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. 1 .
Índice
Lanzamientospara
un prólogo/ Vicente Leñero ........................... 13
Primer inning
CharlieBrown
en la loma / Eduardo Lizalde ......................... 21
Segundo inning
Cualquieraltibajo/ Daniel Sada ......................... 25
Tercer inning
La vida en el diamante/ -Alberto Blanco .............. 3 3 -
Cuarto inning
Elfllder del destinoI Vicente Leñero ................... 43
Aut en tercera/Vicente Leñero ........................... 55
Quinto inning
Textos/ Raúl Renán ............................................ 69
Sexto inning
El centerfielder/ Sergio Ramírez .......................... 75
Apariciónen lafabrica
de ladrillosI Sergio Ramírez ........................... 85
Séptimo inning
La soledady el beisbol/
Francisco Hernández ................................... 107
El beisboltambién es un juego de palabras /
Francisco Hernández ................................... 109
Octavo inning
Un escritoren el montículo/
Gerardo de la Torre ..................................... 11 7
El día que le lanzó a HéctorEspino/
Gerardo de la Torre ............................. ~ ....... 121
Noveno inning
Los duelistas/Jomi. García Ascot ....................... 131
Line up .. .. . . . . . . . . . .. . . .. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Tras la huelga de peloteros que en el año 1994
impidió la celebración de la Serie Mundial,
Tito Monterroso, gran aficionado ar beisbol,
comentó que era la única vez en su vida
que había estado contra una huelga.
-~
pués de El dependiente, publicado por Seix Ba-
'
rral en 1965, sólo conocía sus cuentos de El ba-
rril mdgico.
The natural era una novela de 1952, la pri-
mera novela de Malamud, que sólo hasta 1984
apareció traducida al español por Plaza y Janés
como El mejor. La edición parecía motivada por
la reciente versión cinematográfica de la novela,
interpretada por Robert Redford. Aunque el
ambiente beisbolístico estaba muy bien logrado
en la pantalla, la película "de" Redford resultó
ser una descarada traición a la novela de Ber-
nard Malamud: convertía en final feliz el desba-
rrancamien to moral que significó el célebre
episodio de corrupción en las Ligas Mayores
durante la Serie Mundial de 1919.
Ciertamente eso era grave, pero lo-que a mí
me pareció espantoso, inadmisible, verdadera-
mente traicionero contra Malamud, fue la tra-
ducción infame que había hecho del libro un
tal J. Ferrer Alev, según acusaba el créáito co-
rrespondiente.
Nadie es capaz de negar que uno de los gran-
des males que han padecido desde tiempos in-
memoriales las editoriales madrileñas y catalanas
son sus insoportables traductores. Cuando no
se exhiben como torpes letrados que malusan
los gerundios, desconocen la caligrafía de los
guiones, malentienden los regímenes del pro-
nombre y etcétera etcétera, padecen pública-
mente un complejo de arrogancia geográfica.
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Consideran que por ser ellos 1nadrileños o cata-
lanes, los autores y personajes alemanes, húnga-
ros, chinos o ingleses que traducen deben usar a
la fuerza 1nodismos catalanes o madrileños de la
n1.áselemental conformación. Por culpa de es-
tos señores· incapaces de encontrar equivalen-
cias de más amplio espectro al habla coloquial
de un ruso o inglés o japonés -¡por culpa más
bien de las editoriales que los contratan, segura-
mente a precio de hambre!-. las traducciones
de los grandes autores están embarradas de gili-
polleces y ¡hostias! y ¡me cago en la madre! que
deben hacer reír a los mismos lectores españo-
les, que no poi estc}.rfamiliarizados con el argot
hispano encuentran verosímil enchufarlo por la
• fuerza en la bbca de _un negro sudafricano, por
aludir directamente a los. traductores de Coet-
zee, o de·Bé_nJeÜoun,o de Henning Mankell o
del que nos toque eri turno, éa:rajo.
Si eso ocurr~ en ·el·argot o con_el habl~ co-
loquial, imagínense lo·que se puede esperar cuan-
do un catalancillo de quinta, como parece ser el
tal Ferrer Alev, intenta traducir los términos del
beisbol -un deporte q:ue los españoles ignoran
y desprecian-. - indispensables para entender la
dramá~ica novelística de Bernard Malamud.
En lugar de enterarse y de estudiar las re-
glas del juego para saber qué es un hit y un
catcher y un shortstop y un centerfielder, se con-
forman con buscar en su diccionario de bolsillo
equivalencias literales que dan origen a contra-
17
sentidos y absurdos y arruinan, desde luego, la
lógica del episodio.
Oigan esto que traduce Ferrer Alev:
Foivler se puso tenso y acabó fuera de juego
con un pop fly y strike-out. En la mitad del sépti-
mo de los Knights, Carl Baker consiguió un esti-
muÚlnte triple, superando a Stubbs, y fue a su vez
driven in por un simple de Flores. Esto igualó el
tanteo, pero seprodujo el desempate cuando, en su
parte del inning, los Cachorros colocaron dos do-
bles back to back, para·conseguir otra carrera.
También me he encontrado con estropicios-
como los de Ferrer Alev en libros de Anagrama
que de repente: ¡oh desgracia!, tocan el tema del
beisbol. Segur~ent,e .Paul Auster no se ha to-
mado la molestia de revisar la impía traducción
que Marjbel.deJuan hace de su novelaMr. Vér-
tigo, sobre todo en:.lo relacionado con los episo-
dios de beis, allá por el capítulo III~ ¡Qué horror!
Mejor olvidarse del tema y mejor buscar li-
teratura beisbolera escrita originalmente en es-
pañol por quienes aman el idioma y. entienden
el beisbot A esa conclusión llegamos quienes
quisiéramos ver y sentir nuestro deporte predi- _
lecto enriqueciendo la literatura.
Gerardo de la Torre lo pensó con seriedad
y, asistido por mí como asiste un simple coach a
un cuarto bat plantado ya en la caja de bateo, se
dio a la tarea de elaborar esta antología de tex-
tos beisboleros que tiene de todo: narrativa,
poesía, dramaturgia, crónica ...
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Una colección de escritos que se valoran por
sí mis111os,como se valora una línea de hit.
Un pufiado de páginas para los fanáticos de
este deporte rey que nos ayuda a vivir.
Vicente Leñero
Primer i11ning
Charlie Brown en la loina
(Tango de otro viudo)
Eduardo Lizalde
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nero derecho -depende--, calculando la dis-
tancia donde n1uriera la línea, o quien quedara
n1ás cerca. Igual por el otro lado y hacia el fon-
do en los supuestos jardines. ¡Pleeey bol! Co-
rrespondía abrir la tanda de bateo al equipo
visitante, que pues no tenía uniforme y en lugar
de espais calzaban unas botas viboreras para ba-
rrerse meJor.
