PLÁTICAS FRANCAS II – E L P EN S A R

EL PENSAR
“No hay nada bueno ni malo, sino el PENSAR LO HACE
SERIE DE PLÁTICAS FRANCAS así”.
No. 2 Esta afirmación se le atribuye a William Shakespeare.

EL PENSAR Mary Baker Eddy, la descubridora y fundadora de la Ciencia

Cristiana, tuvo que haber estado de acuerdo con esa
Por: William W. Walter afirmación de Shakespeare y pensado que era de gran valor,
Según Mario Estrada E. porque le otorgó el lugar de honor en su libro de texto,
Ciencia y Salud, con clave a las Escrituras Sagradas.

Millones de estudiantes y seguidores de las enseñanzas de la

Sra. Eddy han visto esa afirmación de Shakespeare en el
libro de texto, pero cuantos le han dado algo más que un
pensamiento pasajero? Sin embargo, si lo que él afirma es
verdad, es revolucionaria su significación.

Revoluciona todas las enseñanzas de la iglesia Cristiana

respecto al Creador. Señala como erróneas las enseñanzas
aceptadas en el presente por ambas, la iglesia Protestante y la
iglesia Católica, respecto a la Biblia.

Muestra enfáticamente que la costumbre del presente de

orarle o rogarle a Dios por ayuda, no tiene ningún sentido.

Para resumir el asunto: Si la afirmación de que “no hay nada

bueno ni malo sino el pensar lo hace así”, es correcta,
entonces están equivocadas todas las enseñanzas del
presente de las religiones Cristianas.

No se puede llegar a otra conclusión lógica, porque si el

pensar hace todas las cosas, ambas las buenas y las malas,
entonces el pensar es la causa o creador de todo. Esta idea
elimina totalmente cualquier sentido de que el Creador es
una persona o un gobernante personal.

Además, razonar cuidadosamente acerca de esta afirmación

con la iluminación correspondiente, revelará el hecho de que
si es correcta, ésta afirmación contiene el único Dios y el
único diablo que hay.

Antes de adentrarnos más en esta afirmación que para mí es

maravillosa, es absolutamente necesario que el lector de la
Ciencia Cristiana decida por sí mismo si la Sra. Eddy la
endosó. Si no la endosó, significará muy poco para él; pero si
decide que realmente la Sra. Eddy endosó esa afirmación de
Shakespeare y la propuso como siendo la metafísica correcta,
entonces le conviene adquirir un entendimiento preciso de
ella; y si el pensamiento que el lector en el respecto de la
Ciencia Cristiana no está de acuerdo con lo que dice esta
afirmación, es su deber obtener un entendimiento exacto para
que sus pensamientos puedan armonizar con su contenido o

