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La Constitución Comentada Tomo I
La Constitución Comentada Tomo I
TOMO I
OBRA COLECTIVA
ESCRITA POR 180 DESTACADOS JURISTAS DEL PAÍS
CONSTITUCIÓN
COMENTADA
ANÁLISIS ARTíCU LO
Edición actualizada
y con nueva jurisprudencia ::
del Tribunal Constitucional
ARTÍCULOS 1 at¿9
CUARTA EDICIÓN
<^hlWÉÍMÍlliaROjÓ T ?
ARTURO CRISPÍN SANCHEZ
arsaACETA
WBbZS^JURIDICA
Av. Angamos Oeste 526. Urb. Miradores
Miraliofes, LÉma ■ Perú / ®(01} 710-8900
vA'JYAgacfltajuíidica.com.pe
LA CONSTITUCIÓN COMENTADA
Análisis artículo por artículo
TOMO I
En los últimos años hemos presenciado en nuestro país cómo la discusión sobre di
ferentes disposiciones de nuestra Carta Fundamental se ha intensificado, no solo debido
al desarrollo jurisprudencial a nivel constitucional -véase, por mencionar un ejemplo, el
reconocimiento de nuevos derechos- sino también a raíz de múltiples eventos de carác
ter histórico que han sucedido en el marco de las relaciones entre los poderes del Estado,
desde la disolución del Congreso hasta la vacancia presidencial, así como aquellos que
se suscitaron de manera extraordinaria, como la pandemia provocada por el Covid-19.
De tal modo, la obra se inicia con un análisis del Preámbulo constitucional, para luego
continuar con un estudio exegético de todo el Título I dedicado a la persona y la sociedad,
donde se desarrollan los derechos fundamentales y los derechos sociales y económicos. En
tal sentido, se aborda desde el derecho a la dignidad humana, el derecho a la igualdad y no
discriminación, el acceso a la información pública, la cláusula de derechos no enumerados
hasta el derecho a la seguridad social, el derecho a la educación, entre otros.
.El segundo tomo comprende el capítulo relacionado con los derechos políticos y el
dedicado a la función pública. De esta manera se examinan derechos como la participación
política, mecanismos como el referéndum hasta cuestiones como la can-era administrativa.
Del mismo modo, se comenta exegéticamente el Título II referido al Estado y la Nación,
así como el Titulo III dedicado al régimen económico. Así, se desarrollan cuestiones como
el derecho a la nacionalidad, la libertad de empresa, la economía social de mercado, la
tutela del consumidor, la propiedad, entre otros.
El tercer tomo se ocupa del Título IV dedicado a la estructura dei Estado, abordándose
aspectos como las funciones y competencias de los Poderes Legislativo y Ejecutivo. Así,
se tratan cuestiones como el estatuto parlamentario, la acusación constitucional, el régimen
presidencial y la sucesión presidencial, entre otros. Además, se examina la composición
y funciones del Consejo de Ministros, las relaciones con el Poder Legislativo, el régimen
de excepción y el Poder Judicial.
{1) Véase el articulo 16 de la Declaración de ios Derechos del Hombre y Ciudadano de 1789.
(2)- La frase se atribuye a Charles Evans Hughes. Chie/Jusiice de la Suprema Corte de los Estados Unidos
de América.
o condiciones ideales que permiten la correcta producción de resoluciones para frenar el
ejercicio del poder político y la defensa de tos derechos fundamentales.
La primera edición nació con dos volúmenes, la segunda y tercera llegaron a tres, la
última que ahora presentamos tiene cuatro. La justificación de su crecimiento se explica
porque su objeto de estudio, con casi treinta años de vigencia, es un documento viviente.
En efecto, la producción jurisprudencial, inédita en nuestra historia republicana, compuesta
por un conjunto de productos de interpretación constitucional (el contenido de los derechos
fundamentales, el bloque de constítucionalidad, las sentencias manipulativas, el estado de
cosas inconstitucionales, los precedentes y las normas constitucionales adscriptas. etc,) ha
contribuido para estudiarla con más profundidad. La doctrina se convierte en un medio de
pensar y explicar su evolución, a la vez de actualizar su contenido y sentido con el paso
del tiempo. A pesar de su realidad más nominal que normativa®, pese a sus detractores
por su polémico origen, es el texto constitucional con el mayor éxito jurisprudencial en la
historia republicana, con legitimidad de ejercicio y que la experiencia reciente aconseja
sendas reformas para las futuras relaciones Ejecutivo-Legisiativo.
(3) En sí marco <re la clasificación ontológica de Karí Loewenstein, el profesor nos explica la diferencia ciclas
Constituciones vividas plenamente por gobernantes y gobernados (normativas), de aquellas qae están en
camino a serio solo si superan dificultades de orden político o social (nominales), pero ambas muy alejadas
del grupo de Constituciones que solo son un disfraz de un aparente Estado de Derecho (semánticas).
plebiscitaria; sigamos apostando por el desarrollo de una Constitución perfectible en el
tiempo, convertida en un documento vivo gracias a su jurisprudencia y resto de fuentes
jurídicas que, como las raíces profundas de un algarrobo, sostiene a la sociedad libre en
una comunidad política
*' 1’.
(4) El algarrobo es una especie de árbol rústico y resistente a las sequías (léase, ¡as crisis). Como los mejores
textos constitucionales, tiene un lento desarrollo y echa frutos entre unos siete a diez años, aícanzando su
gran productividad (jurisprudencial) a partir de los quince o veinte años desde su plantación (aprobación
por referéndum).
PRESENTACION
Todos debemos ser conscientes de que lo exigido hoy es operar el Derecho dentro de
las coordenadas propias de un Estado constitucional de Derecho. Esta modalidad de Es
tado de Derecho se diferencia del, por lo menos intelectualmente superado, Estado legal
de Derecho, en que la validez y consiguiente eficacia de las normas se define no solo por
condiciones formales o procedimentales, sino también, y principalmente, por el cumpli
miento de exigencias de justicia material. Hoy está reclamado que interpretemos y apli
quemos el Derecho vigente, solo si es posible sostener del mismo que es formal y mate
rialmente válido.
Toda interpretación y aplicación del Derecho reclama de una base dogmática. Los
conceptos y metodologías jurídicas se ponen a prueba cada vez que son empleadas para
crear razones normativas y fácticas que justifiquen las decisiones destinadas a resolver
problemas jurídicos. Una base dogmática será idónea en la medida en que no se agote en
consideraciones meramente formales y se abra a juicios materiales. Así, para interpretar y
aplicar la Constitución se reclama un concepto no solo formal sino también, y ante todo,
material de Constitución. Un tal concepto se construye desde la dignidad de la persona
para advertir que como fin supremo que es esta, la Constitución irremediablemente es una
realidad al servicio de la Persona.
De esta manera, resulta extremadamente importante para todo operador jurídico co
nocer lo más completamente posible las normas constitucionales que se desprenden del
texto constitucional peruano. Son la base destinada a sostener el sistema jurídico nacio
nal y, por ello, están llamadas a convertirse en el punto de partida de la creación de razo
nes que pretendan justificar la decisión que resuelva casos concretos. Un conocimiento
profundo de estas normas constitucionales directamente estatuidas por el constituyente,
permitirá identificar las posibles, aunque excepcionales, normas constitucionales (direc
tamente estatuidas y adscriptas) que, por ser contrarias a un bien humano constituciona
lizado, deben ser tenidas como materialmente inconstitucionales. Así identificadas, tales
normas (formalmente) constitucionales (y materialmente) inconstitucionales están desti
nadas a ser ineficaces.
Hace diez años, cuando decidimos elaborar esta obra no pensamos en el éxito que
tendría. Tal vez la aceptación mostrada se deba a la concepción de este trabajo colec
tivo. La idea desde un inicio fue comentar la Constitución a partir no solo de especia
lidades distintas, sino de visiones diferentes de nuestra ley principal. Esto podría pa
recer hasta cierto punto incoherente, pero en realidad no lo es. Si bien la Constitución
es un pacto social, un punto de encuentro de las distintas fuerzas y sec tores que convi
ven en una sociedad y, por lo tanto, ha de ser leída e interpretada con una cierta unidad,
también es verdad que en el plano jurídico es un conjunto de cláusulas normativas que
aborda temas diversos, derechos de distinta naturaleza que pertenecen a disciplinas ju
rídicas diferentes y que exigen un tratamiento desde la especialidad para poder ser ca
balmente entendidas y aplicadas.
Una explicación solo desde los parámetros de Indisciplina constitucional haría que el
lector pierda, en muchos casos, no solo el concepto técnico desde cada especialidad, sino
algo más importante, la verdadera “realidad” que la norma constitucional pretende regu
lar. Ese es el valor de esta obra.
No obstante, si bien los especialistas tienen mucho que aportar en la lectura y expli
cación de la Constitución, no es admisible para entender cabalmente nuestra norma prin
cipal una visión exclusivamente técnica y, por tanto, aislada de los valores y bienes que
esta consagra. Nuevamente, un ejemplo de ello lo hallamos en la Constitución económi
ca; pretender entender la propiedad, la libertad de contratación, la libertad de empresa y
la libertad de mercado prescindiendo de la dignidad de la persona es un error vitando. To
das esas figuras han sido creadas, inventadas por el hombre y carecen de todo sentido sin
el respeto de la dignidad de la persona.
Walter GUTIÉRREZ C.
POST SCRIPTUM
A la segunda edición
Por otro lado, hay que tener presente que en el Perú se vive, sobre todo desde los años
ochenta del siglo pasado, y más en concreto, desde el año 2000, lo que en su momento Fa-
voreu llamó “la constitucionalización del Derecho”, que significa que en la actualidad toda
rama o disciplina del Derecho tiene que estar atenta a lo que dice la Constitución y sobre
todo lo que a ella pueda afectarla. Y por otro, se ha producido también o -mejor aún- se
ha incrementado la interpretación jurisprudencial de la Constitución, no solo en sede judi
cial, sino en el más alto del Tribunal Constitucional. En estos casos, se ha dado, por cier
to, muchos aspectos positivos, pero también no pocos excesos, algunos de los cuales han
terminado interpretando al revés la Constitución, no solo en su sentido profundo, sino mu
chas veces literalmente. Y de esto hay que estar consciente. Evidentemente, todo esto no
puede estar en una obra como la presente, pero sí se ha cuidado que esté la más reciente
o significativa línea jurisprudencial debidamente actualizada, para que se pueda tener una
imagen global del entramado constitucional. En cuanto a la jurisprudencia, ella, como se
sabe, es fruto de la interpretación, sobre la cual hay, quizás, demasiada literatura, y sobre
la que no puedo extenderme en estas líneas. Pero es bueno tener presente algo sustancial:
que toda interpretación parte del texto y tiene al lenguaje como límite. Si bien es cierto
que, dentro de él, caben diferentes posturas. Pero lo importante es, generalmente, buscar
su sentido, pero sin llegar a torcerle el cuello a las palabras.
No está de más hacer una reflexión adicional, transcurridos dos periodos democráti
cos y uno en curso. Y es el reconocimiento paulatino que ha adquirido la Constitución de
1993 en estos años, legitimándose de esta manera. Y esto parece generalizado, con lo cual,
entiendo que, pese a muy importante argumentación teórica en contra, la vigente Carta
durará, y creo que por un buen tiempo. Esto no descarta las reformas puntuales proyecta
das por muchos y con buena intención, pero que casi no han pasado de un buen empeño.
Pero no nos desviemos de nuestro objetivo, que no es otro que dar la bienvenida a esta
segunda edición de comentarios a nuestra Constitución, la cual no soto presenta, mejoras
sustanciales, sino formales, como se aprecia en esta magnifica edición en tres gruesos tomos.
Es cierto que habíamos tenido la idea del Diccionario, de! cual el clásico sigue sien
do el que a fines del siglo XIX publicó Francisco García Calderón en su segunda y defi
nitiva edición -y del que acaba de hacerse una edición facsimilar- y hubo otros más, an
tes y después.
En materia constitucional hay manuales desde mediados del siglo XIX -empezando
con el de Felipe Masías- y así hasta nuestra época. Hemos tenido manuales recientes como
los de José Pareja Paz-Soldán, Enrique Bemales, Víctor García Toma, Alfredo Quispe Co
rrea o Marcial Rubio Correa -este último a mitad de camino entre el manual y el tratado-
y también diccionarios estimables -como el de Raúl Chanamé Orbe- Pero nunca antes
se había dado un libro como este, cotí tantos autores -cíen o más según mis cálculos- per
tenecientes a diversas generaciones y a lanías disciplinas y no solo al ámbito constitucio
nal (lo que sin lugar a dudas le da un mayor atractivo y más amplitud).
En otros países existen obras similares a la que ahora presentamos, y podría decirse
que hay una tradición en tomo a ellas. Así, hay varios diccionarios o enciclopedias en los
Estados Unidos (ios de K. Hall y la de Philip B. Kurland y R. Lemer); en España, el de
Garrido Falla que circuló ampliamente en la década de los ochenta. Y más recientemente,
los comentarios a las leyes políticas -léase constitucionales- que reedita de continuo Óscar
Alzaga, con una cantidad cada vez mayor de volúmenes. Y sin olvidar los que hay en Italia
en torno a la Constitución, empezando por el de Calamandrei y Levi y continuando con el
documentado y ágil coordinado por Crisafulli' y Paladín, hasta el más reciente de Branca,
Pero esto que es frecuente en otras partes, aquí no lo es. De hecho, en esta área las
publicaciones realmente académicas son pocas, a diferencia de las que tienen carácter y
veta profesional, que se agotan en varias ediciones y que circulan abundantemente, dan
do fama desmedida a quienes son meros compiladores.
Pero algo así había que hacer y es bueno que una editora de prestigio como Gace
ta Jurídica, con el respaldo entusiasta del Congreso de la República, se haya animado a
hacerlo. Esto es, una obra de dimensiones superlativas, en donde se aborda cada artícu
lo o si se quiere cada tema --pues hay artículos que incluyen varios tópicos en la vigente
Constitución de 1993- que curiosamente y pese a todo pronóstico, se mantiene con vida.
"No obstante esto, y más allá de las coyunturas y mientras se mantenga el texto vigen
te, es indudable que la Carta de 1993 debe ser conocida. Y una obra como la presente con
tribuye no solo a eso, sino que además ayudará a nuestros políticos, generalmente indocu
mentados en esta materia, pues ya no tendrán excusas para seguir hablando ligeramente
sobre temas sobre los cuales esta obra echa abundantes taces.
No se me escapa el hecho de que una obra tan vasta, con tantos colaboradores y, so
bre todo, con tantos temas objeto de tratamiento, muchos de ellos disímiles o poco co
nocidos entre nosotros, presente altibajos. Pero esto es inevitable en obras de esta enver
gadura, y más aún en una primera edición. En lo personal, advierto que algunos autores,
con muy buena fe por cierto, se han extendido más de lo deseable o han tocado aspectos
más allá de lo necesario, y que es el precio que se paga por una primera experiencia. Pero
aun así, el conjunto se presenta armónico, bien hecho, con criterios acertados y referen
cias precisas que serán de utilidad para los lectores. Y sobre todo, que sentarán la necesi
dad para que en el futuro se continúe en esta veta acertadamente iniciada por Gaceta Ju
rídica y sus directivos.
La tarea del Congreso no se agota en dar leyes; detrás de esta y de todas sus funcio
nes se encuentra ¡a obligación de respetar y hacer respetar la Constitución, Pero cualquier
esfuerzo en esta dirección será inútil si el texto y el sentido de nuestra Norma Suprema
es ignorado por quienes tienen que aplicar la ley. De ahí que el primer paso en cualquier
proceso de formación de una sociedad regida por una Constitución sea conocer y com
prender esta norma.
A esta tarea se aboca la monumental obra editada por Gaceta Jurídica y auspiciada
por el Congreso de la República. Se trata de una obra que no tiene precedentes en nuestro
país. No obstante las numerosas Constituciones que hemos tenido durante nuestra vida re
publicana, y a pesar de los prestigiosos juristas nacionales que han estudiado el Derecho
nacional -incluyendo el Derecho Constitucional-, nunca ha existido un esfuerzo multi-
disciplinario como el que ahora se corona con éxito.
Las razones de esta carencia son diversas. Tal vez la primera de ellas sea el hecho de
que por mucho tiempo nuestras Constituciones fueron vistas como un catálogo de bue
nas intenciones, y no como auténticas normas. Solo recientemente esta realidad ha veni
do cambiando, al punto que hoy se mira la Constitución como una verdadera norma jurí
dica, con efectos vinculantes para los poderes públicos y para los ciudadanos. Ciertamente
solo en esta condición la Constitución adquiere la importancia suficiente para irradiar sus
valores y principios a todas las actividades y normas existentes, de tal forma que el cum
plimiento y respeto de su contenido sean una realidad, y el Estado peruano un auténtico
Estado constitucional de derecho.
Para lo expuesto, han j ugado un destacado papel las instituciones jurisdiccionales a tra
vés de sus resoluciones que -aunque tío siempre compartidas por todos- han hecho sentir
a la comunidad que la Constitución es una verdadera ley, y que como toda norma es exigi-
ble. Precisamente en esto radica Ja diferencia entre un Estado de derecho del que no lo es.
Por estas razones, consideramos muy oportuna la salida de esta obra, que estamos se
guros contribuirá al estudio y aplicación de la Constitución.
Cada vez se hace más evidente el importante papel que juega la Constitución como
principal norma de ordenamiento. En efecto, hoy se reconoce que la Norma Fundamen
tal debe ser respetada y fielmente cumplida no solo por tos ciudadanos, sino también por
tos poderes públicos.
Pero el respeto no solo es una postura pasiva y de acatamiento. También es una acti
tud activa que debe buscar la difusión de los alcances y la importancia de contar con un
Texto Constitucional. En este escenario, el Congreso de la República del Perú debe ser
uno de tos principales promotores de la constitucionalidad en el Estado de derecho, labor
que cumple no solo respetando su contenido, sino también promoviendo su conocimiento.
Por ello, debemos resaltar la iniciativa y el empeño constante de Gaceta Jurídica, así
como de su equipo de profesionales y de su director, el Dr; Walter Gutiérrez Camacho,
quienes -valga reconocerlo- se han encargado de lo más difícil del proyecto: desde la es
tructura de la obra y la propuesta de contenidos, hasta la revisión exhaustiva de tes mis
mos, eliminando posibles erratas; pasando por la convocatoria a tos profesionales y juris
tas más destacados sobre las diversas materias que aborda la Constitución, y concordando
cada artículo de la Carta con las diversas normas de nuestro ordenamiento j urídico. Estos
valores agregados hacen de esta obra no solo una de primerísimo nivel, sino también de
gran utilidad para todos aquellos que quieran acercarse al Texto Constitucional con estu
dios de primera mano.
Entre las diversas bondades de la obra destaca el hecho de que en ella participan no
soto tos más destacados constitucionalistas del país, sino también especialistas de diver
sas materias jurídicas, economistas, congresistas y otros connotados profesionales que,
desde su particular punto de vista, analizan las instituciones de la Constitución relaciona
das a su especialidad. De esta manera se otorga a la obra una propuesta multidisciplinaria
PRESENTACIÓN A LA PRIMERA EDICIÓN
M INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
D.U.DtH..................................... Dselaraci-ón Universal de ha Derechas Humanos (10«Zí 2/1948J
BLD-C.K ............. .................... Pasto Intemaeíona! do los Derechos Civiles y Políticos <16^'12/19^6)
P.I.D.E.S.C................................. Pacto Wrr&cionsd de los Derechos Económicas, Socmks y Culturales (16/12/í 966)
C.AJ1H............ .................. ..... Convención ArnericaTia sobre Derechos Humanos (22/11/196:9)
ES.S. ..—. ..... -...... - Protocolo Adiciona! a la Convención Áínerrcana sobre Derechos Humanos en tnatena de Déit-
chas Económicos, Sociales y Cultúreles, Protocolo de San Salvador (17/1 1/I98S)
C.D.N............ ............................ Convención sobre ios Derechos del Niño (20/1 l/l989}
C.LC. ............ ....................... Convención fwremericana contra b Corrupción(29/03/1996)
Convenio N° (51 OIT ......... . Sobre la proteeeioa del derecho de sindicación y los precedímientos^ra determinar las condi
ciones de empleo en la Administración Pública (07/06/1970}
Convenio bD 169 OIT .......... .. Sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes (27/06.T989)
D. N“‘ 2&5................. ................ Decisión N" 285. Normas para prevenir o corregir las distorsiones en la competencia generadas
por prácticas reKrktivas de b libre cómpeteseiá (19/05/199!)
D,Na35l..... ............................ Decisión bC 35!. Régimen, común sobre derecho de autor y derechos conexos (24/03/1994)
® CONSTITUCIÓN Y CÓDIGOS
C................................................. Conttitwton Política <te 1993 (30/12/1993)
CC...... ............................. Código Civil (D.Leg. >1’295 de 25W1984)
C.P. .... ............................. ......... Código Penal (D.Létj, N° 635 de 08/(14/1991)
C.P.C.......................................... Código Procesal Civil (TUO, R.M. N° (¡1Ü-93-JUS de 25/04/1993)
C.P.P. ............... .................. Código Procesal Pena! (D.Ug. N“ 957 de 29/07/2004)
C.E.P. ....................................... Código de Ejecución Penal (D.Leg.N“ 654 de 02/08/1991)
C.deP.P.................................... Código de ProcBditnietitos Penates (Ley N5 9024 de 16/01/1940)
C.N.A............... -..................... - Código de to» Nidos y Adolescentes (Ley N * 27337 de JWWB
C.PMP,.................................... Código Penal Militar Mieial (D.Leg. N" 1094 de 01/09/2010)
C.T................. ........................... Código Tritaterio (TUO. D.S. N» Í33~2013-EF de 23/0612013)
C.P.Ct. .......................... ............ Código Procesal Constitucional (Ley N * 31307 de 23/07/2021 i
C.I’.D.C............................. ........ Código de Protección y Defensa del Consumidor (Ley N" 29571 de 02/09/2010)
LEYES ORGÁNICAS
L.O.P.J........................................Ley Orgánica del Poder Judicial (TUO, D.S. N° 017-93-JUS de 02WI993)
L.O.M.P. ................................. Ley Orgánica del Ministerio Público (D Leg, N’052 de 18/03/1981)
L.O.P.E.............................. ........ Ley Orgánica <jel Poder Ejwwtiw (Ley N * 29i58 de 20/12/2007)
LO.B.C.R........ . ............ . Ley Orgánica del Banco Centra; de Reserva del Perú (D.L. ÍF 26123 de 3(91271992)
L.OJ.N.E................................... Ley Orgánica de! Jurado Nacional de Elecciones (LevN0 26486 de 21/06/1995)
L.O.E.......................................... LeyOrgáBta<leKlecctone1(LByN’26859de01/lrá!»7)
L.O.R.ENIEC.................... ....... Ley Orgánica del Registro Nacional de Identificación v Estado Civil (Lev N’ 26497 de
12/07/1995)
L.Q.O.N.P.E............................. . Ley Orgánica Je la Oficina Nacional de Procosos Electorafes (Ley N * 26487 de 21/06/1995)
L.O.T.C. ............................ Ley Orgánica de! Tribunal Constitucional (l^y N“ 2830! de 23/07/20M)
L.0 J.N.J................................ .. Ley Orgánica de la Junta Nacional <fe Justicia (Ley N’ 30916 de 19/02/2019)
LO-D.P............................. ....... Ley Orgánica de la Deíánsdrta del Pueblo (Ley N’ 26520 de 08/081'1995)
L.O.C.G.R, .................... .......... Lev Orgánica del Sistema Nacional de Control V de la Contrato™ (toñera! de la República
(Ley N» 27785 de 23/07/2002)
SÜ LEYES ORDINARIAS
LEY N° 24 (50......................... Normas que-deben cumplirse en los estados de excepción en que las FP,AA. asumen e.l control
de! orden interno (07/06/1985)
LEY IN" 2465-0 .......................... Ley que declaré de necesidad nacional e interés social y cultural el desarrollo integral de las
comunidades (14/04/198?)
*
LEYN 24710...................... . Establéete qué la persona procesada,, acusada o condenada como autor, cómplice o encubridor
que se encuentre en otro estado, puede ser extraditada (27/06/1987)
LEY N0 24973 .................... . Ley que regula lá indemnización por errores judiciales y detenciones arbitrarias (28712/1988)
LEY N
250S4 ................. ........ Ley sobre la fabritedóp. comercio,. posesión y uso por particulares de armas y municiones que
*
r:G sen de guerra (20/06/1989)
* 25397.......................... Ley de control parlamentario sobre los actos normativos del Presidente de la República
LEY N
(09/02/1992)
LEYW 25593............. ............ Ley de Relaciona Colectivas (02/07/1992)
LEYÁP 26300.... ..................... Ley de los Derechos de Participación y Control Ciudadanos (03/05/1994)
LEY bT 26203 ......... . Dicta norma para la dosificación e identificación de las Leyes Orgánicas en nuestro ordena
miento jurídico (O5/Q5/1994)
*
LEYN 26329 ...... ............... Crean comisión especial encargada de proponer al Presidente dé la República, en foima excep
cional, concesión del derecho de gracia a internos procesados (07/06/1994)
LEY N” 26335......................... Ley Orgánica de la Academia de la Magistratura (21/07/1994)
LEY >P 26505......................... . Ley de la inversión privada en el desarrollo de las actividades económicas en las tierras del
territorio nacional y de las comunidades campesinas y nativas (18/07/1995)
LEY b-P 26533 ......................... Dictan normas presupuéstales del Sistema Electoral y establecen casas parA resolver éoiifiicto®
entre diversos organismos (04/1071995)
LEY bP 26534 ..... ................... Dictan normas sobre la iftentincíftbilidad dd cargo y fimdones incompatibles con el mandato
de Congresista (04/1Ü/J995)
LEY 14
26574
* ............... .......... Ley de Nacionalidad (1Í/0I/1996)
LEY N3 26641 ......................... Precisan para el caso de los contumaces, la aplicación y el momento en que opera d principio
jurisdiccional de no ser condenado en ausencia (26706/1996)
LEY N° 26689 ............. Establecen delitos cuyos procesos se tramitarán en la vía ordinaria (30/11/1996)
LEY ND 26702......................... Ley General del Sistema FiWciero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superintenden
cia ¿e Banca y Suguros (09/13/1996)
LE¥N&26772 ............ . Disponen qtó las ofertas de empleo y acceso a medios de formación educativa no podrán
contener requ igitos que constituyan discriiriínadón, ana lacaón o alteración de igualdad de opor-
•mñdades o de wo (17/04/1997)
* 26775 -------- ----- ....... Establece derecho de rectificación de personas afectadas por afirmaciones íitexnctasen medios
LEY N
dé comunicación social (24/04/1997)
* 26790 „—......... Ley de Moderobacion de la Seguridad Sochi en Salud (Í7/O5/.1997)
LEY N
LEY bT 26793 .......................... Ley dé creación del Fondo Nacional dd Ambienté (22/05/1997)
LEYN4 26821 ........ ................. Ley Orgánica para d aprovechamiento sosten ¡ble de los recursos naturales (26/06/1997)
LEY 26834 ..................... . Uy de Áreas Natumtes Protegidas (04/07/199?)
LEY Nv 26339........ ... Leysobre lacónservamonyaproveehamientosostenibte de ^diversidad biológica (16/07/1997)
* 26842 ............. ............
LEY N Ley Genera! de Salud {20/01/199?)
LEY N° 26845 ..... ................ Ley de Titulación de las Tierras de las Común ¡dictes Campeswde la Co$ta (26/07/199?)
LEY N
* 26853------...------ ---- Establece causal de abandono de iá instancia en procesos de Hábeas Corpus y Ampara que ha
tomado conocimiento d Tribunal Constitucional (01/09/1997)
LEY N& 26856 . ............ ........... Declara que playas dd litoral son bienes de uso pública, imdumabtes e imprescriptibles y
establecen zona de dominio restringido (08/09/1997)
LEY N
* 26864 ..................... . Ley de Elecciones Municipales (14/10/1907)
LEY N& 26889.......................... Ley Marco para la Producción y Slstematoeión Legislativa (10/12/1.997)
LEY N,? 26979 ......... . Ley de Procedimiento de Ejecución Coactiva (23/09/1998)
LEY N3 26994 . .............. . Ley qua concede beneficios complementarios en los casos de indultó y derecho de gracia con
cedidos conforma a la Ley N * 20655 (24/1.1/1998)
LEYN0 27037 ................... Ley de Promoción de h inversión en la Amñiopb (30/12/1998)
LEY N
* 27056.................... . Ley de Creación del Seguro Scd?J de Salud (EsSítmd) (30/W1999)
LEYN0,27117.... ..................... Ley General de Expropísdones (20/05/1999)
LEY bF 27157 .................. —.. Ley de Reguhrrzomón de Edificaciones, del Procedimiento para la Dccteratcria de Fábrica
y del Régimen de Unidades Inmobiliarias de Propiedad Exclusiva y de Propiedad Común
(20/07/1999)
LEY Ns 27240 ................... . Ley que otorga permiso por lactancia materna (23/12/1999)
LEY Nft 27342 ................... Ley que regula los convenios de estabilidad jurídica al amparo de tos Decretos Legislativos
662 y 757 (O&WOOO)
LEY LC27365 .......................... Ley de reforma constitucional que cfiinina la redccdóti presidencial inmediata y modifica ia
duración dd mandato del Presidente, Vicepresidentes y Congresistas de la República elegidos
en las Elecciones Generales de 2000(05/11/2000)
LEY N&27375......................... Ley de Interpretación del Articulo 115 de la Constitución Política del Perú (05/12/2000)
LEY N6 27399 ......................... Ley que regula las investigaciones preliminares previstas en la Ley N& 27379, tratándose de los
funcionarios comprendidos en el artículo 99 de la Constitución (13/01/2001)
LEYNO 27506.......................... Ley de Canon (10/07/2001)
LEY N° 27584.......... Ley que regula el Proceso Contencioso Administrativo (07/12/2001)
LEY N° 27594 ......................... Ley que regula la participación del Poder Ejecutivo en el nombramiento y designación de
funcionarios públicos (14/12/2001)
LEY N
* 27651 ......................... Ley de Formalización y Promoción de la Pequeña Minería y la Minería Artesanal (24/01/2002)
LEY N° 27658.................. ...... Ley Marco de Modernización de la Gestión del Estado (30/01/2002)
LEYN° 27683......................... Ley de Elecciones Regionales (15/03/2002)
LEY N" 27783 ............ Ley de Bases de la Descentralización (20/07/2002)
LEY N° 27790 ........ Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (25/07/2002)
LEY Nú 27795 ......................... Ley de Demarcación y Organización Territorial (25/07/2002)
LEY N
* 27809 ......................... Ley General del Sistema Concursa] (08/08/2002)
LEY N° 27867.......................... Ley Orgánica de Gobiernos Regionales (18/11/2002)
LEYN-
* 27908 ........... Ley de Rondas Campesinas (07/01/2003)
LEY bP 27933 ......................... Ley del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (12/02/2003)
LEY ND 27972 ......................... Ley Orgánica de Municipalidades (27/05/2003)
LEY N° 28044 ......................... Ley General de Educación (29/07/2003)
LEY N° 28048 .......................... Ley de protección a favor de la mujer gestante que realiza labores que pongan en riesgo su
salud y/o el desarrollo normal del embrión y el feto (01/08/2003)
LEY N° 28091 ....... Ley de] Servicio Diplomático de la República (19/10/2003)
LEY N° 28094 .......................... Ley de Partidos Políticos (Ol/.l 1/2003)
LEY N
* 28101 ........... Ley de Movilización Nacional (l 3/1172003)
LEY N° 28212 ......................... Ley que regula los ingresos de los Altos Funcionarios Autoridades del Estado y dicta otras
medidas (27/04/2004)
LEY Nfl 28296 ......................... Ley General del Patrimonio Cultural de la Nación (22/07/2004)
LEY N° 28344 .......................... Ley que regula la autorización de salida del territorio nacional del Presidente de la República
(17/09/2004)
LEY N° 28359 .......................... Ley de Situación Militar de los Oficiales de las Fuerzas Armadas (13/10/2004)
LEY Nw 28440 .......... Ley de Elecciones de Autoridades de Municipalidades de Centros Poblados (29/12/2004)
LEY N& 28495 ......................... Ley del Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuano
(15/04/2005)
*
LEYN 28611 .......... Ley General del Ambiente (15/10/2005)
LEY N° 28950 ......................... Ley contra la trata de personas y eí tráfico ilícito de migrantes (16/01/2007)
LEY N'? 28964 ......................... Ley que transfiere competencias de supervisión y fiscalización de las actividades mineras al
Osinerg (24/01/2007)
LEY N° 28983 ............... Ley de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres (16/03/2007)
LEY 28988 ......................... Ley que declara a la educación básica regular como servicio público esencial (21/03/2007)
LEY N“ 29108......................... Ley de ascensos de oficiales de las Fuerzas Armadas (30/10/2007)
LEY M1' 29182 .......... ...... ,........ Ley de Organización y Funciones del Fuero Militar Policial (l 1/01/2008)
LEY N° 29248 ......................... Ley del Servicio Militar (28/06/2008)
LEY N° 29277 ......................... Ley de la Carrera Judicial (07/11/2008)
LEY N° 29312......................... Ley que regula el Procedimiento de Reposición de Partidas de Nacimiento, Matrimonio y
Definición destruidas o desaparecidas por negligencia, hechos fortuitos o actos delictivos
(07/01/2009)
LEY N° 29344 .......................... Ley Marco de Aseguramiento Universa! en Salud (09/04/2009)
LEY N° 29370 .......................... Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (03/06/2009)
LEY N° 29381 .......................... Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo
(16/06/2009)
LEY N" 29408.......... Ley General de Turismo (18/09/2009)
LEYNrt 29497 .......................... Ley Procesal del Trabajo (15/01/2010)
LEY N° 29664 .......................... Ley que crea e] Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SINAGERD)
(19/02/2011)
LEY Nü 29824 .......................... Ley de Justicia de Paz (03/01/2012)
LEY 29944 ........... Ley de Reforma Magisterial (25/11/2012)
LEY 29973 ........................... Ley General de la Persona con Discapacidad (24/12/2012)
LEY N0 30156 ......................... Ley de Organización y Funciones del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento
(19/01/2014)
H1 DECRETOS LEYES
D. L, N
* 18223 ......................... Establecen horario comda para servidores dei sector púbüconacfonal en 7.45 Hrs. (15/04/1970)
D. L-Na22l75 ........ ................ ley de Comunidades Nativas y de Desarrollo Agrario de la Selva v de Ceja de Selva
(1M&G978)
D. L. N1'25475 ..................... . Establecen la penalidad par§ los delitos de terrorismo y los procedimientos para la investiga"
ció:!, la rnsmicdóíi y el juicio (06/05/1992)
ti L, bF257ó¿.... .............. . Ley Orgánica del Ministerio de &di^ación(l2/1G/l992)
D. L. N0 25891 .........................Transfieren las funciones y actividades comprendidas en la Ley General de Comunidades Cam
pesinas y en la Ley dé Comunidades Nativas y de Desarrollo .Agrario de las Regiones de Selva
y Ceja de Selva (09/12/1992)
D. L. Np2ÓG05 ....................... Crean d Fonda para la Cultura y las Artes (27.22/1992)
D, L. hP 26092 ........... Determinan la Autofínancheidu de fes Colegios Profeiongles (2§Zl2/1992)
D. L„Na 26126........................ Texto Único Concordante de la Ley Orgánica de la Comisión Nacional Superviso
* de Empro»
*)
sas y Valero: (Carease (30/12/1992)
@3 DECRETOS LEGISLATIVOS
D.LEG. bP 125 ........ Normas sobre Ausendtey Contumacia (15/06/1981)
D. LEG.NM83........................Ley Orgánica del Ministerio de Economía y Rmm(15/06/l OS 1)
D. LEO- N276
* . ..................... Ley de de la Carrera Administrativa y de Remunemciones del Sector Público
(24/03/1984)
D. LEO. N°346 .............. Ley ¿fe Política Nacional de Población (06/07/19^5)
D. LEG. N441
* ........................ Ley Orgánica de la Secretaria de Defensa Nacional (27/09/1987)
D. LEO- bd 598 ...................... Crear, G Instituto Nacional tic Desarrollo de Comunidades Campesinas (ludee), como organis
mo de Derecho Público Intento (01/05/i990)
D. ........................Ley de Promoción de las Inversiones en el Saciar Agrado (01/08/1991)
D. LEG. Nó62
* .................... Régimen de estabilidad jurídica a las inversiones extranjeras (02/09/1991)
D. LEG- N6ó8
* ....................... Medidas destinadas a garantizar la libertad de comercio exterior e interior (M/09/1991)
D. LEG. N® 677 ....... . Regalan te participación en utilidad, gestión y propiedad de los trabajadores de tes empresas
que desarrollan actividad^ generadoras de Rentas de Tercera Categoría y que están sujetas al
régimen labom! de la actividad privada (07/10/1991)
D. LEG, FE 708 ...............___ Ley de Promoción de Inversiones en el Sector Minero (14/1 1/1991)
D. LEG. N* 709 ....................... Ley de promoción a te invasión privada en predios para arrendamiento (08/11/1991)
D, LEG. N' 7B ........______ _ Consolidan la tegteteelón sobre descansos remunerados de las trabajadores sujetos íd Régimen
Laboral de te Actividad Privada (08/11/1991)
D. LEG.N“757 ....................... Ley Marco para el crecimiento de te Inversión Privada (13/11/1991)
D, LEG. N“ 807 ...................... Faeultactes, normas y organización del indecopi (18/04/1996)
D. LEG.br 818__ ________ _ Precisan el inicio de operaciones productivas de empresas que suscriban contratos con el Esta
do para te exploración, demroslo y/o explotación de recursos naturales (23/04/1996)
D. LEG. N* 822 ........................ Ley sobre el brecho de autor (24/04/19%)
D. LEQ. N* 882.............. ........ Ley de Promoción de la inversión en te Educación (09/11/1996)
D. LE-G. bT 892......... Regulan el derecho de ios trabajadores a participar en las utilidades de bis empresas que desa
rrollan actividades generadoras de rentas de tercera categoría (G/l 1/1996)
D. LEG. N* 898 ..................... Ley contra la posesión de armas ¿te guerra (27/05/1998)
D. LEG- Nü 1033 .......... . Ley' de Organización y Funciones dei Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de te
Protección de la propiedad IntetecUial (Indecopí) (25-4)6/2008)
D. LEO. N* Í044 __ _______ Ley de Represión de te Competencia Desleal (26/06/2008)
D. LEG. N* 1047 ................... Ley dé Organización y Funciones dei Mimsterto de te Producción(26/06/2008)
D.LEG.W 1071.... ....... Decreto .Legtelativó que norma el Arbitraje (28/06/2008)
D. LEG- N® 1098 ..... . Ley de Organización y Fundones del Ministerio de te Mujer y Poblaciones Vulnerables
(20/01/2012)
D. LEG-. N1’ II29.... ................. Decreto Legislativo que regula el Sistema de Defensa Nacional (07/12/201.2)
D.LEG.NMI34..................... Ley de Orpn^ón y Funciones del Mi«teteriodeDefensa<m2^0l2)
D.LEG-N’ 1137 ___________ LeydN Ejército Peruana (10/12/2012)
D..LEG. Nü 1138 .................... Ley de ¡a Matma de Guerradá| Perú(l0/12/2012)
D. LEG» hE 1129..................... Ley de te Fwza Aérea d&l Perú (10/12/2012)
D. LEO. N,: ¡136 ................... •> *:■. reto Létoshciv-;.-del Comando Conjunto ¡fe tes Fdcix.is Armad:?.? (jb.G2/2Cd2>
[). LEG- NB 1141 ............ Decreto Legislativo de Fortalecimiento y Modernización del Sistema dé Inteligencia Nacional
- SINAy de te Dirección Neclíwl de Inteligencia ~ DIN! (M/í 2/2012)
D. LEG. bT 1161 ...................... Ley de Organización y Funciones dei Ministerio de Salud (07/12/2013)
D.LEG.N6 1266 ..................... Ley de Organización y Funciones del Ministerio dellnterior (17/12/2016)
O. LEG. N0 1267 ..................... Ley de la Policía Nacional del Perú (i 8/12/2016}
D. LEG. Nfl 1326 ..................... Decreto Legislativo que reestructura el Sistema Administrativo de Defensa Jurídica del Estado
y crea la Procuraduría General del Estado (06/01/2017)
D. LEG. N° 1350 ..................... Decreto Legislativo de Migraciones (07/01/2017)
D. LEG. N° 1438 ..................... Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Contabilidad (16/09/2018)
D. LEG. Nü 1440 ...... .............. Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Presupuesto Público (16/09/2018)
D. LEG. N° 1441 ..................... Decreto Legislativo del Sistema Nacional de Tesorería (16/09/2018)
W DECRETOS SUPREMOS
(l) Cfr PALOMINO MANCHEGO, José F. "Problemas escogidos de ia Constitución peruana de ¡993”.
En: VA LA DES, Diego y CARBONELL, Miguel (coords.): ConstitucioriaUsmo iberoamericano del siglo
XX!. Cámara de Diputados. LVU Legislatura. Universidad Nacional Autónoma de México, México, D. F.,
2000, pp. 283-288.
(2) Cfr. CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO, Mate Constitucional PIeno-1993, Diario
de los Debates. T. 111, publicación oficia!, Lima, s/f, pp. 2397-2398.
CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ
De entrada habría que inquirir, ¿el preámbulo forma parte de la Constitución? No cabe
duda que sí forma parte de la Constitución; empero, queda por aclarar si tiene algún efec
to normativo o cuál sería este, ya que su contenido, al igual de lo que sucede en la mayo
ría de las constituciones extranjeras, es principalmente declarativo.
En el mismo sentido, nuestro Tribunal Constitucional ha señalado que:
“La Constitución [...] no es solo ‘una’ norma, sino, en realidad, un ‘ordenamiento’,
. que está integrado por el preámbulo, sus disposiciones con numeración romana y
arábi[g]a, así como por la Declaración sobre la Antártida que ella contiene. Toda ella
comprende e integra el documento escrito denominado ‘Constitución Política de la
República del Perú’ y, desde luego, toda ella posee fuerza normativa, aunque el grado
de aplicabilidad de cada uno de sus dispositivos difiera según el modo cómo estén
estructurados”.
STC Exp. NT 0005-2003-AI/TC, f. j. 21 (resaltado nuestro)
Más adelante, precisamente, nos referiremos a los posibles alcances normativos del
preámbulo constitucional, en especial teniendo en consideración el peculiar contenido bre
ve del preámbulo de la Constitución de 1993. Baste recordar, por ahora, cuál es el conteni
do y el valor normativo del preámbulo. Los preámbulos, en general, como advierte Peter
Haberle, se caracterizan por formular posturas valorativas o altos ideales que identifican
al constituyente, los que se presentan como una síntesis acerca de cómo una comunidad
política se comprende a sí misma y cómo se aprecia en el tiempo (o en la historia). En tal
sentido, el preámbulo puede expresar tanto la decisión política fundamental de una socie
dad reflejada en la Constitución (o el “techo ideológico” de la fórmula política planteada
por la Carta), como también un reconocimiento de carácter espiritual -e incluso épico- so
* 3’ (aquello que la une o integra como comunidad política).
bre lo que es esencial para ella
Teniendo así señalado que tal es su contenido, esta parte introductoria de la Cons
titución plantea, cuando menos, dos problemas: a) saber si tiene auténticos efectos nor
mativos y, por lo tanto, si puede abrogar leyes incompatibles con ella; asimismo, b) si su
contenido es “justiciable” y, por ende, exigible o directamente aplicable en el ámbito ju
risdiccional
* 4’. A lo hasta aquí expresado es necesario agregar que el asunto se torna más
complejo al constatar que nuestro preámbulo constitucional tiene un contenido tan escue
to y genérico (además de conservador’5’), que parece no cumplir con lo que debería con
(3) Cfr. HABERLE, Peter. El Esleído constitucional. Traducción del alemán e índices de Héctor Fix-Fíerro,
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, México, D. F.,
2001. Antecede estudio introductorio de Diego Valadés, pp. 274-277.
(4) Cfr CUASTINI, Riccardo. Estudios sobre la interpretación jurídica. Traducción del italiano de Marina
Gascón y Migue! Carbonell. Porróa-UNAM, México, D. F., 2008, pp. 126-127.
(5) Cfr. CANA!,.ES CAMA, Carolina. “La dignidad de la persona humana en ei ordenamiento jurídico cons
titucional peruano”. En: SOSA SACIO, Juan Manuel (coord.): Los derechos fundamentales. Estudio de
los derechos constitucionales desde las diversas especialidades del Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2010,
p. 24.
tener cualquier preámbulo de rango constitucional16’, por lo que, incluso, se ha llegado a
afirmar que el nuestro no sería en realidad un preámbulo0'.
Sea lo que fuere, en nuestro caso el contenido dej preámbulo sí surgió en medio de
cierto intercambio de ideologías o perspectivas diferentes sobre lo que debía contener la
Constitución. Como puede apreciarse en el Diario de Debatufi", el preámbulo fue lo últi
mo que se discutió -es más, se discutió en la madrugada del 26 de agosto de 1993, desde
ias 00:00 horas hasta 1as 3:00 a. tn - e imphcó, en alguna medida, “la fijación de posicio
nes de cada uno de los grupos políticos, al cerrarse el debate constitucional”00. Al respec
to, en medio del cansancio y el carácter retórico de varias de las propuestas existentes’*78910’,
los constituyentes optaron por apoyar uno de los proyectos presentados por algunos de
ios miembros de la minoría, que tenía un contenido sumamente escueto, evitando ingre
sar a debatir asuntos de fondo.
interesa, por lo demás, preguntar: ¿cuál es el contenido det preámbulo y tos valo
res constitucionales? Es necesario indicar que el lacónico y desafortunado contenido del
preámbulo, en nuestro sentir, tiene valor normativo, aunque su redacción prácticamente
no permite reconocer en él normas jurídicas. Al respecto, como ha sucedido en reiteradas
ocasiones con la Ley Fundamenta!, los defectos tanto de redacción como en la coherencia
del constituyente no son excusa para menguar su valor vinculante. Ahora, su aplicación
no podrá ser como la de una regla o norma jurídica perfecta, es decir, como si reconocie
ra supuestos de hecho y subsecuentes consecuencias jurídicas. Por ello, con la finalidad
de conocer su valor normativo se debe, una vez más, interrogar inicialmente sobre su na
turaleza y estructura.
En ese orden expositivo consideramos que el contenido del preámbulo, por su natura
leza ideológico-culturaí y por plantear la visión de nuestro ser social, según los constitu
yentes. se verá realizado o concretizado de diversas formas en el conjunto de la Constitu
ción. y, en este sentido, su alcance normativo parece ser, principalmente, el de esclarecer
los sentidos interpretativos de las disposiciones constitucionales, cumpliendo con la fun
ción de ser pivote entre nuestra realidad -especialmente, su dimensión más emotiva y tra
dicional- y el resto de las disposiciones constitucionales. Así, puede considerarse que el
contenido de! preámbulo tiene una estructura semejante a la de los valores constitucionales
(Ó) Cfr. BLUME FORTIN!, Ernesto. “Preámbulo de la Constitución del Perú", En: Revista Biblioteca!, año
I, n." 2, Colegio de Abogados de Lima, diciembre, 2000. p 202,
(7) Cfr ABAD YUPANQU!, Samuel. Constitución yprocesos constitiKionales. 3,* edición actualizada. Palestra
Editores, Lima, 2008, p. ifr FERNÁNDEZ SESSAR.EGO, Cactos: “El preámbulo de la Constitución:
su significado y alcances”. En: Revista Jurídica del Perú, año t.fV. n.’56, mayo-junio, Trujillo, 2004, pp.
113-114.
(8) Cfr. CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁTICO, Debate ConstitucionalPteno-199), Dicrio
de ios Débales. T. 111. Ob, cit., pp. 2307-2417,
(9) Intervención de Lourdes Flores Nano en la sesión 29 / S-l (vespertina) de 25 de agosto de 1993 (que se
prolongó hasta la madrugada del 26 de agosto). Cfr CONGRESO CONSTITUYENTE DEMOCRÁ
TICO, Debate Constitucional Plena- i. 99j. Diario de las Debates. T. III. Ob. cit, p. 2420.
(10) Cfr. ibídem, pp. 2397-2400.
y, en tal sentido, cuenta con una formulación muy abstracta planteando argumentos o jus
tificaciones para la comprensión de otras normas.
En tai contexto, las funciones de los valores constitucionales superiores son, básica
mente: a) fundamentar o dar sustento valorativo a las demás normas, así como a las ac
tuaciones del poder público -incluso de la comunidad política, en general-; b) orientar
los fines, alcances e interpretación de las normas y las políticas públicas, y cj frenar toda
norma o actividad que los contravenga abiertamente, o que se aparte de ellos trasgredien
do su sentido.
En esa línea directriz, algo similar ha sostenido nuestro Tribunal Constitucional so
bre los valores:
“fijos valores que fundamentan el orden social y jurídico pueden deducirse implícita
mente de dicho orden o venir expresados precisamente en una norma legal, o incluso
en una norma constitucional [Pjoseen una triple dimensión:
a) fúndamentadora, en el plano estático, del conjunto de disposiciones e insti
tuciones constitucionales, así como del ordenamiento jurídico en su conjunto [...];
b) orientadora, en sentido dinámico, de! orden jurídico-político hacia unas metas o
fines predeterminados, que hacen ilegítima cualquier disposición normativa que persiga
fines distintos o que obstaculice la consecución de aquelios enunciados en el sistema
axiológico constitucional; c) crítica, en cuanto que su función, como la de cualquier
otro valor, reside en su idoneidad para servir de criterio o parámetro de valoración
parajustiprecíar hechos o conductas. De forma que es posible utt control jurisdiccional
de todas las restantes normas del ordenamiento en lo que puedan entrañar de valor o
disvalor, por su conformidad o infracción a tos valores constitucionales’ [Pérez Luño,
Antonio: Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, Editorial Tecnos,
Madrid, 1991,4." edición, pág, 288]”.
STC Exp. N.° 0050-2004-AFTC y otros (acumulados), f, j. 106 (resallado nuestro)
Siendo asi, consideramos, entonces, que el preámbulo coadyuva o debería coadyu
var a la actividad creativa, aplicatíva e interpretativa de las normas; a dotarlas de sustento
(i 1) Cfr DÍAZ REVOR1O, Francisco Javier. Los <falmvssuperiores e interpretación eonstilucronai. Centro
de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1997, p. 114.
112) Cfr, ibídem, p, 255 y ss.
valorativo o justificativo; a orientar sus alcances y fines; a limitar el poder público, y a me
jorar y evaluar la corrección del Derecho (por ejemplo, normas, hechos, prácticas). Sin em
bargo, surgen algunos inconvenientes al momento de interpretar el preámbulo de la Cons
titución de 1993. En rigor, la actual Constitución no brinda mucho margen de acción o de
amplitud de miras. Es difícil imaginar cómo su contenido puede ser entendido como valo
res guías orientadores', justificadores, legitimadores o limitadores. Por ejemplo, la “invo
cación” a Dios hace explícitas las creencias religiosas de ios constituyentes, pero no ser
viría para interpretar que el nuestro no es un Estado laico, pues se precisa expresamente
en el artículo 50 de la Constitución que sí es laico y/o aconfesional.
De otra parte, la vinculación al mandato popular parece redundante, ya que está ex
presado en diversos momentos al mencionarse que la legitimidad del poder político nace
del pueblo03’. En tal sentido, su valor residiría en afirmar que la soberanía popular es un
asunto preconstitucional y que la Constitución se funda en el mandato de aquella. Por úl
timo, la referencia al sacrificio de las generaciones anteriores forjadoras de nuestra patria
afirma los lazos (extrajurídicos) que nos une con nuestra propia historia, y en especial con
nuestras deudas históricas pendientes. En suma, nuestro preámbulo constitucional brin
da argumentos, sobre todo prejurídicos, de carácter emotivo y espiritual, y a partir de este
contenido es que debe entenderse su rol y aporte en la interpretación constitucional, y me
jor todavía, en el ansiado sentimiento constitucional.
(13) Por el contrario, esta confesión de fe explica el “reconocimiento” que hace a la Iglesia Católica afirmándose,
al mismo tiempo, la laicidad estatal, rtrf, CARPIO MARCOS, Edgar y SOSA SACIO, Juan Manuel.
"Articulo 50. Iglesia Católica”. En: AA.VV. La Constitución comentada. Análisis articulo por articulo.
Gaceta Jurídica, Lima, 2005, pp. 729-730. En todo caso se trata de una Gottesklausen (cláusula sobre
Dios), manifestación del “Derechoconstitucional de la religión”, con un valor esencialmente cultural. Vid.
HABERLE, Peter. Ei Estado constitucional. Ob. cit.,pp. 277-278.
de recoger en su seno Sos principios y el principio de la Constitución, sirve de instrumen
to hermenéutico, interpretativo de la misma. Pero constatar todo esto no significa afirmar
que el preámbulo tenga una eficacia jurídica imperativa o preceptiva. Sin duda, los preám
bulos de cualquier texto jurídico son tan solo instrumentos interpretativos del mismo, pero
nunca sirven para “sustituir” o “suplantar” el contenido prescrito o impuesto por el cita
do contenido jurídico estatutario o constitucional, etc.
De cuanto hasta aquí se ha expuesto se desprende que los cultores del preámbulo cons
titucional, tema encarecido en esta clase de estudios, tienen posturas diversas, lo cual es
normal; empero, todos apuntan a nobles objetivos: que el preámbulo constitucional tie
ne un múltiple mosaico de peculiaridades que están afirmadas tanto en la parte dogmática
como en la parte orgánica de la Constitución. Esa contrastación de las ideas de los auto
res que conocen su oficio trasunta en el libro colectivo El Preámbulo Constitucional dia
logado, al cual nos remitimos06’.
JURISPRUDENCIA RI RACIONADA
y La Constitución está integrada por el preámbulo, sus disposiciones con numeración roma
na y arábiga, así como por la Declaración sobre la Antártida que ella contiene: STC Exp.
N.° 0005-2003-A1/TC, f. j. 21
(14) Cfr. BIELSA, Rafael. Compendio de Derecho Público. T. 1. Tipografía Llordén, Rosario, 1952, p. 82.
(15) QUINTERO, César. Derecho Constitucional. Librería, Litografía e imprenta Antonio Lehmann, San José,
1967, pp. 1-5, en concreto, p. .1.
(16) Vid. PALOMINO MANCHEGO, José F. (coord.). Elpreámbulo constitucional dialogado. Cuadernos
del Rectorado, Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Lima, 2018.
no sólo como ser "racional", sino también aprehende la eonditio humana desde el lado
emocional o ‘irracional:. Lo cual se refleja claramente cuando se invoca a Dios o se evoca el
sacrificio de las generaciones anteriores en el Preámbulo de nuestra Constitución, o cuando
se refiere a los símbolos patrios, al idioma, etc.: STC Exp. N." 00042-2004-AI/TC, f. j. 2
BIBLIOGRAFÍA
CAPÍTULO I
DERECHOS FUNDAMENTALES
DE LA PERSONA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2, 3; 44; C.P.Ct.: arts. I!, 1; C.C.: arts. J, 2, 5, 6 ai 32, 233; C.P.: art. !;
C.N.A.: arts. I, II; D.U.D.H.: art. I; P.I.D.C.P: arts. 2, 10; C.D.N.: arts. 2, 27, 37:
C.A.D.H.: arts. 1,11
Ahora bien, dada su gran importancia jurídica y política, conviene preguntamos, ¿qué
significa dignidad humana? Su contenido y significado no es para nada claro, pues son
diversas las formas de entenderlo. En. lo que sigue nos referiremos a los cuatro conceptos
de dignidad más relevantes para el constitucionalismo y las filosofías política y morales
contemporáneas.
“[O]bra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca solo como un medio”®.
Desde esta perspectiva, la dignidad viene a ser un mandato para no ver ni utilizar a
otros hombres como si fueran meros instrumentos, es decir, como medios para obtener
otros fines. Que el ser humano es un fin en sí mismo significa que este tiene valor per se
y no puede ser abusado, “cosificado” o eliminado por el interés, el beneficio o el capricho
de otros seres humanos. Así, cabe afirmar también que el valor de los seres humanos no
radica en un precio, intercambiable, sino en una dignidad, única. En palabras del propio
Kant: “Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio lo
que se halla por encima de todo precio y, por lo tanto, no admite nada equivalente, eso
tiene una dignidad”®.
(I) HABER.MAS, Jürgen. “El concepto de dignidad humana y ia utopía realista de los derechos humanos”. En:
Diánoia. Vol. LV, N° 64, Fondo de Cultura Económica, México, mayo de 2010, p. 7. La tesis de Habermas es
que “siempre ha existido-aunque inicia Intente de modo implícito-un vínculo conceptual interno entre los
derechos humanos y la dignidad humana”; así, la dignidad no sería simplemente una característica común
a estos derechos, sino antes bien “constituye la ‘fuente’ moral de la que todos los derechos fundamentales
derivan sus sustento’’ (Ibídern, p. 6 y ss.).
(2) KANT, Immanuel. Fundamento de la metafísica de las costumbres. Excelsior N” 146, Ercilla, Santiago
de Chile, 1939, p. 48.
(3) Ibídem, p. 54.
(4) Teoría de la Objektformel o “fórmula del objeto”, que alude a la cosificación de la persona humana.
categoría de objeto, a un simple medio para otras fines, a una cantidad reemplazable”(5).
Asimismo, en un reciente y conocido caso -precisamente vinculado a la dignidad y a
la posible instrumentalización de vidas humanas- el Tribunal Constitucional Federal
alemán ha precisado que “el deber de proteger la dignidad humana excluye (...) con
carácter general hacer de la persona un mero objeto del Estado (...). De esta forma, está
prohibido por antonomasia todo trato de la persona por parle del poder público que ponga
fundamentalmente en duda su calidad de sujeto, su estatus como sujeto de Derecho
faltando al respeto del valor que corresponde a todo ser humano por sí mismo, por el mero
hecho de ser persona (...)”<6).
Así las cosas, ha sido difícil intentar dar contenido a esta noción. Teniendo en cuenta
“que la persona individual es frecuentemente objeto de medidas por parte del Estado, sin
que por ello se esté violando siempre su dignidad”, se ha considerado, por ejemplo, “que
solo se da una violación de la dignidad de la persona cuando al tratamiento como objeto
se suma una finalidad subjetiva. Solo cuando el tratamiento constituye ‘expresión del
desprecio’ de la persona”(9)10
. En similar sentido, y desde una perspectiva algo más amplia,
se ha sostenido que la dignidad hace referencia a la protección de toda persona frente a “la
degradación, la estigmatización, la persecución, la proscripción y otras conductas similares
por parte de terceros o del propio Estado”<i0), es decir, no respecto a cualquier agresión,
sino a aquellas especialmente humillantes e injustas.
(5) Según DÜRIG, Günter. “per Grundrechtssatz van der Menschenwtirde”. En: AoR, 81, 1956, p. 127. Citado
porGUTlÉRREZ GUTIÉRREZ, Ignacio. Dignidadde la persona y derechosfundamentales. Marcial Pona,
Madrid, 2005, p. 29 (nota 25).
(6) Sentencia del Tribunal Constitucional Federa! alemán del 15 de febrero de 2006, sobre la Ley de Seguridad
Aérea (BVerfGE 115, 118 <C.II.2.b.aa>).
(7) Es el caso de la colisión entre derechos fundamentales o principios, lo que revela su carácter “derrotable”,
y que suele ser resuelto a través de la llamada ponderación de bienes.
(8) MA1HOFER, Wemer. Esleído de Derecho y dignidad humana. BdF, Buenos Aires, 2008, p. 10.
(9) Vide VON MÜNCH, lugo. “La dignidad del hombre en el Derecho Constitucional”. En: Revista Española
de Derecho Constitucional. Año 2, N° 5, Centro de Estudios Constitucionales, mayo-agosto de 1982, p. 20.
Esto es lo que habría resuelto el Tribunal Constitucional Federal alemán en BVerfGE, 20, 1 y ss. <26>.
(10) BVerfGE 115,118, loe. cit.
La dignidad como mandato de no mstrumentalización, entonces, tal vez puede ser
mejor concebido como una obligación de respeto mínimo; de esta manera, la dignidad
plantearía un umbral mínimo de trato que merece toda persona. Al respecto, Ronald
Dworkin señala sobre la dignidad humana:
(II) DWORKIN, Ronald. El dominio de la vida- Una discusión acerca del abacio, la eutanasia y la libertad
individucd. Ariel, Barcelona, 1998, p. 305.
(12) Ibídem, p. 309.
(.13)Que es cómo Nozick concibe a los derechos individuales. Para él, la segunda formulación del imperativo
categórico kantiano significa que las personas no pueden ser sacrificadas ni utílí¡tadas para lograr fines
de otros, lo cual sustenta en parte su particular liberalismo. NOZÍCK, Roben. Anarquía, Estado y utopía.
Fondo de Cultura Económica, México, 1988, p. 40; cfr. DIETERLEN, panlette. "Kant y el pensamiento
iíberal contempotáneo”. En: Diánoia. Vo', XXXI, N*3J, Fondo de Cultura Económica, México, 1985,
pp. 70-77,
(14) NOZICK, Robert. ¿nanthy, State and Utopia. Basil Bíackwdl, Oxford, p. 29 y ss,, citado por GARZÓN
VALDÉS, Ernesto. “¿Cuál es la relevancia moral del concepto ríe dignidad humana?”. En; Tciet-ancici.
dignidad y democracia Fondo Editorial Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Lirna, 2006, p. 242.
mínimo respecto del trato que merecen las personas (nadie puede ser instrumental izado
ni tratado de modo indigno).
En atención a su carácter igualitario se reconoce que los seres humanos son, cuando
menos, iguales en dignidad04’. Así, independientemente de nuestras diferencias de todo
tipo, las personas compartirían entre sí una dignidad esencial. Se afirma, en el mismo
sentido, que todas las personas son igualmente dignas, lo que significa que ningún ser
humano vale más que otro0’’.
Ahora bien, existen diferentes enfoques en torno a esta idea de dignidad inherente. Por
ejemplo, se ha explicado que una fuente principal de esta idea de dignidad es cristiana. Así,
desde esta posición se señala que todos somos hijos de Dios, fuimos creados a su imagen
y semejanza, y colocados en este mundo como seres superiores de la creación, por lo que
(15) SENDA, Ernesto. “Dignidad humana y derechos de ia personalidad". En: SENDA; MA1HOFF.R; VOGEL;
HESSE y HIEDE. Mamtcí del Derecho Constifttctonal. Instituto Vasco de Administración Pública-Marcial
Pons, Madrid, 1996, p. 118,
(16) GARZÓN VÁLDÉS, Ernesto. Ob. cit., pp. 261 y 274.
(17) Esto idea, desde luego, no alude a una igual “cantidad’1 de dignidad, sino a una misma “cualidad” de sujeto
digno (ahora bien, existen posiciones que consideran que la dignidad tendría grados, vinculados a la mayor
o menor “humanidad”, o a la dignidad entendida como valoración social de una persona).
existe en nuestra naturaleza algo que nos identifica a todos por igual
* 18’ y, a la vez, nos hace
distintos de los demás animales y cosas
* 19’.
Por último, esta idea de dignidad en muchas ocasiones está vinculada a formas de
especismo-es decir, el trato diferente atendiendo a la especie animal a la que se pertenece-,
al reducir las exigencias morales o éticas al ámbito de lo humano. Al respecto, ya que
este planteamiento se basa en una supuesta naturaleza de la especie humana, suele aludir
a dogmas seudocientíficos o trascendentes, pero no a argumentos morales, es decir,
referidos a auténticas razones para la acción. Desde esta perspectiva, se considera que “[t]
itulares de la dignidad humana son todos los seres que han sido procreados por personas
humanas”*21’ o los miembros de la especie homo sapiens, sacralizándose de esta forma
todo ámbito humano en perjuicio de otras especies
* 22’, sin que se discuta o cuestione las
razones morales a favor de su protección.
(i 8) SA.LDAÑA, Javier. "La dignidad de la persona. Fundamento del derecho a no ser discriminado
injustamente”. En: Derecho a la no discriminación. Carlos de la Torre Martínez (coordinador). UNAM -
Consejo Nacional para prevenir la discriminación - Comisión de derechos humanos del Distrito Federa!.
México DF, 2006, pp. 69-70.
(19) GONZÁLES PÉREZ, Jesús. La dignidad de ia persona. 2’ edición, Civitas, Madrid, 2011, pp. 28-30.
(20) "Cosas hay que son debidas al hombre por el solo hecho de ser hombre (...)”. MARlTAIN, Jacques. Los
derechos del hombre y la ley natural. Pléyade, Buenos Aires, s/f, p. 70; en similar sentido, vide ia definición
de derechos humanos de CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La interpretación iusfundamental en el marco
de la persona como inicio y fin del derecho". En: Juan Manuel Sosa Sacio (coordinador). Paulas para
interpretar ia Constitución y los derechos fundamentales. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 3 i y ss.
(21) STARCK, Christian. “Introducción a la dignidad humana en el Derecho alemán”. En: Anuario
Iberoamericano de Justicia Constitucional. N“ 9, Madrid, 2005, p. 491.
(22) Vide S1NGER. Peter. “Ética más allá de la especie”. En: Teorema. Revista internacional de Filosofía- Vo!
XVII I, N’3, 1999. p. 5 y ss.
Precisamente, los principales pensadores que sustentan o desarrollan el constitucionalismo
contemporáneo lo hacen considerando al ser humano como un sujeto moral por ser racional.
Al respecto, vale la pena revisar lo que sobre la personalidad moral han señalado autores
como I. Kant o C.S Niño, referenciales para el constitucionalismo contemporáneo.
Por su parte, Carlos Santiago Niño expresó que la personalidad moral (aquella que
permite ser titular de derechos humanos) requiere, entre otras propiedades
* 261, autoconciencía
y, más aún, capacidad para adoptar decisiones y consentir las consecuencias de los
*
propios actos 275. Para este pensador argentino precisamente en esto consiste el “principio
de dignidad de la persona”, uno de los fundamentos de los derechos básicos2255.
En efecto, para Niño el principio de dignidad está referido a que toda persona debe
ser tratada según sus decisiones, intenciones o manifestaciones de consentimiento5295: “le
permite a la persona tener en cuenta decisiones o actos deliberados de individuos como
una base suficientemente válida para contraer obligaciones, asumir responsabilidades o
perder derechos”*- ”’5. Esto plantea un matiz al entendimiento clásico de la dignidad como
prohibición de ínstrumentaíización. sin más, que tratamos líneas arriba. Así -señala Nino-
, si bien la autonomía personal no debe ser instrumentalizada para beneficiar la autonomía
de oíros o de la comunidad, hay circunstancias en las que los individuos se colocan
voluntariamente en supuestos en los que su autonomía se verá restringida a favor del23 30
29
28
27
26
*25
Desde una perspectiva análoga, puede considerarse también que la dignidad no es algo
que describa al ser humano (o algo propio de él), sino más bien es algo que se le atribuye,
es decir, constituye una adscripción. Al respecto, afirma Garzón Valdés: “Decir que todo
ser humano posee dignidad no es, desde luego, lo mismo que decir, por ejemplo, que
todo ser humano posee un determinado número de cromosomas. El concepto de dignidad
humana tiene un carácter adscriptivo. Expresa una evaluación positiva, en este caso moral
(...) Adscribirle dignidad al ser humano viviente es algo así como colocarle una etiqueta
de valor no negociable, irrenunciable, ineliminable e inviolable, que veda todo intento de
auto o heterodeshumanización ”(W.
(3 i) PECES-BARBA, Gregorio. ha dignidadde la pewna desde ¡a Filosofía del Derecho. instituto de Derechos
Humanos “Bartolomé de las Casas”, Universidad Carlos III de Madrid, Dykinson. Madrid, 2003, p. 68.
(32) BOBBIO, Norberto. El tiempo de los derechos. Sistema, Madrid, 1991, p. 61.
(33) GARZÓN VALDÉS, Ernesto. Ob. c.it., p. 260. Ahora bien, Ernesto Garzón en su texto plantea
consideraciones que le ubicarían en otra de las nociones que venirnos explicando, por ejemplo, a! hacer
recaer la dignidad únicamente en “lodo ser que pertenezca a la especie humana”, con lo cual incurriría en
cierto especismo (al que nos referimos antes).
prescriptivo e inclusive adscriptivo; siendo lo importante, en cualquier caso, reconocer su
valor así como las exigencias que de tal noción se desprende.
(34) DE ASÍS, Rafael. Escritos sobre derechos humanos. ARA, Lima, 2005, p, 71.
(35) GARZÓN VALDÉS, Ernesto. Ob. cite p. 273.
(36) Cfr. HABERMAS, Jtirgen. Ob. cit. p. 8.
(37) BENDA, Ernesto. Ob. cit., p. 136, quien cita el principio esperanza.
coexistir estas distintas posturas sobre el significado de dignidad, sin que se tome muy en
cuenta las complicaciones tanto ideales como prácticas que ello acarrea.
Tal imprecisión en torno a su significado hace que la dignidad humana corra el peligro
de significar nada específico o muy poco(3S); o, peor aún, que su contenido pueda ser llenado
de manera subjetiva y hasta arbitraria, a través de juicios valorativos personales"". Además,
el uso excesivo de este concepto (no solo en el ámbito jurídico'401) lo desgasta en demasía,
pudiendo incluso hacerse irrelevante por cotidiano. Asimismo, la dignidad humana, por
asentarse generalmente en ideales morales y metaíisicos, con pretensiones universales y
atemporales irrebatibles, puede hacer difícil compatibilizar formas diversas de entenderla
-incluso el aceptar alguna de ellas- teniendo en cuenta que existen contextos culturales
muy disímiles entre sí.
(38) Cfr. OTERO PARCA, Milagros. Dignidad y solidaridad: Dos derechos fundamentales. Porrúa, México
D.F., pp. 23 y 24.
(39) Cfr. HOERSTER. Norbert. En defensa del positivismoJurídico. Gedisa, Barcelona, 1992, p. 96 y ss.
(40) Cfr. VON MÜNCH, Ingo. Ob. cit., pp. 11-Í4.
(41) DÍAZ REVORIO, Francisco Javier. Los valores superiores e interpretación constitucional. Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, .1997, p. 114.
(42) Ibídem, p. 255 y ss.
(43) STC Exp. N“ 0050-2004-Al/TC y otros (acumulados), f. j. 106.
Considerados como enunciados jurídicos, se ha explicado que los valores contienen
“juicios de valor”, es decir, criterios para valorar (justificar o criticar) conductas o estados
de cosas (en otras palabras, son “razones para la acción”). Asimismo, si partimos de la
idea de que las normas jurídicas en general tienen un elemento directivo (como guía de
comportamiento) y otro valorativo (como criterio de valoración)041, podríamos afirmar
que los enunciados que expresan valores enfatizan su aspecto axiológico, a diferencia de
aquellos que expresan normas -como los principios-, en los que el componente directivo
tiene mayor peso.
En el caso de la Constitución peruana, a partir del artículo 1 -aunque también del 3051-
la dignidad humana plantea una imagen de ser humano061 que se irradia al ordenamiento
y los poderes públicos en su conjunto y, a la vez, constituye la piedra angular en la que se
fundamenta la existencia y el quehacer de nuestra comunidad política071.
(44) ATIENZA, Manuel y RU1Z MAÑERO, Juan. Las piezas del Derecho. Teoría de los enunciados jurídicos.
Ariel, Barcelona, 1996, p. 131.
(45) Constitución Política dci Perú
“Artículo 3.- La enumeración ele los derechos establecidos en este capítulo no excluye los demás que la
Constitución garantiza, ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o en
los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la forma republicana de
gobierno’’ (el resaltado es nuestro).
(46) Cfr. STC Exp. N° 00017-2008-PI/TC, ff. jj. 1 y 4; cfr. BENDA, Ernesto. Ob. cit,. pp. 119-120.
(47) Es considerado “fundamento de toda comunidad humana” en VON MÜNCH, Ingo. Ob. cit., pp. 28-30, y
“fimdamentadora del orden político” en BATISTA!. Fernando. “La dignidad de la persona en la Constitución
española: naturaleza jurídica y funciones”. En: Cuestiones Constitucionales. UNAM, México D. F., enero-
junio de 2006, pp. 17-19.
(48) STC Exp. NI” 06730-2006-PA/TC, f. j. 9.
manera complementaria que: “[E]I principio de dignidad (...), en cuanto el valor central de
la persona impone que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto regulador
al ámbito de la sociedad y de la propia autonomía privada. La dignidad de la persona trae
así consigo la proyección universal, frente a todo tipo de destinatario, de los derechos
fundamentales, de modo que no hay ámbito social que se exima de su efecto normativo
y regulador, pues de haber alguno, por excepcional que fuese, significaría negar el valor
normativo del mismo principio de dignidad”00’.
A efectos prácticos, lo indicado implica que el poder público (al legislar, gobernar,
administrar, impartir justicia, etc.) y la sociedad (ciudadanos, poderes privados, sociedad
civil organizada) no pueden lesionar ni poner en riesgo la dignidad de las personas
(obligación de respetar); además, deben hacer lo propio para defender la dignidad frente
a daños o amenazas, y para revertir las afectaciones ocurridas (obligación de proteger).
(55) HÁBERLE, Peter. ElEstado Constitucional. Ob. cit., p, 171; LANDAARROYO, César. “Dignidad de Ja
persona’’. En: Cuestiones Constitucionales. N"7, México D. F., 2002, p. 129.
(56) Ley Fundamental alemana
“Artículo 1.- (!) La dignidad humana es intangible. Respetarla y protegerla es obligación de todo poder
público (...)” (el resaltado es nuestro).
.Es más, si la dignidad no es mirada tan solo como un “umbral mínimo” de humanidad
sino incluso como una exigencia vinculada al desarrollo pleno de cada persona, se entiende
que existe también una obligación de asegurar y fortalecer las autonomías personales, y
hasta de promover y permitir que cada persona elija y realice su plan de vida, debiéndosele
proporcionar (básicamente desde el Estado) las prestaciones necesarias, así como
implementarse los mecanismos y las instituciones que lo hagan posible<57). El Tribunal
Constitucional ha puesto énfasis en la vinculación de ambas garantías (satisfacción de
necesidades básicas / optimización de la autonomía personal), señalando que “el principio-
derecho de dignidad humana (...) está orientado a la cobertura de una serie de necesidades
básicas que permitan garantizar la autonomía moral del ser humano y el libre desarrollo
de su persona íidad”57(S8)59
.
En primer lugar, se trata de un derecho atribuible a toda persona, lo que prima facie
aludirá a todo ser humano. Desde luego, la principal duda que surge al respecto es cuándo
estamos ante una vida humana, es decir, desde cuándo empieza y hasta cuándo dura. No
podremos discutir acá suficiente sobre ello, aunque sí corresponde plantear los principales
temas. Con respecto al no nacido, surge la duda si se trata de una persona humana
considerando que aún no tiene personalidad moral, pero, al mismo tiempo, ya es un sujeto
que pertenece a la especie humana. Sin perjuicio de la posición que se tome al respecto,
la Constitución considera al no nacido sujeto de derechos, resultando necesario, además,
tener en cuenta que estos, a su vez, no son irrestrictos, sino que pueden ser ponderados con
otros bienes (como ocurre con cualquier derecho). Respecto al fin de la existencia humana:
esta cesa con la muerte, cuando menos la muerte encefálica o cerebral, que implica que el
Como señala Benda, la dignidad no solo proscribe el trato arbitrario, sino incluso
es garantía de existencia material para las personas, lo que implica la actuación positiva
del Estado para procurar un “mínimo existencial”. De esta manera, “quienquiera que por
(60) Cfr. SSTC Exps. N"s 0012-20I0-P1/TC, f. j. 46; 0024-2010-PÍ/TC, f. j. 67 (siguiendo diversa jurisprudencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos).
(61) SSTC Exps. N"s 0010-2002-AI/TC. f. j. 220 y ss.; 01429-2002-HC/TC, f. j. 5 y ss.
(62) STC Exp. N" 01429-2002-HC/TC, f. j. 11.
causas ajenas a su voluntad caiga en situación de necesidad posee un derecho público
subjetivo a asistencia”*63’.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
H La dignidad humana constituye un mínimum invulnerable que debe ser respetado en toda
limitación que se imponga al ejercicio de los derechos fundamentales: STC Exp. N° 00020-
2012-PI/TC (f. j. 75).
jji La dignidad humana constituye tanto un principio como un derecho fundamental: STC
Exp. N° 02273-2005-PHC/TC (f. j. 10).
íj)] La interpretación de la Constitución debe realizarse de manera tal que los derechos
fundamentales por ella reconocidos sean verdaderas manifestaciones de la dignidad humana:
STC Exp. N° 00030-2005-P1/TC (f. j. 22).
jjs El Estado debe asegurar las condiciones mínimas para una vida acorde con el principio-
derecho de dignidad humana: STC Exp. N“ 01417-2005-PA/TC (f. j. 19).
|gP El principio de dignidad comporta la obligación estatal de realizar las medidas adecuadas
y necesarias para que el reo pueda reincorporarse a la vida en comunidad: STC Exp.
N° 00010-2002-AI/TC (f.J. 187).
¡®:¡ Examen del polígrafo podría afectar el valor de dignidad humana si su realización no tiene
una justificación razonable y proporcional: STC Exp. N“ 00273-2010-PA/TC (ff. jj. 2 y 3).
BIBLIOGRAFÍA
ARNOLD, Rainer. “El Derecho Constitucional europeo a fines del siglo XX. Desarrollo y
perspectivas”. En: Derechos Humanos y constitución en Iberoamérica (libro Homenaje a Germán
J. Bidarí Campos). José F. Palomino Manchego y José Carlos Remotti Carbonell (coordinadores)
Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (sección peruana), Lima, 2002; ATIENZA,
Manuel y RU1Z MAÑERO, Juan. Las piezas del Derecho. Teoría de los enunciados jurídicos. Ariel,
Barcelona, 1996; BENDA, Ernesto. “Dignidad humana y derechos de la personalidad”. En: BENDA;
MAIHOFER; VOGEL; HESSE y .HIEDE. Manual del Derecho Constitucional. Instituto Vasco de
Administración Púbiica-Marcial Pons, Madrid, 1996; BOBBIO, Norberto. El tiempo de los derechos.
Sistema, Madrid, 1991; CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La interpretación iusfundamental en el marco
de la persona como inicio y fin del derecho”. En: Juan Manuel Sosa Sacio (coordinador). Pautas para
interpretar la Constitución y los derechos fundamentales. Gaceta Jurídica, Lima, 2009; DE ASÍS,
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2, 3; 44; C.P.Ct.: arts. II, 1; C.C.: arts. 1, 2, 5, 6 al 32, 233; C.P.: art. I;
C.N.A.: arts. I, II; D.U.D.H.: art. 1; P.I.D.C.P: arts. 2, 10; C.D.N.: arts. 2, 27, 37;
C.A.D.H.: arts. 1, 11
El Derecho fue creado para proteger, en última instancia, la libertad personal, a fin de
que cada ser humano, dentro del bien común, pueda realizarse en forma integral, es de
cir, pueda cumplir con su singular “proyecto de vida”, el mismo que es el resultante de la
conversión de su libertad ontológica en acto, conducta o comportamiento. El Derecho pre
tende, a través de su dimensión normativa eliminar, hasta donde ello sea posible, los obs
táculos que pudieran impedir el libre desarrollo del personal “proyecto de vida”, es decir,
de lo que la persona desea ser y hacer en su vida(!). El Derecho es, por ello, un instrumen
to liberador de la persona. De ahí que es deber genérico de toda persona, que subyace en
toda norma jurídica, el de no dañar al prójimo, ya sea en su unidad psicosomática, en su
libertad proyectiva o en su patrimonio.
Por lo expuesto, el axioma jurídico que preside cualquier ordenamiento jurídico pres
cribe “que toda conducta intersubjetiva está permitida, salvo que se halle expresamente
prohibida por dicho ordenamiento jurídico o atente contra el orden público o las buenas
costumbres”. El prius del Derecho es, pues, la libertad. Lo prohibido, en cuanto se trata
de una conducta injusta o ilícita, es la excepción.
(1) E[ segundo párrafo del artículo 3 de la Constitución italiana de 1947 es muy elocuente al respecto cuando
enuncia que: “Es deber de la República remover los obstáculos de orden económico y social, que, limitando
de hecho la libertad y la igualdad de los ciudadanos, impiden el pleno desarrollo de la persona humana
y la efectiva participación de todos los trabajadores en la organización política, económica y social del
país”. Es pues deber del Estado la defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad, para lo cual
debe utilizar el ordenamiento jurídico como un válido instrumento para coadyuvar a la remoción de dichos
obstáculos.
Somos de la opinión que el mencionado axioma jurídico, por su trascendencia, debe
ría ubicarse en el pórtico de la normativa constitucional a fin de poner en evidencia que
la misión fundamental del Derecho es, como está dicho, proteger la libertad de cada per
sona a fin de lograr su realización humana integral en armonía con el interés social. Para
ello fue creado el Derecho, el mismo que posee un sentido liberador. Para conseguir esta
finalidad, el Derecho debe crear aquellas condiciones sociales de justicia, solidaridad, se
guridad, igualdad, que permitan el cumplimiento del “proyecto de vida” de cada cual. La
vivencia colectiva de los valores es condición indispensable para la plena realización de
la persona humana en cuanto ser libertad.
2. Es importante conocer previamente lo que “es” la persona humana para saber, lue
go, qué es lo que la sociedad y el Estado están obligados a defender, a proteger. La perso
na humana o ser humano es, en síntesis y a la altura de nuestro tiempo, una “unidad psi-
cosomática constituida y sustentada en su libertad”. El ente “persona humana” tiene, así,
una estructura dentro de la cual se puede distinguir el soma -o cuerpo en sentido estric
to- y la psique. Se trata de una “unidad” por cuanto todo lo que afecta al cuerpo en senti
do estricto repercute, de alguna manera y magnitud, en la psique y, viceversa, todo lo que
afecta a la psique repercute en el soma o cuerpo.
La libertad es lo que permite al ser humano constituirse como un ser dotado de una
dimensión espiritual. Ser libre significa tener permanentemente que elegir®, que proyec
tar y para elegir hay que preferir entre las múltiples opciones con que se cuenta para vivir
la vida, es decir, para determinar el destino personal, para decidir sobre el singular “pro
yecto de vida”.
Pero, para preferir, la persona debe valorar cada una de las opciones con las que cuen
ta a fin de decidirse por alguna de ellas para proyectar su vida. El ser humano es el único
(2) Si bien el antecedente sobr e la calidad ontológica propia de la persona humana la encontramos en el cristia
nismo y en algunos precursores, como Kant o Kierkegaard, su desarrollo fue asumido por la escuela de la
filosofía de la existencia. Así, lean Paul Sartre expresa que “la libertad no es un ser: es el ser de! hombre”
(El ser y la nada. Tomo 11.1, Editorial Ibero-Americana, Buenos Aires, 1949, p. 20). Xavier Zubiri, por su
parte, afirma que “la libertad es la situación ontológica de quien existe desde el ser” (Naturaleza, Historia,
Dios. Editorial Poblet, Buenos Aires, 1948, p. 343). Gabriel Maree! sostiene que “en última instancia, decir
‘soy libre’ es decir ‘soy yo” (El misterio del ser. Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1953, p. 296).
(3) Sartre expresa, refiriéndose a los seres humanos, que “de hecho somos una libertad que elige, pero no
elegimos ser libres: nosotros estamos condenados a la libertad” (Ob. cit., p. 84).
ente estimativo, es decir, el que posee la capacidad de vivenciar valores. Los valores son
“en” y “para” la vida del hombre y, como está dicho, a través de ellos se ingresa al mun
do del espíritu, que es privativo del ser humano. El significado preponderante del concep
to “persona” que se atribuye al ser humano es, precisamente, el que se constituye como el
único animal mamífero que es “espiritual” por cuanto es un ser libertad. Es esta calidad
ontológica la que lo hace único, singular, irrepetible, idéntico a sí mismo, estimativo, pro-
yectivo, no estandarizado, responsable.
(4) Como expresa Xavier Zubiri “existir es existir ‘con’ -con cosas, con otros, con nosotros mismos-. Este
‘con’ pertenece a! ser mismo del hombre: no es un añadido suyo” (Ob. cit., p. 373). Por su parte, Martin
Heidegger enfatiza que “es inherente al ser del ‘ser ahí’ el irle en su ser mismo e! ‘ser con’ otros” (El ser
y el tiempo. Fondo de Cultura Económica, México, 1951, p. 143). El “ser ahí" es para Heidegger “un ente
que en cada caso soy yo mismo”. A! “existente ‘ser ahí’ le es inherente el ser, en cada caso, mío (...)” (Ob.
cit. p. 62).
(5) Xavier Zubiri sostiene al respecto que “el tiempo no es una pura sucesión, sino un ingrediente de la consti
tución misma del espíritu" (Ob. cit., p. 334). Martin Heidegger expresa que “si la temporalidad constituye
el sentido original del ser del ‘ser ahí’, mas a este ente le va en su ser este mismo, entonces tiene la cura
que emplear ‘tiempo’ y por tanto contar con ‘el tiempo” (Ob. cit., p. 269). El autor manifiesta que “en
prueba de que la temporalidad constituye el ser del ‘ser ahí', y de la forma en que lo constituye, se mostró
que la historicidad, constitución del ser de la existencia, es ‘en el fondo’ temporalidad” (Ob. cit., p. 464).
Por ello, cuando constitucionalmente se enuncia que la defensa de la persona huma
na es el fin supremo de la sociedad y del Estado, se debe considerar a la persona humana
tal como ella es, como una unidad psicosomática constituida y sustentada en su libertad,
por lo que no se puede prescindir de la protección de cualquier aspecto de dicha unidad
ni del “proyecto de vida” que es, como se ha apuntado, la concreción fenoménica de su
libertad mitológica®.
(6) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Caries. “Daño al proyecto de vida”. En: Derecho. N” 50, órgano de la
Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, diciembre 1996, y en Studi in
onore di Pietro Rescigno. Tomo V, Giuffré, Milano, 1998,
(7) Par a una distinción entre “daño a la persona” y “daño al proyecto de vida” ver del autor de este comentario
el trabajo “Deslinde conceptual entre ‘daño a la persona’, ‘daño al proyecto de vida’ y ‘daño moral’”. En:
Foro Jurídico. Año 1, N° 2, Lima, julio 2003, y en Revista Jurídica del Perú. Año LUI, N° 50, Trujillo,
setiembre, 2003.
(8) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “El daño al proyecto de vida en la jurisprudencia de la Corte
interamericana de Derechos Humanos”. En: Derecho. N° 56, órgano de la Facultad de Derecho de la Pon
tificia Universidad Católica del Perú, Lima, junio, 2003; en: Estudios jurídicos en homenaje al profesor
Luis Diez-Picazo. Tomo IV, Civitas, Madrid, 2003; en: Responsabilidad Civil y Seguros. Año V, N° IV, La
Ley, Buenos Aires, julio-agosto 2003; y en: Revista Peruana de Jurisprudencia. Año 5, N° 31, Trujillo,
setiembre, 2003.
4. El artículo 1 de la Constitución de 1993, al lado del respeto a la persona humana,
enuncia también el deber de ía sociedad y del Estado de respetar su dignidad. La “dig-
V nidad” es una calidad inherente a la persona, en cuanto esta es simultáneamente libre
: e idéntica a sí misma. La libertad y la identidad sustentan la dignidad del ser humano.
El ser humano posee dignidad porque, siendo libre, es un ser espiritual, y además, por
el hecho de que, a pesar de que todos los seres humanos son iguales, no hay dos idén
ticos. Es esta dignidad inherente a su ser el sustento de los derechos fundamentales de
la persona humana.
[f|) La defensa de la persona humana no representa soto el fin supremo de la sociedad, sino
también el sustrato material de convivencia de ¡a sociedad: STC Exp. N° 00228-2009-PA/
TC(f. j. 22).
La persona humana está consagrada como un valor superior y el Estado está obligado a
protegerla: STC Exp. N° 02016-2004-PA/TC (f. j. 26).
Jj Todo Estado de derecho que proclama como principal valor la defensa de la persona debe
garantizar mecani smos para brindarle una adecuada protección; STC Exp, N“ 01006-2002-
PA/TC (f. j. 2,d).
BIBLIOGRAFÍA
FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Daño al proyecto de vida”, En: Derecho. N’ 50. Pontificia
Universidad Católica del Pera. Lima, 199$; y en: Stvdi ln onore diPietro Rescigna. Tomo V, Giuffré,
Milano, 1998; FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Deslinde conceptual entre ‘daño a la persona3,
Maño al proyecto de vida’y 'daño moral’. Eirftro Jurídico. Año 1,N“2, Lima, 2003: yen: Revista
Jurídica del Perú. Aí5o Lili, N" 50, Normas Legales, Trujillo, 2003; FERNÁNDEZ SESSAREGO,
Carlos. “El daño al proyecto de vida en la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos
Himianos”. En: Derecho. N * 56. Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2003; en: Estudios
jurídicos en homenaje al profesor Luis Diez-Picazo. Tomo IV, Civitas. Madrid, 2003; en: Responsa
bilidad Civil y Seguras. Año V, N° IV. La Ley. Buenos Aires, 2003; y en: .Revista Peruana de Juris
prudencia. Año 5, N” 31. Trqjíllo, 2003; HEIDEGGER, Martin. El ser y el tiempo. Fondo de Cultura
Económica, México, 1951; MARCEL, Gabriel. £í misterio del ser. Editorial Sudamericana, Buenos
Aires, 1953; SARTRE, Jefin Paul. El ser y la nada. Tomo ¡II, Editorial Ibero-Americana, Buenos
Aires, i 949; ZUBIRI, Xavier, Naturaleza, Historia, Dios.. Editorial Poblet, Buenos Aires, 1948.
Artículo 2 Derecho a la vida y a la integridad moral,
psíquica y física
Toda persona tiene derecho:
1. A la vida, a su identidad, a su integridad moral, psíquica
y física (...).
(■■■)■
CONCORDANCIAS;
C.; arts. 2 ines. 2), 19), 24) lit.h, 4,6,9,24,140, 200 jnes. I, 2; C.P.Ct: arts. 33 ines.
1), 18), 20), 44 ines. 25), 28); C.C.: arts. 1 al 3, 5 al 7, 12, 19,26,598,617,618,856;
C.N.A.: arts. ¡I, 1,4, 6, 7; Ley 29312; R.J. 755-2009-JNAC/RENIEC; D.U.D.H.:
arts. 3 al 6, 25; P.I.D.C.P.; arts. 6.1, 7, 9.4, 10, 16, 24; C.D.N.: arts. 3, 6 al 8, 27;
C.A.D.H.: arts. 3 al 5,7,18
Aunque evidentemente nadie cuestionaría premisas como las antes señaladas, porque
en efecto, son comunes o universales desde la línea de razonamiento antes descrita; sin
embargo, en lo que no existe una idea muy precisa o uniforme, ni en términos positivos ni
tampoco doctrinarios, es en el contenido o los alcances que se suele asignar a dicho atributo.
Sin que se pretenda dar por zanjada discusión alguna, creemos sin embargo que el
entendimiento cabal del derecho a la vida presupone ante todo una idea aproximativa del
contenido esencial que este supone.
A nuestro juicio, aunque no es esta una tendencia que pueda considerarse mayorita-
ria o cuando menos tradicional, el derecho a la vida supone dos dimensiones, una que po
demos calificar como existencial o formal y otra que podemos denominar como de carác
ter material o sustancial.
Aunque es bien sabido que para fines jurídicos, es una idea generalizada que la noción
de persona, solo se refiere a quien ha nacido, mas no así a quien está por nacer, hay que pre
cisar que la vida como proceso natural, no se inicia en rigor con el nacimiento de la perso
na -aunque ciertamente a partir de allí se dé su principal manifestación- sino que se pro
yecta, a título de derecho, desde el significativo momento en que acontece la concepción.
De allí que si hemos sostenido que la vida es inescindible de la persona, hay que ad
vertir empero, que por lo dicho, también lo es la del concebido o nascíturus, ya que aquel
no es ni representa, una simple prolongación de la existencia natural del humano, sino su
primera o inicial etapa.
Por lo demás, si quisiéramos utilizar una terminología que englobara a una y otra si
tuación, diríamos que la dimensión existencial de la vida se refiere a la presencia tangi
ble e individualizada del “ser humano” y este último, o puede ser la persona o puede ser
el concebido.
Tal vez una de las principales manifestaciones de dicho tratamiento diferencial sea
la de considerar que mientras el nacido tiene y mantiene su personalidad jurídica, siendo
además destinatario tanto de las situaciones favorables como de aquellas desfavorables
que sobre aquel recaigan, el que está por nacer, en cambio01, carece en absoluto de per
sonalidad jurídica y, por el contrario, solo resulta beneficiario cuando determinadas situa
ciones, en efecto, le favorecen01.
No tiene relevancia, para efectos de lo que aquí nos proponemos, hablar de la perso
nalidad moral del nacido, desde que aquella resulta fácilmente demostrable y por lo de
más tampoco se encuentra en discusión. El tema relevante es, en todo caso, el representa
do por la personalidad del ser en formación, pues si bien puede ser aceptable que no se le
considere strieío sensu, como persona, ello no significa tampoco desconocer ciertos atri
butos preliminares o condicionantes de su especial estatus.
(1) Salvo que naturalmente, nos ubiquemos en la hipótesis, por demás excepcional, de la fecundación in vitro.
(2) Para un planteamiento general respecto del estatus jurídico del concebido se puede consultar preferentemen
te: DÍEZ-PICAZO, Luis y GULLÓN, Alberto. Sistema de Desecho Civil. Volumen l, 4“ edición, Tecnos,
Madrid, 1982, p. 266 y ss. Sobre la diferenciación entre persona y concebido: ESPINOZA ESP1NOZA,
Juan. Estudios de Derecho de las Personas. Lima, 1990, pp. 91-92.
(3) El asunto de las situaciones favorables ha sido también recogido por nuestra Constitución. Empero no
por ello resuelve el problema de lo que se entiende por dichas situaciones ya que de hecho estas pueden
ser muchas y no siempre totalmente favorables. Ello merced a que hay hipótesis en las que no se puede
desligar lo favorable de lo desfavorable como ocurre con las herencias y .las deudas que recaen sobre estas.
La doctrina, por lo general, discute respecto de diversas variables14’ en torno de lo
que podría considerarse como rasgos humanos del concebido. Se suelen invocar al res
pecto, conceptos como la animación, la viabilidad, la socialización y la individualización.
De todos los mencionados, puede decirse que la animación, representa el más tradi
cional aunque quien sabe si a la par, el menos objetivo dedos rasgos. Se trata, en rigor, de
una idea de raíces espirituales o religiosas según la cual todo ser vivo es poseedor de una
esencia o alma que no puede ser desconocida. Quien comulga con esta idea o la acepta o
la rechaza, pero no puede desconocerla, por estar inspirada en razones de fe o de convic
ción. Son por consiguiente dichas razones las que propugnarían la necesidad de tutela o
protección del no nacido.
La viabilidad suele ser un elemento mucho más objetivo en términos científicos, aun
cuando no por ello carente de ciertas controversias, como lo demuestra el hecho de que
haya sido utilizado por la jurisprudencia comparada a los efectos de delimitar la licitud o
no del aborto. Con el mismo, se busca determinar el periodo de subsistencia del feto fuera
del vientre materno, o como algunos dicen, su capacidad de vida independiente. Aunque
no existe exactitud en los criterios que determinan dicho periodo, se puede coincidir en
que el mismo opera hacia el sexto mes de embarazo, cuando el peso del feto es de apro
ximadamente 1200 gramos. En consecuencia, en la idea de delimitar, la existencia autó
noma, es que reside la necesidad de protección.
El tercer criterio al que se suele apelar es la llamada socialización, criterio con el que
se hace referencia a la capacidad de aprendizaje o percepción humana que va ostentan
do el concebido desde su proceso de formación. Dicha condición no solo es medida des
de la perspectiva de la gestante, quien va adentrando su comportamiento a partir del sen
timiento especial que profesa para con el concebido, sino y fundamentalmente, desde la
posición que este ocupa y que le permite ir adquiriendo rasgos de conducta esencialmente
humanos, a la par que distintos a los de cualquier otra especie viviente. La socialización,
es pues un ingrediente de connotaciones si se quiere mixtas, pues tiene tanto de vínculos
subjetivos como de ingredientes eminentemente objetivos o reales.
El cuarto y último rasgo es tal vez el más complejo de todos, pues por individuali
zación, no se entiende un solo y único criterio, sino diversos, aun cuando todos ellos vin
culados por la idea de la característica propia, es decir, la condición única e irrepetible de
cada ser vivo. En dicho contexto, suele hablarse hasta de tres variables, el código genéti
co (que se encuentra asociado a la configuración cromosomática típica y exclusiva de cada
ser humano), la capacidad de sentir (que puede ser asumida como la condición de sensi
bilidad físico-funcional, que le permite al feto distinguir las sensaciones y dolores desde
muy temprano momento), y la autoconciencia (que sería un estatus de razonamiento o au
todeterminación individual). Mientras que el primero de dichos factores se generaría desde
(4) Cfr. RUJZ MIGUEL, Alfonso. El aborto:problemas constitucionales; Cuadernos y Debates. N°25, Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990, pp. 34-52. VÍLLANUEVA FLORES, Rocío. ‘‘El aborto: un
conflicto de Derechos Humanos”. En: Derechos Humanos de ¡as Mujeres. Aproximaciones conceptuales,
Manuela Ramos, Lima, 1996. pp. 192-207.
el momento mismo de la fecundación, en el caso de los otros dos no estaría muy claro el
momento preciso de su aparición, optándose en todo caso por discutir su presencia a par
tir de ciertos elementos indicíales.
En suma, existen, como es fácil percibir, diversos referentes que nos permiten consi
derar la posición especial del concebido y la correlativa necesidad de una adecuada protec
ción. Consecuentemente y al margen de que aquella no resida o se sustente en el reconoci
miento de una personalidad jurídica, no supone ello de que al Derecho, no le corresponda
un papel a cumplir, pero la determinación del mismo, como se dijo precedentemente, no
será estrictamente igual al de la persona.
(5) Aspecto que hasta hoy en día sigue siendo de discusión en el plano positivo (no así en el jurisprudencial
donde se Inseguido un camino diferente), lo constituye el hecho de determinar la posición jerárquica de los
instrumentos internacionales relativos a Derechos Humanos, pues corno es bien conocido, la vigente Carta
de 1993 les negó la jerarquía constitucional de la que, por el contrario, si gozaban con la Constitución de
1979 (sobre el particular vide: SÁENZ DAVALOS, Luis. “El dilema de ios tratados internacionales sobre
derechos humanos en la nueva Constitución”. En: RevistaJwídica. Órgano Oficial del Colegio de Abogados
de La Libertad. N° 134, Trnjillo, enero, 1996, 1999, p. 737 y ss.). Ello no obstante, no debe omitirse que
conforme lo dispone la misma Carta en su Cláusula Final y Transitoria Cuarta, tocia interpretación en
materia de derechos fundamentales debe tomar como marco de obligada referencia lo dispuesto en los
citados instrumentos internacionales.
La vida humana comienza con la concepción. El concebido es sujeto de derecho para
todo cuanto le favorece
Dentro del mismo ámbito intemo, el Decreto Legislativo N'5 346 o Ley de Política
Nacional de Población, del 6 de julio de 1985, reconoce en el artículo IV. inciso 1, de su
Título Preliminar que:
Pues bien, auscultadas dichas normas por su contenido, no cabe duda, que el atributo
existencial del concebido aparece como un postulado incuestionable. Consecuentemente
y en líneas generales puede afirmarse que, en este específico aspecto, coinciden todos y
cada uno de los dispositivos en mención.
Sin embargo, muy a pesar de los contenidos descritos, lo cierto es que, si se les analiza
con algún detenimiento, es posible percibir, que entre lo que proclama el derecho interno,
por vía de la Constitución, el Código Civil, la Ley de Política Nacional de Población y la
Ley General de Salud, y lo que proclama el derecho externo, por vía de la Convención, se
pueden extraer algunas conclusiones no precisamente coincidentes en todos sus alcances.
Por lo pronto, la vigente Constitución de 1993, que en este aspecto ha efectuado cier
tas modificaciones con relación a su predecesora<6), ha previsto, reiterando un criterio re
conocido precedentemente por el Código Civil, que el concebido es sujeto de derecho en.
todo aquello que pueda resultarle favorable
* 73.
Conviene recordar, que cuando el Código Civil de 1984, utilizó la noción de sujeto
de derecho, lo hizo, por cierto, entendiendo que se trataba un estatus jurídico de alcan
ces generales, a partir del cual era factible invocar derechos y exigir obligaciones (centro
de imputación de derechos y obligaciones). Como tal comprendía, no solo a la persona
sino al propio concebido, e incluso y de modo extensivo a las personas jurídicas colecti
vas (sean o no inscritas).
(6) En ia Caita de 1979, era el segundo párrafo del artículo 2 inciso i) el que tenía vita redacción no muy
técnica que digamos, al establecer que: “Ai que está por nacer se te considera nacido para todo cuanto le
favorece”, pues lo que con ella se pretendía era crear una ístxión jurídica, consistente en asumir que el
concebido era una suerte de persona imaginaria o ficticia. Sobre el particular ESPfNOZA ESP1NOZA,
luán. Ob. crL, pp. 47-48.
(7) Con ello, a nuestro modo de ver, ha precisado con mayor rigor los alcances riel derecho a la vida, friera
de ia hipótesis correspondíame a ia persona en sentido estricto. En criterio similar: QUlSPE CORREA,
Alfredo. Apuntes ¡a Constitución y el Estado. Gráfica Horizonte, Lima, 1998, pp. 97-102.
Por consiguiente, si para la Constitución, el Código Civil, la Ley de Política Nacional
de Población y la Ley General de Salud, el que está por nacer resulta un centro de impu
tación de derechos, y es sin duda uno de tales derechos, la vida, queda claro que para el
ordenamiento interno, por lo menos desde una perspectiva rigurosamente positiva, nadie
puede negar el atributo existencia! del concebido.
Ahora bien, no obstante que la formula de igualación enarbolada por la referida nor-
matividad, pareciera inspirarse en un sentido fundamentalmente deontológico o estimati
vo, creemos que sus alcances no dejan de ser más formales que reales. El tema de la pro
tección y de los roles jurídicos que al respecto corresponde proporcionar no ha podido
desde el punto de vista natural, prescindir de ciertas diferenciaciones elementales impo
sibles de ignorar y así parece haberlo entendido finalmente la jurisprudencia internacio
nal, tal y cual se desprende del fallo emitido por la Corte Interamericana de Derechos Hu
manos en el marco del Caso Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica, del 28 de noviembre
del 2012(S) en el que, con independencia de adoptarse una postura tutelar para el derecho
a la vida, se opta por diferenciar entre las formas que aquella adoptaría cuando de la per
sona y del concebido se trata.
De acuerdo con esta lógica, el concebido es no solo y como hemos adelantado, un ser
humano cuya vida resulta condicionada a la vida de la madre, sino que para fines jurídi
cos carece de personalidad.
No ocurre lo mismo —repetimos- con la persona, con el ya nacido, con el ser huma
no individualizado frente a cualquier otra forma de vida, puesto que este último tiene una
personalidad que el derecho le reconoce y que, desde luego, nadie discute.
No se necesita pues ser muy exhaustivo para reparar en algo tan elemental, salvo claro
está, que se pretenda -siguiendo una lectura forma! del citado instrumento internacional, a8
(8) Corte 1DH. Caso Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica, del 28 de noviembre del 2012. Disponible en:
http://wwwxorleidh.or.cr/docs/casos/articulos/sericc_257 esp.pdf
estas alturas ya descartada- adoptar una tesis acentuadamente fundamentalista, pero como
hemos visto discutible y harto confusa.
Si se trata por consiguiente, de optar por una construcción doctrinaria integral o com
pleta de lo que representa el derecho a la vida, creemos que el criterio correcto nos lo si
gue proporcionando nuestro propio derecho interno, pues la categoría enunciada “suje
to de derecho”, como ya se ha visto, tiene alcances genéricos e incluye tanto a la persona
como al concebido, idea que presupone una distinción jurídica entre ambas situaciones,
sin descartar y antes por el contrario defender, que la vida es un atributo o derecho ines-
cindible de estas. Por lo tanto -contra lo que ha pretendido alguna doctrina- no es cierto
cuando se dice que el no considerar como persona al concebido, origine el riesgo absolu
to de negarle su atributo existencial.
“El derecho a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido
por la ley. Nadie podrá ser privado de la vida arbitrariamente”.
Ahora bien, sí resulta cierto que, por los alcances que respecto del derecho a la vida
tienen estos instrumentos, se deduce una posición no necesariamente coincidente con
aquella que postula nuestro ordenamiento interno por vía de la Constitución y el Códi
go Civil, e incluso de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y la interpre
tación que, como ya se ha visto, se le viene dando, lo importante es subrayar, que de una
lectura preliminar de los textos en referencia, no aparece tampoco y en definitiva una vo
luntad explícita de fusionar dentro de la nomenclatura de persona, nociones como las del
concebido y el ya nacido.
La comprobación de tal criterio, por otra parte, no resulta difícil, porque tanto la De
claración Universal de los Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos utilizan, respectivamente, los términos de “individuo” y “persona hu
mana”, sin efectuar precisiones en tomo del momento en que se inicia propiamente la tu
tela del derecho a la vida. Con ello, a nuestro juicio, no solo eluden la referencia explícita
al concebido, sino que en el fondo denotan, que su preocupación se orienta exclusiva e in
objetablemente, respecto del estatus del nacido(!,).
Aunque por cierto, alguna confusión podría originarse con la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre, habida cuenta que aquella se refiere al derecho a
la vida de “todo ser humano”, y dicha terminología -como sugerimos anteriormente- sí
podría involucrar dentro de sus alcances al concebido, la verdad es que dicha posibilidad
resulta cada vez menos viable, toda vez que la Comisión Interamericana de Derechos Hu
manos la relativizó tras conocer de un caso en que se cuestionaba la legislación de un Es
tado. por.la que se legalizaba el aborto y en el que se llegaría a opinar que: “El criterio se
gún el cual la vida humana debe ser protegida a partir de la concepción no está implícito
en la Declaración Americana, siendo obligatorio, entonces, únicamente para los Estados
Partes de la Convención Americana”00’. Y si a ello añadimos lo sostenido en fecha mu
cho más reciente por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el ya menciona
do Caso Artavia Murillo, se comprenderá fácilmente por donde es que va la tendencia fi
nalmente asumida, siendo que conforme a la misma, se trata en el caso de la persona y el
concebido de dos situaciones particulares o con características propias a las que, por con
siguiente, el derecho les ha de otorgar un tratamiento de suyo diferenciado.
Si una postura como la descrita ha de repercutir sobre los alcances del derecho a la
vida, sea de manera relativa o radical según la naturaleza de cada situación, es una re
flexión que convendrá dejar para otro momento. Ya hemos visto que de manera intema y,
actualmente externa, el problema está definido de una determina manera. Y según la mis
ma, la vida ha de significar existencia o como persona o como concebido, independiente
mente de las diferencias naturales entre uno y otro supuesto.
Más que como un tema jurídico, es dentro del plano científico donde fundamental
mente se ha intentado dar respuesta a la interrogante. Aunque son diversas las posiciones
esbozadas, se suele aceptar que han sido dos de ellas las más difundidas, la teoría de la
(9) Cfr. O! DONNELL, Daniel. Protección Internacional de los Derechos Humanos', CAJ-11DH. Ia edición,
Lima, 1988. pp. 47 y 49. Hay que resallar que análogamente a lo que ocurre en América, en e! viejo
continente el Convenio Europeo de Protección de los Derechos Humanos, habla del derecho a la vida
de “toda persona”, y la doctrina vislumbra en el mismo no precisamente una referencia -por lo menos
expresa- al concebido. A propósito: GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo; LINDE, Enrique; ORTEGA,
Luis Ignacio y SÁNCHEZ MORÓN, Miguel. El sistema europeo de protección de los Derechos Humanos.
2’ edición, Civitas, Madrid, 1983, pp. 71 y 73.
(10) Cfr. O’ DONNELL, Daniel. Ob. cit., p. 49.
fecundación y la teoría de la anidación. Ambas han venido polemizando acerca del mo
mento en el que con toda certeza puede hablarse del inicio de la concepción.
La teoría de la anidación, por su parte, estima que solo puede hablarse de concepción
en aquel supuesto en el que el óvulo fecundado obtenga las condiciones naturales que le
permitan con toda certeza, asegurar su desarrollo. Esto último, por lo demás, soló pue
de darse en aquellos casos en los que el cigoto, una vez evolucionado en blastocisto, que
da alojado en la cavidad interna del útero (endometrio), situación que recién se produce a
los siete días de la fecundación, demorando otros siete más, para quedar totalmente con
cluido. En el marco de la teoría descrita, la concepción supone la certeza o garantía de un
embarazo en un curso y tal situación requiere necesariamente del proceso de anidación.
Desde nuestro punto de vísta y sin que el derecho tenga por qué ser el factor demos
trativo de una situación que a la ciencia primariamente corresponde definir, creemos sin
embargo que es perfectamente posible optar por una respuesta al téma sobre la báse de los
propios referentes jurídicos de los que se dispone y sin desvirtuar en ló absoluto el apor
te de cada teoría.
El estado de fecundación será sin duda alguna importante a los efectos de determinar
las probabilidades de desarrollo que pueda tener una vida, pero definitivamente irrelevan
te si lo que se quiere es determinar el estado de gestación que, para fines prácticos, es lo
mismo que concepción. Tan evidente es esta posición que en el ámbito de nuestro Dere
cho Penal, se tipifica como delito de aborto, no al atentado contra un embrión fecundado,
sino a la supresión del feto que anida en el vientre de la gestante o embarazada, como se
deduce con toda nitidez de los artículos 115, 118, 119 y 120 del Código Penal.
En resumidas cuentas, el derecho bien puede asumir una posición sobre la base de los
insumos que le proporciona la propia ciencia y para ello no es necesario ni manipular los
conceptos ni fantasear con el pensamiento para quedar bien con algunas ideologías o co
rrientes de pensamiento(ll).
(11) En este apartado y como es fácil deducir, nos alejamos radicalmente de lo sostenido en algún momento
por nuestro Tribuna! Constitucional, en la STC Exp. N° 2005-2009-AA/TC (Caso: ONG “Acción de
Lucha Anticorrupción”) cuyos argumentos como bien se recuerda, desataron una profunda polémica. Cfr.
SAENZ DAVALOS, Luis. “El dilema de la Píldora del día siguiente. (A propósito de la sentencia emitida
por el Tribunal Constitucional peruano en el Exp. N° 2005-2009-PA/TC)”. En: Derechos de las Mujeres
y discurso jurídico. DEMUS-Estudio para la Defensa de ¡os Derechos de la Mujer, Lima, noviembre de
2010, p. 19 y ss. En este extremo vate destacar en un primer momento el fallo emitido en el año 2019 por
el Primer Juzgado Especializado en lo Constitucional de Lima, recaído en el Exp. N° 30541-2014, que
inaplicó la sentencia mencionada líneas arriba, y ordenó al Ministerio de Salud a informar y distribuir de
forma gratuita la denominada “Píldora del día siguiente". No obstante, con fecha 16 de septiembre del
2020 la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima revocó el fallo y declaró improcedente
la demanda.
no siempre entendido en su reai alcance, conviene reflexionar a la luz de dicha realidad
y acaso ensayar, un concepto mucho más integral, del que ya se ha venido vislumbrando.
Justamente es esa realidad la que, por desgracia, nos describe, una sociedad donde
miles de personas, antes que un derecho a la vivencia proclamada, soló Ies queda resig
narse con la sobrevivencia como destino, con la subsistencia dramática, no solo por falta
de recursos sino de efectivas oportunidades de realización. Es esa misma realidad, lá qué
nos dice que e! Estado, al margen de los objetivos que le impone el Derecho, padece, sin
embargo, de indiferencias crónicas, y la que convierte, por más de una razón, la existen
cia formal en una triste ironía, bastante lejana a lo que se supone es un legítimo y funda
mental atributo. i, r.' if,."
La verdad es que la vida, cotitextualizada como sobrevivencia, poco o nada es. lo qué
nos gráfica de un real y efectivo existir como ser humano y singularmente como persona.
Podríamos incluso preguntarnos, qué tiene de significativa la vida de una persona que no
tiene la posibilidad de ingerir diariamente los alimentos adecuados o por lo menos indis
pensables, qué tiene de valiosa la presencia de quien por buscar empleo en aras de mejorar
su condición y la de los suyos, encuentra como respuesta cotidiana un cierra puertas ge
neralizado, o en fin, que tiene de rescatable, la existencia de quien comprueba que la edu
cación y la salud resultan privilegios lejanos o incompatibles con las grandes mayorías.
Que a distinguidos juristas -y sobre todo aquellos que siguen una orientación m pri-
vatista- les parezca un gran avance lo que nuestro ordenamiento jurídico proclama hoy en
día y a simple vista sobre el derecho a la vida, puede ser -y es sin duda- una posición muy
respetable dentro del universo de alternativas de opinión, porque en ella a fin de cuentas
ocupa un papel primordial el ángulo existencia! del ser humano y hacia la garantía de esa
existencia es que dirigen toda su técnica y preocupación, pero que ese modo de interpretar
las cosas sea la regla general para iodo el Derecho, y particularmente para el Derecho Pú
blico, si nos parece un evidente exceso'12*, claro está, no por lo falso-ya adelantamos y nos
(12) Como fue tm exceso la perspectiva unilateral, mostrada por quienes elaboraron la Constitución de 1993,
para quienes la vida era un tema formal antes que material. Cfr, Las intervenciones de los constituyentes
Ricardo Marcenado Frers, Carlos Torres y Torres Lara, Francisco Tíldela Van Breugel-DougUs y sobre
todo, Enrique Chi rinos Soto y, la solitaria —aunque rescatable- posición de Henry Pcase Clara a y en alguna
forma la de Roger Cacares Velásquez. En: Congreso Constituyente Democrático. Diario de los Debates
(Debate Constitucional); pleno '993, Tomo I, especialmente, pp, 58-6S,
ratificamos en que se trata de un ángulo cierto- sino porque como lo hemos enunciado, tal
óptica solo cubre una parte del contenido que entendemos abarca el derecho a la vida(l3)14
.
Empezaremos entonces por reconocer, que así como el atributo comentado, supone
una dimensión existencia!, implica también y con mayor rigor, la presencia de una dimen
sión que podemos tipificar como material, una dimensión en la que dándose por aceptado
que el ser humano tiene presencia en el mundo, se entiende que su derecho a la vida apa
rece como una verdadera oportunidad de realizar el proyecto vivencial al que se adscribe,
como una indiscutible potencialidad de realización humana. No se agota pues en la exis
tencia, la trasciende, reconociendo un sentido finalista, integral o, si se quiere, sustancial.
“El derecho a la vida (...) no puede entenderse solo como respeto que los demás deben
a mi integridad, ni como discurrir en el mundo mediante satisfacción de necesidades
primarias; fundamentalmente habría que comprenderlo como materialización de la
oportunidad de desenvolverse libremente, no sobrevivir en condiciones indignas,
precarias, inhumanas”.
“Vivir es posibilidad de desarrollar facultades humanas y de satisfacer necesidades
biológicas, culturales, estéticas. Vivir no es impedir a otro atacar mi ser; vivir es ca
pacidad para realizarse con decoro; vivir es desterrar sobresaltos que provienen de la
falta de recursos; vivir en suma, es libertad de poseer, cada uno, su destino”.
“Si el derecho a la vida significara tolerancia ajena, empequeñecería la definición,
porque no se puede vivir solamente del respeto a los demás si se carece de trabajo,
educación, atención médica oportuna, alimentación. Ello supone la contraparte, in
eludible, de la acción del gobierno, el de hacer esfuerzos para construir un medio en
que las libertades sean algo más que el sueño o inspiración de poetas y filósofos
* 1'”.
Al identificarse el derecho a la vida, no solo pues desde la dimensión existencial, sino
desde aquel material, evidentemente cambia en mucho la situación de los valores consti
tucionales implicados. La vida en cuanto derecho deja de interpretarse como una existen
cia meramente formal o simplemente episódica, para pasar a convertirse en un atributo
de verdaderas potencialidades cuya materialización viene asegurada por el disfrute real y
oportuno de los derechos básicos que reconoce el ordenamiento (educación, salud, trabajo,
(13) En el Derecho Privado, salvo muy pocas excepciones, el tema de la vida parece haber quedado zanjado
únicamente por el lado del reconocimiento de la dimensión existencial. El valor de la vida adquiere así
para los ius privatistas capital importancia en la medida en que se exterioriza con la presencia de la
persona o la presencia del concebido. En el Derecho Público en cambio-y particularmente en el Derecho
Constitucional- existen otros valores de tanta importancia como la vida y por ende no se trata únicamente
de reconocer la existencia, sino de encaminar esta de modo paralelo o simultáneo a esos otros valores.
(14) Cfr. QU1SPE CORREA, Alfredo. Temas Constitucionales. Editora Gráfica Cisneros, Lima, 1995, pp. 14
y 15.
bienestar, etc.), contexto que desde luego y para bien, traduce a plenitud lo que represen
ta el auténtico fundamento de todos los derechos: La dignidad.
La vida, tamizada con ese ingrediente de dignidad asume asi una presencia mucho más
amplia de aquella a laque con frecuencia y desde el plano formal, hemos estado acostum
brados, Dentro de esa presencia es posible individualizar tanto a la colectividad organiza
da como al Estado en cuanto titular de la responsabilidad de proteger y promover la vida.
Cuando dicha responsabilidad no se cumple o, se cumple solo parcialmente, la dignidad
se convierte en simple teoría y la vida se reduce a la existencia formal y porque no decirlo,
hasta casual. Cuando, en cambio, se observa a cabalidad, el derecho a la vida engrandece
sus horizontes y puede, en efecto, hablarse con toda razón de una perspectiva humanista.*
(15) Un planteamiento general lo encontramos en: VON MUNICH, Ingo. “La dignidad del hombre en el Derecho
Constitucional". En: Revista Española ele Derecho Constitucional, N° 5, CEC, Madrid, mayo-agosto do
19S2, p. 9 y ss. Aunque es menester anotar que este autor intuye ciertas dificultades para delimitar un
concepto preciso de dignidad. También puede verse: GONZALES PÉREZ, Jesús, La dignidad de la,persona.
1“ edición. Civitas, Madrid, 1986; BENDA, Ernesto. “Dignidad humana y derechos de ia personalidad”.
En: SENDA, MAIHOFFER, VOGEL, HESSE, HE¥ DE, Manual de Derecho Constitucional, Instituto
Visco de Administración Pública, Marcial Pona, Ediciones Jurídicas y Sociales, Madrid, 1996, pp. 117-144;
FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. "La dignidad de la persona como valor supremo del Ordenamiento
Jurídico”. En; PALOMINO MANCHEGO, losé y VELÁSQUEZ RAMÍREZ, Ricardo. Modernas
tendencias del .Derecho en América Latina (l Convención Lathwameríeana de Derecho). Grijiey, Lima,
1997. p. 59 y ss; &AGÜÉS, Néstor Pedro. “El concepto constitucional de dignidad de la persona y su
precisión”. En: PALOMINO MANCHEGO, José y VELÁSQUEZ RAMÍREZ, Ricaido. Ob. cít., pp. 255-
273; DOMÍNGUEZ HARO, Heíder, “Crítica al artículo 1 de la Constitución peruana de 1993 desde una
perspectiva humanista”. En: PALOMINO MANCHEGO, José y VELÁSQUEZ RAMÍREZ, Ricardo.
Ob. ciL; L ANDA ARROYO, César, “Dignidad de la persona humana”. En: lux et Veritos. Año X: N° 21;
PUCP. Lima, 2(100, p. 20-23; MENDOZA ESCALANTE, Mijaií.Zzis principiosfundamentales del Derecho
Constitucional peruana, Lima, 2000, pp, 191-193.
(16) La diga ídael trasciende todo tipo de derechos y situaciones jurídicas originadas a propósito de esos derechos,
razón por la que no puede hablarse de un atributo o libertad fundamental que no posea un ingrediente de
dignidad.
Por otro lado, tampoco debe confundirse, como erradamente i<> hace algún® doctrina “dignidad” con
“honor". Este último derecho es solo una variante de aquella.
