Está en la página 1de 15

NOTA DE CLASE N° 09

JOHN MAYNARD KEYNES


TEORÍA GENERAL DE LA OCUPACIÓN, EL INTERÉS Y EL DINERO (1936)
PREFACIO Y CAPÍTULOS 1 A 3

CONTEXTO HISTORICO: CRISIS DEL CAPITALISMO


Antes de abordar los principales aportes conceptuales de los capítulos seleccionados de la obra
de Keynes, conviene hacer una breve mención al contexto histórico en el que surgió la Teoría
General de la Ocupación, el Interés y el Dinero (TG).
En primer lugar, la TG fue escrita y editada durante el período de entreguerras, más
específicamente en 1936 tras la gran Depresión de los años 30, una profunda crisis económica
que afectó al sistema capitalista imperante en occidente en esa época. Estilizadamente, dicha
crisis se puso de manifiesto en: caída de la bolsa de Wall Street (‘29); crisis del sistema
bancario; estancamiento o caída de la economía según el país; enormes niveles de desempleo;
alta Inflación y posterior deflación en varios países.
A su vez, a la par de un sistema capitalista en crisis en occidente, se encontraba en pleno auge
la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, alimentando el fantasma de la revolución
socialista.

CONTEXTO TEÓRICO: CRISIS DEL MAINSTREAM NEOCLÁSICO


Ante este escenario mundial, entra en crisis también el paradigma teórico predominante: la
Teoría Neoclásica (TNC) que funcionó adecuadamente durante el auge del capitalismo de
finales del siglo XIX y principios del siglo XX, perdió validez luego. No era capaz de dar cuenta
de la crisis ni ofrecer una solución para afrontarla.
Uno de los principios básicos de la TNC, la llamada Ley de Say (toda oferta crea su propia
demanda) y el consecuente empleo pleno de los recursos no se cumple: no hay plena
ocupación de los factores productivos y se observan excesos de oferta en todos los mercados
(bienes, trabajo y capital). En suma, dejar al mercado actuar en libertad ya no basta, la
economía no se autorregula.
Es en este marco, Keynes y su TG buscan llenar el vacío teórico que dejaba la TNC y aparecen
como una forma de resolver la crisis del sistema capitalista, sin discutir sus fundamentos.

PREFACIO
En las primeras páginas, Keynes especifica que el objetivo de esta obra es ocuparse de las
difíciles cuestiones de la teoría y sólo secundariamente de las cuestiones prácticas.
Sostiene que los errores de la TNC no se encuentran en la superestructura lógica, sino en las
premisas de las que parte y es en ellas donde centrará la mayor parte de sus críticas.

1
Una de las cuestiones más importantes que supo identificar desde el interior del cuerpo teórico
neoclásico, y que volvían imposible la consistencia entre teoría y realidad, se relaciona con la
escisión irreconciliable entre la Teoría del Valor y la Teoría Monetaria.
El autor afirma que el objeto de estudio de esta obra es lo que él denomina una economía
monetaria, distinta de la “Economía de Trueque” implícita en el desarrollo neoclásico en la
cual los fenómenos de la producción y aquellos relacionados con el dinero iban por andariveles
separados que nunca se cruzaban. Una economía monetaria, decía Keynes, es aquella en la que
el dinero entra en el sistema económico de una manera esencial y especial y no como un mero
“aceite para el intercambio”, como supone la TNC.
“La economía monetaria es, ante todo, aquella en que los cambios de opinión
respecto al futuro son capaces de influir en el volumen de ocupación y no sólo
en su dirección” ((Keynes [1936]2000: 10))

Es importante notar en la cita anterior que el autor hace referencia al futuro. A lo largo de la
obra buscará mostrar que la existencia de incertidumbre acerca del futuro da lugar a la
formación de expectativas que influyen en las decisiones del presente.
Adicionalmente, dado que el dinero, además de ser medio de cambio como sostiene la TNC,
tiene la capacidad de reserva de valor, es a través de él que se canalizan dichas expectativas,
impidiendo que se cumpla la ley de Say. Estas cuestiones serán abordadas a lo largo de toda la
obra.
La estructura del libro comienza con una crítica a los conceptos fundamentales de la TNC y
continúa en el capítulo 3 con una presentación del modelo keynesiano que es desarrollado en
los 20 capítulos siguientes.

