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TE VIGILO

o
Camilla Grebe y Asa Traff

Traducción de Ana Sofía Pascual Pape

lllb
No temas la oscuridad,
pues es allí donde la luz descansa.
Sabes que no vemos las estrellas,
allí donde no hay oscuridad.
En tu claro iris
llevas una oscura pupila,
pues la oscuridad es todo lo que la luz
estremecedoramente anhela.
No temas la oscuridad,
pues es allí donde la luz descansa.
No temas la oscuridad,
la que el corazón de la luz transporta.

ERIK BLOMBERG
Debería haber sido idílico.
Una mañana traidoramente tranquila y húmeda por el rocío.
Los rayos de sol que se apoderan, de forma lenta pero inexora-
ble, de la fachada de estilo modernista.
Los rayos la abrazan convencidos de alcanzar la victoria con
su calor indiferente, y le conceden la fuerza de la luz que la no-
che le había negado.
Como si nada hubiera ocurrido.
Como si esta mañana de verano presagiase un día como
cualquier otro: lleno de vida; de cuerpos sudorosos montados
sobre bicicletas; de risitas ahogadas ante el quiosco de helados
del puerto; de hombros desnudos quemados por el sol; de sexo
veraniego vacilante, cuando el crepúsculo azul celeste se trans-
forma, insomne, en alba; de la mezcla nauseabunda de vino
blanco y refresco en la linde del bosque, enfrente de la pizzería;
del agua fría del lago contra los cuerpos flacos de unos niños cu-
yas costillas parecen a punto de emerger de sus pechos a través
de la suave piel, fina como el papel y blanca como la leche.
Adolescentes patizambos que hacen carreras a nado hasta la
isla y de vuelta a la orilla, se perfilan como pálidas figuras hechas
de gachas, embarcaciones anfibias contra la oscuridad saturada,
de un color azul pardusco, del agua. Los gritos de los que se lan-
zan al agua desde las rocas. El aroma de la carne a la parrilla. El
sonido de lejanas lanchas a motor.
Mosquitos. Avispas. Insectos sin nombre: en el pelo, en la

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