¿Seguir estudiando o irse? Dilema del joven venezolano
La universidad es una de las mejores etapas de la vida para muchos. Es el lugar indicado para liberarse, aprender sobre temas de interés, debatir ideas, encontrar nuestra verdadera vocación, vivir experiencias irrepetibles y ampliar nuestros horizontes a nivel tanto profesional como personal. Sin embargo, en Venezuela se presenta un lamentable fenómeno en los últimos años: la vida universitaria se ve afectada gravemente por la crisis social, política y económica que se vive actualmente en el país. En este sentido, los estudiantes se enfrentan con el gran dilema de irse fuera de nuestras fronteras o quedarse estudiando, lo cual en ambos casos es todo un desafío. En primera instancia, es importante mencionar que hace unas décadas, el joven venezolano emigraba por mejores oportunidades de estudios mediante becas o convenios, pero con la visión de regresar para trabajar y producir en su país. En la actualidad, la realidad es otra: los jóvenes no se proyectan en Venezuela y quieren irse al extranjero en busca de un mejor futuro y para desarrollar sus talentos y habilidades. Según el periódico The Guardian en el artículo “Más de la mitad de los jóvenes venezolanos quiere salir del país por la situación económica”, publicado en el 2018, para los venezolanos de entre 15 y 29 años, la crisis ha llegado a un punto en que han perdido toda confianza en su país. Además, Un sondeo elaborado por la estadounidense Gallup en el 2017, concluye que el 53% de los jóvenes quiere emigrar de su país de forma permanente por la escasez, la violencia y la crisis política. Esto, representa un hecho muy lamentable: la juventud se va y cada día aumenta la cifra. Y más triste es que la mayoría se va sin un rumbo, simplemente a la deriva solo con la esperanza de mejorar su calidad de vida y ayudar a sus familiares y amigos que se quedan. De la misma forma, los jóvenes estudiantes desean independizarse y mantenerse por su propia cuenta, lo cual parece imposible. El trabajo y el esfuerzo tienen poca valoración, lo que impulsa a emigrar. El sueldo mínimo (Bs 5.196.00) no alcanza ni para comprar una lata de atún. Si se sacan cuentas, comprar una casa o un carro es imposible. Por lo tanto, muchos se plantean: ¿vale la pena tener una profesión en Venezuela? Ya que, se gana más como taxista o en cualquier otro trabajo informal. Además, otra realidad es que, para obtener un buen cargo o un buen puesto de trabajo, es indispensable una “palanca”, puesto que, el nivel de preparación no es tomado en cuenta sino el amiguismo o la tendencia política. Todo lo anterior se puede evidenciar con el caso de Paola Jiménez, estudiante de Derecho de la Universidad de Falcón, la cual teme porque sus estudios no sean suficientes para independizarse en un futuro. Y es que, ese es el miedo de todos. Pues, los jóvenes soñamos con prosperar y lograr cosas grandes en la vida. En relación a las principales causas de la deserción estudiantil, tales como la falta de profesores, transporte, la mala alimentación, el alto costo de materiales y el mismo deterioro de los servicios de la universidad, se puede afirmar que asistir a clases es muy difícil. Daniel Ascanio (2017) presidente de la FCE de la USB, aseguró que “estudiar en las universidades del país es toda una proeza, que cada vez menos alumnos se deciden a completar”. Además, según la directora de Admisión y control de Estudios de la USB, Lucy Pires, los estudiantes activos que no inscribieron el trimestre se incrementó de 8% en el 2010 a 22% en el 2017. De la misma manera, la directora de Desarrollo Estudiantil de la USB, Morella Albert explicó que “ la mayoría de los estudiantes que se deben retirar es por la búsqueda de empleo para contribuir a la economía familiar o porque necesitan tratamientos médicos que no se consiguen en el país”. De este modo, podemos confirmar que los estudiantes abandonan sus estudios en la mayoría de los casos por situaciones externas