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TRANSMIGRANTES

Fotografías: Yaroslavl Riquelme Williamson (Yaro)


+ Colectivo las Niñas: Pilar Díaz, Marcela Bruna
y Macarena Peñaloza
Edición: Rodrigo Villalón y Freddy Ojeda
Armado: Carolina Zañartu Salas
Producción y gestión: Fernando Rivera
Textos: Anastasia María Benavente

©Ediciones Challa
edicioneschalla@gmail.com
www.edicioneschalla.com
“Mi cuerpo trans existe, como realidad material,
como entramado de deseos y prácticas y,
su inexistente existencia pone todo en jaque:
la nación, el juzgado, el archivo, el mapa, el documento,
la familia, la ley, el libro, el centro de internamiento,
la psiquiatría, la frontera, la ciencia, dios.
Mi cuerpo trans existe.

Paul Preciado
En este fotolibro encontrarás fragmentos visuales de las historias de vida de
mujeres transmigrantes que viven en Arica, Santiago y Tacna.

Para llevar a cabo este trabajo se ha realizado un proceso de vinculación


empática entre las fotógrafas y las protagonistas, a través de un acompañamiento
que duró seis meses. Como mujeres trans estamos cansadas de ser objeto de estudio
y que se hable de nosotras y por nosotras. Por esta razón, resultó necesario generar
diálogos e indagar en los imaginarios de cada una de las participantes, respetando sus
espacios de intimidad. Por otra parte, deseamos mostrar desde nuestra perspectiva
qué entendemos por migración y analizarnos como colectivo bajo este concepto.
Si bien, la mayoría de las mujeres trans que fueron acompañadas son migrantes,
comprendemos que nuestra construcción identitaria es un proceso migratorio desde
nuestros propios cuerpos. Mostrar estas historias nos permite reflexionar en torno
a nuestra situación en Latinoamérica y el Caribe, como víctimas de un genocidio,
cabe destacar que nuestra expectativa de vida no supera los 40 años en la región.
Las protagonistas de este fotolibro son nuestras compañeras: Mischell, Bárbara,
Mía, Brytani, Carla, Xavi, Maca, Karla, Yorley y su esposo trans masculino Boyd.
Los lugares de proveniencia son: Haití, Venezuela, Ecuador, Perú y Chile. A través
de sus rostros, cuerpos y miradas, podemos mostrar la forma en como seguimos
sobreviviendo, buscando la felicidad, el amor, el desarrollo espiritual, la construcción
corporal y psíquica, en un constante viaje.

El fenómeno migratorio para nuestra población tiene ciertas particularidades.


Como todas las personas podemos formar parte de los procesos de desplazamiento,
producto de situaciones, económicas, políticas y sociales. Sin embargo, en la mayoría
de nuestros casos corresponde a lo que se conoce como migración forzada. La
expresión de la identidad de género femenina conlleva a que gran parte de nuestras
compañeras, sean expulsadas de sus casas a temprana edad y desde ahí el comienzo
de un periplo de subsistencia. En las calles, siendo niñas o adolescentes, son víctimas
de abuso sexual y violaciones, habitando el lugar que la sociedad dejó para el cuerpo
trans/travesti, la calle y el trabajo sexual. Excluidas también de las escuelas y de todo
ámbito de desarrollo, nuestra población es castigada en los centros de salud y justicia.
La violencia que vivimos es estructural y sistemática, en este contexto de violencia,
brutales crímenes de odio, precariedad y trata de personas, muchas compañeras
huyen forzadamente de sus territorios y han encontrado en Chile un espacio para
poder expresar su identidad desde el cuerpo.
El cuerpo trans y travesti desobedece el mandato heterosexual de sexo
género, basado en un dimorfismo. El binarismo de género instalado en la colonización
como una forma de organización social, dejó fuera a todos los cuerpos que escapan
a esa lógica. Es conocido que, en los diversos pueblos del Abya Yala, existía una
concepción muy diferente en relación con género y la sexualidad. Con la imposición
del heteroparadigma nuestra población fue condenada a la marginalidad social
y castigada con la muerte. Bajo esta perspectiva, hemos sido forzadas a construir
nuestra expresión de género de forma binaria, es decir, migrar nuestros cuerpos hacia
lo que la sociedad considera como femenino. En este proceso de hiper feminización
hemos recurrido a cirugías clandestinas, para tener senos, caderas y glúteos, nuestras
mismas pares nos inyectan siliconas líquidas, lo que ha provocado un enorme daño,
muchas veces irreparable e irreversible. Una de las principales causas de muerte
en la actualidad está ligado al uso de estos aceites industriales que, con el paso del
tiempo necrosan los tejidos y destruyen diferentes órganos, debido a la migración de
estos fluidos por el cuerpo.