Pero portaban cachuchas de un amarillo chi-
llón que con los rayos de sol se hacían más fos-
forescentes: treta para distraer al pícher. Un
bateador pelos· largos de estropajo, verdolagón
y chupado era el primero en el orden, nada más
de ver la estampa parecía peligtosísimo.
ll El pícher se· la rifó tirándole todo lo recio
que pudo y se salió .con la suya: un ponche es-
pectacular con sólo tres lanzamientos q~e deja-
ron al pelao con la ,carabina al hombro. El pícher
despué s de esto' hizo varios movimientos de con-
1
1
29
cuando estuvo tnás cerca y dándole un leve sa-
1udo con la mano 1nuy en alto, preguntó:
1
II
No sé por qué
aquella primera curva.
me hizo ver con otros ojos.
la luz parpadeante en la ventana.
III ·
Las grandestragedias
se escriben.con dos outs.
.. .. . ·. ·_ La jugada genial:
,·.. · ,. :••'.•.•url reldmpagoque se desvanece.
37
VI
El beisboles un deporteexacto.
VII
No existenlosquizds en el beisbol.
- VIII
IX
Si supiéramostratar a Lavictoria
y a Laderrota
como dos impostores,
todosseríamoscampeones.
Personajes
El fílder
Voz hombre··
Voz mujer·
Lugar·
Acto único
VOZ HOMBRE
Ya estás aquí otra vez, en el jardín derecho.
VOZ MUJER , ~, ,.
De esta región no,-pueden.º<-·:
recibirse mensaje~ .. '.. ,
VOZ MUJER
De esta región no pueden
recibirse mensajes~ ..
de ella no cogemos •
sino hálitos más vagos
aun que presentimientos.
Silencio.
VOZ HOMBRE
Parecía que ibas bien. En un principio, em-
pezabas los juegos de primero en el orden por-
que siempre lograbas embasarte y llegar a
primera con el toque de bola o con el jit. Nadie
mejor que tú para correr-las:bases.
VOZMUJER
A esta región rio',~ige el movi_miento ...
·voz HOMBRE
Nadie mejor que tú jugando-al -shorestop.
VOZ MUJER.
No la oye el oído, pues µo _vibra,
el tacto no la tienta, pues no oprime, •
no la halla el pensamiento. _
Porque jamás se torna,. ni las ondas
de la pasión lo álcanzan, porque es simple,
inaccesible y pura.
VOZ HOMBRE
El mejor parador en corto de tu equipo y
de toda la liga de las fábricas.
47
VOZ MUJER
Sólo de tiempo en tiempo,
semejante a esos lentos intervalos
de luz, con que se abre
y adara un poco el gris de un largo invier-
no,
suelen abrirse un poco mis nublados.
De tiempo en tiempo largo un breve espa-
.
ClO,
el alma, levemente,
surge a una escasa luz, y está arropada
como una sábana.· •
VOZ HOMBRE
Con cuánta rapidez asistías en segunda, pi-
voteabas, tirabas a primera y completabas, ¡qué
a tiempo!, el doblepley. Un veintitrés de marzo
(¿lo recuerdas?) aquel atrapadón impresionante
a una línea de fuego que se iba (con.dos auts en
el cierre de la octava y un hombre en la antesa-
la) ganó para tu equipo el gallardete y tú sentis-
te el vértigo del triunfo, el ruido de la gloria y la
• I
consagrac1on.
VOZMUJER . .
Desde este alre.dedor·-desoledades
que-a.mi espíritu envuelve, - - '
desde Ja cruenta fecha en que partiste, .
•desde q~e est,ásausente;· .. _
-.-á;-·1:ravéf
de los aAos·sllspengtdos, •
como. cortinas_tenues, •
sobre la sertdaJe,veqµetu'paso -_
_:~arcó, hunµHá11doel césped',·. ; - •
le p~do a.tu recuerdoün~ c~ici:a
que nu:nca:rne concede(
le pido a -tu.re(:uerdu \ina caricia,
ya de manos de nieve, •
cada vez que la tarq.e, como ·un sueño,·
tras de dormirse; muere .. ·•
Silencio.
VOZ HOMBRE
Al año de todo eso, apenas empezó la tem-
porada, caíste en un slom de bateo incompren-
sible.Te ponchabas tirándole a pichadas altísimas
49
o a una recta inocente por la zona de estráik. Te
fuiste para abajo de doscientos_.No llegabas ja-
1nás a la primera y en el short empezaron tus
errores, tus pifias, tus tiros alocados ... Se te es-
currían las rolas por debajo del guante. Malaba-
reabas la pelota y no ppdías doblar. Te volviste
pasmado, lento, torpe, un lastre para el cuadro,
una calamidad.
VOZMUJER
Más solo que el cipré§ tras la ventana,
más hon_do que-la-muerte, -
más baldío.que-el gds cielo vacío,
. , ; .
m1 esp1ntu se siente,_
y mi voz, como brasa entre cenizas,
parvamente se enciende,-
pidiendo a tu recuerdo una-caricia,.
que nunc.a me co~cede, • ••
cada vez que la tarde,·cómo un sueño,
tras de dormirs·e, muere.
VOZ HOMBRE
Entonces decidiéron mandarte para el raight.
Silencio largo.
50
VOZ MUJER
Hondo, incomunicado ...
VOZ HOMBRE
Ya estás aquí otra vez, en el jardín derecho.
VOZ MUJER
Hondo, incomunicado,
entre apagados muros,
hay un recintohermético, cerrado; fidelísimo,
de libertad y paz, .
en realidad y luz, siempre encendido.
VOZ HOMBRE
Ya .estásaquí otra vez,.enel jardín derecho,
expulsad_o del cuadro, en el exilio; donde menos
daño hacen _tuserror~ po!que sólo batazos atrasa-
dos de bateador derecho, que son la mayoría (aquí
todos batean com'oderechos), se van a tu jardín.
VOZ MUJER
En vano el cavilar con oscilante
desvelo vence el sueño,
en vano vela y vaga, abre los ojos,
hace girar en torno sus fanales,
lanza a palpar sus manos inseguras,
baja por sus raíces,
penetra hecha gusano de la tierra
y entre las manos mismas
se pierde del subsuelo que socava.
VOZ-HOMBRE
Ya estás aquí otra vez,
con miedo a' no poder cachar un elevado.
VOZ MUJER
Eres como una.esfera
vertiginosamente conturbada .. --.
VOZ MUJER
Giras todo, te cambias ...
VOZ HOMBRE
... con miedo a no poder cortar un pisa y
corre.
52
VOZ MUJER
Vives en la torn1enta, entre zozobras
y continuos naufragios ...
VOZ HOMBRE
... con miedo a no tener ya el brazo sufi-
ciente para llegar un tiro a jom.
VOZ MUJER
Centrífugas corrientes
te apartan lentamente-de tu centro;
pero en tu ceritro.duras,-
tien~s un _ejefijo en que no cambias .
• -. -. -..-: .
..• . \:
Silenci·o;:El :pe_nhan~c~,
1
.- . inmóvil.·
; ~._. ~ .__.-~ ' .•
. ... .,._. . ~~ r :- • ); ~ .
: : . ',T¿duefori.'EisHil¡iítulas~el·hombro, la cin-
tura~:: -Qué.-no.:~~--Jµ~leya.-.- :.. -- ..- -
VOZ HOMBRE
Suplicas el milagro de atrapar un batazo pe-
53
gadito a la barda. O llevarte una línea de cor-
dón de zapato. Suplicas que tu vida a nueve en-
tradas no se cuelgue de ceros ...
