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En la encrucijada: ¿Hacia qué tipo de civilización va China?

1
Xu Jilin (许纪霖)

A partir de la edad moderna, China se ha enfrentado a serios desafíos de civilizaciones externas.


Hace setenta años, el famoso historiador Lei Haizong 雷海宗 hizo un agudo comentario en el
sentido de que los enemigos externos que China había enfrentado en el pasado eran como el
budismo, que tenía civilización pero no poder, o como los pueblos nómadas del norte, que
tenían poder pero no civilización. Ambos, dijo, habían sido fáciles de manejar. Pero el Occidente
que llegó con la Guerra del Opio poseía un poder y una civilización superiores a los de China,
lo que provocó una crisis civilizatoria sin precedentes. 2

La crisis civilizatoria de China, que ha durado un siglo y medio, sigue sin resolverse hoy. Aunque
la China del siglo XXI ha obtenido un aumento de la riqueza y del poder como para que su poder
nacional pueda rivalizar con el de Occidente, la civilización de China todavía tiene que crecer. Si
bien "las reformas han entrado en aguas profundas", las opciones civilizatorias siguen exigiendo
"cruzar el río palpando las piedras". 3 Y lo peor es que no sabemos dónde está la salvación.
Estamos atrapados en un laberinto civilizacional: no sabemos qué bandera ondear, qué camino
tomar.

¿En qué dirección se desarrollará la civilización china? ¿Cómo reconstruiremos el consenso del
pueblo chino sobre valores e instituciones? Ya no encontraremos las respuestas a tales
preguntas basándonos sólo en una estrategia de desarrollo, aunque ésta sea indiscutible; el

1
What kind of civilization? China at a crossroads. En: Xu, J. (2018). Rethinking China's Rise. A Liberal Critique.
Cambridge: Cambridge University Press, pp. 1-19. El texto original chino, 何种文明?十字路口的抉择, está disponible en el
blog del autor: https://xujilin.blog.caixin.com/archives/60879#more, y fue escrito en 2013.

La presente versión está tomada de Reading the China Dream, https://www.readingthechinadream.com/, blog
dedicado a intelectuales chinos contemporáneos, fundado por David Ownby, investigador del Centro de Estudios
Asiáticos de la Universidad de Montreal, Canadá. Es también el traductor al inglés de este texto, como de otros
disponibles en ese blog. La versión en español ha sido realizada con el traductor deepl.com, revisada por Ramiro
Podetti. Las notas agregadas con asterisco pertenecen a Ramiro Podetti.

Xu Jilin (1957) es profesor en la East China Normal University, Shangai. Su dedicación es la historia intelectual china.

Por las guerras del Opio (1839-1842 y 1856-1860) Gran Bretaña y Francia forzaron la apertura de los puertos a China
para el comercio. Entre otras cosas, emplearon el contrabando de opio, por entonces prohibido en China.
2
Lei Haizong (2001). 无兵的文化 (Una cultura no militar). En: Lei Haizong, 中国文化与中国的兵 (Cultura china y ejército
chino). Pekín: Shangwu Yinshuguan, p. 125.
3
Nota del traductor David Ownby: “Cruzar el río sintiendo las piedras” (“摸着石头过河”), es cómo Deng Xiaoping
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describió pragmáticamente la transición de China desde una economía planificada al estilo soviético hacia una
economía en la que las fuerzas del mercado jugaran un papel más importante. La noción de que “las reformas han
entrado en aguas profundas” (“改革已经到了深水区”) significa que se han alejado del río rocoso hacia las profundidades
del mar; en otras palabras, que se ha avanzado mucho.

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1
desarrollo económico que elude la cuestión civilizatoria sólo dará vueltas en círculos, sin dejar
de sentir las rocas aún en aguas profundas; lo que necesitamos, lo antes posible, es identificar
nuestro destino, y cruzar el gran río de la transformación civilizatoria.

La modernidad: una nueva civilización axial

¿Qué es esta gran civilización que lanzó tan enorme ataque contra China, desde finales de la
dinastía Qing en adelante? Según el académico israelí Shmuel Eisenstadt (1923-2012), un nuevo
tipo de civilización axial apareció gradualmente en Europa occidental a partir del siglo XVI, la
habitualmente llamada civilización moderna.4 La civilización moderna evolucionó a partir de dos
antiguas civilizaciones axiales: la civilización cristiana y la civilización grecorromana. Apareció
primero en Europa Occidental, y luego se extendió por todo el mundo, de modo que los países
y pueblos de prácticamente todo el mundo cayeron en sus manos. Como dijo el poeta mexicano
y premio nobel Octavio Paz (1914-1918): todos estamos “condenados a la modernidad”.

¿Qué es la civilización moderna? Hay múltiples investigaciones y múltiples explicaciones. Para


esta reflexión, sólo quiero distinguir dos dimensiones importantes de ella: una de esas
dimensiones es neutral en cuanto a valores; la otra, por el contrario, se apoya en un fuerte
sentido de los valores. La primera tiene que ver con la riqueza y el poder; la segunda es un
conjunto de sistemas de valores y los sistemas institucionales correspondientes. A finales del
período Qing, tanto Yan Fu (严复, 1854-1921), académico y traductor de Qing, como Liang Qichao
(梁启超, 1873-1929), reformador y fundador del periodismo chino, propusieron dos claves sobre
el surgimiento de Occidente: una era la riqueza y el poder, y la otra la civilización, que pueden
relacionarse con las dos dimensiones de la civilización occidental que acabo de señalar.

La modernidad de la riqueza y el poder se expresa mediante una serie de conceptos:


racionalidad, laicismo, modernización, capitalismo, etc. Aunque los conceptos no sean los
mismos, comparten una característica común, una especie de capacidad y orden neutrales en
los valores, que puede producir, en alianza con diferentes civilizaciones e ideologías axiales, los
muchos tipos de modernidad que encontramos en el mundo actual.

La modernidad de la riqueza y el poder se puede dividir en tres dimensiones:


1. Técnicas científicas. Las técnicas científicas se ocupan del mundo material. La riqueza y el
poder de dominio creados por la revolución científica europea del siglo XVI y la revolución
industrial del siglo XVIII barrieron todos los obstáculos y se volvieron invencibles. En el siglo
XX tomó nuevas formas, como las revoluciones en la tecnología de la información, la nueva
tecnología energética y la biotecnología, todas las cuales han mejorado la capacidad de la
humanidad para transformar y controlar la naturaleza y a sí misma.