(17) Cfr, SAÉNZ DA VA LOS. Luis, “Los derechos no enumerados y sus elementos de concretixación”. En:
Desechos constitucionales no escritos reconocidos por el Tribunal Constitucional. Guías Especializadas
sobre la Jurisprudencia Constitucional, Sáenz Dávalos, Luis (coordinador). N* 93, Gaceta Jurídica, Lima,
2009, p. 13 y ss.
De allí pues que, en efecto, sea correcto cuando se invoca como contrapartida de la
existencia, la creación, de un medio(iS) en el que los derechos del ser humano, no se reduz
can a los linderos de la romántica poesía o el declamatorio idealismo.
La discusión vendría en cambio por el lado del concebido, ya que, si hemos dicho
que carece de personalidad jurídica, sería más difícil aún, reconocerle un proyecto vital en
condiciones dignas. Sin embargo, si se apela a la idea de personalidad tnoral<l9), estamos
convencidos que puede perfectamente suplirse tal vacío, pues lo que a fin de cuentas, di
cho concepto intenta precisar, es que al margen de concretizaciones jurídicas, la humani
zación del nascitunis, o los ingredientes que le acompañan para predicar dicha condición,
(código genético, sensibilidad, autoconciencia, etc.) resultan en conjunto la mayor y más
efectiva justificación para invocar protección.
(18) Cfr. QUtSPE CORREA, Alfredo. Ob. cít, p. 15; BERNALES BALLESTEROS, Enrique (con la colabora
ción de Alberto Otároía Peñaranda). árr Coust Unción de PlíC. Análisis: eonsparachi. Medición, Constitución
y Sociedad ICS, RAO Editora, Lima, 1998, p. IJ3 y ss.
(19) Cfr. R.UÍZ MIGUEL, Alfonso. Ob. cit., p. 192 y ss.
(23) Cfr. Al respecto, FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “TnUamtento jurídico del concebido”. En: La
persona en e! Sistema Jurídica Latimja.'nerícano (Contribuciones para la redacción de un Código Civil
Tipo en ríkuería de Persones}. Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1995, p. 192.
obvias, una facultad directa de invocar esa responsabilidad, en cambio si existiría un de
ber autónomo del Estado por tutelar la vida de tos seres en formación, aunque én este caso,
dentro de circunstancias muy especiales. De aquí pues, que siendo e! Estado el titular pri
mario de dicho deber se podría intuir que la vida digna del concebido hó podría ser nega
da salvo casos muy extremos y siempre que el ordenamiento jurídico, o su cuadro de va
lores materiales, así lo permita. y
Valga precisar que las nociones de defensa (que la relacionamos con. la óptica exis
tencia!) y de respeto (que la relacionamos con la óptica material) son aquí especialmen
te significativas. ............
Coincidente con la misma orientación y como demostración palpable, que todos los
atributos del ser humano, tienen un fundamento en la dignidad, pueden citarse el segundo
párrafo del artículo 7 de la norma suprema, cuyo texto prevé que: “La persona incapacitada
para velar por sí misma a causa de una deficiencia física o mental tiene derecho al respeto
de su dignidad y a un régimen legal de protección O el artículo 23, párrafo tercero,
de la norma suprema, que establece que: “Ninguna relación laboral puede limitar el ejer
cicio de tos derechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad del trabajador”.
Pero de manera similar a lo que ocurre con el Derecho interno, tos instrumentos inter
nacionales relativos a derechos humanos y que han sido suscritos por nuestra República,
han consagrado inobjetablemente el papel que cumple el principio dignidad.
(21) Cfr. SÁENZ CÁVALOS, Luis (coordinador). Derechos conslitucionítles no escritos reconocidos por el
Tribuna/ Canstitueionaí Guías especial izadas sobre la j urisprudencia constitucional. N° 03, Gaceta Jurídica,
Lím», 2009.
Así la Declaración Universal de los Derechos Humanos sostiene:
"(...) que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base en reconocimiento
de la dignidad intrínseca (...)” (Preámbulo) y que: “Todos los seres humanos nacen
libres e iguales en dignidad y derechos (art. 1).
La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre estima, asimis
mo, que:
“(...) todos los hombres nacen libres e iguales e dignidad y derechos (..,)” (Preámbulo).
Por su parte, el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos argumenta a su
vez que:
Con alcances amplios en la mayoría de los casos (es decir, con la posibilidad que no
solo se refieran a la persona sino al ser humano o al hombre en general) vemos pues que
se consigna la dignidad como principio fundamentador de la totalidad de derechos. Por
consiguiente no se trata, pues, de una simple sublimación moral sino de convicciones
nada equívocas. Y siendo aquellas directrices interpretativas explícitas, su valor jurídico
no puede ni debe ser ignorado.
Asumir entonces el derecho a la vida no solo desde una dimensión existencia! o formal
sino también material o integral, esto es, como existencia plena pero dentro de un contex
to compatible con la dignidad, es pues una verdadera exigencia que se impone al razonar
de quienes interpretan y aplican el Derecho. Por lo demás es esta visión, la que a nuestro
juicio permitiría afrontar con verdadera objetividad y sin falsos espejismos (cuando no
con evidentes perjuicios), los diversos problemas que subyacen a la temática, mucho más
polémica de los límites a los que se enfrenta e! citado atributo (pena de muerte, interrup
ción voluntaria del embarazo, eutanasia, estado de necesidad, etc.).
(22) Similar enunciado se reconoce en el no menos capital Pacto Internacional de Detechos Económicos,
Sociales y Culturales.
II. Contenido del derecho a la integridad
El derecho a la integridad, ha sido enfocado en nuestra Constitución desde tres pers
pectivas; la de carácter moral, la psíquica y la física'2324
’. En cualquiera de estas se nos pre
senta como un típico atributo de exclusión, es decir, que proscribe ó prohíbe injerencias
arbitrarias sobre la integridad, sea que estas provengan de'l Estado o de cualquier persona.
Correlato del mensaje descrito y de los contenidos que supone, la misma norma fun-
damental establece en el inciso 24 literal h) del mismo artículo 2 que “nadie debe ser víc
tima de violencia moral, psíquica o física, ni sometido a tortura o a tratos inhumanos o
humillantes”. Agregándose, además, que “cualquiera puede pedir dé inmediato él examen
médico de la persona agraviada o de aquella imposibilitada de recurrir por sí misma a la
autoridad” y que “carecen de valor las declaraciones obtenidas por la violencia. Quien la
emplea incurre en responsabilidad”.
Quiere ello decir, que en línea de principio, lo que la Constitución pretende al hablar de
integridad es evitar las conductas que traducidas de alguna forma en violencia, puedan su
poner un menoscabo a los aspectos morales, psíquicos y físicos que tal derecho representa.
Desde esta perspectiva, no es pues que cualquier conducta pueda presumirse como contra
ria a la integridad y a sus manifestaciones, sino fundamentalmente aquellas que de alguna
manera puedan ser vislumbradas como actitudes o comportamientos violentos o ilegítimos.
Definir por otra parte, lo que resulta violento o ilegítimo, aunque no es úna tarea sen
cilla, tampoco es imposible. En realidad pasa por evaluar cada caso concreto a la luz de
los estándares de razonabilidad y proporcionalidad. Estamos convencidos al respecto que
no necesariamente puede establecerse un repertorio de reglas iguales para todos los su
puestos, sino que se hace necesario evaluar cada hipótesis en particular'2'”. Así por ejem
plo, no es lo mismo que una típica conducta de presión que pueda ejercer una autoridad
superior por sobre un subordinado, pueda ser medida de igual forma en un centro de tra
bajo, en una escuela, o en un cuartel. Sin que desaparezca la noción de lo que debería ser
un buen trato (un trato digno) en cada caso, debe quedar en claro que no todos los supues
tos van a resultar exactamente iguales. Ello, como es obvio, exige de parte de quien ana
liza o resuelve casos en los que se reclame por la afectación a este derecho, una especial
sensibilidad y adecuado enfoque en el análisis de cada controversia.
(23) El enfoque distintivo que realiza nuestra vigente Constitución entre estas tres variantes de la integridad,
que por cierto, no estaba contemplado en la Carta de 1979 (que solo hablaba de libertad física) parece ser
rigurosamente tributario de ¡o dispuesto en el artículo 5.1 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos según el cual: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y
moral”. Este último instrumento, por lo demás, es quien adopta directamente dicha postura en el plano
internacional, ya que el resto de instrumentos (por lo menos los más conocidos) optan por una perspectiva
distinta, prefiriendo limitarse a describir ¡as conductas concretas, consideradas prohibidas. Al respecto: O'
DONNELL, Daniel. Ob. cit., p. 71 y ss.
(24) Los términos violencia o acto ilegítimo, no son pues conceptos cerrados o estrictos como algunos lo
pretenden, sino que representan tina infinita variedad de posibilidades. Por lo demás, tampoco se encuentran
asociados a la posibilidad de que quien ocupa el papel de víctima o agredido, haya consentido tales actos,
ya que de ser asi, cualquier forma de manipulación sobre este último podría enervar la determinación de
responsabilidades sobre el agresor.
1. Variantes del derecho a la integridad
Como ya se ha mencionado, la integridad a la que se refiere la Constitución puede ser
vista desde la óptica moral, psíquica y física.
Sin perjuicio de lo que más adelante se verá en tomo de la integridad física, puede de
cirse que uno de los mayores debates que originó el reconocimiento del derecho comenta
do tiene que ver con la distinción entre lo que representa la integridad moral por un lado,
y la integridad psíquica, por otro.
2. La integridad moral
En efecto, lo que se denomina como integridad moral tiene que ver con la percepción
que la persona realiza de sí misma y de su comportamiento a partir de los valores esen
ciales con los que se identifica. La honestidad, la gratitud, la solidaridad, la'responsabili
dad, entre otras cualidades compatibles con la moral, puede decirse que representan parte
de lo que la persona considera como inseparable o inescindible de su propia personalidad.
En tales circunstancias, obligarle a que altere tal modo de concebir las cosas o desvirtuar
la imagen que la persona intenta proyectar de sí misma, puede devenir en atentatorio al
contenido de la integridad moral<25). Es lo que sucedería, si por ejemplo, aprovechando el
estado de subordinación en el que laboralmente se encuentra una persona, se le impusie
ra comportarse en forma antiética, es decir, opuesta a la percepción moral que dicha per
sona mantiene sobre la vida.
Se trata pues entonces, en este primer supuesto, de una vertiente de la integridad que
intenta relievar o colocar en un plano especial el contexto en el que se desenvuelve la per
sona a partir de los valores representativos o más esenciales que aquella ostenta. Siendo
obligación no solo del Estado y de la sociedad, sino de cualquier persona en particular,
respetar Jos alcances de este derecho.
3. La integridad psíquica
La integridad psíquica, en cambio, hace referencia ai estado de tranquilidad interior.
Al contexto de normalidad en el que se desenvuelve el psiquismo o mundo interno de la
(25) Puede decirse dentro de la línea descrita que la integridad moral tiene una relación bastante cercana con
el derecho al honor, solo que mientras este último tiene que ver con el sentimiento de autoestima desde
muy diversas perspectivas, aquella se sustenta en un componente decididamente moral. Ello no obstante,
algunos autores le asignan elementos mucho más amplios que el estrictamente moral. Al respecto RUBIO
CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de J993. Tomo 1, Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 132.
persona y que por ser esencialmente individual corresponde prima facie ser valorado en
sus alcances por su propio titular.
4, La integridad física
La integridad física pretende garantizar el estado de inalterabilidad del cuerpo de una
persona o su buen funcionamiento desde el punto de vista fisiológico y garantizar dicho
estado frente a conductas que atenten contra el mismo.
(26) Perspectiva distinta a la nuestra la encontramos por ejemplo en RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit.,
Temo l, pp. 131 y 132; MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Derechos de la persona. Dogmática constitucional.
Fondo Editorial del Congreso de la República, Lima, 2004, p. 95.
Otro aspecto que también se debate respecto de la integridad física son sus alcances
como derecho individual. En efecto, si por este último, se entiende facultad de hacer o
no hacer, o lo que es lo mismo, un atributo de libre disposición, se preguntan algunos si a
nombre de dicha característica, puede su titular disponer libremente de su propio cuerpo
y disponer incluso, a tal grado y nivel, que de la propia persona sea de quien dependa des
naturalizar o desarticular su propio cuerpo o alterar su normal fiincionamiento.
“Los actos de disposición del propio cuerpo están prohibidos cuando ocasionen una
disminución permanente de la integridad física o cuando de alguna manera sean
contrarios al orden público o a las buenas costumbres. Empero, son válidos si su exi
gencia corresponde a un estado de necesidad, de orden médico o quirúrgico o si están
inspirados por motivos humanitarios.
Los actos de disposición o de utilización de órganos y tejidos de seres humanos son
regulados por la ley de la materia”.
De la disposición aquí glosada puede inferirse que en materia de actos de disposición so
bre el propio cuerpo, la regla general es la no procedencia, aun cuando podría aceptarse esta
en dos hipótesis, una que podríamos llamar amplía y otra, más bien, de carácter restringido.
Ello supondría, entre otras cosas, que podría ser perfectamente posible la donación de
aquellos órganos o tejidos que por su propía naturaleza resulten regenerabas, como ocu
rre con la sangre o los cabellos, o la de aquellos otros que por situaciones atípicas o ex
cepcionales hayan resultado repetidos dentro del cuerpo de la persona y puedan por tanto
resultar prescindibles, como podría ser e! caso de quien haya nacido con más de dos riño
nes u otro tipo de órganos.
La hipótesis restringida en cambio, solo operaría en supuestos en estricto excepción^
Ies. Conforme a esta y a los efectos de la donación de órganos o tejidos, podría prescindir-
se de los requisitos que imponen la no disminución permanente de la integridad o que no
se atente contra el orden público o las buenas costumbres, en los casos en los que la dis
posición se encuentre sustentada en un estado de necesidad, de orden médico o quirúrgi
co, o en los supuestos en los que tal decisión responda a motivos humanitarios.
Responder a esta pregunta no sería tan fácil. De pronto una primera aproximación se
ría la de considerar que la citada donación de órganos o tejidos, no debiera ocasionar un
grave daño en la salud o la vida del donante. Es esta misma línea la que por ejemplo adop
ta el Código Civil ai establecer en la primera parte de su artículo 7 que: “La donación de
partes del cuerpo o de órganos o tej idos que no se regeneren, no debe perjudicar- grave
mente la salud o reducir sensiblemente el tiempo de vida del donante”.
Somos sin embargo de la opinión que en los casos de extrema urgencia en los que la
vida de una persona dependa de la citada donación, es el propio donante y solo él quien
debe valorar la magnitud de.su propia decisión antes que la ley. No debemos olvidar que
la situación descrita puede producirse en muy diversos contextos pero, por sobre todo, en
uno tan sensible como el familiar. En tales circunstancias pretender que un padre o una
madre, permanezca impotente frente a la muerte irremediable de alguno de sus hijos o hi
jas, porque no encuentra donante de algún órgano vital, podiendo ser dicho padre o dicha
madre, la única salvación, nos colocaría en un escenario realmente dramático donde el Es
tado se arrogaría una definición que creemos no le corresponde.
(27) Convendría prec isar al respecto que según la segunda parte del artículo ? del Código Csví I: '■ TilI disposición
(la referida a la donación de órganos no regetterables) está sujeta a consentimiento expreso y escrito
del donante”. Desde nuestro punto de vista, la redacción de esta norma admitiría una ¿oble lectura O
interpretación. Con forme a la primera y acorde con lo que parece ser. quiso el legislador ordinario, cuando
se dona órganos no regenerables, dicha decisión debe constar expresamente. Sin embargo, cabría otra
lectura, totalmente distinta. Según esta última, aun en los casos en los que se opie por donar órganos o
El derecho a la integridad física, por lo demás, proscribe de plano cualquier variante
de tortura. El análisis de este extremo es, sin embargo, materia de otro comentario.
DERECHO A LA VIDA
gÜ El derecho a la vida no solo debe entenderse como un límite al ejercicio del poder, sino como
un objetivo que guia la actuación del Estado: STC Exp. N® 04637-2006-PA/TC (f. j. 43).
j] La supresión de la vida como una forma de pena resulta incongruente dado que Los objetivos
de la pena son totalmente incompatibles con la muerte: STC Exp. N° 00489-2006-PHC/
TC(f.j. 15).
El servicio militar obligatorio afecta el derecho al proyecto de vida original que deriva del
derecho a la vida: STC Exp. N° 00015-2013-PI/TC (f.j. Si).
La integridad física presupone el derecho a conservar la estructura orgánica del ser humano
y en general la salud del cuerpo: STC Exp. N° 02333-2004-PHC/TC (f. j, 2, l).
[gj La integridad moral define tes fundamentos del obrar de una persona en el plano de la
existencia y coexistencia social: STC Exp. N° 02333-2004-PHC/TC (f. j. 2.2).
tejidos no regeiwrables y cito pudiese perjudicar ía salud o distnmuir el tiempo de vida del donante, dicha
decisión quedaría librada a su consentimiento exprese, con lo cual, si sería posible, por parte del donante,
decidir en último término y a pesar de las consecuencias. si opta por donar sus óiganos o tejidos vitales.
La separación arbitrarla entre un menor y sus padres configura la afectación del derecho a
la integridad psíquica del niño: STC Exp. Ne00325-2012-PHC/TC(f.j. 11).
J) El derecho a la integridad personal de ¡os menores puede verse menoscabada si son trasla
dados a un ambiente no apto para la vivienda: STC Exp. bTOI 821 -2013-PHC/TC (f.j. 21).
g Autoridad que se le reconoce a los padres no implica que puedan ejercer un control arbitrario
sobre el niño que pueda aftctarsu integridad: STCExp.N°01817-2009-PHC/TC(f.j. 15).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 2), 19), 24) lit.h,4,6, 9, 24,140,200 ines. 1,2; C.P.Ct: arts. 33 ines.
I), 18), 20), 44 ines. 25), 28); C.C.: arts. 1 al 3, 5 al 7, 12, 19,26, 598,617,618, 856;
C.N.A.: arts. II, 1,4, 6, 7; Ley 29312; R.J. 755-2009-JNAC/RENI.EC; D.U.D.H.:
arts. 3 al 6, 25; P.I.D.C.P.: arts. 6.1, 7, 9.4, 10, 16, 24; C.D.N.: ana. 3, 6 al 8, 27;
C.A.D.H.: arts. 3 al 5,7, 18
Adelantando un poco nuestra explicación, nuestra tesis es que estos derechos plan
tean dos modelos esenciales de libertad: la libertad de acción (libre desenvolvimiento de
la personalidad) y la libertad real (derecho al bienestar), ambos diferentes a la libertad ne
gativa o formal (o también de abstención), que es la noción de libertad más difundida y
que también cuenta con reconocimiento constitucional.
A efectos de presentar mejor nuestras ideas, vamos a dividir nuestro trabajo en cua
tro partes: una, en la que presentamos de modo muy sucinto algunas nociones de libertad
hoy vigentes; otra, en la que explicamos los tres modelos básicos de libertad contenidos
en nuestra Carta Fundamental; otra, en la que analizaremos el derecho al libre desarro
llo de la personalidad, y una última, en la que nos dedicaremos al derecho al bienestar.
L Nociones de libertad
Actualmente, la libertad es considerada un atributo esencial para la existencia huma
na. Diferentes concepciones filosóficas y teórico-políticas dan cuenta de ello. Solo por
hacer referencia a concepciones de grati calado en el siglo XX, mencionaremos que el li
beralismo mayoritariamente la tiene como eíbien humano más valioso, incluso definito-
rio de la esencia humana; el existencialismo (cuando menos alguna de sus versiones) la
considera como una auténtica condena, de la que eí ser humano no puede escapar y que
debe asumir con angustia y responsabilidad; y el socialismo consideró que es una con
dición a la que aspiramos, y que solo podremos alcanzar tras abolir las limitaciones ma
teriales que esclavizan a la humanidad. Así, desde diversas perspectivas, el ser humano
está caracterizado por, o busca alcanzar, su libertad. Todo esto constata la importancia y
rol central de la libertad, pero también pone en evidencia que existen concepciones muy
diferentes sobre ella.
Al respecto, Isaiah Berlín explicitó, en un conocido ensayo, que hay dos conceptos
fundamentales de libertad; la denominada “libertad negativa”, que implica no padecer
interferencias ni obstáculos, es decir, "el ámbito en que un hombre puede actuar sin ser
obstaculizado por otros”(l-; y una “libertad positiva”, referida al “deseo por parte del
individuo de ser su propio dueño”, librado “de fuerzas exteriores”®. De esta forma, la
libertad positiva significa “autodominio” y no simplemente “no interferencia”, como la
libertad negativa.
Ahora bien, no obstante lo antes señalado, más cercanamente la libertad viene siendo
concebida también como “no opresión” (v. gr. Philip Pettit®, Qu.entin Skinnerf'J, “libertad
(í) BERLIN, Isaiah. “Dos conceptos de libertad”. En; Cuatro ensayos sobre la libertad, Alianza. 1996, Madrid,
p. ¡91.
(2) Ibídem. p. 201.
(3) ibíderti, p. 202 y ss.
(4) Por ejemplo, en Kan Popper, Ludwig von Mises, Fnedrich von Hayck o Milton Friedman.
(5) PETTIT, Philip. Republicanismo. Una teoría sobre to libertady gobierno. Pajdós, Barcelona, 1997, p. 35
y ss,
(6) SK1NNER. Quentia. "La libertad de las repúblicas: ¿un tercer concepto de libertad?”. En: ísegoría. N" 33,
Instiurto de FílósoHa CS1C, 2005. pp. 19-49.
real” (Philippe Van Partjs<7)) o “desarrollo de capacidades” (Amartya Sen® o Martha
Nüssbaumí$)}. A nuestro parecer, estas ideas de libertad son preferibles a la de simple “no
interferencia” (o “autodominio”), pues son mucho más completas e integrales: dan cuenta
mejor de las necesidades y aspiraciones humanas; promueven la existencia de libertades
reales (capacidades) y no solo formales, incorporando el valor igualdad; y permiten superar
ia ideología individualista y antipolítica sobre la persona. De esta forma, la libertad deja de
entenderse como cotos de autonomía individual frente al poder, y puede ser considerada
también como la posibilidad de que cada persona decida sobre su propia historia, personal
y colectiva03-1,
(7) VAN PARIJS, Phihppe. Libertadrealpara lodos: qué puede justíficsral capitalismo (si hay algo me pueda
hacerlo). Paidós. Barcelona, 199(5; cfr. CARBONELL, Miguel. “Libertad como no dominación. Philippe
Van Parijs". En: La libertad Dilemas, retos y tensiones. 11J UNAM - Comisión Nacional de Derechos
Humanos, México, 2008, pp. 65-73.
(8) Entre varios. SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Planeta, Bogotá, 20G0; recientemente: ibídem. La idea
de la justicia. Tauros, Madrid, 2010.
(9) V. gr. NUSSBAUM, Martha. Lasfronteras de lajus/ícia, Paidós, Barcelona, 2007; recientemente: ibidem.
Crear capacidades, Propuesto para el desarrollo humano. Pnidós, Barcelona, 2012.
(í O) Ahora bien, I as primeras (y contundentes) criticas a h idea de libertad negativa provinieron del denominado
liberalismo igualitario, sobre todo a partir John fUwls (y en el que se inscriben autores como Ronaki
Dworkin). Asimismo, hay otras críticas a la libertad negativa desde el pensamiento comunitarista, tal es
el caso de Charles Taylor.
(II) Cfr. SALAZAR LIGARTE, Pedro. La demtseracia constitucional Una radiografía teórica. Fondo de Cultura
Económica, IIJ-UNAM, México £>. F., 2008, p. 79 y ss; DTPPEL, Horet. Constitucionalismo moderno.
Marcial Pons, Madrid, 2OÜ9, p. 185 y ss.
(12) Cfr. SOSA SACIO, Juan Manuel. “Nuestros constitucionalismos”. En: Pautas para interpretar la
Constitución y los derechosfundamentales. Juan Manuel Sosa (coordinador). Gaceta Jurídica, Urna. 2009,
pp. 18-22.
atributo iusfúndamental. Constatado esto, y debido a los diversos significados de libertad
y a las diversas manifestaciones de esta reconocidas en la Constitución, consideramos
necesario distinguir dos tipos de libertad: las libertades esenciales o básicas y los llamados
derechos de libertad
* 1”.
Sobre la libertad formal, esta coincide con el concepto de libertad negativa en los
términos expuestos por Isaiah Berlín; en este sentido, alude a la capacidad para hacer o
no hacer algo sin que existan obstáculos que lo impidan. Tal libertad es negativa en la
medida que no se refiere a ninguna acción en especial, sino pone énfasis en la ausencia
de medidas de coerción para que uno pueda realizar o no una acción (es decir, asegura
alternativas de conducta o acción)
* 14*. Asimismo, es formal (o “libertad jurídica”) debido a
que no tiene en cuenta si la libertad puede ejercerse en la práctica: su contenido se reduce,
básicamente, al reconocimiento normativo (jurídico) de la remoción de obstáculos que
impidan actuar libremente.
Una norma que expresa claramente esta libertad es, por ejemplo, la establecida en el
articulo 2, inciso 24, literal a de la Constitución, que prescribe: “Nadie está obligado a ha
cer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”. Esta disposición
preconiza que no existan intromisiones estatales (o privadas) sin sustento legal; sin em
bargo, no protege concretas acciones que se haya decidido realizar, ni alude a condiciones
materiales necesarias para que las personas puedan ser algo o llevar adelante un proyecto.
De otra parte, tenemos a la libertad positiva o, mejor aún, libertad general de acción.
Esta protege el ejercicio de la libertad humana en sentido amplio, otorgando protección a
todo lo que las personas quieran hacer, ámbito que solo puede ser limitado si existen razo
nes suficientes, de raigambre constitucional y si se hace a través de medidas proporcionales.
(!3) Hemos tratado más ampliamente esto en: SOSA SACIO, Juan Manuel, “La libertad cotistitaciona!. Tres
modelos esenciales de libertad y tres derechos de libertad”. En: Pensamiento Constitucional. N* 23.2018,
pp. 177-203.
(Í4) ALEXY, Robert. Teoría de las derechos fundamentales. 2" edición, Centro de Estudios Constitucionales,
Madrid, 2GCJ8, pp. 189-190; BOROWSKI, Martin. La estructura de íes derechasfundamentales. Univer
sidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, p. 132.
Finalmente, tenemos a la libertad real o sustantiva, que garantiza que las personas
sean sujetos realmente autónomos, que puedan elegir planes de vida propios y llevarlos
a cabo. Así, esta libertad implica la satisfacción de necesidades básicas que permitan una
vida digna, sin dependencias ni opresiones vejatorias; y conmina a poner énfasis en las
capacidades concretas de las personas, así como en las realizaciones que pueden alcanzar.
Desde esta perspectiva, la libertad no solo exige abstencionismo estatal o respeto a las de
cisiones personales, sino promocionar decididamente las capacidades de cada quien, con
la finalidad de que podarnos ser realmente libres.
Nuestra Constitución también acoge esta noción de libertad, por ejemplo, al consagrar
el derecho al bienestar, reconocido en el artículo 2, inciso 1 de la Carta. En similar senti
do, encontramos al artículo 44 de la Constitución, que señala como deber primordial del
Estado -entre otros- garantizar la vigencia plena de los derechos humanos y promover el
bienestar general; asimismo, el artículo 59, que prescribe que el Estado brinda oportuni
dades de superación a los sectores que sufren desigualdad.
“La libertad general de acción es la libertad de hacer y omitir lo que se quiera. Que
la libertad de hacer y omitir lo que se quiera está protegida (...) significa dos cosas.
Por una parte, a cada cual le está permitido prima facie -es decir, en caso de que no
intervengan restricciones- hacer y omitir lo que quiera (norma permisiva). Por otra,
cada cual tiene prima facie, es decir, en la medida que no intervengan restricciones,
un derecho frente al Estado a que este no impida sus acciones y omisiones, es decir,
no intervenga en ellas (norma de derechos)”07’.
Es claro, con lo anotado, que el supuesto protegido por el libre desenvolvimiento de
la personalidad es bastante amplio y comprende cualquier acción constitucionalmente vá
lida que se desee realizar; además, su posible limitación tiene también un vasto alcance,
pues comprende restricciones fundamentadas en los más variados bienes constitucionales.
En otras palabras, para esclarecer las diferencias entre ambas libertades, la libertad ne
gativa o formal podría ser una libertad ejercida en el marco de la ley y, dentro de esta, evi
tarse la existencia de injerencias adicionales: así, basta con no generar obstaculizaciones
o interferencias para que cada quien, dentro del marco de la ley, ejerza su libertad como
pueda. Mientras que el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad, por su par
te, implica la prevalencia prima facie de la libertad humana frente a las decisiones políti
cas; por ende, protege todas las actuaciones de las personas, de manera general, sin que
Ahora bien, es necesario realizar dos precisiones adicionales sobre los alcances de
este derecho: 1) ¿en qué sentido es una libertad “general”? y 2) ¿puede tratarse de un “de
recho no enumerado”?'
“[L]a valoración de la persona como centro del Estado y de la sociedad, como ser moral
con capacidad de autodeterminación, implica que deba estarle también garantizado la
libre manifestación de ta! capacidad a través de su libre actuación general en la sociedad.
El Tribunal Constitucional alemán, en el célebre caso Elfes, interpreta (...) que
el contenido o ámbito de protección del derecho al libre desenvolvimiento de la
personalidad comprende la ‘libertad de actuación humana en el sentido más amplio’, la
‘libertad de actuación en sentido completo’. Se trata, entonces, de un ‘derecho autónomo
que garantiza la libertad general de actuación del hombre’ y que no se confunde con
la libertad de la actuación humana ‘para determinados ámbitos de la vida’ que la
Constitución ha garantizado a través de específicos derechos fundamentales, tal como
sería el caso de las libertades de expresión, trabajo, asociación, etc.”(IS).
Además de ello, también se le considera una libertad “general” en el sentido de
ella no requiere estar encaminada a formas de “realización personal”, al “bienestar” o
al “perfeccionamiento humano” para obtener protección(lA Pero sobre esto volveremos
luego, al referirnos al derecho al bienestar.
1. Una decisión tan importante (y política) como establecer los límites entre
la libertad humana y la autoridad debía ser, en cualquier caso, una decisión
tomada por el constituyente, y no una creación (interpretación) de los jueces
constitucionales. Si el Tribunal considerara que la Constitución no reconoce
un derecho genérico de libertad y más bien optó por un modelo restringido
(u orientado) de libertad de acción (como sostuvo en alguna oportunidad), no
debía arrogarse el lugar del constituyente y modificar la “cláusula de cierre
del sistema de libertades”*221.
2. La existencia de un “derecho general de libertad” no es un mandato que se
desprenda, inmediata e indiscutiblemente, del artículo 3 de la Constitución, que
permite el reconocimiento de nuevos derechos. Al respecto, debe tenerse en
cuenta que en los ordenamientos constitucionales en los que no exista un derecho
al libre desenvolvimiento (como ocurre en varios países, entre ellos *España 231),
los derechos fundamentales enumerados o no- siempre merecen un especial
reconocimiento y no quedan a merced de ningún poder, público o privado y, por
ende, se garantiza el respeto a la persona humana y su dignidad.
3. La cláusula de derechos no enumerados es un recurso subsidiario para el
reconocimiento de nuevos ámbitos iusfundamentales, y en el caso de la libertad
general de acción es innecesaria, pues puede ofrecerse una interpretación
correcta para adscribirla al enunciado constitucional que reconoce el derecho
al libre desarrollo y bienestar (art. 2, inc. 1 de la Constitución). Al respecto,
debe tenerse en cuenta que el “libre” desarrollo y bienestar son, precisamente,
libertades; eso significa que si “el propio desarrollo y bienestar son libres,
a cada quien corresponde determinar cómo ejercer su libertad en el marco20 *
23
22
21
“Aunque en anterior jurisprudencia este Tribunal ha sostenido que este [el derecho
al libre desarrollo] es un derecho innominado y que, consecuentemente, encontraría
su fundamento en el artículo 3 de la Constitución (cfr. STC N° 0007-2006-PI, f. j.
47), analizadas con mayor detenimiento las cosas, la manifiesta indeterminación
de esta cláusula, aconseja a la jurisdicción constitucional -en razón de su carencia
de legitimidad democrática directa- a no acudir a ella, a menos que el derecho
fundamental cuya esencialidad ética es indiscutida y que es necesario proteger, no
derive razonablemente de la semántica de los derechos expresamente enumerados
por la Norma Fundamental. Y es que si es posible establecer esta razonable relación,
la interpretación constitucional que da cuenta de la existencia jurídica del respectivo
derecho fundamental, gozará, además, de un mayor margen de legitimidad democrática
al encontrar como fuente directa la expresa mención de un derecho por parte del Poder
Constituyente en la Norma Fundamental”*26’.
Por último, vale la pena mencionar algunos ámbitos de libertad humana que han sido
considerados por el Tribunal Constitucional como parte del libre desarrollo de la persona
lidad. Entre estos tenemos: la autodeterminación reproductiva
* 27’, la decisión de ser ma
* 28’, el ejercicio de la profesión y desarrollo profesional
dre * 2”’, la sexualidad y las relacio
nes sexuales
* 30’, los actos de esparcimiento y diversión
* 3’’, el contraer matrimonio
* 32’, las
Debido a la amplitud prima facie de esta noción, es necesario dar más luces sobre su
significado y contenido. Al respecto, desde ciertas perspectivas el bienestar remite, por
ejemplo, a las ideas de felicidad09’ o de perfeccionamiento humano00’. Respecto a la primera,
(41) Tales como el artículo 13 de la Constitución de Japón (“Todos los ciudadanos serán respetados como
personas individuales. Su derecho a la vida, a la libertad y a! logro de la felicidad, será, en tanto que no
interfiera con e l bienestar público, e l objetivo supremo de la legislación y de los demás actos de gobierno”)
y el articulo 10 de la Constitución de Corea del Sur (“All citizens are assured of human worth and dignity
and have the right to pursue happiness. It is the duty of the State to confirm and guarantee the fundamental
and inviolable human rights of individuáis”).
(42) La Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América se refiere a algunas “verdades
autoevidentes”, entre estas, que fuimos creados con el derecho inalienable de buscar nuestra felicidad (“We
hold these truths to be self-evident, that all men are created equa!, that they are endowed by tfieir Creator
with certain (inalienable Rights, that among these are Life, Liberty and the pursuit of Happiness”).
(43) Cfr. DERISI, Octavio Nicolás. “La persona y el Estado”. En: Estudios en honor del Doctor Luis Recaséns
Siches. Tomo II, Fausto E. Rodríguez García (coordinador), UNAM, México D.F., 1987, pássim; CASTILLO
CÓRDOVA, Luis. Los derechos constitucionales. Elementos para una teoría general. 3a edición, Lima,
2007, pp. 29-37. Vide, asimismo, las interesantes Encíclicas Mater et Magistra (1961) y Pacem in terris
(1963).
(44) STC Exp. N° 050-2004-AI/TC y otros (acumulados), f. j. 106 (resaltado nuestro).
todo ser humano; esto requiere, desde luego, de compromiso decidido por parte del poder
público™-e incluso de la sociedad
* 46’- con el ejercicio de una real libertad humana.
45
Por nuestra parte, y en similar sentido, vamos a considerar -junto con Amartya Sen-
que el bienestar de la persona depende de su calidad de vida
* 4748
’, mejor aún, de las cosas
50
49
que una persona efectivamente puede ser y hacer (funcionamientos), y que considera
valiosas™. Al respecto, el bienestar depende de las capacidades de las personas para
alcanzar tales funcionamientos y, por ende, estas capacidades, en el fondo, constituyen
las “oportunidades reales para obtener bienestar”™.
Ahora bien, las capacidades no implican la imposición o elección por parte de las
personas de un determinado ser o hacer, sino constituyen el “conjunto de oportunidades
(habitualmente interrelacionadas) para elegir y actuar”™. De este modo, el conjunto de
capacidades constituye, entonces, la “libertad real” de una persona
* 51’; es decir, contando
con tales capacidades, corresponderá a cada persona decidir si persigue o no su bienestar.
En este orden de ideas, el contenido del derecho estaría referido a contar, cuando menos,
con capacidades centrales o esenciales, las más básicas, que permitan a cada persona optar
por su bienestar. Sin estas, no habría bienestar posible.
Señalado esto, seguramente salta la duda: ¿y cuáles serían estas capacidades? A estos
efectos, hacemos nuestro el listado de diez capacidades centrales que propone Martha
Nussbaum, a efectos de que una vida sea considerada como digna:
“I. Vida. Poder vivir hasta el término de una vida humana de una duración normal;
no morir de forma prematura o antes de que la propia vida se vea tan reducida que no
merezca la pena vivirla.
2. Salud física. Poder mantener una buena salud, incluida la salud reproductiva; recibir
una alimentación adecuada; disponer de un lugar adecuado para vivir.
3. Integridad física. Poder moverse libremente de un lugar a otro; estar protegido
de los ataques violentos, incluidas las agresiones sexuales y la violencia doméstica;
disponer de oportunidades para la satisfacción sexual y para la elección en cuestiones
reproductivas.
4. Sentidos, imaginación y pensamiento. Poder usar los sentidos, la imaginación, el
pensamiento y el razonamiento y hacerlo de un modo ‘verdaderamente humano’, un
Ahora bien, la lista propuesta podría parecer en exceso pretensiosa y, por lo mismo,
imposible de realizar o exigir. Nosotros no estamos de acuerdo con una objeción de este
tipo. Primero, porque la mayoría de estas capacidades ya están actualmente protegidas por
derechos fundamentales concretos. Segundo, porque al tratarse de capacidades realmente
básicas para que una vida sea dignamente vivida, debería verse en esta lista una oportuni
dad para repensar los fundamentos, el contenido, los alcances y sobre todo las prioridades
en materia de derechos fundamentales (y de políticas públicas, claro está).
Señalado todo esto, consideramos todavía necesario realizar algunas precisiones adi
cionales sobre los alcances del derecho al bienestar:
(53) Precisamente, para nuestro Colegiado Constitucional el bienestar humano se extiende también a esas
dimensiones: cft. STC Exp. Nú 09707-2005-AA/TC, f. j. 8.
(54) SEN, Amartya. Bienestar, Justicia y mercado. Ob. cit. p. 9i.
vida y, por consiguiente, brindar un mejor aporte a la sociedad en su conjunto,
lográndose, de este modo, un mayor desarrollo como país”(55)56.
Asimismo, desde el Estado debe garantizarse también que los particulares no
limiten indebidamente el bienestar de otros. Como señalamos antes, si partimos
de una noción de libertad como “no dominación” (y no como simple “dejar hacer”
o “ausencia de interferencias”), ello implicará que en la comunidad política
nadie pueda ser dominado por otro06’; más aún, que nadie tenga capacidad para
hacerlo, lo que deberá estar garantizado institucionalmente(S7)58
59
.
2. El derecho al bienestar es una libertad: la libertad de bienestar. Ahora bien,
lo anterior la dimensión prestacional del bienestar no significa que el Estado
puede imponer el bienestar o tal vez un modelo de bienestar obligatorio para
todos. Como señalamos, lo que le corresponde al Estado es permitir que se
generen capacidades suficientes para que cada quien realice los funcionamientos
que considere. En este sentido, lo que se garantiza con el derecho al bienestar
es, en realidad, una “libertad de bienestar”; es decir, la posibilidad de conseguir
bienestar158’.
Como indicamos antes, el derecho al bienestar puede considerarse como un ám
bito de la “libertad real”. Contar con esta libertad permitiría escoger, claro está,
lo más beneficioso para uno mismo; pero, no solo eso: bien visto, permitiría ejer
cer también toda forma de libertad humana (libertad de acción), incluso en sen
tido contrario a nuestro bienestar.
Al respecto, no obstante, la aparente paradoja (que el “derecho al bienestar”
comprenda la posibilidad de buscar lo contrario); en realidad, este planteamien
to viene exigido por el principio-derecho de dignidad humana. Efectivamente,
respetar la dignidad de cada persona (entendida esta como ser moralmente au
tónomo, que no puede ser instrumentalizado) implica la prohibición de dictar e
imponer desde fuera lo “mejor” para ellas.
Asi, el Estado, si bien tiene una visión de “vida buena”, “bienestar” y “desa
rrollo” -y en función a ellas (y nociones similares) formula sus políticas pú
blicas-, no puede imponerlas09’, ni siquiera bajo la consideración de que las
que: “El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad plural: amaqhilla, ama
Hulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko
(vida armoniosa), tekokavi (vida buena), ivimaraei (tierra sin mal) y qhapajñan (camino o vida noble)".
Tales nociones, a nuestro parecer, no buscan imponer un modelo de vida buena, sino más bien enriquecer
los criterios de bienestar que debe observar el Estado, incorporando las cosmovisiones de los pueblos y
comunidades (“naciones”) indígenas.
(60) STC Exp. N° 00032-2010-AI/TC. ff. jj. 45-46.
Por su parte, nuestro Tribunal Constitucional ha validado el carácter también
objetivo del bienestar como principio o valor constitucional (y no solo como
derecho); es decir, entendido como bienestar general. Esto ha sido puesta en
evidencia, por ejemplo, al pronunciarse sobre los deberes de los funcionarios
*
públicos 61*, la protección del ambiente
* 62’ y el desarrollo de las generaciones
*
futuras 63*, él fundamento de las penas como garantía social* 64’, el respaldo ma
terial (económico) que requiere el sistema democrático
* 65*, el rol del Estado en
*
general 6667* -y a su carácter social, en especial1— -, entre otros supuestos.
Finalmente, al bienestar humano le ha sido otorgado un especial peso valorati-
vo al momento de sopesar (ponderar) bienes constitucionales. En efecto, de ma
nera similar a como se emplea el criterio interpretativo pro homine, el colegia
do constitucional ha explicado que debe preferirse la protección del “bienestar
general” y la “preservación de la especie humana” frente a expectativas mera
mente lucrativas de los particulares:
“[E]l Constituyente, al establecer en el artículo 1 de la Constitución Política, que:
‘La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo
de la sociedad y del Estado’, ha dejado un mensaje claro para las generaciones
futuras; por ello, tanto el Estado como la sociedad se organizan y toman sus
decisiones teniendo como centro al ser humano. Cuando entran en conflicto la
generación lucrativa o la mayor rentabilidad de ciertos grupos económicos, con
el bienestar colectivo o la defensa de los bienes que resultan indispensables para
que la vida humana siga desarrollándose, la interpretación que de la Constitución
se haga debe preferir el bienestar de todos y la preservación de la especie, así
como también de las demás especies, como ya se ha dicho”*68’.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[íjl El derecho al libre desarrollo de la personalidad vincula a la persona como ser dotado de
autonomía y dignidad: STC Exp. N° 02868-2004-AA/TC (f. j. 14).
La libertad sexual forma parte del contenido del derecho al libre desarrollo de la persona
lidad: STC Exp. N° 00008-2012-PI/TC (f. j. 20).
|íj La libertad sexual posee una dimensión negativa que vincula al Estado o cualquier parti
cular a no interferir en el libre desarrollo de la actividad sexual de la persona: STC Exp.
N° 00008-2012-PI/TC (f.j. 21).
(Ji La prohibición de tenencia y de adquisición de nuevas mascotas asi como el uso del ascensor
en compañía de ellas, es desproporcional y transgrede el derecho al libre desarrollo de la
personalidad: STC Exp. N°01413-2017-PA/TC (f.j. 19).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: art. I; C.C.: arts. 1,365,405,598,6 i 7,805 inc. 1), 856,2068; C.N.A.: arts. I, II, IV,
1,2; L.O.RENIEC: arts. 7 inc. b), 44 inc. a); Ley 26842: art. III; I)JLeg. 346-, art. IV;
D.S. 015-98-PCM: arts. 3 inc. a),22; P.I.D.C.P.: art. 6.1; C.D.N.: art.); C.A.D.H.: art. 1.2.
Una indagación psicológica sobre el pecado, tarea que emprendiera Kierkegaard a fi
nales de la primera mitad del siglo XIX en su libro El concepto de la angustia, nos lleva,
inevitablemente, a concebir al hombre como un ser libre, capaz de decidir entre la virtud
que enaltece, o el rechazo al vivenciamiento de los valores, lo que lo conduce por la vía
de la degradación.
La escuela de la filosofía de la vida, que florece en la primera mitad del siglo XX,
congrega en su seno a pensadores de diferentes signos ideológicos en cuanto al destino
del ser humano al dejar de existir. Hallamos, entre ellos, a los que creen en la trascenden
cia del ser humano después de la muerte, como es el caso de Jaspers, Marcel o Zubiri, y
la de aquellos que estiman que ella conduce a la nada, como ocurre en el caso de Sartre.
No obstante esta discrepancia en lo que atañe a este específico asunto, todos ellos compar
ten, con distintos matices, la concepción de un ser humano que es simultáneamente libre,
coexistencia! y temporal. Libre en cuanto es capaz de decidir por sí mismo, coexistencial
en tanto está creado para convivir en sociedad y, temporal, desde que su vida se desplie
ga en un tiempo existencia! que, dentro del tiempo cosmológico, se inicia con la concep
ción y concluye con la muerte.
Esta nueva concepción del ser humano, que aproximadamente lo describe como “una
unidad psicosomática constituida y sustentada en su libertad espiritual”, inevitablemen
te repercute en el Derecho. Ante este hallazgo, la disciplina jurídica debe adaptar sus su
puestos y sus instituciones en el sentido que la protección que dispensa ya no es más la de
un animal racional o la de cierta ficción, como era el caso del concebido, sino la de un ser
humano libre, coexistencial y temporal. El notable vuelco antropológico-filosófico se ha
lla en el Perú sintéticamente expresado en el artículo primero de la derogada Constitución
de 1979, el que enuncia que la persona es el ser supremo de la sociedad y del Estado, por
lo que todos están obligados a respetarla y protegerla. En términos más o menos similares
se pronuncia el mismo artículo primero de la Constitución vigente de 1993. De este modo,
la protección jurídica se desplaza, de la que tradicionalmente se brindaba primariamente
al patrimonio, a la de la persona humana convirtiéndose esta en centro y eje del Derecho.
La otra teoría negadora de la calidad de ser humano del concebido lo asimila a una fic
ción, a un ente inexistente en la realidad. Tanto la derogada Constitución peruana de 1979
como el Código Civil de 1936 adherían, al igual que los cuerpos legales hasta hoy vigen
tes en el mundo, a la tesis de que el concebido es, simplemente, una ficción. Este concep
to supone un fingimiento, una mentira, en suma.
La mencionada Constitución enunciaba que “al que está por nacer se le considera na
cido para todo lo que le favorece”. Igual fórmula empleaba el derogado Código Civil de
1936. Como se advierte, ambos textos legales, contrariando los hallazgos de la ciencia
contemporánea, ignoraban la existencia de la vida humana prenatal. Había que esperar el
nacimiento para, recién, hallarnos ante un ser humano. Antes era tan solo una simple fic
ción, una esperanza de vida.
El ente que se reputa como nacido no es, de acuerdo con la teoría de la ficción, un ser
humano. En ella, al concebido se le considera como lo que aún no es, es decir, un nacido.
No es, en suma, ni concebido ni nacido. Por ello, ante nuestros alumnos alguna vez diji
mos -y tuvimos que repetirlo porque muchos no lo entendieron— que el concebido “es lo
que aún no es y, cuando es, ya no es”. En efecto, antes de nacer se le considera como na
cido, no siéndolo y, cuando nace, ya no es concebido sino una persona natural. El con
cebido se disolvía, así, en la nada, no existía en la realidad y, por consiguiente, tampoco
para el Derecho.
Lo paradójico de esta posición, que se arrastra desde un remoto pasado es que, no obs
tante no considerarse al concebido como un ser humano, como un “sujeto de derecho”, en
ciertas circunstancias se le protegía jurídicamente. Si bien en Roma la titularidad de dere
chos se adquiría con el nacimiento y siempre que se poseyeran los tres estatus -el de ser
libre, romano y páter familias-, no por ello se dejaba de proteger al concebido. Así, la ma
dre que abortaba merecía castigo, mientras aquella que moría no podía ser enterrada an
tes de que se extrajera al hijo. Cuando se condenaba a la pena de muerte a una mujer em
barazada, se difería su aplicación hasta que naciera el hijo.
A título de anécdota, cabe recordar que alguna legislación del siglo XIX no le otorgaba
al nacido la calidad de ser humano cuando no fuera viable o que no tuviera apariencia hu
mana. Esta prescripción, a la altura de nuestro nivel histórico, no merece mayor comentario.
Los gemelos comparten el mismo código genético desde que son el resultado de la
división de un mismo óvulo fecundado. Por ello se les considera como clones naturales.
Su identidad genética no impide, sin embargo, el que cada uno de ellos, por ser consti
tutivamente libres, posean un propio proyecto de vida y una determinada personalidad o
manera de ser.
Dicha clonación es la única realizable, pues ella es imposible entre seres humanos des
de que no se puede clonar la libertad que, junto con la identidad genética, permite que cada
ser humano sea único, irrepetible. Podría hipotéticamente clonarse la unidad psicosomática
del ser humano, como sucede con los animales, pero jamás su libertad, su centro espiritual.
Por lo expuesto, si bien todos los seres humanos son iguales, ninguno de ellos es idén
tico al otro. El código genético y su libertad constitutiva y proyectiva hace que cada hom
bre sea un ser singular, no estandarizado, dotado de una inherente dignidad.
Este nuevo ser en su etapa inicial, en su proceso evolutivo, es reconocido con diversas
denominaciones como las de cigoto, mórula, blastocisto, blástula, embrión y feto. Todas es
tas denominaciones se refieren a un mismo ser, que no es otro que el ser humano concebido.
“La vida humana comienza con la concepción. El concebido es sujeto de derecho para
todo cuanto le favorece. La atribución de derechos patrimoniales está condicionada
a que nazca vivo”.
En la primera frase de esta norma jurídica se reconoce que la vida humana, de acuer
do con los hallazgos de la ciencia y los aportes de la filosofía, se inicia con la concepción,
en el instante de la singamia. Desde este momento comienza un proceso continuo e inin
terrumpido hasta la muerte, siendo esta la única certeza con que cuenta el hombre duran
te su existencia. Es un proceso que no admite vacíos existenciales, aunque en cada una de
sus etapas se presenta el ser humano en su natural evolución.
La segunda frase del artículo primero, como lógica consecuencia de la primera, de
clara que el concebido, en cuanto ser humano, es “sujeto de derecho”. Se añade que lo es
para todo lo que le favorece, concediéndole, de esta manera, una situación de privilegio.
Esta especial posición debería desaparecer en una futura enmienda de este artículo, pues
ella es un rezago de la teoría de la ficción, ya que el concebido, como “sujeto de derecho”,
en cuanto ser humano, adquiere derechos y asume obligaciones como cualquier otro, sin
distinción alguna. Su ejercicio corresponde a los detentadores de la patria potestad.
La tercera frase del referido artículo primero señala que los derechos patrimoniales
del concebido están condicionados a que nazca vivo. Siendo el concebido un “sujeto de
derecho”, la condición a que se alude en esta frase no puede ser otra que la resolutoria ya
que, desde la singamia, el concebido es titular de derechos. Ello, por consiguiente, supo
ne que estos no se hallan en suspenso, a la espera de su nacimiento, como erróneamente
pretende la teoría de la ficción.
Se intentó en varias oportunidades, sin éxito durante los años que duró el proceso de
codificación, convencer a los codificadores que el concebido era un ser humano y, por con
siguiente, un “sujeto de derecho”, por lo que era necesario, apartándonos de la tradición,
desterrar la teoría de la ficción por ser contraria a la realidad. Recordamos, en este sentido,
haber intensificado esfuerzos en los últimos años del proceso de codificación destinados
a lograr que se introdujera en el proyecto de Código el concepto de que el concebido, en
tanto ser humano, era un “sujeto de derecho”.
Para obtener este resultado se dirigieron a la Comisión Revisora del Proyecto de Có
digo, que redactara la Comisión Reformadora, varios memorandos e intervenciones per
sonales en el periodo comprendido entre abril de 1983 y marzo de 1984. Recién, en ju
nio de este último año, al final de dicho proceso y cuando el Código ya estaba redactado
y sus artículos numerados, la Comisión Revisora aprobó, luego de larga espera e incerti
dumbre, el texto que se había propuesto para el reconocimiento del concebido como “su
jeto de derecho”.
Es del caso recordar que el texto del artículo primero del Código Civil de 1984 se re
dactó sin contar con ningún antecedente o modelo inspirador en la codificación civil com
parada. Se trata, por ello, de un artículo precursor cri la codificación civil al haberse dis
tanciado de la tradición al enunciar que la vida humana comienza con la concepción por
lo que el concebido es un “sujeto de derecho”.
En razón del citado problema fue que hace casi treinta años, en 1991, nos propusimos
elaborar un texto más comprensible y didáctico del segundo párrafo del primer artículo del
Código Civil. Para el efecto, desde la Dirección del Centro de Investigación de la Facul
tad de Derecho de la Universidad de Lima, se convocó a conocidos especialistas sobre el
Libro Primero, dedicado al Derecho de las Personas, para discutir la nueva propuesta que
habíamos elaborado. El proyecto fue aprobado por dichos profesores y fue entregado, a
fines de 1994, a la Comisión designada por ley para proponer enmiendas al Código Civil.
Durante el primer periodo de sesiones de esta Comisión, entre fines de 1997 y comien
zos de 1998, se aprobó la propuesta que presentáramos con el siguiente texto:
Ante esta posición cabe formular una pregunta, ¡a que hemos planteado en cuanto con
greso o encuentros académicos hemos concurrido, sin obtener una adecuada respuesta. La
interrogante es, ¿qué clase de ser es el que existe en el tiempo que discurre entre la singa-
mía y la implantación del embrión en el útero de la mujer?, ¿es una pepita de oro, una hor
miga, un cabrito, un árbol de ja quina? Nunca recibimos una respuesta a dicha interrogan
te. Ello es explicable porque del producto de la singamia, que se conoce con el nombre de
cigoto, solo surge un ser humano. Entonces, seguimos preguntándonos, ¿qué sentido tie
ne negar la existencia del ser humano desde la singamia cuando de este hecho aparecerá
siempre un ser humano, con su propio y único código genético, y ninguno de otra especie?
Es importante tener en cuenta que la vida humana es un proceso continuo, sin inte
rrupciones, desde la concepción hasta la muerte. En él, el ser humano atraviesa por dis
tintas etapas. Es un embrión, un feto, un bebé, un niño, un adolescente, un adulto, un an
ciano. En este proceso no hay vacíos existenciales. Siempre y necesariamente, desde la
singamia, estamos frente a un determinado ser humano. Por ello, de la fusión de los pro
núcleos del espermatozoide y el óvulo no surge jamás otra clase de ser que no sea un hu
mano. Es una realidad científica que debemos admitir y no crear vacíos existenciales, mo
mentos en los que no existiría ningún ser, lo que equivale a sostener la presencia de la
nada en el proceso del vivir.
Cabe señalar que la mejor doctrina jurídica de nuestros días apoya la teoría que he
mos expuesto, es decir que la aparición del ser humano se produce con la singamia y que
el concebido, por ello, es un “sujeto de derecho”. En varios de nuestros trabajos, hemos
citado el pensamiento de destacados juristas de nuestra época dentro del mundo occiden
tal, los que avalan la teoría de que la vida humana se inicia con la concepción, en el ins
tante de la singamia. Lo mismo podríamos decir de la jurisprudencia comparada de nues
tros días que protege la vida del embrión.
Por su parte, el artículo 1 de la Ley N“ 27716, de mayo del 2002, incorpora el artí
culo 124-A al Código Penal el cual, como consecuencia del reconocimiento del conce
bido como ser humano, sujeto de derecho, establece que “el que causa daño en el cuer
po o en la salud del concebido, será reprimido con pena privativa de la libertad no menor
de un año ni mayor de tres”. Si bien la mencionada ley representó un avance en la legis
lación protectora del concebido consideramos que la pena establecida debería ser mayor.
IX. Un augurio
Por todo lo anteriormente expuesto, es motivo de orgullo que el Código Civil peruano
de 1984 sea pionero en reconocer, en el escenario normativo contemporáneo, que el con
cebido es un ser humano y, por consiguiente, un “sujeto de derecho” al igual que la perso
na individual, natural o física. Estamos seguros, al compartir la opinión de ilustres juris
tas de nuestro tiempo, que al seguir la innovadora huella trazada por nuestro Código Civil
esta realidad ha de ser paulatinamente reconocida por las constituciones y los códigos ci
viles que se promulguen en el futuro.
JURISPRUDENCIA RELACIONA
La concepción de un ser humano se produce con la fusión de las células materna y paterna:
STC Exp. N° 02005-2009-PA/TC (f. j. 38).
¡Sj La anidación o implantación forma parte del proceso vital mas no constituye su inicio:
STC Exp. N° 02005-2009-PA/TC (f. j. .38).
[jÜ El anticonceptivo oral de emergencia vulnera el derecho a la vida del concebido al afectar
el proceso de implantación; STC Exp. N° 02005-2009-PA/TC (f. j. 53).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 irt-cs, 3), 19), 6, 26 inc. íl, 37,48, 50, 59, 74, 103, 197. 199, 2Ü0 snc. 2¿
CRCt; art. 44: C.C.: arta. 3,4, 12, 42, 234,235, 290, 292,818,819,2046; C.P.C.:
art. SO uk. 2); GR: art. 10; C.N.A.: arts. III, V; Ley 2®772: arts. í, 2; Uy 28983,
D.U.D.H.: arta. 1,2,7, 16; P.I.D.C.R: arts. 2 a! 4,14. i, 24,26; F.I.D.E.8.C.: art. 2.2;
C.D.N,: art. 2; C.A.D.H.: arts. 1,24; P.S.S.: art. 3
(i) BOBBlO, Nurberto. Igualdad y libertad. Paidós, I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona,
Barcelona, 1993, pp. 5354.
social’; es decir, una concepción de la igualdad en la que el papel del Estado se orienta
hacia la promoción de condiciones de equidad entre los individuos, ya que si bien se
reconocen las diferencias entre estos, es necesario garantizar un trato justo e igualitario a
cada persona, mejorando -en tal sentido- las condiciones de vida y las posibilidades de
desarrollo de quienes se encuentran en una posición desfavorable.
La igualdad, qué duda cabe, es un permanente desafío para el Derecho, más aun
en un mundo en que las diferencias se revelan y reclaman a cada instante. Sí hay un
rasgo verdaderamente humano es ese afán que compartimos todos por diferenciamos;
si algo caracteriza a la sociedad moderna, es precisamente el pluralismo, el derecho a
qué se reconozca nuestra individualidad y particularidades de cada ser humano. Solo
tal reconocimiento y respeto garantiza el pleno desarrollo de la personalidad del sujeto,
porque es en ese contexto de diferenciación, aun cuando parezca contradictorio, que surge
el derecho a la igualdad.
Pero la igualdad, al ser un concepto relaciona! --como anotamos-, exige, incluso cuando
lo abordamos como bien jurídico constitucional, ciertos términos de referencia que sirvan
de parámetro para poder reconocerla. Desde esta perspectiva, el derecho fundamental a la
igualdad no puede ser considerado como un derecho autónomo, pues siempre se encontrará
vinculado al ejercicio de otros derechos®, que se disfrutarán o no de manera igual, en
comparación con otras personas que también los ejercen®.
(2) RUBIO LLORENTE. Francisco. La forma del poder. Estudios sobre la Constitución. Centro de estudios
Constitncioniíles, Madrid, 1993, p. 105
(3) Cfr. PETZOLD-PERNIA, Hennarm. “La igualdad como fundamento de 1c® derechos de fe persona humana’*.
En: Anuario de Filosofía Jurídica Social. N” 10, Argentina, 1990, pp. 211-212.
(4) Cfr. GARCÍA MORILLO, Joaquín. "La cláusula general de igualdad”. En: AA.VV. Derecho Constitucional.
Valencia, 2000, p. 174.
(5) STC Exp. N0 03891-2011-PA/TC, f.j. 48: “El derecho-principio de igualdad (...) establece una prohibición
de discriminación que implica que ningún grupo destinatario ele la norma se vean excluido del ejercicio o
goce de im derecho fundamental, constitucianal, legal, frente a otro grupo al que, por el contrarío, sí se le
permita
En este sentido, el Tribunal Constitucional ha señalado que: “La naturaleza jurídica
de la igualdad reposa en una condición o presupuesto indispensable para el ejercicio de
ios distintos y plurales derechos individuales. Por ende, no es un derecho autónomo, sino
relacionar^, en otras palabras, el derecho a la igualdad “funciona en la medida en que se
encuentra conectado con los restantes derechos, facultades y atribuciones constitucionales
y legales. Más precisamente, opera para asegurar el goce real, efectivo y pleno del plexo
de derechos que la Constitución y las leyes reconocen y garantizan”’”’.
Cabe anotar, entonces, que desde una perspectiva constitucional la igualdad puede
reconocerse como un principio o revelarse como un derecho fundamental que exige respeto,
sirviendo en el primer caso como pauta para examinar la afectación de diversos bienes
constitucionales y, en el segundo, como un derecho pasible de .reclamación y protección
individual.
(6) STC Exp. N° 0261-2003-AA/TC, f.j. 3.1, y en el mismo sentido STC Exp. N° 00027-2006-AI/TC, f.j. 9.
(7) STCExp.N’00l8-20O3-AlrtC,f.j.2.
(8) Cfr. PÉREZ LUÑO, Antonio E. ¿as derechos fiswfóinentales. Tecnos, Madrid, i993. pp. 20-22.
(?) Cfr. STC Exp. N™ 2050-2002-AA/TC, f. j. 25, STC Exp. N" 333O-2O04-AA/TC, f.j. 9.
tai deviene en el derecho subjetivo de obtener un trato igual y de evitar ios privilegios y
las desigualdades arbitrarias’^1®1.
Cabe, con lo anotado, especificar el contenido de ambas dimensiones de la igualdad
previstas en la Carta Fundamental.
{10) STC Exp. NoQ0í8-2.003-AI/TC, loe. cit, y en el misino sentido STC Exp. N* 05652-2007-A A/TC, ff. jj.
10-13, STC Exp. N" 00027-2006-AI/TC, f.j. 8, y STC Exp. N’0003-20-PT/TC, fF-jj. 49-50,
(Il) DWORKIN,Ronald.Losderechosenserio-Ariel,Barcelona, 1995.
(12) ALEXY, ftvbert, Teoría de los derechos fundamentales. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid,
í«7,p. 86.
(13) Cfr. SSTC Exps.TCs 0261-2003-AA/TC. f.j. 3.1, (»! 8-2(103-Al/TC, f.j. 2. 05652-2007-A A/TC, tí. si
10-13,00027-2006-AI/TC, f.j. 8, y 0003-2008-PliTC, ff.jj. 49-50.
c) Como un impedimento para el establecimiento de situaciones basadas en criterios
prohibidos (discriminación atentatoria a la dignidad de la persona); y,
d) Como una expresión de demanda al Estado para que proceda a remover los
obstáculos políticos, sociales, económicos o culturales que restringen de hecho
la igualdad de oportunidades entre los hombres.
De estos mandatos se derivarán los alcances de la igualdad constitucional en el ámbito
objetivo y en el subjetivo, esto es, como línea directriz del comportamiento del Estado y
como derecho fundamental de la persona, tema sobre el que regresaremos luego.
Por consenso, los derechos fundamentales han de ser concebidos como atributos
que corresponden a las personas y que se encuentran reconocidos y garantizados por las
Constituciones, los cuales concretizan las exigencias de igualdad, libertad y dignidad, de
acuerdo a circunstancias históricas.
Expresada esta garantía como derecho fundamental, implica la posibilidad de que toda
persona pueda defenderse frente a normas estatales que contengan diferencias irrazonables
y que afecten su situación jurídica o sus legítimas expectativas.
(17) En el sentido anotado: SSTC Exps. NT 0261-2003-AA/TC, loe. cit.; 018-2003-AirTC; 07473-2006-AA/TC,
f. j. 14; 06403-2W-AA/TC. ff.jj. 25-27; OBI7.2O0841OTC, f. i. 48; O246O-20O7-AA/TC, ff. íj. 4-5;01755-
2006-ÁA/TC, f. j. 3; 00026-2006-AI/TC, f.j. 5; y OO48-2(»4-P1/TC, f.j. 62.
(18) Algunos autores (y el Tributa! Constitucional en algunas sentencias) denominan a la igualdad “en el
contenido de la ley” como “igualdad en te ley", y a la igualdad “ers ta api ¡«tetón de la ley” tomo ‘'igualdad
ante la ley”. Nosotros cottskleramos que las nociones de "contenido” y “aplicación” de la ley son mucho
más explicativas y por ello preferiremos su uso. Cfr. STC Exp. N“ 00004-2006-AteTC, f.j. 123.
(19) N 02593-21W6-HC/TC. f. j. 5.
Cfr. STC Exp. *
No obstante, esta concepción formal de la igualdad puede llegar a ser falaz y dar una
apariencia de igualdad donde no la hay, con lo cual se pone de manifiesto la injusticia de
tratar igual a quienes soportan diferencias relevantes. ¿Cómo puede el analfabeto tener
igual derecho a la libertad de prensa? ¿Cómo puede tener el mismo derecho a la salud
quien vive en la miseria? Se advierte, entonces, con claridad que gran parte de la igualdad
en los distintos derechos, está vinculada a situaciones tácticas y sociales de los individuos.
(20) “El Estado queda facultado para desvincular a la ley de su vocación por la generalidad y hacerla ingresar a
una necesaria y razonable singularidad. Necesaria, porque está llamada a recomponer un orden aocial que
tiende a desvirtuarse, y razonable, porque se fundamenta en un elemento objetivo, a saber, la naturaleza
de las cosas”. .En: STC Exp. N" ÜOÓI-003-20Ü3-AÍÍ/TC, f j. 8. Asimismo, “cuando el artículo 103“ de la
Constitución estipula que pueden expedirse leyes especiales porque así lo exige la naturaleza de las cosas,
pero no por la razón de la diferencia de las personas, no hace sino rechinar la objetividad, la razonabilidad,
la proporcionalidad y la racionalidad que deben fundamentar toda ley especiar1. En: STC Exp. N° 018-
2003-AVTC.
(21) SSTC Exps. 01399-2001-AA/TC, f.j. 3 y 0Ó403-2006-AA/TC, f.j. 27.
(22) STC Exp. N° 0003-2008-Pl/TC, f. j. 52.
(23) STC Exp. N“ 00004-2006-A l/TC, f. j. i 29.
En este paso, como indicamos, es necesario proponer un término de comparación
o ieríium comparationis, que puede entenderse como la cualidad en común que
poseen las cosas que se comparan, y que, a efectos del test, hace referencia a
una situación (jurídica o fáctica) jurídicamente equiparable entre los elementos
contrastados en el examen de igualdad. El Tribunal ha señalado que este tertlum
comparationii debe ser válido (conforme al ordenamiento jurídico) e idóneo
(debe tratarse de cualidades, caracteres, rasgos o atributos comunes que en verdad
permita realizar una comparación y verificar el trato igual o diferente)0-4’.
b) Determinación de la “intensidad" de la intervención en la igualdad. El Colegiado
ha explicado que la intervención en el derecho a la igualdad puede ser calificada
como de intensidad grave, media o leve, dependiendo de la importancia de los
bienes involucrados05’. Por ejemplo, si la diferenciación se basa en motivos
execrables y contrarios a la dignidad humana como son ios establecidos en el
artículo 2, inciso 2, infine (origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición
económica), la afectación es grave; mientras que si el trato diferente afecta a
derechos o bienes de rango legal o infralegal la intensidad de la afectación podría
considerarse como leve.
c) Determinación de la finalidad del tratamiento diferente (objetivo y finalidad). A
efectos de analizar la razonabilidad y proporcionalidad, es necesario establecer
el objetivo y fin de la diferenciación establecida en la norma. El objetivo alude
al “estado de cosas o situación jurídica que el legislador pretende conformar
a través del tratamiento diferenciado", mientras que finalidad o fin es “el
derecho, principio o bien jurídico cuya realización u optimización se logra con
la conformación del objetivo”126’.
d) Examen de proporcionalidad, que -como se sabe- comprende a los sub
exámenes de idoneidad, de necesidad y de proporcionalidad en sentido estricto
(o ponderación). Una vez determinado tanto el fin como el objetivo de la medida
legislativa, debe analizarse si esta satisface el examen de proporcionalidad, es
decir, debe analizarse si el sacrificio del derecho a la igualdad se ve compensada
por una superior optimización de la finalidad constitucional que subyace a la
norma que formula la diferenciación.
(24) SSTC Exps. m 00035-20 IteALTC. ÍT. jj. 3 i -32 y 00015-2010-PI/TC ff. jj. 8-10.
(25) Cfr. SSTC Exps. N*s OW45-2004-AI/TC, f. j. 35; 0025-2005-At/TC y otro (acumulados), ff- jj- 71 -72-
(26) STC Exp. N"00045-2004-AVTC. f.j. 37.
De esta manera, las personas que se encuentren en condiciones y supuestos equivalentes
pueden tener la garantía de que los órganos públicos aplicarán la ley de manera idéntica
para todos ellos. En tal sentido, tanto la Administración Pública como la jurisdicción,
principales encargados de aplicar el Derecho, ejercen sus funciones de regular o decidir
derechos de los administrados y justiciables, atendiendo a la aplicación uniforme de la ley
para todos(27), salvo situaciones singulares, objetivas y razonables. Se prohíbe con ello toda
diferenciación injustificada e irracional en la interpretación y aplicación de las normas al
momento de impartir justicia, administrar o -en general- decidir sobre situaciones jurídicas.
Así las cosas, los órganos jurisdiccionales pueden resolver casos en apariencia similares
con resultados diferentes, si se demuestra la razonabilidad constitucional de la decisión.
Esto último solo se produce cuando el juez o la administración consideran que el supuesto
específico merece una aplicación diferenciada que restablezca una igualdad real, conforme
a la Norma Fundamental. No obstante, también puede acontecer que el juzgador varíe
una decisión anterior, cuando frente a un nuevo caso en apariencia igual, advierta que los
supuestos fácticos o jurídicos tienen peculiaridades que sustentan resultados distintos;
igualmente es plausible aquella situación en la que el órgano jurisdiccional varíe una
tendencia jurisprudencial anterior, pese a que los supuestos sean los mismos, basando
su decisión en avances o cambios científicos, sociales, económicos, o de otra índole que
justifiquen tal mutación, amparándose en su autonomía funcional, supuestos que no tienen
que ver con superar una situación de inequidad a través de la aplicación diferenciada de
las normas.
(27) Cabe agregar que el Congreso también realiza aplicación de la ley, por ejemplo, al decidir las destituciones,
vacancias, inhabilitaciones y levantamiento del fuero, decisiones que le corresponde según mandato de la
Carta Fundamenta!.
(28) STC Exp. N° 01211-2006-AA/TC, f. j. 20.
(29) STC Exp. N° 0004-2006-PI/TC, f.j. 124.
(30) Cfr. STC Exp. N° 3116-2009-PA/TC, f. j. 17.
La doctrina ha establecido criterios que deben tenerse en cuenta para determinar si se
produce o no la afectación del derecho a la igualdad en la aplicación judicial de la ley(3l)32
37
36
35
34
33
,
criterios que ha seguido nuestro Tribunal Constitucional en reiterada jurisprudencia^:
(31) BILBAO l.'!:!! I OS. Juan María y REY MARTÍNEZ, ¡temando. El principio eotisUmcional de igualdad
en lajurispntd&icia constitucional española. En: Miguel Carbanell (canipiiauc-r) “El principie de igualdad
conatítucional”. Comisión Nacional Derechos Humanos, México, 2003, pp. 114-120.
(32) SSTC Exps. m 1279-2002-AA/TC, ÍT. jj. 3 y 4; 02Q39-2007-AA/TC, f. j. 9.
(33) RTC Exp. N8 04775-2006-AATC, f. j. 4.
(34) RTC Exp. IT 007S9-2U05-AA/TC, f. j. 4.
(35) RTC Exp. N® 02373-2005-AA/TC, f.j. 3., ca el mismo sentido STC Exp. N" 02593-2006-HGi'TC, f. j. 8.
(36) RTC Exp. N° 01755-2ÍIÜ6-AA/TC, f. j. 3.
(37) STC Exp. N® 04993-2007-A A/TC, f.j. 32.
(38) STC txp. IT 0121 i-2006-AA/TC, f. j. 24,
sentido, la violación del derecho a la igualdad en la aplicación de la ley se refiere
más bien a un alejamiento ilegítimo e irrazonable de la anterior tendencia de
aplicación. De esta manera, debe tratarse de una actuación arbitraria, caprichosa
y subjetiva, sin una base objetiva o razonable que justifique la aplicación
diferenciada de la ley<39). En esta misma línea, el Tribunal ha precisado que todo
colegiado “tiene la facultad para variar los criterios de su propia jurisprudencia”,
pero que “para optar por dicha alternativa se necesita (...) explicar las razones
de hecho y de derecho en que se sustenta tal cambio de criterio”<40).
V. Derecho a la no discriminación
El derecho a la “no discriminación” también contenido en el articulo 2, inciso 2 de
la Constitución-proscribe establecer, de manera especial, distinciones manifiestamente
contrarias a la dignidad de las personas, que implican inclusive la negación de su
condición humana39 (4l). En efecto, la discriminación se funda en un prejuicio negativo por
40
el cual se trata a los miembros de un grupo no como seres diferentes, sino inferiores,
siendo el motivo de distinción “más que irrazonable, odioso, y de ningún modo puede
aceptarse porque resulta humillante para quienes sufren esa marginación”(42).
Con la discriminación lo que se ataca es la esencia misma de las personas, por lo tanto,
lo que se encuentra enjuego es su dignidad. Se las descalifica y segrega por el solo hecho
de pertenecer a un grupo, y no por asuntos o conductas exógenas a la persona misma, sobre
las que podría atribuírseles responsabilidad.
(44) Lo ha señalado, por ejemplo, en la STC Exp. N° 01151-2010-PA/TC, f. j. 3, referida a una discriminación
hacia las mujeres, a través de la distinción irrazonable de trato por encontrarse embarazada.
(45) Nuestro Tribunal Constitucional se ha referido a “categorías sospechosas”, “especialmente odiosas” o
“potencialmentediscriminadoras”. STC Exp. N° 2317-2010-PA/TC, ff. jj. 32-33.
(46) STC Exp. N0 0025 -2005-AI y otro (acumulados), f. j. 71.
(47) STC Exp. N“ 2317-2010-PA/TC, f.j. 34.
(48) BILBAO UB1LLOS. Juan María y REY MARTÍNEZ, Femando. Ob. cit., p. 138.
trascendencia social de la discriminación, esto es, si se trata de una práctica grave y
generalizada, o de un acto aislado y de interés privado; (2) la posición de la entidad
discriminadora en la sociedad, situación que merece mayor reproche si esta ocupa un
estatus dominante, cuasi público o monopolístico; y (3) la presencia de una distinción lesiva
a la dignidad, por ejemplo, en el caso de los criterios de discriminación especialmente
prohibidos por la Constitución.
“El principio de igualdad en el Estado constitucional exige del legislador [y del Estado
en general, acotamos] una vinculación negativa o abstencionista y otra positiva o
interventora. La vinculación negativa está referida a la ya consolidada jurisprudencia
de este Colegiado respecto de la exigencia de ‘tratar igual a los que son iguales’ y
‘distinto a los que son distintos’ (...). Sin embargo, enfocar la interpretación del derecho
a la igualdad desde una faz estrictamente liberal, supondría reducir la protección
constitucional del principio de igualdad a un contenido meramente formal, razón por
la cual es deber de este Colegiado, de los poderes públicos y de la colectividad en
general, dotar de sustancia al principio de igualdad reconocido en la Constitución. En
tal sentido, debe reconocerse también una vinculación positiva del legislador a los
derechos fundamentales, de forma tal que la ley esté llamada a revertir las condiciones
de desigualdad o, io que es lo mismo, a reponer las condiciones de igualdad de las
que la realidad social pudiera estarse desvinculando, en desmedro de las aspiraciones
constitucionales”’49)
Así, con el avance hacia el Estado social ya no basta la igualación vía contenido o vía
aplicación de la ley, se exige a los entes estatales la elaboración y ejecución de políticas
públicas enderezadas a mejorar las condiciones de los más desfavorecidos. De este modo
En esta línea de reflexión, entonces, sería la inacción estatal para reparar las
inequidades sociales las que están viciadas de inconstitucionalidad. Serían “omisiones
inconstitucionales”, las que ocurren “cuando la inactividad, inacción, o un nonfacere por
parte del legislador ordinario [u órgano estatal responsable, agregamos] infringe algún
precepto o mandato constitucional provocando una situación inconstitucional”031.
Ahora bien, para hacer referencia a estos grupos desfavorecidos, con la finalidad
de saber a quienes se hace alusión y el tratamiento que merecen, se ha utilizado la
categoría “sujetos merecedores de especial protección constitucional”. De conformidad
con la Constitución, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y los tratados sobre
derechos humanos, las personas en situación de postergación, debilidad o vulnerabilidad
requieren una especial atención y cuidado por parte del Estado, sea porque pueden padecer
abusos por parte de otras personas, porque sus derechos pueden quedar amenazados o
vulnerados por tener capacidades diferentes, o porque cuentan con menos oportunidades
que los demás.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
El derecho a la igualdad contiene dos facetas: igualdad en la ley e igualdad ante la ley:
STC Exp. N° 02466-2012-PA/TC (f.j. 3.2.2).
jjl El derecho a la igualdad implica la prohibición de discriminación por las razones proscritas
por la propia Constitución o por otras que, jurídicamente, resulten relevantes: STC Exp.
N° 00045-2004-PI/TC (f. j. 20).
(55) Cfr. SSTC Exps. N“s 0261-2003-AA/TC, f. j. 3.2; 0324-99-AA/TC, f. j. 8; 0001-2003-AI/TC y otro
(acumulados), f.j. 12.
(56) SSTC Exps. N':s 04749-2009-AA/TC, 03861- 2013-PA/TC, f. j. 19 y 01272-2017-PA/TC, f.j. 34.
(57) En la jurisprudencia constitucional se encuentran a otras personas o colectivos que también han merecido
una tutela reforzada, tal es el caso de las comunidades indígenas (a la luz del Convenio OIT 169), los
enfermos terminales y las personas con enfermedades mentales.
[j El trato diferenciado cuando este se encuentrajustificado es acorde al principio de igualdad:
STC Exp. N" 00015-201 l-PI/TC (f. j. 43).
g| Los términos de igualdad formal y material no resultan suficientes para dar cuenta de los
problemas estructurales de grupos vulnerables: STC Exp. N° 01272-2017-PA/TC (f.j. 13).
(J] Las instituciones educativas deben otorgar un trato diferenciado a los estudiantes cuando se
advierta una situación de desigualdad entre ellos: STC Exp. N®02362-2012-PA/TC(f.j. 11).
U La separación de una cadete de la escuela de formación de la Policía Nacional del Perú por
su embarazo constituye un acto discriminatorio: STC Exp. N® 01151-20I0-PA/TC (f. j. 9).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts- 2 ines. 2), 13), 18), 14, 37, 50; C.P.Cí.: art. 44 ines. 1) al 3); C.C.: arts. 360,
763; C.N.A.: arts. 9, 11; D.U.D.H.: arts. 18,19;P.I.D.C.P.". arts. 18,27; C.DJ'i.-. art.
14; C.A.D.H.: art. 12
¿Con los vocablos conciencia, ideas y creencias se está haciendo referencia a un mis
mo fenómeno, lo religioso; o, por el contrario, estamos ante categorías distintas que de
mandan del ordenamiento jurídico un tratamiento diverso®?
(1) Linares Quintana escribe que ¡a libertad de religión tiene tres aspectos distintos, uno de los cuales es la
libertad de conciencia o de creencias, que consiste en el derecho de cada uno de creer interiormente lo que
quiera en materia religiosa (Cfr. LINARES QUINTANA, Segundo V. Tratado de la ciencia del Derecho
Constitucional argentino y comparado. Editorial Alfa, tomo III, Buenos Aires, 1956, p. 710). Para otros
autores como Esmein, por ejemplo, “¡a libertad de conciencia se refiere al derecho de todo ciudadano de
no ser obligado a profesar una religión en la que no cree, o a participar en sus actos exteriores” (Citado
por BIDART CAMPOS, Germán (1966). Derecho Constitucional. Tomo II, Ediar, Buenos Aires, 1966,
p. 21). Bourdeau, en cambio, dice que “la libertad de conciencia importa la de creer en lo que se desee,
sea en materia política, social, filosófica o religiosa” (Citado por UÑARES QUINTANA, Segundo V.
(1956). Tratado de ¡a ciencia del Derecho Constitucional argentino y comparado... Ob. cit., tomo III, pp.
710-711). Desde esta visión más amplia, la libertad de conciencia involucra a la de creencias y, ambas, a
su vez, son variantes específicas del derecho más genérico a la libertad de pensamiento. Así, por ejemplo,
en España F. Garrido Falla (siguiendo a J. RIVERO (1977). Les Libertes Publiques. Tomo II, Themis,
París, p. 120), sostiene que la “libertad de opinión, de creencias, ideológica y de conciencia son aspectos
o manifestaciones de la libertad de pensamiento” (Cfr. GARRIDO FALLA, F. y otros. Comentarios a la
Constitución. 2“cíI.. Madrid, 1985, pp. 284-287). En todo esto lo único que vemos es confusión de términos
que requieren de urgente precisión.
¿Qué lugar ocupa en el sistema constitucional la llamada libertad de pensamiento con
sagrada en la DUDH, en la CADH.y en la Convención Europea de .Derechos Humanos
(CEDH)(3)? ¿Es la libertad de pensamiento un concepto omnicomprensivo de las demás
libertades como lo sostiene la doctrina francesa? ¿O solo se trata de un vocablo que es si
nónimo de opinión y libertad de conciencia, según un sector de la doctrina internacional
de los derechos humanos
* 23’?
Aun cuando estas distintas manifestaciones de la libertad personal gozan de una lar
ga tradición histórica y de un creciente reconocimiento en distintos textos normativos,
tanto nacionales como extranjeros, parece que no es una tarea fácil precisar las diferen
cias conceptuales que separan a una de otra. Existe dificultad -y diríamos hasta confu
sión- para arribar a una aprehensión cognoscitiva de vocablos dogmáticamente próxi
mos, pero no idénticos.
(2) Articulo 18 de la DUDH: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión”. Eí PIDCP no menciona la libertad de pensamiento, pero dice en su artículo 19 que “nadie podrá
ser molestado a causa de sus opiniones”. El artículo 13 de la CADH proclama que “Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento y de expresión”. El artículo 9 de la CEDH señala: “Toda persona tiene
derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”. En su artículo 10 establece eí derecho
de toda persona “a la libertad de expresión. Este derecho comprende la libertad de opinión
(3) Para Cecilia Medina, las libertades de opinión y de pensamiento son similares y “equiparables con la
libertad de conciencia concebida de manera amplia, no solo como libertad de religión” (Cfr. MEDINA
QUIROGA, Cecilia. “La libertad de expresión”. En: MEDINA QUIROG A, Cecilia y MERA FIGUERO A,
Jorge (editores). Cuadernos de Análisis Jurídico N° 6: sistema jurídico y derechos humanos. El derecho
nacional y las obligaciones internacionales de Chile en materia de Derechos Humanos. Santiago de
Chile, Universidad Diego Portales, 1996, p. 147).
(4) NARANJO, Vladimiro. Teoría constitucional e instituciones políticas. 8" ed., Santa Fe de Bogotá, Temis,
2000, p. 657.
una regla objetiva de moralidad. La libertad de conciencia, en palabras de Tribunal Cons
titucional es la facultad del individuo de poseer su propio juicio ético o moral y de actuar
conforme a dicho juicio [STC Exp. N° 06111-2009-PA/TC, f.j. 10]. Como resultado de la
libertad de conciencia el ordenamiento reconoce la libertad de objetar que permite al indi
viduo objetar el cumplimiento de un determinado deber jurídico por considerar que vulne
raría sus convicciones personales [STC Exp. Nü 00895-2001-AA/TC, f.j. 7]. Pero dice el
Tribunal Constitucional “La objeción de conciencia no puede estar fundamentada en me
ras opiniones o ideas, sino que debe sustentarse en las convicciones del sujeto: [STC Exp.
N° 02430-2012-PA/TC, f. j. 36]. Esto quiere decir que la alegada causa de exención para
el ejercicio de la objeción de conciencia debe ser fehaciente [STC Exp. N° 00895-2001-
AA/TC, f. j. 7]. La conducta que se permite se considera no una regla, sino una excepción
[STC Exp. N° 00895-2001-AA/TC, f.j. 7]”.
Decía José Ortega y Gasset, el filósofo español autor de La rebelión de las masas:
“Las ideas se tienen; en las creencias se está”(5). A las creencias estamos inseparablemen
te unidos. Porque el que cree no duda ni moviliza su angustiosa actividad de conocimien
to en busca de ia verdad o la evidencia. Tiene la certidumbre plena sin saber cómo ni por
dónde ha llegado a ella.
Esta libertad, que en el Derecho español se recoge como libertad ideológica (art.
16.1 de la Constitución española de 1978), no se agota en su faz interna en el mundo
del pensamiento psíquico, sino que tiene también una dimensión externa de agere lice-
re: la de actuar no solo conforme a nuestra religión o nuestras creencias, sino también
de conformidad con nuestras ideas, lo que implica la interdicción de cualquier obstá
culo, intromisión o injerencia de los poderes públicos obligados a la neutralidad e im
pedidos de exigir la adherencia a cualquier postulado ideológico, incluido el democrá
tico y constitucional.
(5) Cír. ORTEGA Y GASSET, José, ¡deas y creencias. Madrid, Revista de Occidente, 1986, p. 23.
La expresión “no hay persecución por razón de ideas o creencias” exige que ambos
derechos -la libertad de ideas (o ideológica) y la libertad de creencias - se ejerzan con la
máxima amplitud. Amplitud que no encuentra límites en el plexo de valores propugna
dos por la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico, sino que va más allá, inclu
so para proteger los comportamientos, actitudes o conductas que se asumen con arreglo
a unos valores, creencias o ideas contrarios a los de la Constitución, con excepción, claro
está, de la violencia como un medio para imponer criterios.
La libertad de conciencia aparece aquí como la garantía jurídica de que el sujeto puede
acomodar su conducta y su forma de vida no solo a su religión, sino también a sus creen
cias o ideas con exclusión de cualquier intervención del Estado. Como un complemento
de estas libertades, la libertad de conciencia no se confunde ni tiene por qué confundirse
con ninguna de ellas. Es una guía ética para la praxis y, en último extremo, oponible fren
te a deberes jurídicos a fin de alcanzar la dispensa o exención de su cumplimiento como
única forma de dar a nuestras conductas la coherencia que exigen nuestras ideas o creen
cias (religiosas o no).
Bien dice Vladimiro Naranjo que “no hace falta estar inscrito en una religión determi
nada, ni en un sistema filosófico, humanístico o político, para emitir juicios prácticos en
torno de lo que es correcto o incorrecto. Las personas ateas o las agnósticas igualmente lo
hacen, toda vez que la libertad de conciencia es un predicado necesario de la dimensión
libre propia de la naturaleza humana, que le permite al hombre autodeterminarse confor
me a sus finalidades racionales”(6,.
(6) NARANJO, Vladimiro (2000). Teoría constitucional e instituciones políticas... Ob. cit., p. <557.
ni comunicar; aspira más bien a la coherencia entre su conducta diaria y su ideología que
propugna la desaparición del Estado y de todo poder. En cambio, el ciudadano que lava la
bandera o la quema en la plaza convierte su conducta en una forma de expresión. Lo que
quiere es comunicar, mejor dicho, expresar su rechazo a algo: a la guerra, a la dictadura,
a la opresión, a una política del gobierno, etc.
Parece que una definición jurídica de lo religioso solo puede darse por medio de la
exclusión, aun cuando esto supone un tratamiento completamente diferente al que recibe
del derecho internacional. Uno de los planos más conflictivos, como señala Amorós As-
pilicueta, no es la contraposición religión-ateísmo, ya que este no es una fe religiosa, sino
la respuesta a la inclusión en el nomen iuris de la libertad religiosa de objetos tan dispa
res, tan claramente enfrentados, como el culto al bien y el culto al mal®.
(7) ORTEGA Y GASSET, José. Ideas y creencias. Ob. cit., pp. 56-57. Iban dice que para llegara un concepto
cabal de este derecho se debe abandonar las concepciones clásicas de la doctrina: “(...) me parece que en
el tema que nos ocupa, la doctrina sigue anclada en concepciones demasiado clásicas -o por mejor decir:
minimalistas-; y es que me parece que Siasta que no se llegue a comprender que la libertad religiosa es
un valor radicalmente laico, no se podrán extraer las últimas consecuencias de la idea que subyace tras
ese mismo valor”. Cfr. IBAN, Iván, “La libertad religiosa como derecho fundamental”. En: Anuario de
Derechos Humanos de la Universidad Complutense de Madrid, N° 3, 1985, p. 163.
(8) Comité de Derechos Humanos, Observación General N° 22, artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos (48 Periodo de Sesiones, 1993) HR.VGEN/1/Rev. 1, 29 de julio de 1994, p. 41 y ss.
citado por GONZÁLEZ M., Felipe. “Libertad de conciencia y religión”. En: MEDINA QUIROGA, Cecilia
y MERA FIGUEROA, Jorge (editores) (1996). Cuadernos de Análisis Jurídico N° 6: Sistema jurídico y
derechos humanos. El derecho nacional y las obligaciones internacionales de Chile... Ob. cit., p. 128.
(9) Vid.: AMORÓS AZPILICUETA, J. “La libertad religiosa en la Constitución española de 1978", 1984.
Citado por LÓPEZ CASTILLO, Amonio (1999). “Acerca del derecho de libertad religiosa”. En: Revísta
de Derecho Constitucional, N° 56, año 19, mayo-agosto 1999, p. 86.
Aun cuando una definición de este tipo queda librada a la voluntad del legislador,
pensamos que las entidades religiosas, para ser reconocidas como tales, deberán cumplir
cuando menos las siguientes exigencias:
La libertad de religión puede llegar hasta la sumisión de los fieles a un poder espiri
tual habilitado para proceder a su reclutamiento, para imponerles ciertas actitudes, juz
gar sus actos, y hasta para censurar las reglas que les son impuestas por la autoridad civil.
(10) COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS (1997). Protección de los Derechos Humanos. Definiciones
operativas. Lima, Comisión Andina de Juristas, p. 198.
Si la Constitución garantiza el derecho de todos a expresarse y que nadie puede ser
perseguido por razón de sus ideas o creencias, lo lógico es que también pueda callar
las, sin que de ello se desprenda consecuencia jurídica alguna. No puede recibir san
ciones por la negativa a contestar ni puede tomarse su silencio como una respuesta afir
mativa frente a una pregunta que guarda relación con las convicciones personales de
cualquier índole.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
sf) La objeción de conciencia no puede estar fundamentada en meras opiniones o ideas, sino que
debe sustentarse en las convicciones del sujeto: STC Exp. N° 0243 0-2012-PA/TC (f. j. 36).
gf La permisión de una conducta que se separa del mandato general e igual para todos no puede
ser considerado una regla, sino una excepción: STC Exp. N0 00895-2001-AA/TC (f. j. 7).
[jji El derecho de conmemorar las festividades y guardar el día de descanso es una manifestación
de la libertad religiosa: STC Exp. N° 02430-2012-PA/TC (f.j. 26).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.i arts. 2 ines. 2), 3), 18), 37,61,139 ¡tres. 4), 20); C.P.Ct: art. 44 inc. 5), C.C.: art.
15,157,360,763;C.P.C.:art. 51 inc.6),C.P.: arts. 130 al 132,154,169; OLA.; arts.
9, IO;D.U.D.H.: arts. 18, Í9;P.I.D.C.P.: art. 19; C.D.N.: arts. 12,13;C.A.».H.;art. 13
I. Introducción
La libertad de expresión, inicialmente, se concebía como libertad de imprenta debido
a que era la modalidad más frecuente de ejercer este derecho. Actualmente, se suelen uti
lizar conceptos tales como libertad de expresión o libertad de información para referirse a
los derechos vinculados a la libre comunicación de las ideas y hechos.
(1) SOLOZÁBAL, Juan José. “La libertad de expresión desde la teoría de los derechos fundamentales”. En:
Revista Española de Derecho Constitucional. N° 32, CEC, Madrid, 1991, p. 8.
las más variadas formas de comunicación sea oral, escrita, a través de símbolos, por radio,
televisión o cualquier otra moda! idad'3-1. De esta manera, la libertad de prensa vendría a ser
una especie del género libertad de expresión01; por ello, cuando se alude a la libertad de
prensa, solo se está tomando en consideración uno de los aspectos de la libertad de expresión.
“Mientras que la libertad de expresión garantiza que las personas (individual o co
lectivamente consideradas) puedan trasmitir y difundir libremente sus ideas, pensa
mientos, juicios de valor u opiniones, la libertad de información, en cambio, garantiza
(2) BIDART CAMPOS, Germán. Manual de Derecho Constitucional argentino. Ediar, Buenos Aires, 1985,
p. 228.
(3) SAGÚES, Néstor Pedro. Elementos de Derecho Constitucional. Tomo l.I, Astrea, BuenosAires, 1993,p. 105.
(4) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. El sistema constitucional español. Dykinson, Madrid, 1992, p. 318.
(5) ES PIN, Eduardo y otros. Derecho Constitucional. El ordenamiento constitucional. Derechos y deberes de
los ciudadanos. Vol. I, Tirant lo Blanch, Valencia, 1991, p. 228.
un complejo haz de libertades, que (...), comprende las libertades de buscar, recibir y
difundir informaciones de toda índole verazmente.
Así, mientras que con la libertad de expresión se garantiza la difusión del pensamiento,
la opinión o los juicios de valor que cualquier persona pueda emitir, la libertad de
información garantiza el acceso, la búsqueda y la difusión de hechos noticiosos o, en
otros términos, la información veraz. Por su propia naturaleza, los juicios de valor, las
opiniones, los pensamientos o las ideas que cada persona pueda tener son de naturaleza
estrictamente subjetivas y, por tanto, no pueden ser sometidos a un test de veracidad;
a diferencia de lo que sucede con los hechos noticiosos, que, por su misma naturaleza
de datos objetivos y contrastables, sí lo pueden ser”.
Asimismo, en la STC Exp. N° 00I2-2018-PI/TC y 0013-2018-PI/TC, f.j. 49 agregó
que “si bien la libertad de información nació de la libertad de expresión -y es difícil dife
renciar la una de la otra-, ambos se configuran como derechos independientes con un ob
jeto de protección distinto.”
Sin perjuicio de lo señalado, cabe advertir que la distinción resulta más clara en su fa
ceta pasiva. De esta manera, mientras que la libertad de expresión solo protege la comu
nicación sin trabas del pensamiento, el derecho a la información comprende, además, el
derecho de todas las personas a recibir información diligentemente producida.
“El derecho original a la libertad de expresión debe suponer que es una afrenta a la
personalidad humana impedir a un hombre que exprese lo que sinceramente cree,
particularmente respecto de cuestiones que afectan a la forma en que se lo gobiema”(S).
De otro lado, la dimensión institucional de este derecho denota su carácter esencial
para la vigencia de un régimen democrático. Como anota Juan José Solozábal, la libertad
de expresión “es condición de la transparencia, la existencia efectiva de alternativas, la
responsabilidad y la participación racional del ciudadano en el sistema político”. Agrega
este autor que “la opinión pública presupone información sobre la cosa pública”®.
(8) DWORKIN, Ronald. Los derechos en serio. Traducción de Marta Guastavino, 2a edición, Ariel, Barcelona,
1989, p. 295.
(9) SOLOZÁBAL, Juan José. “Aspectos constitucionales de la libertad de expresión y el derecho a la
información”. En: Revista Española de Derecho Constitucional. N" 23, CEC, Madrid, 1988, p. !41.
(10) FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco. Ob. cit., p. 318.
instrumentos internacionales constituyen una fuente de uso obligatorio para determinar los
alcances de la libertad de expresión.
Por su parte, el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos se
ñala que la libertad de expresión comprende “la libertad de buscar, recibir y difundir in
formaciones e ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por
escrito, en forma impresa o artística, o por cualquier otro procedimiento”.
“[L]a libertad de expresión no está diseñada solo en función de los intereses de quien
procura divulgar sus opiniones o ideas; de hecho y de derecho, toda persona a quien
se le impide el acceso a la información, o a las opiniones o ideas de otro, es víctima
de una violación de la libertad de expresión”02’.
Precisamente, la Corte ¡nteramericana de Derechos Humanos, en la Opinión Consul
tiva OC-5/85 de 13 de noviembre de 1985 sostuvo que:
(11) Síntesis desarrollada por FAÚNDEZ, Héctor en su artículo “La libertad de expresión”. En: Revista de ¡a
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad Central de Venezuela. N° 78, Caracas, p. 252.
(12) Ibídem, p. 253.
que la libertad de pensamiento y expresión comprende el derecho de difundir infor
maciones e ideas ‘por cualquier (...) procedimiento’, está subrayando que la expresión
y la difusión del pensamiento y de la información son indivisibles, de modo que una
restricción de las posibilidades de divulgación representa directamente, y en la misma
medida, un límite al derecho de expresarse libremente (...).
32. En su dimensión social, la libertad de expresión es un medio para el intercambio
de ideas e informaciones y para la comunicación masiva entre los seres humanos. Así
como comprende el derecho de cada uno a tratar de comunicar a los otros sus propios
puntos de vista implica también el derecho de todos a conocer opiniones y noticias.
Para el ciudadano común tiene tanta importancia el conocimiento de la opinión ajena
o de la información de que disponen otros como el derecho a difundir la propia”.
Las dos dimensiones de la libertad de expresión que han sido expuestas por la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, dan una pauta sobre el contenido de este derecho.
De esta manera, para fines del presente comentario, utilizaremos una concepción am
plia de la libertad de expresión que incluya a la libertad de información. Ello no significa
desconocer sus diferencias conceptuales, sino asumir que son manifestaciones de un de
recho genera! a la libre comunicación.
Para determinar si un limite resulta legítimo, primero habrá que precisar los alcances
del derecho, es decir, delimitarlo, para luego si hubiera un conflicto resolverlo aplicando
el test de ponderación. Así lo suele hacer el Tribunal Constitucional:
(13) HUERTA GUERRERO, Luis. “Libertad de expresión: fundamentos y límites a su ejercicio”. En: Los
derechosfundamentales. Estudios de los derechos constitucionales desde las diversas especialidades del
Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 129.
“(...), lo que corresponde realizar es una determinación de los contenidos de cada
uno de los derechos involucrados. Solo así se llegará a la delimitación adecuada de
sus contornos. Para ello, será necesario optar por el método de la ponderación, con
una utilización mixta de los criterios de razonabilidad (propios de cualquier relación
entre derechos fundamentales) y de desarrollo colectivo (exclusivo de los derechos de
respeto de la persona y los comunicativos)” (STC Exp. N° 06712-2005-HC, f. j. 40).
La regla general es que todo discurso está protegido por la libertad de expresión. Sin
embargo, existen discursos que no se encuentran protegidos por este derecho, entre
los que se suele considerar “la pornografía infantil, la incitación al genocidio, la
propaganda de la guerra, la apología del odio que constituya incitación a la violencia,
la incitación al terrorismo.”04’ Un tema de especial actualidad son los denominados
“discursos del odio” cuya imprecisión y ambigüedad genera debate a efectos de
determinar su contenido y alcances y en qué casos puede prohibirse. Se trata de “un
magnífico campo de pruebas para captar el tono general de un concreto sistema (...)
de libertad de expresión y para evaluar el tipo de democracia en el que tal sistema
se inserta”0 s>.
Asimismo, el Tribunal Constitucional ha sostenido que: “Un periodismo serio es el sus
tento de una sociedad democrática, incluso presentada como su piedra angular. La Norma
Fundamental solo puede brindar protección constitucional a la actividad periodística que
se realice sobre la base del respeto de los derechos de los demás” (STC Exp. N° 04611-
2007-PA, f.j. 43). Es decir, ratifica que no existen derechos absolutos.
(14) BOTERO, Catalina y otros. “El derecho a !a libertad de expresión. Curso avanzado para jueces y operadores
jurídicos en las Américas”, Universidad de los Andes, Dejusticia, Bogotá, 2017, p. 71.
(15) REVENGA SANCHEZ, Miguel. “Libertad de expresión y discursos del odio”, Madrid: Universidad de
Alcalá, Defensor del Pueblo, 2015, p. 17.
(16) EKMEKDJIAN, Miguel Angel. Derecho a la información. Reforma constitucional y libertad de expresión.
Nuevos aspectos. Depalma, Buenos Aires, 1996, p. 38.
Siguiendo al profesor Néstor Pedro Sagüés, la censura previa consiste en:
“38. (...) En esta materia toda medida preventiva significa, inevitablemente, el menos
cabo de la libertad garantizada por la Convención.
39. El abuso de la libertad de expresión no puede ser objeto de medidas de control
preventivo sino fundamento de responsabilidad para quien lo haya cometido”.
Asimismo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el caso Martorell
(Informe N° 11/96), reiteró que:
“La interdicción de la censura previa, con la excepción que prevé el párrafo 4 del artí
culo 13, es absoluta. Esta prohibición existe únicamente en la Convención Americana.
La Convención Europea y el Pacto sobre Derechos Civiles y Políticos no contienen
disposiciones similares”.
Sobre la base de dicho criterio, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
consideró que:
“El censor es, generalmente, el Poder Ejecutivo; pero también puede ser el legislador,
mediante leyes de censura (...) o los jueces, en virtud de medidas cautelares o sentencias
de censura. No cabe descartar que los particulares impongan de hecho actos de censura,
por ejemplo, impidiendo fácticamente una publicación”*197.
“3. No se puede restringir el derecho de expresión por vías o medios indirectos, tales
como el abuso de controles oficiales o particulares de papel para periódicos, de fre
cuencias radioeléctricas, o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o
por cualesquiera otros medios encaminados a impedir la comunicación y la circulación
de ideas y opiniones.”
Igualmente lo considera la Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en los términos siguientes:
“5. La censura previa, interferencia o presión directa o indirecta sobre cualquier expre
sión, opinión o información difundida a través de cualquier medio de comunicación
oral, escrito, artístico, visual o electrónico, debe estar prohibida por la ley. Las restric
ciones en la circulación libre de ideas y opiniones, como así también la imposición
(20) Cfr. SERNA, Pedro, “La llamada censura previa judicial y el Derecho Constitucional argentino.
Consideraciones a partir de la constitucionalización de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”.
En: Secretaría de la Corte ¡nteramericana de Derechos Humanos. Líber Amicorum Héctor Fix-Zamudio,
Volumen II, San José, Costa Rica, p. 1415 y ss.
(21) Una interpretación distinta que admite que un mandato judicial pueda evitar la divulgación de información
que afécte la intimidad ha sido expuesta por EGUIGUREN PRAEL1, Francisco. La libertad de expresión
e información y el derecho a la intimidad personal. Su desarrollo actual v sus conflictos. Palestra, Lima,
2004, p. 241.
arbitraria de información y la creación de obstáculos al libre flujo informativo, violan
el derecho a la libertad de expresión.
(...)
13. .La utilización del poder del Estado y los recursos de la hacienda pública; la conce
sión de prebendas arancelarias; la asignación arbitraria y discriminatoria de publicidad
oficial y créditos oficiales; el otorgamiento de frecuencias de radio y televisión, entre
otros, con el objetivo de presionar y castigar o premiar y privilegiar a los comunica-
dores sociales y a los medios de comunicación en función de sus lineas informativas,
atenta contra la libertad de expresión y deben estar expresamente prohibidos, por la
ley. Los medios de comunicación social tienen derecho a realizar su labor en forma
independiente. Presiones directas o indirectas dirigidas a silenciar ¡a labor informativa
de los comunicadores sociales son incompatibles con la libertad de expresión,"
Así también lo recuerda el séptimo principio de la Declaración de Chapultepec al se
ñalar que “la concesión o supresión de publicidad estatal, no debe aplicarse para premiar
o castigar a medios o periodistas".
Las expresiones del entonces Presidente del Congreso, Luis Galarreta (Fuerza Popu
lar) evidenciaban la confrontación de ia fuerza mayoritaria en el Congreso con la pren
sa125, Sus declaraciones desconocían que todo funcionario público está sujeto al escrutinio
público. Ese es el rol de la prensa. Y el deber de todo funcionario público es garantizar la
plena vigencia de los derechos humanos (artículo 44 de la Constitución). Este tipo de de
claraciones constituían una evidencia adicional de la finalidad de la ley destinada a "cas
tigar” a los medios de comunicación. Como lo anotó el Relator para la Libertad de Ex
presión de la Comisión ínteramericana de Derechos Humanos:
(22) Justificó la aprobación de la Ley pues consideró que existen medios "mermeleros". Estes declaraciones genera
ron reacciones muy criticas de diversas personalidades, medios de comunicación e instítucionw. Por ejemplo, el
Consejo de ia prensa Peruana emitió un comunicado señalando que ello afectaba las libertades comunicativas.
Ver: https://efcomercio.pe/politica/galarreta-diee-aprobara-ley-medios-mermeieros-noticia-5217l0.
“5. La jurisprudencia de la Corte Interamericana ha condenado en distintas ocasiones
la adopción de medidas estatales que constituyen medios indirectos de restricción de la
libertad de expresión. (...). También ha cuestionado las declaraciones de funcionarios
públicos cuando, dado el contexto, pueden constituir formas de injerencia directa o
indirecta o presión lesiva en los derechos de quienes pretenden contribuir a la delibe
ración pública mechante la expresión y difusión de su pensamiento
* 23’”
El Relator Especial para la Libertad de Expresión, Edison Lanza, precisó que la pu
blicidad estatal no puede ser “utilizada como instrumento de castigo a medios indepen
dientes o críticos, ni como premio a medios afines o condescendientes”*24’ Y agregó que
la citada ley constituía “una medida desproporcionada para el ejercicio de la libertad de
expresión (...)”. Se trataba de un verdadero instrumento de castigo, constituyendo una
censura indirecta.
Utilizar la prohibición de la publicidad como una suerte de castigo, restringe las li
bertades de expresión e información. Se trata de una “censura indirecta”. Hechos de esta
naturaleza no contribuyen al pluralismo informativo, a la formación de una opinión pú
blica libre, limitan el derecho a la información de la ciudadanía y debilitan al sistema
democrático.
De esta manera, cualquier medida solo puede ser aplicada sobre conductas ya produ
cidas. Si bien es necesario evitar el posible abuso de los medios de comunicación, tam
bién es necesario proteger la actividad informativa, en consideración a que es una garan
tía para la vigencia del sistema democrático.
El Código Penal (art. 130 y ss.) regula los denominados delitos contra el honor (injuria,
calumnia y difamación). Así se tipifica como injuria (art. 130) la conducta del que ofende
o ultraja a una persona con palabras, gestos o vías de hecho, cuya pena será de prestación
de servicio comunitario de diez a cuarenta jornadas o de sesenta a noventa días-multa. Por
su parte, la calumnia (art, 131) se presenta cuando alguien atribuye falsamente a otro un
delito, y la pena será de noventa a ciento veinte días-multa.
Asimismo, comete difamación (art. 132) el que, ante varias personas, reunidas o se
paradas, pero de manera que pueda difundirse la noticia, atribuye a una persona, un he
cho, una cualidad o una conducta que pueda perjudicar su honor. La sanción será de pena
privativa de libertad no mayor de dos años o treinta a ciento veinte días-multa. Si el deli
to se comete por medio del libro, la prensa u otro medio de comunicación social, la pena
será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de tres años y de ciento veinte a tres
cientos sesenta y cinco días-multa.
Finalmente, el Código Penal señala que en los delitos antes mencionados la justicia
solo procederá por acción privada, es decir, el afectado es el que deberá presentar la de
nominada “querella”, pues no le corresponde al Ministerio Público presentar la denuncia.
Cabe mencionar dos casos emblemáticos que supusieron prisión efectiva para los pe
riodistas denunciados, situación que posteriormente fue corregida por la Sala Penal de la
Corte Suprema. Se trató de los casos Segundo Carrascal Carrasco (18/06/2010, Sala Pe
nal Permanente, R.N. N° 1372-2010, Amazonas) y Paul Garay Ramírez (28/10/2011, Sala
Penal Transitoria, R.N. N° 2436-2011, Ucayali). Situaciones de esta naturaleza no deben
volver a repetirse.
VIII . Secreto profesional y cláusula de conciencia
Se trata de dos derechos estrechamente ligados a las libertades informativas. Así por
ejemplo, el Tribunal Constitucional (STC Exp. N° 0134-2003-HD/TC) ha sostenido que
el secreto profesional, reconocido por el articulo 2, inciso 18, de la Constitución, “pro
tege a los titulares de la libertad de comunicar información, en especial a los periodistas
de cualquier medio de comunicación social”, quienes “no pueden ser obligados a revelar
sus fuentes informativas” (f. j. 2). En el citado caso, el demandante pretendió a través del
proceso de hábeas data obligar a la revista “Caretas” a revelar sus fuentes de información.
El Tribunal fue contundente al precisar que “el hábeas data no es un proceso destinado a
obligar a los periodistas o empresas periodísticas a revelar sus fuentes de información”.
De otro lado, la Ley de Radio y Televisión, Ley N° 28278, publicada en el diario ofi
cial el 16 de julio de 2004, ha regulado la cláusula de conciencia señalando que en virtud
de ella “todo el que ejerza la actividad periodística tendrá derecho a solicitar la resolución
de su contrato o el término de su vínculo laboral cuando hubiese sido conminado u obli
gado a realizar trabajos contrarios a su conciencia o al Código de Normas Éticas estable
cido por el titular del servicio” (primera disposición complementaria final).
Creemos que constituye un avance reconocer dicha institución. Sin embargo, la pre
gunta que podemos plantear es si realmente garantiza la libertad de conciencia disponer
que cuando cambia la línea editorial o se afecta el Código de Ética, es suficiente con reco
nocer el derecho al periodista de solicitar la resolución del contrato o dar por culminado
el vínculo laboral. Y es que en un país donde el mercado laboral es tan reducido y exis
te una elevada tasa de desempleo, ¿un periodista a quien le cambian la línea editorial del
medio en que labora buscará otro trabajo o aceptará la nueva línea impuesta pese a que
ella afecte su conciencia? No es posible olvidar lo ocurrido con los medios de comunica
ción en el Perú. Por ello, creemos que debió establecerse que el periodista, en vez de re
nunciar, pueda rehusarse a cumplir la orden del medio de comunicación y permanecer en
él haciendo respetar su conciencia.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[J¡ La libertad de expresión garantiza que las personas puedan trasmitir y difundir libremente sus
ideas, pensamientos, juicios de valor u opiniones: STC Exp.N°02976-2012-PA/TC (f.j. 6).
[jjl La libertad de información, en cambio, garantiza un complejo haz de libertades que com
prende las libertades de buscar, recibir y difundir informaciones de manera veraz: STC
Exp. N" 02976-2012-PA/TC (f.j. 6).
g| El ser bloqueado de una cuenta personal de Twitter de un alto funcionario como el expre
sidente del Consejo de Ministros no implica que el demandante se encuentre impedido de
difundir o compartir libremente, a través de su propia cuenta en esta misma red social, toda
la información que desee: STC Exp. N° 00442-2017-PA/TC (f. j. 30).
BIBLIOGRAFÍA
BIDART CAMPOS, Germán. Manual de Derecho Constitucional Argentino. Ediar, Buenos Aires,
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Artículo 2 El derecho de acceso a la información
pública
Toda persona tiene derecho:
(-)
5. A solicitar sin expresión de causa la información que
requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el
plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se excep
túan las informaciones que afectan la intimidad personal
y las que expresamente se excluyan por ley o por razones
de seguridad nacional.
(...).
CONCORDANCIAS:
C.'. arts. 2 ines. 4), 6), 7), 200 inc. 3); CJtCt.; arts. 59,60 y ss., ! 15; C.C.: arts. 14
a! 16; C.P.: arts. 154 al 157, 242, 330; D.S. 021-2019-.IUS; D.S. 072-2003-PCM;
D.U.D.H.: art. 19; C.I.C.: art. XVI
I. Introducción
El contenido y alcances del derecho de acceso a la información pública han sido de
sarrollados por la Constitución, los instrumentos internacionales sobre derechos humanos
y las leyes. De acuerdo al artículo 2, inciso 5, de la Constitución toda persona tiene dere
cho a solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de cualquier
entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. La Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos, en el caso Claude Reyes vs. Chile resuelto el 19 de setiem
bre del 2006, sostuvo que “(...) el artículo 13 de la Convención, al estipular expresamente
los derechos a “buscar" y a “recibir" “informaciones", protege el derecho que tiene toda
persona a solicitar el acceso a la información bajo el control del Estado, con las salve
dades permitidas bajo el régimen de restricciones de la Convención ’’ (considerando 77).
A pesar de este reconocimiento, en el Perú se constata una antigua “cultura del secre
to”, que como lo ha manifestado la Defensoría del Puebloí!) se ha expresado en la renuen
cia de las autoridades a proporcionar información sin una justificación razonable, en la falta
de respuesta a los pedidos formulados o estableciendo restricciones para su acceso, cos
tos indebidos, entre otros aspectos. Esta situación no solo es incompatible con la esencia
(1} Defensoría del Pueblo. “Situación de la libertad de expresión en el Perú”. En: Informe Defensorio!. N“ 48,
Lima, 2000, p. 56. Asimismo, cfr, Defensoría del Pueblo. “El acceso a la información pública y la cultura
del secreto”. En: Informe Defensoría!. N° 60, Lima, 2001. “El derecho de acceso a la información pública.
Normativa, jurisprudencia y labor de ¡a Defensoría rlci Pueblo”. En: Serie Documentos Defensoriales -
Documento N° 9, Lima, 2009.
de un régimen democrático, sino que ha tenido negativas consecuencias, pues ha permi
tido la existencia de poderes secretos y ocultos que han carecido de todo tipo de control
y ha fomentado la corrupción en el país, tai como ocurrió durante el régimen del Ingenie
ro Alberto Fujimori (1990-2000). Por ello, resulta esencial en un régimen democrático fo
mentar el acceso a la información en poder de las entidades públicas, pues ello garantiza
la transparencia en la actuación administrativa®, la lucha contra la corrupción y permite
que la ciudadanía esté informada de lo que acontece en el país.
La Ley N° 27806, modificada por la Ley N° 27927, fue fruto de un trabajo singular en
el Congreso de la República, pues para su elaboración recibió y acogió sugerencias proce
dentes de diversas instituciones. A nivel de la sociedad civil, por ejemplo, e! Consejo de
la Prensa Peruana y el Instituto Prensa y Sociedad formularon importantes aportes. Asi
mismo, la Defensoría del Pueblo contribuyó a este esfuerzo con diversos informes y opi
niones remitidos al Congreso de la República. Todo ello ha hecho que se trate de una nor
ma que fomenta el acceso ciudadano a la información y la transparencia en las entidades
públicas. Precisamente por ello, muchas de sus disposiciones han tratado de ser bastan
te detalladas, pues se ha pretendido impedir que la “cultura del secreto” pueda ampararse
(2) MESTRB DEIXjADO3 Juan Francisco £7 derecho deaceésó a archivos y registras admbiisiratiVQ$
del¿¡rilado lÓS.b) de la C&istitución. Civitas, Madrid, W8, p. 50.
(3) Cfr. LUQUE RAZÜHL Martín. Accedo a la Informaciónpública documental t regulación dé la infarmación
ARA Editores^ 20Ó2( Lima, p. 204 y ss.
en normas poco claras e imprecisas. La referida Ley forma parte del bloque de constitu-
cionalidad del artículo 2 numeral 5 conforme lo ha considerado el Tribunal Constitucio
nal (STC .Exp. N° 02838-2009-PHD/TC, f. j. 4).
“(...), se trata de un derecho individual, en el sentido de que garantiza que nadie sea
arbitrariamente impedido de acceder a la información que guarden, mantengan o
elaboren las diversas instancias y organismos que pertenezcan al Estado, sin más
limitaciones que aquellas que se han previsto como constitucionalmente legítimas.
A través de este derecho se posibilita que los individuos, aisladamente considerados,
puedan trazar, de manera libre, su proyecto de vida, pero también el pleno ejercicio y
disfrute de otros derechos fundamentales. Desde esta perspectiva, (...) el derecho de
acceso a la información se presenta como un presupuesto o medio para el ejercicio de
otras libertades fundamentales, como puede ser la libertad de investigación, de opinión
o de expresión, por mencionar alguna (...)”.
Asimismo, en la citada sentencia (f. j. 11) señaló que este derecho “(...) tiene una di
mensión colectiva, ya que garantiza el derecho de todas las personas de recibir la informa
ción necesaria y oportuna, a fin de que pueda formarse una opinión pública, libre e infor
mada, presupuesto de una sociedad auténticamente democrática (...)”. De ahí la estrecha
relación entre el derecho de acceso a la información y el principio democrático.
(4) CASTRO CRUZATT, Karin. “El derecho fundamenta! de acceso a la información pública’’. En: Los
derechos fundamentales. Estudios de los derechos constitucionales desde las diversas especialidades del
Derecho. Gaceta Jurídica, Lima, 2010, p. 150.
imponen los órganos públicos en la adopción de decisiones administrativas, salvo,
claro está, que la información haya sido declarada por ley como sujeta a reserva”.
Resulta importante esta precisión frente a la limitada redacción del articulo 10 del
TUO de la Ley que circunscribe la información pública a su fmancíamiento por el presu
puesto público, pues aclara que el citado criterio legal es importante mas no determinan
te para decidir cuándo una información es pública.
Además, el tercer párrafo del artículo 13 del TUO de la Ley dispone que: "ía solici
tud de información no implica la obligación de las entidades de la Administración Públi
ca de crear o producir información con la que no cuente o no tenga obligación de contar
al momento de efectuarse el pedido”. Y, en su cuarto párrafo, agrega que “tampoco per
mite que los solicitantes exijan a las entidades que efectúen evaluaciones o análisis de la
información que posean”.
Se han planteado algunas dudas cuando es el titular quien solicita información personal
a una entidad pública. En tal supuesto ¿se está ejerciendo el derecho de acceso a la infor
mación pública o el derecho a la protección de datos personales? Al respecto, el Tribunal
de Transparencia y Acceso a la Información Pública ha precisado a través de la Opinión
Técnica Vinculante N° 000001-2021-JUS/TTAlP-SP, de 30 de marzo del 2021, que “Las
solicitudes para acceder a información propia o datos personales, constituyen el ejercicio
del derecho de autodeterminación informativa, aun cuando sean presentadas como soli
citudes de acceso a la información pública. En ese sentido, deben ser tramitadas por las
entidades bajo los alcances de la Ley de Protección de Datos Personales u otras normas
especiales que garanticen el acceso inmediato de los ciudadanos a dicha información”,
(5) REVENGA SÁNC H EZ, Miguel. Seguridad Nacional y derechos humanos. Estudios sobre lajurisprudencia
del Tribuna!de Estrasburgo. Aranzadi, Navarra, 2002, p. 43.
intimidad, secreto bancario, reserva tributaria, etc. (art. 17)-. Además, establece un plazo
de clasificación y un procedimiento de desclasificación.
Cabe indicar que en el caso “Nuevo Mundo Holding S.A.”, el Tribunal Constitu
cional (f. j. 6) consideró que el control que permita determinar jurisdiccionalmente si
la información debe ser pública o no, debe guiarse por los principio de razonabilidad y
proporcionalidad:
“[E]l solo hecho de que una norma o un acto administrativo, como en el presente caso,
atribuya o reconozca la condición de seguridad nacional a una información deter
minada, no es razón suficiente, en términos constitucionales, para denegar el acceso
a la misma; por el contrario, es siempre indispensable examinar si la información
calificada de reservada reviste realmente o no tal carácter, acudiendo para tal efecto
al principio constitucional de razonabilidad”.
Y es que el concepto de seguridad nacional ha sido utilizado de manera exagerada
mente amplia, tal como ocurrió con los manuales de clasificación de información de las
Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional del Perú que acogieron criterios injustificados
para mantener en reserva la información que obra en su poder. Así dicho manuales utili
zaron hasta cinco tipos de clasificación de información que no es de acceso público (se
creta, estrictamente secreta, reservada, estrictamente reservada y confidencial). Tal clasi
ficación ha sido superada por la vigente ley de acceso a la información.
