablamos de entidades, de unidades, hablamos también de identidades. La cuestión
de la producción de identidades y, de hecho, la importancia que se le da actualmente a tema de las
identidades, constituyen otro aspecto más a tener en cuenta. Esas identidades, en el caso del
pluralismo, son presentadas como legítimas, tradicionales, ancestrales, étnicas, culturales,
alternativas, locales, etc., todo lo cual remite, finalmente, a esencias culturales, casi como
naturalezas (“que se llevan en la sangre” o “muy adentro”, que hacen parte de las “raíces” de los
pueblos. como lo expresan algunas metáforas).

Es evidente que hay que diferenciar las nociones de diversidad que fundamentan el
pluralismo, de la diversidad real del mundo social. Esta última siempre ha existido, en todas partes,
y es infinita (sus límites están dados por la mente que la define), pero nuestro objeto de estudio es
la “diversidad” entre comillas, tal como es entendida por una población, tal como ésta la define
arbitrariamente, y tal como las relaciones de poder le dan también forma. Así, los discursos sobre
la pluralidad o multiplicidad de las “culturas” que componen el mundo, no nos informan sobre la
realidad social (como se suele presentar al público a través de los medios de comunicación), sino
que manifiestan una nueva forma de concebir el mundo social, influenciando de paso los
comportamientos y las leyes.
Por otro lado, también es cierto que la población tiene ahora un mayor contacto con “otras
culturas” o, más bien, con las identidades que las representan, debido al aumento de las
migraciones, el desarrollo del transporte, el aumento del turismo, etc10., o a través de imágenes y
discursos en los medios de comunicación que presentan al individuo formas de vida distintas a las
propias (cf. Appadurai 2000). Los discursos sobre la diversidad y el pluralismo hacen parte de
nuevos mecanismos y prácticas que se están creando para integrar social y simbólicamente este
nuevo paisaje social.
Al respecto, pienso argumentar mi oposición a la idea común según la cual el pluralismo es
una respuesta a la mayor diversidad (en términos reales) con la que viviríamos actualmente. Como
decía, la diversidad ante la cual está expuesto el sujeto cognoscente siempre ha estado ahí y

10
Ver el concepto de “ethnoscape” propuesto por Appadurai (1990).
7
siempre ha sido infinita. Una supuesta nueva y aumentada diversidad es una idea importada de
países del Norte, donde la inmigración proveniente de países del Sur (inmigración conformada
supuestamente por “grupos étnicos” con otras “culturas” o de otras “razas”) ha aumentado
considerablemente en las últimas décadas. Así, un francés o un inglés están en efecto en contacto
con más gente de “otras culturas” que antes, por lo que se ha creado una serie de ideas, políticas y
prácticas respecto a esa situación. En Colombia debemos analizar con mucho cuidado hasta qué
punto las teorías creadas en el Norte sobre la diversidad y el pluralismo son útiles para analizar las
realidades locales, ya que aquí no sólo no ha habido un aumento de la inmigración en las últimas
décadas, sino que nada nos permite suponer que la población estudiada tenga más contacto con
personas de “otras culturas” que antes.
De hecho, aquí hay que mencionar también que no sólo en Colombia sino en otros países
(Friedman, 2003), las personas que más alaban la diversidad pertenecen a uno de los grupos
socioculturales que menos están en contacto social real con la diversidad que alaban. Por eso, es
más probable que el auge del pluralismo esté relacionado con la circulación de discursos e
imaginarios, no sólo sobre “otras culturas”, sino sobre el pluralismo en sí, pluralismo que en buena
parte es fabricado en el Norte. Por eso, más que hablar de inmigración, pienso trabajar bastante en
el rol de los medios de comunicación en este fenómeno. Dicho de una manera simplificada y
quizás algo avezada y provocadora, la hipótesis aquí es que no es la diversidad la que ha dado
lugar al pluralismo, sino al contrario, que el pluralismo está inventando la “diversidad”.
Como mencioné antes, en los discursos de la población a favor de las “culturas indígenas”
y/o las “otras culturas”, la crítica de la cultura occidental-moderna (crítica que también está
fuertemente influenciada por literatura proveniente de del Norte11) es un elemento importante. En
los discursos pluralistas parece presentarse la misma situación. En el contexto de la Nación, podría
decirse que la nueva ideología a favor de la diversidad se presenta justamente como una crítica a la
vieja ideología nacionalista de un país con una sola cultura, una lengua, una religión, etc., un país
bien unido y homogéneo (Smith 2000). Ese modelo nacionalista comienza a cambiar
particularmente en los años 1980. Las crecientes democratización, descentralización, apertura de
fronteras, multiculturalismo…(cf. Gros 2005, Pineda 1997, entre otros) hacen también parte de los
fundamentos del pluralismo actual. No sólo pareciera que el Estado ya no necesita de una nación
culturalmente homogénea (cf. Bauman 1990), sino que los discursos oficiales de construcción de
la identidad nacional utilizan ahora “la diversidad” como símbolo de riqueza para el país.
Igualmente, en el campo de la religión, pasamos de un claro dominio de la Iglesia católica, a un

