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Resumen
El territorio conocido como Patagónico ha sido una de las áreas de América Meridional de
más tardía apropiación por parte de la Corona Hispánica. Los antecedentes de su
reconocimiento se remontan al siglo XVI, inspirados en el imaginario geográfico de la
existencia de la Terras Australis, por un lado y por la búsqueda de una nueva forma de
comunicación entre el Pacífico y el Atlántico. Será la coyuntura internacional provocada
principalmente por los resultados de la reorganización territorial colonial americana
posterior a la Guerra de los Siete Años (1763-1765) la que estimulará su reconocimiento
apropiación. El Tratado de Paris dio cuenta de la pérdida de legitimidad de los principios
papales como único criterio jurídico que apoyaba la defensa de estas colonias como
posesión hispánica y la preeminencia del criterio de reconocimiento y ocupación defendido
por la corona inglesa y francesa. Esta última argumentación permitía entonces que los
territorios patagónicos fueran considerados res nullius, es decir, tierra de nadie. Pero el
criterio de res nullius pierde sentido si pensamos que diferentes parcialidades indígenas
habitaban en los mismos, parcialidades que justamente, serán contempladas en los
proyectos territoriales coloniales como sujetos a ser cooptados para poder asegurar la
dominación colonial sobre los pretendidos ámbitos geográficos. Así la Instrucción de
Floridablanca en 1778 contemplaba la organización de establecimientos puntuales en la
costa patagónica a colonizar con población peninsular en comunicación con su congéner en
las Malvinas, vinculados entre si y con Buenos Aires.
Las características físicas y climáticas del área asociadas con los altos costos de
mantenimiento y las dificultades para que estas poblaciones pudiesen ser autosuficientes
llevarán a poner en duda estas prácticas y la preferencia por su abandono en momentos en
que el erario colonial estuviera pasando por dificultades.
Territory called Patagonia had been one of the areas of later appropriation in Meridional
America by Hispanic Crown. On one hand, geographical representations about the
existence of Terra Australis estimulated first visits of the area in XVI th century. On the
other hand, connections needs between Atlantic and Pacific Ocean led to explore this
region. International conjunture provoked mainly by the end of the Seven Years War
(1763-1765) estimulated its appropriation. Paris Treaty showed that popes principies as the
only juridical criterion, where hispanic pretensions lay, had lost their legitimacy.
Knowledge and occupation were criterions defended by English and French Crown.
English and French arguments were usefull for considering Patagonian territories as res
nullis, that is to say, territories without owners. However, res nullius criterion lost its
meaning when it is considered that different indians groups inhabited these areas. These
nationalities appeared in colonial projects as subjects to be coopted in order to reassure
colonial domination over pretended geographical areas. Floridablanca instruction of 1778
considered organization of punctuated establishments in Patagonian coast, to be colonized
by peninsular population. These establishments will not only be in contact with the one in
Malvinas but will be linked among them and with Buenos Aires village.
Physical and climatic characteristics of the area associated with high costs of maintenance
and problems of turning them selfsufficient will put into question the permanence of these
establishments in a situation where Spanish crown was going through financial difficulties.
La problemática de las fronteras ha sido objeto de atención desde los estudios que abordan
el proceso de apropiación de los territorios pretendidos de dominación en la formación de
los Estados naciones en América(1). Desde una perspectiva territorial aparecerían dos
posibles tratamientos del concepto de frontera. El primero asociada a la idea de avance de
una lógica social, económica y territorial (sea colonial, sea capitalista) sobre otra, y el
segundo, vinculado al proceso de establecimiento de límites interestatales. Muchos de los
estudios correspondientes a ambas vertientes han abordado el área de frontera como una
zona de contacto, de conflicto, de transculturación, como lugar de la alterada(2). El propio
interés despertado recientemente por la temática también condujo a reconsiderar su
significado histórico. En este contexto podemos situar los trabajos que analizan el tema de
la frontera en la época colonial(3). Para el caso del Río de la Plata, algunos estudios se han
abocado a analizar las especificidades de las áreas de frontera entendidas como zona de
tensión y conflicto(4) con formas particulares de inserción en el circuito de producción y
comercialización colonial(5) identificando actores específicos participantes en las prácticas
destinadas a su institucionalización(6).