Finalmente, el artículo 18 del TUO de la Ley señala que: “la información contenida
en las excepciones señaladas en los artículos 15,16 y 17 son accesibles para el Congreso
de la República, el Poder Judicial, el Contralor General de la República, el Defensor del
Pueblo y el Superintendente de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de
Pensiones”. De esta manera se garantiza el control de la información clasificada como se
creta, reservada o confidencial.
VI. Responsabilidad por la negativa arbitraria de brindar informa
ción. Régimen sancionador
: El TUO de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública (artículo 4)
señala que:
“Los iúncionarios o servidores públicos que incumplieran con las disposiciones a que
se refiere esta Ley serán sancionados por la comisión de una falta grave, pudiendo
ser incluso denunciados penalmente por la comisión de delito de abuso de autoridad
a que hace referencia el artículo 377 del Código Penal”.
El citado artículo del Código Penal establece que:
“El funcionario público que, ilegalmente, omite, rehúsa o retarda algún acto de su
cargo, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor de dos años y con treinta
a sesenta día-multa”.
Además, los artículos 34 al 37 del TUO de la Ley contemplan un régimen sancionador
aplicable a las acciones u omisiones que infrinjan el régimen jurídico de la transparencia
y acceso a la información pública.
Resultaba indispensable establecer responsabilidades ante el incumplimiento de las obli
gaciones establecidas por la citada ley para evitar la subsistencia de una “cultura del secreto”.
(6) Cfr. HUERTA GUERRERO, Luis. Libertad de expresión y acceso a ¡a información pública. Comisión
Andina de Juristas, Lima, 2002, p. 175.
incluyan las disposiciones y comunicados emitidos, su organización, organigra
ma y procedimientos; las adquisiciones de bienes y servicios que realicen; y la
información adicional que la entidad considere pertinente (arts. 5 y 25);
La prohibición de destruir la información que posea la entidad (art. 21);
La Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la Información Pública del
Ministerio de Justicia, debe elaborar y presentar al Congreso de la República
un Informe anual sobre los pedidos de acceso a la información pública. (D. L.
N°1353, art. 4);
La publicación trimestral de información sobre finanzas públicas y la obligación
de remitirla a la vez al Ministerio de Economía y Finanzas para que sea inclui
da en su portal de internet (art. 25).
Además, algunas de las medidas que buscan promover la transparencia no han tenido
el impacto esperado. Asimismo, resulta indispensable fortalecer a la Autoridad Nacional
de Transparencia y Acceso a la Información Pública, así como al Tribunal de Transparen
cia y Acceso a la Información Pública para que puedan cumplir a cabalidad sus funciones
con la autonomía e independencia necesarias.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Las entidades que resguardan información pública tienen el deber de conservarla en soportes
que faciliten su reproducción: STC Exp. N° 04865-2013-PHD/TC (f. j. 9).
jj] Pedido de información pública podrá ser impreciso si ello se justifica en la asimetría entre
el ciudadano y la institución que ia resguarda: STC Exp. N° 03351 -2013-PHD/TC (f.j. 4).
Las empresas que brindan servicios públicos no están obligadas a entregar información
a terceros sobre los cobros que realizan a sus usuarios: STC Exp. N° 03993-2013-PHD/
TC(f.j,4).
g|l No podrá exigirse solicitar información a la sede principal de una institución pública
cuando esta tenga dependencias más cercanas a la residencia del solicitante: STC Exp.
N° 02512-2013-PHD/TC (f.j. 8).
(jj Cada caso creado que no busque defender el derecho de acceso a la información públi
ca, sino que solo tiene fines de lucro, específicamente, el obtener el pago de los costos
procesales representa una clara desnaturalización del proceso de hábeas data: STC Exp.
N° 3788-2018-PHD/TC (f.j. 8).
[jjf En ese sentido, el derecho de acceso a la información pública tiene una faz positiva, según
la cual este derecho impone a los órganos de la Administración Pública el deber de infor
mar; y una faz negativa, la cual exige que la información que se proporcione no sea falsa,
incompleta, fragmentaria, indiciaría o confusa: STC Exp. N0 00234-2018-PHD/TC (f.j. 5).
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Seguridad nacional y derechos humanos. Estudios sobre la jurisprudencia del Tribunal de Estras
burgo. Aranzadi, Navarra, 2002.
Artículo 2 Secreto bancario y reserva tributaria:
derecho a la privacidad económica
Toda persona tiene derecho:
(...)
5. (...)
Toda persona tiene derecho al secreto bancario y la reserva
tributaria. Su levantamiento puede efectuarse a pedido:
1. Del juez.
2. Del Fiscal de la Nación.
3. De una comisión investigadora del Congreso con arre
glo a ley y siempre que se refieran al caso investigado.
4. Del Contralor General de la República respecto de
funcionarios y servidores públicos que administren o
manejen fondos del Estado o de organismos sostenidos
por este, en los tres niveles de gobierno, en el marco de
una acción de control.
5. Del Superintendente de Banca, Seguros y Administra
doras Privadas de Fondos de Pensiones para los fines
específicos de la inteligencia financiera.
El levantamiento de estos derechos fundamentales se efec
túa de acuerdo a ley, que incluye decisión motivada y bajo
responsabilidad de su titulad’).
(...).
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 97.200 inc. 3); C.P.Ct.; arts. 59,6Üy ss„ 115; C.P.: 245,247,330; C.T.: arts. 62,
85; Ley26702:140al l43;D.S.Q21-2019-JÜS;R.234-2007-MP-FN;C.I.C.:art.XVI
(*) Texto según modificatoria efectuada por e! articulo único de la Ley N° 31507 del 03/07/2022.
I. Introducción
1. La importancia de la privacidad económica ha sido reconocida por nuestro sistema
legal elevándola a estatus de derecho constitucional a través de la reserva tributaria y
el secreto bancario. Sin embargo, el conocimiento de la información económica de los
particulares puede llegar a ser esencial para la buena marcha del mercado, para el proceso de
fiscalización tributaria, indispensable en todo Estado, y para la lucha contra la delincuencia
que suele ampararse en estas figuras legales para ocultar sus fortunas ilícitas.
Se trata entonces de conocer cuáles son los nuevos límites de la privacidad económica
en sus expresiones legislativas: secreto bancario y reserva tributaria, y cuáles son los
mecanismos de seguridad que deberá garantizar el poseedor de la información económica
que constituye el objeto de dicho derecho; para todo lo cual, desde luego, habrá que hacer
una relectura de esta institución a la luz de los nuevos tiempos, enmarcados por una sociedad
de la información, de un creciente avance tecnológico, de una apertura de las economías
nacionales al comercio mundial, y de un claro proceso de democratización, no solo de las
instituciones públicas sino de las organizaciones privadas. Este breve comentario pretende
ser una aproximación al tema y problema que hoy representa esta figura.
Sin embargo, para el Derecho no solo se encuentra protegido todo aquello que
constituye el núcleo de intimidad, también lo están ciertos datos, que si bien no tan sensibles
como los referidos a la intimidad, se consideran igualmente importantes; estos constituyen
(1) Cfr. HABERMAS, Jiirgen. Teoría de la acción comunicativa. Taurus, Madrid, 1987.
(2) Nuestro Tribunal Constitucional, en una sentencia publicada en abril de 2003 (STC Exp. N° 1219-2003-
HD), incluyó como parte de su argumentación, que el secreto bancario tiene como fundamento jurídico el
derecho a la intimidad, omitiendo en todo momento de la concepción de privacidad económica.
la esfera de la privacidad, un ámbito más dilatado que el de la intimidad, y por lo tanto,
menos protegido. Datos como nuestra edad, estado civil, dirección, número telefónico, lugar
de nacimiento, récord de notas en la universidad u otro tipo de información como nuestras
preferencias en el consumo, pueden ser parte de nuestro derecho a la privacidad. Lo cual
no quiere decir que estos datos sean secretos, pues muchos de ellos figuran en registros
públicos, como el del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, y se puede tener
acceso a ellos en caso de mediar algún asunto de interés general; e inclusive determinados
datos pueden encontrarse en algunos registros de acceso público a través de Internet.
4. Ahora bien, si el secreto bancario y la reserva tributaria tienen que ver directamente
con nuestras finanzas, nuestra economía, nuestro patrimonio, y -un asunto esencial-
indistintamente pueden ser titulares de estos derechos personas naturales o jurídicas.
Entonces, ¿puede acaso afirmarse que su fundamento está en el derecho a la intimidad?,
¿cómo pueden justificarse estos derechos en las personas jurídicas, si estas no tienen derecho
a la intimidad? Es más, ¿puede afirmarse que la información económica es un elemento
entitativo de la personalidad del sujeto? La respuesta obvia es no. Por consiguiente, tampoco
puede afirmarse que la base jurídica de la reserva tributaria o del secreto bancario sea el
derecho a la intimidad.
Por eso, cuando hablamos del derecho al secreto bancario o a la reserva tributaria debe
advertirse que el bien protegido es siempre la privacidad y no la intimidad. La confusión
puede venir en el caso de las personas naturales, en las que con frecuencia se suele utilizar
indistintamente el término, olvidando que en estas figuras hay una diferencia en el contenido
y en el grado de protección. Si bien ambos derechos protegen un conjunto de datos propios
de la personalidad del sujeto, el derecho a la intimidad está referido a ciertos aspectos en
extremo sensibles, y que en circunstancias ordinarias estaría vedado su conocimiento por
parte de terceros salvo autorización expresa de! titular. Como ya lo hemos afirmado, las
personas jurídicas, en rigor, no tienen derecho a la intimidad, de ahí que deba hablarse en
este caso de derecho a la privacidad.
(3) Cfr. OR.TIZ LIÑÁN, José. Derechos / garantías del contribuyente ante la utilización por la Hacienda
Pública de sus datos personales. Ed. ¿ornares» España, 2003, p. 30.
económica se proyecta inevitablemente al mercado y se desarrolla en él, por consiguiente,
se puede dar a conocer y en algunos casos se debe dar a conocer. Esto no quiere decir
que no haya privacidad económica, la que a menudo está compuesta por un conjunto de
datos patrimoniales que su titular puede desear que se mantenga en reserva, y como tal
el Derecho los protege siempre que dicha reserva no afecte ni se contraponga a otros
derechos de la sociedad.
(4) Cfr. Informe 2001, Relataría de la CIDH para la Libertad de Expresión, Cap. III. p. 14.
La Ley de Acceso a la Información Pública ha intentado definir lo que ha de entenderse
por este tipo de información: se considera como información pública cualquier tipo de
documentación financiada por el presupuesto público que sirve de base a una decisión de
naturaleza administrativa, asi como las actas de reuniones estatales” (Ley bT 27806, art. 10).
Sin embargo, tai como veremos más adelante, en nuestro medio, más allá de la
declaración constitucional de la reserva tributaria y el secreto bancario, se advierte que no
existe una clara normativa que en los hechos proteja esta información.
Las definiciones que pueden hallarse en la literatura jurídica son, a menudo, en extremo
genéricas, y no revelan la esencia misma de esta figura, por ejemplo:
“El secreto bancario es la obligación impuesta a los bancos de no revelar a terceros,
sin causa justificada, los datos referentes a sus clientes que lleguen a su conocimiento
como consecuencia de las relaciones jurídicas que los vinculan”*3’.
“Es un deber de silencio a cargo de los bancos respecto de hechos vinculados a las
personas con quienes mantienen relaciones comerciales”*56’.
Luego, en este mismo numeral, intentaremos desarrollar los elementos esenciales de
esta figura.
En cuanto a la reserva tributaria, esta también consiste en una obligación omisiva, pero
esta vez por parte del Estado a través del órgano de Administración Tributaria, respecto a
la información económica del contribuyente, obtenida directa o indirectamente, Se trata,
entonces, de una obligación legal impuesta al ente encargado de los tributos, de no revelar a
terceros, sin causa justificada, los datos que lleguen a su conocimiento como consecuencia
del cumplimiento del deber de información de los contribuyentes en el marco de las normas
tributarias establecidas.
“(...) Dentro de la ley que reglamenta los procedimientos aplicables a los precitados
impuestos, el legislador ha conceptuado conveniente instituir una cláusula que facilite
al contribuyente su cumplimiento fiscal y le ampare en su desempeño, cual es la que
establece el secreto que debe guardarse sobre sus declaraciones juradas. Tal está
regulado al consentir que las declaraciones juradas, manifestaciones o informaciones
que el contribuyente presente a la Dirección, son absolutamente secretas y que no
pueden trascender de los magistrados, funcionarios o dependientes de dicha repartición,
con la sola excepción de sus superiores jerárquicos”*78’.
“El alcance del secreto fiscal tiene sus propias dificultades porque en la aplicación de
los objetivos del secreto fiscal hay una marcada contradicción entre los de las partes
intervinientes ya que la publicidad es la regla en el funcionamiento del Estado mientras
que la discreción es propia de las relaciones privadas”®.
9. Como puede advertirse, de las definiciones referidas, en ambas instituciones:
(5) MALAGARRIGA, Juan Carlos. El secreto bancario. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1970, p. 15.
(6) LABANCA, Jorge. El secreto bancario. Abrtedo-Perrot, Buenos Aires, 1953, p. 9.
(7) LAGO, Alfonso. “Secreto de las declaraciones”. En: Impuestos, doctrinas fundamentales 1942-2002. Ecl.
La Ley, Buenos Aires, 2002, p. 2.
(8) NAVA.RRINE, Susana. El secreto fiscal. Régimen en el procedimiento tributario nacional. Ley 1 i .683
(T.O. 1998). Ed. La Ley, Buenos Aires. 2001, p. I.
No obstante lo expresado, queda en píe la siguiente pregunta: ¿son solo los funcionarios
o empleados del banco y de la Administración Tributaria los obligados a guardar la
privacidad económica o esta obligación puede llegar a extenderse a otras personas
particulares? Hemos dicho, en efecto, que los agentes pasivos de esta obligación son el
banco y el órgano encargado de la Administración Tributaria, y con ellos todo el personal,
directa e indirectamente vinculado a las operaciones con el cliente o contribuyente
respectivamente. En tal sentido, si una persona ajena a la relación banco-cliente o Estado-
contribuyente llegara a conocer dicha información y la revelara, no violaría en realidad el
secreto bancario, o la reserva tributaria, pues dicha persona no está propiamente obligada
a'cumplir tales conductas. Sin embargo, lo afirmado aquí no quiere decir que la persona
que tenga información económica proveniente de una operación bancaria o tributaria pueda
sin ningún reparo legal revelar libremente esa información.
Pese a que el secreto bancario y la reserva tributaria en nuestro país tienen estatus
constitucional desde 1993, su desarrollo infraconstitucional es aún parcial y revela los
defectos ya anotados. En efecto, nuestra Constitución aloja estos derechos en el artículo
2 inciso 5), norma referida a los derechos fundamentales de la persona. Sabemos por esta
norma quiénes tienen facultad de levantar el secreto bancario y la reserva tributaria, sin
embargo, no se conoce aún en qué circunstancia dichos funcionarios pueden ejercer esa
facultad, más allá de las modificaciones referidas al Contralor General de la República y al
Superintendente de Banca, Seguros y AFP’s. Tampoco sabemos cuál es el procedimiento
para hacerlo. Desde luego, la Constitución no era el lugar para desarrollarlos, no obstante,
siendo fundamental para una economía de mercado, la circulación de la información así
como la protección de la privacidad económica, nuestro ordenamiento jurídico debió desde
hace mucho desarrollar los mencionados derechos.
El artículo 142 de la norma ya mencionada señala los casos en tos que no opera el
secreto bancario: información global que proporciona la Superintendencia de Banca y
Seguros al Banco Central de Reserva y a las entidades del sistema financiero para usos
estadísticos y la formulación de la política monetaria y su seguimiento. Se excluye también
la información que soliciten las sociedades de auditoria autorizadas por la Superintendencia
de Banca y Seguros, así como la información requerida por las firmas clasificadoras de
cartera de riesgo,
Hasta aquí puede advertirse que la figura ha sido desarrollada con cierto celo y cuidado,
tratando de que se cumpla la obligación de reserva. Sin embargo, el desarrollo de la norma
no está exento de críticas, pues, si bien es cierto que nuestra legislación fiscal la ha regulado
con alguna extensión, no ha definido propiamente sus alcances, habiéndose reducido solo a
enumerar la información que puede calificar de reservada. En realidad, nuestro legislador
tributario, al parecer, no tiene completamente claro en qué consiste este derecho y solo atina
a hacer un listado, lo cual resulta lamentable y peligroso, pues puede generar en la práctica
un total desamparo del mismo. Es más, esto se comprueba al leer en el citado artículo 85 “a
juicio del jefe del órgano administrador de tributos, la Administración Tributaria, mediante
resolución de Superintendencia o norma de rango similar, podrá incluir dentro de la reserva
tributaria determinados datos que el sujeto obligado a inscribirse en el Registro Único de
Contribuyentes proporcione (...) y en general cualquier otra información que obtenga de
dicho sujeto o de terceros (...)”. Esto nos lleva a la siguiente interrogante: ¿Puede acaso un
funcionario público, como el jefe de la Administración Tributaria, decidir qué está dentro o
fuera de los alcances de un derecho constitucional? Lo cierto es que no queda claro, y peor
aún, revela de modo inmediato y palmario, lo expresado en líneas anteriores: el legislador
tributario no tiene una completa certeza de aquello que comprende la reserva tributaria, y
mucho menos del bien jurídico protegido por esta.
(9) El referido artículo versa sobre la facultad discrecional con que cuentan las personas para denunciar ante
la Administración Tributaria la existencia de actos que presumiblemente constituyan delitos tributarios o
aduaneros.
comerciales, industriales, profesionales, proyectos de expansión, etc.? ¿Forma parte de este
derecho el nivel de ingresos del contribuyente, su patrimonio y de qué está compuesto, la
cantidad de empresas que tiene, ios negocios de los que forma parte, etc.? Definitivamente
sí. ¿Cómo está compuesto entonces, este derecho y cuál es la expresión que involucra
todas sus manifestaciones? Una posible respuesta a estos cuestionamientos sería entender
la reserva tributaria -debido a su amplitud- como una cláusula constitucional abierta;
en consecuencia, todo intento de enumerar la información que la comprende, deberá ser
entendida como un enfoque de la misma meramente enunciativo. Sin embargo, lo que sí
resulta necesario precisar es el denominador común con que cuenta toda esta información,
es decir, se trata de información económica con relevancia tributaria, y que junto con la
reserva bancaria forman parte del derecho a la privacidad económica que es un derecho
que se les reconoce tanto a las personas naturales como jurídicas.
VIII, Conclusiones
1. El verdadero fundamento jurídico del secreto bancario y de la reserva tributaria no se
halla en la protección del derecho a la intimidad, sino en la tutela jurídica del derecho a la
privacidad económica, reconocido en nuestra Constitución. Sin embargo, la protección de
este derecho no se limita a la exigencia del respeto a la privacidad, sino que tiene que ver
con el respeto del orden público económico, en la medida en que figuras legales como las
tratadas, fortalecen la seguridad jurídica, facilitan el funcionamiento del mercado generando
confianza en los actores económicos. En este sentido, debe verse al secreto bancario y a la
reserva tributaria, no solo como derechos a la privacidad económica, con los que cuenta todo
ciudadano y persona jurídica, sino como piezas fundamentales para preservar el indispensable
flujo de información que requiere el mercado a fin de funcionar eficientemente.
3. La necesidad de información que tiene el Estado para poder cumplir con sus fines,
en ocasiones limita los derechos individuales. Este conflicto de derechos, tal como señala
el Tribunal Constitucional español, no ha de ser resuelto a través de la anulación de
unos para el pleno desarrollo de otros; y aunque en colisiones del interés público frente
a derechos individuales estos últimos han de ceder frente al primero; esta situación ha
darse de tal manera que se limiten lo menos posible estos derechos. Ello en definitiva
va a exigir que el ordenamiento cumpla con el papel que en un Estado de Derecho le
corresponde, es decir que nos presente un catálogo de límites a la propia obtención de la
información con el fin de armonizar los distintos derechos que pudieran entrar en conflicto;
pero fundamentalmente que se articulen un conjunto de garantías sobre la información en
poder de la Administración, garantías que no solo han de tener sentido negativo, sino que
deben cobrar un sentido positivo en el ánimo de residenciar en manos del interesado, su
auténtico control(10).
En cuanto a la necesidad que tiene el titular de los datos de estar informado del manejo
de su información por parte de un ente público, creemos que es un derecho básico, pues
este necesita conocer no solo quiénes manejan esa información sino quiénes eventualmente
la requieren. Las razones son dos, de un lado tener el derecho a oponerse al traslado de esa
información, y conocer quién o quiénes son los responsables de la seguridad de esta. En
definitiva, no es posible garantizar el secreto bancario ni la reserva tributaria si el interesado
no se halla informado del manejo de su información.
5. Por último, es inevitable que el Estado en situaciones normales tenga acceso aciertos
niveles de información económica de los ciudadanos, y en situaciones excepcionales pueda
levantar las barreras de seguridad que el Derecho ofrece a los agentes económicos (secreto
bancario, reserva tributaria) e incluso pueda develar las formas jurídicas utilizadas por
estos para la realización de sus negocios (levantamiento de la personalidad jurídica), con
el objeto de conocer la real actividad económica de los sujetos a quienes fiscaliza.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[gSi El conocimiento y acceso al secreto bancario puede efectuarse mediando una orden judicial,
a pedido del Fiscal de la Nación o de una comisión investigadora del Congreso: STC Exp.
N° 00009-2014-PJ/TC (f. j. 16).
f Las comisiones investigadoras del Congreso están facultadas para solicitar el levantamiento
del secreto bancario solo de los investigados: STC Exp. N° 00156-2012-PHC/TC (f.j. 74).
CONCORDANCIAS:
C.t arte. 97,200 me. 3); C.P.Ct.: arts. 59, «0 y ss., 115; GR; 245,247,330; C.T.: arts. 62,
85; Ley 26702; 140 a! 143; D.$,n2I-20i<J-JÜS;R.234-2ÚU74VtP-FN';C.I.C.:ari. XVI
I. Introducción
En los últimos tiempos hemos sido testigos de la expedición de diversas disposicio
nes legislativas destinadas a regular los alcances del secreto bancario. Al respecto, debe
mos señalar, como ya habríamos advertido en un anterior artículo(n, que nuestro país his
tóricamente ha observado una larga tradición de respeto por el derecho al secreto bancario,
incluso antes de su incorporación en la actual Constitución. En efecto, recordemos que el
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N“ 31507 del 03/07/2022.
(i) AMPRIMO PLÁ, Natale & JOO GARFIAS, Eduardo. "E; secreto bancaiio y la falacia del intercambio de
información financiera”. Gacela Constitucional & Procesal Con.itUucion.ai (158). Lima; Gaceta Jurídica,
2021, pp. 201-222.
secreto bancario no contaba con antecedentes a nivel constitucional siendo su regulación
explícita en la actual Constitución una figura novedosa, pese a que, como señala GUTIÉ
RREZ CAMACHO, su aplicación, lo cual era fruto de la costumbre y de la presunción
de una obligación tácita tanto del banquero como del Estado, en la relación banco-clien
te, apelándose eñ consecuencia a una suerte de derivación del “secreto profesional” como
fundamento jurídico de dicha obligación, figura que sí estaba regulada en nuestro ordena
miento y cuya vecindad es innegable®.
(2) Cfr. GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter (director). La Constitución comentada. Análisis artículo por
artículo. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, 2005, p. 13.
(3) Justamente, entre las pocas modificaciones podemos señalar la modificación efectuada al artículo 140
de la Ley General del Sistema Financiero por la Ley N.° 27693, “Ley que crea la Unidad de Inteligencia
Financiera”, publicada el 12 de abril de 2002; mediante la cual se obligabas las empresas participantes en
el sistema financiero a comunicar operaciones sospechosas a la, en aquella época, recientemente creada
Unidad de Inteligencia Financiera. Sobre esta norma, nos pronunciaremos con mayor detalle más adelante.
(4) Cuestionamientos abordados y analizados en extenso en el acápite II y III. Véase AMPRIMO PLÁ,Natale
& JOO GARFIAS, Eduardo. Ob. cit.
(5) O, como la hemos llamado anteriormente, el sutil proceso de “perforación” del secreto bancario. Véase
AMPRIMO PLÁ, Natale & JOO GARFIAS, Eduardo. Ob. cit.
En ese sentido, en virtud de una última reforma constitucional, llevada a cabo a tra
vés de la Ley N° 31507, publicada el 03 de julio de 2022, se ha materializado la modi
ficación del numeral 5 del artículo 2 de la Constitución, norma que regula el derecho de
acceso a la información y, de forma complementaria, el derecho al secreto bancario y la
reserva tributaria; ello con la finalidad de incorporar nuevos sujetos autorizados para ac
ceder a la información protegida por este derecho.
(6) Consideramos, en coincidencia con otras autores, que ia incorporación del derecho al secreto bancario
en este numeral, referido ai derecho de acceso a la información, no ha sido la más acertada. En efecto,
consideramos que el desarrollo de esta institución quedó indebidamente relegado, al haberse contemplado
sólo como una excepción al referido derecho de acceso a la información. En ese sentido, hubiese resultado
más acorde con su autonomía y relevancia constitucional el haberlo incluido en el numeral 10 del mismo
artículo 2, referido al derecho al secreto e inviolabilidad de la información en general -incluida la financiera
y económica-, referido al derecho al secreto y a Ja inviolabilidad de las comunicaciones y documentos
privados.
En esta línea, Rubio Correa critica la opción adoptada por la Constitución indicando que es ‘'completa
mente asís-temática "y agregando que “si lo que se quería era proteger el.secreto bancario y la reserva
tributaria, se debería haber declarado expresamente esos derechos en el rango constitucional y luego
recién se debería haber hecho la excepción del caso. El lugar más apropiado era el inciso 10 del articulo
2 de la Constitución". Véase RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993,
Tomo l. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999, p. 221.
Artículo 2o. - Toda persona tiene derecho:
(...)
5. A solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a recibirla de
cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedido. Se
exceptúan las informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente
se excluyan por ley o por razones de seguridad nacional.
El secreto bancario y la reserva tributaria pueden levantarse a pedido del juez,
del Fiscal de la Nación, o de una comisión investigadora del Congreso con arreglo
a ley y siempre que se refieran al caso investigado. (Énfasis agregados)
No obstante, la escueta redacción del texto constitucional citado, el mismo era lo sufi
cientemente claro para establecer una verdadera regla de reserva dejurisdicción^, según
la cual los únicos sujetos taxativamente legitimados para acceder a información protegida
por el derecho al secreto bancario eran: (i) el juez; (ii) el Fiscal de la Nación; y, (iii) una
comisión investigadora del Congreso. En todos estos casos, se debía considerar además
que el levantamiento sólo estará autorizado en tanto la información solicitada esté expre
samente referida a un caso específico materia de investigación®.
En linea con el mandato constitucional analizado, a nivel legislativo, la Ley N° 26702,
“Ley General del Sistema Financiero y del Sistema de Seguros y Orgánica de la Superin
tendencia de Banca y Seguros”® (en adelante, la “Ley General del Sistema Financiero”),
(7) Sobre la denominada reserva de jurisdicción, esta es una regla de rango constitucional en virtud de la
cual se establece que determinadas decisiones, taxativamente establecidas y de naturaleza materialmente
jurisdiccional, deben ser adoptadas necesariamente por los jueces y tribunales, por lo que se reconoce que
les “pertenecen” en exclusiva, por lo que la misma se considera “atacada” cuando, por medio de una ley
“se sustituyen los procedimientos judiciales ordinarios por otros de caso concreto, se altera el principio
deljuez natural, se impide el conocimiento judicial de determinados asuntos, se sustituye la resolución
judicial de las controversias encomendadas a la jurisdicción poruña decisión propia del legislativo, o se
impide la ejecución de lo juzgado ", Véase Cfr. MUÑOZ MACHADO, Santiago. La reserva de la juris
dicción. Madrid: La Ley. Citado por la Real Academia Española. Diccionario panlúspánieo del español
jurídico, 1989, disponible en http://bit.ly/2MrbLSa
Cabe indicar que este principio democrático es una manifestación del principio de separación de poderes,
pieza angular sobre la que se construye cualquier Sistema Democrático de Derecho, el mismo que se en
cuentra reconocido en nuestra Constitución en su artículo 43, el cual establece que “La República del Perú
es democrática, social, independiente y soberana. El Estado es uno e indivisible. Su gobierno es unitaria,
representativo y descentralizado, y se organiza según elprincipio de la separación de poderes".
(8) Al respecto, Bernaíes Ballesteros manifiesta que “La Constitución garantiza ambas reservas pero hace la
excepción en tres tipos de procesos investigatorios, realizados por entidades del Estado de manera oficial
y con conocimiento público, en los cuales puede levantarse dicha reserva de acuerdo al mandato de la
ley [en los procesos judiciales1, en las investigaciones que lleva a cabo el Ministerio Público, a pedido del
Fiscal de la Nación; y en las investigaciones de las comisiones del Congreso] En todos estos casos, la
información proveniente de la reserva tributaria o del secreto bancario debe estar directamente relacionada
al caso investigado. Como aquise está restringiendo el derecho a la privacidad de estas informaciones,
la interpretación de la situación tiene que ser estricta. No caben ni la interpretación extensiva ni las ana
logías”. Véase BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado.
Lima: Constitución y Sociedad, 1999, pp. 123-124.
(9) Mediante Ley N° 28484, publicada el 05 de abril de 2005, se modificó constitucionalmente la denomi
nación de la “Superintendencia de Banca y Seguros” por la de “Superintendencia de Banca, Seguros y
Administradoras Privadas de Fondos de Pensiones” (en adelante, la “SBS”).
desde su expedición ha regulado, principalmente en su artículo 143, el secreto bancario,
delimitando sus alcances, pero principalmente, reglamentando cómo operan los supues
tos de excepción previstos en la Constitución. El texto original del artículo indicado, des
de su publicación y hasta el 2016, era el siguiente:
Es importante mencionar que mediante Ley N° 27693, Ley que Crea la Unidad de In
teligencia Financiera - Perú, publicada el 12 de abril de 2002, se modificó el artículo 140
de la Ley General del Sistema Financiero, estableciendo la obligación de las entidades su
jetas a la supervisión de la SBS y de los funcionarios, de comunicar a dicha Unidad de In
teligencia Financiera (UIF) -en sustitución del Fiscal de la Nación, tal como se establecía
- todo movimiento sospechoso de lavado de dinero o de activos, a que se
anteriormente l0)*
* 12
refiere la Sección Quinta de dicha Ley.
Dichas modificaciones desataron una ola de críticas por parte, no sólo de especialistas
jurídicos, sino de la ciudadanía en general, ello por cuanto, de la revisión y análisis de las
mismas -así como de los tratados internacionales en los que tales disposiciones supuesta
mente se sustentaban-, se observó que no existía consistencia respecto a los fundamentos
(10) En virtud de la modificación efectuada mediante Ley N“ 27102, publicada el 6 de mayo de i999,
íli) Prineipahnente, el artículo 14,3-A reconocía la posibilidad que la SUNAT obtenga, directamente de las
empresas del sistema financiera, "información sobre openeitmes pasivos de las empresas íltd sistema
financiero con sus clientes referida a saldos y/o montos acumulados, promedios o montos más altos- de un
determinado período y los rendimientos generados, incluyendo la información pueideníifiiiite a las olientes,
tratándose del cumplimiento de ¡a acordada en tratados internacionales o Decisiones ds la Comisión de
la CAN".
(12) La modificación introducida busca principalmente extender ios alcances de la obligación de suministro
directo de información también al ejercicio de la función fiscalizadora de la SUNAT y ya no sólo para el
cumplimiento de los tratados internacionales. La modificación regula, además, las reglas de confidencia
lidad a las cuajes se encontrará sujeta la información obtenida por la SUNaT, tratando de asimilarlas a las
aplicables a la infonnación obtenida para efectos del intercambio de información.
que justifican la expedición de tales decretos legislativo, dado que, mientras algunos fun
cionarios vinculados directamente con su elaboración señalaban que tales disposiciones
resultaban exigibles en virtud de los compromisos asumidos por el Estado Peruano a tra
vés de los acuerdos internacionales suscritos, otros documentos y declaraciones estable
cen que estos se habían emitido con la única finalidad de facilitar la labor de fiscalización
de la SUNAT'T
Cabe señalar que no es nuestra intención, al exponer los alcances de los decretos le
gislativos antes señalados y sus flagrantes vicios constitucionales, identificar o comparar
la actual reforma constitucional con tales dispositivos normativos, siendo la finalidad de
este recuento únicamente poner de manifiesto la manera en que se ha venido regulando
este derecho, desde su incorporación expresa como un derecho fundamental en la Norma
Suprema, hasta la fecha. Habiendo hecho ello, consideramos oportuna extendernos en el
análisis del contenido protegido por este derecho, de forma tal que el lector pueda apreciar
claramente la importancia que conlleva la protección y cautela del mismo.
Al respecto, tal como hemos referido en un artículo anterior, el derecho al secreto ban-
cario es reconocido como uno de los atributos del derecho a la intimidad-en su faceta eco
nómica- y, en tanto ello, es reconocido umversalmente como parte del sistema de liberta
des individuales o también denominados “derechos de primera generación”. Tales derechos
son aquellos orientados principalmente a la tutela de las libertades clásicas del individuo
y dirigidos a impedir intromisiones injustificadas en la esfera privada de la persona0*’.
En ese sentido, si bien tos alcances de este derecho no han sido desarrollados de for
ma detallada a nivel normativo, tanto la jurisprudencia como la doctrina se han encarga
do de dotarlo de contenido. En ese sentido, el Tribunal Constitucional, en la STC Exp.
N® 1219-2003-HD/TC, ha sido claro en señalar que el secreto bancario es la concreción
de carácter económico del derecho fundamental a la intimidad —manifestación del dere
cho a la vida privada, sin interferencias ilegitimas-, en contraposición ai derecho de acce
so a la información pública, siendo justamente el primero un límite natural del segundo05’.
(13) Ahora bien, no obstante a Ja fecha aún resulta ampliamente discutible ia pertinencia de los dispositivos
normativos expedidos en el último lustro, es necesario dejar en evidencia que ia lamentable inacción de
los diversos operadores de Derecho y grupos de interés ciudadanos ha llevado a que, en la práctica, se
haya temunado por legitimar, “de .tacto” -corriente de actuación tristemente instaurada por ios últimas
gobernantes-, dichas intromisiones, convalidando en consecuencia una clara desnatural ilación al derecho
tojo análisis pese a su ostensible importancia en un sistema regido por el Estado de Derecho.
(14) P1ZZORUSSO, Alejandro. (2001) “Las ‘generaciones’ de derechos". En: Anuario ¡berocunericano dé
Jtailcia Constiiudonai,^ i. Madrid: Centro de Estadios Políticos y Constitucionales, p, 29ó, recuperado
de https://bit.ty.O65Nms8
05) En esta, el Tribunal Constitucional señala, en el fundamento jurídico 7, que: "Evidentemetne ni siguiera
ia condición de libertad pnsjérifh de la une gaga el derecho de acceso a la información hace de ella tm
derecho coiislitueiolKil une no pueda ser obiefo de limitaciones”i
derecho a la intimidad, no formaría parte de su “contenido esencial”06’, también ha señala
do en reiteradas sentencias que la protección constitucional que se busca mediante la pos
tulación del secreto bancario es asegurar justamente la confidencialidad de la esfera de la
vida privada de las personas, incluso jurídicas, respecto a la información vinculada a la
“vida privada” de estas, estableciéndose que la regla es siempre el secreto o su confiden
cialidad; por lo que cualquier excepción a ésta se encontrará sujeta a un estricto control
de razonabilidad y proporcionalidad07’.
Por su parte, en la doctrina española, ESCRIBANO LÓPEZ afirma que “eZ ámbito de
lo económico está integrado en el núcleo de lo protegido por el derecho a la intimidad"<!S>.
Luego, ARIAS VELASCO señala que “hay también un ámbito de vida económica tan pro
tegíble, en principio constitucionalmente como el de la intimidad sexual, (...). En prin
cipio, tan íntimas, son las preferencias inversoras de una persona como sus tendencias
eróticas"^. Por su parte, VERGARA BLANCO considera que el fundamento del secre
to bancario es el “resguardo de la intimidad de los aspectos económicos de cada uno”m',
mientras que SANTA MARÍA PASTOR comentando la jurisprudencia constitucional, se
ñala: “los datos de la vida privada que se reflejan en las operaciones bancarias de una
persona forman parte del ámbito de intimidad constitucionalmente protegido, cuyo res
peto ésta tiene pleno derecho a exigir”'”'.
(22) GUTIÉRREZ C AMACHO, Waltcr. (director). lo Constitución Comentada. Ánálais úntenlo por articulo.
Ob. cit., p. i 26.
(23) RUBIO CORREA. Marcial Estudio de la Constitución Política de 1993. Ob. eiL, pp. 221-222.
3. De una comisión investigadora del Congreso con arreglo a ley y siempre que se
refieran al caso investigado.
4. Del Contralor General de la República respecto de funcionarios y servido
res públicos que administren o manejen fondos del Estado o de organismos
sostenidos por éste, en los tres niveles de gobierno, en el marco de una ac
ción de control.
5. Del Superintendente de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fon
dos de Pensiones para los fines específicos de la inteligencia financiera.
El levantamiento de estos derechos fundamentales se efectúa de acuerdo a ley, que
incluye decisión motivada y bajo responsabilidad de su titular. (Énfasis agregados)
Ahora bien, debemos indicar que la norma bajo comentario, aprobada en virtud del pro
cedimiento para la reforma constitucional previsto en el artículo 206 de la Constitución<M)
(24) El artículo 206 establece lo siguiente: "Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el Congreso con
mayoría absoluta del número legal de sus miembros, y ratificada mediante referéndum. Puede omitirse el
referéndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en dos legislaturas ordinarias sucesivas con una
votación favorable, en cada caso, superior a los dos tercios del número legal de congresistas. La ley de
reforma constitucional no puede ser observada por el Presidente de la República. La iniciativa de reforma
constitucional corresponde al Presidente de la República, con aprobación del Consejo de Ministros; a los
congresistas; y a un número de ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento (0.3 %) de la población
electoral, con firmas comprobadas por la autoridad electoral."
En el presente caso, debemos indicar que la Ley de Reforma Constitucional 31507, materia de comen
tario, ha sido aprobada en segunda votación luego de la declaratoria de inconstiwcionalidad de las leyes
de reforma constitucional aprobadas durante la cuarta legislatura (SSTC Exps. N° 00019-2021-PI/TC,
00021 -2021 -PI/TC y 00022-2021 -PI/TC) (acumulados).
-muy comentado últimamente- se sustentó inicialmente en los Proyectos de Ley (i) N°
05643/2020-CR, presentado por el grupo parlamentario Acción Popular; (ii) N° 5829/2020-
CR, presentado por el grupo parlamentario Partido Morado; y, (iii) N° 7451/2020-CR, pre
sentado por el grupo parlamentario Alianza Para el Progreso, siendo este último el que in
corpora varios aspectos de los primeros proyectos, y propone que la modificación se lleve
a cabo mediante el mecanismo de reforma constitucional.
Asimismo, dichos proyectos cuentan con dictámenes favorables emitidos por la Comi
sión de Economía, Banca, Finanzas e Inteligencia Financiera, de fecha 27 de noviembre de
2020; y, por la Comisión de Constitución y Reglamento, de fecha 27 de mayo de 2021. Al
respecto, sobre los fundamentos para la aprobación de la reforma constitucional planteada,
el Dictamen emitido por la Comisión de Constitución y Reglamento señala lo siguiente:
En ese sentido, si bien es innegable que la lucha contra el lavado de activos, y otras
actividades delictivas, califica como una labor de ineludible cumplimiento y palmaria im
portancia para el fortalecimiento del Estado de Derecho, no es menos cierto que cualquier
actuación gubernamental, por plausible que sean sus fines, debe encontrarse revestida no
sólo de legitimidad sino que además debe demostrar ser idónea justamente para la conse
cución de los fines que pretende perseguir, para lo cual deberá además demostrarse que la
afectación que se genera en los particulares es justificable en virtud del beneficio común
que se busca obtener. En ese sentido, si bien es demasiado pronto como para determinar
la verdadera dimensión de los efectos que esta reforma acarreará, tanto beneficiosos como
perjudiciales; si somos de la opinión que, habida cuenta de la naturaleza eminentemente
operativa de los “problemas” que se pretendían resolver con esta reforma, la misma bien
podría haberse sustituido por la implementación de medidas administrativas que permi
tieran reducir los márgenes para la atención de los requerimientos de información por par
te de los órganos de control y la UIF (v.g. mediante la creación de plataformas virtuales
exclusivas para su atención o incluso de juzgados especiales para tal efecto, entre otras).
Finalmente, y sin perjuicio de lo expuesto, queda únicamente esperar que las dispo
siciones legislativas que se expidan con la finalidad de regular el ejercicio de las com
petencias recientemente asignadas, tomen en cuenta la real importancia que ostentan los
derechos que son limitados por esta medida, procurando así que los procedimientos que
para estos efectos se aprueban cumplan con las garantías del debido proceso, sin gene
rar a los administrados afectaciones mayores a aquellas que sean estrictamente necesa
rias; evitando así continuar por esta vía que en los últimos años nos ha llevado ya no sólo
a la desnaturalización de estas garantías constitucionales sino, en algunos casos, incluso
a su desconocimiento.
BIBLIOGRAFÍA
AMPRIMO PLÁ, Natale & JOO GARFIAS, Eduardo. “El secreto bancario y la falacia del inter
cambio de información financiera”. En: Gaceta Constitucional & Procesa! Constitucional (158).
Lima: Gaceta Jurídica, 2021; ARIAS VELASCO, José. “Investigación de las cuentas corrientes y
derecho a la intimidad”. En: Tribunal Fiscal. Revista Tributaria y Financiera, N° 54, 1995; BER-
NALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. Lima: Constitu
ción y Sociedad, í999; ESCRIBANO LÓPEZ, Francisco. “Acceso judicial a datos en poder de la
Administración”. En: Quincena Fiscal, N“ 4, 1998; GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter (director).
La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo. Tomo I. Lima: Gaceta Jurídica, 2005;
MUÑOZ MACHADO, Santiago. La reserva de laJurisdicción. Madrid: La Ley. Citado por la REAL
ACADEMIA ESPAÑOLA. Diccionario panhispánico del español jurídico, 1989, disponible en
http://bit.ly/2MrbLS; PIZZORUSSO, Alessandro. “Las ‘generaciones’ de derechos”. En: Anuario
Iberoamericano de Justicia Constitucional, N° 5. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Consti
tucionales, 2001, recuperado de https://bit.ly/365Nms8; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la
Constitución Política de 1993. Tomo I. lárna: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, 1999; SANTAMARÍA PASTOR, Juan. “Sobre derecho a la intimidad, secretos y otras
cuestiones innombrables”. En: Revista Española de Derecho Constitucional, N° 15, 1985; VER-
GARA BLANCO, Alejandro. “Sobre el fundamento del secreto bancario”. En: Revista de Derecho
Financiero y .Hacienda Pública, N':' 194, 1988.
Artículo 2 Privacidad de la intimidad personal
y familiar
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
6. A que los servicios informáticos, computarizados o no,
públicos o privados, no suministren informaciones que
afecten la intimidad personal y familiar.
CONCORDANCIAS:
C.:arts.2incs. 5),7), 97,200inc.3);C-.P.Ct.:art. 59yss.;C.C.: arts. Mal 16;C.P.C.: 19"
D.F.; C.P.: arts. 154,155, 157; L.O.REMEC: art. 7; D.U.D.H.: art. 12,19; P.I.D.C.P.:
art. l7;C.D.N,:art. 16; C.A.D.H.: art. 11.2
L Generalidades
.Esta norma reconoce el Derecho Fundamental a la Protección de los Datos Personales.
Los datos personales pueden describirse como cualquier información que permite
identificar a una persona o que nos dice algo sobre una persona ya identificada. Por ejem
plo, el nombre, la fecha de nacimiento, la imagen fotográfica, el registro de la huella digi
tal, la dirección domiciliaria o de correo electrónico, el número telefónico, el número del
documento de identidad, la reproducción de voz, pero también el origen étnico, las con
vicciones religiosas, la ubicación geográfica, los hábitos personales y muchos otros datos
que conforman nuestro bagaje personal o nuestra propia personalidad, nos identifican, en
sentido estricto o revelan los aspectos que nos individualizan o caracterizan y nos expo
nen, no obstante, lo cual, se reconoce, a través de este derecho, que no perdemos la titu
laridad o decisión sobre ellos. Suena simple, pero es un derecho especialmente complejo,
por diversas razones, que trataremos de esbozar.
Haciendo un rápido ejercicio de memoria, estos son algunos temas en los que la pro
tección de datos se ha visto efectivamente involucrada: identificación de llamadas de
emergencia, registro de ludópatas, diseño de la historia clínica electrónica, proyectos so
bre registros de datos genéticos o ADN, publicación de usuarios de programas sociales,
declaraciones juradas de funcionarios, banco de datos para portabilidad numérica en te
lefonía, administración de la central de riesgo de la SBS, video vigilancia y seguridad, ti
pificación del ciber delito y tráfico de bancos de datos, acceso a la información de redes
sociales, registro de funcionarios sancionados, publicación o indexación de actos admi
nistrativos o resoluciones nominales, registro de ingreso a entidades públicas, publicación
de fotografías de alumnos en portales de centros educativos, captura de datos por acceso
a portales informativos, publicación de datos de contacto de persona ajena a la oferta en
páginas de comercio electrónico, uso de geolocalización para control laboral o para in
vestigación policial.0*
(I) Véase el Decreto Legislativo N" 1182 que regula el uso de la geolocalización, usada en el servicio de
telefonía, para investigación criminal. Así como nuestra opinión al respecto, está disponible en: https://
elcomercio.pe/opinioiVcolaboradores/debate-ley-geolocalizaeion-legitima-191 177
reserva, pese a que involucran el manejo masivo de información personal, entonces: la
masividad y complejidad de las actividades tecnológicas y las prácticas comerciales aso
ciadas a esas tecnologías, constituyen un escenario potencialmente peligroso para la infor
mación personal, a través de tratamientos que pueden resultar en la afectación de la vida
de cualquiera de nosotros. Creemos que nunca en la historia del Derecho se ha presenta
do un reto de esta dimensión: intentar que las herramientas jurídicas sean adecuadas para
proteger a las personas de riesgos que derivan de tecnologías que hacen obsoleto aquello
que era novedoso hace un año, además en un entorno en el que la fascinación por la tec
nología relaja las alertas sobre los riesgos que se ciernen sobre las personas.
Es un signo ineludible de los tiempos, Las redes sociales reciben y almacenan in
formación personal cada segundo, el manejo del almacenamiento, los servidores y el soft
ware se confía a “servicios en la nube” que también guardan la totalidad del contenido
de nuestros “teléfonos inteligentes”, la video vigilancia (incluyendo los drones) y el in
ternet de las cosas® registran nuestra vida permanentemente, el Big Data procesa infor
mación en volúmenes y velocidades que hace poco eran ciencia ficción y todo esto ocu
rre sin que podamos estar seguros de que siempre se hace para fines benéficos o siquiera
neutrales. La Actividad de los órganos garantes, en esta materia, vienen poniendo en evi
dencia prácticas corporativas y comerciales que concretizan los riesgos y las afectaciones
que todo este entorno trae consigo.
Es común escuchar que “los datos son la moneda actual”, que las tecnologías han
cambiado la forma de hacer negocios. Sin embargo, esta constatación no viene acompa
ñada de la necesaria atención a la protección de las personas que pueden ser afectadas por
el desarrollo de estas “novísimas” maneras de hacer negocios, en cuyo contexto la pro
tección de datos más que una necesidad es un “valor comercial”. Por el contrario, lo co
mún es el cuestionaraiento de este derecho, llegando incluso a la audacia de considerar
lo un “sobrecosto”®.
Podríamos exponer múltiples ejemplos para graficar la dimensión del tema, pero es
cogeremos una reflexión bastante simple: Hoy vivirnos “en red”, no es opcional, casi todo
lo que hacíamos antes y seguimos haciendo hoy, ahora llega a la red, pero hay dos cosas
que no hacíamos hace algunas décadas y que hoy hacemos masivamente: usamos redes
sociales y usamos buscadores de internet, consecuentemente las empresas de ese rubro
generan inmensos ingresos y negocios conexos, que las colocan entre las más rentables
(2) Se identifica como “internet de las cosas” a la tecnología que combinando artefactos, dispositivos y sensores
que se enlazan vía internet, son capaces de interacluar con las personas u otros artefactos, de forma que
superan el concepto de “automático” que relacionamos con tocar botones o “sensores de masa” que abren
o cierran puertas o lectores de códigos. Estos dispositivos que pueden ser aquellos que usamos diariamente,
pueden recopilar y transmitir audio, video, contenido de documentos, datos de rutina, de salud, ubicación,
velocidad de manejo, costumbres de consumo o de uso de aparatos domésticos o de juguetes ordinarios o
sexuales, entre otros muchos, con identificación de la persona a la que se refieren.
(3) Véase nuestra columna disponible en: https://elcomercio.pe/opinion/colaboradores/proteccion-datos-jose-
alvaro-quiroga-leon-36500!. también la entrevista en Semana Económica, N° 1459 del i de marzo de 2015,
P- 22.
y valiosas del mundo, sin embargo, los usuarios no pagamos por esos servicios o plata
formas, por lo menos no con dinero. Lo que ocurre es que esas empresas rentabilizan, de
muy variadas formas (pero especialmente perfilando individuos), la información que re
copilan de los usuarios.
(4) Véase nuestro artículo “Internet ¿Que tiene que ver conmigo?” Disponible en: https://gestion.pe/tu-dinero/
internet-ver-148240
(5) Sobre los vínculos de la protección de datos y las políticas de transformación digital puede verse nuestro
artículo “Transformación digital y protección de datos personales” en la revista Gestión Publica & Control,
N“ 12, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2020. Sobre los vínculos con ¡as tecnologías al servicio de la
emergencia sanitaria, puede verse nuestro artículo “Herramientas digitales y protección de datos personales
a propósito de la Covid 19” en el libro Buen gobierno y mejor gestión, Gaceta Jurídica, Lima, 2021.
de la envergadura y complejidad de los tratamientos de datos que se realicen. Una vez com
prendido eso, lo óptimo es avanzar hacia la necesidad de incorporar la protección de datos
en el “modelo de negocio” es decir a trabajar la “privacidad desde el diseño” o su versión
para el ámbito público: el “análisis de impacto en la privacidad”, de forma que cualquier
“modelo de negocio, proceso o producto” incorpore, desde el inicio, la necesaria protec
ción de la información personal. Consideramos de absoluto sentido común que, al desa
rrollar cualquier proyecto, sea comercial, legislativo o científico que involucre el manejo
de información personal se considere el cumplimiento de las normas que inexorablemen
te se van a aplicar sobre la actividad proyectada.
Otro tema, que puede parecer intrascendente, es identificar erróneamente a esta mate
ria como la “protección de las bases (o bancos) de datos” (se entiende por banco de datos
a todo conjunto organizado de datos personales, automatizado o no, independientemen
te del soporte, sea este físico, magnético, digital, óptico u otros que se creen, cualquiera
fuere la forma o modalidad de su creación, formación, almacenamiento, organización y
acceso) de forma que se enfatiza la “identificación” del “banco de datos”, del “titular del
banco”, las “medidas de seguridad del banco” y la “administración del banco”, cuando el
objeto de la protección no es el banco de datos sino el “dato personal”, con independen
cia de que se encuentre, o no, en un banco de datos. Al banco de datos se le da protección
de la misma forma en que se protegen los almacenes o los contenedores, es decir, por lo
que contienen, que es, en realidad, lo que protegemos.
Lo expuesto permite tener claridad sobre el núcleo o centro de gravedad de esta dis
ciplina jurídica que no es el banco de datos sino el “tratamiento” es decir aquello que se
hace con los datos o en términos normativos: cualquier operación o procedimiento técni
co, automatizado o no, que permite recopilación, registro, organización, almacenamien
to, conservación, elaboración, modificación, extracción, consulta, utilización, bloqueo,
supresión, comunicación por transferencia o por difusión o cualquier otra forma de pro
cesamiento que facilite el acceso, correlación o interconexión de los datos personales.
No es ésta la oportunidad para tratar las dos primeras razones, asi que nos concentra
remos en los conceptos erróneos que se presentan como verdades.
Si partimos por reconocer que entre dos derechos fundamentales no existe jerarquía
y que ningún derecho puede concebirse teniendo como requisito la anulación de otro de
recho, resulta sorprendente que en nuestro país se siga dando tribuna a la idea de que la
protección de datos tiene como origen o finalidad (da igual) ser un límite al acceso a la
información pública, para considerarlo accesorio o, lo que es peor, un antagonista a otro
derecho fundamental. Hay quienes usan el reconocimiento, la popularidad y los financia-
mientos que la transparencia genera, para denostar de la protección de datos y ubicarla
como su enemiga afirmando, sin exponer sustento razonable, que afecta la transparencia,
la fiscalización social y la lucha contra la corrupción, sin reparar en la necesidad de cons
truir la coexistencia armónica de todos los derechos.
La otra idea errónea, que pretende instalarse como una verdad, es que protección de
datos y transparencia son “como las dos caras de una misma moneda” es decir antagonis
tas, lo que parece sonar bien, pero constituye una metáfora que simplifica burdamente una
materia que es bastante más compleja. El modo en que debe respetarse la dignidad de las
personas en relación con la información en general, y la personal en particular, no se li
mita a confrontar los pedidos de acceso a la información en poder del estado con las res
tricciones que protegen la información de las personas, sino que involucra otros muchos
derechos que deben ser armonizados, tales como el derecho a la información, a la liber
tad de prensa, el derecho a la propia imagen, el derecho al honor, así como nociones cen
trales como interés público, relevancia pública (que, ciertamente, no son lo mismo que la
curiosidad pública) o interés privado, entonces, si fuera útil hacer una metáfora, el acceso
a la información y la protección de datos serian dos caras de un poliedro con muchas ca
ras, complejo, pero necesariamente armonizado, sobre la base ponderar y priorizar los in
tereses que se ponen en juego en cada caso concreto, no asumiendo, en abstracto y a prio-
ri, que uno de los derechos prevalece sobre otros.®
Para plantear este “conflicto”, más aparente que real, se hace una lectura sesgada de
las normas que resultan imprescindibles para delinear los puntos de encuentro entre am
bos derechos o simplemente se omite leerlas, veamos: La Constitución establece que toda
persona tiene derecho; “A solicitar sin expresión de causa la información que requie
ra y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que su
ponga el pedido. Se exceptúan las informaciones que afecten la intimidad personal
y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad nacional”.
No nos corresponde explicar tos motivos de esta forma de ver las cosas, pero si pode
mos asegurar, luego de años de participar en eventos, capacitaciones, iniciativas o proyec
tos sobre ambas materias, que desde la orilla de la transparencia se concibe a la protección
de datos como una disciplina adversa, de menor jerarquía, a la que hay que atacar y ex
cluir, priorizando el acceso sobre la protección, a priori y en abstracto, mientras que desde
la orilla de la protección de datos se concibe a la transparencia como un derecho de igual
importancia, al cual debe complementarse con los criterios que permitan ponderar y prio
rizar los intereses involucrados en cada caso concreto y construir una coexistencia pací
fica que permita el acceso a la información en poder del estado, protegiendo la informa
ción personal, como lo ordena la Constitución.
IV. Principios
En el desarrollo de este derecho los principios no son “supletorios” en el sentido de
los “Principios Generales” que sirven como directrices o herramientas de integración ju
rídica frente a ausencia de reglas específicas. Estos principios son “operativos”, son reglas
de conducta directamente exigióles a cualquiera que realice tratamiento de datos persona
les y deben evaluarse unos con otros, ya que el consentimiento se requiere para los datos
que son necesarios para la finalidad autorizada y, a su vez, la finalidad puede determinar
qué tratamientos resultan proporcionales y cuales otros, aun cumpliendo la misma finali
dad, pueden resultar desproporcionados.
Consentimiento, de acuerdo con el cual, como regla general, para tratar los datos per
sonales ajenos se requiere contar con el consentimiento de su titular o con alguna autori
zación legal que supla ese consentimiento.
El consentimiento debe ser informado.- de forma que para consentir el titular del
dato tenga la información que le permita, llegado el caso, ejercer sus derechos.
(7) Sobre el papel de los denominados “Términos y condiciones" y “Políticas de privacidad”, como vehículos
de información y las distorsiones que se producen en su diseño, puede verse nuestra entrevista “Ciberse-
guridad y protección de datos en el Perú” en la Revista Advocatus N° 39.
El consentimiento debe ser libre, es decir otorgado sin error, mala fe, violencia o
dolo. De acuerdo con nuestra legislación, no se admite la coacción, aunque esta venga en
cubierta, como cuando se configura el otorgamiento del consentimiento como parte “obli
gatoria” de un contrato, sin otorgar la posibilidad de no consentir, pero sí contratar.
Aunque sea obvio, es muy frecuente que al diseñar cláusulas no se advierta que este
supuesto se refiere, necesariamente, al consentimiento para tratamientos que no son indis
pensables para la ejecución del contrato que el titular del dato celebra, puesto que, aque
llos que sí son indispensables están exonerados de obtener consentimiento, razón por la
que “amarrar” el consentimiento al resto del contrato afecta la “libertad” del consenti
miento así prestado, simplemente porque no se le otorga la posibilidad de decir que no.
También es frecuente encontrar cláusulas en las que se plantea que el titular consiente
“en cumplimiento de la ley...” planteando una inversión de las cosas: ya no es el respon
sable del tratamiento el que cumple con la ley, solicitando el consentimiento y esperando
un sí o un no, en esta “creativa” formula es el titular del dato el que “debe” consentir para
cumplir con la ley. Como es obvio, este esquema engañoso también afecta la libertad del
consentimiento así obtenido.
No importa como lo llamen o cuanto enfaticen que es expreso, en Derecho, las cosas
son por su naturaleza y contenido, no por cómo se les llame.
Principio de finalidad, de acuerdo con el cual, los datos personales deben ser reco
pilados para una finalidad determinada, explícita, expresada con claridad, sin lugar a con
fusión y lícita. El tratamiento de los datos personales no debe extenderse a otra finalidad
que no haya sido la establecida de manera inequívoca.
Es frecuente observar la creación de "registros” como si esa creación fuera una fina
lidad en sí misma, sin atender a la necesidad de una evaluación de su legalidad y expli
car para qué va a servir. Debe recordarse que los registros se crean para algo y ese “algo”
debe estar justificado y legitimado, de forma que el registro servirá para eso y no para fi
nalidades disitintas.
Acceso, que nos permite ser informados o acceder directamente a la información que
cualquiera tenga sobre nosotros.
Oposición que nos permite, atendiendo a razones y circunstancias especiales que sus
tenten una afectación no justificada, que se ordene una cancelación de dato o tratamiento.
(8) Véase la Directiva de Seguridad de la Información aprobada el 11 de octubre de 2013, mediante Resolución
Directoral N“ 19-2013-JUS/DGPDPM, que constituye una herramienta, practica y útil para guiar, a quien
lo necesite, en las formas de cumplir con las reglas de seguridad, de acuerdo con las dimensiones y los
niveles de complejidad de cada caso concreto. Dejamos constancia de que, como es usual, este instrumento
facilitador ha sido objeto de diversos reconocimientos por muy destacados especialistas, fuera de nuestro
país, y, más bien, objeto de distorsión, desinformación o simple desconocimiento, dentro de nuestro país.
Disponible en: www.minjus.gob.pe/wp-content/uploads/2014/02/Cartilla-de-Dírectiva-de-Segtsridad.pdf
(9) Véasenuestro artículo disponible en: https://laley.pe/art/3178/apuntes-sobre-el-namado-derecho-al-olvido ,
que se ocupa del caso pionero ante la Agencia Española de Protección de Datos. También puede verse
nuestro artículo “La protección de datos personales” en La Ley, N° 6, diciembre de 2014, accesible también
en: https://laley.pe/art/2032/la-proteccion-de-datos-personales , que se ocupa del primer caso peruano en
tutela frente a una página web, y a: https://laley.pe/art/3366/estado-peruano-sanciona-a-google-por-no-
eliminar-informacion-de-un-ciudadano, que se ocupa del primer caso peruano de tutela frente a un motor
de búsqueda, incluyendo la resolución completa.
VI. La autoridad, pasado y presente
Nuestro sistema de protección de datos se constituyó en el año 2011, con la Autori
dad Nacional de Protección de Datos Personales -APDPÍ!O)“ ubicada en la Dirección Na
cional de Justicia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que posteriormente, en
2013 se convirtió en una propia Dirección General(ll>, para ser absorbida, en el 2017, por
la Autoridad de Transparencia y Acceso de la Información, en un proceso que merece
ría un análisis detallado, ya que se utilizó, o cuando menos se aprovechó, la creación de
un Órgano Garante de la Transparencia, para refundir, paralizar y neutralizar ai Órgano
Garante de la Protección de Datos que estaba en marcha y que había logrado “romper la
inercia” generando que las entidades públicas y privadas pongan en marcha programas y
equipos de adecuación para el cumplimiento de las normas de protección de nuestra in
formación personal.
(10) Véase QU1ROGA LEÓN, José Alvaro. “Apuntes sobre la protección de datos en el Perú”. En: SÁNCHEZ
BRAVO, Alvaro (coordinador). Derechos humanos y prolección de datos personales en el Siglo XX!.
Homenaje a Cinta Castillo. Punto Rojo Libros, Sevilla, 2014, pp, 207-227. Asimismo, para compren
der la situación de este órgano hasta julio de 2016, antes de la absorción, recordemos Que en menos de
tres años la APDP fue invitada al Consejo Ejecutivo de la Red Iberoamericana de Protección de Datos,
organizo el XIII Encuentro Iberoamericano de Protección de Datos y desplegó funciones de difusión y
tutela que llevaron a que sea considerada un “referente continental”, disponible en: http://www.minjus.
gob.pe/actividades-institucionales-y-eventos/red-iberoamericana-resaho-labor-de-autoridad-nacional-de-
proteccion-de-datos-personales/.
(SI) Véase las memorias que anualmente publicó, accesibles en:
http://www.minjus.gob.pe/vmjdh/contenido/info_gestion/227_informe_anual_2015_dgpdp.pdf
http://www.minjus.gob.pe/vmjdh/contenido/info_gestion/ig_3.pdf
http://www.minjus.gob.pe/vmjdh/contenido/info_gestion/171_resumenjnstitucional_dgpdp_2013_dvmdh.
pdf, que dan cuenta de su trabajo hasta el año 2015.
funciones, de hecho, solo mencionaba el Registro de bancos de datos, que es una función
claramente secundaria en proceso de revisión o supresión en países más avanzados y la
Atención de Tutelas de Derecho, a pedido de la parte afectada (sobre acceso, rectificación,
cancelación y oposición de los datos personales), pero omitía las funciones:
¡jjl Los bancos de datos únicamente pueden almacenar información personal que sirva para el
cumplimento de su finalidad: STC Exp. N° 03700-2010-HD/TC (f. j. 21).
Excepcional mente puede accederse a información personal de terceros siempre que exista
una justificación razonable para ello: STC Exp. N° 00506-2013-PHD/TC (f. j. 7).
|jj| El derecho a ía autodeterminación informativa es relativizada entre cónyuges a efectos de
que puedan conocer la capacidad económica del otro: RTC Exp. N° 01887-2012-PHD/
TC(f.j.ó).
[Jj Se ha estimado apropiado afirmar que es el ámbito personal en el cual un ser humano tiene
la capacidad de desarrollar y fomentar libremente su personalidad. Por ende, se considera
que está constituida por los datos, hechos o situaciones desconocidos para la comunidad
que, siendo verídicos, están reservados al conocimiento del sujeto mismo y de un grupo
reducido de personas, y cuya divulgación o conocimiento por otros trae aparejado algún
daño: STC Exp. N° 04530-2016-PID/TC (f.j. 8).
BIBLIOGRAFÍA
I. El derecho al honor
El derecho al honor suele confundirse con conceptos como la buena reputación o in
cluso la dignidad. La intención de determinar su contenido y límites ha llevado a la doc
trina a formular una serie de teorías, entre las que figuran las llamadas teorías tácticas
(subjetiva u objetiva). La teoría fáctica subjetiva valora el alcance del derecho desde el
punto de vista de su titular. Para la teoría objetiva, en cambio, el honor es apreciado des
de el punto de vista de la comunidad en que se desenvuelve el sujeto; enfoque que coin
cide con la denominada buena reputación.
Como resulta evidente, las teorías fácticas presentan grandes limitaciones. En el caso
de la concepción subjetiva, la determinación del derecho y de sus límites se somete al ar
bitrario sentimiento de autoestima del sujeto, de manera que puede llevar a situaciones ab
surdas como la de proteger a sujetos que tienen una gran autoestima pero que, sin embargo,
con sus actos incumplen los más mínimos deberes jurídicos y éticos que derivan de la vida
en comunidad (por ejemplo, el sanguinario delincuente que se valora mucho a sí mismo).
Dadas las limitaciones que presentan las teorías fácticas, se propone una teoría que
valore el contenido del derecho al honor de forma abstracta, sin caer en el peligro de va
ciamiento del Derecho producto de la calificación subjetiva o colectiva. De este modo,
con la llamada teoría normativa la determinación del contenido del derecho al honor se
realiza a partir del propio marco jurídico constitucional: del conjunto de valores y prin
cipios que ella recoge y, esencialmente, de ios principios de dignidad y de igualdad. No
obstante, la crítica que se formula a esta concepción del derecha al honor es que no hace
una clara distinción entre el contenido de este derecho y el de dignidad, lo que lleva al ab
surdo de sostener que el constituyente ha utilizado dos conceptos distintos para referirse
a una misma realidad05.
(l) Vidal Marín añade ai problema de tas motivaciones irracionales de la comunidad, la dificultad de que “un
mismo hecho puede ser objeto de valoraciones opuestas en ei seno de una misma comunidad". Sostiene
también que la concepción objetiva no protege los supuestos de vulneración del honor en privado o en
ausencia de terceros. Esta opinión la podemos encontrar en: VIDAL. Tomás. El derecho al honor y su
pmieaeión desde la Constitución española. Centro de Estudios Políticos y Ccnsfitucionales, Madrid, 200(1,
p. 50.
(2) Como afirma Urqutzo: “Los grandes medios de comunicación masiva de los que dispone nuestra civiliza
ción contribuye en no despreciable medida, a que la propaganda presente como héroes a individuos que
en realidad tienen pies de barro y caricaturice como villanos precisamente a quienes en actitud digna se
enfrentan a una verdad oficial". Esta opinión la podemos encontrar en: URQIJfZO, José. “Los delitos contra
el honor en d nuevo Código Penal" En: Revísta Peruana de Ciencias Penales. Año t, Lima, enero-junio,
1993, p. 227.
(3) VIDAL.Tomás. Ob, cit.. p, 53.
derecho derivado del valor de la dignidad (en su dimensión estática), el honor es igual
para todos, o mejor, todos los seres humanos tienen derecho al honor. Desde la perspecti
va dinámica de la dignidad, es decir, a partir de las manifestaciones que suponen el libre
desarrollo de la personalidad del sujeto, el honor es evaluado (en su ámbito de protección
en el caso concreto) a partir del efectivo comportamiento del individuo y de su correspon
dencia con los deberes jurídicos o éticos que se ex igen en la sociedadí4).
En cuanto a los supuestos concretos de lesión del derecho al honor, cabe señalar que
estos pueden realizarse por vías de hecho (gestos obscenos, escupitajos, etc.) o de enun
ciados verbales o escritos. Cuando el derecho al honor entra en conflicto con la libertad
de expresión en sentido estricto (referida a opiniones o ideas), se dice que encuentra su
límite en la ausencia de excesos verbales injustificados y que no constituyen parte nece
saria de cualquier exposición de ideas4(5). Sin embargo, este difuso límite no es unánime
mente admitido por la doctrina. Así, por ejemplo, para Ronald Dworkin la libertad de ex
presión supone la libertad que se tiene de ofender a otros con nuestras ideas u opiniones.
No existe un derecho a ser respetado o a no ser ofendido -dice Dworkin ., aunque admi
te que el tratamiento de este derecho puede ser distinto en Estados Unidos y en otros paí
ses como Alemania, por ejemplo(6).
En relación con los enunciados referidos a hechos, de los cuales puede predicarse ver
dad o falsedad, la veracidad de los hechos afirmados supone, en principio, un eximente de
responsabilidad (penal o civil). La legitimidad de los enunciados verdaderos, en los ca
sos en que se discute la vulneración del derecho al honor, obedece a la idea de hacer co
rresponder la actuación del sujeto con su valoración social. En la medida que el ámbito de
protección del derecho se construye según los propios actos del titular, la veracidad de los
hechos referidos a su actuación contribuye a determinar dicho ámbito.
(4) La referencia a exigencias éticas ha sido planteada por una parte de la doctrina. Asi, Alonso Álamo -a decir
de Tomás Vidal-sostiene que la conducta del sujeto debe valorarse a partir de una perspectiva ético-social.
En ese sentido, los ataques al honor no son ataques a la dignidad, sino más bien al valor ético-social que
tiene el sujeto y que resultan de sus propias acciones. La critica a Alonso radica en que este se remite a
criterios éticos sociales (no jurídicos) para aceptar la disminución de la esfera de protección del derecho.
Estas opiniones las podemos encontrar en: ALAMO, Alonso. “Protección penal del honor. Sentido actual
y límites constitucionales”. En: Anuario de Derecho Pena!y Ciencias Penales, 1983,pp. 140 y ss. Citado
por: VIDAL, Tomás. Ob. cit., p. 54.
(5) El Tribunal Constitucional español en su STC 105/1990, de 6 de junio de 1990, ha señalado: “La emisión
de apelativos formalmente injuriosos en cualquier contexto, innecesarios para la labor informativa o de
formación de la opinión que se realice supone un daño injustificado a la dignidad de las personas o al prestigio
de las instituciones, teniendo en cuenta que la Constitución no reconoce un pretendido derecho al insulto,
que seria por lo demás Incompatible con la dignidad de la persona que se proclama en el art. 10.1”.
(ó) Cfr. DWORKIN, Ronald. La democracia posible. Principios para un nuevo debate político. Paidós, Bar
celona, 2008, p. 51. “Ronald Dworkin on the right to ridicule”. New York Revíew ofBooks, 23 de marzo:
<http://www.cs.utexas.edu/~vl/notes/dworkin.html>. Consulta: 7 de setiembre de 2009.
conduzca a “rebajar” o “aislar” al sujeto®. Así, desde la perspectiva de la teoría fáctica-
nortnativa del derecho al honor, se considera que cuando la divulgación de estos hechos
limita las posibilidades que tiene el sujeto de desarrollar su personalidad (aspecto diná
mico de la dignidad), la divulgación viola el derecho al honor y no solo la intimidad. Del
mismo modo han opinado nuestros jueces en el conocido caso de Yesabella contra Ma-
galy Medina y otros, al declarar improcedente la exceptio veritatis en el caso de la pro
pagación de información veraz, pero que lesionaba la vida privada de la denunciante®.
Cabe señalar que la evaluación del ámbito de protección del derecho al honor esta
rá también condicionada por el tipo de sujeto que solicite la protección del derecho en el
caso concreto. Como ocurre también con el caso del derecho a la intimidad y del derecho
a la voz e imagen propias, los personajes públicos sufren una disminución en la protec
ción de su derecho al honor, a causa de la exposición a la crítica y la evaluación pública a
que se encuentran expuestos por la actividad que realizan, lo que les exige un nivel de to
lerancia mayor que el que se le pide al resto de individuos.
Mención aparte merecen los casos de vulneración del honor de grupos o colectivos
tradicionalmente excluidos (lo que en Estados Unidos se conoce como hate speecli), que
en el derecho europeo y latinoamericano se encontrarían prohibidos en virtud de lo dis
puesto por tratados internacionales como la Convención Internacional sobre la elimina
ción de todas las formas de discriminación racial (art. 4), el Pacto Internacional de Dere
chos Civiles y Políticos (que en su artículo 20, numeral 2, establece: “Toda apología del
odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad
o la violencia estará prohibida por la ley”), o la Convención Americana sobre Derechos
Humanos (art. 13 inc. 5: “Estará prohibida por la ley toda propaganda en favor de la gue
rra y toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituyan incitaciones a la
violencia o cualquier otra acción ilegal similar contra cualquier persona o grupo de perso
nas, por ningún motivo, inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional”).
(7) Según Coderch: “Rebajar es desacreditar: exponer a una persona al riesgo del odio, ridículo o desprecio
de las gentes. Aislar es generar la probable aversión de los conciudadanos aunque no haya descrédito en
sentido estricto” (CODERCH, Pablo; IGARTUA, Fernando y otros. El mercado de las ideas. Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1990, p. 225). Un ejemplo de vulneración del honor que provoca el
aislamiento del sujeto, a raíz de la difusión de datos de su intimidad, es el caso de la noticia aparecida
en un diario que daba cuenta de la enfermedad (sida) que padecía un ciudadano conocido de un pueblo.
El caso es reseñado por Coderch y fue resuelto por el Tribunal Supremo español como un supuesto de
vulneración del derecho a la intimidad y al honor (ibidem, p. 356). En tal caso, la reacción del público
pudo no ser el desprecio, sino más bien la piedad. Sin embargo, el resultado final sería el aislamiento del
grupo, producto del temor infundado, pero extendido, de contagio.
(8) El caso es recogido y analizado por ESPINOZA, Juan. Derecho de las personas. 5° edición, Rodhas, Lima,
2006, pp. 335- 340.
privacy, que surge a partir de la afirmación del derecho que tiene todo sujeto a mante
ner un ámbito de soledad y reserva. La elaboración doctrinal de Warren y Brandéis nace
de la afirmación del derecho que tiene todo individuo a ser dejado en paz o a ser dejado
solo (to be left alone) —frase que había sido utilizada por el juez Coo Ley en 1873 en su
texto The Elements of Torts- y toma como punto de partida el reconocimiento del dere
cho a la propiedad en su forma más intangible: la propiedad intelectual. De este modo,
Warren y Brandéis sostienen que el derecho a la propiedad intelectual es una forma de
aplicación de un derecho general alprivacy. Señalan que “el principio que protege escri
tos y todas las producciones personales, no contra robo o apropiación física, sino contra
publicación en cualquier forma, no es en realidad el derecho a la propiedad privada, sino
el de una personalidad invioíabie”*”; añadiendo que el mismo principio resulta aplicable
en el caso de la apropiación de la apariencia personal, las expresiones, los actos y las re
laciones personales
* l0).
El posterior desarrollo del privacy afirmó los diferentes ámbitos de protección del de
recho. Así, William Prosser distinguió 4 supuestos posibles de lesión del privacy. I) La
intromisión en la esfera o en los asuntos privados del sujeto; 2) la divulgación pública de
hechos privados de carácter embarazoso; 3) la presentación o divulgación de hechos o
circunstancias personales que colocan al sujeto bajo una falsa apariencia ante el resto de
personas; y 4) la apropiación del nombre o de la imagen ajenos
* 11*. A partir de la resolu
ción del caso Roe v Wade (1973), se agrega un quinto aspecto delprivacy que consiste en
el derecho a la autonomía en la toma de decisiones del sujeto
* *12’.
910
(9) HERRERO-TEJEDOR, Femando. Honor, intimidad y Propia Imagen. 2’ edición, Colex, Madrid, i 994,
p. 38. La traducción del texto de Warren y Brandéis a! español es realizada por el propio autor.
(10) A partir del aporte realizado por Warren y Brandéis “el fundamento y la naturaleza de la intimidad dejan
de tener su origen en la propiedad privada, sino en la inviolabilidad de la personalidad humana. Así, se
liga la privacy con la libertad individual, hasta el punto de convertirse en un presupuesto de la misma’’
(Ibídem, pp. 41-42).
(1.1) La teoría ele Prosser (PROSSER, William. Privacy. CLR, N°46, 1960, p. 389) es desarrollada por Pérez
Limo en: PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos Humemos, Estado de Derecho y Constitución. 6“ edición,
Tecnos, Madrid, 1999, pp. 328- 329.
(12) MORALES GODO, Juan. “El Right of Privacy Norteamericano y el Derecho a la Intimidad en el Perú.
Estudio Comparado”. En: Derecho. Revista de la Facullad de Derecho de la Universidad Católica del
Perú.WW, Lima, 1995, pp. 184-186.
(13) Como señala Eguiguren, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha definido este derecho como el
derecho a disfrutar de retiro y secreto, y citando a Blanca Rodríguez, sostiene: “tanto la noción de retiro
como la de secreto hacen referencia a zonas de las que se puede excluir a los demás, a zonas en las que cosas,
informaciones, actividades e, incluso, personas pueden quedar al resguardo de intrusiones no deseadas,
de la mirada del mundo público. El Tribunal Constitucional español ha hablado de un ámbito o reducto en
el que se veda que otros penetren, o de un ámbito propio y reservado frente a la acción y el conocimiento
de los demás” (EGUIGUREN, Francisco. “La libertad de información y su relación con los derechos a la
En un intento por determinar los aspectos protegidos por el derecho a la intimidad,
Novoa Monreal señala los siguientes:
intimidad y al honor: el caso peruano’'. En: Ius et Praxis. Año 6, N° 1, Universidad de Talca, Chile, 2000,
p. 140).
(14) NOVOA MONREAL, Eduardo. Derecho a la vida privada y libertad de información. Siglo XXI, México,
1979, pp. 45-46. Citado por: EGUIGUREN, Francisco. Ob. cit., pp. 141-142.
“(...) la vulneración de la intimidad personal y familiar se produce por la sola intromi
sión externa o perturbación no autorizadas en las áreas privadas o reservadas (actos,
hechos, hábitos, datos) que comprende, así como con la divulgación de su contenido
sin contar con el consentimiento de su titular. Son estas acciones las que configuran
la violación del derecho, sin necesidad de que con ellas se produzca ningún daño o
perjuicio adicional a la persona afectada, bastando la simple molestia ocasionada
por la intromisión en la esfera íntima o privada, o por la comunicación no deseada
ni autorizada a terceros de aspectos que forman parte de esta y que su titular desea
mantener en reserva”*IS)617
.
A efectos de la determinación del ámbito de protección del derecho a la intimidad en
un caso concreto, la doctrina entiende que deberá tomarse en cuenta los actos propios del
titular del derecho (pues aunque el derecho es irrenunciable el sujeto puede, a través de
los actos que realice, permitir el acceso de terceros a la esfera, en principio reservada, de
su intimidad, a través por ejemplo de la puesta en conocimiento de terceros de datos de su
vida íntima), así como los usos sociales imperantes (pues la determinación de la existen
cia de cierta información considerada sensible corresponde a valoraciones de tipo social).
No obstante, el criterio de interés público, tan fundamental para resolver los con
flictos entre el derecho a la intimidad y la libertad de expresión, ha sido confusamente
tratado por el Tribunal Constitucional. En el conocido caso Quimper™, el Tribunal se
ñala que las conversaciones telefónicas ilícitamente obtenidas significan una injerencia
arbitraria en la vida privada (f. j. 20); argumento con el que estamos de acuerdo (más
todavía si constituye un ilícito penal, conforme al artículo 162 del Código Penal). Sin
Si bien es cierto que el caso trata de una conversación privada, el Tribunal parece des
conocer que esta alude a materias que sí resultan de relevancia pública. De manera que,
aunque de forma general el interés público concierne a asuntos que se desarrollan en el
ámbito público y no privado, hay circunstancias en las que ciertos asuntos privados pue
den convertirse en temas de interés general.
En ocasiones, la distinción público-privada puede ser más compleja que las simples
clasificaciones entre espacios o sujetos. De ahí que algunos autores se refieran al debili
tamiento que ha sufrido el concepto de privacidad en los últimos tiempos y a la manera
en que, en ciertos casos, tiende a difuminarse la distinción público-privado. Como refiere
John Keane respecto a las demandas de protección de la intimidad:
(1S) KEANE, John. “Lo público en lacra de la abundancia comunicativa”. En: Ciudadanos en la Sociedad de la
Información. Miguel Giusti y María Isabel Merino (editores). Fondo Editorial de la Pontificia Universidad
Católica del Perú, Lima, 1999, p. 31.
III. El derecho a la voz e imagen propias
Como vimos, en la doctrina norteamericana la protección de la imagen aparece como
un aspecto más del privacy. En el Derecho europeo, la protección jurídica de la imagen se
remonta primero a desarrollos jurisprudenciales y luego a textos legales(l0>. En el Perú, la
Constitución de 1979 reconocía en su artículo 2 inciso 5 el derecho a la propia imagen, pero
no el derecho a la voz propia, como sí lo hace la actual Constitución en su artículo 2, inciso 7.
El derecho constitucional a la voz e imagen propias tiene como fundamento a la dig
nidad del ser humano, como ocurre con el resto de derechos fundamentales. Con el reco
nocimiento de este derecho se garantiza un ámbito de autonomía del sujeto que le permi
te desarrollar libremente su personalidad (la denominada fase dinámica de la dignidad).
En ese sentido, el Tribunal Constitucional español ha señalado que:
“En su dimensión constitucional, el derecho a la propia imagen consagrado en el artículo
18.1 CE se configura como un derecho de la personalidad, derivado de la dignidad
humana y dirigido a proteger la dimensión moral de las personas, que atribuye a su
titular un derecho a determinar la información gráfica generada por sus rasgos físicos
personales que puede tener difusión pública. (...).
El derecho a la propia imagen pretende salvaguardar un ámbito propio y reservado,
aunque no íntimo, frente a la acción y conocimiento de los demás; un ámbito necesario
para poder decidir libremente el desarrollo de la propia personalidad y, en definitiva,
un ámbito necesario según las pautas de nuestra cultura para mantener una calidad
mínima de vida humana (>..)”<~0).
Al contrario, el derecho patrimonial que deriva de la explotación comercial de la pro
pia imagen no goza de protección constitucional, pero sí de protección legal, como la que
otorgan los artículos 15 y 17 del Código Civil. En tal caso, el fundamento de la protec
ción jurídica de la imagen no deriva de la dignidad humana, sino de la protección contra
el aprovechamiento indebido, el enriquecimiento injusto o la violación de las reglas del
derecho de la competencia.
En el Perú, Indecopi ha considerado como un acto de competencia desleal y una le
sión al valor patrimonial de la imagen el caso de la utilización comercial no autorizada de
la imagen de unos futbolistas en unos álbumes de cromos. Haciendo una distinción entre
el derecho constitucional a la propia imagen, que es inherente a la personalidad, y el valor
comercial de la imagen, la Sala de Defensa de la Competencia, del Tribunal de Defensa
de la Competencia y de la Propiedad Intelectual del Indecopi, consideró que “[l]a explo
tación comercial no autorizada de alguno de los componentes de la identidad de la perso
na, constituye un acto de competencia desleal asimilable a aquellos que se detallan en for
ma meramente enunciativa en el mencionado artículo? del Decreto LeyN°26122 (,..)”19 20
(2I).
Las características físicas del sujeto que pueden comprenderse en la noción de ima
gen no se limitan únicamente a los rasgos faciales, sino que también abarcar otras carac
terísticas corporales que hacen identificable al sujeto. En la medida que la reconocibili-
dad es esencial al concepto de imagen (voz) propia, se afirma que puede producirse una
lesión al derecho a la propia imagen o voz a través del uso de una imagen o voz que no
corresponde a la del sujeto, pero que resulta tan semejante a la de este que puede produ
cir en el público la errónea percepción que se trata del sujeto en cuestión
* 2526
’. El tema se
relaciona con los supuestos de imitación en los que se utiliza la imagen o la voz de una
persona desconocida para hacerla pasar por la de otra persona que sí es conocida o que
goza de prestigio y, así, aprovecharse de la notoriedad de esta última
**
' 1. En estos casos
(22) ALEGRE, Miguel Ángel El derecho a ¡apropio, imagen. Tecnos, Madrid, 1997, p. 98.
(23) VIDAL, Tomás. Ob. cit., p. 77.
(24) Así to ha entendido «i Tribunal Constitucional español al señalaren su sentencia 170/1987 que “la cuestión
planteada por el recurrente carece, según to razonado en tos apartados anteriores, de entidad constitacianai,
no pudiendo imputarse a las Sentencias recurridas ¡a vulneración por falta de la debida protección, de los
derechos fundamentales garantizados por el artículo 18.1 de la Constitución que no resultan afectados ni
tienen que ver con la cuestión resuelta por los mismos” (Citada por: ALEGRE, Miguel Ángel. Ob. cit.,
p. 89). El caso trata del recurso interpuesto por un trabajador despedido por negarse a afeitarse la barba,
to que había sido solicitado por el empleador en forma reiterada.
(25) BERCOVITZ, Germán. Obras plásticas y derechos patrimoniales desu autor. Tecnos, Madrid, 1997, p. 89.
(26) Este tipo de casos se han presentado muchas veces en tos Estados Unidos, en eí contexto de la protección
contra el uso comercial no autorizado de la identidad de las celebridades que otorga el Right of Publieily,
y en tos casos de publicidad engañosa ifalse endorsametit). Asi por ejemplo, en el caso Midler u Ford
Motor Co. (1988), el Noveno Circuito de la Corte de Apelación de California reconoció tf derecho de Bette
Midler a ser indemnizada por e! uso de la voz de una persona extraña que imitaba su timbre de voz para
prometí tonar unos automóviles de la empresa Ford (reseñado por: MI LUNOVICH, Kftnt. "The Past, Presenl
and Fritare ofCopyright Protection of Soundalike Recordings”. Journal t>fPa!ent andTradeuunk Office
existe, sin lugar a dudas, un enriquecimiento injusto obtenido a expensas de la notorie
dad ganada por el sujeto -lo que lo faculta a hacer uso de algún mecanismo de repara
ción civil-, pero en la medida que no se ha utilizado su imagen o voz, sino la imagen o
voz de un tercero, no puede afirmarse que exista una lesión de su derecho constitucional
a la voz o imagen propias.
También se discute si es posible proteger con este derecho ciertos elementos que no
son inherentes a la figura humana, sino que derivan de las elecciones que realiza el suje
to respecto a su apariencia (son producto del denominado derecho a la apariencia al que
ya hemos hecho referencia). Así, por ejemplo, un particular modo de vestir, un peinado
o color de pelo característico, el uso de tatuajes, etc. No encontramos ninguna razón que
impida proteger estos rasgos exteriores del sujeto como parte de su imagen propia, claro
está, siempre y cuando formen parte efectiva de su imagen, esto es, de su cotidiana apa
riencia personal (lo que impediría, por ejemplo, proteger como parte de la imagen el uso
eventual de aretes o de otros accesorios), y sirvan para reconocer al sujeto. La alusión a la
imagen personal del sujeto supone la no protección -constitucional- de la imagen artísti
ca o de la imagen del personaje al cual da vida el sujeto, pues, como sostiene el Tribunal
Constitucional español, en estos casos la imagen “constituye una representación ajena al
espacio de privacidad de su creador, a su propia imagen como individualidad y como per
sona y, en definitiva, a su dignidad personal”*(27).
Para poder captar, reproducir, difundir o utilizar de cualquier otro modo la imagen
(o la voz) de una persona es necesario contar con su autorización. No obstante, en la me
dida que este derecho -como cualquier otro- no goza de una protección absoluta existen
ciertas excepciones a la necesaria y previa autorización del titular del derecho. El articulo
15 del Código Civil señala que no es necesario el asentimiento del titular o sus herederos
“cuando la utilización de la imagen y la voz se justifique por la notoriedad de la persona,
por el cargo que desempeñe, por hechos de importancia o de interés público o por moti
vos de índole científica, didáctica o cultural y siempre que se relacione con hechos o ce
remonias de interés general que se celebren en público. No rigen estas excepciones cuan
do la utilización de la imagen o la voz atente contra el honor, el decoro o la reputación de
la persona a quien corresponden”.
La redacción del artículo en cuestión es un poco confusa, pues parece hacer coinci
dir en todos los supuestos la necesidad de que las imágenes sean captadas en relación con
hechos o ceremonias de interés general que se celebren en público. No obstante, es po
sible pensar en hechos de interés público que no se refieran a ceremonias o hechos que
se realicen en público, por lo cual la referencia a hechos o ceremonias de interés general
Society, vol 81, N“7,july 1999, pp. 519-521). En el caso Alien v. National Video, Inc. (1985), Woody Alien
demandó a National Video por el uso de un doble suyo en una foto publicitaria para promover una cadena
de video i-ent. En el caso, la Corte de Distrito de.California prohibió que el doble apareciera nuevamente
en cualquier publicidad que pudiese provocar confusión en el consumidor respecto de ía identidad del
actor (McCARTHY, J. Thomas. Me Carlhy on Trademarks and Unfair Competition. Cuarta edición. St.
Paul, MN: West Group, Vol 4, 1996, pp. 28-19 a 28-21).
(27) STC 81/2001, de 26 de marzo de 2001, Fundamento N’ 3.
“y” que se celebren en público parece inadecuada. Un ejemplo de lo dicho es el caso de
las imágenes de los personajes que transitaron por la ya conocida sala del SIN (que no es
un lugar público) y que aparecen en los denominados “Vladivideos”. Otro ejemplo, en
el caso del derecho a la voz, es la difusión de las interceptaciones telefónicas, ciertamen
te ilícitas pero que resultaban de interés público, en el caso Quimper (al que ya nos he
mos referido antes).
En general, se reputan ilícitos los usos de la imagen o de la voz que implican una in
tromisión en el ámbito privado del sujeto. De ahí la referencia que hace el artículo 15 del
Código Civil a que las excepciones de uso no consentido de la voz o de la imagen son lí
citas “siempre que se relacione(n) con hechos o ceremonias de interés general que se ce
lebren en público”. Así pues, se establece que toda imagen o voz del sujeto obtenida en
el ámbito de su esfera privada no solo supone una violación de su derecho a la intimidad,
sino también de su derecho a la voz o imagen propias.
En el caso del honor, la utilización de la imagen o voz puede ser solo un instrumen
to accesorio para la lesión de aquel derecho, que no necesariamente implique una viola
ción del derecho a la propia imagen o voz. Por ejemplo, en el caso de la captación de la
imagen de un personaje público durante una ceremonia pública - uso legítimo según el ar
tículo 15 del Código Civil- que es utilizada para difamar a dicho sujeto, a través de una
nota en la que se dicen mentiras sobre el contexto en que fueron obtenidas dichas imáge
nes^. No obstante, el artículo 15 de nuestro Código Civil parece establecer que en los
casos de vulneración del honor a través de la utilización de imágenes captadas en alguno
de los supuestos de uso excepcional no consentido por el titular, siempre existirá una vio
lación conjunta de ambos derechos.
(28) En ese sentido, Vidal considera que los montajes fotográficos y el uso de la imagen sacada del contexto en
que realmente fue captada, que permitan realizar juicios de valor o conclusiones que no tienen nada que
ver con la imagen, suponen una vulneración del honor, pero no de la imagen (VIDAL. Ob. cit., p. 79). Al
contrario, Miguel Angel Alegre considera que en estos casos existe tanto una lesión del honor como de
la propia imagen. Así, sostiene que, por ejemplo, en el caso de un reportero gráfico que capta la imagen
de un político mientras parpadea sentado en su escaño del Congreso, la difusión de dicha imagen “podría
considerarse intromisión ilegítima en los derechos al honor y a la propia imagen en el supuesto de que la
fotografía aparezca en un periódico, para ilustrar la crónica parlamentaria, dando la sensación de que el
diputado dormía durante el debate” (ALEGRE, Miguel Angel. Ob. cit., p. 47).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
DERECHO AL HONOR
[|p El derecho al honor protege a la persona de actos orientados a desmerecerla social o indi
vidualmente: STC Exp. N° 03206-2012-PA/TC (f. j. 4).
H Las opiniones negativas que se deslizan en medios de prensa, siempre que estén libres de
expresiones agraviantes o vejatorias, no afectan el derecho al honor: STC Exp. N° 02976-
2012-AA.pdf(f. j. 19).
(J No resulta vulneratorio del derecho al honor o a la imagen el hecho de que se publique
información sobre las relaciones que, en el ámbito público, un servidor público pueda
entablar con otros personajes públicos: STC Exp. N°03079-2014-PA/TC (f.j. 75).
DERECHO A LA INTIMIDAD
U El derecho a la vida privada protege los datos, hechos o situaciones desconocidos para
la comunidad, y cuya divulgación o conocimiento trae aparejado algún daño: STC Exp.
N"06712-2005-HC/TC (f.j. 38).
H La entrega de información referida al autoavalúo de un predio vulnera el derecho a la
intimidad económica de su titular: STC Exp. N° 08217-2013-PHD/TC (f. j. 10).
U La videovigilancia por razones de seguridad no afecta el derecho a la intimidad: STC Exp.
N° 03595-2013-PHC/TC (f. j. 2.3).
gj5 La sanción impuesta sobre la base de las imágenes que fueron difundidas sin la autorización
de sus protagonistas conlleva una grave vulneración a su derecho a la intimidad, deviniendo
en la inconstitucionalidad de la instauración del procedimiento disciplinario: STC Exp.
N®01341-2014-PA/TC (f. j. 15).
BIBLIOGRAFÍA
ÁLAMO, Alonso. “Protección penal del honor. Sentido actual y límites constitucionales”. En:
Anuario de Derecho Penal y CC Penales, 1983; ALEGRE, Miguel Ángel. El derecho a la propia
imagen. Tecnos, Madrid, 1997; BERCOVITZ, Germán. Obras plásticas y derechos patrimoniales
de su autor. Tecnos, Madrid, 1997; CODERCH, Pablo; IGARTUA, Fernando y otros. El mercado
de las ideas. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1990; DWORKIN, Ronald. La democracia
posible. Principios para un nuevo debate político. Paidós, Barcelona, 2008; EGUIGUREN, Francisco.
“La libertad de información y su relación con los derechos a la intimidad y al honor: el caso peruano”.
En: his et Praxis. Año 6, N° 1, Universidad de Talca- Chile, 2000; ESPINOZA, Juan. Derecho de las
personas. 5a edición, Rodhas, Lima, 2006; HERRERO-TEJEDOR, Fernando. Honor, intimidad y
propia imagen. 2a edición, Colex, Madrid, 1994; KEANE, John. “Lo público en la era de la abun
dancia comunicativa”. En: Ciudadanos en la sociedad de la información. Miguel Giusti y María
Isabel Merino (editores). Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima,
1999; McCARTHY, J. Thomas. Me Carthy on Trademarks and Unfair Competition. Cuarta edición.
St. Paul, MN: West Group, Vol 4, 1996; MILUNOVICH, Kent. “The Past, Present and Future of
Copyright Protection of Soundalike Recordings”. Journal ofPatent and Tradsmark Office Sociely,
vol 81, N° 7, 1999; MORALES GODO, Juan. “El Right of Privacy Norteamericano y el Derecho a
la Intimidad en el Perú. Estudio Comparado”. En: Derecho. Revista de la Facultad de Derecho de
la Universidad Católica del Perú. N° 49, Lima, 1995; NOVOA MONREAL, Eduardo. Derecho a
la vida privada y libertad de información. Siglo XXI, México, 1979; PROSSER, William. Privacy.
CLR, N° 46,1960; PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos Humarlos, Estado de Derecho y Constitución.
6a edición, Tecnos, Madrid, 1999; URQUIZO, José. “Los delitos contra el honor en el nuevo Código
Penal”. En: Revista Peruana de Ciencias Penales. Año 1, Lima, enero-junio, 1993; VIDAL, Tomás.
El derecho al honor y su protección desde la Constitución española. Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 2000.
Artículo 2 El derecho a crear y el derecho a la cultura
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
8. A la libertad de creación intelectual, artística, técnica y
científica, así como a la propiedad sobre dichas creaciones
y a su producto. El Estado propicia el acceso a la cultura
y fomenta su desarrollo y difusión.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. I), 4), 17), 14, 17,21,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 7); C.C.: arts.
18,2093; C.P.: art. 216 y ss.; D. L. 26005; D. Leg. 822: art. 3 y ss.; D. Leg. 823: art.
3 y ss.; D.Ltg. 1033: art. 2; Ley 28988; D.U.D.H.: arts. 27,28; P.I.D.E.S.C.: art. 15
inc. l.c); D.351
I. Introducción
Me ha tocado comentar el inciso 8 del artículo segundo de la Constitución -el artículo
más extenso de nuestra Carta Magna- el cual contempla los derechos fundamentales de la
persona. Estos derechos fundamentales se refieren directamente a las libertades de las que
goza el ser humano por serial siendo, por lo tanto, libertades intrínsecas e intransmisibles.
Los derechos fundamentales son aquellos atribuidles a todas las personas sin excep
ción y son intrínsecos al ordenamiento jurídico. Estos derechos son privilegios y garan
tías inalienables que se adquieren desde el nacimiento y no pueden ser objeto de transac
ción o intercambio.
El inciso 8 del artículo 2 menciona dos derechos fundamentales. Por un lado, el dere
cho a la creación, en todas sus formas y manifestaciones, a la “propiedad” sobre dichas
creaciones y al producto de la explotación de las mismas. Por otro lado, señala el derecho
de acceso a la cultura, su desarrollo y difusión.
Estos dos derechos, no solo por su extensión sino por su aparente oposición, pero so
bre todo y principalmente, por su importancia debieron, en nuestra opinión, hacer parte
de incisos distintos.
En lo referido a la aparente oposición, vemos que estos dos derechos, si bien uno se
encuentra contenido en el otro, presentan, en cuanto a la titularidad, una suerte de oposi
ción ya que, por un lado, la propiedad intelectual otorga derechos para controlar determi
nadas utilizaciones de las creaciones por un tiempo establecido en la ley, es decir, exis
te un monopolio legal del titular sobre su creación. En cambio, la cultura, de la que estas
creaciones forman parte, debe ser accesible a todos y es el Estado quien se compromete a
dar acceso a la misma así como a fomentar su desarrollo y difusión.
Por un lado, se reconoce una libertad, entendiendo como tal la facultad o capacidad de
actuar según los valores, criterios, razón y voluntad, respetando la libertad de los demás.
Esto implica gozar del derecho de crear sin coacción ni opresión; sin embargo, la libertad
implica responsabilidad, obrando con conciencia y dentro del marco legal.
En cuanto a la creatividad, esta es la capacidad o habilidad del ser humano para inven
tar o crear cosas, que pueden ser objetos físicos, ideas o representaciones. Es la posibili
dad de generar lo nuevo, ya se trate de conceptos, arte, nuevos pensamientos filosóficos o
soluciones a los problemas. En el proceso creativo intervienen muchas habilidades tales
como la memoria, la inteligencia, la imaginación y otros procesos mentales.
Los Derechos Intelectuales son la disciplina jurídica que tiene por objeto la protección
de los bienes inmateriales, de naturaleza intelectual y de contenido creativo.
Salvo la referencia a la competencia desleal -que más bien es una obligación de abs
tención respecto a conductas que afectan los derechos del consumidor- todos los obje
tos protegidos implican una creación intelectual y generan un derecho de exclusiva opo-
nible a terceros.
V. Objeto del derecho de autor y del derecho invencional
Tanto en el derecho de autor como en el derecho invencional, contemplados en nues
tra Constitución a través de los objetos protegidos, encontramos que, en general, estos tie
nen características específicas como son presentar un aporte creador, o sea, ser producto
del ingenio humano y a la vez ser originales.
Otros objetos protegidos por el derecho de autor son los derechos conexos, que com
prenden las interpretaciones de los artistas intérpretes y las ejecuciones de los artistas eje
cutantes, los fonogramas y las emisiones de radiodifusión.
Los objetos protegidos por el derecho invencional son la invención, el modelo de uti
lidad y el diseño industrial. Por los dos primeros se recibe una patente y por el último un
certificado de registro.
El autor y el inventor son los titulares originarios de los derechos exclusivos que na
cen de sus creaciones, ya sean estos de orden moral o patrimonial.
Los derechos patrimoniales de las obras e inventos pueden ser cedidos a personas na
turales o jurídicas, según indica la ley, ya sea por contrato de cesión o por contrato de tra
bajo. También pueden ser titulares de estos derechos los herederos.
VIII. Excepciones
No todos los bienes inmateriales se encuentran protegidos por los derechos intelectuales.
En el ámbito del derecho de autor están excluidas las ideas contenidas en las obras,
los textos oficiales de carácter legislativo, administrativo o judicial, las noticias del día y
los simples hechos o datos.
IX. Duración
El derecho de los autores en el Perú dura toda la vida del autor y 70 años después de
su muerte, contados a partir del 1 de enero del año siguiente a que esta ocurra.
X. Cultura
Según el Diccionario de la Real Academia Española, cultura es el conjunto de modos
de vida y costumbres, conocimiento y grados de desarrollo, artístico, científico, industrial,
en una época, grupo social, etc. El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales
de Manuel Osorio define a su vez cultura como el resultado o efecto de cultivar los cono
cimientos humanos y de afinarse por medio del ejercicio, las facultades intelectuales del
hombre. JC Smith advierte, en el mismo texto, que el vocablo cultura presenta dos aspec
tos: uno amplio y general, referido a un cierto refinamiento de un individuo, de un grupo
social o de un pueblo en sus costumbres o modalidades, así como también a la riqueza y
extensión de su saber; y otro estricto y específico, que alude a la realidad del mundo espi
ritual de las ciencias culturales que el hombre se crea a través de las acciones y reaccio
nes que se dan en el sobrevenir.
XI. Conclusiones
La aparente contradicción que existe entre los dos derechos contenidos en el inciso 8
del artículo 2 de nuestra Constitución se centra en los siguientes postulados:
J GRISPRUDENCLA RELACIONADA
BIBLIOGRAFÍA
(1) Cfr. DUGUIT, León. Manual de Derecho Constitucional. Madrid, Francisco Beltrán Librería española y
extranjera, 1926, p. 291. También en el mismo sentido: ROMANO, Santi. Principi di Diritto Costituzionale
Genérale. Milano, Giufré, 1946, pp. 125-126; COLLIARD, C- Albert. Précis de Droit Public. Les liberté
publiques. París, Dalloz, 1950, pp. 213-214; BOURDEAU, George. Les Libertes Publiques. París, Libraire
de Droit Genérale etde Jurisprudence, 1961, p. 144.
salvo los supuestos de excepción expresamente tasados por la propia Constitución: auto
rización de quien lo habita, mandato judicial, flagrante delito o muy grave peligro de su
perpetración. Esta técnica de enumeración expresa de los supuestos de legítima entrada,
supone un mayor rigor garantista, aunque dicha enumeración no puede ser exhaustiva ya
que el propio texto de la Constitución faculta a la ley la posibilidad de establecer excep
ciones por motivos de sanidad o de grave riesgo.
La noción constitucional de domicilio no puede ser la del Código Civil. Tiene perfi
les propios. En el Derecho Constitucional -dice Bidartp)- el domicilio se define como la
morada destinada a la habitación y al desenvolvimiento de la libertad personal en lo con
cerniente a la vida privada, ya sea cerrada o abierta parcialmente, móvil o inmóvil, de uso
permanente o transitorio. La CADH específica, por ejemplo, que “nadie puede ser objeto
de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en su domici
lio o en su correspondencia” (art. 11, inc. 2).
(2) Cfr. BIDART CAMPOS, Germán. Derecho Constitucional. Tomo II, Ediar, Buenos Aires, 1966, p. 276.
domiciliaria debe operar en forma análoga a lo que la intimidad y la vida privada operan
para las personas naturales, aun cuando pensamos que con una intensidad mucho menor.
La titularidad de este derecho en favor de las personas jurídicas está reconocida en la Ley
Fundamental de Bonn (art. 19.3). El texto primigenio de la Constitución de 1979 dispo
nía que “los derechos fundamentales rigen también para las personas jurídicas, en cuan
to le son aplicables” (art. 3).
(3) ESPIN, Eduardo y otros. Derecho Constitucional. El ordenamiento constitucional. Derechos y deberes
ciudadanos. Vol. I, Valencia, Tirant lo Blanch, 1991, p. l88,
Cuando mencionamos la frase conocimiento fundado queremos decir que para
que opere la excepción es necesario que los agentes del orden tengan motivos
y razones suficientes, certeza clara, manifiesta y perceptible que va a producir
se un delito. No compartimos, por ello, la posición de Rubio, para quien esta
excepción puede funcionar —aunque reconoce que de modo no muy claro- solo
con simples indicios y sin la posesión de pruebas definitivas0’.
La Constitución, como ya se expresó, remite al legislador la regulación de las
excepciones fundadas en razones de sanidad o grave riesgo. Se trata de los ca
sos de estado de necesidad o de fuerza mayor, por ejemplo, para el auxilio in
mediato, solicitado o no, de riesgos para la vida o seguridad de las personas, o
de otros supuestos análogos que se dejan a disposición del legislador.
Por último, debe recordarse que la inviolabilidad del domicilio es una garantía que
puede verse suspendida durante los estados de excepción contemplados en el artículo 137
de la Constitución.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
H El derecho a la inviolabilidad del domicilio encarna el espacio físico que la propia perso
na elige para domiciliar teniendo la facultad de excluir a cualquier otra persona de dicho
ámbito; STC Exp. N° 03691-2009-PHC/TC (f.j. 10).
[jjj El derecho a la inviolabilidad del domicilio no protege cualquier espacio físico, sino aquel
que sea compatible con la esfera privada de la persona: STC Exp. N° 03691-2009-PHC/
TC (f.j. 11).
¡Ji Se debe agregar que el domicilio, en una acepción específica, encama el espacio físico y
limitado que la propia persona elige como morada, quedando facultada para poder excluir
a otros de dicho ámbito; sin embargo, en la medida en que el domicilio se halla vinculado
a la vida privada de las personas, su inviolabilidad no se refiere, pues, a la protección de
la propiedad, posesión u otros derechos reales, sino a la necesidad de preservar el carácter
privado o íntimo de lo que en él hay de emanación de la persona: STC Exp. N°03521-
2013-PHC/TC (f. j. 8).
BIBLIOGRAFÍA
BIDART CAMPOS, Germán. Derecho Constitucional. Tomo II, Ediar, Buenos Aires, 1966; BOUR-
DEAU, George. Les libertes publiques. París, Libraire de Droit Genérale et de Jurisprudence, 196T,
COLLIARD, C. Albert. Précis de Droit Public. Les liberté publiques. París, Dalíoz, 1950; DUGUIT,
León. Manual de Derecho Constitucional. Madrid, Francisco Beltrán Librería española y extranjera,
1926; ESPIN, Eduardo y otros. Derecho Constitucional. Eli ordenamiento constitucional. Derechos
y deberes ciudadanos. Vol. I, Valencia, Tirant lo Blanch, 1991; ROMANO, Santi. Principi di Diritto
Costituzionale Generóle. Mí laño, Giufré, 1946; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución
Política de 1993. Tomo 1, Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999.
(4) Cfr. RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo 1, Pontificia Univer
sidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 276.
Artículo 2 Secreto e inviolabilidad de comunicaciones
y documentos privados
Toda persona tiene derecho:
(...).
10. Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y
documentos privados.
Las comunicaciones, telecomunicaciones o sus instrumen
tos solo pueden ser abiertos, incautados, interceptados
o intervenidos por mandamiento motivado del juez, con
las garantías previstas en la ley. Se guarda secreto de los
asuntos ajenos al hecho que motiva su examen.
Los documentos privados obtenidos con violación de este
precepto no tienen efecto legal.
Los libros, comprobantes y documentos contables y ad
ministrativos están sujetos a inspección o fiscalización de
la autoridad competente, de conformidad con la ley. Las
acciones que al respecto se tomen no pueden incluir su
sustracción o incautación, salvo por orden judicial.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: art. 200 inc. 2); CP.Ct: art. 44 me. 8); C.C.: art. 16; C.P.C.: art. 199; C.P.: arts.
161 al 164; D.U.D.H.: art. 12; P.I.D.C.P.: art. 17; C.D.N.: art, 16; C.A.D.H.: art. 11.2
I. Introducción
El régimen político que gobernó el país en la década de los años noventa generó con
secuencias positivas y negativas, cuyo balance, por cierto, no es objeto de este artículo;
solamente realizaré algunos análisis a partir de dos hechos puntuales que aquellas gene
raron: a) analizaré procesal y constitucionalmente el derecho al secreto e inviolabilidad
de las comunicaciones particulares o privadas a partir de la aparición pública de los tris
temente célebres “vladivideos” y, posteriormente, un análisis a partir del “Caso del exmi
nistro Rórnulo León Alegría y del abogado Alberto Quimper Herrera”; y b) realizaré un
análisis jurídico de la existencia de un “mercado de interceptaciones” a las comunicacio
nes privadas que provoca, con peligrosa frecuencia, diversos problemas políticos, mediá
ticos y penales, y que han tenido su “pico” con el destape del “Caso BTR”,
(...)
En la sentencia del 8 de marzo del 2005 el Pleno del Tribunal Constitucional, “Caso
Víctor Alfredo Polay Campos”, en el fundamento 24 recuerda que el artículo 2 inciso
10 de la Constitución protege que todo tipo de comunicaciones entre las personas sea
objeto exclusivamente de los intervinientes en el mismo; fija como base del secreto y la
inviolabilidad de las comunicaciones y documentos privados al derecho fundamental a la
vida privada, el mismo que permite garantizar que la comunicación entre particulares, sea
mediante llamada telefónica, correo -clásico o electrónico- o nota entre particulares, no
pueda ser objeto de conocimiento de terceros o de la interrupción de su curso0’.
Siempre sobre la base de la sentencia del “Caso Escher y otros vs. Brasil”, el Tribu
nal Constitucional determina que el derecho a la vida privada tutela a las conversacio
nes telefónicas independientemente de su contenido, e incluso puede comprender tanto
las operaciones técnicas dirigidas a registrar ese contenido, mediante su grabación y es
cucha, como cualquier otro elemento del proceso comunicativo: destino de las llamadas
que salen, el origen de las que ingresan, la identidad de los interlocutores, la frecuencia,
hora y la duración de las llamadas,
En la sentencia del 19 de julio de 2011, “Caso Angélica María Huamaní Vargas”, la Sala
Segunda del Tribunal Constitucional, en el fundamento 13 se pronuncia sobre la aplicación
del derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones en el caso de correos
electrónicos, comunicaciones personales, almacenados o registrados en los servidores del
empleador; precisa que la existencia de la relación laboral no justifica vulnerar el derecho
respecto a comunicaciones de carácter personalisimo-.
La STC 114/1984 del 29 de noviembre resulta una excepción pues en ella se señala
que el concepto de secreto tiene un carácter formal dado que se protege el secreto y la
inviolabilidad de la comunicación, sea cual fuese el contenido, sin la necesidad que integre
el ámbito de la intimidad01’.
La STC del 15 de julio de 1993 constituye otra excepción. Si bien reconoce la estrecha
vinculación entre el derecho a la intimidad y el derecho al secreto e inviolabilidad de las
comunicaciones, se precisa que no deben confundirse ya que si bien toda comunicación
es secreta y solamente algunas son íntimas o privadas012’.
(13) NOYA FERREIRO, María Lourdes. La intervención de comunicaciones orales directas en el proceso
penal. Tirant lo Blanch, Valencia, 2000, pp. 53 y 54.
(14) SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. Estudios de Derecho Procesal Penal. La intervención de las
comunicaciones telefónicas en el ordenamiento peruano. Grij ley, Lima, 2012, p. 129.
de información y la libertad de opinión, considero que se puede considerar dentro de ella
un atributo fundamental de la persona y su naturaleza social, la libertad de comunicación.
La CIDH pone más atención en las exigencias que debe cumplir la ley que regula los
casos en los que se puede levantar el secreto y la inviolabilidad de las comunicaciones:
a) la injerencia debe estar fundada en ley; b) la regulación legal debe ser precisa e indicar
reglas claras y detalladas sobre la materia; así debe señalar las circunstancias en que pro
cede la injerencia, las personas autorizadas para solicitarla, ordenarla y llevarla a cabo; el
procedimiento a seguir y otros aspectos.
El presidente del Poder Judicial, César San Martín Castro, en su reciente obra, comenta
en la Justicia de los Estados Unidos, en los casos “On Lee v. USA” y “Rathbun vs. USA”,
se reconoce que la intervención de comunicaciones con el consentimiento de uno de los
participantes le da validez y eficacia jurídica, a pesar de la no existencia de autorización
judicial; en “López vs. USA” se legitimó la aplicación de la teoría de la autoinjerencia o
ówggíng; quien participa en una comunicación asume el riesgo que la otra parle divulgue
el contenido, de allí que sea legal que uno de los intervinientes la grabe y la utilice como
prueba de cargo; línea que como indica el autor nacional, ha sido seguida en Argentina, en
los casos “Hidalgo”, “Macri”, y “Rafia”, en donde la Corte Suprema de ese país admitió
como pruebas las grabaciones ocultas de comunicaciones efectuadas por los denunciantes
y los periodistas055.
San Martín ubica dentro de estos supuestos los distintos casos en los que en el Perú
fueron admitidos los “vladividcos” como prueba en los procesos penales, sin embargo
considero que el fundamento fue otro, el que su contenido no estaba protegido por el
ámbito del derecho a la intimidad065.
Es evidente que el contenido de los “vladivideos” no forma parte del ámbito del dere
cho a la intimidad, el carácter delictivo, de interés público, de moral pública, entre otros,
por lo que no se permite que la persona se oponga al conocimiento de la sociedad. Antes
bien, el análisis que debe realizarse sobre esta práctica judicial va por otro lado: el tipo de
documento de los videos, público o privado, su posesión lícita o ilícita (requisito de efica
cia probatoria de la prueba documental), la oportunidad e intensidad, su difusión con re
lación a la garantía procesal constitucional de la imparcialidad judicial, etc,
La Sala Primera del Tribunal Constitucional, en la citada STC del 18 de agosto de 2004,
“Caso Rafael Francisco García Mendoza”, establece el efecto que genera la violación de
los requisitos constitucionales, las comunicaciones o documentos particulares obtenidos
por terceros no tienen efecto legal, por constituir prueba ilícitamente obtenida
* 19*.
(18) CLIMENT DURÁN, Carlos. La prueba penal. Tomo II, 2“ edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 2005,
p. 1529.
(19) STC Exp. N° 01058-2004-AA/TC, f. j. 22.
4) y, por lo tanto, como dice San Martín
* *, el juez no puede realizar un control directo
2021
22
de la ejecución de la autorización. Ello no puede por otro lado significar, como se reitera,
desconocer la misión del juez de tutela de asegurar que la ejecución de la medida de
búsqueda de fuentes de prueba no viole los derechos fundamentales.
El artículo 203 del Código de 2004 de forma general establece que las medidas de
búsqueda de fuentes de prueba que impliquen afectación de derechos, como las de control
Montero Aroca afirma que en cuanto a los indicios que sirven para establecer el juicio
de probabilidad de hechos o circunstancias importantes para el objeto de la investigación,
pues en este caso el juez verifica la utilidad, por ejemplo, los exigidos para la incautación de
documentos privados; y los indicios que permiten al juez alcanzar un juicio de probabilidad
del delito o la intervención del investigado, que se exigen para la interceptación de
comunicaciones124’.
San Martín Castro explica que la fundamentación fáctica del auto corresponde a los
hechos respecto de los que deben existir indicios. El juez debe establecer circunstancias
concretas que permitan sospechar, mejor dicho, formular un juicio de probabilidad, que
mediante el teléfono cuya intervención se solicita, en caso de comunicaciones por esa24
El juicio factico del auto motivado se forma con la concurrencia de indicios suficientes
que hacen posible que una persona esté implicada en la comisión de un delito y que a través
de la intervención de las comunicaciones es probable que se puedan obtener fuentes de
prueba sobre el delito y los intervinientes07*.
Se pueden fijar las siguientes características de los indicios que fundamentan el auto
de control de las comunicaciones:
Ahora bien, la intensidad de los indicios sí aumenta respecto del otro extremo de la
fundamentación fáctica. el control de la comunicación del investigado o de un tercero,
permitirá encontrar fuentes de prueba del delito y de los intervinientes. Aquí sí se exige
probabilidad o causa probable a fin de poder efectuar el juicio de proporcionalidad, esto
es, justificar la necesidad de afectar el derecho fundamental, máxime si, como pasó en el
“Caso del congresista Galaneta”, los usuarios son terceros respecto de los cuales hay que
asumir que el investigado usó o utiliza, directa o indirectamente, para cometer el delito
objeto de investigación.
Respecto de los indicios que constituyen el fundamento fáctico del requisito consti
tucional auto motivado, hay que distinguir: los que se refieren al delito, autor o partícipe,
que deben permitir formar un juicio de posibilidad, de los que establecen en que con el
control de la comunicación o documentos privados, se encontrarán fiientes de prueba so
bre los hechos que forman el objeto de la investigación; aquí los indicios deben permitir
alcanzar un juicio de probabilidad.
(3 i) Ibíttem, p. 1659.
(32) Ibfdem.p. 1662.
(33) MONTERO AROCA, Juan. Ob. cit., pp. *48 y 149.
(34) Ibídem, p. 149.
Las conjeturas son menos que las sospechas, no se refieren a un hecho concreto, por
ejemplo, un requerimiento fiscal que se basa en la información policial que “Nariz gruesa”,
sujeto no identificado plenamente, es un traficante de drogas; la exigencia de indicios no
permitiría que se adopte en este caso una medida de control de comunicaciones'35’.
Esta mínima exigencia probatoria es la que justifica la afectación del derecho al secreto
de las comunicaciones y documentos privados, de no observarse el derecho quedaría vacío
como advierte el Tribunal Constitucional Español en la STC 49/ 1998, fundamento 8(37).
Dada la incidente que tiene sobre el tema de prueba, vale la pena este momento para
advertir el conflicto que existiría entre la Ley N° 27697 que conforme a su artículo 1,
luego de establecer que es una norma de desarrollo constitucional de la potestad del juez
No se puede considerar, por lo menos en este punto, a la Ley que otorga facultad al
fiscal para la intervención y control de comunicaciones y documentos privados en caso
excepcional, anterior al Código Procesal Penal, por lo que la regla de la ley posterior de
termina que aquella modificaría el artículo 230 inciso 1, es decir, que el juicio de proba
bilidad es respecto a la comisión e intervención del investigado en alguno de los delitos
que permiten el control de las comunicaciones y telecomunicaciones.
(41) Por razones de orden no asumo posición en este artículo sobre si se justifica o no la diferencia entre medidas
cautelares y de protección provisional, solamente adelanto que un concepto amplio de medidas cautelares
como instrumentos para asegurar los diversos fines o necesidades del proceso, haría innecesaria la figura
de las medidas provisionales de protección.
(42) El tema de la inviolabilidad de las comunicaciones con el abogado defensor, sus límites, es de gran
trascendencia, me comprometo a tratarlo en extenso en otra oportunidad.
Si trabaja con la regla de laj erarquía normativa, a pesar de que el Tribunal Constitucionalc4í>,
equivocadamente en mi opinión, no admite diferencia porjerarquía entre las leyes ordinarias,
las orgánicas y las de desarrollo constitucional, la Ley que otorga facultad al fiscal para la
intervención y control de comunicaciones y documentos privados en caso excepcional, al
formar parte del Hoque constitucional como ley de desarrollo constitucional, no permitiría
considerarla de menor jerarquía que el Código de 2004.
La Constitución de 1993 no reserva como materia de ley orgánica a los códigos, sal
vo el Código Procesal Constitucional conforme al artículo 200.
El principio de legalidad exige que las medidas de control de las comunicaciones estén
previstas en la ley, lo que se satisface en el ordenamiento procesal penal peruano a través
del Código Procesal de 2004, principalmente, y la Ley N° 27697, más sus modificatorias.
Idoneidad
La adopción de una medida de control de las comunicaciones o documentos privados,
por ser limitativa de un derecho fundamental, exige que el juez realice un riguroso examen
sobre su idoneidad para alcanzar el fin perseguido, esto es, la búsqueda de fuentes de prueba
a través de la intervención en el ámbito de las comunicaciones o documentación privada del
investigado. De no verificarse la idoneidad no se justificaría la afectación del derecho45(46).
Necesidad
La necesidad de una medida de control de las comunicaciones o documentos privados
significa que el juez haya efectuado un riguroso examen, a fin de determinar; o que es la
única que permitiría alcanzar la finalidad, búsqueda de fuentes de prueba; o que entre las
diversas alternativas de medios de investigación es la menos gravosa para los derechos
fundamentales del investigado o del tercero que será afectado con la medida'—'.
