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Argumento
Para aferrarse a su amor, debe liberar a su bestia. Una vez que un oso pone su
mente en una misión, lo mejor es permanecer fuera de su camino. Alexander
"Bunny" Bunsun es ese oso. Algo no está bien con su prima Chloe, y ha venido
a Halle, PA, para resolverlo, después le dará la vuelta a su Harley y volverá a
su casa en Oregon. Hasta que un aroma tentador lo atrae a la tienda de
tatuajes. Ahí está. Una tatuada, sureña-loba con el pelo color verde lima.
Su compañera perfecta.
Ryan se comió la última uva con una mirada de advertencia, haciéndola estallar
en su boca. "Por lo menos me dejaste algo."
Bunny puso los ojos en blanco y señaló a la camarera. Nunca podía recordar lo
que eran, pero siempre los ponían en ensaladas con melón y tenían un sabor
extraño.
Al diablo con él. Dejaría que Ryan se riera. Bunny quería pagar la cuenta y
volver al camino. No les llevaría más de un par de horas llegar a donde diablos
iban, y estaba decidido a disfrutar de cada momento de él, a pesar de Ryan.
Pagaron la cuenta y se dirigieron a sus Harleys. Se puso la chaqueta para
protegerse del clima del otoño. El frío había llegado a principios de ese año.
Era finales de septiembre, y sin embargo, se sentía como noviembre.
Tenía que esperar que lo que estaba mal con la hermana pequeña de Ryan
pudiera ser resuelto con bastante rapidez. Había tenido que saltarse su yoga
por dos días, y sentía que le hacía falta.
Él era el único en la familia que tenía obsesión con el estilo japonés de dibujos
animados, pero no podía evitarlo. ¡Había estado enamorado de ellos desde la
primera vez que había leído Sailor Moon y Tenchi Muyo! Tenía la serie de
Sailor Moon en DVD, en el original japonés (con subtítulos en inglés, por
supuesto). Su familia sólo se había reído y lo había consentido en Navidad, y él
los había devorado todos como un niño codicioso.
*****
Tabby salió cojeando de los bosques, con la pata trasera derecha chorreando
sangre. Cómo había conseguido cortarse la planta del pie no tenía idea. Solía
tener cuidado de no correr en lugares donde los excursionistas o los niños
tendían a ir, ya que la basura en el suelo podría ser peligrosa para los were-
lobos. Una botella rota podía causar una hemorragia grave, causando graves
problemas a los were si no podían cambiar. Tendría que asegurarse de tener
una pequeña charla con uno de los gatitos locales. Tal vez uno de ellos podría
averiguar si alguno de los chicos universitarios había estado corriendo por el
bosque por cerveza y sexo. Si era así, tendría que pedir permiso para ir a cazar
a un lugar diferente.
Estaba agradecida con los Pumas que le habían concedido el derecho a correr
por su territorio. Infiernos, estaba muy agradecida con los Pumas y punto. Si no
hubiera sido por Gabe Anderson, el segundo Marshall y el sheriff de la pequeña
ciudad de Halle, Tabby se habría tenido que ver obligada a desplazarse de
nuevo. No era habitual que los Grupos permitieran a un lobo vivir entre ellos,
incluso con el visto bueno de alguien tan alto en jerarquía en la Manada como
el segundo, pero Halle había resultado ser mucho más abierto a la idea de lo
que nunca había creído posible. Estaba más que agradecida con el resto que
hubieran acordado dar su permiso para quedarse a prueba.
La ciudad era cálida y acogedora en una forma en que su vieja Manada nunca
había sido. El Alfa de los Pumas, el Dr. Max Cannon, era un bombón. Su mujer
alfa Emma, era llamada Curana por los Pumas, era un hueso duro de roer con
un corazón de oro. Ella le había preguntado a Gabe lo que quería decir Curana,
y ella le había dicho que era una forma alterada de la palabra çuçuarana, que
en portugués significaba puma. El resto de los Pumas eran, en su mayor parte,
gente muy agradable. Se sentía como en casa, algo que no había sentido en
mucho tiempo. Había hecho amigos y construido una vida propia. Nunca quería
regresar a la manada que la había expulsado hacía mucho tiempo.
Pero no importaba cuan agradable los miembros del Grupo fueran, no eran
lobos. No eran su Manada, algo que recordaba cada luna llena desde que
había sido admitida para quedarse.
Llegó a su coche y se puso la ropa que había dejado sobre el capó. El cambio
provocó que el corte sangrara aún más libremente hasta que se cerró, dejando
una llaga en la parte inferior de su pie, que se sentía incluso después de
ponerse tenis nuevos. Buscó sus llaves en el bolsillo, ansiosa de volver a su
apartamento y a la cafeína de sus compañeros que estarían esperando por
ella.
*****
"Paria".
Ella retuvo su gruñido de lobo con dificultad. Estaba aterrorizada. Esta no era la
primera vez que los otros lobos la habían enfrentado, pero esta era la primera
vez que lograban atraparla sola. Por el brillo en los ojos de Gary, si no
escapaba, estaría en un mundo de dolor. "¿Qué quieres?"
Gary sonrió, con sus colmillos afilados, sus ojos cambiando de color avellana a
marrón claro. Frotó las manos de arriba a abajo de su pene cada vez más
sugerente. Los otros dos se movieron a su costado y ella supo que tenía la
mierda hasta el cuello. Como un paria, técnicamente Tabby era presa fácil de
cualquier lobo que quisiera un poco de deporte. Hasta el momento, muy pocos
lobos habían llegado a Halle. La mayoría de los were que asistían a la
universidad eran locales, y por lo tanto parte del Grupo Halle. Se había
quedado fuera del camino de aquellos que no formaban parte del Grupo,
especialmente de los Lobos. Ella había estado aterrorizada por lo que pasaría
si se acercaba a ellos. El Alfa de la manada más cercana no sería ninguna
ayuda. Lo había visto una vez desde lejos, y tenía una apariencia grande y
aterradora. Rick Lowell tenía los ojos azules más fríos que había visto. Tabby
tenía demasiado miedo de acercarse a él, de tratar de convertirse en una parte
de su manada. Él le había echado un vistazo y ella había sabido que no era
digna de ofrecerle un hogar.
Con valentía era la única forma en que podría salir de esto. Ella sabía que
algunos de los Pumas habían salido corriendo la noche anterior. Con suerte,
uno de ellos vagaría por ahí y llegaría a Gary antes de que él hiciera lo que
obviamente quería hacer. "¡Vete al demonio, Gary!"
Él se burló del apodo, con sus hermanos idiotas de manada riendo como un
grupo de hienas. "Eres una paria. Tu trasero es mío." Dio un paso hacia
adelante, con los ojos cambiando a marrón.
"¡Deténganla!"
Ella abrió la puerta y se metió antes de que alguno de ellos llegara hasta ella.
Cerró la puerta sobre los dedos de uno de los matones de Gary, y su grito fue
casi tan fuerte como la alarma. Él sacó sus dedos y ella consiguió cerrar la
puerta, poniendo el seguro antes de que Gary pudiera jalar de la puerta del
lado del conductor y la abriera.
Volviendo a la seguridad.
Tabby estaba temblando como una hoja. Esto era lo más cercano que Gary
había hecho por poner las manos sobre ella. Él y sus secuaces se habían
contentado con burlarse de ella o a incitarla en la tienda donde trabajaba. Ella
había tenido cuidado de no estar sola.
¿Cómo había podido ser tan descuidada? Sin embargo, no había pensado que
se atreverían a… Se estremeció de nuevo. Ni siquiera quería pensar de lo que
acababa de escapar. Tabby necesitaba ayuda. Sólo esperaba que Gabe y los
otros Pumas la escucharan, porque si no lo hacían, tenía toda la intención de
correr hasta que sus patas dejaran de funcionar.
*****
Él bajó el cuenco y se limpió las manos grasientas con una toalla de papel. La
película que habían estado viendo continuaba en el fondo, ninguno de ellos le
prestaba ninguna atención. A pesar de que corrió el riesgo echando un vistazo
cuando Aragorn apareció en la pantalla.
Viggo Mortensen era caliente en Las Dos Torres. "Primero, haré algo sobre ese
dolorido pie tuyo."
"¿Cuándo llegarán tus socios del crimen a casa?" Giró la llave, con el sonido
del agua amortiguando su voz, pero que aun escuchándose una extraña nota
en la voz de Julian. Ella trató de morderse de nuevo una risita. Sabía
exactamente cómo se sentía con la última de sus compañeras de apartamento.
"Cyn dijo que iba a quedarse hasta tarde, a trabajar en unos papeles." Cyn era
la propietaria de Tatuajes Artísticos y la jefa de Tabby, así como una de sus
compañeras de habitación. "Gloria tenía una cita, así que no tengo idea de
cuándo regresará." Gloria también trabajaba en Los Ángeles, haciendo
piercings, y era su otra compañera de apartamento. El grifo se detuvo y Julian
regresó. Movió la mano hacia ella, rociándola con agua. "¡Hey!"
Él se volvió, levantando una ceja negra, con sus labios carnosos moviéndose
en una sonrisa. "¿No lo es?" Inclinó la barbilla hacia la pantalla, convirtiendo su
expresión en diabólica. "¿Crees que Aragorn no quiere un pedazo de eso,
Arwen o no?"
Tabby puso los pies sobre la mesa y se estiró. "Sí, y cuando Aragorn le levante
la falda a Legolas, se encontrará con una sorpresa especial del interior." Julian
se atragantó con las palomitas de maíz y comenzó a reírse. Un punto para mí.
Ella le robó el plato de su regazo y se dispuso a ver la película.
*****
"¿Eso es todo? ¿Por eso fue por lo que Chloe dejó Oregon?" Bunny caminó
por la calle, haciendo una pausa para mirar la ventana de una tienda. Era
muy... rosa por dentro. Un grupo de mujeres estaba sentado en un viejo sofá,
bebiendo té y riendo, mientras que una mujer bajita, de cabello oscuro marcaba
unas compras en una caja registradora antigua. Se estremeció y miró hacia
arriba dando una señal. Pared de Flores. Se debería llamar gallinero. Se apartó
antes de que más testosterona pudiera ser extraída a través de sus poros.
Ryan se rió entre dientes. "A ella le encanta y jura que a nosotros también nos
encantará."
Bunny se encogió de hombros. "Sea o no, me quedo todavía en el aire." Hizo
una pausa, buscando en otra tienda. Libros de historietas. Mucho más su estilo.
¿Me pregunto si tienen una buena sección manga? Siempre estaba en busca
de una buena tienda, y si se quedara aquí…
"Oh, no, no lo harás." Ryan lo tomó del cuello y lo apartó del vidrio. "Te lo juro,
eres como los cerdos franceses y las trufas. Si hay libros de comic, tú los
olfateas".
Bunny puso los ojos en blanco, pero permitió que su primo lo alejara. Hizo una
nota mental para volver más tarde sin la húmeda manta de doscientas veinte
libras. "Te lo juro, Ryan. Te estás haciendo viejo."
Bunny se puso la mano sobre el corazón. "Pero soy joven en el interior. Que es
lo que cuenta."
Ryan negó con la cabeza y lo dejó ir. "Y es por eso que no te está permitido
salir de tu propio pueblo."
Bunny sólo sonrió y siguió a su primo por Main Street, Halle. Se encontrarían
con Chloe, que no habían estado en su apartamento o en el restaurante en el
que habitualmente trabajaba. Sus problemas se acabarían tanto si le gustara
como si no.
Ahora bien, si sólo pudiera entender por qué su oso gruñía cada vez que
pensaba en su casa, sería de oro.
Tabby miró por la ventana de Arte el soleado día de primavera y suspiró. "Hoy
va a ser otro día de mierda."
Tabby puso los ojos en blanco y volvió su atención a la ventana del frente. "No
hemos tenido ni un cliente durante todo el día."
"Es Lunes". Las mujeres se miraron y se hicieron eco: "Se chupan al gordo
peludo." Muy pocas personas se hacían un tatuaje un lunes por la tarde.
Cyn negó, con su cabello oscuro sorprendente con sus nuevas rayas rosadas.
"Y luego están los sábados".
Había viajado durante años como lobo, viviendo de la tierra, antes de llegar a
Halle seis meses atrás, medio muerta de hambre y lista para volver a
introducirse en la raza humana. Había pasado por el patio trasero junto a una
mujer llamada Sheila Anderson, y eso había sido lo más afortunado que había
tenido en años. Su nieto, el sheriff Anderson, le había encontrado en silencio
un lugar para quedarse, qué comer y un lugar para trabajar. Ahora como
aprendiz de Cyn, había conseguido su licencia de conducir y un coche, y casi
tenía su GED. Era extraño pensar que le debía todo eso a un representante de
la ley Puma y a su mandona abuela que ni siquiera era Lobo. Ella no quería
causarle a él o a su familia más problemas con ella, a pesar que cada vez que
se enteraba de una de las pequeñas acrobacias de Gary y de sus amigos,
apretaba la mandíbula con más fuerza. La vida había sido buena hasta que la
Manada Idiota la había encontrado. Todavía no se sentía cómoda pidiéndole al
Grupo que la ayudara, ni al Alfa de la manada de Poconos, Rick Lowell, que
seguía siendo un hombre monstruosamente aterrador. Había rumores de que
su nueva Luna era una puma que había vivido en Halle, lo que era aún más
aterrador. Nunca había conocido a la Puma Luna y no tenía intención de hacer
ninguna cosa que pudiera llamar su atención. Sacudió la cabeza, captando el
verde en el espejo detrás del mostrador. Hizo una mueca mientras se contaba
las raíces oscuras que se empezaban a mostrar una vez más. "Gah. ¿Cyn?
Emergencia del cabello."
Cyn se echó a reír. "Vamos, cariño, tenemos tiempo. Toma asiento." Cyn
sonrió, jalando del blanqueador en crema. El salón de tatuajes había sido un
salón de belleza, y Cyn había optado por mantener uno de los sumideros en el
lugar para hacerles el cabello a las chicas. "Gloria, mantén los ojos en el
frente."
"Lo haré." Gloria se volcó el cabello sobre los hombros y sonrió. "Asegúrate de
conseguir todas esas raíces o parecerá que tiene que ser cortado con
cortadora de pasto".
Cyn no le hizo caso. "Así que, ¿A quién le importa si toma un poco de trabajo?"
Cyn su asomó. "Bruja. ¿Qué pasa si le gusta el sabor de México en lugar de las
Hushpuppies, ¿eh?"
"¿Qué?"
"Ya me has oído." Tabby miró hacia atrás para encontrar al hombre mirando
por la ventana. Una oscura ceja se levantó cuando las sorprendió mirándolo
con una sonrisa flirteando alrededor de su boca de aspecto delicioso. Oh, las
cosas que les gustaría que esa boca hiciera.
"Ya voy, pero ahora estoy llamando a DIB." Gloria se precipitó antes de que
Tabby o Cyn pudieran protestar.
"Puta codiciosa".
Tabby se sentó en la silla y quiso haber esperado cinco minutos más para que
Cyn comenzara a arreglar su cabello. Podría haber sido ella la que mirara al
calientito en vez de sentarse en la silla de Cyn que la tapaba.
Mirando hacia abajo por el largo pasillo, pudo ver cuatro cortinas cubriendo
cubículos, probablemente donde las mujeres trabajaban. Al final estaba la
última cortina y un área marcada como "Sólo para Empleados".
Las mujeres, si eran las dueñas, habían hecho que el lugar se viera tanto como
que daba la bienvenida como con clase. Podía ver a los hombres y las mujeres
venir ahí y sentirse cómodos.
Una imagen de repente apareció ante sus ojos, tan fuerte que lo sobresaltó.
"De un oso y un lobo, creo." ¿Un lobo? ¿Es eso lo que estoy oliendo? No sabía
que hubiera algún Lobo viviendo en Halle. El único no-Puma del que estaba
consciente era su prima Chloe, y ella era Zorra.
"El oso tendrá que ser muy específico también." No entraría en detalles, no
sino hasta después de que conociera a la propietaria de ese olor. Estaba
bastante seguro de que era su compañera la que estaba detrás de la cortina y
no quería asustarla. ¿Un lobo? ¿En serio? Casi se echó a reír. Parecía que
llevaba la tradición de la familia de compañeras no-Osas. La madre de Ryan y
Chloe había sido Zorra, y su tío Ray también se había casado con una. La
madre de Bunny había sido humana, pero a pesar de eso, su padre se había
encontrado con muchos problemas con la comunidad humana por haberse
casado con una mujer negra. Sus familiares lo habían sabido mejor, y le habían
dado la bienvenida a su mamá con los brazos abiertos. Luchar contra tu
compañera de destino nunca funcionaba de la forma en que esperabas, y por
lo general terminas en los brazos de tu pareja final de todos modos, así que
¿por qué molestarse?
"Oh." Ella se mordió el labio. "Bueno, yo hago los piercings, pero puedo ver si
Cyn está disponible".
"Por favor".
Ella asintió y se dirigió a la zona de las cortinas en la parte trasera. Pudo oír el
murmullo de voces, pero ninguno llegaba a sus sentidos.
Bunny tosió. Nah. No podía haber oído que su compañera Lobo tenía el
nombre de un gatito. Ningún padre Lobo sería tan cruel. Tal vez sería Gabby o
Darby o—
"¡De quién es el pelo que está a punto de caerse si no le lavas la lejía y ahora!"
Ah, sí. Había encontrado a su compañera. Ahora sólo tenía que reclamarla.
Oh, mierda. Oh, mierda, mierda. Tabby esperó a que Gloria le enjuagara el
pelo. Mi compañero está por ahí. Mi compañero. ¿Qué es aún más extraño?
Un oso. Mi compañero es un oso. Y yo tengo raíces naranjas.
Estaba malditamente hiperventilando. Cuando ella había pedido que alguien la
reclamara, ¡Poco sabía que en realidad lo había llamado! Y ahora lo conocería
por primera vez con las raíces naranjas. Se vería como un helado a medio-
derretir. Agarró el brazo de Gloria. "¿Le podrías decir que estoy muerta, por
favor?"
"Sí".
Gloria parpadeó.
Tabby negó. "No importa. ¿Ves todo ese were-lobo romance de novelas con su
compañero?"
La boca de la Gloria se abrió haciendo una "O". "¿En serio? ¿Él es tu novio?"
"¡Tabby!"
Ella alzó las manos como orando. "¿Por favor?" Parpadeó, tratando de verse
desesperada. Infiernos, es probable que se viera desesperada.
"Disculpen".
Tabby se estremeció. Esa voz profunda, rica rodó sobre ella, haciéndole pensar
en cosas malvadas que involucraban chocolate oscuro, derretido y velas
encendidas. "¡A los clientes no se les permite pasar al cuarto de atrás!"
Gloria, Dios la bendiga, lanzó una toalla sobre su cara, ocultando su pelo. "Lo
siento, tiene que esperar en el frente." Por supuesto, ahora la toalla estaba
absorbiendo la todavía saliente agua. Se ahogaría con una toalla.
"¿Está todo bien aquí?" La voz del hombre era de pecado puro, profundo y
ligeramente grave. "¿Por qué tiene la cabeza cubierta con una toalla?"
"Por favor. Tabby se... tardará un rato." Podía oír aplaudir a Gloria con las
manos y tirar de su camisa, desesperada por cerrar el agua. Ella estaba
escupiendo agua de nuevo sobre la toalla ya empapada. "¿Por qué no vas con
uno de los comensales en la zona para el almuerzo? ¿Tal vez te puedas ir de
compras? ¡Um, ah! ¡El restaurant de Frank tiene las mejores hamburguesas de
la ciudad!" Finalmente, alguien cerró la llave del agua, para salvarla de una
tumba aguada. Sólo podía ver el obituario. Ahogada mujer con una toalla y un
horrible Cabello.
Hubo un profundo suspiro feliz. "Está bien, Tabby, ¿verdad?... Estará más
cómoda."
"Eh..." Gloria estaba, obviamente, perdida. Cyn era la que por lo general se
hacía cargo del pelo de Tabby.
"Intente alrededor de las siete." Cyn sonaba divertida, la perra. "Puede salir con
ella a cenar. De hecho, Tabby tiene el resto de la noche libre."
¿En serio?
"Pero tiene que volver al trabajo mañana por la tarde a las dos. Ah, y la dama
ama la carne." Tabby gimió detrás de la toalla. Eso era un eufemismo. "Gloria,
dale nuestra dirección, ¿Está bien?"
"Pero—"
"Está bien, jefa." Agitó la cortina, pero la esencia de Oso permaneció. Gloria
debía haberlo hecho pasar a través de la cortina.
"Cyn".
Tabby escupió y se quitó el agua de los ojos. "No te preocupes, Gloria. Algún
día tu príncipe vendrá".
Gloria parpadeó con sus grandes ojos azules, tratando de parecer inocente.
Tabby había visto esa mirada más de una vez justo antes de que algo
escandaloso saliera de la boca de Gloria.
*****
Había encontrado el salón de tatuajes, casi por accidente, por el sonido de las
débiles risas femeninas a través de la ventana de vidrio. Había vislumbrado a
tres mujeres y se había dirigido allí en espera de encontrar a tres bellas damas,
tal vez incluso una cita para la noche.
"¿Puedo ayudarle?"
Bunny se dio la vuelta para encontrar a un hombre alto, de cabello oscuro con
uniforme de sheriff mirándolo fijamente, con una expresión dura en su rostro. Él
asintió al otro hombre, deteniéndose en su olor subrepticio. Puma. "¿Sheriff
Anderson?", Bunny estiró la mano cuando el otro hombre asintió con cautela.
"Alexander Bunsun. Estás saliendo con mi prima, Chloe".
"Eso apesta, porque ella está aquí ahora.", Anderson señaló una cola de
caballo roja brillante saltando detrás de un mostrador. "Siempre trabaja los
lunes por la tarde."
Anderson hizo una mueca. "Para hacer de una larga historia algo corto Chloe y
yo somos amigos. Sólo amigos."
"Ella es mi compañera."
"¿Ah, sí? Oh." Bunny gruñó. El tono sorprendido en la voz de Anderson tenía la
sombra de un tono de preocupación. Sólo porque su compañera era una were-
lobo en lugar de una osa no le daba al sheriff el derecho a decir algo. Anderson
asintió, con su expresión volviéndose sombría. "Entonces hay algunas cosas
que necesitas saber antes de que las cosas se pongan demasiado serias entre
los dos."
Bunny asintió. ¿Por qué crees que te pregunté, imbécil? "¿Crees que el jefe
local tenga algún problema con que vivamos aquí?"
Anderson levantó las cejas. "¿Vivir aquí? ¿En Halle? Sabía que la familia de
Chloe vendría, pero no sabía que incluía a sus primos."
Bunny se encogió de hombros. "Tabby está aquí." A los Osos no les importaba
mudarse a donde sus compañeras eran más felices, y los lobos eran, bueno,
territoriales. Las probabilidades eran buenas de que Tabby quisiera quedarse,
por lo que mudarse a Halle era la mejor opción de Bunny. Lo último que quería
era un lobo gruñón mordiéndole el trasero todo el camino de regreso a Oregon.
"¡Bunny!"
El sheriff casi fue arrollado por una pelirroja diminuta a toda velocidad hacia
Bunny. Bunny se rió, levantándose al mismo tiempo que Chloe lo alcanzaba.
Se lanzó a sus brazos, riendo como una colegiala, envolviendo sus piernas
alrededor de su cintura. Bunny la tomó, dándole un abrazo de oso que la dejó
jadeando volviéndola a poner en el suelo.
"¿Cuándo llegaste? ¿Dónde está Ryan? ¿Mamá y papá vinieron también?
¿Dónde están el Tío Will y la tía Barbra?" Chloe estaba prácticamente saltando
en su lugar, con su cola de caballo saludándolo alegremente. Bunny vio la
sonrisa indulgente de su prima, y su corazón cantó de felicidad en su rostro.
Pero había algo detrás de sus ojos, una tristeza que no había estado allí antes.
Si resultaba que el sheriff había roto el corazón de Chloe, tendría que tener
unas palabras muy privadas con el hombre. "Nos estamos quedando en el
Holiday Inn, a la salida a la ciudad. Ryan está en camino para verte, la tía
Laura y el tío Steve todavía están en Maryland con mamá y papá, pero están
pensando en visitarte pronto si todos deciden quedarse aquí. Y llegamos aquí
ayer". Chloe brincó de nuevo. "Será muy bueno tener a la familia alrededor otra
vez." Su sonrisa se volvió nostálgica por un breve instante antes de que su
innato brillo saliera una vez más. "Entonces, ¿qué hay de nuevo contigo?" Ella
le dio un codazo en el brazo a Bunny.
"¿En el Arte Viviente?" Cuando Bunny asintió los ojos de Chloe se desviaron.
"¿Tiene el pelo azul?" Bunny negó. "Bueno, no, entonces no es Gloria. ¿Pelo
rosa?" Bunny sonrió y sacudió la cabeza otra vez. "No Cyn, tampoco. ¡Oh!
¿Tabby? ¡Grandioso!"
Bunny le dio a Anderson la seña con un solo dedo. Todavía no estaba seguro
de que no debería arrancarle los brazos al sheriff sólo para estar seguro.
Algo le molestaba, sin embargo. Esa mirada en los ojos de Chloe estaba tan
mal. Su prima siempre había sabido quién era y a dónde iba la vida, y hoy
parecía que había perdido su camino. "¿Está teniendo ella problemas con
algo?"
Bunny inhaló. La única forma en que Anderson pusiera las manos sobre el
compañero de Chloe era si vencía a Ryan.
Los pumas podrían ser rápidos, pero los osos, cuando estaban motivados, eran
aún más rápidos.
"Oh mi Dios, Oh mi Dios." Tabby se jaló del pelo, con la mirada fija en su
armario. Eran las seis cuarenta y cinco y su compañero estaría ahí en cualquier
momento, no sabía su nombre y no tenía nada que ponerse.
"Guh." El pánico amenazó con partir a Tabby. Vio los tres vestidos negros que
colgaban en su armario, con su mano moviéndose entre ellos como una
demente mariposa.
La cabeza de Gloria se asomó desde el otro lado de la puerta. "El que no tiene
mangas."
"¿Eh?", Ella levantó el vestido negro sin mangas, con el cinturón rojo y zapatos
a juego. Las dos cabezas se balancearon de acuerdo.
Tabby se giró.
Gloria abrió la puerta antes de que Tabby pudiera ocultar los paquetes.
"¡Entra!"
Él dio un paso a la tienda. Llevaba una camisa verde que realmente hacía
hincapié en sus ojos color avellana, jeans oscuros lavados se veían pintados a
sus muslos y usaba gruesas botas de color negro. Ahora que estaba de pie,
pudo ver la altura que tenía. Era mucho más alto que ella, con la parte superior
de su cabeza apenas llegando a su labio superior, incluso con sus tacones de
diez centímetros. Se habría golpeado la barbilla si hubiera estado sobre sus
pies descalzos. Su calva brillaba, su mandíbula estaba afeitada. Podía ver el
tatuaje que rodeaba sus bíceps y sus dedos ardieron en deseos de trazar el
diseño. En su mano, sostenía un narciso.
Mi flor favorita. ¿Cómo lo supo? Tabby sonrió, sabiendo que su boca temblaba.
No podía recordar la última vez que alguien le había dado flores.
"¿Para mí?"
Él tosió. "Yo tomaré esos." Se estiró y tomó los condones de sus manos,
sonriendo por su vergüenza. "Está bien, cariño. Estoy contento de que uno de
nosotros esté, um, preparado". Miró los condones. "Muy preparado." Los contó,
levantando sus cejas con incredulidad. "Y optimista".
Se volvió hacia sus dos compañeras con una sonrisa. "No me hagáis olvidar
que estoy domesticada." Ellas se detuvieron, pero por la forma en que se
aferraban juntas, Tabby pensó que era sólo cuestión de tiempo antes de que
una rompiera en carcajadas de nuevo. Se dio la vuelta de vuelta a su nuevo
compañero. "Y tú, cuyo nombre no sé."
Él tosió, pero ella supo que estaba tratando de no reírse. "¿Nos vamos?" Le
tendió su brazo.
"Es un apodo que apesta para que un were lo tenga," murmuró en voz baja.
"Bunny. Caray. Puede ser que también te llamen Comida". Se estremeció
delicadamente mientras esperaban a que la hostess los sentara. "¿A quién se
le ocurrió de todos modos? ¿Y por qué no me dijiste que me pusiera
pantalones?"
Bunny sonrió, sabiendo que parecía depredador. "Lo disfruté." Ella había
montado en la parte trasera de su moto, con sus largas y elegantes piernas
desnudas casi hasta el punto de la indecencia. El calor de ella había sido
embriagador.
Tabby puso los ojos en blanco y siguió detrás de la hostess. "¿Estás seguro de
que no eres un Lobo?"
Bunny comenzó a cantar "Little Red Riding Hood" en voz baja, que en el fondo,
con su áspera voz enviaba escalofríos por su espina. Pero cuando llegó al
punto de hablar de ser todo el lobo grande y malo que ella pudiera desear,
Tabby se detuvo por un momento. Negó hacia él, con la diversión iluminando
su cara. "No quieres decir un oso feroz, ¿verdad?"
Bunny le sostuvo la silla, con una sonrisa lobuna en su rostro. Ella le permitió
sentarla, sacudiendo la cabeza. Hebras verdes surcaron su rostro. Y maldita
sea, era una cara. Tenía la apariencia exótica de una mujer que tenía algo de
sangre mediterránea en alguna parte de su acervo genético. Era de piel dorada
y labios llenos, con grandes ojos marrones y pestañas de un kilómetro de largo
enmarcando perfectamente una nariz fuerte y barbilla determinada. No era una
belleza clásica, especialmente con su cabello de la forma en que era, pero
Bunny ya estaba enganchado. Casi podía probarla. Como una madura
manzana dorada, que estaría agria y dulce en su lengua, con un anhelo que
nunca desaparecería.
"¿Y bien? Con eso de Bunny. ¿Quién, qué, dónde, por qué y qué tanto los
aplastaste después?"
"Gran familia. Debe ser bueno." Pareció triste por un momento y sacudió la
cabeza. Él se preguntó de qué se trataría todo eso. "¿Tienes hermanos o
hermanas?"
"¿MEC?"
"Mierda En la Cabeza."
Él asintió, y esperó a que ella dejara de reír. Tardó más de lo que pensaba que
haría.
Le había llevado años hacer caso omiso de la furia que a veces iba con sus
viciosas espuelas. Meditación, yoga, incluso evitar ciertos alimentos lo
ayudaban a mantener el control de la ira que había sido su perdición cuando
había sido adolescente. Ahora llevaba el apodo de Bunny como una insignia de
honor, como una forma de recordarse a sí mismo en dónde había estado y a
dónde se dirigía ahora.
Ese ahora incluía la dirección de la mujer jugando con su vaso de agua frente a
él. No podía esperar para empezar.
"Entonces, ¿qué haces para ganarte la vida?" Tabby dio un mordisco a sus
doce onzas de carne y se quejó. Bunny casi se vino en sus vaqueros con el
sonido. Ella abrió los ojos para encontrarlo mirando su boca. "¿Qué?"
"Nada." Bunny dio un mordisco a su propia pasta Alfredo con mariscos. "Esto
es bueno. Recuérdame agradecerle a Gabe."
Ella lo miró fijamente. Esperó la pregunta que mucha gente hacía. "¿Cuál es la
diferencia entre un jardinero y un arquitecto de paisajes?"
"Demonios". Tabby se hizo para atrás y lo miró fijamente. "Creí que tu nombre
me sonaba familiar".
