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La Vía Láctea. La Galaxia que llamamos hogar, pero que es inimaginablemente antigua.

Durante
más de 13 mil millones de años, ha vagado por el cosmos, observando como el universo mismo se
transformaba a su alrededor, así como transformándose a sí misma.

De cierta forma, la época actual representa una especie de mediana edad para nuestra galaxia. Es
quizá menos activa que en sus inicios, tal vez menos magnifica de contemplar en una tranquila
noche de verano, habiéndose hinchado ahora en una masa a lo largo de los eones, a través de la
glotonería caníbal de las galaxias vecinas.

Pero, como si habláramos con un anciano, uno no puede dejar de preguntarse como habrán sido
esos años de juventud.

Hay miles de millones de otros soles en la galaxia moderna, posiblemente miles de civilizaciones
esparcidas por la arremolinada colección de estrellas que nos rodean.

Pero, ¿Qué pasa con esos tiempos antiguos? ¿Cómo habrá sido vivir en los años formativos?
¿Cómo debe haber sido ser los primeros en despertar?

No podemos saber cuándo, o incluso “si” surgieron otras civilizaciones en nuestra galaxia, pero
para proporcionar un contexto de cómo habría sido, vamos a soñar con otra civilización en esos
primero años. Un pueblo al que llamaremos “Los Imin”.

Serán como un vehículo, una guía para la ciencia y condiciones que tal civilización pudo haber
enfrentado.

La historia será ficticia, pero nos permite trabajar a través de la ciencia muy real de nuestro
primitivo universo.

Sin embargo, como podremos observar, ser los primeros no es tan atractivo como uno podría
pensar ingenuamente, y de hecho, puede incluso venir acompañado de cierta tristeza, una
tragedia conmovedora para todo el asunto.

Déjame llevarte a un tiempo de hace 11 mil millones de años.

La vía láctea, tal como la conocemos hoy, aun no existe, ya que todavía está en un proceso de
formación a través de las fusiones graduales de galaxias enanas. El protagonista de estas fusiones,
conocido como el Progenitor de la Vía Láctea, tiene solo el 5% de la masa actual de la galaxia
moderna, una semilla de lo que algún día se convertirá en el gigante que conocemos hoy.

Los niños Imin aprenderían que la Galaxia contiene menos de 10 mil millones de estrellas y tiene
una forma grumosa bastante típica, ya que las hermosas espirales de la vía láctea aún no se
habrían formado.

Mirando en sus cartas estelares, los Imin se encontrarían ubicados cerca de las afueras de la proto
Vía Láctea.

Para los Imin, esto tendría perfecto sentido. A lo largo de este tiempo, una proporción mucho
mayor de estrellas, eran estrellas masivas, inmensos motores cósmicos que explotaban
regularmente en violentas supernovas. La radiación producida por tales eventos es tan poderosa,
que podría extinguir la vida de planetas enteros incluso desde distancias de varios años luz.
Dado que la densidad de estrellas era mucho mayor en el centro del núcleo galáctico, tenía
sentido que el mundo natal de los Imin estuviera cerca del borde, ubicado dentro de los benignos
“suburbios galácticos”, por así decirlo.

Las estrellas eran generalmente más grandes que hoy en día, por lo que no es raro que los Imin
vivieran en un mundo que orbitaba una estrella azul, que era un 60% más grande que nuestro sol y
por lo tanto se quemaba a una temperatura más elevada.

Mientras que los humanos clasificarían esa estrella como una estrella clase F0, los Imin nunca
dividieron las estrellas en clases tan distintas. Más bien pensaron en las estrellas como parte de un
continuo.

Debido al tamaño de esta estrella, su luminosidad era siete veces mayor que nuestro sol, lo que
explica porque su planeta estaba casi tres veces más lejos de su estrella que la tierra, donde
estaba lo suficientemente templado como para que el agua líquida permaneciera estable en la
superficie. Sin embargo, la estrella irónicamente aparecía un 40% más pequeña en su cielo.

