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Así era el tío Gerardo, cada que nos juntamos en el rancho de la familia, se ponía
a platicar de todas las anécdotas que tenia y que nos compartía a todos los
sobrinos, pero ese día no contó las andanzas si no un cuento de terror en la
tormenta, de unos años atrás, y de la que solo se supo, habían desaparecido
muchas personas.
Después de las tormentas, y de todos los cuerpos que se llevaron las aguas,
empezaron a desaparecer personas que trabajaban en los campos, como si se los
tragara la tierra, sin explicación alguna, desaparecían para no volver a verlos
jamas. Muchas personas se reunieron con el párroco de la iglesia del pueblo, para
pedir por eterno descanso de los desaparecidos y de los muertos que empezaron
a verse por la región, lo que hizo que todo se calmara.
Se dispuso a salir corriendo para alcanzar a su familia, pero su pie se atoró con
algo, y mientras estaba agachado tratando de zafarlo, le tocaron el hombro
derecho y una suave voz le susurro al oído: -Ese juguete era mío…-, aunque el
chico volteó lo más rápido que pudo, sus ojos solo percibieron una ligera forma
traslucida que se deslizaba debajo de la lapida a su derecha.
Aunque sus pies estaban listos para salir corriendo y quería con todas sus fuerzas
hacerlo, no tuvo más remedio que tomar el caballito y devolverlo a su dueño, para
después de eso jamás volver a pisar un cementerio.
El visitante nocturno
Leonor se mudaba de nuevo. A su madre le encantaba la restauración, así que su
predilección por las casas antiguas empujaba a la familia a llevar una vida más
bien nómada. Era la primera noche que dormían allí y, como siempre, su madre le
había dejado una pequeña bombilla encendida para espantar todos sus miedos.
Cada vez que se cambiaban de casa le costaba conciliar el sueño.
La familia se mudó de manera definitiva para dejar atrás aquella pesadilla. Leonor
había empezado a ir a un nuevo colegio y tenía nuevos amigos. Un día, la
profesora de castellano les repartió unos periódicos antiguos para una actividad.
La niña ahogó un grito cuando, en una de las portadas, vio al mismo niño una vez
más, bajo un titular: “Aparece muerto un menor en extrañas circunstancias”.