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GOBIERNO PROPIO Y JUSTICIA ANCESTRAL

DE COMUNIDADES NEGRAS COMO HERRAMIENTA


PARA LA CONCRECIÓN DE UNA PAZ TERRITORIAL

Por Erika Valencia Rentería y María Teresa Valencia Rodríguez

Buenaventura y Bogotá (Colombia), 15 de septiembre 2022

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN …………………………………………………………………. 2

Comunidades negras del Pacífico colombiano:


una historia entre la injusticia y la justicia ………………………..……………. 4

Proyectos de desarrollo en el Pacifico colombiano y su relación


con los consejos comunitarios …………………………………………………. 12

Funciones de los Consejos Comunitarios ………………………….…………. 19


Tabla 1. Funciones Ambientales de los Consejos Comunitarios …….......... 19
Tabla 2. Funciones Políticas de los Consejos Comunitarios ……………….. 20
Tabla 3. Funciones Civiles de los Consejos Comunitarios ………………….. 21

Pluralismo jurídico y sistema de derecho propio: Mecanismos de


gobierno propio, derecho propio y justicia comunitaria …………….………… 22

Gobierno propio y justicia ancestral en comunidades negras ………………. 30

Fuentes consultadas en páginas web ………………………………………….. 43

Fuentes bibliográficas …………………………………………………………….. 43

Fuentes legislativas ……………………………………………………………….. 48


INTRODUCCIÓN

El Pacifico colombiano es un territorio que, desde hace décadas, ha sido escenario de


intensos despliegues de violencia en el marco del conflicto armado, victimizando
especialmente a comunidades negras e indígenas. La aplicación de mecanismos de
gobierno propio y justicia ancestral por parte de las comunidades negras del Pacífico
colombiano ha sido una de las formas de resistencia cultural por el derecho al territorio
y la consolidación de la paz en estas zonas ancestrales.

El presente artículo tiene como objetivo analizar la importancia que tiene el ejercicio de
gobierno propio (descentralización) y justicia ancestral (endodesarrollo y etnodesarrollo)
para la defensa de las culturas, la protección de los territorios colectivos y la
consolidación de la paz territorial en las comunidades negras.

Ante la ausencia e ineficacia del Estado frente a la situación de vulneración y violación


de derechos humanos en estos territorios de comunidades negras, la presente
investigación responde a la necesidad de realizar un análisis sobre la conveniencia de
fortalecer el pluralismo jurídico en estas zonas, dando el lugar que se merece a las
prácticas de gobierno propio y justicia ancestral de comunidades negras, como parte
del sistema de derecho propio que surge de una dinámica social, cultural y ambiental de
convivencia al interior de los territorios.

Las organizaciones sociales de comunidades negras del Norte del Cauca se proponen
en el área de seguridad, el apoyo y fortalecimiento de la Guardia Cimarrona,

mecanismo de Justicia ancestral comunitaria para el control social del territorio, similar a
la Guardia Cimarrona del Palenque de San Basilio (Bolívar) y la Guardia Indígena del
Norte del Cauca perteneciente al pueblo Nasa.

Una pregunta subyace en los procesos de acercamiento a las comunidades y tiene que
ver con saber cómo son los procesos de gobernanza y de gestión interna de los
conflictos y su estrecha relación con la conservación de sus tradiciones y su memoria,
donde lo cultural está estrechamente unido a la cotidianidad.
Dentro de este panorama, este ejercicio académico permite ampliar el limitado marco
conceptual en el que han venido operando muchos conceptos bajo la normatividad
nacional, que, aunque reconocen la existencia e intentan integrar a las comunidades, la
mayoría de las veces desconocen los procesos, rompen los tejidos construidos o, de
manera sencilla y categórica, excluyen aspectos cruciales de la vida de las
comunidades.

El reconocimiento de los pueblos, a través de los trabajos de campo, implica romper y


desestructurar la manera hegemónica sobre la cual se construyen muchas de las
preguntas de investigación y permitir partir de los análisis propios de las tradiciones
culturales que fundamentan sus relaciones, en el marco de referencia de sus usos y
costumbres, para darle su propia interpretación a los conceptos de gobierno propio,
justicia ancestral y guardia cimarrona, donde elementos como la identidad y la memoria
se hacen fundamentales para reconstruir los conceptos y las expresiones verbales y
orales como documentos que permiten comprender el cómo los conciben, el cómo los
viven en las dinámicas comunitarias diarias y el cómo operan bajo sus esquemas de
gobierno.

Este ejercicio de inmersión permite establecer categorías para la interpretación,


compresión y el análisis, además de otros elementos bajo los cuales se realiza un
análisis discursivo mediante la identificación y puesta en funcionamiento de los
acoplamientos de campos semánticos que dan homogeneidad de significado a los
textos y a los discursos orales emanados de las entrevistas en el trabajo de campo.

Esto supone hacer el trabajo de reflexión sobre la necesidad de construir y establecer


normas de convivencia en base al diagnóstico de las situaciones comunitarias que
deben ser reguladas desde la organización comunitaria, lo cual derivó por suerte para
las comunidades negras del Pacifico en la conformación de los Consejos Comunitarios,
como explicaremos a continuación.
Comunidades negras del Pacifico colombiano: una historia entre la injusticia y la
justicia

El proceso de llegada de las poblaciones afrodescendientes traídas contra su voluntad


desde África hasta el continente americano y a los países estratégicamente ubicados,
los más septentrionales de América del Sur, como es Colombia, ha estado marcado por
la injustica desde sus inicios en el siglo XVI con la Trata esclavista, hasta la actualidad.

El Art 2 de la Ley 70 de 1993 define a las comunidades negras como el “conjunto de


familias de ascendencia afrocolombiana que poseen una cultura propia, comparten una
historia y tienen sus propias tradiciones y costumbres dentro de la relación campo –
poblado, que revelan y conservan conciencia de identidad que las distinguen de otros
grupos étnicos” (Ministerio del Interior, 2001, p. 10).

En la actualidad el DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadística) aún no


ha entregado cifras claras respecto al Censo de 2018 en las poblaciones negras,
afrocolombianas, raizales y palenqueras. De hecho, el Plan de Desarrollo Nacional se
basó en la Encuesta de Hogares del 2016 y en proyecciones del Censo de 2005 que
estima un 10,4% de población afrodescendiente en el país; sin embargo, diversos
estudios académicos consideran que esta población pudo ascender a más del 25%.

En reconocimiento a ello en 1991, la Constitución Política de Colombia reza en el


artículo transitorio 55 la declaración de dos derechos fundamentales: el derecho a la
propiedad colectiva (que involucra el derecho al territorio) y el derecho a la protección
de la identidad cultural de estas comunidades.

Un piso legal de gran importancia, que ha servido como ejemplo de avanzada para la
Colombia Afro pero también para las naciones afrodescendientes, afrocaribeñas y
afrolatinas, es la expedición de la Ley 70 de 1993 o Ley de Comunidades Negras. Esta

revolucionaria ley posee dos aspectos centrales para nuestro estudio: lo que se refiere
al reconocimiento de territorios colectivos (propiedad, demarcación y titulación), la
adjudicación de tierras baldías y el reconocimiento a sus formas de organización, como
son los consejos comunitarios que lideran el ejercicio de la justicia propia ancestral en
las comunidades negras del Pacifico.
El Articulo 3 - Decreto 1745 de 2005 explica claramente que los consejos comunitarios
“son personas jurídicas que ejercen la máxima autoridad de administración interna
dentro de las tierras de las comunidades negras, de acuerdo con los mandatos
constitucionales y legales que lo rigen y los demás que le asigne el sistema de derecho
propio de cada comunidad”.

Los territorios colectivos de comunidades negras representan una victoria para el


movimiento afrocolombiano que ha tenido en ellas a importantes exponentes del
liderazgo y la lucha de resistencia por los territorios. Sin embargo, falta aún más por
hacer desde el reconocimiento a la justicia propia ancestral de comunidades negras en
sus territorios.

Refiriéndonos a la formación de los consejos comunitarios en el Pacifico colombiano y


el ejercicio de la justicia propia de las comunidades negras en la zona, el estado del
arte en el cual se basa el presente artículo, presenta una aproximación a la
investigación documental basada en la legislación existente y un resumen a partir de la
lectura crítica y análisis que plantea Sergio Ángel Baquero en su libro “Los consejos
comunitarios del Medio Atrato en la vía del posdesarrollo: Hacia un modelo deliberativo
de organización de las comunidades negras” (2014).

El texto de Baquero revisa y analiza entre otros temas, las diferentes ópticas
institucionales, académicas y vivenciales de la voz de diversos actores, sobre el
proceso de conformación de los consejos comunitarios, como formas de organización
para el reconocimiento, la lucha y la defensa de las comunidades negras y sus
territorios ancestrales en el Medio Atrato y el Pacifico colombiano.

El devenir de la lucha de resistencia de las comunidades negras en el Pacifico


colombiano, se empezó a materializar con documentos determinantes tales como el
marco legal ofrecido por la Constitución Política de Colombia (1995), la Ley 70 de 1993
y el Decreto 1745 de 1995, lo que conllevó a la concreción de la organización de las
comunidades negras en la figura de los consejos comunitarios, además de la necesaria
titularidad de los territorios (ubicados en las llamadas tierras baldías y ribereñas del
Pacifico) y ocupadas ancestralmente por las comunidades negras, indígenas y étnicas.
Comenzaremos el análisis con tres aproximaciones conceptuales alternas: La primera
se define como una investigación documental; la segunda como una revisión de
propuestas investigativas a partir de Baquero y la última como una investigación con
finalidades de construcción de sentido para las comunidades negras y sus formas de
participación activa frente a la transformación de la cruda realidad que ha sumido al
Pacifico colombiano en el empobrecimiento de su población, el régimen del terror y el
desplazamiento forzado, a partir de la desterritorialización, como pérdida o abandono
del territorio por parte de las comunidades negras y de sus vínculos con él.

La figura de los consejos comunitarios aparece en Colombia, expresa en la Ley 70 de


1993 o Ley de Comunidades Negras, instrumento producto del clamor por la justicia, la
defensa del territorio y el acceso a oportunidades con equidad social. En su artículo 5º
la Ley instruye estratégicamente la formación de los consejos comunitarios:

Para recibir en propiedad colectiva las tierras adjudicables, cada comunidad


formará un Consejo Comunitario como forma de administración interna, cuyos
requisitos determinará el reglamento que expida el Gobierno Nacional. Además de
las que prevea el reglamento, son funciones de los Consejos Comunitarios:
delimitar y asignar áreas al interior de las tierras adjudicadas; velar por la
conservación y protección de los derechos de la propiedad colectiva, la
preservación de la identidad cultural, el aprovechamiento y la conservación de los
recursos naturales; escoger al representante legal de la respectiva comunidad en
cuanto persona jurídica, y hacer de amigables componedores en los conflictos
internos factibles de conciliación.

