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INSTITUCIÓN EDUCATIVA CENTENARIO DE BELLO

www.iecentenariodebello.edu.co
AÑO LECTIVO 2021
TECOPOLITICA E HISTORIA
PERIODO II DECIMO

NOMBRE DEL DOCEN TE CORREO ELECTRONICO INSTITUCIONAL WhatsApp


Carlos Augusto Rentería Palacios Carlos.renteria@iecentenariodebello.edu.co 3128725939
PERIODO ACADEMICO UNO 13 SEMANAS desde 03 DE MAYO hasta 20 DE AGOSTO
RECESO ESCOLAR 3 SEMANAS DEL 15 DE JUNIO AL 02 DE JULIO

DESARROLLO DE LA GUIA PEDAGOGICA PERIODO DOS

NOMBRE DE LA UNIDAD ORIGENES Y JUSTIFICACION DEL PODER POLITICO Y CONFLICTOS EN COLOMBIA

-Teorías liberales sobre el origen del poder politico


TEMAS A DESARROLLAR -Teorías socialistas sobre el origen del poder politico
-Teorías Teocráticas justificadoras del poder politico
-Teorías Democráticas justificadoras del poder politico
Periodo Presidencial de Rafael Nuñez
Periodo vicepresidencial y Presidencial de Miguel Antonio Caro
-La Guerra de los mil días
-La separación de Panamá

BREVE DESCRIPCION DEL TRABAJO A DESARROLLAR Y LOGROS ESPERADOS:


ECOPOLITICA: Con base en la lectura el estudiante analizara los orígenes del porque se origina el Estado, como
consecuencia de la conducta humana, a partir de las teorías capitalistas y socialistas. En cuanto al gobernante su
justificación para mantenerse en el poder, a la vez identificara las formas teocráticas y democráticas de gobierno
HISTORIA: Con lo expuesto el alumno se dará cuenta que nuestro país no ha tenido un momento histórico de paz,
que una vez invadido el territorio hemos vivido en constante zozobra y que han cesado los continuos conflictos.
LOGROS:
Identifica las diversas formas como los gobernantes han ascendido al poder politico.
Analiza cómo se eligen los gobernantes en las democracias occidentales y en los países del tercer mundo como
Colombia
Analiza los continuos conflictos internos que dieron origen a la guerra de los mil días.
Sintetiza los aspectos que conllevaron a la separación de Panamá.

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ORIGEN DEL PODER POLITICOY DEL ESTADO
Son muchas las teorías elaboradas sobre el origen del poder político y del Estado. De manera panorámica recordemos
algunas, sin tener en cuenta que las formas del poder y del Estado dependen de los factores socioeconómico y culturales
de la sociedad.
1.-Teorias que conciben que el Estado es el resultado de la naturaleza del hombre.
1.1 Por ser mala la naturaleza del hombre, provoca una guerra de todos contra todos y para evitar la destrucción del
género humano (homohominilupus), se hace necesario el sometimiento incondicional, sobre la base de la enajenación
de todos derechos individuales naturales del hombre, en favor de un poder que se encargara de crear un orden e
imponerlo, a través de una sociedad política, la cual la llevara a la coexistencia y a su desarrollo. Esta es la corriente
absolutista y contractualista, a cerca del origen del Estado y tiene como principal representante al inglés THOMAS
HOBBES.
1.2 Dentro de la corriente contractualista, también está la liberal, cuyos representantes principales son LOCKE y
ROUSSEAU, y para la cual, el hombre, una naturaleza buena, no es un lobo para el hombre, contrariamente, el hombre
está dotado de una razón, que lo llevara a escoger siempre el bien y buscar la felicidad. Con el uso de la razón encuentra
la necesidad de un mayor desarrollo de su naturaleza social y para esto crea la comunidad política, el Estado, que será
pues, el resultado de la naturaleza humana para una mayor felicidad.
Las diferencias de clases en estas corrientes contractualistas son el resultado del uso de la libertad y de los derechos
naturales que tienen los hombres. Los intereses particulares y su imposición provocan la guerra de todos contra todos
o impiden su mayor felicidad. Para evitar todas estas circunstancias se hace necesario el Estado, la Comunidad Política.
ROUSSEAU se aparta de esta consideración porque para él, los distanciamientos y desigualdades sociales provienen de
las diferencias en la propiedad de los bienes y, para resolverlas, se requiere de todas formas, la voluntad general, es
decir, el Estado.
Aunque las teorías anteriores acerca del origen del Estado y de su finalidad sean idealistas, no puede desconocerse su
influencia fundamental en la formación de una teoría política, que ha servido de ambiente psicológico propicio para la
organización del poder absolutista de las autocracias occidentales, lo mismo que para las democracias liberales, para
obtener una mayor aceptación popular del gobernante.
1.3 Existe también la corriente marxista que presenta, un aspecto fundamental, al poder político o a el Estado como el
“producto del carácter irreconciliable de las contradicciones de clases”. la sociedad cuando llega a un grado de
desarrollo de sus fuerzas productivas, se enreda en una irremediable contradicción consigo misma, que se manifiesta
en los antagonismos de clases con intereses económicos en pugna.
Para que estas clases no se exterminen a si mismas y la sociedad en lucha estéril. Se hace necesario un poder situado
aparentemente por encima de la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en los limites del “orden”.
Y este poder, nacido de la sociedad, que se pone encima de ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.
Por otro lado, el Estado nace así para jugar el papel de órgano de dominación, de opresión de una clase sobre la otra, y
es, por lo tanto, la creación del “orden” que legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases.
De lo cual se deduce que el Estado solo existe allí donde existen las contradicciones de clases y la lucha de clases.
Como el concepto de clases sociales, en la teoría marxista del poder y del Estado, es fundamental para entender el
origen del poder político, es necesario explicarlo. La teoría de las clases sociales presenta los siguientes puntos
fundamentales.
1) “Los propietarios de simple fuerza de trabajo, los propietarios de capital y los propietarios de tierras, cuyas
respectivas fuentes de ingreso son el salario, la ganancia y la renta de sueldo, es decir los obreros asalariados,
los capitalistas y los terratenientes, forman las tres grandes clases de la sociedad moderna, basada en el
régimen capitalista de producción”.

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2) Por lo tanto, las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en
un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran con
respecto a los de producción (relaciones que las leyes refrendan y formulan en su mayor parte), por el papel
que desempeñan en la organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo y la proporción en
que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. De esta manera, las clases son grupos humanos,
uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un régimen
determinado de economía social.
Así pues, la diferenciación clasista de la sociedad, la gran división y desigualdad entre los hombres frente a la
propiedad de los medios e instrumentos de producción, es la que engendra conflictos antagónicos de intereses
y hace necesario la creación de un aparato de orden social, fundamentado en la coacción y la fuerza física
(legitimada posteriormente) que mantenga el orden y la armonía en la desigualdad. Ese aparato, esa capacidad
de dominación y explotación, es el poder político o el Estado y su origen es, pues, clasista.
Las anteriores son las más importantes teorías acerca del origen del poder político o del Estado.

JUSTIFICACIÓN DEL PODER POLÍTICO

Por justificaciones del poder político se debe entender, ante todo, un esfuerzo para racionalizar y hacer aceptar el
comando, la autoridad, la dominación del gobernante o detentador del poder político por parte de los gobernados
o sometidos del político. En este sentido, los gobernantes (sus filósofos e intelectuales) han presentado siempre
diferentes argumentos, más o menos coherentes y racionales, más o menos “científicos” y objetivamente
aceptables, para “explicar” el porqué de la existencia del gobierno (poder político) y de su necesidad innegable. El
profesor francés, Maurice Duverger, ha recogido estas diversas justificaciones del poder político bajo el título de
“Teorías de la Soberanía”. Las ha llamado teorías de la Soberanía, porque ésta sería la esencia del poder político en
el sentido de su carácter supremo, indiscutible, incuestionable y superior frente a los demás poderes de la sociedad.

Pero las teorías de la soberanía son justificaciones del poder político. El análisis de estas teorías justificadoras del
poder lo podemos resumir de la siguiente manera:

Teorías Teocráticas

Comprenden las teorías de las justificaciones fundamentadas en el origen divino del poder y del gobernante, por lo
tanto, en su aceptación por parte del gobernado, como necesidad y obligación de obedecer a Dios. Son teorías
comúnmente usadas por los gobernantes en sociedades atrasadas o sin mayor desarrollo técnico-científico, más
frecuentemente en la historia antigua y feudal de las sociedades, pero aún hoy se presentan y son utilizadas por
algunas sociedades del llamado “Tercer Mundo” o países en vía de desarrollo. En una subclasificación, las teorías
justificadoras del poder de carácter teocrático, las podemos diferenciar en:

A. Teoría de la Naturaleza Divida del Gobernante y del Poder Político


Para ésta, existe una completa identidad entre Dios y Gobernante. Esto es, la naturaleza del gobernante es divida
y por lo tanto todos sus actos, todas sus decisiones emanan de una voluntad divina, que sería la fuente de todo
poder. El poder político, como capacidad para decidir e imponer comportamiento o una conducta determinada
pertenece a Dios, y, así, obedecer la orden es a Dios y desobedecerla es desobedecer al mismo Dios.
Esta teoría jugo un papel muy importante en el mundo antiguo para logara la sumisión de los pueblos a la voluntad
del gobernante. Es así como en el Egipto antiguo, el Faraón (el gobernante) representaba o simbolizaba ante el
pueblo a Dios encarnado para bien de la sociedad, concepto adoptado igualmente entre los griegos y los romanos.
Con el tiempo, a medida que el hombre y la sociedad fueron cambiando, y el simbolismo de la naturaleza divina del
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gobernante quedo sin contenido y sin aceptación social, se elaboraron las ideas para otra teoría teocrática que
pudiera seguir justificando el poder. Esto es la:

B. Teoría de la Investigación Divina del Gobernante


Tiene origen en el mundo romano de occidente, cuando al derrumbarse su imperio, aparecieron las formas de
poder feudal con las características de la supremacía del poder de la Iglesia Católica. Los pensadores católicos se
dieron a la tarea de construir un sistema de justificaciones del estado de cosas del momento, que, sin olvidar y sin
dejar de insistir en el argumento del origen divino del poder, superara, por inaceptable históricamente, el concepto
de la naturaleza divina del gobernante. Es decir, como San Gelasio, Papa de la Iglesia Católica (Gelasio I 492-496),
elaboro la teoría de las Dos Espadas, que, aunque fue principalmente elaborada para defender la supremacía del
poder de la Iglesia, representada por el Papa, frente al poder civil, constituye la esencia de la investidura divina del
gobernante como teoría teocrática justificadora del poder veamos su explicación:

Dios es el supremo creador, de él ha salido todo cuento existe, incluyendo el poder político, Dios como el Ser
Supremo, es también máximo gobernante. Ahora bien, el gobierno de los hombres comprende dos aspectos
esenciales a su naturaleza divina y humana: el gobierno de la vida temporal del hombre, es decir la dirección de su
conducta en la sociedad terrenal y el gobierno de su vida espiritual, con miras a la vida espiritual y eterna.

Para estas dos especies de dirección de la conducta d los hombres, Dios ha creado dos tipos de autoridad o de
gobierno y los ha simbolizado con dos espadas. La espada del gobierno espiritual, que dio directamente a su vicario,
a su representante y jefe de la Iglesia: el Papa. La otra, que entrego a su lugarteniente civil en la tierra: el príncipe.
En este sentido se explica la investidura divina del gobernante, pues el poder lo recibe el gobernante directamente
de Dios y solo ante él debe responder.

C. Teoría de la Providencia Divina


Como su perfeccionador esta Santo Tomás (1225-74), el máximo pensador de Occidente después de Aristóteles. La
razón de esta nueva teoría hay que buscarlas en los nuevos tiempos y en los cambios sociales cuando ya no era
posible seguir insistiendo directamente con los argumentos de la investidura divina del gobernante y se hacía
necesario hacer aparecer esta intervención divina lo más indirectamente posible, pero sin romper con la
justificación de origen divino del poder.

Los argumentos fundamentales de la teoría providencial los encontramos en Santo Tomás, en su gran obra “La
Summa Teológica”, en la parte relacionada con la “jurisdicción de Dios sobre el mundo” y también n otro trabajo
sobre “La Monarquía”, de 1265. Santo Tomas parte de la necesidad de un gobierno, de un poder político, basado
en el argumento aristotélico de la naturaleza social del hombre y en la finalidad última del hombre, que es su
perfeccionamiento mediante el bien común. El gobernante y su poder político quedan explicados por su mayor
sabiduría y por su trabajo en beneficio del gobernado, ya que Dios ha creado al hombre para que tenga una vida
buena y una perfección que lo conduzca a la vida eterna, es decir a (perfeccionamiento) todo obedece al designo
de Dios, todo está de acuerdo con el orden divino, es decir, todo obedece al designio de Dios, todo está de acuerdo
con el orden divino, es decir, todo está relacionado y dependiente de la Provincia divina. Aunque el gobierno de los
hombres, el poder político, es margen de la voluntad omnipotente y sapiente de Dios. Por esta razón el poder
político en última instancia, según Santo Tomás, se explica y justifica por el querer divino, por la Providencia divina.
Desobedecer, pues al gobernante, es desobedecer a Dios, es pecado mortal.

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TEORÍAS DEMOCRÁTICAS JUSTIFICADORAS DEL PODER POLÍTICO

A diferencia de las teocráticas, las teorías democráticas fundamentan la justificación del poder de los gobernantes
en el pueblo. Es decir, reemplazan a Dios por Pueblo.

Al igual que las teocráticas, las teorías democráticas se pueden diferenciar según los diversos significados que se
den al termino “pueblo”. Si se entiende como tal, a los ciudadanos, a las personas de carne y hueso que, por reunir
los requisitos de nacionalidad y edad, tienen los derechos ciudadanos, se tiene la teoría popular justificadora del
poder político. Si, en cambio, se entiende por pueblo lo que los alemanes llaman el “espíritu del pueblo”, es decir
sus tradiciones, costumbres, historia y sus intereses abstractos, se tendrá, entonces, la teoría nacional (en vez de
pueblo se habla de nación). Y si al concepto de pueblo se le limita su significado para indicar únicamente aquellos
que trabajan, tendremos la teoría proletaria.

Veamos más en detalle cada una de estas teorías.

1. La Teoría Popular
Tiene sus orígenes en las concepciones clásicas griegas sobre la democracia, como también en los postulados de
Santo Tomás, que veíamos anteriormente (el gobernante como servidor del gobernado). Sin embargo, quienes la
perfeccionaron fueron los filósofos franceses del siglo XVII de la escuela del derecho natural y de gentes. Rousseau
retomo y modernizo la teoría en su libro “El Contrato Social” (1762). Según este último, el poder proviene del pueblo
y su soberanía reside en su voluntad general. Si, por ejemplo, una comunidad tiene 10.000 habitantes, dice
Rousseau, cada uno de ellos tiene la 1/10.000 parte del poder político y su origen y ejercicio depende de la unión
con los demás habitantes, sujetos de la soberanía (voluntad general). De esta manera, el poder político queda
explicado y justificado por el pueblo.

En comparación con las teorías teocráticas, la popular establece las bases formales para el gobierno democrático y
para la consagración de la participación directa del pueblo en el ejercicio del poder, descartando el poder de los
representantes del pueblo o gobierno indirecto. Naturalmente en el aspecto formal, pues en su contenido real no
pasa de ser una justificación del poder político y del gobernante. Piénsese en la imposibilidad del gobierno directo,
de la multitud y por la multitud (pueblo), que lleva necesariamente a que los gobiernos tengan que ser, cuando
más, representativos o de democracia indirecta. Sin embargo, es cierto que institucionalmente puede tener
consecuencias importantes en las democracias modernas, como una mayor responsabilidad del representante
(elegido) frente al representado (elector), mediante la existencia de mandatos electorales imperativos, que si no se
cumplen pueden ocasionar la revocación de la representación, o destitución del representante elegido. Puede dar
también la posibilidad para que el pueblo intervenga directamente en la función legislativa o de toma de decisiones,
mediante la iniciativa legislativa o constitucional, los plebiscitos o referendos.

2. La Teoría Nacional
Fue la solución burguesa de los revolucionarios franceses de 1789 y 1791, a todos los entrabes, limitaciones y
condiciones engorrosas que conlleva la teoría popular. Se cambia Pueblo por Nación para que la responsabilidad
del gobernante en el ejercicio del poder político fuera ante una idea, ante una abstracción (la nación) y no ante
gente de carne y hueso. De igual manera, se evitaban las posibilidades de gobierno popular directo, lo mismo que
de participación popular en la función legislativa. Sin mandato, no podía haber responsabilidad directa del elegido
al elector, no tampoco revocación o destitución.