Ciiment Duran, siempre con base en la jurisprudencia del Tribunal Supremo Penal
de España, al que siempre es válido recurrir por la notoria influencia que tiene en la
jurisprudencia ordinaria y constitucional en el Perú, explica que el juicio de necesidad
significa que el juez se ha proyectado, por ejemplo, sobre la intervención telefónica, y ha
determinado que es imprescindible para descubrir el delito, y que no existe otro medio
de investigación menos traumático para los derechos fundamentales del investigado,
igualmente eficaz. (STS 609/1997 del 6 de mayo)13-'.
A partir de estos criterios se puede establecer los casos en los que no procede recurrir
al control de las comunicaciones o documentación privada, cuando no hay necesidad;
casos de flagrancia o cuando hay otras fuentes de prueba suficientes (STS 533/1999 del
29 de marzo/"’.
El TEDH en los casos “Kruslin” y “Huvig” insiste en recordar que las medidas de
intervención de las comunicaciones y documentos privados solamente pueden emplearse
en investigaciones por delitos graves, para lo cual los sistemas legales optan, o por hacer
un catálogo de delitos, o por el marco de pena abstracta56(S9).
58
57
En Alemania, Italia y Francia, con dificultad en España, los delitos graves se estable
cen a través del sistema de catálogo, no el de pena abstracta, que no responde de igual me
dida a la exigencia de proporcionalidad estricta, el nivel de afectación del derecho a la in
violabilidad de las comunicaciones y documentos privados solo se justifica en el caso de
(56) MONTERO AROCA, Juan. Ob. cit., p. 167. Del mismo modo, NOYA FERREIRO, María Lourdes. Ob
cit. p. 152.
(57) MONTERO AROCA, Juan. Ob. cit., 172.
(58) NOYA FERREIRO, María Lourdes. Ob. cit., p. 153.
(59) MONTERO AROCA, Juan. Ob. cit, p. 173.
(60) CLIMENT DURÁN, Carlos. Ob. cit., p. 1738.
los delitos más graves. En esta línea, la Ley que otorga facultad al fiscal para la interven
ción y control de comunicaciones y documentos privados en caso excepcional, más allá si
el catálogo es el adecuado, sería de mejor técnica que la del artículo 230 inciso 1 del Có
digo Procesal Penal, que ojo, no se reitera para otras medidas de control distintas a la in
tervención de comunicaciones y telecomunicaciones,
1.4. Especialidad
Para entender este requisito constitucional hay que diferenciar entre especialidad en
sentido estricto y el descubrimiento de hechos casuales(6l)62
.
Se discute los casos de teléfonos en casas familiares, pensiones, lugares públicos, como
una discoteca, una empresa; aquí la especialidad se respeta fijando las personas sospecho
sas o las terceras afectadas, a fin de que en la ejecución se preserve el secreto de las co
municaciones de las que no corresponde afectar.
En el estado actual de la discusión, el hecho conocido tiene valor procesal, así como
el soporte que lo grabó, existiendo una autorización judicial que no abarca a las personas
ni al hecho descubierto casualmente, pero no puede hablarse de prueba; sí en cambio de
una noticia criminal y de un tema probatorio que tiene que ser objeto de investigación y
recolección de fuentes de prueba.
El problema que surge con esta ley ordinaria -no se señala que es de desarrollo cons
titucional como sí se hace con la Ley N° 27697-, es que en el artículo 2 se indica que en
la investigación preliminar se pueden utilizar medidas limitativas de derechos o cautela
res anteriores al proceso penal, respecto de todos los altos funcionarios públicos que tam
bién gozan del privilegio de la inmunidad conforme al artículo 99 de la Constitución, ex
cluyéndose a los congresistas.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Igj El secreto de inviolabilidad de las comunicaciones garantiza que tos medios de prueba
¡lícitamente obtenidos no permitan desnaturalizar los derechos de la persona: STC Exp.
N° 0105 8-2004-AA/TC (f. j. 22).
g Utilizar correos electrónicos sin la autorización del titular afecta el derecho al secreto de
las comunicaciones pese a que el soporte electrónico pertenece al empleador: STC Exp.
N° 04224-2009-PA'TC (f.j. 16 y 17).
fj El registro de los correos electrónicos sin autorización del empleado y a fin de sustentar y
justificar su despido vulneran el derecho al secreto e inviolabilidad de las comunicaciones
y constituyen prueba prohibida: STC Exp. N° 5532-2014-PA/TC i f. j. 6, 7 y 8).
BIBLIOGRAFÍA
CLIMENT DURÁN, Carlos. La prueba penal. Tomo II, 2a edición, Tirant lo Blanch, Valencia,
España, 2005; MONTERO AROCA, Juan. La intervención de las comunicaciones telefónicas en
el proceso penal. Tirant lo Blanch, Valencia, España, 1999; NOYA FERREIRO, María Lourdes.
La intervención de comunicaciones orales directas en el proceso penal. Tirant lo Blanch, Valencia,
España, 2000; SAN MARTÍN CASTRO, César Eugenio. Estudios de Derecho Procesal Penal, La
intervención de las comunicaciones telefónicas en el ordenamiento peruano. Grijley, Lima, 2012.
Artículo 2 Libertad de tránsito y residencia
Toda persona tiene derecho:
(■■)
11. A elegir su lugar de residencia, a transitar por el territorio
nacional y a salir de ély entrar en él, salvo limitaciones por
razones de sanidad o por mandatojudicial o por aplicación
de la ley de extranjería.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 37,137 inc. 1), 200 inc. 1); C.P.Ct.: art. 33 incs. 4), 7); C.P.: art. 30; C.N.A.: art.
12; D.U.D.H.: arts. 9,13; P.I.D.C.P.: arts. 9,12,13; C.D.N.: art. 37; C.A.D.H.: art. 22
Así pues, este derecho, del que son titulares los nacionales y extranjeros residentes,
comprende el ejercicio del ius movendi et ambulandi y se tutela a través del proceso de
habeas corpus, de conformidad con el artículo 200 inciso 1 de la Norma Fundamental y
con el artículo 33 inciso 7 del nuevo Código Procesal Constitucional.
Por ello, el Tribunal ha indicado que “cualquier restricción arbitraria del uso de la ser
vidumbre supone también una vulneración del derecho a la libertad de tránsito y, por tan
to, puede ser protegido mediante el hábeas corpus” lo que sin embargo no significa que a
través de este proceso constitucional se diluciden controversias relacionadas con asuntos
de mera legalidad (Resolución N° 01782-2013-PHC/TC, fundamento 5).
A nivel supranacional, este derecho ha sido reconocido, junto al derecho a elegir libre
mente la residencia, en el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políti
cos (PIDCP), como derecho de la persona a la libre circulación en el territorio del Estado
en el que se encuentre legalmente, que comprende el derecho a salir libremente de cual
quier país, incluyendo el propio así como el derecho a no ser privado arbitrariamente del
derecho a entrar o ingresar a su país.
Asimismo, este derecho ha sido reconocido con mayores alcances y, también, lími
tes en el artículo 22 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH). Al
respecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ha enfatizado que
“la libertad de circulación es una condición indispensable para el libre desarrollo de la
persona”(l) y en la línea de lo sostenido por el Comité de Derechos Humanos en su Obser
vación General N° 27, ha señalado que dicha libertad garantiza:
(1) Corte IDH. Caso Yareey otras Ks. Colombia. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sen
tencia de 22 de noviembre de 2016, f.j. 214.
derecho no depende de ningún objetivo o motivo en particular de la persona que desea
circular o permanecer en un lugar”®.
Un concepto medular en materia de libertad de tránsito es el relativo al espacio pú
blico así como su concreta distinción del espacio privado. Precisamente, en cuanto a
dicha distinción, el Tribunal ha sostenido en la Sentencia N° 06322-2005-PHC/TC que
‘‘todo aquel espacio que desde el Estado haya sido estructurado como referente para el
libre desplazamiento de personas puede ser considerado una vía de tránsito público”
(fundamento 11).
De acuerdo a dicha sentencia, son espacios públicos las avenidas, calles, veredas,
puentes, plazas, etc. En ellos, según el Tribunal Constitucional, se presume que “la vía
pública pertenece a todos”; por lo que, en principio, no se admiten limitaciones a la lo
comoción de los individuos y no es necesario pedir autorización al Estado y/o a los par
ticulares para transitar en ellos o para desarrollar otros ámbitos de autodeterminación
personal o ejercer otros derechos fundamentales como el trabajo, el descanso, etc. Ello
no impide, según el Colegiado que, en ocasiones, tales vías puedan ser objeto de regula
ción e incluso de restricciones que se presumen legitimasen caso provengan del Estado;
en cambio, si provienen de los particulares, corresponderá determinar si dicha limitación
se encuentra justificada de conformidad con la Constitución y el bloque de constitucio-
nalidad (fundamento 11).
Otra temática cada vez más recurrente es la interposición de demandas de habeas cor-
pus restringido por determinadas personas jurídicas (empresas) que alegan la vulneración
de la libertad de tránsito, en controversias que en realidad se encuentran relacionadas con
impedimentos de desplazamientos o ingresos a espacios o terrenos de los que son propie
tarios. Al respecto, el Tribunal Constitucional ha precisado que la libertad de tránsito no
es un derecho cuya titularidad pueda recaer en una persona jurídica, por considerar que
es un derecho estrechamente vinculado a la facultad locomotora, que es exclusiva de las
personas naturales (Sentencia N° 0311-2002-HC/TC, fundamento 2; Sentencia N° 1567-
2006-PA/TC, fundamento 6).
Ante ello, a fin de tutelar adecuadamente los derechos de los migrantes en la región, co
rresponde tener en cuenta pronunciamientos del ámbito interamericano como la Resolución
Con relación al segundo límite, debe considerarse que la libertad de tránsito puede ser
restringida si previamente se ha expedido un mandato judicial, escrito y debidamente mo
tivado. Son ejemplos de lo anterior las detenciones preliminares, los mandatos de prisión
(4) CIDH. Resolución 2/18. Migración forzada de personas venezolanas. Aprobada en Bogotá, Colombia, en
el marco de sus 167 período de sesiones.
(5) LANDA ARROYO, César. “La protección constitucional y convencional de los migrantes”. En: Anuario
de Derechos Humanos. Chile, 2020, p. 157-169.
(6) Publicado en el diario oficial “El Peruano” el 15 de marzo de 2021.
preventiva 7’ o el cumplimiento de sentencias condenatorias. Por ello, “aunque toda per
*
sona tiene la opción de decidir el lugar al cual quiere desplazarse y el modo para llevarlo
a efecto, queda claro que cuando ella es sometida a un proceso, sus derechos [...] pueden
verse afectados a instancias de la autoridad judicial que lo dirige”*8910
’.
Precisamente, si bien la Constitución reconoce derechos a toda persona, que solo pue
den ser limitados, según las exigencias de los principios de razonabilidad y proporciona
lidad, también es cierto que la libertad de tránsito, los derechos de participación política
y el derecho a la propiedad de los extranjeros son casos ilustrativos de derechos funda
mentales cuyo ejercicio ha sido limitado según lo establecido en la propia Carta Política
* ’’.
Por ello, si bien a través de las sanciones en sede migratoria puede intervenirse en la
libertad de tránsito de la persona extranjera, dicha intervención no puede conculcar dere
chos fundamentales, como la debida motivación de las resoluciones de la autoridad mi
gratoria y el derecho a la protección familiar de los migrantes.
(7) Sobre el análisis de Ja prisión preventiva en la jurisprudencia más reciente del Tribunal Constitucional
ver: LARA AMAT Y LEÓN, Joan y SÁNCHEZ BEN1TES, Rosa Isabel. “La prisión preventiva en la
jurisprudencia reciente más emblemática del Tribunal Constitucional. Los casos Humala-Heredia y Keiko
Fujimori”. Publicado originalmente en ¿í; prisión preventiva en la jurisprudencia del Tribunal Constitu
cional. Gaceta Jurídica, Lima, 2019, pp. 35-61 y, posteriormente, en La constitucionalización de la prisión
preventiva. Tribunales constitucionales contra Tribunales Penales (2021). CAMARENA ALIAGA, Gerson
y BUENO RAMOS, Any. Ideas Solución, Lima, p. 347-372.
(8) STC Exp. N° 03482-2005, f. j. 8.
(9) LARA AMAT Y LEÓN, Joan y SÁNCHEZ BEN1TES, Rosa Isabel. “La protección constitucional de los
migrantes en el Perú. El caso de la mujer migrante". En Gaceta Constitucional N® 147, Gaceta Jurídica,
Lima, marzo 2020, p. 67.
(10) STC Exp. 02744-2015-PA/TC, f.j. 46.
(.11) Ibídem, f. j. 28.
Otro supuesto de límite explícito a la libertad de tránsito, al que ya se ha hecho refe
rencia previamente, es la declaratoria de estados de excepción, considerados como situa
ciones excepcionales o extraordinarias en la Constitución, a partir de causales específicas
o especiales, como la grave alteración en la vida del Estado.
tí El derecho al libre tránsito es parte conformante del derecho a la libertad y una condición
indispensable para el libre desarrollo de la persona: STC Exp. N° 02737-2011-PHC/TC
(f.j.4).
¡jj' La libertad de tránsito reconoce que todo nacional o extranjero con residencia establecida
pueda circular libremente o sin restricciones por el ámbito de nuestro territorio, en la medida
que son sujetos con capacidad de autodeterminación, y tienen la líbre Opción de disponer
cómo o por dónde desplazarse, ya sea que dicho desplazamiento suponga facultad de ingreso
hacía el territorio del Estado, circulación o tránsito dentro de este, o suponga simplemente
salida o egreso del país: STC Exp. N.° 01371-2018-PHC/TC (f.j. 3)
jí| El ejercicio de este derecho se manifiesta a través del uso de las vías de naturaleza pública
o privada de uso público. Este derecho se puede ejercer de manera individual y física, o a
través de la utilización de herramientas, tales como vehículos motorizados, locomotores,
etcétera: STC Exp. N.° 01371-2018-PHOTC (f. j. 4),
(jj Las vías de tránsito público libres en su alcance y utilidad pueden ser, en determinadas
circunstancias, objeto de regulaciones y aun de restricciones: STC Exp. N® 02399-2012-
jfflC/TC(f.j. 7).
(j) La libertad de tránsito se ejerce también a través del uso de las servidumbres de paso, en
cuyo caso será necesario determinar de forma previa la existencia de dicha servidumbre:
STC Exp. N° 3247-2004-HC/TC (f. j. 2).
¡S] Sobre la libertad de tránsito también operan límites implícitos, como aquellos que se
desprenden del ejercicio de oíros derechos fundamentales o que dimanan de otros bienes
constitucionales, como es el caso de la seguridad ciudadana: STC Exp. N° 03482-2005-
PHC/TC, (f. j. 12).
BIBLIOGRAFÍA
FERRAJOLl, Luigi. Manifiesto por la igualdad. Trotta, Madrid, 2019; LANDA ARROYO, César.
“La protección constitucional y convencional de los migrantes”. En: Anuario de Derechos Humanos.
Santiago de Chile, 2020; LARAAMAT Y LEÓN, Joan y SÁNCHEZ BENITES, Rosa Isabel. “La
prisión preventiva en la jurisprudencia reciente más emblemática del Tribunal Constitucional. Los
casos Humala-Heredia y Keiko Fujimori”. En: La prisión preventiva en lajurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Gaceta Jurídica, Lima, 2019; LARAAMAT Y LEÓN, Joan y SÁNCHEZ BENITES,
Rosa Isabel. “La protección constitucional de los migrantes en el Perú. El caso de la mujer migrante”.
En: Gacela Constitucional N° 147. Gaceta Jurídica, Lima, marzo 2020.
Artículo 2 Libertad de reunión en locales privados y
públicos
Toda persona tiene derecho :
(...)
12. A reunirse pacificamente sin armas. Las reuniones en
locales privados o abiertos al público no requieren aviso
previo. Las que se convocan en plazas y vías públicas
exigen anuncio anticipado a la autoridad, la que puede
prohibirlas solamente por motivos probados de seguridad
o de sanidad públicas.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 28 inc. 3), 137 inc. 1), 200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 9); C.P.: arts. 166,
167,283,315; D.U.D.H.: art. 20; P.I.D.C.P.: art. 21; P.I.D.E.S.C.: art. 8; C.D.N.: art.
15; C.A.D.H.: art. 15
I. El derecho de reunión
ES derecho de reunión tiene su origen en la libertad individual. Si cada uno tiene la li
bertad de ir a donde le plazca y de expresar sus ideas en público o en privado, la misma
razón le asiste para buscar a otros hombres con la finalidad de enseñar o aprender, propa
gar ideas o compartirlas; peticionar ante las autoridades, orientar la opinión pública, acor
dar acciones en común o protestar pacíficamente.
(I) SOLER, Sebastián. Derecho Penal argentino. Tomo IV, § 109, Buenos Aires, 1946, p. 165. Citado
por LINARES QUINTANA, Segundo V. Tratado de la ciencia del derecho constitucional argentino y
comparado. Torno III, Editorial Alfa S.A., Buenos Aires, 1956, p. 798.
(2) DUGUIT, León. Manual de derecho constitucional. 2a edición española, Madrid, 1926, p. 220.
vinculado íntimamente con la libertad de prensa y, como esta última, absolutamente fun
damental para el Estado democrático®.
En 1937, en los Estados Unidos, el Estado de Oregon había sancionado una ley repri
miendo la preconización del cambio de gobierno por la fuerza y la violencia. El ciudadano
De Jonge fue enjuiciado tras haber participado en una reunión del partido comunista con
vocada para considerar un programa de paz, partido político que la acusación considera
ba al margen de la ley, ya que abogaba por la sustitución del gobierno por métodos violen
tos. Al resolver el caso, el juez Hughes sentenció que aquella interpretación era contraria
a la Enmienda XIV de la Constitución. Sostuvo que “si los miembros del partido comu
nista abogaban por el cambio del gobierno por la violencia, podían ser enjuiciados por
ello, pero que la reunión a que asistió De Jonge fue convocada por otro fin. Por consi
guiente, el ciudadano citado no había hecho sino ejercer la libertad de reunión y de expre
sión de una manera pacífica, por lo que no podía ser enjuiciado por el Estado de Oregon”.
Es una agrupación concertada de personas, todas ellas vinculadas por una inten
ción común (aspecto subjetivo). La mera aglomeración o confluencia de transeún
tes sin acuerdo previo carece de todo elemento subjetivo. Ranelletti Oreste define
la reunión o asamblea como “la cita voluntaria y temporaria de varias personas, en
un lugar determinado, conforme a un acuerdo preestablecido para un fin dado”<4).
El derecho de reunión solo se configura si se persigue un fin lícito.
El derecho de reunión es siempre transitorio y temporal, a diferencia del dere
cho de asociación que tiene vocación de permanencia.
Es un derecho instrumental, pues sirve como medio para el intercambio de ideas
u opiniones o para la defensa de intereses de la más variada índole.
(3) Ya Felipe Masías, en el primer sexto orgánico de Derecho Constitucional escrito en el Perú, expresaba que
ei derecho de reunión “es consecuencia práctica cíe la libertad de imprenta; pues inútil sería que la prensa
ilustrase al país en todas las cuestiones que le interesan, si el país mismo no pudiera expresar sus juicios de
una manera oficial y auténtica; si experimentando una necesidad, e i lustrado ya sobre los medios de llenaría,
no le fuera permitido reclamar su satisfacción; si disgustado de! sesgo que tomara la marcha de sus poderes
políticos, le estuviera vedado manifestar su desaprobación para traerlos a un orden de procedimientos más
legales, o si quiera más regulares, a fin de precaver un terrible conflicto”. Cfr. MASÍAS, Felipe. Breves
nociones de la ciencia constitucional. Lima, Imprenta de J.M. Masías, 1855, pp. 53-54.
(4) Citado por BÍDART CAMPOS, Germán (1966). Derecho Constitucional... Ob. cit., p. 283.
1. El régimen constitucional de la libertad de reunión: reunión pública y
reunión privada
El hecho de que una reunión sea pública o privada puede determinar la aplicación de
un régimen jurídico distinto. Importa, en consecuencia, distinguir entre una y otra.
Se lleva a cabo en espacios cerrados. Lo que no significa que el lugar tenga que
ser necesariamente privado. La reunión puede efectuarse en un lugar público
como un café, un teatro o un estadio.
La asistencia de las personas es nominativamente determinada. Concurren como
consecuencia de una invitación individual, lo que hace posible controlar la iden
tidad de los asistentes. Conviene recordar que una reunión privada puede ser con
siderada como pública por la gran cantidad de asistentes, por el lugar en que se
realiza o por los fines que se persigue.
La reunión privada no es numerosa.
Según la Constitución, el derecho de reunión no requiere aviso previo cuando se lleva
a cabo en lugares privados (residencias» departamentos, etc.) o en locales abiertos al pú
blico (teatros, oficinas, casas comerciales, salas de conferencia, etc.). Está amparada por
la inviolabilidad del domicilio y la libertad de expresión.
Si se realiza en un lugar destinado al uso público, como las plazas, las calles o
los parques.
Si se realiza en un lugar abierto al público, pero al cual puede asistir cualquiera
en cierto momento y bajo determinadas condiciones, como a una iglesia, un ci
nematógrafo o una discoteca.
Cuando se realiza en un lugar privado, pero al cual puede asistir cualquiera sin
necesidad de invitación especial.
Por mandato de la Constitución, las reuniones que se convocan en plazas y vías públi
cas pueden ser prohibidas solamente por motivos de seguridad o sanidad pública. La ra
zón de ser de estas prohibiciones se comprende con facilidad si él ejercicio de la libertad
de reunión habrá de incidir sobre los derechos e intereses de otros ciudadanos; o sobre la
utilización exclusiva de bienes que están al uso y disfrute de todos, como las veredas, los
parques y las plazas, los servicios públicos de transporte, salud, el medio ambiente, etc.,
lo que puede significar alteraciones de la seguridad ciudadana y el orden público.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jjj] La libertad de reunión se trata de un derecho individualmente titularizado, pero solo sus
ceptible de ejercitarse de manera colectiva: STC Exp. N° 04677-2004-AA/TC (f. j. 15).
[fi] La agrupación volitiva de las personas diferencia el ejercicio del derecho de reunión de
aquellas meras aglomeraciones casuales de individuos: STC Exp. N° 04677-2004-AA/
TC(f.j. 15).
fjl Una de las características del derecho de reunión es el carácter temporal de su ejercicio,
incluso en los supuestos en los que tal manifestación sea periódica: STC Exp. N° 04677-
2004-AA/TC (f.j. 15).
[jj La licitud del ejercicio del derecho de reunión debe ser predicable no solo de su propósito
sino de los medios cómo este pretende ser alcanzado; STC Exp. N° 04677-2004-AA/TC
(f.j. 15).
BIBLIOGRAFÍA
BIDART CAMPOS, Germán. Derecho Constitucional comparado. Tomo II, Editorial Ediar, Buenos
Aires, ¡966. DUGUIT, Léon. Manual de Derecho Constitucional. 2“ edición española, Madrid, 1926;
LINARES QUINTANA, Segundo V Tratado déla Ciencia del Derecho Constitucional argentinoy
comparado. Tomo III, Editorial Alfa S.A., Buenos Aires, 1956; MASÍAS, Felipe. Breves nociones
de la ciencia constitucional. Imprenta de J.M, Masías, Lima, 1855.
Artículo 2 Derecho de asociación.
Constitución de fundaciones y otras formas
de organización jurídica
Toda persona tiene derecho:
(...)
13. A asociarse y a constituirfundaciones y diversas formas de
organización jurídica sin fines de lucro, sin autorización
previa y con arreglo a ley. No pueden ser disueltas por
resolución administrativa.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C: arts. 28,42,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 11); C.C.: arts. 76,80 y ss.; C.P.: art. L68;
C.N.A.: art. 13; D.U.DJL: art. 20; P.I.D.C.P.: art. 22; C.D.N.: art. 15; C.A.D.H.: art. 16
El texto constitucional consagra, al más alto nivel de jerarquía del ordenamiento ju
rídico, el derecho de cualquier persona (natural o jurídica, pública o privada, nacional o
extranjera) a constituir organizaciones jurídicas sin fines de lucro.
Hasta hace algunos años, las asociaciones y, con mayor énfasis, las fundaciones, para
ser consideradas como instituciones no lucrativas, estaban condenadas, por una inacepta
ble confusión, a no realizar actividades económicas pues se estimaba que en este caso ac
tuaban como entes que perseguían fines utilitarios y especulativos.
Los objetivos últimos no deben confundirse con las actividades que realicen cuales
quiera de las organizaciones sin fines de lucro. Las actividades son medios o vías instru
mentales que les permiten a las asociaciones, fundaciones, comités u otras entidades no
lucrativas generar recursos o captarlos para alcanzar sus cometidos. En esa medida, las ac
tividades son, por lo general, económicas, pero estas actividades, por no ser los fines últi
mos de estos entes, no los convierten en lucrativos. Dada la actual tendencia de considerar
que estas personas jurídicas son formas organizativas de empresas como señaló en su opor
tunidad el Profesor Carlos Fernández Sessarego, en la medida que producen bienes y ser
vicios, parece necesario reconocer esta diferencia y permitirles ejercer cualquier actividad
económica e incluso lucrativa únicamente como medios para satisfacer sus objetivos finales.
Entre las entidades sin fines de lucro, el artículo 111 del Código Civil incorpora la fi
gura del comité a la que describe como la organización de personas naturales o jurídicas,
o de ambas, dedicada a la recaudación pública de aportes destinados a una finalidad al
truista. El comité tiene características muy bien definidas. Es, al igual que la asociación,
una organización de temperamento asociativo. En esa medida, su constitución exige la
presencia de cuando menos dos personas, entre las que se crea, al igual que entre ellas y
el comité, un vínculo de necesidad. Sus miembros también realizan actividades en común,
pareciéndose, nuevamente, a la asociación. No obstante, la participación excede amplia
mente la actuación de quienes hacen parte de él, pues el fondo de aportes que se forma es
producto de la solidaridad comunitaria, gracias a las contribuciones del público en la co
lecta que se lleva a cabo. También se asemeja a la asociación (y se distingue, por ende, de
la fundación) por ser una organización abierta a la afiliación. El comité se distingue de las
demás personas jurídicas por su existencia efímera. Después de la recaudación de fondos
del público y de aplicar los recursos captados a un fin altruista, se disuelve. Se organiza
para una colecta pública y nada más.
Los objetivos del comité son caracterizados como fines altruistas que no necesaria
mente son idénticos a los fines de interés social de la fundación. Si bien, en principio,
todo fin altruista es de interés social, no siempre los fines de interés social son altruistas.
El altruismo del propósito se revela a través de acciones de corte humanitario, filantrópi
co. Una fundación que, por ejemplo, se constituye para la investigación de las bondades
de una especie vegetal y su posible aplicación a terapias curativas tiene un fin abiertamen
te social, mas no filantrópico.
Dadas estas características, es claro que el comité persigue fines en bien de terceros,
que no son ni sus instituyentes ni aquellos que lo administran, diferenciándose así de la
asociación y asemejándose a la fundación.
Si bien en los diversos regímenes de las organizaciones sin fines de lucro que coexis
ten en el ordenamiento legal resulta claro que no se requiere de una autorización previa
para su creación, el mandato constitucional es decisivo. Quizá con él se pueda corregir la
impropia aplicación que se suele dar al segundo párrafo del artículo 81 del Código Civil
en el caso de las asociaciones religiosas. La libertad consagrada por la Constitución ex
presa, quizá desde una perspectiva histórica, el rechazo del Estado de Derecho por el con
trol que otrora se ejercía sobre los ciudadanos cuando éstos decidían agruparse para inten
tar realizar fines colectivos, control que tenía como explicación el temor que se tenía de
las asociaciones políticas o de los estamentos intermediarios entre el Estado y los súbdi
tos que en no pocas ocasiones sirvió para inhibir iniciativas reformistas o revolucionarias.
También es importante recalcar que el texto constitucional impide que una organiza
ción no lucrativa sea disuelta por medio de una resolución administrativa. Se deberá re
currir a la jurisdicción ordinaria como parte de la garantía que asiste al derecho a la aso
ciación o creación de cualesquiera de estas figuras para evitar, igualmente, la injerencia
del control político sobre dichas instituciones.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jji En virtud del derecho de asociación toda persona puede integrarse con otras, libremente y
de modo permanente, en función de determinados objetivos o finalidades, de conformidad
con la ley: STC Exp. N° 03978-2007-PA/TC (f. j. 3).
¡jj Debe entenderse por derecho de asociación como la facultad que erige una manifestación
de libertad personal dentro de la vida coexistencia! a efectos de realizar una meta en común:
STC Exp. N° 01027-2004-PA/TC (f. j. 1).
U La libertad de asociación tiene una doble dimensión: una positiva vinculada a la potestad
de formar parte de una de ellas, y otra negativa relacionada a no ser obligado a integrarse:
STC Exp. N° 00011-2013-AI/TC (f. j. 39).
[jj La Constitución y el respeto por los derechos fundamentales irradian sus efectos incluso
dentro de las normas creadas por las asociaciones: STC Exp. N° 07034-2006-PA/TC (f. j. 9).
g| Dentro del mismo derecho de asociación o, dicho de otro modo, dentro de contenido
constitucionalmente protegido también se encuentra la facultad de que la asociación creada
se dote de su propia organización, la cual se materializa través del estatuto. Tal estatuto
representa el pacturn associationis de la institución creada por el acto asociativo y, como
tal vincula a todos los socios que pertenezcan a la institución social: STC Exp. N° 1258-
2010-PA/TC (f. j. 7).
g El contenido esencial del derecho de asociación está constituido por a) eí derecho de aso
ciarse, entendiendo por tal la libertad de la persona para constituir asociaciones, así como la
posibilidad de pertenecer libremente a aquellas ya constituidas, desarrollando las actividades
necesarias en orden al logro de los fines propios de las mismas; b) el derecho de no asociarse,
esto es, el derecho de que nadie sea obligado a formar parte de una asociación o a dejar
de pertenecer a ella; y c) la facultad de autoorganización, es decir, la posibilidad de que la
asociación se dote de su propia organización: STC Exp. N° 03299-2016-PA/TC (f.j. 8).
BIBLIOGRAFÍA
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comité en el Código civil", En: Gaceta Jurídica, Lima, 1997, diciembre, N° 49.
Artículo 2 Libertad de contratar
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
14. A contratar confines lícitos, siempre que no se contravengan
leyes de orden público.
(-)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 62, 63, 200 inc. 2); C.P.CL: art. 44 inc. 6); C.C.: arts. 12, 140,312, 1351 y
ss., 1405, 1406
Si como se ha señalado, el contrato es una decisión económica, tal decisión para ser
eficiente ha de ser libre. En el Derecho, la figura que resume la libertad de la persona es
la autonomía privada, que significa el reconocimiento del derecho de autodeterminación
que dispone el individuo para “gobernar” libremente sus relaciones con los demás. En
palabras de DieterMédicus(!), la autonomía privada consiste en que cada persona desarrolle
su correspondiente libertad, según su propia voluntad, en sus relacionesjurídicasprivadas:
por lo tanto, debe dominar la autonomía, no la decisión extraña.
(1) MÉD1CUS, Dieter. Tratado de las relaciones obligacionates. Volumen 1, Bosch, Barcelona, 1995, p. 35.
(2) FLUME, Werner. El negocio Jurídico. Parte General. Derecho Civil. Tomo II, Fundación Cultural del
Notariado, Madrid, 1998, p. 23.
al establecer que “la iniciativa privada es libre (...)” (art. 58). Al iniciar precisamente con
este principio el “Régimen económico” en la Constitución, se pretende dar a entender
que todas las reglas y demás principios contenidos en esta parte deberán interpretarse en
sintonía con aquel y en el sentido que más favorezca su aplicación.
Pero todo contrato es, al propio tiempo, ejercicio de libertad y recorte de esta. Cuando
hablamos de contratación debe tenerse presente que, en el contrato, lo que se comprometen
son conductas que las partes se obligan a realizar para llevar a cabo una operación
económica, por lo tanto, el contrato es también un recorte voluntario de la libertad. De
ahí que la Constitución (arts. 2, inc. 14, y 62) reconozca que quienes decidan celebrar un
contrato lo hagan sin más limitaciones que las impuestas por el ordenamiento; esto es, con
la mayor libertad legal posible.
(3) Citado por REZZÓNICO, Juan C. Principios fundamentales de los contratos. Astrea, Buenos Aires, 1999,
pp. 191 y 192.
(4) Citado por ALTER1NI, Atilio Aníbal. La autonomía de la voluntad en el contrato moderno. Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1989, p. 10.
actual de la economía y del mercado ha demostrado que existen situaciones en las que
es necesario que el Estado intervenga para proteger al contratante débil, en especial en
los contratos masivos; esta intervención tiene diversas formas de manifestarse como
veremos luego.
Ciertamente, la mayor parte de las normas en materia contractual son dispositivas, esto
es, son susceptibles de ser sustituidas por las partes. Sin embargo, concurrentemente el
ordenamiento jurídico también contiene normas imperativas que no pueden ser sustituidas
por la voluntad de los contratantes. Estas normas imperativas pueden dotar al acuerdo
contractual de un significado y alcance distinto del establecido por las partes en el clausulado
contractual. Pero igual puede suceder con las normas dispositivas, porque si bien las partes
pueden prescindir de ellas, si no lo hacen, estas normas adquieren un carácter imperativo
en tanto no sean “derogadas” por las partes. Así pues, el ordenamiento jurídico despliega
también un papel de carácter positivo en relación con el contrato, incluso contradictorio
con el sentir de las partes, acreditando que la voluntad de estas -pese a ser un presupuesto
ineludible del contrato- no es omnímoda ni todopoderosa®.
Así, el principio de consensualidad (art. 1352 del CC) solo se explica por la libertad
con que las partes han expresado su voluntad al momento de celebrar el contrato. De igual
modo, solo se entienden los principios de supletoriedad de las normas contractuales y el
de libertad de tipología contractual (art. 1356) por la necesidad de otorgar a las partes la
mayor libertad legal para autorregular sus contratos. En el mismo sentido, el principio
de obligatoriedad de los contratos (art. 1361), la buena fe contractual (art. 1362) y la
relatividad del contrato (art. 1363), encuentran asidero en la libertad con la que se vinculan
legalmente las partes.
(6) ídem.
Naturalmente, la libertad de contratación en sus diferentes manifestaciones tiene
limitaciones. En concreto, la libertad de conclusión (libertad de contratar) tiene en la
actualidad limitaciones negativas y positivas. El primer caso se refiere a las situaciones
en las que no les está permitido a las partes contratar; se trata de prohibiciones legales; en
nuestro Derecho estas prohibiciones no son muchas e incluso las determinadas por ley no
tienen mayor justificación, como la contenida en el artículo 1366 del Código Civil. En el
segundo caso, se trata de contratos impuestos, nos referimos a los denominados contratos
forzosos.
El ejemplo más evidente de lo que venimos afirmando son los contratos sobre
servicios públicos. En la actualidad, producto de las privatizaciones, la mayoría de los
servicios públicos se encuentran en manos de los particulares y en muchos casos se trata
de monopolios u oligopolios privados, con un enorme poder de mercado. Reconocerles a
estos poderosos actores económicos una libertad de conclusión sin reservas, significaría en
la práctica la posibilidad de que miles de personas no pudieran contar con estos servicios.
De ahí que todo monopolio o empresa con posición de dominio en el mercado no pueda
negarse a contratar. Generalmente las empresas que administran servicios públicos tienen
la obligación legal de contratar y de hacerlo bajo una regulación legal imperativa.
Pero no son los únicos casos en los que la ley reconoce la necesidad de obligar a
contratar, existen otros que veremos luego.
(7 ) GARCÍA AMIGO, Manuel. Teoría general de las obligaciones y contratos. Lecciones de Derecho Civil
II. McGraw-HíH, Madrid, 1995, p. 132,
IV. Mercado, contrato y ordenamiento jurídico
El lugar en el que se realizan del modo más eficiente los intercambios es el mercado, y
la manera de hacerlo es a través de la libre oferta y demanda. Así, los bienes se trasladarán a
aquellas personas que le den más valor, beneficiándose mutuamente las partes contratantes,
Nuestra Constitución ha reconocido la importancia de promover y proteger una economía
de mercado (art. 58), pero precisa que la nuestra es una economía social de mercado, lo
que en la práctica implica el respeto de la persona en el ámbito económico. Con iodo, es un
sistema que ordena las transacciones basándose en la libre iniciativa de las personas y en
el pleno reconocimiento de sus libertades económicas, compaginándolas con la protección
de los consumidores.
La utilidad del Derecho de los Contratos puede verse también desde otro ángulo que
excede los alcances de la libertad de contratación, por ejemplo, los contratantes en el
ejercicio de su libertad acuerdan contratos que necesariamente serán imperfectos, los que
serán completados y perfeccionados por el ordenamiento contractual. Así el Derecho de
los Contratos ofrece una valiosa contribución al funcionamiento de la economía, pues sería
absolutamente ineficiente que los particulares invirtiesen tiempo y recursos en negociar
todos los detalles de sus contratos.
(S) Sobre el particular véa» GUTIÉRREZ CAMACHQ, Water. “Los contratos atípicos”. Ea: Contratación
contemporánea. Inslitucianes de Derecho Privada. Buenos Aires, 2001, p. 295.
ordenamiento ha materializado en regla legal. A las clásicas limitaciones derivadas de
la moral y el orden público, hoy se suman límites más específicos expresados en leyes
basadas en razones de convivencia social y eficiencia económica, que buscan un equilibro
básico en el mercado, limitando la acción de los actores con un excesivo poder de mercado
poniendo límites al poder económico.
La razón jurídica para poner límites a las distintas libertades o derechos consagrados
por la Constitución es la necesaria coexistencia de distintos principios constitucionales
que recogen valores que la sociedad considera preciso preservar para la existencia de un
equilibrio social. Así, por ejemplo, es igualmente indispensable que se respete tanto el
principio de libertad de contratación como el principio pro consumidor, ambos sancionados
por la Constitución. Si, como es previsible, en determinadas circunstancias estos principios
colisionan, mediante una interpretación sistemática de nuestro máximo texto legal deberá
decidirse cuál de ellos primará en el caso particular que se presente, lo que de ninguna
manera implicará la descalificación o eliminación del principio dejado de lado.
a) Contratos sobre servicios públicos, en los que el Estado impone gran parte del
contenido de estos contratos y existe la obligación de contratar para la empresa
concesionaria, conservándose la libertad de conclusión para los particulares.
b) Contratos reglados, en los que el ordenamiento predetermina el contenido de
estos contratos; ejemplos de ellos son: el contrato de trabajo, el de seguro, etc.;
en todos estos contratos se halla seriamente afectada la libertad de configuración
contractual, pero se mantiene la libertad de conclusión, es decir, la posibilidad
de contratar o no.
c) Contratos masivos, generalmente celebrados entre particulares en el tráfico
mercantil, en los que el contenido se halla predispuesto por una de las partes.
Estas figuras han sido reguladas en distintas legislaciones, e incluso en algunos
Códigos Civiles, con el propósito de proteger al adherente.
(9) Al respecto puede consultarse a DE BUEN LOZANO, Néstor. La decadencia del contrato. 2° edición,
Porrúa, México, 1986. También a RISOLÍA, Marco Aurelio. Soberanía y crisis del contrato en nuestra
legislación civil. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1958.
d) Contratos forzosos, en los que no existe ni libertad de conclusión ni libertad de
configuración, y son aquellos contratos que inicialmente nacen de un dispositivo
legal; es el caso del seguro obligatorio para los trabajadores -Vida Ley-, el seguro
obligatorio de accidentes de tránsito -SOAT-, entre otros.
e) Otro grupo de operaciones contractuales, donde se halla severamente limitada
la libertad de contratación, es en las modernas operaciones contractuales que se
realizan a través de máquinas automáticas o por medios telemáticos; operaciones
en donde las partes no se detienen a negociar y mucho menos a diseñar el
contenido del contrato.
Con respecto a las distintas manifestaciones de la limitación de la libertad de
contratación quisiéramos detenemos brevemente en el llamado contrato forzoso. El tema
al que nos referimos ha sido objeto de un arduo debate en la doctrina, existiendo posiciones
que van desde negar la posibilidad de calificarlo como contrato, hasta aquellas que admiten
su condición contractual. Se entiende por contrato forzoso aquel que se celebra por mandato
legal. Se excluye por lo tanto de los alcances de esta figura aquellos contratos que se
concluyen en cumplimiento de un contrato preparatorio, tal como sucede en el compromiso
de contratar (art. 1414 del CC). Del mismo modo, queda excluida de esta figura el contrato
necesario, como el caso del depósito necesario (art. 1854 del CC). Igualmente quedan fuera
las expropiaciones, por tratarse de actos administrativos unilaterales, o la “venta forzada”
del bien del deudor.
Por otro lado, similar situación se presenta en los casos de monopolio, posición de
dominio en el mercado o cualquier otra manifestación de poder de mercado, en los que la ley
entiende que el margen de autodeterminación de los contratantes es nulo o muy reducido, a
causa precisamente del poder del monopolista. De ahí que en estas situaciones el Derecho
no solo “obligue” a contratar, sino que también participe en la configuración de lo que se
contrata. En la medida en que exista un deber de contratar, en realidad no se contrata, sino
que el contrato solo es un medio técnico de cumplimiento de la ley(l2).
(10) DÍEZ-PIC AZO, Luis. “Los Sismados contratos forzosos”. En: Aunaría ele ¡Derecho Civil. N° 1, Volumen 9,1956.
(11) Cfr. FLUME, Werner. Ob. cit., pp. 33 y 34.
(12) ídem,
de actos concluyentes, ha de exigirse que la oferta, o sea el contenido de tas condiciones,
sea formulada conforme a la equidad; solo así puede presumirse la aceptación tácita, en
muchos casos sin previa lectura de las condiciones^135.
De ahí que cuando se celebren contratos mediante cláusulas generales, las normas
supletorias o dispositivas, que de ordinario -en contratos paritarios- pueden ser
contravenidas por los pactos contractuales, adquieren un inusitado carácter imperativo
y rigen aun en contra de la voluntad del predisponente, no pudiendo sostenerse que el
derecho dispositivo en estos casos tenga siempre carácter meramente supletorio de la
' voluntad de los contratantes. Por ello, la doctrina más autorizada^4) estima con razón que
no es admisible la renuncia a! derecho dispositivo cuando no hay duda de que tiene lugar
en perjuicio de una de las partes.
Una interpretación que prive al adherente del derecho a las normas supletorias sería,
eventualmente, contraria al principio pro consumidor (art. 65 de la Constitución), cuando la
parte perjudicada además de adherente es consumidor; y, en todo caso, una lectura así sería
reñida con las consecuencias de la buena fe contractual, Así, en los contratos masivos -en los
que muchas veces el adherente, por el poder de mercado del predisponente, se ve compelido
a contratar bajo condiciones generales-, el derecho dispositivo contribuye a determinar el
contenido de estos contratos y a establecer el límite de las condiciones generales.
(13) SANTOS BRIZ, Jaime. Los. contratos civiles. Nsevas perspectivas. Editorial Comares, Granada, 1992, p. 46.
(14) ¡bldem, p. 47.
(15) Ibídem, p. 61.
VII. Justicia contractual
Con frecuencia se afirma que el contrato encarna en sí mismo una garantía de justicia:
puesto que los intereses en juego se garantizan recíprocamente por los contratantes, su
cooperación en la configuración contractual de las relaciones jurídicas conduce a “una
composición de los intereses opuestos en el sentido de lo justo”. Con toda seguridad
puede decirse que es cierto que en el contrato “siempre que este sea realmente paritario”
los intereses opuestos se garantizan recíprocamente por los contratantes06’.
Pero en la enorme mayoría de los casos la justicia contractual es irreal en los contratos
de consumo, porque poder y autonomía privada son incompatibles. La inocultable
concentración de poder en el mercado por parte de las empresas pone en entredicho la
autonomía privada y hace ilusoria la libertad de contratar. Como afirma Flume: En los
contratos en los que existe una excesiva desigualdad de poder no puede haber propiamente
una figura contractual, cuando menos no en los términos tradicionales. Así, cuando alguien
tiene una situación de monopolio de hecho en el tráfico de bienes y servicios de primera
necesidad, no hay margen para un contrato como acto de autodeterminación de ambos
contratantes a causa de la posición de poder unilateral del monopolista07’. Én la medida
en que exista una necesidad inevitable de contratar, en realidad no se contrata, sino que el
contrato solo es una forma legal.
Hay una razón más para la ubicación de esta libertad en el capítulo económico de
nuestra Carta. La libertad de contratar se encuentra vinculada con la posibilidad de
ejercitar y valorizar la propiedad, al extremo que sin aquella esta sería imposible. Así,
el contrato no solo es una figura jurídica del Derecho Privado, que permite el ejercicio
de la propiedad, es también una fórmula jurídica que hace posible el funcionamiento
del mercado, la dinamización de la economía, y con ello el enriquecimiento de la
sociedad(IS). Y es que, como señala Roppo18 (l9), disponer de los bienes implica casi por
definición hacer contratos, pues también se necesita de ellos para materializar muchas
posibilidades de goce.
IX. Conclusión
En suma, la autonomía privada en materia contractual se entiende más cabalmente
en sus alcances económicos que jurídicos, pues ella es la traducción en derecho de un
postulado económico'20’. En buena cuenta, como se ha dicho, se trata del poder que se
otorga a los particulares para facilitarles la creación de riqueza y la circulación de esta. Este
poder jurídico descansa en la facultad que se le confiere a las personas para que creen o
modifiquen derechos subjetivos, lo que no implica la creación de derecho objetivo mediante
la creación de reglas particulares, pero sí les permite apartarse de las normas dispositivas
de nuestro ordenamiento sin derogarlas.
(20) DE PAGE, Henri. Traité élementaire de Divit Civil belge. Tomo II, p. 432; REZZOMiCO. Juan C. Ob.
cit., p. 183.
imperfecto ordenamiento legal, constantemente superado por la realidad y las cambiantes
necesidades de los contratantes en el mercado. Con todo, su ejercicio no puede suponer
facultades libérrimas para los particulares que terminen por favorecer a los poderosos en
el mercado y afecten a los consumidores.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[jp La libre contratación es el derecho que garantiza la facultad para crear, regular, modificar
o extinguir una relación jurídica de carácter patrimonial, a través del acuerdo o convención
de voluntades entre dos o más personas naturales y/o jurídicas; STC Exp. N° 0011-2013-
PI/TC (f. j. 52).
ij) La autonomía de la voluntad se refiere a la capacidad residual que permite a las personas
regular sus intereses y relaciones coexistenciales de conformidad con su propia voluntad:
STC Exp. N° 00047-2004- AI/TC (f. j. 44).
La libre contratación no autoriza perseguir intereses privados cuando estos se hallan reñidos
con el bien común y el orden privado: STC Exp. N° 00011-20I3-AI/TC (f. j. 57).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 22, 23, 59, 20Ü inc. 2); C.P.Ct; art. 44 inc. 12); C.P.: art. 168; C.N.A.: 19,
22; D.U.D.H.: arts. 23,24; P.I.D.C.P.: art. 8.3; P.I.D.E.S.C.: arts. 6 al 8; C.D.N.: art.
32; C.A.D.H.: art. 6, P.S.S.: arts. 6,7
I. Introducción
La importancia del derecho consagrado en el inciso 15) del artículo 2 de la Constitución,
conocido como libertad de trabajo, se ve reforzada por una segunda referencia en el artículo
59 de la misma Carta Política, por la que se consagra al Estado como garante de la libertad
de trabajo(í), así como su vinculación con el artículo 22, que después de declararlo como
deber y derecho lo califica como “(...) base del bienestar social y un medio de realización
de la persona”.
El ejercicio del derecho constitucional de trabajar libremente y con arreglo a ley tie
ne las siguientes formas de manifestarse:
a) La elección del tipo de trabajo que se quiere realizar, sobre la base de las aptitu
des del trabajador y a las características de su proyecto de vida. Conduce a tener
en cuenta, entre otras cosas, el grado de dedicación al trabajo (tiempo completo,
(!) La citada norma constitucional señala: “El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad
de trabajo y la libertad de empresa, comercio e industria”.
(2) DE LA CUEVA, Mario. El nuevo Derecho mexicano del trabajo. Editorial Porrúa, México, 1981, p. 107.
tiempo parcial, labores permanentes o intermitentes), capacitación necesaria,
riesgos que implica la ejecución de cierto tipo de trabajos y otras consideracio
nes, a fin de poder satisfacer necesidades de otro tipo, como podrían ser educa
tivas, familiares, etc.
b) El derecho de cambiar el tipo de trabajo en el momento en que lo estime conve
niente el trabajador, cumpliendo los requisitos establecidos en la ley (comunica
ción de preaviso en caso de los trabajadores contratados a tiempo indeterminado,
o eventual pago de una indemnización por perjuicios en caso de incumplimien
to contractual). Este precepto impide la continuación forzada o coercitiva de un
contrato de trabajo a plazo fijo cuya continuación no desea el trabajador.
c) El derecho de oponerse a cualquier forma de trabajo forzoso(J).
d) La necesidad de que el trabajo a ejecutarse no sea contrario al ordenamiento le
gal vigente, en cuanto este pudiera prohibir determinado tipo de actividades por
ser contrarias al orden público (por ejemplo, el trabajo que implique una activi
dad delictiva en su ejecución).
(3) El artículo 6, inciso 3, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Costa Rica, 1969; señala
los tipos de trabajo que no se consideran forzosos.
(4) Artículo 148.-Ningún género de trabajo, industria o comercio puede ser prohibido, a no ser que se oponga
a las costumbres públicas, a la seguridad, y a la salubridad de los peruanos.
En lo que se refiere a las Constituciones del siglo pasado, en todas ellas (1920,
1933, 1979 y 1993)(S), se reconoce este principio, que está también plasmado en diversos
instrumentos internacionales como en las constituciones de otros países, lo que lo convierte
en un principio aceptado universalmente.
(5) Constitución de 1920. Artículo 46.- La Nación garantiza la libertad de trabajo pudiendo ejercerse libre
mente todo oficio, industria o profesión que no se oponga a la moral, a la salud ni a la seguridad pública.
La ley determinará las profesiones liberales que requieran título para su ejercicio, las condiciones para
obtenerlo y las autoridades que han de expedirlo.
Constitución de 1933. Artículo42.- El Estado garantiza la libertad de trabajo. Pueden ejercerse libremente
toda profesión, industria u oficio que no se opongan a la moral, a ía salud, ni a la salubridad pública.
Constitución de 1979. Artículo 2.- Toda persona tiene derecho (...) 13) A elegir y ejercer libremente su
trabajo, con sujeción a la ley.
los Estados Parte se comprometen a garantizar los derechos sociales y cultura
les, en particular, el derecho al trabajo, a la libre elección de trabajo, a condicio
nes equitativas y satisfactorias de trabajo, a la protección contra el desempleo, a
igual salario por trabajo igual y a una remuneración equitativa y satisfactoria.
f) Asimismo, encontramos una referencia similar en el artículo 10.A de la Decla
ración sobre el Progreso y el Desarrollo en lo Social, proclamada por la Asam
blea General de las Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1969, que señala:
“La garantía del derecho al trabajo en todas las categorías y el derecho de todos
a establecer sindicatos y asociaciones de trabajadores y a negociar en forma co
lectiva; el fomento del pleno empleo productivo, la eliminación del desempleo
y el subempleo, el establecimiento de condiciones de trabajo justas y favorables
para todos, inclusive el mejoramiento de la salud y de las condiciones de segu
ridad en el trabajo; la garantía de una remuneración justa por los servicios pres
tados sin discriminación alguna, así como el establecimiento de un salario mí
nimo suficiente para asegurar condiciones de vida decorosas; la protección del
consumidor”.
g) En el artículo 12 de la Declaración de los Derechos y Libertades fundamenta
les, aprobada por el Parlamento europeo mediante resolución de 16 de mayo de
1989: Io Todos tienen derecho a elegir libremente su profesión y su lugar de tra
bajo y a ejercer libremente su profesión. 2o Nadie podrá ser privado de su traba
jo por razones arbitrarias y a nadie se le podrá obligar a un trabajo determinado.
h) Finalmente, el artículo 6.1 del Protocolo de San Salvador indica: “Toda perso
na tiene derecho al trabajo, el cual incluye la oportunidad de obtener los medios
para llevar una vida digna y decorosa a través del desempeño de una actividad
lícita libremente escogida o aceptada”.
“El atributo para elegir a voluntad la actividad ocupacional o profesional que cada
persona desee o prefiera desempeñar, disfrutando de su rendimiento económico y
satisfacción espiritual; así como de cambiarla o de cesar de ella. Para tal efecto, dicha
facultad autodeterminativa deberá ser ejercida con sujeción a la ley. Por ello es que
existen limitaciones vinculadas con el orden público, la seguridad nacional, la salud
y el interés público”^.
(6) STC Exp. N' 0008-2003-AI/TC, f. j. 6. Similares conceptos barí sido ratificados en: STC Exp. >?' 405S-
2004-AA/TC, f.j. 5 y STC Exp. N° OO026-2GO8-P l/TC. f. j, 47.
(7) STCExp.NoC2235-2004-AA:TC, f.j. 2.
(8) STC Exp. N° 03504-2007-ItVTC, f. i. 2.
Asimismo, lo ha diferenciado de la libertad de empresa(9)10y ha establecido límites al
mismo en función del incumplimiento de requisitos u obligaciones que impone a ley en res
guardo de derecho de terceros (caso de sanciones de inhabilitación para el ejercicio de cier
tas actividades como consecuencia de haber ocasionado accidentes de tránsito o el incum
plimiento o pérdida de los requisitos impuestos para el desempeño de ciertas actividades™.
A modo de conclusión, podríamos decir que, uno de los conceptos más importantes
que sustenta la libertad de trabajo radica en el reconocimiento que esta libertad está es
trechamente vinculada a la subsistencia y a la necesidad de cada persona de atender a la
misma y la de los familiares que dependen de él, para lo cual tiene que realizar la activi
dad que estime conveniente para lograr dicho propósito.
URISPRUDENCIA RELACIONADA
g La libertad de trabajo es una manifestación del derecho al trabajo que se define como el de
recho a elegir libremente una profesión u oficio: STC Exp. N° 03330-2004-AA/TC (f. j. 31).
[gjj La libertad de trabajo puede ser entendida como la facultad de ejercer toda actividad que
tenga como finalidad el sustento vital de la persona: STC Exp. N° 02450-2007-PA/TC (f.j. 4).
jjj La libertad de trabajo es el atributo para elegir a voluntad la actividad ocupacional o profesio
nal que cada persona desee o prefiera desempeñar: STC Exp. N° 0020-2014-PI/TC (f.j. 31).
La libertad de trabajo comprende la libre elección del trabajo, la libertad para aceptar o no
un trabajo y la libertad para cambiar de empleo: STC Exp. N° 04058-2004-PA/TC (f. j. 5).
jjl La libertad de trabajo implica disfrute del rendimiento económico del trabajo, así como la
satisfacción espiritual que conlleva su realización: STC Exp. Nfl 00008-2003-AI/TC (f.j. 26).
[jp La libertad de trabajo no es un derecho irrestricto, sino que debe ser ejercido de acuerdo a
las leyes, como las que exigen contar con licencias de funcionamiento: STC Exp. N° 03504-
2007-PA/TC (f.j. 2).
(j) El Estado debe proteger, sin diferencias, tanto al trabajador dependiente como a la perso
na que realiza actividades económicas por cuenta propia: STC Exp. N° 03330-2004-AA
(f.j. 31).
BIBLIOGRAFÍA
DE LA CUEVA, Mario. El nuevo Derecho mexicano del trabajo. Editorial Porrúa, México, 1981.
Artículo 2 Derecho a la propiedad
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
16. Ala propiedad (...).
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 70 al 74, 88, 89, 200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 14); C.C.: arts. 444, 923
y ss.; C.P.; arts. 185 y ss., 202, 446; Ley 27157: arts. 7, 9, 14, 17, 23; D. Leg. 653:
art. 4 y ss.; D.S. 011-91-AG: art. 1; D. Leg. 1192: art. 24 inc. 24.2; D.U.D.H.: art. 17;
C.A.D.H.: art. 21
La propiedad puede ser estudiada desde muchos puntos de vista: económico, socio
lógico, histórico, político y también jurídico.
Por la propiedad los hombres luchan y se enfrentan, desde el inicio de los tiempos.
El hombre se esfuerza y trabaja para ser propietario. La condición de propietario le per
mite satisfacer sus necesidades y las de su familia. Le permite, además, ahorrar para su
edad madura y finalmente transmitir a sus sucesores aquello que acumuló durante su vida.
En sentido jurídico, la propiedad es generalmente vista como la que recae sobre bie
nes singulares. Por esto se dice “soy propietario de mi casa” o “de mi automóvil”. Pero
también hay propiedad sobre los entes productivos, tales como las fábricas, las minas, los
fundos, etc. Estos entes productivos agrupan numerosos bienes singulares, muebles e in
muebles, corporales e incorporales.
La propiedad es el derecho real más completo e importante. Los derechos reales re
caen sobre los bienes. La palabra “reales”, se basa en el concepto de “res” (cosa). La pro
piedad, dice el Código Civil, es el poder jurídico que permite usar, disfrutar, disponer y
reivindicar un bien (art. 923).
Usar es la facultad que permite servirse del bien. .En esto no hay un aprovechamien
to económico directo. Hay aprovechamiento indirecto porque sin duda el propietario que
vive en su casa, por ejemplo, obtiene un beneficio económico: evita tener que alquilar una
casa y consiguientemente pagar la renta. Lo mismo el dueño del carro que lo usa para ir
a su trabajo.
Disfrutar es apropiarse de los frutos que el bien produce. Este es un atributo que con
fiere al propietario una clara ventaja económica. Frutos son para el Derecho los provechos
económicos que genera un bien, sin disminuir su sustancia (art. 890 del CC). En senti
do más estricto, frutos son los excedentes o rentas que producen los bienes o conjunto de
bienes. Hay varias clases de frutos, los naturales, industriales y civiles (art. 891 del CC).
Disponer del bien es el derecho que tiene el propietario para acabar o terminar con su
propiedad. Hay actos de disposición material y de disposición jurídica. La primera autoriza
a consumir o destruir una cosa. Así ocurre cuando el propietario de alimentos los consume
o cuando el dueño de un bien de escaso valor, lo echa a la basura. Obviamente, en estos ca
sos el derecho de propiedad se extingue. Pero también hay disposición jurídica, que se pre
senta cuando el propietario vende o dona el bien de su propiedad. Acá también la propie
dad se acaba, pero solo para el titular porque el derecho sigue para quien lo ha adquirido.
No existe otro derecho sobre las cosas que confiera en forma conjunta todas estas fa
cultades al titular. Por esto el Código Civil francés de .1804 definió el derecho de propie
dad como aquel que permite usar, gozar y disponer de un bien “del modo más absoluto”.
Hoy, sin embargo, se admite que la propiedad tiene límites cuando está enjuego el bien
común o el derecho de los demás. Por esto el Código Civil admite la posibilidad de que
por ley se le impongan limitaciones o restricciones.
A este respecto, pueden citarse algunas resoluciones del Tribunal Constitucional en las
que este ha afirmado que la propiedad no es un derecho absoluto (Exps. N°s 0031-2004-
AI y 0050-2004-AI). Sin embargo, la doctrina es uniforme al atribuirle a la propiedad los
siguientes caracteres: derecho real, absoluto, exclusivo y perpetuo. El carácter de derecho
absoluto consiste en que el titular goza de todos los atributos sobre el bien: usar, disfrutar
y disponer. ¿En qué quedamos? ¿Es en efecto la propiedad un derecho absoluto? La res
puesta es que sí lo es porque es el único derecho real que atribuye al titular todas las fa
cultades sobre el bien. Ningún otro derecho real es igual a este. Todos los demás son en
realidad parte del derecho de propiedad y confieren solamente algunos atributos. Pero, de
otro lado, no podemos olvidar que por mandato del propio Código Civil (art. 923), la pro
piedad se ejerce “en armonía con el interés social” (hoy en día el “bien común” y dentro
de los límites de la ley.
En la norma constitucional bajo comentario no debe entenderse, por otra parte, la pro
piedad circunscrita o limitada a las cosas singulares, tal como la define el artículo 923 del
Código Civil. Debe entendérsela en su acepción amplia, es decir, vinculada a la noción de
patrimonio, el cual es en realidad una universalidad jurídica integrada por activos (dere
chos, créditos) y pasivos (deudas)(l). Pero la noción económica de patrimonio se aparta un
poco de esta concepción jurídica y alude más bien a los activos patrimoniales. Por esto se
afirma que determinada persona tiene “un patrimonio importante”.
(1) El Tribunal Constitucional se pronunció en este sentido en la ejecutoria recaída en la acción de ¡nconsti-
tucionalidad que se interpuso contra el Decreto de Urgencia N’ 140-2001, Expediente N° 008-2003-AI/
TC, publicada en El Peruano del 14 de noviembre de 2003.
Lo que protege la Constitución es la propiedad que recae sobre la masa patrimonial y
sobre los bienes que la integran. Todos los activos de una persona merecen amparo cons
titucional y cualquier acto u omisión de una autoridad, funcionario o persona, que vulne
re, amenace u ocasione detrimento de la integridad patrimonial de una persona, habilita,
repito, para la interposición de una acción de amparo (art. 200, inc. 2 de la CP).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
([i El derecho de propiedad es el poder jurídico que permite a una persona usar, disfrutar,
disponer y reivindicar un bien: STC Exp. N° 00008-2003-AI/TC (f. j. 26).
jjl El origen del derecho de propiedad no reside en la voluntad política del legislador, sino en
la propia naturaleza humana: STC Exp. N“ 00008-2003-AI/TC (f. j. 26).
El pago de un concepto a quien no tiene título para obtenerlo representa un cobro indebido
y, por consiguiente, una afectación del derecho de propiedad: STC Exp. N’ 00043-2007-
PA/TC (f. j. 7).
jÜ Es necesario que el Estado cree las garantías que permitan institucionalizar el derecho a la
propiedad, de forma tal que se cuente con los mecanismos indispensables para combatir
los actos ilícitos que atenten contra los derechos de los propietarios: STC Exp. N® 0018-
2015-PI/TC (f. j. 32).
BIBLIOGRAFÍA
BORDA, Guillermo A. Manual de Derechos Reales. 4a edición, Perrot, Buenos Aires, 1994; CAS
TAÑEDA, Jorge Eugenio. Instituciones de Derecho Civil. Los Derechos Reales. Tomo I, Editorial
Castrillón Silva, Lima, 1952; MA1SCH VON HUMBOLDT, Lucrecia. Los Derechas Reales. 3“
edición, Librería Studium, Lima, 1984; PEÑA BERN ALDO DE QUIROZ, Manuel. Derechos Rea
les. Derecho Hipotecario. 2a edición, Editado por la Sección de Publicaciones de la Universidad de
Madrid, Madrid, 1986; PUIG BRUTAU, José. Fundamentos de Derecho Civil. Tomo III, 2a edición,
volumen I, Casa Editorial Bosch, Barcelona, 1974; ROMERO ROMAÑA, Eleodoro. Derecho Civil.
Los Derechos Reales. Torno I, 2a edición, Lima; VALENCIA ZEA, Arturo. Derecho Civil. Derechos
Reales. Tomo II, 5” edición, Temis, Bogotá, 1958.
Artículo 2 Derecho a la herencia
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
16. (...) a la herencia.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.P.Ct.: art. 44 inc. 14); C.C.: arts. 304,660 y ss., 815 y ss.
En lo que concierne a la herencia, tienen derecho a ella los sucesores, quienes pueden
ser herederos o legatarios de acuerdo a su designación legal o voluntaria.
Existen tres intereses, abogando cada uno de sus titulares por ejercer su derecho: el
testador, su libertad de disponer libremente; la familia, su cuota legitimaria; y el Estado,
recogiendo la herencia a falta de herederos.
(l) RADBRUCH, Gustavo. Filosofía del Derecho. 4= edición, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid,
!959,p. 206.
ía muerte de su propietario, pues “significaría un considerable e improductivo dispendio de
fuerzas el que las unidades económicas con que la sociedad misma se organiza, pudieran
desaparecer con los hombres que las sostuvieron y hubieran de ser continuamente creadas
por nuevos hombres"®. Concluye señalando que “en toda sociedad ha de estar, por eso,
jurídicamente regulada la sustitución por otro del propietario fallecido de una unidad
económica"®, necesitando toda sociedad un orden sucesorio, cuya forma individualista
es el derecho hereditario.
Hemos dicho que la sucesión es la trasmisión patrimonial y de otros derechos por causa
de muerte. El patrimonio objeto de la trasmisión constituye la herencia. En sentido lato,
esta significa trasmisión y patrimonio. En otras palabras, se le identifica con el concepto
sucesión y con el objeto de la misma. Fue en ese sentido que se legisló la herencia en
el Código Civil de 1852, cuyo título correspondiente se titulaba Del modo de adquirir
el dominio por herencia. A pesar de ello, su comentarista Samanamíi® reconocía que
sucesión y herencia eran términos muy distintos, lo cual fue ratificado por Calle®. En su
nota al artículo 3279 del Código argentino, Vélez Sarsfield decía que herencia y sucesión
eran sinónimos en Derecho. Bien acota Arias005, en crítica a esta afirmación, que si ello
fuera absolutamente cierto, la ley no podría referirse, como lo hace, a la sucesión a título
I. Herencia
Llamada masa hereditaria total, acervo bruto, común o ilíquido. Está constituida
por el conjunto de bienes y obligaciones de las que el causante es titular al momento de
su fallecimiento, incluyendo todo lo que el difunto tiene, o sea, el activo; y todo lo que
debe, o sea, el pasivo. “Se caracteriza este acervo porque en él se confunden los bienes
propios del difunto con bienes que pertenecen a otras personas, y no al causante o a este
conjuntamente con otras personas”02’.
La herencia así entendida no es objeto de partición, pues esta debe hacerse únicamente
sobre el activo remanente, cuando se haya cumplido con todas las obligaciones.
(11) BARBOT, Raúl. De las sucesiones. Derecho Civil uruguayo. Anotaciones al Código Civil. Tomo I,
Montevideo, Librería El Correo, 1929, p. 7.
(12) SOMARRIVA UNDURRAOA, Manuel. Derecho Sucesorio. 3a edición actualizada, versión de Rene
Abetiuk, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1981, p. 67.
(13) M EZ A BARROS, Ramón. Manual de la sucesión por causa de muerte y donaciones entre vivos. 3a edición,
Universidad de Chile, Santiago, p. 74.
c) Deudas propias del causante: Debe tenerse en cuenta que la responsabilidad
civil por acto ilícito de un cónyuge no perjudica al otro en sus bienes propios
ni en la parte de los de la sociedad que le corresponden en caso de liquidación
(art. 309 del CC).
d) Los derechos innatos y las obligaciones personalísimas: Estos no son
transmisibles. Los bienes innatos, como señala De Gásperi°4>, son los derechos
que por confundirse con la existencia misma de la persona, como la libertad,
el honor, la integridad física, el nombre, etc., ni son valuables en dinero, ni
transmisibles por sucesión, así sea singular o universal.
e) Cargas de la herencia: El artículo 869 del Código Civil determina que son
de cargo de la masa hereditaria los gastos del funeral y, en su caso, los de
incineración, que se pagan preferentemente; asimismo, los provenientes de la
última enfermedad del causante y los de administración. Por otro lado, el artículo
870 del mismo Código faculta a las personas que hayan vivido en la casa del
causante, o se hayan alimentado por cuenta de este, a exigir al albacea o a los
herederos que continúen la atención de estos beneficios con cargo a la masa
hereditaria durante tres meses.
En nuestro ordenamiento jurídico, no son deducibles otros conceptos como los gastos
en que incurren los sucesores para tomar posesión de los bienes hereditarios, los cuales
son de cargo de los sucesores.
Por ello, el acervo imaginarlo está constituido por la herencia en sentido estricto
más los actos de liberalidad otorgados por el causante sin dispensa de ser colacionados.
Es la masa imputable; el patrimonio objeto de la división. La fórmula para obtenerla es:
relictum debitum + donalum. Dicho cálculo no es otra cosa que una reunión ficticia. “Es1416
15
(14) DE GA SPERl, Luis. Tratado d.e D«rttcho Hereditaria. Tokio I, Parte General, Tipográfica Editora Argentina,
Buenos Aires, ,1953, p. 53.
(15) SOMAR.RIVA UNDURRAGA, Manuel. Ob. cit., p. 308.
(16) Loe. cit,
importante hacer notar enseguida que las operaciones antedichas deben ser ejecutadas
precisamente en el orden indicado: o sea, que el debitum debe ser sustraído del relictum
antes de agregarle el donatum. Si aritméticamente es lo mismo agregar antes el donatum
y sustraer después el debitum, jurídicamente la conclusión puede variar por el hecho de
que los acreedores, en la hipótesis de que el debitum superase al relictum, no pueden
pretender la reducción del donatum en satisfacción de sus créditos”07*. En este sentido, las
donaciones y los anticipos de legítima se reputan como entrega a cuenta de la herencia.
El acervo imaginario se distingue de los conceptos analizados en que no es forzoso que
exista. “En toda sucesión habrá un acervo ilíquido y uno líquido, pero no siempre existirán
acervos imaginarios”08*. La sabia acepción acervo imaginario la utilizó Andrés Bello en
el Código Civil de Chile (arts. 1185 y 1193).
Queremos terminar con una cita de nuestro gran historiador Jorge Basadre, de quien
me precio haber sido amigo, en La vida y la historia-. “No ignoro que en nuestro tiempo y,
con mayor fuerza, en los años futuros, valores provenientes del trabajo, del talento y del
poder político arrinconan y arrinconarán todavía más el respeto a la herencia o al nombre.
Sin embargo, hay algo de cierto en quienes creen que si se evoca la vida de los antepasados,
por encima de frívolas vanidades o torpes engaños, es dable observar en ella, mejor que
en cualquier otro dominio, la prolongación de nuestra breve existencia en el ámbito más
vasto de la especie. Así se explica que, según Goethe, el hombre puede concebirse como
un ser colectivo”00.
(17) BARBERO, Domenico. Sistema del Derecho Privado. Tomo V. Sucesiones por causa de muerte. índices
generales de la obra. Traducción de Santiago Sentís Melendo. Ejea, Buenos Aires, i 967, p. 220.
(18) SOMARRIVA UNDURRAGA, Manuel. Ob. cit., p. 72.
(i9) K.IPP,Theodor. “Derecho de Sucesiones". En: ENNECCERUS, Ludwig; KIPP, Theodor y WOLFF, Martín.
Tratado de Derecho Civil. Tomo V, volumen I, traducción de Blas Pérez González y José Alguer, Bosch,
Barcelona, 1951, p. 1.
(20) BINDER, Julius. Derecho de Sucesiones. Traducido de la segunda edición alemana y anotado conforme
al Derecho español por José Luis Lacruz Berdejo, Editorial Labor, Barcelona, 1953, p. 1.
(21) BASADRE GROHMANN, Jorge. La vida y la historia. Ensayos sobre personas, lugares y problemas.
Fondo del Libro del Banco Industrial del Perú, Lima, 1975, p. 29.
J L' RISPRUDF:NCI A REI, Ai TONA D A
gjj Por herencia se debe entender la entera consideración del derecho sucesorio a causa
de la muerte: STC Exp. N” 03347-2009-PA/TC ti' j. 11).
gtj La herencia es tanto una garantía institucional como un derecho subjetivo: STC Exp.
bT 03347-2009-PA/TC (f.j. 17).
La jurisdicción constitucional puede asumir, excepcional mente, ía labor de interpretar
testamentos, así como el control de su contenido: STC Exp. N 03347-2009-PA/TC
(f-j. 19).
H La voluntad del testador tiene los mismos alcances que la ley para las partes
concernidas: STC Exp. N° 03347-2009-PA/TC (f. j. 20).
ifíi La intención dei causante debe extraerse de la literalidad del testamento, bajo una
interpretación razonable y no forzada de sus términos y advirtiendo la armonía v
correlación entre todas sus cláusulas: STC Exp. N° 03347-2009-PA/TC (f. j. 20).
lfj¡ Si hubiere varios testamentos secuenciales, sucesivos y opuestos, el posterior elimina
al anterior, pues lo que cuenta es la última voluntad de! causante: STC Exp. N4 03347-
2009-PA/TC (f.j. 20).
fjgjl Las entidades financieras no pueden compensar, mota proprio, la deuda contraída
por el causante de la pensión que corresponde a sus herederos: STC Exp. N® 03682-
2012-PA7TC (f. j, 9).
BIBLIOGRAFÍA
ARIAS, José. Derecho Sucesorio, 2’ edición, Editorial Guillermo Kraü Ltda.. Buenos Aires, 1950;
BARBERO, Domenico. Sistema de! Derecho Privado. Tomo V, Ediciones Jurídicas Europa-América,
Buenos Aires, !967; BARBOT, Raúl. De las sucesiones. Derecho Civil uruguayo. Anotaciones al
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y anotado conforme al Derecho español por José Luis Lacruz Berdejo, Editorial Labor, Barcelona,
1953; BORDA, Guillermo A. Tratado de Derecho Civil argentino; con la colaboración de PELTZER.
Federico J.M. Tomo I, 2a edición, Editorial Perrot, Buenos Aires, 1964; CALLE, Juan José. Código
Civil del Peni anotado con las modificaciones que contendrá el Proyecto de nuevo Código que en
breve presentará al Poder Ejecutivo la Comisión Reformadora, creada por Supremo Decreto dé 26
de agosto de 1922. Librería e Imprenta Gil, Lima, 1928; DE GÁSPERI, Luis. Tratado de Derecho
Hereditario. Tomo I, Tipográfica Editora Argentina, Buenos Aires, 1953; KíPP, Theodor. Derecho de
Sucesiones, En: ENNECCERUS, Ludwig; KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. “Tratado de Derecho
Civil”. Tomo V, Volumen I, Editor!al Bosch, Barcelona, 1951. traducción de Blas Pérez González y José
Alguer, MEZA BARROS, Ramón. Manual de la sucesión por causa de muerte y donaciones entre
vivos. 3a edición, Universidad de Chile, Santiago; RADBRUCH, Gustavo. Filosofía del Derecho. 4*
edición, Editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, í959; RIFERT, Georges y BOULANG.ER,
Jean. Tratado de Derecho Civil (según el Tratado de Planto!). Tomo X, Volumen í, La Ley, Buenos
Aires, 1965, traducción de Delia García Datreaux; S AMANAMÚ, Francisco. instituciones de Derecho
Civil. Tomo I, Librería Española La Académica, Lima,1911; SOM A RRI VA UNDURRAGA. Manuel.
Derecho Sucesorio, Versión de René Abeliuk 8a, 3“ edición actualizada, Editorial Jurídica de Chile,
1981; TRIMARCHI, Pleito. Istituziom diDlrítío Prívalo. 6“ edízione, Giuffre, Milano, 1983.
Artículo 2 Participación en la vida política, económica,
social y cultural de la Nación
Toda persona tiene derecho:
(...)
17. A participar, en forma individual o asociada, en la vida
política, económica, social y cultural de la Nación. Los
ciudadanos tienen, conforme a ley, los derechos de elección,
de remoción o revocación de autoridades, de iniciativa
legislativa y de referéndum.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 13),30yss., i39inc. 17), 107,152,153,176y ss., 190,200 inc. 2), 206;
C.P.Ct.: art. 44 inc. 16); C.P.: art. 354 y ss.; Ley 26300: arts. 11 y ss., 20 y ss., 37 y ss.;
L.O.E.: arts. 2,16 y ss, 26y ss, 106,112, i 28,348,382,386; R. 662-2011-JNE; R. 0604-
201LJNE; R. 335-2020-JNE; D.U.D.H.: art. 21; P.I.D.C.P.: art. 25; C.A.D.H.: art. 23
Si bien en principio todos los ciudadanos cuentan con la misma cantidad y calidad de
Derechos Fundamentales, factores externos como la calidad y la efectivización de esos de
rechos nos muestran una división social en el interior de la comunidad política.
En este sentido debemos explicar que este concepto jurídico tiene una doble naturale
za constitucional: Son a la misma vez derechos de la persona y son un orden institucional
en la sociedad. Es decir, que sobre la base del reconocimiento de estos derechos, el Esta
do está obligado a respetar los derechos subjetivos de la persona.
Para ello es necesario dar algunas características que presentan estos derechos: El ca
rácter general de los mismos; porque todas las personas tienen en su ámbito de dominio
Derechos Fundamentales; son inalienables, es decir no pueden ser disponibles por el Es
tado o por otro ciudadano; parten del principio de “no discriminación”, reconociendo de
esta manera la plena y absoluta igualdad entre los ciudadanos®.
(I) LANDA ARROYO, César. “Teorías de los derechos fundamentales”. En: LANDA ARROYO, César.
Derecha Constitucional peruano. Materiales de enseñanza, PUCP, Lima, 2000.
(2) Entendiéndose esta afirmación desde el punto de vista teórico.
(3) Los Derechos Humanos son diferentes de los Derechos Fundamentales, pero los segundos son parte inte
grante de los primeros. La diferencia obedece a un criterio de género a especie.
2. La ciudadanía
Entendemos el concepto de ciudadanía a aquella condición que posee un individuo en
una comunidad que comprende un conjunto de derechos y responsabilidades, cuyo ejer
cicio es garantizado constitucional e institucionalmente por el Estado con la finalidad de
construir y fortalecer una comunidad política.
3. El ciudadano
Uno de los elementos constitucionales y políticos más significativos para la cultura
política es a la vez uno de los elementos menos valorados por el derecho constitucional,
justamente por su implicancia política. Nos referimos al ciudadano, como institución y
no en cuanto a su identificación como persona.
En este sentido, en los países con una mayor tradición política los ciudadanos interio
rizan la relación “Estado-Vinculación obligatoria-Ley-sociedad”, lo cual facilita la vida
cotidiana en términos de relación con los demás ciudadanos y el propio Estado.
(4) ALTAVA, Miguel Guillermo y otros. Lecciones de Derecho comparado. Castelló de Plana: Universidad
Jaume I, 2003, p. 74.
a) Producto de la conquista y colonización española, la diferenciación social se ha
interiorizado en la psiquis colectiva, al nivel de que los procesos de discrimina
ción y racismo todavía se manifiestan en la vida social nacional.
b) Producto de los procesos de formación y estabilización de gobiernos, se ha in
teriorizado la relativización de los procesos democráticos.
El mejor ejemplo de lo manifestado, se produjo en el golpe de Estado del 5 de
abril de 1992, donde la misma ciudadanía aceptó dicho quiebre democrático, le
gitimando el gobierno de facto de Alberto Fujimori.
c) Producto de la deslegitimación constante del Estado en la prestación de servi
cios públicos, la ciudadanía no valora la importancia de su estructura política
manifestada en todos los niveles de gobierno, por cuanto las considera alejada
a su realidad.
En conjunto, lo descrito nos permite fundamentar que existe una situación que puede
categorizar a la ciudadanía como institución en diferentes categorías, lo cual de por sí, es
un error producto de nuestra propia evolución político constitucional.
Sin embargo, las circunstancias actuales que existen en nuestro país pueden modifi
car o por lo menos cuestionar la premisa inicial.
Estos factores, entre otros, nos permiten hipotetizar que en cuanto al efecto goce de
Derechos Fundamentales, no todos los ciudadanos tienen la misma perspectiva de equiva
lencia, pues ahora se debe analizar y sumar otro factor: la calidad del derecho a gozarse.
En este sentido, no es lo mismo gozar del derecho a la Educación, si este está limita
do a una educación deficiente (si lo evaluamos como servicio público), con un déficit cu-
rricular y metodologías obsoletas.
Por estas diferencias en el efectivo goce de derechos y el acceso a gozar de las garan
tías institucionales en la actualidad se discuten hasta tres tipos (grados) de ciudadanías(5).
(5) BERMÚDEZ TAPIA, Manuel. Categorías de derechos fundamentales por el goce de derechos. PUCP,
Riva Agüero, Lima, 2002.
b) La ciudadanía de segunda clase, donde se encuentra un sector de la población
que no puede gozar de la totalidad de sus derechos civiles, políticos, económi
cos, sociales, culturales y lingüísticos.
Por lo general este sector social está relegado del desarrollo nacional. En este
punto se tiende a confundir el significado de los derechos, entendiéndose estas
como concesiones de los Estados a favor de la persona humana, siguiendo una
teoría obsoleta que puede encontrar antecedentes en el modelo historicista del
siglo XIII dentro de las Teorías del Estado de los Derechos Fundamentales®.
En este sentido, conforme lo establece e-1 pacto social, para que el Estado adquiera su
legitimidad (por su existencia), se requiere que una sociedad lo conforme, la misma que
denota en forma implícita el reconocimiento de la voluntad de los individuos a confor
marla en una comunidad política.
Bajo esta perspectiva, la participación de los ciudadanos, como individuos en una co
munidad política, implica necesariamente una acción política que sea capaz de negociar
con los poderes y las administraciones locales aquello que se considere de necesidad,
tanto para el mismo ciudadano como para la propia comunidad
* 105.
La desvinculación del ciudadano con la comunidad política, por lo tanto, puede ser
un factor desequilibrante en la construcción de un Estado de Derecho social y democráti
co, por cuanto le resta la fundamentación político constitucional que toda Administración
y Gobierno de Estado debe tener.
La importancia por lo tanto de una comunidad política, es tal que debe evaluarse a
dicha estructura como un sujeto político en sí mismo, al tener una categoría autonómica
frente a los ciudadanos que la conforman.
Las dinámicas internas y las influencias externas, determinan que las comunidades
políticas no necesariamente siguen los parámetros prefijados por los Estados y los dife
rentes gobiernos y ello fundamenta nuestra posición.
6. La simbiosis csudadano-sociedad-Estado
El artículo 2, inciso 17 por los contenidos que implica, ha requerido de la presenta
ción dogmática de una serie de conceptos, sin los cuales resultaría complicado entender
CIO) MERAS I TRIAS, Pilar. La acción política desde la comunidad. Grao, Barcelona, 2008, p. 34.
cómo se fundamenta la relación con el resto de sus conciudadanos como también con el
propio Estado.
Esta relación existente es simbiótica, por cuanto la relación se produce vía interacción
entre los diferentes actores existentes: ciudadano, comunidad política (sociedad) y Estado.
Por lo tanto, al igual que en lo biológico, en lo político existe una relación en conjunción
de organismos disímiles en íntima asociación y con efectos benéficos.
Esta relación simbiótica se traduce en cuatro niveles, tal como lo describe la propia
constitución:
: En este sentido, hay una relación proporcional entre el Estado y el ciudadano, por el
cual el primero otorga y genera condiciones para mantener la identidad cultural de la so-
cicdad, y la última garantiza la continuidad de los valores que legitiman al propio Estado.
Por lo tanto, corresponde señalar que este derecho solo se ejerce en forma excepcio
nal y condicional al cumplimiento de determinados requisitos.
1. Iniciativa legislativa
La iniciativa legislativa en principio corresponde, por cuestión natural, a las autori
dades políticas elegidas en proceso democrático y por cuestión de legitimidad funcional,
también les asiste a determinados organismos públicos y privados (colegios profesionales).
En. forma complementaria, los ciudadanos pueden tener la misma facultad siempre y
cuando alcancen el requisito de tener el 0.3% de ciudadanos inscritos en el padrón electoral
2. Pedido de referéndum
Es regulado también por la Ley N° 26300, con la variación del número del porcentaje
exigido, el cual es del 10% de los ciudadanos considerados electores nacionales.
Por sus propias implicancias, el Ejecutivo no puede observar esta iniciativa, pero tam
bién estas iniciativas deben estar sujetas a las mismas condiciones que se les imponen a los
parlamentarios, cuando se trata de evaluar temas de naturaleza tributaria o constitucional.
¿7 El artículo 2. inciso 17, de la Constitución establece que toda persona tiene derecho a
participar en forma individual o asociada en la vida política de la Nación. A mayor ahon
damiento, de conformidad con el artículo 35 de la Carta Fundamental, es posible ejercer
dicho derecho “individualmente o a través de organizaciones políticas como partidos,
movimientos o alianzas, conforme a ley’’: STC Exp. N° 00105-2013-PA/TC (f.j. 5).
gjl El derecho al voto activo y pasivo debe ejercerse a través de elecciones periódicas genuinas,
mediante el sufragio universal y equitativo y mediante voto secreto u otro procedimiento
equivalente que garantice la libre expresión de la voluntad de los electores. Estos son
elementos esenciales para asegurar que los individuos participen en la vida política de su
comunidad: STC Exp. N° 0008-2018-PI/TC (f. j. 42).
BIBLIOGRAFÍA
ALTAVA, Miguel Guillermo y otros. Lecciones de Derecho comparado. Castelló de Plana: Universidad
Jaume I, 2003; BERMUDEZ TAPIA, Manuel. Categorías de derechos fundamentales por el goce
de derechos. PUCP, Riva Agüero, Lima, 2002; HERAS I TRIAS, Pilar. La acción política desde la
comunidad. Graó, Barcelona, 2008; LANDAARROYO, César. “Teorías de los derechos fundamen
tales”. En: LANDAARROYO, César. Derecho Constitucional peruano. Materiales de enseñanza,
PUCP, Lima, 2000; TAYLOR, Charles. El multiculturalismo y la “política del reconocimiento".
Fondo de Cultura Económica, México, 1993.
Artículo 2 Reserva de convicciones
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
18. A mantener reserva sobre sus convicciones políticas, filo
sóficas, religiosas o de cualquiera otra índole, asi como a
guardar el secreto profesional.
(■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arto. 2 inc. 3), 4), Í7), 31, 35; C.P.. arts. 157, 165, L.OJP.J.: art. 288 inc. 4);
D.WD.H.: srts, 2, í, 18, 19,21,37 ine. 25y, P.I.D.C.P.: arts. í8;C.A.D.H.:arts. 12,13
(i) COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS. Protección fie los Derechos Humanos. Definiciones operativas.
Comisión Andina de Juristas, Lima, 1997, p. 198.
protección personal frente a probables actos de discriminación, acoso o perjuicio por ra
zón de las convicciones que podrían presentarse en la vida diaria.
(2) CUADROS VILLENA, Ferdinand. Etica de la abogada y deontologíaforense. Fecal, Lima, 1994.
condición más o menos homologa (de allí el deber de los periodistas, por ejemplo, de no
revelar sus fuentes de información'3456'.
Ahora bien, queda claro que las obligaciones que surgen como parte de la dinámica
confíente-confesor, difieren en atención al tipo de relación que se genera entre ambos. En
atención a esta consideración, autores como Antonio Serrano, consideran que el secreto
se puede clasificar en tres categorías™:
Secreto natural: Es aquel que emana de una declaración amical. Su reserva se en
cuentra garantizada, por la caridad o la fidelidad a la persona, en razón del daño que su di
vulgación puede ocasionad®.
Al respecto, y en consonancia con varios de los apuntes doctrinarios hasta aquí enun
ciados, nuestro Tribunal Constitucional ha señalado que el derecho a “guardar el secreto
profesionaF’supone una obligación para el profesional (abogado, notario, médico, periodista,
etc.) de mantener en reserva o confidencialidad las confesiones, hechos, situaciones o cual
quier noticia de la que haya tomado conocimiento, o que se le haya confiado de modo di
recto en su condición de profesional o técnico en determinada arte o ciencia. Dicha obliga
ción, le impone que no divulgue ni participe a otos dichos “secretos”sin consentimiento de
la persona a quien le conciernan. El secreto profesional es, así, una garantía para el ejercicio
de determinada profesión u oficio, de modo que ninguna autoridad o poder público, en gene
ral, pueda obligar a. entregar dicha información reservada para usos propios de la profesión®.
(3) GARCÍA TOMA, Víctor. .Los derechos fundamentales en e¡ Perú. Jurista Editores, Lima, 2008, p. 262.
(4) FERNÁNDEZ SERRANO, Antonio. La abogacía en España y en el mundo. Madrid, 1955. Citado por
GARCÍA TOMA, Vfctor. Ob. cit, p. 26!.
(5) En este caso, erremos que el quebrantamiento de esta obligación moral de fidelidad, no genera e! desco
nocimiento del secreto profesional, ello ya que no se ha generado una relación cliente-profesional de la
cual nos habla el articulo constitucional tuaieria de comentario.
(6) STC Exp. N<tol34-2003-HO/TC, f.j. 3.
A] mismo tiempo, el Alto Tribunal, ha afirmado que esta garantía resulta fundamental
cuando la profesión u oficio guarda estrecha relación con el ejercicio de otras libertades
públicas como es el caso de los periodistas respecto de la libertad de información y expre
sión, o de los abogados con relación al ejercicio del derecho de defensa. En estos supues
tos, afirma el colegiado, se trata de preservar y garantizar el ejercicio libre de las profesio
nes, de los periodistas, médicos o abogados con relación a sus fuentes de información, sus
pacientes y patrocinados respectivamente, de modo que estos profesionales no puedan ser
objeto de ningún tipo de presión de parte de sus empleadores o de las autoridades y fun
cionarios con relación a hechos u observaciones vinculadas al ejercicio de una determina
da profesión y oficio®. Especial atención, como ya dijéramos antes, ha merecido para el
Tribunal el caso de los periodistas, señalando que estos profesionales no pueden ser obli
gados, por ninguna autoridad y bajo ningún motivo a revelar sus fuentes®.
De todo lo antes dicho podemos afirmar, siguiendo la línea del propio Tribunal y de
la doctrina comparada, que dos son los ámbitos de actuación de la garantía-derecho al se
creto profesional que reconoce la Constitución.
En cuanto derecho, reconoce al titular de tales secretos la exigencia de que estos sean
celosamente guardados por los profesionales, a quienes se les confía de modo directo, o
que tuvieran acceso a información confidencial en razón de su ejercicio profesional; del
mismo modo, el secreto profesional también protege a los propios profesionales, quienes
podrán hacerlo valer en cualquier situación o circunstancia en que los poderes públicos o
cualquier persona o autoridad pretendan desconocerlo de cualquier forma, sea obligando a
confesar dichos secretos o poniendo en riesgo su preservación en el ejercicio de su profesión.
En cuanto garantía, ei secreto profesional impone un deber especial de parte del Es
tado a efectos de preservar su eficaz cumplimiento. Dichas acciones de parte del Estado
deben concretarse en una adecuada legislación, así como en la promoción de una cultura
de respeto al ejercicio de las profesiones en general y, en especial, de aquellas que tienen
directa implicancia con la promoción de los derechos y libertades públicas, como es el
caso de la profesión del periodismo y la promoción del derecho a al libertad de expresión
e información; la abogacía y el ejercicio del derecho de defensa; la profesión médica y la
promoción de la salud, así como las profesiones que inciden en la promoción de las liber
tades económicas en el marco del Estado Social y Democrático de Derecho.
.ÍURISPRL'OENCIA RELACIONAD
d La facultad de mantener reserva sobre las convicciones puede verse afectada si las auto
ridades judiciales interrogan a los justiciables respecto de la religión que profesan: STC
Exp. N° 06111-2009-PA/TC (f. j. 63).
¡Sjl Las personas deben mantener en reserva las confesiones que hayan conocido en su condi
ción de profesional o técnico en determinada arte o ciencia: STC Exp. N° 07811 -2005-PA/
TC (f.j. 5).
[g] El secreto profesional es una garantía para el ejercicio de las profesiones u oficios, pues
ninguna autoridad o poder público puede exigir la entrega de dicha información: STC Exp.
N'1 00134-2003-HD/TC (f. j. 3).
j] La obligación de mantener el secreto no solo alcanza a los profesionales, sino también sus
colaboradores, ayudantes o asistentes que tuvieran acceso directo a tal información: STC
Exp. N° 07811-2005-PA/TC (f. j. 8).
jjjl La Constitución también reconoce una dimensión subjetiva negativa de la libertad religiosa,
contenida en el artículo 2o, inciso 18, de la Constitución, conforme a la cual toda persona
tiene derecho "a mantener reserva sobre sus convicciones (...) religiosas”; es decir, nadie
puede ser obligado a declarar sobre su religión o creencias: STC Exp. N" 02430-2012-AA
(f.j-20).
BIBLIOGRAFÍA
COMISIÓN ANDINA DE JURISTAS. Protección de los Derechos Humanos. Definiciones
operativas. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1997; CUADROS VILLENA, Ferdinand. Ética de la
abogacía y deontología forense. Feca I, Li ma, 1994; G ARC í A TOMA, Víctor. Los derechosfundamentales
en el Perú. Jurista Editores, Lima, 2008, FERNÁNDEZ SERRANO, Antonio. La abogacía en España y
en el inundo. Madrid, 1955.*
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. l),2),3),23); 17,48,89,149,200 inc. 2; C.P.Ct.: arts. 33 inc. 23), 44
inc. 28), 40; C.C.: arts. 134 y ss.; Ley 24656: art. 1 y ss.; Ley 27908: art. 1 y ss.; Ley
28495; D.S. 005-20I3-MC: art. 3 ines. 3.7,3.13,3.29; D.S. 054-2002-ED: art. 3; Dir.
N“ 012-2000-PROMUDEH/SETAI; D.U.D.H.: art. 2
Vistas las cosas con perspectiva histórica, queda claro que uno de los principales mé
ritos de la Constitución de 1993, fue la incorporación en su texto del derecho a la iden
tidad; el cual aparece consagrado apenas empezando el artículo 2, en su inciso primero,
poniendo en evidencia que así como hay un derecho a la vida, que se relaciona con el exis
tir de la persona, hay un derecho a la identidad, que se relaciona con el ser de la persona.
En ese sentido, nuestra Carta Magna recoge un derecho fundamental, que se origina
en la jurisprudencia italiana, y que ha tenido en nuestro medio como su gran propulsor al
distinguido maestro Carlos Fernández Sessarego(!), cuyo aporte en su desarrollo ha sido
reconocido tanto en el Perú como en el extranjero, habiéndose publicado en Argentina -
por una de las más prestigiosas editoriales jurídicas latinoamericanas-, el libro de su au
toría titulado “Derecho a la identidad”í2).
Como se ha dicho ya, este derecho va más allá de la protección y respeto al nom
bre, pues tiene que ver con la integridad sicosomática, la nacionalidad, la forma de ser, la
(1) Vale decir, como antecedente, que en el Anteproyecto original de la Constitución de 1993 no aparecía
este derecho, razón por la que en un articulo periodístico publicado en el diario oficial El Peruano el 8 de
febrero de 1993, bajo el titulo Constitución: Las primeras modificaciones^ señalábamos que existía en la
propuesta planteada en el Congreso Constituyente Democrático, “tina omisión sustancial al no haberse
reconocido expresamente el ‘derecho a la identidad’, magistralmente desarrollado en Latinoamérica por
el doctor Carlos Fernández Sessarego y que es un nuevo derecho a incorporar en el texto constitucional”.
(2) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Derecho a ¡a identidad personal. Astrea, Buenos Aires, 1992.
cultura, las creencias, la religión, las afinidades políticas y un largo etcétera, lo cual pone
de relieve su vinculación directa con la dignidad y la libertad del ser humano.
De esta manera, entonces, tenemos que toda persona tiene su propia identidad, la que
posee tanto una dimensión estática como también dinámica, abarcando en su amplio es
pectro al derecho a la identidad genética, a la identidad sexual, a la identidad religiosa, a
la identidad política, a la identidad racial, a la identidad social y, por supuesto, a la iden
tidad étnica y cultural, tema al que se refiere precisamente el inciso 19 del artículo de la
Carta Fundamental, reconociendo el derecho a la identidad étnica y cultural como corre
lato a nuestra condición de país pluriétnico y multicultural.
Nuestra Constitución no solo reconoce dicho derecho (y debe subrayarse que se trata
de un “reconocimiento”, pues es un derecho que antecede a nuestra propia norma funda
mental), sino que también manda protegerlo, reforzando de esta manera el concepto del
artículo 89 in fine cuando señala que: “El Estado respeta la identidad cultural de las Co
munidades Campesinas y Nativas”.
Es esencial, como dicen Antoni Biarnés y Jordi Xuclá tener presente que “en plena era
de la homogenización cultural (que a menudo es simplemente imposición del american
style oflife) y del mestizaje de culturas, la persona necesita más que nunca dotarse de una
identidad claramente definida, desde la cual pueda abrirse y dialogar con el mundo”®.
Sin embargo, como dijera Mario Vargas Llosa al momento de recibir el Premio No
bel de Literatura 2010: “Si escarbamos un poco descubrimos que el Perú, como ElAleph
de Borges, es un pequeño formato del mundo entero. ¡Qué extraordinario privilegio el de
un país que no tiene una identidad porque las tiene todas!”.
Empero, el problema reside en cómo articular dichos elementos. Por ejemplo, ante
grupos de personas que practican la mutilación sexual femenina, se han tenido que esta
blecer medidas para que dichas prácticas no se apliquen en los países que los acogen, por
más que pretenda invocarse que se trata de una práctica común en sus pueblos de origen;
el problema, sin embargo, es cómo evitar que las menores sean llevadas a otros países para
ser sometidas a tal práctica con el pretexto de un viaje de vacaciones y luego regresen al
mismo país europeo en donde viven.
Otra vertiente del debate ha ido por el lado religioso, siendo que en Francia se ha pro
hibido hace unos años los crucifijos en las escuelas públicas por considerarse que el Esta
do no debe tomar partido por ninguna religión en particular, quedando la discusión abier
ta acerca de la importancia que puede tener la presencia histórica de una religión en un
país y el reconocimiento que debe merecer su aporte histórico y el respaldo de la mayo
ría de sus habitantes.
También se ha discutido mucho en los últimos tiempos el derecho de las mujeres mu
sulmanas que viven en Europa, a usar por propia voluntad el velo, habiéndose ya prohi
bido en algunos países el usarlo públicamente. Lo curioso de esto es que tanto una como
otra parte alegan en su defensa el derecho a la identidad, habiéndose agregado al debate la
posibilidad de que dichas mujeres puedan usar en la playa como tenida de baño un atuen
do especial llamado “burkini”, el cual mereció la apresurada y polémica prohibición por
parte de algunos alcaldes franceses.
(4) BIARNÉS, Antoni y XUCLÁ, Jordi. “Liberalismo-Nacionalismo: dos caras de la misma moneda”. En:
Perfiles Liberales. N" 57, Fundación Friedrich Naumann, México, enero/febrero, 1998.
(5) DEL REAL ALCALÁ, Alberto. “El derecho a la identidad cultural: criterios de fundamentación”. En:
Derechos y Libertades, N° 29, época 11, junio 2013, p. 192.
(6) HABERLE, Peter. £7 Estado constitucional. Universidad Nacional Autónoma, México, 2003, p. 21.
Frente a ello -estimamos- debemos recurrir al derecho a la dignidad, a la libertad y a
la identidad de la persona para resolver el conflicto.
Es de notar que la Constitución no solo es la ley de leyes, sino que define el proyecto
político y social de una nación. En ese marco, aunque para Touraine la idea de nación es
más política que cultural o comunitarista®, la existencia de un Estado que no respete la
identidad cultural de las comunidades, afecta la propia legitimidad del mismo (cuando no
su legalidad).
. El Perú sigue siendo una nación en formación, un país adolescente que se va recrean
do; empero, queda claro, como ya se ha dicho, nuestra naturaleza pluriétnica y multicul
tural; en este aspecto, bien vendría ponernos a pensar en un desarrollo más preciso del in
ciso bajo comentario, adecuando nuestro Código Civil a los parámetros institucionales,
teniendo en cuenta la realidad de nuestras comunidades campesinas, comunidades nati
vas, pueblos jóvenes o asentamientos humanos.
No cabe duda de la noble inspiración que motiva a esta directiva; no obstante, deberá
tenerse siempre presente en su prudente aplicación -recordando aquí el concepto de
phrónesis de los griegos- la importancia de la preservación de la unidad del Estado, la
primacía de los derechos humanos y la Constitución®, así como el innegable hecho de
que cada día las comunidades están cada vez más integradas, lo que hace discutible el
reconocer a veces el estatus de comunidad originaria que muchas nunca lo han tenido, ya lo
perdieron o que simplemente invocan como recurso estratégico para gozar de determinados
beneficios o ejercer ciertas formas de poder.
(7) TOURAINE, Alain. ¿Podremos vivirjuntos? Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1997.
(8) Para un mayor detalle respecto a las normas aplicables a estas comunidades, véase el comentario al artículo
149 de la Constitución en esta misma obra.
En este punto, conviene tener presente que si bien el Estado protege la pluralidad ét
nica y cultural, debe tenerse cuidado de no caer en proteccionismos que, a la larga, afecten
a las propias comunidades, o en el establecimiento de zonas “liberadas” del tus imperium
del Estado, en donde la opinión de las comunidades pueda sobreponerse a los propios in
tereses de la nación en su conjunto.
Con gran expectativa, el Congreso de la República aprobó, en agosto del año 2011, la
Ley del derecho a la consulta previa a los pueblos indígenas u originarios, reconocida en
el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), norma que fuera pu
blicada el 7 de setiembre de 2011, como Ley N° 297§5<9). Posteriormente, fue reglamen
tada mediante el Decreto Legislativo N° 001-2012-MC, publicado el 3 de abril del 2012.
Luego de los trágicos sucesos de la provincia de Bagua, entre otros hechos políticos
y sociales acaecidos con anterioridad, la norma fue bien recibida por unos y otros ya que,
por un lado, consagra el derecho a la consulta previa y, por otro, establece que los resulta
dos de la consulta no son de obligatorio cumplimiento por parte del gobierno. Habrá que
analizar entonces la casuística, pues todo indica que podríamos estar ante un problema so
cial muy grave que podría estallar cuando, por ejemplo, una comunidad se pronuncie en
contra de una explotación minera, pero el gobierno decida igual ejecutarla, haciendo que
los ánimos de dichos comuneros se alteren al pensar en para qué se les consulta si es que
al final no se Ies va a hacer caso.
No queremos decir con esto que los resultados de la consulta deberían ser tenidos ne
cesariamente por obligatorios, sino que urge difundir debidamente los alcances de la ley
a fin de que no se generen falsas expectativas que se desborden cuando se vean desilusio
nadas y que puedan ser utilizadas políticamente por grupos ajenos al sistema democrático.
Es de observar que esta norma permite, por ejemplo, que una comunidad se oponga a
que se explote las riquezas de una montaña porque ella tiene un valor sagrado, no obstan
te no estar ubicada en el ámbito específico de su territorio, negativa que a su vez podría
(9) La ley de consulta previa constituye una reivindicación histórica, en cuyo contexto “se exige una teoría
constitucional dispuesta a valor ar la diversidad cultural ya no como un residuo pre-moderno que amenaza
la estabilidad del orden político, sino más bien como un factor central de la legitimidad sobre la que se
construye la soberanía y la democracia política”. GONZALES MANTILLA, Gorki. “La consulta previa
para repensar la teoría constitucional en el Perú”. En: Revista Themis 66. Lima, 2014, p. 390.
afectar a otras comunidades, reducir las oportunidades de trabajo y hacer que el Estado
reciba menos impuestos para hacer obras indispensables a nivel nacional.
Será el artículo 15 el que establece que la decisión final sobre la aprobación de la me
dida legislativa o administrativa corresponde a la entidad estatal competente, decisión que
debe estar debidamente motivada e implica una evaluación de los puntos de vista, suge
rencias y recomendaciones planteados por los pueblos indígenas u originarios durante el
proceso de diálogo, así como el análisis de las consecuencias que la adopción de una de
terminada medida tendría respecto a sus derechos colectivos reconocidos constitucional
mente en los tratados ratificados por el Estado peruano.
También se señala que el acuerdo entre el Estado y los pueblos indígenas u origina
rios, como resultado del proceso de consulta, es de carácter obligatorio para ambas partes,
agregando que en caso de que no se alcance un acuerdo, corresponde a las entidades esta
tales adoptar las medidas necesarias para garantizar los derechos colectivos de los pueblos
indígenas u originarios y los derechos a la vida, integridad y pleno desarrollo.
A tono con el mandato del inciso 19 de la Constitución bajo comentario, “Todo pe
ruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intér
prete”; el artículo 16 de la Ley N° 29785 dispone que para la realización de la consulta,
se tome en cuenta la diversidad lingüística de los pueblos indígenas u originarios, parti
cularmente en las áreas donde la lengua oficial no es hablada mayoritariamente por la po
blación indígena. Para ello, los procesos de consulta deben contar con el apoyo de intér
pretes debidamente capacitados en los temas objeto de consulta.
Otra norma significativa con relación al artículo constitucional aquí comentado es que
la Ley N° 29824, Ley de Justicia de Paz, menciona en el artículo IV del Título Preliminar
que “el juez de paz debe motivar sus decisiones de acuerdo a su leal saber y entender, no
siendo obligatorio fundamentarlas jurídicamente”; agregando a renglón seguido que “el
juez de paz, preservando los valores que la Constitución Política del Perú consagra, respeta
la cultura y las costumbres del lugar”(!0).
Por otro lado, el artículo 4, en su inciso 3, señala que es derecho del juez de paz “Que
se reconozca, aprecie y respete su cultura, sus costumbres, sus tradiciones, sus normas y
procedimientos para solucionar conflictos y promover la paz social”, lo que viene a ser
otro desarrollo del texto constitucional bajo comentario.
En cuanto a que, como corolario del referido derecho a la identidad, nuestra Ley de
Leyes establezca que todo peruano tiene derecho a usar su propio idioma ante cualquier
autoridad mediante un intérprete y que los extranjeros tienen el mismo derecho, solo cabe
hacer votos para que el Poder Judicial y las instituciones públicas en general puedan con
tar con las facilidades y el buen ánimo para el efecto. Si bien ello puede generar a veces
situaciones de abuso del derecho -como en el caso de Joran van der Sloot, acusado de
homicidio por el asesinato de la joven Stephany Flores, quien pretendió usar el tema del
idioma como un recurso para alargar indebidamente el proceso- es responsabilidad de los
magistrados estar atentos a cualquier uso indebido de los beneficios que la ley reconoce.
Para concluir, es de reconocer que se advierte un mayor interés del Poder Judicial
sobre el tema de la identidad étnica y cultural, siendo de destacar la realización de diversos
congresos; como se ha dicho, “(...) es deber de las instituciones públicas tutelares, como lo
es el Poder Judicial, velar porque ese derecho legítimo a la identidad cultural garantizado
por la Constitución, se exprese también en el reconocimiento de los sistemas comunales
de impartición de justicia vigentes a lo largo del extenso territorio nacional”0
(10) Sobre la aplicabilidad de la costumbre como fuente del derecho en el contexto de un país pluriétnico y
multicultural, puede verse: CARDENAS KRENZ, Ronald. Derecho y realidad social. La costumbre como
fuente del Derecho Civil. Ediciones Jurídicas UN1FE, Lima, 1998.
(11) PODER JUDICIAL. Congresos internacionales sobre justicia intercultural en pueblos indígenas,
comunidades campesinas y rondas campesinas. Fondo Editorial del Poder Judicial, Lima, 2011, p. 11.
N° 00889-2017-PA/TC, proveniente de Ancash, lo que constituye un importante avance
desde un punto de vista social y cultural.
Por último, vale decir que el Tribunal Constitucional ha advertido algo fundamen
tal, declarando que “el concepto de lo cultural no debe restringirse solo a los grupos vul
nerables o minoritarios, sino que dicho concepto debe extenderse a toda manifestación
cultural que desarrolle un grupo social o local con identidad significativa”, conforme a
lo resuelto en la STC Exp. N° 00022-2018-PI/TC, criterio desarrollado antes en la STC
N° 0006-2008-PI/TC.
Como reflexión final, solo cabe hacer notar que el inciso 19 del artículo 2 de la Cons
titución nació bajo la pretensión de ser un puente que nos permita preservar nuestro pasa
do, al reconocer el derecho a la identidad étnica y cultural; hoy, se presenta más bien como
una norma por la que debemos transitar para poder definir nuestro futuro.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jji Las personas que no comprendan el idioma del juzgado o tribunal ante el cual comparecen
tienen el derecho a que se les brinde un intérprete: STC Exp. N° 04789-2009-PHC/TC
(f.j. 12).
Toda persona tiene derecho al uso del propio idioma ante cualquier autoridad, y al uso
oficial por el Estado de la lengua predominante: STC Exp. N° 00889-2017-PA/TC (f.j, 10).
|j! El derecho al uso de una lengua no solo es una forma de comunicarse sino también de
expresar una identidad y un sentir colectivo: STC N° 03343-2007-AA/TC (f. j. 30)
fjl La disposición recogida por el articulo 2 inc. 19 asegura el respeto de los derechos
culturales y las garantías mínimas de los procesados a fin de que puedan ejercer sus
derechos fundamentales, como es el caso del derecho de defensa: STC Exp. N° 04745-
2012-PHC/TC (f.j. 6).
|J| El concepto de lo cultural no debe restringirse solo a los grupos vulnerables o minoritarios,
sino que dicho concepto debe extenderse a toda manifestación cultural que desarrolle un
grupo social o local con identidad significativa: STC Exp. N° 0022-2018-PI/TC (f.j. 144).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 5), 34, 42, 159 ines. I), 5), i 69, 200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 15);
C.P.: art. 348; D.S. 004-2019-JUS; D.Ü.D.H.: art. 8; C.A.D.H.: art. 25
(1) PÉREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. 7a edición, Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y
Sociales, Madrid, 2000, p. 540.
(2) La Carta Magna i nglesa de 1215 se constituye en el primer ej emplo histórico de este derecho priv i legio del
estamento peticionario. Por medio de ella, el Rey Juan Sin Tierra concede -no si n la presión reciuerida- una
serie de privilegios y libertades a los barones ingleses. Siglos después, el Bill ofRight de 1689 reconoce
expresamente (art. 5): “Que es un derecho de los súbditos presentar peticiones al Rey, siendo ilegales las
prisiones y procesamientos de los peticionarios’’.
(3) Las cámaras presentaban las peticiones al monarca, el cual decidía sobre ellas; entre estas peticiones destacaban
De regreso a la esencia original no igualitaria del derecho de petición, podemos hallar en
ella una explicación plausible al hecho de que este derecho no figure como tal en la Declaración
de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789(4). Y es que para algunos tratadistas
el derecho de petición se contraponía, por las corporaciones e intereses particulares que
resguardaba, a la voluntad y soberanía popular que ensalzaban la revolución liberal francesa<5).
las de aprobar leyes nuevas. Pero este uso evolucionó hasta el punto de que las cámaras redactaban y aprobaban
estas peticiones en forma de proyectos de ley o Bill. El rey podía aceptar o rechazar el bilí, ya que conservaba
su derecho a veto. Después de su aceptación, el bilí se transformaba en statute, el cual ya no se podía reformar
sin el consentí miento del Parlamento. Cfr. COLOM PASTOR, Bartomeu. El derecho de petición. Universitat
de les Ules Balears. Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales., Madrid, 1997, p. 18.
(4) Por cierto, que tampoco en la Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia, de 12/06/1776; ni
tampoco en la Constitución de los Estados Unidos de Norteamérica, mas sí en su primera enmienda;
“tampoco aprobará [el Congreso] ley alguna que coarte la libertad de palabra y de prensa, o el derecho del
pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar reparación de cualquier agravio”.
(5) COLOM PASTOR, Bartomeu. Ob. cit., p. 18, por ejemplo, concluye ello a partir del análisis del Contrato
Social de Rousseau y de otras fuentes normativas contemporáneas. De Rousseau, cita un pasaje de su obra
cumbre en el que el filósofo i lustrado francés alude a la necesidad de que “no haya ninguna sociedad parcial en
el Estado y que cada ciudadano opine exclusivamente según él mismo” para “poder fijar la voluntad general”.
Asimismo, identifica el celo a los cuerpos intermedios en el artículo 3 de la Declaración de 1789, cuando esta
señala que: “el origen de toda soberanía reside esencialmente en la nación. Ningún cuerpo ni ningún individuo
puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella”. Y también en el artículo 1 de la Ley 14-17 de
junio de 1791, conocida como Le Chapelier, que prescribe que: “siendo una de las bases fundamentales de
la Constitución francesa, el aniquilamiento de toda clase de corporaciones de ciudadanos del mismo estado y
profesión, queda prohibido establecerlas de hecho, bajo cualquier pretexto y cualquier forma que sea”.
(6) Ibídem, p. 19.
(7) Artículo 32.- El derecho a presentar peticiones a los depositarios de la autoridad pública no puede ser
prohibido, suspendido ni limitado en ningún caso.
(8) Artículo 44.- Derecho de petición
Todo ciudadano de la Unión o toda persona física o jurídica que resida o tenga su domicilio social en un
Estado miembro tiene el derecho de petición ante el Parlamento Europeo.
americano, ha sido reconocido en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre de 1948p); mas no en la Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969.
En la actualidad, y sin hacer un exhaustivo recuento, podemos reconocer la constitu-
cionaiización de este derecho00’, en sus variadas formas, en buena parte de los textos fun
damentales europeos01’ y americanos02’.
Un apunte final que merece mención, es que el reconocimiento de este derecho subjetivo
no solo alude -en algunos casos- a los “poderes públicos” como destinatarios naturales de
su ejercicio; sino también, y de manera particular, a órganos específicos de representación
popular como son los distintos parlamentos. Vale decir, el análisis de derecho comparado
evidencia que algunos ordenamientos jurídicos aluden expresamente a los parlamentos como
destinatarios por excelencia de las peticiones ciudadanas y regulan internamente su trámite03’.
En el Perú, este derecho ha sido reconocido prácticamente en todos nuestros textos
constitucionales04’. Sin embargo, podemos advertir recién en las Constituciones de 1933°5’
y 1979o6’, una redacción muy similar al texto de nuestra actual Carta Magna.
Los elementos comunes en estas tres últimas Constituciones, han sido la modalidad
de ejercicio, individual o colectivamente; así como la proscripción de su ejercicio para910
16
15
14
13
12
11
(9) Artículo XXIV.- Toda persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a cualquiera autoridad
competente, ya sea por motivo de interés general, ya de interés particular, y el de obtener pronta resolución.
(10) Entre los estudios de derecho comparado que destacan en el ámbito iberoamericano sobre la constituciona-
lización de este derecho destaca: ALVARÉZ CARREÑO, Santiago. El derecho de petición. Estudio de los
sistemas español, italiano, alemán, comunitario y estadounidense. Editorial Colmenares, Granada, 1999.
(11) En Europa: Artículo 50 de la Constitución Italiana (1947); artículo 17 de la Constitución Alemana (1949);
artículo 29 de la Constitución Española; artículo 49 de la Constitución de Portugal (1976); artículo 45 de
la Constitución de Bulgaria (1991); artículo 46 de la Constitución de Estonia (1992); artículo 33.3 de la de
Lituania (1992); artículo 63 de la de Polonia (1997); artículo 33 de la Constitución Rusa (1993); entre otras.
(12) En América: Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos de América (1787); artículo
14 de la Constitución Argentina (1994); artículo 24 de la Constitución de Bolivia (2009); artículo 27 de
la Constitución de Costa Rica (1949); artículo 51 de la Constitución de Venezuela (1999); artículo 8 de
la Constitución de México (1917); articulo 19.14 de la Constitución de Chile (1980); artículo 40 de la
Constitución de Paraguay (1992); artículo 30 de la Constitución de Uruguay (1997); articulo 63 de la
Constitución de Cuba (1976); articulo 5. XXXVI. a y b. de la Constitución de Brasil (1988); entre otras.
(13) Por ejemplo, el articulo 77 de la Constitución Española: “1. Las Cámaras pueden recibir peticiones
individuales y colectivas, siempre por escrito, quedando prohibida la presentación directa por
manifestaciones ciudadanas. 2. Las Cámaras pueden remitir al Gobierno las peticiones que reciban. El
Gobierno está obligado a explicarse sobre su contenido, siempre que las Cámaras lo exijan.”; O, el articulo
50 de la Constitución Italiana (1947): “Todos los ciudadanos pueden dirigir peticiones a las Cámaras
solicitando medidas legislativas o exponiendo necesidades comunes”.
(14) C. 1823 (art. 193, inc. 5); C. 1828 (art. 168); C. 1834 (art. 164); C. 1839 (art. 171); C. 1856 (art. 29); C. 1860
(art. 30); C. 1867 (art. 28); C. 1920 (art. 28).
(15) Artículo 60.- El derecho de petición puede ejercerse individual o colectivamente. No puede ejercerlo la
Fuerza Armada.
(16) Artículo 2.- Toda peisona tiene derecho: (...).
18. A formular peticiones, individual o colectivamente, por escrito, ante la autoridad competente, la que
está obligada a dar al interesado una respuesta también escrita dentro del plazo legal. Transcurrido este, el
interesado puede proceder como si la petición hubiere sido denegada. Las Fuerzas Armadas y las Fuerzas
Policiales no pueden ejercer el derecho de petición.
los miembros de las Fuerzas Armadas y Policiales. En el caso de las Constituciones de
1979 y 1993, un elemento común adicional es la consagración de la forma escrita como
.
requisito para su ejercicio(l7)18
19
En esta medida, es oportuno anotar que en determinados ámbitos, como los referidos a
las peticiones que buscan el reconocimiento -por parte de la Administración Pública- de un
derecho subjetivo, o en las cuales se solicita información o se formulan consultas, o en las
cuales se solicita un acto graciable de la autoridad competente, el derecho bajo comentario
se constituirá en un medio ordinario para su efectiva realización; no obstante, en aquellos
ámbitos en los cuales existan mecanismos o recursos establecidos por una normativa específica
para el ejercicio o tutela de un derecho subjetivo, tales como la acción penal privada o la
acción civil ante órgano jurisdiccional, entre otros, el derecho de petición se constituirá en
un medio residual, que podrá cubrir ámbitos no tomados en consideración!í>).
Lo dicho nos lleva a señalar dos cuestiones adicionales de suma importancia. Primero,
que la petición como medio ordinario para dirigirse a los poderes públicos ha generado en
algunos ordenamientos una tipología que presta atención a la materia peticionaria como
criterio diferenciador. Así, junto a la primigenia y original petición gracial, tenemos países
donde la regulación ha sido prolija en explicitar otro tipo de peticiones (informativas,
consultivas, entre otras.)(20).
(17) No obstante, cabe anotar que !a forma escrita estuvo a punto de ser suprimida de la Constitución de 1993.
En efecto, de la lectura de! Diario de Debates de dicha Constitución, puede verificarse cómo la Subcomisión
de Redacción, presidida por Carlos Torres y Torres Lara, eliminó la exigencia de la solicitud y respuesta
por escrito, bajo el argumento de la universalización del derecho. Sin embargo, tras un amplio debate,
la oposición consiguió que el articulo aprobado por el Pleno del Congreso, sea respetado en su versión
original. (Diario de los Debates. Debate Constitucional. Pleno, Tomo III, 1993, pp. 2531-2538).
(18) Adviértase que de este concepto están excluidas las peticiones privadas que se formulen los particulares
entre sí. El ejercicio del derecho de petición en relación con las personas privadas es excepcional en todos los
sistemas constitucionales, como bien anota COLOM PASTOR, Bartomeu. Ob. cit. p. 25. El mismo nos ofrece
¡a excepción en el articulo 23 de la Constitución Colombiana, en virtud del cual se acepta que el legislador
pueda “reglamentar su ejercicio ante organizaciones privadas para garantizar los derechos fundamentales”.
(19) STC Exp. N° 0! 042-2002 - A A/TC.
(20) En Perú, por ejemplo, la Ley del Procedimiento Administrativo General (Ley N" 27444), desarrolla una
tipología particular. Como bien anota el Tribunal Constitucional peruano (STC Exp. N° 1042-2002-AA/TC),
Segunda, que el derecho de petición se ejerce residualmente en ámbitos donde la
relación ciudadano-poder público está plenamente regulada pensando en el ejercicio o
protección de otro derecho o interés legítimo. El caso más común es el ámbito jurisdiccional
administrativo o judicial; donde la “petición de justicia” encuentra cabida dentro de un
procedimiento o proceso preestablecido y en amparo de otro derecho como lo puede ser
el derecho de acción o el derecho a una tutela judicial efectiva<2ii. Lo dicho no niega
el hecho de que el derecho en cuestión tenga una vinculación histórica u original con
el derecho de petición -como manifestación particular del mismo-, pero sí que lo siga
teniendo contemporáneamente existiendo ya un derecho autónomo, distinto, independiente
y explícitamente reconocido en el ordenamiento jurídico de ejemplo(32).