Nuestra perspectiva busca interpretar el tema de la frontera colonial como una de las
preocupaciones territoriales básicas dentro del conjunto de políticas coloniales puestas en
práctica en las posesiones de ultramar. El avance de la frontera colonial significaba la
apropiación de ámbitos geográficos en manos de los indígenas y, de forma simultánea, su
defensa frente a las pretensiones de otras potencias coloniales. El avance de la frontera
implicaba, a su vez, la configuración de una nueva geografía material constatable no sólo
en el traslado de los puestos fronterizos sino también en el cambio de topónimos, en el
establecimiento de nuevas caminos y nuevas poblaciones. Así, la particular articulación
espacio-temporal contenida en la idea de avance de la frontera colonial entraba en conflicto
y se imponía sobre otras perspectivas espacio-temporales posibles.
El territorio conocido como Patagónico(7) ha sido una de las áreas de América Meridional
de más tardía apropiación por parte de la Corona Hispánica.
Desde entonces las coronas inglesa y francesa inician una serie de actividades exploratorias
que ponen en aviso a la propia metrópoli española respecto de la necesidad de reconocer y
ocupar las tierras de la Patagonia sudoriental. A su vez, el Tratado de Paris dio cuenta de la
pérdida de legitimidad de los principios papales como único criterio jurídico que apoyaba
la pretensión hispánica sobre estas áreas y la preeminencia del criterio
de reconocimientoyocupación defendido por sus contrincantes de ultramar. Esta última
argumentación permitía entonces que los territorios patagónicos fueran considerados res
nullius, es decir, tierra de nadie. Pero el criterio de res nullius pierde sentido si pensamos
que diferentes parcialidades indígenas habitaban los mismos; grupos étnicos que,
justamente, serán contemplados en los proyectos territoriales coloniales como sujetos a ser
cooptados para poder asegurar la dominación colonial sobre los ámbitos geográficos
pretendidos de dominación.
El supuesto interés inglés por adueñarse de las posesiones españolas en América fue una
representación geográfica que actuó como justificación y estímulo para llevar adelante la
política territorial colonial hispánica en los territorios patagónicos hacia 1770. En efecto, la
insurrección de las colonias inglesas en América Septentrional y el temor de que los
ingleses buscaran nuevas áreas como mercado para sus productos actuaron como factor
catalizador para llevar adelante la organización de los primeros establecimientos en la costa
meridional atlántica patagónica. Por otro parte, a pesar de que en 1774 los ingleses habían
abandonado Port Egmont, el establecimiento que habían organizado en Malvinas, la corona
española temía su reocupación. Para la elite política responsable de los territorios
americanos la posible ocupación inglesa de la Patagonia podría significar la apertura de una
puerta de acceso a los reinos de Chile y Perú(10).
A fin de obstaculizar toda posible actividad inglesa en el Atlántico sur, Floridablanca, uno
de los principales representantes del reformismo ilustrado en la corte de Carlos III(11),
propone la organización de dos establecimientos en la costa atlántica patagónica oriental:
uno en la Bahía de Sin Fondo y el otro en la de San Julián. El primero situado en la
desembocadura del Río Negro, resguardaría el interior patagónico, mientras que el segundo,
próximo a Malvinas, podría socorrer a cualquier expedición destinada a dichas islas.
Subalterno al establecimiento de Sin Fondo se proponía la organización de un Fuerte en el
Río Colorado, considerado también vía de penetración a Chile e instrumento de defensa de
las salinas que se hallaban en dicho lugar. A su vez, del establecimiento de San Julián
dependería el Fuerte de Puerto Deseado.