El perfeccionador de la teoría nacional, como justificación del poder político, fie el abate y político Sieyès, quien, en
su libro sobre El Tercer Estado (1789), explica la superioridad de la nación (“todo el territorio, todos los habitantes,
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todos los tributarios del poder público”) en comparación a pueblo. Con esta modificación, se justifica el gobierno
no de “representantes” del pueblo, sino de “representantes” de la nación, o sea de una abstracción y, por lo tanto,
sirve para justificar cualquier tipo de gobierno, pero aún más el autocrático, con tal del que se presente como
“representante de la nación”.

3. La Teoría Proletaria
Justifica el poder político sobre la base de que tiene su origen y reside en la clase social más numerosa, la que ha
sido siempre explota y que obra, con la revolución socialista, es reivindicada y colocada en el lugar que le
corresponde. Es también una justificación de la llamada “dictadura del proletariado”, cuya finalidad inmediata es
acabar con la explotación del hombre por el hombre, mediante la eliminación de la clase burguesa y la construcción
de la sociedad sin clases. Por esta razón, los postulados teóricos de la soberanía del proletariado han sido incluidos
en las constituciones de la Unión Soviética, de la República Popular de China y de las demás democracias populares
de Europa Oriental, y se han concretado a negar el voto a los burgueses y descendientes, a impedirles que tengan
la representación popular que debe corresponde fundamentalmente a los trabajadores.

El gran problema de esta teoría eta en su praxis, esto es, el grado de realización que tenga. Si el proletariado,
realmente, llega al poder y lo ejerce para su propio beneficio, se puede hablar de poder proletario y de soberanía
del proletariado. Si, por el contrario, el poder queda en manos de algunos “representantes” del proletariado, la
justificación proletaria del poder político quedara en el mismo nivel y significado de las demás teorías justificadoras
del poder, ya sean de carácter teocrático o de carácter democrático.
Sera otra justificación más del poder del gobernante frente a los gobernados, para que éstos lo acepten y apoyen.

PERIODO PRESIDENCIAL DE RAFAEL NUÑEZ


Rafael Núñez Moledo
1880-1882
1884-1886
1887- 1888

Nació en Cartagena de Indias, el 28 de septiembre de 1825 -Murió el 18 de septiembre de 1894.

Estadista y escritor costeño, cuatro veces presidente de la República, llamado "El Regenerador' y considerado como
uno de los caudillos civilistas de mayor importancia en la segunda mitad del siglo XIX en Colombia.

Rafael Wenceslao Núñez Moledo fue el ideólogo del movimiento de la Regeneración, cuyas ideas y acciones se
plasmaron en la Constitución Política de 1886, que estuvo, con algunas reformas, vigente hasta 1991. Nacido en el hogar
del coronel Francisco Núñez García y doña Dolores Moledo García, en el año 1840 ingresó a la Universidad de Cartagena,
donde inició los estudios de Derecho. Después de su participación en las filas liberales en la guerra de los Supremos, en
1840-1841, regresó a sus estudios y se graduó de abogado en 1845. En los años de mayor agitación político-social en la
década del cuarenta del siglo XIX, Núñez se manifestó como un extremista radical. En el país habían penetrado el
romanticismo político y el socialismo utópico, que influyeron en los intelectuales revolucionarios y en los artesanos de
las ciudades más importantes.

Los principios del socialismo utópico se difundieron en el mundo a través de las obras de Saint Simon, Fourier y de Luis
Blanc. Con la influencia del romanticismo social, se crearon en la Nueva Granada las sociedades democráticas,
organizadas en diversas ciudades del país por obreros y por una juventud romántica y social. En Cartagena de Indias,
Núñez perteneció a la Sociedad Democrática, y fundó el periódico La Democracia.

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En el año 1849, cuando apenas tenía 24 años, fue nombrado rector del Colegio Nacional de Cartagena de Indias, y poco
después, gobernador de la provincia de Bolívar.

Así inició su brillante carrera política en Cartagena, su ciudad natal. Rafael Núñez se casó en Panamá con doña Dolores
Gallego, hermana de la esposa del vicepresidente de la Nueva Granada, José de Obaldía, el caudillo político más
importante de la región. Obaldía ayudó políticamente a Núñez en Panamá, donde fue elegido por el distrito de Chiriquí
al Congreso de la República. Desde entonces, Núñez apareció en la vida parlamentaria nacional. Por diversos problemas,
el matrimonio de Núñez con Dolores Gallego entró en crisis; ya había conocido antes, en la casa del general Juan José
Nieto, a quien sería el amor de su vida y su compañera hasta sus últimos días: doña Soledad Román.

Las primeras intervenciones de Núñez en el Congreso Nacional fueron en contra del proyecto sobre los derechos
individuales sin límites, la separación de la Iglesia y el Estado, el nombramiento de los gobernadores por voto popular
y las libertades totales. Núñez atacó el proyecto de libertades absolutas y del federalismo, por considerar que su
aprobación llevaría al país a la anarquía y la dictadura. Sus actuaciones y oratoria tuvieron un gran impacto en el
Congreso, lo cual llevó a su elección como vicepresidente de la Cámara de Representantes.

Poco después, el presidente José María Obando lo nombró secretario de Gobierno. El presidente Manuel María
Mallarino nombró a Núñez su secretario de Guerra y luego de Hacienda. En esos años, era partidario del libre comercio
y se dedicó a organizar modernamente el Estado; creó una estadística científica, que fue muy importante para el
conocimiento real de los problemas del Estado. Después de la guerra civil de 1860-1861, el presidente Tomás Cipriano
de Mosquera lo nombró director de Crédito Público. Le correspondió la desamortización de bienes de manos muertas
y demás reformas del presidente Mosquera contra la Iglesia católica. Por ello recibió los ataques frecuentes del clero
granadino, en lo que entonces comenzó a llamarse Estados Unidos de Colombia.

Es muy significativo el hecho de que Núñez firmara las leyes de desamortización de bienes de manos muertas, y dos
décadas después firmara el Concordato entre la Iglesia y el Estado. En la década del sesenta, después de la Convención
de Rionegro, Rafael Núñez salió del país en misión diplomática. Le correspondió representar a Colombia en Nueva York,
Le Havre, Liverpool y otros lugares de Europa. Colaboró en diversas revistas y periódicos, tanto en el exterior como en
Colombia; escribió para el periódico EI Nacional de Lima.

Sus artículos fueron recogidos en un libro que llamó ensayos de crítica social, impreso en Rouen, en 1874. En las décadas
del sesenta y setenta, apareció en Núñez el pensador y fecundo escritor. Colaboró en los periódicos La Nación, El
Mensajero, La Luz, El Impulso, El Neogranadino, El Porvenir, El Tiempo, La Opinión y Diario Oficial; también en El
Continental de Nueva York, entre otros. Sus escritos aparecían a veces con el seudónimo Wencelly David de Olmedo.
Núñez seleccionó sus artículos y los publicó en forma de libros; entre ellos destacamos, La reforma política en Colombia
(publicado en ocho volúmenes), Ensayos de crítica social y Diccionario político, además de sus Poesías.

En Europa, Rafael Núñez recibió las influencias del positivismo spenceriano, reflejadas en sus numerosos ensayos. El
positivismo surgió cuando la revolución industrial transformaba la faz del mundo; cuando se repudió la metafísica y la
teología para la comprensión humana, y se defendió la ciencia y el racionalismo, fundados en la experimentación y en
lo "positivo".
El positivismo penetró en Hispanoamérica cuando las generaciones nuevas buscaban impacientemente las reformas
políticas y educativas. Ningún país sediento de orden y progreso escapó al influjo positivista, cuando el tono de vida en
Hispanoamérica eran la anarquía, las guerras civiles, el caudillismo y el regionalismo.

Bajo su influencia, se movió la política colombiana de la Regeneración, la política argentina de Domingo Faustino
Sarmiento y de su generación, los mexicanos que hicieron la Reforma y el Porfiriato, y en Venezuela, el poder y la acción
del caudillo Antonio Guzmán Blanco. Según las tesis del positivismo spenceriano, "darwinismo social" o evolucionismo

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social, las sociedades, como los organismos biológicos, tienen una evolución. Spencer sostuvo que los fenómenos
sociales dependían en parte de la naturaleza de los individuos, y en parte, de las fuerzas a las que éstos estaban sujetos.

Después de su viaje a Europa, Núñez aplicó sus ideas y experiencias a su reflexión sobre la situación de crisis de
Colombia. Pensó que el país necesitaba salir del federalismo, pues éste no era el sistema más apropiado para la unidad
y la paz de los colombianos. Consideró que, en un país esencialmente católico, luchar contra la Iglesia sería como ir
contra la corriente, pues a pesar de los esfuerzos, ésta lo haría naufragar. Según sus reflexiones, la mayor parte de las
guerras civiles en Colombia estaban motivadas por problemas religiosos; por ello, consideró necesario el Concordato
entre la Iglesia y el Estado.

En sus escritos en la prensa y en sus intervenciones en el Congreso, Núñez empezó a hablar sobre regeneración o
catástrofe, pulcritud administrativa, orden, progreso, centralismo y descentralización administrativa, y otras ideas para
solucionar los problemas de Colombia. Después de su viaje a Europa, Rafael Núñez se convirtió en filósofo y pensador
y en "El Regenerador".

En la guerra civil de 1876-1878, se produjo la división entre los liberales radicales y los liberales independientes. Núñez,
liberal independiente, canalizó el movimiento de la Regeneración, que cambió la situación política colombiana a fines
del siglo XIX. En sus intervenciones ante el Congreso Nacional, Núñez recibió la constante oposición del radicalismo,
que combatía sus aspiraciones presidenciales.

El 1 de abril de 1878, en el discurso de posesión del presidente Julián Trujillo, Núñez esbozó en una frase muy
significativa la problemática del país y las bases de un gran movimiento que culminaría con la organización política de
la nación: «Hemos llegado -decía- a un punto en que estamos confrontando este preciso dilema: regeneración
administrativa fundamental o catástrofe». Los principios básicos de este gran movimiento los expuso Núñez en el
Senado, el 30 de mayo de 1878, cuando expresó que la Regeneración «es la política del orden y la libertad, fundada en
la justicia. Es la política de la justicia fundada en la práctica religiosa y leal de las instituciones>.

Alrededor de Núñez se consolidó un grupo político de liberales independientes, que en varias oportunidades se unió a
los conservadores para llegar al poder. El positivismo spenceriano de Núñez se unió al tradicionalismo de don Miguel
Antonio Caro. De esta unión política e ideológica surgió el movimiento de la Regeneración. Rafael Núñez fue nombrado
secretario de Hacienda en la administración del presidente Julián Trujillo, entre los años 1878 y 1880; en esta
administración se desplazó en forma definitiva a los radicales del poder. El 8 de abril de 1880, Núñez tomó a su cargo
la Presidencia de los Estados Unidos de Colombia hasta el 1 de abril de 1882.

En su primer período de gobierno, inició la construcción del ferrocarril de La Dorada; así mismo, la primera etapa del
ferrocarril de Girardot e impulsó el ferrocarril de Buenaventura; fomentó las ferrerías de Samacá y La Pradera, en los
Estados de Boyacá y Cundinamarca; introdujo en el país el servicio del cable submarino, que puso a Colombia en
comunicación con todo el mundo; estimuló la navegación por el río Magdalena y por los ríos Lebrija y Sinú. Le sucedió
el presidente Francisco Javier Zaldúa.

En el año 1884, Rafael Núñez ganó las elecciones contra la oposición radical; fue su segundo gobierno. Le correspondió
afrontar la guerra civil de 1885, promovida por el liberalismo radical para derrocarlo a él y a la Regeneración. Los
radicales estaban comandados por los generales Gabriel Vargas Santos, Ricardo Gaitán Obeso y Daniel Hernández; y los
conservadores, por los generales Marceliano Vélez, Leonardo Canal, Manuel Briceño, Rafael Reyes y otros, aprobados
por los liberales independientes. Los combates más importantes fueron los del Río Sonso, Santa Bárbara de Cartago,
Cartagena, La Humareda y El Salado.

La guerra se generalizó en los estados de Boyacá, Santander, Antioquia, Cauca, la Costa Atlántica, Panamá, Tolima,
Cundinamarca y otras regiones. En la batalla de La Humareda, el 17 de junio de 1885, el ejército radical fue
completamente derrotado, con un elevadísimo número de muertos, sobre todo de una generación joven, anhelante
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del triunfo radical. Triunfante pues el gobierno de Núñez, se dio paso a la aprobación y sanción de la Constitución
Política de 1886, que estructuró en forma definitiva la República de Colombia en torno a una centralización política y
una descentralización administrativa. El 11 de noviembre de 1885, después de la guerra, se instaló en Bogotá el Consejo
Nacional de Delegatarios, convocado por el supremo gobierno para deliberar los términos en que debía procederse a
la nueva Constitución.

En su mensaje, el presidente Núñez señaló que «las repúblicas deben ser autoritarias, so pena de incidir en permanente
desorden y aniquilarse en vez de progresar». Entre los proyectos de Constitución presentados, el Consejo Nacional de
Delegatarios escogió el que redactó Miguel Antonio Caro, del partido conservador. La nueva Constitución Política, meta
de la Regeneración, fue sancionada el 5 de agosto de 1886. Ella dispuso que, con el fin de afianzar la unidad nacional,
Colombia se reconstituiría en República unitaria. Sus rasgos más sobresalientes los resumió Núñez en la siguiente forma:
«Unidad nacional, libertad religiosa, derechos para todos, estabilidad y autoridad».

El tercer período de gobierno de Rafael Núñez ocurrió entre los años 1886 a 1888. En el año 1887, el gobierno aprobó
el Concordato con la Santa Sede. Su último período presidencial acaeció entre los años 1892 y 1894. En estos períodos,
Nuñez dejó actuar a los vicepresidentes en el gobierno. Él se retiró a su hacienda de El Cabrero, en Cartagena, en
compañía de su amada Soledad Román. Allí murió, el 18 de septiembre de 1894. Su pensamiento y acción en el
movimiento de la Regeneración, llevaron a una relativa estabilidad de Colombia en la primera mitad del siglo XX.

Miguel Antonio Caro Tobar


Miguel Antonio José Zolio Cayetano Andrés Avelino de las Mercedes Caro Tobar (Bogotá, 10 de noviembre de 1843-
Bogotá, 5 de agosto de 1909), ocupó varios puestos en el gobierno colombiano, entre ellos el de presidente en el
período desde 1892 hasta 1898, fue un humanista, periodista, escritor, filólogo y político colombiano.
Hijo del notable escritor José Eusebio Caro, debido a las circunstancias políticas del país durante su infancia, no siguió
estudios regulares en establecimientos de educación, ni recibió títulos académicos, aunque posteriormente por su
trayectoria fue reconocido con Doctorado honoris causa en Jurisprudencia por Universidades de México y Chile. Dirigió
la Academia Colombiana de la Lengua, participó en la redacción de la Constitución de 1886 y ejerció como diputado,
presidente del Consejo de Estado, Vicepresidente de la República (1892) y Presidente de la República (1894). Tras
abandonar la política, se dedicó a la literatura: es autor de una Gramática de la lengua latina (en colaboración
con Rufino José Cuervo, 1867), ensayos (Tratado sobre el participio, 1870) y traducciones de obras clásicas (Horacio,
Tibulo, Catulo XXX de la vida social del hombre aumentan cuando hay una falta de respeto).