VOZ MUJER
Tal vez no me miro bien, tal vez ha sido
con yerba alguna amarga enhechizado
mi seso, y lo he perdido;
tal vez este vagar nttnca entendido •
y divagar sin fin, me han atontado;
tal vez tonto he nacido.
VOZ HOMBRE
Pero ya tejodiste. Te jodiste. Te jodiste, com-
padre. Te jodiste. '..__
- .
Oscuro final.
1,,.__
Aut en tercera
Vicente Leñero
Personajes
CHATO MENDEZ
MANAGER
CARMEN
TERCERA BASE,
AMPAYER
CORREDOR: El doble del Chato
Lugar
/. ...'-,i .
(:HATO,- , . ,-~- < -;
MANAGER•.
No puede· ser. ¡De~yeras que no puede ser!...
Quién te mandó a tercera, carajo:.. ~ ¡Con dos
auts!. .. Eras la,-carrerá,del empate. Tenías que
quedarte en segu.nd.a;,y mira ,con 1o que sales.
CHATO-
Llegué seif. -
MANAGER
Qué seifni qué tus güevos. Te agarraron como
chino ... ¿No viste al couch de tercera? ¿Te man-
dó el couch? ... Por qué fregados no quieren
hacerme caso nunca. ¡Para eso está el couch! Si
él te manda, tú te lanzas; si no, nada, quieto
ahí ... Y él levant6 los brazos clarísimo, yo lo vi;
para que te quedaras en segunda ... Pero no,
¡cómo!, ustedes quieren jugarle siempre al héroe.
--
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HA1
Llegué seif.
MANAGER
¡Sí, cón10 no! ... Lo de siempre. Ya me lo sé.
Ahí van. Se lanzan a lo estúpido como si estu-
vieran jugando solos, y luego la culpa es del
ampayer. (Remedando.)Llegué seif. .. ¡Puta, qué
decepción! ·De nada sirve. que me parta la ma-
dre explicándoles· cómo se.juega esta chingade-
ra. De nada··sirv~.. -.Sobre-todo tú, Chato. Necio
en correr 'las bases por tu cuenta como si el
couch estuviera· pintado y yo fuera un pende-
jo ... No sé qué voy.a.hacer con ustedes, de pla-
no. (Mientras.habla, se •ilumina nuevamente ·el
área de la tercerabasJ,pero con una luz difusa,
mortecina,fanta{mal En el campo de juego se re-
pite la acción.Se .vuelvea escucharel batazo, en-
tre el murmullo del público, y el TERCERABASE
va a cubrir/,aalmohadil/,a.Un CORREDOR--como
sifaera el dobledel CHATO- aparecea toda,velo-
cidad rumbo a la almohadilla. Se barrey espues-
to aut. El AMPAYER lo marca. Luego se vuelve a
oscurecerel área.Sin interrumpirse,-elMANAGER
continúa.) ¡Hay que jugar con el escor, cuántas
veces se los tengo que decir ... ! Si tenemos dos
auts y estamos en la novena, a una carrera del
empate, ¡a quién carajos se le ocurre aventarse a
lo pendejo para ganar· una base! De nada sirve
una pinche base ... El batazo del Ratón era cor-
tito, tú lo viste, apenas a medio jardín, casi un
\
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te..~as... Uno se queda en segunda, ni siquiera
necesitas a1 couch para entenderlo. Quietecito
ahí en la segunda, y a esperar a Martínez ...
Martínez es zurdo, ¿se te olvidó? Iba a jalar su
batazo para el derecho. Seguro. Estaba batean-
do de tres dos y ese pícher ya había perdido el
jom. Era obvio, carajo. Ya no le quebraba su es-
láider. (Pausa.) Lo que pasa es que no piensas,
Chato, y este juego es más de cabeza que de
güevos. Eso es lo que no has entendido. Sigues
pensando como en el llano ... Un batazo ¡y a
correr como mula espantada! Qué bonito .. ~ Y
para qué. ¿Para lucirte? Pues ya ves cómo aca-
ban tus pinches lucideras. :.
CHATO
Llegué seif.
MANAGER
Pero de dónde,. Chato, por_Dios. Ese seif no te
lo hubiera creído ni tu madre ... Desde que cru-
·zaste la segunda yo dije: · al matadero este ·ca-
brón. Como chino. . . Lo peor es que tú sabías
lo que significaba este juego para .nosotros. Lo
que importaba llegar a extrainings. La teníamos
cincho si llegáramos a extrainings ... -Ellos ne-
cesitaban a otro pícher y ya no podían mandar
más que a ese pendejo de Maldonado que ya
no· saca tres auts seguidos ni con el Puebla.· ..
Estábamos· en pleno raly, Chato. A una carrera
del empate. Tu carrera. La tenías tú. Tú eras el
60
responsable de todo lo que iba a pasar. 'fc>do
dependía de ti ... Y eso no se vale. No se val .
Me cai que no se vale jugar por la libre. orrcr
las bases a tu pura corazonada ... A santos de
qué ... Eso no se le hace a tu equipo. Ni a tu
manager.
CHATO
Yo me arriesgué porque pensé que llegaba ... Y
llegué. Llegué seif.
MANAGER
¡Lo vuelves a decir y te parto la madre, chin-
gaos! ¡Yaestuvo bien! ( Un silencio largo. CHATO
ha terminado de quitarse la ropa y estd en calzon-
cillos, sentado en la banca. Pensativo. MANAGER
permanece inmóvil -meneando la cabeza antes de
retomar su discurso. Vuelve -a iluminarse con luz
difusa, fantasmal el drea de la tercera base. -Se re-
pite la acción con el <;ORREDORque dobla al
CHATO. El .AMPAYERmarca el aut. A la mitad
de Ja acción retrospectiva en la tercera base, MA.-
NAGER retoma la palabra.) Ahora ya estamos a
un tris de quedar fuera. Jodidos ... Necesitaría-
mos ganar la serie limpia- a los Tecolotes y que
el Puebla le gane uno a los Tigres. Pero está ca-
brón. Sobre todo porque los Tecolotes andan
enrachados. Llevan seis al hilo y tres por blan-
queada. Dos series limpiecitas. Y ese zurdo Es-
parza está de temerse. Tú lo sabes mejor que
nadie, ¿no? Te metió dos ponches en el üldn10
\
61
juego, ¿no? ... ¿O fueron tres? ¡Puta, qué jue-
guito aquel, nos traía pendejos! Y con pura rec-
ta. Pura recta de ciento veinte millas ... O se la
encontramos en el primer juego, porque de se-
guro Carmona 1~ va mandar a abrir el primer
juego, o ya estamos haciendo nuestras maletas
para la chingada ... (Pausa.) Yo no digo que no
podamos con ellos, claro que podemos, tene-
mos el mejor orden al bat de la liga, ahí están
los porcentajes, pero para eso necesitamos echar-
le de veras muchas-ganas. No sólo muchas ga-
nas. Que cada quien cumpla con -lo que cada
quien tiene que cumplir de obligación. _yya. Nada
de correr las bases como hoy. Echarle inteligen-
cia, más_que ganas. Inteligencia junto con las ga-
nas. Eso ... Si no, a la goma. Quedamos fuera para
los pley-ofs y quién. sabe cómo nos vaya. en la
próxima temporada. En contratos y. en sueldos.
