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DIPLOMADO EN GESTION DE

CALIDAD Y ACREDITACION EN
INSTITUCIONES DE SALUD
MODULO 4: MARCO
REGULATORIO.

CALIDAD DE
LA SALUD EN
CHILE

EVELIN GANGA TILLERIA


Una atención sanitaria de alta calidad es la que identifica las necesidades de salud
(educativas, preventivas, curativas y de mantenimiento) de los individuos o de la
población, de una forma total y precisa por lo cual destina los recursos (humanos y
otros), de forma oportuna y tan efectiva como el estado actual del conocimiento lo
permite. Un elemento central de la calidad sanitaria, es la seguridad de la
atención, entendida como un proceso que se centra en el conocimiento de los
riesgos de eventos adversos (EA) tanto del prestador institucional, prestador
individual como del usuario y la prevención de aquellos que son evitables a través
de intervenciones efectivas.

Los protocolos y marcos regulatorios de Calidad y Seguridad de la Atención tiene


como propósito contribuir a mejorar la calidad y seguridad del paciente mediante el
desarrollo de planes, programas y políticas públicas aplicables a los procesos
sanitarios de toda la red asistencial.

La calidad en salud se mide por el grado de satisfacción del paciente ante


cualquier episodio de enfermedad o ingreso en un centro hospitalario.

Ofrecer calidad en salud significa poner a disposición de los pacientes los mejores


medios, infraestructuras y materiales con tal de poder dar la máxima calidad
posible. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la calidad en salud
como “asegurar que cada paciente reciba el conjunto de servicios diagnósticos y
terapéuticos más adecuado para conseguir una atención sanitaria óptima,
teniendo en cuenta todos los factores y los conocimientos del paciente y del
servicio médico, y lograr el mejor resultado con el mínimo riesgo de efectos
iatrogénicos y la máxima satisfacción del paciente con el proceso».

A su juicio, esta definición de calidad abarca la promoción, la prevención, el


tratamiento, la rehabilitación y la paliación, e implica que la calidad de la atención
puede medirse y mejorarse continuamente mediante la prestación de una atención
basada en datos probatorios que tenga en cuenta las necesidades y preferencias
de los usuarios de los servicios: los pacientes, las familias y las comunidades.

Según datos de la OMS, en los países de ingresos altos, el 10% de pacientes


sufre daños al recibir atención hospitalaria, y cabe prever que 7 de cada 100
hospitalizados pueden contraer una infección relacionada con la atención
sanitaria. Por su parte, la OMS atribuye entre 5,7 y 8,4 millones de muertes
anuales a la atención de calidad deficiente en los países de ingresos bajos y
medianos, “lo que representa hasta el 15% de las muertes en esos países”.
Actualmente, en la comunidad científica existe un consenso sobre las
características que definirían qué es un servicio sanitario de calidad, que según
describe la OMS, son:

 Eficacia: proporcionar servicios de salud basados en datos probatorios a


quienes los necesiten.
 Seguridad: evitar lesionar a las personas a las que se dispensa atención.
 Centrados en la persona: dispensar atención adecuada a las preferencias,
las necesidades y los valores personales, en el marco de servicios
sanitarios que se organizan en torno a las necesidades de la persona.
 Oportunos: reducir los tiempos de espera y las demoras, que en ocasiones
son perjudiciales tanto para los que reciben la atención como para los que
la prestan.
 Equitativos: aportar una atención cuya calidad no varía por motivos de
edad, sexo, género, raza, etnia, lugar geográfico, religión, situación
socioeconómica, idioma o afiliación política.
 Integrados: lograr una atención coordinada a todos los niveles y entre los
distintos proveedores que facilite toda la gama de servicios sanitarios
durante el curso de la vida.
 Eficientes: maximizar los beneficios de los recursos disponibles y evitar el
despilfarro.

La OMS ha propuesto una serie de medidas para que los gobiernos, los sistemas


de salud, los ciudadanos, los pacientes, y el personal sanitario puedan lograr,
mediante el trabajo conjunto, una prestación de servicios sanitarios de calidad en
primera línea, a partir de las siguientes líneas de trabajo:

 Cobertura sanitaria universal y calidad: debería convertirse en un


compromiso mundial que todas las personas que necesitan servicios de
salud reciban una atención de alta calidad y sin exponerse a dificultades
financieras.
 Orientación estratégica nacional en materia de calidad: las políticas y
estrategias nacionales destinadas a mejorar la calidad de la atención
proporcionan una base sólida para aumentar la calidad en todo el sistema
de salud.
 Calidad en todo el sistema de salud: para prestar servicios de calidad, hace
falta una buena gobernanza, un personal sanitario cualificado y competente
que cuente con apoyo y esté motivado, así como mecanismos de
financiación que posibiliten y fomenten una atención de calidad, además de
sistemas de información que continuamente realicen labores de vigilancia y
aprendan a impulsar una atención mejor, así como medicamentos,
dispositivos y tecnologías que estén disponibles, sean inocuos y estén
debidamente regulados, aparte de centros sanitarios accesibles y bien
equipados.
 Sistemas de salud resilientes de calidad: la calidad y la resiliencia son
conceptos estrechamente relacionados, ya que los sistemas de salud para
ser resilientes necesitan prestar servicios de salud de calidad antes de una
emergencia de salud pública, y mantenerlos durante el desarrollo de la
misma, aparte de mejorarlos tras su finalización.

