Está en la página 1de 9

¿TIENE EL OKUPA PROTECCIÓN POSESORIA?

Actualidad Civil, Nº 2, Sección Derecho de los contratos / Debate jurídico, Febrero


2022, Wolters Kluwer

LA LEY 1420/2022

Resumen

Varios juristas de reconocido prestigio analizan la siguiente compleja cuestión:


¿Ostenta protección posesoria el usurpador de un bien inmueble que ha sido
despojado por la propiedad mediante el cambio de cerradura?

Palabras clave

Posesión, ius possessonis, ius possidendi, poseedor civil, poseedor natural,


defensa interdictal, delito de usurpación de bienes inmuebles, delito de
allanamiento de morada, delito de realización arbitraria del propio derecho,
propiedad, tutela posesoria, violencia, fuerza, acción reivindicatoria, delito de
coacciones, usucapir, precario, inviolabilidad del domicilio, perturbación,
desahucio, tutela sumaria de la posesión.

Abstract

Several renowned jurists analyse the following complex question: does the
usurper of a real estate property who has been dispossessed of the property by a
change of lock have possessory protection?

Keywords

Possession, ius possessonis, ius possidendi, civil possessor, natural possessor,


interdictal defence, crime of real estate usurpation, crime of trespassing, crime of
arbitrary realisation of one's own right, property, possessory conservatorship,
violence, force, action for recovery of ownership, crime of coercion, acquisition
by usucaption, marginality, inviolability of the home, disturbance, eviction,
summary possession.

I. Introducción

El fenómeno ocupacional en nuestro país desborda la tradicional problemática posesoria


—ya de por sí compleja—, afectando también al ámbito del derecho penal y del derecho
procesal, siendo pues necesario dominar esta trilogía de disciplinas jurídicas para poder
dar un adecuado cauce jurídico a esta problemática por parte del operador jurídico.

A mayor abundamiento, estamos ante una problemática muy casuística, en la que el


fenómeno de la ocupación se puede materializar en realidades jurídicas muy distintas,
cada una de ellas con sus peculiaridades, exigiendo un tratamiento jurídico ad hoc en
cada caso y precisando del jurista una visión holística sobre la materia.

Su dinamismo y complejidad técnica demandan del operador jurídico un tratamiento


quirúrgico sobre la materia, en el que están presentes bienes jurídicos de vital
importancia en nuestra sociedad como el derecho a la vivienda, la inviolabilidad del
domicilio, el derecho a la intimidad personal y familiar, y el derecho de propiedad
privada.

Como piedra angular, tenemos la institución civil de la posesión, de origen en el


Derecho Romano que aun a día de hoy sigue planteando interrogantes y disparidad de
criterios entre los juristas más acreditados. En este sentido, nos planteamos si ostenta
protección posesoria el usurpador de un bien inmueble que ha sido despojado por la
propiedad mediante el cambio de cerradura. No es infrecuente en la práctica que se den
este tipo de situaciones, por lo que estamos ante una cuestión de rabiosa actualidad.

II. Opinión de los expertos

Antonio Salas Carceller. Ex Magistrado de la Sala Primera del Tribunal Supremo

La solución a esta pregunta entiendo que viene dada por lo dispuesto en el artículo 460-
4º del Código Civil, en cuanto establece —como una de las formas de pérdida de la
posesión— «la posesión de otro, aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la
nueva posesión hubiera durado más de un año».

Resulta así que la posesión, como mero hecho, únicamente resulta protegida frente al
anterior poseedor si la nueva posesión ha durado más de un año.

En consecuencia, si el usurpador ha permanecido en la posesión del bien inmueble


durante más de un año, podría recuperarla mediante el ejercicio de una acción
meramente posesoria en el caso de que quien se titula como propietario acceda a la
misma y cambie la cerradura.

En igual sentido el artículo 439.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil dispone que «no se
admitirán las demandas que pretendan retener o recobrar la posesión si se interponen
transcurrido el plazo de un año a contar desde el acto de la perturbación o el despojo».