Constitución de 1886:
La idea de la Constitución era implantar la idea política del partido político al que perteneció (Partido Nacional) la cual
era llamada La Regeneración y reemplazar la constitución de constitución de Rionegro (1863) que tenía una fuerte
política federalista y el ejecutivo tenía poderes limitados sobre las regiones.
Aun así, las ideas de Caro en los debates de la constitución de 1886, se centraron en garantizar una mayor participación
del gobierno estatal, proponiendo para la constitución de 1886 un régimen en donde todos los productores, mediante
corporaciones populares tuviesen directa participación en el senado. Según Caro, las corporaciones eran expresiones
de organismos orgánicos, al contrario de los partidos
“Si hay corporaciones populares, ha de haber sufragio popular amplio, para elegirlas. Si no hay sufragio popular amplio,
no se diga que hay corporaciones populares”
Por tanto, según Caro “el voto corporativo para la alta cámara”, moderará a la otra. Como en Colombia no están
organizados esos intereses sociales, propone que provisionalmente hasta que estos fuesen creados el gobierno elija los

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seis senadores “como representantes de determinados elementos sociales, por ejemplo, el alto clero, de la clase militar,
de los intereses económicos, comerciales, industriales y agrícolas, y de las profesiones intelectuales”
Para Caro en el sistema corporativo se debe mantener el sufragio popular y la universalidad del sufragio, porque esta
es una alternativa menos mala que la de la restricción.
Caro priorizaba a las corporaciones, porque estas eran expresiones de organismos de la sociedad, al contrario de la
representación por medio de la elección de representantes, que prioriza a la multitud. Así declaraba que: “Dentro del
concepto exclusivamente democrático, no cabe la dualidad ni multiplicidad de cámaras legislativas; porque si sólo el
pueblo ha de ser representado, y el pueblo es uno e indivisible ha de ser el cuerpo representativo del pueblo, como lo
han sido en otras épocas las convenciones y asambleas en Francia....La dualidad de cámaras ha de apoyarse, y en efecto
se apoya en un fundamento verdadero y sólido: en la distinción entre el pueblo o muchedumbre que forma la cámara
popular, por una parte, y por otra los miembros orgánicos del Estado, clases, órdenes o intereses sociales en cualquier
forma organizados, que deben constituir la alta cámara”.
Caro después de terminados los debates se lamentaría que sus posiciones corporativas no se viesen reflejadas en la
constitución del 1886.
A propósito del voto restringido Caro había argumentado en la Asamblea lo siguiente: “Insisto, señor presidente, porque
esté punto es capital, que en la instrucción o en la riqueza, que pertenecen al orden literario y científico, la primera, y
al económico la segunda, no son principios morales ni títulos intrínsecos de ciudadanía, y que sólo tienen valor en
cuanto se subordinan al superior criterio que exige al ciudadano recto juicio e independencia para votar. Conferir
exclusivamente a los propietarios el derecho de votar, porque pagan contribuciones al Estado, es ver en el Estado una
entidad moral para convertirla en compañía de accionistas, y atribuir únicamente esas funciones a los que sepan leer y
escribir, como si esta circunstancia envolviera virtud secreta, es incurrir en una superstición”.
Las firmes creencias religiosas e hispánicas de Caro lo llevan a crear una constitución que se fundaba en los valores de
la religión católica. Su noción básica de la nacionalidad se remitía a la comprobación de que en Colombia sólo la lengua
española y la religión católica unían a una población extremadamente diversa, y que ninguna de estas podía ser
remplazada por otra, a no ser que se quisiese caer en la "incredulidad".
Exalta la democracia municipal: considera que el Municipio es la “verdadera y legítima base social de las
nacionalidades”, y en orden a que se realice debidamente la descentralización “dentro de la verdadera unidad
nacional”, el poder central debe ser más bien un poder general, “en perfecta armonía con las libertades municipales”
Caro había criticado en el pasado, la ideología utilitarista, que se quería impartir en los colegios de Colombia, durante
la era del Olimpo Radical, mediante la enseñanza de las ideas de Bentham. Consideraba que la educación católica era
por tanto una necesidad en el marco ideológico, por eso a partir de 1887, propuso que en Colombia se impartiese como
obligatoria la educación religiosa católica en escuelas y colegios.

Vicepresidente y presidente de la República


En 1892 es elegido vicepresidente de la República y reelecto Rafael Núñez en el cargo de presidente, quien no pudo
asumir el poder por problemas de salud, por lo que Caro se encargó de la presidencia; dos años después Núñez falleció,
y Caro ejerció el poder desde el 7 de agosto de 1892 hasta el 7 de agosto de 1898. Curiosamente, pese a que tuvo uno
de los mandatos más largos de la historia de Colombia, nunca utilizó el título de presidente, sino el
de vicepresidente encargado del Poder Ejecutivo, por respeto a Núñez. Además de la oposición liberal, tuvo que
enfrentar la oposición de los conservadores históricos (es decir del partido conservador) que fue total hacia 1897.
Liderados por Carlos Martínez Silva en Bogotá y por Marceliano Vélez en Medellín, los conservadores tradicionales, bajo
la bandera del historicismo político, consideraban traicionadas las glorias del pasado por las ideas sostenidas por Núñez
y Caro en sus años de gobierno.
En su gobierno Caro procedió a la nacionalización de los licores y posteriormente en 1893 restauró el Estanco de Tabaco,
dándole el monopolio al Estado sobre su producción y comercialización. Ello llevaría a la agitación política desatada en
Bogotá a principios de 1893, cuando los partidos se alzaron y tuvieron a la ciudad prácticamente en sus manos, en días

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de violentos asaltos y choques con la fuerza pública. El general Antonio Basilio Cuervo Urisarri, ministro de Gobierno,
logró el retorno a la normalidad.
El Partido Nacional (Colombia), ya parecía estar en minoría en la cámara de representantes, por lo que Caro se vio
obligado a exigir que Rafael Nuñez, reasumiese el poder, con la mala fortuna de que Nuñez fallecería el 18 de
septiembre de 1894, tratando de organizar su regreso a la ciudad. En 1895 tuvo lugar una revolución en la que fuerzas
liberales se levantaron contra el gobierno a principios de ese año. Caro llamó entonces al general Rafael Reyes y lo puso
al frente de los ejércitos legitimistas. Reyes planeó una campaña relámpago que inició en La Tribuna, adelante
de Facatativá, bajó al Magdalena, siguió hasta la Costa Atlántica y entró por allí a Santander, donde estaba el foco de la
revuelta, acabando finalmente con la guerra en Enciso.
Otro hecho que tuvo lugar bajo su mandato fue el del llamado gobierno de los Cinco Días. Caro se había retirado a la
hacienda de Casablanca, en Sopó, y había dejado encargado del gobierno al general Guillermo Quintero Calderón, como
designado que era este a la Presidencia. Quintero Calderón había tomado ya el partido de los conservadores históricos,
y nombró un gabinete encabezado por Abraham Moreno, figura destacada de éstos en Antioquia. Al darse cuenta Caro
de la orientación que se quería dar al gobierno, dando la espalda a los nacionalistas, reasumió el mando en Sopó y puso
en manos del general Manuel Casabianca, nombrado por el ministro de Gobierno y de Guerra, el trabajo de restablecer
el orden, dentro de los marcos de inspiración nacionalista de su gobierno.
En 1898 logró imponer en la Presidencia de la República al octogenario dirigente Manuel Antonio Sanclemente, y en la
Vicepresidencia al también anciano literato José Manuel Marroquín, con la intención de mantener su influencia política,
pero el plan se volvió en su contra cuando Marroquín, apoyado por un sector del conservatismo, derrocó a Sanclemente
en 1900, desatándose la Guerra de los mil días y la separación de Panamá.

LA GUERRA DE LOS MIL DIAS


La Guerra de los Mil Días fue un conflicto civil de Colombia disputado entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de
noviembre de 1902, por inconformidades ante políticas y resultados anteriores de la política de
la Regeneración apoyada por el Partido Nacional (movimiento inicialmente encabezado por Rafael Nuñez conformado
por conservadores y liberales moderados), políticos liberales y conservadores rechazaron medidas que consideraban
exageradas por parte del gobierno, además radicales del partido Liberal buscaban formas de llegar al gobierno y otorgar
cambios, pero nacionalistas que tenían el gobierno en sus manos disponían de estrategias a favor que podían restringir
otros políticos de otros partidos y alejarlos del gobierno.
Durante el siglo XIX, se vivió un clima de exclusión política que desencadenó nueve guerras de carácter nacional entre
ellas están la guerra de 1830, Guerra de los Supremos, la guerra civil de 1851, la de 1854, 1860, 1876, 1885, 1895 y la
Guerra de los Mil Días; varias regionales (para algunos autores 54), con diversas connotaciones: hegemónicas, centradas
en la lucha por el poder; así mismo, se presentó una lucha interna entre los partidos liberal y conservador, por otro
lado, las de carácter civil, fundamentadas en la defensa de un interés político. Para el caso, de la Guerra de los Mil
Días, Miguel Antonio Caro manifiesta un interés por perpetuarse en el poder, situación que provoca un descontento
que se suma al malestar social tanto en las élites como en los sectores populares.
El gobierno del Partido Nacional en cabeza del presidente Manuel Antonio Sanclemente, quien fue derrocado el 31 de
julio de 1900 por José Manuel Marroquín Ricaurte, representante del Partido Conservador, en alianza con el
liberal Aquileo Parra; a partir de entonces, y a pesar de dicha alianza, la guerra continuaría entre liberales y
conservadores históricos Esta guerra se caracterizó por un enfrentamiento irregular entre el ejército gubernamental
bien organizado y un ejército de guerrillas liberales mal entrenado y anárquico.
El conflicto tuvo como resultado la devastación económica de la nación, más de cien mil muertos, la desaparición
del Partido Nacional y el estado en que quedó el país tras el conflicto, las consecuencias sociales que pronto dieron pie
para la posterior separación de Panamá (que en ese entonces era uno de los departamentos de Colombia) en noviembre
de 1903. El brusco cambio provocado por la derogación de la Constitución de Rionegro de 1863 (que reforzó el modelo
federal) por la centralista Constitución de 1886 (establecida bajo el mandato de Rafael Núñez), además de los violentos

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intentos de cooptación de los conservadores históricos a través de Marroquín, como los intereses liberales de retomar
el poder, fueron las principales causas de la guerra.
Se trató de un conflicto internacional que se extendió parcialmente a países vecinos como Ecuador y Venezuela, en los
cuales se libraron batallas entre fuerzas colombianas y ecuatorianas y/o venezolanas que apoyaban a los actores
colombianos en conflicto. Otras naciones como Guatemala, El Salvador y Nicaragua apoyaron a los liberales y a los
conservadores con armamento y suministros.1011 Estados Unidos también intervino en acciones bélicas en Panamá,
donde una flota norteamericana garantizaba la seguridad del istmo desde el tratado Mallarino-Bidlack de 1846.

Antecedentes:

En el siglo XIX después de la guerra de independencia entre realistas e independentistas, se registraron en Colombia
varios conflictos regionales y guerras civiles, inicialmente
entre bolivarianos y santanderistas, centralistas y federalistas, esclavistas y abolicionistas, confesionales y seculares,
entre otros, que fueron evolucionando a conflictos entre conservadores y liberales.
La Constitución de Rionegro de 1863, que creaba el estado federal (Estados Unidos de Colombia) establecido por los
liberales radicales, sembró cada vez más el anticlericalismo, el libre mercado y las distinciones locales, como entre los
mismos estados que en ocasiones tenían ejércitos mucho más grandes que los del gobierno central y tenían derecho a
declararse la guerra entre ellos. En una situación salpicada de conflictos sociales y guerras civiles, los liberales
independientes junto a los conservadores retomaron el poder en la guerra de 1884-1885 y se redactó la Constitución
de 1886 que pretendía, al contrario de la constitución anterior, un estado central fuerte, confesional y proteccionista,
lo que se conoció como La Regeneración.
Con la Constitución de 1886 se dio también el concordato con la Santa Sede, mediante el cual la educación en Colombia
quedaba bajo el control de la Iglesia católica, la cual determinaba los textos escolares y universitarios que podían
estudiarse estableciendo una censura por motivos religiosos o políticos. Igualmente, todos los nombramiento de
docentes quedaron bajo su supervisión, desatándose en los centros educativos del país la persecución y expulsión de
los educadores que no actuaban bajo la voluntad católica. Los empleados públicos liberales fueron despedidos y como
lo relata Lucas Caballero en sus memorias, periodistas y críticos de los gobiernos hegemónicos, como Ospina y Santiago
Pérez, fueron encarcelados o condenados al destierro; sin embargo, la oposición de otros como Rafael Uribe
Uribe y Marceliano Vélez fue permitida.
Los liberales realizaron un intento de insurrección en 1895, y la exaltación y los conflictos del momento generaron
rencillas entre los candidatos de la oposición y los del gobierno oficial. Los empresarios y comerciantes opositores de
los gobiernos de turno eran hostigados y sus actividades eran obstaculizadas. Terminando el siglo XIX, en el congreso
de Colombia solo había un congresista liberal.
En vísperas de la guerra, el país se encontraba dividido en varias corrientes políticas: los nacionalistas, que conformaban
el gobierno y se caracterizaban por ser altamente excluyentes con los liberales, y los conservadores históricos, que
aceptaban la necesidad de entenderse con los liberales, que en aquel entonces eran un grupo político importante, se
oponían igualmente a la censura de prensa y a la restricción de los derechos individuales, como venían actuando los
nacionalistas amparados en un pasaje transitorio de la constitución de 1886.
Los liberales también se encontraban fraccionados: aquellos que deseaban agotar las instancias políticas para acceder
al poder, y quienes estaban dispuestos a conquistar los espacios que el Gobierno les cerraba desde hace catorce años
mediante la confrontación armada.
Causas:
Los conservadores disidentes se apartaron formalmente del Partido Nacional en enero de 1896 con la publicación de
un manifiesto titulado "Motivos de la Disidencia". Redactado por Carlos Martínez Silva del departamento de Santander,
documento firmado por veintiún conservadores promitentes (todos antiguos colaboradores de la Regeneración -
movimiento liderado inicialmente por Rafael Nuñez, conformado por liberales moderados y conservadores),
documento que obtuvo después el apoyo de Marceliano Vélez, líder de un importante bloque de disidentes
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conservadores del departamento de Antioquia. El documento era una acusación de prácticamente todos los aspectos
de la Regeneración y, a la vez, una declaración de los principios =históricos= del partido conservador. Los disidentes
reconocían los grandes logros de la Regeneración: la consecución de la unidad nacional y la definición del asunto de la
iglesia. Pero alegaban que la constitución de 1886 y las fórmulas económicas y políticas de los gobiernos que la siguieron
habían constituido una reacción exagerada contra el extremo federalismo y la debilidad de los gobiernos nacionales
bajo la Constitución de 1863. La política y administración propuesta por la regeneración se había vuelto autoritaria y
sus políticas fiscales habían resultado desastrosas”.
Las elecciones presidenciales de 1898 se realizaron después de una campaña agitada por vientos de guerra. Desde
marzo de 1897, a nombre de los liberales, Nicolás Esguerra había propuesto un frente nacional, con un ejecutivo plural
de liberales y conservadores históricos que excluía del gobierno a los nacionalistas (seguidores del Partido Nacional).
Por su lado, el partido conservador se oponía continuamente a todo aquello que pudiese llegar a representar el
gobierno de los nacionalistas.
Sanclemente, debido a problemas de salud, tuvo que delegar provisionalmente el poder al vicepresidente José Manuel
Marroquín, esto fue aprovechado por los conservadores históricos ya que Marroquín era cercano a este bando. Los
primeros actos de gobierno de Marroquín, en materia económica, sorprendieron a todos: los liberales lo aplaudieron y
los nacionalistas se sintieron defraudados. Marroquín había comenzado a desmontar la política proteccionista de
la Regeneración y a darle vía al libre cambio. Miguel Antonio Caro le envió mensajes de urgencia a Sanclemente para
que viniera a posesionarse, generándose un vacío de poder que permitió que se dieran las condiciones para la guerra.
Sanclemente asumió el poder en los primeros días de noviembre de 1898, poniendo fin, de esta forma, a los ochenta
días de la administración Marroquín.
El vicepresidente Marroquín renunció acosado por las críticas de Caro el 20 de septiembre, el senado rechazó la
renuncia al tiempo que liberales anunciaban su apoyo a reformas librecambistas, que fueron presentadas por
Marroquín en el senado el 26 de septiembre de 1898.
El 6 de octubre de 1898 el Senado se negó a aprobar la ley de elecciones, que seguidores liberales de Rafael Uribe
Uribe consideraban una garantía necesaria para el sufragio, lo cual fue una de las causas políticas principales del
conflicto. A partir de ese acontecimiento los liberales de Uribe Uribe concluyeron que por el camino de las urnas jamás
tendrían acceso al poder. A partir de ese momento los liberales se dividieron en pacifistas o directoritas, orientados por
el jefe del Directorio liberal, Aquileo Parra; y guerreristas, que seguían a Rafael Uribe Uribe.
Las reformas políticas a favor del libre cambio que venían promoviendo los históricos y los liberales eran opuestas a los
postulados nacionalistas de la Regeneración, por lo que no podía darse acuerdo alguno entre las agrupaciones. A su
vez, en cuanto a la concepción del Estado, los postulados conservadores y liberales se oponían a los del Partido Nacional.
La junta de delegados del partido conservador el 17 de agosto de 1899 declaraba en su acuerdo número 30:
"1. Que en la actualidad no existe vínculo político ninguno entre el Gobierno, que es nacionalista y el Partido
Conservador; y que, por el contrario, los miembros de esta comunidad son sistemáticamente alejados de la cosa
pública"...
concluía en el mismo documento, entre sus acuerdos:
"1. Declarar que el Gobierno actual, por su política y tendencias, no corresponde a los ideales, prácticas y aspiraciones
del Partido Conservador"...
La guerra se inicia entre el 11 y 13 de noviembre de 1899 con el asalto de Bucaramanga por parte de liberales mal
organizados, provocando la respuesta del gobierno central.

