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RESUMEN DE PSICOLOGIA DEL DESARROLLO III – 2DO CUATRIMESTRE

Fernández Moujan, O. Crisis vital:


Este libro empezó, como todos mis trabajos teóricos, reflexionando sobre mi práctica (clínica y preventiva)
en Salud Mental, con la menor cantidad de prejuicios posibles. Por supuesto que estas experiencias al
principio no fueron buscadas, sino que las atravesaba con cierta desazón, que luego describí como de
angustia ante el desconocimiento. Esta situación se suele considerar cotidianamente como de peligro.
Fui advirtiendo que no estaba ante lo oculto que despierta curiosidad, sino ante una oportunidad de
establecer una nueva visión; que si podía tolerar la angustia, lo nuevo no tardaría en venir a través de un
indicador sugerente (dada la ambigüedad de la imagen surgida) los pacientes me devolvían de las formas
mas diversas: cambios de actitud, cambios de humor, asociaciones insólitas, fuertes emociones,
acercamientos, reducción de síntomas, sueños esclarecedores, recuerdos, proyectos nuevos, etc.
Estas experiencias, en un principio las fui detectando mientras trabajaba en grupos terapéuticos, en
momentos regresivos, cuando al mismo tiempo que contextualizaba lo que iba entendiendo, el grupo me
iba mostrando imágenes sugerentes, que yo después formulaba.
Entonces, una crisis podía ser una ocasión favorable o un campo de posibilidades que nos desafía no solo a
poner coraje para enfrentar lo desconocido, sino especialmente para poner en acción nuestra capacidad
creadora. Este ideograma revela lo que me sucedía a mi tarea clínica cotidiana, y me ayudó a salir de mi
ambivalencia para utilizar el termino crisis, que en el uso corriente es algo pesimista, indicador de una
situación dificultosa debía a un cambio no deseado.
Las “crisis evolutivas” no son accidentales, sino inherentes a momentos de cada ciclo vital. Se adjudica así
el término “crisis accidental” a toda situación de cambio impuesta, como una muerte, un accidente, un
exilio, una mudanza importante, una operación, etc.
No dejaba de tener presente, como estudioso de la adolescencia que soy, la crisis adolescente, pero no
provenía de esta crisis particular mi idea de “crisis vital” como una transformación operada por mí, que
dejaba de percibir para captar la inmediatez de la experiencia.
Crisis vital será entonces una idea de que cuenta de una experiencia originaria donde la estructura previa
incc, generadora de ideas, da lugar a otra estructura mítica, fuera del tiempo y el espacio convencionales,
desde la cual surgirán las imágenes puntuales que participan del contexto cultural.
Crisis porque nos saca de estructuras deterministas que nos dan seguridad, y porque nos pone ante el
peligro de lo desconocido. Nos atrae como la fuerza del vértigo, que confunde a la percepción-conciencia,
lo que nos da la oportunidad de producir algo inédito.

MOUJAN, FERNANDEZ: CRISIS VITAL (1989)


Introducción: “de cómo se originó la idea de crisis vitales”
Este libro empezó como todos mis trabajos teóricos, reflexionando sobre mi práctica clínica y preventiva en
salud mental, con la menor cantidad de prejuicios posibles. Por supuesto, que estas experiencias al
principio no fueron buscadas, sino que las atravesaba con cierta desazón, que luego describí como angustia
ante el desconocimiento. Esta situación se suele considerar cotidianamente como de peligro.
Cuando me dejaba llevar por ese vértigo a lo desconocido, dudaba incluso de lo que hasta ese momento
había llegado a entender como significado profundo de manifiesto y sentía que mis conocimientos no me
servirían para afrontar los hechos.
Fui advertido que no estaba ante lo oculto que despierta curiosidad, sino ante una oportunidad de
establecer una nueva visión; que, si podía tolerar la angustia, lo nuevo no tardaría en venir a través de un
indicador sugerente (dada la ambigüedad de la imagen surgida)
Crisis podría ser una ocasión favorable o un campo de posibilidades que nos desafía no solo a poner coraje
en enfrentar lo desconocido, sino especialmente poner en acción nuestra capacidad creadora. Este
ideograma revela lo que me sucedía en mi tarea clínica cotidiana, y me ayudo a salir de mi ambivalencia
para utilizar el termino crisis, que en uso corriente es algo pesimista, indicador de una situación dificultosa
debida a un cambio no deseado.
Las crisis evolutivas no son accidentales sino inherentes a momentos de cada ciclo vital. Se adjudica así el
término “crisis accidental” a toda situación de cambio impuesta, como una muerte, un accidente, un exilio,
una mudanza importante, una operación, etc.
No dejaba de tener presente, como estudioso de la adolescencia que soy, la crisis adolescente, pero no
provenía de esta crisis la crisis vital. Esta se me ocurrió al experimentar algo “vital” como una
transformación operada en mí, que dejaba de percibir para captar la inmediatez de la experiencia.
CRISIS VITAL será entonces una idea de que cuenta una experiencia originaria donde la estructura previa
incc, generadora de ideas, da lugar a otra estructura mítica, fuera del tiempo y del espacio convencionales,
desde la cual surgirán las imágenes puntuales que participan del contexto cultural.
Crisis porque nos saca de estructuras deterministas que nos dan seguridad, y porque nos pone ante el
peligro de lo desconocido. Nos atrae como la fuerza del vértigo, que confunde a la percepción- conciencia,
lo que nos da la oportunidad de producir algo inédito. Vital porque dicha transformación consiste en la
creación de algo naciente en cada ciclo de vida, o situación traumática asumida.
La crisis no es la perdida de un “objeto” psíquico, ni de un rol o una “cosa” concreta de la realidad exterior,
sino que es la perdida o el desprendimiento activo de la estructura que hasta ese momento nos
determinaba. Es la suspensión de todo el determinismo para poder coparticipar de una experiencia grupal
desde un “nosotros” que nos permite la captación directa de la realidad, generando un acontecimiento. La
noción de “crisis vital” supone un cambio de mentalidad. Estamos acostumbrados a correr en pos de
información, a investigar, a des-ocultar, a construir, etc. Un acopio que solo es enriquecedor si no
obstaculiza la tarea de hacer nuestra propia síntesis.
La experiencia de una crisis vital en mi trabajo me permitió acceder al campo de los valores que emerge al
abandonar los objetos previos de conocimiento; valores convocantes, pues al no ser susceptibles de
apropiación individual solo pueden ser coparticipables; como la ley, la verdad, el vínculo en sí, que no
pueden ser de nadie y por eso son de todos.
Se trata de hábitos socioculturales que van cerrando, con prejuicios, los campos vacíos, como el campo
donde se funda una crisis vital, la oportunidad para el cambio transformador de estructuras caducas. Estos
años de trabajo me fueron enseñando que el mejor homenaje que podemos hacer a nuestros maestros es,
luego de estudiarlos, poner a prueba las ideas que ellos nos aportaron. El aferramiento a lo conocido
reduce el margen de interpretación a los fenómenos. Por un lado el Yo tiende a la fijación en su ilusión
permanente por alcanzar la verdad.
La crisis vital cuando es asumida nos sumerge en la cultura viva. Es un mundo de constante aparecer que
dinamiza el universo dado de la lógica y la ciencia que hay que descubrir y combinar. El mundo cultural al
que tenemos acceso en cada crisis vital es un presente continuo, al cual, como al “rio” de Heráclito, no
podemos volver.
Plantearme la crisis vital como un modelo teórico con su aplicación clínica y preventiva, implicó, como dije,
varias dificultades: trabas personales, prejuicios científicos y sociales, hábitos arraigados y presiones desde
diferentes ámbitos. Por eso su desarrollo conceptual tuvo un ritmo especial, lleno de dudas y
descubrimientos, como toda investigación que propone algo diferente.
Cap 1: el concepto de crisis vital:
La crisis se produciría cuando los problemas superan las fuerzas reequilibradoras mas tiempo de lo
tolerable. Otros recursos deben ser movilizados para recuperar el equilibrio, con el consiguiente desgaste
de energías y sobrecompensaciones patológicas. Este enfoque de crisis, que G. Caplan nos propone en su
conocido libro principios de psiquiatría preventiva, es muy parecido al síndrome del estrés de adaptación
que Seyle definió en el campo médico.
En ambos enfoques un organismo en equilibrio es afectado por momentos evolutivos “crisis evolutivas” o
situaciones accidentales “crisis accidentales”, modificaciones estructurales para restablecer la estabilidad
perdida: situaciones de riesgo que es necesario enfrentar.
Las estructuras están al servicio de lo evolutivo y lo adaptativo o equilibratorio. El mérito de esta teoría ha
sido integrar los niveles psicosociales y dar bases firmes a la psicología preventiva. Los sistémicos han
desarrollado este modelo.
En el psicoanálisis la noción de crisis ha sido por así decirlo, abordada indirectamente. El concepto de
duelo, especialmente entendido como trabajo de duelo, toma en cuenta situaciones de pérdida, tanto
accidentales como evolutivas.
Los “objetos” psíquicos forman configuraciones estructurales que el Yo trata de fijar por identificación
introyectiva y proyectiva, revistiéndolos libidinalmente con la finalidad de establecer vínculos afectivos
duraderos y una organización interna, coherente y estable.
No es una mera relación con objetos dentro de un sistema estructural, sino que estos “objetos” poseen
particularmente valor en si mismos, por las fantasías que suscitan y por los aspectos del Yo (identificación)
incluidos en ellos. Pero quizás, lo que más separa esta teoría estructural de la sistémica y la biopsicosocial
de Caplan es que postula una energía libidinal que permanentemente recubra dichos objetos: es decir que
el equilibrio se establece entre una estructura narcisista dual y otra edípica triangular, abierta a lo social. El
paso de la estructura narcisista a la edípica se produce por la perdida del equilibrio estructural y la serie de
mecanismos defensivos que tratan de recuperar el equilibrio amenazado por dos ansiedades típicas (el
dolor por lo perdido y la persecución por lo nuevo desconocido que vendrá); la necesidad confusional que
se vive durante este transitar hace necesario un verdadero “trabajo de duelo”, que para Freud tenia tres
fases fundamentales. En la primera llamada narcisista, el Yo tiende a recuperar la carga libidinal puesta en
el objeto. En la segunda, tiende a fijarse en esta etapa, “ofreciéndose” el Yo al Ello como el objeto perdido.
Lentamente se alcanza un tercer momento, el cual el Yo intenta desplazar la libido narcisista hacia nuevos
objetos, estableciendo nuevas configuraciones o estructuras tanto intra como intersubjetivas. Es el cambio
objetal, no importa el motivo, el que pone en crisis toda la estructura, haciendo perder el equilibrio,
generador de ansiedades y defensas. Un supuesto a priori de ambos enfoques es que estaríamos sujetos a
estructuras determinadas que tratamos de restituir ya sea repitiendo o cambiándolas, con la finalidad de
restablecer el equilibrio interno y externo. En ambos el concepto de crisis está ligado a un peligro que hay
que superar, y es una posibilidad para realizar un cambio.
El concepto de crisis vital parte de esta posibilidad: alcanzar un nivel estructural sin objetos previos donde
la unidad y lo múltiple son la misma cosa; solo hay diferenciación por estar cada parte en función del resto.
Diferenciamos tres niveles estructurales. El primer nivel esta definido por las relaciones y configuraciones
psicosociales que constituyen sistemas de interacción inestables. Hay que compensar o afrontar los
frecuentes desequilibrios cambiando la estructura caduca. El segundo nivel es más psíquico. En él lo
estructural incc está dado por las configuraciones “objetales” o mundo representacional. El tercer nivel,
mítico, esta estrechamente ligado a lo cultural. La estructura esta conformada por partes o “funciones”
que crean un campo de posibilidades o contexto de creación que promueve la imaginación activa.
La imaginación pasiva ignora el tiempo, la imaginación activa ignora el tiempo y el espacio. En nuestro
modelo de “crisis vital” no excluimos los otros modelos sistémicos y psicoanalíticos sino que los
extendemos en un campo estructural sin objetos donde la experiencia vivida es original.
Mas allá de la perdida de sistemas, subsistemas, vínculos y “objetos”, estamos ante la perdida de todo
objeto y posibles relaciones que nos pone en un estado de crisis especial que llamo “vital” porque nos
conecta con el origen de la vida humana, es decir con la cultura. En síntesis, digo “crisis” porque crea un
campo de posibilidades y “vital” porque nos conecta con la génesis del sentimiento de identidad y del
pensamiento. La génesis es filogenética, es decir que estamos ante una crisis que nos vuelve a colocar
como protagonistas de la cultura cada vez que pasamos de un ciclo de vida a otro, dentro de un contexto
global donde se desarrolla la historia como acontecimiento, no como relato. Pero también este pasaje
estructural está en otra línea de continuidad que es la identidad.
La estructura psicosocial es, como decíamos, un conjunto relativamente estable de relaciones destinado a
cumplir objetivos específicos dentro de cada etapa vital. Terminada una etapa se necesita otra modalidad
racional para que el desarrollo y el crecimiento continúen de la mejor manera. Para ello es necesario pasar
por una “crisis vital”.
Una crisis vital pone en cuestión toda estructura de relación de objetos (psíquicos o sociales) ya sea
consciente o incc, de manera tal que el yo queda subsumido (presente pero sin función prevalente) en la
imaginación activa o creativa.
Nuestro concepto de “crisis vital” no se agota en lo evolutivo, sino que lo incluye, pero da importancia a
todo proceso de transformación en cualquier momento del ciclo de vida.
Alcanzada la primera etapa permitirá enriquecer las otras crisis que hemos definido como “psicosociales”
(evolutivas y accidentales) e “intrapsíquicas” (duelo). Consideramos fundamental el recate de esta primera
etapa crítica, porque garantiza que la estabilidad post crisis no será adaptativa ni tendrá las características
de un duelo patológico. En cambio, estará en la línea de la identidad y continuidad histórica.
No borra lo anterior o reniega de ello, sino que lo supera transformando las estructuras objetales
(relacionales y representacionales) ¿en que se basa el sentimiento de identidad si no es en la
identificación? ¿Cómo se origina el pensamiento si no hay representaciones?
Acostumbramos a definir al “objeto” psicológico como aquella representación mental de la cosa concreta
de la realidad externa. Cuando “la cosa” no está, el Yo se relaciona con la representación imaginaria de las
cosas, que son los objetos.
Los valores los definimos como todo aquello que no es susceptible de identificación; el Yo no puede
apropiarse, ni alienarse con ellos, pues la única función que tienen es permitir la coparticipación. No son de
nadie y por eso son de todos, como la ley, que como objeto es apropiable, por ejemplo, por un tirano o un
padre autoritario, pero como valor nadie lo tiene, solo se coparticipa y alguno lo puede portar.
En una crisis vital, lo que convoca a la coparticipación siempre es un valor.
Cuando hablamos de identidad, estamos hablando de un sentir profundo sobre quien es uno, por eso
surge la pregunta ¿Quién soy? El hombre necesita del sentimiento de identidad porque es incompleto y
esta desajustado. La “falta” con la que nacemos nos hace esencialmente humanos y moviliza una búsqueda
que jamás concluye. Sin embargo, el sentimiento de identidad esta generalmente oculto por la falsa ilusión
de compleción a la que generalmente nos aferramos por identificación hasta que entramos en crisis.
Esta es nuestra primera identidad grupal, que adquirimos al nacer, a través del grupo familiar
representante de la cultura. Luego nos individualizamos y surge un nuevo sentimiento de identidad que
Erikson llamo “identidad del Yo”. Ante la perdida, la respuesta, dadora de una identidad ilusioria, es el
narcisismo; ahora vemos que es la coparticipación de una estructura sin Yo y sin objetos, una estructura de
funciones al servicio de un grupo que da identidad cultural.
No se trataba de conocer sino de ser sostenido y “fortalecido” desde la naturaleza. Solo en un tercer
momento, cuando ya habían captado ese imago que los conectaba con “el todo” y los tranquilizaba,
alcanzaban el conocimiento al discriminarse y nombrar lo experimentado. Solo entonces estaban en el
orden de la cultura, nombrando lo vivido, relatando. Es necesario un cuarto momento para que el lenguaje
relate, como una leyenda, una experiencia menos inmediata. Hay ya cierto distanciamiento entre
naturaleza y cultura.
Las crisis vitales nos ponen en en contacto intimo con la cultura-natura; vivenciamos un “contexto infinito”
en el cual participamos de una imagen pictórica que simboliza el todo, transformando lo vivido en una
imaginación creativa o activa que nos permite tener acceso al conocimiento científico a través de palabras
convencionales que interpretan la experiencia.
Las crisis vitales nos ponen en contacto con la cultura por coparticipación; transformamos esta experiencia
en imaginación activa que “dice” lo vivido para luego entrar en un código cultural desde el cual hablamos.
La “crisis vital” nos instala en el corazón mismo de la cultura y de la historia.
SINTESIS: Hemos definido “crisis vital” como un concepto limite entre los objetos y cosas y los valores;
entre la civilización y la cultura, entre la imaginación pasiva y activa, en otras palabras, dicho concepto
apunta a una idea de estructura diferente que da cuenta de un contexto creativo donde los objetos, las
cosas y los roles son trascendidos por “las funciones” diferenciadas de un todo primero, simbolizado por
una imagen donde la parte nos hace participar del resto para luego alcanzar el símbolo lingüístico en el que
las palabras ocupan el lugar de las cosas. Es decir que el hablar, cuando es posterior a una crisis vital, no
esta solo predeterminado, sino que es un acontecimiento inédito que hace historia al dar cuenta de una
experiencia originaria.
Capitulo III: El modelo de crisis vitales como “extensión” del psicoanálisis.
1) El incc estructurado como un lenguaje, es decir, la cadena de significantes, por un incc cultural.
2) El Edipo estructurados por objetos de identificación y de interacción, correlativo a un Edipo
estructurado como “funciones” o “leyes de parentesco” dentro de un contexto mítico.
3) La coparticipación de una identidad grupal promovida por la falta en ser, inherente al misterio
humano y la represión promotora del ocultamiento a la conciencia de la experiencia sexual infantil.
Una crisis vital, como proceso, nos integra al contexto cultural vívidamente, cuya estructura inconsciente
nos aporta una energía reprimida que nos transforma desarrollando nuestro potencial imaginativo para
orientar las nuevas ilusiones yoicas. En otros términos: “dar un espacio poético a un objeto es darle mas
espacio que el que tiene objetivamente, o para decirlo mejor, es seguir la explosión de su espacio intimo y
descubrir su capacidad creativa”
Consideramos un Edipo estructural desde la cultura como leyes de parentesco que, en el modelo de crisis
vitales, hemos llamado “funciones” de un todo grupal que posibilitan la constitución de un primer aparato
psíquico grupal compensador de la “falta” más allá de la incompletud sexual, en la limitación humana que
nos desajuste con nosotros mismos y con el medio.
Esta estructura edípica grupal, no individual, se establece desde un “no” fundante cultural que prohíbe a la
madre solamente apropiarse del hijo.
Una posibilidad participativa de un sujeto de experiencia corporal viva, que lo integra a través del
sentimiento de identidad grupal a un contexto cultural que compensará la falta como ser completo.
El aprendizaje de la sexualidad no se hace solamente sobre la base de las pulsiones de autoconservación,
sino sobre la base de estas funciones que como leyes de parentesco integran la cultura y la naturaleza. Es
decir, la búsqueda pulsional de objetos imposibles es coincidente con la búsqueda de la identidad (anhelo
del ser) también imposible de agotar. Ya dije que son dos campos que buscan “la claridad” de los objetos
internos y externos y de la identidad, ambas en la conciencia. En otros términos, el sentido y el, significado
de los hechos jamás agotables. La búsqueda de significado es la demanda de palabras que nos liberan de lo
pulsional, revelando el suceso donde fue hablado. Vivir para otro, búsqueda de sentido es respuesta a una
demanda (interpelación) desde un contexto donde vivo con otro tras la “palabra”, que de cuenta de la
experiencia grupal, única e irrepetible (acontecimiento) el ser aparece en nosotros ocultado por el objeto.
Siempre buscamos objetos que nos ilusionen, representen, pero también buscamos liberarnos de los
objetos para que el ser (la identidad) se manifieste.
Toda crisis vital es una oportunidad para esta doble búsqueda. Partiendo de la identidad grupal (Edipo
funcional) alcanza la identidad del Yo como objeto. Para terminar el ciclo con la identidad del grupo social
donde están los otros objetos (Edipo relacional) cuando esta nueva configuración se estabiliza y pierde
vigencia por algún motivo, se cierra el vinculo y se inicia otra crisis vital.
Creo que la exagerada importancia dada al incc. estructurado como un lenguaje, como ultima clave de la
conducta humana, impidió ver la dimensión de “sentido” que pone al paciente y terapeuta, padres e hijos,
jefe y subordinado, hombre-mujer, etc. A todos ante una experiencia fundante grupal o comunitaria.
En plena crisis vital el yo está{a subsumido (implícito) sin función prevalente, permitiendo así desaferrarse
(de una alegría) y poder entrar en lo que Bachelard llama la imaginación poética, donde suspendía o
subsumía el Yo y los objetos concomitantes, pudiendo entonces poner en duda todo para imaginarme
desde el “todo” (el contexto grupal o cultural) otra visión desde un símbolo vivo o imago (o alba de la
eternidad)
SALVAREZZA, L (2011) Psicogeriatría, teoría y clínica: cap V La sexualidad en la vejez.
Cap 5, la sexualidad en la vejez:
¿Por qué los seres humanos, en nuestra individualidad o en nuestras organizaciones sociales, reprimimos
tan férreamente nuestra relación con la sexualidad de los viejos?
Ciertamente no hay una respuesta unívoca. Una serie de factores de diversa índole confluyen para
explicarlo. En primer lugar, veamos lo que concierne a los viejos en si mismos. Hay que reconocer que aún
hoy subsiste una fuerte ola de puritanismo que se enraíza – en nuestra cultura judeo cristiana- con la
fuerte influencia victoriana de fines de siglo pasado.
Esta visión puritana de la sociedad despliega sus aspectos moralistas en conceptos tales como que la
sexualidad en los viejos no es ni posible ni necesaria, y si ocurre, no es normal. Por un lado, se niega la
sexualidad y la idea de su presencia escandalizada, y por el otro se torna fuerte el clisé de “viejo verde”. El
viejo queda de esta manera atrapado en la disyuntiva de no tenerla o tenerla.
Para entender esto es preciso señalar que lo que aquí aparece denominado como opinión pública, desde el
sujeto pertenece al orden imaginario del deseo en el cual éste es el deseo del “otro” al mismo tiempo que
se desea ser deseado por el otro.
El individuo se ve afectado – real o fantásticamente – por una sensación de perdida permanente en sus
relaciones objetales y por el temor de dejar de ser deseado.
Esta moral puritana impone al mismo tiempo la prohibición de verbalizar esta problemática. Lo que implica
que a la angustia proveniente de la conflictiva individual se le suma la imposibilidad de buscar ayuda. Con
la propia pareja no se habla de estas cosas: o se tiene relaciones o no se las tiene, pero no se habla. Con los
amigos no se puede por temor al ridículo, y si se pudiera no serviría de mucho, atrapados ellos mismos en
problemáticas similares. Los hijos suelen ser malos receptores de estos conflictos, dado que la angustia que
en ellos se genera suele traducirse en escapismo o en conductas reactivas altamente desfavorables. El
consejo religioso indicará resignación. Solo queda el médico.
En ninguna conducta humana se ve con tanta claridad esta distinción en dos categorías distintas como en
lo concerniente a la sexualidad. Biológicamente, los hombres están en mayor desventaja: socialmente la
condición de objeto erótico desfavorece a la mujer. Enraizado en un hecho biológico, el hombre, desde
niño encuentra en su pene un objeto valorizado y valorizante de su personalidad y sobre la valorización de
este objeto primero y de su función después, estructura gran parte de su narcisismo.
El traumatismo narcisista que teme es una falla de su sexo: la imposibilidad de llegar a la erección, de
mantenerla, de satisfacer a su compañera.
Otra fuente de puritanismo sexual contra la vejez son los clises de una sociedad fijada a la juventud.
Influenciada por los medios masivos de comunicación la juventud ha terminado por creerse la depositaria
de la totalidad de la sexualidad y del placer, negando y descalificando la de los viejos.
Al negarse a reconocer la sexualidad de los viejos, los jóvenes y los adultos se niegan a reconocerse a si
mismos en los viejos que serán, en sus deseos y en sus posibilidades, y esto, si no lo modifican,
inevitablemente les acarreará tremendas consecuencias cuando no sepan como lidiar con la vejez.
Aceptar la sexualidad de los viejos implicará aceptar la de los propios padres y, al hacerlo, reinstalará el
primitivo objeto del deseo infantil, entonces el joven deberá enfrentarse con una nueva puesta de escena
de un conflicto temido a la vez que doloroso, ya que lleva el sello ineluctable de la primera derrota.
Pero debemos saber que si no conseguimos hacerlo estamos expuestos a sufrir una segunda y definitiva
derrota: no poder comprender ni manejar nuestra propia sexualidad cuando nuestras limitaciones
psicofisiológicas nos muestren que hemos llegado a la vejez.
2. Datos estadísticos.
Encontramos que dos de cada tres hombres mayores de 65 años y que 1 de cada 5 mayores de 80 años son
activos sexualmente y que en los últimos, si bien su actividad declina, su interés continúa. La mitad del
grupo de 80,90 años manifestó un moderado grado de interés.
Durante los periodos REM (sueño) el 75% de los hombres – incluido el de 96 años- tuvo erecciones. Todos
los sueños que luego fueron relatados tenían algo que ver con temas sexuales. Volviendo al estudio de la
Universidad de Duke, las cifras de las mujeres son totalmente distintas y revelan muy claramente las
diferencias que para ambos sexos he señalado mas arriba: como ejemplo digamos que una de cada 3
mayores de 60 tiene deseo sexual pero solo una de cada cinco tiene relaciones. Otro punto a destacar es el
de las clases sociales. En general, los sujetos pertenecientes a las clases medias, bajas son mas activos
sexualmente que los de las clases altas, y los hombres de campo son mas activos que los de ciudad.
3. Datos fisiológicos:
Debemos comenzar por saber como es la respuesta sexual fisiológica de los viejos para poder entender
luego las conductas de interrelación que a partir de ellas se harán posibles. En el estudio directo sobre la
participación activa de las mujeres se observaron con sumo detalle las respuestas de los órganos genitales
internos y externos como así también los extragenitales (senos, piel, músculos, uretra, vejiga, recto) .
Con la edad disminuye la reacción normal de vasodilatación de los senos frente al aumento de la tensión
sexual y, por consiguiente, no se produce su característico aumento de tamaño. Sin embargo, la erección
del pezón como signo externo de elevada tensión sexual, se mantiene, y su respuesta a cualquier tipo de
estimulo especifico efectivo se produce con facilidad.
La respuesta clitoridiana – aumento del cuerpo esponjoso por vasodilatación- continua en el grupo de
mujeres de 70 años, pero la reducción del nivel hormonal produce una pérdida del tejido adiposo y elástico
de los labios mayores, así como una pérdida de la reacción de la piel de los labios menores.
Donde se manifiestan las mayores modificaciones y que son las que en definitiva producen los mayores
trastornos, es en la vagina. Estas son consecuencia directa de la disminución de esteroides que se
producen con el aumento de la edad. Las paredes de la vagina senil son muy delgadas y además disminuye
en longitud y anchura y revela disminución de la expansividad por el menor grosor de las paredes.
Esto de ninguna manera implica asumir que la mujer vieja no pueda mantener una capacidad amatoria que
satisfaga plenamente sus deseos, los que estarán determinados por su edad, su experiencia y capacidad de
goce previo y, sobre todo, por la ejercitación regular de su sexualidad. “a pesar de los cambios involutivos
de los órganos reproductores, la mujer añosa puede presentar una respuesta normal a nivel orgásmico de
tensión sexual, en particular si se expone de manera regular a una estimulación sexual efectiva. En los
hombres, mas que en las mujeres, una palabra puede ser utilizada para definir la acción del paso del
tiempo sobre la respuesta sexual: lentificación. En oposición al joven, que presenta una erección casi
inmediata, rápido acoplamiento y rápida eyaculación, el hombre añoso (en particular después de los 60) es
lento en la erección, en el acoplamiento y en la eyaculación.
A medida que envejece el hombre es mas lento para llegar a la erección y esto con independencia de la
efectividad de la técnica estimulatoria empleada.
Vemos aquí, al igual que lo hemos señalado mas arriba para la mujer, que las variaciones fisiológicas que
determinan la mayor lentitud, de ninguna manera deben implicar la apreciación de que el hombre no
puede obtener satisfacción y placer en el ejercicio de su actividad sexual, como veremos enseguida.