La cara de Tabby estaba cerrada a cal y canto. "Tengo un tío que trabaja para
tu empresa."
Bingo. Su acento sureño, tenía que ser de Georgia, o de una de las Carolinas.
¿Tal vez de Tennessee? Todos tenían una sucursal Bunsun más bien
pequeña, nada como las oficinas corporativas que había en la costa oeste. "La
compañía de papá." Bunny se echó hacia atrás, preguntándose por qué de
repente se había vuelto frío. "¿Tabby?"
Ella sopló el flequillo de sus ojos. "Supongo que debes saberlo. Soy una
desterrada."
Bunny se detuvo. Ser marginado era algo muy serio entre los que vivían en el
Grupo o en Manadas de familias. Los osos no, siendo Manadas de mente, no
tenían la misma reacción a ese tipo de cosas. Los osos estaban en grupos
familiares más pequeños y, a diferencia de los osos salvajes, los hombres eran
atrapados por sus compañeras. "¿Puedo preguntar por qué?"
Ella se mordió el labio, como una pequeña pista de vulnerabilidad que despertó
todos los instintos de protección que Bunny tenía. "Estuve saliendo con el hijo
del Alfa. Micah. Era... dulce y amable, y le gustaba estar cerca de mí. El Alfa no
estaba de acuerdo, porque pensaba que yo era un problema."
Ella se encogió de hombros. "Tal vez lo era, tal vez no. Me gustaba teñirme el
pelo de diferentes colores, así que tuve algunos problemas en la escuela, y me
hice un tatuaje."
"Pero nunca he roto nada que perteneciera a alguien más", continuó, "No le
hace mal a nadie que no hubiera lanzado primero el golpe, y nunca he robado
nada."
La forma feroz en que ella lo dijo hizo que Bunny gruñera. "¿Eres marginada
por haber robado algo?"
"Sí".
Sus manos taparon su boca, con sus ojos marrones llenándose de lágrimas.
"Oh, Dios. ¿Cómo puedes creerme? Ni siquiera me conoces."
Ella asintió. "Estaba harto de mí. Así que reunió a la Manada y les preguntó si
alguien hablaría por mí." Tragó lo suficiente para que Bunny la viera, y no lo
miró a los ojos. "Ni siquiera mis padres lo hicieron."
"Así que te declaró una ladrona y te expulsó de la Manada." Bunny podía sentir
la rabia subiendo por su piel. "¿Qué edad tenías?"
"Quince".
"La mayor parte del tiempo corrí en forma de lobo, viví de la tierra, evité a todos
y a todo, por miedo a que pudieran decir dónde estaba. Acabé en el patio de la
señora Anderson hace unos seis meses, y he estado aquí desde entonces."
"¿Qué edad tienes ahora?" Bunny supo que estaba a punto de perderla. Con el
Alfa arrojando a una niña inocente al bosque, no habría ninguna Manada o
Familia que la protegiera.
"Tengo veintitrés."
Él sintió que sus ojos se volvían marrones. Bunny se puso de pie y se alejó,
sabiendo que estaba a pulgadas de distancia de cambiar. Ocho años. Ocho
años en que había estado sin protección, sola y con hambre y miedo. Podía
sentir a su oso moviéndose debajo de su piel y supo que si escuchaba su
historia durante un minuto más, le pediría el nombre de su Alfa. Si sabía el
nombre de su Alfa, habría alguien buscando una Manada nueva. Se subiría a
su moto y se dirigía a Georgia para mutilar al hijo de puta.
¿Cómo podía esperar que alguien entendiera lo que era ser injustamente un
Paria? Había tenido suerte de que los Pumas la hubieran recibido. Por lo
menos no había cometido el error de ir con el Alfa Poconos. Si su propio
compañero reaccionaba de esa forma, sólo podía imaginar lo que el Alfa de la
Manada habría dicho.
Ella miró a Bunny, con su imagen vacilante ante ella, y sólo entonces se dio
cuenta de que estaba llorando. "Lo siento". Y ella debía sentirlo. Era un paria.
Alguien que uno no quería cerca.
¿Le habría estado tomando el pelo? Bunny podría seguir su camino feliz ahora.
Los marginados no tenían lugar en su sociedad. Ella ni siquiera se había
tomado la molestia de tratar de regresar a una Manada. Por lo que sabía, en
realidad era todo lo que su viejo Alfa la había acusado de ser.
"¿Por qué no?" Su lobo rompió la atención de sus ojos color avellana
lentamente volviéndose de una oscuridad marrón. Un depredador se asomó a
través de ellos. Se veía letal, listo para atacar al mundo si ella se lo pedía. Era
extraño ver esa mirada en los ojos de un Oso. Había pensado que los osos se
parecían más a su amigo Julian, suave y dulces con un peculiar humor, pero
los ojos de Alex eran los de un cazador. Tal vez ¿Se volvían así de
depredadores en lo que a una compañera se refería? "Oh. Por eso." Sabía que
su boca estaba temblando. Infiernos, toda ella temblaba. Nadie se había
levantado por ella en años, además de Cyn, Gloria, Julian y Gabe.
Ella levantó la vista para encontrar al camarero en su mesa, con una mirada de
preocupación en su cara. "Todo está bien." Ella sacó un pañuelo de su bolso y
se secó los ojos.
"Sí. Si no fuera por Gabe y su abuela, todavía estaría viviendo allí." O muerta.
Pero no diría eso frente al cada vez más gruñón Bunny. Su pecho estaba
realmente gruñendo.
"¿Cerca de Marietta?"
Ella le lanzó una mirada. De ninguna manera le confirmaría que tenía razón.
Además, probablemente se lo había dicho cuando había mencionado que su
tío trabajaba para su padre.
Bunny suspiró. "¿Hay alguna forma de que te unas a una Manada local?"
Bunny le sonrió dulcemente cuando el camarero dejó los postres sobre la mesa
y se fue. "Ah. Por lo tanto, lo que haga la Manada Marietta te afecta, de todos
modos."
Tabby decidió probar algo un poco más suave por su parte. Se acercó y le dio
unas palmaditas en la mejilla a Bunny. "Abajo, Baloo." Bunny pareció asustado.
"Para un oso, eres muy gruñón." Tabby sacudió la cabeza antes de darle un
bocado a su pie. Mmm, chocolate. Al diablo con todo eso de que "el chocolate
no es bueno para los dientes". Después de lo que acababa de vivir, necesitaba
re-componerse.
"Nada. Conozco a un oso o dos, y pensé que la mayoría de ustedes eran muy
relajados."
Tabby trató de ocultar su sonrisa detrás de su taza de café, pero supo que
había fallado cuando Bunny sacudió la cabeza.
"¿Tabby?" El olor era más fuerte ahora, con la brisa llevándole el dolor de su
prima. Él le entregó su casco a Tabby, necesitando avanzar, proteger a su
pequeña prima con sus manos de acero.
"¡Señor!"
Oh, demonios. Ella parecía muerta. Había un extraño inclinado sobre ella,
obviamente no es un paramédico. El hombre tenía el pelo largo y oscuro atado
en una trenza, pero eso fue todo lo que Bunny pudo ver. "¿Chloe?" Si pudiera
tocarla, podría ayudarla a curarse.
Alguien estaba jalando del brazo del desconocido. "Señor, tiene que dar un
paso atrás y permitirnos hacer nuestro trabajo".
"Soy enfermero", gruñó el hombre, desde el fondo, bajo, primario. Lo que fue
directo al intestino de Bunny. El hombre era un oso como él.
"¿Cómo está?"
El dolor cansado en la voz del otro oso era un puñal en su estómago. "Vivir,
¿cómo?"
Un coche se paró en seco al lado de ellos. Un hombre rubio salió, con los ojos
preocupados. "Déjenme pasar."
Sorprendentemente, los hombres lo hicieron. Bunny, sin embargo, no se movió.
No hasta que olió, era un Puma.
"Soy el Dr. Jamie Howard. Vi las luces." Se arrodilló junto a Chloe, tomando la
bolsa que una mujer de pelo oscuro, también Puma y con un fuerte olor al Dr.
Howard, le entregó. "¿Qué pasó?"
Él se volvió para encontrar de pie a Tabby frente a él, temblando con su vestido
ligero. Él se quitó la chaqueta de cuero y la envolvió alrededor de sus hombros,
tirando de ella en su contra. Necesitaba consuelo, el olor del envenenamiento
de la sangre de Chloe giraba en el aire.
Era malo. Él sabía que era malo, igual que su nuevo regalo insignificante no
serviría de nada aquí.
Tabby apenas podía ver lo que Julian y el Dr. Howard estaban haciendo. Bunny
ocupaba mucho espacio de su campo de visión, pero podía oír lo que decían y
no era bueno. Julian parecía pensar que podría ayudar si tuviera tiempo a solas
con ella, pero el tiempo se agotaba rápidamente junto con la sangre de la otra
mujer. Bunny temblaba en sus brazos, con sus manos en puños en la parte
baja de su espalda. Sabía que él quería ayudar, pero no había manera de que
pudiera hacerlo. Incluso Tabby podía ver que Chloe estaba más allá de la
salvación.
Así que lo sostenía tan duro como podía, sintiendo el temblor fino del cuerpo de
su pareja, mientras que su amigo se arrodillaba al lado de una mujer
moribunda.
Bunny se puso rígido en sus brazos con las suaves palabras del Dr. Howard.
Ella casi se acercó para decirle al doctor Howard que podía confiar en Julian,
pero antes de que pudiera hacerlo el hombre suspiró. "Veré lo que puedo
hacer." El Dr. Howard caminó hacia los paramédicos que había amontonados a
un lado. "Se trata de su familiar. Quieren un momento a solas con ella."
"Señor, no lo logrará."
Comenzó a evaluar los daños. Podía sentir cada corte, cada golpe, todos y
cada uno de los huesos rotos que su prima había sufrido. No había forma, de
ninguna manera en que pudieran salvarla. Su cuerpo estaba más que herido
para sostener su vida. Era increíble que se hubiera quedado como lo había
hecho.
Mientras Bunny abría la boca para agradecerle al otro Oso, la cosa más
extraña pasó. Julian respiró hondo, centrándose, y su pelo se volvió blanco
puro.
Julian remendó los huesos rotos, reparando los vasos sanguíneos cortados,
sanando los daños de su cráneo. El líquido vertido en la cavidad craneal era la
causa de la presión que su frágil cerebro no sería capaz de tolerar. Julian se lo
drenó de manera eficiente y se movió a la herida siguiente. Bunny podía decir
que había algo mal allí, en los tejidos blandos de su cerebro, pero no poseía el
conocimiento para saber lo que era. Era arrastrado a la estela de Julian,
incapaz de hacer nada excepto mirar y admirar.
Bunny se quedó atónito ante la fuerza que el otro Oso poseía. Julian derramó
su energía en Chloe, revitalizado los órganos marcados y acelerando el ritmo
de su corazón una vez que todos los vasos sanguíneos habían sido
debidamente reparados. Dejó bastante daño en el exterior para que los
paramédicos no se pusieran demasiado suspicaces de lo que había ocurrido
ahí esa noche.
Él no tenía mucho tiempo, cuando terminó. Bunny podía sentir la fatiga que
tiraba del otro Oso, tratando de hacerlo descuidado en su curación, pero Julian
se abrió paso. Con su curación manteniéndose precisa, capturando hasta el
más mínimo detalle de los daños internos que Chloe había sufrido. Bunny
ofreció su fuerza, dejando que Julian tirara de él para completar lo que sabía
era imposible para Bunny. No sería suficiente para mantener al oso de pie más
de cinco minutos, diez máximo cuando terminaran, pero él sobreviviría, gracias
a la fortaleza que Bunny le había prestado. Bunny supo que el acto
desinteresado de Julian habría terminado con su vida. El hombre tenía que
haberlo sabido antes de empezar.
Bunny vio el fundido blanco del pelo de Julian hasta que no quedó una hebra
de perla. Julian estaba visiblemente temblando, con círculos oscuros bajo sus
ojos, pero cuando levantó su rostro, su expresión era serena. "He hecho todo lo
que he podido, y no fue suficiente".
Y luego se desplomó como una marioneta rota. Bunny apenas pudo evitar que
su cabeza golpeara en el asfalto de la calle.
"Rayos". El doctor rubio estuvo de repente ahí, con la preocupación en todas
las líneas de su cuerpo. "Tenía miedo de esto".
"Sí, señor." Los médicos no parecían muy convencidos, pero pusieron a Chloe
en la camilla de todos modos. Ella gimió cuando la movieron, asustando a los
paramédicos que rápidamente la cargaron en la ambulancia.
Se volvió y miró las piernas increíbles que pasaron las suyas hacia su Harley.
Ella se subió a horcajadas sobre la silla, se puso un casco y lo esperó.
"¡Hey!"
Gracias a Dios por los vestidos sin mangas. Abrió la chaqueta de cuero a un
lado y, sin pensarlo dos veces, mordió su hombro. Su marca se formó bajo su
lengua en su piel suave como la seda. La sintió estremecerse, con su cabeza
echada hacia atrás, con sus muslos sujetándose convulsivamente a la moto
mientras se venía. La enzima de apareamiento corrió a través de su sistema, el
primer indicio de su olor mezclándose con el suyo. Su Oso se apaciguó,
contento ya que ella había sido marcada.
Tabby se sentó en la silla del hospital y fulminó a Bunny. Alargó la mano hasta
tocarse el hombro. La marca que él había colocado quemaba su piel. Ella
mantuvo la chaqueta de cuero sobre ella para que nadie viera la mordida que él
había dejado y le preguntaran si había conseguido ser mordida por un maldito
Oso. La única razón por la que no estaba más enojada era a causa de Chloe.
Había visto cómo el accidente de su prima había afectado a Bunny.
"Dime la verdad, Bunny. ¿Qué tan grave es?" El hombre alto había llegado al
hospital en respuesta a una llamada telefónica de Bunny. Se había presentado
como el primo de Bunny, Ryan Williams, el hermano mayor de Chloe. Parecía
aún más salvaje y pálido que Bunny. No había dejado de caminar desde que
había llegado. Su color marrón rojizo de pelo estaba despeinado, sus ojos
azules bordeados de rojo.
El Dr. Howard se quedó allí y se pasó las manos por el pelo rubio. "Síganme".
Bunny tomó de la mano de Tabby y siguió al Dr. Howard. Los condujo a una
habitación privada y cerró la puerta. "Está bien. ¿De quién quieren oír
primero?"
No había sorpresa. Ella era la única del trío que conocía a Julian. Por la
enferma forma en que Ryan tragó, Bunny había tomado la decisión correcta.
"Ella tendrá algunas cicatrices por esto. Chloe tuvo una suerte increíble. Para
decirlo sin rodeos, si Julian no hubiera llegado cuando lo hizo, estaría muerta."
Ryan gimió.
Ella ya tenía el número de teléfono del restaurante, ya que ella y las chicas
ordenaban el almuerzo de allí con regularidad, y no sería difícil conseguir el
número de teléfono de la oficina del veterinario. Bunny y Ryan tenían que
concentrarse en Chloe.
"¿Está despierta?" Tabby miró al Dr. Howard a tiempo para captar su mueca de
dolor.
"No, y esa es una de las razones que nos preocupa. No pude hablar con el Sr.
Ducharme antes de que colapsara." El Dr. Howard se quedó en la puerta
cerrada un momento antes de volverse a Bunny. "Tu amigo es un oso
Kermode, ¿no?"
¿Un qué?
"¿Lo es?" Bunny frunció el ceño. "Eso explica muchas cosas. ¿Cómo lo
sabes?"
El Dr. Howard sonrió. "Salí con una brevemente antes de conocer a mi pareja.
Viví en Canadá durante unos dos años antes de volver a Halle. Ella me enseñó
mucho sobre los osos." Sacudió la cabeza. "Sólo un Oso Kermode podría
haber hecho lo que Julian hizo."
Ryan dio una respiración profunda, sonora y se calló. "Le debo una."
Jamie le lanzó una mirada. "Le debes más de lo que piensas. Los paramédicos
dicen que sus heridas eran numerosas y Julian lo ha confirmado. Francamente,
estoy sorprendido de que él sobreviviera a la curación".
"Mi novia me dijo que había límites en cuán lejos un oso podía llegar para curar
a alguien, incluso un Kermode. Así que a menos que Julian sea un Súper Oso,
algo tuvo que haberlo ayudado".
Bunny asintió, pero no dio más detalles. Tabby sabía que había ayudado a
Julian, y que se había agotado a causa de ella. "¿Él todavía está
inconsciente?" La mandíbula Bunny pareció apretarse. Podía ver algunas
serias facturas dentales en su futuro.
"No estamos seguros de cuándo se despertará, pero conociendo la capacidad
de curación de los de su tipo, no le debe tomar mucho más, a pesar de lo que
hizo para salvar a tu prima".
"No he hablado con el Sheriff Anderson todavía, así que no lo sé. Sé que ha
estado informado. Lo último que escuché de él fue que estaba en la escena,
tratando de averiguarlo".
Tabby frunció el ceño. "Eso no tiene ningún sentido. ¿Por qué no estuvo allí
con la ambulancia? O infiernos, ¿Ninguno de los policías de por aquí?" Todos
los hombres se voltearon a mirarla. "En serio. ¿Por qué la ambulancia estaba
allí sin la presencia de un policía? Alguien tenía que haberlo llamado, ¿verdad?
¿Fue Julian?"
El Dr. Howard parpadeó. "Yo... no lo sé. Te diré esto, déjame averiguar quién
llamó al 9-1-1 y la denunció. Tal vez el despachador no creyó que debía alertar
a la oficina del sheriff".
"Aquí está mi número de teléfono celular para que pueda ponerse en contacto
conmigo una vez que sepa algo". Ryan recitó su número, mientras el Dr.
Howard lo programaba en su teléfono.
El Dr. Howard asintió. "He dejado instrucciones de que a los tres se le permita
ver al señor Ducharme, así como a la Srta. Williams."
Su compañera era una persona increíble. Sólo esperaba que él fuera digno de
ella.
"¿Alex?"
Barbra Bunsun golpeó el brazo de su marido. "¡Will! Habla bajo." Rodó sus ojos
color avellana, pero abrazó a su único hijo, tirando de él hacia abajo para darle
un beso. "Los padres de Ryan nos llamaron. Cariño, deberías habernos
llamado."
Bunny se hundió en la comodidad que era su madre. Ella siempre olía a canela
y a hogar. "Hola, mamá. No estaba seguro de que todavía estuvierais
levantados. Pensaba en llamaros por la mañana."
"Tomamos el primer vuelo." Will abrazó a su hijo. "No hay forma en que te
dejemos pasar por esto solo, Alex."
"Gracias." Bunny parpadeó para contener las lágrimas. De todos sus primos,
estaba más cerca de Ryan y de Chloe, y el ver su cuerpo maltratado lo
golpeaba con fuerza. Dios, amaba a sus padres. William Bunsun podría dirigir
una empresa muy ocupada, pero siempre ponía primero a su familia. "¿Dónde
está Eric?" Estaba sorprendido de que su hermano no estuviera justo detrás de
sus padres.
"La tía Laura y el tío Steven están con Chloe y Ryan. El tío Ray y la tía Stacey
se quedaron con Eric para ayudar a manejar el negocio." Su madre jaló su
cara. "Ryan nos dijo que le debemos la vida de Chloe al Sr. Ducharme, y que lo
podíamos encontrar aquí con tu pareja." Ella miró al hombre en la cama, con la
mirada deteniéndose en su compañera dormida. "¿Con el pelo verde?"
Barbra Bunsun dio a su marido una mirada atónita. "Me sorprende que no fuera
una rubia japonesa con dos coletas en la cabeza y un amor loco por el arroz
frito".
Su madre acarició su mejilla. "Está bien, querido. Estoy segura de que encajará
con nosotros." Dios él lo esperaba. Y esperaba que el resto de la familia fuera
tan acogedora como sabía que sus padres serían. Porque hasta ahora Tabby
era cualquier cosa menos ordinaria.
Capítulo Tres
Tabby dio un sorbo del horroroso café del hospital y esperó a que Alex saliera
de la habitación de su prima. Julian había insistido en que la fuera a ver, pero
ella no se sentía cómoda allí con todos los demás. Los padres de Chloe
estaban inclinados sobre ella y, a pesar de lo mal que Tabby se sentía en ese
momento, se encontró celosa. Los padres de Tabby nunca se habían
preocupado mucho por ella. Si lo hubieran hecho, nunca la hubieran
abandonado en la calle cuando tenía quince años.
"Mm-ajá. Eso es todo lo que hemos podido hacer, sin embargo." Tabby se
quedó inmóvil, con su mirada alejándose. "¿Tú estás... bien con eso?" ¿No le
había dicho Alex que Tabby era una paria?
"¿Una larga historia corta? Estaba saliendo con el hijo del Alfa. Me metí a su
habitación para estar con él, y nos atraparon a escondidas. El Alfa supuso que
estaba allí para robarle y no escuchó lo que le dije. Su hijo ni siquiera trató de
explicarle las cosas a su padre." Sus labios se torcieron en una sonrisa. "El Alfa
nunca oyó nada que no quisiera de todos modos. Nadie se molestó en hablar
por mí y el Alfa me desterró. Vagué por cerca de ocho años como lobo y
finalmente aterricé en Halle. He estado aquí desde entonces".
Barb la estudió por un momento, con su cuerpo entero relajándose. "Entonces
vamos a tener que arreglar eso."
Ella tomó la mano de Barb y la apretó. "Lo siento mucho. ¿Hay algo que pueda
hacer para ayudar?"
Tabby asintió, con sus ojos yendo de Barb todo el camino de regreso a la
habitación de la puerta del hospital.
"¿Tabby?"
"Muchas gracias". Tabby rodó sus ojos, pero sólo la presencia de su amiga
burbujeante la calmó. Era difícil estar molesta cuando Gloria estaba cerca.
"¿Está Cyn sola?"
"Publicó que estaba cerrado por una emergencia familiar y movió las citas que
teníamos para la semana." Le dio a Tabby la bolsa. "Siento escuchar de la
prima de tu novio."
"Gracias." Tabby se dirigió hacia la habitación de Julian. Prefiriendo cambiarse
en su cuarto de baño que en el baño público. Y no había forma de que fuera a
la habitación de Chloe, no con todas esas personas ahí. Julian cuidaría la
puerta mientras ella se cambiaba. Era una de las pocas personas realmente
confiables para mantenerla segura.
"¿Por qué?"
Pensó en tratar de explicarle, pero decidió que quería una jarra bonita y grande
de margaritas a su lado cuando lo hiciera. Todavía no había descubierto la
forma en que había salvado a Chloe, o lo que había pasado con su pelo blanco
funky. "Te lo diré más adelante, pero está bien ahora. Está esperando sus
papeles de salida en su habitación, así que me cambiaré allí."
Gloria le sonrió a Ryan. "Gloria". Alzó la mano, con cada centímetro de ella
como una delicada princesa. "¡Ayúdame, por favor!"
Ryan dio un salto. "¡Oh! Correcto." Tomó la mano de Gloria y la puso con
facilidad de pie. "Soy Ryan, Ryan Williams."
Ryan sonrió. "Sí. Ella fue admitida ayer por la noche. ¿La conoces?"
"A ella le gustarán una vez que esté fuera de la UCI." La mano de Ryan tomó la
de Gloria y se la guardó en el hueco de su brazo. "¿Tal vez pueda ayudarte a
encontrar algunas?"
Tabby tosió. Por la mirada en el rostro de Ryan, las cosas estaban a punto de
ponerse interesantes para su amiga. "Necesito que me prestes a Gloria por un
rato." Ryan le frunció el ceño. "En serio. Es mi compañera de trabajo, mi
compañera de cuarto y una de mis mejores amigas."
"¿Sí?"
"Grr-grr".
Gloria inclinó la cabeza hacia Ryan, con la boca abierta. "¿Él -?"
"Sí".
"¡Oh!" Gloria liberó su mano. "¿No deberías estar, no sé, con tu pareja?" Dijo
entre dientes. Gloria tenía verdadero odio por los tramposos. Tabby todavía no
sabía por qué, a pesar de que podía adivinarlo. Los padres de Gloria se habían
divorciado, y ella sabía que Gloria no tenía nada que ver con su madre.
Ryan echó la cabeza hacia atrás y rió. "Todavía no, de todos modos." Miró a
Gloria, con expresión intensa. Era mucho más alto que su amiga pequeña. El
movimiento gritaba posesión.
Tabby levantó la bolsa. "Me trajo ropa. Nos dirigimos a la habitación de Julian
para que me pueda cambiar en paz".
Ryan la estudió, con sus dedos jugando distraídamente con un mechón de pelo
de Gloria. "Mantenla segura".
Ella tragó, con la advertencia de la tranquilidad en la voz del oso clara. Si Ryan
había decidido no dejar a Gloria fuera de su presencia, no había mucho que
Tabby pudiera hacer para detenerlo.
Un oso solitario podría azotar el trasero de una loba solitaria. "Sip. Así lo haré."
Ryan llevó la mano de Gloria a sus labios. "Te veré más tarde." Inclinó la
barbilla hasta Gloria y le sonrió, con una expresión llena de asombro y un toque
de satisfacción. "Gloria".
Gloria parecía aturdida. Ella tropezó, jalada por Tabby, con expresión de
fascinación horrorizada. Nunca había tratado con hombres agresivos, y un
hombre en la búsqueda de su compañera era tan agresivo cómo podía. "Por
favor, dime que discutiremos al tipo de peluche".
*****
Infiernos, no.
"¿Dónde está Tabby?" Bunny sonrió, con sus colmillos asomando. Mía.
Julian puso los ojos en blanco y soltó un bufido. "Se está vistiendo." Señaló
hacia el cuarto de baño. "Ni siquiera esperó a cerrar la puerta para empezar a
desnudarse."
Las manos de Bunny se apretaron. Le debía tanto al hombre, pero aun así...
Era su compañera la que estaba desnuda en la habitación de otro hombre.
"¿Tabby?"
Julian se tapó la boca, sin duda ocultando su risa por la forma en que sus
hombros temblaban. "Tu pareja piensa que me colaré ahí y violaré tu culo
blanco como un lirio."
Lo último que quería hacer era extraer al hombre que no sólo era uno de los
más cercanos amigos de su compañera, sino que había sido el salvador de su
prima. Además, Bunny odiaba pelear, pero lo haría por Tabby. Era bueno saber
que no tendría necesidad de hacerlo en lo que a Julian se refería.
Los vaqueros parecían pintados. "Por supuesto. Legolas no puede hacer lo que
tú haces con la lengua y con un tallo de cereza."
Julian hizo una mueca. "No podía dejarla así." Se encogió de hombros. "Su
dolor tiraba de mí desde tres cuadras de distancia."
Julian frunció el ceño y se sentó con la espalda recta. "No. Ellos llegaron justo
cuando yo lo hacía."
"Buena chica. Debería haber pensado en eso." Bunny frunció el ceño cuando
Julian se apoyó en la cabecera de la cama. "¿Haber pensado en qué?"
Julian cruzó las manos detrás de la cabeza y cruzó los tobillos. "Es amiga del
sheriff. Conseguirá una respuesta de él más rápido que nadie excepto de su
compañera, especialmente en cuanto a Chloe se trataba." Julian le dirigió una
mirada especulativa. "Ella puede haber perdido a su familia en Georgia, pero
se encontró con una nueva aquí. ¿Entiendes?"
Bunny estudió a Julian y asintió lentamente. Sí, entendía. "Gracias otra vez."
"¿Incluyendo al Alfa?"
"No estoy seguro, pero creo que sí. Por lo que he visto, Max es bastante
seguro y confía en su jerarquía."
"Y si Gabe dice que ella es de la familia, ¿Qué diablos? ¿Aceptarán eso?"
Julian pareció misterioso. Un rayo pálido blanco pasó por su pelo, yéndose casi
tan rápido como había aparecido. "Creo que cuando todo esté dicho y hecho,
Tabby encontrará que tiene mucho más de una familia de lo que jamás soñó."
Julian soltó un bufido. "Por supuesto. ¿La puedes tener por mí?"
Bunny puso los ojos en blanco. "Recuérdame que te presente a Ryan. Vosotros
dos se llevarán muy bien." Sostuvo al oso. "Aquí. De Tabby y mío."
Julian tomó el oso blanco y resopló. "Lindo. ¿Pero por qué con el traje de
Supermán?"
"Chloe". Tragó. "No fue impactada por un auto. Han confirmado que las marcas
en su cuerpo son compatibles con una paliza." dio un paso adelante y apretó
los brazos alrededor de Bunny, por la que su cabeza quedó contra su pecho
con un suspiro. "Alguien trató de matar a tu prima."
*****
Bunny parpadeó a la luz del atardecer que se filtraba por la ventana del
hospital. Se había asegurado de que Julián llegara a casa seguro, siguiendo al
taxi hasta la pequeña casa a las afueras de la ciudad. Había dejado a Tabby en
el trabajo inmediatamente después y se había dirigido de vuelta al hospital.
Había estado sentado allí desde entonces.
"Vete a casa".
Bunny miró los ojos were de su padre y asintió. Él y su padre eran en gran
parte iguales. Él protegería a Chloe contra cualquier cosa y todo lo que llegara
a ella. La única diferencia era que William no tenía los problemas de ira con los
que Bunny se enfrentaba a diario. La rabia en él estaba mucho más enfocada y
dirigida.
"Claro que sí." Sonaba tan dulce y recatada, hasta que gritó con todos sus
pulmones, "¡TA-BBY! TELÉFONO" Él se alejó el teléfono de su oído con una
mueca de dolor. Maldita sea, la chica tenía un juego sano de pulmones.
Hubo una pausa. "No puedo. Estoy esperando a un cliente en diez minutos."
Odiaba pedírselo, pero maldita sea estaba empezando a ver doble de tan
agotado. No había dormido en la maldita habitación del hotel, caminando y
preocupándose por Tabby y Chloe. Su madre le había dado una mirada y
agitado la cabeza, exasperada. "¿Puede una de las otras chicas cubrirte?"
"Bien." Hizo una pausa. Una campana sonó en el fondo. Se parecía mucho a la
que estaba conectada en la puerta del Arte Viviente. "Me tengo que ir."
Bunny frunció el ceño. Su voz había sonado apretada. "¿Estás bien?" "Sí, yo
—" Algo se estrelló. "Rayos. Lo estaré. Me tengo que ir." Colgó, dejándolo allí
de pie, con una neblina roja de ira en aumento dentro de él.
"¿Problemas?" Lo siguió.
"Sí. Papá, tienes que quedarte aquí o conseguir que Ryan se quede aquí. Es
necesario que me dirija a la tienda de tatuajes y compruebe a Tabby".
Él levantó las manos en el aire. "Llamaré a Ryan, haré que te encuentre allí."
"¿Qué carajos?"
Se volvió para mirar al cliente que había entrado a la tienda justo antes de que
la cosa entrara por la ventana. ¿Qué diablos había sido eso de todos modos?
Parecía algún tipo de tubo de metal. ¿Una tubería, tal vez? "¿Ryan?"
"Aquí". Gloria salió de detrás de la cortina, seguida de cerca por Cyn. Él fue
directo al lado de Gloria, con su mirada vagando sobre ella, con sus manos
crispadas en sus costados. "¿Qué pasó?"
"¡Oh no! ¿Te encuentras bien?" Cyn de repente allí, comprobando a Tabby y
buscando daños.
Tabby miró el tubo, sólo entonces se dio cuenta al principio de que olor salía de
él. "Oh, infiernos. Agarra tus cosas. A todo el mundo."
Bunny rugió deteniéndose fuera del Arte Viviente. Dio la vuelta a la moto y
corrió hacia el pelotón de gente. "¿Qué pasó?"