La guerra:

Durante la primera fase del conflicto ambos bandos combatieron con ejércitos en grandes batallas campales, siendo
llamados sus comandantes los Generales Caballeros por el trato respetuoso que daban los vencedores a los vencidos.
Inicialmente esto se debía a la desconfianza de los altos mandos liberales a sus propias guerrillas, consideradas

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bandoleras y anárquicas. El mismo comando militar rebelde estaba dividido por rivalidades internas
(belicistas y pacifistas), entre los generales Justo Leónidas Durán, Benjamín Herrera y Rafael Uribe Uribe cuyo intento
de unión y coordinación a través del nombramiento de Gabriel Vargas Santos como Presidente Provisional de la
República fue un fracaso.
Los insurrectos recibieron el apoyo de liberales de otros países, en especial Venezuela. Se debe mencionar que el
conflicto degeneró en una larga guerra de guerrillas en la que ambos bandos cayeron en excesos y brutalidades a una
escala jamás vista en Colombia desde los tiempos de la independencia.
Por otro lado, los conservadores históricos agrupados en el partido conservador conspiraban contra Sanclemente. Los
máximos líderes del partido y de esa corriente, Marceliano Vélez y Carlos Martínez Silva, escribieron cartas en que
incitaban a los conservadores a no respaldar al gobierno.

Primera fase:
La rebelión en Santander:
El 17 de octubre de 1899, los liberales se alzaron en varias partes del país, empezando de inmediato a atacar pueblos y
ciudades ante la falta de reacción del gobierno, quien fue tomado por sorpresa. Ese día, el general Juan Francisco
Gómez Pinzón se declaró a favor de la guerra en su hacienda La Peña, tomó la población de El Socorro y camino a San
Gil derrotó a las tropas del gobierno al mando del capitán Sanmiguel. Al día siguiente y en horas de la noche el coronel
Juan Francisco Garay inició el levantamiento liberal desde el barrio de Las Llanadas, sin resistencia alguna de las
autoridades locales, que huyeron a la localidad de La Cruz (hoy Ábrego). El coronel Garay logró tomar posteriormente
la población de Río de Oro, muy cercana a Ocaña, y se dirigió a La Cruz para proteger el avance del general Justo Durán
quien venía desde Cáchira a asumir la comandancia de las fuerzas liberales del Magdalena y del norte de Santander.
Cuando llegó, encontró que los conservadores históricos habían firmado un pacto con el jefe liberal Adán Franco, en el
que censuraban al gobierno de Sanclemente. Los alzados consiguieron apoderarse de prácticamente la totalidad
del departamento de Santander, estallando levantamientos en Boyacá, Tolima y Magdalena. Por tal razón, el gobierno
declaró la ley marcial para todo el día 18 de octubre.
Las primeras derrotas militares para el bando liberal comenzaron días más tarde de haber iniciado la guerra en la batalla
de los Obispos en el río Magdalena el 24 de octubre cuando los rebeldes de Santander intentaron establecer contacto
con la costa por dicho río Como resultado la flota rebelde fue destruida y el general Durán, que planeaba iniciar
operaciones en la ribera del Magdalena, tuvo que limitarse a realizar recorridos por el territorio para incorporar
sobrevivientes a su causa, y después de haberse abastecido partió con los batallones Cazadores, Libres de Ocaña,
Carmen de Santander, Córdoba y La Palma a librar los combates de Peralonso (15 y 16 de diciembre de ese año), Cáchira
y Arboledas, entre otros.
Los liberales quedaron aislados luego de la derrota en la batalla de los Obispos, por lo que les fue imposible apoyar al
general Vicente Carrera en el Tolima, quien fue derrotado y murió en San Luis el 14 de noviembre, a partir de entonces
las fuerzas liberales tolimenses quedaron reducidas a acciones de guerrilla. A pesar de este revés, las fuerzas liberales
en Santander pasaron a 7000 hombres a finales de ese mes.
La rebelión en el Cauca:
A finales de octubre de 1899, en el departamento del Cauca también estallaron guerrillas liberales que se tomaron
a Tumaco y asaltaron a Palmira en noviembre, pero que resultaron vencidas. La victoria rebelde en Peralonso les dio
nuevos aires y empezaron a reclutar hombres en las comunidades indígenas del Cauca, y también volvieron muchos
liberales exiliados en Ecuador. Se produjo un ataque rebelde contra Popayán el 25 de diciembre, siendo vencidos a
veinte kilómetros al sur de la ciudad, en Flautas. Muchos volvieron a huir a Ecuador, donde el presidente liberal, Eloy
Alfaro, armó a los alzados, quienes volvieron al ataque produciéndose una batalla cerca de la frontera, en el sitio
de Cascajal (ubicado en el municipio de San Lorenzo, departamento de Nariño), el 23 de enero de 1900. La victoria
gubernamental fue total y con ella acabó momentáneamente la rebelión en el Cauca

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La ayuda económica otorgada por el entonces obispo de Pasto, Fray Ezequiel Moreno y Díaz, hacia las fuerzas
conservadoras fue crucial para la victoria gubernamental en el territorio del actual departamento de Nariño.
La rebelión en Panamá:
A pesar de esto, los liberales, animados por su victoria en Peralonso, decidieron lanzar una ofensiva sorpresa en Panamá
donde tuvieron mucho éxito debido a la lejanía de este departamento de la capital. 28 El asalto fue encabezado por
liberales exiliados en América Central, en especial Nicaragua, donde su presidente José Santos Zelaya les dio un
importante apoyo. Finalmente los exiliados, dirigidos por Belisario Porras Barahona partieron el 31 de marzo de 1900
desde Punta Burica en un barco cargado de armas y suministros. Desembarcaron cerca de David el 4 de abril, donde
derrotaron a la pequeña guarnición local, uniéndoseles dirigentes con sus hombres en su inmediata marcha a la ciudad
de Panamá. Porras, tras recibir la ayuda de Zelaya, nombró al caudillo exiliado Emiliano Herrera, nativo
del departamento de Boyacá, como comandante de su ejército. Los rebeldes cometieron el error de no acelerar su
marcha cuando pudieron y llegaron refuerzos al mando del general Víctor Salazar a la pobremente defendida capital
departamental, que empezó a ser fortificada. Al mando de la misma estaba el gobernador del departamento, el
general Carlos Albán.
Sin embargo, Albán, deseoso de entablar combate lo antes posible, no esperó a que las defensas estuvieran listas y
envió tres batallones a Capira a detener a los alzados. El 8 de junio se produjo el combate y en un primer encuentro
fueron vencidos los liberales; forzados a retroceder, el ejército del gobierno los persiguió, lo que fue aprovechado para
atraer a los gubernamentales a un terreno difícil donde los liberales contraatacaron y derrotaron completamente a sus
enemigos, que retrocedieron a la capital departamental.
Los liberales avanzaron hasta La Chorrera, donde establecieron su base de operaciones; su plan era atacar el puente
de Calidonia obligando al enemigo a concentrarse en dicho lugar, donde los alzados podrían elegir y atacar los puntos
más débiles. Sin embargo, Herrera decidió atacar el puente solo con sus hombres sin esperar los refuerzos de Porras
para así no tener que compartir la gloria con él.
Herrera avanzó y tomó posiciones el 20 de julio en una estación ferroviaria en Corozal, al día siguiente llegó el
gobernador Albán con tres batallones produciéndose una importante batalla en que las fuerzas del gobierno fueron
nuevamente vencidos y forzados a volver a la ciudad de Panamá. Herrera aprovechó para iniciar inmediatamente
negociaciones por su cuenta para conseguir la capitulación de la urbe. Tras esto, cundió el pánico en la ciudad, se temía
que fuera saqueada y destruida en los combates, pero entonces el general Salazar convenció a su superior, Albán, de
que no debía rendirse y su única opción era resistir.
Patrullas gubernamentales detectaron a los alzados aproximarse por tierra y por mar en botes. Enterado del próximo
asalto, Salazar fortificó varios edificios y caminos, pero viendo lo vulnerable que era la posición del puente de Calidonia,
entendió que defenderla era un desperdicio y decidió hacerlo con pocos hombres mientras fuerzas más numerosas
estaban ocultas en los alrededores esperando emboscar al enemigo. Cuando Porras llegó al lugar, Herrera volvió a
desafiarlo y contra sus órdenes atacó las posiciones fortificadas, resultando en una masacre (24 de julio).
Posteriormente, un ataque nocturno suyo fue detectado prematuramente y terminó en un nuevo fracaso.
En la jornada siguiente se llevó a cabo un alto al fuego en el que ambos bandos recogieron a sus muertos y heridos,
suspendido a las 16:00 horas cuando Herrera reinició sus ataques, que volvieron a terminar en carnicerías para sus
hombres. Los ataques terminaron cuando llegaron noticias de la venida de refuerzos gubernamentales desde Colón;
tiroteos esporádicos se sucedieron hasta el día siguiente cuando sus fuerzas retrocedieron al interior de la península de
Azuero, ocultándose en la selva. Mientras, el gobernador Albán lograba en poco tiempo restablecer su control en todo
el departamento.
Ofensiva en Santander:
RAFAEL URIBE URIBE:
Conforme al avance de la guerra, esta tomó un giro más represivo y cruel. Incluso la población se dividió para tomar
parte en cada bando de un modo más fanático, pese a los esfuerzos de cada partido por obtener victorias que luego

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serían ilusorias. En Santander los liberales se reorganizaron y decidieron tomar las estratégicas urbes
de Cúcuta y Bucaramanga; el general Herrera atacó la primera con un gran ejército y el comandante de las tropas
gubernamentales en la plaza, general Juan B. Tobar, la evacuó con sus tropas y se dirigió a reforzar las defensas de la
segunda ciudad. Las tropas restantes en Cúcuta, al mando del coronel Luis Morales Berti (quinientos hombres bien
armados) se rindieron el 1.º de noviembre de 1899, la ciudad pasó a ser su base principal de operaciones. Ahí los
liberales lograron juntar, según ellos mismos, unos 8000 a 10 000 hombres bien armados (más 1500 a 2000 llaneros
que logró juntar Vargas Santos) para enfrentar la segura ofensiva del gobierno que tendría 8500 soldados en Boyacá
listos para atacar Sin embargo, estas cifras, respecto de las fuerzas liberales, son rechazadas actualmente, cifrando el
número de alzados en 3500, muchos de ellos armados solo con machetes; por otro lado, las fuerzas del gobierno que
marchaban contra ellos llegaban a los 10 000. Los hombres de Uribe Uribe, en tanto, atacaron Bucaramanga el 11 de
noviembre, la ciudad fue defendida por el general Vicente Villamizar, quien tuvo éxito y, tras dos días de feroz batalla,
forzó al enemigo a retroceder Uribe Uribe se unió a Durán y con unos 2000 hombres marcharon a unirse a Herrera
empezando entonces una importante ofensiva al interior del país. Sin embargo, esta derrota le costó el título
de Comandante en Jefe de las fuerzas liberales, rango que recibió el 12 del mismo mes, ya que más encima se retiró
del campo de batalla cuando sus soldados seguían atacando.
En la batalla de Peralonso, Uribe Uribe consiguió derrotar a Villamizar y cruzar el río Peralonso pudiendo
tomar Pamplona el día 24, uniéndoseles a las tropas liberales el general Vargas Santos y una columna de llaneros en la
jornada siguiente; Vargas fue nombrado Presidente Provisional de la República para unificar el mando liberal. Vargas
era un combatiente y dirigente veterano de varias rebeliones, caudillo de Casanare y fue recibido por entusiasmo por
las desesperadas fuerzas liberales que sumaban más de 12 000 hombres según ellos. Por desgracia, y a pesar de su
prestigio como líder de la anterior rebelión liberal, carecía de talento militar, además intentó desmovilizar las tropas de
Uribe Uribe quien era un poderoso rival suyo y trató de apartarlo políticamente contribuyendo con eso solo a dividir a
sus fuerzas. Los liberales terminaron por dar mayor importancia a la lucha entre Vargas Santos y Herrera contra Uribe
Uribe que a la lucha común contra el gobierno nacionalista. Ante esto, Uribe Uribe decidió continuar la marcha
aprovechando que el gobierno estaba distraído por el alzamiento de Antioquia del 1.º de enero de 1900, asediando la
ciudad hasta su rendición. En estos momentos, más de 5000 hombres avanzaban con Uribe Uribe mientras más de
6000 quedaron de reserva guarneciendo a Cúcuta (las cifras reales probablemente eran más modestas). Los hechos en
Panamá y el Cauca mostraron al gobierno colombiano que la insurrección generalizada en todo el país había fracasado
y era posible acabar uno por uno con los focos alzados tras lograr aislarlos. El presidente Sanclemente preparó una
ofensiva contra el principal bastión en Santander, reemplazó a Villamizar por el general Manuel Casabianca, quien
estaba decidido a detener el avance rebelde contra Bogotá. Aprovechando la inacción de los liberales ubicados cerca
de Cúcuta, Casabianca fue capaz de reunir sus fuerzas (unos 9000 hombres) mientras el general José María
Domínguez avanzaba hacia la ciudad desde Ocaña. Casabianca advirtió al gobierno que la columna de Domínguez podía
ser fácilmente aislada y destruida por los liberales, pero no fue escuchado.
Viendo el peligro que significaba aquella ofensiva conjunta para sus fuerzas, Vargas Santos, quien se hallaba planeando
tras Peralonso como continuar la campaña, ordenó a Uribe Uribe y Herrera acabar con Domínguez. Uribe Uribe marchó
rápidamente a intentar impedir que ambas fuerzas gubernamentales se reunieran, ya que Casabianca marchaba
rápidamente a auxiliar a Domínguez. Ambos generales esperaban reunirse en Pamplona. Mientras, Herrera aprovechó
para atacar y derrotar a Domínguez en Gramalote (2 de febrero), los restos del ejército gubernamental huyeron a la
cercana hacienda de Terán, pero Herrera se dedicó a celebrar y no los persiguió. Finalmente aprovechó para enviar
algunas tropas que fingieron ser refuerzos del gobierno y lograron capturar a Domínguez, quien salió a recibirlos.
Enterados de esto, la mayoría de sus tropas capitularon y solo unos pocos volvieron a Ocaña. La victoria de Terán dio a
las tropas de Uribe Uribe un botín enorme, incluyendo más de dos mil rifles. Temiendo ser reemplazado por su
subalterno, Vargas Santos ordenó a sus tropas retroceder a Peralonso desaprovechando la oportunidad de avanzar
contra el gobierno en su momento de mayor debilidad.
La rebelión en el Tolima:
El departamento del Tolima era el lugar de operaciones de los guerrilleros Ramón "El Negro" Marín, oriundo
de Marmato, y Tulio Varón. Las fuerzas de ambos asaltaron en enero de 1900 a la población de Honda en donde se