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ya no pretender que es un discípulo verdadero de la Sra.
Eddy. Debería ser auto-evidente que el individuo que no esté
completamente de acuerdo con lo que dice esta afirmación,
que es básica en su carácter, no está siguiendo las enseñanzas
de la Sra. Eddy.
Cree el lector que la Sra. Eddy hubiera reproducido esta
afirmación y le hubiera otorgado el lugar de honor que le dio,
si no hubiera entendido completamente que lo que se afirma
es la Verdad absoluta?
Conozco de la amplia experiencia que esta afirmación será
un obstáculo para todos los simples creyentes en la Ciencia
Cristiana, pero también sé que hasta que no sea aceptada
completamente, y por lo menos sea parcialmente entendida,
el pensamiento del individuo respecto a las enseñanzas de la
Sra. Eddy no estará correcto, y por lo tanto, él es tan sólo un
creyente de la Ciencia Cristiana en lugar de ser un
entendedor como debería de ser.
Creer en una ciencia es de poca utilidad práctica, porque una
ciencia no es para ser creída simplemente, sino se debe y se
debería entender.
Pudiera no ser un error creer en la ciencia de las
matemáticas, pero este creer no le permite a uno resolver
problemas matemáticos. El estudiante tiene que entender las
matemáticas antes de que él pueda usarlas en forma práctica,
y todas las ciencias son idénticas.
Otra cosa que el estudiante se debería preguntar a sí mismo
es: “Armoniza esta afirmación de Shakespeare con el resto
de las enseñanzas de la Sra. Eddy en cuanto a qué es la
Verdad?”.
Yo pretendo que sí. Yo pretendo que esa afirmación
incorpora lo fundamental de todo lo que enseñó la Sra. Eddy.
Ahora bien, examinándola cuidadosamente, si es verdad que
“No hay nada bueno ni malo sino el pensar lo hace así”,
entonces el pensar es la causa de todo.
El pensar bueno o correcto, al ser Creador de todo lo que es
bueno y verdadero, es entonces el Creador de todo lo que es
real.
El pensar erróneo o malvado, al ser el creador de todo lo que
es malo, es entonces el creador de todo lo que es erróneo o
malo. Ahora, si lo bueno es lo real, entonces lo malo o lo
erróneo es lo irreal.
Al ser por lo tanto el pensar correcto el Dios verdadero, el
Creador de todo lo que es real y verdadero, y al ser el pensar
errado cuando mucho una simple suposición, todo lo que
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crea el pensar erróneo tiene que ser y es tan sólo una
suposición o falso o irreal. Por lo tanto, el pensar errado es
responsable de todos los problemas y malestares de la vida, y
estos problemas y malestares no son hechos reales
actuales, sino son simples suposiciones erradas sin ningún
fundamento en la realidad, y no son sino el producto de la
imaginación errada o del auto-engaño.
Si yo les estuviera presentando únicamente mi propio
pensamiento o palabra, acerca de lo que he escrito, muchos
dirían que he perdido el camino, porque sé de sobra que la
gran mayoría de los estudiantes de la Sra. Eddy tienen un
concepto totalmente erróneo de lo que ella enseñó, pero la
Sra. Eddy en casi todas y cada una de las páginas de sus
obras (cuando son entendidas), enfatiza la afirmación de que
“El pensar lo hace así”, como probaré plenamente en éste
artículo.
Quiero llamar la atención del buscador al título marginal de
“Ciencia y Salud” que dice: “Toda natividad en el
pensamiento” [1]. El diccionario Webster da “nacimiento”
como la definición de “natividad” y da como definición de
“nacimiento”, “hacer” o “aquello que es producido”.
En otras palabras, aquello que es creado.
Entonces la afirmación de la Sra. Eddy significa en esencia,
que todo lo que es creado o producido, está en y proviene del
pensamiento.
Muchos buscadores honestos, sinceros tratan de excusar su
propio pensamiento en cuanto a esta cuestión por decir o
pensar lo siguiente: “Sí, la creación es del pensamiento pero
del pensamiento espiritual”.
Si se les sugiere que el pensamiento espiritual y el
pensamiento mental verdadero son uno y lo mismo, no
estarán de acuerdo, pero de todas maneras esto es verdad.
El lector puede ver que bajo el título marginal, “Causación
Mental”, de “Ciencia y Salud”, dice: “La Ciencia Cristiana
explica toda causa y efecto como mentales, no físicos” [2].
Aquí está la afirmación incondicional de nuestra Guía de que
toda causación es mental.
Muchos estudiantes se imaginan que lo mental y lo espiritual
son dos cosas o estados distintos, pero están equivocados. La
palabra espiritual significa lo mental verdadero, en distinción
de lo mental errado, eso es todo.
Deseo que el lector mantenga en la mente la afirmación de
que “toda causación es mental”, y vea el título marginal de
“Ciencia y Salud” que dice: “La Mente la única causa” [3].
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Si ambas afirmaciones son correctas (y lo son) entonces las
palabras mental y Mente significan lo mismo.
Sé que el pensamiento generalmente aceptado es que cuando
la palabra Mente se escribe con mayúscula, significa algo
ajeno y aparte del individuo, pero si esto es verdad entonces
también lo mental es algo ajeno y aparte del individuo.
Puesto que esta deducción no es lógica, resulta en o produce
la mistificación, y conduce a una confusión más embrollada.
Es solamente por ser consistentes en el pensar, sin importar a
dónde conduce, que uno puede tener la esperanza de
entender correctamente a la Sra. Eddy, y sacar visiblemente
en la vida los resultados felices y hermosos que siguen al
