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la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la
verdadera historia, quien quiera oír que oiga…” Lito Nebbia
La Orden Franciscana Seglar cuenta con “otras historias” …. Y aunque no se haya dado
propiamente una guerra, la historia oficial, la siguen escribiendo los que permanecen
formalmente dentro de la institución (aunque a veces no vivan como se espera de ellos la
propia espiritualidad)
Me animo a compartir la experiencia de veinte años de trayecto fraterno. Tal vez a otros les
haya pasado lo mismo.
San Leopoldo Mandic cuando se daba una situación penosa por la cual un fraile de su orden
se alejaba, suplicaba casi con lágrimas: “Que no pierda la fe” …
Primero habría que preguntarse cómo han participado de la vida fraterna y profesado la
Regla. Un enamoramiento de la figura de Francisco de Asís es inevitable…Un ideal tan
maravilloso y actual y una búsqueda que se concreta en las etapas de iniciación y formación
hasta la promesa de cumplir la regla “todo el resto de la vida”. Esos pasos los hemos dado
todos. ¿Qué sucede después?
Los que permanecen suelen comentar que no hubo “verdadera” formación, que no reunían
los requisitos, etc. etc.…. Los que se fueron confeccionan una antología de razones todas
atendibles.
Me refiero a aquellos que simplemente se van y a quienes nadie les ha ido a preguntar,
desde los consejos, que es lo que ha sucedido y como remediarlo. Puede que quizás haya
habido gestiones individuales, pero poco más.
La madre de todos los conflictos
Uno observa lo que pasa: los hermanos llegan a la reunión, se escucha una reflexión a
menudo sin participación, se comparte algún refrigerio, se reza alguna oración prescripta
por la regla y cada uno a su casa…. En el mejor de los casos se participa de la Eucaristía.
La reunión tiene que ser un espacio de encuentro con Dios y con los hermanos. (CCGG
Artículo 26,2)
¿Eso se da? Tienen esa convicción los consejeros, los formadores. O por formación se
entiende bajar unas cuantas directivas o contenidos intelectuales del franciscanismo.
Y ya está….
El pecado original es no considerar que cada bautizado que se acerca debe tener una
madurez humana y una fe que lleva a la piedad. Solamente interactuando con los
hermanos sabremos si tienen las condiciones, no solo para profesar sino, antes que nada,
para ser felices siguiendo y profundizando en el enamoramiento de Jesús. Ante las
dificultades que se han presentado recurrentemente en este tema se ha sugerido el
diagnostico psicológico previo que ayude al hermano simplemente a conocerse a si
mismo… Esto bien puede ser acompañado o reemplazado por retiros de formación que
ayuden a sanar las heridas de la vida que inevitablemente todos llevamos. La profesión en
la OFS es un compromiso cuya identidad y seriedad es similar al de un fraile o a una
clarisa.
¿Formamos para la conversión permanente? Sin apresurar los tiempos, sin invadir la
privacidad del recién llegado, sin olvidarnos de que es el Espíritu Santo, a través de
herramientas frágiles, el que ilumina el itinerario fraterno.
A veces se carece de la “cultura de consejo” que consiste en asumir todas las discusiones y
solución de los problemas. El ministro tiene un papel de impulsor de las iniciativas, pero
todos deben participar en la toma de decisiones. Esto vale para todos los niveles. Un
consejo se parece a una mesa… Su estabilidad estará garantizada por el apoyo en las
patas… Una mesa con una sola pata se caerá inevitablemente.
La realidad
Esta tragedia de las deserciones crea una mala prensa sobre muchas fraternidades. Muchos
hermanos de la primer Orden no recomiendan a los simpatizantes de san Francisco el
pertenecer a la OFS. No les faltan razones. Porque no quieren exponer –conociendo la
historia – a hermanos bautizados a la posibilidad de experimentar frustraciones y
sufrimiento innecesario. (Ver ENTRE LOBOS Y OVEJAS, PERO SIN PASTORES)
Todos sabemos lo que es remontar una mala imagen. Los frailes y las clarisas proporcionan
un acompañamiento fraterno que excede los marcos jurídicos de la suprema moderación
(Altius moderamen) de la que habla las CCGG en el Articulo 85. Ellos, viviendo en
comunidad pueden dar testimonio de cómo se “intenta” practicar el perdón, la
reconciliación en una vida de aceptación de las diferencias.
Las estructuras de la OFS han acusado recibo del numero de deserciones, pero las
propuestas no han sido más que jurídicas. Profesiones simples en vez de perpetuas,
espacios especiales para neoprofesos, etc… En el fondo lo que hace falta es cambiar el
corazón de los que están. Para acoger, proteger, integrar, cuidar, establecer vínculos de
amor. Y eso no hay normas que lo puedan conseguir… mas allá de las buenas
intenciones…
La imaginación de la caridad puede darnos muchas ideas… que superan este artículo y las
buenas intenciones de sus redactores. Podría invitarse a seguir perteneciendo a la OFS, pero
en otra fraternidad. Podrían hacerse unos retiros de sanación (¿Quién no lo necesita?)
Necesitamos escuchar a los que se fueron para aprender, para evitar futuras deserciones,
para ser mejores franciscanos.