CAPITULO 1
LA TEORÍA GENERAL
El Capítulo 1 es muy breve. En él Keynes explicita su interés por formular una teoría general
en oposición a la teoría (neo) clásica que aborda, a su juicio, solo un caso particular de todos
los posibles en el sistema económico. Ese caso particular, además, no es el que se aplica a la
realidad, el pleno empleo de recursos.
“Sostendré que los postulados de la teoría clásica sólo son aplicables a un caso
especial, y no en general, porque las condiciones que supone son un caso
extremo de todas las posiciones posibles de equilibrio. Más aún, las
características del caso especial supuesto por la teoría clásica no son las de la
sociedad económica en que hoy vivimos” (Keynes [1936]2000: 15)

Si la teoría (neo) clásica se encuentra en crisis en los años 30 eso se debe, en opinión de Keynes,
a su incapacidad para dar cuenta de todos los equilibrios posibles en los que se puede hallar
una economía capitalista, siendo el equilibrio de pleno empleo tan sólo uno de ellos. Una teoría
general debe entonces ser capaz, además, de explicar equilibrios en los que la economía
convive con desempleo involuntario a partir de la insuficiencia en la demanda efectiva -tal
como se desarrollará más adelante-.

2
Por otra parte, hace una aclaración respecto a lo que, a lo largo del libro, llamará “teoría
clásica”: a los continuadores de Ricardo. J.S. MIll, Marshall, Edgeworth y Pigou. Es por esto
que toda vez que Keynes alude a la teoría “clásica” debe entenderse que se refiere a lo que
habitualmente se conoce como teoría neoclásica y no a lo que nosotros hemos estudiado como
economía política clásica, o autores “clásicos” tales como Adam Smith y David Ricardo.

CAPITULO 2
LOS POSTULADOS DE LA TEORÍA CLÁSICA
Como vimos en las notas anteriores, la Teoría (neo) clásica del valor y la producción parte de
un volumen dado de recursos y, la forma en que se utilicen, determinará las remuneraciones
relativas. En este marco, el mercado de trabajo puede asemejarse a cualquier otro mercado y
es allí donde se determinará en nivel de empleo de la economía y su remuneración.
I.
Esta teoría se sustenta en dos postulados:
1. El primer postulado, referente a la demanda de fuerza de trabajo, sostiene que el salario
real es igual a la Productividad Marginal del Trabajo (PmgL). Keynes está de acuerdo
con esta premisa, aunque más adelante en el libro sostendrá que es la PMgL de un
volumen de ocupación dado la que determina el W/P y no a la inversa. Vale notar, sin
embargo, que para el autor existe una correspondencia entre el aporte que hace el
trabajador al proceso productivo y la retribución que por ello recibe. Es decir, no hay
explotación y por lo tanto ya en este punto puede visualizarse que no hay una crítica
a los fundamentos del modo de producción capitalista ni tampoco a la teoría clásica.
2. El segundo postulado de la teoría clásica corresponde a la oferta de fuerza de trabajo y
afirma que la utilidad del salario coincide con la desutilidad marginal del trabajo.
Es sobre este postulado que Keynes centrará sus críticas. En primer lugar, afirma que este
postulado es compatible con dos tipos de desempleo: el desempleo friccional y el desempleo
voluntario, esto es, la negativa a aceptar un determinado nivel de salario. En contraposición,
este postulado no es compatible con un tercer tipo de desocupación que Keynes llamará
“involuntaria”.
Bajo la premisa clásica, según la cual los trabajadores ofrecen su fuerza de trabajo a partir de
una maximización de la utilidad entre el consumo y el ocio, pueden identificarse cuatro
mecanismos1 que permitirían incrementar el nivel de empleo de le economía:
a. Una mejora en la organización del mercado.
b. Una disminución en la desutilidad marginal del trabajo

