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(ANSA) - CARACAS, 19 MAR - El sistema educativo en Venezuela se "desploma" como consecuencia de la crisis económica y social del

país, que ha generado que el 45% de los maestros abandonen la educación pública y 60% la privada, advirtieron hoy investigadores y
docentes. "Tenemos un desplome, una debacle, un retroceso absoluto en el sistema educativo. Los pocos maestros que todavía estamos
graduando se están yendo del país", advirtió en conversación con ANSA, Robert Rodríguez, profesor e investigador de la Universidad
Pedagógica Experimental Libertador (Upel).
Rodríguez dijo que solo en esta universidad -que gradúa el 70% de los profesionales en educación- "a nivel global en el primer semestre
del año pasado, hubo alrededor de 10 mil solicitudes para legalizar documentos".
"Eso llama poderosamente la atención porque cuando hay situaciones de guerra o de catástrofes los últimos que emigran son los
educadores", agregó.
Destacó que los educadores están "emigrando masivamente" ante la situación del país que va desde "niños que se desmayan en clases,
profesores y estudiantes que no pueden asistir porque no tienen pasajes y las escuelas que no abren, o lo hacen solo cuando hay ese
precario programa de comedores que tiene el gobierno que no abarca a los 4 millones que dicen tener".
"La diáspora es espantosa, no hay relevos ni posibilidades de relevo porque incluso los muchachos que se inscribieron en noviembre
pasado, muchos ya no están, incluso en carreras tan difíciles como inglés", comentó.
Además denunció que el gobierno "destitucionalizó" a la educación -"para ser docente no hay que concursar sino ser miembro del PSUV
(partido del gobierno)"- y "actuó en dos grandes estrategias para acabar con la educación libre".
"A las universidades como no las pudieron desprofesionalizar, las asfixiaron hasta el punto de que todos sus profesores tuvieran que
emigrar, y la destrucción material que es espantosa, desmantelaron laboratorios, comedores, transporte", afirmó.
El gobierno de Nicolás Maduro se jacta de citar entre los logros de la revolución el "milagro educativo y el aumento en la matrículas", pero
para Rodríguez "la realidad es que en los últimos tres o cuatro años están inscritos 30 muchachos, inician 20 pero 10 son los que realmente
asisten por salón".
A su vez Javier Tarazona, director de la Fundación Redes, precisó que de cada 10 niños que ingresan a primer grado, solo 2 se gradúan de
bachilleres.
"En los 23 estados la deserción escolar en la educación media supera el 75%,", dijo al citar las cifras contenidas en el último informe de la
Fundación que revelan que la diáspora se ha llevado el 45% de los profesores de la educación pública y el 60% de la privada.
Tarazona comentó que un profesor asociado que debe tener pregrado, especialización, maestría y doctorado gana 700 mil bolívares
quincenales (aproximadamente 6 dólares mensuales a la tasa del mercado negro).
"Frente a esta tragedia la imposibilidad de acceder a condiciones mínimas de vida y sin embargo seguimos con la mejor disposición porque
sabemos que el país va cambiar", opinó.
Venezuela registra una severa crisis económica, acentuada escasez de alimentos y medicinas y una hiperinflación difícil de detener que el
FMI calcula llegará a 13.000% al cierre de este año. (ANSA).

“Las crisis son oportunidades que hay que aprovechar. Estamos en tiempos en que todo va
a cambiar, y en el que habrá que relanzar la forma de hacer negocios, relanzar la economía.
Todo esto obligará a estudiar más y ver qué nuevas necesidades tiene el mercado”, dice el
profesor de Centrum Católica.

Según el especialista, una vez que la crisis termine, las empresas ya no querrán a
los ejecutivos que la provocaron, sino a los que podrán ayudarlas a salir a adelante, y a
quienes tengan nuevas visiones.

“Se está construyendo un nuevo mundo y eso no se aprende viendo televisión, sino
perfeccionándose y conociendo nuevos escenarios. Estamos en un periodo de transición
que los ejecutivos deberán saber aprovechar”, concluyó

La formación profesional se refiere a todos aquellos estudios orientados a la inserción,


reinserción y actualización laboral, y que buscan aumentar el conocimiento y las
habilidades de los actuales y futuros profesionales.

Si no tiene trabajo, la formación puede entregarle los conocimientos que necesita


para volver a insertarse en el mercado, o bien para cambiar de rubro. Y si aún
conserva su puesto, la formación también puede ser útil: capacitarse en tiempos de
crisis puede resultar una excelente forma de asegurar un mejor cargo, una vez que
el panorama económico y laboral se estabilicen.