Por su parte, el Decreto 1745 de 1995 en su Capítulo II ratifica la posibilidad


organizativa de las comunidades negras en la figura jurídica de los consejos
comunitarios y los define, autorizándolos a manejar los destinos de sus territorios:

DE LOS CONSEJOS COMUNITARIOS


Artículo 3º. Definición. Una comunidad negra podrá constituirse en Consejo
Comunitario, que como persona jurídica ejerce la máxima autoridad de
administración interna dentro de las Tierras de las Comunidades Negras, de
acuerdo con los mandatos constitucionales y legales que lo rigen y los demás que
le asigne el sistema de derecho propio de cada comunidad.

El minucioso estudio de Baquero (2014) sobre los consejos comunitarios del Pacifico
(concretamente en el Medio Atrato), nos invita a revisar este fenómeno de organización
social de las comunidades negras desde diversas perspectivas. El autor lo detalla en su
capítulo 1: La titulación colectiva en el Medio Atrato: un Estado del Arte de los Consejos
Comunitarios.

Cuando se habla del Pacifico colombiano, se asoman ineludiblemente diversos


conflictos, entre ellos la violación de los derechos humanos de las comunidades negras,
de las comunidades indígenas, otros grupos étnicos y los intereses desarrollistas de las
corporaciones.

La violencia en el Pacifico colombiano y el desplazamiento subsecuente de las


comunidades negras, son dos dinámicas que se han agudizado en un momento que
exigía el empoderamiento étnico y territorial, como lo señala el investigador Oscar
Almario en su libro Los renacientes y su territorio, ensayos sobre la etnicidad negra en
el Pacífico sur colombiano (2003).

Este empoderamiento de carácter reivindicativo, se expresó en la promulgación de la


Ley 70 de 1993 y en la movilización social de los actores y comunidades afectadas,
creando fricciones y conflictividad entre los sectores involucrados, uno de los más
relevantes, el conflicto interétnico como lo señala Odile Hoffmann en su texto Del
territorio étnico a la ciudad: las expresiones de identidad negra en Colombia a principios
del siglo XXI (2002).

Con la aprobación de la Ley 70 de 1993 los territorios ocupados por las comunidades
negras y ribereñas del Pacifico colombiano dejan de ser baldíos. Con ello, la
delimitación de la propiedad se convierte en un problema complejo para la convivencia
de negros, indígenas y campesinos mestizos. La superposición de los espacios
geográficos, por ejemplo, los resguardos indígenas y los territorios de los consejos
comunitarios (ambos con igual derecho sobre el territorio) es un detonante para la
conflictividad étnica en la zona (Baquero, p. 18).

La lucha étnica por el territorio en el Pacifico colombiano, ha sido una lucha que se
inició con las comunidades originarias, indígenas, y fue alentada hacia las comunidades
negras y mestizas, igualmente afectadas por el conflicto. Frente a la Ley 70 de 1993 de
las comunidades negras, hay posiciones radicales que rechazan el cobijo hacia los
mestizos, quienes, sin ser negros, se pueden considerar como comunidades étnicas
que gozan de la misma ancestralidad y derechos que los negros e indígenas en la
ocupación de los territorios del Pacifico. La otra posición es la inclusión de los mestizos
como beneficiarios de dicha política de estado, situación que puede presentar
escenarios de oportunismo o de injusticia social.

Aquí Baquero hace una clarificación fundamental en la importancia del análisis de los
conceptos de raza y etnia, donde el concepto de raza alude a las características
fenotípicas (generalmente basadas en el color de la piel) y el concepto de etnia se
define a partir de la convivencia de aspectos biológicos y culturales. Estos conceptos a
la luz del derecho territorial y el conflicto interétnico, se expande a otros conflictos
internos por el liderazgo, donde todos los actores participan de la movilización que es
étnica y territorial.

Es así como la figura de los consejos comunitarios, desde el análisis que ilustra
Baquero, presenta efectos encontrados entre sus partidarios y detractores, con un
rasgo que se puede tomar como excluyente de la etnicidad, circunscrito a los intereses
económicos, a los intereses de las corporaciones en la región o al carácter racial de las
comunidades negras, quienes ganaron el derecho a la titularidad de las tierras con los
consejos comunitarios emanados de la Ley 70 de 1993.

Al respeto, la observación de Oslender en el trabajo titulado Comunidades negras y


espacio en el Pacífico colombiano: hacia un giro geográfico en el estudio de los
movimientos sociales (2008), explica la intrincada problemática en torno a la
conveniencia y desventajas de la figura de los consejos comunitarios:
“los consejos comunitarios a pesar de representar los intereses de la comunidad
negra en general separan en asuntos esenciales a los moradores de la región:
algunos que defienden la autonomía de los territorios frente a los intereses del
capital; otros que ven la necesidad de subordinar los consejos a los intereses
corporativos buscando la sustentabilidad de la comunidad; y otros más que
simplemente no se interesan por el tema de la titulación colectiva y no se hacen
partícipes del proceso organizativo (Baquero, 2014, p. 21).

¿Es la Ley 70 de 1993 un proyecto de Estado creado para enfrentar la presión


internacional, que pone por encima de todo el interés económico de las grandes
corporaciones en los territorios del Pacifico por sobre el derecho ancestral de las
comunidades negras? La respuesta del investigador Hoffmann es que sí (2002). Aquí la
dimensión étnica se constituye en un valor muy conveniente para darle forma jurídica al
poderío comercial internacional y del Estado en los territorios ancestrales.

Existen objetivos geopolíticos estrechamente ligados al conflicto territorial en el Pacifico


colombiano. Los grupos violentos en la zona (guerrillas, paramilitares y narcotraficantes)
no respetan de ninguna manera los procesos étnicos para la utilización del territorio del
Pacifico, el cual se encuentra estratégicamente ubicado y plantea escenarios de control
de amplios territorios, así como de acceso a los recursos en la zona.

Si bien hasta los años 90 el Pacifico colombiano no se encontraba dentro del horizonte
de la guerra en Colombia, como dice Carlos Agudelo (Baquero, p. 22) el Pacifico era
considerado un territorio de paz, a partir de esa década la situación se tornó
dramáticamente opuesta.

Como lo explica Arturo Escobar (2005a), los grupos armados suscitaron graves
procedimientos de ruptura de la integridad en el territorio Pacifico, ejerciendo una
violación sistemática de los derechos humanos de sus poblaciones a punta de matanza
de líderes sociales y familias en general, usando el hostigamiento y generando el
desplazamiento forzado de poblaciones enteras. Esto unido al ataque a las fuerzas
armadas del estado; sin ley en la zona, los ilegales se apoderaron de los recursos
naturales causando profundas afectaciones al ambiente e intentaron destruir las
prácticas culturales tradicionales, así como las formas de organización de las
comunidades negras, indígenas y étnicas.

De esta manera explica Agudelo cómo se extendió el dominio de la guerrilla y el


paramilitarismo en el Pacifico:

“El conflicto geopolítico se produce como consecuencia de la disputa entre


guerrilleros y paramilitares por controlar las zonas de tránsito estratégico a lo
largo de todo el litoral, extendidas desde el Urabá hasta Tumaco, pasando por
los puertos de Buenaventura y Guapi en el Cauca. Rutas de tránsito que resultan
atractivas teniendo en cuenta que sirven de entrada para el armamento
proveniente de Panamá, la ampliación de los cultivos ilícitos y las nuevas vías de
acceso al interior del país –como resultado de la terminación de la carretera
panamericana-“. (Agudelo, 2005, p. 215).

Ya a mediados de los años noventa las guerrillas de las FARC, ELN y EPL se habían
expandido por toda Colombia mientras que el paramilitarismo se afianzaba en la figura
de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC. Su epicentro fue el interior del país
desde donde se extendieron hacia la costa, principalmente por el departamento del
Chocó para ampliar su acceso a la zona fronteriza del Pacifico.

La Ley 70 de 1993 no pudo impedir el señorío de estos grupos armados que en los
últimos años de la década de los noventa dominaba ya el Medio Atrato, impidiendo el
ejercicio del proceso de titulación de los territorios, a punta de fuego y sangre,
generando por un lado el masivo desplazamiento de sus habitantes hacia las cabeceras
municipales o hacia el interior del país, y por otro lado, haciendo emerger fenómenos de
resistencia civil apoyada por líderes, organizaciones sociales y miembros de la iglesia
en estas poblaciones.

Flórez & Millán (2007) hablan de cuatro momentos del conflicto en el Pacifico: Primero,
la incursión de los armados en el territorio; segundo, la implantación del terror; en tercer
lugar la aplicación de estrategias de negociación con las poblaciones como el llamado
“trabajo comunitario” en el Chocó el cual consistía en el suministro de maquinaria para
el trabajo de extracción maderera, mejoramiento en temas de salud para la población y
otorgamiento de créditos para la creación de nuevas y mejores tiendas dedicadas a
hacer la competencia a los comercios que habían sido creados previamente por las
organizaciones sociales. El cuarto momento refieren Flórez & Millán, es el “dominio real
del territorio”.

Baquero (p. 26) resalta la alarma de lo que supuso el Plan de Alternatividad Social –
PASO, una iniciativa del bloque Elmer Cárdenas de las autodefensas dirigida a los
consejos comunitarios para consolidar el proyecto paramiliar en el Pacifico. PASO no
era más que la creación y legalización de nuevas formas de organización con fines
comerciales; estas acciones se ejercían por medio de la represión o por medio de las
dádivas a los pobladores. Un reto frontal al proceso de organización comunitaria de las
comunidades negras, indígenas y étnicas en los territorios.

En opinión de William Villa (2004), la fragmentación del movimiento de comunidades


negras y el debilitamiento del proceso organizativo de los consejos comunitarios, fueron
las dos consecuencias directas del Plan PASO.

Es lo que Ulrich Oslender (2004, pp.40-44) denomina “geografías del terror”,


caracterizadas por un complejo proceso simultáneo de violencia y organización social
basado en las geografías (en este caso ribereñas o ligadas a los ríos) en los territorios
del Pacifico, y que se da en seis variables:

 La transformación de ciertos espacios en paisajes de miedo.


