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Filosofía y Ética Estudios Generales

TEMA 8

EL COLECTIVISMO MODERNO

Karl Marx12

1. LA IDEOLOGÍA ALEMANA (1845-1846)13

(…) No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la


conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del
individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la
vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia
solamente como su conciencia.

Y este modo de considerar las cosas no es algo incondicional. Parte de las


condiciones reales y no las pierde de vista ni por un momento. Sus condiciones son
los hombres, pero no vistos y plasmados a través de la fantasía, sino en su proceso
de desarrollo real y empíricamente registrable, bajo la acción de determinadas
condiciones. (…)

(…) Las premisas de que partimos no tienen nada de arbitrario, no son ninguna
clase de dogmas, sino premisas reales, de las que sólo es posible abstraerse en la
imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales de
vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por su propia
acción. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por la vía
puramente empírica.

La primera premisa de toda historia humana es, naturalmente, la existencia de


individuos humanos vivientes... La conciencia, por tanto es ya de antemano un
producto social y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos…

(…) Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión o
por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a partir del
momento en que comienza a producir sus medios de vida, paso éste que se halla
condicionado por su organización corporal. Al producir sus medios de vida, el
hombre produce indirectamente su propia vida material.

(…) Tal y como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide, por
consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen como con el modo cómo
producen. Lo que los individuos son depende, por tanto, de las condiciones
materiales de su producción.

2. TESIS SOBRE FEUERBACH (1845)14

12
Selección de textos realizada por Elvis Mejía G.
13
Extraído de MARX, Karl & Friedrich ENGELS La Ideología Alemana Montevideo: Pueblos Unidos, 1971,
pp. 11, 18-19, 21.
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[II] El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad


objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica
donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la
terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un
pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.

[III] La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y
de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres,
precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio
educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos
partes, una de las cuales está por encima de la sociedad…

[XI] Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero
de lo que se trata es de transformarlo.

3. EN TORNO A LA CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA DEL DERECHO DE HEGEL


(1843-1844)15

Introducción

…la crítica de la religión es la premisa de toda crítica.

(…) El hombre hace la religión, la religión no hace al hombre. Y la religión es la


autoconciencia y el autosentimiento del hombre que aún no se ha adquirido a sí
mismo o ya ha vuelto a perderse. Pero el hombre no es un ser abstracto, agazapado
fuera del mundo. El hombre es el mundo de los hombres, el Estado, la sociedad.
Este Estado, esta sociedad, producen la religión, una conciencia del mundo
invertida, porque ellos son un mundo invertido. La religión es la teoría general de
este mundo, su compendio enciclopédico, su lógica bajo forma popular, su pundonor
espiritualista, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su razón
general de consolación y justificación. Es la fantástica realización de la esencia
humana, porque la esencia humana carece de verdadera realidad. La lucha contra la
religión es, por tanto, indirectamente, la lucha contra aquel mundo que tiene en la
religión su aroma espiritual.

La miseria religiosa es, de una parte la expresión de la miseria real y, de otra parte,
la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el
estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de
cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo.

La superación de la religión como la dicha "ilusoria" del pueblo es la exigencia de su


dicha real. Exigir sobreponerse a las ilusiones acerca de un estado de cosas vale
tanto como exigir que se abandone un estado de cosas que necesita de ilusiones. La

14
Extraído de MARX, Karl Obras escogidas Moscú: Editorial Progreso, 1969, pp. 26,28.
15
Extraído de MARX, Karl Escritos de Juventud. México: FCE, 1987, pp. 491-502.
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crítica de la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas que la
religión rodea de un halo de santidad.

(…) La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, para que actúe y
organice su realidad como un hombre desengañado y que ha entrado en razón, para
que gire en torno a si mismo y a su sol real. La religión es solamente el sol ilusorio
que gira en tomo al hombre mientras éste no gira en torno a sí mismo.

(…) La crítica de la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es la


esencia suprema para el hombre y. por consiguiente, en el imperativo categórico de
echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado,
sojuzgado, abandonado y despreciable.

(…) La emancipación del alemán es la emancipación del hombre La cabeza de esta


emancipación es la filosofía, su corazón el proletariado. La filosofía no puede llegar a
realizarse sin la abolición del proletariado, y el proletariado no puede llegar a
abolirse sin la realización de la filosofía.

4. MANUSCRITOS ECONÓMICO-FILOSÓFICOS (1844) 16

Primer Manuscrito

(…) Nosotros partimos de un hecho económico, actual.

El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su
producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía
cada vez más barata cuanta más mercancía produce. La desvalorización del mundo
humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo
no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como
mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general.

Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su
producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del
productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se
ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo
es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía
Política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y
servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.