Y es que este ejercicio residual se entiende como tal por el concepto restringido que
adoptamos del derecho (como petición graciable sobre materia no regulada y sin que asista
derecho subjetivo o interés legítimo alguno al peticionante); puesto que no pocos autores,
bajo un concepto más amplio, encuentran en cualquier tipo de peticiones a los poderes
públicos -instancias o solicitudes en Derecho a la Administración, peticiones graciables,21
*
22
¡a concepción amplía de este derecho adoptada por la legislación peruana está acreditada por los distintos
ámbitos de operati vidad -en función de la materia peticionaria-; asi, en la versión original de la Ley Ns 27444
(antes de la dación del TUO aprobado medíanle Decreto Supremo N“ 004-2019-JUS), tenemos que juntó
a la petición gracia) (art. 112), tenemos también la petición subjetiva (art. 107), que tiene por objeto el
reconocimiento administrativo de un derecho; es decir, que conlleva a la admisión de la existencia de una
facultad o atribución para obrar o abstenerse de obrar para que el administrado peticionante haga er igí ble un
determinado tipo de prestación o comportamiento. A ellas, se suman la petición cívica (art. 108), que sirve
para solicitar la protección y promoción del bien comán y el interés público; la petición informativa (art.
110), ejercida para la obtención ele documentación oficial contenida en los bancos informativos o registros
manuales de la institución requerida; y, la petición consultiva (art. 111), que tiene par objeto la obtención
de un atesoramiento oficial en relación con una materia administrativa concreta, puntual y específica. Está
destinada a obtener una opinión informativa acerca de las funciones y competencias de una entidad pública
O una asesoría legal respecto a normativa legal o administrativa aplicable al peticionante, etc. Igual e» el caso
de Colombia, que mediante el Código Contendoso-Admintstrativc (Decreto} de 1984, que será reemplazado
el 2 de julio de 21)12 según lo dispuesto por el artículo 309 de la Ley N’ 1437 de 20ii, que aprueba el
nuevo Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo), establece las distintas
modalidades del derecho de petición -art. 5 y as: derecho de petición en interés general, en interés particular,
de informaciones, de consultas-. Un ejemplo opuesto sería México; donde el constituyente -y tampoco sí
legislador- ha considerado necesario distinguir entre diversos tipos de peticiones; asi, cualquier comunicación
que incluya unpeíitium, una solicitud, una queja, es considerada petición. Cfr. CIENFUEGOS SALGADO,
David. El derecho de petición en México. Universidad Autónoma de México, México D.F., 2004, p. 89.
(21) De allí que no resulte extraño que la jurisprudencia constitucional informe de demandas no amparadas
que pretendían el ejercicio del derecho de petición en ámbitos plenamente regulados, como es el caso
de la propia jurisdicción de! Tribunal Constitucional español (STC, 81/80, f. j. 2); o los supuestos en los
que procede la admisión de recursos judiciales y sus efectos en la jurisdicción ordinaria española -por lo
que resulta inadmisible tramitar una demanda de amparo que pretenda impugnar un recurso de apelación
concedido con un solo efecto contra la denegación del recurso alegando la tutela de! derecho de petición
cuando este se entiende ya subsumido en el derecho a un proceso debido- (ATC 749/85, f. j. 2).
(22) Otro ejemplo lo constituiría, en el ordenamiento jurídico peruano, el derecho de acceso a la información
pública (art. 2, inciso 5, de la Constitución). En palabras del propio Tribuna! Constitucional peruano. del
hecho de que su reconocimiento constitucional (del derecho de acceso a la información pública) se haya
precisado independientemente del genérico derecho de petición, hay que comprender que la Constitución
le ha querido brindar tm tratamiento particularizado y también nri medio de tutela distinto, como en efecto
se ha previsto al incorporar como uno de los derechos protegidos mediante el hábeas data” (STC, Exp.
N° IQ71-J998-HD/TC, f.j. 4).
quejas, sugerencias e, incluso, las acciones judiciales distintas manifestaciones del
derecho bajo análisis’2324
29
28
27
26
25
’.
La ventaja de acoger un concepto restringido de este derecho -doctrinariamente y, al
parecer, en la mayoría de casos, normativamente- es que sirve también para diferenciarlo de
otras figuras afines como -el ya citado- derecho de acción04’, los recursos administrativos05’,
la denuncia06’, la solicitud en el ámbito administrativo07’, la iniciativa legislativa popular
o ciudadana08’, o las quejas ante el Defensor del Pueblo09’.
(23) Para un recuento de autores hispanos y jurisprudencia que refrendan esta noción amplia de I derecho de petición
puede consultarse a GONZÁLEZ NAVARRO y ALENZA GARCÍA. Derecho de petición. Comentarios
a la Ley Orgánica 4/200I, de !2 de noviembre, Civitas, Madrid, 2002, p. 113 y ss. Como bien señalan
estos autores, “(...) en la legislación cabe encontrar supuestos en los que se utiliza el término “petición” o
similares, sin que ello signifique que constituyan verdaderamente formas distintas de ejercicio del derecho
de petición. Puede aceptarse que todas las variadas formas de pedir que se prevén en el ordenamiento tengan
un origen común en una especie de primordial derecho de petic ion que, luego -como ocurrió con la sustancia
primitiva, informe y caótica que comenzó a auto-organizarse y enrarecerse a partir del big bang , derivó en
los distintos institutos petitorios que fueron formalizándose jurídicamente a medida que se concretaban los
efectos de ese big bang político-jurídico que supuso la instauración del Estado Democrático de Derecho”.
Y es que, como tan bien explica García Cuadrado: puede admitirse que el origen histórico del derecho a la
acción se encuentra en el ejercicio del derecho de petición en sentido amplio, puesto que el origen común
de las acciones y de las peticiones se explica porque los reyes tenían también la potestad jurisdiccional, de
modo que se acudía e ellos a “pedir justicia” y, en su caso, también “a pedir gracia”. GARCIA CUADRADO,
“El derecho de petición”. En: Revista de Derecho Público, N“ 32, 1991, pp. 149 y 150.
(24) Se diferencia en que para ejercitar el derecho de acción se requiere ser titular de derechos o intereses
legítimos, en cambio, en el de petición, todo lo contrario. COLOM PASTOR, Bartomeu. Ob. cit., p. 27.
(25) Los recursos administrativos buscan anular o reformar los actos administrativos (impugnar el acto); mientras
que las peticiones pretenden provocarlos o producirlos. Ibídem, p. 28.
(26) Las denuncias administrativas o penales pretenden poner en conocimiento de las autoridades hechos que
pudieran constituir faltas o infracciones administrativas o delitos; lo que podrá generar que las referidas
autoridades inicien un proceso penal o un procedimiento administrativo sancionado!. Ibídem, p. 29.
(27) En la solicitud de iniciación de un procedimiento administrativo, reclamación o solicitud fundada en
derecho, primera petición o instancia, el interesado o administrado es titular de un derecho subjetivo o
un interés legítimo que obliga a la formación de un expediente administrativo que servirá de fundamento
para luego adoptar una decisión discrecional. Ibídem, p. 36.
(28) La iniciativa supone el derecho de proponer resoluciones por una parte del cuerpo electoral y de hacer que
se voten por todo el cuerpo electoral, mientras que el derecho de petición no pasa de ser una excepción de
opinión que no entraña necesariamente ulteriores consecuencias. CIENFUEGOS SALGADO, David. Ob.
cit, p. 95. El derecho de petición, desde un punto de vista subjetivo, no exige un número determinado de
firmas, ni la condición de elector en la persona o personas que suscriben la petición; desde un punto de vista
formal, tampoco se exige un texto articulado con su exposición de motivos y un documento justificativo de la
aprobación de la ley; y, desde un punto de vista objetivo y material, la diferencia radica en que las leyes que
regulan la iniciativa suelen incluir una lista de materias excluidas, distinto a la libertad de materia que concede
el ejercicio del derecho de petición. COLOM PASTOR, Bartomeu. Ob. cit., pp. 37 y 38. No obstante, algún
otro autor de la doctrina alemana considera las iniciativas ciudadanas como “peticiones colectivas”. Cfr. J.
Isensee, “Staatshoheit und Bürgerinitiativen”, en K.H. BIEDENKOPT/R. von VOSS (editora), Staatsjiihrung,
Verbandsmacht und Souveranitat, 1977, p. 45, citado por ÁLVAREZ CARREÑO, Santiago. Ob. cit., 141.
(29) Que en la mayoría de países se regula por una normativa específica y diferenciada. Las quejas que presenta
el ciudadano ante el Defensor están provistas sino de un derecho que le asiste y que no ha sido respetado
por la Administración Pública, sí de un interés legítimo por su condición de administrado. Aquí yace la
diferencia con el derecho de petición.
Por lo demás, la jurisprudencia constitucional^ y las normas legales de desarrollo131’
analizadas coinciden sustantivamente con esta concepción objetiva del derecho y por un
concepto restringido del mismo30(32)33
31 .
(30) Por ejemplo, el Tribunal Constitucional Español ha reconocido que este derecho expresa súplicas o quejas
referidas a decisiones discrecionales o graciables (STC N° 161/1988), y que tiene mucho de instrumento de
participación ciudadana, aun cuando sea por vía de sugerencia y algo de ejercicio de la libertad de expresión,
como posibilidad de opinar (STC N“ 242/1993). El Tribunal Constitucional Peruano lo ha definido como
“una facultad constitucional que se ejerce individual o colectivamente y que no se encuentra vinculada con
la existencia en si de un derecho subjetivo o de un interés legítimo que necesariamente origina la petición.
(...) deviene en un derecho de naturaleza mixta, toda vez que la petición puede ser de naturaleza pública o
privada, según sea utilizada en el caso de la defensa de los derechos o intereses del peticionario o para la
presentación de puntos de vista de interés general. Por ende, en atención al primer caso, la referida atribución
puede ser considerada dentro del conj unto de los derechos civiles que pertenecen al ser humano en sí mismo;
y, respecto al segundo caso, pertenece al plexo de los derechos politices que le corresponden a una persona
en su condición de ciudadano; de ahí que aparezca como manifestación de la comunicación, participación
y control en relación con el poder político. El derecho de petición se constituye asi en un instrumento o
mecanismo que permite a los ciudadanos relacionarse con los poderes públicos y, como tal, deviene en un
instituto característico y esencial del Estado democrático de derecho. (...)”. (STC Exp. N° 1042-2002-AA/TC).
La Corte Constitucional de Colombia ha precisado: “Cabe señalar de otra parte que el derecho de petición no
cabe confundirlo con otros derechos, como el derecho de acción que tanto en materia administrativa como
jurisdiccional sirve de fundamento a procedimientos específicos tendientes a asegurar su ejercicio. (...) Sobre
este punto finalmente no sobra precisar que si bien esta Corte ha señalado que la interposición de los recursos
para agotar la vía gubernativa previstos en la ley, constituyen ejercicio del derecho de petición y presuponen,
el deber para la administración, de resolverlos dentro del término previsto para el efecto, ello no significa que
se pueda confundir el derecho de acción que sirve de fundamento a esos recursos con el derecho de petición
propiamente d icho. El derecho de petición es pues un derecho fundamental de naturaleza esencialmente política,
que ito subsume todas las actuaciones ante la administración, que no puede asimilarse con otros derechos
como el derecho de acción, ni con otros procedimientos administrativos de naturaleza especial regulados en
normas diferentes al Código Contencioso Administrativo, que como en el caso sub examine son objeto de
leyes especiales, las que por lo demás, como pasa a explicarse, no pueden entenderse incorporadas a dicho
Código” (Sentencia C-510 de 2004).
(31) Por ejemplo, la Ley Orgánica del 4/200.1, de 12 de noviembre (España), regula este derecho restringiendo
su objeto a aquellas peticiones o solicitudes para las que el ordenamiento jurídico no ha dispuesto una
vía específica (art. 3); así, prevé que no se admitirán peticiones cuya resolución deba ampararse en un
título específico distinto al establecido en la ley que deba ser objeto de un procedimiento parlamentario,
administrativo o de un proceso judicial; y, por ende, tampoco peticiones sobre cuyo objeto exista un
procedimiento parlamentario, administrativo o un proceso judicial ya iniciado, en tanto sobre los mismos
no haya recaído acuerdo o resolución firme (art. 8).
(32) En algunas ocasiones, es la propia norma constitucional la que delimita con inusual detalle los elementos
objetivos. Así, por ejemplo, la Constitución italiana (art. 50) ha determinado específicamente el objeto
del derecho, tanto en relación a la causa pelendi (necesidades de carácter general) como al petitum
(elaboración de disposiciones legislativas o actuación de potestades inspectoras y de control). Hace esta
observación, así como un señalamiento de las materias excluidas, ÁVAREZ CARREÑO, Santiago. Ob.
cit., p. 50.
(33) STC Exp. N°0374|-2004-AA/TC, f.j. 3!.
de solicitud ante la administración como peticiones individuales y colectivas (solicitudes
concretas a favor del solicitante; solicitudes a favor de terceros o de un colectivo;
reclamaciones, por ejemplo, por la deficiencia de los servicios públicos; solicitudes de
información; consultas; solicitudes de gracia), todas con el común denominador de ser
manifestaciones del derecho al margen de un procedimiento previamente instaurado,
también comprende la facultad de contradecir decisiones de la administración en el cauce
de un procedimiento establecido (art. 117.2 del TUO de la Ley N° 27444)(M); vale decir,
mediando la existencia previa de un acto de la administración.
En lo que se refiere a los elementos subjetivos del mismo, podemos señalar que este se
ejerce individual o colectivamente (salvo en aquellos ordenamientos jurídicos donde esta
modalidad de ejercicio está vedada para los miembros de las fuerzas armadas y policiales)(35),
normalmente, por nacionales y extranjerosí36), y bajo la forma escrita<37).
Cuando este derecho se ejerce ante parlamentos, por lo general, las peticiones se
tramitan siguiendo las formalidades previstas en los reglamentos internos de las cámaras(3S).
Por último, en cuanto a las obligaciones que asumen las partes en esta relación jurídica,
es claro que la parte peticionante debe cumplir con las formalidades preestablecidas como
su identificación, la forma escrita en la presentación, la delimitación del objeto de petición
dentro del ámbito competencial del estamento público al cual se dirige o la utilización de
una lengua oficial en la formulación de la petición. Por otro lado, el estamento público que
recibe la petición, debe acusar recibo de su recepción y dar respuesta fundamentada^0’,
dentro de un plazo razonable -normalmente, previsto también legaímente- al peticionante
sobre la procedencia o no de supetición o sobre los requisitos adicionales que debe cumplir
la misma para ser admitida formalmente o, en caso advierta que no es de su competencia,
derivarla al órgano público que sí lo sea.
|S| El derecho de petición está conformado por el derecho formular un pedido a la autoridad
competente y que este sea resuelto en un plazo pertinente: STC Exp. N° 01042-2002-A A/
TCff.j. 2.2.4).
jjgii El derecho de petición no se agota en la realización del pedido, sino que exige una respuesta
por parte de la Administración: STC Exp. N° 01004-2011-PA/TC (ff. jj. 4 y 5).
(gj El derecho de petición constituye un mecanismo que permite a ios ciudadanos relacionarse
con los poderes públicos: STC Exp. N‘!01Q42-2002-AA/TC (f.j. 2.2.2).
BIBLIOGRAFÍA
ÁLVAREZ CARREÑO, Santiago. El derecho de petición. Estudio de los sistemas español, italiano,
alemán. ecmuniíaríoy estadounidense. Editorial Colmenares, Granada, 1999; CIENFUEGOS SAL
GADO, David. El derecho de petición en México. Universidad Autónoma de México, México D.F.,
2004; COLOM PASTOR, Bartomeu. El derecho de petición, Universitat de les Ules Baleare. Marcial
Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, Madrid, 1997; GARCÍA CUADRADO, “E1 derecho de petición”.
En: Revista de Derecho Pública, N” 32, 1991; GONZÁLEZ NAVARRO y ALENZA GARCÍA.
Derecho de petición. Comentarios a la Ley Orgánica 4/2901, de 12 de noviembre, Civitas, Madrid,
2002; PÉREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. 7J edición, Marcial Pons, Ediciones
Jurídicas y Sociales, Madrid, 2000.
Artículo 2 Derecho a la nacionalidad
Toda persona tiene derecho:
(...)
21. A su nacionalidad. Nadie puede ser despojado de ella.
Tampoco puede ser privado del derecho de obtener o de
renovar su pasaporte dentro o fuera del territorio de la
República.
(...).
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 52, 53,200 íncs. 1), 2); C.P.Ct.: 33 inc. I!}, 44 inc. 17); C.N.A.: art. 6; Ley
26574: arts. 2 y ss.; D. Leg. 1350: art. 8 (definición de extranjera); D.S. 004-97-IN;
D.U.D.H.: art. 15; P.I.D.C.P.: art. 24; C.D.N.: art. 7; C.A.D.H.: art. 20
I. Introducción
El derecho a la nacionalidad constituye ei vínculo jurídico entre una persona y un Es
tado determinado(i), que tendrá consecuencias jurídicas determinadas tanto dentro del te
rritorio del Estado del que la persona es considerada como nacional, como fuera de él.
Por ello, se puede afirmar que la imputación de una nacionalidad determinada constituye
el punto de partida del goce y ejercicio de los derechos de una persona, que le son propios
como nacional de un país determinado.
A lo largo del presente artículo, proponemos realizar una revisión al contenido constitu
cional del derecho a la nacionalidad, así como su regulación en los principales instrumentos
internacionales de derechos humanos y en las Constituciones de 1979 y 1993. Asimismo,
se revisará la relación del derecho a la nacionalidad con el ejercicio de los demás derechos
fundamentales, así como su evolución en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
(1) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo I, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 407.
(2) O'DONNELL, Daniel. Derecho Internacional de los derechos humanos. Oficinal Regional para América
y el Caribe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Santiago de
Chile, 2007,
siguientes líneas, desarrollaremos el contenido de cada una de estas dimensiones o ele
mentos del derecho a la nacionalidad,
Cabe señalar que cada una de las legislaciones nacionales determinan qué sis
tema de adquisición originaria de la nacionalidad es la rige en su país. Así, exis
ten países que reconocen un solo criterio de adquisición de la nacionalidad
-ya sea el ius sanguinis o el ius solis-, o tienen sistemas jurídicos mixtos, que admiten la
aplicación de al menos uno de dichos criterios para imputar nacionalidad.
Sobre los dos primeros aspectos del derecho a la nacionalidad, tanto la Declaración
Universal de Derechos Humanos como la Declaración Americana consagran expresamen
te el derecho de toda persona de ostentar una nacionalidad y la protección ante la priva
ción arbitraria de dicho derecho. Así, la Declaración Universal de Derechos Humanos es
tablece en su artículo 15 que:
(3) CORTE IDH. Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, párrafo 90.
(4) CORTE IDH. Caso Estíbeme vs. Haití.
(5) O'DONNELL, Guillermo. Ob. cit., p. 207.
(6) Ibídem. p. 563.
2. Toda persona tiene derecho a la nacionalidad del Estado en cuyo territorio nació si
no tiene derecho a otra.
3. A nadie se privará arbitrariamente de su nacionalidad ni del derecho a cambiarla”.
En esa línea, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “la na
cionalidad, conforme se acepta mayoritariamente, debe ser considerada como un estado na
tural del ser humano. Tal estado es no solo el fundamento mismo de su capacidad política
sino también de parte de su capacidad civil. .De allí que, no obstante que tradicionalmen
te se ha aceptado la determinación y regulación de la nacionalidad son de competencia de
cada Estado, la evolución cumplida en esta materia nos demuestra que el derecho interna
cional impone ciertos límites a la discrecionalidad de los Estados y que, en su estado ac
tual, en la reglamentación de la nacionalidad no sólo concurren competencias de los Esta
dos, sino también las exigencias de la protección integral de los derechos humanos”™. Es
decir que la configuración por parte de los Estados del derecho a la nacionalidad no pue
de ser lesiva de otros derechos humanos, tales como el derecho a la dignidad humana, el
derecho a la igualdad, y los demás derechos humanos.
Cabe señalar que la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discrimi
nación contra la mujer reconoce, en su artículo 9.1, a las mujeres “iguales derechos que a
los hombres para adquirir, cambiar o conservar su nacionalidad. Garantiza, en particular,
que ni el matrimonio con un extranjero ni el cambio de nacionalidad del marido duran
te el matrimonio cambien automáticamente la nacionalidad de la esposa, la conviertan en
apatrida o la obliguen a adoptar la nacionalidad del cónyuge”.
(7) Corte Interamericana de Derechos Humanos. Opinión Consultiva OC-4/84, del 19 de enero de 1984, Pro
puesta de modificación a la Constitución Política de Costa Rica relacionada con la naturalización. Serie
A, párr. 32.
La protección general contra la situación de apatridia se encuentra en el artículo I de
la Convención para Reducir los Casos de Apatridia
* 8’, el mismo que establece que:
También se debe señalar que el artículo 4 de la Declaración para Reducir los Casos de
Apatridia contiene una serie de disposiciones para evitar que los niños y niñas carezcan
de nacionalidad
* 9). Del mismo modo, la Declaración establece que -para evitar los casos
de apatridia- los Estados partes deben conceder su nacionalidad a las personas cuyos pa
dres ostenten la nacionalidad de dicho Estado, aun cuando dichas personas no hayan na
cido en su territorio, entre otras disposiciones
* 10’.
De otro lado, el referido artículo debía ser concordado con lo dispuesto en el artícu
lo 94 de la Constitución de 1979, el mismo que establecía que “la nacionalidad peruana
se recupera cuando el que ha renunciado a ella se domicilia en el territorio de la Repúbli
ca, declara su voluntad de reasumirla y renuncia a la anterior”. Cabe señalar que lo esta
blecido en el artículo 94 de la Constitución de 1979 nos permite afirmar que -aunque di
cha Constitución no contenía una disposición expresa sobre la formalidad de la que debe
estar revestida la renuncia de la nacionalidad-, la pérdida de la nacionalidad se producía
únicamente por un acto volitivo y formal de la persona.
Es decir, nuestra Constitución reconoce como criterios jurídicos para imputar la na
cionalidad tanto el ius solí (el denominado derecho de suelo, que implica que se consi
derará peruano al nacido dentro del territorio nacional) como el ius sanguini (derecho de
sangre, que implica que una persona será considerada peruana siempre que al menos uno
de los padres tenga la nacionalidad peruana).
Por otro lado, el inciso 2 del artículo 2 de la Ley N° 26574 precisa que los menores
en estado de abandono que residen en el territorio peruano y tienen padres desconocidos,
ostentan la nacionalidad peruana. Esta disposición es concordante con el artículo 7 de la
Convención de Derechos del Niño(ll>.
De igual modo, la Ley N° 26574 precisa que las personas nacidas en territorio ex
tranjero, hijos de padre o madre peruanos deben ser inscritos en el registro de estado ci
vil, sección nacimientos de la Oficina Consular del Perú, a efectos de ostentar la naciona
lidad peruana. Los requisitos de inscripción y el procedimiento se encuentran regulados
Por otra parte, el artículo 8 del Reglamento de la Ley de Nacionalidad establece dos
requisitos adicionales para la naturalización: i) ser mayor de 18 años y gozar de plena ca
pacidad civil; y ii) demostrar solvencia económica que le permita vivir independientemen
te, sin afectar el orden público.
Asimismo, pueden ser peruanos por naturalización las personas extranjeras residen
tes en el territorio de la República a ias que, por servicios distinguidos a la Nación perua
na, a propuesta del Poder Ejecutivo, el Congreso de la República les confiera ese honor
mediante resolución legislativa.
(12) Al respecto, se debe tomar en consideración que, mediante el Decreto Supremo N° 002-2021-IN, que
modi ñca el Reglamento del Decreto Legislad vo de Migraciones y el Reglamento de la Ley N"26574, Ley
de Nacionalidad, se han modificado cuestiones procedimentales de la Ley de Nacionalidad.
(13) Modificado por la Ley N° 30941, promulgada el 2 de mayo de 2019.
Por su parte, la opción implica la existencia de un derecho que tienen ciertas personas
, que luego del cumplimiento de los requisitos legales pueden optar
vinculadas al Perú(l4)15
por la nacionalidad peruana. Los documentos requeridos y el procedimiento para la ad
quisición de la nacionalidad peruana por opción se encuentran regulados en los artículos
17 al 22 del Reglamento de la Ley de Nacionalidad.
Cabe señalar que tanto el artículo 4 inciso 2 de la Ley de Nacionalidad, como los
artículos 16 y 23 del Reglamento de la citada ley señalan que en el caso de adquisición
de la nacionalidad peruana por opción como consecuencia del matrimonio con un na
cional peruano, la nacionalidad peruana otorgada se mantiene en caso de divorcio o de
fallecimiento del cónyuge peruano. La razón de esto último se da porque la nacionali
dad constituye un derecho fundamental de la persona; en ese sentido, una vez otorga
do, este derecho se mantiene con prescindencia de la causa que originó el otorgamien
to de la nacionalidad.
(14) De conformidad con lo establecido en el artículo 4 de la Ley de Nacionalidad y en el artículo 16 del Re
glamento de dicha ley, estas personas son:
1. Las personas nacidas íbera del territorio de la República, hijos de padres extranjeros, que residen
en el Perú desde los cinco años y que al momento de alcanzar la mayoría de edad, según las leyes
peruanas, manifiestan su voluntad de serlo ante la autoridad competente.
2. La persona extranjera unida en matrimonio con peruano o peruana y residente, en esta condición, en
el territorio de la República por lo menos dos años, que exprese su voluntad de serlo ante la autoridad
competente. El cónyuge naturalizado por matrimonio no pierde la nacionalidad peruana en caso de
divorcio o fallecimiento del cónyuge.
3. Las personas nacidas en el territorio extranjero, hijos de padre o madre peruanos, que a partir de su
mayoría de edad, manifiestan su voluntad de serio ante autoridad competente.
(15) Corte Internacional de Justicia. Nottebohm Case (secondphase),JudgmentofApril6th, 1955,1.C.J. Reports
1955, pág. 24.
En cuanto al derecho a no ser privado arbitrariamente de la nacionalidad, nuestra
Constitución actual es clara en la prohibición del despojo de la nacionalidad peruana. Esta
prohibición opera tanto para los denominados peruanos de nacimiento, como de aquellos
que han optado por la nacionalidad peruana. Lo que se protege es la intangibilidad de la
nacionalidad frente a actuaciones arbitrarias de las autoridades
* i6).
(16) No obstante, se han producido casos de despojo de la nacionalidad peruana tales como los casos de Eudoxio
Ravines y Manuel D'Orneilas durante el Gobierno Militar. En el año 1997, Baruch Ivcher fue despojado de
su nacionalidad peruana mediante la Resolución Directoral N“ 117-97-IN-05010; la misma que tenía como
fundamento que: a) Baruch Ivcher no había probado su renuncia expresa a la nacionalidad de origen y que
b) El proceso de otorgamiento de nacionalidad peruana había tenido defectos en su tramitación. Sobre ese
caso, la Corte Interamericana de Derechos Humanos determinó que se configuró una privación arbitraria
de la nacionalidad peruana y que, por ende, se debía restituir al señor Ivcher de su nacionalidad peruana.
iniciativa legislativa fue aprobada por el Pleno del Congreso el 21 de mayo de 2021; y fue
dispensado de segunda votación. Cabe indicar que, a la fecha de cierre del presente artícu
lo, 28 de mayo de 2021, la Autógrafa de Ley aún no ha sido remitida al Poder Ejecutivo.
Si bien es cierto que la Constitución de 1993 no reconoce expresamente el derecho a
cambiar de nacionalidad, este sí es reconocido a nivel legal. Ahora bien, el derecho a la
nacionalidad también implica la posibilidad que un nacional peruano pueda ostentar una
doble nacionalidad. Es decir, que siendo peruano pueda optar por una segunda nacionali
dad, sin haber renunciado expresamente ante la autoridad peruana competente.
Asimismo, el artículo 10 de la Ley de Nacionalidad indica que “las personas que go
zan de doble nacionalidad, ejercitan los derechos y obligaciones de la nacionalidad del
país donde domicilian". Por ello, el Decreto Legislativo N° 1350, Decreto Legislativo de
Migraciones, dispone en su artículo 46 que “el nacional que posea doble o múltiple na
cionalidad tiene la obligación de salir del territorio nacional con el mismo documento
con el que ingresó al país
En cuanto a los derechos que les asisten a los peruanos con doble nacionalidad, el ar
tículo 11 de la Ley señala que: “La doble nacionalidad no confiere a los extranjeros que
se naturalicen, los derechos privativos de los peruanos de nacimiento. Los peruanos por
nacimiento que gozan de doble nacionalidad, no pierden los derechos privativos que les
concede la Constitución”.
Llegados a este punto, es necesario indicar cuáles son los derechos privativos de los pe
ruanos de nacimiento, que se encuentran establecidos en el texto constitucional; que serán
desarrollados más adelante. Por un lado, solo los peruanos de nacimiento pueden ocupar
altos cargos públicos como el de Presidente de la República y sus Vicepresidentes (art. 110
de la Constitución), Congresista de la República (art. 90 de la Constitución), ministro de
Estado (art. 124 de la Constitución), magistrado de la Corte Suprema (art. 147 de la Cons
titución), miembro de la Junta Nacional de Justicia (art. 156 de la Constitución), Fiscal de
la Nación (art. 158 de la Constitución), Defensor del Pueblo (art. 162 de la Constitución),
miembro del Tribunal Constitucional y Fiscal de la Nación (art. 201 de la Constitución).
Por su parte, el Tribunal Constitucional peruano ha sido claro en reconocer que las
personas jurídicas pueden ser titulares de derechos fundamentales; siempre y cuando éstos
sean susceptibles de ser ejercidos por éstas por su propia naturaleza. Así, el Tribunal Cons
titucional ha reconocido expresamente que las personas jurídicas tienen derecho a la bue
na reputación, el derecho a la imagen, el derecho a la tranquilidad que las personas jurídi
cas pueden ser titulares de derechos fundamentales como el secreto bancario y la reserva
(17) Si bien es cierto que todo ciudadano tiene derecho a obtener un pasaporte; este derecho supone que el
ciudadano pague la tasa correspondiente para poder obtenerlo o renovarlo. Esta tasa deberá ser proporciona!
al costo de emisión del pasaporte.
(18) Sobre el particular Cfr. PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución.
Madrid: Tecnos, 1995, pp. 30 y ss; y, BÓCK.ENFÓRDE, Emst-Wolfang. Escritos sobre derechos funda
mentales. Baden-Baden: Nomos Verlangsgellschaft, 1993, p. 48.
(19) DE VEGA GARCIA, Pedro. “La eficacia frente a particulares de los derechos fundamentales. (La pro
blemática de la Drittwirkung der Grundrechte)”. En: Derecho PUCP. Número 46. Lima: diciembre 1992.
pp. 357-375.
tributaria, la autodeterminación informativa, la inviolabilidad de domicilio, el secreto e in
violabilidad de las comunicaciones y documentos privados, entre otros(20)21 . Sobre la mate
ria que nos ocupa, el propio Tribunal Constitucional, en el Fundamento 14 de la sentencia
recaída en el Expediente N° 04972-2006-PA/TC ha reconocido, de manera enunciativa,
como uno de los derechos fundamentales que pueden resultar compatibles con la natura
leza o el estatus de las personas jurídicas el derecho a la nacionalidad
* 20.
Con ello, no se quiere decir que se desconozcan los derechos fundamentales de los
extranjeros dentro del territorio peruano solo por el hecho de la nacionalidad en sí mis
ma. Por el contrario, únicamente se podría regular el ejercicio de dichos derechos siem
pre y cuando existan razones objetivas y razonables que legitimen dicha limitación en al
gún aspecto del derecho.
(20) Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en los Expedientes N’s 04972-2006-PA/TC, 04072-2009-PAZ
TC, 003 l.l-2002-HC/TC, entre otras.
(21) Fundamento jurídico 14, literal r) de la Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente
N° 04972-2006-PA/TC.
De otro lado, para el ejercicio de los derechos políticos, la Constitución hace ciertas
distinciones en la forma de adquisición de la nacionalidad. El artículo 30 de la Constitución
establece que para el ejercicio de la ciudadanía, únicamente, se requiere contar con diecio
cho años de edad y realizar la inscripción electoral respectiva. Por su parte, el artículo 31
de la Constitución señala que los ciudadanos tienen derecho a participar de los asuntos pú
blicos; y tienen el derecho ser elegidos, así como de elegir libremente a sus representantes.
Ello no implica que los extranjeros no tengan derecho alguno a participar en la vida po
lítica del país en el que residen. Así, por ejemplo, la Ley de Elecciones Municipales, Ley
N° 26864 ha previsto la participación política de los extranjeros en las elecciones locales<22);
opción que ha sido recogida en diferentes legislacio nes extranjeras con mayor o menor éxito<23).
Por ejemplo, el segundo párrafo del artículo 110 de la actual Constitución de 1993
establece que para poder ser elegido Presidente de la República: “se requiere ser peruano
por nacimiento, tener más de treinta y cinco años de edad al momento de la postulación y
gozar del derecho de sufragio”.
Es decir, que un peruano por naturalización u opción tendrá el derecho de votar en las
elecciones generales para elegir al Presidente de la República; pero en ningún caso, po
dría ser candidato presidencial.
Cabe señalar que, aunque no se trate de cargos de elección popular, lo mismo ocurre
para el caso de los ministros de Estado, quienes deben ser peruanos de nacimiento de con
formidad con lo establecido en el artículo 124 de la Constitución. La Constitución tam
bién exige ser peruano de nacimiento como requisito sine qua non para ser magistrado de
la Corte Suprema (art. 147 de la Constitución), miembro de la Junta Nacional de Justicia
(art. 156 de la Constitución) y para ser miembro del Tribunal Constitucional (art. 201 de
la Constitución).
En la medida que no existe una prohibición expresa, un ciudadano peruano que ostente
una doble nacionalidad podría ocupar cargos públicos, cumpliendo con el requisito básico
de ser peruano de nacimiento(25>. No obstante si el funcionario público cometiera algún acto
delictivo en cumplimiento de sus funciones, su doble nacionalidad no podría sustraerlo de
la acción de la justicia nacional. Ello es así en la medida que en su condición de funciona
rios públicos, su nacionalidad activa es la peruana y la nacionalidad pasiva es la extranjera.
(24) Cabe señalar que la nacionalidad japonesa del expresidente Alberto Fujimori, fue invocada cuando este
dejó el país en el año 2000. Este ha sido el argumento bajo el cual, el Gobierno japonés no ha accedido a
su extradición. Pero, en la medida er¡ que Fujimori ha ostentado el cargo de Presidente de la República, se
debería considerar que su nacionalidad activa ha sido la peruana y su nacionalidad pasiva, la japonesa.
(25) Al respecto, cfr. la Resolución N° 030-2011-JNE, en la que el Jurado Nacional de Elecciones resuelve
la tacha contra la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, que se fundamentaba en la doble nacionalidad
de dicho candidato. En la Resolución citada, el JNE establece expresamente que la tacha es infundada,
en la medida que no se ha acreditado fehacientemente que a la fecha de la inscripción de la candidatura
presidencial- el candidato Kuczynski haya renunciado expresamente a la nacionalidad peruana; por lo
cual, el referido candidato cumplía con los requisitos establecidos en el artículo 110 de la Constitución
Política para participar en el proceso electoral.
Cabe señalar que, en la citada Resolución, el JNE advierte que no existe disposición alguna que regule la
posibilidad de que una persona con doble nacionalidad asuma el cargo de Presidente de la República. Por
ello, en el fundamento 19 de la Resolución materia de comentario, el JNE manifiesta “su opinión favorable
respecto de la necesidad de consagrar normativamente la exigencia de renunciar a cualquier nacionalidad
distinta a la peruana para asumir el cargo de Presidente de la República, en la medida en que consideramos
del todo incompatible con los artículos 39 y 110 de la Constitución vigente que quien asuma Ja primera
magistratura del país, personifique a la Nación y ostente lamas alta jerarquía del servicio público sea quien
ostenta la más alta magistratura del país, personifique a la Nación y ostenta la más alta jerarquía del servicio
público sea a la vez nacional de un país extranjero”. Motivo por el cual, el JNE exhortó al Congreso de la
República para que, dentro de su autonomía constitucional, debata y vote los proyectos de ley que sobre
la materia se encuentran pendientes de tramitación.
Como se recordará, el señor Baruch Ivcher adquirió la nacionalidad peruana median
te la Resolución Suprema N° 0649-RE, del 27 de setiembre de 1984, que ordenó la expe
dición del Título de Nacionalización respectivo.
(26) Es importante recordar que el 28 de mayo de 1997, el Congreso de la República -mediante las resolu
ciones legislativas N°s 002-97-CR, 003-97-CR y 004-97-CR-, destituye a los magistrados del Tribunal
Constitucional Manuel Aguirre Roca, Guillermo Rey Terry y Delia Revoredo Marsano de Mur.
(27) STC Exp. N° 00737-2007-AA/TC, f. j. 6
Adicionalmente, sobre los supuestos de doble y /o múltiple nacionalidad, el Tribu
nal Constitucional ha señalado que “por regla general, las nacionalidades múltiples re
sultan indeseables, toda vez que pueden implicar la existencia de derechos y deberes
contrapuestos”08’.
De otro lado, existen resoluciones del Tribunal Constitucional en las que se mencio
nan algunos aspectos del derecho a la nacionalidad, en relación con el ejercicio de otros
derechos fundamentales. Por ejemplo, en la resolución del Exp. N° 02273-2005-HC/TC,
referida a la expedición del duplicado del DNI de una persona que tenía dos registros de
DNI, uno como varón y otro como mujer.
En el tema que nos ocupa, entre otras cosas, el Tribunal Constitucional realiza una enu
meración de los aspectos y derechos que se vinculan con la expedición correcta del DNI.
En lo relativo al lugar de nacimiento, el Tribunal Constitucional señala que este constitu
ye “el vínculo político y social (“nacional”) que une a una persona con el Estado al que
pertenece. Establece la nacionalidad, que a su vez significa la pertenencia de una persona
a un sistema jurídico concreto dictado por un país. Este vínculo del individuo con un Es
tado le genera derechos y deberes recíprocos”09’.
(28) Ibídem, f. j. 9.
(29) STC Exp. N“ 02273-2005-HC/TC, f.j. 6.
(30) STC Exp. N° 03810-2014-PHC/TC, f. j. 16.
El derecho a la nacionalidad no es privativo de las personas naturales, sino que éste
también puede ser ejercido por las personas jurídicas, de acuerdo a lo establecido por el
Tribunal Constitucional.
Ahora bien, consideramos que sería importante que se perfilen legalmente con ma
yor claridad algunos aspectos de dicho derecho, tales como si las personas con doble na
cionalidad tienen algún impedimento para el acceso a cargos públicos, tanto de designa
ción como de elección popular: ello, con la finalidad de brindar mayor predictibilidad al
acceso a este tipo de cargos
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
fl El derecho de nacionalidad es el derecho que posee toda persona por el hecho de haber nacido
dentro del territorio de la República del Perú: STC Exp. N° 00010-2002-PI/TC (f. j, 213).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.; arts. 25,67 al 69, 137 inc. 1), 200 inc. 2); C.P.Ct.: arts. 44 inc. 25), 40; C.P.: arts.
449 al 452; C.N.A.: art. 3; D. Leg, 1267: art. 2; Ley 27933; D. Leg. 713: art. 10 y ss.;
D.S. 012-92-TR; D.U.D.H.: arts. 24,25,27; P.I.D.E.S.C.: art. 7 inc. d)
I. Introducción
Este inciso del artículo 2 de la Constitución regula algunos derechos que, según la
conocida clasificación de los derechos, son considerados como de tercera generación. En
efecto, configurados en la segunda mitad del siglo XX, será en el presente siglo donde de
bemos trabajar para que sean una realidad.
Teresa Freixes Sanjuán sostiene que: “Los derechos tienen una estructura jurídica
como orden objetivo de valores y pueden tener una estructura jurídica como derechos
subjetivos'’'’'1. Los derechos en comentario tienen una estructura jurídica como orden ob
jetivo de valores que reconoce la Constitución y también son un derecho subjetivo, como
veremos más adelante. Del mismo modo, desde nuestro punto de vista, estos derechos tie
nen como finalidad principal sentar las bases del medio y de los elementos mínimos sobre
las que se debería desarrollar la vida de los seres humanos en esta “época de progreso”.
Sin embargo, como podemos comprobar en el Perú, aún estamos lejos de que esto sea así.
(1) FREIXES SANJUÁN, Teresa. “La Constitución y el sistema de derechos fundamentales y libertades pú
blicas”. En: Administración Pública y Constitución. Reflexiones sobre el XXaniversario de la Constitución
Española de 1978. Instituto Nacional de Administración Pública. 1998, p. 151.
(2) I.a cuarta disposición final y transitoria de la Constitución establece que las normas relativas a los derechos
y a las libertades que la Carta Magna reconoce que se interpretan de conformidad con la Declaración Uni
versal de los Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias
ratificados por el Perú. Para conocer de la importancia y la aplicación de esta regla de interpretación de
los derechos constitucionales se puede ver nuestro comentario en esta misma obra.
son tratados, emplearemos una serie de Resoluciones de la Asamblea General de Nacio
nes Unidas, que también servirán en dicha tarea, toda vez que el contenido de tales reso
luciones son la base de lo que en el futuro serán tratados o acuerdos internacionales sobre
los derechos en comentario, que por ahora los Estados no se deciden a adoptar por múl
tiples razones, pero que nos permiten conocer la tendencia mundial acerca de la regula
ción de estos derechos.
En tal sentido la resolución en cuestión proclama que los pueblos de nuestro plane
ta tienen el derecho sagrado a la paz, que proteger este derecho y fomentar su realización
es una obligación fundamental de todo Estado y hace un llamamiento a todos los Estados
y a todas las organizaciones internacionales para que contribuyan por todos los medios a
asegurar el ejercicio del derecho de los pueblos a la paz, mediante la adopción de medi
das pertinentes en los planos nacional e internacional.
Por su parte, la misma Asamblea General, mediante la Resolución 55/2 del 8 de se
tiembre de 2000 relativa a la Declaración del Milenio, proclamó que no se escatimarán
esfuerzos para liberar a los pueblos del flagelo de la guerra -ya sea dentro de los Esta
dos o entre estos-, que en el último decenio ha cobrado más de cinco millones de vidas.
Ahora bien, todo este desarrollo jurídico de tratados y resoluciones que tiene relación
directa con el mandato constitucional que reconoce el derecho a la paz no queda en de
claraciones escritas, sino que tiene plena efectividad gracias a la justicia constitucional.
En efecto, como se encargó de hacemos conocer Néstor Pedro Sagués(3), la Sala Constitu
cional de la Corte Suprema de Costa Rica, mediante Resolución N° 2004-09992 del 8 de
setiembre de 2004, entendió “(...) que la ‘Proclama de Neutralidad Perpetua, Activa y no
Armada’ de mil novecientos ochenta y tres es una promesa unilateral de Costa Rica en el
concierto internacional que vino a desarrollar el valor constitucional de la paz y que, por
consiguiente, debe ser observada de buena fe de forma permanente por el Gobierno cos
tarricense (...)”.
Por ello, además de otras consideraciones que sería largo enumerar, además de la “se
cular vocación de paz de Costa Rica” descrita en su proclama de neutralidad perpetua, ac
tiva y no armada, la Sala Constitucional concluyó que “los comunicados del diecinueve y
veintidós de marzo del dos mil tres, del Poder Ejecutivo, para dar apoyo moral a la ‘Coa
lición’ o ‘ Alianza’ de países que incurrió en acciones bélicas en Iraq, por ser contrarios a
nuestro orden constitucional y al sistema internacional de Naciones Unidas al que pertenece
(3) Conferencia dictada en e! Tr í bu nal Constitucional del Perú por Néstor Pedro Sagüés el 15 de marzo de 2005,
comentando la sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Costa Rica sobre la declaración
de inconstitucionalidad del comunicado del Gobierno de Costa Rica apoyando la coalición encabezada
por listados Unidos contra Irak en marzo de 2003.
nuestro país, son inconstitucionales, razón por la cual procede declarar con lugar las ac
ciones acumuladas. Naturalmente que los comunicados al acogerse la acción pierden sus
efectos jurídicos, y en ese sentido procede ordenar al Gobierno de la República que debe
respetar en el futuro los mecanismos internacionales, para apoyar de cualquier forma, in
cursiones armadas independientemente de los fines que persigan. Se deben hacer las ges
tiones necesarias para exigir al Gobierno de los Estados Unidos la exclusión de nuestro
país de la lista de países ‘aliados’ de la ‘Coalición o Alianza’, que consta en la página web
de la Casa Blanca, por ser efectos de los actos anulados”.
Por su parte el Tribunal Constitucional en el caso Colegio de Abogados del Santa, de
claró la inconstitucionalidad de una Ordenanza que pretendía modificar los límites y redu
cir el Parque Metropolitano Humedales de Villa María de Chimbóte. En esta sentencia, en
la que se desarrolla ampliamente el tema ambiental desde la perspectiva constitucional, se
dijo que el inciso 22) del artículo 2 de la Constitución Política del Estado reconoce: “(..,)
en calidad de derecho fundamental, el atributo subjetivo de ‘gozar de un ambiente equili
brado y adecuado al desarrollo’ de la vida de la persona”4 . Del mismo modo, a partir de la
(5)6
referencia a un medio ambiente “equilibrado”, el Tribunal Constitucional “considera que
es posible inferir que dentro de su contenido protegido se encuentra el conjunto de bases
naturales de la vida y su calidad, lo que comprende, a su vez, sus componentes bióticos,
como la flora y la fauna; los componentes abióticos, como el agua, el aire o el subsuelo;
los ecosistemas e, incluso, la ecósfera, esto es, la suma de todos los ecosistemas, que son
las comunidades de especies que forman una red de interacciones de orden biológico, fí
sico y químico. A todo ello, habría que sumar los elementos sociales y culturales aportan
tes del grupo humano que lo habite”<6).
(4) CANOSA USERA, Raúl. Constitución y medio ambiente. Jurista Editores, Lima, 2004, p. 470.
(5) Caso Colegio de Abogados del Santa. Exp. N° 0018-2001-AI/TC, fundamento 6, párrafo 1.
(6) Caso Colegio de Abogados del Santa. Exp. cit., fundamento 7, párrafo 3.
Ahora bien, de la interpretación conjunta de los artículos 2, inciso 22; 67 y 69 de la
Constitución, podemos afirmar que el medio ambiente, para su mejor protección, debe
ser relacionado con el concepto de desarrollo sostenible, que también se constituye en un
bien jurídico constitucional.
A fin de determinar en qué consiste y los alcances del desarrollo, consideramos con
veniente tener en cuenta la definición y las declaraciones que sobre él se han adoptado en
el seno de las Naciones Unidas, por cuanto, como se estableció en la Declaración de Jo-
hannesburgo sobre el Desarrollo Sostenible, se reconoció la función rectora de las Nacio
nes Unidas que, por ser la organización más universal y representativa del mundo, es la
más indicada para promover el desarrollo sostenible.
Dicha definición puede ser complementada con las declaraciones de Naciones Uni
das de los últimos años. En efecto, debemos recordar que la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro, República
Federativa del Brasil, en junio de 1992, adoptó la Declaración de Río sobre el Medio Am
biente y el Desarrollo, que recoge entre sus principales fines la integridad del sistema am
biental y de desarrollo mundial. Dicha declaración proclama una serie de principios, en
tre los que destacamos los siguientes:
(7) GA LA RZA CONTRERAS, Elsa. La economía de los recursos naturales. Universidad del Pacífico, Centro
de Investigaciones, Lima, 2004, p. 17.
• Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conser
var, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra.
En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio
ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes, pero diferen
ciadas. Los países desarrollados reconocen, la responsabilidad que íes cabe en la
búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que
sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los
recursos financieros de que disponen (Principio 7).
■ • Las autoridades nacionales deberían procurar fomentar la intemalización de los
costos ambientales y el uso de instrumentos económicos, teniendo en cuenta el
criterio de que el que contamina debe, en principio, cargar con los costos de la
contaminación, teniendo debidamente en cuenta el interés público y sin distor
sionar el comercio ni las inversiones internacionales (Principio 16).
Del mismo modo, la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la presencia de
ios jefes de Estado y de Gobierno, en setiembre del año 2000, aprobó la Declaración so
bre el Milenio, que establece el respeto de la naturaleza como uno de los valores y prin
cipios que sustenta dicha declaración. Al respecto, se dispone que es necesario actuar con
prudencia en la gestión y ordenación de todas las especies vivas y todos los recursos na
turales, conforme a los preceptos del desarrollo sostenible. Solo así podremos conservar
y transmitir a nuestros descendientes las inconmensurables riquezas que nos brinda la na
turaleza. Es preciso modificar las actuales pautas insostenibles de producción y consumo
en interés de nuestro bienestar futuro y en el de nuestros descendientes.
En conclusión, podemos afirmar que todos estos derechos son plenamente efectivos
como prueba la jurisprudencia nacional e internacional.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[j| Los particulares tienen también la obligación de respetar el derecho a preservar el medio
ambiente, más aún de aquellos que desarrollan actividades económicas que inciden sobre
este: STC Exp. N° 00048-2004-PI/TC (f. j. 17).
¡jjl Si bien es cierto es menester satisfacer las necesidades presentes, también lo es la obliga
ción de prever que las generaciones futuras puedan desarrollarse en un medio ambiente
equilibrado: STC Exp. N° 01757-2007-PA/TC (f.j.. 8-11).
Jjl Para inteiponer una demanda de amparo en defensa del medio ambiente no se necesita ser
directamente afectado: STC Exp. N° 04216-2008-PA/TC (f. j. 1).
[f| La solución de conflictos ambientales generan una problemática singular, para lo cual
se requiere de respuestas no solo coherentes con la naturaleza del conflicto, sino con la
realidad: STC Exp. N° 04216-2008-PA/TC (f. j. 12).
BIBLIOGRAFÍA
CANOSA USERA, Raúl. Constitución y medio ambiente. Jurista Editores, Lima, 2004; GALARZA
CONTRERAS, Elsa. La economía de los recursos naturales. Universidad del Pacifico, Centro de
Investigaciones, Lima, 2004; FREIXES SANflJÁN, Teresa. “La Constitución y el sistema de dere
chos fundamentales y libertades públicas”. En: Administración Pública y Constitución. Reflexiones
sobre el XXaniversario de la Constitución Española de 1978. Instituto Nacional de Administración
Pública, 1998.
Artículo 2 Derecho a la legítima defensa
Toda persona tiene derecho:
C-)
23. A la legítima defensa.
(...)■
CONCORDANCIAS:
Cj &rt$. 2 inea+ 24Td)# 24-e); 139 íiks. 3). 14}; C.C.: aíl+ 1971; CX; art. 20 inc. 3);
D.ILDM: sil 1M; P.LUCB: art. b; CA.D.H.: art 9
I. Bases
i. En el modelo de Estado delineado por la Constitución Política, el derecho a la legíti
ma defensa, que se ejerce contra el injusto, puede fundamentarse desde dos puntos de vista.
En tal sentido, se suele afirmar, gráficamente: “La legítima defensa justificante pre
tende posibilitar la salvaguarda de los intereses indi viduales y demostrar con ello a la vez
la salvaguarda general del Derecho'®.
(I) Vide sobre ello ROXIN, Claas. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Traducción de Luzóti Pefia, Díaz
y García Contledo y De Vicente Remesal. Civitas, Madrid, 1997, p. 608.
(2) Vide ESER, Albín y BURKHARDT, Bjüm. Derecho Pena!. Traducción de S. Bacigalupo y M. Canelo
Meliá. Colex, Madrid, 1995, p. 214.
La conjunción de ambos criterios logra, asimismo, explicar el controvertido hecho
de que no sea jurídicamente exigible al agredido soportar la agresión ilegítima o evitar la
confrontación, pero sí el ejercer la defensa de la manera menos lesiva posible.
Los supuestos en que ello sucede pueden darse en los diferentes sectores de nuestro
ordenamiento jurídico; incluso algunos están regulados específicamente, como ocurre en
el caso de las defensas posesorias conforme al artículo 920 del Código Civil o el arresto
ciudadano, según el artículo 260 del Código Procesal Penal de 2004. No obstante, la más
pormenorizada previsión es la que efectúa nuestro Código Penal, cuyos criterios genera
les de aplicación podrían tomarse en cuenta también para evaluar el derecho a la legítima
defensa en ámbitos extrapenales.
Merced a ellas la norma prohibitiva contenida como deber jurídico en el tipo del
injusto pierde su efectividad0’: la conducta (penalmente) típica es valorada conforme
a Derecho. Esta no desaparece, sino que únicamente no es desaprobada o es permitida
por el Derecho (lo que no cabe equiparar con que la valore positivamente0’). Si la regla
general es siempre la exigencia de respeto del mandato normativo, las causas de justifi
cación operan como excepciones, que requieren especiales circunstancias para presen
tarse y surtir su efecto.
(3) Vide CEREZO MIR, José. Curso de Derecho Penal español. Parte General. Tomo II, 6a edición, Tecnos,
Madrid, 1998, p. 189.
(4) JESCHECK, Hans-Hein.rich. Tratado de Derecho Penal. Parte General. Traducción de la 4“ edición por
Manzanares Samaniego. Comares, Granada, 1993, p. 290.
(5) ROXIN, Claris. Ob. cit., p. 557.
II. En el ámbito penal
1. Regulación
El Código Penal, en el inciso 3 de su artículo 20, regula determinados presupuestos,
requisitos y límites del ejercicio de la legítima defensa, del siguiente modo:
2. Bienes jurídicos
Cualquier bien jurídico individual es susceptible de protección al amparo de legítima
defensa, sea de carácter penal (v. gr. la vida -incluso en formación-, la integridad física,
la libertad, el honor, el patrimonio, etc.) o extrapenal (v. gr. la posesión, las relaciones ju
rídico-familiares, la paz y tranquilidad). Ello incluye a los intereses individuales pertene
cientes a las personas jurídicas (v. gr. el patrimonio privado de una empresa).
Es legítima también la defensa de bienes jurídicos colectivos en tanto una persona in
dividual resulte directamente afectada por la agresión; así como la de bienes jurídicos del
Estado o de personas jurídicas de Derecho Público cuando se trate de bienes jurídicos in
dividuales (v. gr. la propiedad estatal)
* 6’.
Titulares de los bienes jurídicos susceptibles de protección puede ser uno mismo (de
fensa propia) o cualquier otra persona (natural o jurídica) sin ninguna cualificación espe
cial (legítima defensa de terceros, llamada también auxilio necesario).
Una agresión es una conducta humana. Consecuencia de ello es que no quepa legíti
ma defensa (sino, en su caso, estado de necesidad justificante -inciso 4 del artículo 20 del
Código Penal-) en los siguientes supuestos:
La agresión puede constituir una infracción penal (poseer tipie idad penal) o no: pue
de provenir de cualquier sector del ordenamiento jurídico. Puede consistir en la afecta
ción de un bien jurídico constitucional (v. gr. la paz), civil (v. gr. la posesión), adminis
trativo (v. gr. preferencia del paso en la circulación vial), etc. Cuestión distinta es que la
conducta justificada deba tener necesariamente relevancia penal (siquiera como falta),
para eximir de pena.
Dado que las agresiones pueden provenir de todo el ordenamiento jurídico, el mo
mento en que comienzan no debe regirse siempre por criterios de relevancia penal como
la distinción entre actos preparatorios y ejecutivos del delito, sino por la puesta en peligro
o lesión del interés (vide supra). En el ámbito penal, el límite (siempre difuso) mínimo de
(7) La puesta en peligro comprende desde la perturbación del bien jurídico, propia de una conducta peligrosa,
hasta la puesta en peligro concreto del mismo.
(8) JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 303.
una agresión está marcado por la satisfacción del principio de ejecución, entendido como
la realización de una conducta inmediatamente anterior (sin pasos intermedios esencia
les) a la acción típica™105.
Si la agresión constituye una infracción penal (delito o falta), esta puede ser dolosa
(dolo directo o eventual) o imprudente (culpa consciente o inconsciente) y comisiva u omi
siva (omisión impropia* (ll) y algunos casos excepcionales de omisión propia). Frente a la
conducta realizada por una persona sin dolo ni culpa (v. gr. error de tipo invencible, caso
fortuito) no cabe legítima defensa, sino estado de necesidad justificante^2).
No cabe legítima defensa frente a otras causas de justificación (v. gr. frente a otra legí
tima defensa, frente al estado de necesidad justificante, frente al consentimiento justifican
te, etc.) penales, extrapenales o supralegales (en virtud del principio de unidad sistemática
del ordenamiento jurídico). Pero sí -en la medida en que subsiste lo ilícito- contra una le
gítima defensa putativa, una legítima defensa incompleta o un exceso de legítima defensa.
Procede legítima defensa ante agresiones de personas que obran en una causal de ex
culpación (v. gr. estado de necesidad disculpante, miedo insuperable, orden ilícita supe
rior) y aun puede admitirse en ciertos casos de agresiones de inculpables (inimputables o
personas que obran desconociendo la ilicitud de su acto).
4. La necesidad
La finalidad de la defensa debe ser impedir o repeler la agresión ilegítima. El agredi
do puede, en tal virtud, solo evitar o detener el ataque o defenderse ofensivamente con
traatacando al agresor.
(9) Sobre ello vide más detenidamente REVILLA LLAZA, Percy. Tentativa de delito. En: “Código Penal
comentado”. José Castillo Alva (coordinador). Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 537 y ss.
(10) Excepción: situaciones de riesgo en que ya no hubiera sido pos ¡ble hacer frente a la agresión no ejecutiva
si el amenazado no actuaba de inmediato.
(11) Vide ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 613.
(12) Sin embargo, el hecho puede constituir un ilícito extrapenal y -en ese ámbito- el agredido ejercer su
derecho a la legítima defensa.
que este le pretendió ocasionar u ocasionó (el exceso de legítima defensa, por rebasar los
límites de necesidad, sin embargo, es ilícito, pero da lugar a atenuación).
La defensa debe ser idónea, esto es, adecuada a su finalidad de evitar o contrarrestar el
ataque ilegítimo03’. La necesidad de la defensa debe evaluarse desde el punto de vista ex
ante (objetivo-subjetivamente), y no expost (el juzgador debe situarse como un observa
dor objetivo en la posición del autor al momento del comienzo de su conducta defensiva).
En armonía con ello, el Código Penal alude a un criterio base para enjuiciar la satis
facción del requisito de la necesidad racional del medio empleado para impedir o repe
ler la agresión: Que racionalidad de medios no significa proporcionalidad de medios, sino
que esta debe evaluarse conforme a las circunstancias del caso concreto, a la intensidad y
peligrosidad de la agresión, a la forma de proceder del agresor y a los medios de los que
disponía el agredido para su defensa.
Determinados supuestos de exceso de legítima defensa (v. gr. donde se echa de me
nos, en alguna medida, la denominada necesidad racional) pueden aún tener, en todo caso,
un tratamiento privilegiado como eximente incompleta (vide artículo 21 del Código Pe
nal: atenuación facultativa de la pena).
(13) Consecuencia de ello es que no cabe legítima defensa si se lesiona un bien jurídico del ofensor en respuesta
o venganza de su agresión o cuando esta ya ha concluido, salvo amenaza de reiteración del ataque. No ha
acabado la agresión y, por lo tanto, cabe legítima defensa, en caso de peligros permanentes, así como en
delitos que aún no se han consumado.
Es posible encontrar cierta coincidencia en cuanto al concepto de “ilegítima” (que
adjetiva a la “agresión”), el que se suele equiparar a “antijurídico”, “ilícito” o, en gene
ral, “contrario al Derecho”; en tal sentido, no cabe duda que tanto las conductas dolosas
como culposas son “ilegítimas”.
De ahí que, por ejemplo, como se indicó, se acepte pacíficamente que no es necesario
que la “agresión ilegítima” constituya una infracción penal (delito o falta), pues su antiju-
ricidad puede provenir de cualquier sector del ordenamiento jurídico, con tal que lesione
o ponga en peligro un interés jurídico protegido.
Desde tal perspectiva, en casos de conductas imprudentes, quien ve en riesgo sus bie
nes jurídicos podría ampararse en un estado de necesidad justificante (inciso 4 del artícu
lo 20 del CP), pero no en la legítima defensa. Las consecuencias que se derivan de esta di
ferenciación exigen previamente atender a los requisitos (disímiles) de ambas eximentes.
Así, el estado de necesidad justificante requiere que una persona, ante un peligro actual,
realice una conducta destinada a conjurarlo, siempre que el bien protegido resulte “predo
minante” sobre el interés dañado. En tanto que en la legítima defensa -como se indicó- no
rige el principio de ponderación de bienes, por lo que el perjuicio que el ofendido produce
al ofensor puede ser “menor, igual o mayor” que el que se pretendió ocasionar u ocasionó.
Esto es, que si se niega el derecho a la legítima defensa en caso de agresiones culpo
sas se genera un efecto sumamente objetable: quien se defiende solo estaría justificado en
la medida que ocasione al “atacante” un daño menor que el que se evitó o conjuró (apre
ciando los bienes jurídicos en conflicto y la intensidad del peligro que amenaza), siendo
ilícita la producción de un daño mayor.
Además de ello, negar la defensa necesaria significaría exigir al agredido una compro
bación ex ante impracticable en la mayoría de los casos: verificar si el agente actuó con
dolo (para actuar bajo los requisitos de la legítima defens'a) o con culpa (para actuar bajo
los requisitos del estado de necesidad).
Estas limitaciones no hacen más que confirmar que por “agresión ilegítima” debe en
tenderse ampliamente la conducta humana que lesiona o pone en peligro un bien jurídico
tutelado, al margen de sus componentes subjetivos (dolo o culpa).
5. La falta de provocación
La legítima defensa exige, además, que la agresión que se repele no haya sido provo
cada. Incumple este requisito quien provoca a otro a fin de que realice una agresión para
así lesionarlo bajo la protección de la legítima defensa. Esta provocación, que enerva el
efecto justificante de la legítima defensa, debe constituir una conducta antijurídica (que
menoscabe un bien jurídico) y además realizarse dolosamente04’.
6. Elemento subjetivo
La acción defensiva debe necesariamente responder a una voluntad de defensa, pues
solo así desaparece el desvalor de la acción. La voluntad de defensa puede concurrir con
otros motivos como el odio, la indignación o la venganza06’.
(14) Luego, se le está permitido defenderse justificadamente a quien: i) ha provocado la agresión de otro o a través
de un comportamiento solo ético-socialmente disvalioso, ií) ha provocado imprudentemente la agresión
de otro, iii) no ha pretendido suscitar la agresión del provocado para lesionarlo en legítima defensa, etc.
(15) ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 640.
(16) JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit., p. 308.
no-des valoración ex post de este conduce a apreciar solo lo des valioso de la conducta, ha
ciendo el hecho compatible con un ilícito de tentativa de delito075, conforme al artículo 16
del Código Penal (atenuación obligatoria de la pena).
Por su parte, si el agente obra en la creencia errónea de que lo ampara una legítima
defensa, que objetivamente no concurre, se da un error de permisión o error de tipo per
misivo, que al ser una forma de error de prohibición (indirecto) surte efectos -según su
vencibilidad o invencibilidad- a nivel de la culpabilidad08’.
g El acto de legítima defensa que realice una persona en salvaguarda de la integridad física
o el derecho a la vida influenciará en e! análisis que realizara el juez penal: STC Exp.
N“ 03802-2004-AA/TC (f.j. 3).
(17) Cfr. ROXIN, Ciím. Ob. cit., p. 667; JESCHECK, Hans-Heinrich. Ob. cit. p. 296.
(18) JESCHECK., Hans-Heinrich. Ob. cit. p. 297.
BIBLIOGRAFÍA
CEREZO M1R, José. Curso de Derecho Penal español. Parte General. Tomo II, 6a edición, Tecnos,
Madrid, 1998; ESER, Albín y BURKHARDT, Bjoni. Derecho Penal. Traducción de S. Bacigalupo
y M. Cancio Meliá. Colex. Madrid, 1995; JESCHECK, Hans-Heinrich. Tratado de Derecho Penal.
Parte general. Traducción de la 4a edición por Manzanares Samaniego. Contares, Granada, 1993;
REVILLA LLAZA, Percy. “Tentativa de delito”. En: Código Penal comentado. José Castillo Alva
(coordinador). Tomo I, Gaceta Jurídica, Lima, 2004; ROXIN, Claus. Derecho Penal. Parte General.
Tomo I. Traducción de Luzón Peña, Díaz y García Conlledo y De Vicente Reniesal, Civitas, Madrid,
1997; VILLEGAS PAIVA, Elky. “Elementos conflgurativos de la legítima defensa en el Derecho
Penal peruano”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal. N" 24, Gaceta Jurídica, Lima, junio de 2011.
Artículo 2 Libertad personal
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
24. A ¡a libertady a la seguridadpersonales. En consecuencia:
a) Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni
impedido de hacer lo que ella no prohíbe.
C-f
CONCORDANCIAS:
C.i aris. 2 incs. 3), 4), 8), 15), 24) b), d), g), j), 74,103. 4' DFT; C.HCT,: arts. 9, 33;
C.C: arts. II, V, 5,214 al 216,667.4,1354; C.P,: arts. !l, 151; C.P.C.: art. 685; Ley
26689: art. 2; arts. .1,1 í.2,29.2; PJ.D.C.P.: att. i5.1; C A.D.H.: art. 9
I. Antecedentes
Todo se inicia con el inicio de todo. El Creador dice a Adán: “Puedes comer todo lo
que quieras del jardín, pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día
que comas de él, ten la seguridad que morirás” (La Biblia, Génesis 2: 16, 17). Adán po
día deleitarse de los manjares, beber de las frescuras y degustar texturas de cuantos fru
tos del Edén, mas no de aquellos florecidos de un árbol, aquel designado como El Árbol
Dios le confirió libertad plena en el Paraíso, Podía dispendiar sus antojos en todo aquello
que veía a sus pies o a lontananza, pero apetito humano pudo más. Vulneró la regla divi
na. El creador puso de manifiesto el peor de sus defectos: la ambición. Y comió de lo pro
hibido, digiriendo su sanción. No cumplió la orden, no respetó los límites, sobreexpuso
su libertad. Hizo aquello que no debía hacer.
Hay un límite para todo y la libertad no es ajena a ello. Esta, me refiero a la libertad,
como principio y como norma humana de desarrollo e interacción, merece un tratamien
to en las más diversas ramas del saber y conocimiento, no es ajena a ninguna ciencia en
el sentido que de ella se cimientan los valores del hombre, Pero, la libertad no va nunca
sola, se acompañada de otros principios que permiten un orden social, una vida en armo
nía, nos referimos a la dignidad, igualdad y solidaridad. Con estos considerados o meta-
derechos. se logra un balance en que se permitirá la paz, la equidad y la tan ansiada justi
cia, como veremos en desarrollo de este ensayo.
En el contexto jurídico el Digesto indicó con claridad que la libertad es la facultad na
tural de hacer lo que place a cada cual, salvo lo prohibido por la fuerza o por la ley (^Li
bertas esi naturales facultas ejtts, quodcuique facere libet, nlsi si quid vi, autfure prohi-
beiurf Florentino: Lib. I, tít. V ley 4a),
En el Derecho comparado moderno el principio de libertad personal presenta como
antecedente a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (Francia, 1789)
■ que es uno de los textos fiindamentales votados por la Asamblea nacional constituyente
formada tras la reunión de los Estados Generales durante la Revolución Francesa- que
decía: “La ley no tiene el derecho de prohibir más que las acciones nocivas a la sociedad.
Todo lo que no está prohibido por la ley no puede ser impedido, y nadie puede ser obligado
a hacer lo que ella no ordena” (art. 5). Qué duda cabe, es una de las consecuencias de la
Revolución Francesa cuyo lema principal encierra mucho más que los términos “Igualdad,
Libertad y Fraternidad”, frase que constituye la sólida base para un mejor dicho de todo
Estado de Derecho. Bien indica Rubio Correa que: “la Declaración francesa, la primera
norma sobre la libertad consiste en que la ley no tiene la atribución de prohibir sino
las acciones dañosas a la sociedad. Esto quiere decir que, en principio, la ley no puede
establecer la prohibición que considere pertinente ni, mucho menos aún, puede hacerlo
sin fundamentación que explique por qué eso que prohíbe es dañoso para la sociedad”0’.
Manifestaba Montesquieu que: “Una Constitución puede ser tal que nadie esté obligado
a hacer las cosas no preceptuadas por la ley, y a no hacer las permitidas”*1
2’. Para llegar a
este principio Montesquieu consideró que la noción de libertad política no consiste en
hacer lo que uno quiera. Por el contrario, en una sociedad donde hay leyes, la libertad
consiste en poder hacer lo que se debe querer y en no estar obligado a hacer lo que no se
debe querer: “La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo
que si un ciudadano pudiera hacer lo que las leyes prohíben ya no habría libertad, pues los
demás tendrían igualmente esta facultad”*3’.
La Constitución peruana nos dice: “Nadie está obligado a hacer lo que la ley no man
da, ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe” (art. 2, inc. 24, literal b), como tal, a de
cir de Rubio Correa
* 4’, se presenta como una norma general, un estándar jurídico, que di
seña los principios generales del que gobiernan las relaciones sociales.
Este precepto normativo en análisis tiene larga data en las Constituciones peruanas.
No se inicia con la Constitución del 79, a pesar que así los sostengan algunos autores
(por ejemplo Garcia Toma)* 5’. Un análisis serio, en otras palabras, con meticulosidad de
las fuentes históricas del derecho constitucional peruano, nos revela qué consagración
tenemos en la Constitución de 1828 (art. 150), 1834 (art. 144), 1839 (art. 176), el Estatuto
Provisorio de 1855 (art. 23), 1860 (art. 14), 1867 (art. 13), 1920 y 1933 (art. 19), 1979
(art. 2, inc. 20, literal a).
(1) RUBIO CORREA, Marcial. Estudios de la Constitución Política de 1993. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1997, pp. 440 y 441.
(2) MONTESQUIEU. El espíritu de las leyes. Libro XI. De las leyes que dan origen a la libertad política en
su relación con la Constitución. Capitulo IV.
(3) Ibídem, Capítulo 111.
(4) RUBIO CORREA, Marcial. El Titulo Preliminar en el Código Civil, 11“ edición, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica de! Perú, Lima, 2015, p. 28.
(5) GARCIA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Tomo I, Universidad
de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998, p. 116.
En el Derecho comparado constitucional entre las Cartas que tratan expresamente este
principio de la libertad personal podemos mencionar, sin perjudicar su consideración en
otras, la de Brasil (art. 5- II), Ecuador (art. 23-4), El Salvador (art. 8), Guatemala (art. 5),
Honduras (art. 70), Nicaragua (art. 32), Paraguay (art. 9) y Uruguay (art. 7). La Constitu
ción Nacional de Argentina indica que: “Las acciones privadas de los hombres que de nin
gún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están solo
reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la
Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ello no prohíbe”
(art. 19). En el caso concreto del Brasil el profesor Amaldo Godoy de la maestría en De
recho UNISUL/SC (Brasilia) nos dice que: “Este principio da legalidade, que vem sendo
reproduzido em todos os textos constitucional» brasileiros a saber, de 1824, de 1891, de
1934, de 1937, de 1946, de 1967, de 1969, a par, naturalmente, do texto atual, de 1988”.
(6) VIDAL RAMÍREZ, Fernando. “Orden público y nulidad virtual del acto jurídico”. En: Tratado de Derecha
Civil. Tomo I, Universidad de Lima, Lima, 1990, pp. 245 y 246.
(7) Impossibilium nidia abligatio un aforismo jurídico, jurisconsulto Juvencio Celso, siglo I a. C.
(8) TORRES VÁSQUEZ, Aníbal. Acto jurídico. San Marcos, Lima, 1998, p. 168.
(9) Ibídem, p. 174.
(10) ALTERINI, Afilio; AMEAL, Óscar y LÓPEZ CABANA, Roberto. Derecho de las obligaciones civiles y
comerciales. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1995, p. 54.
A todo ello, el principio de la libertad personal y el principio de legalidad es consagra
do como regla en gran parte de la legislación nacional peruana. Entre los ejemplos a citar
tenemos el caso de la Constitución, artículos 2, incisos 3,4,8,15,24, literales) b, d, g, 2,
74 y 103; Código Civil, II, V, 5,214,215,216, 667 - 4, 1354; Código Penal, II, 151; Có
digo de Procedimientos Civiles, 685; Código de Justicia Militar de 1980, 147 inc. I; Có
digo de Procedimientos Penales, 132; L. 26689; Asimismo, en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, artículo 9; Declaración Universal de Derechos Humanos, 11-
2; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, artículo 15-1.
II. Conceptos
La libertad es el “ser” del hombre. Lo hace espiritual permitiéndole vivenciar valores y
decidir su proyecto de vida, su destino y futuro. En inmejorables términos, con la agudeza
típica de su pensamiento y armonización de lo humano y lo jurídico, el maestro homenajeado
Carlos Fernández Sessarego escribía que la esencia del hombre es la libertad, su situación
ontológica: “El hombre es libertad que se proyecta. Libertad irrenunciable, constitutiva
(...) no tiene o deja de tener libertad sino que ‘el hombre es’ libertad (...) albedrío”02'. El
hombre “es lo que es” porque es libre, obra por reflexión o elección; piensa, evalúa, decide.
Más allá de todo lo que representa la persona, la libertad es connatural a ella, parte sí,
siendo impensable su renuncia. “La libertad no puede desligarse de la vida misma, desde
que esta es la vida en libertad”00. Como sentenció Rousseau: “Renunciar a nuestra
libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con esto a todos los deberes de la
humanidad”. La libertad es al hombre como la luz es al sol. Una tiene que ver con la otra;
son fatalmente inseparables.
Como facultad de hacer o dejar de hacer aquello que el orden jurídico permita, la
libertad es la prerrogativa que tiene la persona de realizar, sin obstáculos, sus actividades
en el mundo de las relaciones04'. En mayor rigor, es el principio rector en la historia de la
humanidad que nos puede llevar a alcanzar el bien común y la justicia social0 S). La persona
(11) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Libertad Constitución y Derechos Humanos. Tomo I, San Marcos,
Lima, 2003, p. 87.
(12) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. El derecho como libertad. Librería Studium, Lima, 1987, p. 59.
(13) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Derecho a la vida, a la identidad, a ¡a integridad, a la libertad y al
bienestar”. En: Z.a Constitución comentada. Tomo 1,1“ edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2005, p. 30.
(14) BITTAR, Carlos Alberto. Os directos dapersonalidade. 6a edición, Forense Universitaria, Rio de Janeiro,
2003, p. 105.
(15) FERRERO, Raúl. Trabajos de Derecho Constitucional. La Constitución mediatizada. Grij ley, Lima, 1999,
p. 35.
progresa, se desarrolla, avanza y crece espiritual e intelectual mente cuando goza y hace uso
de manera apropiada de su libertad. Esta no soto constituye un derecho sino un don, una
virtud, más específicamente un valor personal y social (a! igual que la justicia, la honradez
y la verdad) que está vinculado a la confianza y al orden público. La libertad, aclara el
maestro, no resolta ser una “facultad”, una propiedad, de la cual el hombre puede disponer
o no, es más la libertad le ha sido impuesta al hombre como “su responsabilidad”0 9), un
compromiso por su propia esencia. Nada más cierto que eso, y es que la libertad es un
valor importante y trascendente para el continuo desarrollo de las sociedades. Al tener
respaldo general, el Estado se ve en la obligación de promoverlo y garantizarlo. Con
mucha propiedad se dice que vida y libertad son expresiones extraordinarias de la dignidad
humana. Como la vida es esencialmente del ser humano y la libertad es potencíalmente
expresiva de la existencia humana, se presentan como los valores que orientan el principio
de la dignidad de la persona humana, Hablar de dignidad es hablar de vida y libertad07’. El
Derecho busca la consagración de estos valores. En similar sentido, se ha sostenido que
de la dignidad humana se derivan valores como la seguridad, la libertad y la igualdad. El
derecho a la libertad encuentra su fundamento en el valor libertad, para H.L.A Hart es “el
derecho igual de todos los hombres a ser libres”, incluyendo la libertad negativa (no ser
obstaculizado por otros) y la libertad positiva (facultad de determinar la propia suerte)08-.
La Doctrina Social de la Iglesia trata este tema considerando que: “La libertad humana
consiste fundamentalmente en el dominio de sí —en el libre albedrío- que el hombre posee
para realizar una acción, según decida su voluntad, informada por el conocimiento de la
inteligencia, ante el juicio dado por su conciencia”09’.
Para Léon Duguit: “El hombre no tiene el derecho de ser libre; tiene el deber social de
obrar, de desenvolver su individualidad y de cumplir su misión social. Nadie puede oponerse
a tos actos que ejecuta con este propósito, a condición, bien entendido, de que esos actos
no tengan como resultado atentar a la libertad de otro. El Estado no puede hacer nada que
limite la actividad del hombre ejercida en vista de ese fin; debe proteger todos los actos
que tiendan a este fin y reprimir y castigar todos aquellos que Ic sean contrarios”00’. Como
concepto general, la libertad es aquella facultad del sujeto para realizar sus deseos, hacer
lo que ambiciona siempre que no dañe ni perjudique al resto. Nos permite la posibilidad
de elegir nuestros actos y quehaceres sin restricción o sometimiento alguno partiendo de la
premisa que nuestros derechos terminan donde comienzan tos derechos de tos demás
o, como diría Alzamora Silva, “la libertad de cada individuo está limitada por el derecho
a la libertad de los demás, y cada individuo acepta espontáneamente limitar su libertad
fLLL LyEn razón de la libertad y su ejercicio De Cupis'23' hace una clara distinción entre
las conductas internas y las conductas externas siendo estas últimas las que interesan al
y a Derecho, pero no toda conducta externa puede tener trascendencia jurídica. Las acciones
yj j . externas -dice- están “normalmente” comprendidas en la esfera de la competencia del
Derecho, aclarando que se dan situaciones excluidas de esta área en las que se debe actuar
eon cautela (cita los casos de la no prohibición del suicidio y de la autolesión), razón por
o ro ía cual resulta pertinente distar entre lo volitivo y actuante en el hombre.
' Es así que, no obstante su unidad, cuando nos referimos a la libertad debe considerarse
una doble vertiente: La ontológica y la fenoménica'24'. La libertad ontológica es el ser
mismo del hombre, la facultad de decidir y la libertad fenoménica es la puesta en práctica
de la libertad ontológica, la proyección social de la libertad, básicamente la realización de su
: proyecto de vida. La primera, no es un derecho es un valor, de modo que es absoluta e innata
en el hombre, no hay forma de limitarla; la segunda, supone la existencia de un derecho -
: en sí— que protege su ejercicio, es la forma de limitar el proyecto de vida transformándolo
h; h; en actitudes, lo que sí puede ser circunscrito sea jurídicamente, sea de facto o frustrado
y C; ; ■ por un daño. Con este pensamiento y bajo el mismo norte la libertad ha de ser entendida
: ■ y h en su contenido jurídico considerando siempre que el Derecho es libertario'"2526 '.
h;yy:;?:,y Fernández Sessarego nos conduce con claridad esta doble vertiente concretando
;'ó,a que: “La protección jurídica de la libertad en cuanto “proyecto de vida” representa la
. tutela de la libertad fenoménica, aquella que se exterioriza a través de actos, conductas,
y comportamientos. En esta instancia de la libertad lo que se protege es la libertad hecha
acto o conducta intersubjetiva en cuanto concreción de una decisión subjetiva. En otros
términos, proteger la libertad fenoménica significa la protección del “proyecto de vida”
y o libertad actuante, presente en el mundo. La importancia de la protección jurídica del
y. “proyecto de vida” radica en que en él se juega nada menos que el destino de la persona,
de cada persona. Es decir, lo que la persona decidió hacer en y con su vida”'20'.
(21) ALZAMORA SILVA, Lizardo. Estudios constitucionales. 2“ edición, Grijley, Lima, 20Ü4, p. 93.
(22) ESCOBAR ROZAS, Freddy. Teoría general del Derecho Civil. Ara, Lima, 2002, p. 22.
(23) CUPIS, Adriano de. Os directos da persanalidade. Traductor Alfonso Celso Furtado Rezende. Primera
edición, Campiñas SP, Romana jurídica, 2004, pp. 106 y 107.
(24) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Derecho a la vida...”. Ob. cit., pp. 31 a 35.
(25) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Libertad... Ob. cit., p. 86.
(26) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Derecho a la vida...”. Ob. cit,, p. 32.
Como todo derecho, la libertad es relativa. Tiene una demarcación y este es el dere
cho a la igualdad: “La igualdad es el límite de la libertad”. Las acciones de las personas
podemos representarlas como caminos paralelos asfaltados por la libertad pero delineados
por la igualdad. Estos senderos no pueden entrecruzarse menos entreverarse, por el con
trario deben asumir los lincamientos de la equiparidad entre las personas que se logra con
la igualdad. La no distinción motivada por alguna razón ajena al hecho de ser ciudadano
(credo, color, raza, etc.) se conoce como igualdad, en términos sencillos, los hombres no
son iguales, hay elementos físicos, psíquicos y morales que los diferencian. Pero, ante la
ley, todos somos iguales... iguales en la diferencia. (Todos los animales son iguales, pero
unos son más iguales que otros, George Orwell en su Rebelión en la granja)
III. Delimitación
La libertad discurre entre lo que la ley que manda y, por lo tanto, obliga a hacer-
y lo que prohíbe -y, por lo tanto, obliga a no hacer-
* 38*. En principio, la única limitación
para el ejercicio de este derecho es el no transgredir, ni violar el derecho de las demás
personas, parámetro asumido por la ley en base al principio de reserva de ia ley y al
principio de legalidad, lo que nos lleva a establecer que la ley es la única que precisa lo
que la persona está obligada a hacer o en todo caso a no hacer, logrando un orden en las
cosas, en las relaciones humanas lo que se conoce como el hominis adhominenproportio,
entendido en el sentido de que el derecho es una proporción real y personal, del hombre
para el hombre que, conservada, conserva la sociedad; corrompida, la corrompe
* 29*. Esto
implica establecer un orden entre los seres, regir su vida, normar su conducta logrando
la paz, equidad, justicia y la sana convivencia a través del cumplimiento de las normas.
(27) WEBER, Albretch. “La Carta Europea délos Derechos Fundamentales desde la perspectiva comparada”. En:
Derechosfundamentales y Estado. Memoria del Vil Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional.
Coordinador Miguel Carbonell, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2002, p. 741.
(28) CHIRINOS SOTO, Enrique. La nueva Constitución al alcance de todos. Andina, Lima, 1980, p. 38.
(29) Dante Alighieri: Jus est realis acpersonalis hominis adhominenproportio, quae servato servalsocietaten;
corrupta, corrumpl.
(30) RUBIO CORREA, Marcial Estudios de la Constitución Política de 1993. Ob. cit., p. 56.
razón, las sentencias judiciales). Entonces pasamos a la exigencia constitucional, que nos
sugiere una lectura con ojos y saberes de hombres simples. En ese caso, naturalmente,
será ley en sentido amplio, y que no recibe aceptación de la jurisprudencia y de los mismos
doctrinarios, que insisten que la ley, en relación al principio de legalidad, debe ser en sentido
formal y fechado”, criterio sustentando en el principio de legalidad del Derecho Penal.
La libertad tiene doble contenido. Por un lado es un derecho esencial para la realiza
ción de la persona y, por otro, es el valor fundamental que orienta el Estado de Derecho.
Es un atributo que permite un facere o non facere sin más límites que los legales. Hago lo
que deseo en observancia a lo permitido y respondo de mis actos en la medida de los bie
nes afectados, lo que se ve reflejado en el principio penal Nullum crimen, nullapoena sine
praevia legepoenali en razón que: “Los límites de la libertad que traza el Derecho Penal
no solo son límites de la libertad individual, sino también límites de la intervención esta
tal”, argumento sostenido por el profesor alemán Winfried Hassemer, vicepresidente del
Tribunal Constitucional Federal alemán.
(31) BIDART CAMPOS, Germán. Tratado elemental de Derecho Constitucional argentino. Tomo I, Buenos
Aires, 1989, p. 359.
(32) GUTIÉRREZ CAMACHO, Walter. “La razonabilidad de las leyes y otros actos de poder”. En: Diálogo
con la Jurisprudencia. N“ 1, Año I, Gaceta Jurídica, Lima, julio de 1995, p. 51.
(33) PEÑA CABRERA, Raúl. Nuevo Código Penal comentado y leyes complementarlas. San Marcos, Lima,
1992, p. 49.
ciudadano conozca con la debida anticipación y precisión qué conductas están prohibidas
y se encuentran amenazadas con la imposición de una sanción y qué comportamientos son
lícitos534’, representa un límite a la arbitrariedad estatal535’.
Para García Toma540’ es una norma declarativa en la medida que resume su contenido
en la declaración de una mera proclama. Diríamos como un principio mediante el que la
persona goza de un derecho innato de decidir y hacer lo que quiera, por lo tanto a través
de la ley se cumple con la formalidad de declararla. Pero la norma abarca mucho más,
indica que la persona podrá hacer o no, solo lo que la ley señale. En tal sentido, no sería
solo declarativa sino también dispositiva y prohibitiva. De esta manera, es en los límites
(34) CASTILLO ALVA, José Luís. Principias de Derecho Penal. Parte general. Gacela Jurídica, Lima, 2002, p, 21.
(35) URQUIZO OLAECHEA, José. “Principio de legalidad”. En: Código Penal comentado. Tomo I, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004, p. 64.
(36) BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. 5a edición. Rao, Lima, 1999,
p. 170.
(37) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “Derecho a la vida...”. Ob. cit., p. 33.
(38) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. El derecho como libertad... Ob, cit., p. 86.
(39) LANDA ARROYO, César. ‘‘Antejuicio político”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Año 9, Tomo 64,
Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 32.
(40) GARCÍA TOMA, Víctor. Teoría del Estado y Derecho Constitucional. Fondo de desarrollo editorial de la
Universidad de Lima, Lima, .1999, p. 249.
del sistema jurídico que se ejercita la libertad, respetando el ordenamiento jurídico el
individuo es libre en la práctica de los actos jurídicos
*
' 11’.
IV. Casuística
En esta disposición constitucional se agrupan las normas jurídicas imperativas que
disponen una conducta positiva o que establecen una prohibición. Con algunos ejemplos
prácticos podemos apreciar mejor las premisas de trabajo que se vienen planteando en el
análisis de este artículo:
(41) QUEIROZ DE OL1VE1RA JUNIOR, Albino. “Direitos e garantías fundamentáis da pessoa humana,
inclusive seus directos socias”. En: Direito Civil Constitucional. Cuaderno 3, Coordinador Renato Lotufo,
Malheiros Editores, Brasil, 2002, p. 197.
(42) LEGAZ Y LACAMBRA. Luis. Filosofía del Derecho. 53 edición, Bosch, Barcelona, 1979.
(43) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. “La antijuridicidad como problema”. En: Lumen. Facultad de Derecho
de la Universidad Femenina de! Sagrado Corazón, Año I, N" l, Lima, 2000 y en el libro de autores varios
Obligaciones y contratos en el tercer milenio. Homenaje a Roberto López Cabana, Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 2001.
No se puede impedir fotografiar un partido de fútbol o a los integrantes de un
equipo.
Nadie me puede impedir que fume pues la ley no prohíbe el consumo de taba
co. Por el contrario, en lugares públicos este derecho está restringido.
Nadie está obligado al pago de tributos que no hayan sido legalmente creados
* 44’.
Puede transformarse una persona jurídica regulada en el Código Civil en una
normada en la Ley general de sociedades al no existir impedimento legal
expreso que lo prohíba
* 45’ (Segundo párrafo del artículo 333 de la Ley General
de Sociedades indica: “Cuando la ley no lo impida, cualquier persona jurídica
constituida en el Perú puede transformarse en alguna de las sociedades reguladas
por esta ley”).
Otros casos sueltos:
Eneas Castilho Chiarini Júnior, miembro del Instituo Brasilero de Derecho Constitu
cional, manifiesta en sus obras vinculadas a relaciones de género y bioética que en Bra
sil, al no existir prohibición legal, sería permisible el matrimonio homosexual, la adop
ción por homosexuales, la cirugía de reasignación de sexo con la posterior alteración del
registro y posibilidad futura de casamiento. Situaciones un poco más complicadas en los
que no existe ley expresa pero deben tomarse en cuenta los principios generales del dere
cho para su valoración, menciona el aborto de fetos anencefálicos, la utilización de células
tronco y la objeción de conciencia en los tratamientos médicos de los testigos de Jehová.
(50) Apréciese el siguiente diálogo: “-Señor, quiero tomar un café mientras leo el diario.-Ciaro, señor: tome
asiento en cualquiera de estas mesas libres. -Pero es que yo fumo. -Ah, en ese caso tendrá que sentarse en
las mesas exteriores, porque, como usted sabe, está prohibido fumar dentro del local.-Es que afuera hay
solo dos mesas, y están ocupadas.-Nada puedo hacer, señor. Esos fumadores llegaron antes que usted.-No
me parece suficiente razón. Esas personas están abusando de su prioridad, porque ninguna de ellas fuma.
Deberían estar sentados adentro y dejar esos lugares libres para la gente como yo.-Vamos a ver. Señor,
usted que está sentado en una de las mesas exteriores, ¿fuma?-Sí.-Pero no está fumando ahora, ¿no?~Es
cierto. ¿A usted le gusta el buen vino?-Sí.-Pero no está bebiendo ahora, ¿verdad?-Es que esta mesa es para
fumar. Usted debería estar adentro.-No, señor; en estas mesas está permitido fumar, pero no es obligatorio.
Yo s'oy fumador y me gusta poder fumar cuando quiero. Solo que en este preciso momento no quiero”.
GUIBOURG, RICARDO A: “Humo de buen derecho y casos difíciles”. En: La Ley. Buenos Aires, Año
LXX, N° 231,29/11/2006, p. 1.
(51) Cas. Exp. N° 1426-03-Lima, en: Diálogo con la Jurisprudencia. N“ 72, Año 10, Gaceta Jurídica, Lima,
setiembre, 2004, p. 128.
impedido de hacer lo que ella no prohíbe, por lo que no resulta amparadle esta
pretensión 52
* 53’.
Que, concedido el recurso de casación a fojas ciento treintiocho, fiie declarado
procedente por resolución del trece de julio del dos mil uno, por la causal
contemplada en el inciso tercero del artículo trescientos ochentiséis del Código
Procesal Civil, sustentada en que ninguno de los artículos del Código Procesal
Civil, ni del Código Civil condicionan que para interponer una demanda de
desalojo el accionante debe precisar la causal para hacerlo, pues ello constituye
una infracción del derecho consagrado por el artículo dos inciso veintidós
párrafo veinticuatro de la Carta Política, en cuya virtud nadie está obligado a
hacer lo que la ley no manda ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe y en
otras oportunidades han interpuesto acciones similares que fueron admitidas y
tramitadas y porque existe una contravención en la resolución del Juzgado, ya que
dispuso en primer lugar que debía precisar la causal de desalojo y posteriormente
que no se ha indicado dicha causal y además la ampliación de la resolución exigía
que se tenga por subsanada las omisiones implica declarar inadmisible por una
segunda vez, y porque habiéndose expedido dictamen Fiscal Superior en lo civil,
en la resolución recurrida ni siquiera se menciona que se resuelve de conformidad
con lo dispuesto por el Fiscal Superior, lo que en la práctica equivale a sostener
que dicho dictamen no mereció ninguna atención por parte del Colegiado
* 55’.
En gran medida este precepto constitucional enraíza un criterio de seguridad,
propiamente de seguridad jurídica, en ese sentido se ha considerado en la jurisprudencia:
“La seguridad jurídica es un principio que transita todo el ordenamiento, incluyendo, desde
luego, a la Norma Fundamental que lo preside. Su reconocimiento es implícito en nuestra
Constitución, aunque se concretiza con meridiana claridad a través de distintas disposiciones
constitucionales, algunas de orden general, como la contenida en el artículo 2, inciso 24,
parágrafo a. (“Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda, ni impedido de hacer
lo que ella no prohíbe”) y otros más”*54’.
V. Límites de la libertad
Los derechos no son absolutos por el contrario, son relativos.
Carlos Fernández Sessarego en su tratamiento al derecho subjetivo dice que este “se
constituye en la dimensión sociológico-existencial como un derecho en relación con los
intereses y derechos de los otros sujetos
* 55’. En armonía con la reflexión citada el derecho
subjetivo implica mi derecho frente al de los demás, cada cual cumpliendo su función
Con estas reflexiones tenemos que la libertad está supeditada al principio de legalidad
que se presenta como un parámetro para su ejercicio. Véase que la ley no siempre establece
un límite expreso -lo que no significa que existan facultades extremas- en la medida que
no se ampara el abuso del derecho (instrumento del que se vale el operador jurídico para
lograr una correcta y justa administración de justicia, sostiene entre nosotros Espinoza
Espinoza(ó0>)- Este es un principio reconocido uniformemente en el Derecho Constitucional
(56) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Abuso del derecho. Astrea, Buenos Aires, 1992, p. 178.
(57) ídem.
(58) BALLESTEROS, Enrique. Ob. cit., p. 171.
(59) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Tomo I, Universidad
de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, p. 116.
(60) ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Los principios contenidos en el Título Preliminar del Código Civil peruano
de 1984. Fondo Editorial de ía Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2003, p. 129.
comparado a punto tal que la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea
(2000) declara que: “Ninguna de las disposiciones de la presente Carta podrá ser interpretada
en el sentido de que implique un derecho cualquiera a dedicarse a una actividad o a realizar
un acto tendente a la destrucción de los derechos o libertades reconocidos en la presente
Carta o a limitaciones más amplias de estos derechos y libertades que las previstas en la
presente Carta” (art- 54, Prohibición del abuso del derecho).
Considérese que la ley no obliga sino una vez publicada pues es necesario que la so
ciedad tome conocimiento de lo que señala la norma para saber los derechos, deberes y li
mitaciones que se plasman en ella y luego cumplirla (art. 109 de la CP).
El Código Penal de 1924 al tratar los delitos contra la libertad refería en su artículo
222 la trasgresión del artículo 2, inciso 20, literal a) de la Constitución Política del Perú
de 1979 cuyo texto era similar al aquí analizado
* 63’.
62
61
(61) KRESALJA ROSELLO, Baldo. “La libertad de empresa: fundamento del sistema económico constitu-
cionalizado”. En: Homenaje a Jorge Avendaño. Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú, Linií:, 2004, p. 499.
(62) HUNDSKOPF EXEBIO, Oswaldo: “Capital social en moneda extranjera”. En: Diálogo con la
Jurisprudencia. Año 9, Tomo 66, Gaceta Jurídica, Lima, 2004, p. 54,
(63) Cfr. PÉREZ, Julio D. Código Penal. Concordancias. 6“ edición, Sevillano, Lima, 1982, pp. 284 y 285.
El Código Penal vigente en su Título IV, Delitos contra la libertad, Capítulo I, Vio
lación de la libertad personal, tipifica en la misma línea el delito de coacción de la si
guiente manera:
“Artículo 151.- El que, mediante amenaza o violencia, obliga a otro a hacer lo que la
ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe será reprimido con pena privativa
de libertad no mayor de dos años”.
(64) BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Alberto y GARCÍA CANT1ZANO, María del Carmen. Manual de
Derecho Penal, Parte especial. 4a edición, San Marcos, Lima, 1998, p. 183 y SALINAS SICCHA, Ramiro.
Curso de Derecho Penal peruano. Tomo II, 1’ edición, Palestra, Lima, 2000, p. 154.
(65) VILLA STEIN, Javier. Derecho Penal. Parte especial 1-B. San Marcos, Lima, 1998, p.108.
(66) HIGUERA GUIMERA, Juan Felipe. El delito de coacciones. 2a edición, Bosch, Barcelona, 1983, p. 31.
(67) SOLER, Sebastián. Derecho Penal argentino. Tomo IV; Tea, Buenos Aires, 1983, p. 67.
La acción delictuosa es compeler a hacer, no hacer o impedir algo contra la volun
tad. La conducta no reside en la ilicitud de lo exigido a la víctima, sino en la ilicitud
del hecho de exigir en sí, es el modo en el que se realiza, constriñendo a aceptar un
cumplimiento que el otro se rehúsa a cumplir.
Al detalle encontramos que deben darse cualquiera de estas dos situaciones:
Exigir llevar a cabo lo que la ley no manda: compeler, imponer, constreñir a que
haga lo no deseado
Impedir a realizar lo que la ley no restringe: limitar, coartar, denegar a la ejecu
ción de algo.
Villa Stein se plantea si sería delictivo obligar a otro una conducta moral o religiosa
(ir a misa, v. g.) o impedir un acto inmoral (hacer el amor con esposa ajena o practicar
acto homosexual en lugar privado). Sobre el particular concluye que sí sería delito pues
la moral no se asimila necesariamente con el Derecho Penal* *. Sebastián Soler con
6869
su particular estilo predica que “hay situaciones en que la persona puede sin sanción
jurídica hacer algo, no por ello puede afirmarse que ese hacer concreto constituya
un derecho. Tal es el caso del suicidio, hecho que inclusive puede ser fuente de
responsabilidades penales para terceros. Impedir por fuerza un suicidio no es delito”*697.
Sujetos
Respecto a la tipicidad objetiva Bramont-Arías Torres y García Cantizano
* 7071
* consideran
72
que el sujeto activo y el pasivo puede ser cualquier persona y tienen toda la razón pero
vale aclarar algunos puntos.
Sujeto activo.- Puede ser cualquier persona
En el caso de un funcionario público que exceda o abuse de sus facultades en el ejercicio
de sus funciones dicha conducta será tipificada como abuso de autoridad, artículo 376
del Código Penal. Las demás conductas del referido sujeto se tipificarán de acuerdo
al tipo analizado
* 71). Tal sería el caso que un funcionario obligue a comparecer a una
persona en una dependencia pública (nadie estará obligado a comparecer personalmente
a una repartición pública, salvo que tal obligación emanase de la ley){72).
Sujeto pasivo.- Cualquier persona puede ser víctima de la coacción
Para la configuración del delito se discute en doctrina- debe doblegarse la voluntad.
Aclaramos la voluntad en sentido genérico no en sentido estricto. Los casos de un
(78) STC Exp, N° 0135-1996- AA/TC, f, j. 2. Cit. SAR, Ornar. Constitución Política del Perú con la
jurisprudencia, artículo por articulo del Tribunal Constitucional. Nonos & Thesis, Lima, 2004, p. 79.
(79) PALMER OLIDEN, Carmen Julia. “La vinculación positiva de las administraciones públicas al
ordenamiento jurídico”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. Año 9, Tomo 63, Gaceta Jurídica, Lima, 2003,
p. 49.
(80) FERNÁNDEZ SESSAREGO, Carlos. Libertad ... Ob. cit., p. 86.
(81) Comisión de Estudio de la Reforma Constitucional del Perú, Ministerio de Justicia, Lima, 2001.
El sentimiento compartido por Luis Moisset de Espaoés y Juan Vallet de Goytisolo es
oportuno de citar cuando dicen que: “La redacción de la ley humana debe encomendarse
a irnos pocos sabios”**2*, esta idea nos permite entender que la fórmula de este artículo es
feliz en la medida que consagra el actuar pleno del hombre, dentro de ciertos límites que
no necesariamente están en la ley, por el contrario debemos buscarlos en la conciencia de
cada uno de nosotros, raíz de una sana convivencia, y en la enseñanza de nuestros maestros,
en el caso particular de quien estas líneas escribe de Carlos Fernández Sessarego, hoy y
siempre homenajeado.
--.-«i:
[fp El principio de seguridad jurídica es una garantía que informa a todo el ordenamiento jurídico
y consolida la interdicción de la arbitrariedad: STC Exp. N° 01601-2012-PA/TC (f, j. 23).
[Jj Si el fin supremo de nuestra sociedad y nuestro Estado es la defensa de la dignidad humana
(artículo 1 de la Constitución Política), y solo se es plenamente digno en la medida de que
se tenga oportunidad de construir autónomamente un proyecto de vida, respetando los
derechos de los demás, entonces la libertad ocupa un lugar primordial en nuestro sistema
de valores: STC Exp. N°04780-2Ü17-PHOTC y bE 00502-2018-PHC/TC (f. j. 30).
Del derecho a la dignidad deriva la libertad personal. Es decir, la libertad física, sin cuyo
ejercicio se restringe una gama importante de otros tantos derechos fundamentales como
el derecho de reunión, al trabajo, a la vida en familia, etc.: STC Exp. Ne 04780-2017-PHC/
TC y N° 00502-2018-PHC/TC (f. j. 31).
BIBLIOGRAFÍA
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Artículo 2 Prohibición de la restricción de la libertad
Toda persona tiene derecho:
(■■)
24. A la libertady a la seguridadpersonales. En consecuencia:
(...)
b) No se permiteforma alguna de restricción de la libertad
personal, salvo en los casos previstos por la ley. Están
prohibidas la esclavitud, la servidumbre y la trata de
seres humanos en cualquiera de sus formas.
(...).
CONCORDANCIAS:
C-: arts. 2 inc. 24.a), 23, 26 inc. 3), 103,200 inc. 1); C.P.Ct: arts. 9,33 inc. 8); C.P.:
arts. VI, 151 al 153-A, 168; Ley 28950; D.U.D.H.: arts. 3,4,5,9; P.I.D.C.P.: arts. 8.1
al 8.3,9.1; C.A.O.H.: arts. 6.1,7.1,7.2
I. Premisa de estudio
Es un artículo que tiene un contenido prohibitivo en el sentido de que, a efectos de
proteger y dar seguridad a la libertad de la persona, se establece el supuesto denegatorio
de todo acto tendente a limitarla. A través de una indicación normativa general se desle
gitima la restricción de la libertad personal, reconociendo las excepciones que la ley con
templa de manera expresa (Nulla regula sine excepcione: No hay regla sin excepción),
asumiéndose con esta premisa la característica de la relatividad de los derechos de la per
sona, Por otro lado, y a manera de corolario, indica expresamente los casos más comunes
de limitación a la libertad, estableciendo también una prohibición.
Luego de dejar establecido en los comentarios del artículo precedente (art. 2, inc. 24,
literal a) el marco de referencia institucional del principio de legalidad y clausura -com
prendido en el capítulo relativo a los derechos fundamentales de las personas- el literal
en análisis sienta, mediante una fórmula de acción negativa, la regla respecto del ejercicio
de la libertad personal, explicitando el instrumento normativo como requisito de legitimi
dad de las eventuales limitaciones a la misma. Tal como surge de la redacción, es claro el
vínculo de la libertad personal con la dignidad de la persona humana, realidad plasmada
en el artículo 1 de la Carta Magna.
1. Declaración Universal
En el Perú, el tema de la libertad personal fue tratado en relación con el problema de
la esclavitud. Es abordado en la Constitución de 1823, señalando que nadie nacía esclavo
y aboliéndose toda forma de comercio de negros. Marcial Rubio(i) señala de manera pre
cisa cada acápite de las constituciones pasadas que hacen referencia al tema, concluyendo
que la esclavitud es el tema más desarrollado por los autores. No es sino hasta la Consti
tución de 1920 que se hace referencia, en el artículo 22, a la libertad individual mediante
la siguiente formula: “La ley no reconoce pacto ni imposición alguna que prive de la li
bertad individual”. Posteriormente, la Constitución de 1979 ofrece un tratamiento simi
lar a la actual Constitución.
(1) RUBIO, Marcial. Estudio de la Constitución de 1993. Fondo Editorial de la PUCP, Lima. 1999, pp. 444
y 445.
de tutela: la abolición de la tortura junto a las previsiones de reserva de ley y de jurisdic
ción, sí lo ha considerado Perlinger.
No nos explayaremos sobre las aristas filosóficas, pues de suyo portan el problema de
la libertad personal en su relación con el ordenamiento jurídico, pero vale la pena tener
presente al menos un primer problema de importancia para el legislador y el intérprete:
la delimitación precisa del bien tutelado, esto es, la formulación de una noción de liber
tad adecuada a los fines de la norma. Las posiciones doctrinarias son de lo más variadas,
distinguiéndose entre otras:
A nivel nacional la trata está contemplada en el Código Penal (Libro Segundo, Títu
lo IV, Capítulo I), en el que se desarrollan los delitos contra la libertad, con referencia a
los delitos de coacción, secuestro y tráfico de menores. En el año 2004, el Perú ha sido in
cluido por primera vez en el Informe de Washington sobre la Trata de Personas, y clasifi
cado con la categoría dos, un indicativo que se ha reconocido el problema y se están to
mando medidas para combatirlo.
Desde el Himalaya hasta las ciudades del este europeo, gran cantidad de personas,
mayoritariamente mujeres y niñas, son atraídas por las perspectivas de un trabajo bien pa
gado en servicio doméstico, como camareras o trabajadoras en fábricas. Los traficantes
reclutan víctimas a través de falsos anuncios, catálogos de arreglo de matrimonios (mail-
order bride catalogué) y contactos casuales. Fundamentalmente, son personas destinadas
al comercio sexual, aunque también pueden verse expuestas a situaciones de servidum
bre o trabajo forzado.
La trata de personas puede darse en un contexto de tráfico interno (dentro de las fron
teras de un mismo país, por ejemplo, de zonas rurales o marginales a grandes centros ur
banos) o bien internacional. A su vez, y según lo ha delimitado la ONU, el tráfico de seres
humanos puede presentarse bajo la forma de: a) contrabando de personas (smugglifig): es
la organización de inmigración clandestina que implica el transporte y la introducción ile
gal a un país-destino y, b) tráfico slricto sensu o ‘trata’ (traffiking) que involucra el reclu
tamiento, transporte, introducción ilegal y explotación de un ser humano(3>.
(3) CICON rE, Emc. X nueve schlavitu. fí traffico degli esseri utntmi nett ’ítatía del XXI secóle. Ríuniti.
Roma, Italia 2002,
internacional. Se involucran redes europeas y asiáticas, sobre todo del Japón. Se sabe de
redes europeas de operación y reclutamiento de mujeres en Brasil, Surinam, Colombia,
República Dominicana y las Antillas, para centros de distribución ubicados en España,
Grecia, Alemania, Bélgica y Holanda.
En los últimos años, a las mujeres trasladas desde países en.vías de desarrollo como
el África septentrional y central, Sudamérica y Asia se suman aquellas de los países de
Europa Central y Oriental.
(4) E! vinculo entre !a migración y la trata. Informe de noviembre de 2003 en: <http// www.antislavery.com>.
nivel de vida, han dejado a los migrantes pocas alternativas, excepto valerse de traficantes
o tratantes para acceder a dichos empleos. Pese a lo anterior, muchos gobiernos han res
pondido al problema proponiendo controles más estrictos a la inmigración, que general
mente aumentan la rentabilidad del tráfico ilícito de inmigrantes y de la trata de personas.
Entre estas medidas es muy importante que en el procedimiento esté previsto un pe
riodo de reflexión en el que se regularice temporalmente la situación migratoria, de modo
que las víctimas puedan participar en el proceso para enjuiciar a los captores y se evite la
inmediata deportación, que tiene como consecuencia, las más de las veces, de exponerlas
a ser nuevamente capturadas por los tratantes. Actualmente, la única propuesta legislati
va a nivel transnacional que aborda el problema de la protección y asistencia de las vícti
mas de la trata es la Directiva del Consejo Europeo sobre permisos de residencia de cor
ta duración, que propone la extensión de los mismos si: “la presencia de la víctima resulta
útil” y esta “demuestra clara intención de cooperad’ en el proceso®.
(5) Directiva de ía UE relativa a un permiso de residencia de coila duración a las victimas de la ayuda de
inmigración i legal o de la trata de seres humanos que cooperen con las autoridades competentes. Bruselas,
II de febrera de 2002.
(ó) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemálko de la Constitirciánperuana de 1993. Universidad de Lima,
Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998, pp. 116-117,
La detención se puede dar en dos casos: por mandato judicial y por flagrante delito,
lo cual ocurre al momento de la comisión de un delito, o cuando la persona está huyendo
o cuando existan suficientes evidencias que fue él quien perpetró el delito. La detención,
vale recalcar, es de carácter preventivo. En cambio, la condena penal se da como conse
cuencia de un proceso judicial, en el cual se determina la responsabilidad de la persona en
la comisión o participación de un delito. La condena, en estos casos, puede ser privativa,
restrictiva o limitativa de libertad, tal como se señala en el artículo 28 del Código Penal.
El Código Procesal Civil (art. 563) también señala una figura singular -el arraigo- como
una forma limitativa al derecho de libertad.
Las demás libertades no están sujetas a ningún tipo de restricción, por lo tanto, la re
dacción de este artículo debió centrarse solo en la libertad de tránsito y no generalizarla.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
J La libertad personal no es solo un derecho fundamental reconocido, sino un valor superior
del ordenamiento jurídico: STC Exp. N° 02029-2005-PHC/TC (f. j. 5).
g| La libertad personal no es un derecho absoluto y sus restricciones se encuentran reguladas
por ley con la finalidad de proteger otros bienes constitucionales: STC Exp. N° 00617-
2006-PHC/TC (f.j. 4).
[Jj La libertad natural es recogida por la libertad jurídica protegida constitucionalmente y
su [imitación debe ser constitucionalmente justificada: STC Exp. N. ° 00032-2010-PI/TC
(f.j. 18 y 19).
JJ! En lo referente al rol que le toca a la justicia de cara a enfrentar esta compleja problemática
que la gravedad del delito de trata de personas, tanto por su incidencia a nivel internacional
como nacional, obliga a la judicatura a redoblar esfuerzos por afrontar los casos que son
sometidos a su conocimiento conforme a los estándares derivados del debido proceso: STC
Exp. N° 00208-2018-PHC/TC (f. j. 4).
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de 1993. Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998.
Artículo 2 Prohibición de imponer prisión por deudas
Toda persona tiene derecho:
(...)
24. A la libertady a la seguridadpersonales. En consecuencia:
(-) ,
c) No hay prisión por deudas. Este principio no limita
el mandato judicial por incumplimiento de deberes
alimentarios.
(■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 2M, 24.Í), 24.b), 6,200 inc.1)1 C.P.Ct.: arts. 9, 33 inc. 10); C-C: art.
4)2 v ss.; C.P.C: arts. 560 y «i.; C.P.: arts. 149,4 Í9; CMi art, 92 y ss.; D.U.D.1H.:
arts. 3,9; P.I.B.C.P.: trt. íl; C.A.D.H.: art. 7.7
La Constitución Política del Perú de 1993 señala que no hay prisión por deudas, sin
embargo, ello no fue siempre así, ya que, en la Tercera, de las Doce Tablas Romanas se
señalaba que: ‘‘Si alguno confiesa su deuda, o es declarado deudor en juicio, se le conce
de 30 días para que pague. Si no paga dentro de los 30 días, el acreedor puede prenderlo y
presentarlo ante el Pretor. Si aun así no pagase y nadie se presentase a responder por él ni
defenderlos enjuicio, el acreedor puede hacerlo poner en la cárcel amarrado con collar o
con grillos que no pesen más de 15 libras, y así menos, á arbitrio del acreedor”.
Hacía 1800, en Europa, los deudores eran encarcelados sin posibilidad de trabajar has
ta que de algún modo pagaban sus deudas. En muchos casos, el deudor podía pasar déca
das en prisión antes de ser amnistiado ante la evidencia de ser incapaz de pagar, o moría
en prisión olvidado por todos. La revolución francesa fue la que proclamó la prohibición
de- la prisión por deudas
* 2’.
(1) ARIAS LÓPEZ, Codos. “¿Vbtvemcs a los tiempos de la prisión por deudas?"' En: Abogacía gspafíala.
Recuperado de; hi:ps:.7rN..:t sl.usb
(.2) ídem.
En el Perú, el primer antecedente legislativo lo encontramos en la Constitución Polí
tica de 1828, expedida durante el gobierno del presidente José De La Mar, que en su ar
tículo 128 prescribía que: “Una ley determinará los casos en que haya lugar a prisión por
deudas”®; es decir, se permitía o autorizaba la prisión por deudas en aquellos años. Esta
postura constitucional cambia y se toma en prohibición en la Constitución Política de 1920
(promulgada durante el gobierno de Augusto B. Leguia) que en su artículo 25 prescribía
que: “Nadie podrá ser apresado por deudas’^; siendo que, por primera vez en el Perú,
por mandato constitucional, se prohibía de manera categórica ia prisión por deudas. Lue
go, la Constitución Política de 1933 en su artículo 58, prescribía que: “No hay detención
por deudas”, ratificando esta tendencia constitucional,® Ya en tiempos más recientes, en
el gobierno de Femando Belaunde Terry, se promulgó la Constitución Política de 1979,
que en su artículo 2, inciso 20, literal “c" prescribía que: “No hay prisión por deudas. Este
principio no limita el mandato judicial por incumplimiento de deberes alimentarios”^.
Una razón de vital importancia para entender que la libertad de una persona no se
puede privar por cualquier objeto o materia, resulta ser el hecho de que los Estados dis
tinguen entre pretensiones o intereses, privados y públicos, lo que da origen a las ramas
de derecho privado y público, donde se encuentran el derecho civil y el derecho penal,
respectivamente. Por ende, el Estado al proteger intereses públicos (bienes jurídicos), se
vio en la necesidad de uniformizar o estereotipar conductas, utilizando para ello al dere
cho penal y su violencia formal. A partir de ahí se entiende que el Estado solo puede pri
var la libertad de sus ciudadanos cuando estos sean declarados culpables de la comisión
(7) CORTE IDH. Caso Yvon Neptime vs. Haití, de fecha 6 de mayo de 2008. Recuperado de: https://www.
corteidh.oi-. cr/docs/casos/articidos/setiec__ 180y sp 1 .pdf
de un delito. En consecuencia, la violencia formal quedó reservada de manera exclusiva
para el derecho penal.
Por otro lado, lo que sucede con las deudas es totalmente distinto, ya que, en estricto,
resulta ser una contraprestación que debe cumplir u honrar el deudor, a favor del acree
dor que le realizó u otorgó una prestación. Es decir, tiene una naturaleza obligacional.
y por lo tanto privada, cuyo incumplimiento no habilita privar de la libertad a los ciu
dadanos; máxime, si dicho incumplimiento tiene sus propias vías legales a fin de que el
deudor le procure al acreedor aquello a lo que está obligado (artículo 1219 del Código
Civil). No obstante, la excepción la constituye el incumplimiento de los deberes alimen
tarios, toda vez que existe un interés del Estado porque los menores de edad sean aten
didos y protegidos por sus progenitores, además de imponerse el principio universal del
interés superior del niño.
Finalmente, otro aspecto que se no se puede dejar de mencionar resulta ser la proble
mática que se presenta cuando se consigna como regla de conducta el pago de la repara
ción civil cuando opera el sustitutivo penal de la suspensión de la pena, cuyo incumpli
miento genera que se revoque la suspensión y se ejecute la pena. Al respecto el Tribunal
Constitucional en el Expediente N° 3657-2012-HC/TC ha señalado que: “Cuando el cita
do artículo prohíbe la prisión por deudas, con ello se garantiza que las personas no sufran
restricción de su libertad locomotora por el incumplimiento de obligaciones, cuyo origen
se encuentra en relaciones de orden civil. La única excepción a dicha regla se da, como la
propia disposición constitucional lo señala, en el caso del incumplimiento de deberes ali
mentarios (...). Sin embargo, tal precepto -y la garantía que ella contiene- no se extiende
al caso del incumplimiento de pagos que se establezcan en una sentencia condenatoria.
En tal supuesto, no es que se privilegie (...) el carácter disuasorio de la pena en desmedro
de la libertad individual del condenado, sino, fundamentalmente, la propia eficacia del
poder punitivo del Estado y los principios que detrás de ella subyacen, como son el con
trol y la regulación de las conductas de acuerdo con ciertos valores y bienes jurídicos que
se consideran dignos de ser tutelados’' (STC 1428-2002-HC/TC). El cumplimiento de la
regla de conducta consistente en reparar los daños ocasionados por el delito no constitu
ye una obligación de orden civil, sino que es una verdadera condición de la ejecución de
la sanción penal, por lo que su incumplimiento si puede legitimar la decisión de revocar
la suspensión de la ejecución de la pena. Esto es así porque el origen de la obligación de
pago se afinca en el ámbito penal, sede en que se condenó al beneficiario imponiéndose
te como regla de conducta reparar el daño ocasionado por el delito (STC 2982-2003-HC/
TC). De esta manera, habiendo incumplido el favorecido con la reparación establecida, la
decisión jurisdiccional consistente en la revocación de la suspensión de la pena, por pena
efectiva no vulnera la interdicción de la prisión por deudas”.^ Lo alegado por el Tribu
nal Constitucional peruano no hace más que confirmar la distinción entre una obligación
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. Wj, 139 incs. 9). i I), 200 inc. i); C.P.Ct.: arts. 9.33; C.P.: arts. II, VI, 6,46;
D.U.D.H.: arts. 3, i 1.2; P.I.D.C.P.: art. 15.1; C.A.D.H.: art. 9
I. Generalidades
En un Estado Constitucional de derecho, los derechos fundamentales y la dignidad de
la persona humana son fundamento y fin de todas las instituciones jurídícO"políticas{,). Por
ello, la Constitución, en su artículo 1, consagra que: “La defensa de la persona humana y
el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Esto significa,
que la constitución, como norma jurídica y norma suprema, consagra la exigencia que la
cultura de los pueblos y los derechos universales de la humanidad deben estar orientados
a la salvaguarda de la dignidad y la libertad. De ahí el mandato constitucional que la
restricción de los derechos fundamentales solo se realicen mediante normas positivas
* 3*, y
que se repudie un Derecho Penal cruel que no respeta la dignidad del hombre
* 3*.
(.1) La importancia del talado constitucional de derecho se observa en ía afirmación deí profesor español
DÍAZ, Ellas, quien sostiene: es tan importante, tan decisivo, tener un Derecho, una Constitución y
unas leyes que protejan y realicen tales valores, libertades y derechos fundamentales. Vicíe DÍAZ, Elias.
Curso de Filosofía del Derecho. Editorial Marcial Futís, Madrid-Barcefona, 1998, p, 25.
(2) En el Estado Constitucional de Derecho, tí imperio de la ley se convierte en imperio de la Constitución,
por ser esta norma jurídica fundamental y suprema del ordenamiento jurídico. Al respecta política Cfr.
HABERLE, Peten El Estado constitiKÚina!. Traducción de Héctor Fi.x-Fierro, Lima, 2003, p. 3, “se
caracteriza por la dignidad humana como premisa antropológico-cultural, por la soberanía popular y
división de poderes, por los derechos fundamentales y la tolerancia por la pluralidad de los partidos y la
independencia de los tribunales (...). Esto se debe a que su Constitución, entendida como orden jurídico
fundamental del Estado y de la sociedad, posee una validez jurídica formal de naturaleza superior” (Las
negritas son nuestras). También, en esa linea, CARMONA CUEVA, Encamación. El Estado social de
Derecho en la Constitución. Consejo Económico Social [Departamento de publicaciones], Madrid, 2000,
p. 93, También, sobre la importancia de la Constitución Vide ÁLVARES CONDE. Curso de Derecho
Constitucional. Volumen 1, 3a edición, Tecnos, Madrid, 1999. p. ! 53 y ss.
(3) GIMBERNAT ORDE1G, Enrique. “¿Tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?”. En: Estudios de
De esas exigencias surge el principio de legalidad; institución que constituye, si no
el más, uno de los pilares o piedra angular más importante del Derecho en general y del
Derecho Penal en particular, pues limita la arbitrariedad y con ello garantiza la libertad.
Por ello, no le falta razón al profesor ROXIN<4) cuando afirma que el Estado debe proteger
al individuo y a la sociedad no solamente con el Derecho Penal, sino también del Derecho
Penal. Esto significa, que el principio de legalidad obliga al Estado, por un lado, a
preocuparse por disponer de los medios o instrumentos más eficaces para prevenir el delito
y, por el otro, a encontrar-dentro del ordenamiento jurídico-límites a su actividad punitiva.
(10) Así COBO DEL ROSAL, Manuel y VIVES ANTÓN, Tomás. Ob. cit., p. 25, afirman que: “El principio
de legalidad globalmente considerado, solo puede imaginarse como inatacable, como el enunciado más
inexorable de los que articulan el Derecho Penal de un Estado Democrático de Derecho que consagra la
justicia como valor superior del ordenamiento”.