Nos van a traer. cortitos, yo lo sé... Y con razón·.
Si ni siquiera sabemos correr las bases, qué se-pue-
de esperar de un equipo que tenía que ser, con
mucho~ el mejor de la liga. Esa es la verdad.
62
.
refrigerador.Extrae una cerveza de lata y se sienta
a una mesa. Transcurretiernpo. Se ilumina el drea
de la tercera base. El jugador de tercera, expectan-
te, mirando hacia eljom invisible en espera de la
jugada por venir. También expectante estd elAM-
PAYER. Se escuchael batazo, junto con el murmu-
llo del público, pero el área se oscurece de golpe, de
repente, como si la borrara la presencia de CAR-
MEN al entrar en el sitio donde se encuentra CHA-
TO, sentado .frente a la mesa y bebiendo de su
cerveza de lata. CARMEN es una joven mujer, es-
posa de CHATO. Está:arreglada, como para salir a
la calle. •
CARMEN
¿Ya llegaste? No te:·oí. ( CHATO levanta la vista,
apenas, pero no se mueve de su. lugar. CARMEN lo
besa en la mejilla, muy;'al paso~.)-¿Cómo-te fue?,
¿bien? (No espera respu~sta-.)_Penséque ya no te
encontraba porque me llamaron de Sicón, el li-
cenciado Martínez Reza,. ¿te_acuerdas? Parece
que ahora sí se decidiei;on y están=interesados
en el plan. No sólo los seguros de vida sino tam-
bién con los carros. ¡Qué maravilla!, ¿verdad?
Porque si pesco· los seguros de los carros y los
seguros de vida, van a ser·.~ . ya_estuve haciendo
cuentas. Me van a salir cómo treinta mil o cua-
renta mil de un jalón, y fijos. Para siempre. Cada
año nada más la renovación, que es la ventaja
de esto, como me _dijoJosefina, qué bueno que
le hice caso, ella sabía muy bien ... Además, el
- ...
63
licenciado M..artínez Reza promeáó recomendar-
me con otra compañía que es filial de ellos; un
despacho de contadores, creo. Y si no, con la
sucursal que tienen en Guadalajara, que está en
plena expansión ... Si sale lo celebramos, ¿no?
Como habíamos quedado. ( Consulta su reloj. Se
( exalta.) ¡Uy, ya es tardísimo! (Cambia de rum-
,,, bo.) Ay, se me olvidaba. Qué bruta soy. La car-
peta ... Mira nada más lo que se me estaba
¡l
olvidando. Y es que con la emoción ya no sé
dónde tengo la cabeza. ( CARMENdesapareceen.
el interior de !a casa. Luz difusa, fantasmal en el
drea de la tercera base. Se reproduceuna vez más
la jugada, en la almoh_adílla.:con el tiro que recibe
TERCERABASE, el corredorque se barrey el aut
que marca e!AMPAYER CARMEN regresacon una
carpeta antes de que concluya la,acción en la, ter-
cera base.) Nos vemos, mi amor. (Lo besa rápi-
damente.) Regreso en la nochecita. No creo que
me tarde mucho el licenciado Martínez Reza,
pero de cualquier modo yo te hablo si me dila-
to más. Que estés muy bien. Ahoritita nos ve-
mos. (Se detiene a unospasos de la salida. Se vuelve
hacía CHATO.) Ah, oye. Si me llama Josefina le
dices que me perdone, que ya no le hablé por-
que tuve una cita urgente en Sicón. Cuéntale.
Que luego, la llamo yo ... Y si llama mi papá,
que no tardo. Que vamos a ir a verlo el domingo,
como habíamos quedado, que no se preocupe ...
Gracias, mi amor. Nos vemos. Y ruégale a Dios
que se me haga el negocio. Cruza los dedos. Chao.
)
scur Bnal.
Qt1into inning
To..rtos
Raúl Renán
En la caja de bateo
En el montículo
81
-El de anteojos -dijo, e iba a seguir pero
sinti6 necesidad de tragar una cantidad infinita
de saliva-, sucede que era mi hijo, el de ante-
OJOS.
-Eso ya lo sé.
Hubo un silencio y sintió que los pies se le
humedecían dentro de los zapatos, como si aca-:-
bara de cruzar una corriente.
-En el valijín que te dejaron había parque
para ametralladora de sitio y el salbeque estaba
lleno de _fulminantes. Ahora, ¿cuánto. tiempo
hacía que no veías a tu hijo? ·
-Meses ·-susurró.
-Levántame la voz, qu~ no oigo nada.
-Me~es, no sé cuánto, ·pero meses. Des-
apareció un día de su trabajo en la mecatera y
no lo volvimos· a ver. -•
-·-¿Ni te afligiste por él?_· - .
-Claro, un hijo es un hijo. Preguntamos,
indagamos, pero nada.
Se ajustó la dentadura postiza, ·porque sin-
tió que se le estaba zafando.
-¿Pero vos sabías que andaba enmontaña-
do?
-Nos llegaban los rumores.
-Y cuando se apareció en el jeep, ¿qué pen-
saste?
-Que volvía. Pero sólo saludó y se fue, cosa
de horas.
-Y que le guardara-!-1las cosas.
-Sí, que iba a mandar por ellas.
82
-Ah.
Del fólder sacó 1nás papeles escritos a má--
quina en una letra morada. Revisó y al fin com6
uno que puso sobre la mesa.
-Aquí dice que durante tres meses estu-
viste pasando parque, armas cortas, fulminan-
tes, panfletos, y que en tu casa dormían los
enemigos del gobierno.
No dijo nada. Sólo sacó un pañuelo para
sonarse las narices. Debajo. de la lámpara se veía
flaco y consumido, como reducido a su esque-
leto.
-Y no te dabas cuenta de nada, ¿verdad?
-Ya ve, los hijos -dijo.
-Los hijos de puta, como vos.
Bajó la cabeza a sus zapatos sucios, la len-
güeta suelta, las ·suelas llenas de lodo.
-¿Cuánto hace?
-¿Qué?
-¿Qué no ves a tu hijo?
Lo miró al rostro y sacó de nuevo su pañ ue-
lo.
-Usted sabe que ya lo mataron. ¿Por qué
me pregunta?
El último inning del juego con Aruba, O a
O, dos outs y la bola blanca venía como flotan-
.do a mis manos, fui a su encuentro, la esperé,
extendí los brazos e íbamos a encontrarnos para
siempre cuando pegó en el dorso de mi mano,
quise asirla en la caída pero rebotó y de lejos vi
al hombre barriéndose en home y todo estaba
83
perdido, 111an1á,necesitaba agua tibia en mis
heridas porque sie1npre vos lo supiste, siempre
tuve coraje para fildear aunque dejara la vida.