Si bien las tierras patagónicas estaban escasamente pobladas, algunas de las agrupaciones
indígenas utilizaban las mismas con fines de caza y recolección. Las poblaciones que
habitaban el norte patagónico estaban involucradas en el circuito de intercambio de ganado
destinado a Chile y en la explotación de sales de la región(13). De manera que la
disminución de la extensión del área de la cual se servía la población autóctona para sus
actividades de subsistencia y comercio, pondrían en crisis sus propias economías.
En cuanto la población originaria comenzó a actuar como obstáculo para permitir el avance
de la ocupación española, impidiendo la explotación del ganado salvaje de interés para la
economía colonial, robando las existencias en manos de la población hispánica, o
rechazando los términos de negociación propuestos, el énfasis de la política territorial
colonial en la Patagonia fue puesto tanto en el desarrollo de acciones ofensivas y defensivas
frente al "peligro inglés" como en acciones ofensivas destinadas a ocupar las áreas bajo
dominio indígena.
Los documentos muestran dos posturas claramente distantes. Por un lado, el virrey Vértiz,
basado en informes de los pilotos de la Real Armada Joseph Goycoechea, Juan Pascual
Calleja y Bernardo Tafor, se declara férreo partidario de su abandono y de mantener sólo el
establecimiento del Río Negro. Vértiz se hace así portavoz de una postura semejante a la
que había defendido en 1780 cuando se discutía en el Consejo de Indias el mantenimiento o
abandono del establecimiento de las Islas Malvinas. En dicha oportunidad, el Virrey del
Río de la Plata había afirmado que mantener una colonia con fuerzas insuficientes para su
defensa "da mucho cuidado por el deshonor de perderse con consiguiente utilidad y ventaja
del enemigo, y en el de paz causa crecidos dispendios al Erario"(18). El desalojo suponía
dejar el área en consideración de una manera que "el enemigo" no pudiera abrigarse en ella:
"matar el ganado, destruir los edificios y entregar al fuego cuanto no se pudiese
transportar(19).
Por el otro, los sujetos que se desempeñaban como funcionarios en el área, como el
comisario superintendente Antonio de Viedmay el piloto de la armada real Basilio Villarino
y Francisco de Viedma se mostraban partidarios de su preservación, acentuando en este
sentido la importancia del Puerto de San José.
Mientras que las posturas de aquéllos que habían hecho diferentes reconocimientos del
área, como eran los informantes de Vértiz, acentuaban las dificultades físico climáticas para
el abandono de los proyectos de colonización del área, tanto las visiones de los hermanos
Viedma como de Villarino sostenían que el obstáculo geográfico debía ser salvado por las
propias actividades humanas. Ello aparece claramente expresado en uno de los documentos
claves que defiende la ocupación de la costa patagónica redactado por Francisco de Viedma
donde se compara la situación climática y física patagónica con la de Suecia, Dinamarca o
Rusia:
"La latitud de 52 grados y medio al Polo, aunque es clima muy frío, vemos que la Suecia,
situación de Dinamarca, y Rusia le excede a más de 70, y sus terrenos son fértiles, y
abundantísimos. Querer sin el auxilio de Ganados, sin el beneficio de la Agricultura, sin la
prueba de los experimentos arreglar, y perfeccionar la calidad de terrenos con conocimiento
de su intemperie al uso de las labores, y efecto de sus producciones es tirar al blanco con
los ojos cerrados. Los climas desiertos varían por el concurso de Gentes y Ganados, que
componen una estable Población: Con los fuegos, Hálitos, y Calor de los Vivientes poco a
poco se va templando la Atmósfera, y produce en la tierra vapores, que le hacen más
benigno, y le traen otra fertilidad(20)".
"el tener mucho avanzado para la comunicación de Mendoza (...); lo que se adelantaría para
la descubierta de este río y camino de Valdivia, que podría descubrirse, pues no considero,
desde el Choelechel a aquel presidio, más de 100 leguas de distancia en vía recta, poco más
o menos."(23).