pensar correcto, pronosticados por Jesús, Pablo y la Sra.
Eddy.
Le he presentado al lector únicamente unas cuantas
afirmaciones de las muchas que se encuentran en todas las
obras de la Sra. Eddy, y que corroboran que “no hay nada
bueno ni malo sino el pensar lo hace así”.
Al haber mostrado que la Sra. Eddy enseña que mental y
Mente son uno y lo mismo, como se ve claramente de su
afirmación: “toda natividad en el pensamiento”, uno debería
llegar a la conclusión firme y absoluta de que el pensamiento
es creativo, o que el pensar hace todo lo que se hace.
En “Escritos Varios”, la Sra. Eddy da una clasificación del
pensamiento: “La Ciencia Cristiana clasifica el pensamiento
como sigue: Los pensamientos correctos son realidad y
poder; los pensamientos equivocados son irrealidad e
impotentes, poseyendo la naturaleza de sueños. Los
pensamientos buenos son potentes; los pensamientos malos
son impotentes, y deberían parecer como tal. Continuando
con esta categoría, aprendemos que los pensamientos
enfermizos son la irrealidad y la debilidad, mientras que los
pensamientos saludables son la realidad y la fuerza” [4].
Las palabras “real” y “realidad” tienen un significado de
gran alcance, significado que rara vez les da el estudiante. Si
Dios o el bien es real [5] entonces se sigue por lógica que lo
real es Dios.
Si la “realidad” [6] es “Espiritual”, es la sabiduría, es poder,
es amor, entonces se sigue por lógica que toda la realidad es
el todo del Espíritu.
Si la “Verdad es real” [7] entonces se sigue por lógica que lo
real es la Verdad, y por lo tanto se puede ver que puesto que
la Verdad es Dios, lo real, es, y tiene que ser, Dios.
Si se requiere alguna prueba adicional para constatar que la
Sra. Eddy enseñó que el pensamiento bueno y correcto es el
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único Dios o Creador, entonces lo único necesario es
examinar el libro de texto con este pensamiento en mente,
porque el libro está lleno de pruebas de pasta a pasta de que
la Verdad es el pensamiento verdadero, y de que el error es
el pensamiento errado.
En “Ciencia y Salud”, la Sra. Eddy afirma claramente este
punto: “Lo correcto y lo equivocado, la Verdad y el error
etc.” [8].
Por lo tanto, se ve que el entendimiento de la Sra. Eddy era
que el pensamiento correcto y bueno es el Dios verdadero de
toda la creación real, y aunque esta idea pudiera ofender el
sentido religioso, no será hasta que sea aceptado y
comprobado por medio del pensar verdadero, actual, que el
pensamiento correcto y bueno es el poder creador, que se
convertirán los estudiantes en discípulos verdaderos de la
Sra. Eddy.
Esto trae a la mente la primera afirmación de que “no hay
nada bueno ni malo sino el pensar lo hace así”. Aquellos
que creen en algún otro poder creador, no tienen el Dios que
la Sra. Eddy enseña es el Dios real, aunque ellos se llamen
Científicos Cristianos.
La hora de separar las ovejas de las cabras que señala San
Mateo ha llegado plenamente, y el simple creyente ciego en
la Ciencia Cristiana tendrá que adquirir entendimiento o
dejar de llamarse Científico Cristiano (un Cristiano
Científico). La Sra. Eddy escribió: “No hay nada más
perjudicial para la Ciencia Cristiana que la creencia ciega”.
Por lo tanto es perjudicial para la Ciencia Cristiana que
incluso un Científico Cristiano confirmado sea un creyente
ciego.
En “Ciencia y Salud” [9], la Sra. Eddy escribió un párrafo
referente a las traslaciones científicas; es decir, explica cómo
alejarse del enfoque errado de la vida del presente y obtener
el enfoque verdadero de la vida, a saber: Se debería hacer
dulce y gradualmente. No hay razón de excitarse por el
hecho de que un antiguo ídolo de un Dios personal haya sido
destrozado, porque en algún momento de la existencia este
ídolo estaba destinado a perderse.
La Sra. Eddy escribió: “Si el pensamiento cede su dominio
a otros poderes, no puede delinear en el cuerpo sus propias
imágenes hermosas, sino las borra y delinea agentes ajenos,
llamados enfermedad y pecado” [10].
Al hacer una pausa para asimilar mentalmente esta última
afirmación, sé por la correspondencia que tengo con los del
gremio de la metafísica que muchos han perdido su camino
en este punto.
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Es lógico suponer que una cosa tiene que tener dominio
antes de que se pueda decir que ha cedido su dominio.
Esto por lo tanto enfatiza la idea de que el pensamiento es el
todo-poder, porque cualquier cosa que tiene dominio sobre
todas las cosas, tiene que ser el todo-poder.
El pensamiento por lo tanto, es el creador o la fuerza
creadora, y como señala la Sra. Eddy en esta última
afirmación, puede delinear en el cuerpo sus propias
imágenes hermosas de pensamiento siempre y cuando no se
entregue (en suposición) su dominio a agentes ajenos, a
saber: las así llamadas leyes materiales de enfermedad y de
pecado.
Si la mentalidad individual no conoce su poder para crear o
delinear la salud y la belleza en el cuerpo, entonces ella
supone erróneamente que otra cosa que no sea su propio
pensamiento es responsable de la salud o de la enfermedad
que ve manifestadas sobre, o en su propio cuerpo.
El error mayor de la vida es que la mentalidad individual no
sabe que ella es “el árbitro de su propio destino”, sino que
atribuye todo su placer y dolor a un poder o creador externo
o ajeno a su propio pensamiento, y mientras ésta sea la idea