Se desprende de ello que el que se presenta como propietario del bien inmueble carece
de acción posesoria frente al usurpador si ha transcurrido más de un año desde que se
accedió a la posesión por el tercero sin que la misma haya sufrido interrupción. Por ello
el propietario tendría que acudir al juicio ordinario para acreditar su derecho a poseer
derivado del derecho de propiedad, pues ya habría quedado sin protección el tiempo de
posesión de que hubiese gozado previamente al acto usurpador.

No obstante, hay que tener en cuenta el caso especial referido a que el propietario del
inmueble sea titular registral, pues en este supuesto tiene a su favor la acción prevista en
el artículo 250.1.7º de la Ley de Enjuiciamiento Civil, pero en tal caso lo que se hace
valer no es el hecho posesorio sino la efectividad del derecho inscrito.

Como conclusiones cabe establecer, según entiendo, las siguientes:


 a) El presunto usurpador ostenta protección posesoria si la posesión del
inmueble por su parte ha durado más de un año sin interrupción y, en
consecuencia, en tal caso no puede —quien se considera propietario— proceder
al cambio de cerradura ya que, frente a él, prosperaría la acción de recuperación
de la posesión, mediante tutela sumaria, del artículo 250.1.4º de la Ley de
Enjuiciamiento Civil. En tal caso habría de acudir al juicio sobre protección del
titular registral o al declarativo que corresponda para recuperar la posesión por
ser dueño de la cosa.
 b) En el caso, que será el más frecuente, de que el titular del inmueble —
poseedor anterior— acceda al mismo y cambie la cerradura antes del transcurso
de un año de posesión, no interrumpida, por parte del tercero usurpador, éste
último carecerá de acción posesoria para reclamar su reintegración en la misma
ya que, legalmente, el anterior poseedor no había perdido su posesión (artículo
460-4º Código Civil).

Vicente Magro Servet. Magistrado del Tribunal Supremo. Doctor en Derecho

El incremento de los fenómenos violentos en el acceso a la vivienda que siempre debe


serlo por la fuerza por el ocupante, habida cuenta que la vivienda estaba cerrada con
llave, no se detiene por mucho que se hayan dictado directrices en orden a fijar criterios
para adoptar medidas urgentes a la hora de expulsar al ocupante, que siempre lo es
ilegal, porque el acceso a la vivienda ajena lo es. Las denuncias por «ocupación» de
inmuebles se han incrementado en España un 40,9% en cuatro años, pasando de 10.376
hechos conocidos por las Fuerzas de Seguridad en 2015 a los 14.621 con que se acabó
en 2019 y 15.000 2020.

En este sentido, la «ocupación» siempre es ilegal, ya lo sea como allanamiento de


morada por entrar en vivienda ajena que es morada, (art. 202 CP) ya lo sea por la vía de
la usurpación de la vivienda del art. 245.2 CP. El primero a tramitar por la vía del juicio
del jurado y el segundo por la vía del delito leve.

Han sido muchos los escenarios en los que el infractor que ha ocupado una vivienda ha
advertido, incluso por escrito, en la puerta de la vivienda de advertencias con el
ejercicio de acciones legales al propietario si lleva a cabo acciones distintas y ajenas a la
vía judicial para expulsarle del inmueble.

Cierto y verdad es que la situación actual da lugar a una praxis rocambolesca de que el
propietario perjudicado es advertido de acciones legales por el infractor inmobiliario si
el primero lleva a cabo la misma conducta que él. No otra. La misma conducta que él,
cual ha sido el desapoderamiento de la posesión del inmueble. Porque en el principio y
en el fondo lo que se trata de proteger es la propiedad y la posesión. En el delito de
allanamiento de morada propiedad y posesión, porque es la casa que usa a diario o
frecuentemente el propietario, y en el art. 245.2 CP más la propiedad porque se trataría
de pisos vacíos que no se están usando o poseyendo en ese momento.