-Uno quiere ser bueno a veces, pero no se
puede -dijo el capitán rodeando la mesa. Me-
tió el fólder en la gaveta y se volvió para apagar
el aparato de aire acondicionado. El repentino
silencio inundó el cuarto. De un clavo descolgó
una toalla y se la arrolló al pescuezo.
-Sargento -llamó. ,
El sargento se cuadró en la puerta y cuando
sacaron al preso volvió ante el capitán.
-¿Qué pongo en el parte? -preguntó.
-Era beisbolista, así que invente cualquier
babosada: que estaba j~gando con los otros pre-
sos, que estaba de cénterfielder, que le llegó un
batazo contra el muro, que-aprovechó para su-
birse al almendro, que se saltó la tapia, que co-
rriendo en el solar del. r~stro 16tiramos.
Aparición en la fábrica de ladrillos
Sergio Rainírez
92
lu111nas,111elo otorgaron cuando me coroné
can1peón bate en la Serie Mundial de diciembre
de 1972 que se celebró en Managua, la seríc en
que pegué el jonrón que dejó tendido al equipo
de Cuba, hasta entonces invencible.
A los jugadores de la selección de Nicara-
gua nos tenían alojados esa vez en el Gran Ho-
tel, y cuál es mi susto que la noche del triunfo
contra Cuba tocan con mucho imperio la puer-
ta de mi cuarto, yo ya acostado porque tempra-
no teníamos entrenamiento, y voy a abrir y es
Somoza en persona acompañado de todo su sé-
quito, detrás de él se ven caras de gente de saco
y caras de militares con quepis, y yo corro en
envolverme en una sábana porque igual que la
vez que se me apareció Casey Stengel me en-
contraron desnudo tal como fui parido, y entra
Somoza y detrás de él las luces de la televisión,
se sienta en mi cama, me pide que me acomode
a su lado y los camarógrafos nos enfocan j un-
tos, yo envuelto en la sábana como la estatua de
Rubén Darío que está en el Parque Central; él,
de guayabera de lino y fumando un inmenso
puro, y delante de las cámaras me dice: "¿Qué
querés? Pedime lo que querrás." Y yo, después
de mucho cavilar y tragar gordo, mientras él n1.
aguarda con paciencia sin dejar de sonreírse l
digo: "General S01noza, quiero una casa."
Esa casa prefabricada, de dos cuartos un
living y un porche ya la tenían listad sól in -
calarlela luz en uno d los ~-parto nu vo qu
\
93
no se cayó con el terremoto que desbarató Ma-
nagua ese mismo diciembre, fui a verla varias
veces con mucha ilusión y me prometieron que
me la iban a entregar de inmediato, pero todo
se disolvió en vanas promesas con el pretexto de
que el terremoto había dejado sin casa a mucha
gente más necesitada que yo. Entonces, tras
mucho reclamar y suplicar se fue un año ente-
ro, y la propia fanaticada agradecida, aun pal-
mada como había quedado con la ruina del
terremoto, prestó oído a.una colecta pública que
inició La Pren!a para. regalarme mi casa, y unos
llevaban dinero~ otros: una ·teja de .zinc, otros
1
95
t tantas necesidades, y todavía dicen que aquí
hubo una revolución.
Esa n1i casa del barrio Altagracia tenía para
111{un valor incalculable porque 1ne la regaló 1ni
pueblo de aficionados. Allí guardaba en una vi-
trina especial los uniformes que usé en los dis-
tintos equipos que me tocó jugar, mi uniforme
de la selección nacional con el nombre Nicara-
gua en letras azules y el número 3 7 en la espal-
da, un número que si tuviéramos respeto por
las glorias nacionales ya debería haber sido reti-
rado para que nadie más lo usara; mis bates, in-
cluyendo el bate con el que pegué el jonrón
contra Cuba, mi guante, mis medallas, reliquias
que un día debieron ir a dar a un Salón de la
Fama; pero mi hermana la usurera no se con-
formó con vender la casa al dueño de un billar,
sino que se hizo gato bravo de mis preseas, o las
destruyó, nunca llegué a saberlo; y si hoy puedo
conservar estas cajas de fólderes y est<_?S pocos
• trofeos, es sólo gracias a que otr_ohermano mío,
uno que después perdió las piernas en un acci-
dente de carretera, se metió a escondidas de ella
en la casa antes de que la muy lépera la vendie-
ra, y los rescató.
Cuando se desató la guerra contra· Somoza
en 1979 yo era camionero. Con ·mil dificulta-
des había conseguido fiado un camión y no me
iba mal transportando sandías y tomates a Cos-
ta Rica, pero al arreciar los combates guardé mi
camión por varias semanas esperando que se ali-
I
96
viara la situación, que se presentaba compro-
n1etida precisamente del lado de la frontera sur;
y llega el día del triunfo, contagiado de la ale-
gría pongo el camión a la orden de los mucha-
chos guerrilleros que van entrando a Managua
a fin de acarrearlos a la plaza donde se va a dar la
celebración, no menos de cinco viajes hago apor-
tando el combustible de mi bolsa, y vayan a ver
lo que ocurre entonces, que gente malintencio-
nada de mi mismo barrio que está en la plaza
me acusa de paraniili tar y allí mismo me confis-
can el camión, y va de gestionar para que me lo
devuelvan y todo en vano, no_me pudieron pro-
bar lo de paramilitar, algo ridículo, y entonces
me salen con el cuento de que me había toma-
do una foto con el propio Somoza, véase a ver,
la foto élquellade la noche en que llegó por sor-
presa a mi cuarto del Gran Hotel para ofrecer-
.me como regalo lo que yo le pidiera, una
promesa vana, ya dije, pero nada, caso cerrado,
sentencian, y me voy entonces a la agencia dis-
tribuidora de los camiones a explicarles y no
ceden, deuda es deuda alegan, me echan a los
abogados en jauría, si no pagás vas por estafa a
la cárcel, con lo que de pronto me veo prófugo,
el robo público que me hacen del camión y des-
pués el escarnio de tener que huir de los jueces, •
ese es el premio que me da la revolución por
haber bateado consecutivamente de hit en los
quince juegos de la Serie Mundial de 1972, un
récord que nadie me ha podido quitar todavía
\
97
el pre1nio de los co1nandantes a las cuatro tri-
ples coronas de mi impecable historial. La fama
que me ofreció Casey Stengel aquella noche de
·, luna, como bien pueden ver, no fue ninguna
garantía frente a la injusticia.