“Civilización axial”: estrictamente, Eisenstadt emplea el concepto “era axial”, que sigue a la teoría del “tiempo eje”
del filósofo alemán Karl Jaspers. El “tiempo-eje” es el período histórico entre los siglos IX y III antes de nuestra era.
Según esa teoría, en ese período de cinco siglos nacieron simultáneamente, pero con total independencia unas de
otras, las civilizaciones occidental, india y china. Toda la historia posterior habría sido desenvolvimiento de las tres
civilizaciones. La teoría de que estamos frente a una nueva “civilización axial” quiere decir que estamos empezando
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un período similar al del primer “tiempo eje”.


4
Ver Aisensetate (Shmuel Eisenstadt) (2006). "Maixing 21 shiji de zhouxin" (“Hacia el eje del siglo XXI”). En:
Aisensetate (Shmuel Eisenstadt). Fansi xiandaixing (Reflexiones sobre la modernidad), trad. Kuang Xinnian y Wang
Aisong. Pekín: Sanlian Shudian, pp. 79-80.

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2. Orden racional. Lo que Max Weber (1864-1920) llamó capitalismo racional: sistemas
impersonales de gestión burocrática, sistemas contables de doble entrada, etc. Este
moderno sistema de gestión empresarial, cada vez más universal, ha logrado “colonizar” a
la sociedad, estableciendo reglas universales que rigen los ámbitos de la vida económica,
cultural, política e incluso cotidiana.
3. Espíritu fáustico. La búsqueda espiritual secularizada, el espíritu fáustico descrito por
Goethe (1749-1832), encarnado en la liberación ilimitada, la búsqueda de los deseos y el
espíritu aventurero que surgió de esto, la búsqueda insaciable de riqueza y poder, la ética
del trabajo basada en el esfuerzo y el ahorro. Este espíritu capitalista, sin valores, sin religión,
sin alma, tiene sus propias reglas de supervivencia, creyendo que los fuertes ganan y los
débiles perecen, que los que se adaptan sobreviven. La competencia en el mercado y las
victorias de los fuertes empujan con fuerza a la sociedad humana hacia adelante.

Este tipo de modernidad tecnológica, centrada en la obtención de riqueza y poder, se ha


convertido en una fortaleza universal en el mundo actual. Su rostro es ambiguo: no cree en
dioses y almas; todo lo que adora es su propio poder invencible. Puede mezclarse con cualquier
civilización axial secularizada. Además de la forma original del capitalismo protestante, hoy
tenemos el capitalismo confuciano, el capitalismo islámico, el capitalismo socialista, etc.
También puede injertarse en cualquier tipo de ideología contemporánea, produciendo la
modernidad liberal, la modernidad socialista, la modernidad autoritaria, etc. La modernidad
producida por este capitalismo neutral se ha vuelto tan fuerte que, como dijo el filósofo y crítico
social esloveno Slavoj Zizek, durante el movimiento Occupy Wall Street: “Puedes criticarlo, pero
no puedes encontrar un mecanismo para reemplazarlo”. En este mundo, donde la modernidad
y el capitalismo están por todas partes, la historia ha llegado a su fin desde esta perspectiva, y
ya ha surgido el "Estado universal y homogéneo" que temía el filósofo ruso-francés Alexandre
Kojève.

Como decíamos, además de su núcleo como riqueza y poder, la modernidad posee otra
dimensión, más alta, que es la civilización. A finales del período Qing, Yan Fu lo caracterizó como
"libertad en su esencia, democracia en su funcionamiento". En el corazón de lo que llamamos
civilización hay un conjunto de valores ilustrados modernos, basados en el respeto por la
libertad y la igualdad, que se desarrollaron hasta convertirse en una fe moderna en la fraternidad
universal, la democracia, el estado de derecho, etc.; conjunto de valores que puede rivalizar con
las religiones antiguas.

Este discurso ilustrado existe no solo a nivel conceptual; también posee disposiciones
institucionales correspondientes, los tres ingredientes centrales del orden político moderno
identificados por el politólogo estadounidense Francis Fukuyama: poder estatal, estado de
derecho y gobierno responsable.5 La razón por la que la civilización moderna ha sido capaz de
conquistar el mundo no es simplemente por su potencia material y racional; detrás hay un
discurso civilizatorio y un sistema jurídico-administrativo aún más potentes. Juntos, los dos
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5
Ver Fulangsisi Fushan (Francis Fukuyama) (2012). Zhengzhi zhixu de qiyuan (The origins of political order), Mao Junjie,
trans. Nanning: Guangxi shifan daxue chubanshe , p. 16 .

En los términos de Fukuyama: state power, rule of law y accountability.

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forman una nueva civilización axial, que posee una valencia universal mayor que la de
civilizaciones antiguas como el cristianismo, el islamismo, el hinduismo y el confucianismo.

La modernidad se ha convertido en el discurso dominante de civilización y la forma


institucionalizada de civilización. Si bien sus orígenes están en la civilización cristiana de Europa,
en el proceso de su expansión ha perdido su identidad exclusivamente europea, y se ha
convertido en una civilización universal reconocida por todas las civilizaciones seculares, un
espíritu mundial universal que ha trascendido sus particulares y originales antecedentes
civilizatorios.

Sin embargo, la civilización moderna no es como el hierro. Está llena de contradicciones y


tensiones internas: racionalismo versus romanticismo, humanismo versus tecnocracia,
nacionalismo versus derechos y dignidad individuales, desarrollismo versus armonía, libre
empresa ilimitada versus seguridad y moderación. Estos conflictos y dilemas dentro de la
modernidad sugieren que esta nueva civilización axial experimenta divisiones y fracturas en el
proceso de su desarrollo interno y expansión externa, como ha sido el caso en la realidad.

Estas divisiones han seguido dos líneas diferentes: una es la ideología y la otra la civilización, en
su carácter axial. La división en diferentes ideologías se produjo a fines del siglo XIX: liberalismo,
socialismo y conservadurismo. Después de dos siglos de conflicto y lucha, estas tres ideologías
políticas, a través de la internacionalización y la absorción mutua, ahora se han convertido en
tres formas modelo: el liberalismo estadounidense, la socialdemocracia europea y el
autoritarismo ruso, además de diversas formas mixtas. En el curso del siglo XX también
aparecieron modernidades “antimodernas" fallidas: el nazismo alemán, el totalitarismo
soviético, el socialismo maoísta, etc.

Otro camino de división dentro de la civilización moderna se ha desarrollado alrededor de la(s)


civilización(es) axial(es). Aunque la civilización occidental del siglo XX conquistó por completo el
mundo entero, pisoteando prácticamente todas las tribus, razas y países, asimilando cualquier
cantidad de religiones y civilizaciones menores y sus costumbres nacionales y hábitos locales, la
conquista de las antiguas civilizaciones axiales fue menos completa, ya sea la islámica, la hindú
o la confuciana. De hecho, dondequiera que llegó la civilización occidental, provocó una
resistencia extrema por parte de estas grandes civilizaciones axiales, de modo que la conquista
y la anti-conquista, la asimilación y la anti-asimilación ocurrieron juntas en el momento de los
encuentros civilizatorios.