El oficial que hablaba con Cyn y Gloria señalaba a la tienda. "Alguien lanzó un
tubo a través de la ventana con una especie de bomba de olor en ella. Ah, y
esa señora fue atacada por allí. El Sheriff se está ocupando de ella."
"¿Tabby?"
Ella apartó la mano de la parte trasera de su cabeza con una mueca de dolor.
"Ay. Me golpearon". Ese acento de Georgia arrastrado por el dolor.
Tabby negó, haciendo una pequeña mueca. "Nop. Fue más o menos un bam,
entonces las luces se apagaron." Bunny le acarició la frente, quitando los
últimos vestigios del dolor de cabeza que su agresor le había causado.
"Y nadie más resultó herido." Anderson estaba mirando hacia ella, con su
expresión completamente cerrada. Pero había un destello dorado en los ojos
del hombre que Bunny reconoció.
Bunny sabía lo que Anderson estaba pensando. Cerró los ojos, no queriendo
que nadie viera el furor posesivo hirviendo en sus profundidades. Alguien había
atacado deliberadamente a su compañera. "Tabby viene a casa conmigo."
Él sabía que ella protestaría, pero antes de que pudiera, la voz de Cyn cortó a
través de la multitud. "Por supuesto que no. Necesita radiografías y esas cosas,
sin ningún argumento, ¿Lo entiendes?" Tabby se mordió el labio. Cyn se quedó
con las manos en sus caderas, con sus ojos de fuego. "¿Algunos hijos de puta
piensan que cerrarán mi tienda, sin que luche? No lo creo." Cyn señaló a
Tabby. "Tú. Ve al hospital." Señaló a Gabe. “Tú. Averigua quién lo hizo y mete
sus traseros a la cárcel, donde espero sinceramente que reciban lo mismo
varias veces." La gente alrededor de Cyn se rió entre dientes, pero Bunny notó
que Cyn no estaba bromeando. "Gloria y yo limpiaremos".
"Yo te ayudaré". Cyn miró a Ryan de arriba a abajo. "Bien. Nos vendrán bien un
poco de músculos por aquí."
Ella usó su hombro para hacer palanca y se levantó. "Sí, señor." Se inclinó
dramáticamente a Cyn, tambaleándose un poco. Bunny se acercó y la
estabilizó con una mano en su muslo.
Ella todavía se veía un poco pálida. Se puso de pie y tiró de ella suavemente a
sus brazos, pasando sus manos sobre ella, curando sus raspaduras, haciendo
todo lo posible por calmarla. Ella se recargó en su contra, pero continuó
haciendo pucheros. "¿Estás dispuesta a montar?"
Podría no ser una mala idea. Bunny estaba empezando a temblar, una
reacción a su agotamiento y adrenalina. "Buena idea. ¿Al Hospital?"
Ella lo miró. Él había sanado casi la totalidad de sus lesiones. Sabía que no
eran necesarios los rayos X, y al parecer así lo entendió.
"Lo tengo." Ella hizo girar las llaves en su dedo y se giró a la moto.
"¿Listo?"
Él entrecerró los ojos. Parecía increíble que estuviera a horcajadas sobre su
moto. El tanque negro de la parte superior le hacía brillar la piel, haciendo
hincapié en su pelo verde. Esos malditos pantalones pintados estaban tirantes
en sus muslos. Sus botas de tacón alto negro descansaban cómodamente
contra el asfalto, dándole a Bunny la imagen sucia que había tenido sobre
mujeres y motocicletas.
Rayos. Podía verla sentada así con nada más que botas y una sonrisa. Se la
imaginaba, con su cuerpo encorvado sobre la manija, con sus pechos
balanceándose libres, con esa sonrisa insolente de su cara y su trasero al aire,
lista para que la tomara. Gruñó. "No tienes ni idea."
"Al hospital". Miró a Cyn. "Lo digo en serio. Ella tiene un bulto en la cabeza.
¿Segura que debes conducir?"
Bunny reprimió el impulso de poner los ojos en blanco. No había forma en que
Cyn pudiera saber que ya había curado las lesiones de Tabby, y no había
manera de que pudiera explicárselo en medio de la multitud. "Ella está bien."
Cyn lo fulminó con la mirada. "Bulto. Cabeza. Demonios, incluso la cabeza dura
de Tabby no es a prueba de golpes."
"No". Cyn agarró el casco de Tabby y le tendió la mano. "Al hospital. Rosada".
Tabby puso los ojos en blanco y extendió su pequeño dedo meñique. "Juro que
mi cabeza será revisada." Por supuesto, ambos sabían que Bunny ya había
cuidado de ella, por lo que su juramento no era necesario. Y lo expresó de tal
manera que podía decir honestamente que no había mentido.
Cyn la agarró con su propio dedo meñique. "Bien." Dio un paso atrás,
evidentemente satisfecha. "Cuida de ella por mí."
"Lo haré". Envolvió sus brazos alrededor de Tabby. Eso incluso podría ser
mejor que cuando él conducía. Empujó sus caderas hacia delante, sujetando
su pene contra el delicioso trasero de Tabby. "Créeme, lo haré", murmuró a sus
oídos.
Ella se estremeció y encendió la moto. Salió a la calle, con cuidado hasta que
estuvieron fuera de la vista de la tienda. "Sabes que no es necesario un
hospital."
Él lo sabía. Nunca habría dejado que manejara si creyera por un minuto que
había sido dañada de ninguna forma. La curación era completa. "Lo sé." Frotó
su mano brevemente sobre su pecho. "Pero sé lo que necesitas." Y, Dios mío,
lo que él necesitaba más que nada.
Él la rodeó para tomar las llaves y apagar la moto. "Lo sé." La ayudó a
levantarse, alejando sus cascos. "¿De acuerdo?"
Parecía decepcionado.... Él sabía que tenía que mantenerse unido hasta que
estuvieran en su habitación. Una vez que la tuviera en su guarida temporal,
todas las apuestas serían pagadas.
"Mía".
Se inclinó y chupó el pezón con su boca. Lo jaló sin hacer ninguna pausa,
lamiendo el anillo de oro, y deleitándose con sus gritos suaves. Su cuerpo
comenzó a ondularse contra él, con sus caderas empujando contra su
erección.
Él alejó su boca sólo para chupar el otro pecho con su boca. Su cabeza se
estrelló de nuevo en la puerta. "Rayos, Alex."
Él gruñó. Ella lo había llamado Alex. Nadie lo llamaba Alex, excepto el jefe
inmediato de su familia.
La posesividad rugió a través de él. Ella era familia. Era suya.
Miró hacia arriba para encontrar su mirada fija en él a través de sus ojos de
lobo. Sus colmillos estaban al descubierto. "Bájame".
Dejó que sus colmillos rasparan su pecho. El gemido que soltó fue música
para sus oídos. "¿Por qué?"
"¿Qué?"
Él dio media vuelta y la tiró sobre la cama, ignorando su grito sobresaltado. "A
la mía".
Las botas tenían que salir antes de que pudiera quitarse los pantalones
vaqueros de sus piernas. Tiró a su lado, y rápidamente se quitó los pantalones
vaqueros. Él miró las botas en el suelo. No estaba seguro de que le permitiría
usar esas para volver a trabajar. Le gritaban fóllame.
Después la ropa interior. Ella estaba allí, mirándolo quitarle la ropa del delicado
encaje que rasgó con sus manos. Estaba usando demasiada fuerza, dejando
moretones detrás, pero parecía que no podía detenerse. Necesitaba sentir su
proximidad a su alrededor.
Una vez que estuvo desnudo, se puso de pie. "Juega contigo misma."
Sus ojos se abrieron por un momento antes de dejar caer los párpados, sus
manos llegaron hasta sus pezones. Sus muslos se abrieron, lo que le permitió
ver los labios jugosos de su vagina.
Tabby vio a Alex arrastrarse hasta la cama. No había manera en el infierno que
le pareciera un conejito a ella, no con esa mirada en los ojos. La expresión de
su rostro era uno de mala intención, con la mirada pegada a su vagina. Se
lamió los labios y Tabby se estremeció de anticipación.
Si era posible, sus ojos se volvieron aún más oscuros. Se puso de rodillas y
movió su cadera. "Cambia de lugar conmigo."
Él la agarró de las caderas y tiró de ella hacia él, chupando su clítoris directo
con su boca. Ella abrió la boca, empujando las caderas hacia él. Oh, sí. El
hombre sabía lo que estaba haciendo.
Oh, rayos. Él había movido su lengua a su agujero, follándolo sin piedad. Con
su pulgar bailando en su clítoris mientras bebía sus jugos. Ella se resistió de
nuevo a él, tirando de su boca. Demonios. No sabía cuánto tiempo más iba a
poder esperar el orgasmo.
Alargó la mano y dobló las rodillas por él, jalando de sus caderas para llevarlo a
follar su boca. Le tomó unos minutos hacerse una idea, pero una vez que lo
hizo, él la tomó en serio, con su lengua coincidiendo con el movimiento de su
pene en su boca.
Luego hizo algo, torció la lengua o su dedo pulgar de alguna forma que ella se
vino, gritando a su alrededor, desesperada lamiendo su pene para arrastrarlo
con ella. Su boca se apartó de ella en un suspiro. "Eres tan buena." Sus manos
llegaron a su cabello, empujando la cabeza hacia abajo sobre él. "Fóllame,
sácamelo nena." Él casi la estranguló, pero a ella no le importó. Ella deseaba
que él se viniera. Sabía lo que sucedería cuando lo marcara y quería que él
estuviera preparado y listo.
Luego empujó su pene pasó a un lado y lo marcó justo donde sus bolas se
unían a su muslo.
"¡Oh, mierda!" Ella estaba chupando la marca que le había dejado, con su muy
bonito trasero balanceándose frente a su cara como si estuviera moviendo la
maldita cola. Su pene estuvo duro como una piedra en un instante. Él esperó
hasta que sus colmillos se desprendieron de su carne antes de agarrarla por
las caderas y la levantó de la cama. Ella chilló por la sorpresa. "Fóllame.
Ahora".
El deseo que había sentido antes no era nada comparado con el de ahora. Si
ella no se venía en su pene, se volvería loco. Por lo menos pensaba así hasta
que empezó a moverse, deslizándose hasta abajo de su longitud con
movimientos lánguidos diseñados para volverlo loco.
Cuando ella rodó las caderas, sintió la mirada cruzada de la exquisita tortura.
Mierda, era increíble. "Juega con tus pechos."
Ella gimió, echando la cabeza atrás sobre su hombro. Sus manos se elevaron y
comenzaron a tirar de sus pezones. Podía sentir las ondas moviéndose a
través de su vagina con cada estocada de sus ansiosos dedos. "¿Quieres más,
nena?"
"Uh-ajá".
Ella le lanzó una mirada seductora por encima del hombro. "¿Y tú?"
Ella movió las manos a sus caderas. Él iba a darle a su mujer un poco de
ayuda.
Una de sus manos bajó a su vagina. Él miró por encima del hombro para ver,
deseando ver el ritmo de sus dedos moviéndose dentro y fuera. Quería
memorizarlo si tuviera que hacerlo.
Ella rodó una vez más sus caderas, montando su pene mientras se acariciaba.
"Es tan bueno." Gimió ella, presionando su propia mano. Sólo la visión de ella
montándolo y tocándose, follándose a sí misma lo enviaba por encima del
borde.
Ni siquiera podía llegar a su clítoris. Una de sus grandes patas tenía sus brazos
como rehenes. La otra sostenía su cabeza hacia abajo, manteniendo sus
dientes lejos de él. Hombre inteligente. Si alguien más se hubiera atrevido a
tratarla así, ella le habría mordido el rostro.
Ella trató de mover la cabeza para decir que no, que no sobreviviría a otro
igual, pero él se movía de nuevo y ella no podía detenerlo. El primer orgasmo
corrió directo en el segundo, con su cuerpo palpitante, con su aliento perdido
con ella. Su cuerpo obedeció su orden, haciendo caso omiso de la
imposibilidad del mismo. Era dueño de su cuerpo y alma, y le hizo saber eso
sin lugar a dudas.
Ella se apretó a su alrededor, decidida a llevarlo con ella en ese momento. Ella
gruñó hacia él, gritando cuando su mano se apretó, recordándole que ella le
pertenecía. Dios, era increíble, y nada de lo que pensaba que estar con un oso
sería. Había esperado algo como esto con un lobo y sentía había una pequeña
punzada de que nunca había conocido el tipo de unión con la que siempre
había soñado.
Estaba sucediendo otra vez, con su cuerpo entero metido en el orgasmo. Esta
vez tuvo aliento para gritar su nombre. "¡Alex!" Él hundió sus colmillos en su
hombro, intensificando el orgasmo hasta que ella casi se desmaya, con
manchas bailando frente a sus ojos y su cuerpo estremeciéndose.
Alex gritó, el sonido más salvaje que cualquier otro que jamás hubiera oído. Su
pene se movió dentro de ella una vez, dos, y el calor líquido se vertió en ella.
Se había venido, finalmente con sus colmillos todavía enterrados en su cuello,
con su cuerpo tembloroso por la intensidad de su propio placer.
Alex se rió entre dientes. Ella casi gruñó por la satisfacción presumida en el
rostro del hombre, pero en serio, se había ganado esa mirada. La jaló y empujó
hasta que ella estuvo prácticamente encima de él, con los pies apoyados en la
almohada. Ninguno de los dos parecía tener la fortaleza para seguir su camino
de vuelta a la cama. Se quedó allí durante unos minutos, poniendo dulces
besos allí donde podían llegar sin tener que moverse.
Silencio.
"¿Hola?"
"¿Quién es?"
¿El novio de Tabby? Miró a la mujer durmiendo en su cama. "Supongo que sí."
"Maldita sea. Amigo, lo siento, pero necesito que me hagas un favor. ¿Le dirías
que Gary la llamó? Oí que se lesionó ayer y quiero asegurarme que todo está
bien."
La preocupación en la voz de Gary ralló sus nervios. "A pesar de todo, ella es...
es todo para mí, ¿sabes?"
Algo de eso ya no se sintió bien. Todos sus instintos le estaban gritando que
Gary era un saco de mentira de mierda, pero ¿cuánto de eso se debe a su
compañero y afectaría su vínculo con Tabby? "Sí. Conozco la sensación."
Respiró hondo y trató de calmar la ira dentro de él. "Me aseguraré que sepa
que le llamaste".
Su voz era ronca por el sueño y por su afecto. Aplastó el teléfono en la mano.
Maldita sea. En esos momentos, deseó ser un maldito coyote. Podía oler una
mentira a cincuenta pasos. "¿Estás segura?"
"Gary."
"Te llamó porque escuchó que te habías hecho daño, pero tan pronto como oyó
mi voz me preguntó si lo habías engañado otra vez. Me dijo que era tu novio."
La furia posesiva se levantó en él. Luchó por bajarla, a sabiendas que había
fallado cuando su expresión se volvió cautelosa. "Así que si es un dolor en tu
trasero eso lo convierte en un dolor en mi trasero." Un dolor que estaría más
que feliz de borrar si llegaba el momento.
Ella sacudió la cabeza, con el pánico llegando a su cara. "No. Alex, no. Tienes
más que suficiente por lo que preocuparte. Dejemos que Gabe lo maneje. ¿Por
favor?" Tabby se frotaba el brazo, con expresión de súplica. No entendía el
indicio de preocupación en sus ojos, pero estaba molesta, obviamente. Él cerró
los ojos y dejó ir su ira. Lo último que quería hacer era entrar en una pelea en
su nueva ciudad. No podía arriesgarse a perder este lugar cuando significaba
mucho para Tabby.
"¿Está segura?"
"Sí".
Ella parpadeó, viéndose sorprendida. "No lo sé. ¿Tal vez? Quien fuera que fue
se quedó a favor del viento, y nadie vio nada".
Él asintió. Definitivamente tendría que darle al sheriff una visita. "Si fue él, será
mejor que ore porque el alguacil llegue primero a él. ¿Entiendes?" Ella asintió,
con los hombros relajándose con lo que parecía sospechosamente alivio. Le
tomó la mejilla, con su pecho haciendo un ruido feliz cuando ella acarició su
mano. "Tengo que hacer mi yoga antes de irme, y estoy pensando que los dos
podríamos utilizar la ducha. ¿Qué te gustaría comer?"
Ella inclinó la cabeza. "¿Yoga?" Movió sus labios. Parecía divertida e intrigada.
Esta no sería la primera vez que alguien se burlaba de él por el yoga que hacía
todos los días. "No lo hagas. Por favor. Ayuda más de lo que sabes. Si no fuera
por la paz de las meditaciones que hago cada día, probablemente hubiera
matado a alguien a estas alturas.”
"¿Te duele? He visto algunas de las posiciones de las personas y parece que
están considerablemente incómodos".
Él sonrió, aliviado. Ella no se burlaría de él. "Ni una sola vez, una vez que te
acostumbras, no. Es un bonito tramo, lento, que me ayuda a centrarme."
Ella asintió. "Yoga, ¿eh? Eso explica realmente tu épico trasero." Inclinó la
cabeza y trató de echar un vistazo.
"¿Puedo verte?"
Se habría sentido más cómodo antes del comentario sobre su trasero. "Por
supuesto. Sólo hazme un favor y guarda silencio, sobre todo después de poner
mi música, ¿de acuerdo?"
Ella lo miró intrigada. "Por supuesto. Pero después quiero tocino."
Hablaría con Anderson una vez que llegaran al hospital. Ella no le quería dar
más detalles de Gary, pero apostaba a que el Puma estaría más que feliz de
llenarlo con ellos. "¿Sin salchichas?" Él apuntó a su ingle y agitó las cejas.
"Está bien." Se puso de pie y tiró de ella fuera de la cama. "Yoga, ducha,
después comida".
"Después trabajo."
Ella tropezó. Un dedo trazó las estrellas Ursa Major de su espalda baja. "¿De
qué tipo?"
"Maldita sea. Sólo... maldita sea. Me gustarán las mañanas contigo. Yoga
desnudo no sonaba tan raro ahora."
Él abrió un ojo. "Serás un dolor muy fuerte en el trasero con esto, ¿No?"
Él sacudió la cabeza y se levantó. "Está bien. Tienes hambre y mal olor. Ducha
primero, ¿Recuerdas?"
"¿Fresas reales? Nada. ¿Esa basura que ponen con el almíbar de los
panqueques? Blech." Ella se estremeció con delicadeza y le entregó su cepillo
de dientes. "Aquí. Puedes unirte a mí en la ducha cuando hayas terminado."
Él sonrió y se cepilló los dientes. Se metió en la ducha unos minutos más tarde
y dando gracias a Dios porque había decidido quedarse en un hotel bonito. No
tenía una ducha diminuta. Tenía una bañera de tamaño completo.
Y eso significaba que podía pasar un buen rato con su compañera mojada,
desnuda. Tabby chilló cuando un gran número de patas aterrizaron en su
trasero. "Compórtate, Alex."
Sus labios temblaron. "Vaya, gracias, señora." Él miró de reojo hacia ella, con
el jabón en la palma de la mano pasando a través de su pezón. "Mi objetivo es
complacerte."
Ella inclinó la cabeza y decidió seguir jugando. Juntó sus bolas, rodando su
mano antes de dejarlas ir. "Y éstas no son orejas de conejo. No vibran ni nada."
Después, golpeó la cabeza de su pene con sus uñas. "Aunque, ahora que lo
pienso, no pareces del tipo del que mueve su pequeña nariz."
No tenía miedo de él. ¿Cómo podría? Estaba sonriendo hacia ella, con sus ojos
color avellana brillando de risa y algo más, algo que era demasiado pronto para
ponerle nombre. A lo sumo, ella estaba dispuesta a llamarlo amor. Era bueno
para empezar, algo que podría aprovechar.
Un comienzo aún mejor fue cuando él empezó a besarla, con el sabor a menta
de su pasta de dientes mezclándose con su propio aroma embriagador. La
palma de su mano se deslizó por su cuerpo. Sus dedos hicieron una pausa en
su anillo de pezón, se lo retorció hasta que ella se ahogó en su boca.
Tabby apretó las piernas e inclinó la cadera, una invitación que él aceptó. Su
mano vagó al sur de nuevo, doblándose en su vagina hasta que sus dedos
estuvieron acariciando su clítoris en círculos fácilmente. Él deslizó su pene
entre los pliegues húmedos de su vagina, jugando hasta que ella estuvo
malditamente dispuesta a suplicar. "¿Alex?"
Ella tragó. Sus ojos eran de color marrón, sus colmillos habían descendido. La
marca en su cuello latía a tiempo con su clítoris. "Te deseo, Alex."
Sus labios se fruncieron y él tomó el beso que su boca le había prometido. Con
el ritmo del agua caliente a sus espaldas. Sus nalgas estaban dobladas debajo
de sus talones mientras empujaba una y otra vez en ella, con la caída dulce
llevándola cada vez más cerca al orgasmo. Su mano izquierda dejó su vagina
para enroscarse alrededor de su cadera, con la fuerza de su control casi
haciéndole moretones. "Tabby" sopló en ella. Sus ojos se cerraron y ella supo
que él estaba cerca.
Ella quería, necesitaba venirse con él. Su mano se inclinó y se quitó de donde
la había dejado, acariciándose a sí misma. Estaba tan condenadamente cerca.
"Alex. Me pica. Por favor".
Los dos estaban temblando al final. Aunque menos intenso que ayer por la
noche, sin embargo, había sido tan profundo. Ella nunca había tenido un
orgasmo durante tanto tiempo antes, inundándola de dulce placer en marcha y
de esa forma.
*****
Bunny entró en el hospital, dividido entre dejar a Tabby con las otras chicas en
el Arte Viviente. Había insistido en ello, diciéndole que tenía que trabajar y que
tenía que comprobar a Chloe. Ella estaba en lo cierto, maldita sea. Casi llamó a
su padre para pedirle que protegiera a su compañera, pero con Chloe
inconsciente y su atacante suelto, no había forma de dividir la atención entre su
familia de esa manera. Frunció el ceño. Tal vez podría conseguir que Julian o
alguno de los Pumas mantuviera los ojos discretamente en lugar de él. Pero
primero necesitaba saber cómo estaba su pequeña prima antes de ir a ver al
sheriff Anderson.
Entró en la habitación de Chloe para encontrar que Ryan, su padre, la tía Laura
y el tío Steve ya estaban allí. "¿Cómo está?"
La tía Laura parecía no haber dormido en las últimas semanas, con los ojos
enrojecidos y cansados. "No hay cambios. No se despierta, maldita sea, y
estoy al final de mi paciencia".
El Tío Steve puso su mano sobre el hombro de su compañera, con su propia
expresión llena de miedo y dolor. "Ella podría despertar en cualquier momento,
cariño."
"El Dr. Howard sugirió que encontráramos algo para estimularla. ¿Puedes
pensar en cualquier cosa que pudiera desencadenar una respuesta?"
Él suspiró. "No, yo..." Parpadeó. "Espera." El sheriff había dicho algo la primera
que se habían conocido, cuando Bunny se había sorprendido aún más por
haber encontrado a su pareja.
Su pareja.
El alboroto que siguió fue fuerte. "¿Qué?" La voz de tío Steve estaba llena de
esperanza.
"Ella sabe quién es, pero por su olor yo diría que no la ha reclamado todavía. Y
no, no es Anderson. El hombre ya tiene una compañera." Bunny sacó su
celular. Justo después del ataque a Chloe, había programado el número del Dr.
Howard en él. Sabía que el Dr. Howard tenía el número de teléfono de
Anderson, y Bunny lo necesitaba. "Permítanme hacer algunas llamadas, a ver
qué puedo encontrar. Tal vez, si conseguimos que su pareja esté aquí, sea
justo lo que necesita."
Y tal vez él podría conseguir algunas respuestas a sus propias preguntas,
mientras tuvieran al sheriff ahí.
"¿Qué?"
"¿Por quién?"
Ryan puso los ojos en blanco. "Tienes que superar eso algún día."
"Necesitas recordar que tenías dieciséis años cuando sucedió. Dejarlo ir, Alex."
El suave sonido de la voz de su padre no hizo nada para ayudarlo. "Lo hago.
Me aseguro que nunca suceda de nuevo." Haber estado cerca de matar a
alguien, ya que había perdido su temperamento, era una forma segura de
aprender cómo controlarse a sí mismo. Había hecho todo lo posible para
asegurarse que nunca le haría daño a otro ser viviente.
Sin embargo, había momentos en que anhelaba pelear con sus primos, sin el
temor de haberlos herido. Era grande y fuerte en su forma humana, más
grande que todos sus parientes, a excepción de su padre. Lo era aún más en
su forma de Oso. Y aún su padre no tenía la profundidad de la rabia que Bunny
había aprendido a conquistar. Su padre era uno de los más ecuánimes
hombres que conocía.
Bunny marcó el teléfono. Si se salía con la suya, nunca tendría que pelear de
nuevo. No podría vivir con las consecuencias si lo hacía.
*****
Tabby quitó las manos de Cyn de su cabeza. "Estoy bien, ¿de acuerdo?"
"¿Aparte del que me estás dando? No." Ella se quitó los guantes de goma y
sonrió débilmente a su nervioso cliente. Si Cyn no se detenía, Tabby perdería a
su cliente.
Cyn la fulminó con la mirada. "Está bien. Lo dejaré ir por ahora." Le sonrió al
nervioso joven universitario. "Así que, ¿qué te haremos el día hoy?"
Tabby frunció el ceño al lobo. Le resultaba familiar. "¿De dónde sacaste esto?"
"Gary me lo dio."
Tabby puso la foto en el mostrador y se echó hacia atrás con un suspiro. "¿Por
qué te dijo Gary que te pusieras un tatuaje de lobo?"
"De Ph-Philadelphia."
"¿Qué pasa con Gary? Me dijo que no podría unirme a su fraternidad sin él."
Ella casi gruñó. Hijo de puta. "¿Te dio el dinero para el tatuaje?" Ya le había
explicado que ella cobraba por hora, y cuánto. El complejo tatuaje que tendría
que hacer de la fotografía acabaría costándole casi 300 dólares.
"No."
"Sí".
Ella suspiró y decidió explicarle a ese pobre chico antes que se convirtiera en
un aperitivo de Lobo.
"Sí, bueno, ha sido menos amable conmigo." Ella tocó de nuevo la foto,
preguntándose cómo entrar en este pobre hombre. "Gary me ha amenazado
más de una vez. Le ha hecho cosas a la tienda. Hemos tenido que llamar a la
policía por él algunas veces." Frunció el ceño. "¿Gary te dijo que vinieras aquí
por el tatuaje?"
Tim negó. "No, me dijo que fuera al lugar de la Quinta Avenida." Tabby
intercambió un vistazo con Cyn. Ese lugar era un buceo. "Pero pregunté en los
alrededores. Mucha gente me dijo que ustedes eran las mejores, y que sus
precios eran justos."
Eso explicaba mucho. De ninguna manera dejaría que ese chico saliera de allí
con la cara de Gary como un elemento permanente en su cuerpo. "Si levanto el
teléfono y llamo al Sheriff Anderson, ¿Lo escucharás en lo referente a Gary?"
Ella lo vio caminar con confianza un poco más a la parte delantera de la tienda.
"Buen trabajo".
"Gracias".
"¿Qué te hizo preguntarle?"
Ella tomó la imagen del lobo y se la mostró a Cyn. Pudo oír el murmullo de
voces y supo que Gloria estaba hablando con Tim. Calmaría sus miedos mejor
que nadie. "Ese es Gary como lobo."
Cyn silbó. "Maldita sea. ¿El pequeño bastardo está construyendo un club o
algo así?"
"Lo he decidido." Se volvió y vio a Tim allí de pie, con una sonrisa en su rostro.
Gloria estaba de pie junto a él. Ella le hizo un guiño a Tabby. "Quiero este".
Levantó un pedazo de dibujo.
Gary se volvería loco cuando lo viera. Ella sólo esperaba que Tim se
protegiera. Hizo una nota mental para que Gabe supiera todo acerca de Tim. Si
alguien podía proteger al chico, ese sería un cazador como Gabe. Gary no
sabía qué tren estaba a punto de golpear su pomposo trasero, pero
definitivamente se mearía en los rieles.
*****
Bunny se levantó mientras el sheriff entraba en la habitación de Chloe. Los ojos
del hombre fueron inmediatamente a Chloe. Ni siquiera trató de ocultar su
mueca de dolor. "¿Todavía no hay cambios?"
Anderson levantó la cabeza y miró a la tía Laura. Asintió. "Sí. Sé quién es."
"¿Y?"
Todos asintieron. La madre de Bunny había sido humana, y las historias acerca
de cómo su padre había acorralado y reclamado a su compañera aún tenían el
poder de hacer que los hombres se rieran. El hecho de que Barbra Bunsun
tuviera toda la intención de ser capturada se sumaba a la alegría de la historia.
Sin embargo, todo el mundo sabía que debían tener cuidado al reclamar a un
compañero humano. No era que todo el mundo respondiera bien a los
encuentros peludos. En el pasado, había habido quienes habían atacado a sus
compañeros were, pensando que el diablo los había poseído.
Ellos también habían pensado que el sheriff y Chloe estaba saliendo. La forma
en que Chloe hablaba sobre él, el brazalete que le había regalado en Navidad
con los pequeños gatos y zorros, decía todo de ser su novia en cuanto a los
Bunsun-Williams concernía.
Infiernos, por lo que él sabía Ryan todavía lo pensaba, a pesar que Chloe le
había dicho que tenía un compañero en algún lugar.
Anderson asintió. "Creo que lo hará. Sarah dice que ama a Chloe, sólo
necesita hacerle frente a sus problemas. No me sorprendería si estuviera aquí
antes de mañana."
"¿Alguna idea quién le pudo haber hecho esto a mi hija?" La voz del tío Steve
fue baja y amenazadora. Su mano se acercó y acarició el cabello de Chloe.
"Tengo algunas teorías, pero hasta que no esté seguro, no diré nada. No me
pregunten, no se lo diré."
"Tuve un amigo así una vez, James. Es un cazador." Había pasado mucho
tiempo desde que había visto a James. Era un Oso senador, así como cazador.
Era un encanto de pícaro con un centro de acero. El aura de poder se
desvaneció, dejando a Bunny sintiéndose un poco fuera de balance.
"¿James Barnwell?"
Bunny inhaló. Había oído a más de una persona utilizar ese tono de voz
cuando describían a James. Infiernos, había oído llamarlo cosas mucho peores
que eso.
"Él es también la razón por la que estamos en este asunto de Chloe y Jim, en
una especie de manera redonda. Él me convenció para no reclamar a Sarah
antes de irme, Sarah y yo casi explotamos y cada uno se volteó hacia otras
personas para superarlo. Chloe y yo nos hicimos amigos y hablamos mucho.
Le pedí que mantuviera un ojo en Sarah. Sarah comenzó a salir mucho con Jim
Woods, compañero de destino de Chloe, y Chloe se puso celosa. No creo que
ella ni siquiera se diera cuenta de lo que estaba haciendo, pero Chloe era la
que había pensado que éramos novios." Sacudió la cabeza. "Si no hubiera
vuelto cuando lo hice, tanto Chloe como yo podríamos haber perdido a
nuestros compañeros."
Bunny hizo una mueca de simpatía. No podía imaginar pasar la eternidad sin
Tabby ahora que la había encontrado. Sin embargo, perderla antes de llegar a
reclamarla habría sido una tortura.
Pobre chica. Esperaba llegar a ver la caída del cazador. El sheriff lo estaba
viendo, con una mirada de interrogación en la cara. "Cuando la encuentre,
llámame. Yo llevaré las palomitas de maíz."