Aunque el mundo natal de los Imin recibió la misma cantidad de radiación de su estrella que la
tierra, la radiación tiene un perfil diferente, produciendo mucha más radiación de alta energía, en
particular luz azul y ultravioleta.

En los primeros años, esta luz ultravioleta inicio la vida y evolución, experimentando tasas de
mutación mucho más rápidas que las observadas en la tierra. La vida aquí pronto desarrollo la
fotosíntesis que llego a prosperar bajo esta estrella, pero el componente azul era tan intenso que
muchas plantas y de hecho, los animales aquí habían desarrollado una pigmentación azul,
reflejando parte de la luz azul, ya que simplemente había demasiada.

Habiéndose desarrollado en ese entorno, los Imin podían distinguir muchos más matices y tonos
de azul que nosotros. Tenían docenas de nombres para diferentes tonos que el ojo humano jamás
podría distinguir. El azul era visto como el color de la vida, mientras que el rojo era visto como el
color de la muerte, debido a la coloración de la hemoglobina en su sangre.

Antes de que los Imin desarrollaran la ciencia y tecnología, miraban hacia el cielo y lo veían lleno
de estrellas de color blanco azulado, que interpretaban como puntos vivos de luz que penetraban
el cosmos.

Pero también vieron parches rojizos y manchas que proliferaban en su cielo, que creyeron que era
sangre que manchaba los cielos debido a batallas míticas entre sus deidades.

Siglos después, los Imin se darían cuenta que de hecho se trataba de regiones luminosas de
formación de estrellas, ya que estas se formaban a un ritmo aproximadamente 30 veces mayor
que la vía láctea que conocemos hoy.

Cuando los astrónomos Imin sugirieron por primera vez esta idea, fueron considerados herejes por
sus líderes religiosos, y eran castigados a menudo con castigos terribles.

Pero con el tiempo, la cultura Imin entendió que estas no eran regiones de muerte sino de
nacimiento.
Su mundo natal era aproximadamente un tercio de la masa de nuestra tierra, surgiendo cuando el
cosmos apenas tenía 2,800 millones de años y aún no había pasado el tiempo suficiente para que
las estrellas fabricaran los elementos más pesados necesarios para crear planetas rocosos. De
hecho había aproximadamente 20 veces menos elementos que en la era moderna.

El sistema Imin fue el producto fortuito de una región en formación de estrellas particularmente
rica en metales hace 2.5 mil millones de años, que existía apenas 300 millones de años después
del Big Bang.

La región había sido fertilizada con los metales de numerosas estrellas jóvenes cercanas, y si bien
las estrellas subsecuentes no eran aptas para la vida, la estrella del sistema Imin si lo era.

Sin embargo era un sistema magro. La porosidad de los metales del cosmos rara vez permitía la
formación de planetas gigantes. En lugar de tener un Júpiter, el planeta más grande para los Imin
era apenas una masa yerma y congelada del tamaño de la tierra a las afueras del sistema, así como
otros pocos planetas enanos.

La masa reducida del planeta Imin permitía que se en enfriara mucho más rápido que la tierra, así
que aunque tuviera apenas 2.5 mil millones de años, los geólogos Imin creían que las placas
tectónicas podían paralizarse ya que la corteza del planeta estaba en proceso de formar una
cubierta estancada.

EL tener menor masa también significaba un tamaño físico más pequeño, aproximadamente el
75% del diámetro de la tierra, del cual el 56% era superficie y con una gravedad del 63% más baja.

Podemos imaginar que los Imin estaban constituidos por un cuerpo delgado y ligero con huesos
más livianos que los humanos.

Siendo que la presión atmosférica es proporcional a la gravedad, el aire también sería más ligero
en la superficie.

Con menos oxígeno para respirar, quizá los Imin habrían evolucionado con un metabolismo más
lento para ajustarse a las condiciones, propiciando quizá una vida de varios siglos como resultado
de esto.

La gravedad más baja implicaba una sujeción más baja, lo que significaba una atmosfera gaseosa
más hinchada. Cuando la luz atravesaba esta capa más voluminosa, incrementaba la absorción y
dispersión de esta, dando como resultado un cielo más azul.