La civilización occidental moderna influyó mucho en las antiguas civilizaciones axiales,


llevándolas a la secularización y la europeización, pero desde otra perspectiva, aquellos países
no occidentales que lograron internalizar la civilización occidental también lograron separar la
civilización moderna de su fuente, el cristianismo, y la injertaron en su propia civilización y
tradiciones, creando formas no occidentales de civilización moderna. Como resultado, en la
segunda mitad del siglo XX, siguiendo la irrupción de Asia Oriental, el desarrollo de la India y las
revoluciones en el Medio Oriente, ocurrieron muchos cambios dentro de la civilización moderna,
y la modernidad ya no pertenece exclusivamente a la civilización cristiana, sino que se convierte
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en una modernidad plural, que puede integrarse con diferentes civilizaciones axiales, o incluso
con culturas locales.

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La naturaleza plural de la modernidad no cambió su carácter, que continuó exhibiendo las dos
dimensiones mencionadas anteriormente como características universales: riqueza y poder por
un lado, y civilización por el otro. La diferencia era que ya no existía como una forma uniforme
y esencializada, sino más bien en una forma que recuerda los "parecidos de familia" del filósofo
Ludwig Wittgenstein. Las civilizaciones modernas universales son como miembros de un linaje,
en el sentido de que se parecen entre sí, pero no comparten la misma esencia.

Como hemos dicho, por civilización moderna entendemos un conjunto de valores que incluye la
riqueza y el poder, la racionalidad, la felicidad, la libertad, los derechos, la democracia, la
igualdad, la fraternidad universal, la armonía, etc. Según las opiniones de Isaiah Berlin, estos
valores no son armoniosos entre sí; frecuentemente hay conflictos entre ellos. En consecuencia,
uno debe elegir entre los diversos valores modernos. Diferentes pueblos, diferentes individuos
tienen diferentes interpretaciones acerca de las prioridades que se deben otorgar a ciertos
valores. Puede decirse que la razón por la que existen diferentes modernidades en el mundo
contemporáneo es porque priorizan y entienden los valores de diferentes maneras. Inglaterra y
Estados Unidos enfatizan la libertad y el estado de derecho. El continente europeo elige la
igualdad, la democracia y el bienestar social, mientras que el este de Asia enfatiza el desarrollo,
la riqueza y el poder. Sin embargo, si decimos que todos son modernos, es porque han adoptado
la mayor parte del conjunto de valores modernos, lo que significa que comparten este "parecido
de familia".

Así, las modernidades difieren en calidad, y algunas son mejores que otras. Cuando la
modernidad de un país otorga demasiada importancia a un valor particular, por ejemplo,
prestando atención únicamente a la riqueza y el poder nacional, de modo que los ciudadanos
carecen de garantías de derechos básicos, o si hay democracia, pero no el orden legal
correspondiente, de modo que la corrupción y el soborno son desenfrenados; o cuando la
sociedad ha alcanzado la igualdad, pero continúa luchando en medio de la pobreza generalizada.
Ninguno de estos es un buen ejemplo de modernidad, o podríamos decir que son modernidades
deformadas que carecen del componente de civilización universal. Entonces, ¿qué tipo de
modernidad simboliza el ascenso de China?

¿China resistirá a la civilización dominante? ¿O más bien está procurando obtenerla,


o acaso desarrollarla más aún?
El ascenso de China desde 2008 es un hecho reconocido por todo el mundo. La pregunta es:
¿qué tipo de ascenso es? ¿Qué tipo de modernidad ha aparecido? Ya hemos mencionado las dos
claves de la civilización occidental señaladas por Yan Fu y Liang Qichao a finales de la dinastía
Qing. A los ojos de muchos chinos, la riqueza y el poder eran lo más importante, y la civilización
podía esperar. Así que, durante un largo período, la riqueza y el poder tuvieron prioridad sobre
la civilización, y la actitud del pueblo chino hacia la civilización moderna fue prestar menos
atención a los valores universales de la civilización y al correspondiente sistema de estado de
derecho, y más al aspecto técnico: los aspectos relacionados con el valor de la ciencia y la
tecnología, el orden racional y el espíritu capitalista. Después de un siglo y medio de arduo
trabajo, el sueño de China finalmente se hizo realidad. Pero solo lo hizo la mitad del sueño, y la
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modernidad de China quedó incompleta. Surgieron la riqueza y el poder, pero la civilización


sigue perdida en la bruma.

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El secreto del ascenso de China desde una perspectiva civilizatoria fue "vencer a los extranjeros
en su propio juego", tomando las habilidades de racionalidad y competencia y el espíritu
ahorrativo del protestantismo, ahora en declive en Europa, e integrándolos en la tradición del
arte de gobernar secular confuciano de China, desarrollando así un tipo extremo de
personalidad, que hace a los chinos contemporáneos más "occidentales" que asiáticos,
poseyendo un espíritu fáustico, inagotable y emprendedor.

Las leyes de la competencia de la civilización moderna se han trasladado de Europa al este de


Asia. Los chinos de hoy son como los europeos del siglo XIX, llenos de ambición, industriosos y
ahorrativos, llenos de codicia y deseo; creen que los débiles son carne para los fuertes y que solo
los aptos sobreviven; son muy diferentes de los chinos tradicionales, que apreciaban la rectitud
sobre las ganancias y se contentaban con la moderación. ¿Qué clase de victoria es esta? ¿Es una
victoria de la civilización china o es una victoria del espíritu occidental? Incluso cuando, en un
futuro no muy lejano, el producto interno bruto de China supere al de Estados Unidos, y China
se convierta en la superpotencia mundial, los occidentales solo se reirán: "¡Su poder nos
conquistó, pero nuestra civilización los conquistó a ustedes, y logró la conquista el obsoleto y
más detestado espíritu decimonónico!". Así que, aunque China controle el mundo, la victoria
espiritual final será para Occidente. Si insistimos en hablar de una victoria de la civilización china,
entonces no sería la civilización de los literatos confucianos, sino la de los legalistas 6, con sus
ansias de un país poderoso y un ejército fuerte.

Aunque el PIB de China ha crecido cada vez más, y China se ha convertido en la fábrica del mundo
con la que nadie puede competir, su crisis civilizatoria interna se ha vuelto cada vez más grave.
La gente ha perdido sus valores fundamentales, el orden ético de la sociedad es un desastre, el
sistema político enfrenta desafíos a su legitimidad, el gobierno ha perdido su autoridad y
credibilidad, el estado de derecho existe solo de nombre. La crisis de la civilización y el logro del
país en términos de riqueza y poder crean contrastes irónicos y dejan a la gente consternada.
Somos como Japón en el siglo XIX, y lo que estamos viendo es la libreta de calificaciones de un
estudiante que copió a la civilización occidental, y es la libreta de calificaciones de un estudiante
seriamente irregular.