1 Estos mecanismos citados por Keynes se basan en la Teoría del Desempleo (1933) de Arthur Pigou.

3
c. Una mejora en la productividad (una reducción en los costos) en los artículos para
asalariados.
d. Un incremento del precio de los bienes consumidos por no asalariados, en relación
con el precio de los productos que sí consumen los asalariados (desplazamiento de
gastos de los no asalariados).
De acuerdo a esta teoría, el propio mercado converge de manera automática hacia una
situación de equilibrio con pleno empleo. Cualquier desajuste que pueda producirse, ya sea un
exceso de oferta o de demanda, será temporal y basta dejar al mercado actuar en libertad para
retornar nuevamente al equilibrio con pleno empleo. Si el nivel de ocupación se mantiene
por debajo del pleno empleo, esto se explica por la existencia de rigideces externas al mercado
(convenios colectivos de trabajo, salarios mínimos, sindicatos, otro tipo de regulaciones,
egoísmo, obstinación).
II.
Sobre esta base, Keynes va a esgrimir dos grandes críticas que denominaremos crítica teórica
y crítica empírica.
La crítica empírica refiere a lo que el autor denomina la “conducta real de los obreros” y se
centra en el comportamiento respecto de las variaciones del salario nominal y del salario real.
Keynes encuentra que la conducta de los trabajadores no es la misma ante movimientos en el
nivel de salario nominal que frente a cambios en el salario real.
Esto obedece, en primer lugar, a que los trabajadores sólo pueden operar sobre su salario
nominal y la pelea por mejores retribuciones responde, más bien, a una puja distributiva. En
efecto, las negociaciones salariales se realizan por rama de actividad (docentes, metalúrgicos,
bancarios, etc). A diferencia del carácter sectorial de las remuneraciones nominales, los
precios afectan a todos los trabajadores por igual y no dependen de la negociación con su
empleador. Más concretamente, es frecuente que los trabajadores se manifiesten o lleven cabo
una huelga contra su empleador por una reducción en su salario nominal, pero no porque
suban los precios, aunque el efecto sobre los salarios reales sea similar.
Contrariamente a esta idea observada empíricamente por Keynes, la teoría clásica considera a
una reducción del salario nominal como equivalente a una reducción en el salario real. Para
Keynes esto no funciona así, además de lo dicho, porque los precios fluctúan constantemente,
mientras que los ajustes de salarios nominales son menos frecuentes y dependen del poder de
negociación de los trabajadores.
Lo más relevante que discute Keynes analizando “la conducta real de los trabajadores” es, sin
embargo, que ante una caída en el salario real por aumento de precios los trabajadores lejos de
priorizar el ocio y retirarse del mercado de trabajo (como sostiene la teoría clásica), muy
probablemente operen en sentido contrario y deban incrementar la cantidad de horas
ofertadas para sostener su nivel de vida.
“La escuela clásica ha supuesto tácitamente que esto no significa una variación
importante en su teoría; pero no es así, porque si la oferta de mano de obra no
es función del salario real como su única variable, su argumento se derrumba

4
enteramente y deja el problema de que la ocupación será muy indeterminada”
(Keynes [1936]2000: 20)

En consecuencia, el salario real no es un indicador preciso de la desutilidad marginal del


trabajo tal como sostiene el segundo postulado de la teoría clásica y la curva de oferta de trabajo
no representa el comportamiento de los trabajadores.
La segunda crítica que definimos como crítica teórica, se basa precisamente en que los
trabajadores sólo pueden controlar el salario nominal y no su salario real, en la medida que no
tienen ninguna influencia en los precios. Para explicitarlo, el autor emplea a la propia teoría
clásica buscando marcar su contradicción, por eso la llamamos “crítica teórica”.
Supongamos, dice Keynes, que en una actitud altruista y con el objetivo de incrementar el
nivel de empleo de la economía los trabajadores admitieran una reducción de su salario
nominal, que es lo único que pueden controlar.
Lo que debería ocurrir, siguiendo a la propia teoría clásica, es que al reducirse los salarios
nominales caigan los costos de las empresas y, por lo tanto, deberían caer los precios de los
productos. Recordemos que la teoría clásica sostiene que los precios de los bienes y servicios
tienen una relación directa con sus costos. De modo tal que si se reducen los costos de producir
un bien deberían caer, a su vez, los precios de ese mismo bien.
Ahora bien, si caen los salarios nominales y en igual proporción los costos y los precios, el
salario real permanecería inalterado y, con él, el nivel de empleo de la economía. De forma tal
que la reducción inicial de la remuneración que habrían admitido los trabajadores no tendría
efecto alguno en la búsqueda de reducción del desempleo.
De esta forma Keynes señala, a diferencia de la teoría clásica, que los trabajadores no tienen
capacidad alguna para determinar el nivel general de los salarios reales mediante la fijación de
sus salarios monetarios en las instancias de negociación colectiva con los empresarios. Por lo
tanto, no tendría sentido exigirles a los trabajadores aceptar una remuneración monetaria
menor como remedio al desempleo toda vez que esto no asegura la reducción del nivel general
del salario real.
Las dos críticas han puesto en cuestión, en primer lugar, que el salario real sea un buen
indicador de la desutilidad marginal del trabajo y, en segundo, que los trabajadores tengan
capacidad para controlar su salario real. Por ello, la curva de oferta de trabajo de la teoría
clásica pierde toda capacidad explicativa del comportamiento de los trabajadores y Keynes
desechará al mercado de trabajo clásico como el ámbito en el que se establece el nivel de
ocupación. En consecuencia, el autor deberá formular una nueva teoría sobre la determinación
del nivel de empleo.