de la mentalidad individual de sí misma y del modo de obrar
de la vida, vive su vida al revés, como si así fuera. Ella en
realidad hace todas las cosas que se hacen, pero atribuye
todos estos acontecimientos y acciones a algún agente ajeno,
sea un Dios lejano, o a un diablo muy activo. Esta forma
errónea de ver la vida y su fuerza creadora errada se
destruyen totalmente por las enseñanzas de la Sra. Eddy, y
también por la afirmación de Shakespeare de que “no hay
nada bueno ni malo sino el pensar lo hace así”.
Es auto-evidente que si el pensar lo hace todo, ambos lo
bueno y lo malo, no queda ninguna otra cosa que otro poder
pueda hacer o crear y, o la afirmación es totalmente
equivocada, o la idea antigua de un Dios y un diablo
personales, como los creadores de todo lo bueno y lo malo,
es errónea.
A medida que se entienden las enseñanzas de la Sra. Eddy,
se vuelve más y más evidente que el pensamiento, en el
último análisis, es la única causa de todos los males así como
de todos los estados saludables. No se puede tomar ningún
otro significado de las enseñanzas de la Sra. Eddy a la luz de
la siguiente afirmación: “Pero permanece el hecho, en la
metafísica, que la mente del individuo solamente puede
producir un resultado sobre su cuerpo” [11]. No importa a
qué grado el estudiante de la Ciencia Cristiana no crea que
únicamente su propia mentalidad (a través del pensamiento)
es el poder que puede producir un efecto sobre su cuerpo,
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esto no cambia el hecho de que éstas son las palabras y
enseñanzas de la Sra. Eddy.
La Sra. Eddy muestra cómo debería proceder el individuo
para remediar sus males. Las palabras siguientes tienen un
significado muy amplio y no se refieren a ninguna otra cosa
que no sea la propia mente o pensamiento del individuo:
“Cualquier beneficio que la mente desee producir sobre el
cuerpo, se debería expresar mentalmente, y el pensamiento
debería agarrarse bien de este ideal” [12].
Seguramente este método delineado es fácil de comprender,
y sólo se vuelve difícil de entender, cuando erróneamente la
humanidad trata de introducirle a los problemas de la vida el
trabajo de un Dios misterioso, cuando de hecho el trabajo se
logra totalmente por la mentalidad individual en sí por medio
de su propio pensar.
En éste mismo párrafo la Sra. Eddy explica cómo las varias
creencias acerca de la enfermedad y el malestar llegan a ser o
son exteriorizadas, y en el párrafo siguiente dice: “Invierte el
caso. Sé guardián en la puerta del pensamiento. Admitiendo
únicamente las conclusiones que desees se lleven a cabo en
resultados corporales, te controlarás a ti mismo
armoniosamente”.
Seguramente, nadie, confrontado con toda esta evidencia del
auto-control completo del individuo por medio de sus
conclusiones y pensamientos, puede ser tan fanático, como
para seguir pretendiendo ser un seguidor de las enseñanzas
de la Sra. Eddy, y todavía atribuir los malestares a algún
poder que no sea su propio pensamiento equivocado, y el
sanar al poder de su propio pensamiento correcto.
No le gusta al ser humano aceptar la responsabilidad de sus
propias faltas, siempre estando dispuesto a culpar a algo
ajeno a sí mismo de ellas. Esta es la razón tras el intento de
algunos así llamados Científicos de culpar a aquello que
ellos se complacen en llamar “la mente mortal”, como siendo
la causa de sus males, a pesar de que la Sra. Eddy afirma
claramente que ella dio el nombre de “mente mortal” a toda
la creencia humana o el pensamiento erróneo. La Sra. Eddy
no quiso decir que hay una entidad o cosa allá en el éter
misterioso que fabrica pensamientos malos y se los manda al
individuo: sino realmente quiso decir por mente mortal, el
pensar errado del individuo y también el pensar errado
colectivo de todos los individuos.
El pensamiento erróneo de la humanidad no puede salir y
encontrar alojamiento insospechado en las mentalidades de
otros. Los pensamientos errados de otros individuos no
tienen absolutamente ningún poder para entrar en tu
conciencia a no ser que tú les des entrada y los admitas.
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La Sra. Eddy expone claramente esta proposición como
sigue: “Nosotros somos los responsables de nuestros
pensamientos y actos; y en lugar de ayudar a los malos
proyectos de otros obedeciéndolos (para después quejarte de
la desgracia), levántate y véncelos” [13].
Aquí, por lo tanto, está la afirmación incondicional de que el
individuo es un agente moral libre y no está sujeto a los
pensamientos malos de otros, a no ser que él lo desee. Es por
conocer esto que se hace imposible la mala aplicación. Cada
mentalidad individual tiene dominio sobre sí misma, y es
solamente por entregar este dominio en forma intencional o
por la ignorancia, que cualquiera puede entrar en la morada
mental de otro individuo y causar que él piense en forma
distinta a la cual desea.
La Sra. Eddy ejemplifica que aquellos que son tan
descuidados como para obedecer “Los malos proyectos de
otros” sufrirán las consecuencias porque escribió: “Si un
criminal insta a un incauto a cometer un crimen, nuestras
leyes castigan al crédulo como cómplice del hecho” [14].
La Sra. Eddy escribió: “Los pensamientos e intenciones
malas no llegan más allá y no hacen más daño de lo que la
creencia de uno permite” [15].
Esta afirmación da mucha luz. En otras palabras, significa,
que el pensamiento malo de otros, o “la mente mortal”, no
