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Sendero Luminoso: ¿Conflicto Armado o Terrorismo?

Daniel Villarroel y Heidi Herrera

Escuela Profesional de Historia, Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann

Curso de Defensa Nacional y Relaciones Internacionales

Fidel Revilla Arizaca

19 de julio del 2023


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Centrarse en esta cuestión es tomar elementos de diversas ciencias, pues la

repercusión que gira entorno a esto, sobre todo en el Perú y en un caso análogo como

el colombiano, es sin duda determinante tanto como para la concepción del hecho en lo

cotidiano, la posterior imagen en el imaginario colectivo e histórico y para establecer

responsabilidades, acciones y juicios frente a los actos perpetrados. En el Perú, este

debate se ha ideologizado, pues se considera equívocamente que tomar una postura

en esto es tomar una orientación ideológica o como uso de eufemismo para desmeritar

o ablandar sucesos ocurridos en el pasado, específicamente en la década de los 80´s e

inicios de los 90´s, sirviendo, en consecuencia, para desestimar argumentos u

opiniones en redes sociales, en una esfera más coloquial y menos especializada,

siendo que en espacios más académicos no es ni fue ignoto el asunto, pues en materia

de derechos humanos, como se mencionó antes, es fundamental identificar

responsabilidades para luego establecer juicios recurriendo al conocimiento de los

conceptos y el reconocimiento del contexto en el cual se desarrollan los hechos. En

primer lugar, será imprescindible dar a conocer una breve historia de lo que fue

Sendero Luminoso en el Perú, comprender su ideología, sus efectos en el escenario

donde evolucionan y florecen, describir estas mismas para así encasillar bajo términos

y regulaciones correspondientes a los Derechos Humanos Internacionales, pues haya

sido conflicto armado o terrorismo, sin duda alguna la violencia, la muerte y zozobra

fueron el quid en todo momento del asunto, a este entender los cuatro convenios de

Ginebra y sus tres protocolos adicionales serán fundamentales, así también lo es el

Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Seguidamente se

comprenderá los efectos del uso del lenguaje, siendo que el debate acerca de que si es
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terrorismo o conflicto armado se condiciona en un escenario que Reinhart Koselleck

(1993) considera es una “lucha por las denominaciones” (p. 110), entendiendo que

existe alrededor de esto una guerra conceptual en donde se intenta disuadir, a través

del lenguaje, en la conciencia colectiva. Será importante también conocer el significado

de los dos conceptos en boga, relacionarlos, diferenciarlos y enmarcarlos dentro de la

realidad peruana tomada en cuenta en el análisis, pues si estas son manejadas de

manera indistinta o equívoca traerá como efecto la confusión del imaginario que de

cada una de las dos se desprenden. Menester es constatar, adelantándonos al

desarrollo de los argumentos, que reconocer un escenario de violencia e inestabilidad

en un país dentro de sus fronteras como lo es un Conflicto Armado Interno no da en

ningún momento reconocimiento a que los grupos armados ilegales tomen la condición

de guerrilleros o beligerantes como puede suceder en una guerra civil interna

tradicional, sino que, por el contrario, condiciona los acontecimientos para

posteriormente ser juzgados bajo los protocolos internacionales de derechos humanos

correspondientes, así también no aparta el hecho de que existan actos terroristas en el

conflicto, pues si bien los actos terroristas son independientes a un conflicto armado

estos pueden existir dentro de ella, sin quitarles la categoría terrorista. De esto modo

un conflicto armado interno será el escenario o contexto social donde se pueden

desarrollar o no acciones terroristas por ambos bandos del conflicto en el país donde

llegan a desenvolverse.

Breve Historia de Sendero Luminoso

Las décadas de los 80’s y 90’s experimentarán los más fulminantes periodos de

violencia vividos en el Perú, el país sufrirá consigo la peor crisis cuanto a violaciones de
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derechos humanos y muerte se refiere (Farias, 2012). El punto de inicio, entonces, será

la creación de lo que fue el Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso (PCP -

SL) y algunos antecedentes previos. La ruptura chino-soviética tendrá su efecto en el

Perú dividendo al Partido Comunista, por un lado, se encontraba el PCP – Unidad, de

tendencia soviética y el PCP Bandera Roja, de su contraparte china. Siendo que

Sendero Luminoso vendrá a ser la ralea del PCP – BR, teniendo como líder en todo

momento a Abimael Guzmán, profesor de filosofía de la Universidad de Huamanga. El

mismo Deng Xiao Ping había ya asimilado la vía campesina y maoísta para la realidad

peruana cuando una delegación estuvo en Pekín en el año 1963, del cual refiere Ríos

Sierra (2018) “el resultado de este apadrinamiento sería el naciente PCP – BR semilla

embrionaria de Sendero Luminoso” (p. 280)

Ayacucho se convertirá en el seno en el cual las tesis maoístas tendrán su

florecimiento y desarrollo revolucionario (Ríos Sierra, 2018). Entre 1965 y 1967 se

impregnaba la emulación de la revolución china, la obligación de crear un partido

revolucionario y la amalgama de todos los métodos de lucha, el mecanismo de

violencia y la revolución cultural, Guzmán alude que la violencia era el único camino,

menciona Degregori (1990), para que de esta manera el indio deje de ser parte de la

servidumbre.