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apoderaron de las municiones y rifles almacenados en el cuartel, e igualmente secuestraron al embajador
español Manuel Guirior, el cual fue dejado en libertad después del pago de 100 pesos oro; luego siguieron en su avance
hacia La Dorada. Continuando con su campaña contra los conservadores, en noviembre de dicho año las fuerzas
guerrilleras conjuntas de Marín, Varón, Aristóbulo Ibáñez, Juan MacAllister y Avelino Rosas atacaron en Girardot a las
fuerzas del gobierno al mando de Nicolás Perdono con el fin de apoderarse de pertrechos y armas provenientes de
Europa, pero después de un día de combate fueron rechazados.
En abril de 1901 el batallón Pagola fue atacado por la guerrilla de Tulio Varón mientras acampaba en su camino desde
Antioquia, quedando solamente veinte soldados sobrevivientes. Varón continuó con sus incursiones nocturnas en
campamentos del ejército, y es así como en la madrugada del 31 de agosto sus fuerzas sorprendieron al ejército
apostado en la hacienda La Rusia, al norte del Tolima, matando más de quinientos soldados a cuchillo. El 21 de
septiembre Tulio Varón tuvo el infortunio de asaltar Ibagué en estado de embriaguez, junto con su tropa, cayendo
muerto de un disparo. Tras ello su cadáver fue arrastrado hasta la casa donde vivía su mujer
Segundo alzamiento en el Cauca
El éxito liberal en la hacienda Terán (Santander) motivó un nuevo alzamiento en el Cauca; con apoyo del presidente
ecuatoriano Eloy Alfaro, los colombianos exiliados lanzaron una nueva ofensiva. Sin embargo, las fuerzas nacionalistas
eran fuertes en la región por el apoyo de la Iglesia católica, liderada por el obispo Ezequiel Moreno, quien movilizó a la
población ante una posible invasión ecuatoriana, una guerra santa contra dicho gobierno, conocido por sus leyes
laicistas. En marzo, los exiliados invadieron el Cauca reclutando tropas entre algunas comunidades indígenas. La
respuesta gubernamental no se hizo esperar y envió un poderoso contingente de regulares bien armados El 27 del
mismo mes los liberales apoyados por batallones ecuatorianos trataron de tomar Ipiales; tras tres días de resistencia,
la llegada de refuerzos gubernamentales y de conservadores ecuatorianos exiliados forzaron a los rebeldes a
retroceder. Los derrotados decidieron refugiarse en Ecuador, ya que sus tropas incluían también. un alto número de
niños, mujeres y ancianos, muchos heridos. Los liberales lanzaron un segundo ataque y tomaron Flautas el 16 de abril,
donde reunieron sus fuerzas (miles de liberales e indios aliados); aprovechando esta concentración, las fuerzas del
gobierno rodearon el pueblo y atacaron el mismo día. Sin embargo, la mayoría de los alzados alcanzó a escapar, pero
quedaron sin apoyo o suministros y con la moral por el piso.
Fue entonces cuando Moreno insistió en lanzar un ataque a Ecuador e intentar derrocar a Alfaro. El 22 de mayo, tropas
colombianas y exiliados ecuatorianos cruzaron la frontera y atacaron el pueblo de Tulcán, siendo rechazados. Así la
guerra cayó en un punto muerto, si alguno de los bandos invadía el territorio del otro, era rápidamente rechazado.
Alfaro se comprometió a apoyar a los liberales, pero dejó claro a sus dirigentes que no estaban dispuestos a irse a una
guerra a gran escala con Colombia. Los liberales lanzaron una última ofensiva el 20 de julio cruzando cerca de Ipiales,
siendo sorprendidos por tropas del gobierno y resultando expulsados. Los rebeldes estaban derrotados en el Cauca,
pero sorprendentemente fueron ayudados por sus compañeros insurrectos en Tolima, estos cruzaron la cordillera de
los Andes e invadieron el Cauca desde el norte en octubre consiguiendo ganarse cierto apoyo de la población, formando
una columna de 2000 hombres con los que atacaron la capital de dicho departamento, Popayán. El gobierno fue tomado
por sorpresa y no pudo detener inicialmente a los insurrectos, solo la oportuna llegada de refuerzos permitió al gobierno
derrotar a los liberales a pocos kilómetros de la urbe. Los liberales, siempre cortos de municiones, agotaron
rápidamente sus reservas y se dispersaron perseguidos por sus enemigos. La represión conservadora no se hizo esperar,
los alzados caucanos, sobre todo indígenas, fueron fusilados sumariamente, mientras que los tolimenses escaparon a
su comarca. Las comunidades indígenas fueron duramente castigadas para que no volvieran a alzarse y se encarcelaron
a las familias y cercanos de los dirigentes liberales. Un grupo importante de liberales se exilió en Ecuador, esperando el
resultado de la guerra en Santander para volver o no a la ofensiva.
Batalla de Palonegro:
En febrero de 1900 los liberales quedaron aislados en Santander y con ínfimas posibilidades de victoria. Además, los
recursos humanos de dicho departamento se agotaban mientras que las filas del ejército reemplazaron las bajas y
permanecieron intactas; a pesar del entusiasmo de sus voluntarios, los alzados se quedaban sin suministros,
dependiendo de lo que podían quitarles a sus enemigos.

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Las fuerzas liberales restantes en otras partes del país esperaban la siguiente acción de Vargas Santos para ver qué
hacer, pero este se negaba a tomar la ofensiva en vista de la vulnerabilidad de sus fuerzas, por ello permaneció inactiva
la guerra por varios meses. Para empeorar el resultado. cuando Vargas Santos finalmente empezó a movilizar su ejército
a finales de abril, ni siquiera tenía un plan definido. Avanzó al sur desde Cúcuta después de que estalló
una epidemia de malaria. Sin embargo, no actuó contra las tropas enemigas que permanecían en Pamplona, asumiendo
que no se moverían. Estas últimas vieron cómo su comandante, el general Casabianca, era nombrado Ministro de
Guerra y lo reemplazaba el general Próspero Pinzón,53 un católico devoto que logró implantar en sus tropas la idea de
luchar una guerra santa. Sin saberlo, ambos bandos marchaban a la vez en busca de una batalla decisiva. 54 Los
movimientos de los liberales fueron rápidamente detectados por sus enemigos y el gobierno nacionalista insistió al
general Pinzón iniciar una ofensiva hacia Bucaramanga, mientras los liberales seguían en ruta al sur pasando
por Rionegro y llegando el 10 de mayo a Palonegro, donde decidieron detener al enemigo. Al día siguiente se inició la
batalla más importante de toda la guerra, unos 7000 liberales se enfrentaron a unos 21 000 nacionalistas. El día 25
terminaron los combates con la derrota total de los liberales, que desde entonces abandonaron las tácticas de guerra
regular. Pinzón, sin embargo, decidió no perseguirlos, por lo que fue criticado.

Fin de la rebelión en Santander:


Unos 3400 liberales sobrevivientes llegaron a Rionegro y sus comandantes entablaron duras discusiones sobre qué
hacer entre el 26 y 27 del mismo mes. Cuando el general Pinzón supo del plan rebelde de internarse en las junglas del
noroeste de dicho departamento, abandonó la persecución segura de que estos no sería capaces de sobrevivir a las
duras condiciones de vida selváticas. En cambio, decidió atacar Cúcuta para cortar cualquier posible apoyo
de Venezuela a los liberales. Sin embargo, Vargas Santos entendió que le era imposible defender Cúcuta e ingresó a la
selva al frente de la columna liberal cerca de Ocaña, donde en dos semanas debido a las terribles condiciones murieron,
desaparecieron o desertaron más de mil hombres. También envió una carta a Pinzón para que liberara de su asedio a
Cúcuta.
Sabiendo que Bucaramanga estaba indefensa con la mayoría de las tropas rivales en Cúcuta, Vargas Santos decidió
atacarla, pero la ruta fue demasiado inhóspita, pasaron cerca de Rionegro y finalmente a inicios de agosto llegaron
menos de 1500 hombres con algunos cientos de mujeres mientras que Pinzón capturaba a Cúcuta el 16 de julio donde
supo de los movimientos enemigos volviendo a Bucaramanga el día 27 y encontrando el 3 de agosto a la columna liberal
y los forzó a huir al oeste.
Vargas Santos decidió marchar a las cercanías de Bogotá con los menos de mil hombres que le quedaban pero Pinzón
se le anticipó y lo encontró cuando cruzaba el río Sogamoso, los liberales tenían solo una canoa para cruzar, y las fuerzas
del gobierno aprovecharon para bombardearlos. Solo la mitad de los rebeldes alcanzó a cruzar al mando de Uribe Uribe,
que intentó atacar a los agresores, pero fue rechazado; la otra mitad quedó atrás al mando de Vargas Santos y Benjamín
Uribe huyó a la selva, desintegrándose a la larga, aunque sus comandantes lograron llegar a Venezuela. El grupo de
Uribe Uribe quedó reducido a él y tres compañeros que escaparon en una balsa por la noche bajando por el río
Magdalena, y tras un largo viaje llegó a Venezuela.
La rebelión liberal en Santander había terminado y se inició de inmediato un proceso de pacificación, guerrillas rebeldes
continuaron operando en el departamento, aunque nunca con la fuerza suficiente para amenazar el control
gubernamental del mismo. Pero contrariamente a lo esperado, la guerra continúa debido a que Vargas Santos, Uribe
Uribe y Herrera lograron escapar y el gobierno no logró convencerlos de bajar las armas. Cualquier posibilidad de
victoria para los alzados estaba acabada para julio de 1900, habían fracasado en la guerra regular enfrentando al ejército
en campo abierto en grandes batallas. Las fuerzas gubernamentales se habían impuesto porque durante la guerra
empezaron a entrar en operaciones oficiales y soldados bien entrenados y armados.
La mayoría de los rebeldes estaban muertos, exiliados o en prisión, pero una pequeña minoría, bajo el mando de sus
líderes, empezó a organizar a partir de agosto una nueva insurrección aprovechando el caos causado por un golpe de
estado de los conservadores históricos.

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Golpe de Estado:
Durante la guerra, el partido Nacional, que gobernaba encabezado por el presidente Manuel Antonio Sanclemente,
buscó negociar con los llamados conservadores históricos que se encontraban en el partido Conservador incluyendo a
algunos de estos en el gobierno para usar su apoyo en la necesidad de ampliar el aparato militar, a su vez en el intento
de pacificar al país se incluyeron en el gabinete a ciertos liberales directoritas como Nicolás Esguerra como comisionado
para entenderse con la empresa del canal de Panamá, y a Carlos Arturo Torres como su secretario. Sin embargo, esto
resultaría inútil, pues los conservadores históricos estaban en conflicto con los nacionalistas y tenían afinidades con los
liberales, quienes tampoco tenían intenciones de negociar con el gobierno.
Treinta y un históricos, entre civiles y militares, empezaron a conspirar rápidamente para dar un golpe de estado; los
conservadores contactaron al jefe del liberalismo, Aquileo Parra, y le ofrecieron la presidencia a mediados de 1900. Los
conservadores habían planeado que luego del golpe de Estado se buscaría una paz honrosa sin represalias (lo que no
se llevaría a cabo), la convocatoria de un cuerpo constituyente por elecciones, libertad a los presos políticos, y
separación del gobierno de Arístides Fernández, quien era odiado por el liberalismo.
El ministro de Guerra, Manuel Casabianca, facilitó indirectamente el golpe al nombrar como comandante de las fuerzas
de Sumapaz al general Jorge Moya Vásquez, uno de los 31 históricos del complot. El general Moya, con una fuerza de
mil hombres, se desplazó desde Soacha amenazando marchar sobre Villeta y, efectivamente, tomó camino hacia
Bogotá, a donde llegó en las horas de la tarde del 31 de julio. Pero la actitud indecisa de gran parte de los oficiales del
ejército y la ausencia de Marroquín hicieron dudar a Moya del desenlace de la situación y renunció ante el general
Casabianca.
Con ello se creó gran tensión en las guarniciones de Bogotá que debieron negociar. El golpe se dio en las horas de la
tarde del 31 de julio de 1900. El comandante de la policía Arístides Fernández garantizó el éxito del movimiento al
desplazar una fuerza para nombrar como presidente de Colombia a José Manuel Marroquín Ricaurte, mientras
Sanclemente era informado en su residencia particular luego de que se enviaran 300 hombres a Villeta donde este se
encontraba, a pesar de ser protegido por 500 soldados, estos no opusieron resistencia y Sanclemente sería arrestado.
Tras esto, Marroquín insistió en continuar la guerra y nombró como nuevo ministro de Guerra a Arístides Fernández,
la guerra continuaría por otros dos años y medio.
Segunda fase:
El gobierno nacionalista fue depuesto del poder por los conservadores, que tomaron control del Estado y las
instituciones militares. Esto se dio a pesar de dos intentos infructuosos de restablecer a Sanclemente en el poder.
Mientras, el general Uribe Uribe aprovechaba el caos producido para lanzar una nueva campaña militar, pero para esto
necesitaba el apoyo de un gobierno externo para conseguir las armas, pertrechos, suministros, hombres y una base
segura. Buscó la ayuda del gobierno del país donde estaba refugiado, Venezuela, nación que se convirtió en
un santuario para los rebeldes exiliados, donde se organizaron y empezaron a lanzar una serie de campañas hacia el
interior de Colombia. Con el tiempo terminaron por dividirse en Belicistas y Pacifistas. El gobierno venezolano
finalmente accedió a darles municiones, suministros y armas gracias a las simpatías que sentía el presidente Cipriano
Castro por su causa Castro se veía a sí mismo como un nuevo Napoleón Bonaparte o Simón Bolívar cuya misión era
liberar al resto de América del Sur de gobiernos conservadores y formar con Ecuador y Colombia una gran confederación
bolivariana con él como presidente y Eloy Alfaro y algún liberal colombiano como vicepresidentes. Producto de esto
llevó a cabo una política intervencionista en países vecinos. Fue esta la principal causa de que la guerra se alargara
tanto.59 Así mismo, a causa de este apoyo tuvo que enfrentar el alzamiento de los conservadores de su país con apoyo
del gobierno colombiano. Castro llegó al poder tras su victoria en un alzamiento militar llevado a cabo en octubre de
1899 contra el presidente Ignacio Andrade.

La expedición de Uribe Uribe se dirigiría al departamento de Magdalena, que tenía un escaso resguardo militar producto
de su papel secundario en la guerra y la reorganización producida tras el golpe de estado. Tras la captura

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de Riohacha (donde estalló una rebelión liberal) en noviembre de 1899, no se produjeron nuevos enfrentamientos,
aunque las autoridades conservadoras jamás llegaron a controlar el interior de la región, que quedó vulnerable ante
una posible ofensiva liberal, como finalmente ocurrió.
Una primera invasión se produjo en febrero de 1900, cuando una columna de hombres armados y entrenados en
Venezuela al mando del general Justo Durán capturó a Riohacha y de inmediato empezó a reclutar voluntarios, sumando
2000 hombres. A pesar de este éxito inicial, Durán no inició nuevas acciones perdiendo la iniciativa ganada. Solo en
junio lanzó un ataque por tierra a Santa Marta con el apoyo de dos buques de guerra, pero antes de iniciar el asalto
cambió de parecer y retrocedió a Riohacha. Tras esto la flota traicionó a Durán y regresó a Venezuela, donde informaron
a Castro de su inactividad, por lo que decepcionado dejó de enviarle suministros.
Viendo que el control del Magdalena era vital para el resultado de la guerra por ser la principal vía de transporte entre
la Costa y el interior del país, Uribe Uribe decidió lanzar una campaña para cortar el paso de suministros enemigos.
Desde el departamento de Bolívar planeaba avanzar con una columna guerrillera hasta las orillas del río; después de
eso el general Durán debía marchar hasta donde se encontraba, ya que Uribe Uribe sería enviado con suministros que
Durán necesitaba para hacerse al control del cauce fluvial. Vargas Santos envió un mensaje a los comandantes locales
indicando no aceptar a Uribe Uribe como su comandante superior, pero esto fue ignorado y se sumaron en masa al ya
legendario general liberal cuando este llegó a Bolívar.
La campaña del Caribe:
Uribe Uribe decidió atacar a Magangué, un pueblo y puerto situado a orillas del Magdalena, que capturó en junio de
1900. Sin embargo, unidades del ejército salieron a su encuentro viéndose forzado a retroceder a las selvas.
Viendo que le sería imposible conseguir vencer sin asegurar un flujo constante de suministros de Venezuela y sus
partidarios en Nueva York, el general liberal viajó a Riohacha en diciembre, ordenando a los comandantes locales
mantener activas sus guerrillas en su ausencia. Terminó viajando personalmente a Caracas a solicitar ayuda a Castro,
pero este se negó, luego intentó conseguir el apoyo de los latinoamericanos exiliados en Nueva York, pero estos estaban
más preocupados por los sucesos de Cuba.
La invasión de rebeldes a Venezuela:
Sin embargo, para esas fechas los liberales estaban vencidos y sus dirigentes se negaban a aceptarlo. Tanto así que el
12 de abril de 1901 Uribe Uribe publicó un famoso manifiesto donde exaltaba a los liberales a no aceptar los términos
de paz propuestos por los conservadores. Esto se produjo después de que fuera rechazado un proyecto de paz diseñado
por el mismo Uribe Uribe donde se desmovilizarían las guerrillas liberales a cambio de una representación minoritaria
en el Congreso de Colombia, pero el presidente Marroquín lo ridiculizó junto con algunos sectores liberales que lo
tacharon de traidor. La principal razón de por qué Marroquín rechazó la propuesta fue su completa confianza en que
el ejército podría derrotar los últimos focos de resistencia liberal en unos pocos meses. Además, estaba decidido a
acabar con el santuario en que se había convertido Venezuela para sus enemigos, por ello empezó a entablar
conversaciones con los conservadores venezolanos exiliados en su país, el más prestigioso de los cuales era el
general Carlos Rangel Garbiras, quien ya organizaba una expedición para invadir su país con apoyo de algunos
colombianos.
Antes de producirse la invasión y para conseguir la paz con Marroquín, Castro tuvo que aceptar la completa sumisión
al gobierno colombiano, perdiendo parte de su prestigio como líder. Castro estaba esperando a Uribe Uribe, que estaba
en Nueva York para organizar a los liberales colombianos para rechazar dicha expedición. El presidente venezolano
organizó sus defensas en San Cristóbal al mando del general Celestino Castro Ruiz, hermano del presidente Castro.
Uribe Uribe viajó rápidamente a apoyar en las defensas. El 15 de julio había reunido a más de 1500 hombres,
insuficientes para invadir Santander (solo en la frontera el gobierno conservador había instalado a 4000 efectivos). El
gobierno colombiano supo que las tropas de Uribe Uribe estaban muy cerca de la frontera y tenían la posibilidad de
destruirlas de una vez por todas por lo que decidieron adelantarse a Rangel Garbiras. Destruir a Uribe Uribe e iniciar
una rebelión conservadora en Venezuela eran los objetivos de la ofensiva