Frente a esta realidad, el mundo intelectual chino ha respondido con dos puntos de vista
extremos y completamente diferentes. Uno es el de los "valores universales" y el otro es el del
"modelo chino". Desde el punto de vista de los valores universales, nuestro mundo tiene un solo
camino hacia la modernización, el demostrado por Occidente, el único camino correcto hacia la
modernidad probado por la historia mundial desde el siglo XVI. Desde esta perspectiva, el
problema actual de China es que no ha estudiado a Occidente lo suficiente, y las reformas
implementadas hasta la fecha no son más que las del "Movimiento de Relaciones Exteriores",
los tibios esfuerzos de occidentalización de fines del siglo XIX, lo que significa que China necesita
volverse completamente occidental en términos de valores universales y sistemas políticos.

6
Nota del traductor David Ownby: Los legalistas fueron un grupo de pensadores políticos en las vísperas del
establecimiento del primer imperio unificado de China, en el año 221 a.C., que hacían hincapié en la utilidad y el
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poder de las leyes para dirigir el comportamiento popular hacia la aceptación y cumplimiento de las aspiraciones de
los gobernantes. Aunque posteriormente los confucianos los denunciaron como inmorales, Xu y muchos otros
historiadores modernos sostienen que las técnicas legalistas de gobierno mantuvieron su importancia a lo largo de la
historia de la China "confuciana".

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El argumento del modelo chino, por el contrario, insiste en que el éxito de China ilustra
precisamente que no hay necesidad de imitar a Occidente, que China puede tener su propio
camino hacia la modernidad, sus propios valores civilizatorios. China tiene un sistema político
único, que concuerda con la situación nacional de China, y el ascenso de China servirá en el
futuro como modelo para los países subdesarrollados. Incluso si China abandona la civilización
occidental, alcanzará la riqueza y el poder nacional.

Por lo tanto, nos encontramos ante una pregunta muy acertada: en el contexto de la civilización
moderna del mundo de hoy, ¿China se resistirá a ella, o por el contrario, se esforzará por
absorberla? ¿O hay un tercer camino?

Para responder a esta pregunta, primero debemos hacer una distinción conceptual entre
civilización y cultura. 7 El filósofo francés Edgar Morin señaló que "La cultura y la civilización
forman dos polos: la cultura representa la unicidad, la subjetividad, la individualidad; por el
contrario, la civilización representa la transmisibilidad, la objetividad, la universalidad".
Tomando Europa como ejemplo, la cultura europea y la civilización europea no son lo mismo:
"La herencia única de la cultura europea se basa en los valores judeocristianos, en Grecia y
Roma, pero después de la difusión de las características del humanismo, la ciencia y la tecnología
en toda Europa, la civilización europea llegó a arraigarse en lugares con culturas completamente
diferentes”.8 En otras palabras, la civilización se refiere a los valores comunes o la naturaleza de
toda la humanidad, mientras que la cultura se enfoca en las diferencias entre los pueblos y las
características únicas de un grupo. La expresión de la civilización es integral, y puede ser
material, técnica o sistémica, e incluye también un conjunto de valores universales. La cultura,
por el contrario, debe ser un estado espiritual; la cultura no está interesada en el valor
existencial abstracto de la "persona", sino por los valores creados por un pueblo o grupo
determinado.

Claramente, desde el punto de vista de la civilización y la cultura, "valores universales" y


"modelo chino" representan una confrontación entre la civilización universal y una cultura
particular. Esta contienda ya ha ocurrido muchas veces a lo largo del siglo XX, siendo dos
ejemplos representativos Alemania y Turquía. Los alemanes esperaban usar la fuerza de
voluntad nacional y una cultura única para resistir la civilización universal de Inglaterra y Francia,
y los turcos buscaban usar la civilización occidental para reemplazar la cultura particular de
Turquía. Estos ejemplos extremos nos brindan profundas lecciones históricas.

En el siglo XIX, cuando el pensamiento inglés y francés llegó a Alemania, la élite intelectual
alemana utilizó la cultura alemana para resistir a la civilización anglo-francesa. Como ha
señalado Georg Iggers, académico germano-estadounidense dedicado a la historia intelectual
europea: "La guerra cultural entre la Kultur alemana y la civilization anglosajona permitió a la
élite alemana crear una ideología para consolidar su poder sobre las masas alemanas. El
concepto alemán de 1914 es radicalmente diferente del concepto francés de 1789". 9 El "espíritu

7
Nota del traductor David Ownby: Xu profundiza en esta distinción de forma más académica en el capítulo 7.
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8
Aidejia Molan (Edgar Morin) (2005). Fansi Ouzhou (Penser l’Europe). Trad. de Kang Zheng y Qi Xiaoman. Beijing:
Sanlian shudian, p. 31.
9
Geaoerge Yigeersi (Georg Iggers) (2006). Deguo de lishiguan (The German conception of history). Traducción de Gu
Hang y Peng Gang. Nanjing: Yilin Chubanshe, p. 3.

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7
de 1914" fue la expresión especial en la historia y la cultura de la decisión de Alemania de resistir
a los civilización universal anglo-francesa. Desde Bismarck hasta Hitler, mientras Alemania corría
para alcanzar a Inglaterra y Francia, las estrategias elegidas desplegaron consistentemente el
carácter especial de la voluntad alemana de resistir a la civilización universal anglo-francesa. En
sus esfuerzos por perseguir la riqueza y el poder nacional, eran más ingleses que ingleses, más
franceses que franceses, y en menos de un siglo transformaron un país feudal, atrasado y
dividido, en una Alemania unificada y fuerte capaz de dominar Europa.

Sin embargo, el camino particular que siguió Alemania en oposición a la civilización europea
dominante fue un camino que condujo a la guerra, y por lo tanto fue un callejón sin salida sin
futuro. Después de la Segunda Guerra Mundial y de un período de dolorosa reflexión nacional,
el pueblo alemán decidió ingresar a la civilización dominante mundial, combinando la civilización
política angloamericana/anglosajona con la propia tradición luterana de Alemania, y la
socialdemocracia moderna en el modelo alemán contemporáneo, que sintetiza con éxito
elementos divergentes de la civilización occidental. En la actualidad, Alemania es la única
excepción a una economía europea que está en profunda recesión, y la fuente de esperanza de
que Alemania pueda sacar a Europa del valle profundo y hacia un nuevo crecimiento.

