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DERECHO CONSTITUCIONAL III | sandracp8203@gmail.

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TEMA 4: LOS DERECHOS DE LIBERTAD (I). LA LIBERTAD PERSONAL


ÍNDICE

1) Las características generales de la libertad personal.


2) Garantías y tipos de privación de libertad.
3) La detención: límites, condiciones y garantías.

1. LAS CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA LIBERTAD PERSONAL

La libertad es uno de los más preciados bienes del ser humano. Históricamente, ha sido un bien
desconocido o anulado, bien sea en formas extremas, como la esclavitud, o en otras más suaves, como el
condicionamiento de su efectividad a la arbitrariedad del soberano. La concepción de la libertad como derecho
subjetivo que corresponde a todos, del que solo se puede ser despojado en casos tasados y previamente
determinados y contra cuya privación arbitraria deben establecerse recursos de carácter jurídico es una noción
de la modernidad correspondiente al nacimiento del Estado liberal y la implantación del Estado de Derecho.

La libertad es un derecho de todos los hombres cuya supresión solo puede ser realizada por alguien
independiente del poder ejecutivo y en determinados supuestos, lo que supone que estos han de estar
previamente determinados. Para que alguien sea lícitamente privado de su voluntad es menester que se haya
producido un hecho que justifique la privación, cuya regulación ha de estar en una ley.

La exigencia de ley obtiene su fundamento en que la libertad individual, como principio básico de la
organización de la sociedad y de su convivencia, solo puede ser suspendida en los casos que determine esta
mediante su voluntad general, la cual tiene lugar a través de la ley. Es, por ello, que los representantes del
pueblo son los que determinan esas causas de privación de libertad.

Sin embargo, hay otra razón material: la de otorgar seguridad jurídica a los ciudadanos, esto es, que los
ciudadanos sepan de antemano qué conductas pueden suponer la privación de un bien tan básico como la
libertad.

Por último, la potestad de decidir que ha concurrido uno de los supuestos legal y previamente fijados que
justifican la privación de libertad se atribuye exclusivamente a los órganos jurisdiccionales vinculados a la ley
e incardinados en un poder judicial independiente.

Esta última afirmación debe ser matizada dadas las necesidades de la aplicación del ordenamiento jurídico
penal, en el que pueden existir dos fases que se suceden a lo largo de tres momentos sucesivos:

• La gubernativa.

Es un primer momento de corta duración en el que no hay intervención judicial y en el que la privación de
libertad es provisional, en espera de dicha intervención.

• La judicial.

En esta fase puede existir un segundo momento de privación de libertad que resulta obligado debido al
carácter garantista del ordenamiento, pues ordenado a que la decisión judicial se produzca por medio de un
procedimiento reglado, el proceso penal, que se desarrolla a lo largo de determinadas etapas preclusivas y en
el que puede decretarse la prisión preventiva. Finalmente, si el procedimiento judicial concluye en sentencia
definitiva condenatoria a pena privativa de libertad, se produce el último momento de privación de libertad,
ya en cumplimiento de la condena firme.

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2. GARANTÍAS Y TIPOS DE PRIVACIÓN DE LIBERTAD


a) Garantías de la libertad.

La Constitución reconoce los derechos a la libertad y la seguridad personal. Se trata, pues, del
reconocimiento de una potestad y un ámbito de autodeterminación y autoorganización que corresponde a las
personas que implica la capacidad de adoptar y ejecutar libremente las propias decisiones.

Ambos derechos se reconocen fácilmente desde su vertiente negativa, esto es, como exclusión desde la
privación o restricción de libertad. Así pues, según el TC, el derecho a la libertad y seguridad “comporta la
ausencia de perturbaciones procedentes de medidas tales como la detención y otras similares que, adoptadas
arbitraria e ilegalmente, restringen o amenazan la libertad de toda persona de organizar en su vida individual
y social”. El estado natural de la persona es el del ejercicio continuo en todas y cada una de sus acciones de
ese derecho, esto es, cuando una influencia externa impide actuar de acuerdo con la propia voluntad. Tras su
reconocimiento genérico la plasmación jurídica del derecho tiene lugar mediante la interdicción de las
conductas que perturben la libertad o seguridad ajenas, salvo en los casos y condiciones previstas en las leyes.
Respecto a esto último, en primer lugar, esto resulta del principio de legalidad (tipicidad penal y procesal) que
supone que las causas de privación de libertad son tasadas y han de estar recogidas en una norma con rango
de ley, más concretamente, de ley orgánica. El principio de legalidad procesal, por su parte, significa que la
privación de libertad solo es admisible si se sigue el procedimiento legalmente establecido. Aquella privación
que no cumpla con ambos principios supone una vulneración del derecho a la libertad personal reconocida en
el art. 17. 1 CE.