4. Consideraciones psicológicas.
Los individuos que soportan una disminución o desaparición de sus funciones genitales no por eso son
asexuados y deberán realizar su sexualidad a pesar de sus limitaciones. Justamente éste es el problema del
viejo. Por esta razón y a pesar de que los estudios citados anteriormente parecen centrados en la función
genital, prefiero mantener la expresión sexualidad porque nos permitirá descubrir y describir la dimensión
psicológica que subyace a las diversas formas de su funcionalidad.
Así definida, la sexualidad puede aumentar, disminuir, desplazarse, dando contenido a infinidad de
conductas que, para un observador no advertido, podrían pasar desapercibidas o llevarlo a pensar que
nada tienen que ver con ella. “las actividades sexuales tienen una pluralidad de fines. Apuntan a resolver la
tensión creada por el impulso sexual y que, sobre todo la juventud, tiene la violencia de una necesidad. Mas
tarde, salvo en el caso de que padezca en ese plano de una grave frustración, el individuo busca mas que
una liberación, un placer positivo: lo alcanza en el orgasmo; éste va precedido y acompañado de un cortejo
de sensaciones, imágenes, mitos que procuran al sujeto “placeres preliminares” resultantes de la descarga
de “impulsos parciales” arraigados en la infancia, y que pueden tener para el sujeto tanto o mas valor que
el orgasmo mismo”.
5. Consideraciones clínicas.
a. No hay ninguna causa para que un sujeto, en un razonable buen estado de salud general, no pueda
continuar experimentando deseos sexuales y ejercitando su función genital hasta estadios de edad
muy avanzados.
b. La posibilidad de que esto ocurra efectivamente está en razón directa de la actitud que el sujeto
haya tenido para con su sexualidad a lo largo de toda su vida.
c. En ningún caso debe tomarse comparativamente como medida de normalidad la actividad de la
juventud o la adultez joven. Cada momento de la vida tiene sus propias posibilidades funcionales.
Kinsey (1953) señala que las mujeres que tuvieron un matrimonio feliz, bien ajustado y estimulante,
continúan en los años de menopausia y aun posteriormente su actividad sexual con poca o ninguna
interrupción.
Los informes señalados muestran que en la medida que los contactos sexuales se reducen por viudez o
divorcio, las mujeres suelen retomar hábitos masturbatorios anteriores, como un intento de salida de
la penosa situación de frustración de sus deseos activos.
¿Cuáles son los factores psicológicos, fisiológicos y sociales que determinan la pérdida progresiva de la
función sexual en los seres humanos? Casi todos los autores consultados enumeran razones bastante
similares, que pueden agruparse en las siguientes categorías comunes.
5.1. temor por el desempeño.
Muchos de ellos toleran mal o malinterpretan el proceso de lentificación que se produce por el
envejecimiento y reaccionan con lo que se conoce con el nombre de pars pro toto, es decir, toman el
hecho de necesitar mas tiempo para llegar a la erección como una señal de impotencia.
5.2 problemas derivados de la inserción socioeconómica.
A medida que se asciende en la escala social, el manejo de la sexualidad se torna más problemático. Es
que este ascenso social determina el sometimiento a una estructura competitiva, consumista, que
exige del sujeto un enorme esfuerzo desgastante en su afán de conseguir seguridad económica o la
preservación de su estatus. La búsqueda de prestigio y honores consume su actividad diaria,
transformada en una actuación narcisista de la cual no hace participe al cónyuge. Este interés del
hombre fuera del hogar, al mismo tiempo que va desgastando sus capacidades mentales al
sobrecargarlas de tensiones conflictivas, va reduciendo el tiempo necesario para su pareja. Cuando el
hombre “tiene un mal día”, cuando sus asuntos “no le funcionan bien”, en general el interés sexual
disminuye sepultado por la presión de la tensión narcisista.
5.3 enfermedades.
Cualquier deterioro, agudo o crónico, que se manifieste en el ámbito de la mente o el cuerpo, que
actúe reduciendo las condiciones generales del sujeto o la eficiencia de su economía orgánica, puede
estar en relación con su descenso o ausencia de las pulsiones sexuales.
5.4 excesos en la comida y en la bebida.
La excesiva ingesta de alimentos y el sobrepeso consecuente que se observa con relativa frecuencia en
los sujetos viejos tiende a reducir el deseo tanto como la capacidad de goce sexual.
5.5 moratoria en la relación sexual.
La pérdida de interés en el coito debida al aburrimiento en la relación sexual es el factor mas constante
en la disminución de la frecuencia de los contactos sexuales con su pareja que se produce en el
individuo de edad avanzada.
Conclusiones:
Es posible afirmar sin ninguna duda que en los viejos la sexualidad no solo es posible, sino que es
necesaria. Posible porque, si bien la fisiología nos muestra diferencias con los sujetos más jóvenes, la
satisfacción psicológica que proviene del ejercicio de la función no se altera; y es necesaria porque el
ejercicio regular de la misma es el factor de mayor importancia en su mantenimiento, según el
consenso generalizado de todos los investigadores.
Planteadas así las cosas, solo nos queda por delante la tremenda tarea de vencer la resistencia que
proviene de la sociedad con toda su cohorte de prejuicios, prohibiciones y sanciones que se abaten
sobre los viejos privándolos del ejercicio de una parte de su vida.
El problema radica en como hacemos para modificar este estado de cosas, que involucra tanto a los
viejos como a los responsables de su atención y cuidado.
Se necesita fundamentalmente es una campaña de educación sexual específica destinada a los viejos.
La acción debe emprenderse desde la temprana infancia tratando de que el ser humano pueda sentir
sus deseos sexuales cotidianos como algo no solo natural sino saludable y necesario. En este sentido los
mayores, responsables de su orientación y formación, no deben ejercer sobre los niños una acción
represiva – siempre negativa- y deben ofrecerse como un modelo de identificación positiva para el
placer compartido.
Mientras trabajamos tratando de llegar a esta meta, difícil de alcanzar por el momento, solo nos queda
comprender y hacerle entender a los viejos que la sexualidad va mas allá del simple ejercicio de la
función genital; en la autoafirmación de la feminidad y de la masculinidad la sensación cotidiana de
sentirse buscado, necesitado y querido dará una perspectiva distinta a esta etapa de la vida tan
compleja y tan difícil de vivir.

IACUB, RICARDO; ROQUE, MONICA. CONFERENCIA: MASCULINIDAD Y VEJEZ


Los varones, la vejez y el poder:
La masculinidad en la vejez ha sido un tema relegado por la gerontología y me pareció interesante
presentarlo. Por otro lado, Mónica consideraba importante incluir este tema para que la cuestión de
género no sea vista, solamente, desde el punto de vista de la mujer. El objetivo es conocer cuáles son las
transformaciones que emergen en los varones en esta etapa vital, considerando especialmente aquellos
relativos a la pérdida de poder y al modo en que
los cambios corporales inciden en las representaciones de género del sujeto. Por todo esto quiero
comenzar con un tango de Gardel y Lepera que dice “la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser”, ya
que es desde ese desequilibrio de poder que vamos a articular la temática del envejecimiento masculino.
La lectura desde el poder permite observar y analizar la posición que detentan ciertos grupos
poblacionales en diversos contextos sociales y en relación a otros grupos poblacionales.
Los efectos de significado y sentido que se producen en una determinada correlación de edad y género,
como la que estamos señalando, debe tener en cuenta que los relatos hegemónicos sobre los varones
viejos impactan de maneras disímiles según la clase social, el nivel educativo, la generación, las etnias, u
otros criterios. Los cuales tendrán efectos particulares sobre las prácticas sociales, los proyectos de género
específicos y los recorridos singulares que se propongan.

Ese cuerpo no puede pensarse autónomamente, sino que está basado en un contexto cultural
que lo estima, lo valora, lo comercializa y lo consume de distintas maneras. Más precisamente, como
señala el filósofo francés Michel Foucault (1976-1983), le impone regímenes disciplinarios o de control.
El denominado bio-poder construye, selecciona y determina ciertos cuerpos, en detrimento de
otros, generando mecanismos que determinan que algunos sean los destacados y otros queden relegados,
es decir, organizados en una lógica de jerarquías de poder. Sin embargo, el sujeto nunca es
meramente padeciente, sino que es un sujeto que resiste, que transforma, que conforma espacios
particulares donde puede seguir teniendo ciertos manejos de poder y control sobre si y su contexto.
La filósofa estadounidense Judith Butler (2003) considera que las identidades son ficciones, no
porque no sean reales, sino porque son relatos posibles que generan escenarios, prácticas y proyectos
sociales que constituyen referentes o ideales regulatorios del sí mismo. ¿Qué significa esto? Cuando
quiero saber qué significa ser varón o tener cierta edad, necesito basarme en relatos, en proyectos o
prácticas sociales que me dicen y convalidan identidades ya constituidas. Es decir, si yo no doy con la
figura esperada de varón, hasta qué punto puedo creer que lo soy: “hasta que punto soy varón si no
juego a la pelota, o si me gusta más la muñeca que el revólver”.
Este tipo de cuestiones inciden y constituyen identidades y es allí donde la coherencia entre el
dato indicativo, que incluye a un sujeto en un grupo determinado, y el cuerpo y la identidad efectiva
tienen que tener ciertos niveles de correspondencia. Cuando se la pierde, el sujeto deja de saber
quién es, y aún más, carece de legitimidad ya que dejará de ser reconocido por los otros (Dos Santos
y Coelho, 2013) y por la propia expectativa que el sujeto supone de los otros. Es decir que el otro
puede no reconocer en ese señor mayor a un hombre, con las insignias de una masculinidad adulta,
y este factor tiene un alto nivel de incidencia, ya que parte de la legitimidad de la masculinidad se
juega en el ámbito del reconocimiento público.
Cotidianamente utilizamos términos referenciales a partir de los cuales la cultura nos promete
poder llegar a ser varón, mujer o la referencia que fuera y es allí donde nos contrastamos, nos miramos
en ese espejo y buscamos ciertos niveles de adhesión o coherencia. Cuando no alcanzamos esos niveles,
aparece la sensación de “estar fuera de”, en un lugar no legítimo y esto suele resultar perturbador
a nivel del bienestar psicológico. Trato de resaltar esta cuestión, antes de sumergirnos en la
cuestión de vejez y masculinidad, porque lo difícil, a veces lo insoportable para el sujeto, es quedar
afuera de cierto lugar de reconocimiento de la legitimidad del sí mismo.

En busca de lo masculino en la vejez:


Si cotejamos imágenes de lo masculino en la vejez, simplemente jugando con lo que aporta google, se
pueden ver imágenes que parecen algo contradictorias, hallamos desde el anciano desvalido física o
mentalmente, el adulto mayor poderoso deportista.
Tenemos otras imágenes ligadas a una virilidad casi estereotipada y rescato esta otra foto, de un hombre
mayor vestido como un “oso”, pero con un osito. Los osos son un grupo gay que viste con cueros, suelen
ser gordos, peludos y donde la vejez no aparece como un elemento negativo para esa estética que se
propende con los valores de lo toscamente masculino. De esta manera podemos ver que la masculinidad
no se corresponde necesariamente con la heterosexualidad, sino a un relato que puede ser variable y
adaptable a múltiples formas. Todas estas imágenes aportan elementos diferenciales y hasta
contradictorios, que nos permiten visualizar la amplitud de un relato y su elasticidad narrativa. La
masculinidad no había sido investigada en profundidad, como la adultez, por una cuestión altamente
autorreferencial. Ambas aparecían como los modelos desde donde se observaba la realidad.
Las mujeres, los niños o los viejos eran los observados y en alguna medida, la vejez masculina sufrió la
misma limitación.
La gerontología en su afán de definir sus propias fronteras construyó, como señaló ayer Adriana Robira,
un viejo sin género. Es decir, una entidad nueva que parece que no reviste género porque es tan particular
que el género no la alteraba, y, por otro lado, en esta tendencia asexualizadora hacia el viejo, parecía que
los límites entre uno y otro se perdían. Todo esto contribuyó a lo que podemos llamar la “invisibilidad
cultural” de los varones viejos.
La masculinidad es una construcción social acerca de lo que significa ser varón en determinado tiempo y
lugar (Connell, 1987), con características fluidas y sensibles a los cambios históricos y culturales (Coles,
2009). Sin embargo, es importante considerar que no es tan fluido como a veces, los posmodernos
queremos que lo sea.

Ser varón, cuesta caro:


La socióloga francesa Elisabeth Badinter (1990) sostiene que “ser varón, cuesta caro” y la socióloga
australiana Raewyn Connell (1993) agrega que pocos pueden estar a la altura de la versión hegemónica de
la masculinidad. Lo que indica el demandante rol de género que supone la masculinidad y a lo que se
puede agregar la continua demostración del mismo. Por ello en nuestra cultura la mujer “es”, mientras que
el varón tiene que demostrarlo. Es decir, es una definición en la que el límite entre ser varón y no serlo es
un desafío y una amenaza siempre presente.
En nuestra cultura existe el lugar del “marica”, que no necesariamente es el gay, aparece como algo que
puede desplazar a un hombre de su ser hombre, y por esto el ser varón cuesta caro. Badinter (1990) lo
arguye muy bien cuando describe las ceremonias africanas para poder volverse hombre,
donde muchos chicos terminan muriendo simplemente para demostrar que pueden cazar un león y
que muchas veces terminan siendo cazados por estos. Lo que nos lleva a preguntarnos “¿por qué sería tan
importante demostrarlo siempre”? y a lo que podríamos responder, porque la adhesión concita mucho
prestigio, pero también porque no adherir genera mucho desprestigio.
Las expectativas sociales sobre la masculinidad están demandadas muy fuertemente en diversos campos,
aunque Connell (1983) los sintetizan en cuatro:
En primer término, el deporte, en nuestro país y quizás gran parte de nuestra región específicamente el
fútbol, se asocia con la virilidad. Jugar, mirar, comentar sobre fútbol es uno de los espacios de sociabilidad
más clásicamente masculina. Lo que constituye, que más allá del interés que concita, es una demostración
positiva de cuán varón sos y cómo demostrás tu virilidad a partir de esto. El deporte jugado u hablado, son
dos prácticas con alto contenido de masculinidad.
En segundo término, la sexualidad porque es la demostración cabal de que un hombre puede tener una
mujer y todos los varones sabemos el costo que tiene acceder a una mujer. Las demandas y
demostraciones de sexualidad suelen ser muy exigentes. El primer acto sexual, tiene un valor de afirmación
masculina, ya que implica constatar que uno fue capaz y que se demuestra a otros dicha capacidad, desde
el padre a los compañeros. Luego se pasa al aspecto contable de cuántas veces se pudo y con cuántas
mujeres.
En tercer término aparece la paternidad, como otra demanda masculina en relación al poder aportar, al
poder mantener. Las investigaciones demuestran el costo psíquico que tienen los varones al no poder
mantener una familia o que la mujer lo pueda mantener.
En cuarto término el trabajo aparece como otro de los lugares de demostración de la masculinidad. El
trabajo es uno de los espacios donde se combina la posibilidad de ganar, de competir, de demostrar
potencia y capacidad y en un espacio más delineado, aún hoy, para el hombre que para la mujer. De allí
que la jubilación tenga efectos diferenciales para uno y para el otro, y que para los varones las identidades
laborales absorban gran parte de la identidad de un sujeto ya que no solo pierde un espacio valorado sino
de demostración de masculinidad. Más allá de estos aspectos es importante destacar el valor que se le
otorga al poder físico, económico, el desapego emocional, el coraje, la autonomía. Este último aspecto lo
destacaría en relación al control físico sobre sí y la preocupante exposición ante los otros.
La psicóloga argentina israelí Gabriela Spector Mersel (2006) sostiene que el ideal actual sobre
la masculinidad parece terminar con la mediana edad, ya que los varones viejos quedarían afuera de
las demandas habituales sobre lo masculino, y concretamente, se los deja sin parámetros para la expresión
de género.

Por esto tomar como marco teórico la masculinidad hegemónica permite describir el nivel estructural de
este género y sus complejos accesos (Connell y Messerschmidt, 2005).
En lo cotidiano, hay mucha más fluidez y podemos encontrar múltiples masculinidades ligadas a contextos
variados. Así como también hallamos estrategias que disminuyen la presión social. Una de las actitudes
más habituales de los adultos mayores es cuando empiezan a tener dificultades físicas buscar disminuir la
exposición. El nivel de control que requieren sobre sí y sobre su masculinidad pareciera volverse más
exigente en los ámbitos externos, y no tanto en los internos, donde no aparece tan vergonzante el pedir
ayuda a la esposa, pero sí parece vergonzante ir al médico.

Encarnar y personificar la vejez:


Los contextos de la masculinidad, suponen diversos ámbitos donde se producen sentidos, uno de estos es
el propio cuerpo como objeto de interpretación y de prácticas. En este punto, tomo un concepto que en
inglés se llama “embodiment” que podría ser traducido como encarnación y El sociólogo francés David Le
Breton (1993) dice que los límites del cuerpo dibujan a su escala el orden moral y significativo del mundo.
Pensar el cuerpo es otra forma de pensar el mundo y el vínculo social; de allí que un trastorno introducido
en la configuración del cuerpo, introduce un desorden en la coherencia del mundo.
La representación del cuerpo es uno de los contextos más definitorios de las personas, ya que incide en los
modos de relación, reconocimiento, control y manejo.
La habilidad para mantener la autonomía personal y el control sobre su cuerpo, en la mediana y tercera
edad, es un indicador de envejecimiento exitoso en la cultura occidental (Smith, Braunack- Mayer, Wittert,
& Warin, 2007) tanto para su identidad masculina como para la identidad personal (Smith et al., 2007). Y
en este punto, la actividad física es un medio para los varones viejos para preservar una autoimagen de
género y mantener cierto sentido de continuidad en el tiempo.
La pérdida de este control personal tiene mucho que ver con la acrecentada dificultad de mantener ciertas
prácticas físicas habituales y cuando se vuelven menos predecibles generan altos niveles de inseguridad o
inhibición. Todo esto lleva a una pérdida de seguridad que imprime una fragilizada posición masculina que
puede dejarlos varados en la propia casa. De esta manera, así como la actividad física es un medio para los
varones viejos de preservar una auto-imagen masculina que ayuda a mantener un sentido de continuidad
(Drummond 2008), la pérdida del control personal vuelve la constitución de la masculinidad inestable y el
género debe ser renegociado (Connell, 1995; Drummond, 2006; Eman, 2011).
La noción del “hacer” masculino es considerado “un acto en sí mismo” (Connell, 1983) asociado con la
valoración de sus cuerpos y sí mismos. Recuerdo que en una investigación me dijeron: ¿sabés lo que es
para mí no poder cambiar una lamparita? ¿O que la casa me quedó grande? Esta sensación de pérdida de
control se asocia a una vivencia de impotencia generalizada. Mantener un modelo de juventud arquetípico
no aparece tan asociado a lo estético en el varón, sino más bien a la funcionalidad, y lo podemos ver en
muchos aspectos donde la seguridad no reside tanto en ese aspecto, si no que pasa por un ideal de
fortaleza física. En las mujeres muy viejas la delgadez aparece como un ideal muy valioso, y es común
escuchar: “aunque sea estoy flaca”, mientras que en los varones es más habitual escuchar “todavía camino
X cuadras”. Hoy, sin embargo, hay un cambio generacional donde la cuestión estética pesa más y
comenzamos a escuchar nuevos relatos (Drummond 2003; Iacub, 2007).
La idea del “cuerpo máquina” es una metáfora mucho más masculina y concretamente remarca una
masculinidad instrumental (Messner, 1992) o utilitaria. Es “yo puedo hacer, manejarme, controlar la
situación que tengo cerca de mío” y donde el cuerpo deviene un eje de la representación del sí mismo
(Connell, 1990). Esto explicaría la relación del cuerpo con la utilidad y también debería convocarnos a
pensar de qué modo se lidia con estas limitaciones. Uno de los ejemplos clásicos es el conducir
automóviles, y cuántas veces la propia familia interviene cuidando una dimensión del sujeto que no
necesariamente es la que le interesa al viejo.
En este sentido la eficacia, el control, poder y potencia aparecen como los valores por excelencia (Mishkind
et al, 1986) y el cuerpo activo, física y funcionalmente, es el que representa dichos valores (Connell, 1995).
Cuando el varón se siente útil y activo, no se siente viejo (Iacub, 2007). Solo se piensa viejo cuando se
siente pasivo. Esto nos llevaría a pensar que la vejez no es un elemento en sí, sino un criterio dependiente
de cómo me sienta. Concretamente, la gente se siente vieja cuando se encuentra en situaciones de
debilidad.
La vejez, en general, es una categoría que sirve para describir la falta, lo que ya no tengo (Iacub, 2007).
En término de narrativas hegemónicas, la vejez se ve como un proceso de declinación, donde sienten que
pueden perder el estatuto masculino (Meadows y Davidson, 2006). Es mucho más habitual en los varones
la disociación entre un “antes” donde era verdaderamente hombre, asociado al trabajo, y un “ahora”
donde ya no son lo que eran antes. Cuando son evaluados en relación a hombres más jóvenes, suelen
sentirse menos hombres, mientras que, si no son evaluados en relación a los varones más jóvenes, pueden
percibirse como exitosos en lo que sea que hagan como varones (Thompson, 2006) . Los varones suelen
compararse menos con las imágenes de los medios porque las consideran inalcanzables, se preocupan
menos por la evaluación externa de su cuerpo, es decir, que a pesar de todas estas demandas generales,
sigue habiendo esta capacidad de seleccionar lo que sí se puede seguir haciendo (Arbour y Ginis, 2006).
Mientras los varones más jóvenes focalizan en mejorar la apariencia para ganar capital social, los varones
más viejos focalizan más en el fitness y la prevención de la salud.

De la negación a la caída en la enfermedad


Este quizás sea uno de los temas más complejos ya que los cuidados del varón viejo sobre su salud no
resultan los esperables. Buscar ayuda, tener que esperar en los consultorios, la percepción de fragilidad, la
falta de confianza, el seguir una indicación, o que el médico tome control sobre los cuidados de salud
aparecen como factores de preocupación para muchos varones. Todo esto entra en conflicto con la
demanda masculina del auto control masculino, así como evitar situaciones de dependencia, fragilidad y
hasta de dolor. En este sentido llamaría “caída en el cuerpo” a la pérdida de un control de sí que marca el
pasaje a una posición de indignidad y dependencia frente al cuerpo en tanto ajenidad inmanejable (Iacub,
2007).
Carol Guiligan sostenía que las ideas de virilidad que aún tenemos, tienen mucho que ver con el varón
medio mediterráneo, donde el ágora o espacio público era el ámbito en donde se producía lo masculino.
Quizás por ello podamos preguntarnos porque el hombre sale a menos actividades públicas que la mujer.
Los varones mayores pueden otorgar un gran valor a dicho reconocimiento y esto condice en el mayor
control de su auto exposición y que cuando surgen problemas físicos, frenen el contacto con el afuera. La
focalización en la valoración de la percepción ajena sobre sí puede llevarlos a sentirse “castrados” por la
discapacidad (Lorber & Moore, 2002).

La potencia absoluta:
La masculinidad hegemónica estimula la sed de éxito, agresividad y dominio que se reflejan a nivel sexual
en una búsqueda de competencia, energía y disposición permanente (Marsiglio, 1988); no tanto porque el
hombre necesite estar todo el día teniendo relaciones, si no que el hombre necesita contar todo el tiempo
que sigue siendo hombre.
Si los escenarios culturales prevalecientes estimulan a los hombres jóvenes a ver su sexualidad como un
medio para reafirmar su identidad de rol masculino y su maduración hacia la adultez (Gross, 1978), en los
hombres mayores evitar cualquier fallo también puede representar un proceso auto-afirmante que le
permita retener el sentido masculino del yo, así como el declive sexual relacionado con la edad puede ser
considerado un proceso de desmasculinización (Hirshbein, 2000).
Esta tensión aparece por ello especialmente en dos momentos de la vida, la adolescencia porque es donde
resulta fundamental demostrar la potencia masculina, y luego en la vejez, ya que las condiciones de la
sexualidad cambian y pueden resultar menos predecibles. lo que lleva a que nuevamente la masculinidad
tenga que ser repensada.
Todo declive sexual aparece como una amenaza permanente, frente a lo cual uno puede entender por qué
se recurre tanto al Viagra. En principio, pienso que este medicamente ha solucionado un trastorno físico
que se manifiesta en la discapacidad eréctil, pero también a su manera permite que el varón se asegure y
afirme ante el temor a la desmasculinización antes señalada. Hay investigaciones que indican que cuando
la mujer deja de tener relaciones sexuales, en términos generales, no conduce a la depresión. Mientras
que para los varones el retiro de las relaciones sexuales se asocia con la depresión.
El uso del término: “impotencia”, refleja un momento significativo en la construcción social de la
sexualidad masculina que da cuenta del demandante guión sexual masculino (Tiefer, 1986). De hecho,
vemos como los jóvenes usan Viagra para demostrar su potencia masculina, sin que exista un límite físico
acusado. La disfunción eréctil episódica lleva a menudo a la auto-recriminación y a un ciclo de
“espectador”, por el cual los hombres se miran a sí mismos en su desempeño y consecuentemente resulta
más difícil obtener y mantener una erección (Williams, 1987).

Creo que tratar las masculinidades nos permite reflexionar sobre este texto que está en la cultura y el tema
es ver cómo nosotros podemos generar modos de transición para que este paso por la vejez no sea un
paso penoso. Así como analizar hasta qué punto tomamos modelos tradicionales y vamos con más de lo
mismo, al modo de Rambo, o si podemos pensar una reconstrucción del personaje donde pueda modificar
y suavizar sus roles masculinos, así como incorporar nuevas formas a su relato, pero que condensen un
valor propio.
Creo que tenemos que ir construyéndolo y que la gerontología tiene un gran desafío. El enfoque sobre el
poder y el género permiten ver los desequilibrios y las nuevas formas de equilibrio. Me interesa que
veamos, no tanto el relato en sí, sino el desequilibrio del relato, porque es lo que nos expresa el malestar.
Cada una de nuestras prácticas gerontológicas, se ve afectada por esto. Entonces cuando nos preguntamos
“¿por qué los varones no vienen a los múltiples espacios de la gerontología?” o ¿por qué llegan tarde a los
ámbitos de salud? Tenemos que pensar que entre nuestro discurso y el del otro media un relato, la
masculinidad, a la que tenemos que interpelar y comprender.

IACUB, Psicología de la Mediana edad y Vejez. CAPÍTULO 3: Deterioro cognitivo y


demencias
2 - Trastornos de memoria de tipo funcional:
Las quejas sobre la memoria son muy frecuentes entre los adultos mayores y resulta importante discernir
en qué medida muchas de estas son el resultado de problemas psicobiológicos y cuáles de tipo emocional.
Es decir, existe una fuerte evidencia de que no toda queja de memoria debería remitir a una patología
psicobiológica tal como se presume socialmente.
Las presiones sociales y neuróticas de los individuos tienden a que los individuos ' subestimen su memoria
(Grut, 1993) y que sea más frecuente que aquellos con este problema también presenten más quejas
somáticas, sentimientos de ansiedad con respecto a su salud física y sobre su propia competencia
2.1 Hipocondría mnésica (0)
Los pacientes con este perfil clínico presentan quejas sobre eventuales pérdidas de memoria tanto
semántica como autobiográfica, resultando complejo que indaguen puntos del comienzo en su patología
así como elementos que intensifiquen o alivien dicho padecimiento.
2.2 Desorganización cognitiva- funcional (Der)
Los sujetos con este tipo de trastorno suelen ser traídos a la consulta después de un duelo o cambio
estresante y cuyo síntoma se manifiesta por manifestar olvidos, distracción, confusión, ausencias, y en
algunos casos de incapacidad para organizar cognitiva y emocionalmente su vida, mostrándose incapaces
de vivir solos.
2.3 Pseudodemencia
Actualmente esta patología ha sido encuadrada desde el DSM IV como una Depresión Mayor y se la
denomina Trastorno Facticio. Personalmente preferiría sostener el término acuñado por Kiloh en 196%, el
que siguiendo descripciones de casos en los que se manifestaban síntomas de Demencia pero en los que
no había correlato orgánico, y que desaparecían con tratamientos psicológico o medicamentos
antidepresivos.
Características clínicas de la pseudodemencia
1. La enfermedad aparece bruscamente y el deterioro progresa.
2. El paciente refiere un negativismo que lo distingue de las demencias veras.
3. El nivel intelectual resulta desparejo por lo que puede mostrarse absolutamente impedido de realizar
gran parte de las actividades, aunque pueda hacer algunas de mayor requerimiento intelectual, por
ejemplo, jugar a las cartas u otros juegos reglados (DSM IV).
4. Los problemas mnésicos son variables en el tiempo tocando tanto los antiguos como los recientes o sea
sin respetar la lógica de los olvidos.
5. La orientación temporo-espacial es buena, a diferencia de las demencias donde se pierde muy
tempranamente.
6. A nivel del lenguaje puede haber una desorganización temática. Las frases podrán resultar inconexas,
aunque el uso e interpretación del lenguaje es "correcto. También podemos observar como son capaces de
utilizar las funciones metalingüísticas, la conativa y la referencial.