La historia alemana nos dice que resistirse a la civilización mundial dominante es el camino
equivocado, que conduce a la autodestrucción. Si los defensores del modelo chino solo quieren
imitar a Occidente para obtener riqueza y poder, mientras que en términos de valores e
instituciones de civilización se aferran a su propia cultura "única", incluso si logran crear un
camino chino único, solo será una extraña combinación de racionalidad utilitaria capitalista
universal y tradición autoritaria de Asia oriental. ¿Será ésta la nueva civilización china 2.0? ¿O
más bien, otra dinastía Yuan mongola de corta duración (1271-1368), que posee solo el poder
material para conquistar, pero que carece del espíritu necesario para crear una nueva
civilización?

En los siglos XIII y XIV, la caballería mongola no solo conquistó el corazón de China, sino que
también se extendió por Asia Central y Europa del Este, convirtiéndose en un gran imperio
euroasiático continental. Pero aquellos conquistadores mongoles que solo sabían "disparar
águilas, con el arco extendido"10 poseían solo poder militar. Carecían de civilización, y su
imperio, sin atracción espiritual o instituciones de gobierno avanzadas, no podía durar mucho,
y en menos de un siglo el otrora poderoso imperio mongol se vino abajo y pereció. En su Historia
de la Filosofía, Hegel dice: "La posición que ocupará un pueblo en las etapas de desarrollo de la
historia mundial no está determinada por los logros externos de ese pueblo, sino más bien por
el espíritu que encarna. Hay que observar la etapa del espíritu universal que muestra un
pueblo".11 Con la expresión “espíritu universal” se refería a la civilización moderna dominante.
China no debe seguir un modelo “único”, en resistencia al espíritu mundial, sino el camino
universal que se adhiere estrechamente a la civilización principal, que puede desarrollar y
proyectar, empujándola a nuevas alturas espirituales.
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10
Nota del traductor: La referencia es al poema Nieve, de Mao Zedong.
11
Pan Gaofeng 潘高峰 (ed. y trad.). (2011). 黑格尔历史哲学 (Filosofía histórica de Hegel). Beijing: Jiuzhou Chubanshe, p.
58.

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8
Entonces, ¿deberíamos hacer lo que sugieren los defensores de los valores universales, poner
nuestra mirada en Occidente y transformar a China en un país completamente europeizado?
Frente a esta pregunta, Turquía es lo opuesto a Alemania, ya que Turquía usó la civilización para
reemplazar la cultura. La encarnación anterior de Turquía fue como el Imperio Otomano, pero a
principios del siglo XX se produjo la Revolución Turca, dirigida por Kemal Atatürk, cuyo objetivo
era la europeización completa. No solo separó la iglesia y el estado, sino que también llevó a
cabo una secularización profunda en la que el Islam, anteriormente dominante, fue excluido de
todos los espacios públicos, existiendo en adelante solo en forma de creencia individual.

Turquía siguió este camino en el que la civilización reemplazó a la cultura durante


aproximadamente cien años. Aunque Turquía logró la modernización, no pudo restaurar la
antigua grandeza del Imperio Otomano. El politólogo estadounidense Samuel Huntington
argumenta que Turquía se convirtió en un estado desgarrado, con un sistema cuya mitad
superior posee una civilización moderna como la de Europa, mientras que la mitad inferior sigue
siendo un mundo dominado por el Islam.12 Esto también significa que la civilización no pudo
superar la cultura y, en cambio, resultó en la desunión nacional.

En el siglo XXI, Turquía inició esfuerzos para dejar atrás este dilema moderno. El partido
gobernante, islámico moderado (AKP), buscó internamente integrar la civilización moderna
universal con las características especiales de la cultura turca y la civilización islámica. Mientras
continuaba manteniendo la tradición moderna de la separación de la iglesia y el estado, el Islam
debía volver al centro de la sociedad, sirviendo no solo como una "religión del corazón" que
puede salvar el alma individual, sino también como una "religión de orden", definiendo la ética
de toda la sociedad.

En este contexto, ha resurgido el pensador otomano Ziya Gokalp (1876-1924). El tema de las
reflexiones de Gokalp fue cómo, en este momento de gran transformación histórica, Turquía
podría aceptar simultáneamente la civilización occidental y mantener su propia identidad
cultural. Desde su perspectiva, con la llegada de la civilización moderna, la civilización islámica
original dio un paso atrás, convirtiéndose en la cultura nacional particular de Turquía. La
civilización universal no podía reemplazar o suplantar una cultura nacional particular, porque
esta era la fuente de autoidentificación de un pueblo y la forma en que un pueblo mantenía su
especificidad.13 Lo que la Turquía de hoy está poniendo en práctica son precisamente las
prescripciones pasadas de Gokalp, en la que el país en su conjunto muestra una nueva actitud
de pertenencia a la civilización dominante, al mismo tiempo que revitaliza sus propias
tradiciones culturales.

La conclusión que podemos sacar de las historias alemana y turca es que ni usar la cultura para
resistir a la civilización, ni usar la civilización para reemplazar la cultura, son caminos adecuados
para el renacimiento nacional. China debe tomar un camino intermedio entre los dos extremos,
sin resistirse a la civilización mundial dominante ni procurarla sin más; en su lugar, China debe

12
Ver Saimouer Hengtingdun (Samuel Huntington). (1998). Wenming de chongtu yu shijie zixu de chongjian (The clash
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of civilizations and the remaking of world order). Traducción de Zhou Qi. Beijing: Xinhua Chubanshe, p. 159 .
13
Ver Zan Tao 昝涛 (2011)."格卡尔普 的 土耳其 主义 理论 理论" (“Teoría del turquismo de Gokalp”). En Zan Tao, 现代 国家
与 建构: 20 世纪 前期 土耳其 民族主义 (La construcción de los estados modernos y sus pueblos: Estudios sobre el
nacionalismo turco de principios del siglo XX). Beijing: Sanlian Shudian, cap. IV, págs. 166-194.

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9
desarrollar una civilización moderna, siguiendo las tendencias mundiales, y al mismo tiempo
empleando sus tradiciones culturales para hacer sus propias contribuciones al desarrollo de la
civilización universal. Pero para llegar a este punto, China primero debe reintegrarse a los
pueblos del mundo, y habiendo alcanzado la riqueza y el poder, volver a la búsqueda de la
civilización. Una vez que China haya adoptado valores e instituciones universales, podrá zarpar
para salir de los estrechos desfiladeros de la historia.

Unificando las tres tradiciones, religión civil y patriotismo constitucional


Las civilizaciones no se crean en una hoja de papel en blanco, donde se puede escribir lo que
plazca. Construir la civilización requiere respetar las tradiciones culturales de China, porque
incluso si algunas de ellas son ahora ruinas brillantes, otras siguen siendo recursos que se
pueden extraer, y otras son leyendas antiguas que esperan ser devueltas a la vida. La China
contemporánea posee tres tradiciones culturales importantes: las tradiciones culturales
históricas de China, con el confucianismo en el centro; una tradición de la civilización moderna
representada por el movimiento de la Ilustración desde el período del Cuatro de Mayo  en
adelante; y una tradición socialista de casi un siglo.