tienen ningún poder propio en lo más mínimo, sino que cada
individuo que erróneamente admite la creencia de que el
pensamiento malo tiene poder, será afectado, no por el
pensamiento malo, sino por su propia creencia acerca de él.
“La creencia del propio individuo” gobierna todo el asunto, y
puesto que él es afectado por su propia creencia errónea (aun
cuando no haya ningún intento de mala aplicación de otro),
experimentará el efecto de la mala aplicación de acuerdo con
su creencia errónea acerca de ella. Este efecto malo es el
producto de su pensamiento erróneo, aunque la culpa se le
imputa a otro individuo.
Continuando el párrafo, la Sra. Eddy escribe: “Los
pensamientos malos, las lujurias, y las intenciones maliciosas
no pueden llegar, como polen errante, de una mente humana
a otra, encontrando alojamiento insospechado, si la virtud y
la verdad construyen una buena y fuerte defensa” [16].
En otras palabras, un criminal no podría convencer a un
hombre honesto a cometer un crimen, porque la honestidad
natural en la mentalidad del hombre honesto se rebelaría en
contra de la idea.
Si el pensamiento habitual es bueno, uno está inmune a toda
mala aplicación, porque entonces la mentalidad no aceptará
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ningunos pensamientos malos, y no importa cuál sea su
origen.
Aquellos estudiantes (y he encontrado muchos de ellos) que
creen que hay una “mente mortal” en algún lugar que les
manda pensamientos equivocados, y de éste modo les causa
malestares y problemas, se han fabricado para sí mismos un
diablo muy activo, uno que los va a mantener muy ocupados
hasta que abandonen la idea errónea y busquen la causa del
problema en su propio pensar errado, y hagan la corrección
allí.
También, aquellos estudiantes (y he encontrado a muchos)
que piensan que hay una Mente Divina en algún lugar que
les está mandando buenos pensamientos con los cuales
vencen sus males y problemas, tienen que aprender que esta
idea es un grave error, y que no es, en lo más mínimo la
enseñanza de la Sra. Eddy.
Quienes tienen esta creencia (no es entendimiento) no han
cambiado su sentido anterior de Dios en lo más mínimo, sino
todavía mantienen el sentido anterior teológico de un
Gobernante divino que los gobierna absolutamente.
Ciertamente han cambiado el nombre de este Dios misterioso
y ahora le llaman a Él “la mente Divina”, pero a la Mente
divina le atribuyen la misma acción que anteriormente le
atribuían a su Dios teológico anterior, con la posible
excepción de que ahora creen que el bien proviene de Él y el
mal de la mente mortal. De este modo cambian el nombre,
pero no la naturaleza de su Dios.
Con una idea errónea de Dios, ellos, por sí mismos, están
totalmente desamparados, y niegan las enseñanzas de la Sra.
Eddy de que cada uno es responsable de todas las cosas, con
la creencia de que si la Mente divina no opta por actuar, no
es culpa de ellos, sino del Creador.
La inconsistencia de estos estudiantes se puede ver
fácilmente por el hecho de que dicen: “Yo, por mí mismo, no
puedo hacer cosa alguna”, y a pesar de ello tratan de sanarse
a sí mismos o a sus pacientes por dar tratamientos mentales.
Porque hacen este intento de hacer algo después de haber
aseverado que no pueden hacer nada?
Para aclarar este asunto totalmente, sólo tenemos que leer el
párrafo del encabezado marginal, “La enfermedad como
solamente pensamiento”, de “Ciencia y Salud”: “Un hombre
mortal posee este cuerpo, y él lo hace armonioso o
discordante, en conformidad con las imágenes impresas
sobre él” [17]. Aquí la Sra. Eddy muestra que el pensamiento
del propio individuo, íntegramente y por completo, es lo que
hace al cuerpo enfermo o sano.
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PLÁTICAS FRANCAS
Continuando con su afirmación, dice: “Abrazas a tu cuerpo
en tu pensamiento y deberías delinear sobre él pensamientos
de salud, no de enfermedad”.
Todo el proceso, entonces, es el resultado del pensamiento
correcto o erróneo del propio individuo, y el cuerpo expresa
cualquier pensamiento que éste delinea sobre de él.
La palabra delinear, según el diccionario Webster, significa:
“dibujar las líneas que exhiben la forma de una cosa”. La
palabra “bosquejar” es propiamente un sinónimo de
“delinear”. Entonces las instrucciones de la Sra. Eddy son de
bosquejar sobre el cuerpo los pensamientos de salud, etc.
que uno desee experimentar. Menciono esto, porque he leído
y oído que algunos enseñan, que el individuo no debe
bosquejar en el trabajo mental.
Descubrí que es un buen consejo que los estudiantes sigan
las instrucciones de la Sra. Eddy en todo lo que pertenece a
la Ciencia Cristiana, y no hacerle caso a las opiniones
personales de los varios autores, cuando estos contradicen las
instrucciones de la señora.
Ella escribió: “Por medio de esta acción del pensamiento y
sus resultados sobre el cuerpo, el estudiante se comprobará a
sí mismo, por pequeños comienzos, las grandes verdades de
la Ciencia Cristiana” [18]. A través de esta acción del
pensamiento correcto sobre el cuerpo, el paciente se
comprobará a sí mismo (si no está confundido o mistificado)
que es su propio pensamiento correcto lo que hace el trabajo,
y no un Dios lejano, y que no hay sino una conclusión lógica
a la cual llegar, a saber: que si es la “Mente divina” la que
sana, entonces su propio pensamiento correcto es esa Mente
divina, porque él se comprueba real y actualmente a sí
mismo que su propio pensamiento correcto lo sana, como