Entender la ideología senderista es entender, a través de sus pensamientos, a

sus tres grandes líderes: Abimael Guzmán, conocido como Camarada Gonzalo y líder

indiscutible del partido, siendo una especie de principio y fin del mismo, Augusta La

Torre, Camarada Norah, primera esposa de Guzmán y Elena Iparraguirre, Camarada

Miriam, quien, a la muerte de La Torre, hasta ahora por circunstancia desconocidas,


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asume el control como segunda líder y se convierte en conviviente de Abimael. El

fundamento ideológico entonces recae en estos personajes que a su vez se nutren de

las tesis de Marx, Lenin, Mao y como menciona Ríos Sierra (2018) el Pensamiento

Gonzalo tomará el estatus de la cuarta espada del comunismo. Textos como Un paso

adelante y dos atrás o ¿Qué hacer? de Lenín impregnarán en ellos la motivación para

el inicio de lo que ellos llaman “lucha armada”. En palabras de Iparraguirre: “no

captábamos porque empleábamos la violencia, eso más bien los espantaba. Por el

contrario, la juventud nos seguía porque ofrecíamos la posibilidad de acabar con el

sufrimiento” (Zapata, 2017). Es decir, detrás de todo esto se trataba de buscar relativa

venganza hacia los responsables del sufrimiento del pueblo oprimido. La estructura

interna del partido era comprendida por jóvenes, mujeres, proletariado capitalino y

peruanos de la periferia quienes estaban organizados dentro de diversos organismos

como el Movimiento Juvenil Popular, Movimiento Femenino Popular, Movimiento

Campesino Popular, Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas y Socorro

Popular (Ríos Sierra, 2018), teniendo para sí objetivos definidos internamente, como

organización, y para el partido, pero que también fueron participes en muchos casos de

la época en la cual Sendero empezó la violencia. La gran cantidad de manifestaciones

de violencia tales son masacres, asesinatos, desapariciones, torturas fueron su método

de “guerra popular” iniciada en 1980, basando la información en el Informe Final de la

Comisión de la Verdad y Reconciliación podemos encontrar ejemplos de estas

acciones como la ocurrida el 3 de abril de 1983 cuando 60 militantes de Sendero

Luminoso se adentrarán en Santiago de Lucanamarca en Ayacucho portando consigo

armas blancas y de fuego asesinando a 69 campesinos (Rios Sierra, 2018), suceso


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que pudo ser descrito por sobrevivientes, Antonio Quincho y Glicerio Rojas son

algunos. Al año siguiente, un 17 de enero, senderistas llegaron hasta el distrito de

Ocros en donde acribillaron a 25 personas, acontecimiento descrito por Haydee

Morales. Estos atentados no se hicieron esperar en Lima, a inicios de los 90, pues el

objetivo siempre fue Lima, la capital, con atentados como a la municipalidad de San

Martín de Porres, el derribo de postes de alta tensión, el ahorcamiento de perros en las

principales avenidas de la capital, la colocación de “coches bomba”, el atentado al

Canal 2 y el de Tarata, en el centro de Miraflores, remeciendo la clase media alta

capitalina, este atentado produjo la muerte de 22 personas y dejó 155 personas

heridas, la CVR recogió testimonios como el de Vanesa Quiroga, que para entonces

tenía 12 años y perdió una pierna, los asesinatos selectivos no tardaron, en 1992 se da

la muerte de María Elena Moyano, quien de alguna manera u otra, tras no acatar un

paro interno que organizaba Sendero, el resultado fueron disparos en la cabeza y

pecho, y la explosión del cuerpo con dinamita. Estos sucesos mencionados a través de

testimonios recogidos por la CVR sustentan lo que Iparraguirre decía acerca de los tres

métodos de lucha a partir de 1980, las acciones de agitación, los ajusticiamientos

selectivos, mientras se batía en el campo, y el sabotaje. Todo esto nos conduce hacia

una dirección que refiere a la cuota de sangre, es decir, lo esencial para transformar a

la guerra emprendida en lo más importante para el país. Guzmán decía que “la cuota

es una pequeña parte de la revolución peruana…la mayor parte son causadas por la

reacción y la menor parte por nosotros” (Gorriti, 1999, p.168).