Si el propietario del piso que es morada ejerce la acción penal por la vía del art. 202 CP
tendrá muchas más posibilidades de conseguir la medida cautelar de expulsión porque
es su morada (ya sea primera, segunda o tercera residencia, porque no hay límites para
que un inmueble sea morada siempre que esté amueblado y con los servicios básicos
dados de alta), y en este sentido tiene la protección posesoria máxima de que el juez de
guardia o el de instrucción competente por reparto si no lo ha resuelto el de guardia
resuelvan acreditando que es su morada. (Y esto lo ha expuesto el TS en varias
sentencias en cuanto al concepto de morada: Tribunal Supremo en Sentencia 1775/2000
de 17 Nov. 2000, Rec. 1458/1999, STS 731/2013, de 7 de octubre, y la más reciente
Tribunal Supremo, Sala Segunda, de lo Penal, Sentencia 587/2020 de 6 Nov. 2020, Rec.
10126/2020).

Ahora bien, si no es morada la cautelar dependerá de demostrar la urgencia de la


devolución posesoria de tu propiedad, pero el inconveniente es que no se está
poseyendo ahora y es por ello, por lo que cautelar, aunque es procedente, será más
restrictiva a diferencia del inmueble que es morada.

Pero, claro está, ¿qué pasaría si el propietario hace lo mismo que el okupa y le desposee
del inmueble mediante el cambio de cerradura? ¿Es morada la casa okupada por el
okupa de forma ilegal? ¿Y si le cambia la cerradura de la casa que no es morada?

Desde nuestro punto de vista en ambos casos el propietario cometería un delito de


realización arbitraria del propio derecho del art. 455 CP, porque emplea fuerza para
realizar un derecho propio, cual es recuperar la posesión, por cuanto lo que debe hacer
es impetrar la tutela judicial efectiva, y no actuar por su cuenta forzando la cerradura y
cambiarla, por lo que está actuando fuera de las vías legales como dice el tipo penal, y
ello lleva a multa de 6 a 12 meses en un término medio de 6 euros día, por lo que en
condiciones normales la pena sería de entre 6 y 8 meses a 6 euros día/multa., esto es
unos 1200 euros de multa.

Ahora bien, ¿qué delito cometió el okupa? Pues si entró en morada allanamiento de
morada y si no es morada usurpación de inmueble como hemos dicho. Pero ¿podría
instar la recuperación posesoria el okupa al que le han cambiado la cerradura junto con
la denuncia del art. 455 CP?

Pues difícilmente, porque no existe urgencia por la mora en el retraso en resolver


habilitante de la «inminente protección posesoria», porque es imaginable que el
propietario ya habrá presentado denuncia por la vía del art. 202 o 245.2 CP en estos
casos y aportaría copia de la denuncia cuando sea requerido ante la denuncia por el
delito del art. 455 CP. Desde luego, la cuestión es interesante desde el punto de vista
técnico jurídico, pero acreditando de forma apriorística el propietario que denunció la
ocupación difícilmente corresponda tutela posesoria inminente al okupa con medida
cautelar, y tendría que esperar a la finalización del proceso por la vía del art. 455 CP.

No obstante, está claro que sería preciso estar a la espera de la resolución del proceso de
la denuncia por la vía del art. 202 o 245.2 CP para que exista pronunciamiento por la
denuncia por ocupación antes de resolver sobre la realización arbitraria del propio
derecho, más que nada porque la primera es la prueba a alegar por el denunciado por el
okupa, es decir, el propietario, que lo único que le permitiría es que en caso de condena
por el delito del art. 455 CP no se conseguiría la devolución de la posesión al resultar
acreditado que el denunciante okupa por la vía del art. 455 CP al propietario no tenía
derecho a poseer, por lo que no habría protección posesoria. En cualquier caso, ello
sería independiente de que pudiera dictarse condena por la vía del art. 455 CP, porque si
no hay orden judicial o flagrancia el cambio de cerradura no puede llevarse a cabo en
ningún caso. En consecuencia, es cuestionable que pida el amparo de la posesión quien
resulta acreditado que ha vulnerado propiedad y posesión ajenas. Posiblemente habría
un cruce de condenas en ambas direcciones, pero sin recuperación de la posesión por el
okupa.