IV.
Además de las dos críticas previamente señaladas, Keynes incorpora un tercer eje de discusión,
vinculado a que la teoría clásica no considera un tercer tipo de desempleo: el desempleo
involuntario.

5
“Los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo, cuando ante una
pequeña alza en el precio de los artículos para asalariados, en relación con el
salario nominal corriente, tanto la oferta de mano de obra dispuesta a trabajar
por dicho salario, como la demanda total de la misma SERIAN2 MAYORES que
el volumen de ocupación existente.” (Keynes [1936]2000: 25)

Es importante notar que la definición de desempleo involuntario que hace Keynes considera
no sólo la existencia de oferta de fuerza de trabajo disponible ante una caída del salario real –
claramente deducible de la crítica empírica-, sino también la presencia de demanda de mano
de obra disponible motivada por un abaratamiento de su costo. La pregunta que surge en este
punto es por qué si ante una caída en el salario real habría más oferta y más demanda de fuerza
de trabajo, éstas no se encuentran. ¿Por qué no se incrementa el nivel de empleo? Resulta
difícil comprender acabadamente esta definición sin avanzar en el tercer capítulo de la TG.
Por otro lado, debe notarse la imbricación de la existencia de desempleo involuntario con las
críticas formuladas por Keynes anteriormente. Pues el desempleo involuntario, esto es, una
oferta de mano de obra disponible mayor al volumen de ocupación existente, implica que la
utilidad del salario real es mayor que el nivel de desutilidad marginal del trabajo ya que existen
trabajadores deseosos por trabajar más al salario real vigente.
Puede deducirse, entonces, que sólo en los niveles de ocupación plena, cuando no hay
desempleo involuntario, el salario real vigente se iguala con la desutilidad marginal del trabajo.
Antes de adentrarse en el siguiente capítulo, Keynes finaliza con algunas aclaraciones
adicionales.

V.
Acepta el primer postulado de la teoría clásica (PMgL=W/P), porque, siguiendo a Ricardo,
entiende que existen rendimientos decrecientes. Un aumento del nivel de empleo implica un
incremento de menor proporción en el nivel de producto, por lo cual es necesario que se
incrementen los precios para sostener el nivel de ganancia del empresario (o sea, cae el salario
real).
VI.
Otro de los supuestos de la teoría clásica que Keynes deberá desmontar es la ley de Say. Que
toda oferta crea su propia demanda, o que los costos de producción siempre se cubren con el
producto de las ventas derivadas de la demanda, o que el ahorro es siempre igual a la inversión,
es el supuesto que aseguraba que la economía de la teoría clásica tuviera como único equilibrio
posible aquel de pleno empleo.
Este supuesto, dice Keynes, sólo es admisible en una economía en la cual no exista
incertidumbre sobre el futuro, donde la ligazón entre la decisión presente de ahorro y la de
consumo futuro o inversión sea nítida, y donde el dinero no sea más que un medio de cambio
del cual podría prescindirse si no fuera porque hace más eficientes los intercambios. En este

2Existe un gravísimo error de traducción en todas las versiones de la TG. El original dice “would be”
no “are”.

6
tipo de economía, los fenómenos del valor y la producción no tienen relación con los
fenómenos monetarios.
De esta manera se entiende que la crítica que Keynes realiza a la economía clásica sea también,
como introdujo en el prefacio, una tarea de integración de la teoría del valor y la producción
con la teoría del dinero y que, por tanto, su objeto de análisis sea una economía monetaria,
esto es, aquella donde el dinero tiene efectos sobre la producción presente pues, como reserva
de valor, canaliza la incertidumbre sobre el futuro.

VII.
A modo de cierre, Keynes sostendrá que la teoría clásica se erige sobre tres supuestos
fundamentales que, en sí, quieren decir lo mismo, en tanto o se sostienen todos juntos o se
caen todos juntos:
o El salario real compensa la desutilidad del trabajo
o No existe desempleo involuntario
o Ley de Say.