Sin embargo, cuando el Marqués de Loreto asumió como virrey del Río de la Plata, recibió
la orden de revisar dicha decisión. Loreto se mostrará proclive a la preservación de los
asentamientos. Entre los informes que acompañó la decisión del Marqués de Loreto de
mantener estas poblaciones estaba el del ingeniero Custodio Sáa y Faría. Este ex-cartógrafo
de la Corona portuguesa, ahora al servicio de la española, se adscribió a la línea de
pensamiento de Villarino y de los hermanos Viedma. Para Custodio Sáa y Faria los
establecimientos no actuaban únicamente a manera de una red de defensa costera, sino
como sitios en el avance de la frontera colonial. De forma que además de recomendar la
conservación de la población de Río Negro, San José y de repoblar San Julián,
asentamiento que había sido ya abandonada al momento de solicitud de la revisión,
proponía el alzamiento de otro "en la punta del este de la Sierra del Volcan, que podría ser
en el sitio donde los jesuitas habián dado principio a una reducción de indios pampas,
llamada Nuestra Señora del Pilar, que se abandonó"(25). Debe destacarse que en este
momento la Sierra del Volcán era centro de aprovisionamiento de ganado para los
indígenas y punto terminal de sus rutas. Custodio Sáa y Faria estaba teniendo en cuenta así
no sólo la necesidad de frenar el avance de otras potencias coloniales sino la posibilidad de
ocupar los territorios indígenas en el área comprendida entre Buenos Aires y el Río
Colorado incorporados a los circuitos de comercialización e intercambio indígena. En este
contexto, el traslado de la línea de frontera buscaba obstaculizar las actividades indígenas a
partir de apropiarse de aquellos sitios que se consideraban claves para su desarrollo
(Volcán, Choelechoel).
"A V. E. he oído reflexionar muchas veces cuanto sería importante al real servicio y en
utilidad de los moradores de esta capital, que las guardias que guarnecen la frontera para
embarazar las incursiones de los indios pampas, se avanzasen a más distancia de la en que
se hallan, no sólo para desahogo de las estancias de ganados, como para prevenir a que los
indios no llegasen con tanta facilidad a los sitios poblados a robar y matar los pobladores.
Este proyecto sería muy conveniente poderle poner en práctica, pues vemos la opresión en
que está la frontera ha tantos años, sin poderse dilatar sus moradores fuera del cordón que
forman las guardias"(26).
La propuesta de Custodio Sáa y Faría elevada al Marqués de Loreto muestra, entonces, que
el mantenimiento de los establecimientos patagónicos, desde el punto de vista de este
cartógrafo, permitían el avance de la frontera colonial en un doble sentido. Por un lado
dificultaba la internación de los ingleses, que como sostenía Villarino, podría ser facilitada
en caso de que estos últimos se aliasen con los indígenas del área. Pero, por el otro lado, los
establecimientos en cuestión actuaban a manera de línea terminal que unían puntos de
avance de la frontera con relación a los espacios ocupados por la población indígena. Esta
línea tendría su continuidad en las poblaciones, fortines o presidios alzados en el área
bonaerense. La línea de frontera Norte-Sur sería complementada con otra que podría
levantarse hacia el interior. Siguiendo la visión de Villarino, el alzamiento de una
fortificación sobre el río Colorado (Choelechoel) cortaría el camino seguido por muchas de
las poblaciones indígenas y además agilizaría la comunicación y el comercio entre Buenos
Aires, Río Negro, Mendoza y Valdivia.