(…) Todas estas consecuencias están determinadas por el hecho de que el


trabajador se relaciona con el producto de su trabajo como un objeto extraño.
Partiendo de este supuesto, es evidente que cuánto mas se vuelca el trabajador en
su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño, objetivo que crea frente a sí y
tanto mas pobres son él mismo y su mundo interior, tanto menos dueño de si mismo
es. Lo mismo sucede en la religión. Cuanto más pone el hombre en Dios, tanto
memos guarda en si mismo. El trabajador pone su vida en el objeto pero a partir de
entonces ya no le pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es la actividad, tanto

16
Extraído de MARX, Karl Escritos de Juventud. México: FCE, 1987, pp. 594-605.
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más carece de objetos el trabajador. Lo que es el producto de su trabajo, no lo es él.


Cuanto mayor es, pues, este producto, tanto más insignificante es el trabajador. La
enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se
convierte en un objeto, en una existencia exterior, sino que existe fuera de él,
independiente, extraño, que se convierte en un poder independiente frente a él; que
la vida que ha prestado al objeto se le enfrenta como cosa extraña y hostil.

(…) ¿En qué consiste, entonces, la enajenación del trabajo?

Primeramente en que el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su


ser;
en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual, sino que mortifica
su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del
trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando
trabaja no está en lo suyo. Su trabajo no es, así, voluntario, sino forzado, trabajo
forzado. Por eso no es la satisfacción de una necesidad, sino solamente un medio
para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. Su carácter extraño se evidencia
claramente en el hecho de que tan pronto como no existe una coacción física o de
cualquier otro tipo se huye del trabajo como de la peste. El trabajo externo, el trabajo
en que el hombre se enajena, es un trabajo de autosacrificio, de ascetismo. En
último término, para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que éste
no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se
pertenece a si mismo, sino a otro. Así como en la religión la actividad propia de la
fantasía humana, de la mente y del corazón humanos, actúa sobre el individuo
independientemente de él, es decir, como una actividad extraña, divina o diabólica,
así también la actividad del trabajador no es su propia actividad. Pertenece a otro, es
la pérdida de sí mismo.

De esto resulta que el hombre (el trabajador) sólo se siente libre en sus funciones
animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la
habitación y al atavío, y en cambio en sus funciones humanas se siente como
animal. Lo animal se convierte en lo humano y lo humano en lo animal (…)

Tercer Manuscrito

(…) El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la


propiedad de apropiarse de todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia;
vale, pues, como ser omnipotente..., el dinero es el alcahuete entre la necesidad y el
objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre. Pero lo que me sirve de
mediador para mi vida, me sirve de mediador también para la existencia de los otros
hombres para mí. Eso es para mí el otro hombre.

(…) Lo que mediante el dinero existe para mí, lo que puedo pagar, es decir, lo que el
dinero puede comprar, eso soy yo, el poseedor del dinero mismo. Mi fuerza es tan
grande como lo sea la fuerza del dinero. Las cualidades del dinero son mis —de su
poseedor— cualidades y fuerzas esenciales. Lo que soy y lo que puedo no están
determinados en modo alguno por mi individualidad. Soy feo, pero puedo
comprarme la mujer más bella. Luego no soy feo, pues el efecto de la fealdad, su
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fuerza ahuyentadora, es aniquilado por el dinero. Según mi individualidad soy tullido,


pero el dinero me procura veinticuatro pies, luego no soy tullido; soy un hombre malo
y sin honor, sin conciencia y sin ingenio, pero se honra al dinero, luego también a su
poseedor. El dinero es el bien supremo, luego es bueno su poseedor; el dinero me
evita, además, la molestia de ser deshonesto, luego se presume que soy honesto;
soy estúpido, pero el dinero es el verdadero espíritu de todas las cosas, ¿cómo
podría carecer de ingenio su poseedor? El puede, por lo demás, comprarse gentes
ingeniosas, ¿y no es quien tiene poder sobre las personas inteligentes más talentoso
que el talentoso? ¿Es que no poseo yo, que mediante el dinero puedo todo lo que el
corazón humano ansia, todos los poderes humanos? ¿Acaso no transforma mi
dinero todas mis carencias en su contrario?

(…) Lo que como hombre no puedo, lo que no pueden mis fuerzas individuales, lo
puedo mediante el dinero. El dinero convierte así cada una de estas fuerzas
esenciales en lo que en sí no son, es decir, en su contrario. Si ansío un manjar o
quiero tomar la posta porque no soy suficientemente fuerte para hacer el camino a
pie, el dinero me procura el manjar y la posta, es decir, transustancia mis deseos,
que son meras representaciones; los traduce de su existencia pensada,
representada, querida; a su existencia sensible, real; de la representación a la vida,
del ser representado al ser real. El dinero es, al hacer esta mediación, la verdadera
fuerza creadora.

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