En un principio aclaré que actualmente se ha tendido ha reducir esta patología a los términos de Depresión
Mayor. Considero que reducir un término como Pseudodemencia al de depresión mayor supone inferir una
base etiológica común no demostrada.
Otro de los términos con el que el DSM (IV lo denomina es Trastorno Facticio, el cual implica suponer una
especie «de farsa o teatralización diseñada de un modo consciente, sin tener en cuenta los propósitos
inconscientes que la determinan.
3. Perfiles de deterioro
Un perfil de deterioro de tipo cortical: (ALZHEIMER)
Caracterizado fundamentalmente por alteraciones que comprometen a la corteza cerebral como: afasia
(con anomia y dificultades en la comprensión), trastornos mnésicos, 'agnosia, apraxia, alteraciones
visoespaciales y visuoconstructivas, a alteraciones en la abstracción y empobrecimiento del juicio,
El prototipo de este perfil cortical es la Demencia tipo Alzheimer.
 Alteraciones en la memoria inmediata (memoria episódica verbal y no verbal)
 Reducción del nivel general del funcionamiento intelectual (juicio y razonamiento abstracto).
 Cociente intelectual de ejecución menor que el verbal
 Fluencia verbal disminuida.
 Alteraciones en la visuoconstrucción.
 Alteraciones en el lenguaje (anomia).
Un perfil de deterioro de tipo subcortical: (HUNTINGTOM)
Caracterizado por un enlentecimiento cognitivo general y dificultad en emplear las estrategias cognitivas
necesarias para abordar problemas, olvidos frecuentes, alteraciones mnésicas principalmente relacionadas
con los procesos de evocación y de la puesta en marcha de los procesos de búsqueda de la información
(con mejora en el rendimiento en las pruebas de reconocimiento y la alteración del estado de ánimo
(presentando con frecuencia depresión)
 Alteraciones en la Atención.
 Disfunción moderada de: la memoria Déficits visuoperceptuales y constructivos.
 Déficit en la resolución de problemas.
 Déficits aritméticos.

Perfiles “mixtos”
Si bien el perfil neuropsicológico de la Demencia Vascular se relaciona con sus diferentes subtipos y las
regiones cerebrales comprometidas, a fines orientativos y de este trabajo podría decirse que puede reunir
una combinación de rasgos corticales y subcorticales
3.1 Patologías en conflicto
Trastorno Cognitivo Leve TCL (Mild cognitive impairment)
Este Trastorno podría ser descrito toma un estadio transitorio entre los cambios benignos del
envejecimiento normal y los problemas más serios ocasionados por patologías francamente demenciales
como el Alzheimer.
Mientras que el TCL puede afectar áreas de la cognición muchos investigadores han focalizado sobre sus
efectos sobre la memoria. Este desorden puede ser dividido en dos grandes, subtipos:
 Memoria
 Lenguaje y atención
Signos y síntomas.
Los olvidos propios de la vejez normal son menores. Pero cuando «se empiezan a ' olvidar cosas que
típicamente se recordaban, o citas importantes donde las motivaciones psicológicas tampoco puedan dar
cuenta, resulta importante deslindar un síntoma relacionado al TCL.
Los criterios que se utilizan habitualmente son:
 Memorias deficientes, preferentemente corroborada por otra persona.
 Esencialmente muestra un juicio normal, o y capacidad de razonamiento.
 En gran medida pueden llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana.
 Performance reducida en los test de memoria, comparada con otras personas de edad similar y
bagaje educacional.
 Ausencia de demencia
 No existe otra explicación evidente (médica, neurológica o psiquiátrica) para el trastorno.

Causas:
Neurodegenerativa: Un desorden que gradualmente destruye células Cerebrales. Ej, Alzheimer
Vascular: Un desorden que afecta los vasos sanguíneos del cerebro y el suministro de oxígeno y los
nutrientes vitales de las células cerebrales, causando daños celulares y muerte (trastornos cognitivos
vasculares)
Psicológica: Ciertas condiciones psiquiátricas pueden afectar la memoria, la concentración y el humor (por
ejemplo, la depresión).

4- Descripción de las Demencias:


“Bajo esta denominación se entiende un deterioro global, progresivo e irreductible de las funciones
intelectuales, debiendo evidenciar un trastorno tal que impida al sujeto cumplir con sus actividades
cotidianas” (DSM 1V)
En este momento se considera que la demencia produce daños a nivel de las facultades psíquicas, lo cual
implica que habrá una serie de trastornos sintomáticos que no se corresponderán directamente a la lesión
cerebral, por lo que podemos pensar sobre otros aspectos que influyen en la sintomatología, como por
ejemplo formas mas complejas de funcionamiento cerebral, el tipo de organización cognitiva y la
implicación subjetiva.
Funciones intelectuales mas dañadas:
1 - DETERIORO DE LA MEMORIA; en los comienzos pueden presentarse olvidos benignos; uno de ellos es la
anomia u olvido de nombres propios. Estas pérdidas son comunes tanto al envejecimiento normal como a
las demencias, lo que resulta propio de las últimas son los olvidos malignos donde la falla es semántica o
sea de la comprensión del uso de un objeto, por ejemplo, mirar un reloj y no comprender qué tipo de
objeto es.
2- DETERIORO DEL PENSAMIENTO ABSTRACTO: dificulta - la posibilidad de " encontrar similitudes y
diferencias entre las palabras y también para definir los conceptos.
3- DETERIORO DEL JUICIO: se puede encontrar pequeños delirios, actos “irracionales y, junto a esto, lo
que se denomina problemas de la auto-crítica. El sujeto es incapaz de juzgar sus propios actos,
pudiendo mostrar comportamientos groseros o asociales especialmente en el dominio sexual,
4- DISTURBIOS DE LAS FUNCIONES CORTICALES SUPERIORES: esto se define corno apraxia, agnosia y
afasia. La apraxia es la incapacidad de realizar ciertas actividades motoras como escribir, vestirse,
caminar, etc. La agnosia se presenta como fallos en el reconocimiento o identificación de objetos, a
pesar de que la función sensorial esté intacta. La afasia es una alteración sobre el lenguaje que
tiene una incidencia particular en el desarrollo de esta clase, pero quizás sea importante remarcar
que existen modificaciones en el orden del lenguaje que son propios de esta patología.
5- CAMBIOS DE PERSONALIDAD: Desde un registro neurológico y psiquiátrico se observa una
retracción del sujeto y también, esto específicamente en la Demencia de Pick, se encuentran
alteraciones emocionales con hipersexualidad e hiperoralidad.
Quisiera agregar una serie de déficits como por ejemplo alteraciones a nivel de la sexualidad,
observándose formas autoeróticas y con bajo nivel de represión.
4.1 Revisión Crítica
Es importante que cuestionemos ciertas aseveraciones de una parte del discurso médico que intenta, por
un lado, ocultar cualquier correlato subjetivo en la causa y desarrollo de esta patología, y por el otro,
determinan tipos de patologías con una serie de regularidades que actualmente son puestas en duda.
Es destacable que, sin dudar que en gran cantidad de casos haya evidencias anatomopatológicas, no por
ello debemos dejar de considerar que haya una instancia subjetiva que siga estando presente, generando o
intensificando la patología y por el otro es importante señalar que, en gran cantidad de casos en los que:
hubo sintomatología demencial no había daño orgánico, así como en otros que, si lo había, no se habían
detectado síntomas. Vale señalar que el curso señalado por la medicina acerca de la enfermedad no
siempre es tan lineal como se lo cree.
"Esta actúa por definición en un proceso crónico e incurable”. Esta aserción resulta un error
epistemológico grave, ya que en todo caso, por el momento y hasta que se descubra su curación podrá ser
de este modo. Así definida es volverla definitiva. Por esto se pregunta si esto no es un efecto de la carencia
de expectativas sociales frente a esta patología y en definitiva frente a la vejez.
4.2 Clasificación de las Demencias
Las enfermedades asociadas al síndrome demenciante son de diverso tipo, siendo algunas etiologías
especialmente frecuentes.

4.3 Etiología de las demencias


1. Enfermedades primarias del S.N.C. (“degenerativas”)
 Enfermedad de Alzheimer
 Enfermedad de Pick.
 Enfermedad por Cuerpos de Lewy
 otros.
2. Demencia asociada a Enfermedades Cerebrovasculares
 Demencia por múltiples infartos.
 Enfermedad vascular isquémica subcortical
3. Demencia asociada a Enfermedades infecciosas
 Ej: HIV.
4. Demencia asociada a Enfermedades Inflamatorias y Autoinmunes
 Ej: Lupus, encefalitis.
5. Demencia asociada a factores tóxicos, metabólicos y nutricionales
 Ej: Demencias alcohólicas, encefalopatía hepática.
No cabe duda en la actualidad que las demencias, especialmente los cuadros degenerativos, comienzan
afectando determinados sistemas neurales y van avanzando en un correlato clínico-anatomopatológico.
4.4 Evaluación del síndrome demencial
A- Examen clínico-neurológico: El diagnóstico de demencia, desde el punto de vista clínico, se basa en la
evidencia de una “pérdida de capacidad cognitiva previamente alcanzada, asociada a cambios
conductuales que afectan la vida del paciente.
B- Evaluación cognitiva inicial: Los síntomas neuropsiquiátricos asociados al síndrome demencial se evalúan
mediante baterías de test
4.5 Enfermedad de Alzheimer
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la etiología más frecuente del deterioro cognitivo en la tercera edad,
aparece con mayor frecuencia después de los 65 años, siendo más frecuente observarlo en mujeres.
La sintomatología incluye pérdida, progresiva: de la memoria, disminución de las habilidades cotidianas,
compromiso del juicio. de realidad, desorientación temporal y “espacial, dificultad en el aprendizaje y
progresiva pérdida de la comunicación verbal.
Manifestaciones clínicas Síntomas cognitivos:
En los estadios iniciales
El paciente presenta trastornos fundamentalmente en la memoria a corto plazo, desorientación temporo-
espacial, : trastornos en la concentración, dificultad en hallar la palabra adecuada y progresiva fatiga
mental. El enfermo comienza a tener problemas en su trabajo y en las tareas cotidianas, notando que ya
no es capaz de realizarlas con la rapidez y facilidad a que estaba acostumbrado, lo que fe genera síntomas
depresivos, ansiedad e irritabilidad.
En el estadio intermedio de demencia moderada se evidencia el compromiso de todos los aspectos de la
memoria verbal y visual, semántica y episódica.
En los estadios más avanzados se halla afectada la memoria para hábitos motores o memoria procedural.
Comienzan a aparecer dispraxia y agnosia asociados a trastornos del lenguaje; éstos se caracterizan por
pérdida de espontaneidad expresiva, restricción del vocabulario, fallas anómicas, perseveraciones,
parafasias semánticas y fonológicas- jargonafasias. El juicio, pensamiento abstracto y cálculo matemático
se hallan también comprometidos. El paciente tiene dificultades en reconocer a la persona que lo asiste e
incluso a su propia imagen en el espejo. Se observa un adelgazamiento a pesar de un apetito voraz.
En el estadio terminal de demencia severa todas las funciones intelectuales están afectadas. Los trastornos
del lenguaje se hacen más severos, aparece la palilalia, la ecolalía, la emisión de sonidos guturales o el
mutismo.
Diagnóstico diferencial
El énfasis más importante del diagnóstico diferencial está en identificar desórdenes potencialmente
tratables que sean responsables del cuadro o que lo estén exacerbando. El trastorno de la memoria es un
síntoma centinela que debe abrir la investigación del paciente.
4.6 Enfermedad de Pick
Se caracteriza por la presencia de atrofia lobar temporal y/o frontal.
En el estadio inicial dominan los trastornos de la personalidad, conductas antisociales. (exhibicionismo,
cleptomanía, etc.) y de desinhibición.
En el estadio moderado aparecen trastornos del lenguaje con anomias (desorganización social o
aislamiento del individuo como consecuencia de la falta o la incongruencia de las normas sociales),
estereotipias y alteraciones en la comprensión. La memoria, cálculo y organización comienzan a
deteriorarse.
En el estadio final observamos un severo deterioro cognitivo global, pérdida del lenguaje y mutismo. El
paciente muere de complicaciones infecciosas.
4.7 Demencia por inclusión de cuerpos de Lewy
Los cuerpos de Lewy son inclusiones intraneuronales. La presentación clínica varía de acuerdo a la
localización de las inclusiones y la pérdida neuronal, pero comparten movimientos anormales,
disautonomía y demencia. El compromiso predominante del tronco cerebral se asocia a parkinsonismo.
Debemos sospechar este diagnóstico ante la presencia de un deterioro cognitivo que interfiere en la vida
social y familiar del paciente, con alteraciones de memoria y alteración en la función visuoespacial,
 Alucinaciones visuales recurrentes.
 Función cognitiva fluctuante.
 Parkinsonismo.
Otros elementos que apoyan el diagnóstico son:
 caídas frecuentes,
 pérdida transitoria de conciencia,
 delirios sistematizados,
 sensibilidad a los neurolépticos
 alucinaciones.

4.8 Demencias de causa vascular


Este es un grupo muy heterogéneo de entidades. Se incluyen en este grupo las demencias asociadas a
múltiples infartos. En relación a ésta, se considera que debe perderse alrededor de 50 a 100 ml. de tejido
cerebral para que se exteriorice un cuadro demencial. Actualmente se enfatiza también, aparte de la
extensión, la localización lesional.
Las neuroimágenes (TAC o RMN) evidencian lesiones vasculares múltiples o foco único estratégicamente
localizado.

5. Patologías con síntomas similares a las demencias


Diversos factores de orden orgánico producen síndromes confusionales agudos o subagudos. Los mismos
son secundarios a factores tóxicos.
Síndrome confusional agudo
El SCA es un trastorno cognitivo de comienzo brusco, que se debe a patologías clínicas, neurológicas o
tóxicas agudas tratables. Por lo que el cuadro es reversible. En el SCA predominan en forma típica los
trastornos de:
 la atención
 la percepción
 la psicomotricidad,

Constituye un cuadro de permanente vigencia en la práctica psicogeriátrica, debido a su frecuente


aparición en los pacientes de edad avanzada. Se estima que alrededor del 30% de los enfermos que
padecen enfermedades agudas en salas de medicina de un hospital general sufren un cierto grado de
confusión en algún momento de su evolución.
La Sintomatología del SCA consiste en:
1. Notoria reducción de la capacidad para mantener la atención a los estímulos externos y dirigirla a los
estímulos nuevos.
2. Pensamiento desorganizado que se manifiesta a través de un lenguaje vago, irrelevante e incoherente.
3. Reducción del nivel de conciencia.
4. Percepciones sensoriales falsas. “Las alteraciones perceptivas son frecuentes y son el resultado de
interpretaciones falsas, de ilusiones y de alucinaciones”
5. Alteraciones en el ciclo sueño-vigilia. Lo que con frecuencia implica una depresión del nivel de
conciencia, que va desde la simple somnolencia a los estados de estupor o al semicoma. - algunos sujetos
con SCA están hipervigilantes y tienen dificultad para dormir.
6. Desorientación en el tiempo, en el espacio y en el reconocimiento de las personas.
7. Deterioro de la memoria.
8. Las alucinaciones y las falsas interpretaciones sensoriales son sobre todo de tipo visual, pero también
pueden pertenecer a otras modalidades sensoriales.
9. Suele haber una convicción delirante de la realidad de las alucinaciones y una respuesta emocional y
conductual congruente con sus contenidos.
10. Son frecuentes las pesadillas y los sueños de apariencia real, que pueden entremezclarse con
alucinaciones.
11. La actividad psicomotora también está alterada y puede ir de un extremo al otro. Muchos sujetos están
intranquilos e hiperactivos, amasan o rompen las sábanas de la cama, intentan ponerse de pie, se
sorprenden ante objetos inexistentes y cambian bruscamente de posición.
12. Los trastornos emocionales son muy frecuentes y variables. Incluyen «ansiedad, miedo, depresión,
irritabilidad, ira, euforia y apatía.
El cuadro clínico puede instalarse en forma brusca o progresiva. Los síntomas prodrómicos incluyen
inquietud y agitación nocturna, que alternan con somnolencia diurna, bradipsiquia y trastornos de la
memoria.

5.2 Causas del Síndrome Confusional Agudo


Las causas más frecuentes son las siguientes:
a) Las infecciones sistémicas suelen desencadenar confusión en el anciano, en especial las infecciones
respiratorias y urinarias, pero también las cutáneas. Además, la confusión es una de las manifestaciones de
la sepsis.
b) Los trastornos hidroelectrolíticos (deshidratación, acidosis, hipocalcemia, etc.), tan frecuentes en
pacientes de esta edad, comienzan muchas veces sus síntomas con confusión.
c) Otras causas sistémicas del síndrome en esta edad son la insuficiencia respiratoria (hipoxia), renal
(acidosis), hepática, y cardiacal, diabetes descompensada, la hipoglucemia, el abdomen agudo (en
particular el ileo paralítico), la constipación prolongada, los traumatismos severos con fracturas, el
hipotiroidismo, las deficiencias vitamínicas, la anemia y el síndrome de impregnación neoplásico.
6. Aspectos clínicos de las demencias
6.1 Síntomas psicológicos
Delirios:
a) “Personas roban cosas”, probablemente favorecido por el hecho de que el sujeto no recuerda la
ubicación habitual de los objetos o el lugar en que los dejó.
b) “Mi casa no es mi casa”, ligado a la dificultad para reconocer su propia casa; muchas veces el paciente
tiende a abandonar su hogar para ir a "su casa”, derivando en la típica conducta de vagabundeo.
c) “El cónyuge o cuidador es un impostor”; interpretación delirante de un falso reconocimiento.
d) “Abandono”; el paciente cree haber sido abandonado o que existe un complot para abandonarlo o
institucionalizarlo.
e) “Infidelidad”, por parte del cónyuge u otro cuidador.
Alucinaciones:
Es importante destacar que ha sido demostrada la asociación entre la presencia de alucinaciones visuales y
los trastornos del sistema visual, incluyendo la disminución de la agudeza visual y la presencia de agnosia
visual, frecuentes en estos pacientes, Falsos reconocimientos...
Son trastornos de la percepción y consisten, fundamentalmente, en:
 La creencia de que hay otras personas en el hogar.
 La incapacidad para reconocerse a sí mismo (frecuentemente observable por la imposibilidad de
reconocerse en el espejo) o a otros.
 La convicción de que los eventos que suceden en la televisión ocurren en la realidad del individuo
(se observa cuando el paciente interactúa con los personajes de la TV).

Ansiedad
Como señalan Mintzer y otros autores, en las primeras etapas de la enfermedad la ansiedad puede ser
comprendida como la "reacción del paciente al advertir su declinación cognitiva.
Ánimo depresivo
El diagnóstico de depresión en esta población puede resultar complicado debido a las limitaciones que
tienen estos pacientes para expresarse, sobre todo en estadios más avanzados de la enfermedad, y por la
superposición de síntomas con aquellos propios de la demencia, tales como los trastornos del sueño, la
pérdida de peso y la agitación.
Por otra parte, plantean que deberían considerarse otros síntomas psiquiátricos además de los “clásicos”
para definir la depresión en la demencia, tales como los cambios en la personalidad, los pensamientos
obsesivos, las fobias, la ansiedad y las conductas de evitación.
El análisis demostró que la edad, la severidad de la alteración cognitiva y la severidad de la depresión
fueron predictores de demencia.
Apatía
Se manifiesta por la disminución de les interacciones, sociales, de la reactividad emocional y de la
expresión facial, la pérdida “de la iniciativa y del interés por las actividades de la vida diaria y por el cuidado
personal”
6.2 Sintomatología específica del comportamiento
Vagabundeo “Wandering”: El término vagabundeo comprende diferentes conductas:
a) Actividades de control, constante, de dónde o qué está haciendo el cuidador, incluso persiguiéndolo.
b) Deambulación constante.
c) Actividad excesiva.
d) Fugas.
e) Deambulación nocturna.

Agitación:
La agitación es, junto con el vagabundeo, el síntoma más persistente en el transcurso de la evolución de las
demencias. Se la define como aquellas actividades motoras, verbales o vocales inapropiadas no resultantes
de un cuadro confusional o de necesidades del paciente.
Marx y col. demostraron que el aumento de conductas agresivas de los pacientes institucionalizados se
asocia con la aproximación y con el contacto físico del personal.
Reacciones catastróficas:
Las reacciones catastróficas se caracterizan por ser reacciones emocionales o físicas excesivas y repentinas,
bajo la forma de agresión física, verbal o explosiones de ira.
Quejas y acusaciones:
Son frecuentes las quejas repetidas y las acusaciones por parte de los pacientes, en general dirigidas a los
cuidadores
Desinhibición:
La e comprende un síndrome caracterizado por impulsividad, inestabilidad. emocional, incapacidad para
mantener los niveles previos en los comportamientos sociales, llanto, agresión verbal y/o física,
desinhibición sexual, conductas autodestructivas, agitación motriz y vagabundeo.
Negativismo:
El negativismo se expresa como el rechazo a hacer cosas; esto ocurre, a veces, cuando el paciente no
comprende qué se le está pidiendo. La resistencia a los cuidados es un problema bastante común en estos
pacientes, que puede mejorar estableciendo una rutina diaria que resulte organizadora.
7. Lenguaje y demencias
7.1 Descripción del tipo de lenguaje demencial
Las perturbaciones semánticas se evidencian en todas las situaciones de lenguaje oral particularmente en
la selección y organización de la información.
Pérdida de la representación de palabra: Las pérdidas de representaciones verbales del demente no se
darán sobre todas las palabras sino sobre las más raras y netamente las abstracciones o los términos más
recientemente adquiridos. Asimismo tendrán menos resistencia las nuevas adquisiciones y las de
significación más precisa, es decir aquellas que no pueden ser descubiertas más que por asociaciones poco
numerosas y específicas.
Dislogias: Aparece como un problema de pensamiento en el cual surge una imposibilidad de poner en
relación los restos de pensamiento, o sea de establecer ligaduras
Automatismo: Freud consideraba que los automatismos aparecían como un modo de resistencia al
desmantelamiento del lenguaje.
Reproducción del Discurso o Ecolalia: Estas expresiones verbales tienen que ver con la tendencia a repetir
fragmentos de discurso del interlocutor.
Palabras Passe- Partout: El demente, dice Critchley, a diferencia del afásico utiliza palabras vagas tales
como cosa o eso- a para diversos usos, que generan un discurso impreciso.
Sustitución de palabras: Critchley encuentra otra diferencia con la afasia, ya que el demente da fácilmente
al objeto presentado un nombre que no le corresponde. Primando la homofonía
Neologismos: A éstas sustituciones antes referidas hay que agregarles el uso de palabras desprovistas de
sentido, puestas sin duda en el lugar de la palabra faltante que generan en el sujeto la ilusión de una
continuidad.
Disgresiones y Perseveraciones: Entre otras características de este tipo de lenguaje se encuentran las
descripciones prolijas e inútiles, los comentarios inadecuados o las disgresiones tanto como las
perseveraciones discursivas.
Persistencia de palabras altamente significativas: Los recuerdos que perduran más tiempo son aquellos
que fueron más fuertemente investidos.
Eclipses de conciencia: Dentro de esta descripción del lenguaje es importante rescatar los siderales
eclipses de conciencia que agujerean aquí y allá el lenguaje de la demencia.
Acercamientos homofónicos: Si el elemento lingüístico va perdiendo significación, este puede ser
reconducido por la percepción del ruido (Peruchon, 1994).
Supervivencia de las palabras de ligazón: Las palabras que ligan o tas palabras de relación son más
resistentes que las otras
Uso intempestivo de locuciones:
3. Las Demencias desde el Psicoanálisis
Ferenzci remarca dos elementos que aluden a características propias del sujeto en la dementización y por
otra parte a localizaciones, aunque no del daño orgánico, sino del “daño en lo psíquico que determinarían
las formas que tomarán las demencias.
“Ni siquiera en la etapa final de la parálisis general, la de la completa “imbecilidad”, es simplemente una
consecuencia directa de la destrucción de tejido nervioso; en su esfuerzo por mantener el contenido del yo
y, en cierta medida, su integración, la mente del parético resiste hasta el fin, y al realizar una regresión
infantil, acaso fatal, persiste en el extrañamiento de todo loque le es penoso, hasta llegar al límite de la
inconsciencia” (Ferenczi, 1921)
La depresión frente a la afrenta narcisista que supone la pérdida de sus facultades psíquicas.
La regresión en la que el sujeto se ubica como más incapaz de lo que realmente es, intentando hallar con
esto un modo de reconquistar un placer ya perdido o una coherencia subjetiva;
El deterioro que será pensado en relación a la imagen positiva o negativa que - la familia posea del
paciente, la cual determinará en gran medida las posibilidades de mejoría del mismo.

8.1 Transformaciones psíquicas


Se produce una desarticulación progresiva de dichas categorías, en especial en lo que se refiere a las
temporales y espaciales.
Las formas delirantes y alucinatorias: Las alucinaciones estarán más próximas a las ilusiones y podrán ser
un modo de contacto con los otros.
La dimensión del sujeto y el objeto psíquico: Los objetos acompañantes sitúan en gran medida la noción de
objeto que se desarrolla en esta patología.
En un primer momento resulta observable la compañía de objetos fantaseados que mayormente son
gratos al sujeto o pueden generar sufrimiento porque no están, es
En un segundo momento donde esto deviene alucinado y creen hablar o verlos. Por último, es común
observar cómo se fijan a algún objeto real como una muñeca, un trapo, etc.
El demente habla a menudo de su vacío, connotado de diversas maneras, como "no pensar en nada", "no
tener nada”, lo cual nos hace pensar en un vacío real del que el sujeto no puede colmar vía lo simbólico o
lo imaginario.
8.2 Presupuestos acerca de la etiología psíquica de las demencias
Bianchi (1980) supone en la demencia un retorno en las relaciones de objeto, al objeto materno primario,
que deviene contenedor de todos los peligros y traiciones. De este modo el demente reencuentra en la
imaginería la fuerza que le da vida.
Pédinielli (1987) hace un paralelo entre las demencias y las psicosis por el repliegue de las investiduras
sobre el mundo exterior, la denegación de la realidad, la fallida prueba de realidad y las tentativas de
reconstrucción del mundo.
Vignat (1985) considera la demencia como una descompensación psicopatológica al decurso de un
acontecimiento reciente, siempre asociado con la pérdida, que a menudo se encuentra ligado con
acontecimientos lejanos y con la propia organización de la personalidad.
Le Goués (1985) sostiene que en los pacientes con neurosis mal mentalizadas (es decir en caracteropatías o
personalidades impulsivas), con un preconsciente con una insuficiente funcionalidad, ante una pérdida
puede producirse una descompensación ya que resultan muy dependientes de los objetos reales.
La entrada en la demencia, para este psicoanalista, podría corresponder a la pérdida de un objeto real
primordial, frente al cual el duelo es imposible de realizar, sin poder identificarse al objeto perdido y falto
de poder incorporarlo, es decir sin hacer uso de la “identificación del' melancólico descripta por Freud.
Thomé (1891) considera que el origen de la enfermedad puede surgir después de un situación estresante,
primordialmente sobre la forma de una pérdida (como la de un hijo) o de un dolor intolerable que no
puede ser elaborado por el sufrimiento depresivo, ya que su trabajo psíquico resulta imposible para ese
sujeto, *
Las perturbaciones relacionales suelen estar condicionando esta patología ya sea en la pérdida de un
objeto protector como una esposa o esposo; en la intromisión de un objeto disruptivo como puede ser la
dependencia de una persona luego de que haya sobrevenido alguna discapacidad por la aparición de un
cónyuge en la casa después de la jubilación.

8.3 Tratamientos y cuidados


Pocas fueron las terapias que intentaron considerar esta patología. Una de las primeras en abordarla era
de orientación conductista denominada Terapia de Orientación en la Realidad o TOR. La misma fue
concebida en base a ciertos presupuestos muy ligados a la noción de deprivación sensorial. Inglis había
observado que: en los individuos sin ninguna estimulación o sea con una verdadera deprivación sensorial
había efectos alucinatorios, trastornos en la memoria y otras dificultades a nivel de las facultades
psíquicas. La terapéutica consiste en mantener permanentemente estimulados con gran cantidad esas
como relojes, colores indicativos e “informaciones, etc.

