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La terapia dialéctica conductual (TDC) como tratamiento idóneo para mejorar las
habilidades sociales, la impulsividad y la empatía en un psicópata infanto-juvenil.
E-mail: aillanes2@alumno.uned.es
27 de abril de 2022
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Resumen:
Palabras Clave:
Introducción:
Es por ello, que la psicopatía supone uno de los tratornos más devastadores para
cualquier sociedad, no solo por la violencia de sus actos, sino por el amplio abanico que se
despliega a su alrededor desde el sistema nivel jurídico y penitenciario hasta los sistemas de
salud y bienestar.
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Sin embargo, otros autores consideran que muchos de los síntomas presentes en un
diagnóstico de psicopatía son detectables en niños y son algo más que manifestaciones
normales de una etapa del desarrollo y afirman que hay características que desde bien temprano
se pueden detectar en los niños, como por ejemplo, la falta de empatía, el encanto superficial,
la falta de culpa, etc. (Johnstone, L. y Cooke, 2004)
Por ello, se hace necesario un buen instrumento que sea capaz de evaluar dichas
caracteristicas en jóvenes y poder aplicar un tratamiento que haga desaparecer, o al menos,
minimizar el impacto que supone dicho trastorno, tanto a nivel personal como a nivel de
sociedad. En este sentido, Hare creó uno de los instrumentos más valiosos para evaluar en
profundidad la psicopatía infanto-juvenil: el Psychopaty Checklist: Youth Version (PCL: YV).
(Forth, A. E., Brown, S. L., Hart, S. D. y Hare, 1996), que consiste en una entrevista
semiestructurada formada por 20 ítems, con una estructura factorial donde aparecen dos
factores: el primero, relacionado con los aspectos interpersonales/afectivos; y el segundo,
asociado a un estilo de comportamiento desviado.
fundamental para la adquisición de destrezas y habilidades que les puedan ayudar al ser
reinsertados en la sociedad, y así puedan mejorar su estilo de vida y sus relaciones
interpersonales.
Los jóvenes psicópatas son un grupo de alto riesgo, donde, además, se añade la
dificultad de que los programas habituales de prevención y reinserción no encajan con su
personalidad característica; la mayoría de ellos empieza a mostrar importantes problemas de
conducta a una edad temprana, tales como conductas poco adaptadas, que normalmente, los
niños muestran en un momento u otro de su desarrollo evolutivo, pero es importante enfatizar
que estas conductas en los jóvenes psicópatas se presentan con mucha más severidad y
prolongación en el tiempo. (Hare, 1993)
También hay que tener en cuenta que los psicópatas no cumplen con algunos requisitos
para una intervención exitosa, como la existencia de un vínculo emocional entre el terapeuta y
el paciente, o la motivación para el cambio, entre otros, siendo este último de especial
importancia. La idea de que la psicopatía infanto-juvenil es una condición intratable es
cuestionada por grupos de psicólogos clínicos-educativos, que reportan que niños y
adolescentes con características asociadas a psicopatía presentan ganancias moderadas cuando
son tratados en psicoterapia (Salekin, R. T. y Frick, 2005; Salekin, 2002); de hecho, existe
evidencia suficiente acerca de las posibilidades de cambio en jóvenes con rasgos psicopáticos
(Vitacco, M. J., Neumann, C. S. Robertson, A. A., y Durrant, 2002). Hay que destacar las
siguientes características en cuanto a la efectividad de los tratamientos para psicópatas: 1) Los
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programas que más prometen en la actualidad son aquellos que reúnen las siguientes
características: son intensivos, estructurados, cognitivo-conductuales, multimodales y cubren
las necesidades criminogénicas y estilos de aprendizaje individual; 2) La intervención con los
psicópatas no debe tener el objetivo de cambiar su personalidad, sino paliar sus déficits; 3)
Dadas las características de los psicópatas, tiene mejores resultados un tratamiento individual.
Por su parte, las terapias orientadas al insight ayudan a superar rasgos psicopáticos en la medida
en que las personas aumentan la toma de conciencia respecto de su estilo de vida.
De todas formas, hay que señalar las limitaciones existentes, ya que hay pocas
investigaciones controladas sobre el tratamiento de los psicópatas y los efectos del mismo, por
lo que se hace necesario seguir investigando sobre la pscopatía y sobre los tratamientos más
efectivos enfocados a los jóvenes. Las teorías del desarrollo sugieren que hay una
predisposición o estilo temperamental en los orígenes de psicopatía infanto-juvenil, las
intervenciones tempranas que toman en consideración estilos parentales competentes pueden
ayudar a socializar positivamente a los niños (Salekin, 2002). Es necesario, además, en el
tratamiento y la intervención, el acompañamiento y supervisión intensivos con las familias,
que son elemento clave en el avance y mejora de estos jóvenes.
habilidades que permitan regular sus emociones y su conducta. El objetivo es ayudar al paciente
a poner en marcha conductas funcionales y adaptadas, incluso cuando está experimentando
emociones muy intensas. (Lynch, T. R., Chapman, A. L., Rosenthal, M. Z., Kuo, J. R., y
Linehan, 2006), siendo la perspectiva dialéctica uno de los aspectos más carácterísticos de la
TDC, y supone un factor diferenciador respecto a otras terapias cognitivo conductuales
(Chapman, 2006).