La libertad y la seguridad son atributos específicos de la persona directamente vinculados con su capacidad
de obrar y actuar directamente y de no ser conminada a realizar aquello que no desea.

Su reconocimiento constitucional se plasma en la configuración de un conjunto de mecanismos de


garantía de distinta naturaleza que especifican los supuestos en que la libertad y la seguridad personales
pueden ser limitadas o suprimidas. El principio general del que parte el ordenamiento es el de libertad.

Cabe mencionar, además, las garantías de las diversas modalidades de privación de libertad, como los
límites temporales y las previsiones sobre las condiciones en que debe incurrir la privación de libertad; aparte
del control judicial sobre la misma. Todos estos mecanismos se proyectan sobre las distintas fases y
modalidades de la privación de libertad.

b) Tipos de privación de libertad.

La privación de libertad más frecuente es la que halla su causa en infracciones o presuntas infracción de
carácter penal. Por otra parte, también, puede ser una detención gubernativa, la cual tiene un carácter
provisional y se limita a horas o días, o bien puede deberse a un proceso penal judicial. Además, destaca la
introducción en el CP de dos nuevas medidas:

• Libertad vigilada.

Esta se conceptúa como medida de seguridad y se concreta en una serie de “limitaciones, obligaciones,
prohibiciones o reglas de conducta” encaminadas a la protección de las víctimas y a la rehabilitación del
delincuente, y se impone junto con la pena privativa de libertad para aplicación posterior a la excarcelación.

• Localización permanente.

Esta se introduce como una opción alternativa a las penas cortas de prisión, y se prevé bien como
sustitutiva de las mismas, bien como pena principal.

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Junto con lo anterior, el ordenamiento contempla otras privaciones o restricciones de la libertad debidas
a otras causas, ya sean médicas o de otra naturaleza, pues la libertad es susceptible de restricciones. Ahora
bien, de conformidad con el principio de legalidad solo la ley puede establecer los casos y la forma en que la
privación de libertad es posible y debe hacerlo guardando proporcionalidad entre el derecho a la libertad y la
restricción de esta libertad, de modo que serían contrarias a la garantía constitucional de la libertad aquellas
restricciones, que aun previstas en la ley, no resulten razonables y rompan el equilibrio entre el derecho y su
limitación.

Caben, por consiguiente, formas de privación de libertad que no traigan causa de un delito o no sea
constitutiva de detención o prisión, siempre que estén previstas en la ley. Entre ellas destaca el internamiento
en instituciones psiquiátricas, para el que se exigen tres condiciones: que se haya probado de manera
convincente la enajenación mental, esto es, que exista un dictamen médico pericial, que la enajenación sea
de tal carácter que justifique el internamiento y que este cese cuando la perturbación desaparezca. Por otro
lado, están las que tienen su causa en el derecho de extranjería, a cuyo tenor es posible el internamiento en
centros no penitenciarios de los extranjeros sometidos a procedimiento de expulsión por un plazo máximo de
cuarenta días.

3. LA DETENCIÓN: LÍMITES, CONDICIONES Y GARANTÍAS


a) Privación de libertad y detención.

La causa más habitual de privación provisional de la libertad es la detención, cuyos supuestos están
previstos en la Ley de Enjuiciamiento Criminal (art. 489 a 501). En esta ley, las causas de detención pueden
reconducirse a la comisión de un delito o a la sospecha de ella, la fuga de un establecimiento penal, la situación
de procesamiento o la condena en rebeldía. La detención por faltas solo cabe si no tuviere domicilio conocido
y no se presta finanza. Los extranjeros pueden ser detenidos en los casos previstos en la Ley de Extradición
Pasiva y en la Reguladora de los Derechos y Libertades de los Extranjeros en España.

b) Los límites de la detención.

La protección constitucional de la libertad y la seguridad incluye unos límites temporales que se contraen
a dos causas:

• La detención.