El rol de los cuidadores con pacientes dementes


Las características del cuidador que pueden exacerbar los SCPD, desencadenando muchas veces reacciones
catastróficas, son:
 Demandas al paciente que exceden sus capacidades.
 Ser demasiado crítico con el paciente.
 Ignorar sus necesidades.
 Exasperarse con el paciente.
 Ser excesivamente rígido o controlador con el paciente.
 Enojarse o ser agresivo con el paciente.
 Crear cambios repentinos e inesperados en su rutina o su entorno,
 Forzarlo a realizar determinadas cosas de determinada forma.
 Insistir con preguntas dirigidas a que recuerde algo.

Por el contrario, aquellas actitudes del cuidador que mejoran o alivian los SCPD son:
 Esfuerzos del cuidador por comprender el origen y el significado detrás de una conducía.
 Flexibilidad, capacidad para aceptar cambios.
 Actitud empática, cuidadosa y cálida hacia el paciente.
 Tolerancia con los problemas del comportamiento, tales como actividades repetitivas.
 Ausencia de la necesidad de ocultar la enfermedad a otros o de vergúenza por íener un ser querido
enfermo.
 Respeto por el paciente como persona.
 Capacidad para ser creativo en el manejo de SCPD, para resolver problemas y para expresar los
sentimientos propios.

IACUB, R. Erótica y vejez.


Cap 6: ¿revolución sexual en la vejez?
Desde la segunda mitad del siglo XX se ha producido una serie de transformaciones en la moral social que
han dado lugar a la denominada “revolución sexual”. El erotismo en la vejez no ha sido un tema de
profunda reflexión cultural, sin embargo, hoy se escucha un nuevo discurso que posibilita y alienta la
sexualidad. Mas allá de los cambios en los discursos ¿ha variado la perspectiva de la sociedad con relación
a esta temática?
Permanece la impresión general de rechazo hacia el erotismo en la vejez. El horror estético aparece como
la categoría más fuerte de descalificación, si bien esta es a menudo silenciada. En el discurso habitual,
surge la referencia a la discapacidad fáctica para lo sexual, discapacidad que se inserta dentro de una lógica
que piensa al viejo en asociación con la enfermedad, y cuya sexualidad puede ser causante de un daño
físico, otra de las manifestaciones descalificatorias se relaciona con la representación tierna, infantilizada y
por ello desensualizada del anciano.
Uno de los argumentos paradigmáticos de la actualidad que ha ido modelando los discursos positivos
sobre la sexualidad en la vejez es la critica contra la discriminación.
Convierte al de los viejos en uno de los tantos grupos descalificados socialmente donde la sexualidad
resulta tan desconsiderada como otros aspectos de su vida.
Viejismo; o “edadismo”. Este termino expresaba el conjunto de prejuicios similares a los adjudicados a la
raza, la religión o la etnia, encarnados en la forma de un rechazo y un disgusto por envejecer al relacionar
este periodo de la vida con la enfermedad, la discapacidad, la perdida de poder e incluso la idea de muerte.
Este modo de discriminación se manifestaba en una serie de estereotipos que ayudaban a sostener la
sinonimia entre vejez y cansancio, desinterés sexual, lentitud intelectual e incapacidad para aprender,
improductividad y malhumor, entre otros rasgos.
En las ultimas décadas, se ha producido una modificación en la perspectiva sobre la cuestión hacia un
enfoque mas optimista, al demostrar que la salud, la sexualidad y otras variables pueden ser desmitificadas
y reconsideradas desde una visión mas positiva.
Un nuevo tipo de conocimiento gerontológico denuncia como un mito victoriano el modelo anterior de
concebir a la vejez: funda una relación con la temática que pretende original, laica y científica.
Analizaremos algunos cambios en la cultura que se produjeron en la ultima mitad del siglo XX y que
incidieron en una nueva comprensión del cuerpo y la sexualidad de los viejos.
Las edades de la sociedad: posmodernidad, edad y erotismo.
La transformación en la estructura de poder tradicional y el surgimiento de nuevos discursos sociales
fueron generando una serie de presupuestos y valores que antes jerarquizaban ciertos roles, tanto de
genero como de edad y que demarcaban divisiones estrictas y precisas. El orden etario fue perdiendo peso,
se produjeron modificaciones en el plano de las identidades y de las experiencias corporales.
Si la modernidad había establecido, de un modo muy pautado, las normas y expectativas sociales, la
posmodernidad desestructuró los aspectos esperables ligados a ella y creó nuevos modelos, donde la
discontinuidad y la fragmentación eran constantes. Las edades de la sociedad posmoderna “se diversifican,
se multiplican y explotan; sus definiciones y sus características no funcionan más por razones a la vez
demográficas, económicas y culturales”
“la sociedad se habituó al estudiante de 70 años, al director de universidad de 30, al intendente de 25, etc.
Las normas y restricciones concernientes a la edad pierden importancia”.
Existe actualmente un cambio de temporalidad adjudicada a cada edad, así como una flexibilización
respecto de sus límites, lo que permite hallar adolescencias alargadas o envejecimientos postergados.
Moody sostiene que el curso de la vida posmoderno es una extensión de la adultez en dos direcciones;
hacia atrás (la desaparición de la infancia) y hacia adelante (la desaparición de la tercera edad) lo que lleva
al hombre a vivir como adulto joven. Esta nueva lógica de la edad produce también un cambio en la
posición de los viejos quienes se oponen a perder derechos y privilegios obtenidos a través de una
politización de la vejez.
Las búsquedas de placer son similares para padres e hijos, y se observa una tendencia hacia un estilo más
informal y uni-age. Hoy, al separar al viejo en grupos de pares y asociarlo a una vejez sin marcos rígidos
que presupongan imágenes estereotipadas acerca de su conducta, se lo incluye dentro del dispositivo
social. Y al presuponer que tiene los mismos deseos que el resto de las personas, se lo inserta dentro de las
demandas generales.
Este cambio facilita la desagregación en múltiples identidades culturales. Así van surgiendo nociones
renovadas sobre las edades que aluden a nuevos lapsos temporales asociados a épocas de la vida.
Observamos entonces una destitución progresiva de los marcadores sociales por edad, uno de los rasgos
que influyen en la pluralización de los mundos de la vida al hacer que la organización social se diversifique
y se conforme una subcultura o una minoría referida a los viejos.
“El liberalismo de la neutralidad”: nuevos estilos de vida.
Otra línea argumentativa que ha contribuido al cambio social es la denominada “ética de la autenticidad”
Taylor (1992), busca evidenciar un tipo de cultura definida del siguiente modo: la gente de la cultura de la
autenticidad es una sociedad liberal. Debe ser neutral en cuestiones que atañen a lo que constituye la vida
buena. La vida buena es aquello que cada uno busca a su manera. Giddens (1997) sostiene que la línea
moral de realización del yo es la de la autenticidad, basada en “ser fiel a uno mismo”, donde el progreso
pasa por diferenciar el falso del verdadero yo. Esta nueva modalidad ética, se trata de una comunidad
definida por la propia elección de sus miembros, por lo que la amistad deviene un lazo social mas
adecuado que la familia, en tanto grupo elegido frente a uno impuesto.
La ética de la ocupación. La gerontología: sus visiones y críticas.
La teoría gerontológica ha considerado el campo de las actividades posibles en la vejez no solo como un
instrumento empírico profesional, sino también como un lenguaje critico acerca de las narrativas
prejuiciosas sobre esta etapa de la vida, un nuevo ideal cultural y una racionalidad política. “lo que importa
no es el actual ritmo de actividad… sino la afirmación de su deseabilidad” denomino “frenesí de la actividad
en la vejez, que puede enmascarar el vacío de sentido.
Mas allá de algunas críticas, la idea de la actividad halló un espacio fecundo, no solo en el campo
gerontológico, sino también en la comunidad, que encontró en la ocupación -cualquiera fuese su carácter-
una continuidad con el proyecto vital. Es decir que, frente al fantasma de la dependencia, la enfermedad y
la soledad senil, se constituyó un fuerte consenso social sobre la idea de la actividad como un polo positivo.
Envejecimiento exitoso: micromundos de mayores.
Uno de los fenómenos mas llamativos de las últimas décadas es la agrupación de los mayores en espacios
específicos asociados a la recreación, el turismo y la educación. Estos “micromundos comunitarios”
posibilitan un tipo de sociabilidad que incluye el erotismo -o donde esta temática toma un lugar relevante-,
y suponen estilos de vida definidos por una ideología denominada del “envejecimiento exitoso, activo o
positivo”
Su objetivo declamado, aunque algo elíptico, es la integración y la equiparación de oportunidades para los
mayores. Esta política de la vejez se funda en la creencia en la “restauración conjunta de una doctrina del
crecimiento continuo del ser humano y de una practica generalizada de la educación permanente”.
La propia denominación de “tercera edad” surge como resultado de nuevas políticas sociales para la vejez.
Uno de los objetivos es evitar que sea la condición de jubilado la que defina la situación social del viejo y no
la continuidad con su propio estilo de vida. En tal sentido, la “tercera edad” determina un modo de
envejecer que remite a una nueva oportunidad, con actividades diversas que semejan a las de otras edades
y que intentan romper con la idea de fin o retiro. Incluso se ha transformado en un sector de consumo no
solo de asistencia medica y farmacológica. Se conforma así un nuevo marketing para personas mayores,
que introduce también la sexualidad como oferta de una actividad cada vez mas demandada, hecho que
sin duda incide fuertemente en las nuevas representaciones sociales de la vejez.
En estos espacios se facilita una estética del amor en la vejez, que permite recrear un escenario en el cual
el envejecimiento no resulte un estorbo, sino un rasgo conducente al encuentro.
Por último, habilitan la readecuación de los deseos asociados a la juventud, de modo que sean admisibles
en la vejez. Es decir que estos modos de asociación han abierto el horizonte subjetivo de los mayores y les
han permitido desestructurar muchas de las limitaciones a su erotismo.
De la máscara rechazada a la representación elegida. El cuerpo como proyecto.
En las sociedades posmodernas, el modo de gobierno del cuerpo se ha modificado: se lo regula con el
objetivo de buscar placer; se hace dieta con el fin de mejorar su aspecto como si fuera un sistema de
simbolismo sexual. Con la estetización de la vida cotidiana el cuerpo se torna proyecto. La centralidad del
gimnasio y del deporte en la cultura son ejemplo de ello. El proyecto del cuerpo carga con una serie de
significaciones asociadas al ideal de juventud. El parecer bello o joven toman un sentido común, así como
el parecer viejo se asocia con lo feo. Se libra una guerra contra el cuerpo que envejece, la cual toma la
forma de una mayor necesidad de control y de uso de terapias diversas frente a los signos del
envejecimiento.
El estilo uni-age antes mencionado, enseña que el cuerpo idealizado de la juventud es posible a cualquier
edad si se realizan los esfuerzos adecuados. En este sentido, la fantasía posmoderna es la de crear cuerpos
a medida. Vuelve a aparecer, así, la noción de envejecimiento como máscara o disfraz disociados. A esta
máscara de la vejez, a su imagen corporal, se la considera patológica o desviada, ya que el si mismo interior
se mantiene, dentro o debajo, como normal. Tal conceptualización del envejecer como enfermedad cree
incluso en una cura potencial.
El sujeto transetario:
Se retoma el sueño del rejuvenecimiento que podían otorgar los dioses griegos, o la fuente de juventud del
Renacimiento, pero con tecnologías mas eficaces que le permiten al individuo recuperar una
representación de si mas deseable. La edad deja de ser un dato preciso no solo para definir un rol social,
sino también la imagen de un individuo.
El cuerpo deja de ser un destino inalterable, para los sujetos transetarios las biotecnologías constituyen un
recurso para devenir más auténticos, más parecidos a la idea de si mismos. La cuestión erótica está en el
centro de dichas transformaciones, y en este sentido la mascara rechazada se convierte en una
representación elegida.
Tanto el cuerpo siliconado y transformado por las dietas, las cirugías y el gimnasio, como el trasplantado,
transfundido, transmutado, son parte de una nueva construcción donde el cuerpo biológico deja de ser el
escenario fijo de una individualidad, para convertirse en un espacio menos intimo y mas sujeto a
intercambios simbólicos.
La sexualidad se encuentra fuertemente comprendida en este enfoque. El cambio cultural registrado en las
últimas décadas ha producido representaciones encontradas acerca del erotismo en la vejez, que ponen en
cuestión una supuesta revolución sexual para este grupo etario.
Por un lado, se produjo una apertura al erotismo en el plano social, y hasta una incitación al proyecto
corporal que modificaron gran parte de los criterios morales. Tal reconfiguración ha ido construyendo
espacios alternativos en los que es posible el goce sensual, cierta habilitación de la belleza en esta etapa o
la construcción de encuentros amorosos.
Cap 7: la corrección del sofisma. La nueva normativa sexual.
La sexualidad como objeto de la ciencia
La sexología construyó un nuevo paradigma para pensar, estudiar y tratar la sexualidad. Siguiendo a
Kinsey, la sexualidad se conformó como objeto de estudio en sí mismo al dejar de depender de la biología y
la psicología.
Los caminos auxiliares hacia el placer. Simone de Beauvoir, o la reconsideración del discurso psicoanalítico.
Aun cuando haya criticado a los psicoanalistas, esta autora formuló con audacia una critica vehemente al
puritanismo con el que había sido pensada la erótica en la vejez – que condenaba la practica de la
sexualidad que no tuviera como fin la reproducción- por el contrario, retomó el cauce, antes señalado por
Freud. Si la finalidad era el placer, sostenía, entonces el viejo o la vieja podían encontrar caminos auxiliares
sin que esto los llevase necesariamente a un goce genital y sin que supusiera por eso un goce perverso.
Tampoco aceptó como evidente que los viejos se infantilizaran por una posición regresiva a lo pregenital.
Otro de los mitos que De Beauvoir criticó fue el de la perversión en la vejez relacionada con los casos de
paidofilia, voyerismo y exhibicionismo.
Sexualidad sin edad. Relectura lacaniana de la vejez.
Según la formulación adoptada por Lacan, el sujeto “es” en su relación al deseo. La diferencia entre las
nociones de sexualidad y genitalidad permiten comprender el modo en el que el psicoanálisis amplia la
construcción de lo erótico. Mientras que la sexualidad es entendida como un espacio de goces ligados a
diversas partes erógenas del cuerpo o construibles a través de las caricias maternas, lo genital alude a un
tipo de placer relativo a determinados órganos, los cuales, una vez elaborado el complejo de Edipo y
trascurrida la pubertad pasan a ocupar el lugar de placer final mientras que los otros goces tomarán el
lugar del placer previo.
Lacan señala que nos volvemos deseables por la falta que causamos en el otro. Pero es evidente que los
valores estéticos de cada época habilitan ciertos cuerpos mas que otros, y que, como sostenía S. De
Beauvoir; es complejo para los viejos ubicarse como objetos de deseo.
La corriente lacaniana se distingue por presentar a la sexualidad sin edad, y por no estar totalmente
subsumida a la genitalidad, lo cual permite abrir el marco de posibilidades en el plano de los goces.
El deseo de los viejos bajo la lupa. Investigaciones sobre la sexualidad en la vejez.
Entre las que se destacarán en este apartado hallamos aquellas que buscaron conocer los tiempos de la
sexualidad humana, sus continuidades y sus limitaciones.

Cap 8: de los mitos a los goces. El pluralismo sexual.


¿la sexualidad como recurso para el bienestar?
La gerontología aborda la sexualidad desde un discurso moderno y científico que se enfrenta a otro
calificado de mítico, moralista o puritano. Maggie Kuhn (1976) defensora de los derechos de los adultos
mayores en los EEUU, señala que, entre los mitos vinculados con esta cuestión, se encuentran los
siguientes:
- La sexualidad no es importante en la vejez.
- La practica sexual no es considerada normal en esa etapa de la vida.
- No debería alentarse a volver a casarse a aquellas personas mayores que han quedado viudas.
- Es lógico que un hombre mayor busque a una mujer joven, pero no lo contrario.
- La gente mayor debería ser separada en instituciones por sexo para evitar problemas familiares,
institucionales y comunitarios.
Otra fuente de puritanismo sexual contra la vejez son los clichés de una sociedad fijada en la juventud. Los
avisos comerciales de la televisión nos dan un estereotipo en el que la sexualidad existe solo para la gente
linda, con músculos duros y cuerpos ágiles: la idea de personas viejas gozando, fofas, arrugadas y con otros
rasgos propios de la vejez- se nos aparece primero como lúbrica y, luego, como repugnante.
La sexualidad es mas rica en tanto no se limita a la genitalidad, sino que se asocia a la búsqueda de placer y
de afecto, lo que recupera un sentido más abarcativo del erotismo. Weg (1996) introduce el concepto de
“intimidad” que implica cuidado mutuo, responsabilidad, confianza y comunicación abierta.
En una investigación realizada por Starn, Weiner, y Bakur (1981) los autores sugieren que la educación
acerca de los cambios que se producen en la sexualidad durante el envejecimiento constituyen un factor
importante para el logro del goce erótico.
En torno a la diversidad de goces:
La menopausia quizás haya sido la instancia del desarrollo femenino mas rodeada de mitos, lo que no
puede dejar de pensarse en relación con la cuestión de género. Nuevas teorizaciones cuestionaron el
miedo a la locura, así como la depresión, el fin del deseo o su exceso-rasgos con que se asociaba el periodo
menopaúsico-
Neugarten (1970) sostuvo que los problemas psicológicos experimentados por las mujeres en esta etapa
son consecuencia de las expectativas culturales adversas. En la misma línea de investigación, Weg (1996)
señala que el porcentaje de mujeres que sufren síntomas relativos a la menopausia ha sido exagerado. En
general, ha podido comprobarse que las mujeres que trabajan o que tienen otros intereses además de los
del hogar padecen de menor cantidad de síntomas.
Hallaron que las mujeres mayores suelen tener relaciones sexuales con hombres jóvenes, y esto ocurre
porque sus pares -especulan los autores- no se encuentran capacitados para desarrollar el mismo nivel de
actividad. Además, encontraron que cuando se observa un declive de la actividad sexual las mujeres lo
atribuyen a la falta de un fin reproductivo.
En la sociedades occidentales la demanda relativa a la capacidad sexual resulta mas exigente para los
hombres que para las mujeres, dado que la falta de rendimiento es vista como falta de virilidad. Si el vigor
es esencial en un hombre, lo principal en la mujer es el atractivo. El cuerpo, la imagen de la mujer vieja es
connotado por la falta.
“El envejecimiento es un proceso que consiste en volverse obscena sexualmente por los senos fofos, el
cuello arrugado, las manos manchadas, el cabello afinado, el torso sin cintura y las piernas con varices..”
Esta dura descripción refleja la lectura social que se hace del cuerpo femenino. Es interesante rescatar
variantes en las clases sociales: en las mas altas el proyecto del cuerpo es mas estético, mientras que en las
clases mas bajas el cuerpo aparece más instrumentalizado. Otros estudios señalan que, frente a las
limitaciones sexuales del hombre, la mujer suele sentirse responsable por no ser lo suficientemente
atractiva, lo que la lleva a replegarse en cuanto a sus demandas eróticas.
Envejecimiento gay y lesbiano:
Friend (1991) investiga el envejecimiento exitoso de los individuos en relación con su grado de
compromiso con la comunidad gay. De allí establece tres grupos:
- Los estereotípicos: aquellos que han internalizado la homofobia y se caracterizan por la soledad, la
depresión y la alienación.
- Los afirmativos: se encuentran en el polo opuesto a los primeros y consideran la homosexualidad
como algo positivo. Los caracteriza el autor como bien ajustados psicológicamente y adaptados a su
envejecimiento.
- Los passing (de paso) se trata de individuos que, aunque hayan aceptado ciertos aspectos de la
homosexualidad, aun creen que es mejor no ser homosexual.
La conclusión es clara y esperable: el problema no es ser viejo ni gay, sino la perdida de identidad que
supone el no aceptar el ser homosexual, a lo que se suman las consecuencias psicosociales que pueden
extremarse en la vejez. La sociabilidad gay o lesbiana “se funda, en principio y ante todo, sobre una
práctica y una política de la amistad” la que implica elegir el propio circulo de relaciones y también
desarrollar una identidad mas concreta y positiva.
¿El geriátrico cura, asila u hospeda? El erotismo en el encierro.
El sesgo asilar perdura, y provoca que la disciplina que caracterizaba y daba a estar instituciones una
función social de custodia se haya convertido en un mecanismo de control de las patologías de la “vejez”
La falta de conocimiento en el propio personal genera que las actitudes eróticas seas vistas como
peligrosas y dañinas para el individuo y la institución, y por ello se las silencia. El trato colectivo expolia la
privacidad de las vivencias intimas, entre las que se encuentra el amplio repertorio de lo sexual. Sin
embargo, los derechos sexuales han entrado en las reglamentaciones, por lo que se ha habilitado una serie
de practicas eróticas, incluso en las personas con demencias.
La biomedicalización del envejecimiento. Patologías, farmacología y sexualidad.
Uno de los temores más habituales, particularmente entre los hombres mayores, es a la “muerte por
orgasmo”, al asociar el acto sexual con el ataque cardiaco. También existe la creencia de que las mujeres
posmenopáusicas, al tener reducidos los niveles de estrógenos, pueden ser mas vulnerables a ese tipo de
muerte.
“Killing me softly” un nuevo lenguaje.
Buter y Lewis (1980) consideran que el amor y la sexualidad pueden representar la oportunidad de
expresar pasión afecto o admiración. Que pueden ser una afirmación del propio cuerpo como lugar de
goce, y brindar un fuerte sentido de si y de valorización personal; que también representan una protección
contra la ansiedad; que brindan el placer de ser tocado, mimado, querido: en fin, que constituyen una
afirmación de la vida.

Graciela Zarebski: Conferencia: Enfoque interdisciplinario


En primer lugar, destacar el envejecimiento como el concepto central en el desarrollo actual de la
Gerontología, a tal punto que este término, Gerontología, ya no nos está sirviendo
¿integrador de qué?
 De nuestros programas (políticas integradas de Desarrollo Humano y de Salud)
 De los diferentes niveles de asistencia
 De nuestros equipos profesionales
 De prevención, asistencia y rehabilitación
 De enfoques teóricos
Haré mención a las herramientas con las que contamos para dar cumplimiento a estos objetivos:
 Trabajo interdisciplinario
 Constitución de redes sanitarias
 Que trabajen en conjunto con las redes comunitarias.
Entonces voy a agregar, como herramienta fundamental para el logro de la integración:
 La capacitación de los profesionales, que promueva esa mirada integradora.
Finalmente, aplicaré esta propuesta al campo de más reciente formación en la Gerontología: la
Psicogerontología.
INTEGRACIÓN DE PROGRAMAS Y DE DIFERENTES NIVELES DE ASISTENCIA
Respecto a la integración de nuestros programas y de los diferentes niveles de asistencia, la herramienta
insoslayable es la conformación de redes sanitarias y comunitarias trabajando conjuntamente.
Prestaciones que se deben poner en juego con la finalidad de sostener el envejecer en términos de salud
social, mental y física.
La problemática de nuestra población mayor ha padecido y padece de modo muy especial la carencia de
modelos de atención integrales, eficaces y accesibles, regionalización sanitaria y la conformación de una
red de atención gerontológica, constituyen la forma organizativa más eficaz a fin de lograr la articulación
de los recursos existentes.
La Red de Gerontología que se conformó en el ámbito de los hospitales, promueve además el desarrollo de
nuevos recursos, tanto físicos como humanos, con la finalidad de permitir modalidades de atención que
puedan dar respuesta a la problemática del envejecer y la vejez, teniendo en cuenta aspectos preventivos,
asistenciales y de rehabilitación, a través de equipos interdisciplinarios.
Los modelos internacionales de atención gerontológica de avanzada hacen hincapié en la mayor inversión
de recursos en los programas preventivos y de abordaje comunitario, a fin de promover un envejecimiento
resiliente y conservar al sujeto integrado a su medio familiar y social el mayor tiempo posible, la Red de
Gerontología es una herramienta articuladora de los tres niveles de atención, lo cual aporta mayor eficacia
asistencial y optimiza la utilización de la capacidad instalada.
Además, promueve la salida de los equipos interdisciplinarios de salud a la comunidad el armado de redes
comunitarias con las instituciones de y para adultos mayores de la zona de cada hospital.
La perspectiva de la Red de Gerontología apunta a poner el acento en el desarrollo creativo de servicios de
atención diurna integral, así como también a la implementación de unidades especializadas de internación
de agudos que permitan una externación programada de acuerdo con una evaluación interdisciplinaria de
los recursos familiares y comunitarios.
A partir de estos puntos nodales, se propone tejer una trama con la comunidad de la zona de cada
hospital, para poner la atención al servicio de sus necesidades. Pero esto sólo se puede lograr si se cumple
un requisito: que estos equipos hospitalarios se reúnan periódicamente con los representantes de las
instituciones de la zona: centros de jubilados, sociedades de fomento, grupos de voluntarios, instituciones
religiosas, para escuchar sus demandas, ayudarlos a organizarse como red de apoyo a fin de actuar en el `
antes ´ evitando la patología y en el ` después ´ de la intervención hospitalaria, con la finalidad de
reinsertar al anciano en su medio.
Que el sistema de salud sea solidario; sea flexible y abierto al cambio; por lo tanto, que el poder de
decisión se comparta democráticamente; que dé cabida a la participación activa de todos los actores
intervinientes en el proceso de salud: el adulto mayor, su familia, sus recursos barriales, los programas
oficiales y también, su obra social y los prestadores privados.
INTEGRACIÓN DE PROFESIONALES, ABORDAJES Y ENFOQUES TEÓRICOS
Pero estos son desafíos que todavía nos resulta difícil concretar por múltiples factores que requerirían un
análisis más profundo.
Alumnos de Latinoamérica, se trabaja desde un modelo de riesgo basado en la patología, el deterioro y la
rehabilitación. Es muy poco lo que se hace en el tema prevención, los programas que se definen como
preventivos no están implementados desde lo interdisciplinario, por lo que no trabajan integralmente.
El desafío es lograr que las políticas dirigidas al adulto mayor desde el estado abandonen los modelos
médicos clásicos ¿Es lo mismo el envejecer de hoy en Latinoamérica, a las puertas del 2010, que el
envejecimiento en las primeras décadas del siglo veinte, cuando se establecieron los parámetros básicos
de la geriatría y luego de la gerontología a nivel mundial y se organizaron las sociedades científicas?
Los pocos que llegaban a viejos (más de 60 años en aquella época) eran considerados ancianos y tenían dos
opciones: o apoltronarse en sus sillones a contar sus historias a los nietos, jubilados de la vida o vivir
enfermándose y yendo de consulta en consulta. Había menos opciones en la atención y los límites entre las
edades estaban más marcados.
Hoy en día estamos viviendo cambios culturales y científicos que, al poner sobre el tapete la complejidad
del ser humano, develan su riqueza y la apertura de nuevas posibilidades, aún en el envejecimiento.
Las sociedades contemporáneas son más abiertas al reconocimiento de nuevas identidades y estilos para
todas las edades.
Otros cambios protectores o favorecedores desde la cultura los vemos en los sistemas familiares: el pasaje
de las familias tipo a distintos tipos de familia nos permite asistir a nuevos fenómenos, como divorcios
tardíos, parejas de distintas edades, hijos tardíos.
El progreso en las tecnologías médicas, los nuevos motivos de consulta, la diversidad de intervenciones
profesionales, la presencia indudable de un envejecimiento normal, diferenciado del patológico, la
participación en actividades preventivas, de desarrollo personal y de estimulación, en múltiples
emprendimientos comunitarios, de creciente número de personas mayores.
Ya no son sólo los avances médicos y tecnológicos los que mejoran la calidad de vida, sino la presencia de
nuevas disciplinas sociales y humanas que colaboran en equipo para entender la complejidad del ser
humano que envejece y lo ayudan a re-habilitarse como tal.
Todo lo mencionado, que nos habla de un cambio de paradigma en la Gerontología, se corresponde con un
cambio de paradigma en las ciencias en general y es el pasaje del paradigma positivista, al de la
complejidad. ¨ El surgimiento del enfoque de la Complejidad atestigua cómo su corpus transdisciplinario
(conceptual, metodológico y metódico) de conocimientos se ha ido constituyendo a partir de una u otra
disciplina (por cierto, de numerosas de ellas, exactas, naturales, técnicas y sociales) y, con posterioridad,
las ha nutrido con lo elaborado transdisciplinariamente…”
Si acordamos en que el envejecimiento constituye un fenómeno complejo con múltiples dimensiones de
análisis, para arribar a un trabajo interdisciplinario considero conveniente detenernos primero a analizar la
distorsión conceptual en la definición habitual que se realiza de la Gerontología, desde un modo devaluado
de concebirla, ya que se la recortaba – y se la sigue recortando – de dos modos:
En primer lugar, haciéndola sinónimo de la Gerontología Social: si a la Geriatría se la define como el estudio
y abordaje de los procesos biológicos del envejecimiento, se considera que, para pasar a la interdisciplina,
basta sumarle a la Geriatría la Gerontología como aporte de las cuestiones referidas al contexto familiar,
ambiental, económico, etc. Tenemos así Geriatría más Gerontología (Social), causas biológicas más causas
sociales desde un enfoque dualista con el cual también suelen armarse los servicios y los programas en
Congresos, Cursos e Instituciones. Este modelo refleja también las creencias vulgares acerca del tema: los
viejos estarían afectados básicamente por las condiciones sociales y por las condiciones biológicas del
envejecimiento
¿Dónde está la Psicogerontología en este enfoque simplista? La encontramos repartida: un poco en la
Geriatría, desde el aporte de los psicogeriatras, y un poco en la Gerontología Social, cuando se alude o se
investigan los aspectos ambientales, psicosociales, del envejecimiento.
El segundo modo de recortar a la Gerontología, complementario del anterior – y que obstaculiza el trabajo
interdisciplinario - es haciéndola sinónimo del estudio del envejecimiento normal y abordaje preventivo,
diferenciada de la Geriatría como estudio del envejecimiento patológico y el abordaje clínico.
Además, que no se puede estudiar y abordar la patología sin entender la normalidad, ni la prevención sin
ocuparnos de las patologías que estamos previniendo.
Debemos destacar, además, el mal que esto hace a la Geriatría misma, si no incorpora en la formación de
los geriatras y psicogeriatras la conceptualización acerca del envejecimiento normal y las herramientas
para la tarea preventiva, que los capacite para integrarse a equipos interdisciplinarios en esta tarea.
Otro ejemplo es que seguimos denominando: Valoración Geriátrica Integral a una valoración que es
claramente gerontológica, desde el momento en que integra la mirada desde distintas disciplinas, cada una
con sus herramientas específicas.
La consecuencia más importante de esta carencia de diálogo interdisciplinario, será justamente el enfoque
simplista que no permitirá abarcar la complejidad del fenómeno.
No reduciremos los fenómenos antroposociales a los fenómenos biológicos, ni éstos a las interacciones
físico-químicas. Se trata entonces, de no reducir el espíritu al cerebro, ni el cerebro al espíritu, la
normalidad y la prevención, pudimos comenzar a concebirlo como objeto de estudio complejo que, para
ser entendido, plantea dos requisitos: especialización e interdisciplina.
Gerontólogos∗
Es el caso de psicomotricistas, terapistas ocupacionales, expertos en recreación, etc., disciplinas que se
conformaron desde el vamos desde una gestación transdisciplinaria.
A partir de esta reformulación de la Gerontología como campo interdisciplinario - que ya no es hoy en día
el estudio de los gerontes, de la vejez, sino del envejecimiento como proceso, lo cual nos lleva a redefinirla
como Ciencias del Envejecimiento y a incorporar fuertemente a la mediana edad en ella.