“Perfeccionarse en tiempos de crisis no sólo es bueno. Es un gran momento para poder


parar, pensar y arrancar cuando todo esté más estable y en crecimiento. En ese momento
se requieren profesionales preparados y adaptados. Como profesional hay que prepararse y
perfeccionarse para que cuando las condiciones mejoren, estar atento a las nuevas
oportunidades”, dice Andrés Hatum, profesor del área de Comportamiento Humano en la
Organización del IAE Business School.

El académico enfatiza en que el valor que otorga la formación continua es útil, tanto para
las capacidades actuales de los profesionales, como para las futuras

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la población Venezolana (Encovi), 4 de cada 10 niños y
adolescentes, entre los 3 y 17 años, dejan de asistir a clases por distintas causas, incluyendo problemas de transporte,
apagones o falta de alimentación.

Javier Tarazona, director de la ONG Fundación Redes, señaló que la deserción escolar afecta más a las ciudades en el
interior del país que a Caracas, la capital. Denunció que en más de 1.500 escuelas del territorio nacional el abandono de las
aulas fue del 58 %, mientras que en los estados fronterizos se eleva al 80 %.

Pero los alumnos no son los únicos que han abandonado las aulas, pues los profesores en el país suramericano se han visto
obligados a dejar su labor como docentes para buscar mayores ingresos, o en su defecto salir del país.

Estimaciones de la Federación Unitaria del Magisterio de Venezuela señalan que en el interior del país la diáspora de
docentes supera el 40 %, mientras que en Caracas ronda el 25 %.

Y es que las universidades y escuelas de Venezuela son el espejo real de la crisis en ese país. Los profesionales de la
educación están en “peligro de extinción”.

Ante esta situación, las universidades, por ejemplo, contactan a estudiantes de los últimos semestres o recién graduados de
las diferentes carreras para que den clases en las materias en las que se han destacado. Mientras que en los colegios, los
alumnos de cuarto y quinto año de secundaria fungen como suplentes mientras las instituciones consiguen reemplazar al
maestro titular.

La situación radica en que Venezuela, un país que durante décadas se destacó por su alta calidad educativa, hoy no
solamente pone en riesgo esa reputación, sino que además con el paso del tiempo se queda sin profesores con pedagogía y
experiencia.

Olga Ramos, miembro de la Asamblea de Educación en Venezuela, le explicó al PanAm Post que en muchos casos las
instituciones educativas han optado por acudir a padres, representantes y miembros de las comunidades para que impartan
materias en las que tienen conocimiento.

“Eso en términos reales condena al sistema educativo a bajar la calidad, porque no están garantizando que la persona que
está enseñando tiene conocimiento completo de la materia, y además no tienen pedagogía”, señaló.