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Enterado de esto, Castro escribió un manifiesto llamando a sus partidarios a resistir cualquier invasión extranjera el 18
de julio. El día 26 del mismo mes se inició la ofensiva colombiana en territorio venezolano, avanzó rápidamente a San
Cristóbal, capital del Táchira. Eran unos 5000 expedicionarios contra los que creían unos 300 soldados venezolanos, la
guarnición usual de la ciudad, más algunos centenares de milicianos colombianos. Desconocía Rangel Garbiras que,
enterado de la campaña, Castro había concentrado más de mil regulares propios y la totalidad de las fuerzas de Uribe
Uribe, que, aunque seguían estando en franca inferioridad numérica estaban ubicados en excelentes posiciones. En la
jornada siguiente Rangel Garbiras organizó sus fuerzas en cinco columnas mientras se producían algunos tiroteos en las
cercanías de la urbe.
Finalmente, en la noche del 28 de julio se inició la decisiva batalla de San Cristóbal con el asalto de los conservadores,
pero los liberales estaban ubicados en posiciones muy sólidas y los rechazaron. La lucha continuó hasta el día siguiente,
cuando se intentó varias veces flanquear las posiciones de los defensores, sin éxito. Finalmente, los conservadores se
retiraron dejando cientos de muertos y heridos en el campo de batalla, además de importantes cantidades de material
bélico que fueron usados por sus enemigos. El éxito de esta defensa les dio a los liberales un importante botín, pero,
sobre todo, les elevó su alicaída moral, lo que llevó a que la guerra se alargara hasta 1902, cuando ya no había una
razón lógica para aquello, las guerrillas liberales volvieron a alzarse en armas con un nuevo ímpetu y violencia, el
gobierno conservador ya no pudo asumir como un mes antes que el país estaba prácticamente pacificado. Castro por
su parte usó la victoria para asegurar su posición al interior de Venezuela y consiguió iniciar negociaciones con el
gobierno colombiano ya que ninguno de los dos deseaba arriesgarse a una guerra a gran escala con su vecino, sin
embargo, estas no prosperaron.

Invasión venezolana del Magdalena:


: Batalla de Carazúa
Castro finalmente decidió lanzar una campaña de castigo, aunque limitada. Mientras las tropas colombianas se
acumulaban masivamente en la frontera entre Táchira y Santander con base general en Cúcuta, se decidió lanzar una
ofensiva por un sector menos protegido, el Magdalena, donde los liberales tenían un amplio apoyo popular. Para apoyar
la campaña, los liberales reactivaron sus guerrillas en la región y planearon tomar a Riohacha. A inicios de agosto, unos
doscientos soldados venezolanos cruzaron la frontera hacia La Guajira uniéndoseles las tropas liberales; a comienzos
del siguiente mes se les unió un refuerzo de 1200 regulares venezolanos con varios cañones y una ametralladora,
además de rifles y municiones para sus aliados locales. Su objetivo era Riohacha, defendida por 400 regulares
colombianos. Castro nombró al general José Antonio Dávila, pero este nunca contó con la aceptación de los jefes
colombianos liberales que deseaban a uno de ellos al mando de la columna, por lo que muchos de ellos desertaron. Se
enviaron refuerzos por el gobierno de Bogotá a reforzar Riohacha, por lo que Dávila decidió tomarla antes de que
llegaran.
Dávila entendió que un ataque directo a Riohacha sería un suicidio, por lo que trasladó parte de sus fuerzas al este de
Carazúa para engañar a la guarnición enemiga haciéndoles creer que eran atacados por dos ejércitos a la vez; los
conservadores enviarían a parte de sus fuerzas a Carazúa dejando desprotegida a Riohacha, pudiendo atacarla con el
resto de sus tropas. Las tropas conservadoras entrarían en pánico y evacuarían o se rendirían en la ciudad, luego de lo
cual los liberales podían atacar a Santa Marta o a Barranquilla, además de controlar el cauce del Magdalena.
El 12 de septiembre se llevó a cabo el plan. Los liberales se acercaron a Carazúa, pero las tropas conservadoras que
salieron a defender el pueblo volvieron rápidamente a las cercanías de Riohacha sin entrar en combate. Cualquier
ataque sería un fracaso. Por ello pasaron la noche vigilando la población sin atacar, hasta que finalmente llegaron los
1100 refuerzos conservadores apoyados por varios cañones y ametralladoras al mando del general Juan Tovar. A las
11:30 a.m. del día 13, los 3000 venezolanos y liberales decidieron lanzar un asalto desesperado apoyados por su
artillería. Dávila pudo verse obligado a lanzar el ataque producto de su deber de recuperar el honor para su país. El
asalto resultó en una feroz batalla llamada Batalla de Carazúa con grandes bajas para ambos bandos en especial para
los venezolanos y liberales, hasta que los defensores forzaron a huir a los guerrilleros liberales y sin apoyo los
venezolanos huyeron de vuelta a sus país con serias bajas e incluso los jinetes de los indios wayuu al mando de José
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Dolores Arpushana, mataban o capturaban a los sobrevivientes venezolanos lo que implico que el gobierno de
Marroquín recompensara al cacique Arpushana con 100.000 pesos de la época. Gran parte del material bélico
venezolano quedó en manos de las tropas colombianas, este desastre de Carazua implico que Cipriano Castro dictador
venezolano culminara su apoyo a los liberales colombianos.
Segunda rebelión en Panamá:
Tras el anterior fracaso de los liberales, el gobierno envió refuerzos militares y navales. Los liberales quedaron reducidos
a pequeñas bandas armadas dispersas en el interior que se dedicaron a las guerrillas, sabotaje, pillaje, asaltos y
atrocidades contra todo aquel que no cooperara con ellos. Su comandante más famoso fue Victoriano Lorenzo, y
continuaban recibiendo suministros y armamento del presidente nicaragüense Zelaya, quien había forzado a
reemplazar a Porras como líder de los liberales exiliados por Domingo Díaz, quien no tenía mucho apoyo entre sus
hombres. Este lanzó una nueva invasión anfibia al istmo desembarcando el 16 de septiembre de 1901 en La Chorrera,
disponiéndose a unificar las bandas armadas y planificar su próximo paso. Pasó varios meses en la zona, pero el gobierno
no lo atacó, lo que fue visto como una muestra de debilidad.
El gobierno no reaccionó bien, apenas envió refuerzos desde Barranquilla por tierra. Finalmente, el gobernador Albán
decidió entre reforzar la ciudad de Panamá o atacar a los rebeldes, y optó por lo segundo. Marchó el 17 de noviembre
a Colón con el grueso de sus tropas en su flota dejando una guarnición en la capital departamental. Esperaba lanzar un
ataque sorpresa contra La Chorrera y conseguir una nueva victoria para engrandecer su prestigio personal. Los liberales
avanzaron hacia Colón, pero inmediatamente volvieron retrocediendo hacia su base. Albán decidió intentar alcanzarlos
con la mayor parte de su tropa navegando junto a la costa dejando débilmente guarnecida la ciudad. Sin embargo, los
liberales lo habían engañado, mientras la mayoría de ellos retrocedía a La Chorrera perseguidos por la mayoría de los
soldados enemigos un destacamento de dos cientos guerrilleros, atacó a Colón. Mientras, en La Chorrera los liberales
impidieron a sus enemigos cualquier desembarco, bombardeando y ametrallando los botes de desembarco. De esta
manera, Colón cayó en poder insurgente el 19 de noviembre.
El éxito liberal dejó libre el avance a la ciudad de Panamá. El general Albán intentó volver a capturar a Colón, lo que le
fue impedido por el embajador de Estados Unidos, quien mediante un mensaje el día 24 ofreció el envío
de marines norteamericanos para garantizar la paz de la región, mientras en el mar Caribe había una flota
estadounidense lista para desembarcar. La victoria rebelde llevó también al gobierno central colombiano a acelerar el
envío de refuerzos con el buque de guerra Próspero Pinzón. Finalmente, los liberales, seguros de su derrota, capitularon
y entregaron la ciudad el 28 de noviembre, pero a los marines, quienes inmediatamente entraron en ella para evitar su
destrucción ante el casi inevitable ataque del general Albán.
Poco después de esto, las bandas rebeldes se desintegraron y los estadounidenses ocuparon la principal ruta que
comunicaba a Colón con la ciudad de Panamá. Ante esto, el general Albán planeó expulsarlos del istmo en cuanto
llegaran los refuerzos, pero el gobierno central lo forzó a aceptar lo sucedido e inmediatamente se iniciaron
negociaciones políticas para resolver el conflicto, quedando el istmo en manos colombianas. Tras esto, el gobierno
central volvió a centrar sus esfuerzos en otras regiones del país.
Los Llanos y el Caribe:
Mientras tanto, la región de los Llanos había caído en poder de las guerrillas liberales locales, que pronto extendieron
sus operaciones a los departamentos de Cundinamarca y Tolima. Sus colegas exiliados en Ecuador y América Central
planeaban en tanto invadir nuevamente el Cauca y Panamá. Enterado, el gobierno colombiano envió refuerzos a las dos
últimas regiones.
Desde Táchira, Uribe siguió gestionando el envío de suministros a los rebeldes que operaban en Santander, pero con el
paso del tiempo, las unidades guerrilleras fueron cercadas, destruidas o se rindieron. Debido a esto, le fue muy difícil
encontrar voluntarios entre sus compañeros exiliados, hartos de la guerra, para lanzar una nueva expedición. Otro
factor que le jugaba en contra era la alta concentración de tropas conservadoras en dicha parte de la frontera. Además,
se dio cuenta de que Marroquín y Castro empezaron a negociar la paz por lo que se dio cuenta de que pronto podría
quedarse sin apoyos en el exilio, por lo que decidió lanzar una nueva ofensiva. Tenía dos opciones, al norte,

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a Magdalena; o al sur, a los Llanos, cerca de Bogotá. Debido al fracaso de septiembre del mismo año en Riohacha, y el
deseo propagandístico de imitar la campaña de Simón Bolívar de 1819, que terminó en la batalla de Boyacá al cruzar
sorpresivamente los Andes por dicha región, Uribe Uribe optó por la segunda alternativa
El 24 de diciembre de 1901 partió de Táchira adentrándose en la selva con una columna de seguidores bien armados,
llegando a las cercanías de Tame el 24 de enero de 1902, ya en los Llanos, siendo de inmediato bien recibidos por los
rebeldes locales. Como de costumbre, la carismática personalidad de Uribe Uribe le permitió granjearse el apoyo de los
pobladores. Siguieron marchando al sur, bordeando los Andes, hasta Medina, que se convirtió en su base de
operaciones. En Gachalá las tropas conservadoras se enteraron de la presencia de la columna liberal y el gobierno
central les mandó atacarla, siendo derrotada y dispersada el 12 de marzo. Tras esto el gobierno de Bogotá decidió
finalmente atacar a Uribe Uribe enviando tropas a la región. Sin embargo, el comandante liberal ya tenía suficientes
problemas con la falta de disciplina de sus lugartenientes locales.
Esto no le había impedido ordenar en febrero a su oficial Juan MacAllister invadir la sabana de Bogotá y capturar algunos
pueblos y granjas de la región (aunque jamás atacó a la capital colombiana, fuertemente defendida) pero si le pesó en
la campaña. Tras este éxito inicial, Uribe Uribe se dirigió con el resto de las tropas y la artillería que llevaba consigo.
MacAllister intentó atacar a Soacha con un ataque masivo desde todas direcciones, pero fracasó porque muchas de las
bandas guerrilleras no quisieron atacar (23 de febrero). Tras esta derrota, los liberales tuvieron que regresar a los Llanos
por la vía entre Quetame y Villavicencio, perseguidos por el ejército. Uribe Uribe, enterado de esto, tomó la indefensa
Medina y salió al encuentro de sus hombres, momento en que obtiene la victoria de Gachalá, lo que fuerza al gobierno
a detener su persecución y refugiar a sus hombres en Villavicencio. Uribe Uribe logró unirse a sus hombres y ahí ocupó
los alrededores de la ciudad. Tenía unos seis mil hombres contra cuatro mil efectivos conservadores. Sin embargo, el
gobierno también vio la oportunidad de rodear y acabar de una vez por todas con la amenaza que representaba el líder
insurrecto.
La victoria de Gachalá le dio nuevos aires a la rebelión, Uribe Uribe volvió a enviar tropas a la sabana bogotana, unos
dos mil hombres armados con parte del importante equipo militar capturado el 12 de marzo encabezados por él mismo.
Sin embargo, la indisciplina de sus hombres lo llevó a una derrota terrible (y casi captura) cuando atacó a Guasca el 21
de marzo. Escapó con sus hombres a la elevación de "El Amo ladero", donde estableció una línea de defensa, al día
siguiente llegaron los conservadores que le perseguían, y le atacaron, pero para desgracia del líder liberal varias de sus
unidades no habían ocupado las posiciones que les habían sido asignadas. Aunque el primer asalto fue rechazado, en
el siguiente no tuvieron tanto éxito y los conservadores hicieron colapsar su línea defensiva y forzaron a los rebeldes a
huir. El comandante liberal nuevamente escapó milagrosamente de ser capturado o muerto. Sin embargo, consiguió
restablecer el orden entre sus hombres derrotados, estableciendo una nueva línea defensiva el día 25, pero al notar
que le sería imposible volver a enfrentar a los conservadores en un combate abierto, ordenó retirarse y abandonar sus
posiciones. Los conservadores lanzaron un asalto masivo contra la columna liberal en desorden y su victoria fue total.
Capturando parte importante del armamento de los alzados. El 2 de abril, Uribe Uribe y los sobrevivientes de su columna
se unieron a los liberales que rodeaban Villavicencio. Sin embargo, la baja moral y constantes deserciones llevaron al
líder rebelde a cancelar el asalto de la ciudad y llevar a sus hombres a Medina, donde informó a los jefes locales que la
campaña estaba perdida y debían desmovilizarse; tras esto volvió a Táchira y sus hombres se dispersaron.
Uribe Uribe se encargó entonces de enviar suministros y armamento por contrabando desde Curazao a la Costa
Atlántica. En la primera comarca sucedió que tras su derrota en Carazúa el año anterior, las guerrillas liberales habían
casi terminado sus operaciones bélicas, pero gracias a los aportes recibidos, pudieron reactivarse y empezar a
reorganizarse, estableciendo como base de sus operaciones Valledupar. Los intentos de los conservadores fracasaron
a causa de lo inhóspito del terreno, que no sirvió para otra cosa sino desmoralizarlos. De esta manera, les fue
relativamente sencillo a los alzados capturar a Riohacha el 16 de abril de 1902. La captura de la ciudad les dio a los
rebeldes una base de operaciones lo suficientemente importante como para que Uribe Uribe pudiera planear
nuevamente una expedición y le impidió al gobierno central conservador enviar refuerzos a Panamá, ya que la vía del
Magdalena le fue bloqueada