Angel Carrasco Perera. Catedrático de Derecho Civil de Universidad de Castilla-La


Mancha

Hay que tener mucho tacto cuando se hace una pregunta de esta clase, porque se
implican perspectivas jurídico-políticas diversas. Procedamos por orden.

Primero. Sin duda el okupa es un «poseedor natural», pero también alcanza el grado de
«poseedor civil», si quiere tener como suyo el ius possessionis, aunque carezca de título
y aunque tampoco pretenda ostentar o ganar por su conducta un derecho a poseer, un
ius possidendi, un título. Con bastante aproximación podemos afirmar que el okupa es
un titular civil del ius possessionis en tanto en cuanto esté dispuesto a no salir de la
vivienda, y no salga, por mucho que la ocupe sin título.

Segundo. Todo poseedor «tiene derecho a ser respetado en su posesión». Quiere decirse
con ello que todo poseedor tiene legitimación procesal para instar la demanda de juicio
verbal del art. 250.1.4º LEC frente a quien le perturbe o le despoje de esta posesión
alcanzada contra derecho….

Tercero….salvo que este despojador sea por su parte el poseedor legítimo que hubiera
sido privado de su ius possessionis contra su voluntad por obra del okupa, siempre que
aquél recupere como sea o inste recuperar judicialmente su posesión en el plazo de un
año. En el plazo de un año puede desapoderar incluso con violencia al okupa, y puede
demandar la defensa interdictal de los arts. 250.1.4º y 7º LEC, art. 460.4º CC). Sólo
importa que la posesión del okupa haya tenido lugar sin la voluntad del poseedor
legítimo. Fuera de este plazo puede acudir el poseedor legítimo a la acción
reivindicatoria común y al juicio de desahucio por precario, que no está sujeta a este
plazo fatal del art. 439.1 LEC.

Cuarto. En el desapoderamiento violento o clandestino instado por el poseedor legítimo


puede ocurrir que éste incurra en delito de coacciones o de lesiones frente al okupa.
Nada de esto afecta a la posesión. En la condena eventual penal impuesta al despojante
titular del ius possidendi no podrá adicionarse una «responsabilidad civil accesoria»
cuyo contenido sea restituir la posesión al okupa.

Cinco. Según el art. 441 CC «no se puede» adquirir violentamente la posesión


«mientras exista un poseedor que se oponga a ello». ¿El poseedor violento nunca puede
alcanzar siquiera el estado de poseedor «natural» del art. 430 CC? Negativo. Se trata de
un poder normativo, de un deber, no de un poder. Pero que no se deba adquirir así la
posesión no comporta que de hecho no se adquiera de esta forma. Además, no toda
okupación es violenta, y en la mayoría de los casos se realiza sin que exista un poseedor
legítimo que se oponga a la entrada.

Seis. Con todo, según el art. 444 «no afectan a la posesión» los actos ejecutados con
violencia, con tolerancia o con clandestinidad. ¿No «afectan» a la posesión del
expulsado o no afectan a la posesión que se adquiere por la entrada contraria a derecho?
Del art. 460.4º podemos inferir que la posesión así ganada es efectivamente ganada
como posesión, pero que la posesión así perdida no se pierde como posesión hasta que
transcurra un año desde la entrada del okupa en la vivienda. Por tanto, habrá durante un
período intermedio dos poseedores civiles. Uno, el okupa, que se puede defender
interdictalmente (léase, juicio verbal por despojo posesorio que se regulan en el art.
250.1.4º LEC) frente a un segundo okupa, y otro, el poseedor legítimo, que durante un
año se puede defender interdictalmente frente al primer okupa y los que le sigan y goza
de la legitimación propia del juicio de precario del art. 250.1.2º LEC. Durante este
tiempo, el primer okupa no es poseedor con defensa interdictal frente al poseedor
legítimo, que le puede echar incluso por la fuerza. A todo esto, volvemos a decir, y
ampliamos: no toda okupación se adquiere con violencia, ninguna okupación posesión
violenta o clandestinamente adquirida puede mantenerse clandestinamente siempre,
como es obvio, porque las cosas salen finalmente a la luz. Cuando no hay ya
clandestinidad, tampoco hay posesión clandestina.