Poder aplicar la mayoría de elementos beneficiosos que posee esta terapia en niños y
jóvenes psicópatas sería todo un reto, ya que estos niños son más agresivos y mentirosos que
los niños “normales” y más difíciles a la hora de relacionarse con los demás; de hecho, siempre
están intentando desafiar la norma y a la autoridad. Lamentablemente, aún no se ha desmotrado
algún tipo de tratamiento exitoso con estos sujetos y la literatura acerca del tratamiento en
psicopatía es, en general, pesimista.
Pese a los pocos trabajos dedicados al tema, se hacen progresos al estudiar los procesos
de pensamiento subyacente al comportamiento de jóvenes con psicopatía; en esta línea, los
investigadores han utilizado paradigmas conductuales para evaluar cómo estos individuos
responden a claves de castigo mientras realizan comportamientos dirigidos a metas. (O´Brien
y Frick, 1996)
Dado que la Terapia Dialéctica Conductual permite mejorar la calidad de vida de las
personas, reduce los comportamientos mal adaptativos y su implementación ayuda a la buena
regulación emocional (Moore, K., Folk. J, Boren, E., Tangney, j., Fischer, S., y Schrader,
2016), tenemos la obligación moral y ética de aunar esfuerzos y seguir investigando en pro de
eliminar o mitigar los efectos de la psicopatía en esta joven población, para que lleguen a la
vida adulta con herramientas necesarias para afrontar, de la forma más adecuada y positiva
posible, los momentos más críticos de su trastorno.
Mediante estudios longitudinales que han comparado pacientes que asisten a TDC y
pacientes de grupo control que no asisten a terapia, se han obtenido los resultados, que
pacientes que asisten a TDC han mejorado sus habilidades comportamentales a través del
tiempo. (Neacsiu, A. D., Rizvi, S. L., y Linehan, 2010)
Sin embargo, aún se considera que existe falta de evidencia científica en la aplicación
de la TDC como un tratamiento de rehabilitación psicosocial.
Participantes:
Diseño:
Instrumentos:
Se emplearán distintos cuestionarios para medir las puntuaciones referidas a las VD.
Para medir la puntuación de la impulsividad, usaremos la Escala de Control de Impulsos
“Ramón y Cajal” (ECIRyC) (Ramos-Brieva JA, Gutiérrez-Zotes, A, 2002), con una fiabilidad
elevada y que contiene cuatro niveles de respuesta tipo Likert, ordinales (siempre, a menudo,
rara vez y nunca); la presencia frecuente de una determinada conducta recibe la máxima
puntuación (3) en el ítem que le corresponde y su ausencia, la menor puntuación (0), de manera
que cuánto más alta es la puntuación del sujeto, menor control tendrá sobre sus impulsos. Para
la medición de las HH.SS., se empleará el Cuestionario de Habilidades Sociales (CHASO-III)
(Caballo, V.E., Salazar, I. C. e Irurtia, 2016), que comprende las siguientes dimensiones que
se pretenden evaluar: a) interactuar con personas que me atraen, b) defender los propios
derechos, c) hablar en público/interacturar con personas de autoridad, d) mantener la calma en
situaciones embarazosas, e) pedir disculpas, f) interactuar con desconocidos, g) expresar
sentimientos positivos, h) afrontar situaciones de hacer el ridículo, i) rechazar peticiones, y j)
afrontar las críticas; la respuesta a cada ítem se realiza en una escala tipo Likert, puntuando
dese 1 (muy poco característico de mí) hasta 5 (muy característico de mí); no hay ningún ítem
formulado en negativo, de forma que la puntuación se obtiene al sumar directamente los ítems
y a mayor puntuación mayor habilidad social. Para medir la puntuación de la empatía,
utilizaremos el Índice de la Empatía de Bryant (BEI) (Bryant, B, 1982), que presenta un
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Procedimiento:
Por último, y terminado el descanso, se repartirán los últimos cuestionarios que miden
la empatía; una vez más, se explicará de forma sencilla cómo responder; ahora las respuestas
consisten en sí o no a cada uno de los 22 ítems que contiene el formulario. Se dará un tiempo
de 20 minutos.
Finalizadas todas las preguntas, se hará entrega de los mencionados créditos (la
gratificación) a cada uno de los participantes en agradecimiento por su colaboración.
