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AL FINAL DEL CAMINO

SINOPSIS
A pesar de conocerse desde años atrás.
Ellos nunca han sido muy buenos amigos... En realidad siempre se han llevado bastante mal.

Aunque, luego de que ambos se encontraran involucrados en sucesos en los que ninguno tuvo nada que
ver.
Su ¿relación? (si puede llamarse así) se vuelve un poco más... cerrada e ¿íntima?.
Ya que saben que tienen que dejar los problemas de lado y unirse para buscar a quien los inculpó de tal
manera.

Adrien cree saber quien fue.


Mientras que Marco, solo busca alejarse de él.

Pero resulta que hay alguien más. Es una ¿chica? o tal vez un ¿chico?
No lo saben, su identidad es un misterio.
La única información que tienen del desconocido es que se refugia bajo el nombre de "V".

INTRODUCCIÓN

–¡CORRE!– le escuché gritarme– ¡VETE! – seguía gritando.

No podía hacerlo.

No debía alejarme.

Teníamos una promesa.

En ningún momento había pensado en romperla.

Así que corrí, pero no para irme, sino para llegar hasta él.

Entre mis planes no estaba dejarlo solo. 

Una vez llegué a donde estaba me arrodillé a su lado, cogí su rostro entre mis manos y susurré:

–Llegamos hasta aquí juntos, nos iremos también juntos.


Puso su mano sobre la mía, y luego cerró los ojos...

MARCO

Veo la hora en mi celular, 8:05 am.

No puedo creer que esté llegando tarde nuevamente.

Si sigo así tendré que decirle adiós a la universidad... por segunda vez.

Ya había perdido un año, y según papá no podía darme el lujo de perder otro más.

-¡MARCOO!- gritan del otro lado de la puerta.

-¡POLOOO!- grito de vuelta mientras la abro.

Ante ella, en su máximo esplendor aparece una hermosa mujer, completamente arreglada, esbelta y tan
solo unos poco centímetros más baja que yo.

Mi madre.

¿Su nombre?

Atenea Urzukova, de casada, Windsor.

Y sí, se llama como la diosa griega.

Teníamos el cabello de un color azabache y los mismos ojos grises que daban a entender que eramos madre
e hijo.

-Buenos días cariño- dice dándome un beso en cada mejilla .

Le devuelvo el saludo.

-Ya te llamó ¿cierto?- pregunto.

Hace un gesto que indica que si lo hizo.


-Es tu primer día en tu último año- responde, cambiando un poco la respuesta a lo que pregunté realmente.

De nuevo, pienso pero no se lo digo.

-Lo sé- respondo con un asentimiento.

-No puedes llegar tarde- continúa ella.

-También lo se- hablo nuevamente.

Mamá suspira y agrega.

-¿Entonces porque estás llegando tarde?

Ella si que me tiene paciencia. No entiendo por qué.

Me encojo de hombros y le digo.

-Me quedé dormido.

Otra vez.

Eso tampoco lo digo.

Me mira, suspira de nuevo y luego sonríe.

-Es mejor que nos vayamos.

++++++

Ya en el auto, saco mi celular y reviso los nuevos mensajes y notificaciones que me han llegado.

Todas eran de una aplicación llamada wattpad en la que solía escribir en mis ratos libres.

Pocos sabían que yo escribía ahí.

En realidad, solo mamá y Lea, mi mejor amiga sabían de ello.

La mayoría eran desde hace cuatro horas cuando actualicé. Todos eran comentarios de mis lectores. En los
que expresaban su amor u odio a diversos personajes, incluso su amor/odio hacía mi por matar a sus
personajes favoritos.

¿Que hago yo? Disfrutar de verlos sufrir y de leer las erróneas teorías que hacen sobre lo que creen que va
a pasar en los próximos capítulos.

Leo un mensaje en mi tablero, es de un lector en específico.

UnicornCrazy

"Te odio. ¿Por qué mataste a Caleb?. Él se merecía su final feliz con Kale"

Río al terminar de leer.

Cuando estoy dispuesto a responder mamá me interrumpe.

-¿Qué tal va tu historia?- dice mirándome de reojo- ¿Y por qué mataste a Caleb?

Ahora ella me lo va a preguntar.