CAPITULO 3
EL PRINCIPIO DE LA DEMANDA EFECTIVA
Luego de haber criticado los fundamentos de la teoría clásica del mercado de trabajo, Keynes
debe proponer su propia teoría de determinación del nivel de empleo de la economía y a ello
se abocará en el tercer capítulo de la TG.
I.
En primer lugar, explica que al momento de planificar su producción los empresarios realizan
dos estimaciones: por un lado, el nivel de ingreso que esperan obtener para cada nivel de
producción (y de empleo) y, por otro, la demanda que esperan tener. Es decir, hace un
presupuesto de ventas y una proyección de costos más ganancia, lo que en términos de Keynes
son, respectivamente, la función de demanda global y la función de oferta global. Veamos la
cuestión un poco más detalladamente.
La función de oferta global relaciona el nivel de ingreso (Z) de los empresarios por cada
trabajador contratado (N). Es decir Z es una función de N (Z = f(N))3.
Al momento de producir, los empresarios incurren en dos tipos de gastos:
 Costo de factores: cantidad de dinero pagada a los factores de la producción (salarios,
rentas) sin considerar las compras a otros empresarios

3 Es similar a la función de producción de la teoría neoclásica, pero en lugar de analizarla en términos


físicos, en este caso se analiza en términos monetarios.

7
 Costo de uso: costos pagados a otros empresarios más el sacrificio de emplear un equipo
en lugar de dejarlo inactivo.
El precio de oferta global es la suma de esos costos adicionándole la ganancia que el empresario
espera (pretende) obtener. Este precio de oferta global es, en definitiva, el ingreso total del
empresario y el que querrá maximizar.
PRECIO DE OFERTA GLOBAL = CF + CU + GANANCIA 4
Más específicamente, es el ingreso que el empresario espera obtener por el empleo de una
determinada cantidad de hombres (N), el que haría costeable ese nivel de empleo y la ganancia
pretendida. Es importante reparar en que es un cálculo, una expectativa formulada previamente
a la decisión de inversión.
Por otra parte, el empresario hace estimaciones de cuánto será capaz de vender. Esta
expectativa de demanda se representa en lo que Keynes denomina la función de demanda
global, expresada también como una función de demanda de N hombres. D = f(N).
En suma, como se ha dicho previamente, el empresario antes de realizar una inversión y definir
cuánto va a producir y qué cantidad de trabajadores demandará para hacerlo, estima, proyecta,
calcula su demanda (D) esperada y qué ingresos quiere obtener para cada nivel de empleo (Z).
En el siguiente gráfico se representan ambas funciones. En el eje vertical (ordenadas) se
presentan las ventas monetarias (cantidades vendidas x su precio); en el eje horizontal
(abscisas) las unidades de trabajo.
La representación gráfica de la función de oferta global Z es creciente a medida que se
incorporan trabajadores. Debe recordarse que esta representación es en términos monetarios,
no físicos como en la teoría clásica. A medida que se incorporan trabajadores la productividad
marginal va disminuyendo, por lo tanto, para mantener la rentabilidad del empresario el
precio del producto tiene que incrementarse progresivamente.5
Por su parte, la curva D es decreciente a medida que se incorporan más trabajadores. Esto
obedece a que existe, según Keynes, una ley psicológica fundamental según la cual a medida
que se expanden los ingresos el consumo crece, pero en menor medida. Profundizaremos esta
cuestión, pero lo central por el momento es visualizar que hay un punto de coincidencia entre
los ingresos de los empresarios (Z) que hacen costeable el nivel de empleo y la demanda
esperada por ellos (D).
La intersección entre Z y D es lo que Keynes denomina Demanda efectiva y en ese punto se
determinará la demanda de trabajadores por parte de los empresarios y, por lo tanto, el nivel
de empleo de la economía6.

4 VALOR DE PRODUCCION – CF – CU = GANANCIA = INGRESO DEL EMPRESARIO


5 Véase Cap. II, Apartado V.
6 La Demanda efectiva no refiere a la demanda de bienes que tendrá el empresario. Hay que recordar

que estos son planes. La demanda efectiva remite a la cantidad de fuerza de trabajo que el /los
empresarios efectivamente van a demandar, conforme a su expectativa de venta y de ingresos.