 Los cambios abruptos en las prácticas espaciales rutinarias.
 Los cambios radicales en el sentido de lugar.
 Los procesos de des-territorialización.
 Los movimientos físicos en el espacio causados por el contexto de terror.
 Las estrategias espaciales de resistencia.

Pero ¿qué significa el territorio para las comunidades negras del Pacifico y qué los
impulsa a fortalecer la lucha mediante los consejos comunitarios?
La organización Proceso de Comunidades Negras -PCN lo define muy claramente en
su documento del 2008:

Para las Comunidades Negras de la Cuenca del Pacífico el territorio tiene una
relación inherente con la cultura y la tradición de su pueblo, pues como lo sostiene
el “El desarrollo y la re-creación de nuestra visión cultural requieren como espacio
vital el territorio. No podremos SER, si no tenemos el espacio para vivir de
acuerdo a lo que pensamos y queremos como forma de vida. De ahí que nuestra
visión de territorio sea la visión de hábitat, es decir, el espacio donde el hombre
negro y la mujer negra desarrollan colectivamente su SER, en armonía con la
naturaleza (p. 4).

Es así como la unión de los consejos comunitarios y los resguardos indígenas, es la


que ha enfrentado hasta nuestros días, al macabro proyecto del conflicto armado, que
se ha llevado consigo muchas vidas, a costa de mucho sufrimiento y devastación.

Proyectos de desarrollo en el Pacifico colombiano y su relación con los consejos


comunitarios

Con referencia a los proyectos de desarrollo en el Pacifico colombiano y su relación con


los consejos comunitarios, entre las investigaciones que se han realizado, Baquero
(2014) menciona el texto de Arturo Escobar, La invención del Tercer Mundo,
Construcción y deconstrucción del desarrollo (1996) en donde explica el desarrollo
como un régimen de representación inventado en la segunda posguerra para imponer
soluciones desde el primer mundo a los países subdesarrollados.

Carlos Agudelo (2005) habla de la institucionalización del desarrollo en el Pacifico por


dos vías: el Gobierno y los organismos no gubernamentales ONG. Institucionalización
que se ceñiría al discurso global sobre la modernización, generado por las elites, la
iglesia y los desastres naturales.
Desde los años setenta se presentaron en el Pacifico colombiano, diversos planes para
dicha institucionalización del desarrollo, entre ellos: el Plan Integral de Desarrollo para
la Costa Pacífica -Plaidecop; el Plan Pacífico; el Proyecto Biopacífico; y la Agenda
Pacífico XXI. Dichos planes adolecieron de la comprensión y el respeto a los procesos
culturales y territoriales de las comunidades negras e indígenas, que pasaron de la
autosubsistencia a la dependencia y crecimiento en función de la acumulación de
capital.

En esta etapa cobra una importancia determinante la presión que empezaron a ejercer
las organizaciones sociales del Pacifico para participar en la toma de decisiones sobre
el desarrollo del territorio.

En ese sentido, el proyecto Agenda Pacifico XXI da un giro radical a la posición de las
comunidades negras, los indígenas y los grupos étnicos organizados, reconociendo a
los consejos comunitarios como organizaciones clave en la conservación y defensa
autosostenible y autosustentable del territorio, en contra de las intervenciones
modernistas, hacia un “modelo de posdesarrollo” (Baquero, 2014).

Desde el punto de vista del rol que cumplieron las ONG en el desarrollo del Pacifico
colombiano, Carlos Agudelo (2005) menciona entre las más destacadas al Plan
Padrinos desarrollado sobre todo en Buenaventura, el cual dotaba a las comunidades
de los servicios que el estado no les garantizaba. La ONG Habla Scribe, el cual prestó
servicios de formación comunicacional y educación popular. Y la Fundación para la
Educación Superior (FES) el cual apoyó proyectos ambientales, de salud, desarrollo
económico y social.

Por su parte, el investigador Eduardo Restrepo analiza el Proyecto de Desarrollo


Integral Agrícola Rural –DIAR, lo que considera como el antecedente directo de los
consejos comunitarios en el Pacifico, desde el Medio Atrato; el detonante para el
reconocimiento de los derechos étnicos y territoriales de las comunidades negras. El
propósito de este proyecto fue impulsar y financiar el desarrollo del Pacifico colombiano
y de sus organizaciones sociales a través de la lógica del mercado, invisibilizando y
modificando las prácticas culturales autosustentables al sustituirlas por prácticas de
acumulación de capital, en las cuales las comunidades campesinas negras, indígenas y
étnicas del Pacifico no tuvieron la menor oportunidad de prosperar.

Respecto a los problemas enfrentados por los consejos comunitarios con respecto a los
intereses privados en el desarrollo del Pacifico colombiano, los autores Rúa, (2004) y
Agier y Hoffmann (1999), analizan el dominio del Pacifico colombiano por parte de la
empresa privada en el transcurso de más de un siglo, con fines extractivistas de
recursos naturales, sustitución de cultivos para la subsistencia por cultivos de extracción
de palma a africana e imposición de precios en mercados locales.

Si bien la Ley 70 de 1993 otorgó a las comunidades afrocolombianas el derecho


legítimo, étnico territorial como propietarias de sus territorios (así fue en el Pacifico), les
otorgó además la obligación de las empresas de contar con el acuerdo previo con los
consejos comunitarios para ejecutar cualquier proyecto de desarrollo en la región.

En este punto, el alcance de los consejos comunitarios de las comunidades negras en


el Pacifico colombiano como figuras que lograron la defensa de los territorios, presenta
dos vertientes: la necesidad de legitimar y legalizar la tenencia y uso de los territorios y,
por otro lado, la libertad de poder comerciar y tomar decisión sobre los territorios,
teniendo en cuenta las operaciones de las guerrillas, narcotraficantes y paramilitares
que persisten hasta el 2022 en la región.

Al respecto entre el año 1992 y el año 2010 el Consejo Nacional de Política Económica
y Social -CONPES aprobó diversos documentos que se convirtieron en políticas de
reconocimiento de los derechos étnicos de las comunidades negras en el Pacifico
colombiano, tal como se expresa en el CONPES 3660 de 2010 que define al consejo
comunitario como una “entidad étnica con personería jurídica conformada por una
comunidad negra para administrar el territorio que el Estado les ha reconocido como
propiedad colectiva por medio de un título” (CONPES, 2010, p. 11).

Aunque el papel de los consejos comunitarios presenta una alternativa de desarrollo


distinta en el Pacifico, se observa una gran paradoja entre la promoción del desarrollo y
el reconocimiento de los derechos étnicos de las comunidades negras en contraste con
la presión de las empresas y de los grupos armados ilegales en relación con el uso del
territorio.

Otra óptica de análisis sobre las comunidades negras, tiene que ver con lo que
Barquero denomina la “etnización” (p.38). La producción literaria sobre las comunidades
negras y su condición como grupos étnicos en una nación reconocida como multiétnica
y pluricultural dentro de la Constitución de 1991, es extensa.

Baquero (2014) destaca los aportes del antropólogo Eduardo Restrepo en su obra
Políticas de la teoría y dilemas en los estudios de las Colombias negras (2005) donde
explica el complejo proceso que llevó al reconocimiento de las comunidades étnicas
como grupo étnico a partir de la década de los setenta y hasta el 2000.

El autor habla de cuatro fases para el proceso de etnización, siendo la primera, el


apoyo y estimulo de las misiones religiosas para crear organizaciones negras de base,
prestas a la defensa del territorio con sus usos y costumbres tradicionales, frente a la
amenaza de la usurpación de sus territorios por parte de las empresas explotadoras en
la zona. En este sentido, como señalamos anteriormente, el proyecto DIAR se
considera como un actor de peso para el acompañamiento y fortalecimiento de la
etnicidad en las comunidades negras del Pacifico colombiano.

En segundo lugar, Restrepo destaca el salto de esta lucha del ámbito local desde el
Acuerdo de Buchadó que reconoce el derecho que asiste a las comunidades negras
sobre sus territorios ancestrales, al ámbito nacional con el reconocimiento étnico y la
defensa territorial en la Constitución de 1991, en la Asamblea Nacional Constituyente -
ANC y con la aprobación del artículo 55.

Las otras dos fases corroboran nuevamente el logro de la ley 70 de 1993 y el decreto
1745 de 1995 y su oposición o lógica consecuencia con la exacerbación del conflicto
armado, la presión creciente de las empresas explotadoras y el aumento de los cultivos
ilícitos.
Odile Hoffmann (2003) por su parte explica la movilización negra resaltando el rol del
Proceso de Comunidades Negras -PNC al acompañar la conformación de los consejos
comunitarios y la promoción de la titularidad de sus territorios.
Al estudiar la etnización y lo que implica (o a quienes incluye) Peter Wade (2000) llama
la atención nuevamente sobre los conceptos de raza y etnia, en donde la raza alude a
características fenotípicas transmitidas por herencia sanguínea; mientras que la
etnicidad alude a asumir y absorber la cultura de una geografía, cultura que se hereda.

La exclusión o inclusión de personas a un grupo humano, en razón de las categorías


raza y etnia, puede hacer ver lo racial como un proceso discriminatorio y excluyente
frente a lo étnico como un proceso inclusivo en base a la cultura que se comparte.

Indistintamente de lo racial y lo étnico, debemos tener claridad en lo referente a que,


para las comunidades negras, como lo expresa la Ley 70 de 1993, la ocupación y uso
de un territorio o un lugar, está asociada a la etnicidad. Aquí el Estado implementa una
ley como instrumento de control territorial en contraposición con la lucha por la
emancipación de las comunidades negras y por el uso de esos mismos territorios.

Entonces el territorio constituye a las culturas y a la etnicidad de las comunidades que


se autorreconocen y se identifican como negras, con derecho a ocupar un espacio
territorial, derecho a la autonomía de sus culturas, a través de la organización en
consejos comunitarios y su participación en la toma de decisiones sobre el territorio.