Por lo que a esta se refiere, la Norma Suprema señala dos límites: uno indeterminado y otro determinado.
En cuanto a este, la Constitución dispone que, en el plazo máximo de setenta y dos horas, la persona detenida
ha de ser puesta en libertad o a disposición judicial por lo que, además, es un límite absoluto cuya excepción
está prevista en el art. 55.2 CE y desarrollada en el art. 520 bis de la LECrim. Respecto a los acusados de
pertenecer a elementos terroristas o bandas armadas, la detención puede prolongarse hasta un máximo de
cuarenta y ocho horas más mediando autorización judicial. No obstante, el plazo marcado es un plazo máximo,
ya que la CE dispone que la detención “no podrá durar más tiempo del estrictamente necesario”, es decir, si
las averiguaciones concluyesen antes, es obligado poner al detenido en libertad o a disposición judicial, pues
la prolongación de la detención vulneraría el derecho a la libertad personal.

• La prisión preventiva.

c) Las condiciones de la detención: la información de la detención y sus motivos y de los derechos del
detenido.

La Constitución establece unas garantías de las condiciones de la detención, que se recogen en el artículo
17.3, las cuales van enfocadas a asegurar que la situación de desamparo que provoca toda privación de

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libertad no ocasione la indefensión del detenido. De ahí que estas se encaminen a asegurar al detenido una
información básica y un asesoramiento jurídico.

La información que ha de suministrarse al detenido integra dos elementos:

• Las razones que han provocado su detención.


• La comunicación de los derechos que le asisten.

Ambas deben hacerse de forma inmediata y de modo que le sea comprensible, lo que incluye la
intervención de un intérprete en aquellos casos donde sea exigible. El desarrollo legislativo especifica los
derechos que han de ser señalados al detenido (los más relevantes los del art. 17.3 y 24.2), en particular los
derechos a no declarar, a no declarar contra sí mismo, a designar abogado y solicitar conocimiento de la
persona que señale, a ser asistido por intérprete y a ser reconocido por el médico forense.

d) La asistencia letrada.

La Constitución dispone que el detenido tiene derecho a la asistencia de abogado en las diligencias
policiales y judiciales en los términos que la ley establezca.

Cabe señalar que el TC ha entendido que la asistencia jurídica al detenido estipulada en el art. 17.3 tiene
distinto fundamento que el derecho a la defensa y asistencia de letrado reconocido en el art. 24.2: la primera
es una garantía del derecho a la libertad y la segunda forma parte integrante del derecho a la tutela efectiva
como garantía del proceso adecuado. Siguiendo esta interpretación, la asistencia de letrado es imprescindible
para que no se produzca indefensión en la detención, sin embargo, esta asistencia tiene por objeto que se
respeten los derechos del detenido y que las diligencias se realicen conforme a Derecho.

Asimismo, esta distinción justifica que el legislador module diferente ambas modalidades: en el marco del
proceso, la libre elección de abogado forma parte del contenido esencial del derecho, mientras que en la
asistencia al detenido la libre elección de abogado es parte del contenido normal del derecho.

El desarrollo de la asistencia letrada que se realiza en los arts. 520 y 527 LECrim establece como principio
general la libre elección de abogado por parte del detenido, señalando una excepción: aquellos detenidos a
los que se les decrete la incomunicación no pueden designar libremente al abogado, sino que este se les
designará de oficio, como tampoco pueden hacer uso de las otras comunicaciones previstas con carácter
general. El TC ha establecido que no es admisible que sea la autoridad gubernativa la que, sin intervención
judicial, decrete la incomunicación. Cuando suceda, la decisión de incomunicar al detenido habrá de ir
acompañada de una simultánea solicitud del órgano judicial para que confirme o revoque.

e) El habeas corpus.

Por último, la CE establece también una garantía judicial de legalidad de la privación de libertad y de las
condiciones. El art. 17.4 CE obliga al legislador a regular un procedimiento de habeas corpus; este es un
instituto que permite a cualquier persona privada de libertad solicitar la intervención del juez para que
verificase la legalidad de su privación de libertad o las condiciones en que tiene lugar dicha privación.

Este procedimiento está regulado en la LO 6/84. Se trata de un procedimiento exclusivamente enfocado


a la determinación de la legalidad de la detención. La intervención judicial puede concluir de distintas formas:
decidiendo la legalidad de la privación de libertad y, por ende, su continuación, resolviendo que continúe esta,
pero modificando las condiciones de la misma, ordenando la puesta a disposición judicial de la persona
detenida o, por último, decretando su puesta en libertad. El procedimiento habeas corpus se caracteriza por
su sencillez, rapidez y flexibilidad.

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