8
En el ejemplo graficado la función de oferta global y la función de demanda global coinciden
en 10 trabajadores, de manera que serán 10 los trabajadores que el empresario (los
empresarios) efectivamente demande(n). De acuerdo a esta estimación, si el empresario
contratara 9 trabajadores sería incapaz de producir lo necesario para abastecer la demanda que
proyecta. Tendrá, por tanto, incentivos a contratar más trabajadores. Por el contrario, si
demandara 11 trabajadores los ingresos necesarios para costearlos y obtener ganancias
aceptables serían superiores a la demanda esperada. Si esto ocurriera, tendrá incentivos a
despedir trabajadores.
De manera que hay un único punto de demanda efectiva en el cual la estimación de demanda
coincide con los ingresos esperados para el empleo de determinada cantidad de trabajadores,
en nuestro ejemplo, 10.
Se trata de un razonamiento bastante simple: se produce aquello que se espera vender. Si la
estimación falla (se produce de más o de menos respecto a la demanda) la decisión se ajustará
en el próximo período.
Esta es la forma en la que todos los empresarios toman sus decisiones de inversión y, por lo
tanto, ésta es la manera en que se determina la demanda de trabajadores de toda la economía.
Ahora bien, nada garantiza que esta demanda de trabajadores por parte de los empresarios
absorba toda la oferta de fuerza de trabajo disponible en el mercado. En efecto, lo más probable
es que haya más oferta de fuerza de trabajo que la efectivamente demandada, lo más probable
es, de acuerdo a Keynes, que haya desempleo.

9
La ley de Say, supuesto de la teoría clásica, postula que todo lo que se produce se vende, ergo
Z=D siempre, por lo cual no hay obstáculo para la ocupación plena. Los empresarios siempre
reciben lo que esperan, no hay incertidumbre y el freno a la inversión y a la demanda de
trabajadores llega cuando ya no hay oferta de fuerza de trabajo disponible, esto es, cuando la
desutilidad marginal del trabajo se equipara con la utilidad del salario real. Pero, si esto no es
así como afirma Keynes, hay un capítulo importante de la teoría económica por escribir y ese
es su objetivo.
De acuerdo a la teoría keynesiana, la economía se encuentra sistemáticamente en situaciones
de desempleo, siendo el pleno empleo un caso particular de los posibles que sólo puede ocurrir
por accidente o por designio.
Antes de avanzar en las soluciones a este problema, retomemos el concepto de desempleo
involuntario presentado en el capítulo anterior:
“Los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo, cuando ante una
pequeña alza en el precio de los artículos para asalariados, en relación con el
salario nominal corriente, tanto la oferta de mano de obra dispuesta a trabajar
por dicho salario, como la demanda total de la misma serían7 mayores que el
volumen de ocupación existente.” (Keynes [1936]2000: 25)

Ante una baja en el salario real, tanto la oferta como la demanda de trabajadores serían
mayores, ¿por qué no lo son? Porque no obstante el salario real es una variable importante
para la toma de decisiones, que se abarate el costo de la mano de obra no es razón suficiente
para demandar más trabajadores. Una vez más, los empresarios incrementarán las unidades de

7Existe un gravísimo error de traducción en todas las versiones de la TG. El original dice “would be”,
no “are”.

10
trabajo empleadas sólo si esperan que la producción adicional que éstas generen sea
demandada.
¿Cúal es, entonces, la solución propuesta por Keynes al problema del desempleo? O, dicho de
otro modo, ¿cómo hacer para incrementar el nivel de empleo de la economía? En un estado
dado de la técnica y los recursos8, estimulando a la demanda efectiva.

En el punto A hay un nivel de demanda esperada tal que los empresarios contratan 10
trabajadores (o 10 millones). Se trata de un punto en el cual la demanda efectiva es insuficiente
porque existen trabajadores disponibles en el mercado que no son demandados. En cambio,
en el punto B, con un nivel de demanda esperada mayor por parte de los empresarios, se
alcanza un punto de demanda efectiva suficiente para que haya pleno empleo, la totalidad de
la oferta de fuerza de trabajo disponible en el mercado (N*) es demandada.
Nótese que el punto B es el punto de pleno empleo, pero es uno de los infinitos puntos posibles,
todos los demás son puntos en los que hay desocupación.
En este sentido, es importante reparar en que mientras que para la teoría clásica el desempleo
es una situación de desequilibrio y por tanto temporal siempre que se deje a los mecanismos
de mercado actuar en libertad, para Keynes ocurre lo contrario. El desempleo es una situación
de equilibrio, esto es, estable, y no hay ninguna fuerza endógena al sistema económico capaz
de movilizarlo hacia otro punto. Hay infinitos puntos de equilibrio con desempleo; hay un
único punto de equilibrio con pleno empleo. Es decir, el pleno empleo supuesto por la teoría
clásica es un caso particular de la teoría general de Keynes.