En cuanto al logro de la titulación colectiva de tierras para las comunidades negras del
Pacifico en Colombia, éste no solo cobijó a las ubicadas en esos territorios sino a otros
territorios de comunidades afrodescendientes en toda la nación. Sin embargo, resalta
Carlos Agudelo (2005, p. 44) que no se tuvo en cuenta a las comunidades negras
desplazadas por el conflicto armado y que ahora forman parte de los cinturones
urbanos de miseria. No obstante, este logro solo fue posible desde la formación de los
consejos comunitarios.
El beneficio de la titularidad colectiva de tierras a las comunidades negras del Pacifico,
es un logro étnico, un avance perfectible, al ser reconocidas casi al nivel del
reconocimiento étnico del que ya gozaban las comunidades indígenas. El articulo 55
precisa lo siguiente:

Artículo transitorio 55. Dentro de los dos años siguientes a la entrada en vigencia de
la presente Constitución, el Congreso expedirá, previo estudio por parte de una
comisión especial que el Gobierno creará para tal efecto, una ley que les reconozca
a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas
rurales ribereñas de los ríos de la Cuenca del Pacífico, de acuerdo con sus
prácticas tradicionales de producción, el derecho a la propiedad colectiva sobre las
áreas que habrá de demarcar la misma ley. En la comisión especial de que trata el
inciso anterior tendrán participación en cada caso representantes elegidos por las
comunidades involucradas. La propiedad así reconocida sólo será enajenable en
los términos que señale la ley. La misma ley establecerá mecanismos para la
protección de la identidad cultural y los derechos de estas comunidades, y para el
fomento de su desarrollo económico y social.

Baquero deja claro que la Ley 70 de 1993 presenta falencias que llevan a choques,
como el hecho de no reglamentar la relación de los consejos comunitarios con las
entidades del estado en los municipios. Por otra parte, la Ley que apoya la titularidad de
los territorios colectivos en el Pacifico, aminora la importancia de la propiedad privada,
lo cual es otro motivo de choque entre los actores en la región.

Cabe resaltar el papel de los consejos comunitarios en función de ser una estrategia
administrativa crucial para el logro de la titulación de los territorios colectivos. Una vez
obtenida la titulación, Baquero cita los trabajos de los autores Ulrich Oslender (2008) o
el de Odile Hoffmann (2002) donde se muestran diferentes vías para la conformación
de los consejos comunitarios, algunos formados a través de la cooptación de las
comunidades, otras con grandes fallas en el proceso organizativo y de accionar
cooperativo.

De esta manera los territorios titulados de manera colectiva a las comunidades negras,
son factibles de ser usados con fines contrarios a la conservación del territorio y la
defensa de los usos tradicionales de la cultura.
Baquero (p. 48) refiere otro problema investigado por Sandra Patricia Martínez (2010),
respecto a la interpretación local de la ley, que deja ver los conflictos entre propiedad
colectiva y privada, el tema de arriendo y venta. Urge aquí una pedagogía o andragogía
para explicar la legislación y que esta sea suficientemente asimilada por la población,
pues se corre el peligro de que los consejos comunitarios sean usados para que cada
persona resuelva su situación individual, cediendo a las exigencias de la empresa
privada o de los grupos armados en la región.

Como nos dice Baquero, se espera que el gobierno termine de reglamentar la Ley 70
de 1993, para llenar los vacíos legales, financieros y contradicciones desde la
perspectiva del desarrollo económico y social de las comunidades negras.

Finalmente, en el presente análisis, Baquero nos invita a observar la perspectiva de


género como parte de la lucha reivindicativa de los consejos comunitarios, la cual ha
tenido una amplia participación de las mujeres, aunque a menudo éstas quedan fuera
de la toma de decisiones cuando se trata de la titulación colectiva de los territorios,
como lo explica el autor, citando la investigación de Leonardo Montenegro (2002) sobre
la labor de las mujeres en los movimientos sociales del Pacifico y su relación con el
territorio.

Teniendo en cuenta la definición de género como una construcción social de lo que


implica ser hombre o mujer, Montenegro insiste en que se diferencia de la categoría
biológica de sexo. Y va más allá con el análisis de las relaciones de género y los roles
de género en el momento en que las mujeres asumen con el territorio. La conclusión es
que la mujer negra ha sido invisibilizada (históricamente) de las luchas y logros por el
territorio, siendo violados sus más elementales derechos.

Con el transcurso del tiempo hasta la actualidad la participación de la mujer en esta


lucha ha dado un giro substancial, teniendo mujeres en cargos de consulta a las
comunidades negras y más recientemente con la elección popular del nuevo gobierno,
donde una mujer negra, activista ambiental y social del Pacifico es elegida como
Vicepresidenta de la República de Colombia. En esta esperanzada vía, Baquero
sugiere profundizar la investigación y legislación para la organización sociopolítica e
ideológica de los consejos comunitarios.

Como información complementaria, cerramos este capítulo con tres cuadros que
detallan las Funciones de los Consejos Comunitarios para acercarnos más a su
comprensión en relación al territorio, a la toma de decisiones y a su representatividad
en nuestra sociedad: Funciones Ambientales, Funciones Políticas y Funciones Civiles:

Funciones de los Consejos Comunitarios

Tabla 1. Funciones Ambientales de los Consejos Comunitarios


Función Órgano Consagración
Competente Legal
Velar por la conservación y protección de los derechos de la Consejo Ley 70
propiedad colectiva. Comunitario
Aprobar el reglamento de usos y traspasos del usufructo de las Asamblea Decreto 1745,
tierras asignadas a los individuos o a las familias. general Art. 6
El aprovechamiento y la conservación de los recursos Consejo Ley 70
naturales. Comunitario
Velar por el aprovechamiento y conservación de los recursos
naturales de conformidad con la legislación ambiental y las Asamblea Decreto 1745,
prácticas tradicionales de producción y demás que garanticen el general Art. 6
manejo sustentable de los recursos naturales.
Presentar ante el Incora, previo aval de la Asamblea General y de
la Junta del Consejo Comunitario, la solicitud de titulación Representante Decreto 1745,
colectiva del territorio de la comunidad que representa. Legal Art. 12
Presentar, ante la autoridad ambiental competente y ante el
Ministerio de Minas y Energía, las solicitudes de Representante
aprovechamiento, exploración y explotación de recursos Legal Decreto 1745,
naturales, en beneficio de la comunidad, previa aprobación de la Art. 12
Junta del Consejo Comunitario; exceptuándose, los usos por
ministerio de la Ley, respecto de los recursos naturales
renovables.
Diligenciar ante el Incora la titulación colectiva de las tierras de la Junta del Decreto 1745,
comunidad negra respectiva. Consejo Art. 11
Comunitario
Velar por la conservación y protección de los derechos de la Junta del Decreto 1745,
propiedad colectiva y por la integridad de los territorios titulados Consejo Art. 11
a la comunidad. Comunitario
Presentar a consideración de la Asamblea General del Consejo Junta del
Comunitario, para su aprobación, el reglamento de administración Decreto 1745,
Consejo
territorial y manejo de los recursos naturales, y velar por su Art. 11
Comunitario
cumplimiento.
Administrar, con base en el reglamento y las normas vigentes, el Junta del
uso, aprovechamiento y conservación de los recursos naturales, y Decreto 1745,
Consejo
concertar la investigación en las Tierras de las Comunidades Art. 11
Comunitario
Negras.
Presentar, concertar, ejecutar y hacer seguimiento a proyectos y Junta del
programas con entidades públicas y privadas para el desarrollo Decreto 1745,
Consejo
económico, social y cultural de su comunidad. Art. 11
Comunitario
Fuente: Hinestroza, 2006, p. 81

Tabla 2. Funciones Políticas de los Consejos Comunitarios


Función Órgano Consagración
Competente Legal
Nombrar las personas que la presidan, las cuales deberán ser Asamblea Decreto 1745,
diferentes a los miembros general Art. 6
de la Junta del Consejo Comunitario.
Elegir los miembros de la Junta del Consejo Comunitario y Asamblea Decreto 1745,
revocar su mandato de acuerdo con el reglamento que general Art. 6
establezca la Asamblea
Elegir al representante legal de la comunidad, en cuanto Asamblea Decreto 1745,
persona jurídica. general Art. 6
Celebrar convenio o contratos y administrar los beneficios Junta del Decreto 1745,
derivados de los mismos. Consejo Art. 11
Previa aprobación de la Junta del Consejo Comunitario. Comunitario
Presentar y gestionar planes de desarrollo para su comunidad, Junta del Decreto 1745,
previa autorización de la Asamblea General del Consejo Consejo Art. 11
Comunitario. Comunitario
Fuente: Elaboración propia, a partir del análisis normativo de la Ley 70 de 1993 y el
Decreto 1745 de 1995

Tabla 3. Funciones Civiles de los Consejos Comunitarios

Función Órgano Consagración


Competente Legal
Aprobar la delimitación de las Tierras de las Comunidades Negras
que serán solicita- das en propiedad colectiva, con base en la Asamblea Decreto 1746,
propuesta formulada por la Junta del Consejo Comunitario. general Art. 6
Presentar a la Asamblea General del Consejo Comunitario, para su Junta del Decreto 1745,
aprobación, la pro- puesta de delimitación del territorio que será Consejo Art. 11
solicitado en titulación colectiva. Comunitario
Ejercer el gobierno económico de las Tierras de las Junta del Decreto 1745,
Comunidades Negras según sus sistemas de derecho propio y Consejo Art. 11
la legislación vigente. Comunitario
Delimitar y asignar en usufructo áreas de uso y aprovechamiento
individual, familiar y comunitario en el territorio titulado Junta del
Decreto 1745,
colectivamente, reconociendo las que han venido ocupando Consejo
Art. 11
tradicionalmente y con base en el reglamento que expida la Comunitario
Asamblea General del Consejo Comunitario.
Crear y conservar el archivo de la comunidad, llevar libros de Junta del
actas, cuentas y de registro de las áreas asignadas y los cambios Decreto 1745,
Consejo
que al respecto se realicen; y hacer entrega de esta información a Comunitario Art. 11
la siguiente Junta del Consejo Comunitario al finalizar su período.
Pluralismo jurídico y sistema de derecho propio: Mecanismos de gobierno propio,
derecho propio y justicia comunitaria

Siendo Colombia una nación pluriétnica y multicultural regida por una Constitución
Política que le otorga el carácter de ser un Estado Social de Derecho, el derecho mismo
incorpora nuestra diversidad étnica y cultural.

La legislación en la aplicación del derecho debe tener en cuenta este aspecto


diferencial que ha sido admitido desde la OIT en su convenio 169 artículo 8 donde
indica que “al aplicar la legislación nacional a los pueblos interesados deberán tomarse
debidamente en consideración sus costumbres o su derecho consuetudinario” (Acción
Social, 2009, p. 117).

Dentro del llamado pluralismo jurídico, el derecho consuetudinario es entendido como


“un conjunto de normas de observancia general que, en forma uniforme y permanente,
regulan los intereses públicos y privados de una colectividad con particularidad de ser
conservadas y transmitidas por herencia social. Estas normas o reglas se derivan de
hechos repetidos en el tiempo dentro del territorio, son vinculantes y se recurre a él
cuando no existe ley (norma jurídica escrita) aplicable a un hecho” (Duque, 2008, p.2).