A principios del siglo XX, el confucianismo perdió su base institucional y social y se vino abajo,
existiendo solo de manera fragmentada en la vida cotidiana del pueblo chino. La civilización
moderna importada de Occidente, durante los últimos cien años, ha experimentado muchos
giros y vueltas, y hasta el día de hoy ha completado la mitad de su misión, el orden capitalista
racional, mientras que el estado de derecho y el gobierno responsable aún no se han logrado.
En cuanto a la igualmente larga tradición socialista, también siguió un camino tortuoso durante
el período de Mao Zedong. Aun así, en su oposición a la hegemonía capitalista y su búsqueda
del ideal de igualdad, conserva su lugar en la psicología general de China, así como su capacidad
de movilización social. Los liberales, los socialistas (tanto los de la vieja guardia como los de la
Nueva Izquierda) y los conservadores confucianos mantienen actitudes y puntos de vista
contradictorios respecto a estas tres tradiciones culturales existentes, pero tanto si les gustan
como si las odian, las tradiciones están ahí, y no hay más remedio que tomarlas en serio y
confrontar con ellas.

El académico de la Nueva Izquierda Gan Yang 甘阳 fue el primero en discutir la unificación de las
tres tradiciones; es decir, la idea de unir la tradición de la Ilustración, la tradición confuciana y la
tradición socialista como base de la nueva civilización de China. Unificar las tres tradiciones no
solo es deseable, también es posible.

Desde un punto de vista histórico, la civilización china ha sido diferente a la civilización


monoteísta occidental, y ha aceptado muchos dioses. El monoteísmo persigue la unidad; el
politeísmo busca la armonía, y la civilización china existió durante más de dos mil años como un
estado pluralista. En el plano espiritual, el confucianismo y el budismo coexistían sin dificultad
como religión para la élite, mientras que las creencias de las masas eran una combinación de
confucianismo, taoísmo y budismo; Confucio, Lao Tsé y Buda eran adorados. El orden político
era una mezcla de gobierno hegemónico y benévolo. El confucianismo brindó legitimidad a la
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El movimiento del 4 de mayo se llama así por haberse iniciado ese día, de 1919, con una manifestación estudiantil
en la Plaza Tiananmen de Pekín. Su motivo original era protestar contra la adhesión de China al Tratado de Versailles,
por las concesiones que le otorgaba al Japón en contra de los intereses de China.

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monarquía universal, mientras que el activismo legalista y el taoísmo Huang Lao de no acción,
una rama del taoísmo de la dinastía Han con una dimensión abiertamente política, se alternaron
para brindar los elementos técnicos necesarios para gobernar. Pero mientras el confucianismo
mantuvo una posición dominante, tanto en el orden religioso como en el político, a diferencia
del judaísmo monoteísta, el cristianismo o el Islam, el confucianismo no excluyó a otros dioses,
sino que secularizó las religiones extranjeras y las creencias populares, agregando valores éticos
confucianos a las enseñanzas de estas otras religiones.

La situación era similar en el ámbito político. Francis Fukuyama ha argumentado que China fue
el primer país fuerte con una monarquía unificada y centralizada, un sistema de control
burocrático y un sistema de exámenes para el reclutamiento de élite. Esta capacidad estatal
racionalizada fue desarrollada en común por confucianos y legalistas. Li Ling 李零, un conocido
estudioso de la historia intelectual china, ha señalado que "Europa solo tenía unidad religiosa,
no unidad nacional. China es exactamente lo contrario, y su particularidad es que insiste en la
unidad nacional y pluralidad religiosa”.14 En la Europa histórica, observamos una religión y
muchos países, mientras que en la China histórica encontramos una nación y muchas religiones.

Pero no podemos simplemente detenernos en el nivel de un eslogan como "unificar las tres
tradiciones", porque ya sea que estemos hablando de la antigua civilización china o de la
civilización moderna o de la tradición socialista, sus contenidos son extremadamente complejos,
multifacéticos y existen todo tipo de contradicciones y conflictos. Dentro de la civilización china
encontramos cinco tradiciones: confuciana, taoísta, moísta, budista y legalista. Incluso dentro
del confucianismo existe el ala de cultivo espiritual, con su énfasis en la moralidad, y el ala
práctica, con su énfasis en el arte de gobernar; también se distingue la tendencia humanista,
que toma a las personas como base, y la tradición autoritaria, que ve al emperador como el
eslabón clave.

Dentro de la civilización occidental, aun manteniéndose dentro del mundo atlántico, existen
importantes diferencias entre el modelo americano y el modelo europeo. Como nueva potencia
continental, Estados Unidos carecía de las tradiciones aristocráticas de la Edad Media, así como
de los movimientos sociales modernos de Europa, que dieron forma a su tradición heroica de
culto a la lucha individual. Los estadounidenses albergan una gran desconfianza hacia el
gobierno, y las libertades y los derechos individuales son derechos naturales sagrados e
intocables. Estados Unidos es también un país de ética puritana, lleno de sentimiento religioso,
y los individuos independientes también están dotados de un espíritu de grupo, lo que les ha
llevado a construir una sociedad civil pujante.

En comparación, en Europa, el laicismo es más fuerte y el sentimiento religioso más débil, y el


socialismo democrático, producto de importantes movimientos sociales modernos que
evolucionaron a partir de los cambios internos del liberalismo, se ha convertido en la corriente
principal europea. A diferencia de los estadounidenses, los europeos no creen que el capitalismo
sea un hecho, y están más dispuestos a utilizar la intervención estatal para lograr la igualdad
social y la justicia. Como han dicho Jürgen Habermas y Jacques Derrida: "En la sociedad europea,
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14
Li Ling 李零 (2011). “环球同此凉热:我的中国观和美国观” (“El mismo calor y frío en todo el mundo: Mis puntos de
vista sobre China y Estados Unidos”). Exposición en el Jiusan Xueshe 九三学社, uno de los pequeños partidos
democráticos legales de China. Está disponible en línea en http://www.douban.com/group/topic/35402627/.

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el laicismo es bastante maduro. Los europeos creen en la organización y gestión estatal, y
desconfían del alcance del mercado. Tienen una aguda conciencia de 'Ilustración dialéctica', y
no ponen una fe ingenuamente optimista en el desarrollo de la ciencia y la tecnología".15

En cuanto al socialismo que se desarrolló a partir de la obra de Marx existen, como todos saben,
diferentes tradiciones en Occidente y en Oriente. Las tradiciones de los partidos socialistas de
Europa Occidental creadas por Eduard Bernstein (1850-1932), el político y teórico político
alemán, y Karl Kautsky (1854-1938), el intelectual y político checo-austríaco, que defienden los
ideales socialistas en el contexto de la Constitución marco de la civilización moderna, se han
convertido hoy en día en la corriente principal europea. La práctica socialista oriental desde
Rusia hasta China, a lo largo del último siglo y más, ha obtenido grandes logros pero también ha
declinado, y en la actualidad permanece en difícil contradicción con la civilización moderna.