(11) Cabe mencionar que, si bien es cierto, el penalista germano Feuerbach es quien introduce en el Derecho
Penal el principio milhim crimen, milla poenasine lege recién a comienzos del siglo XIX, esta institución
jurídica, propia de todo el ordenamiento jurídico romano-germánico, tiene un largo proceso de gestación
que comienza con las ideas iluministas que buscaron mayores cuotas de justicia. Con la Filosofía de la
Ilustración surgieron los planteamientos del contrato social y la división de poderes, los cuales fueron
desarrollados por Rousseau y Montesquieu para debilitar las bases del ancien réglme francés. Asimismo, el
racionalismo iluminístico-que inspiró el surgimiento de los principios de libertad, igualdad y fraternidad,
los mismos que se levantaron contra el aparato judicial y de ejecución arbitrarios de esa época- ejerció
una enorme influencia en los penalistas de entonces (v. gr. Becaria y Feuerbach) quienes, basados en Jos
ideales del Siglo de las Luces, introdujeron al Derecho Penal el principio mtllum crimen, nullapoenasine
lege, que solo puede ser dado por el Poder Legislativo.
(12) Sobre los fundamentos del Estado de Derecho, Cfr. FERRAJOLI, Luigi. Elgarantismo y la Filosofía del
Derecho. Traducción de Gerardo Pisarello f Alexei Julio Estrada / José Manuel Díaz Martin, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2000, p. 66. Este autor concibe que el Estado de Derecho se caracteriza
por tres principios: “a) el principio de legalidad de toda la actividad del Estado, es decir, de su subordinación
a las leyes generales y abstractas emanadas de órganos politicos-representativos y vinculadas a, su vez,
al respeto de ciertas garantías fundamentales de libertad (...); b) el principio de publicidad de los actos,
tanto legislativos como administrativos y judiciales (...); c) la sujeción a control de todas las actividades
estatales, bajo la doble forma de control jurisdiccional de legitimidad, ejercicio por jueces independientes,
y de control político, ejercido por el Parlamento sobre los aparatos ejecutivos y administrativos y por los
electores sobre el Parlamento”. Asimismo, DÍAZ, Elias. Curso de Filosofía del Derecho. Editorial Marcial
Pons, Madrid-Barcelona, 1998, pp. 104 y 105, señala: “El Estado de Derecho debe tener cuatro caracteres
generales: a) Imperio de la Ley (...); b) División de poderes (...); c) Fiscalización de la Administración
(...); d) Derechos y libertades fundamentales (...)”.
(13) Es importante aclarar que, dentro del mismo modelo de Estado Constitucional de Derecho, existen,
principalmente, dos tipos de Estado de Derecho. Así, por un lado, tenemos el Estado Constitucional
de Derecho legal; por otro, el Estado Constitucional de Derecho judicial. El primero tiene como fuente
vinculante a la ley; el segundo a los fallos judiciales y la costumbre, el Primero es característico del sistema
romano germánico; el segundo del sistema anglosajón (v. gr. Estados Unidos y Gran Bretaña, etc.). Para
más detalles, Cfr. CAVERO LATAILLADE, Iñigo / ZAMORA RODRÍGUEZ, Tomás. Introducción al
derecho en cualquier disciplina o rama del ordenamiento jurídico. En otras palabras, en
nuestro sistema jurídico, únicamente la ley es la fuente vinculante de jueces, fiscales,
políticos y ciudadanos. La jurisprudencia, la costumbre, la doctrina, los principios
generales, etc., no vinculan a las personas ni a las instituciones; y, por lo tanto, no pueden
ser fuente creadora de derecho(!4). La ley es la única institución que tiene dicho señorío,
por cuanto condiciona a los miembros de una comunidad o Estado a comportarse de
acuerdo a Derecho.
Derecho Constitucional. Uníversitas, Madrid, 1996, pp. 143 y i44, SÉROUSSI, Roland. Introducción al
Derecho inglés y norteamericano. Ariel, Barcelona, ¡998, p. 7 y ss.
(14) Debemos precisar que nosotros no negamos que la jurisprudencia, la costumbre, los principios generales
y la doctrina son fuentes del Derecho Penal. Lo que afirmarnos es que estas fuentes aludidas no obligan
al legislador a crear delitos y penas, al juez a condenar o absolver a una persona y al ciudadano a adecuar
su conducta. En el Derecho Penal la jurisprudencia, los principios generales, el derecho consuetudinario
y la doctrina sirven como complemento del desarrollo integrador de! Derecho, o sea, como mecanismos
que ayudan a precisar conceptos, siempre y cuando no perjudiquen a los ciudadanos. Al respecto véase
in extenso CASTILLO ALVA, José Luis. Principios de Derecho Penal. Parte general. Lima, 2002,
p. 24.
(15) Según MIR PU1G, Santiago. Derecho Penal. Parte General. 6" ed., Barcelona, 2002, p. 110: “Los
antecedentes anteriores a la ilustración que pueden mencionarse -principalmente la Magna Charla
Libertarían inglesa de Juan Sin Tierra, de 1215, y la Conslitutio Crintinalis Carolina germánica, de
1532- no poseen el sentido moderno del principio de legalidad. Así, la Carta Magna inglesa no excluía la
costumbre y, al parecer, tenía significado de garantía procesal y la Carolina no prohibía la analogía contra
el reo. (...) Solo a partir de la ideología liberal impulsada por esta y consagrada políticamente sobre todo
a partir de la Revolución Francesa, se concibe corno limitación del poder punitivo del Estado dotada del
sentido de garantía para la libertad del ciudadano. Solo desde entonces, citando a MEZGER sostiene MIR,
el principio nuiliim crimen, nullapoena sine lege es un Palladium de la libertad ciudadana”.
1. El principio de legalidad penal en la Constitución y el Tribunal
Constitucional
El principio de legalidad06' a nivel constitucional se encuentra regulado en el articulo 2
inciso 24, literal “d”16
(l7), el cual establece que: “Nadie será procesado ni condenado por acto
u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera
expresa e inequívoca, como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la
ley”. De la presente redacción cabe preguntarse ¿hasta qué punto la Constitución de 1993
recoge genuinamente los criterios que deben imperar en un Derecho Penal racional, propio
de un Estado Democrático de Derecho?, de tal manera que se materialice también en el ius
puniendi las exigencias del artículo 1 de la Constitución. ¿Cuál es el marco constitucional
que posee el desarrollo del Derecho Penal? Veamos:
Desde una óptica literal, podemos decir que el artículo 2, inciso 24, literal “d” de la
Constitución consagra, tanto el principio de legalidad del Derecho Penal material, como
también, el principio de legalidad del Derecho Procesal Penal. El primero, se manifiesta a
través de la exigencia de que ningún ciudadano puede ser condenado por cualquier tipo de
comportamientos (comisivos u omisivos), sino única y exclusivamente por'aquellos que
están catalogados como delitos en una ley previa, la cual debe estar vigente en el momento
que se realiza el comportamiento. El segundo, se expresa mediante la imposibilidad formal
y material de que: 1) el Estado someta a los ciudadanos a un proceso penal cuando la
conducta desplegada no es calificada como delito, pues resultaría ilógico y, lo que es peor,
se traería abajo el principio de legalidad sustancial (y por lo tanto, todas las garantías que
dicha institución implica) si se permite al Estado que, arbitrariamente, realice un proceso
penal contra los ciudadanos pese a que sus conductas no se encuentran prohibidas por el
Derecho Penal; 2) que habiéndose cometido un delito y después de iniciado el proceso
penal se cambian las reglas de juego, volviéndolas más duras. En conclusión, debemos
señalar -en este primer punto de análisis de la perspectiva constitucional que tiene el
principio de legalidad- que este quedará resquebrajado o dejará de tener vigencia cuando:
(16) Sostiene el Tribuna! Constitucional que el Principio de legalidad no solo se limita en ser principio, sino
también es un Derecho subjetivo constitucional, así en el Exp. N“ 2758-2004-HC/TC: “3. Este Tribunal
considera que el principio de legalidad penal se configura como un principio, pero también como un
derecho subjetivo constitucional de todos los ciudadanos. Como principio constitucional, informa y limita
los márgenes de actuación de los que dispone el Poder Legislativo al momento de determinar cuáles son
las conductas prohibidas, asi cotno sus respectivas sanciones. En tanto que, en su dimensión de derecho
subjetivo constitucional, gítrantiza a toda persona sometida a un proceso o procedimiento sancionatorio
que lo prohibido se encuentre previsto en una norma previa, estricta y escrita, y también que la sanción se
encuentre contemplada previamente en una norma jurídica”.
(17) Sobre los antecedentes más inmediatos de la regulación del principio de legalidad a nivel constitucional
se pueden citar a la Constitución de 1979, la cual en su artículo 2, inciso “d” establece que: “Nadie será
procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en
la ley de manera expresa e inequívoca como infracción punible, ni sancionado con pena no prevista en la
ley". Asimismo, la Constitución del Perú de 1933 en su artículo 57 establece que: “Nadie será condenado
por acto u omisión que al tiempo de cometerse no estén calificados en la ley de manera expresa e inequívoca
como infracciones punibles, ni juzgado sino por los tribunales que las leyes establezcan. Carece de valor
toda declaración obtenida por la violencia”.
a) se sanciona a los ciudadanos sin que su conducta o la sanción penal correspondiente
se encuentren establecidos en una ley previa que esté vigente en el momento de la
realización del comportamiento; b) se somete a los ciudadanos a un proceso penal sin que
su comportamiento constituya delito alguno; c) se cambian, en forma arbitraria, las reglas
de juego que rigen el debido proceso.
“45. El principio de legalidad exige no solo que por ley se establezcan los delitos,
sino también que las conductas prohibidas estén claramente delimitadas en la
ley. Esto es lo que se conoce como el mandato de determinación, que prohíbe
la promulgación de leyes penales indeterminadas, y constituye una exigencia
expresa en nuestro texto constitucional al requerir el literal ‘d’ del inciso 24) del
artículo 2 de la Constitución que la tipificación previa de la ilicitud penal sea
‘expresa e inequívoca’ (Lex certa).
46. El principio de determinación del supuesto de hecho previsto en la Ley es una
prescripción dirigida al legislador para que este dote de significado unívoco y
preciso al tipo penal, de tal forma que la actividad de subsunción del hecho en
la norma sea verificable con relativa certidumbre.18
19
(18) Asi también el Tribunal Constitucional: “6. El principio de legalidad penal, reconocido en el artículo segundo,
inciso 24, literal “d”, de la Constitución, comporta, entre otras garantías, que las conductas prohibidas se
encuentren claramente determinadas en la ley. Es lo que se denomina Ja exigencia de la garantía de la lex
certa". Exp. 2468-2004-HC/TC.
(19) Vide HENKEL, Heinrich. Introducción a la Filosofía del Derecho. Traducción de Gimbernat Ordeig,
Madrid, 1968, p. 548.
Esta exigencia de lex certa no puede entenderse, sin embargo, en el sentido de
. exigir del legislador una claridad y precisión absoluta en la formulación de los
conceptos legales. Ello no es posible, pues la naturaleza propia del lenguaje,
con sus características de ambigüedad y vaguedad, admiten cierto grado de
indeterminación, mayor o menor, según sea el caso. Ni siquiera las formulaciones
más precisas, las más casuísticas y descriptivas que se puedan imaginar, llegan
a dejar de plantear problemas de determinación en algunos de sus supuestos,
ya que siempre poseen un ámbito de posible equivocidad. Por eso se ha dicho,
con razón, que ‘en esta materia no es posible aspirar a una precisión matemática
porque esta escapa incluso a las posibilidades del lenguaje’ (CURY URZUA,
Enrique. La ley penal en blanco. Temis, Bogotá, 1988, p. 69).
47. En definitiva, la certeza de ia ley es perfectamente compatible, en ocasiones,
con un cierto margen de indeterminación en la formulación de los tipos y así, en
efecto, se ha entendido por la doctrina constitucional. (FERNÁNDEZ SEGADO,
Francisco. El Sistema Constitucional Español. Dykinson, Madrid, 1992, p. 257).
El grado de indeterminación será inadmisible, sin embargo, cuando ya no permita
al ciudadano conocer qué comportamientos están prohibidos y cuáles están
permitidos. (En este sentido: BACIGALUPO, Enrique. Manual de Derecho
Penal. Parte General. Temis, Bogotá, 1989, p. 35). Como lo ha sostenido este
Tribunal en el Caso ‘Encuesta a boca de urna’(Exp. N° 002-2001-AI/TC), citando
el caso Conally vs. General Cons. de la Corte Suprema Norteamericana, ‘una
norma que prohíbe que se haga algo en términos tan confusos que hombres de
inteligencia normal tengan que averiguar su significado y difieran respecto a su
contenido, viola lo más esencial del principio de legalidad’(f.j. 6).
48. Esta conclusión también es compartida por la jurisprudencia constitucional
comparada. Así, el Tribunal Constitucional de España ha sostenido que ‘la
exigencia de lex certa no resulta vulnerada cuando el legislador regula los
supuestos ilícitos mediante conceptos jurídicos indeterminados, siempre que su
concreción sea razonablemente factible en virtud de criterios lógicos, técnicos
o de experiencia, y permitan prever con suficiente seguridad, la naturaleza y las
características esenciales de las conductas constitutivas de la infracción tipificada’
(STC 69/1989).
49. En esta perspectiva, el Derecho Penal admite la posibilidad de que existan tipos
abiertos que, frente a la indeterminación, sobre todo de los conceptos valorativos,
delegan al juzgador la labor de complementarlos mediante la interpretación”.
La determinación penal, en mi opinión, es esencial y por ello debe promoverse su
mantenimiento y optimización y no lo contrario. No se puede desconocer que la relación
de conductas declaradas como hechos fácticos o hechos históricos se enlazan a través de
una valoración con posibles “conductas típicas” y posiblemente conductas antijurídicas.
Por ello, ceder a favor de la indeterminación o acoger la idea de tipos abiertos deviene en
su negación y vulnera la certeza y la seguridad que en la ley penal debe ser lo constante.
Tampoco resulta de recibo que el legislador se abandone y cree normas generales o pretenda
que la experiencia de los jueces se puede imponer en esos casos por encima del deber de
legislar, no debemos olvidar que la experiencia de los jueces puede ser buena o no, pero no
se puede caer en creencias o voluntarismos, por ello debe imponerse la ley adornada con
la certeza y proveedora de seguridad. Paralelamente, es un despropósito que el legislador
abdique a favor del imperio de los jueces y de su jurisprudencia.
32. Ahora bien, es bastante frecuente la confusión que existe entre el principio de
legalidad y el de reserva de ley.
Se debe partir de señalar que no existe identidad entre ellos. Así, mientras que el
principio de legalidad, en sentido general, se entiende como la subordinación de
todos los poderes públicos a leyes generales y abstractas que disciplinan su forma
de ejercicio y cuya observancia se halla sometida a un control de legitimidad por
jueces independientes; la reserva de ley, por el contrario, implica una determinación
constitucional que impone la regulación, solo por ley, de ciertas materias.
Así, ‘mientras el Principio de legalidad supone una subordinación del Ejecutivo al
Legislativo, la Reserva no solo es eso sino que el Ejecutivo no puede entrar, a través
de sus disposiciones generales, en lo materialmente reservado por la Constitución al
Legislativo. De ahí que se afirme la necesidad de la Reserva, ya que su papel no se
cubre con el principio de legalidad, en cuanto es solo límite, mientras que la reserva
implica exigencia reguladora’,
(20) En ese sentido, vicíe SALAZAR SÁNCHEZ, Nelson. “El principio de legalidad en el Estado Democrático
de Derecho”. En: Revista Peruana de Ciencias Penales. N° 14, Idemsa, Lima, 2004, p. 490.
(21) En tomo al principio de reserva de la ley véase JESCHECK, Hans-Heinrich y WEIGEND, Thomas. Ob.
cit., Cap. 3, 15/IV, p. 147. ABANTO VÁSQUEZ, Manuel. “Principio de reserva de la ley penal versus
autoritarismo estatal”. En: Revista Peruana de Ciencias Penales. NT 13, Lima, 2003, p. 199 y ss. SALAZAR
SÁNCHEZ, Nelson. “El principio de legalidad en el Estado Democrático de Derecho”. En: Revista Peruana
de Ciencias Penales. N° 14, Idemsa, Lima, 2004, p. 489 y ss.
(22) En ese sentido, vide SALAZAR SÁNCHEZ, Nelson. “El principio de legalidad en el Estado democrático
de derecho”. En: Revista Peruana de Ciencias Penales. N“ 14, Idemsa, Lima, 2004, p. 491. Este autor,
correctamente, señala: “el principio de reserva de la ley consagra la exigencia impostergable de que -según
los presupuestos y principios democráticos y constitucionales- la única norma que puede y debe crear
delitos y penas es la ley ordinaria, pues solo esta norma jurídica está legitimada formal y materialmente
para restringir los ámbitos de libertad de los ciudadanos, ya que es compatible con los fundamentos del
Estado Constitucional de Derecho”.
33. A diferencia de este principio, la reserva de ley significa que el ámbito de la
creación, modificación, derogación o exoneración -entre otros- de tributos queda
reservada para ser actuada mediante una ley. El respeto a la reserva de ley para la
producción normativa de tributos tiene como base la fórmula histórica “no taxatíon
',vithout represertfatiori ”, es decir, que los tributos sean establecidos por los represen
tantes de quienes van a contribuir.
Así, conforme se establece en el artículo 74 de la Constitución, la reserva de ley, es
ante todo una cláusula de salvaguarda frente a la posible arbitrariedad del Poder
Ejecutivo en la imposición de tributos” (Exp. N® 2302-2003-AA/TC)^.
Gracias al principio de reserva de la ley, se responde satisfactoriamente a las
interrogantes: ¿Cuál es el órgano del Estado que se encuentra legitimado constitucional y
legalmente para crear delitos y penas? ¿Qué tipo de normas jurídicas son las que deben de
presentir las conductas delictivas y las sanciones correspondientes? ¿Cuál es el mecanismo
que debe seguir la elaboración de las normas que describen los delitos y las penas?
Por otro lado, haciendo una interpretación teleológica del artículo 2, inciso 24, literal
“d” de la Constitución, se concluye, que para crear delitos y penas no es suficiente con que
dichas normas sean emitidas por el Congreso de la República siguiendo los mecanismos que
establece la Constitución, sino que, además, es imprescindible que dichos preceptos tengan
fuerza activa y pasiva. Es decir, por un lado, deben poseer la capacidad para derogar a otras
normas jurídicas de igual o menor rango y, por otro, tengan la suficiente capacidad para
no ser derogadas por normas jurídicas de menor jerarquía. Esta exigencia constitucional,
de indiscutible cumplimiento -y que se conoce como principio de jerarquía normativa- se
encuentra consagrada en el artículo 51 de la Constitución, el cual establece que la norma
constitucional prevalece sobre toda norma lega!; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía
y así sucesivamente. Por lo tanto, lo sancionado por la norma constitucional excluye la
posibilidad de que otras normas jurídicas que tienen rango de Ley (v. gr. las resoluciones
legislativas, los decretos leyes, los decretos de urgencia, las resoluciones ministeriales,
las ordenanzas municipales, los edictos municipales, etc.) puedan crear delito y penas.
en todo ordenamiento jurídico rige el principio de que dos normas incompatibles pueden ser válidas al
mismo tiempo (así como en un sistema científico dos proposiciones contradictorias no pueden ser válidas).
El problema de la valide? jurídica presupone que se hayan dado respuesta a la pregunta: ¿qué se entiende
por derecho? Se trata de, queriendo adoptar una terminología familiar entre ios filósofos del derecho, del
problema (Mitológico del derecho”.
(25) Vide G0LDSCHM1DT, Werner. La ciencia deJusticia. 2a edición, Buenos Aires, 1986; p. 310. Asimismo,
DÍEZ-P1CAZO, Luis María. La derogación de las leyes. Madrid, 1990, p. 95. SALAZAR SÁNCHEZ,
Nelson. “El principio de legalidad en el Estado democrático de Derecho”. En: Revista Peruana de Ciencias
Penales. N° 14, Idemsa, Lima, 2004, p. 492.
(26) Al respecto el articulo 104 de la Constitución establece: “El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo
la facultad de legislar mediante decretos legislativos sobre la materia específica y por el plazo determinado
en la ley autoritativa (...) Los decretos legislativos en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia y
efectos se encuentran sujetos a las mismas normas que rigen para la ley”.
quienes elaboran este tipo de normas jurídicas no representan a la Nacióní27) (por ejemplo,
el Consejo de Ministros) y, por otro, no son objeto de un debate público que sí se da en el
Parlamento. En consecuencia, están imposibilitados de dar normas jurídicas que restringen
derechos fundamentales.
Desde un punto de vista de lege lata -y haciendo solo una interpretación gramatical del
texto constitucional- se puede caer en el error de afirmar que en el ordenamiento jurídico
peruano se encuentra permitida la creación de delitos y penas a través de los decretos
legislativos, lo cual es inaceptable. Pues, haciendo una interpretación teleológica de la
Constitución -compatible con el respeto a las libertades individuales y los fundamentos
democráticos que emanan del Estado de Derecho- sostenemos que los procesos de
incriminación y descriminalización únicamente son posibles mediante leyes ordinarias.
Más aún, desde la perspectiva de lege ferenda, afirmamos que las normas jurídicas que
restringen derechos fundamentales de los ciudadanos (v. gr. la libertad, el patrimonio,
etc.) deben tener el carácter de ley orgánica128’, pues resulta incomprensible y fuera de
toda lógica que, por un lado, la Constitución en su artículo 1 señale que: “la defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad es el fin supremo de la sociedad y del Estado”
y, por otro, no solamente desproteja las libertades de sus ciudadanos, sino lo que es peor,
atente contra sus bienes jurídicos básicos mediante la creación de delitos y penas con leyes
ordinarias o decretos legislativos129’.
(27) En lo que se refiere a! Presidente de la República se debe dejar en claro que, si bien es cierto la Carta Magna
en su articulo 110 establece que el Presidente de la República personifica a la Nación, este no representa
al pueblo para efectos de dar leyes que restrinjan los ámbitos de libertad, pues para tal fin se encuentra el
Poder Legislativo.
(28) Sostenemos que las leyes que crean delitos y penas deben seguir el procedimiento diseñado para las leyes
orgánicas, por cuanto estas últimas necesitan de un mayor consenso por parte de los parlamentarios, lo cual
permite que la aprobación de estas normas (que restringen los derechos fundamentales), se dé después de
un riguroso debate, que desde el punto de vista material, tiene mayor legitimidad social en virtud a que son
expresión auténtica de la voluntad popular.
(29) La historia ha demostrado la tendencia de la utilización del Derecho Penal e incluso llegar a! “tenor penal”.
A fin de salvaguardar esa tentación es preferible mantener el principio que la ley emana del pueblo, que
la ley debe ser deliberada públicamente y que los representantes del pueblo asuman su responsabilidad en
el dictado de leyes penales.
de seguridad) que se imponen a los sujetos que sin tener capacidad de culpabilidad-
lesionan o ponen en riesgo bienes jurídicos tutelados por el Derecho Penal. El simple hecho
que la Constitución no precise, en forma detallada, el alcance del principio de legalidad a
las medidas de seguridad no significa que estas quedan fuera de su ámbito de aplicación.
Por el contrario, dichos mecanismos de control social se encuentran dentro del radio de
acción del principio objeto de comentario, pues la Carta Magna correctamente ha optado
por utilizar el concepto “infracción” -que es de carácter general-, con lo cual subsume a
las penas y medidas de seguridad que son de carácter especial. Asimismo, la Constitución
no tiene por qué ser un reglamento o catálogo de prohibiciones y permisiones, pues esto
atentaría contra su propia esencia, por el contrario, la Carta Política -como suprema norma
jurídica y política de un país, que se caracteriza por ser la directriz o faro orientador de
todo el ordenamiento jurídico- solamente consagra principios o valores supremos de la
sociedad y del Estado, por ejemplo, el principio de legalidad cuando utiliza el término
infracción. Exigir que la Constitución describa en forma detallada lo que regulan los otros
cuerpos normativos de menor jerarquía (por ejemplo, en materia civil, penal, tributaria,
etc.) sería atentar contra su esencia programática.
Sabiendo que es el parlamento el único ente facultado para llevar adelante los procesos
de incriminación y despenalización queda por analizar el procedimiento que se sigue en
la elaboración de las leyes que restringen derechos fundamentales de los ciudadanos. Así,
el principio de reserva de la ley exige que tales preceptos discurran por el sendero que
señalan la Constitución y las leyes (v. gr. el Reglamento del Congreso)(30). Al respecto la
Carta Política del Perú en sus artículos 107,108 y 109 estipula que dichas normas jurídicas
tienen que ser aprobadas por más de la mitad del número legal de miembros del Congreso,
después de pasar por las fases de: a) iniciativa legislativa(3l), b) estudio en comisiones(32) y
(30) Sobre el carácter formal y material de las leyes ordinarias que restringen derechos fundamentales, véase
ampliamente el Reglamento del Congreso, cuerpo de leyes que en su articulo 72 señala: “mediante el
procedimiento legislativo se persigue aprobar leyes de carácter general y resoluciones legislativas, las
mismas que pueden ser: a) Leyes ordinarias, b) Leyes de reforma de la Constitución, c) Leyes orgánicas
(...)”. Asimismo, el artículo 73 del mismo cuerpo de leyes señala las etapas del procedimiento legislativo en
los términos siguientes: “El procedimiento legislativo se desarrolla por lo menos en las siguientes etapas:
a) iniciativa legislativa, b) estudio de comisiones, e) debate en el pleno y d) aprobación y promulgación”.
(31) El artículo 107 de la Constitución señala que tienen iniciativa legislativa el Presidente de la República y los
congresistas. Asimismo, precisa que también tienen el mismo derecho en las materias que le son propias, los
otros poderes del Estado, las instituciones públicas autónomas, los municipios y los colegios profesionales. El
mismo precepto establece que este derecho se hace extensivo a los ciudadanos de acuerdo a ley. Asimismo,
el artículo 104 del Reglamento del Congreso estipula que se entiende por iniciativa legislativa: “al derecho
y la capacidad que tienen los ciudadanos y las instituciones señaladas por la Constitución Política para
presentar proposiciones de ley ante el Congreso”, siempre que estas proposiciones cumplan con tener
los siguientes requisitos: “exposición de motivos, el análisis del costo beneficio de la futura norma legal
y, de ser el caso, la fórmula legal respectiva que estará dividida en títulos, capítulos, secciones y artículos”
(Cfr. art. 75 del mismo cuerpo de leyes).
(32) Sobre la forma como se realiza el estudio en las comisiones Cfr. in extenso el artículo 77 del Reglamento
del Congreso, en cuyo contenido se señala lo siguiente: “Recibida la proposición de ley o resolución
legislativa, el Oficial Mayor le envía a una Comisión para su estudio y dictamen, previa consulta con un
miembro de la Mesa directiva. El estudio en las comisiones tiene un plazo máximo de treinta días útiles
para expedir el dictamen respectivo cualquier otra Comisión podrá solicitar estudiar el tema (...)".
c) debate en el pleno”. Por tales consideraciones, lo señalado en el artículo 2, inciso 24,
literal “d”, tiene que ser interpretado y desarrollado en forma sistemática con los artículos
107, 108 y 109 de la Constitución. Porque es indiscutible que de la norma fundamental
se derivan los principios y reglas esenciales que deben respetarse en los procesos de
incriminación, en la imputación del comportamiento o asignación de la responsabilidad
penal e, igualmente, el fin de la pena.
De lo señalado líneas arriba se deduce que la relación Estado de Derecho y Estado
Constitucional es sumamente profunda, en el sentido de que la ley, y en concreto la ley
penal, mediante su poder normativo somete a los poderes públicos, esto es, la regulación
jurídica predeterminada forja la idea que efectivamente existe un Estado Constitucional.
Otro punto, no menos polémico, es determinar si lo consagrado por el artículo
2, inciso 24, literal “d” se aplica también al campo del Derecho administrativo. Al
respecto debemos decir que -desde un punto de vista de lege lata (más aún haciendo
una interpretación restrictiva)- resulta controversia!, por decir lo menos, la vigencia del
principio de legalidad en el Derecho administrativo, pues el dispositivo constitucional, en
estudio, utiliza los términos “infracción punible” y “sanción penal”. Si, de la primera frase
se interpreta, en forma aislada, la palabra infracción, se observa que, aparentemente, es
posible la aplicación del principio de legalidad en el campo del Derecho Administrativo,
pues el término infracción subsume tanto a las infracciones penales como a las infracciones
administrativas. No obstante, si se analiza la frase completa, se ve claramente que la
Constitución hace referencia solo a las infracciones penales (delitos y faltas), mas no a las
infracciones del Derecho Administrativo, porque las infracciones administrativas no son
infracciones punibles, ya que no tienen la naturaleza de los delitos. Asimismo, el análisis
aislado de la segunda frase nos lleva al mismo resultado, ya que el término “sanción”
abarca a las sanciones penales y administrativas, por lo que, en esa línea, se afirmaría la
vigencia del principio de legalidad -que se desprende de del artículo 2, inciso 24, literal
“d”- en el Derecho Administrativo. Sin embargo, eso no es así, porque la Constitución se
refiere a las sanciones de naturaleza penal, es decir, a las sanciones que se aplican a las
conductas típicas antijurídicas y culpables (pena) y, en el peor de los casos, los injustos
penales (medida de seguridad).
Ante esta controversia, la vigencia o no del principio de legalidad en el Derecho
administrativo se tiene que dilucidar recurriendo al artículo 1 de la Carta Magna;
artículo que nos permite hacer una correcta lectura de los derechos fundamentales, de las
libertades públicas, los cuales no pueden ser restringidas arbitrariamente por la actividad
sancionadora del Estado, ya que impiden el normal y libre desarrollo de la persona y su
dignidad. En ese sentido, todas las sanciones que aplica el Estado, sea en el campo penal
o administrativo, deben estar vigiladas por la Constitución. Todo el sistema punitivo y
el Derecho Administrativo -y esto siempre nos ha parecido indiscutible y no como un
prejuicio, sino como consecuencia de una lectura sin apriorismos del artículo 1 de la Carta
Magna- inciden directamente sobre el desarrollo de los derechos fundamentales (dignidad
humana). El Derecho Penal con sus cuatro instituciones (delito, peligrosidad, pena y medida
de seguridad), así como el Derecho Administrativo con sus sanciones administrativas (a
veces más duras que las penas) no solamente protegen los derechos fundamentales y las
libertades públicas, sino, sobre todo, las limitan. De todo lo dicho se colige que la vigencia
del principio de legalidad, consagrado en la Constitución, se extiende también al Derecho
Administrativo.
Bajo esa línea ha sostenido también el Tribunal Constitucional:
“3. Que, en esa perspectiva, este Tribunal ha de recordar que la prohibición
constitucional de no ser procesado ni condenado por acto u omisión que al tiempo de
cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible, así como la prohibición de inaplicabilidad por analogía
de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos, reconocidos en el literal
‘d’ del inciso 24) del artículo 2 y en el inciso 9) del artículo 139 de la Constitución,
respectivamente; no constituyen garantías procesales constitucionalmente reconocidas
que puedan resultar aplicables únicamente en el ámbito de los procesos de naturaleza
penal, sino que, por extensión, constituyen también garantías que deben observarse
en el ámbito de un procedimiento administrativo disciplinario y, en general, de todo
procedimiento de orden administrativo -público o privado- que se pueda articular
contra una persona” (Exp. N° 274-99-AA/TC).
“8. (...). Sobre el particular, es necesario precisar que los principios de culpabilidad,
legalidad, tipicidad, entre otros, constituyen principios básicos del derecho sancionador,
que no solo se aplican en el ámbito del Derecho Penal, sino también en el del derecho
administrativo sancionador, el cual incluye, naturalmente, al ejercicio de potestades
disciplinarias en el ámbito castrense. Una de esas garantías es, sin lugar a dudas, que
las faltas y sanciones de orden disciplinario deban estar previamente tipificadas y
señaladas en la ley. (...)” (Exp. N° 2050-2002-AA/TC)(33).
“(...) 8. Es evidente, entonces, que se han vulnerado los principios de legalidad, de
jerarquía normativa, de publicidad de las normas y de retroactividad, conforme se
pasa a detallar. ‘El principio de legalidad es la columna vertebral de la actuación
administrativa y por ello puede concebírselo como externo al procedimiento,
constituyendo simultáneamente la condición esencial para su existencia. Se determina
jurídicamente por la concurrencia de cuatro condiciones que forman su contexto:
1) delimitación de su aplicación (reserva legal); 2) ordenación jerárquica de sujeción
de las normas a la ley; 3) determinación de selección de normas aplicables al caso
concreto, y 4) precisión de los poderes que la norma confiere a la administración. El
procedimiento tiende, no solo a la protección subjetiva del recurrente, sino también
a la defensa de la norma jurídica objetiva, con el fin de mantener el imperio de la
legalidad y la justicia en el funcionamiento administrativo’(DROMÍ, Roberto..Derecho
Administrativo. Argentina, Buenos Aires, 1998, p. 895)”. (Exp. N° 0071 -2002-AA/TC).
El artículo 104 de la Constitución debe interpretarse en relación con la materia
sustancial de la materia penal en los siguientes términos: La concentración de la facultad
de expedir leyes por parte del Poder Ejecutivo no debe afectar la esencia del principio de
(33) Ratifica esta perspectiva en los Exps. Nus 2192-2004-AA /TC f. j. 4; 3954-2006-PA/TC f. j. 34 y ss.
legalidad como es el respetar los principios de humanidad y proporcionalidad. El Poder
Ejecutivo no puede excluir de su programa de política criminal los criterios fundamentales
del pensamiento constitucional, por ejemplo, la resocialización como criterio de prevención
especial a favor de los reos. Asimismo, bajo la forma de una ley penal, el Estado no puede
menoscabar, bajo ningún punto de vista, la dignidad de la persona humana.
III. Fundamento
Cuando se habla del fundamento del principio de legalidad, no solo se debe hacer un
análisis en función a lo señalado en el artículo 2, inciso 24, literal “d” de la Constitución
(texto principal), sino que se debe tener en cuenta los diversos preceptos constitucionales
y legales que complementan el artículo en estudio. Así, -a nivel constitucional- es
indispensable tomar en consideración los artículos 103 segundo párrafo (prohibición de
la retroactividad desfavorable), 139 inciso 9 (prohibición de analogía in malam partem),
102 (funciones legislativas del Parlamento). Asimismo, se debe tener observancia de los
dispositivos que se encuentran en el Código Penal y en el Código de Ejecución Penal. En
el primero tenemos a los artículos II, III y VI del Título Preliminar, 6 de la Parte General.
En el segundo al artículo VIII del Título Preliminar.
1. Fundamento político-constitucional
El fundamento político constitucional del principio de legalidad se encuentra ligado a la
división de poderes y a la democracia. La división de poderes, en el Estado constitucional,
significa que la organización y funciones del Estado se encuentran a cargo de determinados
(34) Así ROXIN, Claus. Derecho Penal. 5/11, p. 144, para quien el fundamento jurídico-político puede
descomponerse en dos bases como son el liberalismo político y la democracia y la división de poderes;
asimismo, el fundamento jurídico penal se bifurca en la prevención general y en el principio de culpabilidad.
(35) De este modo, MAURACH-ZIPF. Derecho Penal. Tomo I, p. 154, al considerar al Estado de Derecho
como fundamento constitucional de la pena y de la ley penal. También GARCÍA-PABLOS DE MOLINA,
Antonio. Derecho Penal / Introducción, p. 239, siguiendo a la sentencia 133/87 y a la jurisprudencia reiterada
del Tribunal Constitucional español. En esta línea puede ubicarse a MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal.
4/5, p. 75, quien deriva directamente el principio de legalidad del Estado de Derecho.
órganos o instituciones constitucionales, los cuales hacen posible y mantienen el equilibrio
entre la actividad política del Estado y el desarrollo de los derechos fundamentales y las
libertades públicas
* 36’. De esta división de funciones, surge la exigencia de encargar al
órgano legislativo la formulación de leyes.
El principio de división de poderes y con ello, la emisión de leyes por el órgano
legislativo, representa el argumento que ejerce el mayor peso histórico en la vigencia del
principio de legalidad. Se dice que para que las normas jurídicas sean legítimas deben
emanar y ser expresión de la voluntad popular
* 37’. No pueden provenir de un tirano, dictador
o reyezuelo. Solo el pueblo tiene la soberanía estatal y puede delegar al Parlamento la
emisión de leyes.
El depositario de la voluntad popular es el parlamento, cuyos representantes son
elegidos libremente por el pueblo. Por ello, solo el parlamento está legitimado para dictar
leyes. Ningún otro poder del Estado puede asumir dicha potestad, pues de hacerlo estaría
usurpando funciones que no le competen. Esto se debe a que el pensamiento filosófico,
propio de la Revolución Francesa
* 38’, que confrontó a la sociedad civil y al poder absoluto,
llevó a concluir en la necesidad de que el Poder legislativo sea el que emita las leyes para
evitar que los jueces no instituyan las leyes
* 39’. Es decir, el imperio de la ley es expresión
democrático-representativa de la voluntad general y de la separación de poderes, que es
consustancial al Estado de Derecho
* 40’,
(36) Al respecto vide CAVERO LATAILLADE, Iñigo y ZAMORA RODRÍGUEZ, Tomás, Introducción al
Derecho Constitucional. Universitas, Madrid, 1996, p. 147. “La división de funciones del poder político
es tina técnica de frenos y contra pesos, por !o que debe interpretarse como la existencia de tres tareas
o funciones estatales distintas encomendadas a tres órganos diferentes, pero que colaboran entre sí y al
mismo tiempo se limitan recíprocamente”,
(37) En ese sentido, Cfr. PÉREZ LUNO, Antonio Enrique. La seguridadjurídica. 2” edición, Ariel, Barcelona,
1994, pp. 68 y 69. Este autor señala: “La libertad política, cifrada en la dependencia de la ley de la voluntad
popular, y el pluralismo se expresan, en una democracia representativa como la definida en nuestro sistema
constitucional, a través de los partidos políticos, según lo dispone el artículo 6 de la Constitución, por lo
que admitir la exención de obligatoriedad de las minorías a lo aprobado por la mayoría sería abrir el camino
a la unidad de la representación y con ello a la unidad del Estado”.
(38) Como ya se ha señalado anteriormente el principio de legalidad surge a fines del siglo .XVIII. Así, por
ejemplo. RODRÍGUEZ MORULLO, Gonzalo. Comentarios al Código Penal. (Dirigido por Cobo del
Rosal), Madrid, 1999, Tomo .1, p. 129, sostiene que “el nacimiento del principio de legalidad tiene su
substrato en las ideas de finales del siglo XVIII que buscaron garantizar los derechos de los ciudadanos a
través de la ley, como un medio de eliminar el arbitrio judicial que imperaba en el Antiguo Régimen”. En
ese mismo sentido, aunque con ciertos matices, ROXIN, Claus. Ob. cit., p. 142, señala que: “no estaba en
primer plano el deseo de proteger al ciudadano de la arbitrariedad del Estado, sino que ese quería darles
a los gobernantes del absolutismo ilustrado la posibilidad de imponer su voluntad del modo más amplio
posible frente a los jueces; y para ello eran necesarios regulaciones en forma de leyes exactas”.
(39) JAK.OBS, Günther. Derecho Penal, p. 81. En palabras de Jakobs: “Una forma ideal de ley determinada
en cuya aplicación el juez tuviera la mera función, el sentido de Montesquieu, de boliche qui prononce les
palores de la loi no conduce -como ya señalaba Montesquieu-a la división de poderes, sino a la completa
subordinación del poder judicial al legislativo
(40) BERDUGO GÓMEZ DE LA TORRE, Ignacio / ARROYO ZAPATERO, Luis / GARCÍA RIVAS, Nicolás
/ FERRÉ OLÍVE, Juan Carlos / SERRANO PIEDECASAS, José Ramón. Lecciones de Derecho Penal-
Parte General. Barcelona, 1999, 2a edición, p. 43 y ss.
El fundamento democrático del principio de legalidad es notorio, pues -como ya
se ha señalado- si las normas jurídico-penales se caracterizan por imponer las mayores
cargas coactivas y restricciones de derechos (vida, libertad, patrimonio, etc.) de todo el
ordenamiento jurídico siendo necesario que dichas normas provengan del centro de la
representación popular: el parlamento^’. La democracia y el principio de división de
poderes permiten una legitimidad por el origen de las leyes, en especial de las penales41 .
(42)43
44
El fundamento político del principio de legalidad tiene, pues, dos aspectos principales:
uno de ellos refiere que solo el legislador puede dictar leyes penales, mientras que el otro
destaca que las leyes penales no pueden sobrepasar y afectar más allá de lo prudente los
derechos individuales. El resultado de la conjugación de ambos puntos es la “seguridad
jurídico-penal”. Por esta razón, de no aceptarse el fundamento democrático del principio
de legalidad y su asiento en el principio de división de poderes, se estaría admitiendo de
manera implícita que las leyes, y en especial las de carácter penal, pueden tener un origen
autoritario o ser impuestas sin ninguna clase de control tanto político como jurídico.
La seguridad jurídica presta una función de garantía a los ciudadanos pues permite,
sino eliminar, sí restringir el ámbito de la discrecionalidad del poder judicial en el momento
de la emisión de una sentencia condenatoria. Logra que el ciudadano sepa a qué atenerse,
ya sea cuando comete un hecho como cuando lo omite y sepa, además, la naturaleza (pena
o medida de seguridad), clase (pena privativa de libertad, pena restrictiva de derechos o
días multa) y duración de la sanción. Las consecuencias cuando se emprende una conducta
o cuando se está a punto de ejecutarla se vuelven más calculables. La legalidad de los
(41) Cfr. ROXIN, Claris. Ob. cit., 5/20, p. 145, cuando afirma “La aplicación de la pena constituye una ingerencia
tan dura en la libertad de los ciudadanos que la legitimación para determinar sus presupuestos solo puede
residir en la instancia que representa más directamente al pueblo como titular del poder del Estado: ei
Parlamento como representación electa del pueblo”.
(42) Cfr. BINDER, Alberto. “Entre la democracia y la exclusión: la lucha por la legalidad en una sociedad
desigual”. En: Revista Brasileña de la Ciencias Penales. Año 8, N,!29, enero-marzo de 2000, p. 12 y ss.
(43) Respecto a la función y características de la seguridad jurídica véase HENKEL, Heinrich. introducción
a la Filosofía del Derecho. Traducción de Gimbernat Órdeig, p. 544; RECASENS SICHES, Luis. Vida
humana, sociedad y Derecho, p. 219 y ss.; LEGAZ y LACAMBRA, Luis. Filosofa del Derecho, p. 603;
GARCÍA MAYNEZ, Eduardo. Filosofa del Derecho, p. 477.
(44) HENKEL, Heinrich. Introducción a la Filosofa del Derecho. Traducción de Gimbernat Ordeig. Madrid,
1968, p- 546.
delitos y de las penas facilita no solo el conocimiento del contenido de 1.a prohibición, sino
también de los límites de la misma. Es fácil ver la derivación del Principio de taxatividad
o determinación de la ley penal de los criterios de seguridad jurídica<4íK pues únicamente
las normas claras, sencillas y precisas posibilitan un correcto desarrollo de la conducta en
las relaciones y procesos sociales.
La seguridad jurídica se entiende solo dentro del marco penal. Así. la norma penal, en
cuanto proceso de comunicación, debe crear confianza al sujeto i ibre en términos objetivos.
Es decir, el aspecto psicológico de la confianza del sujeto -lo cual no es comprobable
empíricamente™ no tiene que ser resuelto por el Derecho Penal.
(45) Enfatizando en este tópico desde el punto de la filosofía jurídica HENKEL, Heínrich. introducción a lo
Filosofía del Derecha. Traducción de Gimbernat Ordeig, p. 548,
(46) JAK.OBS, Günther. Derecho Fenol, p. 31; él mismo; Sociedad, norma y persona en una teoría de un
Derecho Penal funcional. Traducción de Manuel Canelo Meliá, Madrid. 1996, p. I i, “la norma, a su vez,
no es un suceso natoral, sino un proceso de comunicación de expresión entre personas".
(47) En esa línea. HENKEL, Heinrich. introducción a lo Filosofía del Derecho. Traducción de- Gimbemíit Ordeig,
Madrid, 1968, p. 544, sostiene: "El sujeto quiere saber cómo ha ele comportarse según las exigencias del
Derecho en determinadas reiacior.es sociales o situaciones de te vida, y qué comportamiento puede esperarse
o pretender de los otros; coa otras palabras: qué techos y obligaciones existen para él, y qué consecuencias
jurídicas de su comportamiento se tiene que contar”. GARCÍA MAYNEZ, Eduardo. Filosofía dd Derecho.
p, 478, sostiene que la seguridad jurídica tiene un doble aspecto: de orientación y de realización o confianza
en eí orden, es decir, "De seguridad de orientación o certeza del orden solo puede hablarse cuando los
destinatarios de las normas de un sistema jurídico tienen un conocimiento adecuado de los contenidos de
tales normas y, por ende, están en condiciones de orientar su conducta de acuerdo con ellas”.
(48) Según LEGAZ Y LACAMBRA, Luis. Filosofía del Derecho, p. 630, la arbitrariedad como conducta
antijurídica de los órganos del Estado se presenta en cualquiera de estos tres supuestos: “a) por alteración
del procedimiento con arreglo al cual debe ser establecida una norma determinada: b) por desconocimiento
del contenido específico que una norma inferior debe desarrollar por relación a una norma superior: c) por
transgresión de la esfera propia de competencia ejecutiva”. Para RECASENS SICHES, Luis. Wrta humana,
dictarse, puede constituir incluso delito de prevaricato. Solo la ley viene a constituirse en
el marco que legitima y concede validez a las decisiones judiciales.
sociedad y Derecho, p. 214, la arbitrariedad existe cuando “ei poder público, con un mero acto de fuerza
salte por encima de lo que es norma o criterio vigente en un caso concreto y singular, sin responder a una
regla de carácter general, y sin crear una nueva regla de carácter general que anule la anterior o la sustituya”.
(49) GARCÍA MAYNEZ, Eduardo. Filosofía del Derecho, p. 478.
(50) HENKEL, Heinrich. Ob. cit., p. 547.
Representa la Constitución negativa de un pueblo, con lo que permite el desarrollo y
afianzamiento de la conciencia jurídica de la población.
El principio de legalidad del delito y de las penas afianza al ciudadano en sus contactos
sociales. Evita la inseguridad e inestabilidad respecto a lo que se debe hacer u omitir. Es
un punto de orientación cierto, confiable y claro. La confianza en las normas pasa por la
existencia y el conocimiento del contenido del injusto penal.
(51) Cfr. HABERLE, Peter. El Estado constitucional. Traducción de Héctor Fix-Fierro, Lima, 2003, p. 5.
1. El principio de legalidad penal en el artículo II del Título Preliminar
del Código Penal
Es en el Derecho Penal donde el principio de legalidad cobra más importancia, por
cuanto las prohibiciones o mandatos implican límites al libre desarrollo de la personalidad.
La regulación de determinadas conductas implica la restricción de derechos fundamentales.
Por ello, la vigencia del mismo, únicamente se realiza y debe realizarse a través de la ley,
mas no mediante la jurisprudencia, el derecho consuetudinario o cualquier otra fuente.
Esto implica que solamente se van a restringir las libertades individuales de los ciudadanos
mediante la aplicación de una pena cuando una ley asi lo establezca en forma previa,
expresa, clara, inequívoca e indubitable'522.
(52) Al respecto, vide URQUIZO O.LAECHEA, José. El principio de legalidad. Editorial Gráfica Horizonte,
Lima. 2(100, p. 17 y ss. SALAZAR SÁNCHEZ, Nelson. "El principio de legalidad en el Estado democrático
de derecho". En: Envista Peruana de Ciencias Penales. W i 4, Idemsa, ti ma, 2004, p. 464 y ss. BRAM ONT
ARIAS, Litis. La ley penal (Curso de dogmática penal). Librería Mundial, Lima, 1050, p. 5 y ss. VILLA
STEIN, Javier. Derechij Penal (Parte general). Editorial San Marcos, Lima, 1998, pp. lól y 102,
(53) En asa misma dirección, SECARIA, Cesare. De las delitos y las penas. Bogotá, Edición Latinoamericana,
1994,p. 10 sostiene que: “(...) tocia pena que no se deriva de la absoluta necesidad es tiránica (...(todo acto
de autoridad de hombre a hombre, que no se derive de la absoluta necesidad es tiránico".
(54) Sobre las consecuencias del principio de legalidad Cfr. CERERO M1R, José. Cursa de Derecha Penal
españat (Parte general). Tomo l, 6a edición, Tecnos, Madrid, 2004, p. 198 y ss. BUSTOS RAMÍREZ, Juan.
Obras wnipletás. Tomo 1, ARA. Lima. 2004, p. 567. SALAZAR SÁNCHEZ, Nelson. “El principio de
legalidad en el Estado democrát ico de derecho”. En: Revista Peruana de Ciencias Penales. N* 14, idemsa,
Lima, 2004, p. 529 y ss.
(55) Sobre el fundamento, contenido y alcance de la prohibición de api icar leyes Meterinitiadas en el Derecho
Penal. Cfr. Iri extenso, ROX’N, Claus. Derecho Penal/Pane Qeneral, Tomo I (Fundamentos. La estructura
nullum crimen, milla poena sine lege scripta- exige al Estado que las normas jurídicas
que crean delitos y penas sean escritas, de tal manera que los ciudadanos de una nación o
país tengan la posibilidad de informarse sobre ¡a licitud o ilicitud de sus conductas^, pues
sería ilógico, irracional e imposible exigir a los ciudadanos que se comporten de acuerdo
a Derecho si no conocen cuál es el margen de lo permitido y de lo prohibido. La tercera
-que enarbola el precepto del nullum crimen, millapoena sine lege stricta- establece que
el presupuesto (el delito), la fundamentación y la agravación de la sanción (pena, medida
de seguridad o consecuencia accesoria) -se realice dentro del sentido literal posible de la ley,
mas no fuera de su significado literal-teleológico basado en una insignificante semejanza
entre un caso regulado y otro distinto no regulado(S7). La cuarta -que patentiza el principio
del nullum crimen, rutila poena sin lege praevia- exige que tanto las consecuencias o
sanciones jurídicas como los presupuestos de estas cobren vida, únicamente, después de
la entrada en vigor de una ley, en virtud a que esta solo rige para hechos futuros y no para
hechos pasados(íí), ya que de aplicar retroactivamente las leyes y, en especial las leyes
penales, estaríamos menoscabando uno de los fundamentos del principio de legalidad: la
seguridad jurídica.
El Código Penal en su artículo II del Titulo Preliminar establece que: “Nadie será
sancionado por un acto no previsto como delito o falte por la ley vigente al momento de
su comisión, ni sometido apena o medida de seguridad que no se encuentren establecidas
en ella”. De la presente redacción es imprescindible responder la siguiente pregunta
¿el principio de legalidad, consagrado en el Código Penal, tiene el mismo alcance que
de la teoría del delito), Uaduccióa y notas de Diego Manuel Luzón Peña / Miguel Díaz y García Conlledo
/ Javier De Vicente Remesa!, Ia edición, Madrid, i997, 5/65, o. 169, señala que una ley indeterminada o
imprecisa y por ello, poco clara, no puede proteger al ciudadano de la arbitrariedad, porque no implica
una auto!i miración del iusptmiendí estatal a la que se pueda recurrir; además, es contraria al principio de
división de poderes, porque fe permite a! juei hacer cualquier interpretación que quiera e invadir con cito
el terreno del legislativo. No puede desplegar eficacia prevcnlivo-general, porque el individuo no puede
reconocer I o que se le quiere prohibir, y por eso, su existencia tampoco puede ser la base para un reproche de
culpabilidad”. Asimismo, Mlít PUIG, Santiago. Derecha Pemil, Parle General. 6“ edición, Barcelona, 2002,
4/16, pp. 112 y 113, En es» misma dirección JESCHECK. Hans-Heinrich / WEIGEND. Thontas. Tratada
de Derecha Penal /Parle General. Traducción de Miguel Olmedo Cárdeoste, 5a edición. Granada. 2002,
Cap. 3,15/1, p, 138 sostiene que: “el legislador no debería intentar declinar sobre el juez su responsabilidad
en la delimitación deí comportamiento punible mediante el emplee de conceptos poco nítidos, Resulta
decisivo que el primero de ellos (el legislador) elabore claramente el tipo del comportamiento punible por
medio de un juego combinado de generalización y diferenciación”.,
(56) Acerca de las ventajas que tiene fe crimina! ilación por medio de la ley, mas no a través del derecho
consuetudinario revísese JESCHECK, Hans-Heinrich / WEIG END, Thontas. Ob. cit., Cap. 3,15/1, pp, 136
y 137. ROXÍN. Claus. Ob. cit., p. 59 y ss, MIR PUIG, Santiago. Ob. cit, 4/15, p. 112, este autor señala
que con la exigencia de una ley escrita queda, desde luego, excluida la costumbre como fuente de delitos
y penas",
(57) Sobre los diferentes tópicos que abarca la prohibición de la analogía in malam paríein véase in extenso
(infra), en este mismo libro, el análisis que llago sobre el artículo 1ÍI del Titulo Preliminar del Código
Penal,
(58) Al respecto Cfr. JESCHECK, Hans-Heinrich/ WElüEND, Thomas. Ob. cit.. Cap. 3,15/IV. p. 147, sostiene
que: "La prohibición de! efecto retroactivo de las leyes penates supone que una acción que en el momento
de su comisión era impune, puede ser declarada posteriormente punible; implica, asimismo, la exclusión
de que pueda ser castigada posteriormente con una pena más grave en caso de que ya fuera punible”.
el principio de legalidad penal regulado en la Constitución, que permita garantizar
exitosamente los ámbitos de libertad de los ciudadanos frente a la arbitrariedad estatal, y
conseguir, de esta manera, la materialización de los fundamentos que inspiran al Estado
Democrático de Derecho? Paralelamente a esta pregunta, de carácter general, dentro del
Derecho Penal se debe responder a la siguiente pregunta ¿a qué categorías del Derecho
Penal se aplica el principio de legalidad?
(59) Así, ROXIN, Claus. Ob. cit,, 5/53, p. 163, refiriéndose a la irretroactividad de la ley penal desfavorable
sostiene que: “(...) rige respecto de todos los presupuestos de la punibilidad del Derecho material”.
(60) ídem.
ejemplo, las causas de inculpabilidad) y, en general en todos los tópicos que inciden directa o
indirectamente en los ámbitos de libertad de los ciudadanos. En la parte especial, el alcance
del principio de legalidad se expresa en todos y cada uno de los elementos típicos de los
respectivos tipos penales. En los puntos mencionados -tanto de la Parte General como de
la Parte Especial- el principio de legalidad se manifiesta en sus cuatro consecuencias (vid.
supra) como son: la prohibición de aplicar retroactivamente la ley penal, la prohibición de
dar y aplicar leyes indeterminadas, la prohibición de aplicar el derecho consuetudinario
y la prohibición de aplicar la analogía. Claro está que dichas prohibiciones solo tienen
vigencia cuando perjudican al ciudadano, mas no cuando lo favorecen, situación en la cual
si se aplican retroactivamente.
(61) Se debe precisar que se aplican a las faltas, sin excepción, todas las reglas del principio de legalidad
diseñadas para los delitos.
Las consecuencias jurídicas a las cuales se aplica el principio de legalidad, como
ya se ha señalado, son la pena, las medidas de seguridad y las consecuencias accesorias.
Veamos cada una de ellas.
(62) Cfr. ROXIN, Claris. Derecho Penal. Parle General. Tomo ¡ (Fundamentos. 1.a estructura de la teoría del
delito). Traducción y notas de Diego Manuel Luzón Peña / Miguel Díaz y García Conlledo / Javier De
Vicente Remesa!. 1“ ed., Madrid, 1997, 5/4, p. 138 señala que el principio “no hay pena sin ley” implica
que: “no solo la circunstancia de que una determinada conducta sea ya punible, sino también la clase de
pena y su posible cuantía han ele estar legalmente fijadas antes del hecho”.
(63) Que las reglas del principio de legalidad (v. gr. La prohibición de la analogía in malam partemylñ prohibición
de la irretroactividad desfavorable, etc.) se extienden también a las medidas de seguridad es opinión de
la doctrina mayoritaria. En la doctrina nacional muy pocos son los autores que se han pronunciado sobre
el tema; uno de ellos es José Luis Castillo Alva quien en su libro Principios de Derecho Penal/ Parte
General. 2002, Lima, p. 105, afirma que: “las reglas del principio de legalidad también se aplican a las
consecuencias accesorias". En la doctrina extranjera es dominante la concepción de que el principio de
legalidad también rige en el campo de las consecuencias accesorias. Así, en Alemania, JESCHECK, Hans-
Heinrich/WEIGENDThomas. Ob. cit., Cap. 3, 15/IV, pp. 148 y 149, precisa que “(...) quedan excluidas
las medidas de seguridad en tanto que la ley no determine otra cosa (...), puesto que de conformidad con
el legislador lo que resulta adecuado a los fines tiene que operar inmediatamente, por lo que, por ejemplo,
para que se aplique una consecuencia accesoria distinta a las que están establecidas en la ley vigente
durante la comisión del hecho delictivo, la misma debe estar regulada en forma expresa e inequívoca en
bien es cierto no son penas - tienen la misma naturaleza aflictiva para el sujeto a quien se
impone. Tanto pena como medida de seguridad restringen los derechos fundamentales del
ser humano. Incluso las medidas de seguridad pueden resultar más drásticas que la pena
para el individuo que carga con ellas; pues no olvidemos que, mientras las penas tienen
como fundamento y medida de imposición a la culpabilidad y a las necesidades preventivo-
generales, las medidas de seguridad poseen como fundamento a la peligrosidad del sujeto
y como baremo a las necesidades estatales. En esa línea, las penas serán drásticas si los
requisitos de merecimiento y necesidad así lo exigen, es decir, tienen que concurrir los
dos; en cambio la imposición y dureza de las medidas de seguridad se impondrán con la
sola concurrencia de las necesidades preventivo-generales aunque no haya culpabilidad.
En consecuencia, si las medidas de seguridad tienen la misma naturaleza que las penas
y, en muchos casos son más lacerantes, es inobjetable que también están sometidas a los
alcances del principio de legalidad.
dicha norma". Asimismo, ROXtN, Claus. Ob. cit., 5/53, p. 163, refiriéndose a !a irretroactividad de la ley
penal desfavorable sostiene que: “(...) de permitir la aplicación retroactiva de la ley penal desfavorable
es totalmente incongruente con los fines del principio de legalidad, ya que el legislador puede hacer
que una intromisión penal retroactiva, que estaría prohibida resulte admisible transformándola, con un
cambio de etiqueta, en una medida de seguridad. No obstante, que la regulación resulte inconstitucional
precisamente por eso es algo que resulta dudoso, porque no hay datos que apoyen la conclusión de que
el legislador constitucional, al que le era perfectamente conocida la distinción entre penas y medidas,
hubiera querido desligar el principio de legalidad de su limitación histórica a la pena” rige respecto de
todos los presupuestos de la punibilidad del Derecho material; M1R PUIG, Santiago. Ob. cit., p. 112, deja
establecido que las garantías establecidas para la legalidad de la pena también deben exigirse respecto de
las medidas de seguridad y sus presupuestos.
(64) Al respecto ROXIN, Claus. Ob.cit., 5/53, p. 163, afirma que la prohibición de retroactividad desfavorable:
“(...) rige también respecto de la pena y sus consecuencias accesorias". JESCHECK, Hans-Heinrich /
WEIGEND, Thomas. Ob. cit., Cap. 3, 15/IV, p. 147, refiriéndose a la irretroactividad de la ley penal que
perjudica al ciudadano, señala que esta:"(...) se extiende, además, a otras medidas posteriores que puedan
perjudicar la posición jurídica del autor”.
puede imponer consecuencia accesoria alguna si se agrava el quantum o la clase de estas
-conjunta o separadamente a la pena- si no ha estado establecida previamente en la ley.
Debemos señalar que el artículo II del Título Preliminar del Código Penal peruano
solamente hace referencia al Derecho Penal sustantivo, mas no al Derecho Procesal Penal,
lo cual es un gravísimo error del legislador, porque si se quiere proteger al ciudadano de la
arbitrariedad estatal, esta tiene que realizarse tanto a nivel del Derecho Penal como también
del Derecho Procesal Penal. Si se excluye de los alcances del principio de legalidad a los
contenidos del Derecho Procesal Penal no se puede evitar que el poder punitivo del Estado
avasalle con las libertades individuales y, por lo tanto, tampoco se pueden crear ámbitos de
libertad jurídica que permitan a los ciudadanos poder participar en los procesos de relación.
(65) Para tener una visión completa y correcta de la vigencia del principio de legalidad no solamente en el Derecho
Penal, sino también en el Derecho Procesal Penal véase el artículo 138,2*' párrafo de la Carta Jurídico-
política, el cual señala que: “En todo proceso de existir incompatibilidad entre una norma constitucional y
una norma legal, los jueces prefieren la primera. Igualmente, prefieren la norma legal sobre otra de rango
inferior”. Cabe precisar, de lo señalado, que el principio de jerarquía normativa no se aplica solamente
cuando existe incompatibilidad entre la norma constitucional con una ley, o entre una ley y otra norma de
menor rango, sino también -y sobre todo- cuando, pese a no existir incompatibilidad, sí existe un vacío
(v. gr. la falta de regulación expresa del principio de legalidad en el Derecho Procesal penal).
La aplicación del principio de legalidad en el Derecho Procesal Penal también encuentra
su fundamento en valoraciones de naturaleza material. Pues el Derecho Procesal Penal es
una parte de todo el sistema punitivo y como tal debe estar sujeto a las mismas reglas que
rigen el Derecho Penal sustantivo, en consecuencia, los alcances del principio de legalidad
deben aplicarse también a las categorías del Derecho Procesal Penal. No es suficiente
proteger las libertades individuales con la aplicación del principio de legalidad únicamente
en el campo del Derecho Penal, por cuanto el poder estatal no se manifiesta solamente en la
creación de delitos y penas, sino también mediante la elaboración de leyes procesales que
perjudican a los ciudadanos (v. gr. la ampliación de los plazos de prescripción mediante
la aplicación retroactiva de la ley), las cuales ■ desde el punto de vista material- son
perjudiciales para el ciudadano, ya que restringen derechos fundamentales. Por lo tanto,
si se quiere proteger en forma idónea y eficaz las libertades individuales de las voraces
garras de la arbitrariedad estatal, resulta imprescindible que el principio de legalidad se
aplique también al Derecho Procesal Penal.
Ahora bien, la tesis de la legalidad penal en los ámbitos procesales se orientan a fines
políticos procedimentales de diversa índole, que pueden ser acogidos si en lo esencial no
afectan los criterios de seguridad del ejercicio de la defensa en términos amplios, de las
posibilidades de profundizar todos los medios posibles de actuación probatoria y que de la
comparación de un modelo procesal a otro (o simplemente de variantes del procedimiento)
no signifique costos o sacrificios al ejercicio de la defensa material del imputado. Aquí,
como en otros casos, el Derecho Penal no debe significar en el caso concreto un “plus”
punitivo contra el procesado y eso se soluciona manteniendo los estándares valorativos
constitucionales que nuestra Constitución preserva, y aún más interpretando las normas
procesales como instrumentos de mayor cobertura a las peticiones de inocencia,
racionalizando y señalando la ruta con la finalidad de buscar que obtener resultados justos.
V. Conclusiones
0 El fundamento del principio de legalidad está estructurado por tres categorías
o instituciones interdependientes tales como la seguridad jurídica (fundamento
axiológico), la división de poderes (fundamento político) y la prevención general
positiva (fundamento jurídico penal).
’ Para entender cabalmente el fundamento, naturaleza, contenido y alcance del
principio de legalidad en materia punitiva, se debe de realizar una interpretación
sistemática y teleológica de todas las normas que regulan el principio de
legalidad en los diferentes cuerpos normativos, tomando como faro orientador
a la Constitución.
(66) En ese sentido MIR PUIG, Santiago. Derecho Penal/ Parte General. 6" ed., Barcelona, 2002, pp. 111 y 112,
afirma que: “(,„) se distinguen los siguientes aspectos del principio de legalidad: una garantía criminal, una
garantía penal una garantía jurisdiccional o judicial, y una garantía de ejecución. Prosigue que la garantía
criminal exige que el delito (equivalente a crimen) se halle determinado por la ley (millmn crimen sine lege).
La garantía penal requiere que la ley señale la pena que corresponda al hecho (milla poena sine lege). La
garantía jurisdiccional exige que la existencia del delito y la imposición de la pena que corresponda al hecho
se determinen por medio de una sentencia judicial y según un procedimiento legalmente establecido. La
garantía de ejecución requiere que también la ejecución de la pena se sujete a una ley que la regule (...)”.
• El principio de legalidad rige para el Derecho Penal, el Derecho Procesal Penal
y el Derecho penitenciario, pues estas disciplinas, al ser partes constitutivas de
todo el sistema punitivo, son interdependientes y tienen como naturaleza común
la restricción de los derechos fundamentales del ciudadano, por lo tanto, se rigen
bajo las mismas reglas del derecho penal sustantivo.
• El Código de Ejecución Penal no regula de manera eficaz el principio de
legalidad. En consecuencia, para evitar interpretaciones incorrectas que permitan
la arbitrariedad estatal, desde un punto de vista de legeferenda, somos de la idea
que la legalidad sobre la ejecución de las penas, los beneficios penitenciarios,
etc. deben ser regulados en forma clara, expresa, inequívoca e indubitable. Sin
embargo, ello no indica que se desconozca su naturaleza y por lo tanto, los
términos que sus normas se orientan y solucionan por sus propios fines, con lo
cual queda un puente entre el principio de legalidad propio del Derecho Penal
sustantivo con la legalidad que debe regir en la ejecución penal y que como en
el caso de nuestra Constitución lo ha elevado a un umbral lo suficientemente
alto de cara al concepto de persona que desarrolla.
• La naturaleza de los beneficios penitenciarios se condice con el programa
de alternativas que en un momento dado desarrolla pero, que conforme sus
lineamientos puede transformarse tanto hacia arriba como hacia abajo, es decir,
desde la perspectiva de los fines de la “prevención especial” estos se flexibilizan
y ello no desnaturaliza su esencia ni su legalidad. También, los beneficios se
desarrollan en un mundo de expectativas que finalmente determinará el juez
conforme a las reglas de la prevención especial que abarcan criterios generales
(normativizado) como criterios específicos (vinculado al caso concreto).
• En el marco de un Derecho Penal democrático, donde la dignidad de la persona
humana es el fin supremo de la sociedad y el Estado, la creación de delitos
y penas se debe realizar mediante leyes orgánicas. Resulta incompresible,
desde cualquier punto de vista, que las normas reguladoras de las funciones y
estructura de los órganos constitucionales, pese a su importancia, sean elaboradas
mediante el procedimiento de leyes orgánicas y que no sea así en las penales, que
precisamente son normas que restringen ámbitos de libertad de los ciudadanos
y se sigan manteniendo bajo el mecanismo de leyes ordinarias, a pesar de su
mayor demanda de consenso social y político.
• Dentro del Derecho Penal sustantivo el principio de legalidad se aplica a todas
sus instituciones y categorías; esto es, la Parte General y la Parte Especial.
Dentro de la Parte General el principio de legalidad tiene vigencia en: las causas
de ausencia de acción, las reglas de la autoría y participación, las condiciones
objetivas de punibilidad, las leyes penales en blanco, las reglas de la tentativa,
los delitos culposos y delitos dolosos, los elementos de la antijuridicidad (y. gr.
las causas de justificación), los elementos de la culpabilidad (por ejemplo, las
causas de inculpabilidad) y, en general, en todos los tópicos que inciden directa
o indirectamente en los ámbitos de libertad de los ciudadanos. En la Parte
Especial, el alcance del principio de legalidad se expresa en todos y cada uno
de los elementos típicos de los respectivos tipos penales.
El principio de legalidad, en el marco de un Derecho Penal democrático, constituye
una garantía de libertad del ciudadano frente al poder punitivo del Estado, ya que
es un límite a la posible arbitrariedad estatal; así, de no ser por el principio de
legalidad esta entelequia jurídico política intervendría sin ningún tipo de control,
en todas las esferas de libertad del individuo tal como ocurrió en las monarquías
absolutas y como ocurre en los gobiernos dictatoriales. También hay que cuidarse
de la tiranía de los jueces que, a través de procesos de interpretación, no siempre
se unen a los fines de garantía y seguridad que las leyes penales les descubren.
Las medidas de seguridad y las consecuencias accesorias también se rigen por el
principio de legalidad, pues tienen la misma naturaleza aflictiva que las penas.
Las medidas de seguridad restringen la libertad y las consecuencias accesorias
restringen o menoscaban el patrimonio del ciudadano respectivamente. Por lo
tanto, las reglas que se aplican a la pena se extienden también a las instituciones
ya mencionadas.
[fj] El principio de legalidad supone la existencia de preceptos jurídicos (lex praevid) que
permitan predecir con suficiente grado de certeza {lex certa) las conductas infractoras
y las sanciones correspondientes: STC Exp. N° 02050-2002-AA/TC (f.j. 8).
[jj El principio de legalidad exige no solo que por ley se establezcan los delitos, sino
también que las conductas prohibidas estén claramente delimitadas en la ley: STC
Exp. N° 00010-2002-AI/TC (f.j. 45).
(jj El principio de determinación del supuesto de hecho previsto en la ley es una
prescripción dirigida al legislador para que este dote de significado univoco y preciso
al tipo penal: STC Exp. N° 00010-2002-AI/TC (f. j. 46).
Los principios de culpabilidad, legalidad y tipicidad no solo se aplican en el ámbito
del Derecho Penal, sino también en el del Derecho Administrativo sancionador: STC
Exp. N° 02050-2002-AA/TC (f.j. 8).
En el caso de delitos de naturaleza permanente, la ley penal aplicable no necesariamente
será la que estuvo vigente cuando se ejecutó el delito: STC Exp. N° 02488-2002-HC/
TC (f. j. 26).
[J El principio de legalidad constituye una garantía constitucional de los derechos
fundamentales de los ciudadanos, consagrado por la Constitución: STC Exp. N° 00197-
2010-PA/TC (f.j. 2).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C: arte, 2 inc. 24.d), 139 ines. 3), 10), 12), 200 inc. 1); GP.Ct: arts. 9, 33 inc. 23);
GR: art. II; D-U.D,H.: art. U.l; PLD.CR: art 14.2; CA.D.BL: art. 3.2
I. Primera parte
1. El artículo 2.24.e) de la Constitución contempla el principio de presunción de ino
cencia, y lo hace en términos similares al artículo 8 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos: “Toda persona inculpada de un delito tiene derecho a que se presu
ma su inocencia, mientras no se establezca legalmente su culpabilidad”. Se trata, pues, de
un derecho que no solo tiene arraigo nacional, sino que ha sido adoptado por el Sistema
Interamericano de Derecho Humanos.
(13) Viáe Normas Legales. Tomo 316,Trujillo, setiembre, 2002, p. A27 ss. (Tomado de SAN MARTÍN CAS
TRO, César. Derecho Procesal Penal. Tomo I, 2S edición, Grijley, Lima, 2003, p. 118).
(14) Ejecutoria Suprema de 5 de mayo de 1997, Exp. N° 3438-95-Cusco (Tomado de SAN MARTÍN CASTRO,
César. Ob. cit., p. 118).
(15) Sala Penal Permanente. Cas. N0 10-2007-La Libertad. Auto de calificación de recurso de casación.
(16) STC Exp. N° 00728-2008-PHC/TC, f. j. 36.
decantare por la menos aflictiva al procesado. Pero cabe también que la duda del juez no
sea de índole normativa, sino sobre los hechos que sustentan la imputación. En este caso
el juez debe aceptar solo aquellos hechos que hayan quedado debidamente comprobados
en el proceso penal. Para lo cual está habilitado a emplear la prueba indiciaría, la que no
vulnera la presunción de inocencia: “el derecho a la presunción de inocencia no se opo
ne a que la convicción judicial en un proceso penal pueda formarse sobre la base de una
prueba indiciaría, pero para que esta pueda desvirtuar dicha presunción debe satisfacer las
siguientes exigencias constitucionales. Los indicios han de estar plenamente probados, no
puede tratarse de meras sospechas, y el órgano judicial debe explicitar el razonamiento,
en virtud del cual, partiendo de los indicios probados, ha llegado a la conclusión de que
el procesado realizó la conducta tipificada como delito (...)”í!7).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
JJI La presunción de inocencia se mantiene “viva” en el proceso penal siempre que no exista
una sentencia judicial que logre desvirtuarla: STC Exp. N° 02915-2004-HC/TC (f. j. 12).
[j]j La detención preventiva no afecta la presunción de inocencia siempre que sea dictada bajo
criterios de razonabilidad y proporcionalidad: STC Exp. N° 10107-2005-PHC/TC (f. j. 7).
g La presunción de inocencia exige también asumir, como regla general, que toda persona
sometida a un proceso penal debe ser j uzgada en libertad y solo por vía de excepción privada
de ella (principio de excepcionalidad): STC Exp. N° 04780-2017-PHC/TC y N° 00502-
2018-PHC/TC (f. j. 82).
BIBLIOGRAFÍA
ROX1N, Claus. Strafrecht, Allgemeiner Teil. 1,3 Aufl., München, 1997; JESCHECK, Hans-Heinrich
y WEIGEND,Thomas. Lehrbueh des Strafrechts. Allgemeiner Teil. 5 Aufl., Berlín, 1999; WESSELS,
Johannes y BEULK.E, Werner. Strafrecht, Allgemeiner Teil. 32 Aufl., Tübingen, 2002; SAN MARTÍN
CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Tomo 1, 2:l edición, Grij ley, Lima, 2003.
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C: arts. 2 inc. *>), 8, ¡00, 137 inc. 1), ¡39 mes, 3), 5), JO), 14}, 200 ine. 1); C.I’Ct.:
arte. 33 inc. 8); C.P.: arts. y s$.;<'.N. A.: art. 5; R.014-M07-DP; D.IJ.I). [J,; tm,
9; P.I.D.CP.: arts. 2.3 inc. a}, 9.3; C.AJD.H.; art, 7
ElkyAlexander Villegas.Paiva
(*) Texto según modificatoria efectuada por el articulo único de h Ley N“ 30558 del 09/05/2017.
(1) Sobre ello SÁNCHEZ-OSTIZ, Pablo. “La libertad del Derecho Penal; ¿de qué hablamos cuando decimos
libertad? En: PiDmt, 1/2014, Universidad Pampeu Fabra, Barcelona, 2014, p. 3, señala que: “Es común
en Derecho penal referirse a la libertad como bien jurídico protegido, como base para la atribución de
responsabilidad, como objeto de 1a pena, entre otros usos. Así, a quien comete un delito contra la libertad,
el juez, considerando que se trata de un agente libre ~o normalmente motivable, a susceptible dé prevención
Sin embargo, en las disciplinas en donde se le ha estudiado con mayor detenimien-
to®, los resultados sobre proponer un concepto de libertad no ha sido tarea fácil, existien
do diversas definiciones de la misma hasta la actualidad®.
Ahora bien, para efectos de este trabajo proponemos un concepto operativo de liber
tad, por el cual se la entiende como un bien humano esencial para la existencia humana®,
por lo que, bajo el paradigma de un Estado Constitucional de Derecho, la libertad se con
cibe como un derecho consustancial a la naturaleza humana, siendo reconocido en todos
los tratados y convenios supranacionales como un derecho humano y en el ámbito inter
no es catalogado como un derecho fundamental.
Como se ha dicho: “La libertad personal es un bien humano esencial que atiende a una
necesidad humana esencial. Tal necesidad es la exigencia humana de decidir por uno mis
mo las cosas que a uno mismo atañe, de forma tal que la manera como se han de conducir
estas, no vengan dictadas ni mucho menos impuestas desde fuera de la persona misma. El
modo de ser humano es voluntad racional libre, una voluntad que se dirige según una ra
zón libre, y que proscribe la imposición exterior en la toma de decisiones. Se satisface esta
normativa, o personalmente imputable...-, dentro del margen del arbitrio judicial posible, decide im
poner una pena privativa de libertad. Dichos usos del lenguaje se superponen sin especiales problemas,
pues somos conscientes de que significan cosas bien distintas (libertad de actuar, libre albedrío, libertad
ambulatoria...) o que, aun si fuera algo no demostrable, es un lugar común que admite ciertas posiciones
nada comprometidas. Es decir, que puede haber pasado a ser un mero uso lingüístico sin demasiadas
consecuencias. Así, la libertad se nos presenta en la parte especial, como también en las instituciones de
la parte general, o en la teoría de la pena, o en la Política criminal y los derechos humanos, como también
en la misma Teoría del Derecho. Sin embargo, poco se profundiza al respecto. La libertad parece haberse
convertido en metáfora útil en la poética de las constituciones, o un lugar común de la retórica de los
derechos, cuando no un tópico socorrido para entenderse en la dogmática, pero a condición de que no
abramos el debate sobre su fundamento”.
(2) “El significado de la libertad y sus alcances pasan por el mundo jurídico, pero no comienzan ni terminan
en él. Aunque la libertad es un principio jurídico (o juridificado, como se prefiera), lo cierto es que sus
fundamentos son prejurídicos. Hay cuestiones filosóficas, económicas, políticas, sociológicas y hasta psi
cológicas relacionadas con la libertad” (CARBONELL, Miguel. La libertad. Dilemas, retos y tensiones.
Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, México D.F., 2008, p. XIX).
(3) Como refiere CARBONELL, Miguel. Igualdady libertad. Propuestas de renovación constitucional. Instituto
de Investigaciones Jurídicas de la UNAM-Comi$ión Nacional de los Derechos Humanos, México D.F.,
2007, p. 117 y 118: “Hay que advertir que la construcción de un concepto de libertad nunca ha sido fácil,
ni ¡o es en la actualidad. Recordemos que Montesquieu ya señalaba en El espíritu de las leyes que ‘No
hay una palabra que haya recibido significaciones tan diferentes y que haya conmocionado los espíritus
de tantas maneras como la palabra libertad’; el mismo Montesquieu señalaba también el muy distinto
entendimiento que ya desde hace siglos se hace de la libertad:
Unos la consideran como la facultad de deponer a quien han dado un poder tiránico; otros como la facultad
de elegir a quién deben obedecer; otros como el derecho a ir armados y poder ejercer la violencia; otros
como el privilegio de no ser gobernados sino por un hombre de su nación o por sus propias leyes. Hace
tiempo cierto pueblo hizo consistir la libertad en el uso de llevar una larga barba. Unos han adjudicado
ese nombre a una forma de gobierno y han excluido de él a las demás. Los que gustaban del gobierno
republicano la han asociado con ese gobierno; los que disfrutaban del gobierno monárquico la han situado
en la monarquía. En fin, cada cual ha llamado libertad al gobierno que se ajustaba a sus costumbres o a
sus inclinaciones".
(4) Cfr, SOSA SACIO, Juan Manuel. “La libertad constitucional. Tres modelos esenciales de libertad y tres
derechos de libertad”. En: Pensamiento Constitucional. N° 23, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2018,
p. 179.
necesidad humana a través de un bien humano que signifique ausencia de subordinaciones
o imposiciones en ia conducta de los asuntos propios de relevancia jurídica, sin que en nin
gún caso se contradigan las exigencias de la convivencia social. Nadie podrá obligarnos
a conducirnos de un modo determinado en nuestros asuntos si la convivencia social per
mite más de una respuesta válida, menos aún podrá utilizarse la fuerza para obligarnos”*5’.
Esta definición es dada por Castillo Córdova para la “libertad personal” o “autonomía
personal”, sin embargo, desde nuestra perspectiva consideramos que tal definición encaja en
lo que para nosotros sería la libertad individual, pues esta sería una manifestación concre
ta del bien humano en su esencia, la facultad de hacer o no hacer algo en un Estado cons
titucional de derecho, es decir, todo lo que está permitido sino está legalmente prohibido.
Sánchez Agesta afirma que: “La libertad significa sustancialmente tres cosas, que jue
gan siempre en toda afirmación cierta de una libertad; exención o independencia o auto
nomía, por la que se constituye una esfera de autonomía privada, de decisión personal o
colectiva protegida frente a presiones que puedan determinarla; poder hacer, esto es, ca
pacidad positiva, para llevar a cabo esas decisiones y actuar eficazmente en la vida social;
libertad de elección, entre hacer o no hacer, o entre varios haceres posibles”*6’.
La libertad negativa -en palabras de Bobbio- es “la situación en la cual un sujeto tie
ne la posibilidad de obrar o de no obrar, sin ser obligado a ello o sin que se lo impidan
otros sujetos”*7’.
En términos jurídicos, diríamos más precisamente que esta libertad garantiza a las per
sonas actuar (o no hacerlo) libremente dentro del marco de la ley y, por ende, deben ser
removidos los obstáculos o interferencias que les impidan ello, es decir, que les impidan
actuar en sentido que desean o que les obliguen a actuar en un sentido que no quieren
* 8’.
(5) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “La prisión preventiva en el Estado constitucional de derecho”. En: CA-
MARENA ALIAGA, Gerson y BUENO RAMOS, Any (directores). La constitucionalízacián de la prisión
preventiva. Tribunales constitucionales contra tribunales penales. Ideas, Lima, 2021, pp. 186 y 187.
(6) SANCHEZ AGESTA, Luis. Sistema político de la Constitución española de 197S. Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1980, p. 118.
(7) BOBBIO, Norberto. Igualdady libertad. Paidós, Barcelona, 1993, p. 97.
(8) SOSA SACIO, Juan Manuel. “La libertad constitucional. Tres modelos esenciales de libertad y tres de
rechos de libertad”. En; Pensamiento Constitucional. N° 23, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2018,
pp. 181 y 182. En el mismo sentido, CARBONELL. Miguel. Igualdady libertad. Propuestas de renovación
constitucional. Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM-Comisión Nacional de los Derechos
Humanos. México D.F., 2007, pp. 118 y 119.
obstáculos (como ocurre con la libertad negativa), sino que garantiza, de manera afirma
tiva, ámbitos de libertad ejercida. En efecto, con ella no solo busca evitar trabas, sino que
se protegen las acciones realizadas, así como las decisiones tomadas libremente, siempre
que estas sean compatibles con el ordenamiento constitucional
* ’.
910
11
Así, la Corte IDH ha manifestado que la libertad sería la capacidad de hacer y no ha
cer todo lo que esté lícitamente permitido. En otras palabras, constituye el derecho de toda
persona de organizar, con arreglo a la ley, su vida individual y social conforme a sus pro
pias opciones y convicciones
* i0).
En concordancia con lo expuesto por la Corte IDH, podemos sostener que el derecho
a la *libertad 14’, en su manifestación de libertad personal (física o de locomoción
* 15’), es
(9) SOSA SACIO, Juan Manuel. “La libertad constitucional. Tres modelos esenciales de libertad y tres derechos
de libertad”. En: ¡Pensamiento Constitucional. N° 23, Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2018, p. 182.
(10) Corte IDH. Casa Chaparro Alvarez y Lapo Iñiguez vs. Ecuador. Excepciones preliminares, fondo, repa
raciones y costas. Sentencia del 21 de noviembre de 2007, párrafos 52 y 53.
(11) El Tribunal Constitucional en la STC Exp. N° 04780-2017-PHC/TC y Exp. N° 005G2-2018-PHC/TC
(acumulado), del 26 de abril de 2018, ff. jj. 25-28, considera, también, que la libertad individual es un
derecho continente que engloba una serie derechos, entre los que se encuentra la libertad personal.
(12) De otro parecer SALINAS SICCHA, Ramiro. Derecho Penal. Parte Especial. Vol. 1.8" edición, Uistitis, Lima,
2019, p. 614, quien considera que la libertad personal y la libertad individual son lo i nismo. Así cuando señala
que: “La libertad individual o personal la entendemos como la facultad intrínseca de la que gozan todas las
personas individualmente para elegir y decidirse a actuar como a bien tengan dentro del medio social en que
viven. La única limitación a este tipo de libertad es la libertad de otro individuo y los parámetros que impone
la ley positiva”. Agrega que: “La libertad personal o individual como derecho se constituye en uno de los
principales derechos de las personas, reconocido, como ha quedado establecido, a nivel constitucional. Se
ha dicho con razón que el derecho a la libertad es tan igual como el derecho a la vida”.
(13) Véase, VILLEGAS PA1VA, Elky Alexander. Prisión preventiva. Fundamentos para el litigio en el sis
tema de audiencias. Gaceta Jurídica, Lima, 2020, p. 74. En sentido similar, HAKANSSON, Carlos. “La
libertad personal como primer derecho fundamental y sus consecuencias jurídico-constitucionales”. En:
CAMAR.ENA ALIAGA, Gerson y BUENO RAMOS, Any (directores). La constitucionalización de la
prisión preventiva. Tribunales constitucionales contra tribunales penales. Ideas, Lima, 2021, p. 211.
(14) Modernamente, la libertad ha sido especializada en muchas libertades: de culto, de tránsito, de pensamiento,
de opinión, de expresión, de asociación, de contratación, etc. No hay que olvidar que todas ellas se reducen
a un núcleo genérico común que tiene el designio de dar al ser humano la libertad de actuar para realizarse
mejor. (RUBIO CORREA, Marcial, EGUIGUREN PRAELI, Francisco y BERNALES BALLESTEROS,
Enrique. Los derechosfiindamentales en lajurisprudencia del Tribunal Constitucional. Análisis de los artículos
1, 2 y 3 de la Constitución. Ia edición, 3“ reimpresión. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2017, p. 642).
(15) E! TC en reiteradajurisprudencia ha entendido a la libertad personal como libertad de locomoción, asi por
ejemplo ha señalado que: “en cuanto derecho subjetivo el derecho a la libertad personal garantiza que no
se afecte indebidamente la libertad física de las personas, esto es su libertad locomotora, ya sea mediante
detenciones, internamientos o condenas arbitrarias o ilegales. Los alcances de la garantía dispensada a esta
la especie de la libertad que cubre exclusivamente los comportamientos corporales, que
presuponen la presencia física del titular del derecho y que se expresan normalmente en
el movimiento físico061.
Sobre ello, García Toma refiere que: “Dicha facultad conlleva al ejercicio del atribu
to del ius movendi et ambulandi. Es decir, a desplazarse autodeterminativamente en fun
ción a las propias necesidades y aspiraciones personales a lo largo y ancho del territorio,
así como a ingresar o salir de él. En ese contexto, deviene en una condición indispensable
para el libre desarrollo de la personalidad”0'1.
De esta forma la libertad personal como derecho fundamental permite a la persona dis
poner de sí misma y determinar su propia voluntad actuando de conformidad con ella sin
que nadie pueda impedirlo021, de modo que se reconoce la vigencia del principio de in du-
bio pro libértate o, en su dimensión más amplia, de favor libertatis, de modo que las*2
(23) Cfr. GUERRA PÉREZ, Cristina. La decisión judicial de prisión preventiva. Análisis jurídico y crimino
lógico. Tirant lo Blanch, Valencia, 2010, p. 39.
(24) Corte IDH. Caso Servellón García y oíros vs. Honduras. Sentencia de! 21 de setiembre de 2006, párr. 89.
(25) Al respecto el Tribunal Constitucional ha sostenido que: “La Constitución Política del Peni ha previsto
en su artículo 2, inciso 24, parágrafo f), los supuestos en los cuales puede reputarse una restricción de la
libertad legítima o constitucional: (...) Toda persona tiene derecho (...) a la libertad y a la seguridad perso
nal. En consecuencia (...) Nadie puede ser detenido sino por mandamiento escrito y morí vacio del juez o por
las autoridades policiales en caso de flagrante delito. Como se puede apreciar la posibilidad de detención ha
sido reservada a los órganos jurisdiccionales con motivo de un proceso judicial o a la Policía Nacional del Perú
en cumplimiento de sus roles prescritos en el artículo 166 de la propia lex legum, a saber, prevenir, investigar y
combatir la delincuencia” (STC Exp. N° 01757-2011-PHC/TC, del 22 de junio de 2011, f. j. 2).
(26) STC Exp. N° 1318-2000-HC/TC, f.j. 2.
Cabe mencionar otros dos supuestos permitidos de la privación de libertad personal,
el primero, mediante la prisión preventiva, la cual se diferencia de la detención por ser
una medida de mayor duración y por cuanto el sometido a aquella medida es ingresado a
una cárcel, mientras que el segundo supuesto se da como pena impuesta en una senten
cia condenatoria, sin embargo, ya no estamos ante una detención, por ser de naturaleza
. Queda claro que estos dos supuestos requieren de una resolución judicial de
distinta(27)28
31
30
29
bidamente motivada.
Por lo tanto, en sentido estricto, la detención es considerada como una medida de ca
rácter cautelar personal -distinta a la prisión provisional y a la pena de prisión'29' que su
pone la privación de la libertad ambulatoria por un corto o muy breve periodo de tiem-
po!Wj es decir tiene carácter provisionalísimo(3,). Implica tanto el impedir que una persona
abandone un lugar como conducirla contra su voluntad a otro.
(27) En la misma perspectiva el Conjunto <le Principios para la Protección de Todas las Personas Sometidas a
Cualquier Forma de Detención o Prisión, adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
Su Resolución número 43/173 (9 de diciembre de 1988), señala que por “arresto” se entiende el acto de
aprehender a una persona con motivo de la supuesta comisión de un delito o por acto de autoridad; y, por
“persona detenida” se entiende toda persona privada de la libertad personal, salvo cuando ello haya
resultado de una condena por razón de un delito.
(28) Cfr. SALIDO VALLE, Carlos (1997). La detención policial. Barcelona: J.M. Bosch, p. 44.
(29) GIMENO SENDRA, Vicente (2010). Manual de Derecho Procesal Penal. 2* edición, Madrid: Colex,
pp. 323 y 326.
(30) Cfr. MORENO CATENA, Víctor (2019). “La detención”. En: MORENO CATENA, Víctor y CORTÉS
DOMÍNGUEZ, Valentín. Derecho Procesal Penal. 9a edición, Valencia: Tirant lo Blanch, p. 316.
(31) Cfr. ASENCIO MELLADO, José-Maria (2020). “Tema 13. Medidas cautelares personales (I)’’. En: ASEN-
CIO MELLADO, José-María (director). Derecho Procesal Penal. 2“ edición. Valencia: Tirant lo Blanch,
p. 281.
Como señala la doctrina, la detención es la medida cautelar personal que consiste en
la privación breve de la libertad personal, limitada temporalmente con el fin de poner al
sujeto detenido a disposición de la autoridad judicial, quien deberá resolver, atendidas las
condiciones legales, acerca de su situación personal, manteniéndola por tiempo mayor (pri
sión provisional) o adoptando una medida cautelar menos grave o restableciendo el dere
cho a la libertad en su sentido naturab32’.
(32) BARONA VILAR, Silvia (2019). “Lección décimo primera: Las medidas cautelares”. En: MONTERO
AROCA, Juan; GÓMEZ COLOMER, Juan Luis; BARONA VILAR, Silvia. ESPARZA LEIBAR, Iñaki
ETXEBERRÍ A GURIDI, José F. Derecho Jurisdiccional. Tomo III: proceso penal. 27“ edición, Valencia:
Tirant lo Blanch, p. 2§0.
(33) DE HOYOS SANCHO, Montserrat (1998). La detención por delito. Pamplona.’ Aranzadí, p. 23. Por su
parte el Tribunal Constitucional español ha definido a la detención como: “cualquier situación en que
la persona se vea impedida u obstaculizada para autodeterminar, por obra de su voluntad, una conducta
lícita, de suerte que la detención no es una detención que se adopte en el curso de un procedimiento, sino
una pura situación fáctica, sin que puedan encontrarse zonas intermedias entre detención y libertad” (STC
español 98/1986, de 10 de julio). Merece atención el hecho de que el Tribunal se refiera al impedimento
de autodeterminar una conducta lícita, cuando en realidad la detención en si impide el desarrollo de au-
todetermínar tanto una conducta lícita como ilícita; pero, lo más destacable del concepto es que pretende
dejar claro que, una de dos: o existe una situación de detención o existe libertad. La importancia de ello
estriba en que las denominadas figuras afines o fronterizas con la detención deberán incardinarse en una
u otra (detención o libertad) de forma necesaria, dando respuesta a los problemas surgidos en situaciones
límite en las que no se observa el estricto régimen de garantías previstos para la detención. Se considera
que no existen zonas intermedias entre la situación de libertad y la privación de la misma y que, por tanto,
a toda situación de privación de libertad le es aplicable el sistema de garantías previsto para la detención.
(34) NIEVA FENOLL, Jordi (2019). Derecho Procesal III. Proceso penal. Valencia; Tirant lo Blanch, p. 272.
(35) Asi: SALAS BETETA, Christian (2012). “La detención: regulación actual y en el nuevo Código Procesal
Penal”. En: Revista Juridica.com. Año II, N° 2, Lima: Librería y Ediciones Jurídicas, disponible en: <http://
www.librejur.com/revistajuridica.html>.
de evitar su posible sustracción o fuga, o que perturbe los actos iniciales de averiguación,
oculte los objetos o instrumentos del delito o borre, altere o modifique los elementos pro
batorios que puedan incriminarlo con el delito que se investiga.
Como afirma Gimeno Sendra la detención “es una medida cautelar ejecutada en fun
ción de la incoación de un proceso penal, cuya finalidad es la de garantizar la futura apli
cación del ius punlendi y, de modo inmediato, la de proporcionar al juez el primer sustra
to táctico para el inicio de la instrucción formal y la adopción, en su caso, de las medidas
preventivas que correspondan”(:;<;,.
Su función es tanto asegurar a la persona del sindicado cuanto garantizar la futura apli
cación del ius punlendi mediante la realización inmediata de actos de investigación urgen
tes o inaplazables, por ejemplo: interrogatorios, reconocimientos, pericias forenses. Todo
ello en la perspectiva de individualizar a los responsables del hecho delictivo e impedir
además el ocultamiento y destrucción de huellas o pruebas del delito1-'-'.
(36) GIMENO SENDRA, Vicente (1990). Derecho Procesal. Tomo ll-Proceso penal. 3’ edición, Valencia:
Colex, p. 357.
(37) Cfr. Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia. Casación N° I-2007-Huaura, fundamento de
derecho quinto, magistrado ponente San Martín Castro.
La detención preliminar judicial y la detención judicial en caso de flagrancia, requie
ren de mandato motivado del juez, por lo que, junto a la detención policial, constituyen las
formas de detención que prevé el artículo 2.24.f de la Constitución. Pero, entonces, surge
la interrogante relacionada a dentro de cual modalidad de las previstas en la norma cons
titucional citada se encuadra el arresto ciudadano.
Sobre ello, podemos decir que el arresto ciudadano no constituye en striclo sensu una
forma de detención, sino que se trata de una medida de restricción menos lesiva que aque
lla, restricción que encuentra su fundamento constitucional en el artículo 2.24.b de nuestra
Carta Magna, en la cual se prescribe que solo se permiten restricciones a la libertad per
sonal cuando estén previamente establecidas por la ley.
1. Concepto
La detención policial es una medida precautelad385, de carácter extrajudicialí3í>), que con
siste en la privación de la libertad personal adoptada por la policía, sin orden judicial, en
los únicos supuestos de flagrancia delictiva, con el fin de asegurar la presencia del sujeto,
descubierto precisamente en flagrante comisión delictiva, ante la autoridad competente y
la efectividad del proceso penal.
(38) Consideran a la detención policial como tina medida de carácter precautelar: CÁCERES JULCA, Roberto
y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en elproceso penal. Lima: Jurista Editores,
p. 152; ORE GUARDIA, Arsenío (2014). Manual de Derecho Procesal Penal, Tomo 11. Las medidas de
coerción en el proceso penal. Lima: Reforma, p. 88.
(39) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). Derecho Procesal Penal peruano. Análisis y comentarios al Código
Procesal Penal Tomo II. Lima: Gaceta Jurídica, p. 80.
jurídico en el ejercicio de las funciones que le son propias-(4<l). Ahora bien, al tratarse la
detención policial como ejercicio de un deber impuesto a la Policía Nacional, su omisión
trae como consecuencia, no solo responsabilidades de carácter administrativo, sino de ca
rácter penal pues estaríamos frente a un delito de omisión de actos funcionales (artículo
377 del CP) u omisión o retardo injustificado de apoyo policial (artículo 378 del CP)40 ,
(4I)42
2. Finalidad
La detención policial tiene dos finalidades, las cuales consisten en asegurar, por un
lado, la presencia del imputado ante la autoridad competente y, por otro, la efectividad
del proceso penal.
(40) Al respecto se ha dicho que la Policía no está supeditada a obtener ninguna orden emanada de otra autoridad,
pues en estos casos actúa en cumplimiento de su obligación constitucional prevista en el artículo 166 de
la carta fundamental que prescribe que la policía investiga y combate la delincuencia, en tal sentido como
autoridad competente, dispone de la facultad suficiente para realizar el acto de ia restricción temporal del
derecho a la libertad ambulatoria dentro de los marcos que le otorga ei Manual de Derechos Humanos
aplicado a la función policial, Resolución Ministerial N° 452-2006-1N del 31 de mayo de 2006 y de los
artículos 67 y 68 de! Código Procesal Penal de 2004, acorde con los artículo!0.5,10.11,10.14 y 11.4 del
Decreto Legislativo N° 1148. (CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las
medidas cautelares en el proceso penal. Lima: Jurista Editores, p. 170).
(41) SAN MARTÍN CASTRO, César (2020). Derecho Procesal Penal. Lecciones. 2" edición, Lima: Fondo
Editorial del INPECCP, p. 449.
(42) Tercer Juzgado de Investigación Preparatoria de Trujillo. Exp. N“4943-2008, del 1 de octubre de 2008.
f) La decisión disyuntiva exclusiva del Fiscal, antes de las 24 horas de la deten
ción, si otorga libertad al detenido o mantiene la detención requiriendo en este
caso obligatoriamente al juez de investigación preparatoria el dictado de la pri
sión preventiva.
En cualquiera de estos supuestos, el fundamento de esta finalidad radica en la nece
sidad de que toda privación de libertad, por muy excepcional que fuese, debe estar suje
ta al control de legalidad materializado en el deber, por parte del juez o del fiscal, de ve
rificar la concurrencia o no de los presupuestos que hayan legitimado la procedencia de
esta medida(43)44
.
(43) ORE GUARDIA, Arsenio (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo 11. Las medidas de coerción
en el proceso penal. Lima: Reforma, p. 89.
(44) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2014). Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo!!. Las medidas de coerción
en el proceso penal. Lima: Reforma, p. 89.
3. Flagrancia
En la medida que la detención policial procede en una fase procesal precaria por su na
turaleza, los presupuestos materiales (fumus boni iuris y periculum in mora) aparecen estre
chamente ligados con un instituto en particular: la flagrancia. Por tal motivo, el análisis sobre
dichos presupuestos no solo no puede desvincularse, sino que además debe basarse esencial
mente, en los elementos constitutivos de este último instituto, el cual veremos a continuación.
Ha dejado dicho Carnelutti que flagrancia es el delito en general, mientras se ve, o sea
para quien lo ve cometer; en otras palabras, para quien está presente a su cumplimiento.
Esto quiere decir que la flagrancia “no es un modo de ser del delito en sí, sino del delito
respecto a una persona; y, por eso, una cualidad absolutamente relativa-, el delito puede
ser flagrante respecto a Ticio y no flagrante respecto a Cayo”06’,
Señala el mismo autor que en relación a esta noción, puede establecerse que la fla
grancia del delito coincide con la posibilidad para una persona de comprobarlo mediante
una prueba directa; lo cual nos puede conducir erróneamente a afirmar que el delito es fla
grante en cuanto constituya la prueba de sí mismo, ello significaría que el delito flagran
te es “... el delito que se comete actualmente”, en este sentido no habría delito que no sea
o que al menos no haya sido flagrante, porque todo delito tiene su actualidad; pero la fla
grancia no es la actualidad sino la visibilidad del delito07’.
Acorde con ello es correcto sostener -siguiendo a Rubio Correa08’- que la situación de
flagrancia se presenta mientras se está produciendo la comisión de la acción delictiva y hasta
(45) CALDERÓN CRUZ, Edmundo y FABIÁN ROSALES, Avine (2008). La detención preliminar, Ministerio
Público y control constitucional. Lima: Idemsa, p. 138.
(46) CARNELUTTI, Francesco (1950). Lecciones sobre el proceso penal. T. II. Traducción de Santiago Sentís
Melendo. Lima: Ediciones Jurídicas Europa-.América, p. 77.
(47) CARNELUTTI, Francesco (1950). Lecciones sobre el proceso penal. Ob. cit., 77-78.
(48) RUBIO CORREA, Marcial (1999). Estudio de la Constitución Política de 1993. Tomo I, Lima: Fondo
Editorial de la PUCP, p. 497.
que el delincuente desaparece del lugar de los hechos, salvo que huyendo sea perseguido
inmediatamente, caso en el cual la flagrancia permanece hasta que se lo pierde de vista.
En otras palabras, delito flagrante es una continuidad de hecho que va desde el inicio
de los actos ejecutivos del ilícito penal hasta que el delincuente se separa materialmente
de la escena del crimen y eventualmente de la inminencia de su captura si fuera persegui
do, pero existe evidencia indubitable deus intervención en el hecho delictivo.
Pero al lado de ellas dichas notas sustantivas que distinguen a la flagrancia, se ubican
los presupuestos objetivos de la misma, los que son la percepción directa y efectiva, y la
necesidad urgente de la intervención policial. En virtud de estas últimas, puede presentar
se el caso de que el delito se esté cometiendo o que el sujeto hubiera acabado de cometerlo
(flagrancia) y sin embargo no será posible la detención si no se ha dado la percepción di
recta, y tampoco será posible si no hubiera la necesidad urgente de la intervención policial.
“La flagrancia es un instituto procesal con relevancia constitucional que debe enten
derse como una evidencia del hecho delictuoso respecto de su autor. Así la flagrancia
se configurará cuando exista un conocimiento fundado, directo e inmediato del hecho
punible que se viene realizando o que se acaba de realizar instantes antes, situación
en la que, por su particular configuración, es necesaria la urgente intervención de la
Policía para que actúe conforme a sus atribuciones. En este sentido, lo que justifica la
excepción al principio constitucional de la reserva judicial para privar de la libertad a
una persona es la situación particular de la urgencia que, en el caso, concurriendo los
requisitos de la inmediatez temporal e inmediatez personal de la flagrancia delictiva,
comporta su necesaria intervención policial”*5153 >.
52
(51) CASTAÑEDA SEGOVIA, Mateo (2009). “Detención policial y configuración de la flagrancia. Análisis
de la STC Exp. Nü 03325-2008-PHC/TC”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 22, Lima: Gaceta Jurídica,
p. 237.
(52) Véase STC Exps. N° 1923-2006-HC/TC, ff.jj. 2,4, 5 y 6; N° 1957-2008-PHC/TC, f.j. 6; N°02194-2009-
PHC/TC, f. j. 5; N° 01871 -2009-PHC/TC, f. j. 4; N° 03691 -2009-PHC, f. j. 16; N° 05696-2009-PHC, f. j. 4.
(53) STC. Exp. N° 04630-2013-PHC/TC, f.j. 3.3.4.
conjeturas o sospechas, sino en la apreciación objetiva del hecW54)55, Por ello el Tribunal
58
57
56
Ccrtisiirucioiialí55> sostuvo en su momento, que capturar a una persona luego de 10 horas
de sucedidos los hechos no cumplen con el requisito de inmediatez temporal exigido para
considerar legítima la detención por flagrancia.
Se pude detener por flagrancia a partir del momento en que el agente da inicio a ac
tos ejecutivos, pero si se encuentra preparando su plan, entonces en este último caso ía
detención será abusiva.
Como seflala Meini Méndez^’, la flagrancia es un concepto que, por un lado, abar
ca el momento en que el autor o los partícipes están cometiendo el delito, lo que inclu
ye a todos los actos punibles del iter críminis. De ahí que los actos de inicio de ejecución
(aquellos posteriores a los actos de preparación y con los cuales empieza la tentativa) son
actos que también quedan abarcados por el concepto de flagrancia. La razón es hasta cier
to punto obvia: los actos de inicio de ejecución, a diferencia de tos actos de preparación,
son ya punibles, de conformidad con lo dispuesto por el artículo 16 del CP. Aquellos ac
tos realizados inmediatamente después de la consumación de! delito deben ser igualmen
te incluidos en la flagrancia.
Ahora bien, cuando se dice que el Policía tiene el deber de detener en caso de flagran
te delito, en realidad lo que se quiere decir, en primer lugar, es que se detuvo a una perso
na en el momento de la comisión de la conducta típica: el hecho. El policía ex ante valora
lo que observa, le da un sentido (criminal) al hecho. Soto así se puede decir que inicial
mente el sujeto ha vulnerado una norma de determinación (prohibición o mandato). Esta
primigenia imputación es uno de los fundamentos de este tipo de detención. En otras pa
labras, el meto dato fáctico no es suficiente para detener legítimamente a una persona en
"flagrancia”, es primordial que el policía evalúe el hecho y lo considere -en principio- tí
pico, que haya infringido una norma<57\
(54) CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el proceso
penal. Lima: Jurista Editores, p. i CU.
(55) STC Exp. N° 06142-2006-HC/TC, ff. jj. 5 y 6,
(56) MEINI M ÉNDEZ, Iván (2006). “Procedencia y rerju ¡sitos dé la detención”. En: La Constitución comentada.
Tomo!, Lima: Gaceta Jurídica, p. 294.
(57) ALCÓCER POV1S, Eduardo (2011). “La detención en caso de flagrante delito y el Derecho Penal”. En.:
Gaceta Penal efe Procesal Pena!, Tomo 25, Lima: Gaceta Jurídica, p. 302.
(58) ALCOCER POV1S, Eduardo (201 i). “La detención en caso de flagrante delito y el Derecho Pena]”. En:
Careta Penal á Procesal Penal Tomo 25, Lima: Gaceta Jurídica, p. 302.
3.2.2. Inmediatez personal
Significa que el presunto autor se encuentra en el lugar de los hechos, en el momen
to de la comisión del ilícito y se vincula al objeto o a los instrumentos del delito, de modo
que ello ofrecería una evidente demostración de su participación en el evento delictivo.
Como señala la doctrina: “De este modo el investigado debe ser encontrado con el
objeto, instrumento o en el proceso de realización del hecho punible, es decir, cometien
do el delito o cuando acaba de consumarlo e incluso cuando es sorprendido inmediata
mente después de la comisión del hecho con efectos (con las cosas sustraídas, las huellas,
vestigios y todo otro medio de confirmación de las consecuencias de la ejecución del de
lito) o con instrumentos del delito (cualquier utensilio que fue empleado o que sirva para
la ejecución del delito1"''-'.
Con respecto a la inmediatez personal, esta no supone ni implica que basta el solo ha
ber estado físicamente por el lugar de los hechos, es decir la simple cercanía al lugar donde
acontece un delito no es por sí misma elemento objetivo que configure la situación de fla
grancia delictiva, pues con semejante criterio, todas las personas, incluyendo autoridades
distintas a la interviniente, estarían inmersas en la pretendida flagrancia, sino que, por el
contrario, tienen que aparecer otros elementos que relacionen a la persona con aquel suceso
delictivo, por lo que no se debe detener por simples sospechas para luego investigar y que,
en un caso así, ni la presencia del Ministerio Público convalidaría el acto de detención^01.
Este criterio, implica -como se acaba de decir una percepción directa, de modo que
por ejemplo, que la incriminación de un testigo de oídas o referencial no calza dentro de
este supuesto y por ende no podría producirse una detención bajo tal declaración del tes
tigo de oídas.
Y es precisamente por lo mismo que algunos tipos de flagrancia que recoge el CPP de
2004 que no pueden considerarse como coherentes con este aspecto por lo que no debe
rían tener asidero como formar legítimas de flagrancia delictiva.
(59) CÁCERES JULCA, Roberto y LUNA HERNÁNDEZ, Luis (2014). Las medidas cautelares en el proceso
penal. Ob. cit., p. 163.
(60) Véase STC Exp. N“ 1324-2000-PHC/TC, f.j. 2.
De tal modo, que la Policía, por las circunstancias concurrentes en el hecho concreto se
vea impelida a intervenir inmediatamente con el doble fin de poner término a la situación
existente impidiendo en todo lo posible la propagación del mal que la infracción penal aca
rrea y de conseguir la detención del autor de los hechos, necesidad que no existirá cuan
do la naturaleza de los hechos permita acudir a la autoridad judicial para obtener el man
*
damiento correspondiente 60.
“[L]a flagrancia es un instituto procesal con relevancia constitucional que debe enten
derse como una evidencia del hecho delictuoso respecto de su autor. Así, la flagrancia
se configurará cuando exista un conocimiento fundado, directo e inmediato del hecho
punible que se viene realizando o que se acaba de realizar instantes antes, situación
en la que, por su particular configuración, es necesaria la urgente intervención de la
policía para que actúe conforme a sus atribuciones. En este sentido, lo que justifica la
excepción al principio constitucional de la reserva judicial para privar de la libertad
a una persona es la situación de particular urgencia que, en el caso, concurriendo los
requisitos de la inmediatez temporal e inmediatez personal de la flagrancia delictiva,
comporta su necesaria intervención”*61 62*.
De esta forma el Tribunal Constitucional considera que:
“La intervención urgente sancionada para los casos de flagrancia se justifica consti
tucionalmente respecto de ios delitos de consumación instantánea, pues en los delitos
permanentes no se configuraría, en principio, la situación de urgencia que impida
recabar la autorización judicial correspondiente. Por consiguiente, en los delitos de
tenencia de armas, drogas, contrabando y otros, cuya posesión continuada se indica
como almacenada al interior de un domicilio, se requerirá la previa autorización
judicial; pues, aun cuando puedan presentarse de manera concurrente los requisitos
de la flagrancia delictiva, en los delitos permanentes se presenta el decaimiento del
supuesto de la extrema urgencia”*63*.
AI respecto, Oré Guardia y Loza Ávalos
* 64* discrepan de la postura del Tribunal Consti
tucional, por cuanto consideran que la urgencia (para la evitación de la vulneración al bien
jurídico en los casos en los que se cumplen los requisitos de la flagrancia) es latente. Y
es que, como se sabe, en este tipo de delitos, la situación antijurídica se mantiene mien
tras se prosiga voluntariamente con la conducta criminal, por tanto, la vulneración al bien
jurídico persiste en el tiempo lo que hace necesaria la intervención a fin de evitar que se
siga realizando el actuar delictivo cuya comisión es evidente. Por ejemplo, en el caso del
(61) Cfr. FLOR1ÁN, Eugenio (1934). Elementos de Derecho Procesal Penal. Barcelona: J.M. Bosch,
pp. 236 y 237.
(62) STC Exp. N° 3691 -2009-HC/TC, f. j. 17.
(63) STCExp.3691-2009-HC/TC,f.j. 18.
(64) ORÉ GUARDIA, Arsenio y LOZA AVALOS, Giulliana (2011). Las medidas cautelares personales en el
proceso penal peruano. Lima: Reforma, pp. 52-53.
delito de secuestro, que es un delito permanente, la situación antijurídica persiste mien
tras no se libere a la víctima. Así, en el supuesto que la policía advierta con certeza que
una persona está secuestrada en una casa no es necesario solicitar y esperar una respues
ta de la autoridad judicial para ingresar al inmueble, rescatar a la víctima y detener a los
responsables. Dicha autoridad puede (capacidad individual de evitar riesgos) y debe (de
ber de garante) ingresar a dicho lugar, liberar al secuestrado y detener a los responsables.
Los citados autores señalan que lo mismo se presenta en los casos de tenencia ilíci
ta de armas, de drogas y de contrabando, más allá que lo vulnerado sean bienes jurídicos
de carácter colectivo (seguridad pública y salud pública, respectivamente) e institucional
(correcto funcionamiento de la administración tributaria), pues la ley no hace distingos:
se refiere a la detención de flagrante delito(ó5).
Por otra parte, del concepto que nosotros hemos adoptado sobre la flagrancia se tiene
que tal definición, por un lado, abarca el momento en que el autor o los partícipes están
cometiendo el delito, lo que incluye a todos los actos punibles del iter criminis. De ahí que
los actos de inicio de ejecución (aquellos posteriores a los actos de preparación y con los
cuales empieza la tentativa) son actos que quedan abarcados por el concepto de flagran
cia, pues los actos de inicio de ejecución, a diferencia de los actos de preparación, son ya
punibles de conformidad con lo dispuesto por el artículo 16 del Código Penal. Aquellos
actos realizados inmediatamente después de la consumación del delito deben ser igual
mente incluidos en la flagrancia. Esto último obedece a razones de política criminal, que
implican que, por ejemplo, los agentes policiales tienen la facultad y el deber de detener
a quienes, habiendo ya asaltado el banco, huyen con el botín65 (66)67
.
“Artículo 2
(...)
24
(...)
f. Nadie puede ser detenido sino mandamiento escrito y motivado del juez o por las
autoridades policiales en caso de flagrante delito. La detención no durará más del
tiempo estrictamente necesario para la realización de las investigaciones y, en todo
caso, el detenido debe ser puesto a disposición del juzgado correspondiente, dentro
del plazo máximo de cuarenta y ocho horas o en el término de la distancia (,.
Por su parte, el artículo 259 del CPP de 2004, conforme a su última modificatoria efec
tuada con la Ley N° 29569, publicada en el diario oficial El Peruano el 25 de agosto de
2010, tiene la siguiente redacción:
La Policía Nacional del Perú detiene, sin mandato judicial, a quién sorprenda en fla
grante delito. Existe flagrante delito cuando:
(68) Cfr. ALCOCER POVIS, Eduardo (2011). “La detención en caso de flagrante delito y el Derecho Penal".
En: Gaceta Penal <ft Procesal Penal. Tomo 25, Lima: Gaceta Jurídica, p. 302,
(69) Literal modificado por el Artículo Único de la Ley N° 30558, publicada el 09 de setiembre de 2017 en el
diario oficialEl Peruano.
haya presenciado el hecho, o por medio audiovisual, dispositivos o equipos con
cuya tecnología se haya registrado su imagen, y es encontrado dentro de las vein
ticuatro (24) horas de producido el hecho punible.
4. El agente es encontrado dentro de las veinticuatro (24) horas después de la per
petración del delito con efectos o instrumentos procedentes de aquel o que hu
bieren sido empleados para cometerlo o con señales en si mismo o en su vesti
do que indiquen su probable autoría o participación en el hecho delictuoso
* 705.
Nuestra norma jurídico-penal establece los conceptos de flagrancia propiamente di
cha, cuasiflagrancia y flagrancia ficta. La flagrancia ficta en nuestro ordenamiento jurídi
co se plantea en los incisos tercero y cuarto de la ley.
Con respecto a este tipo de flagrancia no existe problema alguno en servir como fun
damento para la incoación del proceso inmediato, pues la contundencia de la evidencia
(flagrancia) amerita ello.
La Corte Suprema de nuestro país ha definido a la flagrancia estricta del siguiente modo:
4.3.2. La cuasiflagrancia
Se presenta cuando el sospechoso inmediatamente después de realizar el hecho ilí
cito, emprende la huida y es detenido. En otras palabras, una persona -por encontrarse
aún dentro de los alcances de la flagrancia- puede ser detenida aun después que ejecutó o
consumó la conducta delictiva, pero siempre y cuando no le hayan perdido de vista y sea
(70) Texto del artículo según modificatoria efectuada por el articulo 1 de la Ley 29569 del 25/08/2010.
(71) Sala Penal Transitoria. Casación N°l 596-2017-San Martín, del 19 de noviembre de 2020, considerando 26.
perseguido desde ia realización del hecho delictivo. Este concepto halla asidero en el in
ciso 2 del artículo 259 del CPP de 2004, cuando se establece que el agente acaba de co
meter el hecho punible y es descubierto.
(72) Cfr. RODRIGUEZ SOL, Luis (1998). Registro domiciliario y prueba ilícita. Granada: Contares, p. 116;
GONZÁLEZ-CUÉLL.AR SERRANO, Nicolás (1993). “Entrada y registro en el domicilio". En: La res
tricción de los derechos fundamentales de la persona en el proceso penal. Madrid: Consejo General del
Poder Judicial, p. 112.
(73) Sala Penal Transitoria. Casación N° 1596-2017-San Martín, del 19 de noviembre de 2020, considerando 26.
(74) Cfr. CÁCERES JULCA, Roberto (2010). “La detención policial”. En: Gaceta Penal & Procesal Penal.
Torno 7, Lima: Gaceta Jurídica, pp. 244-251.
24 horas posteriores a la comisión del hecho delictivo. Cierto sector la denomina como
“flagrancia por identificación”; y, ii) cuando solo hay indicios razonables que permiten
pensar que es el autor del delito. Referida ai individuo que no ha sido sorprendido ejecu
tando o consumando el hecho delictivo, y menos aún ha sido perseguido luego de come
ter el ilícito, sino más bien que a dicho sujeto se le encuentra con objetos que hacen pre
sumir la comisión de un delito.
Como se aprecia solo existen datos que hacen factible evidenciar que la persona es el
sujeto activo de la acción, por lo tanto, desde esta perspectiva, al encontrarle en su poder
el objeto robado o el arma usada para la consumación del hecho delictivo, implica una
presunción de flagranciaí,5). En tal sentido realmente no es una flagrancia, sino que se tra
ta de una ficción de la ley para poder detener a una persona que no está comprendida en
el supuesto de flagrancia, a fin de evitar que quede impune el delito. Este abarca a lo es
tablecido en los incisos 3 y 4 del artículo 259 del CPP de 2004.
Consideramos que la ley penal debe describir como únicos supuestos para detener, los
casos de flagrancia y cuasiflagrancia. a fin de no vulnerar derechos constitucionales, pues
to que la naturaleza del concepto de flagrancia es la inmediatez (en la realización del he
cho delictivo y en la captura o detención del presunto autor) y, con esta nueva definición
(flagrancia ficta) se trastoca su esencia misma™, pues tales requisitos ya no están presen
tes, por lo que para proceder a la detención solo se basa en presunciones.
Como sostiene Oré Guardia: “Resulta difícil afirmar que el supuesto de flagrancia re
gulado en el artículo 259.3 del CPP de 2004 -el agente ha huido y ha sido identificado
durante o inmediatamente después de la perpetración del hecho punible, sea por el agra
viado o por otra persona que haya presenciado el hecho, o por medio audiovisual, dispo
sitivos o equipos con cuya tecnología se haya registrado su imagen, y es encontrado den
tro de las veinticuatro horas de producido el hecho punible- se cumpla con los elementos
de la inmediatez temporal y personal, que, por tratarse de la restricción del derecho fun
damental a la libertad, deben ser evaluados con suma rigurosidad, puesto que la posibili
dad de error es muy alta si se confía en la memoria de las personas, así como el riesgo de
la posible manipulación de los equipos audiovisuales u otros. En estos casos lo más reco
mendable sería que se solicite, de ser el caso y en tanto se cumplan con los presupuestos,
una medida de coerción personal contra el presunto responsable del hecho delictivo”<,7,.
Continua señalando el citado autor que; “Los cuestionara!entos son mayores cuando se
trata del supuesto de flagrancia regulado en el artículo 259.4 del CPP de 2004 -el agente es
(75) Cfr. SILVASILVA, Jorge Alberto (1990). Derecho Procesal Penal. México D.F.: Haría, p. 504. En el mismo
sentido SÁNCH EZ VELARDE, Pablo (2004). Manual de Derecho Procesal Penal. Lí ma: Idemsa, p. 826.
(76} En el nusmo sentido PAZ PANDURO, Moisés (20i2). “La problemática actual de los delitos contra la
libertad sexual. Violación sexual de menor de edad y supuestos de su flagrancia delictiva". En: Actualidad
Jurídica. Tomo 218, Lima: Gaceta Jurídica, p. 142.