LA PSICOGERONTOLOGÍA COMO CAMPO INTERDISCIPLINARIO


Podríamos decir que, hasta la década de los ´80, al menos en Iberoamérica, predominaba un enfoque
deficitario del envejecimiento. Ya sea desde corrientes psicoanalíticas como cognitivas, se suponía una
curva de declive inevitable a nivel psíquico. Los únicos abordajes posibles, salvo excepciones, eran los
tratamientos farmacológicos y otras terapias a cargo de psicogeriatras. No había representantes de otras
disciplinas formados y especializados en atender las cuestiones atinentes a la salud mental en el
envejecimiento y los pocos que había no realizaban en su mayor parte un trabajo interdisciplinario.
Diversas condiciones y nuevos fenómenos que aparecieron en años relativamente recientes:

1- En primer lugar, lo ya señalado acerca del avance del paradigma de la complejidad en ciencias: el
requerimiento de trabajo en equipos interdisciplinarios que puedan dar cuenta de esta complejidad.
2- La especialización por parte de profesionales de disciplinas relativamente más nuevas (terapia
ocupacional, psicología, psicopedagogía, musicoterapia, psicomotricidad) que vienen aportando otros
enfoques, nuevas miradas y herramientas diagnósticas y de intervención. Vaya como ejemplo del aporte
de cada una, las técnicas de multiestimulación y el trabajo con la memoria por parte de la terapia
ocupacional, que muestra el efecto preventivo y de enlentecimiento en procesos de deterioro cognitivo,
las intervenciones pedagógicas de las ciencias de la educación, demostrando las posibilidades del
aprendizaje en el envejecimiento, las intervenciones preventivas y psicoterapéuticas de los psicólogos con
el viejo y su familia
3- El avance teórico en la distinción conceptual entre el envejecimiento normal y el patológico, lo cual
permite evitar intervenciones en los casos que no lo requieren, respetando su curso normal y la detección,
orientación e intervención en los casos en los que se justificaría hacerlo
4- Paralelamente, el lento pasaje que vamos comprobando, en el campo de la salud pública, desde el
enfoque de riesgo y abordaje centrado en las patologías, a un mayor énfasis en el enfoque de factores
protectores y abordaje centrado en la prevención y la resiliencia
5- Este cambio de enfoque y de la perspectiva preventiva en la salud mental en el envejecimiento,
innumerables experiencias comunitarias e institucionales y talleres de todo tipo además de demostrar su
eficacia en la mejora de la calidad del envejecimiento, constituyen ámbitos propicios para la detección
temprana y la derivación oportuna, así como para el armado de redes de apoyo y el trabajo con las familias
6- Como efecto de lo anterior, el cambio ya no sólo en la salud mental, sino en el campo global de la
gerontología, que deja de considerar exclusivamente a los adultos mayores para pasar a investigar e
intervenir en todo el proceso, especialmente desde la considerada mediana edad de la vida, tarea esta aún
pendiente en la psicogerontología actual.
7- Finalmente, el desarrollo de nuevas teorías psicogerontológicas (Yuste Rossell et all, 2004) como la
del Curso de la Vida o del Ciclo Vital Dinámico, la Teoría de la Continuidad o la de Selección, Optimización y
Compensación (SOC), que destacan la importancia de estudiar el envejecimiento en todo su proceso a fin
de entender las distintas vejeces alcanzadas.
Los procesos de envejecimiento se construyen singular y colectivamente. Cada sociedad, cada cultura, cada
época, construye un determinado modo de envejecer… De esta forma, la vejez se constituye en una etapa
del desarrollo en la cual, con ganancias y pérdidas, existe una mayor multiplicidad de factores
determinantes y gran variedad interpersonal en sus dimensiones y manifestaciones, siendo necesario para
su análisis y configuración una perspectiva compleja, que incluya el proceso de envejecimiento en sus
diferentes dimensiones. (REDIP, 2005, p.1).
Como área diferenciada, representa hoy un nudo de convergencia de diversos desarrollos actuales en la
salud mental: desde el psicoanálisis a la teoría cognitiva, pasando por el enfoque de las neurociencias, con
los avances psiconeuroinmunoendócrinos, constituyendo, el logro de las interrelaciones, un desafío
cotidiano en nuestros afanes investigativos. Debemos preguntarnos y bregar por la posibilidad de
articulación entre disciplinas, entre prevención y asistencia, entre teorías diversas.
Sin embargo, éste no es el panorama que prevalece hoy en día en el estudio de la salud mental en el
envejecer. De igual modo, los pocos programas de formación que encontramos en este campo en otras
latitudes, descartan al Psicoanálisis como teoría válida o desde ella, descartan a otras
La concepción psicogerontológica desde la complejidad se propone no fragmentar y entender el proceso
del envejecer en el tiempo, en su historicidad. Nos vemos confrontados a una doble temporalidad,
siguiendo a E. Morin (2004): el envejecimiento como historizante y diversificante, como proceso de
corrupción y dispersión. Eros y Tánatos operando en el tiempo de autoproducción de sí, en un proceso de
complejización creciente y de desorganización creciente en el que aparecen ligadas la repetición, el
progreso, la decadencia.
Para poder entender cómo se va armando una demencia, un envejecimiento patológico o normal,
situaciones de maltrato, lo deberemos hacer desde este entramado, no lo entenderemos nunca
estudiando por separado las neuronas o el contexto cultural y familiar o la herencia genética o la
personalidad previa o los esquemas cognitivos.
Éste es el contexto psico-bio-socio-cultural que el equipo psicogerontológico se propone favorecer y
estimular, en síntesis: un yo complejo que esté en condiciones de desarrollar resiliencia frente a los
avatares del envejecer. Deberemos entender, entonces, el desencadenamiento de las patologías mentales
por el paso del tiempo, como el fracaso en la construcción de este modelo de subjetividad y de
intercambio vincular.
Arribamos así a definir que la Psicogerontología, tal como la concebimos, estudia la salud mental del sujeto
envejeciente y envejecido en sus aspectos psicodinámicos, cerebral – orgánicos, cognitivos y vinculares,
abarcando las tareas de promoción de la salud y prevención (incluyendo los factores de riesgo psíquico),
interrelacionadas con la tarea asistencial y de rehabilitación.

Graciela Zarebski: PARA NO “CAER” EN LA VEJEZ


Hay básicamente dos modos de no “caer en la vejez”. Uno es suicidándose antes, el otro, evitando el
suicidio. ¿Por qué se habla de suicidio? Porque pensar en el envejecimiento implica necesariamente
percibir el transcurso del tiempo de la propia vida, implica pensar en su final. Una vida que se va acabando.
De acuerdo a como la vivamos y como vivamos la muerte, soportaremos o no la idea de envejecer.
Aquellos que no la soportan son los que dicen: a los 70 me mato. Y efectivamente, de alguna u otra
manera lo hacen. Algunos literalmente se suicidan para no caer en la vejez; otros la atraviesan como una
caída en picada; y otros son aquellos que toman precauciones para evitar la caída, para que la vejez forme
parte de la vida. 
Se habla de diferentes modos de enfrentar el envejecimiento: 
 Los que piensan que es inevitable la caída y no quieren llegar a viejos. 
 Los que “caen” en la vejez, cayéndose. 
 Los que piensan que es inevitable la caída y se cuidan, para no caerse.
 Los que aprenden, en la vejez, a no caer. 

Proponer esta clasificación como una verdad del acontecer humano, no hay una mejor evidencia que la
literatura: “el amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez. Esta brillante novela, es un
tratado acerca de la vejez y de los distintos modos de envejecer. Se analizará cada uno de los personajes
que nos permite ver los distintos modos de llegar a viejos. Porque los factores de deterioro biológico y de
maltrato social no alcanzan a explicar las distintas maneras de enfrentarlos y atravesarlos. 
Jeremiah de Saint- Amour: “no caer en la vejez” 
La novela transcurre a finales del siglo pasado en un país caribeño y comienza con un suicidio. Un doctor
del pueblo es convocado a fin de certificar un deceso. En uno de sus encuentros con su amada, Jeremiah le
dice de pronto, “nunca seré viejo”. Ella lo interpreto como un propósito heroico de luchar contra los
estragos del tiempo, pero él había sostenido esta afirmación con otro sentido: su deseo era suicidarse a
una edad que para él significaba el comienzo de una caída. 
La problemática en relación al envejecimiento tiene que ver con un problema de identidad. Cuando se vive
toda la vida tapando algo que no debe aparecer, que no se debe dar a conocer, la vejez se vive como
siniestra. ¿Por qué? Porque si toda la vida se trabaja para sostener una imagen engañosa en cuanto a tapar
las propias fallas y debilidades, la vejez, con la declinación de las fuerzas que acarrea, se supone que llegara
el momento en que esta imagen ya no se podrá sostener, que arrasara con todas las máscaras, revelara
todo lo malo, lo inútil, lo despreciable, que no se pudo integrar ni asumir como propio. Esta es la definición
de lo siniestro: revelando algo que debería haber permanecido oculto.
Poder aceptar el propio envejecimiento requeriría entonces un doble desengaño: de que por ser jóvenes
poseemos todo: la vida, el poder, la belleza, la completud; de que por ser viejo se carece de todo: nada de
vida, nada de poder, nada de belleza, nada de completud. Para lograr un buen envejecer deberemos
superar las dicotomías absolutas del todo o nada entre la juventud y la vejez, y deberemos cuestionar
nuestra idea de adultez, de plenitud, de que es ser un adulto acabado. Si creemos que todo lo débil, lo
deficitario debe ser totalmente tapado, la fuerza que realicemos para no dejarlo hablar, nos hará vivir en
una tensión permanente. Cuando se nos aparezca algo que nos lo evoque, en un instante nos hará caer de
ese lugar idealizado en que pretendidamente estamos. La imagen de un viejo cuestiona, nuestra imagen,
nuestra identidad. Nos enfrenta a una imagen en que no nos reconocemos.
¿Por qué para algunos el envejecer adquiere estas características siniestras? ¿Por qué lo que debería ser la
aceptación de un proceso gradual de deterioro orgánico, una metamorfosis gradual de nuestra imagen, se
anticipa como un caer repentino en una zona ambigua e inquietante entre la vida y la muerte?  
Si nos podemos reconocer en ese viejo que seremos es porque aceptamos que algo tenemos que ver con
él, porque aceptamos que nuestra imagen actual no esta tan intacta, que en algo ya se nota el deterioro.
Es reconocer que a la par que fuimos creciendo y adquiriendo, algo fuimos perdiendo. Que llegar a viejo es,
simplemente, continuar ese camino que ya recorrieron nuestros padres, con la esperanza y posibilidad de
llegar un poco más allá de lo que ellos llegaron. 
El suicido es, en este caso, no poder aceptar nuestra condición de mortales, que es a lo que nos enfrenta el
envejecer. Porque morir envejeciendo es ir reconociendo la evidencia de que se es mortal. Es aceptarse
mortal, ocupándose simplemente de vivir. En cambio, quien comete suicidio, priva el dolor de existir y de
ser mortal.

Juvenal Urbino: caer en la vejez


El médico luego de dar conocimiento del suicidio, volvía trastornado a su casa. Tan alto fue el impacto, que
produjo en él un desenlace fatal. Pero ¿Qué fue lo que pudo conmover tanto a un médico acostumbrado a
cotejarse con la muerte cotidianamente? Esta muerte lo conmovió profundamente porque lo enfrento a
un cuestionamiento de su propia existencia que lo dejo abrumado: tuvo la revelación de algo que le había
sido negado hasta entonces, había sido la primera vez en que se atrevió a mirarla a la cara y también ella lo
estaba mirando.  Él era consciente de que la muerte a su edad, era una probabilidad cercana y esta
angustia lo acompañaba permanentemente desde hacía varios años. La suya era una vida sin amor y la
vivía con profundo rechazo. Le pesaban las pérdidas de sus conocidos, le pesaban sus olvidos, le pesaba lo
que percibía como el “olor” de la vejez. 
Lo suyo era un dejarse llevar por la vida sin cuestionarse su existir. Cuando se encontró con alguien que si
lo había hecho, se acentúo en el la idea de la vejez como caída pues, carente de amor, solo iba
deslizándose hacia la muerte. Cuando la sexualidad constituyo siempre un momento de plenitud, de
encuentro verdadero con el otro, se van encontrando modos de acomodarse al deterioro y se van
encontrando nuevas formas de realizarse de acuerdo a ritmos y modos renovados, siempre y cuando se
mantenga ese apetito. Hay entre la vejez y la sexualidad relación recíproca. Si no hay sexualidad en alguien
que siempre pudo disfrutarla, es porque no se aceptan las limitaciones del deterioro, porque no se acepta
la vejez. 
El vio en ese suicida, como en un espejo, su propia vida engañosa, y a partir de ese momento, la tristeza y
la incertidumbre ya no lo dejaron vivir. Este instante repentino y siniestro de enfrentamiento a una vejez
que no se acepta, es el que habitualmente se produce frente a un espejo, que pareciera mostrarnos lo que
no reconocemos como propio. Así mismo, otros aconteceres como una enfermedad o alguna perdida,
producen este efecto, sumiendo a estas personas en el pozo de una depresión, que para ellos se traduce:
“la vejez que se me vino encima”, como si la misma se manifestara de un dia para otro, y no como el
proceso gradual que nunca pudieron aceptar. En estos casos, el resultado de este modo de envejecer, a
menos que haya un replanteo a tiempo, es el total derrumbe del sujeto. 
Mientras haya disposición para detenerse a reflexionar y autocuestionarse, se estará peleando por la vida.
La vejez no es “demasiado tarde”, si pensamos que la vejez es vida. Pero el Dr Urbino estaba unido a la
vida solo por hilachas, la coraza con que se protegía (ser un médico de renombre) de repente se quebró y
revelo la debilidad que ocultaba: cayó de su pedestal y se rompió esa hilacha. 
La experiencia indica que además de factores orgánicos y ambientales, hay muchas personas que se caen
en la vejez porque participan de las condiciones que favorecen la propensión a las caídas en la vejez, tanto
por sus características personales, como por sus circunstancias vitales. Un modo frecuente de derrumbe en
la vejez es a través de las caídas. Se piensa comúnmente que la declinación comienza o se acentúa después
de producida la misma. Lo que no se piensa es que, como en el caso de Urbino, la caída es una
consecuencia de un derrumbe emocional ya instalado, de una primera “caída” que ya se produjo. 
Los que las padecen son, habitualmente son personalidades narcisistas que se manejaron toda su vida con
la lógica del “todo o nada”. Cuando ya no  se puede todo o no tienen todo, el poder, la belleza, caen en la
nada. Cuando no aceptan perder, carecen de la posibilidad de detenerse a reflexionar y resuelven el
conflicto actuando impulsivamente. Si toda la vida hubo dificultad para aceptar los propios límites,
tampoco se podrán aceptar los límites de la vida, se adopta así la posición de víctima o de acusador. Así, lo
que debería ser el común padecer humano, pasa a ser “mi mala suerte”, “por mi culpa”, “por lo que me
hicieron a mí”. Se presentan así, habitualmente en la vejez, dos modalidades básicas como contexto
psíquico en la producción de una caída: 
 Depresiva. Se presenta como el “dejarse llevar”, “dejarse caer”, “dejarse atropellar”, es decir,
“dejarse”, entregarse como un objeto al otro. Sobre la base del autocastigo y el autorreproche,
asumiendo toda la falla. 
 Querellante. Pone la culpa en otro, el reproche al otro, con intentos fallidos de rebeldía y actúan
entonces como “atropelladamente”.  Estos se caracterizan por su resistencia a los cambios que
acarrea el paso del tiempo, estando la falla en lo nuevo: “lo de antes era mejor”. 
En lugar de pensar que “ahora no se puede nada”, se trata de entender que “nunca se pudo todo” y que
“ahora se puede distinto”, y es acá donde se pone en juego la elaboración de nuevos ideales y
aspiraciones, lo que conlleva la posibilidad de un cambio de actitudes, de ritmos y de organización de la
vida diaria, que se requiere para prevenir caídas. 
Lo que debería ser la aceptación de una perdida a través de la elaboración del duelo, es vivenciado como
caída y derrumbe y desencadena un proceso amenazado permanentemente de una caída real. Cuando
ésta se produce, además de las consecuencias habituales de sedentarismo, pérdida de fuerza y de
autoconfianza, miedos y autorreproches se produce la perdida de la autonomía, la cual realimenta la
depresión que, junto con un entorno cada vez más pobre y reducido, va determinando un gradual
desapego de todos los espacios: motor, auditivo, visual, temporal, mental y social. Estas características no
son vistas solo por las demás personas como LAS características de la vejez, sino también por el viejo
mismo. 
La propensión a las caídas puede ser leída entonces como síntoma de que la vejez se vive como crisis. Para
prevenirlo, habrá que evitar la rigidificacion: mantener la flexibilidad en todos los órdenes de la vida. Un
cuerpo flexible es un ser humano flexible.
 
Florentino Ariza: no caerse en la vejez
Este había sido el primer pretendiente de Fermina. Ante la oposición del padre de la novia, esta finalmente
se casa con el Dr Urbino. Sin embargo Florentino, a lo largo de su extensa vida nunca dejo de pensar en
ella, pensando que el destino algún día los volvería a unir. Sabía que ese momento podía llegar a ser la
vejez, tenía un motivo para llegar a viejo, y él se cuidaba para ello. Hay ciertas cosas que hace alguien que
se propone llegar sano a la vejez: 
 Observa desde joven, con interés a los viejos, tratando de aprender de ellos lecciones de la vida.
 Piensa, por lo tanto, que se puede “aprender” a envejecer. 
 Puede reconocerse en ese espejo porque acepta llegar a viejo. No constituye para él una imagen
siniestra que le anticipa un final rechazado. 
 No le teme a la muerte.
 Le teme a la dependencia en la vejez, es decir, a la vejez patológica, que puede diferenciar de una
vejez sana. 
Lo que él se propone es mantenerse joven a pesar del paso del tiempo. Para esto, trataba de no mostrarse
viejo. Lo que no entendía era que, para serlo, no hacía falta poner tanto énfasis en cuidar las apariencias, ni
hacía falta exigirse tan alto rendimiento. Que la juventud en la vejez se mide con otra vara. Que ser un
viejo joven pasa fundamentalmente por tener un proyecto, cualquiera sea, y luchar activamente para
alcanzar a realizarlo. Permitirse desear, tener sueños y disponerse a concretarlos en actos. Eso alcanza para
mantenerse vital y lúcido, aunque haya que lentificar el paso, adecuar los ritmos y modificar los hábitos. Es
decir, adecuarse a un cuerpo viejo. 
La particularidad del ser humano consiste en una discordancia entre lo que se siente, lo que se aparenta y
lo que se es. Esta es una ecuación personal que esta en cada uno resolver de modo particular entre el
verse, el sentirse, el escucharse y lo que se recibe de la mirada, la escucha y el sentimiento de los otros,
cualquiera sea la edad. 
Lo biológico y lo social son, como receptores de la temporalidad. Mientras vivimos, la vejez no existe. Por
eso es habitual el comentario: “no me había dado cuenta hasta que…” mientras vivimos nos olvidamos. Lo
queramos o no, igualmente la vida de vez en cuando se encarga de hacernos acusar el impacto: desde los
otros, desde ese cuerpo que nos sostiene, de repente lo recordamos. Por esto, es fundamental lo psíquico,
como vivimos esos pequeños impactos cotidianos, el grado de aceptación, elaboración del dolor, de la
herida: si es un simple raspón o un agujero que se nos abre, desde hacerse el distraído hasta la renegación
absoluta. Si envejecemos mal anímicamente, se amplían las posibilidades de enfermar en lo biológico y en
lo social. 
Lo crucial para un buen envejecer es poder aceptar el sobrellevar la discordancia entre lo que se es y lo que
se parece. Poder aceptar que uno se siente joven pero que el cuerpo envejece. Si no fuera por esto, uno se
olvidaría de la finitud. Sentirse joven, con fuerza, se siente bien; reforzar, compensar, suplementar, lo que
se va perdiendo por el camino, también, si se reconoce que algo se va perdiendo. Se podrá apelar a
recursos que hagan más llevadera esa discordancia: maquillaje, deporte, retoques estéticos. Pero el
problema ocurre cuando se quiere borrar toda evidencia, toda marca. 
Florentino era un viejo que se sentía joven, sobre todo al sentir que estaba por concretar su sueño,
olvidando que su cuerpo no lo era tanto. De todos modos, el tropiezo no lo derrumbo, a pesar de que tuvo
que usar una bota de yeso que lo dejo inmóvil por un buen tiempo. Estos padeceres posteriores a una
caída, suelen tener consecuencias dolorosas, difíciles de superar, tanto física como anímicamente. Pero
como su proyecto vital residía en su fortaleza, la postración para él fue una oportunidad de dedicarse
activamente a lo que siempre había sido su via de expresión para esa mujer: las cartas de amor. Esa
ocupación le permitió borrar todo lo demás. Por eso no temía a la muerte, porque se había propuesto
llegar vivo. Es una creencia errónea pensar que los viejos viven en un permanente temor a la muerte y que,
por esto, no viven. 

Fermina Daza: aprender a no “caer en la vejez”


Fermina amada de toda la vida de Florentino, no reparaba en él, no se enteró ni de su sufrimiento ni de su
anhelo.  Vivía junto a Urbino un matrimonio de conveniencia y paz. A medida que iban pasando los años se
habían acostumbrado a estar siempre juntos, en una especie de “servidumbre recíproca” que se
acrecentaba a medida que envejecían. No se habían detenido nunca a preguntarse sinceramente si
estaban unidos por el amor o porque les resultaba cómoda esa unión. Preferían ignorarlo. De acuerdo a
esto, la muerte de su marido no fue tan “trágica”. Y esto de la viudez forma una cuestión central como
desencadenantes de un derrumbe, sobre todo en las mujeres. Y en este caso, hay cierta discordancia entre
lo que fue la propia determinación de Fermina, y un mandato social: lo que se espera de una viuda. Para
aquellas mujeres que vivieron anuladas tras su rol de esposa en una relación de pegoteo con su marido, la
viudez vendrá a marcar el final de la misión que se les fue adjudicada y que fue su- misión: atender su casa
y su hombre. Es que la viudez las enfrenta a una difícil encrucijada: re-conocerse como auto-validas. Si su
lugar en el matrimonio fue siempre el de ser el sostén de otro, sostenidas en el deseo de otro, ¿Cómo
hacer para re encontrarse sola frente a su deseo? La caída se produce precisamente porque hay deseo
pero se teme o no se sabe qué hacer con ese deseo; no lo pueden sostener y la caída las salva del riesgo de
ser autónomas, del riesgo de vivir. Se replantea así la problemática de la dependencia:   poder separarse
del otro cuando ilusoriamente se es uno con él. Del mismo modo se plantea en el caso del viudo que tuvo
siempre a su esposa atendiendo sus requerimientos, hasta que la muerte de ella lo deja solo sin saber que
hacer consigo mismo, sin otro que vele por él. No está preparado para rehacer su vida, para hacerse cargo
de sus deseos, para iniciar nuevas búsquedas, aunque tenga los recursos económicos y de salud para
emprenderlas. 
Poder aceptar que el muerto es el otro, lleva a enfrentarse a su situación de “muerte en vida”, a tener que
reconocer el vacío en que queda.  En el caso de Fermina, ella quería ser otra vez ella misma, porque en el
matrimonio había dejado de serlo. Este es un trabajo arduo que requiere a veces remontar toda una vida y
que trae aparejado un complicado interjuego de sentimientos contradictorios de reproches y
autorreproches al que “se fue”. Requiere no quedarse atrapada en el dolor, disponerse a no cerrarse a las
posibilidades. Por lo general, no es esta la expectativa que se tiene con respecto a la vejez. Se supone que
ya no es momento para cambios, se la suele pensar como una época de cosecha después de una gran
siembra. Al viejo solo le correspondería vivir de los recuerdos de lo que fue. Estos buenos recuerdos que
hacen dichosa a la vejez son las “reminiscencias”, relatos de épocas pasadas que se trasmiten con deleite y
que indican que hay una elaboración normal de las perdidas, ya que representan la satisfacción por lo que
se cosecho. Pero cuando la función y el lugar del viejo, cuando el sentido de su vida, pasa a ser solo
trasmitir buenos recuerdos, la reminiscencia se transforma en nostalgia. El sujeto en este sentido, queda
atrapado en el pasado, el presente esta anulado y el futuro sin ningún tipo de proyecto. 
La vejez no es una etapa en la que “ya no pasa nada”. No es solo contemplación pasiva mirando la vida
pasar, no se define por la perdida, no es esencialmente el duelo por la vida. Por el contrario, puede ser la
mejor, y tal vez la ultima, oportunidad para proponerse ser autentico consigo mismo, porque es una etapa
que barre con “fetichismos y espejismos”. 
Ante todos los cambios que conlleva el paso del tiempo, si uno los vive pasivamente, como objeto a
merced de ellos y uno no cambia y no sigue luchando por poner en esas realidades el sello propio, no
alcanzara siquiera a darse cuenta de que, en realidad, está en el gran cambio: se estará transformando de
persona en cosa, se ira deslizando por el camino de la muerte psíquica, llegara a lo que psicológicamente
se entiende por “ser viejo”: perder la capacidad de curiosidad y de asombro, por no estar dispuesto a
cambiar y a seguir luchando. ¿Por qué no proponerse entonces además de cosechar buenos recuerdos,
seguir intentando los pequeños cambios y los pequeños trabajos que toda vida impone, el trabajo de vivir,
de hacerse persona hasta el último suspiro? Muchas veces son los demás los que no aceptan que un viejo
cambie, que se proponga salir del lugar que se le adjudica. Es necesario estar dispuesto a enfrentarse a
prejuicios y reproches. 
Concluyendo… A partir de estos personajes, pudimos darnos cuenta que la vejez que “nos toca” no es
casual ni arbitraria, sino que las distintas personalidades y conflictivas “arman” distintos modos de llegar a
viejo. Están quienes eligen no llegar, y otros que sin elegirlo, no llegan o llegan cayéndose. El deterioro se
“modula”, se modera, en la medida en que se dominen los factores autodestructivos. 
La conclusión será que, si  no queremos vivir la vejez como caída, habrá que apelar a lo contrario, es decir,
a la vida.  Desgraciadamente, no es esta la vía que se fomenta en nuestras sociedades desde los ámbitos de
poder y de influencia masiva, porque desde ellos no se fomenta la vida. Una sociedad que no valora a sus
viejos, que los impulsa a la salida tanatica, al suicidio, es una sociedad suicida.  
Hoy en día la situación es más grave; ya no se trata solo de que cuando se deja de producir, se pasa a un
desecho del sistema, sino que ni siquiera se valora al que produce y se mantiene productivo. 
La idea es fomentar la valoración de la belleza que puede haber en llegar a viejo. Para alcanzarla no hay
consejos que valgan. Lo único válido tal vez sea: detenerse a pensar, preguntarse acerca de la autenticidad
de la vida actual, replantearse el modelo de adultez con que se vive. Este replanteo será la mejor
prevención que podremos hacer en aras de un buen envejecer. 