Siete. El okupa puede, a pesar de su «violencia», seguir reconociendo el título en el


poseedor legítimo o, al contrario, pretender, además de privarle de la posesión, privarle
también del título. Es decir, por la razón que fuere, incluso la más insensata, el okupa
puede pretender que ha ganado el legítimo derecho a poseer por el hecho de estar
okupando una vivienda vacía. Si el derecho a poseer que se irroga el okupa es el
dominio mismo, podrá usucapir la vivienda con una posesión continuada de treinta
años, siempre que este mantenimiento continuo no se haga con violencia.

Ocho. El poseedor legítimo puede, además de otros remedios, desahuciar al okupa por
precario, conforme al art. 2501.2º LEC. El okupa no es propiamente un precarista, pero
la interpretación procesal del concepto de precario de la norma procesal ha sido
generosa, hasta el punto de reputar precarista al que sin más posee sin título. Esta acción
no está sujeta al límite anual de las acciones interdictales.

Nueve. Imaginemos que por medio de una norma como el RD Ley 21/2021 u otra
venidera se ha suspendido la posibilidad de instar acciones interdictales contra un
poseedor que ni es arrendatario ni precarista, sino simple okupa. Todo depende del
alcance de la norma. Si se trata de una simple norma procesal, el poseedor legítimo
todavía podrá expulsar incluso por la fuerza al okupa mientras no transcurra un año
desde su entrada en la vivienda, a pesar de que en Derecho no pueda «desahuciarle».

Diez. Todo lo dicho es independiente del modo y tiempo en el que puedan actuar las
fuerzas del orden gubernativo para sacar al okupa de la vivienda. Es también
independiente de que proceda la causa criminal por delito de usurpación del art. 245 CP,
y, entonces, la restitución se articule por medio de una reposesión («condena accesoria a
la pena») en favor del sujeto pasivo, si ésta no se ha operado ya antes.

Once. Si, transcurrido un año de despojo, el okupa sigue defendiéndose de modo eficaz
en la fortaleza okupada, frente a viento y marea, ello no comporta que el poseedor
legítimo no pueda privar al okupa de esta posesión por otros medios no delictivos. Pero
el poseedor legítimo debe saber que si el recobro posesorio no se funda en una sentencia
de precario o de restitución del despojo, en una condena penal o en una sentencia de
reivindicación, el okupa sigue siendo titular del ius possessionis durante un año, y puede
interdictar de despojo frente al dueño.
Francisco M. Echeverría Summers. Abogado. Doctor en Derecho. Profesor de Derecho
Civil en la UB y en la UNIR

El pasado mes de agosto se publicó una noticia en el Heraldo de Aragón en la que se


destacaba que una okupa había llamado a la policía para que le abriese la puerta de la
vivienda que ella misma había okupado y cuyo acceso le había sido negado por el
propietario mediante la puesta de un candado, siendo así que el dueño le había
arrebatado las llaves de la puerta con violencia. Tanto los bomberos como la policía
asistieron a la okupa hasta permitir a ésta el acceso a la vivienda. Dicha noticia no hace
sino incidir en la polémica de cuáles son los derechos que asisten a quienes okupan los
inmuebles de terceros sin empleo de la violencia.