En realidad, existen diferentes órdenes legales, uno de ellos es impartido por el Estado
pero también concurren otros sistemas regulatorios construidos por algunos grupos
poblacionales. Lo mencionado es entendido como pluralismo legal el cual se define
como un fenómeno en el cual coexisten reglas alternativas distintas a las ordinarias que
deben ser acatadas por los miembros de la comunidad dentro del territorio.

Las comunidades negras del Pacífico como grupo étnico afrodescendiente con culturas
propias, gozan de plena legitimidad en cuanto al establecimiento de reglas propias de
convivencia, normas internas, creación de instituciones para el ejercicio de la justicia
propia o el sistema de derecho propio. Los pueblos indígenas y tribales son asimismo
un ejemplo de lo expuesto, debido a que estos han construido un conjunto de
normatividades propias que permiten su convivencia y desarrollo en el territorio.

Estas prácticas de regulación son reconocidas por el Estado Colombiano, siendo


ratificadas en la Ley 21 de 1991:
“Lo anterior se ilustra mejor si tenemos en cuenta que en el contexto de América
Latina, existen sistemas normativos que autorregulan la vida de los pueblos
indígenas; es decir, se trata de normas que son reconocidas y legitimadas
socialmente por las propias comunidades indígenas, y se caracterizan por ser
diferentes al sistema estatal, siendo este fenómeno una situación de pluralismo
jurídico según la definición apuntada.” (Programa presidencial para la formulación
de estrategias y acciones para el desarrollo integral de los pueblos indígenas de
Colombia, 2012).

En este sentido, la multiplicidad de prácticas jurídicas existentes en Colombia, para el


caso particular del Estado y de las comunidades afrocolombianas, es necesario un
análisis que permita comprender sus interacciones, máxime considerando que en los
temas de administración de justicia comunitaria en Colombia tienen una regulación
específica tanto para la nación como también para los pueblos tribales.

Estos últimos, a diferencia del Estado, cuyo marco normativo es constitucional, cuentan
con el derecho mayor como norma de normas, además por la trascendencia para la
pervivencia de estos grupos poblacionales en riesgo de exterminio físico y cultural.

Todo esto forma parte del denominado sistema de derecho propio que se entiende
como el “conjunto de elementos de la costumbre (o consuetudinarios) y de la cultura
que se han practicado a través del tiempo, como las formas adecuadas para la
convivencia dentro de la comunidad” (Acción Social, 2009, p. 118), y que es preciso
agregar, en el marco de convivencia en y con el territorio.

Entre las características que reconocen los juristas sobre el derecho consuetudinario
tenemos:

 El derecho consuetudinario es un conjunto de normas de convivencia que son


compartidas y se acatan por costumbre jurídica en una comunidad.

 Estas normas forman parte de la sabiduría popular y por lo tanto vienen


transmitiéndose desde la oralidad, la práctica y la memoria de los pueblos.

 Las normas fijadas de manera consuetudinaria en una comunidad deben ser


acatadas por todos sus miembros, como parte de la costumbre jurídica del pueblo.

 Para ser consuetudinarias las normas deben tener una práctica comunitaria que les
brinde permanencia en el tiempo, que las legitime desde lo social, lo político y lo
territorial y que, desde la pertenencia cultural, les aporte un carácter diferencial,
convirtiéndose en una institución.

 Por otra parte, las normas que forman parte del derecho consuetudinario se aplican
tanto al ámbito público como al ámbito privado y pueden manifestarse incluso por la
fuerza.

Es importante sumar en este apartado teórico el aporte del investigador Julián Salazar
Gallego en su artículo El papel de la justicia comunitaria en el escenario de
construcción de paz en Colombia, con el cual describiremos la Teoría del Pluralismo
Jurídico en el contexto del gobierno propio y la justicia comunitaria.

El autor expone que, desde que la Constitución Política de 1991 incluyó y valoró el
ejercicio de la justicia comunitaria en las poblaciones relegadas y excluidas del sistema
de administración de justicia formal o estatal en la sociedad colombiana, para el logro
de la paz hacia una época de posconflicto, los vacíos de poder (de las fuerzas estatales
y las desmovilizadas) en las zonas de conflicto del Pacifico, han dejado desatendidas a
las comunidades negras y demás comunidades étnicas desde la administración de
justicia en la región.

El objetivo de la justicia comunitaria como modelo institucional local no estatal, es


instaurar una cultura de paz basada en el respeto a los derechos humanos y la solución
pacífica de los conflictos, la cual se anuncia como alternativa en la Agenda Política de
Colombia desde la firma del Acuerdo de Paz; muestra de ello es la propuesta de
Reforma Rural Integral, hoy en día parte de las apuestas del actual gobierno en
Colombia.

Salazar sostiene, ante la ausencia del Estado en las comunidades víctimas del conflicto
armado en Colombia, la necesidad de transición de una justicia a fuego y sangre
instaurada por los grupos ilegales armados, hacia la justicia comunitaria. El autor inicia
su análisis definiendo el concepto de pluralismo jurídico y su relevancia en el
reconocimiento de la justicia comunitaria como regulación social que parte del gobierno
propio, a diferencia de la justicia estatal o la justicia no formal por vías violentas.

Mientras que el pluralismo jurídico representa la forma propia y alternativa de derecho,


creado y ejercido por parte de las comunidades afectadas, se distingue de lo que
Salazar denomina la tesis del monismo jurídico que plantea la validez exclusiva de la
normativa estatal para la resolución de conflictos de acuerdo al ordenamiento jurídico
formal.

El autor indaga en el análisis teórico del pluralismo jurídico a la luz de la justicia propia
comunitaria, con el aporte de Wolkmer, autor del trabajo Pluralismo jurídico: nuevo
marco emancipatorio en América Latina, quien define al pluralismo jurídico como “la
multiplicidad de prácticas existentes en un mismo espacio sociopolítico, que interactúan
por conflictos o consenso, que pueden ser o no oficiales y que tienen su razón de ser
en las necesidades existenciales, materiales y culturales” (p. 329).

Por su parte las investigaciones de Iannello y Engle Marry sobre el pluralismo jurídico
arrojan la conclusión de que éste surge a partir de las décadas de 1950 y 1960 con la
descolonización de África y Asia, cuando se presenta una correlación entre las
prácticas normativas nacidas del seno de las sociedades y las practicas normativas
impuestas el aparato estatal para la administración formal de justicia.

Debemos entender lo jurídico como la regulación social impartida de una parte por el
Estado a través de normas establecidas o de otra, la normatividad paralela emanada
desde el gobierno propio a lo interno de las comunidades. La persuasión pacifica para
el cumplimiento de estas normas es la clave, lo cual no excluye la posibilidad de una
sanción en caso de ser incumplidas.

Así como la geografía cultural en el país es diversa, la conflictividad también lo es. De la


misma manera las situaciones particulares de los territorios han requerido el
surgimiento y la legitimación de formas de administración de justicia por parte de las
comunidades, las cuales van desde la represión brutal hasta la democracia participativa
(armado/cívico); desde la informalidad y desburocratización para hacer valer las
normas, hasta la total burocracia de la justicia estatal formal que aleja cada vez más a
las comunidades del cobijo real del Estado.

Tal como explica Salazar (p. 330) la dimensión oficial de administración de justicia se
basa en el derecho estatal mientras que la dimensión no oficial de administración de
justicia incluye diversidad de derechos y formas de justicia locales, surgidas en contexto
urbanos como las barriadas y sectores populares de estratos vulnerables, y en
contextos rurales, en los cuales la justicia se expresa con sus normas particulares en
los diferentes sectores de la sociedad, generando a la vez múltiples formas de justicia:
de las comunidades indígenas, de las comunidades negras, de las comunidades
étnicas, de los grupos ilegales armados, de los grupos legales armados, del estado.

Es así como, más allá de la vigencia de la justicia formal que se desarrolla en el centro
del poder judicial, podemos distinguir una justicia informal real que se ejecuta en las
zonas vulnerables. Y en el caso de Colombia, el conflicto armado pone en el tapete otra
forma de justicia basada en el poder que otorgan las armas, usadas para someter por la
violencia a las comunidades en los territorios. Es así como la paz es el único camino
que tiene las comunidades para el ejercicio de su justicia en los territorios ante la
ausencia del estado y la dominación por parte de los grupos armados ilegales.

Las estructuras de regulación de los comportamientos sociales frente al conflicto, el


derecho y la justicia, se dan en diversos escenarios, tal como lo aporta el autor Ardila
en sus estudios sobre justicia comunitaria (Salazar, p. 331). El primer escenario es el
estatal, en el cual los conflictos se resuelven mediante la normatividad jurídica estatal
vigente, donde todas las personas son ciudadanas y sujetos plenos de derecho. El otro
escenario surge en los territorios marginalizados adonde surgen múltiples ordenes
normativos (aparte del vigente estatal al cual no tienen acceso y muchas veces no
saben gestionar), ordenes que entran en conflicto al interactuar para la resolución de
las mismas problemáticas.
Las normas jurídicas estatales deben ser claras y accesibles a las partes por igual. Si
dicha regulación es ambigua, o no clara, o presenta vacíos, es como si no existiera. Por
su parte, los sistemas jurídicos comunitarios que surgen del gobierno propio y están
desvinculados del Estado, representan seguridad para las personas que se someten a
él, con el fin de darle una dirección a sus comportamientos en la sociedad y el manejo
de la conflictividad.

En las comunidades negras, indígenas y étnicas de Colombia que han vivido el flagelo
del conflicto armado, la justicia se ha impartido por ejemplo con las figuras de la
Guardia Indígena o la Guardia Cimarrona, como parte de las estrategias para ejercer
justicia y defender el territorio. La Constitución reconociendo a la nación como
multicultural y pluriétnica, reafirma el derecho de las comunidades a crear y fortalecer
sus formas propias de justicia comunitaria que son ancestrales.

En cuanto a la legitimidad de las formas de justicia armada en las zonas de conflicto, de


una parte, lo logran al imponer normas para la gestión de conflictos; de otra parte, el
orden se impone con la violencia y la fuerza, sin lograr legitimidad, más bien reacción
ante el terror y la intimidación.

Salazar (p. 332) dibuja de esta manera la interlegalidad como múltiples redes de
legalidad, existiendo al menos tres tipos de justicia que se entrecruzan en Colombia:

La justicia formal ejecutada por los organismos de estado (policía, fuerzas armadas, los
jueces penales y civiles, la Corte Suprema y las Cortes Superiores, así como los
conciliadores y los jueces de paz.