IACUB; ACRICH: PSICOLOGÍA DE LA MEDIANA EDAD Y VEJEZ: Cap 2. Dolor psíquico


durante el envejecimiento 
Algunas de las problemáticas que pueden surgir en esta etapa vital como los duelos, las depresiones, la
ansiedad, la hipocondría. Serie de reacciones emocionales frecuentes que darán lugar a la idea de crisis
emocional. Entendiendo por crisis un cambio de posición subjetiva que acarrea cierto trabajo psíquico para
su resolución y el cual puede relacionarse con el malestar psíquico o dar lugar a una patología psicológica.
Butler (1998) propone algunas de estas situaciones vitales:
 La viudez como uno de los mayores temas psicológicos, ya que representa una serie de cambios
que involucran lo afectivo, el sentirse apoyado y cuidado, la seguridad económica, etc.
 Los cambios en la pareja, en parte relacionados con la ida de los hijos o la jubilación, que implican
cambios en las formas de convivencia.
 Los cambios a nivel sexual, debidos a cambios en la capacidad sexual, nuevas maneras de relación
entre los partenaires, o la no percepción de si, o del otro como alguien erótico.
 La jubilación implica no solo un cambio de rol sino en la propia identidad de un individuo.
 Los cambios económicos que producen una cierta sensación de dependencia.
 Las pérdidas a nivel de los sentidos y capacidades como el oído, la vista o las capacidades
cognitivas, que pueden provocar aislamiento social e inseguridad personal.  
 Las enfermedades y discapacidades: sin que la vejez se caracterice por la enfermedad o la
discapacidad, existen más probabilidades de que puedan ocurrir, sumado a los mitos que tienden a
exagerar ciertos cambios dándoles mayor gravedad de la que tienen. 
 El temor frente a la hospitalización o la institucionalización: implica abandonar ámbitos que
promueven seguridad, como la casa, cambios en la red social y fundamentalmente la pérdida del
control personal o autonomía.
 La preocupación y ansiedad frente al cambio de imagen o de la capacidad física: ambos ponen en
juego el reconocimiento del otro hacia uno mismo y los recursos de afrontamiento.
 El miedo a la muerte: particularmente en la mediana edad y posteriormente el temor ante el
momento y el modo en que se produzca la muerte.

DUELO
El proceso de duelo nos acompaña a lo largo de la vida, aunque con el envejecimiento, ciertas pérdidas
pueden resultar más frecuentes. Entre las pérdidas consideradas hallamos la de los seres queridos, roles,
espacios, ideales, capacidades, recursos que nos daban una cierta imagen, afecto, valor, apoyo, es decir
aquellos vínculos que constituían parte de la identidad. Por esto, el duelo implica que la persona deba
rever una serie de supuestos que ordenaban su mundo, la representación de sí mismo y del modo de
interactuar con la realidad.
Bases teóricas acerca del duelo
Existen diversas conceptualizaciones con respecto a los significados del duelo. Una de las más reconocidas
es la que señala Freud en su texto “Duelo y Melancolía”.
Es “la reacción a la pérdida de un ser querido o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el
ideal, etc. Bajo estas mismas influencias surge en algunas personas, a las que por lo mismo atribuimos una
predisposición morbosa, la melancolía en lugar del duelo” (Freud, 1988).
La primera hipótesis freudiana es: si no nos parece patológico es porque lo explicamos perfectamente. Esta
perspectiva suscitó la interesante crítica de J. Allouch (1996) ya que éste considera que su visión es
demasiado positivista y por ello simplificada. Resulta poco pensable, desde el propio psicoanálisis,
“comprender perfectamente” que es lo que un sujeto pierde con el objeto que está duelando, disociando
de tal modo lo consciente de lo inconsciente. . Su explicación metapsicológica es que el duelo es un
examen de la realidad en donde el objeto amado no existe más y la libido deberá abandonar sus antiguas
posiciones, teniendo en cuenta la adhesividad de la libido a sus objetos, es decir la dificultad de retirarse
de los objetos de amor. Si el conflicto fuese muy intenso, podría dar lugar a situaciones patológicas. Sin
embargo lo normal es el progresivo retiro del objeto. Habrá por lo tanto un desasimiento paulatino de las
piezas libidinales, y solo al final de la labor de duelo, el yo quedaría libre y exento de presiones. Esta última
posición frente al duelo, sin ser habitual, nos permite pensar las dificultades propias de este proceso para
lograr su elaboración, donde los mecanismos de defensa, tales como la negación y la desmentida,
funcionan coexistiendo con la aceptación. La sensación más habitual que escuchamos es “sé que no está
más, pero al mismo tiempo me parece que todo esto es un sueño y ya va a volver”. 
Desde una perspectiva constructivista y narrativista el proceso del duelo implica un cambio en la identidad
ya que modifica las creencias, los modos de vinculación y las representaciones de sí y los otros. Parkes
(1988) sostiene que se altera el modelo interno que ayuda al sujeto a orientarse, reconocer lo que le está
pasando y a planificar su comportamiento.
Cuanto más vinculada se encuentra la pérdida a la propia identidad, mayores van a ser los efectos de en el
sujeto. Rando (1984) considera que se produce una modificación de un “mundo de supuestos”, tanto a
nivel global, en tanto modifican las creencias sobre el sí mismo, los otros y el mundo; como específicos, ya
que cambian los aspectos concretos asociados a la relación. También sitúa las pérdidas secundarias,
entendidas como la suma de actividades, roles, apoyos que se deben abandonar.
Desde esta perspectiva el duelo es la reacción a la pérdida de un vínculo que brindaba sostén y continuidad
a la identidad, con todas las implicaciones emocionales, cognitivas e instrumentales que contiene.
Una serie de variables indicen en las formas de tramitar el proceso de duelo, entre las que se encuentran
las siguientes:
-    La capacidad psíquica previa: resulta central el nivel de tolerancia que pueda tener un sujeto a lo largo
de su vida para afrontar determinados tipos de pérdidas.
-  La significación del objeto perdido: no resulta fácil para los otros ni para el propio sujeto entender lo que
se ha perdido con un objeto en particular. La falta que puede producir no suele ser explicable
conscientemente ni tampoco previsible. Los duelos por ciertos objetos significativos pueden promover una
pérdida de roles de mayor o menor importancia para un sujeto; pueden provocar la sensación de ya no ser
deseables o importantes para el otro.
-  Las expectativas de luto: cada sociedad establece ritos y modalidades acerca de cómo se debe elaborar
el luto. Desde la demanda de ropas oscuras y un cierto encierro, hasta las formas más actuales y urbanas
de poco reconocimiento hacia aquel que realiza un duelo; así como la demanda de renovar una pareja a la
de cerrar toda posibilidad de hacerlo.
-   La integración psicosocial del sujeto: las redes sociales, el nivel de actividad y las diversas interacciones
sociales pueden incidir positiva o negativamente en la resolución del duelo. Así como también dicha
integración alude a la posibilidad de volver a recuperar objetos de deseo y recuperarse como objeto para
el otro.
-   La forma en que se produjo el suceso: las pérdidas inesperadas, tales como los accidentes; aquellos que
tuvieron un largo proceso por enfermedades con desarrollo largo e infructuoso, que pudieron haber
producido sentimientos altamente contradictorios hacia el fallecido; o las vivencias traumáticas, como los
crímenes o desapariciones, pueden generar modalidades particulares de resolución promoviendo más
angustia, culpa, horror, incomprensión, etc. Factores que podrán determinar que el duelo se complejice.
Momentos del duelo
1. Se manifiesta por la sensación de shock y de fuerte angustia. Aparecen conductas defensivas
maniacas, con preponderancia a la negación. lo disociativo y proyectivo prevalece, echándole la
culpa a los medios, familia, etc. este momento es donde más se manifiesta la agitación, llanto,
protesta, desasosiego y negación de la perdida.
2. La pérdida del objeto externo lleva a que se incremente la relación con los objetos ligados a quien o
a lo que se ha perdido, produciendo adquirir un carácter identificatoria. Dicha identificación se
produce con ciertos rasgos del objeto, aunque esta pueda ser breve. Según la importancia del
objeto perdido podría haber identificaciones más fuertes y de mayor duración o incluso que
queden de un modo permanente en el sujeto.
La relación con os objetos externos se hace as laxa e incluso puede llegar a interrumpirse. La sensación es
de desolación, falta de incentivo externos por fuera de aquellos que pudiesen brindar la propia relación al
objeto, por ello Freud lo describió como “el mundo se encuentra desierto”. El estado es de aceptación,
tristeza y resignación.
La relación con los objetos internos se va debilitando y el sujeto es capaz de establecer los vínculos con los
objetos externos. El sujeto volvería a conseguir la serenidad, la aceptación de lo sucedido y se encontraría
libre de inhibiciones. 
El duelo desde Lacan
Este psicoanalista modifica en gran medida el punto de vista desde donde se concibe el duelo ya que
modifica la dimensión del sujeto y del objeto y para ello parte de dos dimensiones distintas: el Sujeto y el
Otro.
Lacan considera que porque hay un Otro que desea al sujeto aparece la posibilidad de desear, y esta
dimensión de ser objeto del deseo del otro quedará como estructura básica en la organización subjetiva
del ser humano. Solo si convocamos el deseo del otro podemos sostenernos como sujetos y desde allí
aparece la idea del deseo como deseo del otro.
En este sentido, ser sujeto no es una condición de existencia sino de contingencia (variable en el tiempo),
es decir: se es sujeto en tanto cause un deseo al Otro, sino deja de serlo. Lo cual implicaría una posición de
no deseo similar a la tristeza y al desinterés vital, no de desindividualización. Habría que tener en cuenta
que la dimensión del duelo en Lacan es fundante ya que es sobre la noción de falta de esos objetos
primarios, llamémosle madre o padre, sobre el que se estructura el deseo humano. Deseo que conduce a
una pérdida imposible y a su vez es vehículo de suplencias. Porque perdimos ciertos objetos primarios en
nuestra constitución psíquica es que deseamos a otras personas. Entonces si pensamos la lógica del duelo
tendremos una perspectiva distinta a la freudiana ¿Por qué? Desde Freud el sujeto desde su yo abandona
progresivamente a su objeto, en donde habrá un acto racional de abandono solo limitado por una
tendencia a la adhesividad de la libido, poco desarrollada en su obra. Sin embargo desde Lacan la óptica es
distinta y lo plantea del siguiente modo: “Solo se puede hacer duelo de aquel cuya falta fuimos,
entiéndase, de aquel cuyo deseo causamos”. Razón por la cual pueden aparecer dos modos de
identificación:
1. La primera es ser objeto causa del deseo del Otro, en tanto alude a las representaciones, ideales o
metáforas del sujeto que fueron deseables por el otro. Entendamos ser queridos por nuestras
obras, nuestras características valoradas, etc. Esto permite que al perder un ser querido podamos
duelar el objeto deseable que constituimos para el otro, lo cual habilita a otros espacios de deseo
(llamémosle otras personas que nos quieran u otros ámbitos donde seamos reconocidos o
valorados) que nos ayuden a recuperar un espacio distinto, más allá del deseo que provocamos en
ese otro. 
2. La segunda es ser el objeto irremediablemente perdido en donde el valor del sujeto no tiene más
representación que ser objeto para el otro, sin poder hallar una suplencia metafórica del deseo que
produjimos en el otro. La figura del niño bastón de su madre representa este tipo de enlace. Estos
modos de identificación pueden funcionar tanto en la constitución subjetiva que se conforma en la
relación con los padres, o quienes ejerzan dicha función, como en las diversas relaciones que
construye un sujeto a lo largo de su vida. La importancia de estas modalidades identificatorias es
que permiten explicar las formas de resolución de los duelos. Sin embargo es importante aclarar
que estas formas de pensar el duelo no implican un total determinismo. El sujeto no se encuentra
totalmente prisionero de un deseo o un no deseo, sino que puede redimensionarlo y a partir de allí
encontrar una nueva forma de relación con el otro perdido.
Esta concepción del duelo nos permite comprender una nueva perspectiva, desde la cual podemos
visualizar de qué manera este proceso de pérdida reactualiza, y a su manera desnuda, la intimidad de una
relación. Así como también nos permite entender porque el perder un lugar de objeto causante del deseo
del otro puede afectar nuestro propio deseo e interés vital.
Continuidades entre duelo y reminiscencia 
Tanto el duelo como la reminiscencia resultan temas centrales para la psicología de la vejez ya que ambas
ponen en juego una serie de pérdidas de lo que el sujeto ha amado, desde los seres queridos (conyugues,
amigos, mascotas), los ámbitos de residencia y trabajo, hasta las habilidades físicas y los atractivos
eróticos-estéricos. El penar por estas pérdidas suelen ser un tema habitual en los últimos años de vida.
Butler lo concebía como un proceso de revisión de la vida que surgía de un modo natural por lo cual lo
piensa como un proceso universal, que se caracteriza por un retiro progresivo y consiente a experiencias
del pasado donde resurgen conflictos no resueltos, dando la posibilidad de que estas experiencias se
reviden para que los conflictos puedan evaluarse e integrarse.
La reminiscencia obtiene un sentido fundamental en tanto permite recuperar importantes experiencias de
tiempo vividas que serán reordenadas con el fin de preservar una continuidad de sentido y consolidar su
identidad ante las experiencias del envejecimiento. 
El duelo y las reminiscencias son modos de pensar, al tiempo que de elaborar aquellas personas, funciones
o cosas que les dieron calor y sentido, buscando de esta manera reforzar la identidad y recuperar un
sentido de pertenencia que se siente haber perdido. 
Alternativas de resolución 
Existe una amplia literatura psicopatológica que consideró que había resoluciones normales y patológicas
del duelo, estableciendo tiempos, características particulares o teorizaciones. Aun cuando hoy se ponga en
duda lo normal de lo patológico, sabemos que hay niveles de padecimiento que pueden prolongarse o
resurgir en diversos momentos y frente a los que ciertas distinciones teóricas pueden ayudar a conocer
mejor las alternativas de resolución y brindar herramientas a profesionales y a la comunidad en general,
frente a estos casos. 
Los denominados duelos patológicos pueden aparecer en cualquier estructura psíquica y comparte
características comunes con una depresión. Freud señalaba que a diferencia del duelo normal, en el
patológico existe una relación muy ambivalente (de amor y odio) muy fuerte hacia el objeto. También
podríamos considerar que el modo de relación con el objeto era dependiente, narcisista, según Rank, y la
posición del sujeto aparece objetalizada en un rol o posición específica que le resta capacidad de
reinstalarse subjetivamente como objeto de deseo para otros. 
Esta posición lleva a que el nivel de autonomía psíquica se empobrezca y que los reproches que el sujeto se
realiza sean transformaciones de críticas por el abandono que el duelante percibe y por la falta que el otro
le produce. El amor y el odio son efecto de la falta de discriminación (entiéndase separación psíquica) con
el objeto, donde no se lo puede ni dejar ni perder. 
Freud describe sobre la base de la melancolía un fenómeno similar al del duelo patológico. Sin embargo
desde otras corrientes psicoanalíticas, como la lacaniana, se prefiere reservar la primera asociándola con la
psicosis mientras que esta última no implicaría una estructura clínica precisa. 
Para Bowlby (1983) las formas patológicas serían el resultado de la persistencia activa del impulso de
búsqueda del objeto, es decir la imposibilidad de abandonarlo, que tiende a expresarse en una variedad de
formas encubiertas y deformadas.
Las características más importantes del duelo patológico son:
 sensación de ansiedad y angustia.
 malestar en el dormir, pesadillas y sensación de que el objeto perdido viene a buscar al sujeto.
 necesidad de reencontrar al objeto perdido.
 debilitamiento físico pronunciado, peligro de somatizaciones: que se reflejan especialmente en
disfagia, dispepsia y constipación, malestares cardíacos, deseo sexual disminuidos con anorgasmia e
impotencia.
 sensación de vacuidad y de un mundo desierto.
 reproches sobre los últimos cuidados.
 posibilidades de suicidio.
 posibilidades de delirios hasta en un 23% de los casos.

Es importante notar que es usual en la clínica con la vejez hallar variantes del duelo patológico que se
caracterizan por ser duelos inconclusos o patologizados en los que se torna particularmente difícil salir del
segundo paso del duelo ya sea por falta de objetos reemplazantes, por la cantidad de duelos que se
producen o por formas defensivas de apoyo constituidas en la pareja. 
Estas variantes pueden ser pensadas como respuestas depresivas frente a la pérdida de objetos de deseo
actuales, que impiden aceptar la nueva situación, y que pueden ser vivenciadas como abandono, falta de
recursos y apoyo, entre otras. 
 En el primer caso hallamos sujetos para quienes terminar un duelo implica encontrarse con un
vacío de objetos que puede resultar más atemorizante que el seguir llorando por alguien para quien
fuimos amados o deseados. Resulta habitual que al recuperar relaciones afectivas rápidamente
puedan salir de la posición de duelo. 
 En el segundo caso hallamos personas mayores que hablan de una suma de duelos en los cuales es
difícil precisar cuál fue la pérdida que motiva su penar. Lo que hallamos es un horizonte de soledad
y de abandono que dificulta el lazo social necesario para encontrar estímulos vitales, la desconexión
con los nuevos tiempos y un recogimiento en un mundo perdido en el cual parecían encontrarse a
salvo. 
 Por último existen parejas que cuando muere uno de los cónyuges en poco tiempo fallece el otro.
La especulación que realiza el psicoanalista francés Le Gouès (1991) es que éstos han armado un
sistema defensivo de a dos, en donde fuertes identificaciones y proyecciones pueden dificultar la
individualidad. La falta del otro es sentida como una alta vulnerabilidad personal que incide en el
deterioro físico. 

Las posibilidades de enfermar físicamente en el momento del duelo son muy altas, particularmente en los
momentos de aparente resolución, así como las posibilidades de suicidio. Es altamente recomendable en
estos casos el apoyo psicológico y socio terapéutico para poder acompañar y atender la resolución de un
duelo que puede tener consecuencias altamente negativas. 
En los casos que aparezcan síntomas psicóticos y/o melancólicos es muy recomendable el uso de
psicofármacos antidepresivos.
¿Tratamiento del duelo? 
A partir de la sentencia de Freud acerca de que al duelo no se lo trata, porque lo consideraba un proceso
normal, se promovieron una serie de respuestas diversas y críticas, incluso dentro de las propias líneas
psicoanalíticas, como las de Melanie Klein. Por ello quisiera hacer una breve reflexión acerca de la variedad
de miradas que puede suscitar este tema. Por un lado resulta importante tener en cuenta el contexto
desde el cual Freud señala su negación a este tipo de tratamiento. La cura psicoanalítica se basa en una
serie de presupuestos, uno de ellos es el hacer consciente lo inconsciente, lo que llevaría a una lectura
profunda acerca de la relación del sujeto con el otro, que movilizará relaciones ambivalentes, críticas e
inestabilizantes para el sujeto. En este sentido, para aquel que realiza el duelo, este tipo de indagación
podría producirle un aumento de la ambivalencia afectiva hacia el objeto, lo que lo llevaría a desestabilizar
una construcción en ciernes en pos de su duelo (con todo lo que ya se mencionó acerca del enfoque
psicoanalítico del mismo). Razón que nos llevaría a considerar que en el duelo normal esta forma de
intervenir no sería la adecuada. 
¿Cómo entender el tratamiento psicoterapéutico? 
En principio la actitud debería ser de cautela frente a la posición del sujeto ante la falta de otro a quien
amaba y por quien era amado. La situación de inestabilidad emocional por la que atraviesa el paciente
puede provocar que una interpretación poco oportuna, al tiempo y a los significados del duelo que se van
produciendo, pueda desestabilizar al sujeto de un modo poco conveniente. Sin embargo el apoyo
psicoterapéutico para promover diversas elaboraciones, puede ayudar a elaborar procesos que no son
sencillos, que no siempre tienen el sostén necesario y que pueden tomar el curso menos deseado. En
relación a este último punto es posible ver ciertos duelos que tienden a la cronificación y ante los cuales la
opción psicoterapéutica puede resultar esencial para poder prevenir una situación que devenga en un
duelo de alto padecimiento. 
Por ello, lo que deberíamos proponer es un trabajo psicológico, que no resulta necesario en todos los
duelos, pero que si pueden ser oportunos en múltiples situaciones. Este sostén del que realiza un duelo se
basa en el apoyo de las redes sociales, en el trabajo psicoterapéutico y en algunos casos farmacológico. 
También es importante considerar que en una época donde todo ritual que aluda a la muerte aparece
como negativo, lo que Ph. Ariès (1987) denominó la Muerte Invertida, produce que el duelante se
encuentre muy solo frente a esta situación, a diferencia de otros momentos históricos donde este proceso
estaba más acompañado socialmente.
DEPRESIÓN
La depresión Una de las formas más claras en las que se expresa el dolor psíquico es la depresión.
Depresión: Enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento
anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas.
Los síntomas de la depresión (tomados del DSM IV):
1.  Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, el sujeto se siente triste y vacío. Muchas veces
aparece el llanto y en otras ocasiones aparece el deseo de llorar pero no hay lágrimas. La depresión puede
expresarse a través de un estado de ánimo irritable.
2.   Disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades,
la mayor parte del día, según las referencias realizadas por el propio sujeto o desde la observación de los
demás
3.  Los trastornos en el apetito son constantes, pueden manifestarse por perder el apetito o incrementarlo
(especialmente ingiriendo azúcares o hidratos de carbono).
4.  El insomnio o la hipersomnia son frecuentes.
5.  La agitación o enlentecimiento psicomotores, sin ser meras sensaciones de inquietud o de estar
enlentecido.
6.  La fatiga o pérdida de energía casi cada día. Es habitual el cansancio y la fatiga, incluso sin hacer ningún
esfuerzo.
7.  Sentimientos de inutilidad y culpa excesivos, con auto reproches, que pueden llegar a ser inapropiados
y delirantes.
8.    Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cotidiana, la cual puede
ser atribuida subjetivamente o ser observable, y de falta de voluntad.
9.    Pensamientos recurrentes de muerte, ideación suicida recurrente sin un plan específico o una
tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse
Estos síntomas provocan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.
Es importante tener en cuenta que:
 los síntomas no se deben a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej. una droga o un
medicamento) o una enfermedad médica (p. ej. hipotiroidismo o cáncer).
 los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la pérdida de un
ser querido);
 los síntomas persisten durante más de 2 meses y se caracterizan por una acusada incapacidad
funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o
enlentecimiento psicomotor.