Podemos inferir, entonces que desde la perspectiva de Custodio Sáa y Faria, de Villarino y
de Francisco de Viedma esta comunicación permitiría una integración de los territorios
patagónicos al supuesto territorio de dominación que correspondería al virreinato del Río de
la Plata. Así, los establecimientos patagónicos dejaban de tener una significación limitada a
contener la penetración inglesa para pasar a ser pensados también como continuidad de los
fortines levantados en la provincia de Buenos Aires e interrumpir las actividades
económicas de la población aborigen del área. En síntesis, a través de esta propuesta de
erección y mantenimiento de poblaciones en la costa patagónica oriental y de organización
de una serie de asentamientos subalternos se perseguía la misión territorial colonial de
incorporar el área al proyecto territorial hispánico más global contenido en la conformación
de la unidad jurídico-administrativa constituida en 1776.
Notas
1. Clementi, 1987; Escamilla, 1999; Hevilla, 1998, Hofstadter & Lipset, 1968; Reboratti,
1990; Turner, 1982; Zusman, 1999.
5. Santamaría, 1987.
8. Baudot, 1990:44.
14. Se llamaba así al documento por el cual se fijaban las condiciones que la Corona
otorgaba a los que se inscribieran en el llamamiento para emigrar al Río de la Plata y las
obligaciones a los que ellos quedaban sujetos.
20. Disertación de Francisco de Viedma, 1 de mayo de 1784. AGI, Buenos Aires, 99. Los
destacados son nuestros.
21. Según Vértiz, "El Rio Colorado está reconocido hasta 25 leguas por su orilla, y se ha
visto que carece de leña, pues sólo hay unos pequeños sauces muy torcidos; la más
inmediata se halla a 10 leguas de la margen del río. Su terreno puede llamarse infecundo,
porque, según las señales y las noticias de los indios, las grandes mareas lo inundan; y
aunque parece frondoso, lo causan estas inundaciones que dejan pantanos intransitables, a
lo menos en las cuatro primeras leguas de su boca"(Vértiz a Gálvez, Montevideo 22 de
febrero de 1783, AGI, Buenos Aires, 326).
23. Informe de D. Basilio Villarino, sobre los puertos de la costa patagónica. Fuerte del
Carmen del Rio Negro, 19 de abril de 1782. En De Angelis, 1969:225
25. Segundo Informe sobre el Puerto de San José por Custodio Sáa y Farias En:De Angelis,
1969: 192
26. Segundo Informe sobre el Puerto de San José por Custodio Sáa y Farias En:DeAngelis,
op.cit.: 191.Los destacados son nuestros.
Fuentes y Bibliografía
Fuentes
Archivo
AGI, Archivo General de las Indias, SevillaAudiencia de Buenos Aires: Legajos No:
99,326,327
Documentos Impresos
Informe de D. Basilio Villarino, piloto de la Real Armada sobre los puertos de la costa
patagónica Fuerte del Carmen del Rio Negro, 19 de abril de 1782. In ANGELIS,
P. Colección de Obras y Documentos relativos a la historia antigua y moderna de las
provincias del Río de la Plata. Buenos Aires: Edición Plus Ultra,1969, vol IV.
Segundo Informe sobre el Puerto de San José, por D. Custodio Sá y Farías. Buenos Aires,
12 de agosto de 1786. In: ANGELIS, P. Colección de Obras y Documentos relativos a la
historia antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata. Buenos Aires: Edición
Plus Ultra,1969, vol IV.
Informe del Virrey Vértiz para que se abandonen los establecimientos de la costa
patagónica. In ANGELIS, P. Colección de Obras y Documentos relativos a la historia
antigua y moderna de las provincias del Río de la Plata. Buenos Aires: Edición Plus
Ultra,1969, vol IV
Memoria de Loreto In: RADAELLI, S. A. Memoria de los Virreyes del Río de la Plata,
Buenos Aires, 1945.
Bibliografía
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books.New York, London :Inc. Publishers, 1968.
PRATT, M.L. Imperial Eyes. Travel Writing and Transculturation. London and New York:
Routledge, 1982.
SOCOLOW, S. M. (1992) Spanish Captives in Indian Societies: Cultural Contact Along the
Argentine Frontier, (1600-1835) Hispanic American Historical Review,1992, No72:1..