La justicia comunitaria que se gesta y es manejada por las comunidades a través de las
figuras de los resguardos indígenas, los consejos comunitarios de las comunidades
negras y las juntas de acción comunal en sectores campesinos. La justicia dirigida por
los grupos armados ilegales que actúan de manera directa en las comunidades y que
muchas veces lo hacen desde las juntas de acción comunal.
En suma, la administración de justicia se presenta de maneras diversas, sin necesidad
de subordinación al sistema de administración de justicia del Estado. Y en el caso de la
justicia comunitaria, esta surge y seguirá surgiendo como alternativa al Estado,
gozando de reconocimiento jurídico para actuar con autonomía.

Profundizando el análisis que hace Salazar sobre la Justicia Comunitaria en Colombia


dentro del pluralismo jurídico y su relación con el Estado, podemos decir que para la
toma de decisiones frente al manejo de los conflictos locales en las zonas marginadas,
las comunidades han creado y mantenido sus propias metodologías totalmente distintas
a las de la oficialidad.

Ardila citado por Salazar, define la Justicia Comunitaria como “una forma de administrar
justicia en tanto se desenvuelve en el ámbito de la regulación social: actúa sobre
referentes normativos que la preceden y produce mandatos en los conflictos
específicos. Es comunitaria en tanto su capacidad regulatoria deriva de dinámicas de
identidad y pertenencia a lo mismo” (p. 333).

En cuanto a los investigadores Uprimny y De Sousa Santos conciben a la Justicia


Comunitaria como una institución que sirve de paso o articula el sistema de derecho
estatal con el sistema no oficial de resolución de conflictos. Por su parte Ariza (2011)
aporta un significado sociológico a la Justicia Comunitaria, la cual concibe el derecho
emanado de la democracia, como un conjunto de prácticas con significados sociales en
contextos y momentos históricos y geográficos determinados.

Salazar enfatiza el consenso en la variedad de ópticas conceptuales sobre la Justicia


Comunitaria y profundiza en los conceptos de equidad y del justo comunitario. Los
autores están de acuerdo en que la Justicia Comunitaria se genera desde la equidad
para gestionar el conflicto, donde el concepto de lo justo es la base de la administración
de justicia para la sana convivencia, aunque no aparezca expreso en la Ley estatal.
Esta normativa comunitaria es lo que se denomina como justo comunitario, el conjunto
de reglas para la toma de decisiones.
El objetivo es enfocarse hacia la reconstrucción del tejido social, donde quiera se haya
roto, legitimando el proceso de la mano de personas con probidad dentro de la
comunidad. El consenso es el otro aspecto a considerar para el ejercicio de la justicia
comunitaria, donde las partes deben ponerse de acuerdo para tomar decisiones y
generar mecanismos de solución del conflicto.

El justo comunitario, explica Durston, es un concepto mutable que se contextualiza en


las épocas y en las sociedades donde se genera. Es similar al concepto de “capital
social comunitario”, el cual surge de los grupos sociales y se basa en un sistema
complejo de normas, gestiones y sanciones.

Salazar argumenta las razones por las cuales el derecho positivo debería abrirse a la
informalización de la justicia, permitiendo la aplicación del sentido común que la
caracteriza, en equidad, teniendo en cuenta las costumbres y usos culturales y las
formas menos traumáticas y más adecuadas para la resolución de conflictos. De esta
manera se enriquece aún más el pluralismo jurídico necesario en un país de conflicto
como el nuestro.

Bordieu en su obra El sentido práctico (p.29), habla de los valores comunitarios a partir
de la existencia de la comunidad e insertados en un habitus el cual define como:

“la capacidad de originar prácticas individuales y colectivas, asegurando la


presencia activa de las experiencias pasadas… Los usos, las costumbres y los
hábitos, tanto como las ideas acerca de lo justo, se van volviendo acciones y
comportamientos que realizamos diariamente. Y cuando se realizan las cosas que
la comunidad valora como buenas o correctas, o por lo menos deseables, se
construye la norma social y, con ella, el justo comunitario”.

Esta postura desde el punto de vista de algunos autores como Peter Fitzpatrik, es
utópica y romántica ya que tiende a deslindarse del sistema de justicia formal e
instalarse en el poder con un sistema no formal, a la larga termina reproduciendo al
formal, sin cambios significativos o empeorando los procesos en las comunidades.
Dahrendorf y Auerbach tampoco dan mucha esperanza a la Justicia Comunitaria ya que
consideran que solo puede prosperar en una sociedad civil vigorosa, de la cual estamos
muy alejados aun en Colombia.

Por su parte los autores Ardila y Uprimny, destacan el potencial de la Justicia


comunitaria como institución para el logro de la paz y la democracia: “termina por
convertirse en el adherente de la sociedad democrática pluralista, por cuanto las
personas comprenden que esos conflictos pueden ser resueltos pacíficamente, y en
ese proceso de resolución se afirman como seres humanos autónomos y solidarios
(Salazar, p. 338).

Colombia pide paz y entre sus mayores retos está lograr un sistema de justicia estatal
que acepte las alternativas que el pluralismo jurídico le ofrece desde las comunidades
organizadas. En caso contrario se teme el dominio de los grupos armados ilegales que
no solo acaban con los movimientos sociales y las formas de justicia y gobierno propio
comunitario, sino que al legitimarse pueden desplazar por completo al Estado.

Gobierno propio y justicia ancestral en comunidades negras

Para Martín von Hildebrand en su libro Guardianes de la selva, “en menos de tres
décadas, las comunidades indígenas amazónicas han pasado de ser despreciadas e
ignoradas como actores políticos a manejar instituciones de Gobierno Propio
respetadas en Colombia y en el mundo”.

El gobierno, en pocas palabras, es “el que organiza y administra”. Por su parte, el


Gobierno Propio, corresponde a formas de organización con criterios culturales que
definen normas, leyes, hábitos y comportamientos, fundamentados en las tradiciones
indígenas que regulan las relaciones sociales y con la naturaleza. Aquellas prácticas
que eran reconocidas como justicia propia se empiezan a denominar derecho propio y
promueven la identificación de los principios que lo rigen.
Entonces surge una pregunta: ¿Qué es el gobierno propio y la justicia ancestral para
algunos miembros de los pueblos afrocolombianos?

Para Manuel Correa, Líder Comunitario De Riosucio (Chocó), “el proceso de gobierno
propio en su consejo comunitario, está dirigido por la asamblea general como máximo
órgano de decisión, la junta directiva como órgano de administración interna del
territorio y el representante legal como persona de representatividad”. En cuanto al
protocolo, está estipulado a través del reglamento interno, y hoy se pretende anexar a
la Guardia Cimarrona como el órgano operativo del consejo comunitario.

Desde el decreto 1088 de 1993, el Gobierno Nacional reconoce los “gobiernos propios”
en los territorios indígenas y define los procedimientos para la creación y
funcionamiento de las AATI (Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas),
Asociaciones que son reconocidas como el Gobierno Propio de los indígenas y son
entidades públicas de carácter especial que hacen parte del Estado.

Para los pueblos indígenas, conocer, apropiarse y ejercer estos derechos reconocidos
en la Constitución, ha implicado aprender un lenguaje jurídico, político, económico y
administrativo, que es esencial para entablar relaciones con las entidades del Estado.
El ejercicio implica que todos los actores involucrados aprendan y construyan
gobernabilidad intercultural dentro del Estado.

Armando Caracas, representante de la guardia cimarrona en el Departamento del


Cauca, explica cómo es ese proceso del gobierno propio en su consejo comunitario, en
estos términos:
“Nosotros ancestralmente siempre nos ha gustado indagar un poco, con nuestro
ancestro, con nuestros mayores y hablamos; los ancestros porque también creemos en
lo espiritual y nuestros mayores cuentan un poco cómo eran los procesos de
implementar la justicia propia o ancestral tradicional en nuestro territorio. En ese sentido
lo que hemos intentado a partir del conocimiento de nuestros mayores, es que ese
legado no se pierda y para que no se pierda hemos venido adelantando algunas
escuelas de formación en esa línea y que tanto adultos como mayores sigamos,
alrededor de una olla en Tepepan de chontaduro, un sancocho. Y ya contarnos y
nosotros de ahí hemos aprendido que no es necesario de que ni siquiera un documento
esté firmado para respetar esa palabra, para respetar esa decisión que se haya tomado
con sólo que un mayor lo decida, lo diga y que sea honorable y respetable en la
comunidad. Eso se debe cumplir, porque la justicia ordinaria tramita un poco de cosas
que para nosotros no puede ser, lo mismo nosotros el respeto y la fe, la confianza y la
armonía en el territorio. Y en ese sentido nuestros mayores han representado eso:
nuestros ancestros entregaron su vida haciendo eso y queremos que nuestros jóvenes,
nuestros niños y niñas podamos seguir con ese legado, seguir implementando ese
modelo de sistema de justicia propia ancestral del territorio”.

La mirada que tiene Sandra Patricia – Consejo comunitario Aires de Garrapatero


(Cauca), quien afirma que:
“el proceso de gobierno propio en mi consejo comunitario se desarrolla siguiendo los
criterios del plan de buen vivir del pueblo negro del norte del cauca y se fundamenta
principalmente en la defensa de los diferentes estilos de vida y del territorio”.

Andrés Casiani, Líder De San Basilio De Palenque (Cartagena), piensa que:


“son procesos democráticos y participativos donde por lo general se vinculan la
juventud y se promueve la participación femenina.

Estranler López Rivas, de la Guardia Cimarrona Chocó, puntualiza:


“el proceso de gobierno propio es rígido al reglamento interno y a las costumbres
ancestrales de la comunidad”.

Aunque la lucha de los pueblos afrocolombianos por sus derechos civiles, étnicos,
culturales y territoriales comenzó mucho tiempo atrás, actualmente estas comunidades
enfrentan otra lucha ante el sistema estatal de justicia: que sea reconocido su propio
sistema de justicia.

Para Eliana Fernanda Antonio Rosero, en su tesis doctoral titulada “Justicia étnica
afrocolombiana: Cuando la justicia ancestral es algo más que un mito”, afirma que: “en
comunidades con una alta población afrodescendiente existe una marcada resistencia a
acudir a la justicia ordinaria, pues se considera que no garantiza los derechos de la
población étnica y se siente algún grado de discriminación o racismo a la hora de
presentar o tramitar alguna solicitud.