Esto también significaba una protección significativa de la radiación ultravioleta. Aun así el flujo de
rayos UV era significativamente más elevado en la superficie del planeta Imin. Esta radiación es
dañina para las células, destruye material genético y amenaza a la vida tanto que inicialmente la
vida en este planeta se pudo haber desarrollado bajo el agua o bajo tierra.

Sin embargo, la tierra fue conquistada eventualmente, cuando un nuevo mecanismo de reparación
evoluciono siendo capaz de reparar ADN.

Por miles de años la cultura Imin, la sociedad y civilización florecieron.


Desarrollaron ciencia, matemáticas, astronomía y estudiaron la Proto Vía Láctea en la cual
habitaban.

Descubrieron muchas maravillas a su alrededor. Fueron testigos de incontables súper novas,


choques de galaxias y estrellas convirtiéndose en agujeros negros. El cosmos era increíblemente
generoso en cuanto a eventos de alta energía.

En el centro de su galaxia, descubrieron in agujero negro súper masivo y otro más pequeño
vagando en espiral hacia éste.

Para los Imin, el universo era un lugar de cambio febril, un cosmos en donde fusiones y
coagulación era algo común. Un lugar que a pesar de todo era inherentemente peligroso, violento
y demasiado hostil para las formas de vida como ellos.

Entre todo ese remolino de maravillas y admiraciones, los Imin inevitablemente se preguntaron si
estaban solos en el universo.

Los astro biólogos Imin habían concluido que las estrellas como la suya eran las mejores para
buscar vida e incluso hicieron hipótesis sobre que las estrellas similares en masa a nuestro sol no
podrían producir suficiente radiación para dar paso a las mutaciones que se habían experimentado
en su planeta, algo que los Imin consideraban una necesidad para permitir que la vida inteligente
pudiera evolucionar.

Los Imin eran una especie inherentemente social. Su físico delgado los hacia ser un pueblo frágil,
que solo podría sobrevivir a través de la cooperación entre ellos así como de su intelecto superior.

El confinamiento solitario era una tortura para los Imin, tan tortuoso que morían después de una
ausencia prolongada de contacto social.

Para ellos, la búsqueda de vida en el universo, el encontrar a otros como ellos, era un impulso
profundamente arraigado. No era solo un cuestionamiento científico. Su cultura entera se
organizó cada vez más en torno a su búsqueda.

El miedo a estar solo estaba tan presente que, cuando algún científico Imin mencionaba esa
posibilidad, provocaba una indignación masiva y reacciones negativas dentro de su sociedad.

Irónicamente, en medio de su búsqueda científica de vida extraterrestre, esta resistencia genero


un movimiento paralelo de negacionismo y anti ciencia a través de su planeta.

Dentro de su sociedad, un sentido de depresión y ansiedad creció cuando poco apoco la ciencia
comenzaba a comprobar que de hecho su planeta era especial.

Algo de esta ansiedad era contrarrestada por el negacionismo puro, pero a la par, el uso de
clandestino de narcóticos comenzó a hacerse popular, para proveer un alivio momentáneo.

Entre estos, los Clorofluorocarbonos o CFCs poseían un efecto único y efectivo de adormecimiento
en el cerebro de los Imin sin tener efectos secundarios.

Esto condujo eventualmente a su legalización y por ultimo a su uso abiertamente en la sociedad


de los Imin.
Esta maravillosa droga también tuvo usos en la industria, en especial para refrigeración y
repelentes en aerosol, gracias a su baja inflamabilidad y toxicidad. El uso y producción de CFCs
tuvo un aumento sin precedentes durante estos años, y fue comerciado agresivamente con la
esperanza de calmar la ansiedad pública.

Aun así, aunque adormecidos, la obsesión de encontrar vida en el universo era tan fuerte que aun
dominaba la cultura Imin.

Alrededor de su mundo se comenzó a imponer que las escuelas no podían enseñar que había algo
inusual acerca del sistema de los Imin, que de hecho era como cualquier otro y por ende la vida en
el universo era algo común, solo esperando ser encontrada.