En esta búsqueda de la expresión femenina del género, recurrimos a diversos


artilugios que nos permiten construirnos: maquillaje, pelucas, prótesis artesanales
hechas de esponja, entre otros elementos que figuran como telón de fondo en las
fotografías. Las mujeres trans retratadas, abrieron las puertas de sus vidas y sus
casas, para mostrar lo que son. Como se expresa en el epígrafe el cuerpo trans pone
todo en jaque, ya que los sistemas están organizados bajo la lógica binaria. Cuando
una persona trans cruza la frontera se produce una tensión entre el documento
de identidad y la imagen corporal. En muy pocos países existe la ley de identidad
de género que permite hacer el cambio de nombre y sexo, según la identidad auto
percibida. Esto conlleva a que seamos cuerpos peligrosos y sospechosos sobre todo
en territorio fronterizo.

La soledad, la búsqueda del amor, la nostalgia por las familias y la


espiritualidad, son algunos de los temas que sobresalen de este acompañamiento
fotográfico. La sistemática expulsión de las diversas esferas humanas provoca que
nuestros cuerpos nómades estén en una soledad constante. El heteroparadigma,
nos ha robado la posibilidad de formar parte de una familia y de formar la nuestra.
También se nos ha dejado como cuerpos-objetos consumibles, en la clandestinidad,
en la oscuridad de la noche y entre cuatro paredes. Este sistema nos ha negado
el amor, sin embargo, esto no nos ha matado la ilusión de poder encontrarlo.
En este fotolibro se enfrentarán con una historia de amor entre una mujer
y hombre trans, que logran contraer matrimonio gracias a aquellos intersticios y
puntos ciegos que deja la estructura. En este caso, ellos utilizaron sus nombres y
sexo legales para casarse; poniendo en jaque la precaria normativa legal, que posee
Chile en estos temas. Por otra parte, el trabajo fotográfico muestra cómo algunas de
ellas sí tienen estrechos vínculos con su familia y muestran nostalgia por la lejanía.
En muchos casos las mujeres transmigrantes, se transforman en una importante
ayuda económica para sus familias en los países de origen. Otro de los aspectos a
mencionar tiene que ver con la espiritualidad. En este viaje contante, las compañeras
llevan consigo su fe religiosa. Como telón de fondo de varias fotografías se observan
algunos objetos religiosos. Esto resulta paradójico, ya que la religión católica y las
diversas iglesias cristianas, han sido las primeras en condenar la identidad trans y
travesti. Sin embargo, ellas se aferran a estas imágenes como una forma de obtener
consuelo dentro de la brutalidad del sistema.

Ser lector o lectora de este fotolibro, implica una tarea activa. La lógica
discursiva corresponde a la multimodalidad, es decir mensajes construidos a partir
de diversos códigos de significación. Por esta razón, que les invitamos a fijarse en
los detalles, armar sus rutas de lectura, a emprender también un viaje. Si bien,
no podemos desconocer el contexto de vida hostil de nuestra población, tampoco
deseamos fomentar las posturas asistencialistas hacia nosotras. Somos sujetas
de derecho y deseamos aprovechar la contingencia política para elevar nuestras
demandas. Porque las mujeres trans y travestis somos la figura paradigmática de la
exclusión y la desigualdad social, más aún, siendo pobres, racializadas y migrantes.

Anastasia María Benavente,


ASESORA TÉCNICA DEL SINDICATO AMANDA JOFRÉ​

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