Debe pues reconocerse la extraordinaria oportunidad de la consulta, si bien es cierto que


hoy en día las cuestiones relativas a la okupación de inmuebles son reconducidas en la
mayoría de los casos al ámbito penal. En concreto, al delito de usurpación previsto en el
art. 245 CP, cuyo apartado primero, contempla la ocupación con violencia o
intimidación, para la que prevé una pena de prisión de 1 a 2 años; y cuyo apartado
segundo prevé la ocupación sin violencia, para la que prevé una pena de multa de 3 a 6
meses. Está también el delito de allanamiento de morada previsto en el art. 202 CP, en
atención al cual, quien, sin habitar en ella, entra en contra de la voluntad de su morador
en una morada ajena será castigado con pena de prisión de prisión de 6 meses a 2 años,
si lo hizo sin violencia, o de 1 a 4 años y multa de 6 a 12 meses, si lo hizo con el empleo
de la violencia. Para terminar, cabe destacar el art. 172 CP, en cuanto prevé el delito de
coacciones, según el cual: quien impide a otro con violencia hacer lo ley no prohíbe, o
le compele a efectuar lo que no quiere, sea justo o injusto, será castigado con la pena de
prisión de 6 meses a 3 años, con multa de 12 a 24 meses, según la gravedad de la
coacción o de los medios empleados. A lo que añade que las penas se aplicarán en su
mitad superior cuando la coacción tenga por objeto impedir el legítimo disfrute de la
vivienda.

Desde esta perspectiva, la cuestión determinante estará en diferenciar cuando el


inmueble okupado constituye una morada (sea residencia principal o segunda
residencia), en cuyo caso, una vez demostrada dicha circunstancia, la policía debería
acceder y restituir la morada a su legítimo titular al tratarse de un delito flagrante, sin
que esté justificada la necesidad de reacción dentro del plazo de 48 horas que se viene
sosteniendo desde algunas informaciones públicas.

Sin embargo, la realidad es que la inmensa mayoría de las okupaciones no encajan en el


tipo del allanamiento, siendo subsumibles en el de usurpación. Estas okupaciones son
llevadas a cabo por familias en riesgo cierto de exclusión social, y los inmuebles
okupados suelen ser inmuebles vacíos o en construcción, habitualmente de entidades
bancarias o fondos de inversión. El fenómeno se viene generalizando, ya no sólo en las
grandes ciudades, sino en todo el territorio nacional (incremento exponencial de más
cerca de 50% entre los años 2015 y 2020).

Es pues entorno a estos últimos casos sobre los que se centra la cuestión que se plantea,
ya que, si el inmueble hubiese sido usurpado y el okupa destina el mismo a constituir su
vivienda, el legítimo propietario habrá de acudir al juez para obtener el desalojo
efectivo. En estos casos, la inviolabilidad del domicilio prima sobre el legítimo derecho
del propietario.
En este estado de cosas, debe tenerse en cuenta que el okupa usurpador, desde un punto
de vista civil, no puede ser desposeído por la fuerza de la posesión del inmueble, ni
privado sin su voluntad del uso de la vivienda, si no es con la intervención judicial. En
caso de producirse dicha desposesión inconsentida nos encontraríamos ante un supuesto
subsumible en el tipo delictivo de las coacciones, antes mencionado, e incluso del
propio allanamiento; y, desde el punto de vista civil tendría las acciones posesorias
sumarias tendentes a la protección de la posesión ilícitamente sustraída.

Efectivamente, todo poseedor está protegido frente a cualquier perturbación que afecte a
su pacífica posesión. En tal sentido, véase que el art. 250.1.4 LEC prevé expresamente
la posibilidad de que se ejerciten acciones tendentes a proteger de forma sumaria la
simple tenencia o la posesión de los bienes por parte de quien haya sido despojado de
ellas, o perturbado en su disfrute. Vemos que la protección se prevé no tan sólo frente a
los poseedores, sino también frente a los poseedores.

Son varios los artículos del CC que deslegitiman el uso de la fuerza o la violencia para
la recuperación de la posesión. Así, el art. 441 señala que el que se crea con acción o
derecho a privar a otro de la tenencia de la cosa, siempre que el tenedor se resista a la
entrega, deberá solicitar el auxilio de la Autoridad competente. El art. 446 señala que
todo poseedor tiene derecho a ser respectado en su posesión y, si fuere inquietado en
ella, deberá ser amparado o restituido en dicha posesión.