Ramos explicó que se desconocen las cifras oficiales sobre la deserción de profesores, pero señaló que “sí es alta la
cantidad de maestros que se está retirando”.
Educación y crisis son dos figuras que en otro tiempo se les pensaba como incompatibles, hoy la educación ha
servido para vincularse al desarrollo (económico y social) la crisis para para darle fuerza, potencia y sentido a la
educación.
Hemos vivido desde mediados de la década de los setentas una profunda crisis (estructural y generalizada del
sistema capitalista en su conjunto) junto con todos sus componentes, pero la educación nos ha servido para salir a
flote, el sistema se cae y con sus caídas se ha llevado muchas cosas a su paso (incluyendo buena parte de la tarea
educativa). El sistema es el conjunto de cosas que lo integran entre personas, instituciones y relaciones entre
personas e instituciones. Ahí adentro hay un elemento que juega o que mueve las piezas se le llama poder. Aunque
esto suena muy foucaultiano, Foucault tenía razón o cuando menos así me lo parece.
La educación en cambio es un motor que sirve para mover las piezas del sistema, cuando hay crisis sus
movimientos son más lentos y sin claridad de hacia donde se dirigen, cuando hay auge se mueve más de prisa y
cuando hay un clima estable se mueve normalmente por decirlo así.
La crisis y la educación son como puntos de encuentro, se enlazan en las puntas más delgadas de sus fronteras, son
como el tránsito entre el día y la noche entre el sol y la luna, entre el amor y el odio, el punto de engarce es lo que
está en el medio entre una cosa y la otra.
La crisis nos alerta, nos detiene, nos pone a pensar la educación en cambio nos reanima, nos regresa al camino y a
la sabia mística de saberlo caminar.
La crisis nos lleva a un discurso pesimista en donde muchas cosas ya no se pueden y otras más ya se han perdido.
La educación en cambio mantiene una postura realista, actúa sobre los problemas para solucionarlos, se hacen
cosas para conseguir lo que no se tiene o rescatar lo que se ha periodo.
La crisis, divide a las personas las confronta, beneficia a unos pocos y perjudica y deja desamparados a miles. La
educación en cambio, unifica crea una vida fraterna y solidaria, une a las personas sobre la base de saber actuar, el
beneficio es colectivo y se castiga a los que quieren aprovecharse de lo que es de todos.
La educación y la crisis siempre van juntas la crisis y la educación casi siempre se encuentra aún sin buscar, no la
mueve el amor pero tampoco el odio las mueve la necesidad de reafirmar nuestro sentido humano y de pensar en
mejores escenarios posibles y deseables.
La crisis y la educación es otra de las asignaturas pendientes del currículo mexicano, no tiene contenidos a estudiar
sino sólo procedimientos y compromisos hacia la mejora.
Resumen: La transición a la democracia, la crisis del Estado-nación, la globalización de la economía,
el impacto de las nuevas tecnologías de la información, la crisis de las identidades políticas
tradicionales, entre otros, son fenómenos que obligan a redefinir el papel de la educación en la
sociedad y, más específicamente, en la formación del ciudadano. Este artículo analiza el problema
desde el punto de vista del rol de la escuela en el proceso de socialización. Sostiene que las
identidades culturales son – y lo serán mucho más en el futuro – construidas socialmente, y
presenta algunas hipótesis y líneas de acción específicas desde la perspectiva de una política
educativa con objetivos claramente democráticos. Introducción El análisis de los «temas
transversales» está actualmente en el centro de las discusiones educativas. La preocupación no
proviene sólo de las dificultades que provoca la implementación de nuevos diseños curriculares o
de los desafíos didácticos vinculados a la comprensión de fenómenos complejos o
multidimensionales. La preocupación proviene, además, de la necesidad de redefinir los
contenidos socializadores –valores, normas y actitudes– que la escuela debe transmitir. Distinguir
ambos aspectos del problema es, sin embargo, muy importante. En un caso estamos frente a una
operación técnicopedagógica, donde el protagonismo lo tienen los profesionales de la educación.
En el segundo, en cambio, estamos ante una cuestión social y política que puede o debe ser
dirimida por el conjunto de los actores sociales. Lo peculiar de esta discusión en la actualidad es
que ambos problemas se presentan simultáneamente. Existe un consenso cada vez más extendido
según el cual la escuela no está cumpliendo satisfactoriamente la función de 2 formar a las futuras
generaciones en las capacidades que requiere el desempeño ciudadano para una sociedad que se
transforma profunda y rápidamente pero, al mismo tiempo, existe un significativa falta de
consenso acerca de cuáles son o deben ser dichas capacidades y cuál debe ser el alcance de su
difusión. Para explicar esta situación es preciso aceptar, como punto de partida, que estamos
viviendo un profundo proceso de transformación social. No estamos ante una de las tantas crisis
coyunturales del modelo capitalista de desarrollo sino ante la aparición de nuevas formas de
organización social, económica y política. «Sociedad de la información», «sociedad poscapitalista»,
«sociedad post-industrial», «nueva edad media», «tercera ola», son algunas de las expresiones que
diversos autores como Jacques Delors, Peter Drucker, Alain Minc o Alvin Toffler han popularizado
en los últimos años. Mas allá de las diferencias de perspectivas y de enfoques, todos estos análisis
coinciden en asociar la entrada en el nuevo milenio con la conformación de una nueva estructura