"Espero que este Jim llegue pronto", dijo el tío Steve, con las manos en puños
a los costados.
"Sólo espero que ella le responda". Ryan acechó desde afuera de la habitación,
con su tensión obvia. Ver a su hermana pequeña acostada e inmóvil en la
cama del hospital golpeaba al otro hombre duro.
Cuando los ojos azul oscuro de Anderson se volvieron dorados, Bunny supo la
respuesta.
*****
"¿Y?"
Tabby hizo una mueca. Cyn estaba detrás de ella, aguardando en el extremo
del mostrador, atrapándola detrás de un vidrio y de las obras de arte. Gloria se
inclinaba sobre el mostrador, con la cara llena de travesura. La tienda estaba
vacía, y el momento que había estado temiendo todo el día por fin ha llegado.
Sus traseros entrometidos-de-amigas la habían acorralado. "¿Y qué?"
Cyn se rió, mientras Gloria fingía un orgasmo. Lo que no vieron fue que Ryan
estaba justo en la puerta, con los ojos entrecerrados mientras miraba a Gloria.
Cuando Gloria echó atrás la cabeza y se estremeció, apretó los puños,
volviendo sus ojos profundos, de color marrón oscuro.
Si Gloria no se detenía, Ryan haría algo en serio, drástico. Ella sólo esperaba
que drástico no implicara las garras de Ryan y la cara de Alex.
Gloria se rió y agitó sus manos como una bailarina de hula-hula. "¿Y bien?
¿Cómo fue el movimiento de su mar?"
"Demonios." Cyn apoyó una cadera contra la mesa. "Quiero saber acerca del
tamaño de su barco." Sostenía sus manos a por lo menos siete centímetros de
distancia y agitó sus cejas.
"...Es romper la caja..." Gloria sonreía con esa sonrisa inocente de duende que
engañaba sólo a los más jóvenes, los muy viejos, o los tontos terminales.
"...Y ocultar todos sus zapatos." El triunfo en la voz de Cyn exigía represalias.
Era demasiado malo que Cyn no pareciera tener una debilidad.
Tabby miró a sus llamadas amigas. "Las odio brujas." Ellas también. Sólo
esperaba que sus pobres zapatos estuvieran allí si llegaba a casa antes que
ellas y lograba ocultarlos todos.
"Casi perdiste su propia vida en el proceso." Por el rabillo del ojo, vio a Cyn
empezar. "Eso no es algo que probablemente se olvide."
"No podía dejarla morir." Por un segundo, el blanco pasó por el pelo de Julian,
apareciendo y yéndose tan rápido que si ella no lo hubiera visto antes hubiera
creído que era un truco de la luz. "Su viaje no ha terminado todavía."
Por la forma en que los ojos de Ryan se abrieron, había visto el destello en el
pelo de Julian también.
Si el Oso sabía lo que mostraba, ella no lo sabía. Todo lo que sabía era que
necesitaba acorralar a su amiga, atarla, y conseguir algunas malditas
respuestas. "¿Te sientes mejor, Julian?"
"Considerando todas las cosas, no creo que un hospital sea un lugar brillante y
feliz para que tú estés, Jules."
Gloria avanzó lejos de Ryan, que había estado tratando de poner su brazo
alrededor de su cintura. "¿Por qué no? Pasó la noche muy bien."
Ella compartió una mirada con Julian, levantando las cejas. ¿Quería mostrarles
a las otras dos mujeres de lo que era capaz?
Él suspiró, con los hombros un poco caídos. "No, no lo es. Es jodidamente
horrible, pero haré lo que tengo que hacer". Sus nudillos golpearon el cristal.
"Me dirigiré para allá ahora. Tal vez pueda despertarla, tal vez no, pero tengo
que intentarlo".
Cyn lo fulminó con la mirada, con sus ojos entrecerrados peligrosamente. "Uno
de estos días me dirás qué diablos pasa contigo, ¿verdad?"
Tabby podía decir que era una afirmación, no una pregunta. Cyn estaba en pie
de guerra y al parecer sentía que uno de los suyos estaba en peligro. Tabby
ocultó su sonrisa. Julian no sabía lo que lo habría golpeado cuando Cyn
decidiera dejarlo reclamarla.
Cyn apenas puso los ojos en blanco y se dirigió al cuarto de atrás. La expresión
de Julian era completamente cerrada, pero la expresión en su mandíbula
estaba de vuelta. Nunca había visto a alguien despreocupado en ese aspecto.
Tenía la vista fija en la cortina como si quisiera pasar a través y poner cerco a
la mujer oculta detrás de ella.
"Regresaré contigo." Ryan tiró de uno de los rizos de la Gloria. "Pórtate bien".
Tiró un poco más antes de dejar el pelo Gloria. "Y deja de pensar en las cosas
de mi primo. No me gustaría tener que arrancárselo."
Tabby gruñó.
Ryan puso los ojos en blanco. "Está bien. Sólo pelearé con él."
"¿Hmm?"
Gloria no trató de fingir que no sabía de lo que Tabby estaba hablando. "Él es
simplemente demasiado, ¿sabes? Grande, dominante, y no conoce el término
espacio personal."
"Tal vez demasiado." Gloria sopló el flequillo de sus ojos. "¿Qué haría yo con
él, de todos modos? ¿Darle de comer, darle agua, construirle una casa en el
árbol? ¿Pueden subir los osos a los árboles? ¿Debo comprar una casa y poner
un estanque de peces grandes? Podría poner una chimenea y dejarlo bailar
delante de ella."
Tabby olió. "No has consumido drogas o alcohol. Eso significa que estás loca.
Ay". Se frotó la parte superior de la cabeza. Gloria podría ser un poco menos
entusiasta. "Gloria y Ryan sentados en un árbol, besándose", cantó.
Tabby suspiró y tomó un pedazo de papel. Las molestaría a los dos así fuera lo
último que hiciera.
Capítulo Cinco
"¿Cuál rayos es su problema?" Bunny se frotó la parte posterior de la cabeza.
Ryan caminó lejos de él, un gruñido en su garganta. Si no lo supiera, pensaría
que Ryan le estaba advirtiendo que se alejara de su hermana. Se estaba
empezando a enojar. Tendría que hacer una hora de meditación o en el viento
hasta romper accidentalmente a Ryan a la mitad, la próxima vez que tratara de
golpear a Bunny.
"No tengo idea." Julian se quitó su largo cabello de vuelta de su rostro. "Lo
siento, no hay nada más que pueda hacer. Ella se despertará, eso te lo puedo
garantizar. Cómo estará cuando lo haga, no tengo idea."
La mano del tío Steve aterrizó en el hombro de Julian. "Has hecho más de lo
que nadie tenía derecho a pedirte. Gracias."
"No hay de qué." Estaba cansado y se estiró. Había ojeras bajo los ojos de
Julian, un testimonio de lo mucho que la curación sacaba de un Oso Espíritu.
“Voy a salir. Estar aquí es difícil para mí."
"Entendido." Bunny se volvió al tío Steve y a la tía Laura. "Yo también me voy.
Recogeré a Tabby en el trabajo." Se inclinó para darle un beso a la tía Laura.
"Llámenme si me necesitan."
"Lo haremos." El tío Steve lo tomó en sus brazos y le dio un abrazo. "Llama a
tus padres, diles que te dirigirás de regreso al hotel."
Julian se rió entre dientes. "Buena suerte con eso. Ella tiene una idea clara de
en donde quiere vivir. Espero que tengas un montón de dinero".
"¿Después que rompí el teléfono? Escuché lo que Tabby tenía que decirme."
Julian se echó a reír. "Eso es lo que quiso decir cuando nos pidió que te
dijéramos que le debías uno nuevo. Ella amaba ese teléfono."
"Voy a comprarle uno con un número diferente." Uno que Gary no tuviera. Uno
que no estuviera listado.
"Saluda a las chicas por mí." Julian subió a su camión, moviéndose como si
hubiera sido mordido.
"No hay nada que un poco de sueño no cure." Julian cerró la puerta del coche y
se despidió antes de retirarse del estacionamiento.
Bunny despegó hacia la noche, ansioso por estar con su pareja. La lluvia
llegaría pronto, el olor húmedo era pesado en el aire. Él sopló y sonrió. Le
encantaba la forma en que el aire olía en el otoño, justo antes que lloviera.
El sonido de su voz fue suficiente para calmarlo. Tendrían una bonita, larga
conversación sobre Gary esa noche, después que le diera de comer y la follara
sin sentido. Ella no podría ocultar nada de él al momento en que terminara con
ella.
"¿Es un motociclista?"
"¿Casi has terminado, Tabby?" Cyn cruzó los brazos sobre el pecho.
"Así es. Sólo tengo que terminar la inicial del apellido." Encendió la pistola,
esperando que su cliente regresara hacia abajo. "Aquí vamos".
La vio sacar de la larga línea de una H en el centro de la cruz. Parecía como si
fuera un tatuaje de homenaje, las iniciales MH estaban escritas con tinta en el
centro de la cruz. "Muy bien, hecho".
"Creo que sí, aunque sea un trasero inteligente." Cyn le sacó la lengua a
Tabby. "Tan pronto como encuentres las escaleras, ese anuncio será quitado".
Oh, sí, y esas botas de mierda. Parecía una heroína de pasear-trasero de uno
de sus cómics favoritos.
Si él no la sacaba de allí, lo arrestarían por exposición indecente. Quiso quitar
el cordón de su cuerpo, tirar de sus pantalones vaqueros y follarla contra la
pared, mientras no llevaba nada, excepto las botas, su anillo de pezón y una
sonrisa. El pene de Bunny se contrajo con el pensamiento. Si pudiera aguantar
hasta que llegara de vuelta a la habitación del hotel, vería su fantasía hecha
realidad.
"Hola, Gloria." Se preguntó por qué tenía una sonrisa mitad culpable mitad
divertida en su cara. "Hey, ¿qué pasó aquí hoy? Julian me dijo que él y Ryan
habían estado aquí esta mañana y por alguna razón cuando Ryan regresó, me
golpeó."
Tabby se ahogó.
Tabby se rió.
"Gloria decidió, eh... Y Ryan entró mientras estaba... je." ¿Tabby se estaba
ruborizando?
Ella suspiró. "Bien". Echó la cabeza hacia atrás. "Oh, Bunny", gimió. Tabby
saltó hacia el mostrador, pero Gloria la evadió con facilidad. "Bunny, Bunny",
gritó, cada vez más sin aliento, hasta que dijo "¡Bunny!"
"Así es. Déjame tomar mi bolso y salimos de aquí." Miró a Gloria. "Compórtate,
tú problemática".
Tabby apretó los labios y prácticamente salió corriendo por la puerta principal.
En ese momento, incluso las puntas de sus orejas estaban rojas.
"Tabby", arrastró las palabras con una voz oscura. "¿A dónde vas marginada?"
Dio un paso atrás antes que pudiera detenerse. "Gary". Dejó que sus ojos se
movieran al lobo, buscando por la calle oscura a Gary y a sus secuaces.
"No, no hay problema," se hizo eco Gary. Él sonrió lentamente. "Tu voz me
suena familiar."
La voz de Alex sonó suave y amenazante. Mierda. Sonaba como aquella noche
en el restaurante de Noah. Los músculos de su brazo estaban muy unidos por
la tensión.
"La pareja de Tabby." Podía sentir sus garras contra su cintura, pero no se
atrevió a mirar hacia abajo. Había visto las uñas de Julian volverse negras, con
las puntas afiladas llegando a ser mortales. No necesitaba verlas para saber
que las de Alex eran de la misma forma.
Los ojos de Gary brillaron a la luz de la farola. "No eres lobo, así que
permíteme explicarte algunas cosas."
Gary se echó a reír. "Espera. ¿Te has acoplado con un oso?" Sus secuaces
rieron junto con él. "¿Un maldito Oso? Me estás tomando el pelo, ¿verdad?"
Tabby apretó los labios cerrados. En lo que fuera el infierno en que Alex
estaba, no había manera que pudiera detenerlo ahora.
"Escucha, Oso. Tabby es una paria. Lo que la hace presa fácil de cualquier
lobo que quiera un pedazo, ¿entiendes?"
Por alguna extraña razón, Alex se relajó detrás de ella. "¿Es así? Bueno,
déjame decirte algo, Lobo. Tabby ya no es un problema para los lobos. Ahora
es mía".
Gary volvió a reír. Se limpió una lágrima imaginaria. "Oh, eso es bueno. Un
Oso". Sacudió su mano a Tabby y a Alex. "Corramos. Me encargaré de los dos
más tarde."
Gary les dio la espalda e hizo un gesto a su Manada. Les sonrieron a Tabby y a
Bunny antes de girarse y seguir a Gary por la calle, la pequeña manada todavía
estaba riendo.
"¿Qué… Rayos?" Tabby se volvió en los brazos de Alex, haciendo caso omiso
de las uñas rascando a lo largo de su carne. Los rasguños se curarían con
suficiente rapidez. "¿Qué diablos fue todo eso?" ¿Y por qué Gary no había
atacado?
Alex se encogió de hombros, pero sus ojos entrecerrados estaban pegados a la
forma de Gary retirándose. "No tengo idea." Sus manos distraídamente
acariciaron su piel, curando a los arañazos que le había hecho.
"Claro, no hay problema." Alex se dirigió al interior. Ella todavía estaba un poco
aturdida por la facilidad con la que Gary se había retractado. Por otra parte un
Puma, un Lobo y un Oso podrían fácilmente derrotar a su pequeña manada. ¿Y
cuando uno de esos were no sólo era el segundo Marshall, sino un cazador?
"Por eso estoy aquí." Se quitó su sombrero y pasó las manos por el negro
cabello. "Las huellas que levantamos no están en nuestros archivos, ni en la de
nosotros ni en la base nacional de datos."
"Maldita sea". Cyn se derrumbó en una de las sillas que cubrían las paredes.
"Eso significa que nunca conseguiremos atraparlo."
"No, a menos que sea arrestado, no." Gabe miró alrededor. "¿Hay alguien más
en la tienda con ustedes?"
"Nop. La Sra. H se fue de regreso. Dijo que había dejado su Harley allá."
"Bien". Gabe miró a las dos humanas, pensativo. "Saben que la única razón por
la que les estoy diciendo esto se debe a que conocen y aceptan a Tabby." Cyn
frunció el ceño, Gloria se quedó perpleja. "Estoy comprobando las huellas a
través de otros canales... también, sólo para asegurarme que no estamos
tratando con un problema were."
"Un Puma".
"Eso sería una muy mala idea, Anderson." Señaló Alex con la barbilla. "Por lo
menos para Gloria."
Ella puso las manos en sus caderas. "¿Y por qué?"
"¿A quién le importa lo que piense Ryan? Me gustan los gatitos. ¿Qué pasa si
quiero ser uno más?"
"Ryan Williams, ¿el hermano de Chloe?" Gabe estudió a Gloria. "De acuerdo.
Hablaré con él." Se volvió a Cyn haciendo caso omiso del aliento de
indignación de Gloria. "¿Qué hay sobre ti?"
Tabby dudaba de que fuera la única que había escuchado la pregunta tácita de
Gabe. ¿También tú tienes pareja?
Cyn sonrió con expresión malvada. "Creo que me gustaría ser un gato de buen
aspecto".
No. Mala idea. Muy mala. "Eh, ¿Gabe?" Tabby sonrió débilmente. "No es una
buena idea."
Ella asintió.
Él cruzó los brazos sobre el pecho. "¿Por qué rayos no han sido reclamadas?"
Que era mucho mejor que el helado control que Cyn estaba mostrando.
"¿Julian piensa que sólo me puede reclamar si me gusta o no?"
"¡No! ¿Por qué crees que está esperado, Cyn? ¡Sabe que no estás lista
todavía!"
"Eh... Sí. Tal vez no." Gabe resopló, con las manos arriba.
"Si Julian piensa que debe esperar para reclamarme hasta que decida que
estoy lista, me volveré una puta vieja y gris. Ponme en igualdad con él. Déjame
decidir".
"Hay más de un tipo de were, Cyn." Tabby tomó su mano y se la apretó. "Si
realmente quieres hacer esto, podría hacerte una Lobo. Infiernos, me
encantaría hacerte una Lobo." Ella tendría la manada que siempre ha querido,
una que la amara.
"O podría hacerte Osa." Alex se encogió de hombros cuando se dio la vuelta y
Tabby le gruñó. "Es una opción, pero creo que lo que necesita saber
exactamente es quién o qué es Julian antes de tomar esa decisión. Ser la
compañera de un Kermode se considera un honor en mi pueblo."
Alex suspiró. "Los Kermode son también conocidos como Osos. Viven
exclusivamente en Canadá, en algún lugar cerca de Columbia Británica. Tienen
poderes más allá de los normales que tiene un oso, pero hay muy pocos, es
raro encontrar a uno. Es inaudito encontrarlos fuera de Canadá.
"No sé mucho acerca de ellos además de que son tan solitarios que mi abuelo
pensaba que eran un mito hasta que Jamie Howard regresó de Canadá. Él nos
dijo algunas historias acerca de los que había conocido." Gabe suspiró. "Si tu
pareja es un Kermode, es lo más parecido que tienen los were a un sacerdote
místico."
"No del todo. Caray, te lo iba a tratar de explicar, pero no lo entiendo. ¿Bunny?"
Alex sacudió la cabeza. "Lo siento, sé un poco más, pero no mucho. Los
Kermode son..." Tenía una mirada lejana en sus ojos. "Son preciados.
Respetados. Tienen otros poderes que los Osos sólo pueden soñar. Se dice
que un Oso mismo camina con ellos y guía sus sueños”.
"¿Entonces por qué está aquí?" Todos se volvieron hacia Gloria, que se
encogió de hombros. "¿En serio? ¿Por qué es que está aquí si nunca salen de
Canadá?"
"Tal vez sería algo bueno." Cyn comenzó a pasearse por la habitación.
Las tres mujeres se le quedaron mirando hasta que sus mejillas empezaron a
ponerse rojas.
"Así que ahora es una cuestión de decidir lo que nos gustaría ser." Cyn enfocó
sus ojos en Gloria. El daño en ellas sería de enormes proporciones.
"Oh, Señor." Tabby puso su cabeza en sus manos. Iba a ser una larga noche.
Alex tomó las llaves del Jeep Tabby de sus manos. "Tus amigas están locas."
"¿Conociendo a las dos?" Ella se deslizó sin protestar y esperó hasta que él
estuvo acomodado tras el volante antes de continuar. "Gloria saltará sobre el
primer were que vea y le rogará que la muerda. Cyn pensará en ello y,
finalmente, se irá con su primer instinto. Espero que llame a Gabe antes del
final de la semana."
"No estoy seguro que sea justo para ninguno, Ryan o Julian." Puso en marcha
el jeep y arrancó, dejando detrás su Harley. Había empezado a llover mientras
habían estado en la tienda y no tenía ganas de mojarse de camino de regreso
al hotel. "Ellos deberían ser los que cambien a sus compañeras."
"Anderson llegó al Arte Viviente y llenó a las chicas con algunas cosas que está
comprobando. Se ofreció a convertir tanto a Cyn como a Gloria, para que
puedan protegerse si el atacante de Tabby resulta ser un were."
"¿Hola?"
Julian no sonaba mucho mejor de lo que había sonado hacía una hora. "Julian,
suenas como mierda."
Podía oír el crujido de tela, posiblemente sábanas. "Sí, me siento como una
mierda. ¿Qué pasa?"
Eso consiguió una reacción. "Mierda." El hombre parecía más despierto. "¿Qué
le dijo Tabby?"
Bunny frunció el ceño. ¿No era la reacción de Cyn más importante? "Le dijo
que era una mala idea, pero ella le dio a Cyn la impresión de que la razón por
la que no la habías convertido era porque estabas esperando algo. Cyn no lo
manejó demasiado bien."
"Maldita puta madre, hijo de puta." Julian suspiró. "Veremos de qué manera la
mujer está pensando en saltar y si la puedo detener".
Bunny hizo una mueca y alejó el teléfono de su oído. Maldita sea Julian podía
gritar. Miró la ventana del lado del conductor para ver si su cerebro se
encontraba de hecho deslizándose por el vidrio. "Amigo, no me gusta decirlo,
pero el tiempo puede estar acabándose."
"Mierda. ¡Mierda!" Podía escuchar más tela rozando. "¿Quién demonios le dijo
a Tabby para que pudiera decir algo?"
"Eso no sucederá. Dile a Tabby que si puede hablar con Cyn sobre ello, tiene
que conseguir que la tía Laura la convierta en una Zorra. Esa es la única otra
opción."
"Muy bien. ¿Querré saber, o debo volar a ciegas?
¿Eh?
Bunny se enderezó. Algo en la voz del otro hombre llamaba a todo lo que era
Oso en él.
"Julian…"
"Te lo prohíbo."
"Lo haré." Esperaba que la convicción que sentía fuera evidente en su voz. Si
no lo era, tendría que tranquilizar al hombre la próxima vez que lo viera.
"Gracias." Apenas escuchó las palabras susurradas antes que Julian cortara la
conexión.
"Lo diré de nuevo", murmuró Bunny. Se retiró del tráfico. "Tienes algunos
amigos de trasero raro."
"Ni idea." Y algo me dice que Julian no está mucho mejor. Si el Kermode no
sabía las respuestas, ¿Quién carajos lo haría?
"¿Estás pensando vivir aquí?" Ella hizo una mueca. No tenía la intención de
preguntárselo todavía. Apenas se habían apareado recientemente, todavía
estaban aprendiendo uno del otro. No tenía idea de si había querido decir o no
lo que había dicho en Noah esa noche, sobre la posibilidad de poner en
marcha un pequeño negocio aquí en Halle.
Él frunció el ceño. "Tú estás aquí." Salieron del jeep y se dirigieron a la puerta
de entrada del hotel. "Por cierto, ¿Has visto alguna casa que desearas?"
Bueno. Esa era una mentira total. Había una adorable pequeña casa de ladrillo
rojo, no muy lejos de Simon y Becky Holt, de la que se había enamorado
totalmente, y estaba a la venta. La casa de estilo campirana era ambas, su
fantasía y digna, con puertas del frente y ventanas negras, pero con un jardín
de piedra de cuento de hadas. Estaba segura que el jardín se llenaba de flores
cuando llegaba la primavera, escondiéndose detrás de las flores de hadas de
colores.
Él asintió. "Tendremos que hacer una cita, ver lo que podemos encontrar." La
guió dentro, con su mano a la deriva por su trasero. "Mientras tanto, ¿Te he
mencionado que me encantan esas malditas botas?"
Tabby le sonrió. "¿En serio?" Puso un poco más de movimiento en sus
caderas, con su bajo gruñido como música para sus oídos. Después de la
noche que habían tenido, ambos se merecían algo especial. Después de sólo
dos veces con Alex, ya sabía que harían de esta noche algo memorable.
Entraron en su habitación de hotel. Ella entró, con una sonrisa malvada
cruzando su cara al ver la cama.
"Desnúdate".
Se veía peligroso.
Ella tenía dos opciones. Desafiarlo y ver qué pasaba. O desnudarse y ver lo
que él tenía en mente.
Su voz fue una escofina profunda y ronca. Ella fue a sus botas. No había
manera en que consiguiera quitarse los vaqueros por encima de ellas. Se
desabrochó el complemento de sus pantalones vaqueros, tiró de la cremallera
hacia abajo y enganchó los pulgares en su cinturón. Se los empujó hacia
debajo de las piernas, dejándole ver la tanga que había usado sólo para él.
"Detente".
Ella se inclinó hasta el final, con sus pantalones casi hasta los tobillos, pero se
detuvo.
Ella sonrió. Ah, sí. Por el roce de su voz ronca, le gustaban mucho las botas.
Ella tiró de sus pantalones vaqueros el resto del camino y se puso de nuevo las
botas antes de enderezarse. Se quedó allí, de espaldas a él, sin nada más que
su tanga y sus botas. El saber que él estaba disfrutando de su vista envió un
hormigueo a su espalda. Nunca se había sentido más sexy en su maldita vida.
Oyó un ruido detrás de ella y arriesgó una mirada. Se había quitado sus
pantalones, se había sacado el pene, y poco a poco se estaba acariciando con
su mirada pegada a su trasero. Ella levantó la frente. "¿Ves algo que desees?"
Ella se dio la vuelta y frotó los labios con la punta de su dedo. No estaba
segura de querer que viera el estremecimiento que pasaba a través de él, pero
maldita fuera si ese conocimiento no la hacía sentir aún más audaz. Por la
forma en que él estaba viendo sus dedos, tenía una idea bastante clara de a
donde sus pensamientos se habían alejado. "Si consigues mi boca, ¿Yo qué
obtengo?"
El brincó hacia ella, con su mano todavía envuelta alrededor de su pene. "Buen
punto. ¿Qué tal un intercambio, incluso?"
Dios, sólo el pensamiento de su boca en su vagina casi la hizo caer de rodillas.
"Yo prefiero un sesenta y nueve a un sesenta y ocho."
Al diablo con eso. Si él reaccionaba de esa forma con una sorbida y lamida,
quería ver exactamente lo que haría mientras su pene estaba enterrado hasta
las bolas en su boca. Ella poco a poco lo chupó con sus labios deslizándose
poco a poco hasta la raíz.
Él se irguió, con las manos presionando la parte trasera de su cabeza,
sosteniéndola en su lugar. "Oh, rayos. Eso es todo, chúpame, nena." Se inclinó
sobre su cuerpo, con una de sus manos moviéndose a su trasero. La golpeó, lo
suficiente como para hacerla gruñir.
Él gemía debajo de ella, con su pene volteándose dentro de ella. Sus manos se
movieron de su cabeza a su cintura, tirando de ella. "¿Me dejarás darte una
probada, nena?"
"Mm-ajá." Ella asintió, pero se negó a liberar su pene. Pensaría en una forma
de mantenerlo justo donde lo quería, mientras ella le daba lo que él había
pedido.
Él gimió, acariciando su pelo por última vez antes de recostarse. Ella maniobró
hasta que estuvo a caballo entre su rostro, ansioso por sentir su caliente lengua
sobre su clítoris.
Él le levantó las caderas hasta que estuvieron justo donde quería. Sus manos
acariciaron los globos de su trasero. "Tan preciosos."
Fue entonces cuando ella lo sintió. La cosa más maravillosa que jamás había
sentido en toda su vida.
Alex levantó su vagina a su cara y chupó su clítoris con esa increíble boca.
Ella empujó sus caderas, montándolo sin vergüenza. Su follada era increíble.
Él salió de debajo de ella. "Abajo". Levantó la botella y la sacudió hacia ella con
una oscura sonrisa.
Ella se bajó, con unas piernas de goma que no podían soportarla de todos
modos. Su mano acariciaba una de sus nalgas, amasando la carne suave.
"Disfrutaré de esto."
Oyó el snick de una tapa, sintió el frío gel deslizándose entre las nalgas de su
trasero. Lo comenzó a calentar casi de inmediato. "¿Alex?"
Ella sintió que mejor lo advertía. Si su pene se sentía tan bien como sus dedos,
sabía que lo disfrutaría, pero aún ella sabía que esto no era algo que se hacía
sin una preparación. "Nunca he hecho esto."
Saltó cuando sintió sus dedos introducirse entre sus nalgas, frotando el
lubricante contra su apretado pliegue. "Se sentirá tan bien, nena."
Ella sintió cuando él insertó sus dedos y se preguntó si alguien podría morir de
placer.
Bunny vio a Tabby retorciéndose debajo de él. Nunca había tenido una amante
que tomara los juegos anales de la forma en que Tabby lo había hecho. Ella
estaba prácticamente follando las sábanas, con sus dedos succionados
apretados en su cuerpo. ¿Y nunca había hecho eso antes?
Santa. Mierda.
De ninguna manera lastimaría a su virgen compañera. Infiernos, si hubiera
sabido que nunca había hecho eso antes, habría utilizado más del lubricante
con aroma a canela. No era que ella se hubiera quejado, se había venido tan
dulce como había querido. Su loba parecía disfrutar de un pequeño pinchazo
de dolor con placer.
A pesar de eso, él no quería darle verdadero dolor. Ella podría estar rogando
por él, pero Bunny sabía lo mucho que podía tomar ahora mismo. Metió la
mano debajo de ella y comenzó a tocar su clítoris con su mano libre, con sus
suspiros como música para sus oídos. Insertó dos dedos en su trasero,
cortándoselo, extendiéndola para su pene. No entraría en ella hasta que se lo
pidiera, con su agujero ancho y acogedor, listo para él.
Él dejó correr sus dos dedos, tomándose su tiempo, viendo la forma en que ella
gemía y se retorcía con sus pantalones vaqueros acariciando sus muslos. Mi
nena tiene un fetiche, ¿eh? Tendría que tomarla más a menudo al mismo
tiempo con la ropa puesta, si reaccionaba de esa forma.
"C-cerca".
Ella gruñó con un sonido inhumano. Un ojo marrón oscuro lo miró a través de
una caída de pelo verde húmedo. Podía ver sus colmillos abajo.
Él la folló con sus dedos, suave al principio. Quería que ella utilizara la recta
final, que se quemara con tres de sus dedos. Él era más amplio que eso, sobre
todo en la cabeza de su pene. Cuando ella se relajó de nuevo en él, él sacó
sus dedos y añadió más lubricante.
Ella lo enfrentó, con sus afilados dientes brillando. Gracias a Dios. Estaba muy
contento con que su pene no estuviera actualmente en ninguna parte cerca de
su muy talentosa boca.
Él volvió a insertar sus dedos y sonrió. Ella se echó hacia atrás tanto como él
se lo permitió, montando en su mano con una sonrisa. Su otra mano se
mantenía ocupada en su clítoris, manteniéndola en el borde del orgasmo.
Cuando los pequeños chillidos dulces comenzaron a salir de su boca, sacó sus
dedos. "Te follaré tan bien bebé.”
"¿Te gusta?"
Ella alcanzó su espalda y le acarició los muslos, con sus uñas rascando el
material de sus jeans. "Te necesito".
Ella comenzó a responder. Tabby se sacudió contra él, con sus movimientos
cada vez más seguros, más nítidos, con una sensación indescriptible. Podía
sentir el hormigueo en la base de su columna, el placer siendo ya más de lo
que podía soportar. Él necesitaba que ella se viniera con él, necesitaba sentir lo
apretado de sus músculos, mientras ella se venía. Ella era tan fuerte, que
podría lastimar su pene cuando se viniera, pero carajos si no valdría la pena.
No, ese era el sonido que él había estado esperando, ese delicioso pequeño
gemido que señalaba que estaba cerca. Ella estaba empujando contra él,
montándolo, apenas dejando que la guiara. Él se sentó sobre ella, obligándola
a bajarse, con las manos en las caderas manteniendo su trasero en el aire. Le
hizo su pelo a un lado ásperamente. Él casi estaba allí, con su palpitante pene
dentro de ella.
Ella tenía la cara roja, sus ojos arrugados, y fue la vista más hermosa que
había visto alguna vez. "Ven a mi pene".
Él metió una mano en su cara, esperando que ella entendiera lo que quería. Él
no esperó, sin embargo, tomó lo que necesitaba. Mordió a su compañera,
forzando la enzima de la unión en su sistema, echándola encima del borde
hacia el orgasmo.
Oh. Oh, mierda. Tan bueno. Tan apretado. Su grito fue ahogado en su brazo,
con los dientes cerrados, con su rostro crispado. Apenas pudiendo moverse
dentro de su cuerpo, ella se vino muy duro.
La besó en la húmeda mejilla. Sería tan fácil enamorarse de su pareja. Dijo una
oración silenciosa de agradecimiento por el maravilloso regalo que el destino le
había dado en forma de una pequeña loba. "Tus ojos están cerrados."