Debido a la complejidad y multiplicidad dentro de la civilización tradicional, la civilización


moderna y la civilización socialista, la pregunta no es si unificar las tres tradiciones, sino cuáles
"tres tradiciones" podríamos tratar de unificar. Es como una competencia de cantineros que
produce diferentes cócteles modernos a partir de diferentes recetas, donde los gustos difieren
mucho entre sí. Si elegimos "país rico y ejército fuerte" de los legalistas, junto con la fuerza y el
poder del capitalismo de la civilización occidental moderna, y la tradición despótica nacionalista
del socialismo oriental, entonces cuando unifiquemos las tres tradiciones, el monstruo que
crearemos será un capitalismo aristocrático autoritario nacionalista o quizás un socialismo
legalista burocrático.

Desde cierta perspectiva, el ascenso de China también es el resultado de alguna versión de


unificación de las tres tradiciones, pero de una forma que no podemos continuar, una forma
que no es saludable. Cuando pasamos de "riqueza y poder" a "civilización", necesitamos cambiar
la receta para "unificar las tres tradiciones", pasando de la búsqueda legalista de un país rico y
un ejército fuerte a la postura confuciana de cuidar a la gente, llevar el racionalismo moderno
un paso adelante para lograr el estado civilizatorio de la ley y la democracia, y pasar de la
tradición autoritaria socialista oriental al respeto por la libertad y la igualdad que encontramos
en los clásicos marxistas originales.

Incluso si todavía estamos tomando prestado de la experiencia occidental, nuestra mirada debe
pasar de aprender de los Estados Unidos a aprender de Europa. Ya sea que estemos hablando
de historias nacionales o de tradiciones culturales, las diferencias entre los dos grandes países
que son China y Estados Unidos son demasiado importantes. Como dijo Henry Kissinger, tanto
los estadounidenses como los chinos consideran a su civilización y su filosofía como diferentes
excepcionalismos: "China y Estados Unidos creen que representan conjuntos únicos de
valores".16

15
Habeimasi (Jürgen Habermas) y Delida (Jacques Derrida) (2010). “Eryue shiwuri, Ouzhou renmen de tuanjieri: Yi
hexin Ouzhou wei qidian, dijie gongtong waijiao zhengce” (“February 15, or, What binds Europeans together: Plea for
a common foreign policy, beginning in core Europe”). En Dannier Liwei (Daniel Levy) et al. (eds.). Jiu Ouzhou, xin
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Ouzhou, hexin Ouzhou (Old Europe, new Europe, core Europe). Traducción de Liu Bohuan. Beijing: Zhongyang Bianyi
chubanshe, p. 30.
16
Ji Xinge (Henry Kissinger) (2012). Lun Zhongguo (On China). Traducción de Hu Liping et al. Beijing: Zhongxin
Chubanshe, preface, p. 2.

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En comparación, China y el continente europeo están más cerca; por ejemplo, China y Europa
son hogares de antiguas civilizaciones axiales, y estas civilizaciones contienen complejidad y
multiplicidad. Al igual que Francia, China tiene una gran tradición como país burocrático, y al
igual que Alemania en un momento estuvo rezagado y se enfrentó a la necesidad de alcanzar a
los países avanzados, produciendo tensiones y conflictos entre civilización y cultura. China, como
Europa, ha sido muy influenciada por el marxismo y tiene una profunda tradición socialista, su
coloración religiosa es bastante débil y su nivel de secularización bastante profundo. El
desarrollo de la civilización de un país no puede simplemente borrar las tradiciones existentes y
comenzar de nuevo desde cero.

La civilización es a la vez un sistema político-legal y una cultura común. El jurista estadounidense


Harold Berman sostuvo: "Se debe creer en la ley, de lo contrario no sirve para nada". 17 El alma
de la ley y de los sistemas es que todos los ciudadanos crean en los valores expresados en ellos
y se identifiquen con ellos. Este conjunto de valores se puede dividir en las dos dimensiones de
valores políticos y valores religiosos, expresados por separado como patriotismo constitucional
y religión civil. El patriotismo constitucional es un tipo bastante débil de identidad nacional, una
identidad con los valores políticos representados por la constitución y con una cultura política
común. La religión civil es mucho más densa, e incluye la historia, la cultura y las tradiciones
comunes del pueblo, así como los valores morales y éticos y la comprensión de las fuentes
trascendentes de estos valores.

El patriotismo constitucional surgió después de la Segunda Guerra Mundial como un medio para
unir al pueblo alemán después de que el fantasma del nazismo hubiera sido exorcizado. Y
después de la unificación de las dos Alemanias se convirtió en el punto de vista común de los
pueblos de Alemania Oriental y Occidental, que tenían diferentes religiones y trasfondos
ideológicos. Esto claramente tiene importancia como punto de referencia y modelo en el intento
de resolver la cuestión de las nacionalidades en China.

Si bien los chinos Han constituyen más del 90% de la gran familia del pueblo chino, todavía hay
cincuenta y cinco grupos minoritarios, como tibetanos, musulmanes, mongoles y otros grupos
fronterizos periféricos que tienen, como los Han, una larga historia, y religiones bien
desarrolladas: el budismo tibetano y el islam, por ejemplo. Y desde la década de 1990, los
creyentes protestantes y católicos han aumentado. En la China contemporánea, las principales
civilizaciones del mundo ya se han internalizado, y las religiones asociadas con estas
civilizaciones se han convertido en religiones chinas. Las cinco grandes religiones del
confucianismo, el taoísmo, el budismo, el cristianismo y el islam coexisten y se han convertido
en un hecho plural inmutable.

Como señaló una vez Fei Xiaotong 费孝通 (1910-2005), el sociólogo pionero de China, el pueblo
chino es de hecho muchos pueblos en un solo cuerpo. No solo hay muchas nacionalidades,
también hay muchas creencias: ¿cómo podríamos combinar todo esto en un solo país moderno
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17
Bo Erman (Harold Berman) (1991). Falü yu zongjiao (The interaction of law and religion). Traducción de Liang
Zhiping. Beijing: Sanlian shudian, p. 28.

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unificado? La "República de los Cinco Pueblos 五族共和",18 del período republicano temprano, fue
una solución jurídico-política, pero realmente no resolvió el problema de fondo de la cultura
común necesaria para unificar el país.