El curso y la duración de las depresiones son variables y dependerán, tanto de las características de la
personalidad de cada sujeto, como del contexto sociocultural donde se desarrolle.
El punto de vista psicoanalítico de la depresión 
Una de las primeras consideraciones de Freud al respecto, y a la que llama melancolía, es que la pérdida
que se produce es de naturaleza más ideal, es decir la pérdida no es fácilmente comprensible, aunque la
persona sienta que algo ha perdido o no sabe bien que es lo que ha perdido con ese objeto. De esta
manera la depresión o melancolía aparece como una pérdida de objeto sustraída a la conciencia,
diferenciándose así del duelo. La pérdida actual, aparentemente carente de valor como para generar tal
nivel de tristeza, cobra sentido en la medida en que resignifica una pérdida anterior que el sujeto no
elaboro adecuadamente. 
Otra de las hipótesis de Freud es que el melancólico sufre un notorio empobrecimiento de su yo que se
refleja en una extraordinaria disminución de su autoestima. Freud dice “Se dirige amargos reproches, se
insulta y espera la repulsa y el castigo”. Esto nos lleva a considerar que su yo se identificó con el del otro y
lo castiga, razón por la cual se infiere que la pérdida se produce en su yo a nivel inconsciente y esto le dará
una particular connotación morbosa.
“Los reproches con los que el enfermo se abruma corresponden en realidad, a otra persona, a un objeto
erótico perdido, y han sido vueltas contra el propio yo. Sus lamentos son acusaciones” (Freud,1981).
La relación morbosa establecida con su objeto al estar situadas en su yo produce múltiples auto reproches,
que en realidad son reproches al objeto e incluso Freud sugiere, siguiendo esta sutil lógica, un suicidio es
un homicidio.
La depresión en la vejez
Es el diagnóstico más frecuente en las personas de edad y constituye un problema serio que entraña el
sufrimiento y el aislamiento social, una tasa elevada de suicidio y un aumento de la morbilidad y la
mortalidad. 
Esta patología está subdiagnosticada, se la trata poco, y muchas veces de maneras no adecuadas. Las
formas atípicas, enmascaradas, caracterizadas por quejas somáticas o por su coexistencia con síndromes
orgánicos complican su diagnóstico. 
Resulta importante señalar que uno de los prejuicios más habituales consiste en calificar a todo viejo de
depresivo, probablemente por las representaciones sociales actuales de la vejez, ya que se considera
depresógena la idea misma de envejecer.
Debido a las creencias viejistas ciertos síntomas depresivos son confundidos con “cambios debidos a la
edad” o con síntomas físicos. Incluso la depresión puede ser tomada como una consecuencia normal del
envejecimiento.
Clínicos e investigadores creen con frecuencia que existen mayores tasas de depresión con la edad, pero la
evidencia empírica no apoya esta hipótesis. Existe suficiente evidencia que nos indica que hay más
síntomas depresivos en la vejez, pero estos se encuentran más relacionados con enfermedades terminales
que con el envejecimiento en si, como por ejemplo las depresiones de personas con cáncer.
Cumming y Henry (1961), quienes forjaron la teoría de la desvinculación, suponían que el bienestar
emocional se enfriaba y no se regulaba bien con la edad. Sin embargo los procesos emocionales funcionan
de modo comparable en los adultos (jóvenes o mayores) y algunos sugieren que funcionan mejor en las
personas mayores. Estos describen sus experiencias de maneras más complejas y revelan mayor control
sobre sus emociones.
Los adultos mayores parecen tener tasas más bajas de todo tipo de psicopatología que los demás grupos
de edad. Un estudio reciente muestra que los mayores parecen vivenciar una mezcla de emociones más
compleja que los más jóvenes por lo cual es probable que indiquen sensaciones positivas y negativas. Esto
fue denominado "patetismo" que indica reacciones emocionales más diferenciadas, así como una mejor
regulación de las emociones que lleva a que los episodios de tristeza duren menos tiempo y que tengan
menor tendencia a que se desarrolle una depresión.
Los efectos que tienen las depresiones en las personas mayores también pueden resultar diferenciales.
Existe evidencia acerca de los efectos adversos de los síntomas depresivos sobre el sistema autoinmune.
La depresión en la vejez puede producir deterioros sobre las capacidades cognitivas, que remitirán una vez
que la patología de base se cure. Uno de los cuadros que representa esta situación es la Pseudodemencia u
otros trastornos funcionales. Dicho proceso genera que el primer diagnóstico diferencial de la demencia se
realice con la depresión.
Diferencias de género y edad 
Las características de la depresión en la vejez, se diferencian por edad y género. Los viejos-viejos tienen
más posibilidades de padecer depresión que los más jóvenes, y las mujeres viejas-viejas más que los
hombres del mismo grupo etario. Los factores más relevantes fueron el estado de salud y capacidad física,
la presencia de redes sociales de apoyo (parejas, número de amigos) y la moral (sentido de la vida). 
En el caso de los hombres es más habitual que mantengan su pareja hasta su muerte (por una cuestión de
menor longevidad que las mujeres y porque se casaron siendo más grandes que ellas), lo que implica un
mayor apoyo y sostén que en las mujeres. 
Es importante remarcar que los síntomas depresivos en el hombre suelen estar más influenciados por la
pérdida de roles laborales, de capacidad física y de vigor, mientras que en la mujer aparecen más asociados
con la ida de los hijos, el no sentirse deseadas, etc.
Diversas teorías acerca de las depresiones en la vejez
Son múltiples las causas que explican el origen de las depresiones en los adultos mayores, desde las
explicaciones biológicas o asociadas a patologías específicas, hasta las causas psicológicas y sociales.
Señalaremos solo algunas de ellas, las cuales fueron verificadas por múltiples investigaciones. Muchas de
estas teorías podrían ser pensadas en conjunto ya que cuentan con interpretaciones similares de esta
problemática. Dividirlas implica darles un orden relativo a los fundamentos teóricos sobre los que se
fundamentan las investigaciones.
Los factores a considerar son la predisposición genética, la desregulación del eje hipotálamo -
hipofisiosubrenal, la disminución de la tasa de neurotransmisores, los déficits sensoriales, la presencia de
enfermedades físicas y la ingesta de medicamentos. 
Las denominadas depresiones secundarias hacen mención a aquellas derivadas de una patología de base.
Las que más frecuentemente pueden producir un estado depresivo son el hipotiroidismo, el mal de
Parkinson, las demencias, los síndromes infecciosos y las afecciones cardíacas. 
La gran ingesta de medicamentos que consumen los adultos mayores es otro factor que incide en la
depresión. Entre los que pueden producirlo se encuentran los antinflamatorios y los analgésicos; los
antiparkinsonianos, los cardiovasculares, los sedativos e hipnóticos, los esteroides y hormonas, y los
estimulantes.
Teorías de base psicológica y social 
La incidencia de los Eventos y Estresores Vitales Negativos:  
Una teoría que cuenta con una fuerte evidencia es la de los eventos vitales negativos. En un meta análisis
(Kraaij y col., 2002) sugieren que entre las personas mayores no se deben subestimar los diversos tipos de
acontecimientos negativos ocurridos en su vida y particularmente tener en cuenta dicha situación como
dato que nos permita entender una mayor probabilidad de síntomas depresivos. Así también dentro de
esta teoría ubicaremos las investigaciones sobre los estresores y su relación con la depresión. 
Hay una serie de investigaciones donde se presenta la mayor probabilidad de deprimirse en la vejez de
aquellos padecieron situaciones traumáticas (haber vivido en campos de concentración, ser sometidos a
torturas, haber estado en guerras, etc.). Una de las suposiciones es que las pérdidas que se suelen transitar
en el envejecimiento, tales como la jubilación, inactividad y reducción de ingresos, enfermedades y duelos
pueden conducir a que se desencadene una aparición o exacerbación tardía de aquellas vivencias penosas
de su vida, las cuales fueron interpretadas como Síndrome de Estrés Post Traumático.
Otra línea de investigación muestra la correlación mutua entre los estresores actuales, los síntomas
depresivos y el modo en que se alternan mutuamente. Los estresores de la vida cotidiana han sido
ubicados como la primera causa de los síntomas  depresivos y del sentimiento de vulnerabilidad. Siguiendo
estos estudios se ha tratado de verificar la relación entre los estresores de la vida y su incidencia en el
desarrollo de los posteriores síntomas depresivos. Entre los factores que surgieron se encuentran los
estresores crónicos, conectados con factores sociales, y los eventos negativos.
Los factores sociales más relevantes que inciden en el estrés de los adultos mayores, se encuentran en las
críticas y los conflictos interpersonales, producidos por las malas relaciones familiares, como por ejemplo
con esposos, compañeros, y con la familia (Cicarelli 1989) los cuales se vinculan con procesos depresivos
(Finch, Okun, Pool, Ruehlman 1999).
Otros estudios realizados en adultos mayores remarcan el hecho de la influencia que tiene sobre ellos el
propio proceso de envejecimiento, el cual puede ser visto como un factor de estrés.
Los adultos mayores que demostraron percibir negativamente el proceso de envejecimiento y ser
altamente influenciables a estos estresores de la vida cotidiana, se encuentran más propensos a desarrollar
síntomas depresivos. Investigaciones actuales (Levy, 2002 y otros) demostraron que no solo puede
producir depresión sino que acorta el promedio de vida por el impacto psicosomático que produce.
La teoría de la Selectividad Socioemocional y su lectura de la depresión:
Esta teoría aborda nuestra temática de una manera indirecta, aunque dándole un sentido en relación a los
criterios básicos que fundan sus presupuestos.
Carstensen (2003) considera que la importancia de los afectos en la vejez y las relaciones con pocas
personas pero significativas, deviene de la búsqueda de gratificación emocional más próxima que tienen
los adultos mayores.
La teoría de la Selectividad Socioemocional considera que cuando un sujeto considera que tiene menos
tiempo de vida, busca afectos más seguros que proporciones gratificaciones más cercanas. Razón por la
cual los adultos mayores prefieren relaciones afectivas intensas que constituyen el motivo central del
intercambio social.
Este tipo de relación puede iluminar ciertas áreas de vulnerabilidad para los adultos mayores a nivel de su
bienestar, ya que podrían volverse más dependientes de ciertos otros. El hecho de querer entablar pocas
pero valiosas relaciones y que de estas dependa en gran medida su bienestar los hace más vulnerables a
las críticas. Las cuales, como en la teoría anterior, suelen estar asociadas a los síntomas depresivos.
La Teoría de la Integración Social y los intercambios equitativos
Ramos y Wilmoth utilizaron la Teoría de la Integración Social para ser aplicada a los adultos mayores y el
riesgo de padecer una depresión. Por Integración Social se comprende los lazos interpersonales con que
cuente un sujeto, tales como el número de miembros de la red de relaciones personales o el número de
papeles sociales que un individuo posee o desempeñe. También este concepto puede ser referido a la
pertenencia o sentimiento de inclusión social. Esos lazos facilitan la integración ofreciendo oportunidades
de participar en la vida comunitaria e intercambiar un soporte social.
Estas formas de integración social son importantes y deben ser consideradas porque:
(a) la falta de integración social le quita sentido a la vida, generando depresión o estrés;
(b) la integración social fortalece el acceso a las fuentes de ayuda y
(c) la integración social fortalece un contexto dentro del cual las relaciones de soporte y ayuda pueden
desenvolverse fuera de la familia (George, 1996).
Por esta razón la integración social está relacionada negativamente con los síntomas depresivos, y cuanto
mayor sea la integración social, menor el número de síntomas depresivos.
Una de las perspectivas que toma Ramos y Wilmouth es agregar la teoría de la Equidad, derivada de la
teoría de los intercambios sociales, ya que los que sus autoras investigaron fue la importancia de que los
intercambios promuevan el beneficio mutuo.
Desde la Teoría de la Equidad el aspecto más importante de una relación social es el balance de los
intercambios entre los actores, y donde los desbalances serían problemáticos.
Las evidencias resultan consistentes con las previsiones de la Teoría de la Equidad y refuerzan la idea de
que la salud mental, específicamente a nivel depresivo, resulta afectada negativamente por la falta de
interdependencia (desbalance en los intercambios) entre los miembros de una familia.
Los intercambios sociales negativos y positivos
Cuando los intercambios negativos y positivos son iguales, los negativos toman mayor preponderancia y se
asocian con más angustia y predicen mejor la depresión que los positivos. Aun los menores eventos
negativos de la vida tienen efectos adversos sobre la salud mental de los mayores.
Los intercambios sociales que evocan aspectos negativos para los sujetos poseen respuestas menos
ambivalentes que los aspectos positivos, por ello impactan de manera más firme sobre la salud mental.
Por otro lado, y siguiendo la teoría de la equidad, ciertos intercambios positivos pueden relacionarse de
manera negativa con la salud mental ya que crean relaciones de dependencia, a la inversa de lo que sucede
con la posibilidad de ofrecer ayuda a otros.
Los intercambios de ayuda aunque sean necesarios dejan al sujeto en relación de dependencia.
El acompañamiento en la vida cotidiana, por ejemplo a través de cuidadores, es de suma importancia en
los adultos mayores ya que se asocia con el proceso de bienestar y la disminución del estrés. Se ha tenido
en cuenta este dominio ya que para los adultos mayores este es el tipo de intercambio positivo de mayor
valor. Por otra parte el rechazo, las críticas frecuentes o la negligencia son los aspectos negativos que
tienen mayor incidencia en el deterioro de la salud mental.
La desintegración social y sus efectos
Según Arias y otros la “exclusión llega en algunos casos a situaciones extremas que propician la aparición
de diversas patologías que permiten ver las graves consecuencias psicológicas que puede ocasionar el
aislamiento social en las personas de edad. 
El desarraigo social y los sentimientos de soledad pueden desencadenar en el denominado “Síndrome de
Diógenes” o “hundimiento senil en los hábitos mínimos de cuidados, higiene, protección y adaptación
ambiental, necesarios para la salud y la supervivencia de los ancianos”. Por su parte, Ring (1994) desarrolló
el “Síndrome de Invisibilidad” que sufren las personas de edad en la sociedad actual cuando se ignoran sus
problemas y necesidades físicas, psicológicas, sociales y económicas. Esta situación genera en los adultos
mayores sentimientos de pérdida de poder y de recursos para enfrentar la falta de respeto, la exclusión y
la indiferencia que padecen diariamente. Las consecuencias que la invisibilidad produce a nivel psicológico
afectan el estado de ánimo y la autoestima e incluyen además ira, vergüenza, aislamiento, indefensión
aprendida, depresión y suicidio. Estos cuadros inciden negativamente sobre el bienestar de las personas
incrementando las posibilidades de enfermedad y muerte.
Teoría de la pérdida de control
Una de las formas más acusadas por las cuales los sujetos expresan haber comenzado con síntomas
depresivos es ante la falta de control que sienten por haber perdido fuerza física, belleza, capacidad, etc. y
creer que no pueden manejar su vida tal como lo hacían previamente.
Las limitaciones psicofísicas, económicas y sociales, parecen dejarlos expuestos a un sentimiento de
desprotección que los lleva a temores generalizados, una fuerte evitación ante diversas actividades y un
sentimiento de inadecuación frente a cualquier tipo de proyecto personal que suele presentarse como
síntomas depresivos difusos.
Esta pérdida de control se encuentra íntimamente relacionada con la sensación de pérdida de
reconocimiento y de validación externa. Razón por la cual el fortalecimiento externo puede permitir que el
sujeto recupere una sensación de capacidad que le permite reorganizar proyectos personales.
Conclusión
Todas estas teorías o formulaciones desde donde se realizan investigaciones o prácticas clínico
terapéuticas, permiten interpretar y conocer mejor las diversas lecturas que se pueden realizar sobre la
vejez, lo cual redunda en mejores y más atinadas propuestas de abordajes psicológicos y sociales. Vale
volver a recordar que las teorías psicoanalíticas utilizadas para explicar el duelo pueden ser utilizadas para
explicar ciertos aspectos de la depresión.
Tratamientos
El tratamiento de la depresión implica el apoyo en tres grandes ejes: la psicoterapia, las redes de apoyo
social y el farmacológico. Cada uno de estos debe ser evaluado a la hora de pensar su terapéutica,
tomando en cuenta la prevención, el tratamiento y la rehabilitación. Cada paciente supone una suma de
circunstancias que deberemos atender y donde la edad va a ser uno de los datos implicados pero no el
único.
Claudia Arias nos indica que “La evaluación y mapeo de la red de apoyo social constituye una herramienta
primordial en el trabajo con adultos mayores. Brinda información detallada de los sostenes de que
disponen los adultos mayores, permitiendo conocer de antemano si es factible que la red pueda responder
adecuadamente y brindar los apoyos suficientes frente a situaciones críticas o a problemáticas ya sean
puntuales o que se extiendan en el tiempo. En este sentido la evaluación de la red puede aportar
información valiosa en la elaboración de un diagnóstico prospectivo”.
La depresión requiere dicha evaluación y mapeo por parte del rol profesional. Esta patología plantea
riesgos a la hora de pensar un tratamiento, razón por la cual la evaluación y el mapeo deben ser muy bien
hechos ya que de lo contrario deberíamos pensar en una internación transitoria o diurna si el cuadro así lo
requiriese.
Más allá de las situaciones de mayor peligrosidad los profesionales debemos promover, cuando existan
situaciones de carencias afectivas o de encuentros sociales, nuevas redes sociales, ya sea de amigos o
grupos.
Las opciones psicoterapéuticas disponibles en la actualidad son múltiples. Desde las psicoanalíticas hasta
las de orden cognitivo-conductual, aun ofreciendo lecturas diferentes acerca de la cura, permiten la
elaboración y superación de la problemática. Los enfoques individuales o grupales son importantes de
determinar en relación a una serie de factores tales como la mayor gravedad, donde los primeros pueden
ser más útiles y aplicables, así como las demandas específicas y conocimientos sobre el tema de las
personas atendidas. Los grupos terapéuticos tienen una función muy importante en depresiones menores
y en personas que carecen de intercambios sociales positivos.
A nivel farmacológico resulta necesario tener en cuenta las seis reglas de la farmacocinética que regulan la
elección de un antidepresivo. En el cuerpo humano los cambios estructurales y funcionales que
acompañan al envejecimiento tienen por consecuencia modificar la farmacocinética de los psicotrópicos,
entre los que aparecen los antidepresivos.
De este hecho, los efectos secundarios, las interacciones medicamentosas y los riesgos de toxicidad
resultan aumentados. Estos cambios sobrevienen en 5 niveles:
1. Farmacocinética:
 La absorción: se encuentra poco influenciada por la edad, pero si por la toma de otros
medicamentos.
 La distribución: los antidepresivos son liposolubles a la masa grasosa, proporcionalmente más
grande según la edad, de lo que resulta un aumento del volumen de la distribución, lo que favorece
la acumulación del medicamento.
 La unión a las proteínas es fuerte por los antidepresivos. La disminución de la albumina y la
competencia con los otros medicamentos en los sitios de unión modifican la fracción libre de los
antidepresivos.
 El metabolismo: el cambio del metabolismo hepático disminuye la rapidez de eliminación y
prolonga el tiempo de acción de los antidepresivos, favoreciendo de esta forma una mayor
incidencia de los efectos secundarios.
  La función renal disminuye con la edad lo que genera una acumulación de metabolitos activos que
aumentan los efectos secundarios.

2. Reacción anterior: Una reacción anterior, personal o familiar, positiva o negativa, es una buena
guía. De todas maneras hace falta juzgar la dosis recibida y la duración del tratamiento.
3. Coexistencia de condiciones médicas: La presencia de ciertas enfermedades físicas puede orientar
la elección del antidepresivo.
4. Medicación global: en las personas mayores que toman muchos medicamentos, es preferible
disminuir el número, racionalizando el uso y reemplazando aquellos que pueden causar depresión y
tener en cuenta las interacciones medicamentosas.
5. Síntomas indicadores: la presencia de un enlentecimiento psicomotor importante o, a la inversa, de
una ansiedad muy marcada, podrá orientar la elección en función de las propiedades sedativas de
los diferentes antidepresivos; toda vez que se trate de un criterio más teórico que práctico.
Características y efectos secundarios
Los antidepresivos se dividen en 5 grandes clases: los tricíclicos y los heterocíclicos; las triazolopirimidinas;
los inhibidores de monoamina oxidasa (reversibles y no reversibles), y los inhibidores selectivos de la
recaptura de serotonina.
Son las ventajas y desventajas de cada uno lo que determinará la elección más apropiada en función de la
condición de cada paciente.
Factores culturales que inciden en la elección del tratamiento
En una investigación publicada por Gum y otros (2006), se exploran las preferencias de las personas
mayores frente a los tratamientos para la depresión, indagando las representaciones sociales acerca de la
enfermedad y la eficacia de los tratamientos en este grupo etario. Esta investigación realizada en EEUU
indica que la mayoría de los pacientes prefieren el tratamiento psicológico frente al medicamentoso,
siendo la experiencia previa el principal indicador de esa elección. La medicación fue elegida
principalmente por los hombres, y en aquellos con depresión mayor, frente a los que tienen una depresión
menor.
En otra investigación dirigida por Lawrence y col. (2006) se exploró el modo en que las personas mayores
de diversas regiones del mundo (Reino Unido, Antillas, e India) comprendían la depresión. Los diversos
significados atribuidos reflejaron concepciones sobre las que los sujetos construían una idea de
enfermedad, preocupación, causación y desde allí inferían tratamientos posibles.
Ambas investigaciones nos indican la eficacia simbólica, entendida como las creencias con las cuales las
personas construyen, individual y socialmente, sus padecimientos, lo que determina que nuestros
tratamientos (incluyendo los farmacológicos) no deben dejar de tener en cuenta estos conocimientos para
contribuir a la mejor terapéutica.
Todo esto nos lleva a pensar en un profesional con una comprensión más amplia sobre su sujeto que
pueda articular diversas formas de conocimientos, valores culturales, estilos de vida y saber contar con
recursos teóricos e interdisciplinarios que puedan alcanzar la efectividad requerida por cada sujeto.

LA ANSIEDAD
El psiquiatra suizo Jean Wertheimer (1997) lo define como un afecto caracterizado por tres órdenes de
fenómenos:
1. el sentimiento de un peligro inminente, el temor de algo indefinido o desconocido. 
2. una actitud de espera frente al peligro.
3. el desconcierto por la incertidumbre en la experiencia vivida o anticipada de algo que se encuentra
oculto.
La ansiedad se acompaña de fenómenos somáticos, en parte de naturaleza neurovegetativa. La sensación
física se define como angustia (opresión en el pecho), mientras que la ansiedad es fundamentalmente
psíquica.
La ansiedad puede ser flotante, es decir desprovista de un factor detonante, o puede estar asociada a
fobias definidas, como el temor persistente e irracional de un objeto, de una actividad o de una situación
que detona un deseo compulsivo.
Este problema es caracterizado por un sentimiento continuo de tensión y de aprehensión, una tendencia a
subestimar y a denigrar, un miedo a ser criticado o rechazado, un evitamiento de los contactos sociales y
profesionales por miedo a ser desaprobado.
La ansiedad en la vejez
Cuando el envejecimiento promueve altos niveles de incertidumbre, existe un riesgo potencial aumentar la
ansiedad. Ciertos factores contribuyen a dicha emergencia:
1. La personalidad: la personalidad ansiosa es un factor favorable a las descompensaciones,
especialmente en las situaciones de estrés. Así también aquellas dominadas por trazos obsesivos,
histéricos o fóbicos. La historia individual, la experiencia acumulada, los modos de reacción anterior
juegan un rol considerable.
2. La afectividad: el estado del humor determina el grado de resistencia a la fragilidad psicológica. Por
ejemplo la depresión, por los fuertes sentimientos de culpa que produce, genera altos niveles de
ansiedad.
3. El funcionamiento intelectual: las limitaciones intelectuales son factores que predisponen a la
ansiedad, por la vulnerabilidad que produce la restricción de recursos para comprender situaciones
nuevas. Lo cual aparece de un modo muy claro cuando existen déficits cognitivos debido a
importantes restricciones a nivel de la memoria.
4. La vida de relación: la vejez puede acarrear un aislamiento progresivo por la pérdida de la pareja y
de amigos. Estas carencias afectivas pueden resultar ansiógenas debido a la falta de recursos
seguros con los que se encuentra un sujeto.
5. La percepción del cuerpo: las pérdidas de eficacia y de control del propio cuerpo pueden producir
una pérdida de seguridad y una serie de limitaciones en las actividades que pueden llevar a
incrementar los montos de ansiedad frente a la carencia de recursos.
6. La enfermedad física: encontrarse enfermo, discapacitado o accidentado produce un sentimiento
de vulnerabilidad y angustia. También es importante destacar que la ansiedad puede ser un
síntoma de numerosas enfermedades físicas (cardiovasculares, respiratorias, endocrinas,
neurológicas y por medicamentos).
7. La vida social: el corte con la vida social, la perspectiva de discapacitarse, las miradas prejuiciosas
sobre la vejez llevan a que la imagen de si se ponga en duda y se vea de un modo negativo.
Particularmente la entrada en una institución geriátrica u otros hechos que arrebatan el sentido del
control personal pueden ser altamente ansiógenos.
Manifestaciones clínicas:
La ansiedad es frecuente en la vejez, aunque sus modos de expresión y duración sean variables. Su clínica
de base no tiene diferencias por edad aunque cuenta con algunos rasgos particulares.
 Preocupaciones subjetivas: resultan de un sentimiento de vulnerabilidad y conciernen a temas que
tocan la integridad en los dominios de la salud, del cuidado de los bienes, de la propia persona y de
los seres queridos. La ansiedad suele ser frecuente detrás de una queja de memoria.
 Síntomas somáticos: Además de los que se producen en todas las edades, de naturaleza
neurovegetativa, como la taquicardia, el temblor, la inestabilidad motriz, se escucha a menudo
quejas por nauseas, disfagia, constipación, la sensación de tener la garganta cerrada, la opresión
toráxica o la impresión de la cabeza vacía. El sueño puede estar perturbado, manifestándose en la
dificultad para dormir y las pesadillas.
 Consecuencia comportamentales: Los comportamientos de evitamiento predominan. El repliegue
en los hábitos y en la rutina, forman parte de los mecanismos y evitan las confrontación con
situaciones nuevas. Las fobias específicas son más raras en la vejez, aunque es más habitual la
agorafobia. Uno de los comportamientos típicos son las iniciativas abortadas, es decir se proyectan
cosas que difícilmente vayan a realizarse.
Los viejos suelen referir su preocupación por cuestiones concretas y en gran medida la ansiedad se vuelve
muy clara en la lucha por el control de las situaciones que el sujeto enfrenta.
Tablas clínicas con ansiedad predominante (ansiedad primaria)
1. los problemas ansiosos fóbicos son más frecuentes entre las mujeres y su prevalencia disminuye
después de los 75 años. En la mayoría de los casos las fobias específicas aparecen en la adultez
temprana, pero un tercio aparecen por primera vez después de los 60 años. Este es el caso de la
agorafobia, el cual a menudo es consecuencia de acontecimientos o experiencias vitales tales como
una enfermedad, un accidente o un hecho de violencia. Ella también se explica por una situación
crónica de discapacidad o deficiencia. El miedo al mundo exterior y al alejamiento del domicilio van
a la par, por lo que se busca conservar la seguridad protectora que experimentan en su hogar.
2. En el cuadro de otros problemas ansiosos, el pánico es raro después de los 60 años y le afecta a
personas que ya lo han sufrido de jóvenes. La ansiedad generalizada es probablemente con la
agorafobia, la más frecuente de las tablas clínicas de este grupo.
El trastorno obsesivo compulsivo comienza raramente después de los 50 años, lo cual no significa que esté
ausente en este grupo etario. Generalmente encuentran un equilibrio con el tiempo, aunque frente a un
cambio importante puede detonar un fuerte acceso de ansiedad.
La ansiedad puede interferir con el funcionamiento de la memoria. La inquietud frente al olvido de una
palabra puede generar que la persona deje de buscarla. Así también puede estar en el origen de un
funcionamiento mnésico perturbado, por la falta de atención y disminución de la concentración.
Ansiedad secundaria
La ansiedad puede ser el resultado de múltiples cuadros entre los que se destacan los comienzos de las
demencias, frente a la toma de conciencia de la aparición de problemas. En el delirium, por ejemplo, la
ansiedad es uno de sus síntomas y está ligada a una percepción caótica de la realidad.
Acercamiento clínico:
En la clínica resulta importante tener en cuenta:
 si la ansiedad es primaria o secundaria.
 si no es consecuencia de una eventual causa física.
 analizar el contexto de vida del enfermo, tratando de contar con los múltiples factores etiológicos
que pueden estar presentes.
Abordaje terapéutico
Es necesario considerar tres dimensiones básicas: La psicoterapia, el apoyo social, teniendo en cuenta el
apoyo familiar y comunitario así como los programas socio-recreativos y por último el tratamiento
medicamentoso.

LA HIPOCONDRÍA
El problema hipocondríaco que se observa tanto en el hombre como en la mujer sobreviene generalmente
después de los 50 años. El enfermo está convencido que está afectado, o tiene posibilidades de estarlo, de
una o varias enfermedades. Expresa quejas múltiples, repetidas, a menudo alimentadas por sensaciones o
signos físicos normales o anodinos. La ansiedad y la depresión pueden acompañar este cuadro.
En los reportes del entorno el paciente se muestra dependiente y tiránico, sus innumerables quejas son
acompañadas de actitudes defensivas hacia los próximos como la indiferencia, la agresividad o el
abandono.
La queja hipocondríaca no excluye que haya enfermedades reales, particularmente en personas mayores
donde puede haber una pluripatología.
Muchos estiman a la hipocondría como un síntoma de la depresión por la atención exagerada al cuerpo y
su funcionamiento, así como la detección de trastornos en la esfera somática. Sin embargo como veremos
existen otras posibles causas, lo que nos lleva a presentarlo separado hasta que haya evidencias más
ciertas de su origen.
También es válido considerar que socialmente pareciera haber un aliento a la queja por la vía somática de
las personas mayores. Por un lado por la fuerte biomedicalización de la vejez y por el otro porque el trato
afectivo con los mayores suele estar referido a sus enfermedades, convirtiéndose estas en un código por el
cual se establecen intercambios con los otros.
Según Krassoievitch (1993) la hipocondría tiene una alta función adaptativa: ya que le permite desplazar a
la ansiedad hacia una enfermedad imaginaria que pareciera darle un papel más aceptable socialmente; por
otro lado permitiría una expiación de sentimientos de culpa por el malestar que siente con su entorno, y
por último implicaría un goce autoerótico por los cuidados corporales que se brinda.
Los contenidos delirantes referidos a la hipocondría
Según Olivera Pueyo y Pérez Tausía (2005) las ideas delirantes relativas a cuestiones somáticas son
frecuentes en los adultos mayores. Las ideas hipocondríacas pueden cristalizarse en ideas estructuradas
que permanecen en el tiempo y que precipitan en trastornos delirantes persistentes.
Una serie de factores favorecen su desarrollo en la vejez:
 los cambios físicos asociados al envejecimiento,
 la pluripatología,
 la pérdida de familiares y seres queridos,
 la carencia de actividades importantes,
 la vivencia de un descontrol psíquico acerca del propio cuerpo e incluso de la muerte.
También es importante considerar factores subjetivos asociados a características hipocondríacas. Toda
esta serie de factores puede resultar en detonante de ideas hipocondríacas, en las cuales el cuerpo se
convierte en un factor atemorizante que puede provocar ideas obsesivas o en una ideación delirante
hipocondríaca.
El Síndrome de Cotard aparece como una forma extrema de manifestación de la hipocondría en tanto se
manifiesta por la negación de órganos o de funciones vitales. Este síndrome suele comenzar con un alto
monto de sufrimiento, que puede derivar en un cuadro de negativismo y pasividad absoluta, con alta
desconexión del medio.
Otro de los delirios con mayor prevalencia en los adultos mayores es el denominado Síndrome de Ekbom o
Delirio de Parasitación en el cual la persona piensa y cree que se encuentra infectada por pequeños
animalitos que recorren su piel: insectos, gusanos, larvas, etc. En ocasiones aparecen heridas por el
rascado y es un tema no infrecuente desde la interconsulta con dermatología. Este es un delirio que suele
perdurar en el tiempo y cronificarse.

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
La palabra personalidad viene de la palabra persona que significa máscara; se define como la organización
dinámica del individuo, de aquellos sistemas psicofísicos que determinan su conducta y su pensamiento
característico. Es una organización relativamente estable y perdurable del carácter, temperamento,
intelecto y físico de una persona, lo cual determina su adaptación única al ambiente.
El DSM IV define un trastorno de personalidad como: “un patrón permanente e inflexible de experiencia
interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto,
tiene su inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta
malestar o perjuicios para el sujeto".
Los rasgos de personalidad son "patrones persistentes” que inciden en “las formas de percibir, relacionarse
y pensar sobre el entorno y sobre uno mismo” y “que se ponen de manifiesto en una amplia gama de
contextos sociales y personales" (DSM IV).
Es importante resaltar que el trastorno de la personalidad se da cuando estos rasgos resultan
egosintónicos, es decir la persona no los distingue como ajenos o modificables, la persona o se siente bien
o percibe su sufrimiento emocional como algo inevitable. Se hacen inflexibles y desadaptativos y causan un
deterioro funcional significativo, un malestar subjetivo y en los contextos de relación. Se manifiestan hacia
el final de la adolescencia y se consolidan de forma permanente y estable.
Modificación adaptativa
La personalidad normal puede modificar algunos trazos sin que se vuelva patológica. Uno de estos es el
cuidado obsesivo de la vida cotidiana, que privilegia el hábito, el orden, la prudencia, una cierta rigidez en
los horarios y en el estilo de vida, tratando de contener con ello los potenciales peligros.
Problemas antiguos de la personalidad
Aquellos sujetos que tenían problemas con las actividades desarrolladas hacia el exterior tenderán a
disminuir sus actividades. Los sujetos introvertidos tendrán más tendencia a profundizarla así como a
desarrollar más dependencia psicológica especialmente cuando existen enfermedades invalidantes.
Problemas nuevos de la personalidad
El modo de adaptación patológica se manifiesta por problemas que parecían inaparentes o que aparecían
como trazos de carácter anteriores muy marcados. Los problemas se manifiestan de un modo mayor en
relación a las circunstancias del entorno y tienen una fuerte perdurabilidad en el tiempo.
 Alteración senil del carácter: dominada por el egocentrismo, la rigidez, la avaricia, la hostilidad y la
agresividad. Los pacientes tienen tendencia a no cuidar su higiene, su alimentación y sus
actividades. Son pseudos dependientes ya que no son conscientes de sus problemas y se oponen a
toda sugestión, solo una crisis permite la intervención.
 Síndrome de Diógenes: el enfermo es anosognósico, lo que extrema una situación de negligencia y
abandono de su propia persona. Son sujetos con historia de aislamiento, suspicacia y labilidad
emocional.
 Síndrome frontal: donde las alteraciones de los comportamientos están detrás de la escena:
pasividad, falta de iniciativa, desinterés e indiferencia. 