11
Cf. Sarrazin 2011, capítulos VI y XII
8
pluralismo religioso supuestamente beneficioso para la formación espiritual del individuo (cf.
Sarrazin 2008a).
Sin embargo, es necesario analizar de manera crítica el supuesto pluralismo que se instaló,
la supuesta tolerancia ante la diferencia, la supuesta promoción de la diversidad. Los fundamentos
del pensamiento homogenizador (manifiesto en las ideologías nacionalistas de antaño) parecen
permanecer, quizás ligeramente trastocados, bajo la lógica de creación de categorías de la
diversidad, categorías que son, al fin y al cabo, unidades fijas y determinadas que igualmente
imponen un modelo.
Cuando se crean las categorías, aunque sean dentro del marco de ideologías pluralistas,
inevitablemente se invisibiliza los objetos o personas que no entran dentro del marco
clasificatorio12, devaluando además lo que no está dentro de las categorías de lo valorable. Por eso,
es importante analizar las formas de exclusión que el pluralismo (supuestamente inclusivo) genera.
Además, hay que considerar que las categorías hacen parte de un orden dominante, de una forma
de administrar y controlar. En efecto, no se deben ignorar las relaciones de poder que hay detrás de
las categorías que componen “diversidad cultural”. Es necesario preguntarse: ¿Quiénes las
definen? ¿Qué efectos directos indirectos tiene su utilización en la práctica? Cuando se analizan
las políticas multiculturalistas, está bien claro que ellas vienen de las élites políticas del país (que
pueden a su vez ser dominadas por élites de otros países), y que dichas políticas tienen efectos
concretos en las poblaciones, efectos que pueden ser y son abiertamente criticados. Pero más allá
de las políticas multiculturalistas, los aparentemente nobles e inofensivos discursos y prácticas a
favor de la diversidad, implican igualmente la manifestación de un modelo de pensamiento y
tienen también efectos sociales que han sido poco estudiados hasta ahora.

JUSTIFICACIÓN

La diversidad se ha convertido en un valor incontestable que todos deberíamos reconocer,


respetar, proteger, admirar. Su respeto se promueve además como un principio fundamental para la
integración social y la construcción de sociedades pacíficas y armoniosas. Se debe proteger, por
ejemplo, según dicen muchos, porque la globalización estaría homogenizando el mundo. El
pluralismo se mezcla entonces con defensa de lo local. El pluralismo se considera además como
sinónimo de tolerancia y lo opuesto al racismo o al dominio abusivo de la cultura occidental sobre
otras culturas marginalizadas. Esta moral es difundida a través de diferentes medios, por ejemplo
en programas escolares o universitarios, o en campañas de “sensibilización”. Lo curioso es que,
12
A este propósito, ver por ejemplo los análisis sobre la “invisibilidad” de los grupos de afro-descendientes, hechos
por Elisabeth Cunin o Eduardo Restrepo, entre otros.
9
aunque se habla de esa defensa de lo local, la protección de la diversidad es una normatividad
impuesta principalmente desde los países del Norte y a través de organismos globales (y
globalizantes) como la UNESCO y otras de las sub-divisiones de la ONU.
El pluralismo se ha convertido en algo que va mucho más allá del respeto de las
diferencias, puesto que genera actitudes, comportamientos individuales, organizaciones sociales,
empresas, políticas y campañas gubernamentales, entre otros. Y es que la diversidad como algo
positivo es reproducida en muchas otras instancias de la vida social, desde la diversidad de
experiencias necesarias para el desarrollo personal, la necesidad de diversas terapias, hasta la
protección de las lenguas nativas, pasando por el pluralismo religioso o las políticas liberales que
abogan por un mercado abierto a la diversidad mundial de productos y servicios. Incluso, puede
ser útil en este análisis el tener en cuenta las tendencias a favor de la biodiversidad, ya que éstas
últimas, siendo quizás más difundidas y desde hace más tiempo, parecen ser una forma de
inspiración y sobretodo de legitimación del pluralismo.
El pluralismo está presente en distintos gustos y prácticas en la población, de lo cual son
ejemplos: la multiplicación, desde hace unos 20 años, de restaurantes de cocina “étnica-
tradicional” o “del mundo” (chino, japonés, hindú, tailandés, étnico-tradicional de las regiones de
Colombia); la moda que se inspira de accesorios y tejidos “étnicos”; el turismo cultural o étnico
que crece más que nunca; los discursos y prácticas relacionados con el “patrimonio inmaterial”; las
artesanías que hacen alarde de incorporar elementos “autóctonos”; la medicina alternativa con
terapias de diferentes culturas o tradicionales que toma cada vez más importancia; la espiritualidad
New Age que se inspira en sabidurías exóticas. La diversidad es ahora un valor tan unánimemente
aceptado, que se convirtió incluso en eslogan de campañas publicitarias de empresas que muy
poco o nada tiene que ver con la diversidad. También en el área de la administración de las
empresas, el tema de la diversidad se vuelve cada vez más importante: la diversidad de los
empleados como riqueza, y la diversidad como un tema que hay que saber “gerenciar”. La
creciente contratación de antropólogos en empresas privadas, así como la multiplicación de cursos
de antropología en las universidades del país, son otras manifestaciones de una creciente
preocupación o interés por el tema de la diversidad y las “otras culturas”. Recíprocamente, hay que
notar el rol que han tenido los antropólogos (justamente por su creciente presencia en diferentes
ámbitos, pero también por la difusión que han hecho de sus ideas por fuera de los círculos
estrictamente académicos) en la visibilización –a través de una imagen positiva y a la vez frágil–
de la cuestión indígena (Sarrazin 2009) y “afro”, lo cual ha contribuido a “crear conciencia”
(concepto que hay que analizar) en el público en general sobre la diversidad cultural.