"Oh." Esperó. Él sabía que ella no había terminado aún. "¿Estás seguro?"
"Hmm." Ella le dio un codazo, hasta que salió de ella, luego se acurrucó en él,
con su trasero apoyado en la cadera. Se movió y suspiró feliz, ronroneando su
nombre. Él se puso de pie el tiempo suficiente para limpiarse y a ella, después
se metió el pene de nuevo en los pantalones y maniobró hasta que estuvo
como cuchara contra su cuerpo. Si a su nena le gustaba la sensación de la
mezclilla, se compraría un pijama de mezclilla. Serían incómodos como el
infierno, pero Tabby valía la pena.
"Háblame de Gary".
Ella bajó la cabeza hacia la mesa de formica tan duro que probablemente se
había hecho una marca roja. "Tocino. Necesito tocino."
"Tabby…".
Ella exhaló un aliento, dejando su cara hacia la mesa. "Está bien. Gary es un
estudiante de la universidad que piensa que es divertido tratar de follar
conmigo." No podía entrar en mayor cantidad de detalles, era sábado por la
mañana y el IHOP estaba lleno hasta la bandera con humanos y Pumas. Una
mención de weres en ese momento podría o bien conllevar a una larga vida en
una chaqueta o a ser obligada a abandonar el único hogar verdadero que
nunca había conocido. Ninguna de las dos era una opción que quería
contemplar.
El tono tranquilo de su voz la hacía quedarse rígida. Reconocía ese tono como
una señal peligrosa. Se puso rígida y se preguntó si Alex lo dejaría pasar. No
podía perseguir a Gary. Gary, gracias a sus amigos, estaba muy bien
protegido. Además, Gabe no podría mantener a Alex lejos de los problemas si
iba tras Gary sin provocación. A pesar de todo lo que había sucedido, no tenían
ninguna prueba sólida sobre Gary amenazado con poner una mano sobre ella.
Sería su palabra contra la suya y la de sus matones. Eso iría en contra de Alex,
en ambas leyes humanas y were. "¿Por qué?"
Él le dio una mirada inocente, totalmente incongruente con su rostro. "No hay
ninguna razón".
Sus ojos brillaron con aprobación, incluso mientras la fulminaba con la mirada.
"La adulación no evitará que quiera que me digas lo que quiero saber."
Él parpadeó, con sus ojos en blanco antes que su ceño fruncido regresara.
Un leve rubor cruzó sus mejillas. "Revoltosa." Él se echó hacia atrás mientras
la camarera apilaba panqueques delante de él. Tabby se reclinó también, con
el olor de su propio desayuno volviéndola loca. "Si es una amenaza para ti, lo
que necesito saber. ¿Cómo puedo protegerte de otra forma?"
La expresión de su rostro era dura, sin concesiones. Ella suspiró, tan sólo con
saber que él trataría de ser su caballero en cuero negro. "Gary llegó a Halle en
Agosto. Es un junior y fue transferido de Nuevo México, creo. No estoy segura
de en qué grupo estaba afiliado, y no es como que pueda caminar a él y
decirle: 'Hey tarado, ¿Quién es tu jefe? Me gustaría quejarme de tu `servicio al
cliente´." Tabby se echó a reír al ver la cara de Alex. Su antiguo Alfa había
machacado a su Manada sobre cómo hablar en torno a los humanos, sin
alejarlos. La Manada debía manejarse como una empresa. La analogía no
estaba tan lejos de la realidad. La mayoría de las Manadas tenían a jefes, a
empleados, y sí, incluso servicios al cliente. Infiernos, el Senado, de hecho,
tenía una corporación jurídica encabezada por un León, el gobernante de los
were americanos, una organización de caridad que se dedicaba en su mayoría
a la conservación de las especies en peligro de extinción. Sólo aceptaban
donaciones de weres, por lo que no caían bajo el escrutinio público. La
Fundación de Conservación de Vida Silvestre hacía mucho bien, ayudando a
repoblar con Lobos el Parque Nacional de Yellowstone y a darle a la gran
mayoría de los gatos nacidos en los EE.UU. un ambiente seguro para vivir,
había oído que había más tigres viviendo en EE.UU. que en cualquier otro
lugar en el mundo, y la WCF ayudaba a cuidar de ellos. Chloe, probablemente
haría muy bien en ser uno de sus veterinarios, una vez que se recuperara de
sus heridas y se graduara. "De todos modos, averiguó con bastante rapidez
que era una ex-empleada y decidió que acosarme estaba bien".
Ella sacudió la cabeza. "He oído hablar del jefe Poconos. Es un tipo de miedo,
y su Director de operaciones se dice que está un poco loco." Oyó que alguien
en la cabina detrás de ella atragantándose, pero no hizo caso. "He oído que es
de por aquí, pero se fue antes que yo llegara." Tabby se encogió de hombros.
"Además, Gabe es consciente de lo que está pasando y está haciendo su
mejor esfuerzo para cuidarme." A pesar que no le había dicho a Gabe todavía
sobre cómo Gary y su grupo la habían acorralado en los bosques. Maldita sea,
con todo lo que había estado sucediendo, se había olvidado que había querido
hablar con el sheriff de eso. Parecía que su vida estaba fuera de control y ella
se encontraba finalmente en su centro.
Ella levantó la vista de su plato. Al ver la cara de Alex, hizo una mueca.
"Necesito hablar con Gabe acerca de algo." Una de esas cejas oscuras se
elevó y ella hizo una mueca. "Sólo quiero decirle que algunas de las cosas de
Gary están empezando a extenderse más a Cyn y a Gloria."
"Estoy de acuerdo."
Tabby parpadeó y se volvió. Allí, de pie junto a ella, estaba una mujer con unas
pocas de curvas, con el pelo largo y oscuro y ojos marrones riéndose. Detrás
de ella estaba uno de los hombres más hermosos que Tabby había visto en su
vida, con sus ojos azul cielo muy serios. Su cabello rubio sólo rozaba el cuello
de su camisa azul. El único defecto en esa cara perfecta que podía ver era una
pequeña cicatriz justo a un lado de su nariz, tan débil que apenas se notaba. El
Dr. Max Cannon, El Alfa de la manada Halle, pasó el brazo alrededor de la
cintura de su esposa y Curana, Emma Cannon. "Entiendo que estás teniendo
algunos problemas".
Tabby parpadeó. No había sido una petición. "Está bien". Ella arrastró las
palabras. Había oído sobre la Pequeña general que dirigía El Grupo Halle junto
con su compañero. No querías estar en el lado malo.
Emma asintió. "Bien. Nos vemos allí en media hora." Sacó su teléfono celular y
comenzó a marcar. "¿Sarah? Escucha, te necesito y a Gabe en nuestro lugar
en media hora." Frunció el ceño. "¿Hora de la siesta? No hay tiempo para
dormir." Comenzó a marchar fuera del restaurante con una señal ausente hacia
la pareja sorprendida de las demás mesas. “¡Tenemos un problema! Ah, y
tengo que llamar a Becks y a Simon. Tú puedes llamar a Adrian y Sheri. Sí, ya
sé qué hora es Sarah. ¿Por qué crees que te estoy dando media hora?" Emma
se quitó el teléfono de la oreja y frunció el ceño hacia él. "¿Besas a tu marido
con esa boca?"
Tabby reprimió una risita. Ahora entendía el otro apodo que había oído en el
Grupo junto con el de Curana Halle. Huracán Emma.
Alex frunció el ceño. "¿Qué? Creo que esto será bueno. Tienes a los chicos
locales de tu lado, ¿no?"
Ella se mordió el labio. "No sé si alguna vez Gabe les haya dicho que yo... fui
despedida, y por qué. Y tienen fuertes lazos con el jefe Poconos".
Alex se encogió de hombros, con sus ojos pegados al hombre que salía del
restaurante. "Es un punto discutible ahora. Hemos sido convocados, no hay
mucho que podamos hacer al respecto." Cortó las fresas que recubrían sus
panqueques. "Cómete tu tocino. Algo me dice que necesitaremos nuestra
fuerza."
Bunny detuvo el Jeep afuera de la casa estilo Artesano de dos pisos. Un techo
a dos aguas gris oscuro era provocado por la rica y brillante caoba trabajada
con toques blancos, con trozos rojos y ricos conjuntados alrededor de la base
de la casa. El frente tenía esos pilares hermosos y el diseño posterior un
porche cubierto que se envolvía alrededor de la parte izquierda de la casa. Un
garaje adjunto había sido perfectamente integrado al lado derecho de la casa.
Enormes puertas dobles de cristal con art deco esperaban para saludar a los
visitantes de la casa. La casa era cálida y acogedora y estaba muy bien
cuidada. En la entrada había una Dodge Ram roja y un Mustang negro. "Wow.
Un bonito lugar."
Ella respiró hondo y sopló hacia fuera. "La última vez que me cité con un Alfa,
fui desterrada."
"En realidad no, no. No tenemos el mismo tipo de estructura que una Manada o
un Grupo." No en todos los were había Alfas y Omegas tradicionales y toda esa
basura política. La mayoría eran grupos simples de familias, como los Osos,
Zorros e incluso Tigres de otra manera solitarios. Los grupos familiares sueltos
se mantenían en contacto a través de mensajeros como en los viejos tiempos
y, en los tiempos modernos, con correo postal y correo electrónico. Tenían
votaciones de sus apoderados en el Senado de esa forma, nunca teniendo que
conocerlos a menos que ellos lo quisieran así. Los exiliados eran algo
reservado para aquellos que acataban las normas más estrictas de la Manada
y del Grupo, como Lobos, Coyotes, Pumas y Leones, donde las acciones de un
were podrían poner en peligro la vida de todos.
"Entonces confía en mí, es una oferta muy buena." Ella se encogió de hombros
como si estuviera cargando algo muy pesado. "Vámonos entonces, supongo."
Una de las puertas delanteras se abrió. Emma Cannon se quedó allí, con una
sonrisa en la cara y su mano en la cadera. "Me preguntaba durante cuánto
tiempo ustedes dos se quedarían ahí. Entremos. No los morderemos, te lo
prometo."
Los labios de Emma se curvaron en una sonrisa maliciosa. "Sé quién eres tú.
Eres el were Bunny que entró en la ciudad en una moto."
Bunny no supo si reír o no. "Um... sí. ¿Tal vez?"
Una mujer con el pelo rizado salvaje hasta la cintura quitó a Emma de la
puerta. "No te preocupes, tiene ese efecto en muchas personas." Hizo caso
omiso de los ojos en blanco de Emma y se presentó con Bunny.
Tabby sonrió débilmente y aferró su mano con un apretón que sabía se iba a
dejarle contusiones.
Becky Holt señaló a un hombre alto, moreno, con brazos musculosos y fácil
sonrisa. "Ese es Simon, mi compañero. Es el Beta de nuestro Grupo."
"¿Donas?" Becky compartió una sonrisa maliciosa e íntima con su pareja. "Me
encantan las donas."
Simon se rió entre dientes. "Apuesto a que conozco algo que sabe más dulce."
"Oh, por el amor de Dios, gente." Emma se dejó caer en el sofá. "Consíganse
una habitación."
La habitación se detuvo en seco. Nunca había visto nada igual. Era como que
hubiera tomado el control remoto y le hubiera puesto “pausa”.
"Lo siento. ¿Dices que la gente te llama Bunny?" Los ojos de Simon se
oscurecieron, y se apoyó contra la repisa de la chimenea.
Bunny asintió. Amaba algunas de las reacciones que tenían cuando le decía a
la gente su apodo, especialmente a otros were. Tendían a variar de la
incredulidad horrorizada a la risa incontenible.
"No le hagas caso a Garfield, no ha tenido su Cat Chow todavía." Los ojos de
Simon se iluminaron hacia su compañera, con el oro chispeando y bailando en
el marrón oscuro.
Max se frotó un lado de la nariz. "Por qué ustedes dos no toman asiento
mientras esperamos a Gabe y a Sara." Caminó lejos, señalando lánguidamente
a Emma. "Ni una palabra."
"Yo iré." Dijo el Marshall, moviéndose con gracia fácil a la puerta principal.
"Son Gabe y Sarah. Uno de ustedes consiga una toalla fría, ella derramó una
taza de café en sus manos otra vez."
Emma le hizo señas a Becky hacia la cocina y ella la siguió. "Él es el Marshall".
¿Y?
Sheri, compañera de Adrian debió haber visto su confusión. "El Marshall puede
sentir el bienestar físico de cada miembro del Grupo." Frunció el ceño. "Su olor.
Es tan... salvaje. No como el otro Oso en la ciudad." Ella miró hacia él, con su
color azul pálido viéndose desenfocado. De repente sus ojos se abrieron. "Eres
un…"
Gabe sacudió la cabeza. "Me gustaría tener alguna noticia ya, pero no hubo
testigos. Nadie en la calle escuchó ni vio algo. La evidencia que hemos
recogido se encuentra todavía en el laboratorio de Pittsburgh, así que tenemos
que esperar." Se encogió de hombros. "Ojalá tuviera más, pero eso es todo lo
que tengo hasta ahora. ¿Cómo está Chloe, por cierto?"
Bunny pudo ver la forma en que la pequeña morena miraba a Gabe. Su pelo
corto estaba arrastrado por el viento, sus manos, enrojecidas. Sus dedos
temblaban, con su deseo por curar sus pequeñas heridas cerca de descarrilar
su pensamiento. Esa debía ser la compañera de Gabe, el que le había
machacado a Gabe con lo de Chloe. "Todavía está inconsciente. ¿Alguna idea
de cuando su pareja debía llegar?"
Gabe tenía una de sus manos entre las suyas, acariciando la piel que había
sanado. "Te debo una, Oso."
Ese tipo de curación era tan común como un saludo entre los Osos. "No fue
nada."
"Tabby fue atacada afuera de su lugar de trabajo un par de días atrás. Una
bomba olorosa fue lanzada por la ventana, y cuando ella y las otras chicas
salieron, ella fue golpeada en la parte trasera de la cabeza lo suficientemente
fuerte como para desmayarse."
Bunny miró a Tabby. No sabía que había perdido la conciencia. Tal vez no
hubiera estado tan tranquila si lo hubiera sabido.
"Mira, antes de llegar demasiado lejos, ¿por qué no iluminas a los demás con
todo lo que te ha estado sucediendo? Tendemos a ser un poco ciegos a lo que
está pasando fuera del Grupo, por lo que no puedo saber todo lo que ha estado
sucediendo." Gabe se sentó en una de las sillas de al lado y jaló de su
compañera a su regazo.
Ella se acomodó con un suspiro, apoyando la cabeza contra su hombro.
"Buena idea".
Bunny se sentó en el sofá, con Tabby a su lado. Adrian y Sheri tomaron el resto
de los asientos, dejando a Emma en la silla de la otra ala, con Max a su lado de
pie. Simon y Becky se acomodaron en el suelo al otro lado de la cama, de
espaldas al centro de entretenimiento. "Bueno, esto es lo que sabemos hasta
ahora. Tabby fue marginada...” Ignoró el grito de asombro de su compañera
"por algo que no hizo. Vagó como lobo durante unos ocho años antes de
aterrizar en Halle." Miró a Gabe, asegurándose que comprendiera lo que
estaba a punto de decir. "Y si alguien le debe a alguien, soy yo, gracias a ti y a
tu abuela por haber cuidado de Tabby."
Gabe asintió, reconociendo lo que había dicho. Bunny tuvo la sensación de que
no estaba totalmente de acuerdo con él, pero estaba bien.
"Debido a su estado, ese tipo Gary siente que puede hacer lo que quiera con
Tabby sin repercusiones."
Los labios de Emma se volvieron una sonrisa maliciosa. Había visto antes esa
sonrisa, en un dibujo animado cuando había sido niño. Era la misma sonrisa
que el Grinch tenía cuando se le había ocurrido su idea de vestirse como Santa
y robar la Navidad. La mirada envió escalofríos a la columna de Bunny. Y por el
aspecto que su compañera le estaba dando, suponía que el Alfa no tenía idea
de lo que su pequeña compañera estaba pensando.
"Grandioso". Suspiró Bunny y se pasó la mano por la calva. El pelo raspó como
rastrojo contra la palma de su mano. Era tiempo de afeitarse de nuevo. "De
todos modos, ha estado acechando en la tienda, molestando a todas las chicas
que, por cierto, son todas humanas excepto Tabby, y a ella la ha llamado varias
veces. Resulta que lo vi ayer por la noche y, francamente, si hubiera sido por
mí, no estoy seguro que no habría dejado de acosarla. Así las cosas, trató de
advertirme para que me fuera, y me dijo que tenía todo el derecho a molestar a
mi pareja. En otras palabras, que la seguiría acechando."
Mierda. A. Eso.
Una mano suave se posó en su brazo. Él miró los ojos marrón cálido de la
Omega. "Arreglaremos esto. Te lo prometo."
Una paz calmada que nunca había sentido fuera de una estera de yoga se
apoderó de él. Él asintió, sabiendo que ella tenía razón. Todo estaría bien.
Sarah sonrió y se sentó en el regazo de su compañero, con sus manos
doblándose por su cuenta. Gabe se apoderó de sus muñecas, con su pulgar
acariciando su parte interior. Algo sobre la caricia hizo que Bunny tomara nota.
Él se quedó mirando al sheriff y a su compañera, y se preguntó...
"¿Alex?"
"¿Hmm?" Se volvió para ver a Tabby mirando hacia él. El hecho que su
nombre fuera la primera palabra que ella había pronunciado desde que habían
entrado por la puerta calmó algo muy profundo dentro de él.
Sheri se mordió el labio. "Chloe es una cosa tan dulce. ¿Quién querría hacerle
eso?"
"No lo sé, pero hasta ahora los indicios son pocos y distantes entre sí."
Tabby hizo una mueca. "Tiene a otros dos que lo siguen. Ah, y envió a un chico
a hacerse un tatuaje de lobo. Lo reconocí desde el momento en que cambió de
opinión una vez, justo antes de enterarme de que era una marginada." Y por su
tono de voz la conversación no había estado llena de amor. "Le dijo al chico
que si se hacía el tatuaje podría unirse a su fraternidad." Tabby hizo comillas
de cita con los dedos e hizo mímica. "Por lo que sé, ha convertido a gente por
todo el campus, pero como yo no paso exactamente el rato allí, no tengo idea
de en lo que está realmente."
Max gruñó, con un sonido salvaje y felino. Sus ojos azul cielo eran de oro puro.
Una ligera niebla se agrupó alrededor de sus pies, con su poder derramándose
en la habitación. Bunny sólo había visto algo así una vez antes, cuando un
León había tratado de hacer a su padre inclinarse ante él.
Incluso Tabby tenía la cabeza baja. "En su mayor parte, han llegado, respetado
nuestras fronteras, mantenidos por sí mismos, y vuelven a casa después de
graduarse."
"Sólo que ahora tenemos un aspirante a Alfa Lobo en las calles, a un Zorro en
el hospital, a un grupo de Osos en pie de guerra, y Dios sabe qué más en
camino."
Emma sonó más reflexiva que molesta. Apoyó el codo contra sus rodillas y
apoyó la barbilla en su mano. "¿Quién demonios se puso al lado de mi cuna y
habló acerca de vivir en tiempos interesantes?"
Max se volvió hacia su esposa, divertido. La niebla se retiró, con sus ojos
volviéndose de dorados a azul cielo. "Por lo menos no tenemos más senadores
atravesando la ciudad y co-optando a nuestra gente".
El hombre frunció el ceño. "Tenemos que establecer guardias Puma con Chloe,
para asegurarnos que nadie pueda entrar en su habitación sin autorización."
Bunny murmuró. "Mi familia está allí. Confía en mí, nadie llegará a Chloe."
Adrian asintió. "Tendré que hablar con ellos de una rotación, de manera que
puedan conseguir un poco de descanso. Tengo gente confiable que le puedo
poner, y estoy seguro que Gabe puede conseguir unos pocos nombres
también." Gabe asintió. "¿Asumiré que estás investigando cualquier
intervención humana posible, como un rival de trabajo o algo de tipo
romántico?" Gabe asintió de nuevo, con los ojos en blanco. "Está bien." Adrian
regresó a Max.
"Todo lo que podemos hacer por Chloe ahora se está haciendo. Aun no siendo
un Puma, no hay ninguna forma para mí de controlar su físico que no sea
mantenerse en contacto con Jamie Howard."
"¿Y si lo fueron?"
Quien fuera que hubiera dañado a la prima pequeña de Bunny pagaría de una
forma muy, muy grande.
"Todavía tenemos que abordar el tema de Gary", señaló Emma. "Ya sea o no
que esté involucrado en el ataque a Chloe, sabemos que le hizo algo a Tabby".
Gabe se paró frente a ella y cruzó los brazos, con su expresión de pregunta.
"Está bien, Tabby. ¿Qué quieres decirme que no querías que Bunny
escuchara?"
Para cuando terminó, los ojos de Gabe se habían vuelto dorados y estaba
maldiciendo. “¿Por qué no me llamaste de inmediato?"
Él la miró fijamente.
Ella dio un respingo. Maldita sea, la conocía tan bien, y habían sido amigos
desde hacía sólo seis meses. "Está bien. Me preocupaba que algunas
personas me culparan." Ella era una marginada, a pesar del apoyo constante
de Bunny. Habría quienes oirían lo que Gary había hecho y se habrían
encogido de hombros, pensando que era nada más de lo que se merecía.
Había estado más sola que nada de lo que jamás se hubiera visto obligada a
soportar. Había rezado todas las noches porque nunca tuviera que enfrentar
vivir así de nuevo.
"Tabby". Gabe pasó las manos por su pelo, obviamente frustrado. "¿Cuántas
veces tengo que decírtelo? Estás en tu casa, ¿Ok? Nadie va a quitar eso de ti,
Max no especialmente."
Max podía quitárselo con sólo girar la espalda. "No tienes la autoridad para
decir eso, y lo sabes. No eres el Alfa."
"No, pero el Alfa me escucha, sobre todo cuando se trata de los marginados y
pícaros. Soy un cazador, por el amor de Dios. Infiernos, el Marshall ha avalado
eso, su Omega piensa que eres maravillosa y quiere un maldito tatuaje ahora,
gracias a ti, e ¡Incluso su Curana está ahí luchando por ti! ¡Y Emma apenas
sabe de ti! Así que vamos, Tabby." Jaló de ella a un abrazo. "Si lo crees o no,
estás en casa."
Ella levantó la cabeza para encontrar la puerta de atrás abierta. Alex estaba
allí, apoyado contra el marco de la puerta, con las manos metidas en los
bolsillos. Sus colmillos habían descendido. Estaba mirando las manos de Gabe
en la cintura de Tabby.
Gabe se quejó. "¿Cuándo superarán eso las personas? ¡Nunca salimos! Dios,
tan pronto como despierte, le patearé el trasero de nuevo."
Alex se relajó y se rió entre dientes, con sus colmillos retrocediendo. "No
patearás el trasero de mi chica. Eso está mal".
"Y que lo digas." Estudió la cara de Gabe por un momento. "¿Me dirás lo que
mi compañera está escondiendo de mí?"
Gabe sacudió la cabeza. "Ojalá pudiera, pero tiene que ser ella quien te lo
diga."
Ella asintió. No era que no confiara en Alex. No quería que Gary pusiera sus
manos sobre él. Gary lo mataría sin pensarlo dos veces.
Alex salió. Gabe cerró la puerta detrás de él, dándoles a los dos algo de
privacidad. "¿Tabby?"
Mejor quitar la bandita de tajo. "Gary me atacó una mañana después de una
carrera. Él y sus matones me arrinconaron en el bosque, contra mi coche.
Estoy bastante segura que me iban a violar."
Tabby tragó. Este era un Alex que ella no conocía. Su voz se había vuelto
áspera, tan profunda que sonó como algo sacado de una película de terror. "No
lo sé".
"Dímelo".
"¡No lo sé!" Ella hizo todo lo posible por mirarlo, pero su corazón latía a una
milla por minuto. "Y si lo hiciera, no te lo diría."
"No." Ella trató de calmarlo, apoyando una mano en su brazo. "Un Oso contra
un Lobo gana. Un oso contra una Manada pierde. No soy digna de tu vida,
Alex."
Él parpadeó, con sus ojos color avellana de una coloración café oscura.
"¿Qué?", rugió asustando a los pájaros de los árboles. Tabby se llevó las
manos a las orejas y se preguntó si le empezarían a sangrar. "¿Te importaría
repetir eso?"
"¿Qué no valgo la pena para que alguien muera?" Ella tragó otra vez, viendo la
furia grabada en las facciones de Alex.
La puerta se abrió de golpe. "Bueno, deténganse." Sarah, la Omega del Grupo,
dio un paso en el lugar. "Todo lo que esté causando que el Monte Vesubio esté
haciendo erupción aquí tiene que parar ahora. Estás asustando a mis
invitados." Alex le gruñó. Sarah gruñó de regreso. "Cálmate, hombre grande.
Nadie tocará a tu pareja, ¿de acuerdo? Está a salvo aquí". Ella le dio unas
palmaditas en el brazo a Alex. "¿Por qué no vuelven a entrar? Tenemos unas
cuantas cosas más que discutir, y Max pensaba que Gabe y tú podrían hacer
que corrieran con Frank por unas hamburguesas. ¿Eso no suena bien?
Podríamos pedir algo de fruta para ti, tal vez una ensalada." Sarah tiró del
brazo de Alex, arrastrándolo dentro de la casa. La charla continuó hasta que
regresaron de nuevo a la gran sala. "Podríamos conseguir un poco de pastel.
¿Qué tal de arándanos? Los pasteles de Frank son algunos de los mejores de
la ciudad."
"Buena idea. Tabby, ¿por qué no los llamas, y consigues que vengan por aquí?
Ryan puede permitir que su familia sepa que estamos pensando en ayudar con
la guardia de su hermana mientras estamos en ello." La mirada de Sarah no se
apartó de Alex. Su mano seguía acariciándolo hasta que se calmó por
completo. Un fino sudor cubría a la Omega para el momento en que Alex llegó
al sofá, con una mirada confusa en su rostro. "¿Gabe? ¿Podrías tomarles a
todos las órdenes por favor?"
Él dio una respiración profunda. Cerró los ojos y giró la cabeza. Cuando abrió
los ojos de nuevo, eran cálidos y color avellana. "Por ti".
Ella asintió. No había terminado aún. No por un largo tiempo. Ella se acurrucó
contra él y dejó que apretara su rostro con su cuello. Sabía lo que él estaba
haciendo. La estaba oliendo, llenando sus sentidos con ella. Si eso era lo que
hacía falta para calmarlo, ella se quedaría en su regazo por el resto de su vida.
Gabe lo estudió por un momento, con sus labios retorciéndose. "Dejar las
manos fuera de la Loba. Lo entiendo."
Bunny se encogió de hombros. "Cerca de aquí, creo. Las casas están muy
bien."
Gabe le dirigió una mirada sorprendida. "Sin ánimo de ofender, pero ¿puedes
pagarla? Incluso con el mercado de viviendas en recesión, los lugares cerca de
Max cuestan un ojo de la cara."
"¿Eric?"
"¿Familia u Osos?"
"La tía Laura, la madre de Chloe, es una Zorra. Su hermano, el tío Ray, se
casó con el tío de la hermana de Steven, y tienen tres hijos, una Zorra y dos
Osos. Así que la mayoría de la familia es mitad Zorra, mitad Oso. Papá es el
único que se acopló con una humana, por lo que Eric y yo somos Osos. ¿Eso
lo hace aún más confuso? El tío Steven y la Tía Stacy son primos de mi padre."
Gabe frunció el ceño. "Y no bromeo sobre cuellos-rojos y primos hermanos."
Los labios de Gabe hicieron una mueca. "No soñaría hacerlo." Consiguió salir
del coche y se dirigió al restaurante, sin tomarse la molestia de esperar a
Bunny. Por la postura de sus hombros, Bunny pensó que todavía estaba
luchando con una carcajada. Se bajó del coche, dándose cuenta de las seis
motos estacionadas afuera en una fila. Frunció el ceño, algo acerca de las
motos le resultaba familiar. Bunny siguió al alguacil al restaurante, un olor que
no había sentido en mucho tiempo le hizo cosquillas en la nariz. Olía a Osos,
que creyó reconocer.
Gabe estaba de pie junto a la puerta, con las manos sueltas a los costados,
con la espalda recta y estrecha. "Te lo pediré una vez más. Da marcha atrás y
deja a la muchacha sola".
Bunny parpadeó por la nota dura en la voz del Sheriff. "¿Gabe? ¿Qué está
pasando?" Miró por encima del hombro de Gabe para encontrar a seis
hombres, todos por encima de la altura media, alrededor de una pequeña
mujer. Ella sostenía una bandeja en las manos temblando visiblemente.
"¿Harry? ¿Eres tú?"
Bunny sonrió. "Pues infiernos, Harry. ¿Cómo has estado?" No había visto a
esos chicos en años. "¿Han estado bien desde la última vez que te vi?" ¿Que
había sido, que hacía diez años?
"Mejor. Mejor. Con el brazo ya sanado, gracias. Me pica con la lluvia, sin
embargo. No tanto como a Barney. Todavía no puede usar su mano."
Bunny hizo una mueca. Odiaba que le recordaran a Barney. Había hecho todo
lo que había podido para compensar lo que le había hecho al hombre, pero
Barney no quería tener nada que ver con él. Bunny no lo culpaba. No quería
tener nada que ver con el hombre que casi lo había matado. Lo último que
había oído, era que Barney se encontraba en Alaska, que era propietario de un
bar, y que estaba felizmente emparejado y tenía dos cachorros. Los rumores
decían que se había mudado allí para poner la mayor distancia que había
podido entre él y Bunny, sin embargo, aún permanecía en Estados Unidos.
Los ojos de Harry se abrieron. Se las arregló para verse aún más pálido. "¿Tu
novia? Estás comprometido. Felicitaciones." Débilmente les hizo señas a los
motoristas a su espalda. Todos se sentaron amablemente en el mostrador,
mirándolo con ojos llenos de miedo.
"Sí, es artista de tatuajes." Uno de los seis hombres se quejó. Bunny pensó que
podría haber sido Mikey. A pesar de su aspecto áspero, siempre había sido un
poco más delicado que los demás. Uno pensaría que un hombre con una
calavera llameante tatuada en la nuca cerca del cuello sería un poco menos
débil. "¿Por qué?, ¿Estás pensando en conseguirte uno? Ella hace un buen
trabajo." Había visto eso cuando captó el vistazo cruzado de la señora H. Ella
era una verdadera artista, alguien cuyo trabajo estaría orgulloso de llevar.
"Um, no." Harry sacudió la cabeza con tanta fuerza que debió haberse
desprendido de su cuello. "Estamos, eh, sólo de paso."
Lee, el más pequeño de los seis hombres, dio unos golpecitos suaves a la
camarera en el hombro. "¿Podemos tener la orden para llevar señorita?"
Bunny puso los ojos en blanco. "Vamos, muchachos. Eso fue hace años."
"Nos tomó a todos. A todos," Susurró Lee. "Y él ni siquiera tuvo un rasguño."
"No deberían haber escogido a Heather. Ella sólo tenía diez años." Y una
Zorra, completamente vulnerable con siete Osos adolescente que la habían
elegido para hacer su vida miserable. No había tenido más remedio que acudir
en ayuda de su prima. La decisión de casi matar al peor de los delincuentes era
algo con lo que tenía que vivir todos los días. "Les pedí que se detuvieran." Y
había hecho que todos y cada uno se disculparan con Heather después de
haber terminado con ellos, incluso Barney.