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Tercera rebelión en Panamá:
Tras la capitulación de los liberales en Colón (28 de noviembre de 1901) las hostilidades en la región entraron en una
relativa pausa. Entretanto el gobierno conservador tenía su flota bélica intentando restablecer el paso por el cauce del
Magdalena.
El general Herrera planeó aprovechar el momento para introducir armas por vía marítima al país y reiniciar las
rebeliones en el Cauca y Panamá. Se planearon dos expediciones: una para el istmo y otra para tomar a Tumaco e
invadir el centro del Cauca. Optó por lo segundo, mientras una flotilla con hombres, armas y municiones viajaba al sur.
Herrera usó la mayor parte de su fortuna familiar para comprar y armar con cañones un barco, Almirante Padilla, que
se dedicó a lanzar ataques contra embarcaciones en la costa pacífica. El barco atacó a Tumaco el 16 de octubre de 1901
para intentar reiniciar la rebelión en el Cauca. Ante la presencia de tropas estadounidenses en Panamá, el Almirante
Padilla abandonó el sur y fue al istmo a apoyar a los rebeldes.
El barco se dedicó a atacar los navíos enemigos, robándoles suministros, armamento y municiones. Llegó a su destino
el 24 de diciembre con una flotilla de unos 1 500 hombres bien entrenados y equipados. El gobernador Albán tomó
control del Lautaro, un barco mercantil chileno de gran tamaño, perfecto para transportar un gran número de tropas y
lo armó con cañones manteniendo a la tripulación chilena cargo de la dirección de la nave. El 19 de enero de 1902
el Lautaro fue enviado con un batallón a bordo para encontrar y acabar con los rebeldes, pero no se le dio permiso de
zarpar hasta el día siguiente, pero durante la noche las municiones explotaron. La embarcación quedó inmovilizada y
en la noche del 20 llegó el Almirante Padilla sorpresivamente y de inmediato abrió fuego en su contra; durante el
combate el general Albán resultó muerto y el Lautaro quedó inutilizable.
Herrera todavía tenía que enfrentar a los hombres del general Francisco de Paula Castro, quien quedó a cargo de las
tropas gubernamentales en el departamento. El general liberal decidió atacar a los conservadores acantonados
en Aguadulce, envió exploradores para vigilar a su enemigo desde los bosques cercanos y para elegir qué posiciones
ocupar. El 23 de febrero se produjo el ataque, siendo rodeados unos doscientos soldados, y tras horas de desesperada
resistencia, obligados a rendirse. Castro se retiró al inicio mismo del combate con la mayoría de las tropas pudiendo
salvarse así de una derrota mayor; sin saberse aún el motivo, no optaron por volver a la ciudad de Panamá por la
carretera principal, sino que se refugiaron en inhóspitas islas montañosas llamadas Bocas del Toro. Herrera envió a
quinientos hombres a las islas desde David para iniciar operaciones contra sus enemigos.
En la capital departamental, en tanto, asumía como nuevo gobernador el general Víctor Salazar. Los rebeldes atacaron
Bocas del Toro y la capturaron a inicios de abril, pero solo para notar cómo una flota militar enviada
desde Barranquilla los dejaba aislados en ellas y les forzaba a rendirse. Sin embargo, el embajador norteamericano
terminó interviniendo para lograr que los rebeldes pudieran evacuar las islas y ser así reintegrados a las tropas de
Herrera. De esta manera, una aparente victoria conservadora se volvió un éxito propagandístico para los liberales.
Los alzados pudieron recibir suministros desde Nicaragua por la costa pacífica, ya que el Almirante Padilla bloqueaba a
la ciudad de Panamá, aunque la costa caribeña permanecía en manos conservadoras. Salazar decidió lanzar una
ofensiva por tierra y los liberales retrocedieron hasta Aguadulce dando la impresión de ser muy débiles para resistir.
Salazar pidió refuerzos para acabar con la revuelta pero en esos momentos se dio la expedición de Uribe Uribe a
los Llanos y le fue negada toda ayuda.
Entonces fue cuando el Almirante Padilla viajó a Nicaragua para rearmarse y para realizarle reparaciones, y Salazar
decidió atacar a los rebeldes en Aguadulce. Envió dos columnas, una al mando del general Luis Morales Berti a Antón y
otra dirigida por el general Castro al río Santa María con la intención de rodear a los insurrectos y aniquilarlos. El 10 de
junio Morales Berti llegó a Antón y poco después Castro cambió de rumbo y llegó a esa misma ciudad, Morales Berti
optó por avanzar a Aguadulce y Castro a Bocas del Toro. Los liberales optaron por retirarse de Aguadulce a Santiago de
Veraguas esperando que el enemigo no los siguiera por una ruta tan difícil, pero al ver que lo hacía Herrera no tuvo más
opción que atacar a la columna conservadora. En esos momentos (mediados de julio) se retiraron a Aguadulce.
Los comandantes gubernamentales supieron que los insurrectos estaban equipados y entrenados además de contar
con una amplia superioridad numérica por lo que retroceder era su única opción. La retirada se inició el 22 de julio,

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pero Salazar optó por enviar refuerzos esperando poder acabar con los alzados. Un navío mercantil fue elegido para
tal misión, el Boyacá, pero se encontró con el Almirante Padilla el 30 del mismo mes en la costa cercana a Aguadulce
viéndose forzado a rendirse y sus tropas fueron hechas prisioneras. La victoria rebelde desmoralizó a los soldados
conservadores que tuvieron que elegir entre volver a la ciudad de Panamá atravesando la densa jungla o dar cara y
luchar. Enterado de lo sucedido, Castro empezó a hacer lo mismo. Ambos generales optaron por reunirse en Aguadulce,
donde se atrincheraron. Herrera inició un largo asedio apoyado por su artillería y los defensores empezaron a sufrir
hambre hasta que se rindieron el 27 de agosto.
Pero los rebeldes perdieron demasiado tiempo en el sitio de Aguadulce y llegaron a la ciudad de Panamá los refuerzos
tan necesarios por tierra. La guerra terminó entonces en un nuevo cese del fuego, con la zona entre Aguadulce y la
capital departamental como tierra de nadie, separando a ambos bandos.
Final de la guerra:
Los sucesos del istmo hicieron imperiosa la necesidad de bloquear la ruta del Magdalena para impedir el paso de
refuerzos del gobierno central hacia dicha región. Uribe Uribe intentó organizar una expedición al Magdalena, pero los
liberales en el exilio le negaron apoyo. Volvieron a enviar instrucciones a los comandantes locales para que no lo
reconocieran como comandante de la costa caribeña, pero estas fueron ignoradas y Uribe Uribe desembarcó cerca de
Riohacha el 14 de agosto de ese año
Uribe Uribe empezó a negociar la paz, pero sabiendo que su reputación como líder de los liberales estaba en juego ya
que había prometido bloquear la ruta del Magdalena, decidió lanzar una última ofensiva. En lugar de atacar
a Barranquilla, objetivo imposible para sus fuerzas, optó por Tenerife. El comandante liberal envió parte de sus fuerzas
al norte entre la Ciénaga Grande y Santa Marta para distraer al enemigo y preparó a mil hombres para capturar a
Tenerife. También consiguió refuerzos de las guerrillas del vecino departamento de Boyacá, y el 18 de septiembre atacó
por sorpresa su objetivo con el apoyo de algunos navíos y dos cañones, derrotó la pequeña guarnición local pudiendo
así bloquear el cauce del Magdalena. Sin embargo, Uribe Uribe se enteró de que el gobierno envió tropas a recuperar
la ciudad y decidió evacuarla el 2 de octubre, pero el bloqueo de dos semanas de dicha ruta les permitió a los rebeldes
en el istmo, gracias a lo largo del viaje y a la lenta burocracia, un tiempo de dos meses antes de que llegaran los
refuerzos, lapso que los liberales sabrían aprovechar
Uribe Uribe atacó a Ciénaga el 13 de octubre para tener a su alcance a Santa Marta; la pequeña guarnición local se
refugió en su cuartel, que terminó siendo dinamitado, algunos consiguieron huir al pequeño navío Nely Gazan, que
armado con pequeños cañones bombardeó a los rebeldes y por poca mata a su líder. Esto no cambió el curso del
combate ni de la campaña, los rebeldes caribeños aceptaron firmar el Tratado de Neerlandia el 24 del mismo mes El
tratado significó el fin de las operaciones militares en el actual territorio colombiano y de cualquier esperanza para el
general Benjamín Herrera, quien sabía que cuando llegaran los batallones conservadores de refuerzo estaría vencido.
El acuerdo exigía a Uribe Uribe interceder para acabar con la guerra en dicha comarca, por lo que envió una carta a
Herrera pidiéndole negociar un acuerdo, pero este ya llevaba meses negociando en secreto.

Los tratados de Neerlandia y del Wisconsin:

Los tratados de paz se firmaron en la hacienda Neerlandia (ubicada en la zona bananera del Magdalena, cerca a Ciénaga)
el 24 de octubre de 1902 por Florentino Manjares, gobernador del Magdalena, puso fin a la Guerra de los Mil Días. Si
bien los combates duraron hasta noviembre de ese año en Panamá entre los navíos Almirante Padilla (liberales) y
el Lautaro (de propiedad chilena, expropiado por los conservadores), combate que se venía presentando desde finales
de 1901 y en el cual estos últimos fueron derrotados frente a la ciudad de Panamá el 20 de enero de 1902. Con la
muerte del general Carlos Albán, que viajaba en el Lautaro, el istmo quedaba sin representante, siendo
nombrado Arístides Arjona.
Más tarde vino la constante amenaza de la marina estadounidense enviada por el gobierno de Theodore Roosevelt para
proteger los futuros intereses en la construcción del canal. Los liberales de Benjamín Herrera depusieron las armas sin
combatir la amenaza exterior.

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El tratado de paz definitivo se firmó el 21 de noviembre de 1902 a bordo del acorazado estadounidense USS
Wisconsin atracado en la bahía de Panamá. El tratado fue firmado por el general Lucas Caballero Barrera, en calidad de
jefe del Estado Mayor del Ejército Unido del Cauca y Panamá, junto con el coronel Eusebio A. Morales, secretario de
Hacienda de la dirección de guerra del Cauca y Panamá, en representación del general Benjamín Herrera y del partido
liberal; y por el general Víctor Manuel Salazar, gobernador del istmo, y el general Alfredo Vázquez Cobo, jefe de Estado
Mayor del ejército conservador en la Costa Atlántica, el Pacífico y Panamá, en representación del gobierno.
Postratado del Wisconsin:
Al resto del país la noticia del fin de la guerra llegó tarde. Dada la lejanía del istmo de Panamá respecto al resto de
Colombia, y a que las escasas líneas del telégrafo estaban interrumpidas en varios de sus tramos, las comunicaciones
quedaron en manos de estafetas y comerciantes trashumantes.
Continuaron acaeciendo hechos violentos en el país, como la ejecución de Victoriano Lorenzo por orden del general
Pedro Sicard Briceño en 1903, hecho considerado uno de los detonantes de la posterior separación del istmo.
El primero de junio de 1903, el gobierno declara el cese absoluto de hostilidades en el país, proclamando que el orden
público había sido restablecido.

Consecuencias de la guerra:

Después de la guerra, Colombia quedó devastada: se dio una gran crisis económica que se agravó con la separación de
Panamá el 3 de noviembre de 1903, y la deuda de los gastos militares en los que incurrió el gobierno. El país estaba
empobrecido, sus industrias y vías de comunicación se encontraban destruidas, y la deuda externa e interna eran
considerables, tanto así que la libra esterlina, tipo de cambio de la época, había pasado en 1898 de 15,85 pesos hasta
llegar a cotizarse en 1903 a 505 pesos.
A su vez, a causa de la derrota de los nacionalistas se firmó la Ley 33 de 1903 que establecía el patrón oro para controlar
la emisión monetaria recogiendo el circulante que había sido emitido durante la Regeneración. Prohibió cualquier nueva
impresión de moneda fiduciaria y adicionó que había suspendido las emisiones de papel moneda como recurso fiscal
mediante el Decreto 217 de febrero de 1903
Durante la guerra unos 75 000 hombres fueron movilizados en total por ambos bandos, que llegaron incluso a
reclutar niños soldados, dejando unas 39 000 bajas como máximo. Al país le costó proteger el delicado equilibrio de
paz durante aproximadamente cuarenta y cinco años.

La vida cotidiana en la guerra:

La guerra produjo grandes cambios, entre los más importantes se encuentra la cotidianidad, que se vio afectada en la
medida en que las personas deben adaptarse a otras realidades, como lo son el cambio de la vivienda, por un espacio
abierto y poco seguro, el vestido, ya no se va a tener en cuenta la mejor ropa para el día domingo o día de misa sino
que cualquier prenda será útil para salvaguardarse de las condiciones climáticas e incluso de la desnudez, el alimento
va a escasear en los frentes de combate, pues no siempre o más bien casi nunca contaran con los víveres necesarios
para alimentar a las tropas. Los repiques de las campanas en la iglesia para el ingreso a misa, determinaran la
proclamación de un discurso anti partidista a favor de un sector y la plaza principal pasa de ser un espacio de encuentro
agradable a ser el punto del reclutamiento feroz y despiadado.
Los templos como espacios de sociabilidad, van a tener una trascendencia fuerte en la proclamación de discursos del
odio, a partir de las proclamaciones realizadas por los sacerdotes, “la iglesia, luchando contra quienes se oponían a su
poder terrenal, atizó hoguera política y encontró respiro a los gobiernos conservadores” lo anterior si se tiene en cuenta
que esta institución dominaba todos los escenarios de la vida pública e iba de la mano con los gobiernos conservadores.
Puntualmente encontramos el siguiente caso: “El obispo Agustino Recoleto Ezequiel Moreno Díaz, amigo personal de
Miguel Antonio Caro, y destacado combatiente antiliberal. Desde su arribo a la ciudad de Pasto este hombre inició una
febril actividad partidista orientada a hacer de los liberales los enemigos de Dios. De su pluma publica en 1897 un
opúsculo titulado: O con Jesucristo o contra Jesucristo. O catolicismo o liberalismo, en el que, haciendo gala del
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maniqueísmo más puro, se buscaba dar una razón divina a la lucha de los católicos contra los liberales” , ratificando el
papel preponderante de la iglesia.
Por otra parte, el desplazamiento ya no tendrá un interés de paseo o disfrute de un lugar, sino que será objetivo de
reconocimiento militar y aprovechamiento de lo difícil o fácil de la geografía para un combate y la capacidad de
adaptabilidad o no a las nuevas condiciones que los lugares ofrecían.
El reclutamiento forzoso quizá va a ser la constante en todas las regiones del país, pues no era fácil tomar la decisión
por convicción propia de ir a la guerra cuando se estaba dejando atrás una vida, una familia, un trabajo o tan sólo un
espacio de “confort”, que brindaba tranquilidad, como lo señala Jaramillo: “Esta es la modalidad de la fuerza, la
subyugación y la amenaza, donde los individuos no gozan de alternativas lógicas para evitar la conscripción y donde la
razón queda subordinada al filo de una bayoneta”, donde incluso se presentaban castigos físicos a quienes se negaban,
teniendo como resultado final la vinculación en las filas. Otra forma de reclutamiento es el encierro, practicado
generalmente por el gobierno, donde se cercaban espacios públicos como las plazas de mercado y las iglesias. Pero
también en algún momento existieron los “voluntarios”, aunque muy seguramente en un número más reducido, y eran
los que optaban por la guerra para obtener prestigio social o enaltecer a su partido. En cuanto al entrenamiento, hay
tácticas militares que permiten conocer el modus operandi antes y durante los combates como lo es el Código Maceo,
muy utilizado en las tropas liberales, y algunas formas de entrenamiento por parte del ejército oficial que se podrán
establecer a lo largo de la investigación.
Separación de Panamá de Colombia
La separación de Panamá de Colombia fue un hecho ocurrido el 3 de noviembre de 1903 después de la Guerra de los
Mil Días, y que desencadenó la proclamación de la República de Panamá.
Después de su independencia de España en 1821, el istmo de Panamá pasó a unirse voluntariamente a la Gran
Colombia bajo el entendimiento que dentro de esta, mantendría una autonomía económica y política. Con la
desintegración de dicho Estado, desde 1831 pasó a integrarse a la naciente República de la Nueva Granada, siendo en
consecuencia parte de todos los cambios de denominación y organización política-territorial que en lo sucesivo tuvo la
hoy llamada República de Colombia hasta 1903. Durante estos periodos históricos en Panamá se dieron alrededor de
diecisiete intentos de secesión y cuatro separaciones consumadas durante el siglo XIX.
Para la historiografía panameña, la proclamación de la República de Panamá fue ideada por su clase política, quienes
basados en una ideología liberal, habían venido construyendo una consciencia nacionalista y autonomista desde finales
del siglo XVIII, que tuvo condiciones para materializarse finalmente, durante la coyuntura generada por la pretensión
del gobierno de los Estados Unidos de retomar las obras de construcción del Canal de Panamá. En cambio para la
historiografía colombiana, la secesión de Panamá, constituye un atentado contra la integridad político-territorial de
Colombia, que fue ideado por los Estados Unidos en asociación con la oligarquía liberal y conservadora istmeña de la
época.