10
A nivel individual, como mencionaba, la diversidad supuestamente contribuye al desarrollo
de una persona; no sólo es considerada como una fuente de enriquecimiento para el individuo,
permitiéndole no sólo tener una “visión más amplia”, sino también le permite tener acceso a una
mayor gama de técnicas medicinales, referencias estéticas o espirituales, etc. La diversidad nutriría
el capital cultural de una población ávida de conocimientos, donde dicho capital le permite
distinguirse (Bourdieu 1979) y elevar su estatus.
La diversidad ya no es un obstáculo para la sociedad. Al contrario, la diversidad se
considera algo positivo para todos. Con todas estas asociaciones simbólicas alrededor del
pluralismo, no parece haber la posibilidad moral de hacer una crítica de él. Sin embargo, hace
falta estudiar los procesos que lo sustentan y legitiman, además de que hay que describir con
mayor precisión a qué “diversidad” se refieren los discursos y las prácticas, cuándo es algo
positivo y cuándo no lo es, para quiénes... Es necesaria una deconstrucción del elogio de la
diversidad, para entender en qué se basa y qué consecuencias tiene.

METODOLOGÍA

La investigación empírica se concentrará en la utilización y difusión contemporánea del


concepto de “diversidad cultural”, tomando fuentes escritas en diferentes soportes, particularmente
en los últimos veinte años, y realizando entrevistas, para conocer también discursos actuales y de
primera mano. Todo esto sin ignorar, claro está, datos históricos que permitan trazar la evolución y
conocer los antecedentes del concepto.
Más concretamente, se investigaran discursos, prácticas y programas que evoquen el
concepto de “diversidad cultural” en 4 planos diferentes:
–Entrevistas, observación-participación etnográfica y análisis sociológico de la población
objetivo.
–Publicaciones, discursos públicos y actividades en el sector académico, desde primaria
hasta superior.
–Discursos, políticas y programas oficiales del gobierno nacional o local.
–Discursos e imágenes transmitidas por diferentes medios de comunicación (diferentes
tipos de soportes y emisiones), en particular aquellos que son consumidos por la población.

Se continuará con el estudio de las representaciones (ver entre otros, Hall 1997 y 2001), en
particular el de las categorías sociales (de identidad y alteridad. Ver por ejemplo De La haye 1998,
Moscovici 1992) utilizando una metodología que combina el análisis de discurso (inspirado en la

11
lingüística: la figuras del lenguaje, la retórica. Ver por ejemplo, De Bonville 2000, Maingueneau
2005, Ricoeur 1997, Van Dijk 2000 y 2007), algunas técnicas y teorías de la psicología social (por
ejemplo con el estudio de estereotipos, esquemas cognitivos. Cf. Abric 2001a y b), la etnografía y
el análisis sociológico, considerando por ejemplo las diferencias de clase en la población urbana,
las relaciones de poder que se manifiestan en la producción cultural y en la construcción de
categorías, así como las diferencias entre diferentes variables como la edad, el sexo, la orientación
política o la profesión de los entrevistados, variables que quizás nos permitirán saber algo más
sobre las dinámicas de difusión del pluralismo. Igualmente, será necesario comenzar a hacer una
tipología de las diferentes formas de pluralismo presentes en la población.
Luego de analizar la lógica de los discursos y de las prácticas, se investigarán los factores
más generales, socioculturales, económicos, políticos, ligados al fenómeno y que lo sustentan.
Esos factores, sin embrago, no se limitarán al contexto local o nacional, ya que, como dije, existe
la hipótesis según la cual el pluralismo se desarrolla en un contexto globalizado y es fuertemente
influenciado por discursos creados principalmente en los países Norte, así como por
organizaciones internacionales como la ONU. En efecto, una de las conclusiones de la
investigación doctoral sobre el indigenismo en Colombia, es que éste está fuertemente
influenciado por ideologías globalizadas que, además, se han difundido en buena parte gracias a la
producción cultural anglosajona. Esto nos conduce a preguntarnos si los actuales discursos de
valoración de la diversidad cultural no estarían sometidos a influencias similares.

ALGUNAS REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BÁSICAS

–ABRIC, Jean-Claude (2001a) « Les représentations sociales : aspects théoriques ». In : ABRIC, Jean-
Claude (Dir.) Pratiques sociales et représentations. Paris : Presses Universitaires de France, pp 11-
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Pratiques sociales et représentations. Paris : Presses Universitaires de France, pp. 57-82.
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