8Refiere al corto plazo donde el capital, la capacidad instalada de producción se encuentra fija y hay
capacidad ociosa.

11
Como se ha dicho precedentemente, la solución al desempleo es, siguiendo la teoría
keynesiana, estimular a la demanda efectiva. Debemos, entonces, estudiar cuáles son sus
determinantes para poder impulsarla.
La demanda tiene dos grandes componentes: el consumo (gasto que hacen todos los individuos
para consumir) y la inversión (gasto que hacen los empresarios para producir).
DEMANDA = CONSUMO (C) + INVERSION (I) = D1 + D2
La psicología de la sociedad es tal, dice Keynes, que al incrementarse los ingresos (Y) de los
individuos, el consumo crece pero menos que proporcionalmente. Esto se denomina
“Propensión Marginal a Consumir” (PMC9) y es un factor que se encuentra entre 0 y 1.
CONSUMO = PMC * Y
Si la PMC es cercana a cero, implica que el consumo es una porción muy reducida de los
ingresos; si la PMC fuera cercana a 1 supone que casi todo el ingreso se gasta en consumo. Por
supuesto, en una sociedad hay quienes tienen una PMC más alta y gastan todo su ingreso en
consumo y quienes tienen una PMC más baja, gastan una menor proporción de sus ingresos
en consumir y tienen, por tanto, mayor capacidad de ahorro.
Estilizadamente, a mayor nivel de ingresos la PMC es más cercana a 0, a menores ingresos la
PMC es más cercana a 1. Es decir que a medida que crecen los ingresos, crece la capacidad de
ahorro y se abre una brecha cada vez mayor entre ingresos y consumo.

Supongamos que se contratan los 10 millones de trabajadores de nuestro ejemplo anterior y se


producen los bienes previstos por los empresarios, generándose ingresos (Y) para los distintos
agentes que intervienen en el proceso económico.
Sobre esos ingresos producidos, supongamos $100 millones de pesos, los individuos toman dos
decisiones: en primer lugar, resuelven qué porción de su ingreso corriente destinarán a
consumo y qué parte a ahorro. Esta proporción es relativamente fija, dada por la PMC;
supongamos que $80 millones de pesos se gastan en consumir y $20 millones se ahorran.

9Los determinantes de la PMC son desarrollados por Keynes en los capítulos 8 y 9 de la TG. Allí se
analizan los factores objetivos y subjetivos que influyen en la PMC de los individuos, aunque finalmente
concluye que el principal determinante es el nivel de ingreso.

12
La segunda decisión atañe a la forma que los individuos colocarán ese ahorro y en este punto
se centra otra de las críticas fundamentales de Keynes a la teoría clásica. Esta última supone
que todo ingreso no consumido en el presente constituye una especie de orden de compra a
futuro, de modo tal que el ahorro presente es, automáticamente, consumo futuro.10 Y presume,
además, que la única justificación racional que los individuos puedan tener para ahorrar es la
obtención de un beneficio. Por lo cual la única forma racional de ahorrar es colocando el
dinero a tasa de interés, y sería “irracional” conservar el dinero líquido. Sobre esta base, los
20 millones de pesos ahorrados se invertirían11.
Para Keynes, un acto de ahorro no necesariamente implica consumo futuro sino sólo una
caída neta de la demanda de consumo presente. Con lo cual, la tasa de interés no es una
recompensa por abstenerse de consumir en el presente, sino por privarse de liquidez, esto es,
por no atesorar y retornar el volumen de dinero al proceso productivo. Pero además, en un
contexto de incertidumbre, es absolutamente racional atesorar dinero; puede que no resulte
lo más rentable, pero es perfectamente racional. En este caso, los 20 millones de pesos
ahorrados pueden no retornar al proceso productivo bajo la forma de demanda.
Recapitulando, se generaron ingresos (Y) por $100 millones, se gastaron en consumo (C) $80
millones, quedando los 20 millones de pesos restantes fuera del sistema. Es decir, se generó un
volumen de oferta (Z) de $100 millones superior a la demanda (D) de $80 millones. ¿Qué
deberían hacer los empresarios en el próximo período? Producir menos bienes y, para ello,
contratar menos trabajadores.
Para evitar esto, debe existir un volumen de inversión tal que consiga llenar esa brecha entre
Y y C, el ahorro debe traducirse en inversión, tal que Z no sea mayor a D. Si esto no sucede,
se reduce el nivel de empleo.
Nuevamente, para la teoría clásica la inversión siempre llena esa brecha, todo el ahorro se
traduce en inversión. Para Keynes puede que eso no ocurra, puede que parte del ahorro no se
canalice a inversión, sino que se atesore. En un mundo con incertidumbre deja de ser
irracional extraer dinero del flujo económico, es perfectamente racional atesorar, puesto que
el dinero no es sólo un mero aceite para el intercambio, sino que tiene la capacidad de
conservar valor12.
¿Cómo hacer entonces para reducir el atesoramiento? ¿Cómo hacer para que el ahorro se
canalice hacia la inversión? Es necesario conocer cuáles son los determinantes de la inversión
(I) para poder estimularla.