El estudio, publicado en la revista médica internacional The Lancet, señala


que hoy Chile registra una puntuación total de 76, mientras que en 1995 llegaba a
los 58; en el caso de enfermedades como el sarampión y la difteria alcanza el
máximo puntaje (100), pero baja a 19 cuando se trata del cáncer testicular.

Para eso, se basaron en la tasa de mortalidad de 32 enfermedades prevenibles y


para cada una de ellas aplicaron el índice de calidad y acceso a la salud (HAQ),
una escala que va de 0 a 100.  Según estos datos, en los últimos 25 años Chile
mejoró su índice en 28 puntos y además está entre el 25% de los países con
mejores resultados, primero en Latinoamérica.

Entre las 32 enfermedades que evalúa el índice está la tuberculosis, difteria,


tétanos, sarampión, cáncer de colon y recto, cáncer  testicular, melanoma, cáncer
de mama, uterino, trastornos maternos e infantiles, diabetes, anomalías
congénitas, apendicitis, entre otras.

Entre todos los países evaluados, Chile se ubica en el lugar 49 de 195. En todo el


continente americano solo es superado por Canadá (87,6), Estados Unidos (81,3),
Bermuda (79) y Puerto Rico (76,6).

Según  Dean Owen del IHME de la U. de Washington, Chile está muy bien. "La
nación vio un aumento significativo en su calificación en salud y el índice de
calidad de 1990 a 2015, pasando de 58,8 a 76. Este aumento corresponde al
aumento del desarrollo sociodemográfico", dice. Además, añade que "Chile redujo
la brecha entre sus niveles observados de acceso y calidad de la atención de la
salud y los niveles alcanzados por otros países con niveles similares de factores
socioeconómicos.

Además de los puntos anteriormente tratados, se reabre el debate público en


cuanto al sistema de salud, luego de un sondeo realizado por la Encuesta
Nacional de Salud de la Universidad Andrés Bello, la cual indicó que un 52% de
los chilenos consideran que la calidad tanto del sector público como privado ha ido
en bajada, evaluándolo con un 4,3. Se estableció la peor calificación en cuanto a
los accesos a horas de médicos especialistas y atención en urgencia.

No es nada nuevo que la salud tiene falencias estructurales, si nos referimos a la


salud pública siempre ha tenido un carácter más precario; menos médicos
especialistas, largas filas para atención, plazos gigantescos de espera para
operaciones, entre otros. Y son las personas más pobres los que están
subordinados a un sistema de salud que no de abasto con la demanda de las
familias de la clase trabajadora.

Por otro lado, el servicio privado tiene un nivel de oportunidad y acceso mayor,
permitiendo tecnología más avanzada, accesos más rápido, mayor cantidad de
médicos. Lo cual está dirigido a un sector muy reducido de la población, sólo
aquellos que tienen los medios para poder costear los altos precios de este
servicio.

Esta brecha también pudo vislumbrarla la encuesta, donde se establece una clara
diferenciación en cuanto a la evaluación del sistema de salud entre personas de
Isapres y Fonasa. Las peores experiencias y evaluaciones venían de usuarios del
servicio público.

Así vemos como esta división presente en el servicio de salud le entrega


ganancias a los sectores privados a través de la precariedad del sistema público.
Es por esto, que resulta necesario una reestructuración en el servicio de salud,
que sea organizado y gestionado por los mismos trabajadores que los hacen
funcionar; enfermeros, técnicos, médicos y usuarios, no por los intereses de los
privados, que sólo vela para beneficiar a la clase empresarial y mantener esta
precariedad presente en la salud pública. Así, es que es necesario tener un
servicio de salud único, sin segregación y que sea capaz de cubrir con las
necesidades de la clase trabajadora.

Por todo, trabajar en pro de la calidad en salud es cosa de todos. Hoy en día, los
pacientes están cada vez más informados y son más exigentes. Por
ello, la formación y actualización del personal sanitario es fundamental y es que,
hablar de calidad en salud significa no cometer fallos porque está en juego la vida
de las personas. Por suerte, los servicios sanitarios buscan mejorar siempre todos
los procesos de atención al paciente, aportando servicios de calidad.

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