LAS PSICOSIS EN LA VEJEZ


La característica más importante de las psicosis en la vejez es que las formas son atípicas, menos puras, y
los diversos cuadros están menos diferenciados que en los más jóvenes.
Psicosis de tipo esquizofrénico de inicio tardío y muy tardío
La esquizofrenia, por definición, constituye una alteración que persiste al menos 6 meses e incluye como
mínimo un mes de síntomas en la fase activa con ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje y
comportamiento desorganizado, conductas catatónicas y síntomas negativos.
En la vejez hallamos pacientes que han comenzado con una psicosis esquizofrénica en el primer tercio de
su vida y personas que presentan el primer brote en la edad avanzada. Se considera comienzo tardío a la
que aparece después de los 45 años y aunque no son frecuentes (entre el 4 y el 10%) comienzan después
de los 60 años.
¿Esquizofrenia o Parafrenia?
Una muy larga discusión genera la validez de la diferenciación entre ambos diagnósticos, la cual aún no ha
podido zanjarse completamente. La distinción se basa en la pertinencia de un diagnóstico específico sobre
la patología, como es la parafrenia, o si simplemente se reduciría a un inicio tardío de la esquizofrenia.
El uso del término Parafrenia hace referencia a un trastorno delirante tardío con síntomas específicos, 
entre  los  cuales  se  destaca  un  cuadro  de  ideas  paranoides,  con  o  sin alucinaciones auditivas,
personalidad conservada y respuesta afectiva apropiada. Su evolución es diferente de las demencias u
otros trastornos afectivos, predomina en mujeres y su inicio comienza después de los 60 años. Algunas
características particulares es la menor incidencia de enfermedades concomitantes y de familiares
esquizofrénicos.
Los autores que defienden el término aducen que los delirios resultan por lo general más extravagantes,
más ricos, más floridos y presentan menor deterioro. Los pacientes descriptos suelen ser mujeres
solitarias, excéntricas, con algunas limitaciones sensoriales (especialmente auditivas) pero sin una historia
de enfermedad psiquiátrica previa.
Sin embargo desde otras lecturas como la escuela alemana, consideraba una redundancia el uso de la
parafrenia tardía ya que la consideraban una esquizofrenia tardía.
Trastornos delirantes
Delirio de Tabiques: el paciente cree que hay gente, animales, materiales o radiaciones que pueden pasar a
través de estructuras que normalmente constituyen una barrera, como pueden ser los muros y las
paredes, o los suelos. Es habitual que estas ideaciones tengan un matiz paranoide por el cual se les busca
hacer un daño o provocar una enfermedad. El objeto de estos delirios son los vecinos o también se ha visto
con Ovnis que se meten en su casa o en su cuerpo. Las alucinaciones visuales son muy floridas tanto por el
colorido e imágenes.
Lo que caracteriza a las ideas delirantes de la esquizofrenia de inicio tardío es la gran riqueza
fenomenológica y descriptiva, con todo tipo de detalles visuales y un complejo y estructurado entramado
delirante.
Uno de los elementos a destacar es el importante componente afectivo que contrasta con cierto
aplanamiento de los que se inician más temprano.
Psicosis Alucinatoria Crónica, o Delirio Alucinatorio Crónico
Se define como de aparición en mayores de 60 años y es asociado a deficiencias sensoriales, visuales y
auditivas. El componente afectivo es importante y las alucinaciones son floridas. Estas se cronifican y se
viven con gran intensidad, de ahí el nombre de delirio alucinatorio.

3. El deterioro cognitivo y las demencias 


Las quejas sobre la memoria son muy frecuentes entre los adultos mayores y resulta importante discernir
en qué medida muchas de estas son el resultado de problemas psicobiologicos y cuáles de tipo emocional.
La depresión incide sobre la disminución de las capacidades cognitivas, como así también la ansiedad
puede afectar a la memoria. Es decir que, no toda queja de memoria debe ser remitida a una patología
psicobiologica tal como se presume socialmente. 
Hipocondría mnésica: las personas con este perfil clínico presentan quejas sobre eventuales pérdidas de
memoria tanto semántica como autobiográfica. A menudo aparecen fuertes miedos al envejecimiento,
fallecimientos de seres queridos, o historia no comprobada de ataques cardiacos. Es más frecuente en
hombres con perfiles perfeccionistas, alto nivel educativo, con altos montos de ansiedad encubierta y
controlada. 
Desorganización cognitiva-funcional: los sujetos con este tipo de trastorno suelen consultar después de un
duelo o cambio estresante, cuyos síntomas son la manifestación de ciertos olvidos, distracción, confusión,
ausencias y en algunos casos, incapacidad para organizar cognitiva y emocionalmente su vida,
mostrándose incapaces de vivir solos. Suele confundirse con demencia, pero en los test da buenos
puntajes. 
Pseudodemencia: actualmente es encuadrada bajo el DSM-IV como una depresión mayor o trastorno
facticio. Kiloh sostenía que en ella se manifiestan síntomas de demencia, pero en los que no hay un
correlato orgánico y que desaparecen con tratamiento psicológico o medicamentos antidepresivos. Dentro
de sus características: 
 Aparece bruscamente y el deterioro no progresa
 La persona refiere un negativismo que lo distingue de las demencias severas
 El nivel intelectual resulta desparejo por lo que puede mostrarse absolutamente impedido a
realizar gran parte de las actividades, aunque pueda hacer algunas de mayor requerimiento
intelectual.
 Los problemas mnesicos son variables en el tiempo tocando tanto los antiguos como los recientes,
o sea, sin respetar la lógica de los olvidos. 
 La orientación temporo espacial es buena, a diferencia de las demencias donde se pierde
tempranamente.
 A nivel del lenguaje puede haber una desorganización. Las frases pueden resultar inconexas aunque
el uso y la interpretación del lenguaje es correcto. 

Suele llamarse también trastorno facticio y esto se debe a que se supone cierta farsa o teatralización
diseñada de un modo consciente, sin tener en cuenta los propósitos inconscientes que la determinan. 
Es importante considerar que esta patología es particularmente frecuente en la vejez aunque no se
reduzca a esta porción etaria. 
Perfiles de deterioro: en las demencias, según las regiones neuroanatómicas afectadas se determinará
cuáles son los rasgos cognitivos-conductuales afectados. Un perfil de deterioro de tipo cortical está
caracterizado fundamentalmente por alteraciones que comprometen a la corteza cerebral y que afecta
con: afasia, agnosia, apraxia, alteraciones visuoespaciales y visuoconstructivas, acalculia, alteraciones en la
abstracción y empobrecimiento del juicio. El prototipo de este perfil cortical es la demencia tipo Alzheimer:
alteraciones en la memoria inmediata, reducción del nivel general del funcionamiento intelectual, cociente
intelectual de ejecución menor que el verbal, fluencia verbal disminuida, alteraciones en la
visuoconstruccion y en el lenguaje. 
Un perfil de deterioro de tipo subcortical es caracterizado por un enlentecimiento cognitivo general y
dificultad de emplear estrategias cognitivas necesarias para abordar problemas, olvidos frecuentes,
alteraciones mnesicas principalmente con los procesos de evocación y de la puesta en marcha de los
procesos de búsqueda de la información y alteración en el estado de ánimo. En este perfil de deterioro se
encuentra afectada las áreas subcorticales, fundamentalmente los ganglios de la base. El prototipo de este
perfil es la enfermedad de Hungtington que presenta: alteraciones en la atención, disfunción moderada de
la memoria (principalmente en evocación en memoria episódica como semántica), déficits
visuoperceptuales y constructivos, déficit en la resolución de problemas. 
También encontramos los perfiles mixtos que son aquellos que reúnen rasgos corticales y subcorticales
pero que generalmente presentan un predominio de rasgos subcorticales: con lentitud psicomotora,
déficits en funciones ejecutivas y alteración en el estado de ánimo. 
Las demencias se entienden bajo la denominación de “deterioro global, progresivo e irreductible de las
funciones cognitivas, debiendo evidenciar un trastorno tal que impida al sujeto cumplir con sus actividades
cotidianas. Entre las funciones intelectuales más dañadas se evidencian: 
 Deterioro de la memoria: en los comienzos pueden presentarse olvidos benignos: olvido de
nombres propios, por ejemplo. Estas pérdidas son comunes tanto en el envejecimiento normal
como en las demencias, pero sin embargo, lo que resulta propio de las demencias son los olvidos
malignos, donde la falla es semántica, por ejemplo, la comprensión del uso de un objeto. 
 Deterioro del pensamiento abstracto: dificultad en encontrar similitudes y diferencias entre las
palabras y también para definir los conceptos. 
 Deterioro del juicio: se pueden encontrar pequeños delirios, actos irracionales y juntos lo que se
llama problemas de autocrítica, el sujeto es incapaz de juzgar sus propios actos, pudiendo mostrar
comportamientos groseros o asociales especialmente en el dominio sexual. 
 Disturbios de las funciones corticales superiores: apraxia (incapacidad para realizar actividades
motoras como escribir, vestirse, etc); agnosia (fallos en el reconocimiento o identificación de
objetos); afasia (alteración sobre el lenguaje).
 Cambios en la personalidad.
Síndrome confusional agudo: no es una demencia aunque comparte ciertas similitudes. Es un trastorno
cognitivo de comienzo brusco que se debe a patologías clínicas, neurológicas o toxicas agudas tratables,
por lo que el cuadro es reversible. Predominan de forma típica trastornos en la atención, la percepción y la
psicomotricidad. Dentro de los síntomas: 
 Reducción en la capacidad para mantener la atención a los estímulos externos y dirigirla a otros. 
 Pensamiento desorganizado, lenguaje vago, irrelevante e incoherente.
 Reducción del nivel de conciencia.
 Alteraciones en el ciclo de sueño y vigilia.
 Desorientación en el tiempo, en el espacio y en el reconocimiento de personas.
 Deterioro de la memoria
 Alucinaciones y falsas interpretaciones sensoriales 
 Suele haber una convicción delirante de las alucinaciones y una respuesta emocional congruente
con esto. 
 Frecuencia de pesadillas y sueños de apariencia real 
 Actividad psicomotora alterada
 Trastornos emocionales muy frecuentes. 

La duración suele ser breve y la evolución a la curación es sin secuelas, aunque la evolución hacia la muerte
o la demencia no es infrecuente. Dentro de sus causas podemos encontrar afecciones sistémicas
(respiratorias y urinarias), trastornos hidroelectrolíticos (deshidratación, acidosis) y otras causas sistémicas
(insuficiencia respiratoria, hipoglucemia, traumatismos severos con fracturas, hipotiroidismo, etc.). 
Dentro de los síntomas psicológicos encontramos: 
 Delirios. Los más comunes son los persecutorios favoreciendo la agresión física, muchas veces
dirigidas hacia el cuidador. El Alzheimer da cuenta de 5 temas delirantes: personas que roban cosas,
mi casa no es mi casa, el cónyuge o cuidador es un impostor, abandono e infidelidad.  
 Alucinaciones. Las más frecuentes son las visuales, en segundo lugar las auditivas. 
 Falsos reconocimientos. Son trastornos en la percepción. La creencia de que hay otras personas en
el hogar, la incapacidad de reconocerse a si mismo o a otros, y la convicción de que los eventos que
suceden en la televisión ocurren en la realidad. 
 Ansiedad. Puede aparecer formando parte de algunos síntomas o aisladamente. Una de las
expresiones más habituales en personas con demencias es aquella llamada “síndrome de godot”
que se refiere a aquella ansiedad vinculada con eventos que vendrán y que manifiesta por
preguntas de esta persona sobre qué es lo que está por suceder y que tiene que hacer. Otro
síntoma característico es el temor a quedarse solo, derivando en un seguimiento continuo al
cuidador. 
 Animo depresivo. 
 Apatía. Disminución de las interacciones sociales, de la reactividad emocional y de la expresión
facial, la pérdida de la iniciativa y del interés por las actividades de la vida diaria y por el cuidado
personal. 

Demencia desde el psicoanálisis 


En las últimas décadas apareció una gran preocupación por esta temática, que en gran medida tuvo que
ver con el crecimiento de la población y por la mayor expectativa de vida que se presentaba. Es por ello la
necesidad de trabajar con estos pacientes y no solo apunta a una mejoría objetiva a nivel de la
farmacología, sino que también se está pensando en la calidad de vida de estas personas. 
Es necesario insistir que hay etapas en las que se tiene mayor o menor registro de la enfermedad, con lo
cual veremos como un sujeto ira gradualmente aceptando o no su declinación y frente a esto responderá
de acuerdo a su personalidad previa. También es necesario tener en cuenta la sintomatología propia de la
enfermedad, ya que puede ir desde ciertos trastornos de la memoria a una perdida casi total de las
facultades psíquicas. 
Desde los estudios del psicoanalista Le Goues se pueden describir ciertos elementos que permiten pensar
la clínica: 
 La depresión frente a la afrenta narcisista que supone la pérdida de sus facultades psíquicas. 
 La regresión en la que el sujeto se ubica como más incapaz de lo que realmente es, intentando
hallar un modo de reconquistar un placer ya perdido o una coherencia subjetiva. 
 El deterioro que será pensado en función de la imagen negativa o positiva que la familia posea del
paciente, la cual determinará en gran medida las posibilidades de mejora del mismo. 

Diferencia entre demencia, pseudo demencia y síndrome confusional agudo


Demencia: global, progresivo, irreductible
Pseudo demencia: parcial, brusco, reversible
Sca: brusco, reversible

PEROUCHON, M, THOMAE RENAULT, A: VEJEZ Y PULSIÓN DE MUERTE


Estos autores plantean que la vejez no es una sola, las maneras de envejecer son tantas como diferentes
personalidades hay. Plantearan ciertos fenómenos psíquicos específicos de la vejez apoyados en la última
teoría pulsional de Freud.
La omnipresencia de la muerte es el rasgo característico de la vejez; muerte biológica con retorno a la
nada, pero también muerte psíquica que a veces la precede y siempre la precipita. Ninguna otra etapa de
la vida se ve mas interesada por la muerte en tanto se da: ruptura ultima de todos los vínculos, deterioro
del cuerpo, extinción de toda excitación, es decir que ninguna otra etapa se ve más alcanzada por Tanatos,
en tanto fuerza de desligazón, destrucción y reducción de las tensiones a cero.
Se han excluido de esta investigación al “anciano común” quien vive su edad, proyecta sin demasiados
dramas ni destellos, cultivando su jardín, atendiendo su casa, ocupándose de sus nietos, viajando, de la
manera mas natural del mundo parece hallar su lugar en la cadena de las generaciones, identificándose
con los seres amados que lo antecedieron. Aun cuando este envejecimiento no lo enajena de la angustia
de la muerte ni de la tristeza por la perdida y separación, estos penosos afectos guardan una dimensión
discreta y aceptable tanto para el sujeto como para su entorno, lo cual lo exime de acudir a los centros de
atención psiquiátrica. Estos sujetos no se encuentran en la práctica institucional.
Teorizan en primer lugar la segunda teoría pulsional de Freud, más precisamente, la pulsión de vida y la
pulsión de muerte. La pulsión, es un empuje inherente al organismo vivo hacia el restablecimiento de un
estado anterior que este ser vivo debió abandonar bajo la influencia perturbadora de fuerzas exteriores.
Representan en el psiquismo a las exigencias de orden somático. Es una fuerza que impulsa al sujeto a
llevar a cabo una acción con el fin de satisfacer una tensión interna con el único fin de calmar o suprimir
ese estado de tensión.
En 1920, Freud abandona su primera teoría pulsional en la cual hablaba de pulsiones sexuales y de auto
conservación, para teorizar su segunda teoría pulsional: pulsiones de vida y de muerte. Los pilares que
permiten a Freud construir su pulsión de muerte son los fenómenos de la repetición, el síntoma, la
reacción terapéutica negativa y las neurosis de guerra. Estos fenómenos, son los elementos que Freud
toma de la clínica y de la psicopatología de la vida cotidiana para elaborar ese concepto de pulsión de
muerte que, por momentos, se vuelve tan oscuro, tan difícil de resolver, pero que marca un giro
fundamental en la teoría psicoanalítica.
Las pulsiones de vida tienden a la construcción, tienen como función establecer unidades cada vez mas
grandes y por lo tanto conservar. Se trata de la ligazón. Las pulsiones de vida, que se designan también con
el término «Eros», abarcan no sólo las pulsiones sexuales propiamente dichas, sino también las pulsiones
de autoconservación. Mientras que las pulsiones de muerte son particularmente difíciles de localizar
porque una de sus características es actuar en silencio. Es una fuerza de desligazón y destrucción que
tiende a que el individuo vuelva a un estado inorgánico. Las pulsiones de muerte se dirigen primeramente
hacia el interior y tienden a la autodestrucción; secundariamente se dirigirían hacia el exterior,
manifestándose entonces en forma de pulsión agresiva o destructiva.
Se trata de un dualismo en el que se proponen como contrarias ―pero, a su vez, inseparablemente
unidas―, por un lado, al conjunto de todas las pulsiones que hasta entonces había descrito Freud
(pulsiones sexuales y de autoconservación o yoicas), englobadas bajo el nombre de Eros (denominación
alternativa para las pulsiones de vida), y, por otra parte, a la pulsión de muerte, definida como la tendencia
de todo lo vivo al retorno a un estado inerte, inorgánico.
Es preciso reconocer que existen vejeces logradas, otras que lo son menos, y algunas inexistentes en razón
de un fracaso en el mantenimiento de la vida, pues vivir viejo ya es en si una forma de triunfo.
Freud no temía a la muerte en forma alguna y en él se expresaba una creencia transcendente en el valor de
la vida y del amor. Vivió una vida plena, conoció y saboreo sus cimas tanto como sus abismos.
Esta calma frente a la muerte fue adquirida merced a perseverantes esfuerzos psíquicos. Sostiene que es
mediante el trabajo de pensamiento que se moldea el temor y la rebeldía ante lo ineluctable, hay que
someterse sin caer en la depresión y sin perder la lucidez.
Considera que la vida vale la pena de ser vivida y que puede hacerse satisfactoriamente siempre que el
hombre reconozca y acepte sus limites y no gaste energía en elevar construcciones ilusorias que paralizan
el trabajo de pensamiento, buscando reestablecer la omnipotencia y la felicidad primaria.
Se identificaba con Moisés: su misión era guiar el pueblo hebreo hacia la tierra prometida y luego retirarse
aceptando quedar privado de ella a fin de que la vida continuara, gracias a el. Y en su ausencia, Freud
puede identificarse ahí, era capaz de aceptar serenamente su muerte si la sociedad se encargaba de velar
por su obra. Freud no ceso nunca de amar, anudo nuevos vínculos y reforzó los mas antiguos: sin ellos no
hubiera podido sobrevivir. Permaneció profundamente arraigado al amor de sus nietos. Freud reconoce en
estos lazos afectivos la capacidad de contener a Tanatos y de inclinar la balanza hacia el lado de la vida.
Con las personas viejas, hay que estarse atento cuando la balanza se equilibra más o menos entre la
inevitable necesidad de un reposo final y el deseo de disfrutar un poco mas del amor y de la amistad de los
seres cercanos. Cuando Freud se entusiasmaba con un trabajo, los más inquietantes problemas de salud
casi no lo afectaban.
Asi, el padre del psicoanálisis pudo desenvolverse de la mejor manera en su ancianidad, entre fases
inevitables de depresión y fases de vitalidad excepcional, logrando mantener un equilibrio entre los goces
que la vida le otorgaba y los sufrimientos que vivió.

Guía de lectura
A la vejez y a la pulsión de muerte como la relacionan las autoras.
En relación a este texto se toma la noción de pulsión, la de pulsión de muerte planteada en más allá del
principio del placer.
Define la pulsión: La pulsión es un concepto fronterizo entre lo somático y lo psíquico, porque la pulsión se
desprende de lo biológico, del interior del organismo y adquiere carácter sexual. La pulsión se da a conocer
por sus representantes psíquicos.
En los procesos significativos de la vejez va a ver una omnipotencia de la pulsión de muerte, la pulsión de
muerte va a estar en su máximo exponente, en ninguna otra etapa de la vida el sujeto se ve tan interesado
por la muerte que en la vejez, debido a la ruptura ultima de los vínculos, la extinción de toda excitación, al
no sentirse productivo, independiente, a no sentirse capaz, por la confusión sobre su identidad, etc.
Muerte biológica que conduce a la nada pero también muerte psíquica que a veces la precede y siempre la
precipita.
En la vejez tiene que salir la fuerza de Eros, para seguir luchando por la vida, ahí se da la lucha entre Eros y
Thanatos.
Caracterizar a la pulsión de muerte y a la pulsión de vida.
Freud va a definir la pulsión de muerte como un esfuerzo inherente a lo orgánico vivo, que busca
reproducir un estado anterior de lo inorgánico, va a decir que la meta de toda vida es la muerte, y que todo
lo vivo busca morir. La pulsión de muerte está vinculada a la repetición porque busca repetir un estado
anterior de lo inorgánico, y la pulsión de vida se dirigen a conservar a unir, la pulsión de vida tiende a ligar.
La pulsión se da a conocer por sus representantes psíquicos.
La pulsión de muerte es difícil de localizar porque una de sus características es la de actuar en silencio.
Durante todo el tiempo en que esta pulsión actúa interiormente como pulsión de muerte, permanece
muda, solo se nos manifiesta en el momento que, como pulsión de destrucción, se vuelve hacia el exterior.
La pulsión de muerte puede ser aprehendida a través de su interacción on Eros.
Las dos pulsiones son antagónicas o pueden hallarse combinadas. Este acuerdo y este antagonismo de las
pulsiones fundamentales confieren a los fenómenos de la vida toda su diversidad característica.
Este inicio se efectúa en proporciones variables y la proporción de cada uno de los componentes de la
aleación decide sobre las variaciones del funcionamiento psíquico. Un excedente de agresividad sexual
convierte a un enamorado en un asesino sádico.
La consecuencia sustancial de la interacción de las dos pulsiones es la de neutralizar los efectos nocivos de
la pulsión de muerte.
La meta de Eros es establecer unidades cada vez más grandes, y por lo tanto. Conservar: se trata de la
ligazón.
La vida puede subsistir mientras Eros consiga someter el principio de Nirvana y modificarlo en principio de
placer, el cual es trasformado en principio de realidad por obra de las exigencias de esta.
Como es el trabajo psíquico en la vejez.
Desde la visión psicoanalítica que, si bien una persona se construye psíquicamente, en la vejez sufre un
proceso de dessubjetivación, debido a que el derrumbe psíquico de los ancianos enfermos se debe a que,
en su relación con el otro, la persona adulto mayor ya no es tratada como sujeto, sino como un mero
objeto de cuidados, su deseo ya no encuentra lugar en el deseo del otro. La muerte aparece a latir antes de
lo biológico, se la fantasea, se la imagina antes de lo biológico de la muerte.
Los medios que dispone el ser humano para seguir apasionados en la ancianidad, evitando la invasión de la
angustia causada por el estancamiento libidinal o la caída en la depresión por anemia o hemorragia
energética.
Más que la adquisición de la serenidad, es de buena ley en el anciano preservar cierta pasión, pasión de
justa medida en investiduras bien elegidas y que puede ayudarlo a luchar contra la enfermedad, a angustia
el dolor y la muerte.
En ocasiones, la salvaguarda del capital libidinal necesario para una pasión semejante debió pasar a
nuestro juicio por un desplazamiento parcial de la libido de polo sexual al de autoconservacion, pero
también, entendimos que esa salvaguarda es realizable cuando se puede sostener un movimiento
progresivo hacia un objeto bueno interiorizado, investido bi-pulsionalmente y que imprima la libido un
movimiento constructivo e integrador.
Mientras la pulsión de muerte este ligada por Eros en la pasión, no se disimila en la sobre y el silencio,
solapadamente, para efectuar su obra destructora.
d) Sobre la figura de S. Freud como nos explican, el trabajo de fortalecimiento del yo, las
identificaciones, sus lazos afectivos y su legado.
En la vejez tiene que salir la fuerza de Eros, para seguir luchando por la vida, ahí se da la lucha entre Eros y
Thanatos, y Freud es un ejemplo de vencimiento de Eros sobre Thanatos, porque Freud a pesar de tener 33
operaciones siempre quiso seguir luchando, tenía un impulso hacia la trascendencia, y cuando no vence
eros es cuando la persona “se dejó morir” porque se da predominio de la pulsión de muerte por sobre la
pulsión de vida.
Freud parece haberse esforzado en alcanzar el ideal de Da Vinci, una de las principales figuras de
identificación, ideal que aspira a contener los afectos para someterlos al trabajo del pensamiento, a ligarlos
psíquicamente evitando así la descarga brutal de los actos o el soma.
La identificación de Freud con Da Vinci puede reconocerse en la insistencia con que enfatiza la pasión de
ambos por las ciencias naturales, se muestra también en su descripción de la fuerza pulsional del genio.
Otra de las identificaciones fue Moisés. La identificación introyectiva con el héroe que creo a los judíos,
permitió a Freud ensanchar su yo incluso en la vejez, agregándole cualidades tomadas del ilustre líder cuya
estatua fue realizada por Miguel Ángel. En esta escultura se ve a un Moisés capaz de dominar sus pulsiones
destructivas.
La misión de Moisés era guiar al pueblo hebreo hacia la tierra prometida y luego retirarse aceptando
quedar privado de ella a fin de que la vida continuara, aun sin él. Freud puede reconocer su propia
andadura en este destino heroico de guía capaz de aceptar serenamente su desaparición pues ha logrado
consolidar la posteridad de sus descubrimientos. “Me sería más grata la vida y más fácil la muerte si
supiera de que existe una sociedad encargada de velar por mi obra”.
La perennidad de la obra simboliza la supervivencia de su creador y le hace más fácil aceptar su propia
desaparición. La investidura de su obra es tan fuerte que reacciona frete a ella con una madre respecto de
un hijo del amor.
También se identifica con Fausto, quien tras consumir todas las riquezas de la vid a no se siente preparado
aun para la muerte.
La visión profética de su grandioso éxito le depara por fin la felicidad. En el trabajo incesante, camino a la
felicidad y la libertad opera simbólicamente la ligazón de la pulsión de muerte y la neutralización de sus
efectos destructores.
La meta de Fausto encierra cierta similitud con la de los esfuerzos terapéuticos del psicoanálisis. Su
intención es fortalecer el yo, hacerlo más independiente del superyó, ensanchar su campo de percepción y
consolidar su organización de suerte que pueda apropiarse de nuevos segmentos del ello.
Una clase de lazo afectivo se crea por medio de la identificación. Todo lo que mueve a los hombres a
compartir intereses produce esta comunidad de sentimientos, estas identificaciones.
Freud recurre a las identificaciones para establecer y mantener la primacía de Eros sobre la destructividad.
También se apoyara en las relaciones con los objetos amados.
Relaciones amigables frecuentemente muy cálidas, a veces hasta apasionadas, o relaciones familiares
plenas de ternura y generosidad.
Freud no ceso nunca de mar. Anudo nuevos vínculos y reforzó los antiguos. Sin ellos no habría podido
sobrevivir. Permaneció profundamente ligado a sus nietos.
El propio Freud reconoce en estos lazos afectivos la capacidad de contener a Thanatos y de inclinar la
balanza del lado de la vida. Pero Freud vuelca lo esencial de su energía en su obra, a la que invistió
apasionadamente.
Cuando Freud se entusiasmaba con su trabajo, los más inquietantes problemas de salud casi no lo
afectaban. Prefería pensar en medio del dolor antes que no estar en condiciones de pensar con claridad.

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