En muchas de estas comunidades los líderes mencionan el uso de perfiles o etiquetas


raciales en contra de la población. En respuesta a esta situación las comunidades
tienden a fortalecer sus mecanismos de administración de justicia tradicional con la
intención de limitar al máximo su relación con la justicia ordinaria, dentro de la cual no
se sienten ni representados, ni bien recibidos.

Manuel Correa, Líder Comunitario de Riosucio (Chocó), manifiesta que: “el gobierno
propio y la justicia ancestral son todas esas prácticas tradicionales que aplicaban los
ancestros para mantener el orden y el respeto en las comunidades”. Y aclara, se debe
aplicar bajo estos principios: Objetividad, Imparcialidad, Celeridad, Generalidad, Debido
proceso, Independencia, Autonomía, Economía, Retroactividad, Presunción de
inocencia y Favorabilidad.

También aporta los elementos que se deben tener en cuenta para la aplicabilidad del
gobierno propio y la justicia ancestral en un territorio étnico. Estos elementos son:
“Conocimiento sobre el territorio; investigar sobre el asunto y/o conseguir pruebas;
conocimientos de la situación conflictiva; conocimiento sobre las pretensiones de las
partes; defender el derecho colectivo por encima del derecho individual; aplicar de
manera clara y concisa el reglamento interno de la comunidad y normas concordantes
que lo complementen; aplicar el principio de justicia restaurativa, ser justo, imparcial y
equitativo; ser autónomo en las decisiones, documentar los casos desde inicio hasta el
final y dar espacio a los ejercicios de saberes”.

La noción de gobierno propio y justicia, al interior de los consejos comunitarios, puede


considerarse como la suma de los elementos que garantizan la convivencia entre los
miembros de la comunidad, el medio ambiente y otros pueblos.

La justicia que allí se aplica está diseñada para garantizar la existencia de lo colectivo.
Por esto, la noción de justicia está compuesta de palabras como buen vivir, educar,
corregir, confianza, reflexión, el bien, el mal, amor y respeto, las cuales están más
relacionadas con categorías morales que con categorías legales. Los fines de esta
justicia corresponden al ideal de comportamiento que garantiza la pervivencia del grupo
y potencia la formación de un individuo capaz de convivir dentro del mismo. (Palenque
Regional el Congal-PCN, 2011 - Reglamento C.C de la Comunidad Negra Raposo.,
2011).

Así lo definen los miembros del concejo comunitario de la comunidad negra de Raposo:
Las normas de convivencia “fortalecen la participación y la organización, entendidas
como la conciencia movilizada, como la identidad en movimiento, construyendo,
conquistando y ejerciendo los derechos para concretar los sueños y aspiraciones de
vida, alegría, esperanza y libertad, desde el Ser negra, Ser negro, con el fin de ganar
autonomía” (Raposo., 2011; Buenaventura, 2015).

La noción de gobierno propio y justicia tradicional suele transmitirse de manera oral por
parte de los mayores al resto de la comunidad. Esta manera de concebir la justicia es
entendida como el conjunto de valores y principios que garantizan una convivencia
armónica entre los seres humanos y su entorno animal y vegetal (fauna y flora), y cuyo
fin principal es garantizar la existencia del pueblo negro.

En algunas comunidades negras se inició un proceso de regulación y escritura de las


normas que rigen la justicia propia, no porque consideren que la palabra haya perdido
su valor natural, sino como una respuesta a los asesinatos y desaparición de líderes
portadores del saber tradicional y que estaba poniendo en riesgo la subsistencia de
este tipo de justicia. La escritura de las normas de convivencia busca salvaguardar
algunos de los elementos que integran los acuerdos comunitarios utilizados para
solucionar los conflictos que se generan al interior del territorio.

Armando Caracas, explica cómo opera la justicia ordinaria dentro de su territorio, en


estos términos:
“La verdad es que si nosotros pudiéramos tabular esto creería que no opera la justicia
ordinaria. Es una corrupción muy grande, ya nosotros podemos ver que los inspectores
de policía, empezando por lo más bajo. no operan, no hay confianza ya que son
manejados por terceras personas. Si vamos a la justicia y a la fiscalía, decretan que
nuestro territorio es Zona Roja y que no pueden hacer ni siquiera presencia en estos
territorios. Si usted va a dar una declaración, se da cuenta que, quienes tienen que
hacer cumplir esa justicia -que son las autoridades militar y policial- son lo peor, porque
hay mucha corrupción de las fuerzas armadas de estado en nuestros territorios, lo que
impide que las comunidades confíen en ellos”.

¿Se inclina usted porque se aplique la justicia ancestral?:


“Sí, obviamente, porque uno de los grandes ejemplos que hemos podido observar es el
siguiente: Cuando entró esa minería criminal a nuestros territorios, veíamos cómo la
autoridad militar y policial y las gubernamentales veían como destruían nuestro
territorio. Se colocaron todas las quejas respectivas y nunca hicieron nada. Nosotros
decidimos autónomamente implementar este tipo de Justicia en nuestro territorio y
vimos que sí éramos capaces; sí logramos retirar a todos estos actores que estaban
haciendo un daño a nuestras comunidades, sin necesidad de tener un arma, solamente
la valentía de estas mujeres y de estos hombres porque quiero informar que la Guardia
Cimarrona acompañó a 27 mujeres durante 25 días caminando desde el norte del
Cauca, Santander de Quilichao hasta la ciudad de Bogotá, ellas haciendo un reclamo,
exigiéndole al gobierno que nuestros territorios estuvieran libres de ese flagelo de la
minería criminal. Se tomaron el Ministerio del Interior y cumplieron un papel muy
importante para denunciar este tipo de minería. Y por eso creemos que dentro la justicia
propia justicia ancestral, la mujer juega un papel muy importante. Es necesario que se
implemente la justicia ancestral y tradicional y no otro tipo de Justicia (la estatal) que
puede demorar décadas y al momento de manifestarse, ya es muy tarde”.

¿Cuáles son esos elementos que se deben tener en cuenta a la hora de aplicar la
justicia ancestral del territorio étnico territorial?

“En el caso de las comunidades negras, en el pueblo negro hay unas particularidades.
Con orgullo de lo que somos, comunidades negras, entendemos que hay algunas
diferencias: por ejemplo, no es lo mismo implementar la justicia ancestral y tradicional
en Buenaventura que aplicarla en el norte del Cauca, porque culturalmente el enfoque
nos hace plantear ópticas distintas. Por eso este modelo de justicia propia que nosotros
queremos que se implemente en nuestro territorio, debe ser consultado, debe ser
trabajado en cada uno de los sectores. Que se nos permita que todos y todas nos
juntemos. Un gran ejemplo que hemos planteado es que hoy existe la Guardia
Cimarrona que recibe mandato de la máxima autoridad. En la asamblea territorial
algunos decidieron que no se llame Guardia Cimarrona, sino que se llame Consejo de
Mayores. De acuerdo a la zona se llama distinto, aunque para nosotros es lo mismo
consejo de mayores y guardia cimarrona”.

Los informantes ante la pregunta ¿Cuáles son los conflictos más recurrentes que se
presentan al interior de la comunidad? respondieron:

Dice Caracas (2021):


“Creería yo que los conflictos son creados por el Estado, son creados por las políticas
que hoy tiene este país. No son conflictos que nazcan por ser comunidad negra, son
más que todo conflictos por las decisiones estatales que se toman sin consultar.
Ejemplo, nosotros hoy estamos en un proceso de reparación colectiva y las víctimas
hoy se sienten revictimizadas, porque el Estado quiere implementar un sistema para
repararlas sin haber hecho la construcción en conjunto con esa comunidad. Entonces
eso genera conflicto cuando toman decisión sin tenernos en cuenta. Por ese enfoque
diferencial de género y generación se dice, se viene y se dan estas situaciones en el
mismo ámbito de concepción de territorio. Para el Estado, el territorio son 40 cm de
tierra hacia abajo. En el caso de las comunidades y pueblos étnicos, no se nos permite
usufructuar el espacio ni el subsuelo, tampoco nos pertenece a nosotros como
comunidad, como pueblo. Decimos que somos dueños de todo esto: es un territorio y la
Corte se ha pronunciado, pero el Estado frente a los pronunciamientos de varios
estamentos judiciales, no nos tiene en cuenta. Colombia forma parte de varios tratados
y hemos encontrado que, dentro de estos tratados, hay unas exigencias dirigidas al
gobierno colombiano, pero no las cumplen.

Los tratados y los convenios que ya se han venido firmando, son también violentados.
Los tratados sobre derechos humanos que Colombia tiene que cumplir, son obviados.
Por ejemplo, la movilización: cuando un negro sale a la calle, no es porque sea un
vagabundo, no es porque no tenga nada que hacer, no es porque sea un vándalo,
como lo están diciendo sobre esos muchachos que están en las primeras líneas de
protesta en las ciudades, tirando piedras. Miremos el origen.

La guerra se generó en estos territorios que algún día hicieron parte de una vereda, de
un consejo comunitario. Entonces les lanzan las bombas, les dan bala o los pasan por
falsos positivos; eso hizo que muchas personas se desplazaran y al desplazarse, no
están en su hábitat, en su territorio como debe ser y el gobierno los sigue batallando.
Como las comunidades no se pueden dejar morir, quieren y buscan resultados y eso es
lo que está pasando hoy por no implementar la justicia como debe ser, implementar las
prácticas ancestrales culturales como es el trabajo de las comunidades que lo han
venido haciendo desde hace muchos siglos en sus territorios”.

¿Cómo se resuelven estos conflictos al interior de la comunidad? ¿quiénes


intervienen?
Estranler López Rivas (2021) de la Guardia Cimarrona de Chocó dice: “los conflictos al
interior de la comunidad se resuelven por medio del dialogo y los que intervienen son
las directivas de los consejos y los entes amigables componedores, guardias
cimarronas e indígenas”.

Manuel Correa, Líder Comunitario de Riosucio, explica que la resolución de conflictos


se hace a través de: “Reuniones, diálogos, visitas a terrenos, amigable composición,
procesos de conciliación, facilitando el análisis de las situaciones para las partes
involucradas, entre ellas las autoridades tradicionales, líderes, ancestros, sabedores,
asesores e instituciones como comisarías de familias, inspecciones de policías, fuerzas
militares y grupos armados ilegales”.