señala la Sra. Eddy.
La mente mortal no es algo que manda pensamientos
erróneos al individuo, ni es un misterio en lo más mínimo,
porque la Sra. Eddy explica claramente lo que quiso decir
con el término.
Ella dice: “Para ser entendido, el autor llama mente mortal
a la humanidad enferma y pecadora” [19]. Seguramente,
entonces, no se le debe temer a la mente mortal, porque
“amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos” es la
enseñanza de la Biblia.
Es lastimoso ver el temor abyecto que algunos maestros
inculcan en sus alumnos por sus enseñanzas equivocadas
acerca de la “mente mortal” y de su poder supuesto.
La humanidad enferma y pecadora por regla general tiene tan
poco tiempo para pensar en otra cosa que no sea de sí misma
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y de sus malestares y problemas, que no debe temer que
exista algún esfuerzo especial de su parte para dañar a uno.
También, si la humanidad enferma y pecadora conociera
cómo utiliza su poder mental, seguramente lo usaría para
liberarse de sus propios malestares y problemas y no para
causarles más problemas a los demás.
Así se ve que este misterioso hombre de paja, a saber, “la
mente mortal”, que algunos han establecido, no es nada de
temer cuando él es conocido por su nombre correcto, a saber:
la humanidad enferma y pecadora, “tu vecino”.
El individuo que acepta descuidadamente las creencias de
enfermedad de otros como la verdad, se encuentra en la
necesidad de lanzar fuera esas creencias con su
entendimiento de qué es y qué no es un hecho, para poder
experimentar una vida armoniosa. No hay ningún misterio
relacionado con ello en lo más mínimo, y quienes tratan de
hacer un misterio de una ciencia, muestran por este mismo
intento su fracaso total de entender esta ciencia.
Para llevar el problema al nivel del individuo, donde
pertenece realmente, la Sra. Eddy dice: “Guía y gobierna a la
mente mortal, o al pensamiento del paciente” [20]. El
pensamiento que quiero enfatizar es, que aquí la Sra. Eddy
ha mostrado que ella consideró y llamó al pensamiento del
paciente, la “mente mortal”.
Es el pensamiento equivocado del propio individuo lo que
causa sus problemas, y es la corrección de su propio
pensamiento equivocado lo que resulta en su sanar.
Si el individuo no tiene suficiente entendimiento de los
hechos de la existencia para corregir su pensar equivocado,
entonces es necesario contratar a un practicante o sanador
(un maestro) para ayudarlo y mostrarle qué es y qué no es
Verdad.
Es una tontería continuar para siempre evadiendo el punto en
cuestión y culpar a Satanás de nuestras faltas. Uno mismo es
responsable de sus propios pensamientos y actos, como la
Sra. Eddy ha mostrado claramente. También es una tontería
que uno tema asumir el crédito de nuestro propio sanar,
cuando es un hecho que es la aprehensión correcta de los
hechos lo que sana; en otras palabras, es el pensamiento
correcto de uno mismo. Aquí otra vez es el practicante o
sanador (maestro) a quien se le debe dar el crédito por haber
mostrado el camino, pero el individuo o tiene que adquirir
entendimiento y llevar a cabo la corrección de sus
pensamientos por sí mismo, o tiene que aceptar como verdad
los pensamientos que le presenta su practicante o maestro.
Cualquier sanar en el que se le solicita a Dios, o a cualquier
otro poder, para que cure (y no importa si a aquella cosa a la
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que se le solicite se le da el nombre de Mente divina o Amor
divino) es el sanar por fe, y cualquier efecto bueno
subsiguiente que le sigue a dicha solicitud es tan sólo el
efecto de la fe en el estar solicitando o en el método
empleado, sea que sea un tratamiento mental o un
tratamiento medicinal (de drogas), porque como señala la
Sra. Eddy, el sanar verdadero es a través de la iluminación
del entendimiento individual, y la fe ciega es realmente
perjudicial a la ciencia.
En “Ciencia y Salud” [21], la Sra. Eddy llama la atención al
efecto de gran alcance que tiene el pensamiento. Dice, en
esencia: La cara palidece, las secreciones son cambiadas, la
acción de los pulmones, de los intestinos, del corazón, todas
ellas se muestran que están sujetas al pensamiento, y si no al
de uno mismo, al de quien?
El pensamiento de temor de cierta persona y del cual otro
individuo no sabe nada, no hace palidecer su cara, pero sé
por mi experiencia individual que esto puede suceder y
realmente sucede en respuesta a nuestro propio pensamiento
de temor.
Es más difícil que la gente admita que las secreciones
puedan ser cambiadas por el pensamiento y que la acción de
los intestinos, pulmones o corazón puede ser gobernada por
el pensamiento; pero la prueba de que esto es verdad llegará
con la misma cantidad de tiempo y práctica que se le
dedicaría a cualquier otra cosa nueva que uno deseara lograr.
No es imposible aumentar o disminuir el pulso simplemente
por medio del pensamiento, y el grado en que esto se puede
lograr está en proporción exacta al pensamiento de que
realmente se puede hacer.
Esto quizá sea imposible para el individuo que dice que no se
puede hacer. Porqué? Porque su pensamiento es de que no se
hará, y este pensamiento gobierna; pero se probará que no es
imposible para el individuo que cree que es posible hacer
estas cosas, y se pueden hacer a voluntad por el individuo
que entiende la ciencia de la metafísica con suficiente
claridad para demostrar su forma de funcionar.