De no haber sido beisbolista me hubiera
gustado ser médico y cirujano, pero la pobreza
me estranguló, y desde pequeño tuve que am-
bular en muchos oficios, ayudante de panade-
ro, oficial de mecánica, operario en la ladrillería
"Santiago". "No te importe", me dijo aquella
vez Casey Stengel, "yo quise ser dentista allá en
Kansas City, pero mi familia era tan pobre como
la tuya, y jamás pude lograrlo, encima de que
para sacat muelas cariadas ·yo no servía." Con
esfuerzo estudié por las noches y aprobé la pri-
maria, mientras de día me afanaba en la ladri-
llería donde ·m.e-daban de dormir; y después que
llil ocurrió la aparición, aun siendo poco. lo que
ganaba, me hice cargo de mi destino y fui apar-
tando de mi sueldo para comprar mis útiles, los
spikes, el bate, la manopla, a costas de quedar-
me sin una sola camisa de domingo, para no
hablar de otros muchos sacrificios. "El beisbol
es como una santidad, y nada se parece más alá
vida de un erm·itaño", me había dicho Casey
Stengel; "ya ves, tiene razón tu vecino don Ni-
~olás: mi muchacho Don Larsen lanzó un jue-
go perfecto siendo él imperfecto, porque
creyéndose carita linda siempre le ha interesado
más una noche de juerga que un trabajo a con-
98
ciencia en el n1ontículo. De ,nodo que a ti pue-
do decírtelo en confidencia, hijo: ese juego per-
fecto de Don fue una chiripa, y te vaticino que
en pocos afios lo habrán olvidado. La gloría ver-
dadera, por el contrario, es asunto de perseve-
rancia, y cuando llega, hay que apartarse de los
vicios, licor, cigarrillo, juegos de azar, y sobre
todo de las mujeres, porque todo eso junto es
. una mezcolanza que sólo lleva al despeñadero
de la pobreza. La fama trae el dinero, pero no
hay cosa más horrible que llegar a ser famoso y
después quedar en la perra calle." Y vean qué
vaticinio, todo lo que gané, se me fue en muje-
res.
No sé si ya he dicho que tengo diez hijos
desperdigados, todos de distintas madres, por-
que en aquel tiempo de mi gloria y fama no me
hacían falta las mujeres, que tras una fiesta de
batazos en el estadio se aceircaban a mí donde
me vieran, y me decía una en el oído, por ejem-
plo, mientras bailábamos: 'Mdo sin calzón ni
nada, restregame la mano aquí sobre la minifal-
da para que veás que no es mentira'', asuntos
que recuerdo con bastante recato por mi papel
que· ahora tengo de pastor, y con bastante re-
mordimiento porque a ese respecto nunca logré
hacerle caso a Casey Stengel. Y por n1.uy halaga-
dores que todavía puedan ser esos recuerdos, que
discurren ociosos en mi cerebro sin que yo lo
quiera, ahora de qué me sirve, si a los casi sesen-
ta años de edad que tengo padezco de inflan1.a-
99
ción del corazón, de artritis y de hipertensión, y
sobre todo de este mal de la gordura, y entonces
esas visiones de mujeres se vuelven un tormen-
to n1ortal que debe ser mi castigo, mujeres de
toda condición y calaña que se me entregaron,
dueña una de un Mercedes Benz de asientos que
olían a puro cuero, otra que me invitaba a su
mansión a la orilla del mar en Casares, también
aquella de ojos zarcos.que vendía productos de
belleza de puerta en puerta llevando las mues-
tras en un valijín, lo mismo.una casada con un
doctor eri leyes que se tomó un veneno por mí y
por poco muere, y por fin la doncella colegiala
alumna de la escuela de mecanografía que fue la
que me pidió que le· restregara la mano mien-
tras bailábamos, y era cierto que andaba sin cal-
zón ni nada.
Después que me expropiaron el camión
quedé en el más completo desamparo, y enton-
ces comenzaron a visitarme todos los días unos
hermanos pentecostale~ que me llevaban folle-
tos ilustrados donde aparecían a todo color en
la portada escenas de familias felices, por ejem-
plo el esposo en overoles subido a una escalera
cortando manzanas de los árboles repletos, la
esposa y los niños cubiertos con sombreros de
paja acarreando canastas con toda clase de fru-
tas y verduras cosechadas en su propio huerto y
unos corderos blancos con cintas en el cuello
pastando en el prado verde, todo aquello bajo
un sol brillante que parece que nunca se pone,
/
100
un cuadro de dicha que sólo se logra por la bon-
dad infinita de la fe, según la prédica locuaz de
los hermanos que eran dos, uno de Puerto Rico
y el otro de Venezuela, al Señor le importa un
comino la gloria mundana, o los ardides de la
fama, sentados a conversar conmigo por horas
como si nada más tuvieran que hacer en el mun-
do que predicarme la palabra, y como si yo fue-
ra el único en el mundo entre tan ta alma
atribulada que tuvieran que convencer, y ya des-
pués me dejaron u na Biblia, y cuando se dieron
cuenta de que la fruta estaba madura decidie-
ro~ mi baudzo, que fue señalado para un día
domi~go. -
Me obsequiaron para esa ocasión una ca-
I
101
la tos, la paz interior que sentía era muy honda
~ )' 1nuy grata porque el Señor Jesús estaba dentro
de 1ní. Confieso que nunca me imaginé que yo
fuera de la palabra, si lo que sabía era batear
jonrones, para lo cual no se necesita ninguna
elocuencia; pero el Espíritu Santo dispuso de
mi lengua, y aprendí a predicar, por lo que los
hermanos me dejaron al servicio de esta iglesia
antes de partir hacia otras tierras.
Si algún fanático beisbolero de aquellos
tiempos me viera metido aquí, entre estas cua-
tro paredes sin repellar, bajo este techo de zinc
pasconeado por el .que se· cuelan el polvo y la
lluvia, en este templo que sólo tiene.cuatro filas
de bancas de palo y un_ altar con una cortina
roja que fue una vez bandera de propaganda del
Partido Liberal, mis cajas de fólderes y mis tro- .
feos en una esquina, y el catre de tij~ra que doña
Carmen me abre cada no.che para que me acues-
te, porque el templo' es flli _hogar, ese fanático
que digo no creería que soy el_mismo que fui, y
sobre todo si llegara a déJ,rsecuenta del estado de
invalidez en que he caído; al extremo de haber-
me defecado una noche mientras dormía, en sue-
ños sentí cómo se vaciaba sin yo quererlo mi
intestino, y nunca he padecido un dolor más
grande en mi vida, amanecer embarrado de mi
propio excremento; y ese fanático que antes me
adoró sufriría una tremenda decepción, ya no
se diga las mujeres aquellas que se quitaban sus
prendas íntimas antes de acercarse a mí, el rey
102
de los cuadrangulares, para que yo les palpara la
pura piel desnuda debajo de la minifalda.