Un ejemplo lo pone Armando Caracas (2021), en caso dado que se llegue a presentar
un conflicto entre los integrantes de dos familias de este consejo comunitario, así
resuelven el conflicto: “Bueno nosotros hemos creado dentro de los consejos
comunitarios unos tribunales, así les llamamos nosotros, aunque no es el nombre que
debería llevar, pero son unos tribunales que han venido cumpliendo con una función
muy importante. Ejemplo de este caso, se hace un llamado de alerta, la Guardia acude,
llega a la vivienda o territorio donde estén pasando los hechos y escucha a las partes.
Si hay que hacer una detención de algunos miembros, se hace cuando han cometido
algún delito que está perjudicando nuestro territorio. Cuando son delitos, se detiene a
los causantes, se hace un proceso de notificación a los entes gubernamentales,
mediante una llamada y un escrito; se notifica también a los entes judiciales y de
inmediato también se notifica al tribunal y a la junta de mayores o de gobiernos.

Una vez hecha esa notificación allá en el territorio donde ocurrieron los hechos, se
procede a hacer entrega de la persona infractora o los infractores, al tribunal. El tribunal
llama a las partes después de 2 ó 3 días, en los cuales se les han informado y
garantizado todos sus derechos. Las partes revisan el caso; si es un caso que amerita
seguirlo, se continúa con la toma de decisiones en la máxima autoridad que es la
asamblea. La decisión no la toman dos o tres personas; por eso se convoca con
carácter de urgencia a una asamblea que cumpla con el respectivo quorum. Llegan los
mayores, los sabedores, las parteras, los médicos, todos ellos llegan porque puede ser
que lo que hizo el infractor sea producto de una enfermedad. Para nosotros estar
enfermo y delinquir puede deberse al hábito del abuso de drogas estupefacientes o por
influencia del mismo terrorismo que azota a nuestro país, por lo cual las personas caen
en situaciones de infracción a la ley. De acuerdo a lo que puedan detectar nuestros
mayores, nuestros sabores e incluso nuestros espiritistas, ya se determina qué hacer.

Si el caso es muy complejo, llegamos a un proceso que se llama patio prestado. El


patio prestado implica buscar un sitio que cumpla con unas condiciones para la
detención e impartimiento de la justicia, en donde la autoridad tomará la decisión más
conveniente según cada caso. La sanción puede consistir en que la persona infractora
pase 2 ó 3 años cumpliendo y pagando su condena. Y como el gobierno a través del
Ministerio de Justicia se ha negado a facilitar los recursos a los consejos comunitarios
para implementar justicia, hoy nos toca hacerlo a nuestra manera. Hacemos un llamado
para que los ministerios bajen recursos a los consejos comunitarios, a nuestras
organizaciones, para poder continuar implementando, fortaleciendo y garantizando
nuestros protocolos de justicia ancestral en conjunto con el estado.
Con el fin de continuar fortaleciendo a los Consejos Comunitarios de comunidades
negras, se sugiere seguir reforzando los mecanismos e instrumentos del sistema de
gobierno propio y de administración de justicia ancestral, mediante acuerdos internos.

Las razones o experiencias en materia de gobierno propio y resolución de los conflictos


a través de la administración de justicia propia, son variadas, existen particularidades
que expresan los sentires personales y las experiencias grupales.

En tal sentido, sin desconocer estos logros, considero estos avances como tibios, a
menudo vulnerados por el propio Estado colombiano (el cual se define como un Estado
Social, de Derecho y pluralista) y por los grupos armados ilegales.

Se ha avanzado muy poco en las políticas públicas y en los aspectos de justicia


ancestral, tanto para con los pueblos indígenas como para con las comunidades
negras, máxime cuando sus territorios siguen siendo sometidos a la lógica neoliberal
extractivista, condenándolos a la pobreza y exclusión perpetuas.

Para reforzar el análisis anterior de Nociones de justicia en el que se ubican los


testimonios recogidos para el presente artículo, agregamos el aporte del texto
Contrastes sobre lo justo: debates en justicia comunitaria del Instituto Popular de
Capacitación IPC (2003), en su capítulo Anotaciones y glosas, en torno a un debate
necesario sobre la justicia comunitaria y los mecanismos alternativos de solución de
conflictos (pp.117 – 126).

El texto profundiza en el debate sobre el “horizonte político y conceptual de la Justicia


Comunitaria” desde la experiencia y prácticas obtenidas en el interior de la Red de
Justicia Comunitaria y Tratamiento de Conflictos - RJCTC, y en otros espacios estatales
y no gubernamentales interesados en el tema de la justicia en general, pero también
específicamente, en la justicia comunitaria y los Mecanismos Alternos de Solución de
Conflictos - MASC.

En cuanto a las prácticas alternativas de justicia y criterios estatales, el IPC plantea que
dentro de los criterios estatales se destacan los criterios presidenciales que engloban
todas aquellas figuras creadas para que las comunidades co - gestionen la justicia, con
cierto nivel de autonomía, a la vez que se descongestionan los despachos judiciales y
se descentraliza la solución de ciertos conflictos.

Existe una subestimación de la capacidad crítica de los interesados en el tema de la


aplicación de los mecanismos alternos de justicia comunitaria, con la ilusión de que
“esta ruta, sectores y movimientos sociales, organizaciones políticas y
comunidades marginadas, obtendrían niveles apreciables de acceso y realización
de la justicia; autonomía y aporte sustancial, desde el tema específico de la
justicia, a la consolidación de procesos organizativos y comunitarios” (p. 118)
Surge el interrogante de si esa es una preocupación real por las comunidades o es una
instrumentalización del Estado. Ciertamente no se aprecia un afán para que las
comunidades puedan construir una sociedad justa, inclusiva, basada en la democracia.

Este estudio recomienda que los temas de justicia y justicia comunitaria sean
repensados para superar sus contradicciones y vacíos. La construcción de las políticas
de justicia y justicia comunitaria debe partir del estudio académico, el trabajo
organizativo y la investigación (p. 120).

Aquí se presenta la necesidad de un mayor debate sobre el protagonismo en el


relacionamiento político por parte de la institución global de la justicia, la justicia
comunitaria y sus prácticas de justicia comunitaria. Delimitarlas para no confundir los
propósitos del estado, los políticos, la academia y las comunidades

Sobre el debate respecto a la justicia comunitaria y sus prácticas, el IPC en su


investigación menciona cuatro grandes procesos (p. 121):

 Crisis del modelo de Estado - Nación y de la instrumentalización de la


transdisciplinariedad en la administración de justicia.
 El pluralismo cultural y jurídico persiste y se revaloriza; la multiculturalidad se
convierte en interculturalidad en base a la identidad con la nación en contra del
modelo dominante; los vacíos legales son cubiertos por formas alternas de justicia.
 Intervención de actores no estatales en la solución de conflictos, informalizando los
procedimientos de la justicia estatal.
 Los sectores sociales desarrollan autonomía y diversas estrategias para solucionar
sus conflictos y reconstruir el tejido social a través de la no violencia.

Para evitar confundir la Justicia Comunitaria, sus prácticas y la Justicia Estatal se debe
aclarar que los sistemas de justicia comunitaria y las prácticas de justicia comunitaria no
gozan de la estabilidad que promueve el imaginario, con valores y normas compactas y
explicitas, con el don de adaptar oportunamente la norma formal general a la
especificidad de cada caso, sin salirse del convencionalismo de la cultura propia (p.
322).

El ejercicio del poder y la fuerza desde la cultura dominante y sus proyectos


homogeneizantes, en el interior de las comunidades, en las relaciones interculturales y
entre clases sociales, por falta de elementos claves que los expliquen y que expliquen
la adaptación ya probada de las prácticas de justicia comunitaria.

Como lo explica el IPC (p.123), la justicia comunitaria y sus prácticas para ser tales,
deben contar unos mínimos rasgos que los identifiquen:
 Una lógica comunitaria, que le permite imponer la norma a cualquiera de los
integrantes de la comunidad, de ser es necesario.
 Un cumulo de usos tradicionales y costumbres con eficacia simbólica, evidentes
para todos y que permiten predecir reacciones o consecuencias.
 Reglas en las relaciones de poder, aunque estas no sean democráticas.
 Autonomía para la creación de nuevas formas de justicia comunitaria en caso de
ser necesario o ante nuevas conflictividades.
 Construcción de formas expeditas para comunicar y explicar a través del lenguaje y
del diálogo social, los procesos de justicia comunitaria.

Otro aspecto a considerar es el papel que pueden llegar a jugar la justicia comunitaria y
las prácticas de justicia comunitaria en el marco estatal, en el marco del conflicto
armado, en el ámbito urbano y el rural.
Es importante señalar que el debate en torno a la justicia comunitaria y sus prácticas, es
susceptible de afrontar algunos riesgos (p.124):

 Sometimiento a la estrategia de seguridad democrática implantadas por el Estado a


través de ofertas institucionales y políticas.
 Subordinación a los actores armados en los territorios, donde las prácticas de
justicia comunitaria pueden ser vistas como emancipadoras o de resistencia.
 Aceptación de instancias extrajudiciales para la administración de conflictos no
resueltos por la vía legal.
 Señalamientos a los proyectos autónomos e identitarios sin validación por parte del
Estado y persecución política.

El texto plantea asimismo unos retos políticos que se presentan en la práctica del
pluralismo jurídico, el cual es definido en una serie de “tensiones valorativas” (p. 125):

“• Tensión 1: Reconocimiento, respeto y promoción de las diferencias vs. Integración


nacional.
• Tensión 2: Legalidad jurídica estatal vs. legitimidad comunitaria.
• Tensión 3: Enfoques teóricos contemporáneos sobre justicia y valoración de
lo justo en los sujetos que operan la justicia comunitaria vs. las prácticas de
justicia comunitaria.
• Tensión 4: Alcance de las autonomías relativas vs. alcances de las restricciones
que dichas autonomías deben observar.
• Tensión 5: Derechos y garantías de los sujetos individuales vs. derechos y
garantías de los sujetos colectivos.
• Tensión 6: Estado de Derecho vs. Estado Social y Democrático de Derecho”.

La expansión de la Justicia Comunitaria se puede medir de acuerdo a sus niveles de


restricción que van desde la autonomía, pasando por una concepción integradora de los
derechos humanos entre un Estado Social de derecho y un Estado Social y
Democrático de Derecho. Lo cierto es que la justicia comunitaria siempre existirá y para
ser efectiva requiere ser reconocida y visibilizada, valorada en sus diversas
necesidades, ámbitos de actuación, interacción e interactuación.
El debate se establecerá una vez identifiquemos las características y procesos
de justicia comunitaria y sus prácticas existentes en el país, los temas, las
organizaciones involucradas y sus territorios.

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- Jurisprudencia Corte Constitucional en materia de grupos étnicos
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- Ley 70 de 1993 y sus decretos reglamentarios
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