social. Si bien los discursos revolucionarios tradicionales han prácticamente desaparecido de la
arena política, nuevos discursos, que anuncian procesos profundos de transformación social y
económica, que alterarán todas las dimensiones de la vida social e individual, ocupan hoy las
páginas y las pantallas de los medios de comunicación. Los portadores de estos nuevos discursos
revolucionarios no son líderes políticos que representan a los pobres, a los excluidos o a los
explotados. Al contrario, se trata de personas de muy diferentes sensibilidades políticas,
familiarizados con las tecnologías de punta y vinculados a los sectores más modernos de la
economía. Una mirada a esta situación desde el punto de vista de la educación y de los educadores
permitiría apreciar que lo más importante es el consenso que existe en reconocer que el
conocimiento constituye la variable más importante en la explicación de las nuevas formas de
organización social y económica. Ya se ha transformado en un lugar común la afirmación según la
cual los recursos fundamentales para la sociedad y para las personas serán la información, el
conocimiento y las capacidades para producirlos y para manejarlos. La educación, entendida como
la actividad a través de la cual se produce y se distribuye el conocimiento asume, por lo tanto, una
importancia históricamente inédita en, al menos, dos sentidos diferentes: a) Desde el punto de
vista político-social. En este sentido, parece evidente que las pugnas por apropiarse de los lugares
donde se produce y se distribuye el conocimiento socialmente más significativo constituirán el
centro de los conflictos sociales del futuro. Esto significa que los educadores, los científicos, los
intelectuales y todos aquellos que se desempeñan en la producción y distribución de
conocimientos tendrán un papel muy importante tanto en la generación de conflictos como en su
solución. b) Desde el punto de vista de los contenidos de la educación. En este aspecto, el desafío
más importante consiste en evitar que se produzca aquello tan temido por Hannah Arendt: la
separación definitiva entre conocimiento y pensamiento. Las tendencias actuales en el campo del
conocimiento hacen 3 posible esta separación, lo cual supondría que seríamos incapaces de
entender, de pensar y de hablar de aquello que podemos hacer. Caeríamos en una dependencia
irreflexiva de los aparatos técnicos donde se acumula el conocimiento y la capacidad de operarlo1 .
Hablar de los temas transversales en educación supone, en consecuencia, enfrentar el doble
problema de definir los conocimientos y las capacidades que exige la formación del ciudadano y la
forma institucional a través de la cual ese proceso de formación debe tener lugar. Las instituciones
escolares no crean el contenido del proceso de socialización. Al contrario, el contenido de la
socialización define el diseño de las instituciones escolares. La escuela fue creada para transmitir
determinados mensajes, que exigían una organización institucional como la que conocemos. Pero
hoy es preciso preguntarse si la escuela será la institución socializadora del futuro y si la formación
de las generaciones futuras exigirá este mismo diseño institucional. Nadie está en condiciones de
brindar respuestas categóricas a estas preguntas. Parece crucial, por ello, aceptar una reflexión
desde la duda, desde los interrogantes y no, como estamos acostumbrados, desde la pretensión de
brindar una respuesta única y categórica. No aceptar la duda está provocando la expansión del
fundamentalismo que invade todos los ámbitos y da lugar tanto a visiones que nos aseguran un
destino maravilloso como a visiones que aseguran la catástrofe. Hasta ahora estábamos
acostumbrados a aceptar la duda en el plano de las ideas y las reflexiones, dejando la pretensión
de seguridad a los responsables políticos quienes tienen la obligación de tomar decisiones y no
pueden permitirse ni la vacilación ni la experimentación. Pero las actuales circunstancias, en lugar
de ampliar el ámbito donde se acepta la incertidumbre, lo están cerrando. La sociedad del futuro,
sometida a un ritmo acelerado y constante de cambio, debería dotarse de instituciones capaces de
manejar la incertidumbre sin apelar a la supresión del debate. La experimentación, admitida hasta
hoy solamente como pauta de la investigación científica, debería comenzar a ser admitida en la
reflexión teórica y en la práctica política. El propósito de este artículo consiste en incorporar al
análisis del problema de los temas transversales –habitualmente reducido a una cuestión de
diseño curricular o de métodos didácticos– una dimensión más general: la que se refiere a los
contenidos de la socialización de las nuevas generaciones y su impacto sobre el diseño de la
institución escolar en su conjunto. La hipótesis de trabajo consiste en sostener que las dificultades
que enfrenta la introducción eficaz de estos temas en el curriculum escolar derivan de la
incertidumbre que existe actualmente en la sociedad acerca de qué futuro deseamos, hacia qué
modelo de sociedad avanzamos y cuál es nuestra capacidad efectiva de participar en la definición
de ese futuro. Los sistemas educativos y la formación del ciudadano Si bien no es posible ni
pertinente efectuar aquí un largo recorrido por la historia de la educación, importa resumir
brevemente algunas de las características originales de los sistemas educativos. El sistema
educativo que hoy consideramos tradicional tuvo su origen a fines del siglo pasado y 1 Hanna
Arendt: La condición humana (introducción de Manuel Cruz), Paidós, Barcelona, 199

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