¿De qué me sirvió la fama, conocer el mun-
do, salir fotografiado en los periódicos que aho-
ra se ponen amarillos de vejez metidos dentro
de mis fólderes en las cajas de cartón? Me acuer-
do de aquella noche de enero de 1970 en el es-
tadio Quisqueya de Santo Domingo, era mi
turno al bate y sonaba un merengue que tocaba
una orquesta en las graderías porque íbamos
perdiendo ya en el séptimo inning y la gente
bailaba, gritaba como endemoniada, mi cuenta
era de dos strikes con corredor en segunda y en
toda la noche no le había descifrado un solo lan-
zamiento al pitcher, un negrazo como de seis
pies que tiraba bólidos· de fuego, me quiere sor-
prender· con una curva hacia adentro, y le tiro
con toda el alma y entonces ve la bola que va
elevándose hasta las profundidades del center-
field, más allá de los focos, más allá de la noche
estrellada, disolviéndose en la nada como una
mota de algodón, como una pluma lejana, y yo
viéndola nada más, sin empezar a correr toda-
vía, y hasta que ya no se divisa del todo dejo
caer el bate como en cámara lenta y mientras
inicio el trote alzo la gorra hacia las graderías en
penumbra que ahora son un pozo de silencio al
grado que hasta mis oídos llega el rumor del
mar, voy corriendo las bases lleno de jt'.'1bilo.,paso
encima del costal de tercera, erizo ya de e.mo-
ción, y tengo unas ganas inmensas de llorar uan-
103
do piso el home plate aturdido por el resplan-
dor de los flashes de los fotógrafos porque con
ese batazo le he dado vuelta al marcador, un jue-
go que ganamos, y entonces no es ya esa noche
en Santo Domingo sino la tarde de diciembre
del año de 1972 en que derrotamos a Cuba gra-
cias al palo de cuatro esquinas que otra vez pe-
gué y por el que me prometieron la casa que
nunca me dieron, y ahora el rumor del mar son
las voces de los fanáticos que se alzan incesantes
desde las gra4erías, bulliciosas y encrespadas.
El Señor Jesús me ha puesto q.elante la vida
y el bien, la muerte y el' mal, porque muy cerca
de mí está la _palabra, en mi boca y en mi cora-
zón, para que la cumpla; acepto entonces que
no me debo quejar, ni darle lugar a los remordi-
mientos. Y en la soledad de· este templo sobre el
que se desgrana el viento sacudiendo las tejas de
zinc, sentado en mi.-taburete de palo, ya sé que
cuando la puerta se abra sola con un chirrido de
bisagras erisarradas, y en -la contraluz del me-
diodía aparezca la -figura de Casey Stengel con
su cara de pájaro que busca semillas, y me diga:
"¿Estás listó, muchacho?", será la hora de se-
guirlo.
Séptimo inning
La soledady el beisbol
Francisco Hernánd.ez
La soledad es terrible
como un corazón de roca.
Si me trepo a un dirigible
me acompañará una choca.
Así ha de ser imp0.sible.
la tristeza de mi boca. •
La soledad es quebranto
como un .viernes sin alcohol.
Sin embargo, yo 1ne aguanto,
108
lleno de leche un perol.
Ya vienen los días de llanto,
tú te fuiste y no hay beisbol.
1
1
\
Primera entrada
Segunda entrada
Tercera entrada
Cuarta entrada
Quinta entrada
Sexta entrada
Séptima entrada
Octava entrada
L
Octavo i11ning
Un escritor en el 1nontículo
Gerardo de la Torre
118
Se trataba de concluir un relato beisbolero
y en la página final la situación era la siguiente:
cierre de la novena entrada, hombres en prime-
ra y en segunda, dos outs y el equipo del lanza-
dor ganaba por una carrera. ,
Y en circunstancia idéntica se hallaba ahora
el escritor en lo alto del montículo, lejos de la
máquina y la hoja de papel infinita. Tienes que
sacar el último out, le había dicho el manejador
al entregarle la pelota. El escritor frotó la piel de
la esférica entre sus manos sudorosas, colocó el
pie derecho sobre la placa y se dispuso a lanzar.
Qué carajos le tiro. El bateador se había co-
locado muy adentro en la caja, ~vido de hacer
contacto con la pelota. El receptor estaba pi-
diendo una curva que pareciera dirigirse al cuer-
po y en el último momento quebrara hacia la
goma. El lanzador meneó la cabeza rechazando
la señal. Quería tirar una recta rápida apuntan-
do a los codos del bateador, pata obligarlo a ale-
jarse. del pentágono. Disparó.
¡Bola!, dijo el ampayer. El bateador tomó
de nuevo su sitio, unos centímetros atrás de su
posición inicial. El siguiente disparo fue una recta
_bajaque mordió la esquina de afuera. ¡Estraic!,
dictaminó el ampayer ycon ademán violento de-
vó el brazo derecho. El tercer lanzamiento fue
también una recta, adentro, a la altura del pe-
cho, que el bateador abanicó. Después el escri-
tor lanzó una curva muy alta que puso la cuenta
en dos y dos.
119
Dos estraics, dos bolas y dos outs, la cuenta
del ponche. Tengo que engañarlo. Lo que me-
nos espera es otra curva y eso voy a tirarle, aden-
tro, sobre el cuerpo, de manera que quiebre y
cruce el plato. El escritor asía con firmeza la
pelota entre el índice, el cordial y, en el lado
opuesto, oprimiendo las costuras, el pulgar. Echó
atrás el brazo de lanzar, desplazó el peso del cuer-
po de la pierna derecha a la izquierda y despidió
la pelota con un giro de· la muñeca.
El bateador vio venir la bola hacia su cuer-
po, echó ligeramente atrás la pierna izquierda e
impulsó el bat hacia adelante. Había adivinado
el punto exacto de quiebre de la cu~a. La esfé-
rica voló hacia las praderas y el jardinero izquier-
do y el central partieron a perseguirla. En el
último instante el jardinero izquierdo pegó un
salto y la pelota se anidó en su guante. Pero al
volver a tierra chocó con el guardián del prado
central, que no había logrado detenerse, y la
pelota abandonó el guante, rodó con manse-
dumbre sobre la yerba. Una carrera, dos. El jue-
go perdido.
El lanzador, en el lugar más solitario del
mundo, puso el punto final.
El día que le lanzó a Héctor Espino
Gerardo de la Torre
126
- ...........
_,
127
nar el juego, me falta corazón. El 1nanejador
asintió con breves 1novin1ientos de cabeza y esa
n1isn1a noche Cesáreo pidió su baja, esa 1nisma
noche ton1ó el autobús de vuelta a su pueblo en
el sur de Veracruz y juró, refiere, abandonar para
siempre el beisbol.
Si otro hubiera sido su primer bateador,
cualquier otro, hubiese podido. quedarse unos
años en la Liga Mexicana, refiere Cesáreo. Quién
sabe, dice. Y con ojos apagados se mira la mano
de lanzar que jamás volvió a oprimir las costu-
ras de una pelota.
Noveno inning
Los duelistas
Jon1i García Ascot
A juan Vi/loro
qt 143
bolas, cero estraics, cero auts. Estaba jodido mi
querido Politejo.
)'. El n1ánayer volvió a salir con su paso lasti-
n1oso, exasperante, y quién sabe qué le dijo al
Polir Ikon y al resto del cuadro que llegó de
metiche para que mi cuate no fuera a meter la
carrera de cuaquiu:x. Todos regresaron a sus po-
siciones. A mí ya hasta me daba risa. Para en-
tonces estaba seguro de que, por más que le
hubieran dicho, mi cuais me iba a dar la base
por bolas. Ese día nomás no le atinaba al cen-
tro. Si por él fuera, me ponchaba en tr~s flama-
zos, como yo me lo despaché a él en la segunda.