Resultados Esperados:
Se va a recoger información sobre las medidas referidas a las VD, esto es, sobre
impulsividad, habilidades sociales y empatía, a través de las puntuaciones recogidas en los
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distintos cuestionarios y/o inventarios diseñados a tal efecto, por cada condición experimental
(haber recibido tratamiento con TDC, no haber recibido tratamiento) (Tabla 1). Se recopilarán
datos cuantitativos que se pretenden analizar utilizando t de Student para grupos
independientes, asumiendo a priori que la población estudiada sigue una distribución normal,
y de forma predeterminada se muestra un intervalo de confianza al 95% para la diferencia entre
las medias, y con grados de libertad de 38, que nos permitiría comprobar, según se espera, que
las puntuaciones en la variable dependiente de impulsividad sean inferiores en la condición de
haber recibido tratamiento con dicha terapia; en la variable de habilidades sociales, se espera
que los valores sean superiores tras el tratamiento con TDC; asímismo, en la variable de
empatía, se espera que los valores sean superiores tras haber recibido la terapia. Es decir, bajo
nuestra hipótesis se espera encontrar una diferencia significativa entre los valores de las
variables dependientes recogidas a sujetos que no han recibido tratamiento con terapia
dialéctica conductual, y los valores de esas mismas variables recogidas a sujetos que han estado
bajo tratamiento con dicha terapia. Según los resultados esperados, se puede interpretar que
hay una diferencia siginificativa entre los grupos, por lo que se aceptaría nuestra hipótesis de
que aplicando a los sujetos una adecuada TDC mejorarían sus puntuaciones en impulsividad,
habilidades sociales y empatía.
Tabla 1.
Puntuaciones recogidas a los sujetos en las distintas variables según condición experimental
Habilidades
Condición Impulsividad Empatía
Sociales
TDC xx xx xx
No TDC xx xx xx
Discusión y Conclusiones:
El siguiente estudio es importante por la repercusión social que supone, ya que puede
significar una mejora en la calidad de vida de muchos jóvenes con trastorno de conducta. Así,
ayudar a minimizar la delincuencia a la que están expuestos, reducir sus problemas con la
justicia, llevar una vida más positiva en los distintos ámbitos de su vida, ya sea familiar, escolar
o laboral sería un buen motivo para continuar con más estudios de estas características y en
esta línea de investigación.
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Los datos recogidos nos sugieren que las puntuaciones de los sujetos han variado
considerablemente en aquellos que han recibido terapia previamente, lo que significa que la
terapia ayuda, es conveniente y recomendable. En este sentido, estos resultados se ajustarían a
nuestra hipótesis planteada, que se espera que haya diferencia siginificativa entre los datos
recogidos en cada uno de los dos grupos de este experimento, estando uno de los grupos bajo
terapia dialéctica conductual previa al experimento. Si un sujeto que no recibe terapia tiene una
puntuación determinada en impulsividad, y después de las sesiones en TDC su puntuación es
más reducida y sabemos que cuánto más puntuación obtiene menor es el control sobre sus
impulsos es un buen estímulo para continuar investigando. Así se espera también que ocurra
con la VD de habilidades sociales: si un sujeto obtiene una puntuación de 120 sin TDC y otro
sujeto que ha recibido TDC obtiene una puntuación de 240 y sabemos que a mayor puntuación
mayor habilidad social, nos abre una ventana al optimismo y ánimos para continuar.
Igualmente, se espera que en la VD de empatía en un sujeto sometido a TDC obtenga una
puntuación de 15 y otro participante, sin haber recibido terapia, obtiene una puntuación de 9,
sabemos que cuánto mayor puntuación obtenga, mayor será su tendencia a la empatía,
signifcará que estamos por el buen camino.
Cabe considerar por otra parte, que este estudio tiene ciertas limitaciones entre las que
se encuentra la validez interna de la investigación, ya que no hay control sobre la VI, y este
diseño es de comparación de grupos y donde se ha formulado la hipótesis en la que se establece
una relación diferencial entre los grupos (no se pueden establecer relaciones causales). En
segundo lugar, se ha tratado de controlar las variables extrañas como el ruido ambiental o la
motivación de los sujetos; también hay que tener en cuenta que el tamaño de los grupos es
reducido, así como el limitado repertorio de cuestionarios y escalas usados, ya que existe una
gran cantidad de instrumentos que se pueden utilizar en este sentido.
Se hace necesario futuras líneas de investigación en este campo, ya que nos queda
mucho por descubrir. Estudiar más variables depedientes como puede ser la agresión, la
inestabilidad afectiva o la regulación emocional se hace sumamente interesante para lograr, en
un futuro próximo, paliar los incovienientes que supone para estos sujetos padecer este
trastorno. Dentro de este marco, se puede añadir que conviene realizar más estudios
longitudinales y con la aplicación de distintas terapias de tercera generación, no solo con
jóvenes privados de libertad, sino también desde el ámbito educacional y familiar, cuando hay
riesgos o indicios de padecer dicho trastorno. Seguir con más estudios dirigidos a niños y/o
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