(77) ORÉ GUARDIA, Arsenio (2016). “Estadio introductorio ”, En: REV1LLA LLAZA, Percy (coord.). El
nuevo proceso penal ¡¡¡medíalo. Flagrancia, confesión y suficiencia de elementos de convicción, Lima:
Gaceta Jurídica, p. 14,
encontrado dentro de las veinticuatro horas después de la perpetración del delito con efec
tos o instrumentos procedentes de aquel o que hubieren sido empleados para cometerlo o
con señales en sí mismo o en su vestido que indiquen su probable autoría o participación
en el hecho delictuoso -, esto es, de la presunción de flagrancia, dado que supondría justi
ficar que personas que posiblemente no participaron en el hecho delictivo puedan ser de
tenidos bajo el supuesto de flagrancia. Pueden existir muchos casos en los que la persona
tenga bienes de supuesta procedencia ilícita sin que necesariamente hayan participado en
la comisión del delito, de modo que su detención -al amor de la cuasiflagrancia, no reco
nocida, por lo demás, por nuestra Constitución- sería ilegítima, tanto más si no se cum
ple con la inmediatez temporal ni personal”*78). Debe enfatizarse en que la tenencia de los
efectos del delito no puede considerarse, por sí solo, suficiente para desvirtuar el principio
de presunción de inocencia. Constituye un indicio aislado que no se acredita como llega
ron a su poder. Los efectos del delito pueden haberse encontrado en un lugar próximo en
que fueron abandonados por el autor del hecho o haberlos adquirido de este, pero consti
tuye flagrancia del delito por el que se le pretende detener
* 79).
Estamos de acuerdo con esta postura por cuanto en los supuestos ampliados de flagran
cia se dificulta la construcción de una imputación concreta pues sus fuentes de informa
ción son fuentes indirectas; y su resultado, urgido por la celeridad del proceso inmediato,
será una imputación defectuosa, con directa incidencia en situaciones de indefensión
* 80).
Aquí se debe mencionar, el yerro en que ha incurrido el legislador, y que a su vez de
muestra la falta de análisis y debate que debe existir en cada reforma de las leyes peruanas,
y especialmente cuando se trata de la norma jurídica fundamental de nuestro país. Deci
mos esto, por cuanto si bien el artículo 2.24.f) de la Constitución prevé un plazo máximo
(78) ORÉ GUARDIA, Arcenlo (2016). "Estudio introductorio”. En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). El
nuevo proceso penal inmediato. Flagrancia, confesión y suficiencia de elementos de convicción. Lima:
Gaceta Jurídica, p. 14.
(79) Cfr. Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justicia. Acuerdo Plenario Extraor
dinario 2-2016/CIJ-116, considerando 8, párrafos 8-10.
(80) MENDOZA AYMA, Francisco Celia (2016). “Supremos desacuerdos: Acuerdo Plenario N° 2-2016-CIJ-
116”. En: REVILLA LLAZA, Percy (coord.). El nuevo proceso penal inmediato. Flagrancia, confesión
y suficiencia de elementos de convicción. Lima: Gaceta Jurídica, p. 74.
de hasta 48 horas para la detención policial por flagrancia, por su parte el artículo 264 del
CPP de 2004(S!), artículo vigente hasta el momento, establece que la duración de la deten
ción policial por flagrancia delictiva tiene una duración máxima de 24 horas.
Aun cuando con base al principio de supremacía constitucional, tendría que aplicar
se lo estipulado en el artículo 2.24.f) de nuestra Constitución, lo cierto es que con ello se
demuestra que el legislativo no se tomó el tiempo de analizar todas las posibles conse
cuencias de la reforma constitucional ocurrida, y de la necesidad de tener que acompasar
a dicho cambio constitucional las normas infraconstitucionales, como la hemos citado en
el parágrafo precedente.
Por otro lado, existen dos excepciones al plazo de detención policial por flagrancia
delictiva, uno es el referido al término de la distancia y el otro para casos de espionaje,
tráfico ilícito de drogas, y ahora también para los casos de criminalidad organizada, cuya
duración máxima sería de 15 días.
Cabe señalar en este punto que, de presentarse las hipótesis de concurso ideal (artícu
lo 48 del CP) o concurso real (artículo 50 del CP), e incluso el delito continuado (artículo
49 del CP) que podrán dar lugar a la detención del investigado por no más de quince días
siempre y cuando uno de ios delitos en concurso sea de terrorismo, espionaje o tráfico ilí
cito de drogas, o se trate de un delito cometido por organizaciones criminales. Para ello
deberá exigirse que la investigación que realiza la Policía Nacional del Perú y por la que
el sujeto permanece detenido, se origine en el delito de terrorismo, espionaje o tráfico ilí
cito de drogas, y no en otro u otros delitos que entran en concurso(S2).
Por último, debemos mencionar que el segundo párrafo del artículo 2.24.f) de la Cons
titución establece que, en los casos citados de terrorismo, espionaje, tráfico ilícito de dro
gas y en delitos cometidos por organizaciones criminales, la policía puede mantener has
ta por 15 días, la “detención preventiva”. Aquí surge la interrogante ¿Qué entendemos por
detención preventiva?
Esto es relevante, por cuanto con la anterior normativa procesal penal (Código de Pro
cedimientos Penales de 1940) tanto la doctrina como la jurisprudencia consideraban como
equivalente las expresiones “detención preventiva” con “prisión preventiva”, por lo que
señala el actual artículo 2,24.f) de la Constitución, podría llevar a al menos preguntarse si
se hace alusión a la prisión preventiva o a cualquier otra forma de detención (v.gr. deten
ción preliminar, detención judicial por flagrancia). Sin embargo, consideramos que hace
referencia a la detención policial, por el contexto en que se haya descrito lo que prescri
be el tantas veces citado artículo 2.24.Í) de la Constitución. De todos modos, hubiese sido
preferible que, por un criterio de precisión conceptual, el legislador hubiera señalado que
se trata de la detención policial, y no de ninguna otra forma de detención.
Es preciso recalcar, para evitar malos entendidos, que el plazo para que la policía
puede detener a una persona en supuestos de flagrancia delictiva, no ha variado y sigue
siendo de 24 horas, lo que se ha modificado es la duración de esa detención por flagran
cia delictiva, que ahora puede ser de 48 horas, y de 15 días para los supuestos excepcio
nales que hemos anotado.
Por su parte el artículo 261 del CPP de 2004 -conforme a su modificación realizada
por el Decreto Legislativo N° 1298<S5>- prescribe lo siguiente:
(83) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Derecho Procesal Penal peruano. Tomo 11. Análisis y comentarios a! Código
Procesal Penal. Gaceta Jurídica, Lima, 2016, p. 99.
(84) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Derecho Procesal Penal peruano. Tomo 11. Análisis y comentarios al Código
Procesal Penal. Gaceta Jurídica, Lima, 2016, p. 100.
(85) Publicado el 30 de diciembre de 2016 en el diario oficial El Peruano.
I. El Juez de la Investigación Preparatoria, a requerimiento del Fiscal, sin trámite
alguno y teniendo a la vista las actuaciones remitidas por aquel, dicta mandato
de detención preliminar cuando:
a) No se presente un supuesto de flagrancia delictiva, pero existan razones
plausibles para considerar que una persona ha cometido un delito sancio
nado con pena privativa de libertad superior a cuatro años y, por las cir
cunstancias del caso, puede desprenderse cierta posibilidad de fuga u obs
taculización de la averiguación de la verdad.
b) El sorprendido en flagrante delito logre evitar su detención.
c) El detenido se fugare de un centro de detención preliminar.
2. En los supuestos anteriores, para cursar la orden de detención se requiere que
el imputado se encuentre debidamente individualizado con los siguientes datos:
nombres y apellidos completos, edad, sexo, lugar, y fecha de nacimiento.
3. La orden de detención deberá ser puesta en conocimiento de la Policía a la breve
dad posible, de manera escrita bajo cargo, quien la ejecuta de inmediato. Cuan
do se presenten circunstancias extraordinarias puede ordenarse el cumplimien
to de detención por correo electrónico, facsímil, telefónicamente u otro medio
de comunicación válido que garantice la veracidad del mandato judicial. En to
dos estos casos la comunicación debe contener los datos de identidad personal
del requerido conforme a lo indicado en el numeral dos.
4. Las requisitorias cursadas a la autoridad policial tienen una vigencia de seis me
ses. Vencido este plazo, caducan automáticamente bajo responsabilidad, salvo
que fuesen renovadas. La vigencia de la requisitoria para los casos de terroris
mo, espionaje y tráfico ilícito de drogas no caducan hasta la efectiva detención
de los requisitoriados”.
Como se observa de lo establecido en el CPP de 2004, la detención preliminar judi
cial es una medida cautelar provisionalísima solicitada por el fiscal para llevar adelante
determinados actos que son urgentes y no pueden ser postergados(S6), para determinar si
los hechos han sido cometidos por el investigado; asimismo, esta medida se dictará sin
trámite alguno por parte del juez de la investigación preparatoria, ni será puesto en cono
cimiento del imputado, ni se dispondrá una audiencia previa para resolver, ya que la reso
lución correspondiente se verificará con base en las pruebas adjuntadas por el Ministerio
Público, precisando la urgencia y la identificación individualizada de la persona contra
(86) AMORETTl PACHAS, Mario. La prisión preventiva. Magna Ediciones, Lima, 2008, p. 291. Por su
parte MAVILA LEÓN, Rosa. “La obligación de informar sobre el motivo de la detención según la
Constitución”. En: Doeentia et Investigatio. Voi. 16, N° 1, Facultad de Derecho y Ciencia Política de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 2014, p. 91, señala que “La detención preliminar
judicial es la breve afectación al ius ambulandi de una persona a través de una resolución judicial (Juez
de la Investigación Preparatoria), a solicitud del Fiscal, sin trámite alguno y teniendo a la vista las ac
tuaciones remitidas por aquel”.
quien se solicita esta medida por encontrarse presumiblemente vinculada al presunto de
lito que se habría cometido.
(87) Sala Penal Nacional de Apelaciones Especializada en Delitos de Corrupción de Funcionarios. Colegiado
A. Exp. N'; 0047-2018-1 -520 l-JR-PE-03-Resolución N° 3, del 05 de diciembre de 2018, considerando 2.
Al hacer mención que el juez de la investigación preparatoria admitirá sin trámite al
guno la solicitud del fiscal, significa -como hemos dicho- que no se requiere audiencia
para que el juez decrete la privación de la libertad, teniendo como fundamento la necesi
dad que el representante del Ministerio Público lleve a cabo determinadas diligencias con
la presencia del investigado con el carácter de urgente e indispensable, debiendo el fiscal
fundamentar tal necesidad.
Por otro lado, debe precisarse que no es necesario que se haya interpuesto detención
preliminar judicial para luego poder solicitar prisión preventiva, tal como lo indica la si
guiente cita jurisprudencial:
2. Presupuestos
“La detención se apoya en el triple soporte de la convicción racional de la comisión
de un hecho delictivo, de la participación del sospechoso y de la fundada sospecha de
que, sin otros afianzamientos posibles, eludirá la acción de la justicia por incomparecen
cia (...). Esto no es sino afirmar la existencia de los dos presupuestos que han de concu
rrir para que se pueda practicar legalmente una detención: el fumus boni inris o título de
imputación, que sería en este caso el delito en el que ha participado el sujeto al que se va
a detener; y elpericulum in mora, basado en la fundada sospecha de que dicho sujeto pre
tenderá eludir la acción de la justicia”(S,).
De lo señalado se aprecia que los presupuestos para la detención, como en toda me
dida cautelar, son:
(88) Sala Penal Permanente. Casación 01 -2007-Huaura, del 26 de julio de 2007, considerando 5.
(89) SALIDO VALLE, Carlos. La detención policial. J. M. Bosch, Valencia, 1997, p. 72.
2.1. Fumus delicti cotnissi
Por este presupuesto -equivalente al fumus boni iuris del Derecho Civil— se debe,
en primer lugar, constatar la causa de la existencia de un hecho que presente los caracte
res de delito, y en segundo lugar, analizar el índice de certidumbre y verosimilitud (que
debe ser de muy alto grado o probabilidad) acerca de la intervención del imputado(90)91en
ese hecho delictivo.
De la revisión del CPP de 2004, podemos observar que este presupuesto se halla re
cogido en el literal a, del inciso 1 de su artículo 261: “(...) existan razones plausibles para
considerar que una persona ha cometido un delito (..
Sobre esto último tomamos en consideración que una cosa es la base probatoria para
privar de la libertad cautelarmente y otra es la base probatoria para condenar; existiendo
entre ellas una notoria diferencia, pues en la prueba suficiente para condenar se debe ha
ber alcanzado la verdad material con grado de certeza o seguridad, agotando todos los ac
tos probatorios incorporados al proceso. En cambio, en la prueba suficiente para detener,
solo se necesitará un elevado y racional grado de probabilidad de atribución del delito im
putado, en la cual habrá un mayor grado de duda, de incertidumbre objetiva al no estar
todo el acopio del material probatorio a valorar libremente. Asimismo, esta sospecha razo
nada tendrá un nivel inferior que el requerido para solicitar e imponer prisión preventiva.
Queda claro que, bajo tales premisas, el Ministerio Público debe formular una impu
tación clara y concreta conforme al estadio de la investigación, en tal sentido en el reque
rimiento de la detención debe precisar la atribución razonada de la comisión de un deli
to a la persona contra quien se pretende la aplicación de la detención preliminar judicial.
Por otro lado, en los casos de detención preliminar judicial en donde si el agente en
contrado en flagrante delito, haya logrado huir, elfumus comssi delicti se pone de manifies
to desde el momento en que el indiciado es descubierto durante la realización del delito,
cuando lo acaba de cometer o dentro de las 24 horas posteriores a la comisión del delito<9!).
(90) “Imputar en sentido técnico, es la acción de un sujeto institucional consistente en señalar a alguien como
posible autor de una acción delictiva poniendo, en principio, esta a su cargo (policía o fiscal). Se trata de
un tipo de intervención que, obviamente no puede ser arbitraria, o responder a meras sensaciones o golpes
de intuición, sino que ha de contar con un soporte de datos o indicios, dotados de la objetividad precisa
para que resulten comunicables a terceros y susceptibles de comprobación en un proceso pena!. Pues toda
imputación está preordenada a la apertura de un trámite de esta clase” (ANDRÉS IBÁÑEZ, Perfecto. “Las
garantías del imputado en el proceso penal”. En: Reforma Judicial. Revista Mexicana de Justicia. N° 6,
UNAM, México D.F., 2005, p. 14).
(91) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Las medidas de coerción en el
proceso penal. Reforma, Lima, 2014, p. 123.
2.2. Periculum in mora
Este presupuesto se concreta en el objetivo general de asegurar los fines del proce
so penal y, consiste en el peligro procesal, constituido por el peligro de fuga y/o la posi
bilidad, cierta y demostrable, de que el imputado pueda perturbar la actividad probatoria.
Entonces, una vez que se ha detenido a una persona, el fiscal puede solicitar su inco
municación en los casos en que se trate de delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilíci
to de drogas, o por un delito sancionado con pena superior a los seis años. Así lo estable
ce el artículo 265 del CPP de 2004.
Tal medida de incomunicación solo debe solicitarse, y en todo caso declararse proce
dente, cuando resulte indispensable para el esclarecimiento de los hechos investigados y por
un plazo no mayor de diez días, siempre que no exceda el de la duración de la detención.
En tal sentido, para los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas, la
detención preliminar incomunicada podrá -si resulta necesario- llegar al plazo de 10 días,
en tanto que la detención preliminar para esta clase de delitos puede durar hasta 15 días
(artículo 264, inciso 2 del CPP de 2004).
Debe quedar claro que la incomunicación no impide las conferencias en privado en
tre el abogado defensor y el detenido, las que no requieren autorización previa ni podrán
ser prohibidas.
6. Apelación
Son apelables los autos que acuerdan la detención preliminar judicial, convalidada e
incomunicada. El plazo para impugnarlos es de un día. Se trata de una impugnación sin
efecto suspensivo.
(92) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo II. Las medidas de coerción en el
proceso penal. Reforma, Lima, 2014, p. 112.
(93) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lecciones. Fondo Editorial del INPECCP,
Lima, 2015, pp. 451 y 452.
El trámite es sumarísimo y calificado. Se exige que las actuaciones se eleven, inme
diatamente, a la Sala Penal Superior. La decisión del recurso requiere del trámite de vista
de la causa, que debe señalarse dentro de las 48 horas de recibida. La decisión se expedi
rá el día de la vista o al día siguiente, bajo responsabilidad^4’.
Ahora bien, estos límites temporales de la detención preliminar son plazos máximo
legales, siendo que en muchos casos deberá aplicarse solo el plazo razonable o estricta
mente necesario, que puede ser menor al plazo máximo legal.
(97):
Respecto a ello, el Supremo Intérprete de la Constitución ha establecido dos reglas94
96
95
(94) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. Lecciones. Fondo Editorial del INPECCP,
Lima, 2015, p. 453.
(95) Publicado el 30 de diciembre de 2016 en el diario oficial El Peruano,
(96) Cfr. CUBAS VILLANUEVA, Víctor. Las medidas de coerción en el proceso penal. Gaceta Jurídica, Lima,
2018, p. 70.
(97) STC Exp. N°06423-2007-PHC/TC, f.j. 7.
dato per se no resulta suficiente para evaluar los márgenes de constitucionali-
dad de la detención, pues esta tampoco puede durar más allá del plazo estricta
mente necesario. Como es evidente, el límite máximo de la detención debe ser
establecido en atención a las circunstancias de cada caso concreto, tales como
las diligencias necesarias a realizarse, la particular dificultad para efectuar de
terminadas pericias o exámenes, el comportamiento del afectado con la medi
da, entre otros.
En suma, resulta lesiva al derecho fundamental a la libertad personal la priva
ción de esta en los supuestos en que ha transcurrido el plazo máximo para la de
tención, o cuando, estando dentro de dicho plazo, se ha rebasado el plazo es
trictamente necesario; en ambos casos, dicho estado de cosas queda privado de
fundamento constitucional, y la consecuencia debe ser la puesta inmediata de la
persona detenida a disposición del juez competente para que sea este quien de
termine si procede la detención judicial respectiva o la libertad de la persona,
sin perjuicio de las responsabilidades que señala la ley para la autoridad, fun
cionario o persona que hubieren incurrido en ellas.
Sobre el particular Castillo Córdova sostiene: “La razón es que la duración es
trictamente necesaria es una exigencia de razonabilidad, de modo que no es ra
zonable que una detención dure más allá de lo estrictamente necesario. (...) pre
tender que una detención policial dure más de lo estrictamente necesario sería
contravenir la exigencia constitucional de razonabilidad y, por esa razón, tal pre
tensión es inconstitucional. De forma tal que en el ordenamiento constitucional
peruano no necesariamente toda detención que dure por debajo de veinticuatro
horas o por debajo del término de la distancia es por esa sola razón una deten
ción constitucional, pues puede ocurrir que las circunstancias hayan exigido que
lo estrictamente necesario sea inferior a cualquiera de estos plazos”(9S).
b) Regla procesal: El derecho a ser puesto a disposición judicial dentro del plazo
estrictamente necesario de la detención o dentro del plazo máximo de la deten
ción resulta oponible frente a cualquier supuesto de detención o privación de la
libertad personal que se encuentre regulado por el ordenamiento jurídico (de
tención policial, detención preliminar judicial, etc.). En ese sentido, a efectos de
optimizar su tutela, lo que corresponde es que la autoridad competente efectúe
un control de los plazos de la detención tanto concurrente como posterior, de
jándose constancia del acto de control, disponiendo, si fuera el caso, las medi
das correctivas pertinentes, bajo responsabilidad. Este control de los plazos de
la detención debe ser efectuado tanto por el Representante del Ministerio Públi
co como por el juez competente, según corresponda, sin que ambos sean exclu-
yentes, sino más bien complementarios.98
(98) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “El plazo estrictamente necesario y el plazo máximo en la detención” En:
Oaceia Constitucional, Tomo 26, Gaceta Jurídica, Lima, febrero de 2010, p. 26.
VI. La detención judicial en casos de flagrancia delictiva
El Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30 de diciembre de 2016, modificó di
versos artículos del CPP de 2004, referidos a las medidas cautelares de detención, específi
camente modificó la redacción legal de los artículos 261,264,266 y 267 del referido códi
go adjetivo, artículos que regulan la detención preliminar judicial y la detención judicial en
caso de flagrancia. Asimismo, hace desaparecer la figura de la convalidación de la detención.
Hasta antes de la dación del Decreto Legislativo N° 1298, el CPP de 2004 en su artí
culo 266 se preveía la figura de la convalidación de la detención, luego de la emisión del
mencionado Decreto Legislativo, dicha figura varía por la denominada detención judicial
en casos de flagrancia, que en puridad es una prolongación de la detención policial por
flagrancia delictiva, pero solicitada por el Fiscal. El artículo 266 del CPP de 2004, con
forme a la modificatoria efectuada por el Decreto Legislativo N° 1298, y su fe de erratas,
prescribe lo siguiente:
Igual ocurre si el juez declara improcedente el pedido de detención judicial, pues como
menciona el artículo en cita, el fiscal vencido el plazo de 24 horas, puede disponer lo que
corresponda. Sin embargo, si no se ha logrado demostrar la necesidad de la detención ju
dicial, va a ser complicado que en ese mismo tiempo se logre acreditar la necesidad de
imponer mandato de prisión preventiva.
Con lo dicho queda claro, que esta figura de la detención judicial, tiene como propó
sito coadyuvar al fiscal en su función de realizar los actos urgentes de investigación, y de
que cuente con mayor tiempo para poder discernir si cuenta con los elementos probato
rios suficientes para requerir una medida cautelar personal de mayor duración, por ejem
plo, la prisión preventiva, o si el contrario no resulta necesario requerir ello.
Distinción que, a criterio de la Corte IDH, se encuadra en los párrafos 2 y 3 del artí
culo 7 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos respectivamente000’. En el
examen del primer precepto mencionado, la Corte distinguió dos aspectos de la cuestión:
privación de la libertad personal por las causas y en los casos o circunstancias tipificadas
en la ley (exigencia a la que se le ha calificado como “aspecto material”: fundamento sus
tantivo de la detención); y, estricta sujeción a los procedimientos objetivamente definidos
por aquella para los fines de una detención (requerimiento al que se le ha llamado “aspec
to formal”: base objetiva de la detención)001’.
Ahora bien, cuando exista un letargo en la puesta a disposición del detenido a la au
toridad que corresponda, procederá la interposición de un hábeas corpus traslativo. Así,
mientras el hábeas corpus clásico o principal tiene lugar en todos aquellos supuestos de
(99) Corte I.DH. Caso Ruano Torres y otros vs. El Salvador. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia del 5 de
octubre de 2015, párr. 140.
(100) La Corte IDH ha recogido esta diferenciación, cuando señala que el artículo 7 de la Convención tiene dos
tipos de regulaciones bien diferenciadas entre sí: una general y otra específica. La general se encuentra en
el primer numeral: toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personales. Mientras que la
específica está compuesta por una serie de garantías que protegen el derecho a no ser privado de la liber
tad i legalícente (artículo 7.2) o arbitrariamente (artículo 7.3), a conocer las razones de la detención y los
cargos formulados en contra del detenido (artículo 7.4), al control judicial de la privación de la libertad y
la razonabilidad del plazo de la prisión preventiva (artículo 7.5), a impugnar la legalidad de Ja detención
(artículo 7.6) y a no ser detenido por deudas (artículo 7.7) (véase Corte IDH: Caso Chaparro Álvarez y
Lapo íñiguez vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 21
de noviembre de 2007. Serie C N° 170, párr. 51, y Caso Yvon Neptune vs. Haití. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 6 de mayo de 2008. Serie C N° 180, párr. 89.
(101) Cfr. Caso Gangaram Panday vs. Suriname. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 21 de enero de
1994, párr. 47. Igualmente, en Caso Cesti Hurtado vs. Perú. Fondo. Sentencia del 29 de setiembre de
1999, párr. 140; “Niños de la Calle” (Vilíagrán Morales y otros) vs. Guatemala. Fondo. Sentencia del 19
de noviembre de 1999, párr. 131; Caso Durand y Ugarte vs. Perú. Fondo. Sentencia del 16 de agosto de
2000, párr. 85; Caso Cantoral Benavides vs. Perú. Fondo. Sentencia del 18 de agosto de 2000, párr. 69;
Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Fondo. Sentencia del 25 de noviembre de 2000, párr. 139; Caso
Juan Humberto Sánchez vs. Honduras. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del
7 de junio de 2003, párr. 78; Caso Maritza Urrutia vs. Guatemala. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
del 27 de noviembre de 2003, párr. 65; Caso Hermanos Gómez Paquiyauri vs. Perú. Fondo, Reparaciones
y Costas. Sentencia del 8 de julio de 2004, párr. 83; Caso “Instituto de Reeducación del Menor” vs. Pa
raguay. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia del 2 de setiembre de 2004,
párr. 224; Caso Tibi vs. Ecuador. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
del 7 de setiembre de 2004, párr. 98; Caso Acosta Calderón vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia del 24 de junio de 2005, párr. 57.
detención ilegal donde exista ausencia o insuficiencia del presupuesto material habilitante
(mandato judicial motivado o flagrancia delictiva), el hábeas corpus traslativo será el co
rrecto a interponerlo en todos aquellos casos en que habiendo tenido inicialmente el fun
damento habilitante, es seguida de una mora judicial o administrativa que de manera in
justificada mantiene privada de la libertad a una persona (detención arbitraria).
Por vulneración del derecho a ser puesto a disposición del juez competente den
tro del plazo estrictamente necesario o dentro del plazo establecido por la Cons
titución o la ley;
Por afectación del derecho al plazo razonable de la detención judicial preventi
va (entiéndase prisión preventiva).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
]S| La puesta del detenido a disposición judicial dentro del plazo establecido es una garantía
de la temporalidad de la detención: STC Exp. 06423-2007-PHC/TC (f. j. 4).
g| La finalidad del plazo máximo para la detención policial es que el juez competente deter
mine si procede la detención judicial respectiva o si, por el contrario, procede la libertad
de la persona: STC Exp. N° 06423-2007-PHC/TC (f. j. 4).
|fj La resolución que determine la detención judicial preventiva de una persona debe moti
var debidamente los criterios de peligro de fuga y peligro de obstaculización: STC Exp.
N“ 01133-2014-PHC/TC (f.j. 7).
(jl) En caso de flagrante delito o de grave peligro de su perpetración, la Policía Nacional está
facultada para allanar el domicilio del agresor: STC Exp. N" 04630-2013-HC/TC (f.j. 3.3.7).
bibliografía
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Articulo 2 El derecho a no ser incomunicado
Toda persona Tiene derecho:
(d
24. A la libertady a la seguridadpersonales. En consecuencia:
(■■■)
g) Nadie puede ser incomunicado sino en caso indispensa
ble para el esclarecimiento de un delito, y en la forma
y por el tiempo previstos por la ley La autoridad está
obligada bajo responsabilidad a señalar, sin dilación y
por escrita, el lugar donde se halla la persona deten ida.
(d
CONCORDANCIAS:
C; arts. 2 ines. 24.b), í), 139 incs. 3), 15), 200 inc. 1); i' .P.t ’' art. 33 inc. 12); C. de
P.R: art. 133; D.ÍJ.D.II.: arts. 9 ai 11; P.I.D.C.P.: art. 9; C.A.D.H.: arts. 7,8
(I) SARTRE, Jesitl Paul- El ser y h nada, ensn>o de una wuologia fenomenológica. Tomo I. Buenos Aires.
1948, p. XVII.
(2) Véase el artículo 2, inciso 24, literales b y f de la Constitución Política del Perú.
P) Véase el articulo 7 inciso 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que reconoce a toda
persona el derecho a ¡a libertad y a la seguridad personal y la sentencia del caso “Chaparro Álvarez y
Lapo Míguez v$. Ecuador", de fecha 21 de noviembre de 2007, donde la Corte Interamericana de Derecho
Humanos señaló que el contenido del derecho a la libertad personal queda circunscrita a la libertad física.
(4} Para un sector de la doctrina el objeto de tutela es la libertad individual. No obstante, en atención a que
tanto la libertad personal, como la libertad individual se refieren a la protección de la libertad física,
equipararemos ambos conceptos.
(5) Véase el f.j. 2 de la STC Exp, N“ I091-2002-HC/TCdel 12 de agosto de 2002 (wso "Vicente Silva Checa”),
libertad locomotora(6), tales como detenciones ilegales o arbitrarias®. Incluso, se afecta el
derecho a la libertad personal cuando existiendo fundamentos legales para la privación de
la libertad, esta se ve agravada ilegítimamente en su forma o condición®.
Desde una interpretación sistemática por comparación entre el artículo 200, inciso 1
de la Constitución, y los artículos 2 y 33, inciso 12, del Código Procesal Constitucional
-en adelante CPC- el hábeas cotpus procede ante el hecho u omisión, por parte de cualquier
autoridad, funcionario o persona, que vulneren o amenacen de forma cierta e inminente el
derecho a no ser incomunicado sino en la forma prescrita en el artículo 2 inciso 24, literal g.
Por tal razón, procede la demanda de hábeas corpus ante el juez constitucional -artícu
lo 27 del CPC-, frente a una resolución finjie™, emitida por el juez, que vulnere de forma
manifiesta-artículo 9 del CPC- el contenido constitucionalmente protegido(l,í del derecho
(6) Véase el artículo 2, inciso 11 de la Constitución Política. A mayor abundamiento los ff. jj. 15-16 de la STC
Exp. N’ 7039-2005-PHC/TC del 17 de octubre de 2005 (Caso “Consuelo Sifuentes Mata”).
(7) Tribunal Constituc ional del Perú. STC Exp. N° 0019-2005-PI/TC del 12 de agosto de 2002 (caso “Vicente
Silva Checa”), f.j. 3.
(8) Tribunal Constitucional de! Pera. STC Exp. N° 2663-2003-HOTC del 23 de marzo de 2004 (caso “Eleobina
Aponte Chuquihuanca”), f.j. 5.
(9) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N° 1091-2002-HC/TCdeI 12 de agosto de 2002 (caso "Vicente
Silva Checa”), f.j. 6.
(10) Véase el f. j. 5 de la STC Exp. N° 1230-2002 del 20 de junio de 2002 (caso “César Tinco Cabrera”), el cual
señala que el elemento “autoridad” recogido en el artículo 200, inciso 1 de la Constitución comprende a
los órganos jurisdiccionales y a las resoluciones judiciales que emiten.
(11) Véase el f. j. 16 de la STC Exp. N" 6218-2007-PHOTC del 17 de enero de 2008 (Caso “Víctor Esteban
Camarena”), donde se han examinados los tres presupuestos para que el juez constitucional determine el
cumplimiento de este requisito de procedencia del hábeas corpus. A saber, a) identificar el derecho que
expresa o implícitamente podría verse afectado por el acto arbitrario objeto de la demanda; b) identificar
a no ser incomunicado -artículo 7 inciso 1 del CPC-. En consecuencia, corresponde de
clarar improcedente in limlne la demanda de hábeas corpus cuando: a) la resolución judi
cial no es firme; b) la vulneración no es manifiesta; o, c) no se agravia la libertad personal.
De acuerdo con la tipología de hábeas corpus02’ propuesta por el TC, corresponde in
terponer un hábeas corpus instructivo cuando no se ubique el paradero de una persona de
tenida desaparecida. Esto en atención a que la norma constitucional -artículo 2 inciso 24,
literal g- prescribe que “la autoridad está obligada bajo responsabilidad a señalar, sin di
lación y por escrito, el lugar donde se halla la persona detenida”. Por lo tanto, si un fun
cionario público incumple su deber de dar información sobre el lugar de su detención y
se cumple con los requisitos de procedencia descritos líneas arriba, se puede entablar una
demanda de hábeas corpus03’.
la verdadera pretensión del demandante; y, c) si ia verdadera pretensión del demandante forma parte del
contenido constitucionalmente protegido de algunos de los derechos fundamentales que son objeto de
tutela en el proceso constitucional.
(12) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N° 2663-2003-HC/TC del 23 de marzo de 2004 (caso “Eleobina
Aponte Chuquihuanca”), f.j. 6.
(13) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N° 2488-2002-HC/TC del 18 de marzo de 2004 (caso “Genaro
Villegas Namuche”), f. j. §2.
(14) Véase los artículos 265 al 267 y del 280 al 282 del Código Procesal Penal de 2004 en el cual se establecen
dos supuestos en ios que se restringe, mas no se anula, el derecho a no ser incomunicado durante la detención.
(15) Tribunal Constitucional del .Perú. STC Exp. N° 010-2002-AI/TC del 3 de enero de 2003 (Caso “Marcelino
Tineo Sulca y más de 5000 mil ciudadanos”), f.j. 10.7.
los derechos reconocidos en la Constitución Política, tales como ser asistido por un abo
gado de su libre elección, conocer los cargos objeto de imputación, proscripción de de
clarar bajo coacción, recibir un trato acorde con su dignidad de persona, entre otros. Asi
mismo, a este derecho le corresponde el deber de las autoridades de informar sobre su
ubicación geográfica exacta.
No obstante, su carácter accesorio, cabe resaltar lo aflictivo de esta medida, toda vez
que no solamente se priva a una persona de su libertad individual, sino que además se le
incomunica001. Asimismo, es una medida de carácter personal porque recae en dos dere
chos fundamentales del investigado. En el derecho a no ser incomunicado, de modo di
recto, y en el derecho a la libertad personal, de modo indirecto.
(16) SAN MARTÍN CASTRO, Cesar. Derecho Procesal Penal. Grijley, Lima, 2003, p. 1141; ROSAS YATACO,
Jorge. Manual de Derecho Procesal Penal. Con aplicación ai nuevo Código Procesal Penal. Jurista, Lima,
2009, p. 469.
(17) SANCHEZ VELARDE, Pablo. El nuevo proceso penal. Idemsa, Lima, 2009, p. 334 y SAN MARTÍN
CASTRO, Cesar. Op. cit., p. 1141.
(18) CIMERO SENDRA, Vicente. Derecho Procesal Penal, Colex, Madrid, 2004, p. 401 y ss.
(1.9 ) ASENSIO MELLADO, citado por SAN MARTÍN CASTRO, Cesar. Op. cit., p. 1141.
(20) ORÉ GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. E' edición, Alternativas, Lima, 1999, p. 358
señala que “la incomunicación es la medida coercitiva de mayor gravedad que se dicta en un proceso penal”.
2. Principios de la medida de incomunicación
En tanto que esta medida se impone junto con la medida coercitiva de detención, cabe
interpretar la incomunicación a la luz de los principios01’ que informan la imposición de las
medidas coercitivas personalcs':'”;. Por lo tanto, la medida de incomunicación debe cum
plir las siguientes exigencias, con el fin de que no se torne una figura arbitraria, que lesio
ne el derecho a la no incomunicación03’. A saber:
(2l) ORÉ GUARDIA, Arsenio y LOZA AVALOS, Gíulliana. Las medidas cautelares personales en el proceso
penal peruano. Reforma, Lima, 2011, p. 32-44; GÍMENO SENDRA, Vicente; MORENO CATEN A, Víctor
y CORTEZ DOMÍNGUEZ., Valentín. Lecciones de Derecho Procesal Penal. 2" edición. Colex, Madrid,
2004, p. 264-266.
(22) REATEGUI SÁNCHEZ, James. En busca de la prisión preventiva, Jurista, Lima, 2006, pp. 49-50.
(23) Se aplica mutatis mutandis, los principios de las medias de coerción personal, regulados en los artículos
Vi y 253- 258 del CPP DE 2004. En iguales términos, nos basamos en los artículos 2 inciso 24, literal b),
y 139, incisos 3 y 5, de la Constitución Política.
(24) Esta regla general tiene como excepciones los procesos en el marco de la justicia militar, según el articulo
139 inciso 1 de la Const., y los realizados por la Comunidades Campesinas y Nativas, dentro de su ámbito
territorial, de acuerdo al artículo 149 de la Carta Magna.
(25) El principio del juez legal está regulado en el artículo 139 inciso 3 de la Constitución Política. De esta
forma la Norma Fundamental garantiza la imparcialidad del funcionario estatal encargado de administrar
justicia, al establecer que debe haber, con anterioridad a la conducta típica, un Juez Penal competente, de tal
modo que cuando una persona comete un delito no se puede designar un Juez ad hoc; ni con posterioridad
al hecho, esto es^post factum.
(26) Véase en el artículo 19 de! Código Procesal Penal de 2004, los criterios para identificar qué órgano judicial
debe conocer el proceso son de orden objetivo, funcional, territorial y por conexión.
c) Proporcionalidad: el test de proporcionalidad, como señalamos líneas arriba,
se basa en un juicio de ponderación de bienes constitucionales. En ese sentido,
para la imposición de una medida de incomunicación se debe sopesar, por un
lado, el peligro procesal -en la variante de peligro de obstaculización^27’- y por
el otro, los derechos que tiene todo ciudadano a la libertad personal y a no ser
incomunicado. Bajo esos paramentos debe realizarse el examen constitucional
de la medida de incomunicación en cada caso concreto.
Primero, el examen de idoneidad: la medida de detención preliminar incomu
nicada debe ser adecuada para coadyuvar al esclarecimiento del delito y evitar
la obstaculización de la justicia. En ese orden, no cualquier delito amerita que
se aplique la medida de incomunicación, sino las conductas típicas sanciona
dos con una pena superior de 6 años según el Código Penal y las leyes penales
especiales, y a los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilícito de drogas, de
acuerdo con el artículo 265 del CPP de 2004.
Cabe indicar que este artículo está vigente a nivel nacional -vale decir, en los
Distrito Judiciales donde se aplica el CPP de 2004 y en alguno Distritos Judicia
les de Lima donde se aplica el Código de Procedimientos Penales-, de acuerdo
con el Decreto Legislativo N° 1298, publicado el 30 de diciembre de 2016.
De igual forma, la medida de incomunicación puede darse conjuntamente con la
prisión preventiva. Según el art. 280 del CPP de 2004, procede si es indispensable
para el esclarecimiento de un delito grave y tiene un plazo no mayor de 10 días.
Asimismo, dicha incomunicación no impide la garantía de la defensa técnica.
Al igual que la detención preliminar incomunicada, la prisión preventiva inco
municada está vigente a nivel nacional, según el Decreto Legislativo N° 1206,
publicado el 23 de septiembre de 2015.
Segundo, el examen de necesidad: la medida incomunicación, para ser constitu
cional, debe ser indispensable para que se cumplan el fin legítimo de esclarecer
el delito objeto de investigación. Si no hay una razón objetiva e importante no
se puede decretar la incomunicación. En esa línea, si existe una medida alterna
tiva menos lesiva, debe preferirse ésta a la incomunicación. A modo de ejemplo,
si se puede llegar a evitar el peligro de obstaculización de un medio de prueba,
bastando para ello la detención preliminar sin incomunicación, debe preferirse
esta medida a detenerlo y además incomunicarlo.
Tercero, el examen de proporcionalidad en sentido estricto: lo constituye el jui
cio de equivalencia entre los bienes constitucionales en conflicto. En tal sentido,
(27) Véase eí artículo 270 de! Código Procesal Penal, que rige en todo el territorio de la república via Ley
N" 30076, del 19 de agosto de 2013, para calificar el peligro de obstaculización se tendrá en cuenta el
riesgo razonable de que el imputado 1. Destruirá, modificará, ocultará, suprimirá o falsificará elementos de
prueba. 2. Inducirá para que coimputados, testigos o peritos informen falsamente se comporten de manera
desleal o reticente. 3. Inducir a otros a realizar tales comportamientos.
en atención al peligro procesal (obstaculización de la investigación), el esclare
cimiento del delito y los medios de prueba que relacionen al investigado con el
delito, se tiene que determinar en el caso en concreto si además de detenerlo, se
le tiene que impedir su incomunicación.
d) Provisionalidad: la medida de incomunicación se encuentra sometida a la re
gla rebus sic stantibus, por lo que solo puede permanecer en tanto subsistan los
presupuestos que la han justificado, y por el tiempo en que ha sido concedida.
En ese orden, si cambian las circunstancias que justifican la detención incomu
nicada, se debe variar la medida a una detención sin incomunicación u otra me
nos restrictiva a su libertad personal. Asimismo, si se acaba el plazo por el cual
fue otorgada, y aún así no se cumple con los fines de esclarecer investigación
del delito, igual debe cesar. En esa línea, el artículo 282 del CPP de 2004, que
postiviza la prisión preventiva incomunicada, señala que, vencido el término de
la incomunicación ordenado por el Juez, esta medida cesa automáticamente.
e) Legalidad: no puede imponerse la medida de incomunicación si no hay una
norma jurídica con rango legal que lo habilite. Según el artículo 2 inciso 24, li
teral b) de la Constitución, toda limitación en el ejercicio de la libertad personal
debe ser regulada por la ley. En ese orden, la medida de detención incomunica
da debe tener un procedimiento legal establecido, donde se protejan las garan
tías del investigado, y un plazo de duración reconocido en la ley. Para el caso
en concreto, además de lo prescrito por la Norma, se debe observar las normas
de rango legal: arts. 265 y 280 del CPP de 2004.
f) Motivación judicial: si bien este es un deber que debe de observar el juez en
todas las resoluciones, salvo las de mero trámite, su exigencia se acentúa cuan
do está en juego la incomunicación de una persona. Por lo tanto, es menester
que el juzgador desarrolle el razonamiento que lo llevó a preferir la medida de
incomunicación frente a otras menos gravosas que contempla el ordenamiento
jurídico. El juez también tiene que justificar por escrito cómo se cumple en el
caso concreto el test de proporcionalidad entre la necesidad de esclarecer el de
lito y el derecho a no ser incomunicado, amén de fijar un plazo de duración de
la medida.
g) Respeto a los derechos humanos: si bien este es un principio que se aplica a
todo el ordenamiento jurídico, cabe mencionarlo puesto que el Perú es un Esta
do Parte de los convenios internacionales en materia de derechos humanos(2S),
por lo que durante la incomunicación está terminantemente prohibido desapare
cer al investigado o someterlo a tortura o tratos inhumanos, crueles o degradan
tes, bajo sanción de ser denunciados penalmente por el delitos de desaparición28
(28) Véase los artículos 7, 9 y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; artículo 7 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos; artículos 1 y 2 de la Convención contra la Tortura y
otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradantes, y articulo 2 de la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada.
forzada de personas o tortura, tipificados en los art. 320 y 321, respectivamen
te, del Código Penal -en adelante CP-.
En igual sentido, al detenido incomunicado le asisten, de modo enunciativo, los si
guientes derechos: a) Guardar silencio y no declarar en su contra; b) Conocer los funda
mentos de la imputación, y en su caso los motivos de su detención e incomunicación; c) A
ser asistido por un abogado, y d) Al plazo razonable de la detención incomunicada, entre
otros que se sustenten en la dignidad humana -art. 1 de la Constitución.
(29) HABERLE, Peter. El Estado constitucional. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003,
p. 149 y ss.
subjetivas00’. Es así como se llegó ai actual artículo 2, inciso 24, literal g), que prescribe
nuestra actual Constitución Política.
Este dispositivo legal fue declarado inconstitucional por la sentencia del Tribunal
Constitucional recaída en el expediente N° 010-2002-AI/TC01’, debido a dispone “la in
comunicación absoluta de los detenidos”, lo cual produce la “la negación absoluta del de
recho de defensa”.
2. El elemento “incomunicación”
No debe entenderse la incomunicación en el sentido coloquial de la palabra. Es decir,
como la privación en la transmisión de un código común entre el emisor y el receptor02’.
En ese orden, no toda incomunicación a una persona será jurídicamente desvalorada, ni
merecedora de una sanción por el sistema jurídico.
(30) En el Diario de debates de la Comisión de Constitución, la excongresista Martha Chivea Cossío justificó
el retiro responsabilidad mínima de destitución señalando que: “¿qué es lo mínimo?, ¿qué es lo máximo?
Se supone que ahí puede haber una responsabilidad, por ejemplo, en materia penal, y resulta que puede
ser por dos meses, tres meses. ¿Eso es máximo o eso es mínimo? (...), En igual sentido, el «legislador
Enrique Ciúrinos Soto sostuvo: “Yo coincido con la doctora Chávez. Las disposiciones punitivas como
ésta no deben establecer un mínimo sino un máximo, de manera que mejores dejarlo; porque, si se dice:
“bajo responsabilidad mínima de destitución”, ¿cuál es la máxima? ¿Pena de muerte? Por lo tanto, mejor
es decir “bajo responsabilidad”. ¿Cuál responsabilidad? Laque quepa: si ha cometido abusado autoridad,
si ha mentido, si ha faltado contra la fe pública, ésa será la responsabilidad.”.
(31) Dicha sentencia declaró inconstitucionales diversos artículos de los Decretos Leyes N'J 25475, 25659,
25708,25880 y 25744.
(32) Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición. En: httpiAbuscon.rae.es/drae/drae.htmi.
Asimismo, la incomunicación debe ser consecuencia de una detención previa, orde
nada por el juez, ya sea en el marco de una detención preliminar incomunicada —articulo
265 del CPP de 2004- o cuando el imputado se le impone la prisión preventiva -artículo
280 del CPP de 2004-, En tal sentido, como parte de la detención, la incomunicación debe
ser una medida excepcional y proporcional, ponderando por un lado el peligro procesal
-en la variante de peligro de obstaculización-, y por el otro, el respeto a los derechos fun
damentales a la libertad personal. En sea idea, si no existe una causa objetiva e importan
te no se puede decretar la incomunicación.
Una vez dicta la medida de incomunicación, esta puede variar debido a que ya no sub
sistan los presupuestos que la han justificado (principio deprovisionalidad), ya seaporque se
cumplieron los fines de la investigación o porque se venció el plazo legal para su imposición.
Por otro lado, se han concebido dos sistemas de incomunicación. Una absoluta, que
consiste en el aislamiento total del individuo con el mundo exterior, en la que incluso
era sometido a torturas para extraer de él una confesión que permita corroborar la hipó
tesis incriminatoria. Este sistema ha sido descartado por la mayoría de Estados, como el
Perú; y una incomunicación relativa, donde a pesar de la incomunicación, el investigado
le asistentes los demás derechos reconocidos en la Constitución, como por ejemplo el de
ser asistido por un abogado defensor o el que se le permita ingerir alimentados y dormir.
En primer lugar, cuando la incomunicación tenga por finalidad evitar el riesgo de in
crementar las posibilidades de fuga del investigado. Esto es, que a pesar de dictarse un
mandato detención preliminar o de prisión preventiva, subsista un peligro de fuga de tal
entidad que justifique la medida de incomunicación.
Estos dos criterios versan sobre el peligro procesal del investigado en orden de que
perturbe el esclarecimiento del delito, ya sea para eludir la acción de la justicia o para
obstaculizar la obtención de la verdad (en resumen, el peligro procesal). Sin embargo,
también deben incluirse como un criterio para imponer la medida de comunicación las
pruebas que vinculen al agente con el delito investigado. A saber, la gravedad de la con
ducta típica, el título de imputación del investigado (autor o partícipe) y el grado de eje
cución del delito.
Por otro lado, el delito al que hace mención la norma constitucional para habilitar
la incomunicación, según, el TC, debe ser uno “considerado como muy grave”031. Simi
lar baremo se establece en el artículo 280 cuando cita “si es indispensable para el es
clarecimiento de un delito grave”. No hay un marco objetivo para señalar qué delito es
considera muy grave en el ordenamiento jurídico-penal peruano. Sin embargo, el artí
culo 165 del CPP de 2004 arroja luces -indiciarías-- al indicar que la detención prelimi
nar incomunicada procede para delitos sancionados con una pena superior a los 6 años
de prisión o cuando se le investiga por los delitos de terrorismo, espionaje y tráfico ilí
cito de drogas.
(33) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N6 010*2002-AI/TC del 3 de enero de 2003 (Caso “Marcelino
Tinco Sulca y más de 5000 mil ciudadanos”), f, j. 172.
(34) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N.° 1230-2002-HC/TC del 20 de junio de 2002 (caso “César
Tines) Cabrera”) £ j. 11.
la adopción de la medida cautelar, pues de otra forma no podría evaluarse si es arbitra
ria o injustificada'34’.
Adicionalmente, el pronunciamiento del juez debe estar justificado con los requisi
tos legales, tanto los impuestos por el CPP de 2004, en caso de delitos que se tramitan en
la jurisdicción ordinaria; como los establecidos por el artículo 157 del Código de Justicia
Militar Policial para los delitos de función'37’.
Así, para los delitos de terrorismo'38’, espionaje'39’ y tráfico ilícito de drogas'40’, la de
tención preliminar incomunicada no podrá ser mayor de 10 días, siempre que no exceda
el de la duración de la detención. Podría contra argumentarse que el artículo 264 inciso
1 del CPP de 2004 habilita que la detención -y por ende la incomunicación- sean de 15
días. No obstante, esta interpretación iría contra la debida interpretación de la ley procesal
(35) Tribunal Constitucional del Perú. STC Exp. N° 0791-2002-HOTC del 21 de junio de 2002 (caso "Grace
Riggs Brousseau”), ff.jj. 15-16.
(36) Tribunal Constitucional del Perú. STC español Exp. N° 127/2000 del 16 de mayo de 2000, f.j. 3. En igual
sentido la sentencia emitida por el Tribunal Constitucional de España del Exp. N° 7/2004 del 9 de febrero
de2004, f.j. 4.
(37) Véase STC Exp. N“ 0017-2003-AI/TC, interpuesta por la Defensora del Pueblo, de fecha 16 de marzo de
2004, fundamento jurídico §5.1 señala como delito de función aquella acción tipificada expresamente en
ia Ley de la materia, y que es realizada por un militar o policía en acto de sei-vicio o con ocasión de él, y
respecto de sus funciones profesionales.
(38) Véase el .Decreto Ley N° 25475, de fecha 6 de mayo de 1992, establece la penalidad para los delitos de
terrorismo y los procedimientos para su investigación, instrucción y juicio.
(39) Véase el artículo 331 del Código Penal.
(40) Véase el artículo 296 al 303 del Código Penal
penal, la misma que refiere en el artículo IV numeral 3 que “la ley que coacte la libertad
[como es el caso] o el ejercicio de los derechos procesales de las personas (...) será inter
pretada restrictivamente".
En los delitos distintos a los arriba señalados que tengan una pena superior a ios 6
años, los supuestos son distintos ya que, si bien el artículo 265 inciso 5 del cuerpo adjeti
vo sostiene que el plazo de duración no debe ser mayor de 10 días, a reglón siguiente sos
tiene “siempre que no exceda el de la duración de la detención".
Por otro lado, cabe mencionar el tiempo previsto por la ley para la medida de incomu
nicación del imputado con mandato de prisión preventiva. En este caso, una vez formali
zada la investigación preparatoria, la medida de incomunicación del proceso no puede ser
mayor a diez días -artículo 280 del CPP de 2004-, Vencido dicho plazo, o uno menor im
puesto por el j uez penal, la medida cesará automáticamente -artículo 282 del CPP de 2004-.
Cabe precisar además que lo que señalamos son plazos máximos en que se puede res
tringir el derecho a no ser incomunicado, por lo que, si la medida de incomunicación cum
ple su fin antes de dichos plazos, debe cesar.
1. La autoridad
En virtud del principio de jurisdiccional, mencionados líneas arriba, el cual informa
que las inedias de incomunicación solo pueden ser dictadas por los órganos jurisdicciona
les de la República, específicamente de los jueces con competencia penal, predeterminados
por ley; la autoridad a la que refiere la norma constitucional objeto de comentario es el
juez especializado en lo penal.
Por tal razón, si bien la autoridad constitucionalmente designada para limitar el de
recho a la no incomunicación es el juez penal, este no la restringe materialmente. Son las
fuerzas de seguridad del Estado las autoridades que ejecuten las resoluciones judiciales,
y, por tanto, las que materialmente cumplen con el mandato judicial de detener e incomu
nicar al investigado. Por ello, cuando la norma constitucional objeto de comentario señala
que “La autoridad está obligada bajo responsabilidad a señalar, sin dilación y por escrito,
el lugar donde se halla la persona detenida” se refiere también a los miembros de la fuer
za de seguridad del Estado -entiéndase Policía Nacional y Fuerzas Armadas-.
2. La responsabilidad de la autoridad
La responsabilidad recae en el juez que emite la resolución donde se impone la me
dida de incomunicación, siempre y cuando haya omitido consignar, por escrito y sin di
lación, el lugar donde se halla la persona detenida. Es decir, cuando el juez omite el de
ber constitucional de información sobre el lugar donde la persona va a cumplir la medida
de incomunicación.
(41) Tribunal Constitucional del Perú. STC Expediente N“ 010-2002-AI/TC del 3 de enero de 2003 (caso
“Marcelino Tineo Sulca y más de 5000 mil ciudadanos”), f.j. 173.
(42) Véase DEFENSOR! A DEL PUEBLO DEL PERÚ. La desapariciónforzada de personas en el Perú (1980-
1996). Serie informes Defensoriales N° 55, Lima, 2002.
resolución judicial, han incomunicado al investigado. De esta forma, la responsabilidad
incluye a las fuerzas de seguridad del Estado, quienes tienen el deber constitucional de
indicar, por escrito y sin dilación, el lugar donde está detenido la persona incomunicada.
Cabe precisar que la responsabilidad aparece una vez que el efectivo policial o el miem
bro de las Fuerzas Armadas son requeridos por los familiares o por el abogado del dete
nido incomunicado, a que se brinde información sobre su paradero.
Respecto a las clases de responsabilidad que tiene el juez o los miembros de las Fuer
zas Armadas y Policía Nacional, esta puede ser de carácter administrativo™, civil™ o
por el incumplimiento de las normas legales y administrativas en el ejercicio del
(45)46
penal43
44 48
47
servicio público, sin perjuicio de las sanciones de carácter disciplinario por las faltas que
cometen<46).
(43) Véase artículos 261 al 265, referidos responsabilidad de las autoridades y personal al servicio de la
administración pública, del TUO de la Ley N° 27444, Ley de Procedimientos Administrativo General,
aprobado mediante Decreto Supremo N“ 004-2019-JUS.
(44) DE ANGEL YAGÜES, Ricardo Tratado de responsabilidad civil. Civitas, 1993, p. 403 y ss.
(45) Depende de que la conducta prohibida califique como delito, según el Código Penal.
(46) Véase los artículos 76 y ss. del Texto Único Ordenado de la normatividad del servicio civil, aprobado vía
Decreto Supremo N° 007-2010-PCM, que norma el régimen disciplinario del servidor público de carrera.
(47) Según el artículo 4 de la Ley N° 24973, Ley de indemnización por errores judiciales y detenciones arbitrarias,
de fecha 28 de diciembre de 1988.
(48) Aprobado mediante Decreto Supremo N° 017-93-JUS, de fecha 2 de junio de 1993.
al hecho de tener un documento donde se establezca la responsabilidad de la autoridad, a
fin de evitar la burla sistemática al familiar, el cual recorre comisarías y centros de deten
ción averiguando el paradero del detenido, muchas veces sin tener respuesta.
De esta forma, para que se cumpla el deber de información es necesario que el juez
emita una decisión por escrito, donde no solo motive las razones que fundamentan la in
comunicación, sino también donde fije el lugar donde esta medida debe ser cumplida. En
el mismo sentido, la autoridad policial o militar, de ser el caso, tiene el deber constitucio
nal de informar por escrito el paradero del detenido incomunicado cuando sea requerido
por sus familiares o por su abogado defensor.
b) Sin dilación
Este requisito responde a lo aflictivo que es la medida de incomunicación y ante la
posibilidad de que se vulneren otros derechos fundamentales, como el de ser asistido por
un abogado defensor o al que se respete la integridad física y psicológica del detenido
incomunicado.
El término “sin dilación” tiene que ser analizado en cada caso particular, tomando en
cuenta el grado de celeridad con el que se ha tramitado la medida de incomunicación, la
complejidad del asunto materia de investigación, la actividad probatoria para el esclareci
miento del delito, la pluralidad de los investigados, entre otros factores objetivos que di
laten justificadamente el deber de información. En ningún caso se debe admitir como ex
cusa para informar el lugar donde se halla la persona detenida incomunicada la sobrecarga
procesal o la excesiva burocracia.
Así, el delito materia de investigación tiene que ser terrorismo, espionaje, tráfico ilí
cito de drogas, o por un delito sancionado con una pena superior a los 6 años. La medida
de incomunicación, siguiendo el mandato constitucional, solo se aplicará “siempre que
resulte indispensable para el esclarecimiento de los hechos investigados” y solo por un
tiempo determinado.
En ese orden, el CPP de 2004 exige que el juez se pronuncie sobre la detención preli
minar incomunicada en una resolución debidamente motivada, la misma que debe de ex
pedirse de forma inmediata y sin que medie trámite alguno.
Contra dicha decisión judicial, el artículo 267 inciso 1 del CPP de 2004 señala que
procede interponer recurso de apelación, sin efecto suspensivo, dentro del plazo de un día.
Inmediatamente, el juez elevará los actuados a la Sala Penal, según el artículo 267 inciso
2 del CPP de 2004, la misma que resolverá previa vista de la causa, que se llevará a cabo
dentro de las 48 horas de recibidos los autos. La decisión se expedirá el día de la vista de
la causa o al día siguiente, bajo responsabilidad.
Respecto a los derechos que tiene el detenido incomunicado, el artículo 265 inciso
2 establece que la incomunicación no impide las conversaciones con el abogado defen
sor, las cuales no requieren autorización previa ni podrán ser prohibidas, por lo que no se
le puede exigir que brinde su declaración antes de que se comunique con su abogado. Se
evidencia, además, que bajo el principio de respecto a los derechos humanos, no se puede
someter al detenido a actos de tortura, ni a obligarlo a declarar contra sí mismo.
El plazo por el cual una persona puede estar incomunicada no puede exceder los 10 días,
según el artículo 280 del CPP de 2004. Vencido dicho término u otro menor que fije la reso
lución judicial, la incomunicación cesa automáticamente -artículo 282 del CPP de 2004-,
La norma procesal también afirma el respeto a las garantías de las que goza el dete
nido incomunicado, quien además de poderse comunicar con el abogado defensor de su
elección, sin autorización ni prohibición alguna, puede acceder a libros, diarios, revistas
y escuchar noticias de libre circulación y difusión, amen de recibir, sin obstáculo alguno,
la ración alimenticia que les enviada por sus familiares o conocidos.
.1 URISPRUDENCI'A RELACIONADA
[jj| Solo puede incomunicarse a una persona en los casos indispensables para el esclarecimiento
de un delito, y en la forma y por el tiempo previstos por la ley: STC Exp. N° 00010-2002-
AI/TC (f. j. 172).
[11 La alegación de un caso indispensable para incomunicar a una persona exige la presencia de
una razón objetiva y razonable que la justifique: STC Exp. N° 00010-2002-AI/TC (f. j. 172).
jj] Aislar e incomunicar a un delincuente constituye un trato cruel e inhumano: STC Exp.
N° 00010-2002-AI/TC (f. j. 221).
||| El derecho a la libertad personal garantiza que no se afecte indebidamente la libertad física
de las personas, esto es, su 1 ibertad locomotora, ya sea mediante detenciones, internamientos
o condenas arbitrarias o ilegales: STC Exp. N° 05787-2009-PHC/TC (f. j. 3).
BIBLIOGRAFÍA
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DEL PERÚ. “La desaparición forzada de personas en el Perú (1980-
1996)”. Serie informes Defensoriales Nu 55, Lima, 2002; DE ÁNGEL YAGÜES, Ricardo. Tratado
de responsabilidad civil. Civitas, 1993; G1MENO SENDRA, Vicente; MORENO CATEN A, Víctor;
CORTEZ DOMÍNGUEZ, Valentín. Lecciones de Derecho Procesal Penal. 2a edición, Colex, Madrid,
2004; G1MERO SENDRA, Vicente. Derecho Procesal Penal. Colex, Madrid, 2004; HABERLE,
Peter. El Estado constitucional. Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2003; ORE
GUARDIA, Arsenio. Manual de Derecho Procesal Penal. 2" edición, Alternativas, Lima, 1999; ORÉ
GUARDIA, Arsenio y LOZA ÁVALOS, Giul liana. Las medidas cautelares personales en el proceso
penal peruano. Reforma, Lima, 2011; REÁTEGUI SÁNCHEZ, James. En busca de la prisión pre
ventiva. Juristas, Lima, 2006; ROSAS YATACO, Jorge. Manual de Derecho Procesal Penal. Con
aplicación al nuevo Código Procesal Penal. Juristas, Lima, 2009; SAN MARTÍN CASTRO, César.
Derecho Procesal Penal. Grijley, Lima, 2003; SARTRE, Jean Paul. El ser y la nada. Ensayo de una
antología fenomenológica. Tomo I, Buenos Aires, 1948; SÁNCHEZ VELARDE, Pablo. El nuevo
proceso penal. Idemsa, Lima, 2009.
Artículo 2 Integridad moral, psíquica y física
Toda persona tiene derecho:
(■■■)
24. A la libertad y a la seguridadpersonales. En consecuencia:
(■■■)
h) Nadie debe ser víctima de violencia moral, psíquica
o física, ni sometido a tortura o a tratos inhumanos o
humillantes. Cualquiera puede pedir de inmediato el
examen médico de la persona agraviada o de aquella
imposibilitada de recurrir por sí misma a la autoridad.
Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la
violencia. Quien la emplea incurre en responsabilidad.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc.!), 139,200 inc. l);C.P.Ct.:arts.9,33 inc. l);C.C.: arts.214,215;C.R:
arts. VI, 12.1 y ss., 170 y ss„ 321, 322; C.N.A.: art.4; D.U.D.H.: arts. 3,5; P.I.D.C.P.:
arts. 7, 10 14.3 inc. g); C.A.D.H.: arts. 5, 8.2 inc. g), 8.3
I. Introducción
El Estado protege la integridad de la persona humana en sus diferentes dimensiones,
como lo señala el artículo 2o, inciso 24), literal h de la constitución política del Perú en la
cual establece que ninguna persona puede ser víctima de violencia moral, psíquica o físi
ca, ni sometido a tortura o a tratos inhumanos o humillantes. Cualquiera puede pedir de
inmediato el examen médico de la persona agraviada o de aquélla imposibilitada de re
currir por si misma a la autoridad. Carecen de valor las declaraciones obtenidas por la
violencia. Quien la emplea incurre en responsabilidad. Hoy en día observamos con gran
preocupación el incremento de la violencia en sus diferentes estratos sociales, dicho ar
tículo de la carta magna debería ser modificado para incluirse también la violencia se
xual y económica que forman parte de la protección del derecho a la integridad personal.
Peces-Barba, nos manifiesta que los derechos fundamentales abarca los presupuestos
éticos como los jurídicos, significando la relevancia moral de una idea que compromete
la dignidad de la persona humana y sus objetivos de autonomía moral que constituye de
gran relevancia jurídica, que convierte a los derechos en la norma básica material del
ordenamiento, asimismo se transforma en un instrumento necesario para que el indivi
duo desarrolle en la sociedad todos sus potenciales™. Bajo esta misma línea Pérez Luño,
concuerda con lo señalado por el autor mencionado cuando indica que los derechos fun
damentales tiene su autonomía moral, asimismo que tiene porfinalidad de positivizar los
derechos humanos a nivel interno, en tanto que la fórmula derechos humanos es la más
usual en el plano de las declaraciones y convenciones internacionales™.
Bajo este contexto la violencia consiste en la conducta dolosa y/o culposa que realiza
una persona con el fin de generar un daño en la victima que puede ser física, psicológica y
moral. La violencia física según lo señalado en la Ley N° 30364 que tiene como fin la de
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del gru
po familiar, lo define como la acción o conducta, que causa daño a la integridad corpo
ral o ala salud. Se incluye el maltrato por negligencia, descuido o por privación de las
necesidades básicas, que hayan ocasionado daño físico o que puedan llegar a ocasionar
lo, sin importar el tiempo que se requiera para su recuperación. Por lo tanto, la violencia
física se materializa cuando generen incapacidades, deformaciones, mutilaciones, altera
ciones funcionales, enfermedades corpóreas, etc.
(I) Véase la STC Exp. N° 0050-2004-A1/TC (Caso “Colegio de Abogados de! Cuzco y del Callao y más de
cinco mil ciudadanos”).
(2) PECES-BARBA, Gregorio. Derechos fundamentales. Teoría general. Universidad Carlos III, España, p.
37.
(3) PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos humanos. Estado de Derecho y Constitución. 4“ edición. Tecnos,
Madrid, 1991, p. 31.
(4) Tribunal Constitucional del Perú. STC N° 2333-2004-PHC/TC del 12 de agosto de 2004.
de una persona, que abarcan su personalidad, su carácter, así como su temperamento y lu
cidez del ser humano.
El derecho a la integridad moral tiene como cimientos los fundamentos del obrar de
una persona en el plano de la existencia y coexistencia social. Estos derechos manifiestan
un conjunto de obligaciones que debe cumplir el ser humano, que se fija por mandato de
su propia conciencia, y los condicionamientos que ella recibe a través de la educación y
cultura de su entorno®. Bajo esta definición la violencia moral consiste en la protección
del desarrollo de la vida personal de la persona que tiene como fuente principal los valo
res para generar el libre desarrollo de la personalidad y su proyecto de vida dentro de la
libertad de conciencia.
(5) GARCÍA TOMA, Víctor. Derechos fundamentales. 2" edición. Editorial Adrus, Arequipa, 2013, p. 156.
activo con la finalidad de causar intencionalmente dolor o sufrimientos graves, ya sean
físicos o mentales, a una persona que el acusado tenga bajo su custodia o control; sin em
bargo, no se entenderá por tortura el dolor o los sufrimientos que se deriven únicamente
de sanciones lícitas o que sean consecuencia normal o fortuita de ellas.
Grima Lizandra, realiza una definición que esta guarda relación con la dignidad hu
mana y la integridad moral, que resultan ser protegidas frente a los ataques perpetrados
por el Estado a través de sus funcionarios. En la tortura, la víctima, como ciudadano, se
enfrenta al torturador no sólo en cuanto persona, sino también y fundamentalmente en
cuanto funcionario del ,Estado(íi).
Los Tratos Inhumanos debe ser considerado como aquellos actos que producen en la
victima un intenso sufrimiento que origina daños corporales pero no llegan al extremo
que origina la tortura, porque esta incluyen aquellos tratos inhumanos deliberados que
producen sufrimientos graves y crueles, constituyendo la tortura una forma agravada y
deliberada de penas o de tratos crueles, inhumanos o degradantes^. Por su parte, Faún-
dez Ledesma define a trato inhumano como aquellos actos que provocan una afectación
al núcleo esencial de la dignidad, es decir, conductas que vulneran la propia condición
y naturaleza humana. Ello implica, por tanto, acciones, en las que, si bien pueden con
currir daños corporales, van más allá del sufrimiento físico o psicológico, causando una
sensación de precariedad en la propia existencia humana de la victima. Tal es el caso,
entre otros, del hacinamiento en lugares con condiciones ambientales especialmente in
clementes o insalubres^.
Los Tratos Crueles es considerado como aquellos actos que de manera deliberada
el presunto autor produce dolor y sufrimiento pero que por su intensidad, no son lo sufi
cientemente severos como para que se les pueda calificar de tortura, por eso la gran dife
rencia entre la Tortura y los Tratos Crueles se debe a la intensidad de los actos produci
dos en la victima.
(6) GRIMA LIZANDRA, Vicente. Los delitos de tortura y de tratos degradantes por funcionarios públicos,
Tirant lo Blandí, Valencia, 1998, pp. 69 y 70.
(7) Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Sentencia de! caso Irlanda vs. Reino Unido del 18 de enero de
1978.
(8) RIVERA BEIRAS, Iñakí. La devaluación de los derechos fundamentales de los reclusos. Ia edición. J. M.
Bosch Editor. Barcelona, 1997, p. 78.
(9) FAUNDEZ LEDESMA, Héctor. Administración de justicia y Derecho Internacional de los Derechos
Humanos. Instituto de Derecho Público, Caracas, 1992, p. 123.
Los Tratos Degradantes se conceptualiza cuando el sujeto activo produce un miedo,
ansia, para generar sobre el sujeto pasivo la humillación, degradar y vencer la resistencia
de la víctima, es decir existe un animus misógino. En tal sentido, son aquellos actos que
están diseñados para ultrajar a la persona, desmerecer su honor y erosionar su autoestima,
prevaleciendo el sufrimiento mental del individuo.
De lo anteriormente descrito podemos afirmar que la tortura, así como los tratos in
humanos, crueles o degradantes, tiene como base de protección la dignidad de la persona
humana. El respeto a la dignidad de la persona por el sólo hecho de ser tal, contenido en
la Carta Fundamental, es la vocación irrestricta con la que debe identificarse todo Estado
Constitucional y Democrático de Derecho. En efecto, este es el imperativo que transita en
el primer artículo de nuestra Constitución.
(10) Véase la STC Exp. N" 2945-2003-AA/TC del 20 de abril de 2004 (Caso “Alhelí Meza”).
por “cualquier razón basada en cualquier tipo de discriminación”, y en el caso
de la Convención interamericana “con cualquier otro fin”.
c. La gravedad del acto. Si bien la Convención contra la tortura resalta que dicha
conducta implica causar daños o sufrimientos graves en la persona, sean físi
cos o mentales, la Convención interamericana amplía esta idea, señalando que
“se entenderá también como tortura la aplicación sobre una persona de méto
dos tendientes a anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad
física o mental, aunque no causen dolor físico o angustia psíquica”.
. d. El agente activo. De acuerdo con la Convención contra la tortura, esta conduc
ta se califica como tal, cuando es practicada por un ñrncionario público u otra
persona en el ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su con
sentimiento o aquiescencia.
e. La ilegitimidad del acto. Ambas convenciones resaltan que aquellos dolores o
sufrimientos que sean consecuencia de sanciones legales o legítimas, o que sean
inherentes o incidentales a éstas, no podrán ser considerados como tortura. Sin
embargo, según lo establecido en la Convención interamericana, estas sanciones
no deben incluir la realización de actos o la aplicación de métodos tendientes a
anular la personalidad de la víctima o a disminuir su capacidad física o mental(ll).
Debemos de mencionar también que el Código Penal Español de 1995, en su artícu
lo 174 ha incorporado la tortura como delito autónomo, teniendo una estructura típica de
la siguiente manera (Elementos objetivos y subjetivos del tipo penal):
El Estado debe de proveer las condiciones necesarias para que el derecho a la vida de
las personas se realice con un mínimo de condiciones que la tomen digna. En otras pa
labras, se protege la vida, pero con dignidad. En esas circunstancias, se impone princi
palmente a los poderes públicos la promoción de esas condiciones; de ahí que la vida ya
no es posible de ser entendida tan solo como un límite frente a los poderes públicos, sino
también al poder privado'^'’-.
Es preciso de señalar que la integridad personal tiene una relación directa con el dere
cho a la salud y el medio ambiente, en la medida que esta última tiene como objeto el nor
mal desenvolvimiento de las funciones biológicas y psicológicas del ser humano.
(13) Véase el f.j. 7 de la Semencia N° 108-04 del 10 de agosto de 2005, Sala Penal Nacional, (caso “Jeri Cis-
neros, Eyzaguirre Garate y Rivera Vásquez”).
(14) GARCIA BELAUNDE, Domingo. Diccionario de jurisprudencia constitucional. Grijley, Lima, 2009,
p. 849.
o desvanecer la sensación de tranquilidad y sosiego psíquico y moral que debe acompa
ñar la vida coexistencia!.
Considero que la tortura es un delito grave, cuya tipificación busca proteger la inte
gridad personal y la vida frente a un aspecto concreto de abuso de poder, es por ello los
diversos organismos protectores de los Derechos Humanos y los diversos tribunales in
ternacionales han definido el delito de tortura, siendo que nuestro máximo intérprete de
la Constitución no ha tenido sentencias que pueda haber definido claramente la estructu
ra típica del delito de tortura.
El autor Rivera Beiras nos muestra una clara diferencia cuando señala que el concep
to de “tratos inhumanos”, identifican aquellos actos que “producen intensos sufrimientos
y daños corporales, a veces de importancia”, que, empero, no llegan al extremo de la tor
tura, pues “En las torturas se incluyen aquellos tratos inhumanos deliberados que produ
cen sufrimientos graves y crueles, constituyendo la tortura una forma agravada y delibe
rada de penas o de tratos crueles, inhumanos o degradantes”*15*.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
fj) El derecho a no ser objeto de tratos inhumanos no debe confundirse con el derecho de no ser
sometido a torturas, tratos crueles o degradantes: STC Exp. N° 00726-2002-HC/TC (f. j. 7).
(15) RIVERA BEIRAS, Iflaki. La devaluación de los derechosfiindamentales de los reclusos. 1“ edición. J.
M. Bosch Editor, Barcelona, 1997, p. 78.
g¡| El contenido esencial del derecho a la integridad personal se direcciona en tres planos:
físico, psíquico y moral. En ese sentido, ha dejado establecido lo siguiente: “El derecho
a la integridad moral defiende los fundamentos del obrar de una persona en el plano de la
existencia y coexistencia social: STC: Exp. N° 02453-2017-PHC/TC (f. j. 4).
U Siempre que el derecho a la salud resulte lesionado o amenazado lo estará también el derecho
a la integridad personal e incluso en ciertos casos podría resultar afectado el mantenimiento
del derecho a la vida: STC Exp. N° 04007-2015-PHC/TC (f. j. 7).
BIBLIOGRAFÍA
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PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos Humanos. Estado de Derecho y Constitución. 4” Edición. Tec
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funcionarios públicos, Tirant le blanch, Valencia, 1998; RIVERA BEIRAS, Iñakí. La devaluación
de los derechos fundamentales de los reclusos. 1° Edición. J. M. Bosch Editor, Barcelona, 1997;
FAUNDEZ LEDESMA, Héctor. Administración de Justicia y Derecho Internacional de los Derechos
Humanos. Instituto de Derecho Público, Caracas, 1992; COORDINADORA NACIONAL DE
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1999; GARCIA BELAUNDE, Domingo. Diccionario de Jurisprudencia Constitucional. Edit. Grijley.
2009; RIVERA BEIRAS, Iñakí. La devaluación de los derechos fundamentales de los reclusos. 1°
Edición. J. M. Bosch Editor, Barcelona.
Artículo 3 Los derechos no enumerados
La enumeración de los derechos establecidos en este capitulo
no excluye los demás que la Constitución garantiza, ni otros de
naturaleza análoga o que sefundan en la dignidad del hombre,
o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado demo
crático de Derecho y de la forma republicana de gobierno.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1,43,44,139 inc. 4), 162,200 mes. 1), 2),4a DFT; C-P.Ct.: arts. 33,44 inc. 28;
D.U.D.H.: art. 30; C.A.D.a: arts. 1,29 inc. c), 31
(1) Es este sentido, “una definición mínima y formal de derechos fundamentales [es] los derechos subjetivos
que son atribuidos, reconocidos, instituidos, garantizados, etc. por normas fundamentales, por normas a
las que se les reconoce, en la cultura jurídica de referencia, carácter fundamental”. PINO, Gjorgio. “Dere
chos e interpretación. El razonamiento jurídico en el Estado constitucional". Universidad Externado de
Colombia, 3“ edición, Bogotá 2014, p. 31.
(2) ZAGREBELSKY, Gustavo. El derecho dúctil. Ley, derechos y justicia, T edición, Trotta, Madrid 2007,
p. 93.
(3) ZAGREBELSKY, Gustavo. Ei derecho dúctil, ob. cit., ps. 33-34.
II. La Constitución como instrumento al servicio de la Persona
La respuesta a la pregunta antes formulada exige reconocer que la Constitución, aun
cuando sea considerada como verdadera norma de carácter fundamental, no es un fin en sí
misma, sino que es un instrumento al servicio de la Persona. Aunque no todos estemos de
acuerdo en las concreciones y consecuencias de esta afirmación, sí estaremos en disposi
ción de reconocer que la Persona (en sus dimensiones material y espiritual, así como indivi
dual y social), vale como fin supremo
* '. De hecho, el Constituyente peruano ha abierto sus
45
declaraciones de voluntad con el expreso reconocimiento de la posición jurídica de la Per
sona como fin supremo: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son
el fin supremo de la sociedad y del Estado”, dice el artículo 1 de la Constitución peruana.
Si la Persona tiene la condición de fin supremo, y si todo aquello que tiene la condi
ción de fin ha de ser realizado, entonces, podrá admitirse pacíficamente que el valor de la
Persona reclama promover su más plena realización posible. Qué pueda significar esto no
es asunto sencillo, y admite muchas posibles respuestas. Aquí mostraré una de ellas que
se construye sobre el entendimiento de la realización (de la Persona) como perfecciona
miento (humano), el cual a su vez es posible desde una concepción material de los dere
chos humanos como la que se propone a continuación.
Si aquello que perfecciona al ser puede denominarse bien{S\ entonces, aquello que per
fecciona al ser humano podrá ser denominado como bien humano. Si el perfeccionamien
to es consecuencia de la atención a las necesidades y carencias, entonces, cuando se trata
de atender necesidades esenciales, los bienes humanos destinados a superarlas podrán ser
tenidos como bienes humanos esenciales. De modo que desde la naturaleza o esencia hu
mana puede justificarse la existencia de las necesidades esenciales.
(4) KANT, Immanuel. Fundamentación de la metafísica de las costumbres, 2* edición, 1996, p, 187.
(5) ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco, .1, í 094a-1103 a.
A su vez, el valor de la persona como fin supremo permite justificar -como ya se ad
virtió- que está llamada a conseguir el mayor grado de realización posible. La realización
de la persona tiene que ver con su perfeccionamiento, y este a su vez con la satisfacción
de las necesidades humanas esenciales. En este escenario, los bienes humanos esenciales
aparecen como la cosa debida a la persona por valer lo que vale. Así, la vida, la libertad, la
igualdad, la propiedad, la intimidad, etc., aparecen como bienes humanos esenciales debi
dos a la persona. De modo que desde la dignidad humana se justifica la existencia de de
recho (la cosa debida), es decir, los bienes humanos esenciales se convierten en debidos.
(6) Según el Tribunal Constitucional peruano, “la persona humana, por su dignidad, tiene derechos naturales
anteriores a la sociedad y al Estado, inmanentes a sí misma, los cuales han sido progresivamente reco
nocidos hasta hoy en su legislación positiva como derechos humanos de carácter universal”: STC Exp.
N® 04637-2006-PA/TC (f.j.45).
La Constitución se pone al servicio de la Persona en particular, no exclusivamente,
a través del reconocimiento de los derechos humanos. El Constituyente tiene la obliga
ción de servir a la Persona y cumple esta obligación reconociendo los derechos humanos.
Con este reconocimiento se favorece su respeto y cumplimiento, y con ello se promueve
la plena realización de las Personas. En particular referencia a los poderes públicos, estos
cumplen su deber de servir a la persona cuando sirven a los derechos humanos o derechos
fundamentales, es decir, cuando promueven su plena vigencia. Así, a mayor vigencia de
los derechos fundamentales, mayor realización de la persona y mayor legitimidad en los
poderes públicos. Este es un componente extremadamente decisivo, y marca la pauta del
alcance del deber para el resto de realidades que tienen la condición de instrumentos al
servicio de la Persona. De modo que no cualquier derecho subjetivo está llamado a ser re
conocido en la Constitución, sino solamente aquellos derechos especialmente significa
tivos para la persona, es decir, los derechos humanos tal y como han sido aquí definidos.
Por ser los más valiosos para la persona una vez constitucionalizados estos derechos
pueden ser denominados como derechos fundamentales, como ya se adelantó. Correspon
de ahora hacer notar que unos tales derechos, por estar recogidos en la Constitución, tam
bién pueden ser denominados como derechos constitucionales. La razón es muy sencilla:
se les denomina con el nombre de la norma que los contiene. De modo que puede soste
nerse que los derechos humanos constitucionalizados pueden ser llamados como derechos
fundamentales o como derechos constitucionales. Esto permitiría sostener la regla según
la cual todo derecho constitucional es un derecho fundamental. Los derechos constitucio
nales son derechos fundamentales no solo porque están recogidos en la norma fundamen
tal (razón formal), sino también porque lo reconocido son bienes humanos esenciales de
la Persona (razón material).
Hasta aquí se ha mostrado el'marco dogmático general dentro del cual deberá ser in
terpretado el artículo 3 de la Constitución, a cuyo análisis se procederá inmediatamente.
(7) Como bien se lia advertido, “no sote es posible, sino, además, indispensable, aprender a distinguir tes
verdaderos derechos humanos de los apóerifes'’. CHÁVEZ-FERNÁNDEZ POSTIGO. José y VALDIVÍA-
AOUILAR, Trilce. “Entre derechos implícitos y derechos naturales: la Corte IDH y la no discriminación
por orientación sexual en el caso Atala’1 Biv P/iwW#., VoL 25 Núm. 1, junio 2016, p. 69.
siguiente regla: en la Constitución peruana, todos los derechos reconocidos en la Consti
tución han de ser tenidos como derechos fundamentales.
Sin embargo, y como fue advertido en el marco dogmático general arriba dibujado,
es extremadamente insuficiente sostener el análisis solamente desde consideraciones for
males; se ha de sostener también desde categorías materiales, en particular desde la posi
ción jurídica de la Persona como fin supremo, y desde una concepción material de los de
rechos humanos, como la justificada líneas atrás: bienes humanos esenciales debidos a la
Persona por ser lo que es y valer lo que vale, y cuyo goce o adquisición le depara grados
de realización. La plena realización de la Persona, reclamada por su condición de fin su
premo (artículo 1 de la Constitución), se conseguirá a través de la plena vigencia de los
derechos humanos, a cuya consecución se destina el accionar de los poderes públicos (ar
tículo 44 de la Constitución). Con base en estas consideraciones materiales, es posible for
mular esta otra regla: en la Constitución peruana, los derechos fundamentales son dere
chos humanos reconocidos en la Constitución.
Este principio, así enunciado, provoca varias consecuencias. Ahora solo me referiré
a una de ellas: se ha de presumir que todos los derechos reconocidos por el Constituyen
te peruano son derechos humanos, es decir, se ha de presumir que los derechos constitu
cionales son derechos fundamentales. Se trata de una presunción inris tantum, cuya des
trucción reclama cumplir con una carga argumentativa intensa, no tanto en el número de
argumentos, sino en el grado de corrección de los mismos.
Si la esencia es aquello que hace que la cosa sea esa cosa y no una cosa distinta, en
tonces podrá admitirse que el bien humano debido es la esencia del derecho humano. De
modo que cuando el Constituyente constitucionaliza el derecho humano limitándose a
mencionar el nombre del bien humano debido, lo que está haciendo es constitucionalizar
el contenido esencial del derecho humano concernido. Así, de las disposiciones constitu
cionales arriba transcritas, es posible concluir las siguientes normas constitucionales di
rectamente estatuidas:
N1: Está ordenado cumplir el contenido esencial del derecho humano a la vida;
N2: Está ordenado cumplir el contenido esencial del derecho humano a la igualdad;
N3: Está ordenado cumplir el contenido esencial del derecho humano a la libertad de
conciencia y de religión.
Sin embargo, el Constituyente no solo se ha limitado a reconocer el contenido esen
cial de los derechos humanos mencionando el nombre del bien humano debido, sino que
normalmente incorpora concreciones de tales contenidos. Cuando lo hace, realiza una efec
tiva labor de creación normativa, no un mero reconocimiento. Así, por ejemplo, el Cons
tituyente peruano ha dispuesto que:
Una primera obligación relevante que para el Tribunal Constitucional provoca la ex
tensión del principio de no exclusión que trae consigo el artículo 3 de la Constitución, es
que el derecho que formule como derecho fundamental implícito debe recoger el derecho
humano correspondiente. Consecuentemente, en primer lugar, el reconocimiento deberá
efectuarse a través de un enunciado del tipo DI, y a través de la formulación de una nor
ma constitucional adscripta del tipo N1; y, en segundo lugar, el reconocimiento deberá de
recaer sobre un bien humano esencial debido a la Persona.
VIII. El cierre
La interpretación del artículo 3 de la Constitución peruana reclama un punto de apo
yo decisivo: un concepto material de derechos humanos. Un tal concepto necesariamente
se ha de sostener en la Persona, razón de ser del derecho. El valor de la Persona conforma
el significado de la dignidad humana, y este valor es consecuencia de la naturaleza huma
na, desde que se vale por lo que se es. A la naturaleza humana le sigue, pues, la dignidad
humana. Con base en la naturaleza y dignidad humanas, los derechos humanos aparecen
como un conjunto de bienes humanos esenciales debidos a la Persona por ser lo que es y
valer lo que vale, y cuyo goce o adquisición le deparará grados de realización.
Los derechos humanos una vez que son positivados, expresa o implícitamente por el
Constituyente, pueden ser denominados como derechos fundamentales. Son fundamen
tales en un sentido formal, pues están reconocidos por la norma fundamental (la Consti
tución), y lo son también en un sentido materia, pues lo reconocido son bienes humanos
esenciales. El principio de no exclusión de esta fundamental idad recogido en el artículo 3
de la Constitución, tiene un doble alcance: primero, son fundamentales los derechos hu
manos constitucionalizados expresamente no solo en el artículo 2 de la Constitución, sino
(11) CASTILLO CÓRDOVA, Luis. “Justificación y significación de los derechos constitucionales implícitos".
En: Gacela Constitucional & Procesal Constitucional N° 5, Gaceta Jurídica, Lima, mayo 2008, p. 39.
también los constituctonalizados en otras disposiciones constitucionales; y segundo, son
fundamentales los derechos humanos constitucionalizados implícitamente.
jl;RISPRUDÉNCIA RELACIONADA
(fB La propia Constitución incorpora todos aquellos derechos que, de manera implícita, se
deriven de ios mismos principios y valores que sirvieron de base para el reconocimiento
del resto de derechos fundamentales: STC Exp. N°01417-2005-PA/TC (f.j. 4).
1^ Los tratados internacionales sobre derechos humanos son fuente, por antonomasia, donde
se puede identificar derechos que ostenten “naturaleza análoga” a los derechos que la
Constitución enuncia en su texto: STC Exp. N" 0002 5-2 005-AI/TC (f.j. 30).
iff- El Tribunal Constitucional considera que, si bien nuestro catálogo de derechos no es taxa
tivo, de acuerdo con lo señalado en el artículo 3 de la Constitución el recurso de explicitar
un derecho debe ser ejercido por este Tribunal con prudencia. De ello se desprende que
resulta innecesario, por ejemplo, reconocer derechos que ya se encuentren implícitos en
otros ya existentes. STC Exp. N° 00013-2017-PI/TC (f.j. 88).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.t arts. 5, 7, 23, 2Ü0 inc. 2); C.PCt.: art, 44 inc, 28); C.C.: arts. 2,4, 233 y ss.j
GN.A.: arta. I, II, IV) VI, 2, 8,242; L.OMP.: arts. 1,85 inc. 1): Ley 27972: art. 84;
US. 004-2d29-MIMP; RM I82-2921-M1MP; D.C.D.U.: arts. I í, 25; P.I.D.C.P.:
arts. 23,24; P.IJXE.S.C.: arts. 10,1 í; C.D„N.: arts. 2,3,5,6; C. A.D.IL: arts. 17, 19;
P.S.S.: arts. 15,16
Este principio está basado en que el Derecho de Familia en su rol tuitivo contiene
normas que protegen, concreta y específicamente, a determinados miembros de la fami
lia que tienen una primacía en lo referente a su protección. Jorge Parra Be ni te/5' señala
que el principio de protección consiste en que las normas jurídicas han de procurar la de
fensa del grupo familiar y de sus miembros, en especial de los que se consideran débiles
a fin de generar derechos a su favor y condiciones que les brinden solidez física y social.
Como tal implica admitir la especial situación de indefensión que se encuentran las
personas en determinados momentos de su vida y de reconocer la necesidad de su
primir los patrones socioculturales de aquellas conductas que lesionan su interés<4).
(1) PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex Fernando. “Protección deí niño, madre, anciano y de la familia.
Promoción del matrimonio”. En: La Constitución comentada. Análisis articulo por articulo. Tomo I, 1“
edición, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2006, p. 371.
(2) Diario Ofic¡a I El Peruano, el 04/09/2018.
(3) PARRA BENÍTEZ, Jorge. Derecho de familia. Tetáis, Colombia, 2008, p. 51.
(4) PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex Femando. “Los principios constitucionales de la regulación jurídica
de la familia”. En: Actualidad Jurídica. Suplemento mensual de Gaceta Jurídica, N" 100, marzo de 2002,
P- 50.
(5) El principio del interés superior del niño fue consagrado en 1959, en el Principio 7 de la Declaración de los
Derechos del Niño y establece que el interés superior del niño debe ser el principio rector de los responsables
por educación y orientación. La Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño de 1989,
en su articulo 3,1, establece que todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas de bienestar social, los tribunales o las autoridades administrativas o los órganos legislativos,
deberán considerar primordialmente el interés superior del niño”. Recuerde que este Convenio es, aún
hoy, el tratado internacional para proteger Jos derechos humanos con el mayor número de ratificaciones.
CHAVES, Marianna. “Meihor interesse da crianza: criterio para atribuido da guarda unilateral á luz dos
1. Regulación constitucional
El artículo 4 de la Constitución establece que: “La comunidad y el Estado protegen
especialmente al niño, al adolescente, a la madre y al anciano en situación de abandono”.
(...) Asimismo, el artículo 7 indica que “(...) la persona incapacitada para velar por sí mis
ma a causa de una deficiencia física o mental tiene derecho al respeto de su dignidad y a
.
un régimen legal de protección, atención, readaptación y seguridad
**
ordenamentoa brasiteiro e portugués”. En: Afeto e Eslruturas Familiares. María Berentae Días; Eliene
Ferreira Bastos; Naime Mareta Martíns Moraes (coords.), Beta Horizonte, Del Rey, pp. 407-437,2009,
p. 414, n. 21,
(6) SOKOLICH ALVA, María Isabel: "Protección y defensa de la salud, el medio familiar y la comunidad”.
En: La Constitución comentada. Análisis articulo por artículo. Tomo 1,1“ edición, Gaceta Jurídica, Lima,
diciembre de 2006, p 396.
(7) Aprobada por la Asamblea General de las Nacicmes Unidas el 20 de noviembre de 1959.
(8) CARRUITERO LECCA, Francisco y F1GUEROA AVENDAÑO, Mana Elena. £7 Derecho de Familia;
un análisis desde la jurisprudencia y la sociología jurídica. 1a edición, Ediciones BLG, Lima, j ulio, 2004,
p. 33.
2. Tratamiento constitucional
“El fundamento constitucional de la protección del niño y del adolescente que la Cons
titución les otorga en la especial situación en que ellos se encuentran; es decir, en plena
etapa de formación integral en tanto personas. En tal sentido, el Estado, además de pro
veer las condiciones necesarias para su libre desarrollo, debe también velar por su segu
ridad y bienestar”19’.
Puede advertirse que el sentir es que los niños y adolescentes, por su propia edad y de
sarrollo físico y psicológico se encuentran en posición de desventaja frente a los demás in
tegrantes de la familia, y de la sociedad, y siendo los niños el puente para el desarrollo, pro
greso tanto de sus propias familias como de la sociedad merecen una especial protección.
3.1. Tutela
El tutor protege al menor, al cual se le llama pupilo. La tutela se encuentra regulada
en el Código Civil y en el Código de los Niños y Adolescentes y le corresponde al me
nor que no esté bajo la patria potestad se le nombrará tutor que cuide de su persona y de
sus bienes. Es una institución supletoria de la patria potestad, ya que ambas instituciones
no pueden coexistir.
Del latín tueri, proteger, la tutela debe darse a los menores de edad que no están sujetos
a la patria potestad. Se trata de un poder sucedáneo que entra solamente en función a fal
ta de la autoridad paterna. Fórmulas como estas intentan definir la tutela remitiéndola a la
figura principal de la patria potestad a la cual suple (con lo que hacen referencia implícita
a que el sujeto pasivo y el contenido de la tutela son los mismos de la potestad paterna)110’.
3.2. Cúratela
Es la institución tutelar que protege al incapaz mayor de edad y es determinada por la
relación entre el curado y el curador. La cúratela se encuentra regulada en nuestro Código
Civil, en el libro III, Título II, capítulo II, dentro del cual el artículo 564 establece que “es
tán sujetas a cúratela las personas a que se refiere el artículo 44, numerales 4,5,6,7 y 8”.9 10
(9) STC Exp. N° 3330-2004-A A, 11/07/05, P, f. j.35. La Constitución en la Jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. En: Gacela Jurídica, Lima, 2006.
(10) CORNEJO CHÁVEZ, Héctor Derecho familiar peruano. Tomo II, 8a edición, Rotarme, Lima, p. 335.
La cúratela, es una figura protectora del sujeto con capacidad restringida no ampara
do, en general o para determinado caso, por la patria potestad ni por la tutela o de la per
sona capaz circunstancialmente impedida, en cuya virtud se provee a la custodia y manejo
de los bienes o intereses de dicha persona y eventualmente a su defensa y al restableci
miento de su salud o normalídad(!lf Hoy la cúratela ha cedido gran parte de su ámbito de
acción a los apoyos y salvaguardias, implementados por el Decreto Legislativo N’ 1384,
que reconoce y regula la capacidad jurídica de las personas con discapacidad en igualdad
de condiciones (DOEP, 04/09/2018) y su reglamento, aprobado por D.S. N° 016-2019-
MIMP (DOEP, 25/08/2019).
3.3. Apoyo
Es aquella asistencia a la persona con discapacidad que le permite llevar a cabo su
manifestación de la voluntad para la generación de efectos jurídicos en su favor. Pueden
ser apoyo las personas naturales o jurídicas sin fines de lucro o instituciones públicas. El
apoyo no tiene facultades de representación, salvo en los casos en que ello se establezca
expresamente en la escritura pública o sentencia de designación.
3.4. Salvaguardias
Son medidas destinadas a garantizar que la persona designada como apoyo realice el
encargo y función de acuerdo con el mandato encomendado, respetando los derechos, la
voluntad y las preferencias de la persona que cuenta con apoyo y asegurando que no exis
ta influencia debida. Deberá constar en la escritura pública o sentencia de designación de
apoyo, indicándose el periodo de su ejecución.
3.8. Adopción
Es aquella consagrada para permitir que los niños abandonados cuenten con un hogar
otorgándole legalmente una familia. La adopción en nuestro medio tiene entre sus objeti
vos principales el brindar tutela y protección a los niños y adolescentes en estado de aban
dono. La adopción está regulada en el Código Civil, el Código de los Niños y Adolescen
tes y en normas especiales. En nuestro medio tenemos la adopción plena en virtud de la
cual el adoptado pasa a formar parte integrante de la familia del adoptante.
(12) Aprobado por Decreto Supremo N° 001-2018-MIMP, Reglamento del Decreto Legislativo N° 1297, De
creto Legislativo para la protección de las niñas, niños y adolescentes sin cuidados parentales o en riesgo
de perderlos, publicado el 10/02/2018.
“Es la situación que se produce de hecho a causa del incumplimiento o del imposible o
inadecuado desempeño de los deberes de cuidado y protección por parte de los responsa
bles del cuidado de los niños, niñas y adolescentes y que afecta gravemente el desarrollo
integral de una niña, niño o adolescente.
Asimismo, en ningún caso se separa a una niña, niño o adolescente de su familia por
la sola razón de su discapacidad o la de cualquiera de sus miembros.
Cuando a pesar del apoyo brindado por el Estado para fortalecer las competencias de
cuidado y crianza, no sea posible el retomo de la niña, niño o adolescente a su familia de
origen debido a que esta no puede proveerle el debido cuidado a la niña, niño o adoles
cente, se declara la desprotección familiar”.
Por su parte, el Artículo 4 del Reglamento del Decreto Legislativo N° 1297 estable
ce las circunstancias o supuestos del procedimiento por desprotección familiar. Así pues,
el citado artículo establece que:
1. Formas de protección
Cuando el precepto fundamental establece que: “El Estado protege a la familia y pro
mueve el matrimonio” reconociéndolos como “institutos naturales y fundamentales de la
sociedad” se ha limitado a garantizarlos constitucionalmente como institutos sociales, con
una protección especial513’. El Estado protege a la familia como institucionalidad y como
fuente relacionamiento de sus integrantes enunciando deberes y derechos que deben ser
cumplidos a fin de fomentar la solidaridad social.
Si bien los miembros de la familia resguardan sus intereses no cabe duda que el gen
darme de la familia es el Estado, como máximo órgano rector y defensor, teniendo como
finalidad promover su protección y crecimiento. El Estado a través de las normas y polí
ticas protegen a la familia. Su misión es brindarle mecanismos eficientes que la regulen
y permitan su desenvolvimiento en sociedad considerando el desarrollo personal de cada
uno de sus miembros.
A través de este principio se evidencia una protección a la familia en general, sin im
portar que sea de origen, tomando en cuenta su tipología y la diversidad de formas; la fa
milia no es una, por el contrario es el momento que a través de este principio se reconoz
ca la variedad de entidades familiares.
Es política del Estado tender a su realización incentivando a que las personas contrai
gan nupcias. La idea es publicitar, ofertar, fomentar, presentar el matrimonio como una
forma atractiva y provocativa de constituir familia. Nuestra Constitución Política estable
ce claramente este principio al señalar que la comunidad y el Estado promueven el ma
trimonio (art. 4). Para que este consagre todos sus efectos debe ser celebrado conforme a
ley estableciéndose una forma única y con carácter obligatorio para alcanzar los efectos
establecidos y previstos en nuestra legislación.
Este principio busca colocar al matrimonio como una institución favorita para legiti
mar las uniones intersexuales, promoviendo, favoreciendo y facilitando la celebración de
actos matrimoniales. La base de este principio es incentivar, fomentar, estimular a que las
personas se matrimonien0'11. Lo hace de forma directa (incitar a que se casen), preservan
do el vínculo (dejando de lado los vicios al momento de su celebración) o aligerando su
realización (diversas formas de celebración). La convalidación de los matrimonios nulos
determina que más allá de la falta de requisitos el matrimonio está por sobre encima del
formulismo (favor matrimonií). Como dice Plácido051 este principio importa el fomentar14 15
(14) Se puede decir que bajo la ley brasileña existe todavía una tendencia a promover el matrimonio,
especialmente cuando del examen de las disposiciones constitucionales sobre la unión estable se requiere
del Estado el facilitamiento para su conversión en matrimonio.
CF: “Artículo 226. A familia, base da sociedade, tem especial protefáo do Estado. § 3-Para efeito da proteqao
do Estado, é reconhecida a uniíio estável entre o homem e a mulher como entidade familiar, devendo a lei
facilitar sua conversao em casamento”.
Como refiere Dias: “El sentido práctico de la transformación de la unión estable en casamiento sería para
establecer su término inicial, posibilitando la fijación de reglas patrimoniales con efecto retroactivo”. Cfr.
DIAS, María Berenice. Manual de Direito das Familias, 5a edición rev., atual. e ampl., Editora Revista
dos Tribunais, Sao Paulo, 2009, p. 174.
(15) PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex Fernando. “Protección del niño, madre, anciano y de la familia.
Promoción del matrimonio”. En: La Constitución comentada. Análisis articulo por articulo. Tomo I, Ia
edición, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2006, p. 366 y PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex Femando.
“Los principios constitucionales de la regulación jurídica de la familia”. En: ActualidadJurídica, Suplemento
mensual de Gaceta Jurídica, N:i 100, marzo 2002, p. 86.
la celebración del matrimonio y el propiciar la conservación del vínculo si fuera celebra
do con algún vicio susceptible de convalidación.
A pesar de las constantes críticas in crescendo que tiene este principio, el Estado aun
otorga al matrimonio una serie de ventajas que lo diferencian de las demás uniones. Por
ejemplo, la consagración directa de la filiación de los hijos, el establecimiento de la so
ciedad de gananciales, el derecho de heredar del cónyuge, el derecho de alimentos, el de
recho de la mujer de llevar el apellido del marido. Frente a la unión estable que no ofre
ce mayores ventajas, el matrimonio resulta siendo atractivo para quienes desean gozar de
estas ventajas.
(16) VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. Tratada de Derecho de Familia. Tomo 1. Matrimonio y uniones estables.
Con la colaboración de Marianna Chaves y Claudia Canales, Gaceta Jurídica, Lima, 2011, pp. 255-260.
celebra ante el párroco o sacerdote. La inscripción del matrimonio se formali
zará con la partida parroquial (art. 268).
Matrimonio por representación el único requisito, aunque se puede entender
como un limite, es que no se permite el matrimonio por poder bilateral, es decir
uno de los contrayentes necesariamente debe estar presente (art. 264).
Matrimonio en comunidades nativas o campesinas es aquel cuya celebración
es realizada por las autoridades del lugar (art. 262).
2. Impedimentos
Los impedimentos matrimoniales parten del principio que toda persona tiene derecho
a casarse. El ius connubii es erga omnes que deriva del Derecho natural. De esto se des
prende que todas las personas tienen capacidad u aptitud nupcial excepto aquellas que se
encuentren inmersas en los supuestos expresamente estipulados por la ley como impedi
mentos matrimoniales. No deben fijarse las cualidades para casarse sino indicarse en ca
sos no procede el matrimonio (Cannon 1058. Pueden contraer matrimonio todos aquellos
a quienes el derecho no se lo prohíbe, Código de Derecho Canónico).
El matrimonio se formaliza con sujeción a las disposiciones del Código Civil (arts.
140, 248 a 268). Sin embargo, la especialidad de este acto jurídico permite exceptuar las
formalidades tomando en cuenta que el matrimonio es un medio de constituir familia por
lo que debe liberársele de ciertas causas de invalidez. Por ejemplo, es matrimonio nulo
aquel celebrado con prescindencia de los trámites establecidos en los artículos 248 a 268.
No obstante, queda convalidado si los contrayentes actuaron de buena fe y se subsana la
omisión (art. 274 inc. 8). Asimismo, es matrimonio nulo, el del casado, sin embargo, se
permite que el segundo matrimonio sea válido siempre que el primer matrimonio fuere
invalidado o disuelto por divorcio (art. 274, inc. 3 del CC).
3.2. Reserva legal de la pretensión a favor del cónyuge o cónyuges que han
actuado de buena fe
La pretensión de invalidez de matrimonio, sea nulidad o anulabilidad, puede ser in
terpuesta por cualquier interesado incluyendo al Ministerio Público en aquellos casos en
que tal reserva no exista. Lo que se pretende por el principio de promoción del matrimo
nio es que sea el cónyuge de buena fe quien dirima este asunto de forma tal que, si quie
re seguir casado, simplemente no ejerce la pretensión.
(17) PLÁCIDO VILCACHAOUA, Alex. “El principio de promoción del matrimonio (la forma matrimonial
y su influencia en el régimen de invalidez del matrimonio)”. En: <http://blog.pucp.edu.pe/item/2H82>
[30/09/2009],
puede demandar la invalidez del matrimonio; quedando, así, convalidada la unión nupcial.
Vencido el plazo, el matrimonio, nulo o anulable, queda convalidado.
4. Decaimiento y disolución
La promoción del matrimonio parece condecirse con el divorcio aunque esto no es del
todo cierto, si es que tomamos en cuenta que un medio de fomentarlo sea, también, me
diante el divorcio ■siguiendo a Plácido- “no pudiendo sostenerse que la promoción del
matrimonio trasciende en su indisolubilidad, toda vez que se expresa y reconoce la diso
lución del vínculo matrimonial por las causas que establece la ley”(18).
Ai igual que ocurre con las causales de nulidad y anulabilidad de matrimonio, las
causales de separación d cuerpos y divorcio son las que expresamente y de manera taxa
tiva consagra el ordenamiento jurídico, con las dificultades probatorias que traen consi
go dichas causales.
(18) PLÁCIDO VILCACHAGUA, Alex Femando. “Protección del niño, madre, anciano y de la familia.
Promoción del matrimonio”. En: La Constitución comentada. Análisis articulo por artículo. Tomo I, Ia
edición, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre de 2006, p. 367.
5. Régimen patrimonial
La existencia de un régimen económico especial que rija la vida de los casados es una
forma no solo de salvaguardar los bienes conyugales, sino, de incentivar a que las perso
nas se sientan protegidas y resguardados sus bienes, personales y sociales, luego de cele
brado el matrimonio.
6, Régimen filial
El principio de promoción del matrimonio y su relación con el régimen legal de la fi
liación establece la identidad del hijo presumiéndose procreado dentro del matrimonio y
al marido de la mujer como padre legal de este. El matrimonio determina el nexo filial en
tre el nacido con sus progenitores, dándoles por si la presunción de paternidad salvo prue
ba en contrario. Así pues, la filiación matrimonial es más fácil determinarla legalmente.
(19) VAK.S1 ROSPIGL1OS1, Enrique. Tratado de Derecho de Familia. Tomo II. Matrimonio y uniones estables.
Con la colaboración de Manantía Chaves y Claudia Canales. En: Gaceta Jurídica, Lima, 2011, p. 106 y ss.
matrimonio corno: “(...) la unión voluntariamente concertada por un varón y una mujer
legalmente aptos para ella y formalizada con sujeción a las disposiciones de este Código,
a fin de hacer vida común”.
Consideramos que un tema relevante que tiene que ver con el principio de promoción
del matrimonio es la contemplación del matrimonio homoafectivo en los ordenamientos
jurídicos. La restricción al matrimonio de los homosexuales tiene toda una tendencia, en
contra y a favor.
De realizarse, alegan que se trataría de un acto jurídico nulo al ser contrario a las le
yes que interesan al orden público (art. V, del CC).
Esta fue la posición asumida hace un tiempo. En esos momentos consideramos(20) que,
curiosamente, el matrimonio pierde más sentido para los heterosexuales, mientras que
los homosexuales reclaman voz en cuello la facultad de matrimoniarse. Vivimos la cul
tura de la contradicción, caos y desorden. Queremos ser parte de lo que no somos parte.
Pequeña contrariedad que se traduce en la falta de institucionalidad e identidad. Es cier
to, toda persona tiene derecho a conformar una familia (quién lo niega), pero existen va
riadas formas de satisfacer ese deseo. El matrimonio no es la única. La liberación de la
conducta humana no puede llegar a descomponer figuras jurídicas. Regular nuevas nece
sidades humanas (no es solo una posibilidad), es una necesidad que se puede realizar ac
tualizando conceptos, pero no vaciando su contenido natural. Ser partícipes de un cam
bio es importante, pero lo más significativo es actuar con respeto, no con desenfreno. El
matrimonio es para el varón y la mujer (punto). Convertidos en una sola carne se les lla
ma cónyuges {unitas carnis).
(20) VARSI ROSPIGLIOSI, Enrique. “(Cuando el amor es puro ... y la ley también). Reglando el amor de
unos(as). Animadversiones de una ley amatoria”. En: Legal Express. Año 3, Nu 33, setiembre de 2003, p. 19:
“Reglando el amor de unos(as). Animadversiones de una ley amatoria”. En: El Comercio, 7 de noviembre
de 2003, A.4; “Cuando el amor es puro ... y la ley también”. En: Actualidad Jurídica. Tomo 122, Gaceta
Jurídica, Lima, 2004.
ideología de las uniones personales viene tendiendo a asimilar el matrimonio a otras emo
ciones individuales. En esta línea argumenta Graciela Medina
* 20 que cualquiera que sea el
método de interpretación que se utilice gramatical, sociológico, teleológico, lógico, inte
grado!-, no es posible aceptar que el derecho a casarse pueda ser extendido a personas de
igual sexo y que el derecho a casarse regulado en el derecho positivo infraconstitucional
admite reglamentaciones limitativas, siempre que estas no sean arbitrarias.
(21) MEDINA, Graciela. Los homosexuales y el derecho a contraer matrimonio. Rubínzal-CuUoni, Buenos
Aires, 2001, p. 274.
(22) Ibídem, p. 273.
corresponde una manta. Pero cuando decidimos ir al frío (sin abrigo) es probable que no
encontremos manta disponible, entonces deberemos tomar la debida precaución.
Para qué quieren casarse quienes están impedidos. El amor homosexual no es pro
hibido, es un amor ai margen de la ley. La naturaleza nos ha formado de a dos comple
mentarios. La sabiduría de la naturaleza nos permite encontrar nuestro par sexualmen-
te complementario (la espada y espejo de los dioses mitológicos están equilibrados). Un
buen contrato, acaso, no aseguraría las relaciones sentimentales de aquellos que no pue
den matrimoniarse. A buen entendedor pocas palabras. La felicidad puede obtenerse a tra
vés de la libertad contractual siendo creadores, la pareja dispareja optará por sus necesi
dades de acuerdo a su tipo de amor. (Que nadie duda que sea puro como el ser humano).
Al parecer, sí.
Es verdad que la propia Constitución dice que: “La forma del matrimonio y las causas
de separación y de disolución son reguladas por la ley”, lo que al parecer es una referen
cia al Código Civil, siendo este el que, finalmente, establezca quién puede o no casarse,
y en su caso con quién hacerlo. Sin embargo, como señala Isabel Moreira(23), la Ley Fun
(23) MORE! RA, Isabel. “Da inconstitucionalidade das normas resultantes da leitura conjugada do artigo 1577 do
Código Civil e da alinea e) do artigo 1628 do mesmo Código, nos termos das quais duas pessoas do mesmo
sexo nao podem contrair casamento e, se o fizcrern, é o mesmo tido por inexistente". En: PAMPLONA
CORTE-REAL, Carlos; MOREIRA, Isabel y DUAR.TE D'ALMEIDA, Luís. O casamento entrepessoas
da mesmo sexo: tres pareceres sobre a inconstitucionalidade dos artigas 1577 e 1628, alinea e), do Código
Civil. Almeida, Coimbra, 2008, pp. 36-37.
damental debe ser leída sin las gafas de la ley ordinaria vigente debiendo tener en cuenta
el interés individual que trascienda en una paz colectiva sustentada en igualdad de opor
tunidades de ser feliz.
Esto es lo que sucede con la posición de muchos juristas, quienes afirman que el ma
trimonio homosexual está prohibido por el Derecho Civil, y punto. Sin embargo, ¿dónde
está el argumento, la justificación de esos supuestos? ¡Dizque en la tradición!, o acaso, en
la conceptual ización que ofrece el derecho infraconstitucional. Tales argumentos son, por
lo menos, débiles e insuficientesí23).
Debe existir una lectura de la ley ordinaria de conformidad con los dictados constitucio
nales, de lo contrario, existirá una inversión metodológica grave. El camino por seguir debe
ser: apreciar lo que el Código Civil dice acerca de la esencia del matrimonio y, posterior
mente, discutir su conformación con la Carta Magna. Como se ha señalado Carlos Pamplo
na Corte-Real(26) es la única manera de legitimar el régimen establecido por el Código Civil.
(24) PINHEIRO, Jorge Duarte. O Direito da Familia contemporáneo. AAFDL, Lisboa, 2008, p. 100.
(25) CHAVES, Marianna. Homoafetivldade: urna perspectiva luso-brasileira. Ob. cit., p. 191.
(26) PAMPLONA CORTE-REAL, Carlos. “Da inconstitucionalidade do Código Civil-artigos 1577, 1628,
alinea e), e disposicoes conexas-ao vedar o acesso ao instituto do casamento a casais do mesmo sexo”. En:
PAMPLONA CORTE-REAL, Carlos; MOREIRA, Isabel y DUARTE D'ALMEIDA, Luís. O casamenta
entre pessoas do mesmo sexo: tres pareceres sobre a inconslitticionalidade dos artigas 1517 el628, alinea
e), do Código Civil. Ob. cit., p. 23.
(27) CANALES TORRES, Claudia. “¿Matrimonio? ¿Uniones de hecho? ¿Uniones civiles? La homoatectividad
en el ordenamiento jurídico peruano”. En: Gaceta Constitucional. Tomo 32, Gaceta Jurídica, Lima, 2010,
pp. 69-82.
reconocimiento, protección, amparo y tutela de otras formas de unión intersexual en aras
de la igualdad y no discriminación por razón de orientación sexual. Más aún, quizá pos
teriormente en nuestro medio el matrimonio civil, a pesar de la fuerte influencia religiosa
de la que ha estado tradicionalmente premunido, abra sus puertas a las uniones homoafec-
tivas para reconocer como plenamente existente un acto matrimonial entre estas parejas.
Pero todo ello implicaría una variación paulatina de nuestro orden público y buenas cos
tumbres que permitan una aceptación en gran parte generalizada de tal situación. Y en este
sentido, se considera que los matrimonios homoafectivos si bien incrementan poco a poco
su aceptación, todavía no cuentan con el suficiente apoyo en la sociedad peruana para que
se vuelvan una realidad y se generen las modificaciones normativas necesarias para incor
porarlos en nuestro ordenamiento jurídico.
Una vez que la sociedad peruana reconozca y legitime a las uniones homoafectivas
y estas sean aceptadas dentro de nuestro orden público y las buenas costumbres, pre
supuesto indispensable de cualquier introducción o modificación legislativa, el primer
paso podría ser el reconocimiento de mayores derechos extrapatrimoniales y patrimo
niales o incluso modificar el tratamiento que nuestro ordenamiento jurídico le brinda a
las uniones de hecho a fin de que se puedan incorporar a esta institución a las uniones
homoafectivas.
No existe razón lógica, ni racional, que pueda obstruir el acceso de los homosexua
les a la institución del matrimonio.
Las uniones homosexuales no difieren de las heterosexuales para nada. Ambas se sus
tentan en el afecto.
El propósito del matrimonio civil, establecido en el artículo 234 del Código Civil, pue
de lograrse por parte de parejas homosexuales.
En Brasil, la propuesta de “inexistencia” del matrimonio homosexual es una crea
ción de la doctrina. No hay soporte legal para dicho juicio. Esta situación no es uno de
los impedimentos derivados del artículo 1521 del Código, tampoco existen prohibicio
nes explícitas o implícitas sobre el tema. Y aún si tenemos en cuenta que la frase “hombre
y mujer”, como se usa en los artículos 1514, 1517 y 1565 del Código Civil, constituyen
“prohibiciones implícitas”, el juez es responsable por el control difuso de constituciona
lidad, y puede no aplicar en este caso una norma que considere inconstitucional. Sin em
bargo, ya se ha dicho que no hay “prohibiciones implícitas” en el sistema jurídico brasile
ño. Por lo tanto, el matrimonio entre personas del mismo sexo no está prohibido; incluso
si no se establece explícitamente, se permite ahora ya que no existen obstáculos legales
al acceso al matrimonio por los homosexuales en la regulación actual del tema en el or
denamiento jurídico brasileño.
El Derecho debe reconocer toda realidad a pesar que sobrepase los límites tradiciona
les. El matrimonio igualitario se concreta en el logro del reconocimiento de vínculos ac
tuales, otorgando el mismo estatus y valor que las relaciones heterosexuales.
Lo quieran o no.
Será así.
La celebración tiene una etapa previa, una etapa propia y la etapa final. En nuestra le
gislación se reconoce, en primer lugar, una forma ordinaria para la celebración del matri
monio, la que comprende cuatro (4) momentos:
Este matrimonio se encuentra regulado por el artículo 268. Se celebra ante el párro
co o cualquier otro sacerdote y no produce efectos civiles si alguno de los contrayentes es
incapaz. Tiene validez y eficacia sin más condiciones que la de ser contraído por perso
nas capaces que no tengan impedimentos y que sea inscrito en el Registro de Estado Civil
dentro del plazo de un (1) año con la presentación de la partida parroquial.
Se dice que el matrimonio in extremis o in artículo mortis, tomado del Derecho Canó
nico, responde al principio doctrinario que el matrimonio puede y debe servir para legiti
mar la prole procreada con anterioridad, para regularizar la situación de la concubina por
consideraciones de orden ético, legal o de conciencia y para otros fines igualmente jus
tos. Modernamente este se encuadra dentro del principio de promoción del matrimonio.
Este tipo de matrimonio quita el prejuicio que solo el matrimonio tiene como fin la
procreación.
3.1.1. Características
El matrimonio in extremis se caracteriza en:
Frente a esta realidad puede afirmarse que al referirse el artículo 268 a la celebración
del matrimonio ante párroco o cualquier otro sacerdote no supone discriminación algu
na respecto a la religión que profesa el contrayente, por lo cual el director de la ceremo
nia podrá ser la autoridad de su religión, siempre que ejerza un rango similar al sacerdo
te o párroco católico28
(3l)32
30
29 .
(28) MURO ROJO, Manuel y ECHEANDÍA CEVALLOS, Jorge. “Matrimonio por inminente peligro de muerte”.
En: Código Civil comentado. Tomo [I, Derecho de Familia, Primera Parte, I ' edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, p. 158.
(29) Ibídem, pp. 158-159.
(30) Ibídem, p. 159.
(31) ídem.
(32) ídem.
importa en el dinamismo de la vida social y jurídica, respecto del campo de actuación de
las personas.
Esta figura jurídica, así como se aplica de manera natural a los actos jurídicos patri
moniales, ha penetrado el campo de los actos extrapatrimoniales, prueba de ello es que se
admite la actuación por terceros en el ámbito del Derecho de Familia.
El artículo 264 autoriza a los contrayentes del acto matrimonial a que comparezcan a
la ceremonia a través de apoderado autorizado por escritura pública, con identificación de
la persona con quien ha de celebrarse, bajo sanción de nulidad. La norma considera la po
sibilidad de que pueden darse diversos motivos, de índole personal o de fuerza mayor, en
que los contrayentes no puedan asistir a la ceremonia del matrimonio civil, en cuyo caso
podrán ser representados por un tercero03’.
Guillermo Lohmann(3S> se refiere a la figura del nuncio que, a diferencia del represen
tante, no tiene como e^e un auténtico poder de decisión, sin iniciativa, opción o interpre
tación de la voluntad. La doctrina exige que el representante actúe frente al denomina
do tercero contratante con su propia voluntad, mientras que como es sabido, el nuncio es
apenas un emisario que traslada y reproduce una voluntad, carece de iniciativa legitimada
y creadora, no puede optar y no le está permitido determinar el contenido de ninguna vo
luntad, ni de amoldarla a circunstancias sobrevinientes, ni posee otra capacidad de deci
sión vinculante que no sea la de transmitir o no la voluntad de quien representa. La parti
cipación del nuncio en el acto jurídico vendría a ser puramente instrumental.
Por estas consideraciones, Lohmann se inclina por sostener que en la celebración del
matrimonio, en la que los contrayentes actúan a través de terceros, no cabe hablar de re
presentante sino de nuncio, ya que en este supuesto, el apoderado actúa como portavoz
3.2.2. Características
Puede autorizarse la intervención de mandatarios o apoderados en representación de
los contrayentes en la celebración del matrimonio, pero con las siguientes características
fonnales(M):
El poder debe constar por escritura pública y ser especial para el acto de la celebra
ción del matrimonio.
Cuando uno de los contrayentes actúe por medio de apoderado, el otro debe concu
rrir personalmente al acto de celebración del matrimonio.
El otorgante deberá ceñirse en lo que fuere aplicable a lo estipulado por los artícu
los 145 y siguientes del Código Civil referidos a la representación, a fin que esta goce de
validez absoluta.
Respecto a la caducidad del poder, esta se produce a los seis (6) meses de otorgado. El
plazo establecido es suficiente y que el poderdante puede haber cambiado su decisión de
contraer matrimonio o de hacerlo a través de tercero. Ahora bien, el segundo párrafo del
Los comuneros viven alejados de la urbe sin contar con elementos propios de la mo
dernidad. Se abastecen de lo que producen, tienen sus propios medios de protección y de
fensa. Se autoorganizan y eligen sus autoridades bajo formas muy particulares. En ese con
texto y circunstancias, el legislador consideró que no es prudente obligar a los habitantes
de las comunidades campesinas y nativas a tramitar y celebrar sus uniones matrimoniales
en la municipalidad distrital a la que pertenecen y que resultaría competente en atención
al domicilio de los pretendientes0”.
3.3.1. Tratamiento
El matrimonio en comunidades campesinas y nativas está regulado en el artículo 262
del Código Civil.
Obvio es que en estos casos no pueda exigirse la observancia de las formalidades es
tablecidas en el artículo 248 del Código Civil, toda vez que el acto se celebra en función
(37) MURO ROJO, Manuel y ECHEANDÍA CEVALLOS, Jorge. Ob. cit., p. 149.
(38) ECHEANDÍACEVALLOS, Jorge. “Matrimonio en comunidades campesinas y nativas”. En: Código Civil
comentado. Tomo II, Derecho de Familia, Primera Parte, 1“ edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2003, p. 141.
(39) Ibídem, pp. 141-142.
(40) Ibídem, p. 142.
de las costumbres propias de la comunidad; debiendo quedar en claro que una vez cum
plidas sus respectivas formalidades el acto celebrado surtirá los mismos efectos que un
matrimonio civilí41). Las comunidades campesinas y nativas, en la mayoría de los casos,
no se rigen por la ley, sino de acuerdo con sus propias costumbres (incluso contra legem,
caso del reconocimiento de la bigamia, el servinacuy), entre las cuales pueden presentarse
casos de matrimonios que a la luz de nuestro Código serían nulos o anulables<42).