Sin embargo, me miró de una manera rnuy ex-
traña, con una leve sonrisita, y yo entendí: este
cabrón me está diciendo. q_ue puede poner la
pelota donde quiera: _ • •
¡Ahí viene la buena!, pensé al instante, lle-
no de excitación, y me preparé para pescarla. Él
le dio cuerda a su lanzamiento con lentitud· y
soltó un bazukazo tan rápido que no pude ha-
cerme a un lado. ¡Puta madre!_La pelota me pegó
durísimo en el brazo izquierdo y el estallido de
dolor, insoportable; me'derr~mbó. Eso sí, como
en un relámpago alcancé a pensar que mi gran
amigo, el gringo ·hijo de sú rechingada madre,
en verdad podía poner la bola donde quería~
---
150
cia, finneza y cautela, porque estaba convenci-
do de que otro out m.al cantado en un estadio
de béisbol podía desatar la tragedia nacional.
Ese out dra1nático estuvo apunto de ser de-
cretado en uno de los campos de pelota del Cír-
culo Social Obrero José Antonio Echevarría,,
antiguo Vedado Tenis Club, cuando el domin-
go 24 de septiembre de 1989 se enfrentaron cara
a cara dos insólitos equipos de béisbol, Los Plás-
ticos y Los Roqueros, ante una fanaticada de
cinco mil espectadores que venían a apoyar el
derecho a la libre expresión y a divertirse un rato,
después del encuentro deportivo, con el anun-
ciado concierto de música alternativa. ''Asiste al
Desafío", rezaba en los citatorios que propagan-
. distas voluntarios pegaron en las paradas de los
autobuses y a las entradas de los colegios capita-
linos. Los-jóvenes pintores, alumnos y maestros
de las escuelas de arte, y los inclaudicables aman-
tes del rock representaban por esos años de peres-
troika los movimientos más críticos de la realidad
nacional. Aquellos muchachos desobedientes
provocaban, entre otros males menores, fuertes
dolores de cabeza a los dirigentes de cultura,
porque no pedían villas ni castillas para explicar
públicamente sus ideas, conflictivas o apasiona-
das. En las aceras, pintaban con cal o carbones
imágenes contestatarias (un Ernesto Che Gue-
vara con unas maracas en las manos, por ejem-
plo); por puro placer, y sin pedir permiso a nadie
tocaban rock en cualquier lugar de la ciudad
151
para disgusto de algunos ideólogos ortodoxos
que antes les habían prohibido un espacio en
galerías o teatros de conciertos. Un joven diri-
gente propuso organizar una tarde de "sano es-
parcimiento", para despejar dudas sobre la
·integridad revolucionaria de los artistas, y los
líderes de ambos movimientos estuvieron de
acuerdo en celebrar el Desafío (juego y concier-
to) en uno de los campos-.de pelota del Vedado
Tenis Club, sin· saber· que ese mismo día, y a la
misma hora, dos eq~ipos del Ministerio del In-
terior habían previsto realizar prácticas de bateo
en el diamante veci'no. •
Yo estuve en las gradas, apoyando a la porra
de los discípulos de Amelía Peláez. Todavía re-
cuerdo el batazo ·que el dibujante Alejandro
López,-niiembro activo d~J\rte Calle, le pegó a
la recta de algodón que· le lanzó el tecladista
Mario Dali, director musical de Monte y Espu-
ma: la pelota.voló en:claro al.trompeta.José Fran-
cisco Carbonell, alias Papaíto, y fue a dar al fondo
del territorio del jardín central. Hubiera sido
triple, fácil. Lástima que Alejandro López se puso .
tan feliz con el trancazo que inició el corrido de
bases por la almohadilla de tercera, en sentido
contrario a las manecillas del reloj, y el crítico
de arte Gerardo Mosquera, árbitro en home, se
vio obligado a declarar de inmediato el out por
regla. El Desafío fue suspendido a .la altura del
quinto episodio, con cerrada pizarra de veinti-
siete carreras a veinticuatro en favor de la nove-
-----· • -- -.....r- - -- ---------·
l52
na de los músicos, y ya nos disponíamos a es u-
char el recital de rock cubano cuando de bo
en boca se supo que, curiosamente, se había. ido
la electricidad en el estadio. Los más jóvenes
comenzaron a corear a capela, Ese hombre está
loco. Ese hombre está loco. Los más viejos can-
tábamos: Muchas veces te dije que antes de ha-
cerlo había que pensarlo muy bien. Los ánimos
se caldeaban en la sopa de aquel tenso atardecer,
justo cuando la bola de sol se hundía en el hori-
zonte. Los peloteros del Ministerio del Interior
se fueron agrupados en las fronteras de los jar-
dines. La noche pintaba color de mierda. Una
chispa y se desataba la furia. La multitud se di-
vidió entre los que pedíamos cautela y los que
exigían "fuego a la lata, mulata" .. Es decir, rock
o guerra. Si no se llegó a un conflicto de mayor
envergadura fue porque los organizadores del
Desafío pactaron una nueva "actividad" para el
próximo fin de semana:_unMaratón Masivo que
debía recorrer a paso doble los mil doscientos
metros que separan el Castillo de la Fuerza del
Museo de Arte Moderno, en el corazón de la
ciudad. "Nos vemos, amiguitos, en la próxima
caricatura", dijo a voz en cuello el pintor Arturo
Cuenca, estratega del estado mayor de Los Plás-
ticos. Nos fuimos del Círculo Social. El Mara-
tón nunca se celebró, por supuesto. La excusa
que se dio a conocer de manera oficial vale lo
que pesa en oro una rinoceronte nigeriana con
quintillizos en la panza: ese fin de semana, los
153
1nien1bros y suplentes del equipo nacional de
karate habían convocado a un Plan de la Calle
para ensefiar a los nifios del municipio Centro
Habana los primeros auxilios de la defensa per-
sonal, y se temía que esta coincidencia pudiera
afectar la paz de la carrera. Una recta de humo
en la esquinita de·afuera: no la vimos pasar. ¡Ár-
bitro: manigüero! .Nos quedamos con el bate al
hombro. El juego se suspendió por lluvia. Án-
gel tenía razón: ¡adiós, Lolita de mi vida!
¡,:
Ú,
,!..
, --
164
166
parte a otra. Y al cabo de seis afies de batallar
co1nenzó la declinación y la liga anabista acabó
por desaparecer.
Pero, al menos en la capital de la Repúbl.í-
ca, el beisbol de la Liga Mexicana jamás se repu-
so de aquel golpe de dignidad. El grueso de los
aficionados volvió la espalda al autoritarismo pa-
tronal y se alejó de las taquillas. Durante años se
jugó en un estadio casi vacío y al fin, en junio
de 2000, el parque del Seguro Social cerró sus
puertas y la pelota se desplazó al Foro Sol en la
Ciudad Deportiva. La respuesta del público no
mejoró y los Tigres capitalinos, campeones en
2000 y 2001, jugaron la temporada 2002 en la
ciudad de Puebla. Ese mismo año ganaron el
campeonato los Diablos Rojos. En septiembre,
durante los dos últimos juegos de la serie de cam-
peonato, el Foro Sol registró llenos hasta las lám-
paras. ¿Renacimiento, efímera fortuna? Ya lo dirá
-lo está diciendo- el año 2003.
Line up