-Te odio por matar a Caleb. Él se merecía su final feliz con Kale- digo, ella se gira hacia mi y me observa
esperando a que continúe- eso lo escribió Lea en mi tablero, parece que ahora me odia. Resulta que Caleb
era su personaje favorito.

Ella ríe, volviendo su mirada al frente.

-Que mal amigo resultaste cariño- dice aun divertida.

-Ella me ama. Ya se le pasará.

-Eso espero. No se que haré contigo si ella se aleja de ti por matar al amor de su vida, el cual resultó ser un
personaje ficticio.

Ahora quien ríe soy yo.

++++++

-Ahí está tu padre- dice cuando estaciona el auto en la entrada del instituto.

Veo hacia fuera, es verdad, su rostro se muestra enteramente endurecido, incluso podría parecer una
estatua.
Su porte le brinda un aire de persona respetable y de alta sociedad.

Todo lo que resulta ser.

Se encuentra parado en toda la entrada del sitio, junto con él, ocho estudiantes mas, entre ellos Lea.

Al menos no estaré solo en detención esta vez.

Que tu padre fuera el director de tu instituto no era ni agradable ni mucho menos divertido.

Era horrible.

-Deséame suerte- le digo a mamá mientras me bajo y cierro la puerta.

-Es tu padre mi amor, no puede ser tan malo.

-Si lo es. Aquí no se comporta igual que en casa- le digo.

-Si tan solo te despertaras un poco mas temprano y no pasaras...

No la dejo terminar y suelto un suspiro.

-Adiós mamá, te quiero.

Ella me sonríe.

-Yo te amo- responde para luego arrancar el auto y así dirigirse a su lugar de trabajo.

Escucho la voz grave de mi padre pronunciar mi apellido.

-Windsord- todos voltean hacia mi- quiero que mueva sus pies hasta acá.

Lea me observa y entre abre sus labios y en un movimiento inaudible dice.

-¿Otra vez?

-Si- le digo de la misma forma.

La pelinegra me voltea los ojos.


Una vez estoy parado frente a mi padre, hablo.

-Señor.

-Se puede saber la razón de que esté llegando tarde- una pregunta de la cual él ya conoce la respuesta a la
perfección.

Así que no me sirve de nada ir y mentirle en la cara.

Voy con la verdad.

-Me quedé dormido.

Los chicos a mi alrededor se ríen.

Él los calla con un movimiento de su mano, solo basta que la cierre en forma de puño para que todos
guarden silencio.

Este es el único director al que veo que si le tienen respeto en todo momento.

-Esa a sido su excusa durante los últimos cuatro años- me dice con su mirada fija en la mía.

¿De verdad? No tenía ni idea.

Él continúa hablando.

-¿Acaso no ha conseguido una mejor durante su experiencia como estudiante de esta institución?

-Disculpe señor, es solo que tengo el sueño un poco pesado.

Solo si "sueño pesado" significa trasnocharse por quedarse toda la noche leyendo.

No es mi culpa que los libros sean tan interesantes como para dejarlos a medias por algo llamado dormir.

Papá me da una mirada fulminante, que indica que mejor me quede callado.

-No quiero ninguna de sus respuestas estúpidas aquí Windsord.

Le sonrío.
-Claro que no... padre.

-Pueden ir a sus respectivos salones, no tendrán detención esta tarde- dice serio- Pero, el próximo que
vuelva a llegar tarde, espero tenga por seguro que no se salvará de pasar toda una semana castigado o
castigada.

Todos asienten menos yo.

Papá habla nuevamente.

-Adentro, ahora.

II

MARCO

—Entonces, ¿por qué lo mataste?– quiere saber ella por... ya perdí la cuenta de tantas veces que me lo ha
preguntado.

De tanto que lo ha dicho.

Nos encontrábamos en el patio del instituto sentados bajo uno de los árboles. Nuestro favorito.

Lea me miraba esperando le diera una respuesta mejor que:

"Porque si"

—Marco.

—Eleanor.

—Me podrías responder... por favor– lo dijo en forma de suplica, ella nunca suplicaba.

Suspiré mientras ponía los ojos en blanco.

—Tu pregunta es ¿Por qué maté a Caleb?– ella asintió, yo seguí– como lectora debes saber que la relación
entre Kale y Caleb no era muy sana, como escritor te lo confirmo. Ambos dependían emocionalmente del
otro...