Repercusión del Lenguaje


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Comprendido el devenir de Sendero en la historia peruana es que otro factor a

analizar es el del lenguaje. Menciona Betancur (2010, p. 70) refiriéndose a Koselleck

(1993, p. 109) que será “la semántica política de los conceptos” la que dará pie a

comprender la importancia que tiene el lenguaje en las distintas fases de la historia,

relacionándolo, de esta manera, tanto con el presente como con el porvenir. Es decir, el

lenguaje más allá de definir o describir determinado hecho o situación, en este caso en

la política, será también de carácter fundamental y esencial al momento de disuadir

cómo es que tal hecho se quiera percibir en el futuro para la colectividad. De esta

manera, refiere Koselleck (1993) “los momentos de la permanencia, del cambio y de la

futuridad contenidos en una situación política concreta quedan comprendidos en la

adquisición del lenguaje” (p. 109). Seguidamente, se puede añadir que establecer

posiciones políticas en periodos de crisis y zozobra irán acorde al debate semántico

existente (Betancur, 2010) pudiendo servir para imponer o preservar cierto tipo de

estatus social o político. Por lo tanto, las semánticas políticas de los conceptos

modernos contendrán dentro de sí propósitos y objetivos a futuro, además que tendrán

la categoría de históricos, ya que expresan intereses enlazados también al momento

específico en el cual son dichos y utilizados, en tanto que estos conceptos configuran el

contexto en el cual son mencionados siendo a priori consecuencia de los mismos,

diciéndolo en otros términos se forma un tipo de círculo infinito en donde las partes

crean todo y estas crean las partes.

Refiriéndonos al ámbito del derecho, el lenguaje es fundamental del mismo

modo, pues limita y condiciona las posibilidades mediante la cual se puede plantear la

solución al problema. “No pueden ser iguales las estrategias jurídicas y políticas para
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enfrentar una amenaza terrorista que para superar un conflicto armado” menciona

Uprimny (2005, p. 1), tal cual como lo establecen los Cuatro Convenios de Ginebra y

sus tres protocolos Adicionales ayudando a reconocer lo que es un conflicto armado, a

identificar sus elementos y cómo es el procedimiento legal para los juicios. Siendo que

el uso del lenguaje no debe ser ignorado, pues repercute y manifiesta sus

consecuencias en la realidad. No es lo mismo señalar la realidad peruana de los 80´s y

90´s como una guerra civil, guerra popular, terrorismo o conflicto armado sin más, sino

que es necesario especificar, pues muchos de estos conceptos se interrelacionan y

pueden existir conjuntamente o independientemente. Entonces cualquier término que

disponga ser utilizado definirá la índole del conflicto y el escenario del problema

subordinando, como se dijo antes, las posibilidades para establecer soluciones.

Análisis de los términos

Ahora, la visión que se tiene acerca de la realidad peruana acaecida en las dos

últimas décadas del siglo pasado son diversas y heterogéneas. El mismo Abimael

(2009) se pronuncia en una de sus memorias acerca de los sucesos y alude que “mi

partido inició y desenvolvió una guerra popular, pero el Estado peruano lo sigue

calificando de terrorismo…la han calificado de guerra civil o interna…y nosotros…la

llamamos guerra popular” (p. 75). Esto nos da a entender la amplia gama de términos y

conceptos que se tienen acerca de esto, por lo tanto, es necesario saber a qué refiere

cada uno.

Con respecto a la definición de Conflicto Armado Interno es imprescindible

basarnos en los cuatro Convenios de Ginebra y sus tres Protocolos adicionales, que en

los artículos 1 y 2 del Protocolo II, siendo que los elementos necesarios para su
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existencia son la presencia de un grupo armado con relativo dominio sobre cierto

territorio del Estado donde se desarrollan, deben estar en contra del Estado y requieren

de una estructura jerárquica (Comité Internacional de la Cruz Roja, 2014), también, en

otro entender, se puede mencionar la existencia de Conflicto Armado cuando, en

primer lugar, existan combates armados, en determinado territorio de un país, estos

combates se desarrollan entre las fuerzas represoras del Estado y otros grupos

armados ilegales, estos deberán causar al menos el 5% de las muertes (Uprimny,

2005). A diferencia de una guerra civil o interna, por ejemplo, donde las dos partes en

cuestión tienen reconocimiento legal y político, además que son apoyadas por cierto

sector de la población, entonces podemos entender que conceptualizar el escenario de

Sendero Luminoso como Conflicto Armado interno no da pie a que sus acciones sean

legitimadas. Para el caso peruano, la CVR, menciona Bregaglio (2013), fue un conflicto

armado interno del tipo 3 del artículo 3 común. Dentro de esto se puede entender

también el concepto de guerra de guerrillas, siendo más que un tipo de conflicto, es un

método o táctica de guerra, refiriéndose al “amedrentamiento hacia el enemigo con

ataques sorpresivos y veloces” (Villamarín, 2003, p.78 citado en Vargas et al, 2013, p.