Se puede comprobar fácilmente que el pensamiento se
exterioriza sobre el cuerpo; Quién puede pensar en bostezar
por unos minutos sin que el cuerpo muestre visiblemente la
acción del bostezo.
¿Quién puede pensar en algo triste por un poco de tiempo sin
que muestre visiblemente algo en la forma corporal que se
ajuste a este estado de humor de la mentalidad? Si algo
sucede para cambiar este estado de humor o pensamiento a
un pensamiento de felicidad o alegría, no exhibe el cuerpo el
cambio que se ha efectuado en el pensamiento? Es cierto,
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que hay algunos que se han enseñado a ocultar sus
verdaderos sentimientos, pero incluso ellos no pueden
impedir que la mentalidad exprese sus pensamientos sobre el
cuerpo, porque cuando cualquier pensamiento se vuelve
habitual, ya no se puede ocultar, y el cuerpo lo expresará más
o menos a pesar de la voluntad del individuo.
Si un estado de humor triste se cambia o se lanza fuera por
un estado mental de felicidad, entonces el estado mental de
felicidad o el pensamiento de alegría es el sanador de ese
estado mental de tristeza. Si esta acción del pensamiento es
verdad respecto a la tristeza, porque no puede ser verdad
respecto a todos los sentimientos, incluyendo el dolor?
¿Qué es el dolor sino un sentido discordante, un sentido
inquietante, una enfermedad?
Si es un hecho que un sentido de felicidad es un antídoto,
remedio o curación de un sentido de tristeza, ¿no podría ser
cierto que un sentido de bienestar es el antídoto, remedio o
curación del malestar (la enfermedad)?
La Sra. Eddy dijo: “Si un sentido de enfermedad o malestar
produce sufrimiento y un sentido de bienestar es el antídoto
del sufrimiento, la enfermedad o malestar es mental, no
material” [22]. Aquí está afirmado claramente que el método
de sanar un sentido de sufrimiento es de aplicar su antídoto,
un sentido de bienestar en contradicción al sentido de
discordia o malestar que está produciendo el sufrimiento.
Continuando su afirmación, la Sra. Eddy dice: “De aquí el
hecho de que la mente humana sola sufre, está enferma, y la
Mente divina sola sana”. Se notará que la Sra. Eddy
prácticamente llama a este sentido de bienestar la Mente
divina; de hecho, toda su enseñanza muestra que la
conciencia correcta o el pensamiento correcto (que es uno y
lo mismo) es el concepto que ella tiene de Mente divina.
Todo esto comprueba categóricamente que la afirmación de
Shakespeare, de que “no hay nada bueno ni malo sino el
pensar lo hace así” es absolutamente correcta, y que el
pensamiento correcto y bueno es el Dios verdadero; y que el
pensamiento errado o malo es el creador supuesto de toda
suposición.
Las enseñanzas de la Sra. Eddy, cuando son entendidas,
enfatizan el hecho de que se requiere el pensamiento directo
opuesto para sanar, y aun cuando es un hecho que la
aplicación se tiene que entender completamente para lograr
resultados perfectos, de todos modos esta afirmación se
puede establecer como una guía general en el sanar mental.
Nunca se debería olvidar que el individuo es responsable de
sus propios pensamientos, y que sus pensamientos son
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PLÁTICAS FRANCAS
responsables de todas sus experiencias. Si las experiencias
del individuo no son de su agrado, es su privilegio cambiar
esas experiencias por medio de una corrección del
pensamiento en cuanto al tema. No es necesario abogar o
apelar a algún poder ajeno o externo a la mentalidad
individual, y entre más pronto sea reconocido el hecho de
que cada semilla (pensamiento) da fruto (efecto) conforme a
su especie, es mejor; y el individuo entonces cuidará más y
más su pensar, y si realmente corrige su pensar, es seguro
que adelantará tanto moral como físicamente.
Quienes tratan de llegar al cielo (la armonía) por cualquier
otro camino que no sea el de cesar su pensar equivocado,
serán decepcionados, porque el único camino al cielo (la
armonía perfecta) es a través del pensar correcto constante.
Esta corrección del pensamiento individual hasta que esté
completamente limpio de toda creencia errónea, es la tarea
que se le presenta a cada individuo, y entre más se atrase el
comienzo, más tenaces se harán los hábitos erróneos de
pensamientos y será más difícil lanzarlos fuera.
Cada pequeño avance en el pensar correcto trae la progresión
correspondiente hacia la meta de la perfección; esto saca
visiblemente en la experiencia un sentido de la vida más feliz
y más armonioso correspondientemente.
Aquellos estudiantes de la Ciencia Cristiana que, como
resultado de sus esfuerzos no están sintiendo y
experimentando un sentido de la vida más amplio y feliz,
pueden estar seguros de que no han encontrado la vereda
verdadera; porque la vereda verdadera conduce siempre para
arriba hacia un sentido de la vida más feliz y más amplio y
completo.
Si al esfuerzo del estudiante en el estudio y práctica de la
Ciencia Cristiana no le siguen mejor salud, mayor éxito y un
sentido más armonioso de la existencia, puede estar
absolutamente seguro de que hay algo equivocado en su
concepción de esta ciencia, y que está perdiendo su tiempo
construyendo sobre la arena de sus propias creencias
equivocadas. Ya que no hay nada más cierto que el haber
ganado un entendimiento más correcto de los hechos de la
Vida, automáticamente será seguido por un sentido más
verdadero de la vida, y la objetivación de este sentido más