Eventualmente, el principio de la mediocridad se transformó en el dogma central de su sistema de


educación, pero secretamente, varios científicos Imin, admitirían, su contundente ignorancia,
gracias a la creciente evidencia contraria que de hecho, planetas como el suyo era increíblemente
raros de encontrar, y que la mayor parte de la galaxia era simplemente demasiado violenta para
que pudiera haber vida.

Sin embargo, publicar dichos descubrimientos era demasiado difícil.

La insaciable necesidad de encontrar vida extraterrestre era explotada frecuentemente para


beneficio propio de algunos miembros de la sociedad Imin. Estos malos actores le decían al mundo
lo que querían escuchar: que había estructuras alienígenas en algún planeta cercano, o que habían
recibido algún mensaje de radio de una estrella lejana, e incluso que habían interactuado con
extraterrestres directamente.

Eventualmente estas falacias fueron desmentidas, propulsando el sentimiento anticientífico aún


más destruyendo la confianza del público en la ciencia.

En estos tiempos, un grupo de meteorólogos Imin se alarmaron con las nuevas observaciones de
su atmosfera planetaria. La alguna vez gruesa capa de ozono que protegía del flujo de rayos UV al
planeta estaba desapareciendo.

Pronto se dieron cuenta de la verdad. Que la maravillosa droga a la cual su sociedad se había
hecho tan adicta era la causa de esto. Los CFCs estaban destruyendo las moléculas de ozono
creando huecos en los polos del planeta.

Sus investigaciones tardaron años en publicarse, con muchos rehusándose a publicar tan
controversiales descubrimientos. Pero para consternación de los científicos, su descubrimiento fue
ignorado casi en su totalidad. La ciencia prefería discutir sobre el último avistamiento OVNI. La
literatura científica era tan pobre ahora que mucho ni siquiera podían entender el descubrimiento,
y mucho menos sus implicaciones.

Los meteorólogos Imin fueros acusados de tener fantasías mentales, o que esto simplemente era
parte del ciclo natural, o que no tener ozono estaban bien ya que no se tenía ozono cuando la vida
existía bajo el agua.

Mientras tanto el agujero en la capa de ozono crecía cada vez más.

Entonces hubo una junta histórica entre los astrónomos Imin.


Resumieron décadas de búsqueda ultra precisas de bio señales y señales tecnológicas así como su
ahora profundo conocimiento del sistema estelar en donde habitaban.

Su conclusión fue que estaban probablemente solos. Probablemente eran los primeros.

Apesadumbrados por el desastre ecológico y social de su especie, cualquier esperanza de contacto


extraterrestre fue abandonado ese día.

Pero algunos Imin vieron una solución, o al menos algo parecido a una solución.

Quizá no pudieran tener un dialogo bidireccional, pero podrían tener una comunicación
unidireccional.

Los Imin podrían preservar su conocimiento, cultura y logros para transmitirlo a futuras
civilizaciones. De esa manera al menos alguien podría saber lo que alguna vez lograron. Alguien
sabría que alguna vez existieron.

En los años subsecuentes, se creó un movimiento que fue conocido como “Proyecto Ultima
Esperanza”. Una especie de capsula de tiempo diseñada para mantener el conocimiento y la
identidad de los Imin de alguna manera a través de las estrellas, aun cuando se encontraban cerca
de su perdición.

Nunca fueron más que una minoría pero estos Imin trabajaron hasta el cansancio sin recibir paga o
incluso sin dormir, mientras que algunos voluntarios alrededor del mundo llegaban para ayudar y
apoyar este proyecto, esta última esperanza.

Mientras la capa de ozono se evaporaba, los plantíos desaparecían dando paso a la hambruna,
muerte y conflictos por los escasos recursos. Los Imin no podían salir más durante el día, debido a
la radiación UV.

Por las noches observaban el cielo lleno aun de manchas rojas que eran regiones de formación de
estrellas, recordándoles que habían llegado demasiado pronto a este universo.