Había tardado dos años para que las pesadillas de Heather terminaran. Todos
habían acosado a su prima en lugar de sus atacantes. Ella todavía miraba con
recelo cada vez que la familia se reunía.
"Um. A Occidente". Harry recogió las bolsas y tendió una tarjeta de crédito.
"Vamos al oeste. Posiblemente a California." Asintió a los otros cinco hombres
su acuerdo. "Tal vez incluso a Washington".
"Sí. Hagamos eso". Gabe fue al mostrador y pidió su comida. Bunny se quedó
en la puerta y escuchó el sonido de las motos alejándose.
Ryan llegó poco antes que Alex y Gabe volvieran y se presentaron con los
líderes del Grupo. Se acababan de acomodar cerca de Simon cuando Gabe y
Alex entraron por la puerta llevando sus hamburguesas. Gabe tenía una
extraña expresión en su rostro, y Alex se veía como alguien al que le habían
atropellado su perro. Tabby, preocupada, se inclinó hacia adelante. "¿Alex?
¿Gabe? ¿Qué pasa?"
Gabe dio a Tabby una mirada salvaje, antes de entregarle los alimentos a
Emma y a Becky.
Alex compartió una mirada larga con Ryan. "Me encontré con Harry y sus
amigos en el restaurante de Frank."
"Cierto".
Tabby miró de atrás a adelante entre ellos. Había algo allí que ella no entendía.
"¿De qué están hablando?"
"Harry y sus amigos acosaron a una de nuestras primas hace algunos años.
Bunny les enseñó a no hacer eso."
"¿Les enseñó?"
"¿Alex?" Ella se levantó y corrió tras él, haciendo caso omiso de la voz de Ryan
llamándola.
"¡Alex!"
Él se dio la vuelta. La miró duro. "Está bien. ¿Qué es lo que crees que sabes?"
Él dio una respiración profunda, girando el cuello. "Hace mucho tiempo, tuve
problemas de manejo de la ira."
"Ellos traumatizaron a una niña. Yo los hubiera mutilado también. ¿Fuiste por
sus bolas? Por favor, dime que no procrearán".
Sus cejas se alzaron. "Eh. No. Intenté arrancarle los brazos al líder. Luego los
obligué a ponerse a todos ellos de rodillas y los hice que le pidieran perdón.
Cuando el primero dijo que no, le rompí el brazo, fue como una ramita. El resto
cayó en línea después de eso."
Ella se quedó helada. Maldita sea, él le iba a voltear las cosas. "Como un dolor
en el trasero."
Él metió la mano en la parte trasera de sus pantalones vaqueros. "Así es. Y nos
encantó cada minuto del mismo." La pellizcó, haciéndola gritar. "Ahora
cambiemos de tema".
"¿Puedo mirar?"
"Alex".
"¿Hmm?"
"Correcto, Yoda. Seguro que sí." Ella le pateó la espinilla cuando él la pellizcó
otra vez. "Te morderías tu propia pata primero antes de hacerme daño".
"La comida se enfría." Emma salió al porche delantero. "Y que quede por
escrito, yo no te tengo miedo tampoco".
"Yo tampoco". Max tomó posición junto a su compañera. "He oído todo lo que
hiciste. Has protegido lo tuyo. No hay nada de qué avergonzarse sobre eso."
"Lo mismo." Adrian asintió respetuosamente a Alex. "Ahora entren. Julian debe
estar aquí en cualquier momento y se rumora que ama el melón".
"¿Alex?"
"Bienvenido a Halle".
"No tengo idea. Lo último que escuché, era que no estaba en la ciudad todavía.
Gabe me dijo que su avión se había retrasado".
Lo vio pasarse la mano por la calva. "Cuanto más tiempo esté en estado de
coma, peor se pondrá la situación."
Una mano cayó sobre el hombro de Tabby. Se volvió para encontrar a Julian
de pie detrás de ella. Sus ojos mostraban la tensión de estar en el hospital, a
pesar que sus labios sonrieron. "Oye, amiga. Tanto tiempo sin verte."
Ella le dio un codazo en la cara, sabiendo lo delicado que era. Lo había dejado
hacía veinte minutos sentado en el sofá de los Cannon, argumentando con
Emma sobre cuál reality show de la TV era mejor, Next Top Model o American
Idol. No sabía cuál era mejor, sólo que Emma y él parecían estar teniendo un
muy buen momento. Se había negado a discutir con Cyn, dándole a la Puma
esa rara y secreta sonrisa , cambiando así el tema. Ni siquiera Max había
podido conseguir que hablara de su posible pareja.
Julian la soltó y se alejó, soltando su mano. "Tengo una idea, pero necesito
hablarla con la familia de Chloe antes de intentarlo."
"Todavía sería Chloe, pero también podría ser alguien más. ¿Están dispuestos
a arriesgar eso?"
"No".
"¡Por supuesto!"
Julian ladeó la cabeza. "Podría terminar estando más a tono con el mundo
espiritual que otros were. He oído hablar que los que despertaron de esa forma
podían hablar con los muertos, o ver en los sueños de otras personas."
Julian gruñó.
"No, ella tiene razón. Prefiero tener a una hija psíquica que ninguna hija."
Steven le tendió la mano. "Por favor. Despierta a mi niña."
Tabby sacó su teléfono. "¿Debo llamar a Cyn y decirle lo que está pasando?"
"Tenemos que irnos también." Alex abrazó tanto a su tío como a su tía antes de
tomarlos del brazo. "Pasaremos otra vez mañana después de ir a buscar casa.
Avísanos si necesitas cualquier cosa."
¿Buscar casa?
"Claro que sí, Bunny." Su tío le golpeó la espalda. "Los llamaremos si hay algún
cambio antes de esa fecha."
"Con suerte, su pareja estará aquí cuando se despierte." Su tía le dio un beso
en la mejilla. Casi de inmediato, sus ojos dejaron a su hija. "Te quiero, Bunny".
"Ten cuidado." Laura le ofreció un abrazo también. "Bunny, tus padres dijeron
que se quedarían con Chloe esta noche un poco de tiempo, mientras Steven y
yo descansamos un poco, por si los necesitas, llámalos aquí".
Se dirigieron a su jeep. "La tienda está cerrada, pero estoy bastante segura
que a Cyn no le importará que trabaje después de horas. ¿Tienes alguna idea
de lo que Julian está pensando hacer?"
Alex sacudió la cabeza y se dirigió a la tienda. "Ni una pista. ¿Crees que
deberíamos decirle a Cyn de todos modos?"
"¿Y arriesgarnos a que ese escurridizo cabrón encuentre una forma de teñir mi
cabello de castaño otra vez? De ninguna forma".
Ella lo llevó a su espacio de trabajo. "Así que, puedo usar mi licencia creativa,
¿eh?" Él se limitó a sonreírle y se acomodó en la silla. "Excelente. ¿Qué tipo de
Oso?"
"¿Eres un oso pardo?" Wow. Eso explica muchas cosas. ¿Y había dicho que
tenía control de su ira? Hablando de subestimar cosas. Los Grizzlies eran
considerados los más agresivos de todos los Osos. Algunos decía que eran los
más agresivos de todos los Cambia-formas. Lanzó un silbido. "Está bien.
Siéntate libre para protegerme, ya sabes, de cualquier cosa con la que sientas
necesidad de proteger." No era como si pudiera detenerlo. Los Grizzlies
podían, y lo harían, enfrentar a una Manada entera. Los enfrentamientos por lo
general terminaban favoreciendo al Oso, a menos que la Manada fuera muy
grande o muy agresiva.
Él se rió entre dientes. "¿Tienes alguna idea de lo que te gustaría hacerme?"
Sí. Tenía una idea de lo que sería su tatuaje. Sus esperanzas y sueños,
permanentemente en su carne.
Ella pasó su mano sobre su suave piel y sintió sus músculos moverse bajo su
mano. Oh, se vería tan bien con su tatuaje ahí, con su firma para que todos lo
vieran. "Ya sé lo que haré." Ella le entregó una revista. "Dame unos veinte
minutos, ¿de acuerdo?"
A Alex le encantaría.
"Lo quiero en color." Su voz era respetuosa, con su dedo siguiendo primero al
cachorro Lobo, y después al cachorro de Oso.
"Cualquier cosa".
La facilidad con la que lo dijo la hizo sonreír como una hippie enamorada.
"Quítate toda la ropa."
Una ceja se levantó. "Yo pensaría que a estas alturas ya estarías íntimamente
relacionada con la forma en que me veo".
"Oh," dijo él. Miró hacia el techo y suspirando. "Está bien. Lo que pidas."
"¿Lista?"
Ella asintió. Estaba ansiosa por verlo, por ponérselo. Ella los quería a ambos
en el tatuaje, no a dos animales al azar.
"Maldita sea, Alex." Él abrió los ojos y la miró fijamente. Era difícil leer su
expresión. "Eres hermoso". Sus ojos se cerraron con un suspiro. Ella
sospechaba que se trataba de alivio.
Le pasó las manos por todo el cuerpo. Ella tocó las letales garras de cinco
pulgadas, se rió de la joroba enorme de músculos en su espalda. Se sentó,
mirándolo moverse a su alrededor. Cuando llegó a su rostro, su lengua se
acercó y subió lamiéndole el lado de su cara.
"Tonto." Ella se quitó la baba del Oso y tomó su cámara digital. Le tomó una
foto sentado allí. El tatuaje lo mostraría de frente.
Él cambió. "¿Y?"
Ella frunció el ceño, ausente y utilizando el cable USB para conectar la cámara
de fotos a la impresora. Apretó el botón para imprimir la foto de su Oso. ¿Y
qué? Ah, ahí vamos. La foto estaba casi hecha. Tendría que asegurarse que
nadie más viera la imagen de su Oso sentado en medio de la tienda de
tatuajes. Bueno, tal vez se la mostraría a Cyn y a Gloria. Conseguiría que lo
echaran a patadas. "Ya está casi hecho. Permíteme hacerle algunos ajustes al
dibujo, hacer la transferencia y podemos empezar."
"Ven aquí." Alex tiró de ella hacia abajo, besándola con tanta dulzura que
fundió sus malditos pies. "Márcame, Tabby. Hazme tuyo."
Ella se estremeció. Besó el centro del tatuaje. Lo había alineado de modo que
su Oso descansara en su corazón. "Eres mío".
Él se recostó hacia abajo con una sonrisa y cerró los ojos. "Soy tuyo".
Ella lo había tocado como si fuera un tesoro. Lo había hecho suyo más a fondo
que cualquier marca de acoplamiento posible.
Él casi había movido la imagen para que su lobo descansara sobre su corazón,
pero cambió de opinión en el último minuto. El Oso guiaría a su compañera.
Ella era la cura de su corazón y ese corazón protegería a su Lobo con todo lo
que tuviera.
Estaba tan cerca de él, con su muslo rozando su pierna. Ella se cernía sobre él,
con su mirada con intención en el arte que estaba creando. El pinchazo de la
aguja no era nada.
Se preguntó si ella le diría que era un bicho raro si se le decía. "En mi nuevo
tatuaje."
"Cachorros".
Por un segundo, sonó sin aliento. Él asintió. "Estoy bien con eso".
"Bien." Ella tomó una respiración profunda, y su expresión fue una vez más con
intención. Golpeando la aguja sobre su carne, hundiendo la tinta en su piel.
Una paz profunda se apoderó de él. Divertido.
Por lo general, tenía que hacer una hora de yoga y meditación para lograr ese
nivel de sólo... ser. Sabía que no tenía nada que ver con el tatuaje y todo lo
relacionado con la artista.
Oyó el ruido al quitarse los guantes. "Cubrámoste para que podamos salir de
aquí".
Ella puso los ojos en blanco pero él pudo ver el color abrirse camino en sus
mejillas.
"Vas a tener que tener cuidado con tu tatuaje. Realmente no puedes hacer
demasiado que implique mucho sudor por lo menos durante unas horas. Tienes
que darle tiempo para recuperarse." Ella frunció el ceño. "Espera. ¿Puedes
curarlo?"
Él negó. "Nop. Si no tengo cuidado, podría dejar cicatrices. Tengo que dejar
que se cure de forma natural".
"Oh."
Él asintió. Sabía qué hacer, y si cometía una falta, ahí estaría su propia
pequeña artista dándole una patada en el trasero para recordárselo.
Ella cruzó los brazos sobre el pecho. "¿Cómo quieres que te libre de eso?"
Ella se mordió los labios, viéndose como una niña traviesa. "Si Cyn se entera
de esto, estaré en un gran problema."
Su sonrisa fue lenta y lánguida, con sus ojos cargados de pasión. Ella se
inclinó y tomó la cabeza de su pene en su boca húmeda y caliente. "Oh,
demonios." Él alcanzó su cabeza, deseoso de guiar su ritmo de la forma en que
tanto le gustaba.
Ella hizo todo lo posible por no delatar lo que estaba a punto de hacer. Se veía
tan listo para terminar. Y estaba siendo un buen chico.
Ella levantó la cabeza y, antes que él pudiera reaccionar, lo mordió más abajo
de su marca de acoplamiento.
El Oso se veía en los ojos de Alex. "Uh-oh". La última vez que había visto esa
mirada, había estado doblado sobre la cama y la había reclamado con mayor
profundidad. Con su vagina apretada con anticipación.
Ella se encontró en el piso y gritó. Alex la había bajado con tanta rapidez que
había sido vertiginoso. Su cabeza golpeó contra el espejo, sus piernas estaban
extendidas, y él rasgó sus vaqueros.
"¡No! No los hagas jirones". Él hizo una pausa. Ella tenía unos dos segundos
para llegar a algo y salvar los vaqueros. "¿Quieres que todo el mundo vea mi
trasero en el aire?"
Él gruñó, con el sonido bajo y amenazante. Ella no sabía que era posible
excitarlo aún más, pero esa maldita posesividad de él era excitante.
Ella se desabrochó los vaqueros y se los deslizó por las piernas. Cuando llegó
a las botas hizo una pausa, con el calor de su expresión intensificándose. "Me
encantan estas botas."
Antes que pudiera preguntarle qué quería decir, él la levantó una vez más. Ella
se encontró de pie, de espaldas a él, con las manos apretando el borde de la
encimera. Sus bragas le fueron quitadas, dejando al descubierto exactamente
lo mojada que estaba. Él le mordió una nalga con afilados dientes antes de
lamer una larga línea entre sus nalgas. "No tenemos lubricante, por lo que eso
tendrá que esperar."
¿Mi espalda? Ella se rió. Nadie le había dicho nunca que tenía una espalda
hermosa.
"¡Ay! ¿Qué fue eso?" Ella frunció el ceño encima del hombro.
Ella se encogió de hombros. Sabía que era linda en sus días buenos, pero
¿Preciosa?
"Bien." Tiró de su camisa, con sus dedos yendo al cierre del sujetador antes
que ella pudiera tomar un respiro. "Tu espalda es delgada y fuerte, capaz de
llevar cualquier carga. Igual que tú." Él le desabrochó la hebilla y aventó su
sostén lejos, con sus manos calientes sobre su piel. "Tus brazos pueden
envolverse alrededor de un Oso que la mayoría encontraría aterrador y amarlo
hasta que no pueda respirar sin tener que enamorarse de ti."
Parte de su rabia se alivió, calentando los ojos color marrón oscuro de su Oso.
Él apoyó la palma de su mano contra su pecho, clavándola entre sus pechos.
"Tienes el corazón más amoroso que jamás he tenido el privilegio de conocer.
Así que no me digas que no eres magnífica. Todo en ti es hermoso."
Maldita sea. Él la haría llorar. "Yo no soy perfecta." Ella lo había arruinado,
siempre lo hacía, y si él la ponía en un pedestal, ambos se destruirían cuando
ella se cayera de él.
Él sonrió. "Yo nunca dije que lo fueras. Te dije que eras hermosa. Conozco la
diferencia." Él deslizó su pene entre los pliegues de su vagina, acomodando la
punta y humedeciéndola. "Eres terca, pero has tenido que serlo para sobrevivir.
Tienes una boca inteligente. A veces no sé si reír o llenarla por completo para
que se calle".
"¡Hey!"
"Pensé que tenía todo lo necesario para ser feliz. Tenía un buen trabajo, una
familia que me amaba y me aceptaba. Podía salir en mi Harley y ver el mundo,
que estaría esperándome con los brazos abiertos."
Ella levantó una ceja. Tenía una idea bastante clara de lo que diría. "¿Y toda la
acción que podías manejar?"
"Desde que te vi, nada de eso importó." Se empujó de nuevo, con su miembro
llegando a su punto de origen.
"Alex". Suspiró. Ella sabía lo que quería decir. Él era su hogar, su corazón. Su
necesidad. "Lo sé. Créeme, lo sé."
Demonios. El hombre era una máquina. ¿Cómo seguía haciéndole esto a ella?
Acababa de tener un orgasmo tan intenso que pensó que su cerebro podría
explotar, y allí estaba él, empujándola hacia el otro que se sentía como si
rompiera su mundo. Manteniéndola inmovilizada en su lugar, con sus dientes
hundiéndose en su cuello, con sus manos en su carne.
Ella podía leer lo que podía ver de su cara. Quería ver lo que se hacían el uno
al otro, incluso si sólo podía verlo desde su estómago.
Ella no tenía que ver mucho más que eso, podía sentirlo. Y, oh, qué bien se
sentía. Ella se agachó y comenzó a tocar su clítoris, persiguiendo el orgasmo
que su cuerpo le había prometido. Él gimió contra su cuello, haciendo muecas
con su cara. Sus colmillos se hundieron aún más en ella. Ella sintió el tirón en
su pelo, el placer / dolor en su garganta y explotó a su alrededor. Le robó el
aliento, con su boca abriéndose en un grito silencioso, con una sensación tan
intensa que casi se desmayó.
Tendré que desinfectar esa silla... Él empezó a follarla con fuerza, gimiendo
detrás de ella. Su carne se deslizó en el vinilo pulido.
"Vamos, nena. Sé que lo tienes en ti." Se oían las bofetadas de carne contra
carne, con el sonido tan erótico que podía sentir su cuerpo empezar a
responder. "Dios, te amo maldita sea. Tan caliente y húmeda, tan fuerte. Harás
que me venga, nena".
Buena idea. Tabby ocultó su rostro en la silla y apretó los músculos, apretando
su pene tan duro como pudo.
"¡Oh, mierda!" Bunny se estrelló contra ella y se vino. Sus brazos se tensaron
contra la silla. Ella pensó que podía oír el sonido del metal doblándose y
esperaba que no fueran a romper nada.
"¿Tabby?"
Él se movió de sus caderas, con su pene dentro doblándose. "¿Uno más para
el camino?"
Ella volvió la cabeza tanto como su posición se lo permitía y miró hacia arriba,
a él.
*****
El teléfono sonó a las cuatro de la mañana. Bunny abrió un ojo y miró la mesita
de noche donde había caído su celular antes de desplomarse en la cama.
"¿Alex?"
"Shh". Frotó la espalda de Tabby con una mano y tomó su teléfono con la otra.
"Vuelve a dormirte, nena".
"Mm-hmm." Espera. ¿No se suponía que estaría con Chloe esta noche? El
corazón le latió con fuerza, Bunny se sentó. "¿Chloe?"
Bunny se rió entre dientes. "Me pregunto cómo se siente Julian acerca de eso".
"Buenas noches, papá." Bunny colgó y se frotó los ojos. Había conseguido
unas tres horas de sueño, pero por ahora habían valido la pena. Julian
acababa de convertirse en un Bunsun-Williams, si lo sabía o no, la familia se
haría cargo de eso.
"¿Alex?"
"Chloe despertó."
Pensó por un segundo en mentirle. "No voy al hospital. La familia quiere que
compruebe a Julian, y me asegure que está bien."
Ella se sentó totalmente. "Iré contigo."
Él negó. "Tienes que trabajar mañana. Además, si algo está mal soy un Oso.
Puedo tratar de curar cualquier cosa que pueda estar mal con él."
Ella sopló el flequillo de sus ojos. "¿Me llamarás si algo está mal?".
No era una pregunta, sino una exigencia. Él asintió. Ella querría saber si Julian
estaba bien. "Prometo llamarte si me entero de algo más que Julian esté
haciendo que dormir".
"Sí, mamá." Él se preguntó si ella sabía que las balas de pequeño calibre,
literalmente, rebotaban en su cabeza cuando se encontraba en forma de oso.
Ella sacudió la cabeza y se acomodó hacia abajo. "Por favor. Ten cuidado. Por
lo que sabemos, quien la atacó va tras su familia".
"Tu familia es acomodada. Podría ser un complot de secuestro que salió mal".
Él negó. "No. Fue golpeada, ¿Recuerdas?” Hablaba con ira. Él se sentó en el
borde de la cama. "¿Crees que el que la golpeó la conocía?"
"Tal vez". Él se frotó el rostro. Era demasiado pronto pensar en eso, pero tenía
que hacerlo. Si Tabby estaba en peligro por lo que le había pasado a Chloe,
nunca se lo perdonaría. "Averiguaré si recuerda algo cuando la vea más tarde."
Le dio a Tabby un beso suave en la frente. "Vuelve a dormirte. Terminaré de
vestirme y saldré de aquí."
"Palo de golf".
Bunny se pasó la mano por la calva. ¿Qué rayos significaba eso? El cabello de
Julian debía haberse vuelto de nuevo negro a esa hora. "Mierda". Tomó a
Julian y lo puso en el sofá. Llamó a su Oso y lo instaló en la espiral de
curación. Entre más profundamente entraba en el cuerpo de Julian, en busca
de cualquier señal de trauma. Un efecto secundario era la curación parcial de
su propio tatuaje, pero no lo podía evitar. Podía sólo esperar que no dejara una
cicatriz y arruinara la hermosa obra de su compañera.
Gabe silbó. "No pensé que los Osos fueran tan fuertes."
"De acuerdo. Grizzly. Siempre me olvido de eso". Gabe apoyó la puerta rota en
el marco y se dirigió al sofá. "¿Cómo está?"
"Despertando, me parece."
Julian hizo una mueca. "Les dije que necesitaba un montón de privacidad."
"¿En esta familia? Tendrás suerte si llegas a ir al baño solo a partir de ahora."
Gabe se echó a reír. "Eso es lo que tú piensas. Acabo de llegar del hospital.
Créeme, has sido adoptado de manera informal. Por un grupo de Osos pardos,
no menos."
Ahora fue el turno de Bunny de reír. Los Zorros eran notablemente buenos en
ocultar su olor. Gabe estaba en lo cierto. Julian no sabría lo que habría pasado
si la mitad de la familia decidía presentarse en su puerta. El Tío Ray, la tía
Laura, Chloe, Tiffany y Heather podían ser formidables cuando se reunían.
Dios lo ayudara si los cuatro decidían que Julian necesitaba ser cuidado.
Julian se estremeció. "¿Por qué hace tanto frío aquí?" Miró su puerta y frunció
el ceño. "¿Qué demonios le pasó a mi puerta?"
Bunny puso los ojos en blanco. Gabe realmente necesitaba dejar de reír.
"Sí".
"¿Julian la despertó?"
Ella miró a su jefa. "Julian está muy bien, sólo muy cansado." Lo que era un
eufemismo. Alex le había dicho todo lo que Julian había hecho para ayudar a
su prima y lo mucho que había tomado de su amiga. Se había quedado
despierto el tiempo suficiente para "volver por completo" (cualquiera que fuera
el infierno que eso significara) antes de dormirse otra vez. Alex calculó que
había dormido por lo menos veinticuatro horas.
"Ella dice que piensa que recibió una llamada telefónica de un amigo. Se dirigía
a encontrarse con esa persona cuando BAM. Las luces se apagaron. Se
despertó en el hospital ayer por la noche, preguntándose qué demonios había
sucedido."
Tabby negó. "No lo creo. Gary no ha dado un paso hacia nadie excepto
conmigo. No tendría ninguna razón para ir tras ella."
"¿Y necesita una?" Tabby levantó la cabeza, dispuesta a discutir el punto. Cyn
levantó la mano, deteniéndola. "Escúchame. Es un hijo de puta. No necesita
una razón para perseguir a alguien que ve como más débil."
Tabby resopló. "Ninguna Zorra forma parte de una Manada. Viven en grupos
familiares, ¿recuerdas?"
"Con lo que pasó, ¿No pudiste encontrar a alguien que te diera un mordisco?"
Cyn la fulminó con la mirada. "Julian llegó a ellos antes que yo. Fui a hablar
con la Tía de Chloe como me dijiste que hiciera. Ella me rechazó."
"Me dijo que su hijo adoptivo se haría cargo de ello cuando fuera el momento
adecuado."
Tabby sacudió los hombros. Esperaba que sus brazos estuvieran ahogando su
risa.
"¿Qué demonios? Ella me dijo que no era ella la que debería convertirme y que
el honor pertenecía a mi compañero."
Cyn gruñó.
"En serio". Tabby levantó la cabeza otra vez y dejó que Cyn viera la sonrisa
maligna en su rostro.
"¡En sus sueños!" Cyn corrió a la parte trasera de la tienda. "No creas que no
encontraré una forma de evitar eso. Puto trasero. Cree que puede detenerme,
¿verdad?" Miró a Tabby especulativamente. "Por lo tanto. ¿Tu oferta sigue en
pie?"
Cyn gruñó.
Salió furiosa, y Tabby supo que no pasaría mucho tiempo antes que Cyn
tomara el asunto en sus propias manos.
A decir verdad, Tabby no sabía por qué Julian estaba esperando para marcar a
Cyn. Cyn era su compañera. Tenía que haberlo sabido desde hacía algún
tiempo. Así que ¿por qué insistir en tener que esperar? Tabby había querido
marcar a Alex al momento en que lo había visto. Ella no podía imaginar dejar a
ninguno de los dos colgados, sobre todo ahora que había conseguido un poco
de él.
"Hola, marginada".
"Gary". Ella dio un paso fuera de la encimera, con su espalda contra el muro.
Gary iba acompañado por sus dos trozos de musculosos idiotas. Mierda. Él
tenía un bate de béisbol en las manos.
Ella se estremeció. De ninguna manera dejaría a Gary poner sus manos sobre
ella.
"¿Tabby?" Ah, infiernos. Antes de que Tabby pudiera detenerla, Gloria salió de
detrás de la cortina. "Um. Gary. ¿Qué podemos hacer por ti?"
Ella lo había dicho sólo un poco demasiado fuerte. Gary frunció el ceño ante el
gesto de uno de sus secuaces. "Ve por Cyn. Apuesto a que está en la parte de
atrás."
Él sonrió, con su expresión fría. "Ahora, ¿por qué querría hacer eso?"
Los dos matones se echaron a reír. Uno de ellos empujó a Gloria pasando y se
dirigió a la parte de atrás.
Gary sonrió. "Tú eres una paria. Puedo hacer lo que quiera." Ladeó la cabeza.
"No queremos hacerles demasiado daño a las humanas, sin embargo." Su
sonrisa se volvió seria. "No quiero causar problemas."
"Odio tener que decirte esto, hijo, pero ya estás en problemas". Gabe entró en
la tienda seguido por un hombre alto, de cabellos dorados en traje. Max
Cannon, fulminó con la mirada a los tres lobos, con la mirada a través de las
caras de las mujeres, evaluando los daños.
Max se rió entre dientes, pero no había nada de diversión en el sonido. "En tus
sueños." Se enderezó. "Estás en mi territorio, imbécil, amenazando a una de
las mías. Da marcha atrás." Una onda invisible de energía fluía del hombre. La
fuerza del Alfa, que estaba en la puerta, era sutil pero fuerte, mucho más fuerte
que la del antiguo Alfa de Tabby. "Realmente no quieres molestarme,
¿verdad?"
Max Cannon, simplemente levantó una ceja dorada. "¿Ah, sí? ¿Por qué no?"
Max sonrió. "En caso de que no te hayas dado cuenta, no soy Lobo." Señaló a
Tabby, a Gloria, y a Cyn, con su gesto abarcando a las tres. "Y estas señoritas
están bajo mi protección."
Gary negó, con una expresión llena de incredulidad. "No puedes hacer eso."
Max ladeó la cabeza, con sus ojos dorados reduciéndose. "Ella se ha probado
ante mí y, lo que es más importante, a mi Segundo. Que, por cierto, resulta ser
un Cazador."
Gary palideció.
Los profundos ojos azules de Gabe se habían vuelto también dorados. Le hizo
un guiño a Tabby sobre el hombro de Max. "Bienvenida al Grupo".
Ella se quedó asombrada con Max, quien asintió, con su mirada sin dejar
nunca al aturdido, furioso Lobo delante de él. Ella no se había dado cuenta de
lo que se había estado perdiendo hasta que Max la había aceptado. Era parte
de algo nuevo, aunque no era una Manada. La profunda carga de la soledad
que había perseguido sus pasos desde hacía años se había ido
definitivamente. "Gracias".
Max sonrió. Sus colmillos se mostraron. "Ya has señalado que es una
marginada. Eso significa que tendría que probarse a sí misma con el fin de
unirse a una Manada. En caso de que te lo hayas perdido, acaba de pasar a
ser un Alfa. Ella se ha probado ante mí, y ahora he elegido aceptarla. Eso la
hace mía." En un abrir y cerrar de ojos, Max se movió, envolviendo su mano
alrededor de la garganta de Gary. Tabby podía ver las pequeñas marcas en la
piel de Gary por las garras de Max presionando lo suficiente como para dejar
su marca, pero no lo suficiente como para extraerle sangre. "¿Somos claros?"
"Sí, ¿qué?"
"Sí, Alfa Cannon," Gary apretó los dientes. Acababa de reconocer el derecho
de Max de proteger a Tabby y no se veía muy feliz por ello.
"Y pagarás los daños y perjuicios a esta tienda y al rostro de Cyn. ¿Entiendes,
cachorro?" Una niebla se arremolinó alrededor de los pies de Max, casi
invisible, pero increíblemente potente.
Tabby se estremeció. Sus hombros se inclinaron y bajó la cabeza, con el poder
de Max forzándolo a arrodillarse. Detrás de ella, Gloria y Cyn gimieron,
sintiendo obviamente los mismos efectos.
Max lo soltó poco a poco, soltando su agarre en la parte exterior del cuello de
Gary. "Ahora, sal de aquí antes que haga que Gabe te arreste. O algo peor."
Inclinó la cabeza, con la mirada sin dejar nunca la cara de Gary. "¿Qué les
pasa a los Were Cazadores, Gabe?"
"¡No seré desterrado!" la cara de Gary se volvió roja como una remolacha.
"Deberías considerar ir a otra escuela. ¿Tal vez a alguna más cerca de casa?"
Gary tragó. "Nos vamos." Se revolvió hacia la puerta, arrastrando a sus amigos
con él.
Gabe sacudió la cabeza, mirando al trío corriendo por la calle. "¿Qué diablos
está pasando?"
"No tengo idea, pero pienso averiguarlo." Intercambiaron una mirada antes que
Max se dirigiera a las chicas. "¿Ustedes tres están bien?"
"Uno de ellos golpeó a Cyn." Tabby levantó la cabeza y tomó el primer aliento
real por primera vez desde que Gary había entrado en el Arte Viviente. Max
había refrenado su poder. Ella se pudo levantar de nuevo. Se levantó e hizo
una mueca a los sonidos de cristales rotos bajo sus pies.
"¿Cómo supiste que podías hacerme del Grupo?" Tabby aún estaba
sorprendida. Era parte de algo nuevo. No se había dado cuenta siquiera de lo
tensa que había estado hasta que Max la había aceptado en su Grupo. Se
sentía tan suelta, tan aliviada, que estaba mareada.