ANTECEDENTES

Declarada la independencia de España, el 28 de noviembre de 1821, los gobernantes de Panamá tomaron la decisión
de unirse voluntariamente a la Gran Colombia, Estado extinto conformado en la mayor parte de su territorio por las
actuales Colombia, Ecuador, Venezuela y Panamá. Con el entendimiento que se conservaría autonomía de gestión
económica y administrativa
En 1826, año en que se celebró el Congreso Anfictiónico en la capital istmeña, Panamá rechazó la constitución
bolivariana, pero esto no fue obstáculo para que en ese año se produjera la primera tentativa de separación de la Gran
Colombia. A causa de que el congreso colombiano hacía caso omiso de las solicitudes de franquicias comerciales para
el istmo, lo cual frustraba las aspiraciones panameñas, surgió un movimiento separatista para convertir a Panamá en
un país hanseático bajo la protección de Reino Unido y los Estados Unidos. El movimiento fue, sin embargo, reprimido
por los militares colombianos destacados en el istmo.

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Separados de la Gran Colombia, de los departamentos que conformaban las regiones del norte y sur surgieron dos
nuevos países denominados Estado de Venezuela y Estado del Ecuador.
Las provincias que geográficamente ocupaban la parte central de la desintegrada Gran Colombia, que en ese entonces
comprendía los antiguos departamentos de Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena e Istmo (Panamá) decidieron
formar un nuevo Estado.
Mediante el Convenio de Apulo (llevado a cabo el 28 de abril de 1831), el general Rafael Urdaneta, último presidente
de la Gran Colombia, entregó el mando a Domingo Caicedo (3 de mayo de 1831). El nombre provisorio adoptado por la
república granadina a partir de ese momento, fue proclamado como Estado de Nueva Granada.
En algunas ocasiones, militares en el territorio istmeño, conocido como departamento del Istmo bajo el centralismo
o estado Soberano de Panamá bajo el federalismo, habían intentado separarse, independizarse del gobierno
colombiano o autogobernarse de facto, siendo las más importantes en 1830, 1831 y 1832; entre tanto posteriormente
hubo revueltas populares en Colombia (de hecho seis guerras civiles en 82 años). En 1840 y por un año se estableció
el Estado del Istmo, haciendo una clara constancia de que se reincorporaría a la Nueva Granada si esta adoptaba el
régimen federal; y durante parte de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), conflicto civil que devastó a Colombia, nación
a la que entonces pertenecía Panamá, aunque en estado de rebelión, pues muchos de sus líderes luchaban en contra
del gobierno conservador y a favor del Partido Liberal Colombiano. Entre 1846 y 1848, los gobiernos de la Nueva
Granada y los Estados Unidos habían firmado el tratado Mallarino-Bidlack, con el que los Estados Unidos garantizaban
la soberanía de la Nueva Granada sobre el istmo. Posteriormente en 1850 y 1868 también se desvinculó el istmo de
Colombia, pero una efectiva acción colombiana con apoyo armado de Estados Unidos, restituía el territorio al país,
invocando el Tratado Mallarino-Bidlack.] El 21 de noviembre de 1902 en la bahía de Panamá, liberales y conservadores
ratificaron el fin del conflicto a bordo del acorazado Wisconsin de la Armada estadounidense, en donde se redactó y
finalmente fue firmado el tratado del mismo nombre que puso fin a la guerra. La Guerra de los Mil Días dejó devastado
al departamento de Panamá, donde, entre octubre de 1899 y mayo de 1902 hubo más de sesenta combates. El
general Victoriano Lorenzo, indígena panameño y guerrillero liberal, se negó a aceptar sus términos, por lo que fue
fusilado el 15 de mayo de 1903. El 25 de julio del mismo año, la imprenta que publicaba el periódico «El Lápiz» fue
asaltada por orden del comandante militar de Panamá, el general José Vásquez Cobo, hermano del ministro de Guerra
colombiano, como consecuencia de la narración detallada del fusilamiento y sus protestas. Este suceso contribuyó a
aumentar la desconfianza de los liberales panameños hacia el régimen conservador colombiano y a que se unieran a la
causa separatista.
En mayo de 1901, los Estados Unidos e Inglaterra firmaron el tratado Hay-Pauncefote con el que se desconoció la
soberanía colombiana en el istmo, al cual se le dio el estatus de “zona de importancia internacional”. El presidente José
Manuel Marroquín intentó negociaciones para salvar la soberanía colombiana sobre istmo, y envió a Washington a
Carlos Martínez Silva, quien poco después renunció a causa de la gravedad de la situación. Marroquín puso entonces al
frente de las negociaciones a José Vicente Concha, quien se enfrentó a un hostil congreso estadounidense. En ese año,
el senado de los Estados Unidos aprobó la ley Spooner, con el cual se definió que la ruta del canal sería la de Panamá (y
no la de Nicaragua o México), se autorizó al presidente Roosevelt a indemnizar por 40 millones de dólares a la compañía
francesa dueña de los derechos, y a obtener perpetuidad una faja de tierra de 8 km de ancho a cada lado del canal.
Concha rechazó la propuesta dejando en claro que la soberanía de Colombia en el istmo no estaba en discusión, y
solicitó el aumento de la suma ofrecida a Colombia para ceder a Estados Unidos la concesión del canal una vez la
compañía francesa hubiese vendido de sus derechos. Concha terminó renunciando a causa de la intención de Marroquín
de aceptar las condiciones de los Estados Unidos, por lo que el presidente lo reemplazó por Tomás Herrán, quien
aprovechó la ratificación de Alemania de construir el canal para firmar el tratado Herrán–Hay (22 de enero de 1903),
con el que Estados Unidos concedió a Colombia lo que había solicitado Concha al congreso estadounidense.
El tratado Herrán–Hay fue atacado en el Senado por el expresidente Miguel Antonio Caro, principal opositor de
Marroquín. Caro convenció al congreso de que el Herrán-Hay era lesivo para los intereses y la soberanía de Colombia,
el cual votó mayoritariamente en contra del tratado el 18 de agosto, lo que originó un escándalo mundial. Los banqueros
estadounidenses, liderados por el magnate J. Pierpont Morgan, se decidieron a apoyar la independencia de Panamá y
el 27 de octubre se produjo una invasión armada por Penonomé. Los directores de la compañía del ferrocarril de
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Panamá compraron a varios líderes panameños y al general Esteban Huertas, jefe de la Guardia colombiana. En julio de
1903, un hermano de Alfredo Vásquez Cobo, ministro de Guerra de Colombia, el jefe militar de Panamá, José Vásquez
Cobo, dio un golpe en el Istmo y depuso al gobernador, Facundo Mutis Durán. Marroquín, en vez de sancionar al
golpista, nombró gobernador a José Domingo de Obaldía. El gobierno de Marroquín (quien nunca conoció el mar), hizo
caso omiso de los rumores de separación a tal punto que el 3 de noviembre de 1903, Pablo Arosemena despachó a
Marroquín un telegrama desde Ciudad de Panamá dando un parte de normalidad en el istmo. En la mañana del mismo
día, un movimiento de dirigentes panameños apoyados por una pequeña parte de la población proclamó la
independencia y constituyó la República de Panamá, la cual fue reconocida por los Estados Unidos al día siguiente y con
la que establecieron relaciones el 6 de noviembre, día en que llegó a Bogotá la noticia de la separación.

La separación:

José Domingo de Obaldía sería nombrado gobernador de Panamá, este cargo ya lo había desempeñado con
anterioridad.
José Agustín Arango, político istmeño, empezó a trabajar en secreto en la preparación del movimiento separatista. Una
junta revolucionaria clandestina se formó en torno suyo para planificar una revolución destinada a consolidar la
separación del Istmo de la soberanía colombiana, para negociar directamente con Estados Unidos la construcción del
canal. La red conspirativa estaba conformada aparte del propio Arango, por Manuel Amador Guerrero, médico; Nicanor
de Obarrio, militar y general del ejército colombiano y por otros como Ricardo Arias, Federico Boyd, Carlos Constantino
Arosemena, Tomás Arias, Isabelina Rojas y Manuel Espinosa Batista. Pero la parte operativa, la de mayor riesgo, le tocó
a Amador Guerrero, quien viajó a Estados Unidos en busca de apoyo para el plan, ya que las fuerzas norteamericanas
habían ayudado en el pasado al ejército colombiano. También obtuvo en Panamá el apoyo de importantes jefes liberales
y el apoyo del comandante militar Esteban Huertas.
Con todos estos apoyos, se concertó la puesta en marcha del plan separatista para un día no definido del mes de
noviembre de 1903. Sin embargo, un rumor generado en Colombia estuvo a punto de dar al traste con el plan. Informes
recibidos daban cuenta de una supuesta invasión nicaragüense al Istmo por la región de Calovébora, sobre la costa
norte panameña. Este informe, y los rumores insistentes sobre algo que se tramaba en Panamá, hicieron que Colombia
movilizara al Batallón Tiradores desde Barranquilla. El comandante de ese batallón traía secretamente instrucciones
para reemplazar a José Domingo De Obaldía y al general Esteban Huertas, en quienes ya no se confiaba en Bogotá.
El Batallón Tiradores, al mando del general Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, llegó a la ciudad de Colón en la mañana
del 3 de noviembre de 1903. No tuvo problemas para desembarcar, pero su transporte hacia la ciudad de Panamá sufrió
muchos contratiempos por la complicidad de las autoridades del Ferrocarril transístmico con los conjurados, entre ellas
el superintendente norteamericano J.R. Shaler. Después de muchas excusas, el Estado Mayor pudo desplazarse hacia
la capital. En Colón quedó la tropa bajo el mando del coronel Eliseo Torres.
Una vez llegados a ciudad de Panamá, Juan B. Tovar y sus otros oficiales fueron arrestados por instrucciones del general
Esteban Huertas, quien estaba al mando del Batallón Colombia, cuya jefatura pretendía reemplazar al recién llegado
general.
Al enterarse de la inminente acción revolucionaria, el comandante John Hubbard del buque norteamericano
«Nashville», entonces en las aguas del puerto y quien había retrasado previamente el desembarco de las tropas
colombianas en Colón, procedió a impedir su transporte y cualquier desembarco posterior, argumentando que debía
respetarse la "neutralidad" del ferrocarril, un argumento que las autoridades norteamericanas habían empleado en
anteriores ocasiones en sentido contrario.
Apresado el contingente militar colombiano y congelada la movilización de las tropas en Colón, se apresuraron las
acciones para declarar la separación del Istmo. La Junta Revolucionaria procedió entonces a declarar esa misma tarde,
la separación del Istmo. Algunos panameños asaltaron las armerías y tomaron las armas, pero no fue necesario usarlas.
Por representar a la autoridad colombiana fue puesto bajo custodia el gobernador José Domingo de Obaldía.

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Una escuadrilla naval anclada en la bahía de Panamá fue obligada a rendirse sin oponer resistencia. El Concejo Municipal
se reunió bajo la Presidencia de Demetrio H. Brid (autoridad máxima en el territorio panameño ante el surgimiento de
un gobierno de facto), y proclamó en un acta de voluntad del pueblo de ser libre y de establecer un Gobierno propio,
independiente, y soberano bajo el nombre de República de Panamá. Demetrio H. Brid se convirtió entonces en el Primer
Presidente de facto de la recién formada República de Panamá, nombrando el 4 de noviembre de 1903 a la Junta de
Gobierno Provisional que se encargaría de la administración del Estado hasta que la Convención Nacional Constituyente
en febrero de 1904 designara a Manuel Amador Guerrero como el primer Presidente Constitucional de la República de
Panamá.

Consecuencias:

El 13 de noviembre de 1903 Estados Unidos reconoce formalmente a la República de Panamá (después de haberla
reconocido extraoficialmente del 6 al 7 de noviembre), Francia lo haría al día siguiente y antes de finalizar noviembre,
otros quince países de América, Europa y Asia lo harían también.
Para el 18 de noviembre de ese mismo año, el secretario de Estado norteamericano, John Milton Hay, firma en unión
de Phillipe Bunau-Varilla un tratado para la construcción del Canal de Panamá, aunque fue muy controvertido por la
celeridad con que fue aprobado y porque Bunau-Varilla se había propuesto a sí mismo como representante del gobierno
panameño. El tratado fue ratificado después por la Junta Provisional de Gobierno de Panamá y por el Senado de Estados
Unidos.
En Colombia, la noticia de la separación de Panamá no fue conocida hasta el 6 de diciembre en Bogotá. La razón dada
para explicar el atraso fue que el cable submarino que hacía posible las comunicaciones entre las dos regiones se había
dañado en esos días.
Fue el embajador de Colombia en Ecuador, quien hizo llegar la noticia al gobierno colombiano, que ocultó la noticia por
algunos días, para prevenir los posibles disturbios que ocurrirían en Bogotá.
Hubo entonces dos clases de respuesta: enviar a Panamá una misión diplomática para averiguar si los panameños
estarían dispuestos a echar marcha atrás. También se ofrecía a reconsiderar el tratado Herrán-Hay, rechazado por el
Senado colombiano, e inclusive hasta se prometía convertir a la ciudad de Panamá en la capital de Colombia. La misión
se reunió a bordo del navío estadounidense USS Mayflower. La delegación panameña que estaba formada
por Constantino Arosemena, Tomás Arias y Eusebio A. Morales, rechazó todas las propuestas.
Colombia envía entonces otra delegación del más alto nivel, en la cual sobresalían el general Rafael Reyes, Pedro Nel
Ospina, Jorge Holguín y Lucas Caballero. Panamá estuvo representado de nuevo por Constantino Arosemena y Tomás
Arias, ahora acompañados por Carlos A. Mendoza, Nicanor de Obarrio y Antonio Zubieta. Las reuniones se desarrollaron
en el barco Canadá, de dicho país. No hubo acuerdo entre los representantes y Rafael Reyes regresó a los Estados
Unidos.

1- ACTIVIDADES PRACTICAS Y/O ENTREGABLES PRIMERA DEVOLUCION


ECOPOLITICA:
¿Explica las teorías liberales o capitalistas sobre el origen del poder politico o el Estado?
¿Cuál es tu criterio sobre las diferencias entre las teorías marxistas o socialistas frente a las marxistas o socialistas sobre
el origen del Estado?
¿Por qué se afirma que el poder politico es superior frente a los demás poderes de la sociedad?
¿Realiza un paralelo entre las teorías Teocráticas justificadoras del poder politico?
HISTORIA:
¿En qué consistió la regeneración?
¿Cuáles son los hechos mas sobresalientes y controversiales de Rafael Nuñez como presidente?

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¿Cuáles son los hechos mas destacados y controversiales de Miguel Antonio Caro, como vicepresidente y presidente de
Colombia?

2- ACTIVIDADES PRACTICAS Y/O ENTREGABLES SEGUNDA DEVOLUCION


ECOPOLITICA:
¿Según lo leído expresa con tus palabras que entiendes por teoría popular?
¿Según tu criterio en que se diferencia la teoría popular de nacional?
¿Cuál es tu criterio sobre las diferencias de las teorías capitalistas (popular y nacional), frente a la teoría proletaria
(socialista o marxista)
¿Con base en lo anterior cual es la teoría para elegir los gobernantes y demás instituciones en Colombia y por qué?
HISTORIA:
¿En qué consistió la regeneración?
¿Cuáles son los hechos mas sobresalientes y controversiales de Rafael Nuñez como presidente?
¿Cuáles fueron los aspectos más destacados y controversiales de Miguel Antonio Caro como presidente?
¿Cuál fue el motivo de la guerra civil en Colombia y el porqué de su denominación?
¿Realiza un recorrido por las fases de la guerra civil y su culminación?
¿Explica los tratados establecidos en el proyecto que trajo la separación de Panamá?
¿Cuál fue el mayor aliado que tuvieron los separatistas panameños y su principal objetivo?

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