El destino final de los Imin lo dejare a su imaginación…

En cuanto a su ultimo sueño, su “Proyecto Ultima Esperanza”…

Los Imin fueron los primeros por mucho, y su capsula del tiempo permaneció oculta por varios
billones de años. Sabían que esto sucedería así que debían diseñar algo que durara por eones sin
partes movibles, electricidad o en estado activo, pero algo que de alguna forma transmitiera su
mensaje a través de la galaxia.

Entonces los Imin colocaron una estructura de apenas 500 kilómetros orbitando su estrella. Una
delgada estructura cuya forma revelaría su naturaleza artificial.

En cuanto esta estructura orbitara frente a la estrella las civilizaciones distantes podrían detectar
la disminución de la luz y ver algo extraño.

Su primera idea era crear un triángulo, algo tan diferente a la forma de un planeta que sería obvio
que fue construido, pero para los Imin no era suficiente. Un triángulo no transmitía su arte, su
ciencia, su filosofía ni todo lo que significaba ser un Imin.
Entonces diseñaron un intricado diseño lleno de curvas y formas capaces de codificar volúmenes
enteros. Sin embargo la estructura más grande que podrían construir solo podría ser de 500km a
lo largo y ancho, pero esto era diminuto en comparación del tamaño de su estrella logrando
bloquear apenas una 60 billonésima parte de su luz.

No había muchas posibilidades de que alguien pudiera detectar eso, mucho menos las formas y
diseños en la estructura.

Pero los Imin pensaron a la larga. Sabían que eventualmente su estrella moriría quedando solo una
pequeña enana blanca no más grande que nuestro planeta. Así que si la estructura lograba
sobrevivir hasta entonces, podría lograr el 0.2% de la luz.

Tristemente los Imin nunca vieron su trabajo terminado, pero pudieron ser testigos del
lanzamiento de sus millones de impresoras 3d automáticas que construirían su “Ultima Esperanza”
a través de los siglos.

El Producto final no fue perfecto, en algunos lugares los robots cometieron errores sin la guía de
sus creadores. El algún punto los niveles de radiación fueron más altos de lo esperado,
deformando las formas codificadas de los Imin.

Pero la forma básica logro permaneces y con ello algunos de los sonidos del planeta de los Imin
sobrevivieron, junto con saludos de los niños alrededor de su mundo, y extractos de sus más
grandes poetas y filósofos.

11mil millones de años después…

En el universo moderno, la enana blanca que fue antes la estrella del planeta Imin se ha enfriado
por debajo de los 3000 grados kelvin haciéndola casi indetectable excepto para los telescopios
infrarrojos.

La estructura a través de los años ha sido deformada por las inclemencias del cosmos.

Unos años después, podemos imaginar un astrónomo que detecta la luminosidad reducida de esta
antigua enana blanca, una reliquia del universo primitivo. El astrónomo detecta algo que bloquea
la débil luz de la estrella, algo que no parece un planeta.

El astrónomo contiene la respiración, el ceño fruncido y la tensión en su rostro mientras analiza la


información, analizando que podría ser. Quizás, solo quizás, esta sea la señal que tanto estaban
esperando.

Entonces, un suspiro. Otra falsa alarma. Solo es una nube de material cósmico, probablemente
fragmentos de un asteroide.

Se apaga la pantalla, el astrónomo se marcha. El “Proyecto Ultima Esperanza de los Imin nunca
vuelve a ser detectado.

El universo es Vasto, inclemente y hostil para la vida.

La Historia de los Imin es ficción. No sabemos si hubo vida tan temprano en el Cosmos. Espero que
este escrito pudiera dar una idea de nuestra galaxia temprana, así como proveer algo de reflexión
sobre la fragilidad de la vida y el camino de nuestra propia civilización.
Nuestra historia aún no ha sido escrita, nosotros podemos elegir qué es lo que vendrá, y al igual
que los Imin, ahora sospechamos que nuestro planeta es muy raro.

Nuestro destino, como el de ellos esta inexorablemente ligado a como tratemos nuestro mundo,
esta joya del sistema solar e incluso quizás de la galaxia entera.

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