19). Esto no puede ser confundido con ataques o actos terroristas, la diferencia es

significativa, pues, como menciona Vargas et all (2013) “aquí se ejecutan actos de

impacto publicitario y psicológico, generalmente contra la población civil” (p. 19). Esto

con la finalidad de generar repercusión y producir terror. Tal definición nos conduce a la

dada por el Código Penal colombiano: estado de zozobra o terror en la población,

contra el patrimonio, vías de comunicación…capaz de causar estragos o grave

perturbación de la tranquilidad pública (Vargas et al, 2013). Es decir, los actos


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terroristas salen fuera de la órbita de Conflicto Armado para referirse específicamente a

hechos concretos que pueden darse fuera o dentro del conflicto. El artículo 33 del IV

Convenio de Ginebra da a conocer que “están prohibidos los castigos colectivos, así

como toda medida de intimidación y terrorismo” (Comité internacional de la Cruz Roja,

2014). Dando a entender, nuevamente, que no se refiere al tipo de conflicto, sino a los

hechos sanguinarios que pueden ocurrir dentro del conflicto y que, como se menciona,

están prohibidos, por lo que deben ser juzgados.

Por lo tanto, constatar que los periodos vividos por el Perú, mientras las

acciones de Sendero Luminoso eran realizadas, como Conflicto Armado Interno no es

equívoco, no se pueden heterogeneizar los conflictos armados por la existencia del

terrorismo o no mediante las normas de los DIH (Bregaglio, 2013). Al contario de todo

esto, estos dos conceptos no se repelen entre sí, sino que mientras uno refiere al tipo

de conflicto que se está desarrollando, lo otro especifica los hechos de violencia

realizados. Bajo juicio de la CVR se menciona que Sendero perpetró actos que son

transgresiones a los convenios de Ginebra (Bregaglio, 2013), en donde se estipulan,

especialmente en el artículo 3 común a los cuatro convenios, la prohibición los

atentados contra la vida, la toma de rehenes, atentados contra la dignidad personal,

condenas y ejecuciones dictadas sin previo juicio, recapitulados anteriormente en el

caso de Sendero, por lo que se puede decir que lo acontecido en el Perú fue un

Conflicto Armado Interno en donde se llegaron a perpetrar actos terroristas.

Conclusión

En forma de conclusión se puede mencionar que el lenguaje será significativo

para entender la realidad en la cual vivimos, pues influye significativamente en la


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conciencia colectiva e individual, distorsionando o prevaleciendo el recuerdo de lo

acontecido en el pasado. Lo vivido en el Perú en los 80 y 90 se enmarca dentro de lo

que es un Conflicto Armado Interno según lo estipulado por la CVR, basándose esta a

su vez, en los convenios de Ginebra y sus protocoles adicionales, siendo que esto no

desvirtúa que Sendero Luminoso haya cometido acciones terroristas, dentro de lo que

ellos llamaban “guerra popular”, pues las masacres cometidas hacia las poblaciones de

Lucanamarca y Ocros, por mencionar algunas, en Ayacucho o el aniquilamiento

selectivo a quienes se oponían a sus dogmas, como fue el caso de María Elena

Moyano, los atentados con coches bomba en el Canal 2 o en la Av. Tarata son fiel

retrato de estas. Estos dos conceptos, terrorismo y conflicto armado interno, entonces

no son contradictorios, ni mucho menos excluyentes, sino que son un mecanismo para

definir y contextualizar los hechos y el escenario donde Sendero Luminoso se

desarrolla, siendo que el término Conflicto Armado Interno, refiere al tipo de conflicto,

mientras que terrorismo especifica los actos que se realizaron. Generar una disputa y

diferencia de posturas a partir de la ignorancia solo generará grietas y distorsiones

dentro de la memoria. Teniendo un objetivo contrario a esto, el país, desde las

autoridades hasta la población, la responsabilidad que nosotros tenemos es la de

reconocer, en primer lugar, le época de violencia vivida y hacer que prevalezcan dentro

de la memoria y conciencia colectiva para que esto no vuelva a repetirse.


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REFERENCIAS

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Concepto. Reflexión Política, (24). 68-77.

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Ríos, J. (2018) Sendero Luminoso: Una apología de la violencia. Revista de Cultura de

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https://revistadeculturadepaz.com/index.php/culturapaz/article/view/22

Uprimny, R. (2005) ¿Existe o no conflicto armado en Colombia? Dejusticia

https://www.dejusticia.org/existe-o-no-conflicto-armado-en-colombia/

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DEBOLSILLO.

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