—Pero...– me interrumpió, yo la interrumpí de vuelta.


—Cuando empecé esta historia ya tenía muchas cosas decididas, recuerdo que antes de publicarla te
comenté que algunos personajes morirían y que...

—Si, me lo dijiste, pero se supone que los protagonistas no mueren– habló otra vez. Si, interrumpiéndome
de nuevo– Nunca. No lo hacen.

—Pues ya vez que las cosas no son siempre como creemos, además, de que hay muchos libros en el que,
equis protagonista, muere, aunque no lo queramos igual pasará– le digo– Caleb era un personaje que
necesitaba ayuda, ayuda que Kale no supo como darle.

«Caleb ayudó a Kale a cumplir sus sueños, le mostró los verdaderos colores de la vida, le enseñó a no
depender de los demás, le hizo ver lo hermoso que él era realmente y lo mucho que valía la pena. Kale, sin
embargo sólo estuvo ahí, con él, y eso a Caleb le fue suficiente, porque su amor era más que suficiente.
Pero aunque tal vez una especie de amor estuviese ahí, Caleb seguía sufriendo y ya no quería hacerlo. Las
cosas suceden por algo y te aseguro que ahora Caleb ya no sufre. Kale se culpa por haber peleado con él y
también por haberlo dejado solo ese día... Ellos si se amaban, pero quizás no lo suficiente– La observo por
un momento. Su cabello negro recogido en una cola, y una lágrima silenciosa bajando por su mejilla
izquierda. Según je escuchado, que cuando una lágrima cae por aquella mejilla, muestra la tristeza a la que
te encuentras sometido.

Tal vez era verdad. Tal vez no.

En este momento no podía decidir si la teoría era cierta o no.

Así que seguí hablando.

«Caleb escribió una carta un mes antes, ahí él le explica sus razones a Kale, le dice que no se culpe y que
siga, que por favor no se aferre a un amor que ya no está. Que no vale la pena sufrir por alguien que se ha
ido y que jamás volverá. Que no caiga, sino que se levante, pero más fuerte de lo que era antes. Que no lo
olvide. Que mantenga su recuerdo vivo. Pero sucedió algo distinto, las cosas pasaron muy diferente a como
él las había planeado, a como él se había imaginado que sucedería, aunque, el resultado que había en su
mente, si logró ser el mismo. La muerte.»

Lea se pasó el dorso de la mano debajo de cada ojo para así poder secar las lágrimas que ya se encontraban
empapando su rostro. No me miró, solo habló, bajo, débil, fue un pequeño susurro.

—Eres cruel.

Solo eso.
Tal vez lo era.

¿Escribir una historia y luego matar a uno de los personajes más queridos?

Si, seguramente eso me hacía cruel a la hora de mostrarme ante los lectores. Pero al menos no era el único
escritor al que de seguro consideraban de esa manera.

Ella claramente no era la única que lo pensaba, todo aquel que leía "A Life For Both" también lo hacía.

Me acerco hacia ella y la rodeo con uno de mis brazos.

—Te dejaré leer la carta y el epílogo antes de que lo publique– decir eso hizo que ella me viera. Yo continúo
con lo que estaba diciendo– ¿Qué si te dolerá lo que está escrito? Si, lo hará, mucho, tal vez. Pero también
te ayudará a entender algunos cabos sueltos, algunas pequeñas cosas.

Ella asintió y me abrazó enterrando su cabeza en mi cuello. Yo la abracé de vuelta.

Era reconfortante estar así con tu mejor amiga. Era lo mejor.

De repente sonó la campana, interrumpiendo el momento e indicando así nuestro regreso a los salones.

 Ella me soltó y se levantó.

Hice lo mismo.

Una vez estuvimos adentro tomamos caminos diferentes, a pesar de cursar el mismo año estábamos en
aulas distintas.

++++++

—Quisieras decirme por que ésto estaba en tu mochila.

—A ver profesora, creo, ya le dije que esa mierda no es mía– dije refiriéndome a la bolsita que ella tenía en
su mano, aquella con ese polvo blanco en su interior.

—¿Y piensas que te creeré después de que los dos últimos dos años hayas estado llegando como si te
hubieras metido cada noche cinco kilos de esta porquería?– señaló también la pequeña bolsa.