verdadero de la vida es tener una vida más abundante, y no
menos y menos abundante, como he notado que sucede con
los estudiantes, que aún cuando son sinceros, son totalmente
ilógicos en cuanto a sus deducciones de la Ciencia Cristiana.
La Sra. Eddy, al escribir acerca de su clase normal, dijo en
esencia, que ella enseñó a muchos, muchos estudiantes el
curso primario gratis, o cobrándoles muy poco dinero, pero
que pensó que no era juicioso admitir a nadie a la clase
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II – E L P EN S A R
normal hasta que hubiera pagado totalmente la inscripción.
Su razón por hacer esto debería dar mucha luz a los muchos
estudiantes que todavía están trabajando con el problema del
abastecimiento.
La Sra. Eddy dio a entender que quienes no pueden
demostrar el abastecimiento suficientemente para pagar la
entrada a la clase normal, no habían ganado suficiente
entendimiento en la clase primaria, ni posteriormente, para
darles derecho a ingresar en la clase normal.
Lógicamente, entonces, aquellos que piensan que entienden
la Ciencia Cristiana, y no obstante no se han elevado para
salir de la pobreza y de la angustia aunque sea parcialmente,
están auto-condenados como no entendiendo la Verdad de
Cristo suficientemente para hacerlo.
Esto debería despertarlos al hecho de que deberían seguir
buscando aún más, y no estar satisfechos simplemente con la
creencia de la Ciencia que tienen en el presente.
No es una práctica correcta que el estudiante piense durante
una hora que él está bien y que su abastecimiento es
suficiente, y el resto del día actúe y piense de sí mismo como
enfermo y pobre.
La idea de que algunos pocos minutos o unas pocas horas de
pensamiento correcto compensan una actitud mental errada
mantenida durante todo el día es una tontería, y nunca se
hubiera considerado ser suficiente si no fuera por el sentido
ficticio que tienen algunos estudiantes de la Ciencia, a saber:
que ellos tienen que hacer poco trabajo y Dios hará el resto.
Es verdad que si uno hace su trabajo mental suficiente y
correctamente, Dios hará el resto, pero esta afirmación se
tiene que entender. Significa que el individuo tiene que
pensar y razonar, y volver a pensar y razonar, hasta que él
llegue al entendimiento, y en ese momento, El
Entendimiento, que es Dios, hará el resto, corregirá el
pensamiento erróneo en la conciencia.
Todos los estudiantes deberían notar cuidadosamente el
encabezado marginal, “Los pensamientos son Cosas”, en
“Ciencia y Salud”, ahí la Sra. Eddy enseña la forma de hacer
o convertir pensamientos en cosas: “Afianza el pensamiento
con constancia a lo perdurable, lo bueno, y lo verdadero, y
traerás éstos a tu experiencia proporcionalmente a lo que
ocupan tus pensamientos” [23].
Aquí se afirma la ley mental de la proporción, y si se espera
una proporción mayor de salud y de abastecimiento de una
proporción pequeña en que ellas ocupan el pensamiento, uno
quedará decepcionado. El individuo tiene que lograr que la
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PLÁTICAS FRANCAS
proporción del pensamiento sea correcta, y sus
pensamientos serán exteriorizados como cosas.
Si los pensamientos son cosas, entonces las cosas son
pensamientos, y nosotros podemos crear cosas por medio
de nuestros propios pensamientos. Es verdad que en el
presente el método de dicha creación mental se aplica
crudamente, y está teñido con el sentido material, pero si el
individuo usa el talento que tiene lo mejor que su habilidad
se lo permite, llegará el momento cuando la mentalidad
individual reconocerá y entenderá su dominio completo sin
que haya ningún poder aparente opuesto que obstaculice, y
cuando haya llegado el momento de la plenitud de este
entendimiento, el NOSOTROS divino podrá repetir esa
maravilla de la creación de la creación donde la Mente
necesitaba únicamente hablar (pensar) y el carácter del
pensamiento apareció como una cosa exteriorizada.
“Tal fue el origen del cielo y de la tierra, cuando fueron
creados en aquel día en que el Señor Dios hizo el cielo y la
tierra, y todas las plantas del campo antes de que
naciesen en la tierra, toda la yerba de tierra antes de que
ella brotase; porque el Señor Dios no había aún hecho llover
sobre la tierra, ni había hombre que la cultivase” (Gn 2:4, 5).
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II – E L P EN S A R
B IBLIOGRAFÍA
[1] Ciencia y Salud, página 553, línea 19.
[2] Ciencia y Salud, página 114, línea 23.
[3] Ciencia y Salud, página 262, línea 30.
[4] Escritos Varios, página 252, segundo párrafo.
[5] Ciencia y Salud, página 470, línea 13.
[6] Ciencia y Salud, página 116, línea 3.
[7] Ciencia y Salud, página 288, línea 2.
[8] Ciencia y Salud, página 453, línea 7.
[9] Ciencia y Salud, página 485, línea 14.
[10] Ciencia y Salud, página 485, línea 24.
[11] Sanar Cristiano, página 6.
[12] Ciencia y Salud, página 392, línea 12.
[13] Escritos Varios, página 119.
[14] Escritos Varios, página 119, mismo párrafo.
[15] Ciencia y Salud, página 234, línea 31
[16] Ciencia y Salud, página 234, mismo párrafo.
[17] Ciencia y Salud, página 208, línea 26.
[18] Ciencia y Salud, página 384, línea 13.
[19] Ciencia y Salud, página 114, línea 2.
[20] Ciencia y Salud, página 414, línea 12.
[21] Ciencia y Salud, página 415, línea 16.
[22] Ciencia y Salud, página 270, línea 27.
[23] Ciencia y Salud, página 261, línea 4 (capítulo “La Creación”).
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