que no les permite continuar. Por otro lado, se deben tomar en cuenta al mismo tiempo las razones para quedarse en Venezuela. Primero, tener la oportunidad de estudiar en medio de la crisis es todo un privilegio que muchos desearían y se debe aprovechar. A pesar de todo, aún existen universidades que mantienen su prestigio – aunque muchos digan que no- y se preocupan por seguir formando profesionales de calidad, tales como la Universidad Simón Bolívar (USB), la Universidad Central de Venezuela (UCV), la Universidad de los Andes (ULA), la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Metropolitana (UNIMET). Dichas universidades están entre las mejores casas de estudio superior de América Latina, según la octava edición del QS World University Rankings by Subject, publicado por la consultora educativa Quacquearelli Symonds. Sin embargo, Benjamín Scharifker, rector de la Unimet, afirmó que esas universidades que logran mantenerse posicionadas es por el trabajo realizado en décadas anteriores y no por lo que se hace en la actualidad. Igualmente, señala que se sigue haciendo un notable esfuerzo, pero el rezago es importante. De cualquier modo, un título universitario es la llave para abrir las puertas en el campo laboral, puesto que, aumenta las posibilidades de encontrar un buen empleo y formar parte de la competencia nacional e internacional. Por lo tanto, no podemos descartar totalmente la idea de seguir estudiando Por otra parte ¿A quién le dejamos el país? Es una de las preguntas que viven en la mente de quienes se preocupan por el porvenir de Venezuela. La socióloga Claudia Vargas en el 2015, expresó que lamenta la partida de la masa crítica intelectual del país. Y advierte las consecuencias para el desarrollo del mismo, las cuales serán apreciadas a largo plazo, dentro de 10 o 15 años. De ahí, si sigue aumentando la migración de jóvenes estudiantes ¿Cómo Venezuela podrá salir de la crisis? El talento se nos va… En efecto, la educación es el pilar fundamental en una sociedad y, por ende, son los estudiantes los que tienen en sus manos el futuro del país. Marcelino Bisbal en un conversatorio realizado en la UCAB en el 2017 señalo que: “cuando esto acabe tenemos que repararlo y construir algo mejor, y esto, principalmente, lo harán los jóvenes. Por lo tanto, es importante prepararse y formarse para ayudar a nuestro pais para que pueda prosperar y regresen todos los que se fueron. No podemos olvidar que con dedicación y esfuerzo podemos hacer cosas extraordinarias con resultados increíbles. Para reforzar lo anterior, se puede tomar en cuenta las palabras de Rafaela Requesens, presidente de la FCU DE LA UCV en el 2017, la cual planteó trabajar para que regresen todos nuestros amigos, hermanos o primos que se fueron. Además, expresó que: la reconstrucción no será fácil, pero si estamos pidiendo cambio, tenemos que demostrar que somos maduros para asumir las riendas del país. Estamos convencidos de que no podemos abandonar nuestra patria”. Son palabras para motivar a la juventud y creer en nuestro país. Para finalizar, podemos coincidir en que la decisión de irse o quedarse en el país es muy personal y depende de las posibilidades de cada uno. Ambos casos requieren de valentía y no pueden ser juzgados. No obstante, no se puede perder la esperanza en Venezuela, queda mucho por hacer y los jóvenes tenemos un rol fundamental para voltear la situación y formar parte de la solución con el uso del arma más poderosa de todas que es “el conocimiento”. Dicho esto, se puede concluir en que los estudiantes que deciden abrir sus alas a otras naciones, pueden ayudar a su país ¿cómo? Regresando en un futuro para enseñar lo que aprendieron en su travesía. Ahora bien, los estudiantes que se quedan – porque quieren o no tienen la oportunidad de emigrar- deben mantenerse fuertes en la lucha y aportar su granito de arena para la reconstrucción del país. Ya que, Venezuela necesita profesionales para después de la tormenta.