Max sonrió. "Todavía estarías bajo mi protección hasta que Rick llegara."
¿Llegara? "Um. ¿El Alfa Poconos vendrá?" Tabby retrocedió, chocando con
Cyn y con Gloria.
Tabby se volvió, con sus pensamientos de miedo por el lobo alfa sacados de la
mente. "Oh, mierda. Cyn, ¿estás bien?"
"Ay". Cyn hizo una mueca de dolor, alejándose de los dedos de Max. "Ese
tonto pagará por esto".
Max se echó a reír. "He oído que cierto Oso tenía en mente cuidar de eso él
mismo."
Cyn gritó. Todo el mundo la miró, sorprendido. "¿Todo el mundo sabe acerca
de eso excepto yo?"
Max retrocedió con los ojos muy abiertos. "Tal vez deberíamos irnos ahora."
Gabe retrocedió junto con su Alfa. "Buena idea". Los dos hombres huyeron, en
dirección opuesta a la de Gary.
Cyn arrugó la nariz. "Puede ser un alfa, y puede que sea poderoso, pero ¿en el
fondo y por dentro? Sigue siendo un hombre." Pateó un trozo de vidrio del piso.
"Pon a una mujer enojada delante de él y correrá como el cobarde que es".
Gloria se rió tan fuerte que Tabby no estaba segura que estuviera respirando.
Cyn puso los ojos en blanco. "Vamos, limpiemos esto antes que los tres Osos
aparezcan. Dios sabe que uno de nosotros tendrá que jugar a Ricitos de Oro, si
lo hacen."
"Nop. Nada".
Bunny suspiró. Ryan estaba aún más frustrado que él. Había arrastrado a su
primo para salir del hospital para el almuerzo, con la esperanza de conseguir
que el hombre se relajara. Infiernos, hasta había dejado que Ryan se comiera
todo el melón esta vez.
Si Ryan hubiera apretado el tenedor con más fuerza, lo habría doblado por la
mitad.
Así es. Esto está funcionando bien. Su teléfono celular sonó. "¿Tabby?" Hizo
una mueca. Había tenido la intención de recogerla para el almuerzo, pero se
había desviado de hacerlo. "Lo siento, nena. Lo olvidé. Saqué a Ryan a
comer."
"No es por eso que te llamo." Ella hizo una pausa. "Bueno, está bien, esa es
una buena razón."
"Gary vino a la tienda. Hay algunos daños pero nadie resultó herido de
gravedad."
"Uno de los secuaces de Gary le dio un golpe a Cyn, pero estará bien."
"Lo sé. Llamaré a Julian. Cyn es la única que resultó herida, pero las chicas
están muy conmocionadas".
Podía sentir que él se sonrojaba. Maldita sea. ¿Cómo ella lograba seguir
haciéndole eso a él? "¿Pizza está bien?"
"Funcionará para nosotros. Ah, y asegúrate que haya al menos una para los
amantes de la carne, con tocino extra, ¿de acuerdo?"
"Te amo".
"Yo también te amo." Él le hizo señas a Ryan con la mano antes de marcar el
número de Julian.
"¿Aló?"
No hubo respuesta.
"¿Julian?"
"¿Irás a la tienda?"
Llegó al Arte Viviente con las pizzas, y con un plan ya formándose. Todos sus
pensamientos volaron directo de su cabeza cuando vio la encimera de cristal
hecha añicos con el bate de béisbol atrapado en ella. "Hijo de puta."
"Eso fue lo que dije." La mandíbula de Ryan estaba cerrada tan duro que
Bunny se sorprendió que sus dientes no se desprendieran.
"Estamos bien".
Ryan dio una respiración profunda. Luego tomó otra. Bunny podía ver a su Oso
cambiando en su piel, muriéndose por salir, por darle caza al hombre que se
había atrevido a amenazar a su pareja, y desgarrarlo en pedazos. "Mataré al
maldito."
Gloria avanzó lejos de Ryan y se ganó un gruñido. "Dijo que saldría por algo
para comer".
Ryan se encogió de hombros. "Lo hizo antes. Mamá le dijo que no, que le
correspondía a Julian hacer los honores."
Julian se quejó. "Mierda". Pasó sus dedos por su pelo. "Esto está cada vez
mejor y mejor."
"Y luego me ataré su muy fino trasero y la marcaré." Julian pateó en la tienda.
"Pensé que habías dicho que no era tiempo", gritó Bunny tras él.
Bunny se rió entre dientes. Tabby trataría de evitar que Cyn hiciera algo
estúpido, pero aun así... Tal vez Gloria supiera algo sobre lo que estaba
pasando. "¿Sabes a dónde fueron?"
Los dos Osos intercambiaron otra mirada. "¿Crees que Emma lo haría?" Ryan
pasó junto a Gloria, fulminándola con la mirada. Ella miró hacia él.
Ella chasqueó la boca, cerrándola. Su suspiro sonó tan engañado, que él casi
se echó a reír. "Está bien. La bola de pelo se puede quedar".
"Caramba, gracias." Ryan rodó los ojos. "Cuida de ellas. Llamaré a mamá y a
papá y les diré lo que está pasando."
Bunny movió las manos y se dirigió hacia fuera, dejando las pizzas en el
refrigerador en un taburete. Esperaba que Gloria tuviera hambre. Tenía la
sensación que no estaría de vuelta antes que se hubieran puesto muy frías.
Cyn se volvió hacia ella. Sólo estaban a media cuadra del Wallflowers, la tienda
de curiosidades de la que Emma era co-propietaria con su Beta, Becky. Era lo
más cerca que llegaría al parque.
Tabby se mordió el labio. No, no lo sabía, pero ahora que Cyn estaba
hablando, ella no iba a interrumpirla y arriesgarse a que ella se cerrara de
nuevo. Cyn rara vez hablaba de por qué hacía las cosas que hacía.
"Mi mamá siempre esperaba por mi papá. Siempre. Hasta el punto en que no
estornudaba sin que él lo dijera. Ella le dejó tomar todas las decisiones, dirigir
su vida por ella. Y después de su muerte, estuvo malditamente perdida.
Apenas podía funcionar sin él allí."
"Tonta. Eso es lo que es ser compañeros, Cyn. Somos dos mitades de un todo.
Si la mitad de tu cuerpo muere, la mitad de tu corazón deja de latir, ¿Qué crees
que te sucederá?"
La mandíbula de Cyn se cerró de golpe. Se veía asustada. "Ah. Tal vez esa
unión no sea tan buena idea."
"Y tal vez eso es exactamente por qué Julian optó por esperar. Necesitas estar
segura de que es lo que quieres antes de atar tu fuerza de vida a la de él."
Cyn se acercó, bajando la voz. "¿Tú quisiste eso? ¿Quisiste que tu vida
estuviera atada a otra persona?"
Tabby asintió. "Es la sensación más increíble que he tenido. Con mucho gusto
lo haría todo otra vez si eso significara que me quedaría con Alex." Puso su
mano en el brazo de Cyn. "Él es mi casa, Cyn".
Ella asintió. "Tendré que pensar en eso." Ella dio un paso atrás y giró sobre sus
talones. "Pero todavía hablaré con Emma".
Tabby se quejó. "Vamos, Cyn. ¡Alex llevaría pizza, maldita sea!" Su estómago
retumbó. Se moría de hambre.
"Buenas tardes, señoritas. ¿Cómo puedo ayudarlas?" Becky Holt se levantó del
sofá victoriano color crema con una sonrisa. Esa era la primera vez que Tabby
estaba en el Wallflowers y miró a su alrededor con interés.
"Estoy aquí para hablar con Emma. ¿Está aquí? "Cyn ladeó la cadera y volcó
su oscuro pelo detrás de ella. Para quien no la conociera, parecía
singularmente impresionada, pero Tabby había visto la forma en que sus ojos
oscuros brillaban a la vista de la hermosa madera de cerezo.
La sonrisa de Becky vaciló mientras miraba el maltratado rostro de Cyn. Sus
ojos se estrecharon.
"¿Qué pasó?"
"Nada. Sólo quiero hablar con ella acerca de una mordida. Soy Cyn Reyes. Soy
la dueña de la tienda de Tatuajes el Arte Viviente".
Las dos mujeres se miraron un momento antes que Becky suspirara. "¿Es
sobre los problemas con Gary o el hecho de acoplarte con uno de los Osos?"
"Ah. Simon mencionó algo acerca de eso." Becky se golpeó los dientes con las
uñas. "Y creo que Emma dijo algo acerca de dejar que lo hiciera tu pareja."
Cyn se movió y apretó los labios. Ese temperamento latino estaba sacando lo
mejor de ella de nuevo.
"Así que ¿no querías ser convertida ni aparearte?" Cyn dijo las palabras de la
Beta con alegría infantil.
Becky se echó a reír. "Oh, diablos, sí, lo deseaba. Sólo quería elegir el
momento."
La lenta sonrisa de Becky fue mala. "Nop. No está nada mal. Y tu compañero
hará que sea aún más especial. Emma y yo éramos humanas cuando Max y
Simon nos marcaron. Habían sido convertidos por el viejo Alfa, Jonathon
Friedelinde, y por lo que Simon dijo, él hubiera deseado que hubiera sido un
poco diferente".
"¿Por qué?"
Cyn hizo una buena pregunta. Tabby no había conocido a un were convertido
antes. Su viejo Alfa no se lo había permitido, excepto entre compañeros.
"¿Becks? ¿Con quién estás hablando?" Emma entró del cuarto de atrás, con
sus ojos marrones brillando alegremente hasta que vio la cara de Cyn. "¡Cyn!
¡Tabby! ¿Cómo están? ¡Oh, tu pobre rostro!"
"Emma" Becky rodó los ojos. "Ugh. No le hagas caso. Escucha, ¿Cyn? Traeré
un poco de hielo para tu mejilla, ¿de acuerdo? Toma asiento, volveré".
"Rick deberá estar aquí en un día o dos." Emma sonrió suavemente a Tabby.
"¿Creíste que te dejaría siendo un paria?"
Becky volvió con la bolsa de hielo y se lo entregó a Cyn. "Ponte esto en la cara.
¿Necesitas algo de ibuprofeno?"
Emma soltó un bufido y le entregó un vaso y dos pastillas a Cyn. "Toma esto,
sin argumentos. ¿No tendrías que ir al hospital?" Cyn sacudió la cabeza otra
vez y se tragó las píldoras, mirándola atónita. "¡Y tú!" Señaló a Tabby. "Rick no
está tan mal. Belle y te amará."
"Soy un miembro del Grupo, ¿verdad? ¿Él no puede hacer que me vaya?"
Emma suavizó su expresión. "No, Tabby. Nadie puede hacer que te vayas
ahora a menos que tú lo quieras."
"Está bien. Wow." Tabby parpadeó con sus lágrimas surgiendo de la nada.
Dios, se estaba volviendo una idiota. "Gracias".
"Lo peor que Rick podría hacer es decidir que no quiere tener nada que ver
contigo, y conociéndolo, eso no va a suceder. Sé honesta con él, sobre todo. Él
te tratará con justicia, te lo juro."
"¿Cyn?"
"¿Qué?"
El tono beligerante de Cyn no fue una sorpresa para Tabby, pero por la mirada
de asombro en la cara de Emma y Becky, sí lo fue para ellas.
Sus ojos brillaron al ver su magullado rostro. "¿Quieres hablar de eso?"
"¿Qué hay que discutir? Tomaste la decisión de mi vida sin preocuparte de...
¿Qué le pasó a tu pelo?"
Tabby se volvió. La mitad del cabello de Julian seguía siendo blanco. Luces de
color gris bailaban en sus ojos. De todo lo que había hecho para ayudar a
Chloe, él no se había recuperado completamente. Se veía agotado, de otro
mundo. "La cicatrización fue más difícil de lo previsto. Ella estaba más lejos en
el paisaje onírico de lo que originalmente había pensado."
Julian le sonrió. "No te preocupes por eso." Volvió su atención a Cyn. "Déjame
curarte eso. ¿Por favor?"
Sus ojos eran todavía profundos, de color marrón oscuro, pero esas motas de
plata la estaban enloqueciendo.
Sus dedos se movieron por el rostro de Cyn. El blanco en su pelo se hizo más
profundo, y el hematoma despareció bajo su mano. Bajó la hinchazón, con el
negro y el azul volviéndose de un color rosa saludable.
"Wow," sopló Emma. Tabby estaba bastante segura que era la primera vez que
la mujer había sido sorprendida y se quedaba sin palabras.
"Sé que no confías en mí. Tenía la esperanza que nos dieran algo de tiempo,
de llegar a conocernos el uno al otro antes que te convirtiera. ¿Es eso algo tan
malo?"
Cyn se encogió de hombros, viéndose incómoda. "También dijiste que no era el
momento. ¿Puedes por favor explicarme eso a mí?"
Julian asintió. "Es muy pronto. No puedo ver lo que va a pasar, pero sé que se
tomará una decisión que lo cambiará todo." Le tendió la mano a Cyn. "Por
favor. Confía en mí."
Cyn estudió a Julian. Tabby no podía leer su expresión. Que era cerrada,
introspectiva. Cyn pensó que debía ser un peso muy pesado ver el futuro de
sus amigos. "Dame algo. Una pieza de información que no sepa. Todo lo que
he aprendido de ti, de nosotros, lo he tenido que escuchar de otras personas.
Dame algo tuyo."
Cyn respiró hondo y asintió. "¿Esa es la razón por la que no me has marcado?"
Hizo una forma de interrogación con los dedos.
Ella quitó sus ojos de él. Su pie comenzó a golpear. "Estabas tratando de
salvarme la vida". Ella lo miró. "Tendremos una agradable, larga charla, acerca
de lo que debes y no debes esconder de mí. ¿Entiendes?"
Sonaba tan seguro, Tabby no podía dudar de él. "Cyn, deberás esperar."
Ella asintió. "No soy una idiota." Se volvió hacia Julian. "Dame razones por las
que quieres cosas de mí. Soy mucho más propensa a escuchar que a alguna
mierda para la que no estoy preparada. ¿Lo captas?"
Él asintió de nuevo.
"Lidiaré contigo más adelante." Él abrió la boca para decir algo, pero Cyn alzó
la mano, deteniéndolo. Tabby podía decir que todavía estaba furiosa, con ese
temperamento latino todavía irritándola. "Tengo que ir a limpiar mi tienda.
Tabby, hazme un favor. Asegúrate que llegue a casa. Se ve medio muerto".
"Bien. Eso fue divertido. No." Emma negó, con las manos en las caderas.
Tabby echó a reír. Julian puso los ojos en blanco. "Yo me ocuparé de ella, no
se preocupen."
"¿Un qué?"
"Oh. Sí, eso suena lógico." Saludó con la mano a Emma. "Oye, tengo un
inventario que terminar. Hablaré con todos ustedes más tarde. Y ¿Tabby?
Hazte disponible cuando Rick esté aquí, ¿Ok?"
"Por ahora", dijo Julian. Él dio a Tabby una larga mirada. "Tenemos que
hablar".
Ella sonrió. "No lo estaré. Tú estarás conmigo." Ella llegó y le acarició la mejilla.
"¿No podrías ir por un Bunny caliente y agradable en este instante?"
"Bien, pero tú le dirás dónde estamos."
"Se puede hacer. Vamos, vamos. Me muero por una buena carrera."
Ella se detuvo. "Uh-oh. ¿Por qué tengo la sensación que éste es uno de esos
momentos de yo-sé-algo-que-tú-no-sabes?"
Julian se detuvo. "Me estás llevando al noreste de los bosques de Halle, los
más alejados de la universidad. Cambiaremos, correremos y Gary estará allí.
Lucharemos. Estoy bastante seguro que sobrevivirás."
Mierda. "Bueno, tal vez tendremos una Burger King para el almuerzo." ¿O tal
vez podría ir en una dirección completamente diferente, como justo detrás del
campus?
Él sacudió la cabeza y la agarró del brazo. "Si no hacemos esto ahora, la gente
morirá."
"Entiendo", se oyó retumbar a Alex. Ella abrió las puertas del jeep y se metió,
abrochándose su cinturón de seguridad. Julian se unió a ella y ella encendió el
motor. "Mantenla segura Julian."
"Hazlo mejor".
"Vamos a estar en los bosques en unos veinte minutos. Llega lo más rápido
posible."
Julian sonrió, con una de esas expresiones enigmáticas que ella estaba
empezando a darse cuenta significaba que sabía más de lo que estaba
dispuesto a compartir. "Todo el mundo vendrá cuando sea necesario. Eso es lo
que sé."
"Está bien." Ella no estaba segura de sí unas pocas bien colocadas llamadas
telefónicas serían mejor, pero tendría que confiar en que Julian sabía lo que
estaba haciendo.
"No." Los ojos de Ryan no habían dejado a Gloria una vez. Se habían
mantenido en un profundo marrón chocolate todo el tiempo. "Tú ve. Tendré que
quedarme y proteger a mi pareja."
Bunny estuvo de acuerdo. "Ella tiene razón. Julian tuvo una visión. Él y Tabby
se dirigen al bosque, y creo que van tras Gary. Nos necesitan. Gloria no."
"¿Quieres venir?"
Ella abrió la boca para contestar y vio la sonrisa en el rostro de Ryan. "Quiero ir
con ustedes. Trasero".
"¿Quién lo dice?"
"Yo. Gary puede tener más amigos que no conoces. No te dejaré sin
protección."
Ella le gruñó. "¿Alguna vez te has vaciado helado dentro de tus pantalones?"
Su expresión se quedó en blanco. "Um. Sí. Eso sería una versión del infierno."
Ryan suspiró. "Tú te quedas donde te deje, Gloria." Cuando ella iba a discutir,
le cubrió la boca con la mano, una mano que ocupaba casi la mitad de su cara.
"Lo digo en serio. No estoy de ninguna forma dispuesto a entrar en una batalla
were. No puedo luchar y protegerte al mismo tiempo. ¿Captas?"
Ella asintió.
Esperaba que los Pumas entendieran lo mucho que él quería poner fin a esto
con Gary. Si el Lobo ponía una pata en Tabby, terminaría de alfombra.
"Aquí tienes".
Ella se volvió para tomar la ropa de Julian y lo miró desnudo por primera vez.
Dayum. El chico estaba bien. Ella lo miró de arriba abajo, silbándole como lobo.
Piel suave se deslizaba sobre sus músculos definidos. Pectorales bien
definidos, sin rastro de pelo iban hacia un estómago de lavadero y a un pene
que, a pesar de su limitada experiencia (y su limitado interés), se las arreglaba
para tener un aspecto impresionante. Sus piernas eran largas y delgadas.
Demonios, incluso los pies del hombre eran sexys. Julian tenía la constitución
de un corredor, fuerte y elegante. Alex tenía una constitución más como de
constructor o el cuerpo de un luchador. Ella podía ver muy fácilmente a Cyn
perderse totalmente cuando finalmente tuviera a Julian desnudo.
Él movió las cejas, con una sonrisa descarada cruzando su rostro. "No te ves
nada mal tú tampoco."
Podía sentir sus nervios y su determinación. A lo que irían ahora era inevitable.
Ella haría todo lo posible para ver qué Julian saliera de ésa con vida.
"Cambiemos."
Ver a otra persona cambiar de forma era increíble. No había luz cegadora ni
sonido de bam, sólo había un Oso. Tampoco había sonido de crujido, ni de
huesos moliéndose ni de agonía que chisporroteaba como se veía en las
películas de terror. Era más bien como agua fluyendo a través de la persona,
moviéndose, doblándose, mezclándose con su animal en una neblina líquida
de sueño hasta que el hombre se había ido y sólo el Oso se mantenía. Sabía
que si ella lo hubiera tocado durante su cambio todo lo que habría sentido
hubiera sido calor, la presencia reconfortante del hombre y la bestia que fluían
a través de sus dedos. Cualquiera que estuviera buscando en el exterior
asumiría la sensación de que estaría húmedo o pegajoso, pero no era así. Se
sentiría aireado y hormigueando en la palma de la mano. Era sensual e
inocente de una forma que un no-were nunca podría entender.
Cuando Julian llevó a cabo el cambio, ella obtuvo su primer vistazo de un buen
Oso Kermode. Él era casi de color blanco puro, con un puñado de pelo dorado
ligero en sus hombros y a lo largo de su espalda. Tenía una cola gruesa,
rechoncha y un hocico largo y con una nariz de color negro.
Tenía la forma general de un Oso negro con las orejas redondeadas y cuerpo
elegante, a diferencia de la cara más embotada de Alex, del pesado cuello y
joroba, de su lomo musculado. Era fácilmente unos metros más bajo que el
Oso de Alex. Si cambiara su pelo a negro en vez del blanco se vería en su
casa en estos bosques.
Julian se quejó hacia ella. Él quería que llamara a su Lobo. Con una sonrisa,
ella se permitió el cambio, tirando de su Lobo al frente, más que lista para
correr en cuatro patas. Levantó la nariz a la brisa, capturando el tenue aroma
de los conejos, de los ratones, y de un ciervo ocasional.
No había señales de Gary o de sus amigos. Todavía no, de todos modos.
El gran Oso blanco se sentó y comenzó a rodar por el suelo, con un sonido
extraño saliendo de él. Si ella no lo supiera, juraría que se estaba riendo de
ella.
Y, por el picor de sus orejas, la batalla estaba casi sobre ellos, con o sin olor de
Gary.
Él vio su Jeep, pero no a ella. Maldita sea. Ella tendría que haber esperado por
él antes de irse por su cuenta. Dios sabía qué tipo de problemas habría antes
que él la encontrara. Maldito fuera el hecho de que Julian estaba con ella, tenía
que ser él el que la protegiera.
Bunny hizo lo que pudo para calmar su creciente ansiedad. No sabía si ella
había corrido hacia Gary aún o no, pero de aquí en adelante se movería en
silencio, dejando las motos detrás. El sonido de sus Harleys alertaría a Gary de
su presencia, y definitivamente no quería hacer eso. Si tenían suerte, podrían
alcanzar a Gary antes que hiciera algún daño. Si podían llevarlo ante el Alfa y
probar que había desobedecido una orden directa de las autoridades locales,
sería expulsado de Halle, posiblemente incluso sancionado por el Alfa de su
propia manada. Bunny esperaba que fuera así.
"Creo que mi coxis se ha roto." Ella consiguió hacer una mueca de dolor,
sacudiendo su vaporosa falda. "Bueno, maldita sea. Me rompiste el trasero."
Ella miró a Ryan y golpeó el casco con su estómago. Dio una sorprende
respiración. "Vamos, Teddy."
Antes que pudieran empezar, otra motocicleta se detuvo junto a ellos. Bunny
sonrió. Reconoció la moto. "Hey, papá."
"Chicos". Su padre se bajó de su moto, con sus ojos color avellana sombríos,
con su pelo negro rizado por la brisa. "¿Entiendo que es posible que necesiten
algo de ayuda...?" Frunció el ceño a Gloria por un momento antes que una gran
sonrisa cruzara su rostro.
"¿Julian te llamó?"
"El Oso está velando por nosotros", dijo Ryan solemnemente. Bunny asintió, de
acuerdo. Sólo los Osos podrían haberle enviado a su padre una visión.
"Ella tiene razón. Estamos acoplados. Eso es mucho más permanente que el
matrimonio." Aunque, si Tabby quería tener una ceremonia, él estaría orgulloso
de estar en la iglesia y recitar sus votos. De hecho, cuanto más lo pensaba,
más estaba considerando insistir en ello. Sería una forma más de hacerle saber
que le pertenecía a él.
Ryan puso los ojos en blanco. "Vamos, Gloria. Vámonos." Agarró su brazo,
haciendo caso omiso de su intento de apartarse de él. Bunny estaba bastante
seguro que el intento era algo automático en ese punto. "Se fueron por aquí".
"Mm-hmm." Miró hacia el Jeep y vio sus dos montones de ropa. "Y ya
cambiaron." Sus ojos se oscurecieron. No le gustaba la idea de que su Tabby
fuera vista por ningún hombre desnudo, excepto él. No le importaba que en las
Manadas o en los Grupos la desnudez no significara nada durante el cambio.
Significaba algo para él, maldita sea. Su padre nunca permitiría a su madre
correr desnuda, eso era seguro.
Por supuesto, ella se reiría de sus gruñidos y haría lo que se le diera su real
gana, pero su padre exactamente no se lo permitiría.
"Sígueme". Ryan se dirigió por el camino, con Gloria pisando fuerte con sus
delicadas botas a su derecha.
Bunny escondió una sonrisa. Algo le decía que le daría un infierno a su primo,
pero al final ella sería justo lo que él necesitaba.
Tabby gruñó. El hijo de puta se había quedado a favor del viento. Todavía
estaba en forma humana, pero estaba desnudo y listo para cambiar en
cualquier momento.
"Wow, qué casualidad. Aquí estoy, saliendo a correr sin prisa, y ¿sobre quién
vengo a caer? Sobre la desterrada de mierda y su bebé Oso polar."
Tabby puso los ojos en blanco. Julian le patearía el trasero sólo por los
comentarios sobre el Oso polar.
Los dos idiotas que Gary llevaba a todas partes se echaron a reír. Infiernos,
después de seis meses en Halle, todavía no conocía sus nombres. Se habían
movido al flanco de Gary, protegiendo a su precioso aspirante a Alfa. Tabby
resopló. Correcto. Es un Alfa. Y yo soy una Teletubbie 1.
Gary miró por encima del hombro a Julian. "No tengo nada en contra de ti, Oso.
Retrocede y no saldrás lastimado."
Gary sonrió. "Que así sea. Siempre me he preguntado cómo sería luchar contra
un Oso".
La cabeza de Bunny se alzó con el sonido del rugido del otro Oso. "Están más
lejos de lo que pensé".
1
Teletubbie: Popular programa para niños de la TV
"Deben haber cambiado." William comenzó a tirar su ropa. "Ustedes vayan por
delante, yo resguardaré a mi futura sobrina".
"No en esta vida." Pisoteó Gloria pasando a William, parándose justo ante
Ryan.
Una vez más, su quijada cayó. Donde el padre de Bunny había estado, ya se
había sentado un grizzly que con calma se rascaba la oreja. "Oh." Asintió ella al
enorme Oso. El padre de Bunny era el único en la familia que lo rivalizaba en
tamaño. "Está bien. Yo, eh…" Ella se dejó caer, rebotando un poco. "Sentarme.
Quedarme. Lo tengo". Se acomodó sin quitar los ojos de Will Bunsun y se sacó
una piedra, arrojándola a un lado ausentemente.
Eso dejaría una marca. Por la mirada en el rostro de Ryan disfrutaría curando
eso, también.
Bunny asintió hacia Ryan y empezó a cambiar. Podía ver el shock todavía en
Gloria frente a los dos hombres cuando se convirtieron en Grizzlies.
El shock se volvió disgusto cuando la lengua del oso largo pasó por su mejilla
justo antes de que los dos osos se dirigieran al bosque.
Tabby se sorprendió cuando cayó al suelo. Julian la había hecho a un lado con
un golpe de su pata antes de cernirse sobre su cuerpo tendido. Él le gruñó a
los lobos frente a ellos, desafiándolos a ir tras él.
Se puso de pie y corrió tras Gary. Ella tenía una oportunidad para salvar a
Julian y no la iba a desperdiciar.
Con demasiada lentitud. Tabby sabía que se estaba curando muy lentamente.
Aún estaba drenado por haber salvado a Chloe. Si le daban una herida que
fuera demasiado profunda, sus visiones se harían realidad.
Ella trató de saltar hacia él, decidida a protegerlo, pero cuando sus mandíbulas
fuertes sujetaron su pata trasera la arrastró de nuevo. Ella echó la cabeza atrás
y aulló de dolor, esperando desesperadamente que Alex la escuchara. Si no
venía pronto, perdería a Julian.
Bunny se puso furioso. No pasó mucho tiempo antes que pudiera escuchar los
espasmos y gritos de la lucha. Puso una ración extra de velocidad, sabiendo
que un segundo podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Diez pasos más y los vería, donde tenían que estar. Nueve... ocho... siete...
Tabby gritó, con el sonido lleno de angustia. Y Bunny, aterrorizado, corrió más
rápido.
Julian apenas respiraba, su pelaje estaba manchado de sangre, con su color
dorado de un verde oscuro a los ojos de su Lobo, casi mezclándose con el oro
suave de sus hombros. Ella podía oler el olor cobrizo de su sangre, de la suya
propia y de los Lobos a su alrededor. Por lo menos había logrado bajar unos
cuantos ataques de antes de caer.
Ella golpeó a Gary, tratando de zafarse de él. Ella luchó, pero no pudo
liberarse, no sin romperse una pierna. Se dio por vencida y se dejó arrastrar de
vuelta, sabiendo lo que él iba a tratar de hacer a continuación.
Bunny se paró, viendo la escena con ojos furiosos. Desde el color rojo brillante
de la sangre enmarañada en el pelo de Julian, con su garganta casi
destrozada. Ya podía decir que el Oso estaba inconsciente, incapaz de ayudar
a Tabby en su lucha.
Tabby estaba bajo Gary, con el aspirante a Alfa Lobo intentando montarla. Su
color marrón oscuro y pelo estaba tan enmarañado con la sangre y la suciedad,
que el pequeño mechón de color verde de su parte superior era apenas visible.
Ella gimió de dolor cuando trató de poner su peso en su pata trasera. La pierna
cedió bajo ella, con el choque cerca de darle la oportunidad a Gary de entrar en
ella. Ella se quebró y gruñó, tratando de jalar de Gary, pero él la sostenía por el
cuello y ahora estaba encorvando sus caderas hacia adelante, tratando de
follar a la pequeña Lobo.
Y se sintió bien.
Gary soltó e intentó retroceder, pero ya era demasiado tarde. El Oso pardo lo
golpeó con su enorme pata, enviando al lobo a volar por el aire. Tabby gimió,
con su cuello sangrando en donde Gary había tratado de hundir sus dientes.
A veces era fácil olvidar que los Osos eran omnívoros. Ella nunca olvidaría eso.
Ella se puso en pie, haciendo una mueca, incapaz de poner todo su peso sobre
sus patas traseras.
No estaba rota, pero se sentía torcida de mala forma. Ella le acarició la pierna a
Alex, mientras él se establecía de nuevo a cuatro patas. Era enorme, mucho
mayor que el otro grizzly. Ella se acercó y lamió la parte inferior de su
mandíbula, apenas capaz de llegar a él con la punta de la lengua.
Los ojos de Alex nunca dejaron a Gary, pero los locos gruñidos disminuyeron
con su demostración de afecto. Ahora, la pura rabia se filtraba a la
determinación, convirtiendo lo que podría haber sido una masacre en una
ejecución. No tenía dudas que Alex ganaría.
Gary se levantó para luchar contra él, utilizando las tácticas que las Manadas
usaban para derribar a grandes presas, pero el were estaba fuera de balance.
Bunny, gracias a su don de Oso, supo que Gary se había golpeado la cabeza
muy duro y probablemente estaba luchando contra una conmoción cerebral.
Eso, añadido a las costillas que se había roto cuando se había golpeado contra
el árbol, lo hacían más lento y mucho más torpe de lo que había estado cuando
se había enfrentado a Tabby y a Julian.
Pobre perrito. Bunny sonrió, mostrando sus colmillos. Alargó un brazo y Gary
se tambaleó. No estaba listo para terminar la matanza todavía. Él quería que
Gary sufriera primero.
Tabby ladró. Él lanzó una rápida mirada a ella, sorprendido, cuando salió
cojeando en dirección a Julian. El otro Oso no se veía bien. No se estaba
curando tan rápido como debería. Los poderes del Espíritu legendario del Oso
parecían haberlo abandonado.