Suspiré.
¿Cómo coño había llegado eso ahí? Ni siquiera era mío.

—Profesora, cuantas veces tengo que decirle, QUE YO NO ME DROGO. Eso no es mío. En mis diecinueve
años de vida no he probado ni un solo gramo de cocaína, ni mucho menos cualquier otro tipo de droga.

Ella me miró, sus ojos entrecerrados, estaba seria y claramente parecía no creerme.

Lo que menos necesitaba ahora era que me hicieran una prueba antidoping para confirmar nada.

Ya era suficiente con que todos mis compañeros y a mi pesar, mi padre, sabían lo de la bolsa de coca.

No quería una estúpida prueba ni que me vieran como el drogadicto del instituto.

Ya me tildaban como un bicho raro, no necesitaba más miradas sobre mi.

La profesora Piper suspiró.

—Estás castigado– dijo mientras caminaba hacía su escritorio, cuando estuvo sentada volvió a hablar–
detención después de clases, ni pienses en faltar o en traer más de esta porquería, ¿entendido Windsord?

Asentí y hablé:

—Entendido.

Perfecto.

Detención otra vez.

Y además el primer día de clases.

Y peor, por tener coca en el bolso.

La cual ni siquiera era mía.

Ya me imaginaba a Lea diciendo algo como:

—¿Por qué cojones estaba tu bolso en el salón y no en tú maldito casillero? ¿En qué mierda estabas
pensando?

Ella siempre era así.


Y pensándolo bien ¿por qué no había metido la mochila al casillero? y ¿por qué carajos había olvidado que
una vez a la semana siempre revisaban lo asientos y todo lo que lleváramos encima?

Comenzando desde el primer día, o sea, hoy.

No podría tener más mala suerte.

Ni ser más imbécil.

"Valiendo verga desde temprano" diría Sam.

Y claro que ese idiota también tendría razón.

III

ADRIEN

—Joven Davies me podría dar una explicación razonable de porque su celular estaba en su asiento —habló
el hombre parado frente a mi mientras señalaba el aparato sobre mi escritorio.

—Profesor Bowie ya le he dicho que no me pertenece —. Y era cierto ese celular en definitiva no era el mio,
ya que éste se encontraba en mi casillero y no el cajón de mi escritorio, pero claro él no me creería. Además
de que yo no sería tan imbecil como para traer mi celular a clase sabiendo que se hace revisión de lo que
tenemos dentro del salón.

—No me pienso creer esa mentira suya Davies.

Puse los ojos en blanco, odiaba que me llamaran por mi apellido. El amargado de Snape notó mi acción y
me dió con un libro por la cabeza.

—Sabe perfectamente que los celulares están estrictamente prohibidos durante horario de estudio.

Volví a poner los ojos en blanco, él nuevamente me dió con el libro por la cabeza.

Ya se le había vuelto costumbre hacer eso siempre que yo le contestara mal, por voltearle los ojos o
simplemente porque el quisiera hacerlo. Ultimamente lo hacía en todas sus clases y sin motivo alguno.

Empezaba a creer que la tiene agarrada conmigo.

¿No sabías eso ya?


—Se la voy a dejar pasar esta vez, lo que significa que no lo voy a mandar a detención.

Asentí.

El viejo no dijo nada más, sólo se dió la vuelta regresando a su escritorio y continuando con su estúpida
clase de matemáticas.

Mientras, yo intenté prestarle toda la atención del mundo y no quedarme dormido durante una más de sus
charlas.

Al parecer eso no funcionó.

¿Por qué? Porque sentí un fuerte golpe en la parte trasera de mi cabeza. Aunque ya sabía lo que me
esperaba igual decidí levantarla, Bowie, se encontraba otra vez frente a mi con un libro en su mano
dándome una de sus serias miradas.

—Esta ya no se la paso ¿Quedarse dormido en mi clase? ¿Cómo se le ocurre? A DETENCIÓN —dijo, casi
gritando.

Richard Bowie, profesor de matemáticas desde los últimos seis años, de los cuales tres, he sido, como de
seguro él ha de pensar, un jodido grano en el culo. Aunque creo que todos los profesores de seguro han de
pensar de la misma manera.

++++++

LEA

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