Casi un siglo después, los Han todavía están tratando de asimilar a los pueblos minoritarios en
su propia cultura dominante; por ejemplo, tomando la creencia Han en la cultura confuciana
como base para una religión pública o incluso una religión nacional. Con la ayuda del poder
moderno secularizado, la cultura confuciana realmente ha asimilado a muchos grupos culturales
que solo poseían cultura y creencias populares, pero no puede asimilar a los tibetanos y
musulmanes cuya religión está al mismo nivel que la de los Han.

En cambio, los esfuerzos de asimilación forzada incitan una especie de reacción cultural. Esto
significa que ninguna religión (incluidos el confucianismo, el taoísmo, el budismo, el cristianismo
y el islam) puede servir como religión nacional que apoye un sistema político-legal, ni puede
convertirse en la creencia común del pueblo chino. La cultura, la ética y la religión deben dar a
los grupos con diferentes creencias suficiente espacio para gobernarse a sí mismos, mientras
que la comunidad política se basa en los valores políticos básicos existentes: libertad, igualdad,
estado de derecho, estado constitucional, división de la iglesia y el estado, responsabilidad del
gobierno, etc.

Esto no tiene nada que ver con si la religión y la ética en cuestión son "buenas", sino que
establece la norma de lo que es "correcto" en el territorio político de una cultura política común
que trasciende las cinco grandes religiones y al mismo tiempo públicamente reconoce las
filosofías y puntos de vista éticos de las diferentes religiones, proporcionando identidad
institucional y garantías jurídicas en el establecimiento claro de la constitución de un país. Las
cinco religiones son plurales, mientras que el patriotismo constitucional construye un solo
cuerpo; esta fórmula de pluralismo en la unidad nos permitirá reconstruir la identidad nacional
del pueblo chino.

Sin embargo, el patriotismo constitucional sigue siendo débil en el análisis final. Es únicamente
una identidad política sin relación con la identidad cultural. Su función se circunscribe al ámbito
político, y no sólo no se ocupa de las creencias religiosas privadas, sino que tampoco tiene que
ver con los espacios comunes de la sociedad que no son políticos ni individuales.

Pero la vida pública de los ciudadanos, además del ámbito político, contiene dos espacios
importantes: el social y el cultural. Esto es lo que Habermas llamó el "mundo de la vida", que
existe fuera del "mundo de los sistemas". En los mundos públicos de la sociedad y la cultura
debe haber una religión civil con valores más fuertes, no solo valores políticos, sino que se
extienda a los valores éticos y morales, valores que han evolucionado a partir de la experiencia
histórica y cultural, e incluso de la experiencia religiosa. En este punto debemos identificar dos
tipos diferentes de religión: "religión del corazón" y "religión de orden social". La religión del
corazón salva el alma individual, proporciona al alma de los creyentes un sentido de pertenencia
y un sentido de vida. Una religión de orden social sólo proporciona reglas morales y éticas
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18
Nota del traductor: La idea, presentada por Sun Yat-sen (1866-1925) y el Partido Nacionalista, de que la República
China estaba formada por cinco grupos étnicos dominantes: los han, los tibetanos, los mongoles, los manchúes y los
musulmanes (Hui).

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básicas para la vida pública, aunque detrás de ellas se encuentre una fuente trascendente de
valores.19 Cuando hablamos de religión civil, no estamos hablando de la religión del corazón que
se ocupa del alma individual, sino de la religión del orden que sustenta el orden público social.
En una Europa completamente secularizada, las nociones de religión civil son bastante débiles,
pero en los Estados Unidos, con su rica tradición religiosa, siempre ha existido lo que el sociólogo
estadounidense Robert Bellah ha llamado “religión civil”. Los valores estadounidenses como la
libertad y la igualdad afirmados en la Declaración de Independencia tienen, todos, sus fuentes
trascendentes en la voluntad del creador. Pero esta idea de Dios es abstracta, y no significa
necesariamente el Dios cristiano; puede entenderse como el dios trascendente de otra religión.

El verdadero punto de la religión civil no es el amor a la patria sino la creencia en los valores
respetados por ese país. No es culto a una deidad específica, sino apoyo a los valores
simbolizados por la comunidad en cuestión. Incluso si en su espacio privado cada individuo
puede tener sus propias creencias religiosas, en el espacio común de la comunidad de ese
pueblo y esa nación, existe una religión civil: valores políticos comunes y valores éticos que
encarnan los valores fundamentales de un país. La religión civil tiene que ver con la
transformación a través de la educación y no con la religión como tal. No es la religión nacional,
aunque sea una con el país y el pueblo. Está separado del orden político, aunque sea reconocido
y afirmado por el país. La religión civil es la experiencia histórica compartida por la gente de un
país, es la cultura nacional comúnmente apreciada y la medida de los valores comunes, aunque
provengan de diferentes dioses, moralidades y filosofías.

En ese caso, ¿qué forma tomará la futura religión civil de China? ¿Confucianismo tradicional o
una nueva cultura pública que combine el confucianismo, el taoísmo, el budismo, el islam y el
cristianismo, con el liberalismo, el socialismo y otras ideologías modernas? Claramente, esta es
una pregunta que vale la pena tomar en serio. Si el pueblo chino se convierte en un pueblo
unificado, si la construcción nacional de China puede tener éxito, depende de si China puede
salir de su actual vacío de valores fundamentales y concebir una religión civil que todo el país
pueda afirmar. Esta religión civil debe seguir la corriente principal de la civilización, que contiene
los valores universales de toda la humanidad, y al mismo tiempo debe contener elementos de
la propia cultura histórica de China. Se podría decir que el día que nazca la religión civil de China
será el día en que se restablezca la civilización china. En comparación con la construcción
institucional, se trata claramente de una transición civilizatoria mucho más difícil.

“Porque tan lejos estaba el camino y tan lejos estaba mi viaje”… Sin embargo, la construcción
civilizatoria requiere solo paciencia y un claro sentido de la dirección, para que ya no sigamos el
camino torturado.20

19
Ver Ha Qiesen (Richard G. Hutcheson) (1992). Baigongzhong de shangdi (God in the White House). Traducción de
Duan Qi et al. Beijing: Zhongguo Shehui Kexue Chubanshe, p. 40.
20
Nota del traductor David Ownby: La cita es de Li Sao 離騷 (Encontrando el dolor) de Qu Yuan, famoso poema del
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período de los Reinos Combatientes. El poema relata las tribulaciones de un noble justo, desterrado injustamente por
el rey, mientras busca la redención y finalmente decide suicidarse. El poema tiene matices de disidencia intelectual o
independencia, ya que el autor del poema autobiográfico se mantiene fiel a sí mismo, incluso en la muerte. Aquí, Xu
Jilin parece estar diciendo: "Tenemos mucho trabajo por hacer, así que vamos a hacerlo".

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