10 Say (1803) aducía que un aumento de la producción se transformaba, automáticamente, en demanda


solvente. Este planteo contiene implícito que el dinero no es más que un vehículo del valor de los
productos, un mero medio de cambio. Son los supuestos que Keynes asocia a una economía no
monetaria.
11 Dicha inversión puede destinarse directamente a un proceso productivo, o bien colocarse a tasa de

interés lo que permitirá indirectamente financiar producción vía préstamos.


12 El concepto de dinero de Keynes es central para su argumentación. Es abordado en los capítulos 13 y

15 de la TG.

13
De acuerdo a Keynes, las decisiones de inversión dependen de la tasa de interés13 y, como
hemos visto en Z, de la ganancia esperada por los empresarios, lo que Keynes denomina
Eficiencia Marginal del Capital14 (EMK).
Esto implica, resumidamente, que los empresarios sólo realizarán inversiones en la medida
que consideren que podrán realizar su ganancia. Si, siguiendo sus expectativas, los empresarios
no tienen incentivos a invertir más, ¿cómo hacer para incrementar los niveles de empleo?
Dados la PMC, la tasa de interés y la EMK, solo existe un volumen de ocupación de equilibrio
(no de desequilibrio), pero sólo uno de todos los casos posibles coincide con el pleno empleo
que para Keynes puede darse por accidente o por designio. El normal funcionamiento de la
economía implica la existencia de desempleo, más específicamente, desempleo involuntario.
En suma:
 Dados la técnica, los recursos y los costos, el nivel de ingreso (Y) es una función del
nivel de empleo (N). Y=f (N)
 El consumo (C) depende de la PMC (que está relativamente fija) y de los ingresos. En
la medida que C = f (Y), es entonces una función del nivel de empleo C= f(N)
 La demanda de trabajadores depende del consumo y de la inversión, es decir, depende
de la demanda efectiva.
 Una baja de los salarios reales (solución clásica al problema del desempleo) reduciría
la demanda, agudizando el problema.
 Determinado el nivel de empleo N (sea o no de pleno empleo) tiene asociado un nivel
de productividad marginal que determina el nivel de salario real correspondiente (no
al revés) N  PMgNW/P. Como habíamos mencionado antes, Keynes sostiene el
primer postulado clásico.
 No existe razón para considerar que el nivel de empleo N coincide con el pleno
empleo, este último es más bien un caso particular.
 A medida que aumenta N -y por lo tanto Y- el consumo crece pero menos (PMC). Por
lo cual, cuando aumenta N se amplía la brecha entre ingreso y consumo, agudizando
las necesidades de inversión.
 La insuficiencia de demanda efectiva hace que el nivel de ocupación se detenga antes
de que se alcance la ocupación plena. Y no hay nada endógeno al sistema que lo
modifique; existe equilibrio con desempleo.
 El desempleo involuntario existe siempre que haya una insuficiencia de demanda
efectiva.
 La solución keynesiana al desempleo es estimular a la demanda efectiva, al consumo,
pero fundamentalmente a la inversión.

13 El concepto de tasa de interés es abordado en el capítulo 13 de la TG.


14 El concepto de Eficiencia Marginal del Capital es desarrollado en el capítulo 11 de la TG.

14
Antes de finalizar merece la pena insistir en que la introducción de la incertidumbre al análisis
tiene como consecuencia un comportamiento impredecible por parte de los agentes
económicos y sienta las condiciones para la formación de expectativas acerca de lo que habrá
de acontecer, y esas expectativas son centrales en la toma de decisiones del presente.
Cobra mayor sentido aquello que Keynes había anticipado en el prefacio que sería su objeto
de estudio: una economía monetaria.
“La economía monetaria es, ante todo, aquella en que los cambios de opinión
respecto al futuro son capaces de influir en el volumen de ocupación y no sólo
en su dirección” (Keynes [1936]2000: 10)

15

También podría gustarte