De esta forma, el okupa, en tanto que despojante inicial, estaría protegido, incluso,
contra los actos posteriores de despojo llevados a cabo por el despojado, siempre que el
titular legítimo no haya utilizado los instrumentos puestos a su disposición por el
ordenamiento jurídico. No obstante, no se trata de una posición pacíficamente
compartida entre nuestra doctrina.

En el ámbito estrictamente catalán, el art. 522-7.1 CCCat determina que los poseedores
y los detentadores tienen pretensión para retener y recuperar su posesión contra
cualquier perturbación o usurpación, de acuerdo con lo establecido en la legislación
procesal. Dicho precepto resulta aplicable tanto a la usurpación llevada a cabo
inicialmente por el okupa, como por la usurpación posterior que, con desconocimiento
de los mecanismos puestos a su disposición por el ordenamiento jurídico, lleva a cabo el
titular de la vivienda en perjuicio del okupa. Por consiguiente, al okupa se le reconoce,
de algún modo, el derecho a seguir poseyendo hasta que la Autoridad competente
declare lo contrario.

Sobre la concepción del okupa, debe destacarse que el TS ha construido una noción de
precarista que no se reduce al concepto estricto del Derecho Romano como posesión
concedida por liberalidad del titular o meramente tolerada, sino que se extiende a
cualquier ocupación de un inmueble sin derecho ni título alguno (posesión ilegítima o
sin título para poseer), En concreto, señala la Sala 1ª en sentencia de 28 de febrero de
2017, que el precario es una situación de hecho que implica la utilización gratuita de un
bien ajeno por parte de un sujeto, el precarista, cuya posesión jurídica no le
corresponde, aunque el sujeto se halle en la tenencia del bien, por falta de título que lo
justifique. De ahí que se reconozca la posibilidad del ejercicio del desahucio por
precario contra los okupas (SAP Tarragona de 22 de septiembre de 2021). Junto al
ejercicio de las acciones de tutela sumaria de la posesión y las acciones penales
comentadas, los legítimos titulares podrán ejercitar las acciones reales, como la
reivindicatoria. Lo que no podrá hacer es utilizar la violencia para recuperar la posesión
material del inmueble, ya que de lo contrario se expondrá a las querellas penales por
parte del okupa, o acciones civiles que he apuntado sucintamente.

III. Conclusiones

Como avanzábamos, la cuestión planteada entraña una elevada complejidad técnica.


Prueba de ello, es la disparidad de criterios entre los expertos encuestados.

SALAS CARCELLER y CARRASCO PERERA niegan que el okupa ostente


protección posesoria frente al legítimo poseedor que ha sido despojado. Eso sí,
transcurrido el año desde el momento del despojo, el okupa podrá ejercitar una acción
interdictal contra el propietario, pues este último habrá perdido la protección posesoria,
de conformidad con lo dispuesto en el art. 460.4º del Código Civil. CARRASCO
PERERA va más allá y precisa que durante el lapso del año el propietario usurpado
podrá despojar, incluso mediante violencia, al okupa, al estar legitimado para ello
civilmente, en tanto que poseedor legítimo; todo ello sin perjuicio de que dicha
conducta pueda ser constitutiva de un delito de coacciones o de lesiones.

Por su parte, MAGRO SERVET y ECHEVERRÍA SUMMERS se muestran proclives a


reconocer protección posesoria al okupa que ha sido despojado por la propiedad
mediante el cambio de cerradura, pudiendo ejercitar contra este último acciones civiles
y penales, en tanto que no cabe emplear la fuerza para realizar un derecho propio,
debiendo en su caso el propietario recabar el auxilio de los tribunales. En cuanto a la vía
civil, ECHEVERRÍA SUMMERS declara que nuestro Código Civil deslegitima el uso
de la fuerza o la violencia para la recuperación de la posesión (art. 441 y 446). Por lo
que respecta a la vía penal, MAGRO SERVET añade que el propietario despojante
podría incurrir también en un delito de realización arbitraria del propio derecho del art.
455 del Código Penal.

También podría gustarte