Mierda. Lo que Julian había hecho para ayudar a Chloe lo había debilitado más
de lo que Bunny había pensado al principio. Necesitaba ayuda, y la necesitaba
pronto.
Afiladas garras, dientes brillando, pelo volando, y el olor de la sangre asaltó sus
sentidos. La batalla era real. Cada were hacía lo posible por salvar a los otros,
Gary luchando por su vida, Alex luchando por su compañera y por la vida de su
amigo. Los dos lobos que habían venido con Gary estaban tirados, derrotados
por Ryan, en tan corto período de tiempo que Tabby se sorprendió de lo mucho
que le estaba tomando a Alex terminar la batalla. Los dos lobos que habían
ensombrecido cada movimiento de Gary, incluso habían cambiado, estaban
tendidos desnudos y se veían patéticos, cubiertos de tierra, sangre y lágrimas.
Daban balbuceos, pidiéndole al enorme Oso pardo misericordia.
Ryan los dejó y volvió su atención a Julian. Ella sabía de la curación poderosa
de los Osos y esperaba que pudiera ayudarlo. Porque aunque oía el latido del
corazón de Julian, éste se estaba reduciendo.
Bunny vio su oportunidad y cargó contra el Lobo, arrastrando sus garras abajo
a la izquierda del anca de Gary, abriendo su cadera hasta el hueso. El Lobo
cayó, incapaz de poner su peso sobre la pierna.
Bunny se movió rápidamente a su alrededor, con su gruñido instando al audaz
lobo para que retrocediera.
Tabby cojeó hacia él, y el dolor que ella sentía selló el destino de Gary.
Capítulo Nueve
Tabby intentó detener a Alex de matar a Gary. Demasiadas preguntas se
harían si un hombre era encontrado desnudo, mutilado por un Oso pardo. Pero
aun cojeando tan rápido como podía, no era lo suficientemente rápida. Así que
se sorprendió cuando un cuerpo dorado separó a Bunny de su presa. Ella se
puso rígida, sabiendo qué estaba bloqueando a Alex.
"Realmente, no quieres hacer eso." Max Cannon dio un paso de entre los
árboles, gloriosamente desnudo. Ella ignoró el resplandor de Alex y le dio un
buen vistazo antes de, con cortesía, darle la espalda a la desnudez de su Alfa.
En pocas palabras, el hombre era como un puto dios dorado. ¿Cómo no lo iba
a mirar?
Por el gruñido de Alex, ella pagaría más tarde por ese pedazo de caramelo
gratuito para los ojos. En ese momento, tenía cosas más importantes con que
tratar.
"Igual que ¿Quién era su Alfa, y por qué pensaba que estaba bien
desobedecerme aun estando en las tierras del Grupo?" Esa invisible niebla se
derramó del Alfa, exigiendo la complacencia de todos a su alrededor.
"Jesucristo en un palo saltarín. ¡Eres enorme!" Tabby rodó los ojos que
aterrizaron en el cuerpo desnudo de Emma Cannon. Ella se puso de pie,
mirando con los ojos abiertos a Alex, con su cabeza apenas llegando a su
pecho. "¿De qué demonios se alimentan ustedes... de dónde son? Los
elefantes te deben mirar y decir: "¡Maldita sea, eres grande"
Hubo un suspiro. "Emma. ¿Podrías explicarnos qué sucede aquí?"
Una mujer Puma rebotó hacia ella y ladeó la cabeza, gruñendo cuando vio que
Tabby tenía un ojo abierto y que veía al Alfa. Tabby supo quién había sido
inmediatamente y cerró los ojos otra vez. Al parecer, a la Curana no le había
hecho gracia, y ella era mucho más grande que Tabby.
Gary estaba jadeando, pero Tabby no se atrevió a abrir los ojos para mirarlo.
"Estas no son las tierras del Grupo."
"Pensé que no. Bunny, ¿por qué no vuelves? Preferiría no tener que explicar
que una golpiza se llevó a cabo en Halle, sobre todo una golpiza por un grizzly.
Si tu familia y tú se quedan, tenemos que mantener tu presencia lo más
silenciosa posible. No necesitamos que Pesca y Vida Silvestre husmeé,
preguntándose cómo podrías mover tu difuso trasero hacia el oeste."
Ella abrió los ojos para encontrar a su compañero desnudo inclinado sobre ella.
Ella gruñó cuando vio a su Curana levantarse. Tabby cambió de nuevo,
después se echó a reír cuando el gato grande fue arrastrado por Max y se la
llevó de vuelta con los otros Pumas.
Un suave gemido hizo que ella mirara hacia atrás al Oso Blanco. "¡Julian!" Se
puso de pie, haciendo caso omiso de sus propias heridas. Sanarían con el
tiempo. Las de Julian podía ser que no.
Ryan estaba sobre él, con los ojos cerrados. La concentración en su rostro
humano era difícil de pasar por alto. Estaba haciendo todo lo posible por curar
al otro Oso. Las heridas comenzaron lentamente a cerrarse, pero sin el flujo de
gracia que había visto utilizar a Julian. "¿Alex?"
"En ello." Alex se unió a su primo sobre el cuerpo maltratado de Julian. Cerró
los ojos y se alejó de ella, mientras llamaba a la espiral del camino de la
curación. Ella no tenía idea de qué quería decir con eso, pero si lo había
guardado para Julian, estaba bien para ella.
"Tabby".
"Detente". Gabe Anderson dio un paso hacia adelante, el Marshall del Grupo
estaba detrás de él. Ambos hombres parecían sombríos. "Este hombre es
declarado un paria. Por lo tanto, es mío." Sonrió, con la mirada perversa. "Me
preguntaba cómo se sentirá ir de caza. Ahora lo sabré".
"No sólo desobedeciste al Alfa local, sino que intentaste algo que es
considerado un anatema para todos los were. Has intentado violar a la
compañera de otro hombre. Esto te hace un canalla". Gabriel Anderson de
repente pareció diez veces más peligroso de lo que nunca se había visto.
Levantó a Gary por el cuello, haciendo caso omiso de los sonidos de asfixia
que el Lobo hacía y de los jadeos de asombro de sus compañeros de Manada.
"Si hubieras tenido éxito y hubieras huido, yo te hubiera perseguido. Tal vez te
hubiera entregado al Senado de la justicia." Él se movió más cerca de la cara
de Gary, mientras sus colmillos se estiraban, y sus ojos se llenaban
intermitentemente de oro. "Tal vez". Dejó caer al suelo Gary. "Ahora serás
arrestado y llevado ante un Tribunal. Y veré que pagues por lo que has tratado
de hacer hoy." Se inclinó hacia abajo. Gary se estremeció, con su rostro
contraído y gris.
"Y si tratas de escapar de mí, dejaré que Bunny te tenga." Susurró al oído de
Gary durante mucho tiempo. Tabby no podía entender lo que decía, pero tuvo
la impresión que Gabe estaba diciéndole a Gary sobre la reputación de Alex y
cómo había llegado a tenerla. "¿Nos entendemos?"
"Bien". Gabe dio una palmada en alto, sorprendiéndolos, no sólo a Tabby, sino
a todos los demás también. "Ustedes dos idiotas, levántense. Tendrán que
pasar unos días en la cárcel, mientras hago los arreglos con el Tribunal."
Casi los habían matado a Julian y a ella, y ¿Para qué? ¿Por deporte? ¿Porque
podían hacerlo?
"¿Por qué?"
Los Lobos se detuvieron. Gary se volvió hacia ella. No había miedo en sus
ojos. "¿Por qué?"
"Sal de aquí antes que cambie de parecer y deje que Bunny te coma."
Max estaba mirando a Julian, con expresión de pregunta. "Lleven a Julian con
Jamie. Él se asegurará que el Oso sea bien atendido."
Ryan miró al Puma Alfa. "¿Te importaría ayudarme con una pata? Porque no
podré remolcar a un Oso de trescientas libras por el bosque por mí mismo."
"Oh, vaya, que penes tan grandes." Emma Cannon, ahora de nuevo humana,
rebotó por los alrededores de su compañero. Envolvió ambas manos alrededor
del trasero de Julian y lo levantó. Y lo levantó.
Emma miró a los Pumas, con la mano en el trasero del Oso, con la suya
atrapada en el aire. Cada par de ojos masculinos se dirigieron inmediatamente
a las copas de los árboles sobre ellos, menos uno. Esos ojos azul cielo
admiraron ese trasero desnudo de su compañera mientras ella se esforzaba
por levantar un Oso de quinientas libras por el trasero. Sin embargo, ella se las
arregló para sonar como una reina cuando preguntó: "¿Un poco de ayuda aquí,
por favor?"
Ella optó por no decir nada, pero dejó que su Grupo lo cargara. Después que
habían hecho tanto por ella y por Chloe, Julian se merecía un poco de mimo.
Simon se rió. "No puedes oscilar de esa forma, Adrian, pero al parecer él sí lo
hace."
*****
"¿Sabías que tienes una cresta de color verde cuando eres Lobo?"
Su Tabby parpadeó hacia él. "¿Eh?"
Bunny se echó a reír, secándose el pelo verde húmedo de sus ojos. "Sí". Agitó
la parte superior de la cabeza, enjuagándose el champú. "Justo aquí. Verde
lima, igual que tu pelo."
“Oh sí".
"Me he visto en los estanques, Baloo. Confía en mí, no hay verde, no".
"Hmm." Ella se inclinó hacia los golpes de la toalla, con los ojos cerrados, con
la garganta expuesta. Era jodidamente increíble la forma en que ella confiaba
en él para cuidar de ella. Él nunca, nunca le haría daño. "Está bien. ¿Qué
pasa?"
"Te secaré antes que cambies." Ella inclinó la cabeza, viéndose confundida.
"No quiero que la habitación huela a perro mojado".
Ella le hizo cosquillas de nuevo. Maldita sea, ¿cómo había descubierto que era
delicada? Lo que no era justo. A pesar de todo lo que habían pasado ese día
ambos estaban riendo cuando salieron de la ducha. Él le secó con una toalla el
pelo lo mejor que pudo. No era como si fuera un secador de pelo. Hablando de
eso... "¿Me harías un favor?"
Ella sonrió. "Saca la cámara. Tengo planes para tu culo." Ella buscó en el
cuarto, con el pelo húmedo pegado a su cara, con su redondo trasero
llamándolo.
Maldita sea. Su compañera era tan sexy. Él corrió por su equipaje y sacó la
cámara digital. "¿Lista?"
"Sí, tenemos problemas con los verdes, que tienden a verse de color gris para
nosotros."
"Los Osos tenemos una visión completa del color sin importar la forma que
estemos".
Ella puso los ojos en blanco. "Esa no fue una apuesta justa entonces."
Él sonrió hacia ella. "Hey, te lo dije y no me creíste. Eso hace que sea más que
justa." Redujo sus ojos, con su sonrisa pasando a algo más salvaje.
Ella puso mala cara hacia él a través de sus pestañas antes de acomodarse
con gracia sobre sus rodillas.
Ella sabía lo que quería, también. Tomar su pene con la mano para darle un
poco de calor y chuparle la cabeza, con su lengua arremolinándose alrededor
de la abertura, lamiendo el líquido pre-seminal que había comenzado a filtrarse
a través de la punta. Dios, se veía tan bien con su pene en su boca, con sus
labios carnosos y maduros envueltos alrededor de él, tratando de tomarlo todo.
Ella se dejó caer, hundiendo la nariz en sus rizos y maldita sea si él no la sintió
bien ahí en ese momento. No creía que se cansaría nunca de la forma en que
ella lo bajaba hasta la raíz. Nunca había tenido una amante que lo chupara de
la forma en que ella lo hacía. Él la tiró hacia atrás, arrastrando su lengua a lo
largo de su longitud.
Ella se detuvo, hasta la mitad de su pene, con sus fosas nasales dilatadas.
"En la cama. Quiero degustarte también."
Ella lo liberó, sólo para ponerse de pie y voltearse hacia él. Él la dejó, teniendo
curiosidad por ver lo que iba a hacer. Ella lo empujó y tiró de él hasta que
estuvo de espaldas en el medio de la cama, con las piernas a horcajadas sobre
su cara, con su boca una vez más descendiendo sobre su pene.
Perfecta. Ese delicioso trasero suyo había quedado exactamente por encima
de él, con esa deliciosa vagina montada en su boca. Eso era justo de lo que él
estaba hablando. Él comenzó a comerse a su compañera, lamiéndola con
golpes firmes, agujerando su clítoris, una y otra vez.
Con ella, se podía dejar ir, ser un poco peligroso, y ella regresaría y le exigiría
más.
Ah, sí. Justo ahí. Él chupaba su clítoris con su boca y tarareaba y eso era todo
lo que ella necesitaba. Ella se vino, aullando alrededor de su pene, con su
lengua trabajando furiosamente para hacerlo venir también.
Pero él no se vino con ella. Todavía no. Esa mano en su pelo se apretó, con lo
que un chorro fresco de placer se revolvió con el punzante dolor. Él la quitó de
encima, rodándola debajo de él, y atacó su vagina con su boca,
mordisqueándola, lamiéndola, chupándola hasta que ella estuvo gritando
debajo de él, pidiéndole que la follara. Ni siquiera se le había ocurrido a ella
hasta que él se movió que había sacado su pene de su boca. Se dio la vuelta
alrededor y la empaló con una gran estocada, follándola como un loco. Ella
envolvió sus piernas alrededor de su cintura y se aferró a él, con sus uñas
arañando sus bíceps, dejando largos arañazos en su espalda. Sus ojos color
avellana se oscurecieron y gruñó hacia ella. Él le tomó las manos y las
acomodó encima de la cabeza, ignorando su gruñido de protesta.
Él inclinó la cabeza y mordió su pecho, lamiendo todo su pezón hasta que ella
estuvo lista para morderlo de frustración.
Cuando él la marcó allí, justo encima de su pezón, ella se vino con tanta fuerza
que casi se desmayó.
"Sí, sí, Tabby," Murmuró él con los dientes apretados. Pulsó dentro de ella, con
sus ojos atormentados con éxtasis, dando un profundo gemido,
estremeciéndose al escapar de entre sus labios.
Alex abrió los ojos y se inclinó hacia ella, tomando su boca con un dulce y
suave beso. Su mano estaba envuelta aún en su muñeca. "Te amo".
"No lo sé". Flexionó sus propias caderas, lo que lo hizo jadear. Todavía estaba
duro. "No creo que haya terminado con ellos todavía."
Su agarre se apretó, pero no tanto que le causara dolor en ese momento. Sino
sólo lo suficiente como para decirle que no saldría de esa cama pronto. "¿Me
permites?"
Ella mantuvo la sonrisa de su cara, haciendo su mejor esfuerzo para verse
sensual. Ella no había terminado con él, tampoco.
*****
Dentro de la tienda dos personas estaban conversando con Emma, pero ella no
pudo conseguir darle una buena mirada. Todo lo que vio fue un destello de pelo
rojo y el sonido tintineante de risas femeninas.
"¿Tabby?" Emma se movió hacia ella con las manos extendidas. "Tengo a
alguien que me gustaría que conocieras."
Las cejas de Rick se levantaron con las palabras de miembro del Grupo.
"Tabby, estos son los Alfas Poconos".
Así es. Estoy fregada. Ella asintió respetuosamente. "Señor y señora Lowell".
Casi les habló de todo el sexo que ella y Alex habían estado teniendo. Decidió
en el último momento que era probable que no estuvieran interesados, ya que
en ese momento, tanto Rick como los ojos de Bella se habían comenzado a
poner vidriosos.
"¿Puedo tomar un poco de agua?" Graznó Tabby. Su boca estaba seca, pero
el peso de la potencia del Alfa había desaparecido.
"Dios así lo espero." Belle cojeó hacia el sofá, haciendo caso omiso de la forma
en que Rick casi saltó a su lado. "No sé si podré soportar otra ronda de eso
que fue su vida". Se acomodó con un suspiro, frotándose la cadera con una
mueca de dolor.
"¿Quién fue tu antiguo Alfa?"
"¿De dónde?"
"Dirección".
Ella hizo una mueca de dolor. Pensó que él tenía qué comprobar su historia y
decidir por sí mismo si se podría quedar o no.
"Él quiere que vayas a casa. Incluso tus padres quieren volver a verte. Saben
ahora que lo que el Alfa hizo estuvo mal." Belle dio unas palmaditas en el
asiento junto a ella. Tabby se dejó caer en el asiento, sorprendida por lo que
estaba escuchando. "Tienes opciones. Una, puedes hacer lo que Micah quiere
y volver a Marietta. No cabe duda que todos te recibirán muy bien y te
mostrarán los boo-hoo, y los ah-cómo-lo sentimos. Dos, puedes quedarte en
Halle y decirles que se vayan a la mierda, muchas gracias. Que, francamente,
es la opción que yo personalmente tomaría". Belle le dio la sonrisa más vacua
que había visto, volviéndose de Luna fuerte en Barbie chica-fácil en el lapso de
segundos. La aguda inteligencia detrás de esos ojos verdes desmentía su
apariencia, dejándole a Tabby una sensación desconcertante y un poco fuera
de equilibrio. "Asegúrate de usar una pistola de aire para remachar el clavo.
Odian eso."
“Belle".
Ella se quedó sin aliento. ¿Irse a Poconos? ¿Dejar Halle? ¿Unirse a una nueva
Manada? ¿En realidad era eso lo que quería?
"Quiero decir, ¿Qué Lobo que se precie querría vivir con todos estos gatos...?"
Ella gruñó, hasta que vio la sonrisa malvada en el rostro del Alfa.
"Ellos se pelean por las palabras, Fido." Luna se estaba riendo con él.
"Además, por el sonido de ese gruñido, creo que es una decisión".
"Nadie dijo que ella no podía ser de una Manada y de un Grupo al mismo
tiempo." Rick levantó la mano de Belle y le besó los nudillos. "Tú lo has
demostrado."
"¿Hmm?" La Curana sirvió el té del servicio de té de plata con calma, con sus
ojos color marrón bailando de alegría.
Rick asintió. "Pudiste no haber hecho nada durante esos años en que estuviste
sola. Pudiste haber causado mucho daño, hecho un montón de travesuras. En
su lugar, optaste por hacer tu camino como Lobo, viviendo de la tierra. Ni una
sola vez causaste problemas. Y cuando te uniste a la raza humana,
comenzaste a trabajar para conseguir tu sustento, conseguiste tu licencia de
conducir, un trabajo, y un apartamento. Eso no le grita amenaza ni a mí ni a mi
Manada".
"Pero..." Sólo una cosa estaba muy clara en su mente. "No quiero dejar Halle".
En Halle estaba en casa.
"Nadie dice que tienes que hacerlo." Los ojos de Rick se redujeron con el
pensamiento. "Puedes ser embajadora en Halle".
Ella estaba segura de que parecía un pez fuera del agua, brincando y jadeando
como loco.
Y así otro manto cayó sobre ella, el de la aceptación. Era similar en sentirse
parte del Grupo, pero de alguna forma era más salvaje, más terrenal. Más
integrada.
"Cumpliré con el protocolo y configuraré tu presentación formal a la Manada
más tarde. Por el momento, Bienvenida a la Manada."
La voz mental de su Alfa de Manada fue fuerte y segura. Tabby hundió la cara
en sus manos y lloró.
Tabby se echó a reír entre lágrimas. "Espera a que conozcas a Julian." Luna
amaría a su amigo. Tenía la sensación de que serían dos de la misma clase.
*****
"¿Cómo te sientes?"
Por la cantidad de blanco en su pelo, ella debería haber sabido que no. Por
suerte, él estaba trabajando para Jamie Howard en una práctica privada. El
hombre había dado una mirada a su pelo casi blanco y a sus ojos de color gris,
y lo había puesto en reposo en cama por las siguientes dos semanas. Por una
vez Julian no había discutido. Eso le permitía conocer más de lo mal que se
sentía. "Cuidaremos de ti."
"Es lo menos que podemos hacer." Alex se dirigió a la habitación con una taza
del té favorito de Julian. Habían pasado dos días desde el incidente en el
bosque y aun así no había dejado su lado durante más de unos minutos. Era
lindo, de una sobre-protectora, cavernícola forma, pero ella sabía que llegaría a
viejo muy rápido. "Además, eres de la familia. ¿Recuerdas?"
Julian se dejó caer sobre la almohada con un suspiro cansado. "Tus tías y tu
madre me están volviendo loco."
Maldito fuera ese chico. Había terminado haciendo tres cajas. Había
conseguido hacer dos conjuntos de panqueques. Se sintió afortunada de
todavía tener todos los dedos. Por lo menos había conseguido su parte
equitativa en el tocino. A veces se pagaba por cocinar.
Julian asintió y arrojó su brazo sobre sus ojos. "Te lo juro, si me das un cuenco
de más de sopa de pollo, voy a gritar."
"¿Sopa de pollo?"
Julian levantó el brazo lo suficiente como para mirarla. "Para el desayuno." Tiró
el brazo hacia abajo cuando ella empezó a reírse.
"Voy a buscar algunos pasteles, tal vez una hamburguesa de Frank." Ella le dio
unas palmaditas en la rodilla, tratando de calmar al pobre, herido bebé.
"Si la tía Stacey está aquí, entonces las primas están todas aquí, también."
"¿Y Chloe?" Alex se volvió a Julian. "Sé que ella está sintiéndose un poco
mejor, pero... parece confundida".
Alex parpadeó. "Está teniendo algunos problemas para mantener las cosas en
orden. El médico dice que eso deberá desaparecer con el tiempo."
"¿Está teniendo problemas con una de sus manos?" Julian apretó el puño
izquierdo.
"Sé cómo se siente, y creo que puedo hablar con ella." Frunció el ceño. "No es
una persona muy simpática, ¿verdad?"
Alex se limitó a sonreír, pero su expresión era cansada. No todo estaba bien en
el mundo de su primo, y la tensión se mostraba en toda la familia. "Jim
finalmente llegó aquí. Ha ido a verla dos veces ya."
"Lo sé." Julian hizo una mueca. "Le dijo otra vez que ella es demasiado joven
para él. Justo lo que necesitaba oír cuando ella tiene una larga recuperación
por delante."
"A la mierda." Alex se pasó la mano por la rapada cabeza. Tabby se había
hecho cargo de él esa mañana. "No me extraña que pareciera un poco
deprimida esta mañana."
"Se habrá imaginado algo. Y si no lo hace, está bien." Tabby permitió que sus
colmillos se mostraran. "Eso es para lo que es la familia."
La mala sonrisa que los tres compartieron no presagiaba nada bueno para el
reacio compañero de Chloe.
"Hay algo que ustedes dos necesitan decirle a Max por mí."
"Algo que sigue estando mal. Está ligado a lo que ocurrió con Gary, y es sólo el
principio. Creo que habrá problemas con la Manada Poconos también."
"Mierda, no me gusta esa mierda críptica." Alex se frotó los ojos. "Qué diablos
significa eso. ¿Qué te parece?"
Tabby vio la emoción atravesar la cara de Alex. Se podría decir que Gabe
estaba en el teléfono, pero no podía oír lo que estaba diciendo. Cuando colgó,
pareció aturdido. "Bueno, creo que conozco una de las respuestas. Gary
estaba definitivamente trabajando para alguien del Medio Oeste. Resulta que él
y sus amigos fueron contratados para venir aquí. Sus registros fueron alterados
para aparecieran en la lista de las computadoras de la universidad como
nuevas transferencias."
Alex sacudió la cabeza. "Se niega a decir algo más. Todos lo que Gabe sabe
era que estaban aquí para observar, pero no dijo por qué. Gabe tiene la
esperanza de que el Tribunal saque más provecho de ellos." Si alguien era
capaz de encontrar la verdad, esos serían los hombres y mujeres que
conformaban el Tribunal.
"Espera". Tabby se levantó. "¿Sabe Gabe si Gary fue el que atacó a Chloe?"
"Entonces yo diría que sí." Escuché a Alex ordenar las pizzas. Una meat’s
lover, con doble de tocino, una hawaiana, y una de espinacas, tomate y ajo.
"Bien. Me alegra que mi compañero no coma ajo".
Julian gruñó.
"No es así, ¡Qué pervertido! Caray. Ella ha estado murmurando sobre buscarlo
y patear su trasero hasta que se queje como un bebé".
"Yo le dejaré eso a Bunny. Hablando de eso, ¿por qué una parte del trasero de
Gary está vivo y fue llevado a la cárcel? Me sorprende que Bunny no sólo
matara a ese hijo de puta y acabara con él."
Julian ladeó la cabeza. Parecía que estaba escuchando algo que sólo él podía
oír. "No sería la primera vez."
"No para ti. Ni para Bunny, tampoco. Bunny prefiere mutilar en lugar de matar."
Tabby hizo una mueca. Todavía se estaba acostumbrando al hecho de que el
Alex que conocía hubiera sido el mismo Grizzly que lo había hecho retroceder
con miedo. "No, los Pumas lo han hecho antes. No sé cómo, o por qué, sin
embargo."
"Bueno, yo soy el cazador y dije que lo necesitábamos vivo, así que Alex lo
dejó vivir."
"¿Es verdad que el hombre que trató de arrancarme la garganta se hizo pipí?"
"Sí".
"Oh. Nop. Nunca me hubiera gustado su sabor." Se volvió a Tabby con una
sonrisa. Sólo ella pudo ver cómo la sonrisa no alcanzó sus ojos. "¿Realmente
querrías dame un beso si tuviera aliento a Gary?"
"Ugh." Ella exageró estremecerse e hizo una mueca. "Gracias por ese
pensamiento. Ahora bien, ya no tengo hambre."
La tensión en Alex se alivió. "Más para mí, entonces." Tomó su mano entre las
suyas. "¿No lo sientes, porque no lo hice pedazos, entonces?"
"Nop. Deja que enfrente a la justicia. Por lo que he oído, Gabe dice que lo
harán desear haber muerto en tus garras." Ella se acurrucó con sus dedos
alrededor de los suyos, con la alegría fluyendo a través de ella. Él estaba allí a
su lado, y en ese momento era todo lo que necesitaba. "¿Alguna idea de
cuándo sabremos de Gabe?"
"Depende del tiempo que le tome a él terminar con Gary. Podrían ser minutos o
días."
"Rayos".
Tabby parpadeó ante el tono reflexivo en la voz de Julian. "¿Y ahora qué?"
"Podría entrar en los sueños de Chloe otra vez, a ver si puedo encontrar algo.
Es posible que se acuerde de su atacante en algún lugar profundo de su
subconsciente."
"El infierno no." Bunny casi empujó a Julian de la cama. "Hazlo y no sólo
llamaré a las tías, sino también llamaré a las primas. A todas las primas".
"Mierda. No hay necesidad de ser malo." Julian se empujó hacia atrás. Alex
apenas se movió. "Está bien. Tal vez puedas llamar a otra persona para que la
pueda ayudar."
Tabby puso los ojos en blancos y salió de la cama. "Podemos dejarlo salir de la
cama. Está muy bien."
Alex soltó una carcajada mientras el timbre sonaba. "Voy. Dios, es como si
tuviera un cuñado ahora. Un dolor en el trasero, sarcástico, un cuñado sabe-lo-
todo."
"¿Hay de algún otro tipo?" Julian le gritó. Él puso sus brazos bajo su cabeza.
"Me gusta esta ciudad." Empezó a reírse. "¿Hey, Bunny? Si ya he sido
adoptado por tu tía y ya he adoptado a Tabby como mi hermana, ¿significa que
tu apareamiento es ilegal? Porque en realidad los primos hermanos no
deberían casarse, ya sabes."
*****
Alex se quedó en las puertas del Arte Viviente. Podía ver a dos de las mujeres
riendo y hablando a través de la ventana de vidrio. Cyn parecía toda relajada
mientras trataba de convencer a Gloria de hacer Dios sabe qué. No había
ninguna señal de Tabby.
En el interior, estaba helado hasta los huesos. "Así que lo que estás diciendo
es que Gary no fue el que persiguió a Chloe".
"No". El sonido del suspiro de Gabe fue metálico a través de su auricular. "Él
sabía quién era Chloe, sin embargo. Ella fue víctima de una de las personas
que enviaron a Halle para mantener un ojo sobre ella. Y quiero que sepas esto.
Los cazadores de otras partes del país han encontrado tres cuerpos con un
Modus operandi similar. Todos eran mestizos."
"¿Mestizos?" Ahora ése era un término que no había oído desde la última vez
que alguien había llamado a uno de sus primos así. Pero bueno, Harry había
dicho que el brazo de Barney se había curado.
En su mayor parte.
Silencio. Mierda. "Buena pregunta. Si es así, se las arreglarán para hacer que
parezcan accidentes".
"¿Por qué?" Alex quiso golpear algo. Habían pasado seis semanas desde el
ataque de Chloe. El informe anual del baile de disfraces de Halle fue de dos
días, y ya habían pasado. Él y Tabby comprarían una casa a tres cuadras de la
de Simon y del lugar de Becky Holt al día siguiente. Habían dado un vistazo al
anuncio de Venta de la casa en ladrillo rojo y había dado un pequeño grito de
alegría. ¿Cómo no iba a comprarla para ella?
Y esta mañana Tabby le había dicho que pensaba que estaba embarazada.
Julian se había reunido con ellos para el desayuno, dándole una mirada a
Tabby, ordenándole un vaso grande de leche y pidiéndole una cita con un
médico. A ella no le había hecho gracia, pero se había bebido la leche e iría a
la cita con el médico que Julian le había recomendado. Se había estado
guardando lo de su embarazo para que fuera una sorpresa, sin saber que Alex
probablemente lo hubiera notado en un día o dos de todos modos. No había
nada en su cuerpo sobre lo que no mantuviera un ojo. El pensamiento de su
cachorro creciendo en ella hizo que su corazón estuviera cerca de dar un
vuelco. El temor de que alguien estuviera persiguiendo mestizos, poniendo en
peligro a su hijo y a su compañera, lo hacía ver rojo.
"No tengo idea, pero lo averiguaré, comenzando con una llamada telefónica
anónima al 911. Alguien debió haber visto algo esa noche y había llamado por
Chloe o habría estado muerta antes que la ambulancia llegara. Averiguaré
quién es y lo que sabe así tenga que sacudir a este maldito pueblo flojo para
hacerlo." Y como cazador, Gabe era más que capaz de hacer precisamente
eso.
"Yo diría que sí. Ella sobrevivió y, conforme pase el tiempo, podría recordar
más sobre sus atacantes."
Alex sonrió. "Hey, esto es lo que hace una familia, ¿verdad? Nos ocuparemos
de la nuestra."
Gabe se quejó. Había hecho el comentario en más de una ocasión de que
consideraba a Chloe como una hermana pequeña. Su tía Laura había decidido
que era suficiente para declararlo parte de la familia.
"Creo que debes saber que Tabby está embarazada." Y si alguien va tras de
ella o sus cachorros, él hará lo que tenga que hacer. Si no ha aprendido nada
desde que llegó a Halle, Tabby era la única necesidad real en su vida. Haría
cualquier cosa por mantenerla segura. Incluso con la bestia que con tanto
esfuerzo contenía.
*****
Su pelo verde apareció antes que ella. Una gran sonrisa adornaba sus
carnosos, sensuales labios.
"Hola, cariño."
Cyn metió su dedo en el pecho de Julian con un gruñido. "¡Maldita sea Julian!
¡Por última vez, no te tatuaré "Propiedad de Cyn" en el trasero!"
Tabby se echó a reír, y sólo con eso su día se veía mucho más brillante en
conjunto. Él protegería eso, lo que había encontrado ahí, con cada fibra de su
ser. Dios tuviera piedad de todo aquel que intentara alejar eso de él. ¿Debido a
qué?
Fin
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