Coincidimos con Plácido Vicachagua(44> quien busca que la regulación del matrimo
nio civil masivo sea incorporada al Código Civil, uniformizando criterios y exigencias
comunes para todas las municipalidades con el objeto de evitar contradicciones y arbitra
riedades, que es lo que viene sucediendo actualmente. Esta institución debe ser analizada
y regulada a fin de poder determinar hasta que punto facilitar la celebración del matrimo
nio con prescindencia de sus formas es bueno.
Lo principal es evitar que estos matrimonios adolezcan de un vicio formal que pue
da llevar a su invalidez.41
44
43
42
(41) ídem.
(42) ídem.
(43) Ibídem, pp. 142-143.
(44) PLÁCIDO VILCACHAHUA. Alex Femando. Manual de Derecho de Familia. Un nueva enfoque de
estudio de Derecho de Familia. 2a edición. Gaceta Jurídica, Lima, 2002, pp. 72-73.
3.5. Matrimonio a distancia
Este matrimonio trata de suplir la representación de uno de los contrayentes.
Para ello facilita la facultad que el contrayente que no se encuentra en el lugar donde
ha de celebrarse el matrimonio pueda manifestar su voluntad ante un funcionario compe
tente del lugar donde este se encuentre.
Por ejemplo, el contrayente ausente puede manifestar su voluntad ante el alcalde dis
trital o provincial, si está en territorio peruano o ante cónsul, si está hiera del país.
El Código Civil argentino lo trata como “(...) aquel en el cual el contrayente ausen
te expresa su consentimiento personalmente ante la autoridad competente para autorizar
matrimonios del lugar en que se encuentra. La documentación que acredite el consenti
miento del ausente solo podrá ser ofrecida dentro de los noventa (90) días de la fecha de
su otorgamiento” (art. 173); asimismo, “El matrimonio a distancia se reputará celebrado
en el lugar donde se presta el consentimiento que perfecciona el acto. La autoridad com
petente para celebrar el matrimonio deberá verificar que los contrayentes no-están afecta
dos por los impedimentos legales y juzgará las causas alegadas para justificar la ausencia.
En caso de negarse el oficial público a celebrar el matrimonio, quien pretenda contraerlo
con el ausente podrá recurrir al juez competente” (art. 174).
1. Naturaleza jurídica
La causal de divorcio involucra un hecho ilícito en tanto importa la violación de de
beres y obligaciones emergentes del matrimonio.
2. Características
Las casuales tienen caracteres especialesí45):
(45) MÉNDEZ COSTA, María Josefa y D'ANTONIO, Daniel Hugo. Derecho de familia. Tomo II, Rubinzal
Culzoni Editores, Buenos Aires, 2001, pp. 428-429.
Son determinadas por el juez, por lo que deben ser acreditadas en un proceso ju
dicial, con las dificultades probatorias que encontramos en la práctica.
Se rigen por los principios de taxatividad, gravedad, irnputabilidad, invocabili-
dad, no exclusión entre sí, acreditación probatoria y referencia a hechos poste
riores al matrimonio y el de la no absorción de una causal por otra.
Son de orden expreso, taxativo, solamente pueden invocarse causales expresamente
establecidas por el ordenamiento jurídico. Son autónomas al estar reguladas taxa
tivamente en la ley, los mismos hechos no pueden sustentar dos o más causales146’.
3. Clases
Las causales pueden tener toda una tipología especial y variada.
Objetivas, aquella que no implica juzgar sobre el motivo o causa que la gene
ró. Separación de hecho, homosexualidad, condena por delito doloso y enfer
medad venérea.
Subjetivas, aquella que implica juzgar sobre el motivo o causa que la generó.
Adulterio, abandono injustificado, conducta deshonrosa, uso de drogas, impo
sibilidad de hacer vida en común.
Algunas legislaciones dividen las causales de divorcio y las de separación de cuer
pos, según infrinjan deberes primarios y secundarios del matrimonio, es decir la gravedad
es la base para su determinación (México).
Sin necesidad de ser categóricos los deberes incumplidos generan las siguientes
casuales07’:46
*
47
Condena por delito doloso a pena privativa de la Cohabitación, asistencia, participación y coopera
libertad mayor de dos años ción en el gobierno del hogar y respeto mutuo
2. El concubinato o la incontinencia
publica del marido;
4. Atentar uno de los cónyuges con 3. El atentado contra la El atentado contra la vida del cónyuge.
tra la vida del otro; vida del cónyuge
6. Los vicios incorregibles de juego 6. La conducta des La conducta deshonrosa que haga inso
o embriaguez, disipación o prodi honrosa que haga portable la vida en común.
galidad; insoportable la vida
común
12. Una enfermedad crónica conta 8. La enfermedad vené La enfermedad grave de transmisión se
giosa; rea grave contraída xual contraída después de la celebración
después de la celebra del matrimonio.
ción del matrimonio
La homosexualidad sobreviniente al
matrimonio.
13. La condenación de uno de los 9. La condena por delito La condena por delito doloso a pena pri
cónyuges a pena infamante. a una pena privativa vativa de la libertad mayor de dos años,
de la libertad, mayor impuesta después de la celebración del
de dos años impuesta matrimonio.
después de la celebra
ción del matrimonio
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 5, 7,23,200 inc. 2); C.P.C.t.: art. 44 inc. 28; C.C.: art. 234; C.A.D.H.: arts.
í inc. í),2,17,19,24
En este último caso, incluso se acoge un estándar interamericano muy importante fija
do en Ramírez Escobar y otros us. Guatemala, donde la Corte IDH advirtió toda una épo
ca en donde la niñez y adolescencia en situación de pobreza de dicho país se vio afectada
por una serie de adopciones irregulares que desmembró lamentablemente los vínculos en
muchas familias. Así, el Tribunal Constitucional recogió lo siguiente:
“(...) no existe una definición única de familia, así que, la misma no debe restringirse
por la noción tradicional de una pareja y sus hijos, pues también pueden ser titulares
del derecho a la vida familiar otros parientes, como los tíos, primos y abuelos, para
enumerar sólo algunos miembros posibles de la familia extensa, siempre que tengan
lazos cercanos personales”®.
(1) Véase la STC Exp. N° 01643-2014-PA/TC (Caso “Domingo Peralte Tapara”), f.j. 7.
(2) Véase la STC Exp. N° 1204-2017-PA/TC (Caso “Manuel Medina Menéndez”), f. j. 29.
(3) Ibidem, f, j. 28.
Así, vale reconocer según lo señalado, una mirada amplia sobre el concepto de fami
lia y cómo este se ha transformado con el transcurso del tiempo, diversificándose. Lo se
ñalado, posee especial relación con la promoción del matrimonio por el Estado y la socie
dad, pues si. bien este no constituye un medio indispensable para conformar una familia,
en definitiva, su regulación contiene una serie de derechos de índole patrimonial para quie
nes contraen nupcias. He ahí, la importancia que el matrimonio también sea leído a la luz
de los cambios sociales que experimenta nuestra realidad.
“Uno de esos ámbitos de libertad en los que no cabe h injerencia estatal, porque cuen
tan con la protección constitucional que les dispensa el formar parte del contenido del
derecho al libre desarrollo de la personalidad, ciertamente es el ios connubü. Con su
ejercicio, se realiza el matrimonio como institución constitucionalmente garantizada
y, con él [aunque no únicamente), a su vez, también uno de los institutos naturales y
fundamentales de la sociedad, como lo es la familia. Por consiguiente, toda perso
na, en forma autónoma e independiente, puede determinar cuándo y con quién
contraer matrimonio. Particularmente, en la decisión de contraer matrimonio no se
puede aceptar la voluntad -para autorizar o negar- de nadie que no sea la pareja de
los interesados en su celebración”® (El énfasis es nuestro).
Es en dicho extremo, que consideramos pertinente pronunciamos sobre esta mirada
amplia y diversa de la familia así como sobre la evolución de la institución del matrimonio
a la luz de los tiempos actuales, en especial referencia a un grupo en situación de desven
taja como las personas LGBTIQ+, quienes en los últimos años han acudido -sin éxito- a
la justicia constitucional vía amparo a fin de encontrar la tutela de sus derechos funda
mentales, lo cual ha mantenido abierta la discusión acerca de si la interpretación del ar
tículo 4 de la Constitución Política permitiría el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Ahora bien, sobre el asunto que nos convoca en el presente comentario, debemos en
fatizar la relevancia de la Opinión Consultiva N° 24/17 de la Corte IDH, publicada el 09
de enero de 2018, probablemente una de las más controversiales de todas las emitidas en
su función consultiva, en respuesta a la solicitud formulada por Costa Rica y que estaba
dirigida a esclarecer las obligaciones de los .Estados en relación al reconocimiento de la
identidad de género y orientación sexual diversa.
(7) Véase el informe temático Violencia contra personas LGBTI, emitido por la CIDH.
(8) Véase el caso Atala Riffo y niñas v. Chile, párr. 178.
(9'1 Véase el caso Duque v. Colombia, párr. 138.
(10) Véase e I caso Flor Freíre M Ecuador, párr. 140.
(11) Véaseelcaso Azul Rojas Marín y otra u Peni, párr. 51.
a la obligatoriedad de su cumplimiento -incluso en el mismo territorio del Estado que la
solicitó- y hacia el reconocimiento de los derechos de las personas con identidad de gé
nero y orientación sexual diversa.
(12) FBRRER MAC-GREGOR, Eduardo, “El control de convencionalidad como un vehículo para el diálogo
judicial entre la Corte Interamericana de Derechos Htimanos y ios tribunales <fe América”, ¿binario de
Derecha Constitucional Latinoamericano. Konrad Adenauer S'ífturig, Bogotá, 2016, p. 342.
{53) Véase la Opinión Consultiva N" 21/14, Derechos y garantías de niñasy niños en el contexto de la migración
yfo en necesidad de protección imcrnaeional Decisión de 19 de agosto de 2014, párr. 31.
jurídica de las personas homosexuales en el acceso a instituciones como el matrimonio y
la unión de hecho.
En el abordaje del caso, la Sala tomó en cuenta la jurisprudencia del Tribunal Euro
peo de Derechos Humanos y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, lo cual
llevó a que dieran cuenta de una evolución y repensamiento de la figura del matrimonio a
través del transcurso del tiempo, y desde las últimas decisiones consideradas por el mis
mo Colegiado.
Al respecto, debemos tener en cuenta que si bien es cierto la Sala Constitucional utilizó
sentencias como los casos Duque v. Colombia y Atala Riffo y niñas v. Chile, la utilización
de los criterios esbozados en la Opinión Consultiva N° 24/17 fue trascendental para la de
claración de estado de cosas inconstitucional que resolvió el Tribunal.
CÓDIGO CIVIL
Art. 81.- Matrimonio es un contrato solemne por el cual dos personas se unen con el
fin de vivir juntos y auxiliarse mutuamente.
LEY ORGÁNICA DE GESTIÓN DE LA IDENTIDAD Y DATOS CIVILES
Vale destacar que, la Alta Corte ecuatoriana reflexionó en torno al carácter comple
mentario y subsidiario del control de convencionalidad, y enfatizó cómo dicho control no
solo involucra la observancia de las sentencias emitidas, sino también de las opiniones
consultivas realizadas por la Corte IDH. Además, puntualizó el reto de adecuación de las
prácticas en relación a los estándares internacionales y el riesgo de responsabilidad interna
cional del Estado en caso de no observar lo dispuesto en la Opinión Consultiva OC-24/17.
Tres casos específicos, como lo son el caso Ugarteche, Susel Paredes y Andree Alonso
Martinot, han sido rechazados por el colegiado saliente del Alto Tribunal por argumentos
estrictamente formales y evitando un pronunciamiento que tutele los derechos de los de
mandantes y propicie un espacio de deliberación pública en el Congreso de la República.
Recordemos que este primer caso llega al Tribunal Constitucional vía recurso de agra
vio constitucional interpuesto por Óscar Ugarteche Galarza y Fidel Atoche Reyes en la
búsqueda del reconocimiento de su matrimonio celebrado en la ciudad de México en los
registros públicos.
Cuando el caso llegó al Tribunal Constitucional, este demoró brinda serios problemas
en emitir respuesta, lo cual generó que diversas organizaciones solicitaran un pronuncia
miento oportuno y que la deliberación del Pleno se realice de manera pública091, aunque
esto último no prosperó. Una revisión de los fundamentos de los jueces que resolvieron en
mayoría nos permite advertir los diferentes errores en que incurrieron en su argumentación.
Si observamos ios votos de Ferrero Costa, Blume Fortini y Sardón de Tabeada -ex
cluyendo en este caso a Miranda Canales quien decidió evadir la discusión señalando que
la vía contenciosa administrativa era la idónea para tramitar la demanda- podemos obser
var cómo se apela a una lectura aislada y originalista del artículo 4 de la Constitución en
conjunto con lo que “literalmente” expresarían algunos instrumentos internacionales en
materia de derechos humanos, desconociendo aspectos esenciales como el desarrollo de
la institución de la familia y del matrimonio a la luz de los nuevos tiempos y la interpre
tación que la Corte IDH había realizado sobre los mismos artículos contemplados en la
Convención Americana en la Opinión Consultiva N° 24/17.
Incluso, si solo nos detenemos a revisar el voto del exmagistrado Ferrero Costa, pue
den observarse múltiples defectos en la argumentación, como los referidos a la equipara
ción del matrimonio con la celebración de actos jurídicos como la compraventa -como si
ambas involucraran la misma relevancia y ejercicio de derechos y bienes constituciona
les-, la clásica justificación de la “reproductividad” a fin de pretender sustentar que las pa
rejas heterosexuales poseen mayor “relevancia o valor social” dado que generarían el na
cimiento de nuevas personas -ignorando la composición de familias sin hijos por decisión
propia o por motivos de infertilidad-, la distorsión del tertium comparationis^ pues clara
mente el caso evidenciaba una diferencia de trato en la inscripción en registros públicos
del matrimonio entre las parejas heterosexuales y las parejas del mismo sexo, entre otros.
(18) Véase el vigésimo fundamento de la Resolución N°13 del Exp. N°22863-2012 expedida por el Séptimo
Juzgado Constitucional de Lima.
(19) Esto considerando el plan “piloto” de la publicidad de las deliberaciones que en dichos tiempos se había
impulsado con la gestión de la presidencia del Tribunal Constitucional a cargo de la exmagistrada Maria-
nella Ledesma.
(20) Véase la STC Exp. N° 02653-202 l-PA/TC (Caso "Susel Paredes Piqué").
Este caso fue sometido al Alto Tribunal debido a que la solicitud de inscripción del
matrimonio que habría celebrado la congresista con su pareja en Miami había sido recha
zada por Reniec. En primera instancia, la demanda fue declarada fundada, pues se consi
deró la Opinión Consultiva N° 24/17 y la interpretación conforme a la evolución de los
tiempos, por lo que se procedió incluso a la inaplicación del artículo 234 del Código Ci
vil120. No obstante, en segunda instancia, se revocó el fallo debido a que se retoma a una
lectura literal de la Constitución, enfatizándose que esta únicamente reconocería el matri
monio heterosexual y que el requisito que se establece a nivel legal y constitucional para
acceder al matrimonio sería la diferenciación de sexo entre los contrayentes.
El mismo dia de publicación de este fallo -vale decir que luego de renovado el cole
giado del Tribunal Constitucional- sale a la luz la sentencia del caso Andree Martinot<22).
(21) Véase el primer punto decisorio de la Resolución N° 8 del Exp. N° 10776-2017 expedida por el Décimo
Primer Juzgado Constitucional.
(22) STC Exp. N° 02743-2021-PA/TC (Caso “Andree Martinot Servan”).
(23) Véase el fundamento octavo de la Resolución N° 17 del Exp. N° 20900-2015 expedida por el Sexto Juzgado
Constitucional de Lima
La ponencia del Tribunal Constitucional también estuvo en manos del exmagistrado
Sardón de Tabeada, reiterando los mismos argumentos, aunque esta vez se hizo especial
referencia a que en el 2015 ya se había archivado un proyecto de ley referido a la unión
civil, por lo que señaló que si ahora pretendía regularse el matrimonio igualitario, esto de
bía llevarse a cabo a través de una reforma constitucional. Por otro lado, debido a que en
este caso se pretendió la inaplicación del artículo 234 sin llevar a cabo antes el trámite ante
Reniec, el Tribunal enfatizó que operaba la causal de improcedencia referida a la ausen
cia de agotamiento de la vía previa.
Es así que, podemos observar cómo el Alto Tribunal ha desperdiciado múltiples opor
tunidades para tutelar los derechos fundamentales de un grupo en situación de desventa
ja, que ha tenido que acudir a la justicia constitucional a fin de obtener el reconocimiento
de su vínculo matrimonial adquirido en el extranj ero. Las respuestas que pudieron brin
dar los jueces constitucionales conforme a los derechos humanos pudieron ser diversas.
El juez pudo tutelar cada caso en concreto o brindar una interpretación constitucio
nal del artículo 234 del Código Civil, extendiendo los efectos de su fallo hacia la colec
tividad de parejas del mismo sexo que simplemente no pueden contraer vínculo matri
monial a nivel nacional. Incluso, se pudo acudir a fórmulas intermedias, como decidir el
caso en concreto y exhortar al Congreso de la República a propiciar la deliberación res
pecto a la regulación del matrimonio igualitario. No obstante, no sucedió ello, los jueces
constitucionales se restringieron a una mirada formalista y originalista sobre el artículo 4
de la Constitución Política.
He ahí que, resulta urgente que desde diferentes ámbitos de los poderes del Estado y
la ciudadanía se propicie una discusión seria sobre la regulación del matrimonio iguali
tario en nuestro país, pues finalmente, quienes argumentan en contra de su instauración o
que esta no deriva finalmente de una interpretación evolutiva del artículo 4 de la Consti
tución Política y conforme a los derechos humanos, deberán “socavar la fuerza del argu
mento igualitario”(24), el cual radica simplemente en tratar a las personas con identidad
de género y orientación sexual diversa en igualdad de condiciones que los demás.
Nuestra Constitución debe reconocer un concepto amplio de familia a la luz de los nuevos
contextos sociales, por lo que debe otorgarse especial protección a las denominadas “fa
milias ensambladas”: STC Exp. No 01204-2017-PA/TC (f.j. 29).
g| Un aspecto relevante de la familia es su rol educador, al ser aquella, entre otras cosas, el
espacio natural en el que nos educamos tanto en valores como en otros aspectos: STC Exp.
01643-2014-PA/TC (f.j. 9).
(24) GARGAR.ELLA, Roberto. “Matrimonio igualitario y diversidad sexual: el peso del argumento igualitario”.
En: Matrimonio igualitario en la Argentina. Perspectivas sociales, políticas yjurídicas. Eudeba, Buenos
Aires, 2010.
g No todo derecho adquirido fuera del Perú tiene que ser reconocido como válido en el Perú.
El Código Civil fija un límite: solo deben serlo aquellos que son compatibles con el orden
público internacional y las buenas costumbres: STC Exp. N * 02743-2021-PA/TC (f. j. 3).
ijp Si se quiere incorporar el “matrimonio igualitario” al derecho peruano, debe hacerse una
reforma constitucional siguiendo el procedimiento establecido en el articulo 206 de ía
propia Constitución: STC Exp. N“ 02653-2021-PA/TC (f. j. 23).
BIBLIOGRAFÍA
CRISPÍN SÁNCHEZ, Arturo. "La trascendencia constitucional de una opinión consultiva en el
reconocimiento del matrimonio igualitario. La tutela de los derechos dé las personas LGBTI y la
relevancia del caso Ugarteche pendiente de decisión por el Tribunal Constitucional”. Diálogo con
la Jurisprudencia, N° 257. Gaceta Jurídica, Lima, 2020; FERRER MAC-GREGOR, Eduardo. "El
control de convencional idad como un vehículo para el diálogo judicial entre la Corte Interamericana
de Derechos Humanos y los tribunales de América”. Anuario de Derecho Constitucional Latinoame
ricano. Honrad Adenauer Stiftung, Bogotá, 2016; GARGARELLA, Roberto. “Matrimonio igualitario
y diversidad sexual: el peso del argumento igualitario”. En: Matrimonio igualitario en la Argentina.
Perspectivas sociales, políticas y jurídicas. Eudeba, Buenos Aires, 2010.
Artículo 5 Unión de hecho. Consecuencias
La unión estable de un varón y una mujer, libres de impedi
mento matrimonial, queforman un hogar de hecho, da lugar a
una comunidad de bienes sujeta al régimen de la sociedad de
gananciales en cuanto sea aplicable.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 4,6,7,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 28); C.C.: arts. 241,287, 301 y ss., 326;
D.Ü.D.H.; as-ts. 16, 25; P.I.D.C.P.: art. 23; P.I.D.E.S.C.: art. 10.1; C.A.D.H.: art. 17;
P.S.S.: art. 15
(1) CABELLO MATAMALA, Carmen Julia. “El concubinato”. En: Derecho de Familia, selección de textos.
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica de! Perú, Lima, 2004.
(2) STC Exp. N° 06572-2006-PA/TC.
de hecho no cumple con el requisito de exclusividad y fidelidad, razón por la cual no po
dría declararse la unión de hecho (...).
Fue la Constitución de 1979 la que por primera vez se ocupó de contemplar a las unio
nes de hecho y lo hizo reconociéndole efectos jurídicos únicamente a las relaciones patri
moniales emergentes de la “unión de hecho propia” o “concubinato en sentido estricto”,
sometiéndolas al régimen de la Sociedades de Gananciales en lo que le fuere aplicable.
De esta manera el texto constitucional remitía su regulación a la ley. Decía textualmente
el mandato Constitucional: “La unión establece de un varón y una mujer, libres de impe
dimento matrimonial, que forman un hogar de hecho por el tiempo y en las condiciones
que señala la ley, da lugar a una sociedad de bienes que se sujeta al régimen de la socie
dad de gananciales en cuanto es aplicable” (art. 9).
El artículo 326 del Código Civil de 1984 reglamentó esta norma en los siguientes
términos:
“La unión de hecho, voluntariamente realizada y mantenida por un varón y una mujer,
libres de impedimento matrimonial, para alcanzar finalidades y cumplir deberes seme
jantes a los del matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al régimen
de Sociedades de Gananciales, en cuanto le fuere aplicable siempre que dicha unión
haya durado por los menos dos años continuos.
La posesión constante de estado a partir de fecha aproximada puede probarse con
cualquiera de los medios admitidos por la ley procesal, siempre que exista un principio
de prueba escrita.
La unión de hecho termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión unilateral.
En este último caso el juez puede conceder, a elección del abandonado, una cantidad
de dinero por concepto de indemnización o una pensión de alimentos, además de
los derechos que le correspondan de conformidad con el régimen de Sociedades de
Gananciales.
Tratándose de una unión de hecho que no reúna las condiciones señaladas en este ar
tículo, el interesado tiene expedita, en su caso, la acción de enriquecimiento indebido”.
En consecuencia, de acuerdo al artículo 9 de la Constitución de 1979 y al artículo 326
del Código Civil, para que fuera posible que los concubinos reclamen efectos patrimonia
les entre ellos y frente a terceros la unión de hecho debía reunir los siguientes requisitos:
Debe tenerse presente que, hasta la entrada en vigencia del Código Civil de 1984, no
era posible aplicar el mandato constitucional a las relaciones patrimoniales entre concu
binos libres de impedimentos matrimoniales, pues no se contaba con una norma regula-
toria de los requisitos de tiempo y condiciones como lo requería el artículo 9 de la dero
gada Constitución.
De otro lado, por vía jurisprudencial y registral se estableció -aun cuando el texto
constitucional vigente no lo señala- la exigencia de que los concubinos emplacen judi
cialmente su estado de familia concubinario y la posesión constante mínima de dos años
como elemento previo para reconocer la existencia de una sociedad de bienes entre ellos
y frente a terceros. En esta línea la Casación Nu 2623-1998 señala: “La declaración judi
cial de convivencia o unión de hecho tiene como propósito cautelar los derechos de cada
De acuerdo al artículo 326 del CC, la Sociedad de Gananciales fenece cuando ter
mina la unión concubinaria, no es aplicable la regla general contenida en el art. 318 del
CC, sino solo las reglas específicamente contenidas en el artículo 326 del Código Civil.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jjj La unión de hecho debe extenderse por un periodo prolongado, además de ser continua e
ininterrumpida: STC Exp. N° 06572-2006-PA/TC (f.j. 18).
La apariencia de vida conyugal debe ser pública y notoria, por lo que no se amparará la
situación en donde uno o ambos integrantes de la unión de hecho pretenden materializarla
setenadamente: STC Exp. N° 06572-2006-PA/TC (f. j. 19).
La unión de hecho genera una dinámica a partir de la cual se originan dependencias entre
tos convivientes; STC Exp. N° 04493-2008-PA/TC (f. j. 15).
jjj Fotos familiares no constituyen material probatorio suficiente para acreditar la existencia
de una unión de hecho: STC Exp. N° 01632-2013-PA/TC (f. j. 2.3.5).
BIBLIOGRAFÍA
BIGIO CHERM, Jack. “El concubinato en el Código Civil de 1984”. En: Libro homenaje a Carlos
Rodrigues Pastor. Lima, 1992; CABELLO MATAMALA, Carmen Julia. “El concubinato”. En:
Derecho de Familia, selección de textos. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 2004; CORNEJO
CHÁVEZ, Héctor. Derecho familiar peruano, sociedad conyugal. Librería Studium, Lima, 1985;
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alcance de todos. Talleres Gráficos de Editorial Andina, Lima, 1980; GALLEGOS DOMÍNGUEZ,
Ignacio. Las parejas no casadas y sus efectos patrimoniales. Colegio de Registradores de la Propiedad
y Mercantiles de España. Centro de Estudios Regístrales, Madrid, 1995; PADILLA ROLDAN, Antonio.
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Madrid, .1970; Revista de Derecho Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Técn ica de Oruro. Afio
VI, Tomo 1, Oruro-Bolivia, octubre, 1964; Revista Uruguaya de Derecho de Familia. Fundación de
Cultura Universitaria. Año VIII, N° 10, Montevideo-Uruguay, 1995.
Artículo 6 Paternidad responsable, derechos y deberes
de padres e hijos. Igualdad de los hijos
La política nacional de población tiene coma objetivo difundir
ypromover la paternidady maternidad responsables. Reconoce
el derecho de las familias y de las personas a decidir. En tal
sentido, el Estado asegura los programas de educación y la
información adecuados y el acceso a los medios, que no afecten
la vida o la salud.
Es deber y derecho de los padres alimentar, educar y dar
seguridad a sus hijos. Los hijos tienen el deber de respetar y
asistir a sus padres.
Todos los hijos tienen iguales derechos -y deberes. Está prohi
bida toda mención sobre el estado civil de los padres y sobre la
naturaleza de lafiliación en los -registros civiles y en cualquier
otro documento de identidad.
CONCORDANCIAS:
arts. 2 me. 2), 4 al ■>. 9, 11. 13, 14.17,200 inc. 2); GP.Ct.: art. 44 mes. 1% 28);
C.C.: a is. 20, 21, 235 y ss, 287, 291,316, 361,377, 386, 418,423, 454, 472 y ss.;
C.P.C.: arts. 560 y s».; C.P.; arts. 145,147 al 150; C.N.A.- arts. 8,14,15,24,74 y ss.;
D.U.D.U.: arts. 1,3,7, 16,25,26; P.Í.D.Í .K: arts. 23,24; P.I.D.E.S.C.: arts. 11, 13,
14; C.D.N.: arts. 5.17,18, 28; C.Á.D.H.: arts. 17, 19; F.S.S.: arts. 13, 15,16
En este sentido, la comprensión del alcance del artículo 6“ implica dos ámbitos que
no suelen ser analizados diligentemente en el campo de la doctrina tentó nacional como
comparada, especialmente porque se asume que el derecho de familia sigue teniendo una
perspectiva limitada de atención, en función a la poca modificación de sus instituciones
y conceptos.
a) El contexto íntimo
Vinculado sobre todo a las relaciones interpersonales que involucran a dos personas
sobre las cuales se desarrolla una relación de naturaleza afectiva, la cual supera la con
cepción tradicional de “matrimonio”, “noviazgo (esponsales)” o relación sexual (concep
ción) que usualmente detalla la legislación nacional.
Un patrón de referencia que solo puede ser configurada en función a las partes invo
lucradas y sobre las cuales ni el derecho ni la sociedad pueden involucrarse porque co
rresponde a una condición absoluta de dichas personas®. La esfera condicional negativa
que finaliza esta etapa es cuando se generan situaciones que involucran acciones de natu
raleza legal, como puede ser la actuación de mala fe, la generación de situaciones de vio
lencia familiar o la acción maliciosa en perjuicio de la pareja, sobre la cual se genera un
“daño”, el cual dependiendo de su evaluación puede implicar una condición civil o penal
y por consiguiente una acción resarcitoría por acción del Estado.
Sin embargo, los hechos que surgen al responder a una esfera exclusiva y excluyen-
te a las dos personas solo podrán ser evaluados jurídicamente, socialmente, familiarmen
te y personalmente si una de ellas opta por superar dicho contexto.
Una situación que no se ha logrado identificar como negativa en las políticas públicas
tanto de salud como de apoyo y atención a las necesidades familiares, en el ámbito par
ticular del diseño de programas de atención a la salud mental y con ello no resulta posible
comprender la procrastinación y desidia que existe en las personas que se ven involucra
das en situaciones de violencia o de atentado a sus propios derechos.
b) El contexto privado
Vinculado sobre todo al ámbito de las relaciones socio-familiares en las cuales las con
diciones negativas o positivas que afectan a una persona no superan su esfera íntima de
bido a la prevalencia y preferencia de condiciones “colectivas” que procuran la atención
de las necesidades o intereses familiares.
(2) ABELLA, Angela; VELLA, Sue y PISCOPO, Suzane. Couple relationships in a global contexi. Under-
standing love and intimacy across cultures. Springer. Chain, 2020, pp. 363.
En este sentido, el Síndrome de Solomorí--' induce a las personas que se ven afecta
das en entornos familiares tóxicos, complejos o limitativos en función a que las personas
optan por preferir una condición “colectiva” aún si ello genera una situación perjudicial,
como sucede en los hechos en los cuales se escoge a la “familia” aún en detrimento de la
afectación de la dignidad, de la libertad o de su propio desarrollo.
En estos ámbitos, todas las referencias tanto negativas como positivas se mantienen
en reserva de los involucrados y sus efectos pueden extenderse a terceras personas y por
ello es que las evaluaciones jurídicas implican elementos morales, sociales, culturales,
económicos y políticos.
c) El contexto público
Implica la participación del Estado, a través de alguna de sus entidades tanto jurisdic
cionales como administrativas, cuando debe evaluar el entorno familiar en crisis a solici
tud de alguna parte involucrada o cuando se ha ejecutado una situación determinada o ca
lificada por la ley como delito o como causal de legitimidad para generar una intervención.
(3) BARBERO, María y BILBAO, María. El síndrome de salomón. El niño partido en dos. Desclée de Brouwer.
Bilbao, 2008.
(4) PARKE, Ross. Epilogue. “Unresolved issues and triture trends in faro i ly relationships witli other contexts”.
En: PARKE, Ross y KELLAM, Sheppard. Exploring fatnily relationships wlth other social contexts.
Lawrence Erlbaum Associates. New Jersey, 2013, pp. 215.
En este sentido, las partes involucradas ya no pueden tener el criterio absoluto de sus
condiciones, expectativas, derechos u obligaciones ante los demás integrantes de la fami
lia o ante la pareja porque el Estado es quien ejecutará la evaluación e impondrá las con
diciones que deberán ser acatadas por las partes involucradas (en lo procesal y judicial)
y personas involucradas (respecto de las condiciones sociales modificadas por acción de
una decisión judicial).
Sin embargo, los defectos que se registran en la evaluación de políticas públicas que
analicen los conflictos familiares resultan ser muchos, especialmente porque no se logra
comprender la amplitud de elementos evaluados y que son esencialmente “unificados” por
la acción de la ley, práctica judicial y doctrina.
Por ello es posible identificar los siguientes “puntos ciegos” en el diseño de políticas
públicas vinculadas a la atención de necesidades de entornos familiares disfuncionales:
II. Parentalidad
Con la Convención sobre los derechos del niño (1989) se deben adaptar algunos pa
radigmas tradicionales en el ámbito familiar:
(5) PITIA, Patria. Solving modern famify dilemas. An assimiíative ¡herapy model. Routledge, Nueva York,
2015, pp. 23.
(6) MERCHANT, Jennifer. Access ¡o assisted reproductive ¡echnologies: ihe case of Frunce and Belgium.
Berghahn Books, Nuea York, 2019, pp. 113.
(7) Véase, COLLINS, Loma. The modern family business: relationships, sncession and transition. Palgrave
Macmillan, Nueva York, 2012.
(8) Véase, GOLOMBOK, Susan. Familias modernas. Siglo XXI, Madrid, 2016.
(9) Véase, PORTIER- LE COCQ, Fabienne. Motherhoodin contemporary iníernatlonalperspective. Continuity
and change. Routledge, Nueva York, 2020.
c) En las situaciones defamilias homo parentales o defamilias que no pueden pro
crear naturalmente permite el desarrollo de la “parentalidad adoptiva”0 0), con
forme se puede detallar del caso Artavia Murillo y otros vs. Costa Rica(ll).
d) En casos donde la crisis familiar puede ser atendida de forma autónoma por
los propios involucrados, la tenencia compartida configura una alternativa mu
cho más eficiente en la tutela de derechos de los hijos ante la separación de los
progenitores.
Bajo estos parámetros, el concepto de la “patria potestad” aplicable a progenitores
en la actualidad incluye a los abuelos y familiares cercanos, con el objeto de generar una
condición de familia extensa conforme el acogimiento familiar, permitiendo generar un
término flexible que se acomoda a los ámbitos que definen las personas en sus entornos
familiares, legitimando y validando laparentalidad, que permite analizar:
i. El articulo 1 de la Constitución.
ii. El inciso 2 del artículo 2 de la Constitución.10
*
(10) BESTARD, Joan y MARRE, Diana. La adopción y el acogimiento: presente y perspectivas. Universitat
de Barcelona, 2004, pp. 68.
{11} CORTE ÍDH. Caso Artavia Murillo y otros vs Costa Rica, 2012.
iii. A lo dispuesto por la Convención Americana de Derechos Humanos.
iv. A lo detallado en la Convención sobre los derechos del niño.
En este sentido, la primera parte del último párrafo del artículo 6 permite ejecutar una
interpretación en el ámbito civil, que aún persiste en detallar a la “familia” como el ele
mento central de las relaciones socio-familiares, sin tomar en cuenta que en la actualidad
se tutela el vínculo familiar y que la familia nuclear en la actualidad constituye una excep
ción ante la multiplicidad de nuevas formas de estructuras sociales(l2).
Sin embargo, la disfuncionalidad en las acciones estatales permite detallar que las po
líticas educativas en el ámbito de la salud reproductiva siguen siendo un elemento de re
ferencia negativo en el ámbito de la atención de necesidades tanto individuales como co
lectivas en un país marcado por elementos religiosos y una cultura disfuncional respecto
de la apreciación de valores morales y conductuales respecto de la libertad sexual.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jfjj El disfrute mutuo de la convivencia entre padres e hijos constituye una manifestación del
derecho del niño a tener una familia y no ser separado de ella: STC Exp. N" 01905-2012-
PHC/TC (f. j. 4).
[|g| Incrementar la pensión alimentaria más allá de los límites legales vulnera el derecho a la
subsistencia: RTC Exp. N° 03259-2012-PA/TC (f. j. 4).
La colaboración de los padres de familia en el proceso educativo de sus hijos resulta crucial
y esta constituye a la vez un debery un derecho de los padres: STC Exp. N.° 01643-2014-
PA/TC(f.j. 13)
jp Cualquier diferenciación hecha respecto del hijo o la hija afín que se ha asimilado al nuevo
núcleo familiar en el marco de una familia ensamblada deviene en arbitraria y contraria
a tos postulados constitucionales que obligan al Estado y a la comunidad a proteger a la
familia: STC Exp. N.° 01204-2017-PA/TC (f. j. 32).
U El niño necesita, para su crecimiento y bienestar necesita, del afecto de sus familiares,
especialmente de sus padres. Por lo tanto, impedírselo o negárselo sin que exista razones
BIBLIOGRAFÍA
ABELA, Angela; VELLA, Sue y PISCOPO, Suzane. Couple relationships in a global context. Un-
derstanding love and intimacy across cultures. Cham: Springer, 2020; BARBERO, María y Bilbao,
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Universitat de Barcelona, 2004; BERMÚDEZ, Manuel. Derecho procesal defamilia. Aproximación
crítica no convencional a los procesos de familia. Lima: Editorial San Marcos, 2012; BERMÚDEZ,
Manuel. La cansínacionalización del derecho de familia. Lima: Ediciones Caballero Bustamante,
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York: Palgrave Macmillan, 2012; GOLOMBOK, Susan. Familias modernas. Madrid: Siglo XXI.
MERCHANT, 2016; Jennifer. Access lo assisted reproductiva technologies: the case ofFrance and
Belgium. Nuea York: Berghahn Books, 2019; PARK.E, Ross. Epilogue: Unresolved issues and futura
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relationships with other social contexts. New Jersey: Lawren.ee Erlbaum Associates, 2013; PITTA,
Patria. Salving modernfamily dilemas. An assimilative therapy model. Nueva York: Routledge, 2015;
PORTIER-LE COCQ, Fabienne. Motherhood in contemporary internationalperspective. Contlnuity
and change. Nueva York: Routledge, 2020.
Artículo 7 Protección y defensa de la salud, el medio
familiar y la comunidad
Todos tienen derecho a la protección de su salud, la del medio
familiar y la de la comunidad así como el deber de contribuir
a su promoción y defensa. La persona incapacitada para velar
por sí misma a causa de una deficiencia física o mental tiene
derecho al respeto de su dignidad y a un régimen legal de
protección, atención, readaptación y seguridad.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1,4,6,9,10,11,23,58,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 27; C.C.: arts. 43,44;
C.P.: arts. 286 y ss„ 305 inc. I); C.N.A.: arts. 3,21,23; Ley 29973; D.U.D.H.: arts. 1,
25.1; P.I.D.E.S.C.: art. 12; C.D.N.: arts. 23,24; C.A.D.H.: art. 17; P.S.S.: arts. i 0, 11
Con relación a la persona con discapacidad la norma constitucional enfatiza dos as
pectos de suma importancia; de un lado, el respeto irrestricto del derecho fundamental a
la dignidad humana, y, de otro, la obligación del Estado de adoptar todas las medidas que
sean necesarias, a fin de propiciar su real inclusión en la sociedad, lo que implica el esta
blecimiento de un eficaz régimen legal de protección tanto en salud, educación, trabajo, etc.
.La discapacidad no es otra cosa que una construcción social y cultural de margina-
ción y negación a personas con capacidades y habilidades diferentes. La persona con dis
capacidad, en cualquiera de sus manifestaciones, tiene ciertamente, en mayor o menor
grado, una limitación, la cual en modo alguno lo merma o descalifica a una vida digna y
libre de discriminación.
(3) El Perú suscribió la Convención y su Protocolo el 30 de marzo de 2007, ratificándola el 30 de enero del 2008.
Garantizar el derecho a contraer matrimonio y establecer una familia;
Atención médica y los servicios de salud que sean necesarios en atención a cada
tipo de discapacidad;
Derecho al trabajo;
(4) Debemos recordar que ¡a Constitución Política del Perú es taxativa al proclamar en el artículo 2 el derecho
de todas las personas, sin excepción, a la igualdad ante la ley, proscribiéndose cualquier acción discrimi
natoria por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera
otra índole. En consecuencia, las personas con discapacidad gozan de los mismos derechos que aquellas
que no sufren discapacidad.
(5) De conformidad con la Segunda Disposición Complementaria Final de la Ley N° 30687, publicada el
29 noviembre 2017, se precisa que las personas de talla baja, se encuentran comprendidas dentro de los
alcances, beneficios y derechos que otorga la Ley 29973.
(6) Conforme a la Ley N° 29973 las personas con discapacidad gozan, además, de los siguientes beneficios:
- Descuento para el ingreso a las actividades deportivas, culturales y recreativas del 50% sobre el valor de
la entrada a espectáculos culturales, deportivos o recreativos organizados por las entidades del Estado,
el cual es aplicable hasta un máximo del 25% del número total de entradas.
~ Acceso al empleo: las entidades públicas están obligadas a contratar personas con discapacidad en una
proporción no inferior al 5% de la totalidad de su personal, y los empleadores privados con más de
cincuenta trabajadores en una proporción no inferior al 3%.
- Bonificación en el concurso de méritos para cubrir vacantes: en los concursos públicos de méritos en
la Administración Pública, las personas con discapacidad que cumplan con los requisitos para el cargo
y hayan obtenido un puntaje aprobatorio obtendrán una bonificación del quince por ciento (15%) del
puntaje final obtenido.
- Créditos preferenciales o financiamiento a micro y pequeñas empresas: el Estado promueve el acceso
de la empresa promocional a créditos y otras fuentes de financiamiento, prestando asistencia financiera
orientada a reducir la información asimétrica y los costos de intermediación. Con este fin, el Ministerio
de la Producción administra un banco de proyectos y capacita a la empresa promocional en el desarrollo
de proyectos de inversión.
- Preferencia a productos y servicios de empresas promocionales: los gobiernos regionales y las muni
cipalidades provinciales y distritales, promueven la comercialización de los productos manufacturados
por la persona con discapacidad, fomentando la participación directa de dichas personas en ferias
populares, mercados y centros comerciales dentro de su jurisdicción.
- Reserva de asientos preferenciales en los vehículos públicos: tos vehículos que prestan servicios de
transporte terrestre de pasajeros reservan asientos y espacios preferentes de fácil acceso, debidamente
señalizados, para el uso de personas con discapacidad. Las municipalidades y la Policía Nacional del
Perú supervisan y fiscalizan el cumplimiento de esta obligación.
cimiento de un régimen legal de protección, de atención de salud, trabajo, educación, re
habilitación, seguridad social y prevención para la persona con discapacidad. Como es de
advertir, la norma hace referencia a un tratamiento diferenciado de la persona con disca
pacidad en aras de maxitnizar el goce de sus derechos; se trata en todo caso de una acción
afirmativa o discriminación positiva, cuyo objetivo es favorecer a un grupo social especí
fico en razón de su mayor vulnerabilidad
* ”.
Ahora bien, es importante resaltar que a fin de actualizar los alcances del documen
to precedente, el 28 de enero de 2021, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnera
bles dispuso la publicación del proyecto de Decreto Supremo que aprueba la nueva Polí
tica Nacional en Discapacidad para el Desarrollo. La norma aludida encarga al Conadis la
responsabilidad de recibir, procesar y sistematizar los aportes, sugerencias, comentarios
y/o recomendaciones a que hubiera lugar.
Ley N° 27408, norma legal que establece la atención preferente a las mujeres embara
zadas, las niñas, niños, los adultos mayores y las personas con discapacidad en los lugares
de atención al público, modificada por la Ley N° 28683 (de marzo de 2006).
Ley N° 28084, norma que regula el parqueo especial para vehículos ocupados por
personas con discapacidad, establece que los establecimientos privados de atención al
- Estacionamiento accesible: los estacionamientos públicos y privados, incluyendo las zonas de estacio
namiento de los establecimientos públicos y privados, disponen la reserva de espacios para vehículos
conducidos por personas con discapacidad o que las transporten. La Policía Nacional del Perú y las
municipalidades supervisan y fiscalizan el cumplimiento de esta obligación y de las condiciones de
accesibilidad de los estacionamientos
- La importación de vehículos especiales, prótesis y otros, para uso exclusivo de personas con disca
pacidad, se encuentran inafectos al pago de derechos arancelarios, conforme a lo previsto en la Ley
General de Aduanas, Decreto Legislativo N° 809.
(7) Entre los grupos sociales más vulnerables se encuentran los conformados por niños, niñas y adolescentes,
mujeres, adultos mayores y personas con discapacidad.
público, que cuenten con zonas de parqueo vehicular, deben disponer la reserva de ubi
caciones para vehículos conducidos o que transporten a personas con discapacidad, in-
curriéndose en infracción grave, sujeta a la imposición de multa, en caso de estacionar
se en zonas de parqueo destinadas a vehículos conducidos o que transporten a personas
con discapacidad.
Ley N° 28530, norma de promoción de acceso a Internet para personas con discapaci
dad y de adecuación del espacio físico en cabinas públicas de Internet, (de mayo de 2005),
por la cual se declara de interés social la promoción del acceso al uso de Internet y de las
tecnologías de la información a las personas con discapacidad y la progresiva elimina
ción de las barreras físicas y tecnológicas que les impida su integración a la sociedad de
la información y su reinserción al mercado laboral
Ley N° 28735, norma legal que regula la atención de las personas con discapacidad,
mujeres embarazadas y adultos mayores en los aeropuertos, aeródromos, terminales te
rrestres, ferroviarios, marítimos y fluviales y medios de transporte, (de mayo de 2006), a
efectos de garantizar el respeto a los principios de igualdad de derechos, de movimiento
y de elección y, el derecho a desenvolverse con el mayor grado de autonomía e indepen
dencia posible; así como a la seguridad en su traslado y movilización.
Los Censos Nacionales 2017: XII de Población y Vil de Vivienda identifican a 3 209
261 personas con discapacidad a nivel nacional.
ifj¡ La protección del derecho a la salud no requiere de un desarrollo legal y protege la actividad
sexual, educación sexual y planificación familiar: STC Exp. N® 00008-2012-P1TC (f. j. 85).
U El derecho a la salud tiene una doble dimensión: el derecho a no recibir por parte del Estado
un tratamiento que atente contra la salud y el derecho a exigir un servicio de calidad: STC
Exp. N® 03599-2007-PA/TC (f. j. 2).
[JJ La atención médica por maternidad también debe extenderse a las hijas menores de edad
de los asegurados; STC Exp. N° 03191-2012-PA/TC (f. j. 3.3.9).
El Estado debe promover medidas a favor de las personas con discapacidad que no sólo sean
sanitarias sino que eliminen las exclusiones de las que históricamente han sido víctimas:
STC Exp. W 02437-2013-PA/TC (f. j. 7).
(gj La autonomía de las personas con discapacidad no debe verse afectada cuando se tomen
medidas con ia finalidad de que puedan acceder a ciertos entornos físicos: STC Exp.
N® 02437-2013-PA/TC (f.j. 15).
jj| Denegar a las personas con discapacidad visual ser asistidas por un perro guía e$ obstaculizar
el goce y ejercicio de los derechos al libre desarrollo y bienestar. STC Exp. N° 02437-
2013-PA/TC (f. j. 33).
g! El derecho a la salud comprende tanto la dimensión reproductiva como ía salud del medio
familiar: STC Exp. 01366-2013-PC/TC (f. j. 10).
g El Estado tiene el deber de diseñar, ejecutar y evaluar la política pública dé salud mental en
nuestro país, a fin de atender las necesidades de este importante sector de la sociedad. Dicha
tarea debe cumplirse, claro está, atendiendo a los parámetros constitucionales pertinentes.
Emprender esta labor es de notoria importancia puesto que “la implementación de políticas,
programas y servicios en salud mental puede convertirse en una herramienta efectiva para
evitar el deterioro y la discapacidad: STC Exp. Nó 00194-2014-PHC/TC (f. j. 37).
¡JJ El derecho a la salud mental, como derecho social, es también un derecho fundamental
y, por tanto, de eficacia vinculante para todas las personas. Por ende, no puede excluirse
de su protección a las personas privadas de libertad en centros penitenciarios. Respecto
de tales personas, solo operan las restricciones de derechos que se hayan dispuesto en la
respectiva resolución judicial o las previstas en la respectiva ley de ejecución penal: STC
Exp. N° 04007-2015-PHC/TC (f.j. 28).
BIBLIOGRAFÍA
CAERA, Fritjof. Elpunto crucial. Ciencia, sociedady cultura naciente. Troquel, Buenos Aires, 1992;
ESPINOZA ESPINOZA, Juan. Derecho de las Personas. Huallaga. Lima, 2000; FERNÁNDEZ
SESSAREGO, Carlos. Derecho de las Personas. Librería Studium, Lima, 1987.
Artículo 7-A Derecho ai agua potable
El Estado reconoce el derecho de toda persona a acceder defor
ma progresiva y universal al agua potable. El Estado garantiza
este derecho priorizando el consumo humano sobre otros usos.
El Estado promueve el manejo sostenible del agua, el cual se
reconoce como un recurso natural esencial y como tal, cons
tituye un bien público y patrimonio de la Nación. Su dominio
es inalienable e imprescriptible1^.
CONCORDANCIAS:
C: arts. I, 7-A, 200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 inc. 28); Ley 30588; D.U.D.H.: arts. I;
P.I.D.E.S.C.: art3,4,1!.
Lily Km Yanasupo
Es así que en marzo del año 2014 elaboré una investigación que, desde un enfoque jurí
dico y social, analizaba la importancia de constítucionalizar el derecho al agua(l), pues exis
tía una fuerte corriente de opinión poco informada que buscaba desmerecer la relevancia
de que nuestro Congreso diese ese paso para propiciar una mejor protección de este dere
cho fundamental de naturaleza social, dado que ya gozaba del reconocimiento de derecho
constitucional implícito otorgado por el Tribunal Constitucional peruano<2).
(*) Artículo incorporado por el artículo único de la Ley N" 30588 del 22/06/2017.
(1) “El derecho al agua y el debate sobre su posible constitucionalización”. En: Gaceta Constitucional^ 75,
Gaceta Jurídica, Lima, pp. 50-58.
(2) STC Exp. N° 06534-2006-PA/TC, Exp. N° 6546-2006-PA/TC y Exp. N:‘ 01573-20.12-PA/TC.
(3) Proyectos de Ley N" 412/2011-CR, 547/2011-CR, 566/2011-CR, 1386/2012-CR, 141 l/2012-CR, 1456/2012-
CRy 1518/2012-CR.
Entre los temas que enfaticé en dicha oportunidad estaban la necesidad de que la nor
ma fundamental aborde el agua como un derecho social, y por ende, su carácter relacio-
nal, universal, prestacional, progresivo y complejo; que se mencione la importancia de su
protección como recurso natural; y se destaquen las obligaciones del Estado en tomo a la
concretización de dicho derecho, tales como el diseño e implementación de políticas pú
blicas adecuadas, la generación de espacios de participación ciudadana para la gestión y
toma de decisiones, entre otros.
Han transcurrido más de seis años desde ese primer aporte y al parecer la incidencia
ha sido positiva, pues algunas de las iniciativas legislativas que se presentaron con pos
terioridad reflejan ello, me refiero en particular a los Proyectos de Ley N° 262/2016-CR
y 424/2016-CR(4). Estas iniciativas consideraron en sus respectivas propuestas la inclu
sión de los criterios de universalidad, progresividad, la importancia de la protección del
agua como recurso natural y la generación de espacios de participación ciudadana para su
gestión; lo que en buena cuenta fue recogido en el .Dictamen de aprobación de la Comi
sión de Constitución y Reglamento del Congreso del 15/11/2016, y finalmente en la Ley
N° 30588 “Ley de Reforma Constitucional que reconoce el Derecho de Acceso al Agua
como Derecho Constitucional”(S), cuyo texto es el siguiente:
En efecto, hablar del derecho al agua sin incidir en los instrumentos de gestión para
su concretización, como son las políticas públicas destinadas a lograr un estado de cosas
en el que las personas gocen de este recurso bajo ciertos estándares de calidad, es quedar
se en el análisis meramente declarativo del derecho.
(4) Otros que también se presentaron en el año 2016 fueron los Proyectos de Ley N° 100/2016-CR, 192/2016-
CR y 272/2016-CR.
(5) Publicada en el diario oficial £/ Peruano el 22/06/2017.
En ese sentido, cabe preguntamos en qué medida esta reforma constitucional se tradu
cirá en herramientas ciudadanas más efectivas que permitan someter a un eventual control
constitucional las políticas públicas orientadas a la materialización del derecho al agua.
Si bien los problemas relacionados con las políticas en materia de agua y saneamien
to en el Perú son diversos, uno de los aspectos centrales de dicha problemática se refiere
principalmente a la generación de nueva infraestructura que permita mejorar progresiva
mente los porcentajes de cobertura de los servicios de agua y desagüe en las zonas más
vulnerables del país, como son las áreas rurales.
Las causas que fueron identificadas en el mencionado informe, y que explican el por
qué gran parte de las inversiones públicas efectuadas no cumplieron con la finalidad de
brindar el acceso a los servicios de agua y desagüe a las poblaciones beneficiarías, respon
den a problemas estructurales que podríamos decir que son transversales a los diferentes
(6) INEI, Condiciones de vida en el Perú. Trimestre: Jiilio-Agosto-Septiembre 2020, Informe Técnico N° 4,
Lima, diciembre 2020, p. 11.
(7) Resolución Defensorial 006-2015-DP, publicada en el diario oficial El Peruano el 07.05.15. Enlace
virtual: http://ww\v.defenso ria.gob.pe/modules/Downloads/informes/defensoriales/lnforme-Defensorial-
N--l70-2015.pdf
sectores que tienen a su cargo el diseño, la formulación e implementación de políticas so
ciales. A continuación, señalo algunas:
Sin embargo, en los hechos el Estado ha venido incumpliendo sus obligaciones refe
rentes a supervisar que las inversiones públicas en agua y desagüe cumplan objetivos me
dióles que ayuden a cerrar las brechas de la pobreza, dado que no existe información ofi
cial que brinde una evaluación sobre el impacto de dichas inversiones en el incremento
de la cobertura de los servicios en cuestión, y cómo esto ha generado algún impacto en la
calidad de vida de las personas. Por lo tanto, una omisión estatal de esta naturaleza, desde
mi punto de vista, debe considerarse una vulneración del derecho al agua de las poblacio
nes más vulnerables en nuestro país®.
Tales son los casos, por ejemplo, de los derechos a la salud, a la educación, al traba
jo y al medio ambiente, los cuales se encuentran contemplados en los artículos 9, 16,23 y
67 de la Constitución, respectivamente; todas estas normas tienen en común que imponen
al Estado la obligación de diseñar políticas públicas destinadas a la materialización de ta
les derechos, bajo el cumplimiento de ciertos estándares o mínimos vitales que son esen
ciales para el ejercicio de los derechos de la persona humana y su desarrollo®.
En ese sentido, las políticas públicas son adecuados instrumentos de gestión para la
materialización de determinados derechos fundamentales, y consisten en un conjunto de
acciones y decisiones en forma coherente, orientadas a resolver de manera concreta un
problema social que afecta a un determinado grupo de individuos, a fin de otorgarles una
protección progresiva y gradual de sus derechos. Cabe señalar que estas políticas públi
cas no sólo deben ser analizadas en función a sus resultados, sino también en función a
sus procesos de formulación: selección de opciones de política y fundamentación, exis
tencia de espacios de deliberación orientados a identificar plenamente el problema social
y su solución o posibles soluciones, mecanismos de legitimación social de las decisiones
adoptadas en el marco de dichas políticas, etc.89(10).
Luisa Cano señala que: “la implementación de políticas públicas constituye el instru
mento por excelencia para lograr la eficacia normativa de los derechos constitucionales,
especialmente de los llamados derechos sociales, lo cual, hasta ahora, ha sido más una la
bor de los jueces constitucionales que de los órganos democráticos”01). Asimismo, exis
te una corriente de estudio que plantea que existe una relación inversamente proporcional
entre la intervención de la justicia constitucional y la calidad de las políticas públicas, es
decir: “(...) en la medida en que las políticas públicas contribuyan al pleno ejercicio de
los derechos, la población tendrá menos motivos para acudir a los mecanismos judicia
les para reclamarlos”02). Conforme a esto, se deben habilitar a favor de la ciudadanía vías
idóneas para recurrir a Injusticia cuando el Estado incumple sus obligaciones en materia
de derechos sociales, pues en contextos de crasa desigualdad se hace necesario un activis
mo judicial a favor de los derechos sociales03).
asumen la política de ordenar políticas públicas, fijar plazos, responsables y contenidos para la misma, nos
encontramos frente a una situación que debería ser rcmedial, residual y temporal. Remedial en la medida
en que ocurre ante ia inactividad de los órganos democráticos en la materia; residual porque la actuación
judicial en políticas públicas debería ser subsidiaria en el proceso de construcción de las mismas; y tem
poral porque la democracia exige que los asuntos importantes para una sociedad sean debatidos abierta
y públicamente”.
(16} LARRAÑAGA, Pablo. “Justicia constitucional, argumentación jurídica y control de las políticas
públicas”. En: AA.VV. Eljuez constilucional en el siglo XXE t. II, Ferrer Mac-Gregor, Eduardo y
Molina Suárez, César de Jesús, coordinadores. Instituto de Investigaciones Jurídicas. México, 2009;
p. 84. Refiere que: “(...) cuando el sujeto normativo de una directriz no realiza las acciones oportunas
y eficientes para alcanzar el objetivo prescrito incumple el mandato contenido en la norma, por lo que,
naturalmente, si ésta tiene un rango constitucional incumple, entonces, un mandato constitucional”.
(17) CANO BLANDÓN, Luisa Fernanda. Ob. cit., p. 110. A través de dicha fundamentación, la Corte Consti
tucional estaría creando por la vía jurisprudencial un derecho subjetivo a políticas públicas, al señalar que
la faceta prestacional de un derecho le permite al titular exigir judicialmente que se diseñe una política
pública dirigida a la satisfacción de su derecho y en la cual ese titular pueda participar. Cabe precisar —tai
como índica la Nota 61 de la Sentencia T-760 de 2008 - que las tres condiciones básicas que debe observar
toda política pública orientada a garantizar un derecho constitucional, fueron fijadas en la Sentencia T-595
de 2002, y reiterados en las Sentencias T-792 de 2005, T-J33 de 2006 y T-884 de 2006.
del contenido esencial del derecho fundamental vulnerado, pues sin ellas este derecho no
podría alcanzar eficacia real, y este es el caso de los derechos de carácter prestacional o
los derechos sociales08*.
Por último, es necesario aclarar que los argumentos a favor de este tipo de control no
pretenden que los jueces sustituyan a los poderes políticos en la elección y el diseño de
las políticas públicas que tienen por finalidad la materialización de los derechos funda
mentales, sino que -como señalan Abramovich, Añon y Courtis- los jueces asuman la ta
rea remedial de examinar la idoneidad de las medidas elegidas para lograr la satisfacción
de tales derechos. Por ello, es correcto que la justicia constitucional ejerza el control de
las políticas públicas destinadas a la materialización de los derechos sociales, en aspec
tos como: la eficiencia en el uso presupuesta!, los criterios de cobertura, la naturaleza de
las acciones adoptadas para la ejecución de la política, la razonabilidad de los plazos para
su implementación0’*, y cualquier otro tema que de manera sustentada amerite el ejerci
cio de dicho control.
IV. Conclusión
Si bien Injusticia constitucional no puede exigir al Estado el cumplimiento inmedia
to y pleno de los derechos sociales, pues ello depende de la suficiencia de recursos eco
nómicos, sí puede controlar que los recursos disponibles hayan sido asignados de manera
eficiente y priorizando determinados sectores de la población. Es por ello que, a la pre
gunta inicial de si la reforma constitucional para incluir el derecho al agua en la Consti
tución brindará herramientas más efectivas a los ciudadanos para exigir el control de las
políticas públicas orientadas a la materialización de este derecho, tenemos que responder
que sí, pues habrá mayor claridad respecto a las obligaciones constitucionales que el Es
tado debe cumplir.
(18) Una propuesta argumentativa en torno a este tema se encuentra desarrollada en mi tesis de maestría: “La
incidencia de la jurisprudencia constitucional en el ámbito de las políticas públicas”, Repositorio Digital
de Tesis PUCP: http://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/handle/123456789/4577?show=full.
(19) Estos aspectos fueron materia de control por el Tribunal Constitucional peruano en las siguientes reso
luciones: STC Exp. N° 2945-2003-AA/TC, STC Exp 0033-2010-PI/TC, 0020-2005-PI/TC, STC Exp
0021-2005-PI/TCy Exp 2002-2006-PC/TC.
Asimismo, la excusa reiterativa de la escasez de recursos en los tiempos actuales
del Estado Constitucional, ya no puede considerarse un motivo suficiente para justificar
-frente a los ciudadanos y frente a una corte- la ineficiencia en la ejecución de las polí
ticas públicas para la materialización de los derechos sociales, tales como el derecho al
agua; menos aún si existe evidencia que demuestra que la autoridad pública no eligió los
instrumentos de acción más idóneos, a fin que el presupuesto asignado sea empleado efi
cientemente. Por ello, la justicia constitucional juega un papel importante frente a las omi
siones del poder público para adoptar e implementar planes de acción eficaces para la sa
tisfacción de los derechos; sin embargo, es preciso que se desarrollen mayores estudios
sobre los alcances y límites de este tipo de control.
¡ji] El derecho al agua potable, como todo atributo fundamenta!, no es absoluto ni irrestricto
en su ejercicio, pues encuentra límites en otros derechos constitucionales y en principios y
bienes de relevancia constitucional: STC Exp. N° 03333-2012-PA/TC (f. j. 3.3.4).
BIBLIOGRAFÍA
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trucciones de uso. México: Editorial Fontamara. 2006; ARANGO, Rodolfo. “Los derechos sociales
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Estudios de Derecho, V 67, N“ 149, Colombia: Universidad de Antioquia, junio, 2010; DEFENSORÍA
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Molina Suárez, César de Jesús, coordinadores, México: Instituto de Investigaciones Jurídicas. 2009;
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Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública, 1997; PÉREZ MURCIA, Luis
Eduardo, UPRIMNYYEPES, Rodrigo y RODRÍGUEZ GARAVITO, César. Los derechos sociales en
serio. Hacia un diálogo entre derechos y políticas públicas. Bogotá: Centro de Estudios de Derecho,
Justicia y Sociedad, 2007.
Artículo 8 Control del tráfico ilícito de drogas
El Estado combate y sanciona el tráfico ilícito de drogas. Asi
mismo, regula el uso de los tóxicos sociales.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 2 ines. 1) y 24) lit. f); C.P.: arts. 296 y ss.; C.N.A.: art. 37; C.D.N.: art. 33
I. Introducción
El marco constitucional que impera en una sociedad constituye, a no dudar, la piedra
angular y el sustento legal y social sobre la que descansan y se cimientan de manera pro
gresiva y sistemática todos y cada uno de los principios que comprometen los derechos
individuales y las obligaciones colectivas del propio Estado con las personas. Si se trata
del rol del Estado, es el ordenamiento jurídico constitucional el que define y establece el
grado de compromiso que puede existir en una sociedad determinada, en relación a he
chos, ocasiones, sucesos, particularidades o circunstancias gravitantes que pueden poner
en grave riesgo la integridad misma de la colectividad o de determinados valores que son
fundamentales para la cohesión y la integridad de una sociedad.
Hablamos del poder organizado de un Estado en materia del control de derechos per
sonales, sociales y comunitarios, en relación a diferentes actividades socialmente nocivas
y perjudiciales y que en los últimos años han adquirido dimensiones alarmantes y sobre-
cogederas, que afectan valores fundamentales como la salud de las personas y las institu
ciones, la paz social y la prosperidad misma de una nación.
No sin razón se afirma y se reitera en los foros mundiales que uno de los problemas
más graves que enfrenta la humanidad en los momentos actuales es el consumo masivo
de diferentes drogas por parte de millones de seres humanos, incluso a una edad cada vez
más temprana en cuanto a niños, jóvenes y adolescentes; sin soslayar por supuesto el pe
ligroso crecimiento del crimen organizado, los niveles de corrupción en las instituciones
públicas y privadas, la violencia generalizada dentro de la estructura social, la impuni
dad, y la estrecha y creciente interdependencia en relación a otros componentes que ha
cen evidente, por un lado, el problema de la producción de drogas y, de otra parte, el con
sumo masivo de diferentes drogas en el mundo entero.
II. Antecedentes
Tratándose de un enfoque estrictamente de orden constitucional, los antecedentes
más significativos en el medio nacional, por no decir el más significativo, lo encontramos
en la Constitución Política de 1979, que fue puesta en vigencia al año siguiente de su
promulgación, y que en el rubro correspondiente al capítulo de la seguridad social, la
salud y el bienestar de la población se señalaba textualmente sin mayores preámbulos,
antecedentes o exposiciones en su artículo 17 que el Estado combate y reprime el tráfico
ilícito de drogas
* 2’.
(I)
(I) Las Naciones Unidas y lafiscalización del aso indebido de drogas. Nueva York, 1987, p. 7.
(2) Constitución Política del Perú de 1979, artículo 17.
Dicho monopolio se hace evidente sobre la forma y la manera como se había venido
aplicando la legislación de drogas en el país, a raíz de la entrada en vigencia de la denomi
nada Ley General de Drogas (D. Ley N° 22095), que si bien fue un marco normativo que
en alguna medida sistematizó por primera vez en el país los diferentes aspectos relacio
nados con la problemática de las drogas (de las previsiones, de la recuperación del droga-
dicto, de la producción, comercialización y control, del delito de tráfico ilícito de drogas y
de las penas, del decomiso y las incautaciones, de los procedimientos, de las infracciones
administrativas, de los órganos administrativos, etc.), en la práctica, la política de Estado
en relación al tema drogas se centralizó mayormente en la represión de este delito en sus
distintas modalidades y facetas, sin mayores distinciones entre traficantes y consumidores,
productores y delincuentes, rehabilitación y disuasión. Esta es una característica predo
minante en el marco de la legislación sobre tráfico de drogas, sobre todo cuando uno ana
liza las acciones que cada Estado ha emprendido sobre el particular y que por lo general
terminan en la legislación penal como el eje de las políticas frente al tema de las drogas.
Imperaba desde sus inicios en la política de Estado la represión del tráfico de drogas,
como quedó evidenciado con la promulgación de una serie de dispositivos que progresi
vamente enfatizaron que dicha actividad tenía una etiología criminal, dejándose de lado
otros aspectos de particular importancia, como la prevención del consumo, el tratamiento
del drogadicto o básicamente el enfoque desde una perspectiva internacional. Cabe señalar
que en este aspecto, la legislación penal por lo general ha cumplido el rol más importan
te dentro de los esfuerzos que el Estado peruano ha llevado a cabo en relación al proble
ma de las drogas, y aunque en un primer momento, la legislación represiva o propiamen
te punitiva no aparecía dentro del marco propio de la normativa penal, al final de cuentas
terminó incluida dentro del Código Penal dentro de un marco específico como si en reali
dad solo se refiriera a un conjunto de actividades perniciosas que afectan la salud pública.
En la actualidad existe en el Código Penal un rubro específico para los delitos que atenían
la seguridad pública, en el capítulo de los delitos contra la salud pública.
La política del Estado en relación al tema drogas que imperó en los años anteriores
a la vigencia de la Constitución de 1979 fue básicamente policial y represiva, debido a
la influencia que tuvieron una serie de factores internacionales y que convergieron en la
realidad nacional. Como lo señalan Soberón y otros, se apreció un tránsito in crescendo
de los controles estrictamente administrativos hacía los penales. Asimismo, se evidenció
la sobrecriminalización de figuras ya contempladas en los códigos penales nacionales, a
través de la incorporación en las normas especiales sobre narcotráfico^.
(3) SOBERÓN, Ricardoy otros. Drogas y control pena! en los Andes. Deseos, utopias y efectos perversos.
Comisión Andina de Juristas, Lima, ¡994, p. 39.
extranjeros, determinó aspectos similares y comunes en la legislación sobre tráfico de
drogas en muchos países01.
En las anteriores constituciones promulgadas en el siglo XX, por razones hasta cierto
punto comprensibles aunque no justificables, el tráfico de drogas tal y cual se le concibe
en la actualidad, no fue una temática que pudiera motivar el interés particular de los
legisladores o de los gobiernos de turno, aunque debe tenerse en consideración que el
consumo o ingestión de drogas, por razones de orden histórico, siempre ha estado presente
desde las épocas más remotas de nuestra historia01.
Debe tenerse en cuenta que en los años anteriores a la década de los años noventa se
suscitaron cambios importantes en relación al tema de drogas en todas sus facetas, tanto
(4) RICO, José María. “Las legislaciones sobre drogas: origen, evolución, significado y replanteamiento”
XXXV Curso Internacional de Criminología, Quito, 19 84, p. 13.
(5) Cuando se hace referencia al término “drogas”, se comprende a todas aquellas sustancias de diferente
naturaleza y cuya ingestión en forma metódica o compulsiva altera el comportamiento del ser humano, más
allá de su sentido y expresión tox ¡eclógico. en razón de que pareciera que no está lo suficientemente claro
y menos sustentado por qué razones algunas sustancias son consideradas como prohibidas y otras no.
(6) Constitución Política del Perú de 1993, artículo 8.
a nivel nacional como también en el plano internacional. Quedó en claro, con base en la
doctrina política de la responsabilidad compartida liderada en este caso por el Perú en los
foros internacionales, que si se trataba de responsabilidades mutuas, tanta responsabilidad
en el tráfico ilícito de drogas tenían los países considerados como productores como
aquellos que las consumían
* 71.
Por otro lado, estaba claro a partir de la década de los años noventa que para enfrentar
el problema de las drogas, tanto en el campo de la prevención como también en la represión
misma, que se requería de toda una estrategia ideal que condujese a la erradicación
total de la producción ilícita de estupefacientes y de la manufactura ilegal de sustancias
sicotrópicas, así como la prohibición completa del tráfico ilícito, la eliminación total del
uso indebido de drogas y de la demanda ilícita, así como la aplicación de medidas para el
tratamiento y la rehabilitación del toxicómano. Por lo tanto, cualquier estrategia debía de
tener como objetivo principal la disminución del uso indebido de drogas. Hablamos de
mejorar los sistemas de fiscalización de drogas; de lograr un equilibrio entre la demanda
y la oferta de drogas estupefacientes para fines legítimos; de erradicar el abastecimiento
de drogas ilícitas; de reducir el tráfico ilícito; de reducir la demanda de drogas e impedir
el uso inadecuado y proporcionar servicios de tratamiento, rehabilitación y reintegración
social del toxicómano
* 81.
La idea de que el tráfico de drogas y su represión son las partes más importantes de
una política de Estado, tiene una explicación particularmente importante en el caso de
nuestro país. Al entrar a la década de los noventa, se observaron cambios fundamentales
en la forma de enfrentar el fenómeno de la droga: a nivel internacional, en 1988, se aprobó
en Viena la Convención de las Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes
y sustancias psicotrópicas, la cual serviría de base en los años siguientes para las políticas
nacionales e internacionales en relación al control de la oferta a nivel mundial
* 91. En la
Región Andina, las medidas de erradicación manual y los programas de sustitución de los
cultivos de hoja de coca no habían tenido los resultados esperados; se optó por la destrucción
de los laboratorios de pasta básica y se comenzó a implantar un sistema de radares en las
(7) LAMAS PUCC1O, Luis. “Narcotráfico: responsabilidad compartida”. En: Diario El Comercio. Edición
del 13 de mayo de 1988.
(8) NACIONES UNIDAS. Estrategias y políticas internacionales de fiscalización de drogas. Nueva
York, 1982, p. 1.
(9) Es interesante tener en consideración cual fue la política de los Estados Unidos en los años anteriores a
1990 en relación al tema drogas, laque ha tenido y tiene una importante presencia en las políticas internas,
sobre todo en lo que se refiere a los países de la región andina. La Estrategia Nacional sobre Control de
Drogas presentada ante el Congreso de los Estados Unidos en setiembre de 1989, señalaba lo siguiente:
“Intensa violencia inspirada en las drogas y que plaga una serie de países latinoamericanos por años; en
más de uno, las operaciones de los carteles de la droga y las insurgencias locales, son un peligro actual y
real para las instituciones democráticas, las economías nacionales y el orden cívico básico (...), y como
nuestra seguridad local depende directamente de la estabilidad regional, las drogas se han convertido en
una preocupación central de la política exterior de Estados Unidos” (The White House, 1982:2).
zonas cocaleras. Simultáneamente, se comenzó a desarrollar programas de entrenamiento
en la guerra contra las drogas para las fuerzas policiales y militares a nivel continental005.
(10) DE REMENTERÍA, Iván. La sustitución de cultivos como perspectiva. Coca, cocaína y narcotráfico.
Comisión Andina de Juristas, Lima, p. 361. Al terminar la década de los 80, el narcotráfico y la deuda
externa aparecen como los problemas cruciales de los países andinos. Ambos afectan gravemente el
desarrollo nacional; determinan económicamente su sector externo; desvirtúan en la economía nacional
el uso de recursos naturales, humanos y financieros; comprometen social y políticamente la seguridad y
el orden interno; y, gecpol(ticamente, su seguridad y las relaciones internacionales.
(11) CAMPODÓNICO, Humberto. “Importancia económica del narcotráfico y su relación con las reformas
neoliberales del gobierno de Fujimori”. En: Drogas y control penal en los Andes. Comisión Andina de
Juristas, Lima. Al inicio del gobierno del presidente Alberto Fujimori en el año de 1990, años antes que
se aprobara la Constitución Política de 1993 al mismo tiempo que se negociaba el denominado Grupo de
Apoyo para lograr la reinserción del Perú al sistema financiero mundial, el gobierno peruano negociaba
con e! gobierno de los EE.UU. los términos de la lucha conjunta contra el narcotráfico. Para el gobierno
de EE.UU. era primera prioridad la firma de un convenio antidrogas con el gobierno entrante de Fujimori,
similar al que se habla firmado con Bolivia en los primeros meses de 1990.
temas ambientales, el desarrollo económico de las zonas afectadas por los cultivos ilíci
tos y la existencia misma de una política de estado en relación a un problema cuya etiolo
gía es compleja, y que incluso afecta la propia economía del país, si se tiene en cuenta el
flujo de dinero que moviliza el tráfico de drogas en el medio nacional.
Si nos atenemos a las formas y las palabras que encierra un mandato constitucional
de estas características, salta a la vista que la Constitución Política de nuestro país, con
cibe el problema de las drogas en todo su contexto, como un tema de represión y control
punitivo, incluso con rasgos beligerantes, refiriéndonos de que las normas penales sobre
drogas no solamente no han demostrado su efectividad en términos de haber propiciado
que disminuya el número de consumidores, traficantes y todos aquellos aspectos que tie
nen que ver con el tráfico y la producción de drogas ilícitas, sino por el contrario que ha
yan aumentado al margen de los otros problemas y consecuencias negativas propias del
problema que se pretende resolver.
Sin embargo, el término “toxicidad” no se refiere solo a todas aquellas sustancias que
alteran el comportamiento o la percepción de la realidad. Tóxico es un término que se usa
para todas aquellas sustancias que son nocivas para la salud y que no necesariamente sus
citan o producen algún tipo de dependencia. La contaminación del medio ambiente, la di
fusión de información perniciosa, la ingestión de alimentos con un alto contenido de sus
tancias químicas también pueden ser considerados como “tóxicos” en el sentido que lo
refiere la Constitución política, a lo que se suma la palabra “sociales” que le agrega un
contenido aún mucho mayor en tanto que abarca todo el contexto social.
A lo que sumamos una real percepción de un problema global con un gran énfasis po
lítico vinculado a la necesidad de desarrollar esfuerzos bilaterales, regionales u multila
terales que son objeto de interés en la gran mayoría de los foros internacionales, aspectos
todos ellos que están ausentes en un precepto constitucional que aparece redactado, pen
sando en que el problema de las drogas se refiere en forma exclusiva solo al control y la
represión del tráfico de drogas, de manera particular cuando se trata de penalización, cuan
do en realidad solo es un tema que requiere constantemente que se le enfoque conforme
a los parámetros que rige el control y la represión penal.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
Ip Los delitos de tráfico ilícito de drogas y sus derivados constituyen ilícitos pluriofensivos
poniendo en estado de alarma y peligro a las bases sociales y amenazan la propia existencia
del Estado: STC Exp. N° 02748-2010-PHC/TC (f.j. 15).
[jp Los delitos que estén relacionados con el tráfico ilícito de drogas requieren ser objeto de
una profunda investigación en el marco de los procesos judiciales: STC Exp. N° 04726-
2008-PHC/TC (f.j. 13).
fjj El Estado debe combatir e! tráfico ilícito de drogas no solo con penas severas, sino además
mediante procedimientos de investigación eficientes; STC .Exp. N° 04750-2007-PHC/TC
(f j. 12).
¡JJ Con la finalidad de combatir el tráfico ilícito de drogas y sus derivados se habilita la pro
cedencia del recurso de agravio constitucional contra sentencias estimatorias: STC Exp.
N° 02748-2010-PHC/TC (f.j. 15).
O Uno de los problemas más serios de nuestro mundo actual, al que ningún país ha sido aje
no, incluso ni con el uso de sofisticadas formas de control y fuertes cantidades de dinero
asignadas para librarse de él, es el tráfico ilícito de drogas. Se trata de una actividad ilícita
en la que sus miembros, haciendo gala de su poder corruptor, influencias y suficientes
recursos económicos, impiden que sus organizaciones sean descubiertas y sus integrantes
identificados: STC: Exp. 03154-20 ll-PHC/TC (f.j. 5).
fjl La obligación constitucional del Estado peruano de sancionar el tráfico ilícito de drogas no
debe agotarse en la mera descripción típica de las conductas delictivas en el Código Penal
y en las leyes especiales, criminalizando el delito de tráfico ilícito de drogas con penas
severas proporcionales a los bienes constitucionalmente protegidos que se afligen, sino que,
además, para llegar a tal cometido debe procurarse el establecimiento de procedimientos
de investigación eficientes: STC: Exp. N° 03154-2011-PHC/TC (f. j. 10).
BIBLIOGRAFÍA
CAMPODÓNICO, Humberto. “Importancia económica del narcotráfico y su relación con las reformas
neoliberales del gobierno de Fujimori”, En: Drogas y control penal en ¡os Andes. Comisión Andina
de Juristas, Lima; DE REMENTERÍA, Iván. La sustitución de cultivos como perspectiva. Coca,
cocaína y narcotráfico. Comisión Andina de Juristas, Lima; LAMAS PUCCIO, Luis. “Narcotráfico:
responsabilidad compartida”. En: Diario El Comercio. Edición del 13 de mayo de 1988; RICO, José
María. “Las legislaciones sobre drogas: origen, evolución, significado y replanteamiento”. XXXV Curso
Internacional de Criminología, Quito, 1984; NACIONES UNIDAS. Estrategias y políticas interna
cionales defiscalización de drogas. Nueva York, 1982; SOBERÓN, Ricardo y otros. Drogas y control
penal en los Andes. Deseos, utopías y efectos perversos. Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994.
Artículo 9 Política nacional de salud
El Estado determina la política nacional de salud. El Poder
Ejecutivo norma y supervisa su aplicación. Es responsable de
diseñarlay conducirla enforma plural y descentralizadora para
facilitar a todos el acceso equitativo a los servicios de salud.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 1), 7,10, 11, 58, 118 inc. 3); C.P.Ct.: art. 44 inc. 27); C.N.A.: art. 32
y ss.; Ley 26842: art. 123; D. Leg. 1161: arts. 3, 5 ai 7; D.S. 013-2002-SA: arts. 2,3;
D.S. 008-2017-SA: art. 130; D.U.D.H.: art. 25.1; P.I.D.E.S.C.: art. 12; P.S.S.: art. 10
(1) Adoptado e! 16/12/1966 en el seno de Naciones Unidas. Ratificado por el Estado peruano el 28/04/1978.
(2) Adoptado el 17/11/1988 en el seno de la Organización de Estados Americanos. Ratificado por el Estado
peruano el 17/05/1995.
(3) COMITÉ DE DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES. Observación General
N° 14. El derecho al disfrute del más alio nivel posible de salud. 11 /08/2000, párrafo 4.
(4) Ibidem, párrafo 8.
esa medida, su plena realización genera obligaciones positivas y negativas para el Estado;
es decir, se trata de un derecho que exige al Estado que garantice tanto competencias y li
bertades a los individuos cuanto el acceso a servicio o prestaciones®. La política nacional
de salud, en esa medida, debe ser vista como un medio de garantizar las diversas posicio
nes iusfundamentales que garantiza el derecho a la salud, desplegando la dimensión obje
tiva de este derecho fundamenta!, dado que como mandato general de protección exige al
Estado desarrollar complejos marcos normativos, de procedimiento y de funciones insti
tucionales que hacer posible que se concreten los derechos en el día a día®.
(5) Sobre los distintos tipos de derechos fundamentales o posiciones jurídicas fundamentales véase: ALEXY,
Robert. Teoría de los derechos fundamentales. CEC, Madrid, 1993, p. 186 y ss.
(6) HABERLE, Peter. La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales en la Ley Funda
mental de Bonn. Dykinson, Madrid, 2003, p. 97.
(7) STC Exp. N° 2064-2004-AA/TC f. j. 2.
(8) STC Exp, N° 1429-2002-HC/TC f.j. 12, 13.
como un típico derecho ‘prestacional’W. Vale decir, un derecho fundamental, con obli
gaciones de hacer por parte del Estado, pero también con una esfera de inmunidad fren
te a éste y la sociedad.
En esa medida, se trata de un mandado que, como obligación jurídica, deben ser cum
; pero se trata de una norma-principio par
plidas por las distintas instancias del Estado(l7)18
ticular, porque no constituye únicamente un mandato de optimización o una norma que
pueda ser cumplida en la mayor medida posible05*. Se trata de una norma-principio cuyo
cumplimiento no debe darse de únicamente de forma gradual, sino que el contar con un
plan debe darse de forma inmediata, para responder a las obligaciones que se derivan de
derecho a la salud. Esta posibilidad de que una misma norma sea una norma-principio de
cumplimiento gradual y, al mismo tiempo, norma-principio de cumplimiento inmediato
es, además, aceptada por la teoría general del Derecho0'''. De ahí que ello pueda afirmar
se, sin inconvenientes, del mandato contenido en el artículo 9 de la Constitución.
(17) GUASTINI, Riccardo. “Ponderación: un análisis de los conflictos entre principios constitucionales”. En:
CARBONNEL, Miguel y GRÁNDEZ, Pedro (coordinadores). El principio de proporcionalidad en el
Derecho contemporáneo. Palestra, Lima, 2010, p. 75.
(18) Esta suele ser la definición que se suele dar a las normas - principios y también la principal distinción entre
reglas y principios; pues, como seña la Alexy “los pri ncipios son normas que ordenan algo que sea realizado
en la mayor medida posible, dentro de las posibilidades jurídicas y reglas existentes. Por tanto, los prin
cipios son mandatos de optimización, que están caracterizados por el hecho de que pueden ser cumplidos
en diferente grado y que la medida debida de su cumplimiento no solo depende de las posibilidades reales,
sino también de las jurídicas (...) En cambio, las reglas son normas que solo pueden ser cumplidas o no.
Si una regla es válida, entonces debe hacerse exactamente lo que ella exige, ni más ni menos” ALEXY,
Robert. Teoría de los derechos fundamentales. Ob. cit., p. 86.
En un sentido similar, Pietro Sanchís considera que la diferencia entre reglas y principios está referida a
la interpretación y la estructura de ambos tipos de normas; así, los principios son normas fragmentarias
o incompletas, sea por la ausencia de supuesto de hecho o por la ausencia de consecuencia jurídica; por
ello, dan al intérprete mayor libertad para elaborar [a premisa mayor de su razonamiento jurídico. De igual
modo, los principios son normas que estructuralmente son directrices o mandatos de optimización que,
a diferencia de las reglas que solo admiten el cumplimiento pleno en la consecuencia jurídica, en el caso
de los principios admiten un cumplimiento gradual. PRIETO SANCHÍS, Luis. Ley, principios, derechos.
Cuadernos Bartolomé de las Casa. Universidad Carlos III de Madrid - Dykinson, Madrid, 1998, p. 60.
(.19) GUASTINI, Riccardo. Ob. cit., pp. 76-77. En esa misma línea, vide: ATIENZA, Manuel y RUÍZ MAÑERO,
Juan. Las piezas del Derecho. Teoría de los enunciados jurídicos. Ariel, Barcelona, 1996, pp. 5-13,30-32.
conducirla. La atribución de esta responsabilidad al Poder Ejecutivo debe entenderse en el
marco del Estado peruano definido como social y democrático, cuyo gobierno se ejercer
se de forma descentralizada, tal como lo dispone el artículo 43. Es decir, un Estado donde
tres niveles de gobierno ejercen con autonomía el poder estatal, a través del ejercicio de
competencias y funciones que, para el caso de los gobiernos regionales y las municipali
dades, están definidas en los artículos 192 y 195 de la Constitución. Además, para el cum
plimiento de dichas funciones, a dicho gobiernos descentralizados (regiones y municipios)
se les ha reconocido autonomía administrativa, económica y, sobre todo, autonomía po-
lítica<20L Estas competencias, por lo demás, son detallas en la Ley de Bases de la Descen
tralización - Ley N° 27783, la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales - Ley N° 27867, y
la Ley Orgánica de Municipalidades - Ley N° 27972.
(24) Para el Tribunal Constitucional el principio de solidaridad y colaboración debe ser parte de todo proceso
descentra! izador y se encuentra implícito en el artículo 1 88 de la Constitución. Mientras que el principio
de cooperación demanda que los gobiernos regionales y locales cooperen en la consecución de los fines
estatales y facilitar el cumplimiento de las responsabilidades que se han atribuido a cada nivel de gobierno,
tanto al nacional como a los regionales o municipales, respectiva: STC Exp. N° 0012’2003-AI/TC (f.j. 3)
y Exp. N° 002 l-2005-PI/TC (f. j. 39 y 45).
(25) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Artículo 2; Protocolo Adicional a
la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales. Artículo 1.
(26) COMITÉ DE DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES. Observación General Nú
3. Indole de las obligaciones de los Estados Parte (párrafo. 1 del artículo del Pacto), 14/12/1990, párrafos
3 y 9. Sobre el principio de progresividad en la jurisprudencia del Tribuna! Constitucional: STC Exp.
0OOI-20O4-AI/TC (f.j. 55 y 56).
satisfagan Jos niveles mínimos del derecho a la salud, como puede ser el acceso a sene
cios de salud sin discriminación alguna o la suficiente provisión de información a las per
sonas acerca del cuidado de su salud; puesto que el principio de progresividad no libera
al Estado de la obligación de cumplir dichos niveles mínimos de satisfacción, los mismos
’.
que pueden ser exigióles directamente ante los tribunales^2728
Sin embargo, no basta con que el plan nacional de salud se elabore y ejecute de ma
nera plural, respondiendo al elemento aceptabilidad; sino que la pluralidad debe ir acom
pañada de la calidad en la prestación de los servicios de salud. En esa medida, el plan na
cional de salud debe establecer objetivos, lineamientos y estándares que den cuenta de que
los establecimientos de salud, los servicios de salud y los programas de salud que se pres
ten a la población sean “apropiados desde el punto de vista científico y médico (...) .Ello
requiere, entre otras cosas, personal médico capacitado, medicamentos y equipo hospita
lario científicamente aprobados y en buen estado, agua limpia potable y condiciones sani
tarias adecuadas”™. Este elemento esencial de calidad, debe complementarse con todos
los demás elementos esenciales del derecho a la salud, como son la disponibilidad y la ac
cesibilidad; pues solo la conjunción de los cuatro elementos concreta el contenido de este
derecho fundamental; de esa forma, es posible evitar su protección insuficiente, la mis
ma que puede reforzarse si se garantiza la participación de la ciudadanía, particularmente
aquella especialmente concernida por la política pública™
Sin embargo, el plan nacional de salud debe ser también un instrumento que permi
ta al Estado medir en cuánto está cumpliendo con sus obligaciones positivas y negativas
que se derivan del derecho a la salud. Dicho de otro modo, debe contribuir a verificar si
se está avanzando o no en la plena satisfacción del derecho a la salud, como lo exige el
(29) Ibídem. £1 Tribunal Constitucional también ha indicado este componente del derecho a la salud: STC Exp.
N° 05842-2006-PHC/TC (f. j. 45).
(30) ídem
(31) STC Exp. N° 03228-2012-PA f.j. 39.
principio de progresividad. En esa medida, aunque no sea una disposición explícita con
tenida en el artículo 9 de la Constitución, sí se deriva de dicha norma que el plan nacio
nal de salud incorporen también indicadores como “herramientas que nos ayuden a iden
tificar el cumplimiento o no del derecho a la salud y a visualizar avances o retrocesos”(32)33
.
Es decir, que permitan verificar objetivamente si el Estado peruano cumple o no este im
portante derecho fundamental^”.
.JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[g| Toda persona tiene derecho a que se le asignen medidas sanitarias y sociales relativas a
la asistencia médica correspondiente al nivel que lo permiten los recursos públicos y la
solidaridad de la comunidad: STC Exp. N° 02945-2003-AA/TC (f.j. 30).
g Las prestaciones de salud pública dependen de la disponibilidad de medios con que cuente
el Estado, pero ello no puede justificar la inacción prolongada: STC Exp. N° 02945-2003-
AA/TC (f. j. 49).
g|] Los aspectos sustantivos relativos a los fines y principios conformantes del derecho a la
salud y las condiciones que deben poseer las políticas públicas en salud para ser consti
tucionalmente adecuadas forman parte del contenido constitucionalmente protegido del
derecho a la salud: STC Exp. N° 03228-2012-PA/TC (f. j. 41).
¡gjl Las prestaciones de salud sean preventivas, reparadoras o recuperadoras tienen sustento en
la seguridad social como garantía institucional: STC Exp. N° 05658-2006-PA/TC (f.j. 3).
g El Estado tiene el deber de diseñar, ejecutar y evaluar la política pública de salud mental en
nuestro país, a fin de atender las necesidades de este importante sector de la sociedad. Dicha
tarea debe cumplirse, claro está, atendiendo a los parámetros constitucionales pertinentes:
STC Exp. N° 00194-2014-PHC/TC (f. j. 37).
(32) CURREA-LUGO, Víctor de. “La salud como derecho humano”. En: Cuadernos de Derechos Humanos N°
32. Universidad de Deusto, Bilbao, 2005, pp. 77 y 78. En el caso de! derecho a la salud este autor propone
cinco grupos de indicadores: de supervivencia; de deterioro o de discapacidad; de oferta de servicios; de
gestión, y; de cumplimiento. Una propuesta alternativa de indicadores para medir los avances respecto a
la satisfacción de! derecho a la salud también ha sido elaborada por la Comisión Interamericana de Dere
chos Humanos, véase: CIDH- Lincamientos para la elaboración de indicadores de progreso en materia de
derechos económicos, sociales y culturales. OEA/Ser/L/V/II. 129. Doc. 5,2007, pp. 41-45. Con relación
a este tema también es importante mencionar que la plena satisfacción del derecho a la salud requiere que
se destinen los recursos financieros necesarios, como el propio TC lo ha destacado al ordenar el Ministerio
de Economía y Finanzas que adopte las medidas necesarias que permitan el incremento gradual del pre
supuesto destinado a los centros hospitalarios y al Ministerio de Salud. STC Exp. N“ 03426-2008-PHC/
TC, f.j. 19.
(33) STC Exp. N° 03228-2012-PA/TC, f. j. 38-39.
BIBLIOGRAFÍA
ALEXY, Robe.rt. Teoría de los derechos fundamentales. CEC, Madrid, 1993; ATIENZA, Manuel y
RUÍZ MAÑERO, Juan. Las piezas del Derecho. Teoría de los enunciadosjurídicos. Ariel, Barcelona,
1996; CURREA-LUGO, Víctor de. “La salud como derecho humano”. En: Cuadernos de Derechos
Humanos N“ 32, Universidad de Deusto, Bilbao, 2005; GUASTINI, Riccardo. “Ponderación: un
análisis de los conflictos entre principios constitucionales”. En: CARBONNEL, Miguel y GRÁNDEZ,
Pedro (coordinadores). El principio de proporcionalidad en el Derecho contemporáneo. Palestra,
Lima, 2010; HÁBERLE, Peter. La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales
en la Ley Fundamental de Bonn. Dykinson, Madrid, 2003; PRIETO S ANCHIS, Luis. Ley, principios,
derechos. Cuadernos Bartolomé de las Casa. Universidad Carlos III de Madrid - Dykinson, Madrid,
1998; PROYECTO USAID- Perú prodescentralización. Proceso de descentralización. Balance y
agenda a julio de 2011. Lima, 2011.
Artículo 10 El derecho universal y progresivo a la
seguridad social
El Estado reconoce el derecho universal y progresivo de toda
persona a la seguridad social, para su protección frente a
las contingencias que precise la ley y para la elevación de su
calidad de vida.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 7,9, i 1,12,24,5&, 200 tac. 2)¡ C.P.C1: Mt.44 inc. 21); C.N.A.t art. 64; Ley
26J7fMk arts. 1 al 3; Ley 27056: arts. 1,2; Ley 29344; D.S. W9-97-SA: ara. 1,3; D.S.
fiftW-TR: arts. 3.4; D.U.D.H: arts. 22,25.1; P.I.B.E.S.C.: art. 9;C.D.N.: art. 26;
P.S.S.jart.?
L Antecedente nacional
El antecedente inmediato de esta norma lo encontramos en los artículos 12 y 13 de la
Constitución de 1979, que establecían lo siguiente:
De igual manera, mientras que la Constitución de 1993 hace referencia a la ley como
el medio que determinará las contingencias protegidas por la seguridad social (en aplica
ción del principio de exclusividad legal), en el artículo 13 de la Carta Magna de 1979 es
tas eran listadas bajo un sistema de numeras apertus-. enfermedad, maternidad, invalidez,
desempleo, accidente, vejez, muerte, viudez, orfandad y cualquier otra contingencia sus
ceptible de ser amparada.
Cabe destacar, que algunos autores'0 consideran también como su antecedente al ar
tículo 48 de la Constitución de 1933, que establecía lo siguiente:
(1) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constmaán Politice de 1993. Tomo 2, Fonda Editorial de
te MJCP, Lima, 1999, p. 104. Este autor alude también al artseulo 47 de la Carta Magna de ¡92ÍJ étimo
Artículo 48.- La ley establecerá un régimen de previsión de las consecuencias eco
nómicas de la desocupación, edad, enfermedad, invalidez y muerte, y fomentará las
instituciones de solidaridad social, los establecimientos de ahorros y seguros y las
cooperativas.
Esta disciplina social cruza transversalmente los diversos estamentos que conforman
a un país, al tener un impacto social (alcanzará a millones de personas), económico (re
presenta una inversión dineraria permanente), político (las decisiones que se tomen sobre
el modelo a utilizar serán fundamentales para su eficacia) y jurídico (los reclamos que
deriven de su aplicación pueden originar una enorme carga judicial).
antecedente primigenio del artículo 10. Una postura contraria tuvo Neves, que se remite a! artículo 56 de la
Constitución de 1920 como antecedente del artículo comentado: NEVES MUJICA, Javier. “La seguridad
social en la Constitución”. En: EGUIGUREN, Francisco (director), l.a Constitución peruana de .1979y
sus problemas de aplicación, Cultural Cuzco Editores. Lima, 1987, p. 175.
(2) FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Teoría general de la seguridad social Ia edición. Ediciones Luis
Alfredo, Lima, 1992, p. 19.
(3) FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Obra citada, p. 21.
atender sus necesidades básicas: una enfermedad, un accidente, la vejez, la muer
te, etcétera.
iii. Procura la elevación del nivel de vida, o al menos el mantenimiento de la mis
ma, pues al padecer una contingencia el estatus económico y social varía dra
máticamente, y la protección debe permitir cubrir cuando menos dichas necesi
dades básicas. La tutela que se brinda a cada persona, a su vez, deberá generar
un impacto positivo en el tejido del bienestar colectivo.
iv. Utiliza la redistribución de la renta generada por todos los ciudadanos (sean o
no trabajadores: dependientes o independientes; públicos o privados), a través
de sus aportaciones y/o de sus impuestos, que serán gestionados a través de en
tidades públicas, privadas y/o mixtas para el pago mensual de las prestaciones
de salud y pensiones de los beneficiarios del sistema.
Bajo estos criterios, acuñados por el Plan Beveridge (Inglaterra, 1942)(<l) 4(5)6,que a su
vez tuvo origen en la unión de los primigenios regímenes no contributivos (en especial,
de Nueva Zelanda, 1898) y el seguro social de Bismarck (Prusia, 1883), forjados por el
amalgama producido por la revolución de derechos (Francia) y la revolución industrial; el
constituyente nacional fue introduciendo dichos conceptos en las Constituciones de 1920
y 1933, que fueron ampliados por la Constitución de 1979 y luego replanteados en la Car
ta Magna de 1993, a partir de la constatación real de su carácter principista (e idealista),
que no era consecuente con las posibilidades de la economía nacional.
La seguridad social es considerada un derecho humano desde el año 1948, al ser in
cluida en la Declaración Universal de ios Derechos Humanos<S); siendo considerada a par
tir de esa fecha como una materia de mención necesaria en la legislación de cada país y
en los posteriores instrumentos' internacionales(7), razón por la cual no podría ser ajena al
contenido de nuestras constituciones.
(4) Sobre la evolución histórica de la seguridad social, ver: ALMANSA PASTOR, José. Derecho de ¡asegundad
social. Volumen I, Editorial Tecnos, Madrid, 1984, pp. 35-57; GRZETICH LONG, Antonio. Derecho de
la seguridad social. ECU, Montevideo, 2005, pp. 73-97.
(5) Luego complementado por instrumentos internacionales como el Convenio N° 102 de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), conocido como las “Normas Mínimas de Seguridad Social”. Para ampliar
sobre este tema, ver: VIDAL BERMÚDEZ, Alvaro. “El derecho a la seguridad social en la Constitución
Política y los convenios internacionales”. En: Laborem N° 15, SPDTSS, Lima, 2015, pp. 45-68.
(6) Artículo 22.- Toda persona, como miembro de la sociedad, tiene derecho a la seguridad social, y a obte
ner mediante el esfuerzo nacional y la cooperación internacional, habida cuenta de la organización y los
recursos de cada Estado, la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables
a su dignidad y al libre desarrollo de su personalidad.
(7) Solo de manera referencia!: Pacto Internacional de Derechos Económicos y Culturales (artículo 9); Declara
ción Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (artículo XVI); Protocolo Adicional a la Convención
Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (artículo
9); entre otros.
determinar su política sobre la materia (ámbito de comprensión y aplicación concreta de
derechos, obligaciones, requisitos y demás parámetros de la misma)®, es de capital im
portancia el estudio de las disposiciones específicas que la desarrollan.
En tal sentido, el cambio del verbo “garantizar” (1979) por “reconocer” (1993), no
genera una situación perjudicial para los beneficiarios, sino la delimitación tangible de la
naturaleza de la seguridad social como un derecho económico, social y cultural (presta-
cional), que solo se concretará con la existencia previa de recursos dinerarios.
De igual manera, cuando hace referencia a la seguridad social como un derecho uni
versal, se reconoce que su vocación es procurar obtener la protección de todas las perso
nas; pero al añadirle un carácter progresivo
* l2), se entiende que dicho acceso se va a dar
11
*910
de manera gradual. Ello implica, que el Estado ha de procurar que, con el tiempo y
(§) En este sentido, también: FALCÓN GÓMEZ-SÁNCHEZ, Francisco. Manual de seguridad social. 1PSS
- AFP. Volumen I, Editora Normas Legales, TrujiIlo, 1994, p. 19.
(9) De acuerdo a la vigésimo tercera edición del Diccionario de Lengua Española de la Real Academia,
existen seis acepciones relativas a la palabra “garantizar” (garantía), de las cuales se tomarán las referidas
en los números 1 (efecto de afianzar lo estipulado) y 3 (cosa que se asegura y protege contra algún riesgo
o necesidad).
(10) El citado Diccionario de Lengua Española registra 17 acepciones déla palabra “reconocer”, de las cuales
nos resulta pertinente la consignada en el número 5 (confesar con cierta publicidad la dependencia, subor
dinación o vasallaje en que se está respecto de alguien).
(11) Este punto fue materia de debate en el Congreso Constituyente Democrático (CCD), ai revisarse la redacción
del articulo 8 del Proyecto (artículo 10, bajo comentario), manteniéndose el texto que tenemos, pese a los
cuestionamientos. CCD. Debate Constitucional. Tomo I (Primera Legislatura), Congreso de ia República,
Lima, 1994, pp. 422 y 434.
(12) Según expuso la mayoría parlamentaria que integró el CCD, esta medida (acceso progresivo) fue tomada
de las constituciones de Colombia, Honduras, Paraguay, República Dominicana, Venezuela y otros países.
CCD. Obra citada, página 444.
dependiendo de ías posibilidades económicas, puedan disfrutar de este derecho cada uno
de los ciudadanos de nuestro país.
La seguridad social se estructura sobre la base de principios, dentro de los cuales te
nemos el de universalidad05), a través del cual se determina al núcleo de personas que
serán protegidas por este derecho. En virtud a ello, desde su origen, se ha ido otorgando
-en el tiempo- tutela a determinados grupos de personas que han ido accediendo (poco a
poco) a sus beneficios.
En el Perú, las normas de la época colonial -como la Real Orden del Rey de Espa
ña, del 8 de febrero de 1803, aplicada a partir de 1820, en tiempos del Virrey Joaquín de
la Pezuela- y la Ley General de Goces de 1850, sólo alcanzaban a los servidores y fun
cionarios que laboraban para el Estado, así como a sus familiares04) Fue recién en el si
glo XX que se dictaron las normas que incluyeron a los trabajadores de la actividad pri
vada en el ámbito de la seguridad social. En 1936, la Ley N° 8433 dispuso la creación
de la Caja Nacional del Seguro Social Obrero; en 1961, se dictó la Ley N° 13724 del Se
guro Social del Empleado, posteriormente unificadas -junto a otras- en el Decreto Ley
N° 19990 (1973). En aplicación al principio de universalidad, se ha venido incluyendo,
en el tiempo, incluso a quienes formalmente no desarrollan una actividad laboral, como
las amas de casa (Ley N° 24705: 1987) o personas en estado de pobreza extrema y sin ré
gimen previsional (2009: Ley N° 29344, Ley Marco de Aseguramiento Universal en Sa
lud; 2011: Pensión 65, para la vejez; 2015: Programa Contigo, para casos de discapaci
dad absoluta y permanente).
(13) Junto con los de solidaridad (todos deben colaborar con el financiamiento del sistema, bajo los mecanis
mos ínter e intrageneracionales); integralidad (todas las contingencias deben contar con una prestación
suficiente, oportuna y completa); unidad (procura que la gestión esté centralizada en el menor número
de entidades, para un mejor manejo administrativo); e internacionalidad (procurar que los derechos ge
nerados por un trabajador en los diversos países que labore, sean reconocidos para que acceda a todas las
prestaciones provisionales). En este sentido: FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Obra citada, pp. 24-35;
NEVES MUJICA, Javier. Obra citada, pp. 174.
(14) Como anota: HEREDIA MENDOZA, Madeleine. "La acción de amparo y el régimen de pensiones del
Decreto Ley N° 20530”. En: Gaceta Jurídica N° 30, Lima, 1996, p. 41 -IB.
2. En la segunda, señala que la persona estará protegida frente a las
contingencias que precise la ley
Corno hemos referido, se entiende por contingencias a las situaciones o eventos que
se presentarán a lo largo de la vida de cada persona y originarán la disminución, transi
toria o permanente, de su capacidad para trabajar y/o atender sus necesidades básicas(!S).
La Carta Magna de 1979 pretendía ser precisa y detallada, pero resultó menos realis
ta07’, pues enumeraba una serie de contingencias que se comprometía a otorgar en mé
rito al artículo 12-, sin embargo, en la práctica se produjo el incumplimiento parcial de
dicho listado, pues es de público conocimiento que -hasta la fecha- el desempleo es una
contingencia que no ha podido ser atendida por la seguridad social en el Perú(¡s> (la Com
pensación por Tiempo de Servicios - CTS, es un mecanismo laboral que no reúne las ca
racterísticas tradicionales de un seguro de desempleo previsional).
Que la ley sea finalmente el instrumento por el cual se determina una contingencia en
el tiempo, permitió en el 2020 el debate sobre la inclusión de la COVID-19 como una en
fermedad profesional, lo cual fue resuelto por la Ley N° 31025 (18 de junio de 2020), que
la reconoce como tal, pero solo para los servidores de la salud09’.
En tal sentido, la Constitución de 1993 no enumera las contingencias que serán pro
tegidas por la seguridad social, labor que deberá ser efectuada por ley. Dicha medida no
implica un perjuicio para los derechos de los beneficiarios, pues consignar de forma ex
presa un riesgo en la Constitución, como ocurrió en 1979 respecto al desempleo, no repre
senta una garantía de su protección, pues ello -como ya hemos indicado- siempre estará
(15) En el Sistema Nacional de Pensiones (Decreto Ley N° 19990, artículo 80) se utiliza también el concepto
contingencia para identificar el momento en el cual se genera el derecho a percibir una prestación económica
(pensión).
(16) NEVES MUJICA, Javier. Obra citada, pp. 180-182. En igual sentido: CHIRINOS SOTO, Enrique. La
Constitución de / 993: Lectura y comentarios. 2a edición, Gráfica Nerman, Lima, 1995, p. 44; BERNALES
BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. 4aedición, Editorial RAO, Lima,
1998, p. 213.
(17) En este sentido, también: RUBIO CORREA, Marcial. Obra citada, p. 105.
(18) Lo cual también fue reconocido durante las discusiones del CCD. Obra citada, p. 444.
(19) Algunos autores sostenían que debía aplicarse para otros supuestos, acreditándose previamente el nexo
causal, pero con un criterio amplio, no restrictivo: PAREDEZ, Iván y PAN1URA, Daniel. “El seguro com
plementario de trabajo de riesgo en tiempos de coronavirus”. En: Soluciones Laborales N° 150, Gaceta
Jurídica, Lima, pp. 34-42.
condicionado a las posibilidades de la economía nacional. La actual Carta Magna, con
mejor criterio técnico, delega dicha labor a la ley'7-, que será el instrumento a través del
cual se precisarán dichas contingencias, mismas que podrían incrementarse en un futuro
dependiendo de la situación financiera del Estado, como ocurrió en el 2009,2011 y 2015,
al implementarse los regímenes asistenciales mencionados.
La seguridad social debería contar con mecanismos que sean financiados por la socie
dad en su conjunto, pero el aporte del Estado, los empleadores y los trabajadores (depen
dientes, independientes, públicos y/o privados), que debería ser la principal fuente de fi-
nanciamiento del sistema, no es suficiente: en la actualidad, la morosidad del pago de las
contribuciones previsionales (salud y pensiones) es cercana al 50 %; por ello, se debe re
currir mensualmente al Tesoro Público para cubrir la diferencia del pago de las planillas
de prestaciones previsionales (salud y pensiones), restando recursos a las demás obliga
ciones públicas: educación, infraestructura, etcétera.
Desde sus orígenes, la seguridad social nace corno un medio a través del cual la co
lectividad (mediante el ahorro forzado) colabora con su renta (generada con el trabajo
efectivo y/o el pago de los impuestos) a la formación de un fondo del cual se abastecerá
a los beneficiarios de los regímenes de salud y pensiones, incluidos ellos mismos; razón
por la cual es indispensable que la elevación del nivel de vida del individuo que padezca
una contingencia (o cuando menos, la conservación de este) sea el objetivo final de su re
conocimiento, de ahí la necesidad que conste dentro de los preceptos constitucionales en
esta materia. Este es, además, uno de los principales argumentos por los cuales la afilia
ción al sistema previsional debe ser obligatoria: formamos parte de una sociedad y la se
guridad social constituye un derecho, pero también un deber, pues nos brindará una tute
la personal, familiar y colectiva, financiada por todos los ciudadanos.
(20) Esto es consecuente con el principio de exclusividad legal, que sostiene que solo por ley pueden ser re
conocidos los beneficios previsionales (salud y pensiones). El Tribunal Constitucional, en el fundamento
120 de la sentencia recaída en el Expediente N° 00050-2004-AI/TC ha reconocido también que la pensión
es un derecho fundamental, pero de configuración legal.
iJJ El derecho a la seguridad social tiene una doble finalidad: por un lado, proteger a la per
sona frente a determinadas contingencias, y por el otro, elevar su calidad de vida, lo cual
se concreta a través de los distintos regímenes de pensiones que pudieran establecerse, así
como de la pensión que, en este caso, resulta ser el medio fundamental que permite alcanzar
dichos fines: STC Exp. N° 01396-2004-AA/TC (f. j. 3)
[j| El derecho a la seguridad social se instituye como una garantía institucional del derecho a
la pensión, toda vez que posibilita su vigencia según los parámetros correspondientes a un
Estado Social y Democrático de Derecho: STC Exp. N° 00050-2004-AI/TC (f.j. 53 y 54).
H La seguridad social y el libre acceso a las prestaciones pensionarías son derechos de confi
guración legal porque a través de la ley se precisan los requisitos y condiciones que se deben
cumplir a efectos de acceder y gozar de las prestaciones que cada uno de los regímenes
pensionarios establece en cada caso en particular: STC Exp. N° 0007-2008-PI/TC (f. j. 6).
BIBLIOGRAFÍA
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1984; BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de ¡993. Análisis comparado. 4“
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y comentarios. 2“ edición. Gráfica Nerman, Lima, 1995; FAJARDO CRIB1LLERO, Martín. Teoría
general de la seguridad social. I" edición. Ediciones Luis Alfredo, Lima, 1992; FALCÓN GOMEZ-
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1994; GONZALES, César y PA1TÁN, Javier. El derecho a la seguridad social. Fondo Editorial de la
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2005; HEREDIA MENDOZA, Madeleine. “La acción de amparo y el régimen de pensiones del Decreto
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social en la Constitución”. En: EGUIGUREN, Francisco (director). La Constitución peruana de 1979
y sus problemas de aplicación. Cultural Cuzco Editores, Lima, 1987; PARÉDEZ, 1 ván y PANIURA,
Daniel. “El seguro complementario de trabajo de riesgo en tiempos de coronavirus”. En: Soluciones
Laborales N° 150, Gaceta Jurídica, Lima; PLÁ RODRÍGUEZ, Américo. Estudios de la seguridad
social. FCU, Montevideo, 1999; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de
1993. Tomo II, Fondo Editorial de la PUCP. Lima, 1999; RENDÓN VÁSQUEZ, Jorge. Derecho de
la seguridad social. 4a edición. Editora Grij ley, Lima, 2008; SÁNCHEZ-URÁN, Yolanda. Seguridad
social y Constitución. Editorial Civitas, Madrid, 1995; VIDAL BERMÚDEZ, Alvaro. “El derecho
a la seguridad social en la Constitución Política y los convenios internacionales”. En: Laborem N°
15, SPDTSS, Lima, 2015.
Artículo 11 El libre acceso a las prestaciones de salud y
pensiones
El Estado garantiza el libre acceso a prestaciones de salud y a
pensiones, a través de entidades públicas, privadas o mixtas.
Supervisa asimismo su eficaz funcionamiento.
La ley establece la entidad del Gobierno Nacional que admi
nistra los regímenes de pensiones a cargo del Estado1^.
CONCORDANCIAS:
C.t arts. 2 inc. i), 7,9 al 12, 200 inc. 2), 1" DFT., 2a DFT.; C.P.Ct.: art. 44 ines. 21),
22), 27); Ley 29344; D.U.D.H.: arts. 22,25; P.I.D.E.S.C.: arts. 9, 12
L Antecedente nacional
El antecedente inmediato de esta norma lo encontramos en el artículo 14 de la Cons
titución de 1979, que establecía lo siguiente:
(*) Segundo párrafo incorporado por el artículo 1 de la Ley N“ 28389 del 17/11/2004.
se origina en la orientación política'15 del gobierno que elaboró la segunda de las nombra
das, más próxima a un modelo liberal y privatizador, en el cual el Estado cumple una fun
ción de supervisión y participa de forma subsidiaria en la actividad económica del país.
Como se aprecia, el citado artículo se abocaba en sus tres primeros párrafos a las ca
racterísticas de la institución pública que tendría a su cargo la seguridad social de los tra
bajadores y sus familiares; precisando posteriormente en su cuarto párrafo que la coexis
tencia de otras entidades públicas o privadas era viable (compatible) pero solo si ofrecían
prestaciones “mejores o adicionales” y existiera consentimiento por parte de los asegura
dos: este segundo aspecto fue el que bloqueó la pretendida privatización de los sistemas
de salud y pensiones en el año 1991, como veremos más adelante.
La Constitución de 1979 preveía la existencia de una sola entidad pública para la ges
tión de las prestaciones de salud y pensiones de la seguridad social, limitando la participa
ción de la empresa privada. En la Carta Magna de 1993 se postula un modelo distinto, en
el cual dicha administración estará a cargo de entidades públicas, privadas o mixtas, asu
miendo el Estado el rol de garante del “libre acceso” a las prestaciones de salud y pensio
nes que brinden; asimismo, asume la supervisión -en especial, en cuanto a las privadas o
mixtas- del eficaz funcionamiento del sistema.
II . Fundamentos básicos
Para proceder al estudio de los alcances del artículo 11, es necesario dividir esta nor
ma en tres secciones, a saber:
(I) Como anotan: BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado.
4’ edición. Editorial RAO, Lima, 1998, p. 215; y RUBIO CORREA, Marcial Estudio de ¡a Constitución
Política de 1993. Torno H. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1999, p. 112.
(2) RUBIO CORREA, Marcial. Obra citada, p. 111.
a. Prestaciones de salud®: constituidas por las atenciones médico sanitarias y eco
nómicas (subsidios) de las contingencias (físicas o mentales) que, de forma tran
sitoria o permanente, padezcan sus beneficiarios (titulares y/o dependientes).
Cabe recordar, que ni en la Constitución de 1993 ni en las variadas leyes que re
gulan esta materia^ encontraremos una definición del concepto “salud”, a pesar
a ser uno de los derechos que mayor protección requiere, como la reciente pan
demia de la COVID-19 nos ha mostrado. Fue recién el Reglamento de la Ley
de Seguridad y Salud en el Trabajo, aprobado por el Decreto Supremo N° 005-
2012-TR, el que la describe como “un derecho fundamental que supone un es
tado de bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de enfer
medad o de incapacidad”®.
Dejamos constancia, sin embargo, que sentencias previas del Tribunal Cons
titucional ya habían delineado el contorno de este derecho; como se apre
cia en los Expedientes N° 02945-2003-AA/TC® N° 01711-2004-AA/TC® y
N° 03081-2007-PA/TC®.
b. Prestaciones pensionarías: materializadas con el pago de una suma dineraria
(generalmente mensual: pensión) otorgada ante un estado de necesidad especí
fico (años de servicios, incapacidad, vejez, etcétera), en la medida que el asegu
rado (o sus dependientes, en los supuestos de sobrevivencia) cumpla todos los
requisitos establecidos por ley®.
(3) También denominadas prestaciones sanitarias (FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Teoría genera! de la
seguridad social. L" edición. Ediciones Luis Alfredo, Lima, 1992, pp. 200-201). Algunos autores entienden
por prestación de salud a la atención médica, hospitalaria y farmacéutica, que recibe el pensionista (sin
mencionar al asegurado y/o a sus familiares) en los servicios propios del Seguro Social o en aquellos con
los que tenga contrato, sin tener derecho al cobro de subsidios en dinero (CRUZ GALLO, Guillermo. El
Sistema Nacional de Pensiones. Ediciones CG, Lima, 1975, p. 119); premisa que no compartimos, al ser
restrictiva.
(4) Ley General de Salud (Ley N° 26842), Ley Marco de Aseguramiento Universal en Salud (Ley N° 29344)
y Ley de Modernización de la Seguridad en Salud (Ley N” 26790).
(5) Esta definición no es una idea original nacional, pues transcribe lo señalado en la Observación General
N° 14 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU.
(6) Si bien reconoce a la salud como un derecho social - económico (prestacional), que requiere un soporte
presupuesta! para su ejecución, precisa que no puede ser considerado un gasto, sino una inversión social
(fundamento 44); asimismo, resalta que, al estar sustentada en los principios de solidaridad y dignidad,
tiene una relación inseparable con el derecho a la vida (fundamento 28).
(7) Identifica como elementos esenciales del derecho a la salud la disponibilidad, la accesibilidad, la acep
tabilidad y la calidad; asimismo, la reconoce como una “condición habilitante" para el ejercicio de otros
derechos (por ejemplo, al trabajo).
(8) Precisa que la salud no puede ser entendida solo desde un ámbito negativo de ausencia de enfermedad, sino
que exige una contraparte positiva: todos tienen derecho a que se les asigne medidas sanitarias y sociales,
conforme al nivel que permitan los recursos públicos y la solidaridad social; sin embargo, las carencias
presupuéstales no pueden ser argumento válido ti obstáculo para negar las prestaciones de salud.
(9) El Tribunal Constitucional ha determinado los elementos que conforman el contenido esencial del derecho
a la pensión en el fundamento 107 de la sentencia recaída en el Expediente N° 00050-2004-AI/TC; asimis
mo, las pretensiones que forman parte de su contenido constitucional mente protegido, en el fundamento
37 del fallo del Expediente N° 01417-2005-AA/TC. Sobre el particular, hemos opinado previamente en:
El principio de integralidad de la seguridad social postula que las prestaciones en
dinero o en especie deberían cubrir la totalidad de las contingencias humanas de mane
ra suficiente, oportuna y completa, para ser consideradas eficaces(!0); sin embargo, ello es
inviable, por el alto costo de su implementación, en especial, en países del tercer mundo.
En la práctica, su aplicación se enfoca en coberturar -cuando menos- a aquellas de ma
yor recurrencia: enfermedades, accidentes, embarazo, vejez y muerte.
Como hemos visto, si bien la Constitución de 1979 permitía (artículo 14, cuarto pá
rrafo) la coexistencia de otras entidades públicas o privadas, ello estaba condicionado a
que sus prestaciones fueran “mejores o adicionales” y que existiera consentimiento de los
asegurados. El cambio de modelo a un sistema de participación o gestión paralela, con su
pervisión estatal, permitió que dicha medida fuera una realidad.
ABANTO REVILLA, César. “El contenido esencial y e! contenido constitucionalmente protegido del
derecho fundamental a la pensión”. En: Laborem N” 6, SPDTSS, Lima, 2006, pp. 405-437.
(10) MARTÍ BUFFIL, Carlos. Derecha de seguridad social. Las prestaciones. Diana Artes Gráficas, Madrid,
1954, p. 27.
(11) A favor: BOLOÑA BEHR, Carlos. “¿Dueño de tu jubilación?”. Instituto ELM, Lima, 1995, p. 46; PAS
CO COSMÓPOLIS, Mario. “¿Son los sistemas privados de pensiones formas de seguridad social?”. En:
Las reformas de la seguridad social en Iberoamérica. Secretaría General de la OISS, Madrid, 1998, p.
17; MORÓN, Eduardo y CARRANZA, Eliana. Diez años del Sistema Privado de Pensiones. Avances,
retos y reformas. Universidad del Pacífico, Lima, 2003. En contra: BERNEDO ALVARADO, Jorge. “El
derecho humano a la seguridad social y la privatización de los sistemas de pensiones en América Latina.
Ganancia para algunos y desprotección para todos”. CEDAL, Lima, 2000, p. 20; GORDJLLO TORDO YA,
Eduardo. “Apuntes sobre los argumentos a favor de la privatización: los grandes engaños colectivos”. En:
VV.AA. Sistema Privado de Pensiones. Desafias y respuestas, CEDAL, Lima, 1994, pp. 20-22; ROMERO
MONTES, Francisco. “La financiación de la seguridad social”. En: Actas del Víl Congreso de Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social, UNMSM, Lima, 2007, pp. 412-413.
(12) Ese tema fue motivo de una ardua discusión al interior del CCD, como puede verificarse en: Debate
Constitucional. Tomo 1. Congreso de la República, Lima, 1994, pp. 425-443.
3. La supervisión estatal de su funcionamiento
Acorde con la labor de un Estado en una política de libre mercado que inspiró al cons
tituyente de 1993, la participación de éste se planteaba de manera conjunta (y hasta subsi
diaria) con la privada, limitando su acción a la supervisión de su funcionamiento, lo cual
se concretó a través de las denominadas “superintendencias”.
1. Prestaciones de salud
a. Salud pública: a inicios del siglo pasado, estuvo a cargo de las Cajas de los Se
guros Sociales de los obreros y los empleados, hasta que mediante Decreto Ley
N° 20212 (6 de noviembre de 1973) se creó el Seguro Social del Perú, que uni
ficó la gestión de ambas entidades: existió hasta el 28 de diciembre de 1987,
que se creó al IPSS (Ley N° 24786), posteriormente reemplazado por el Segu
ro Social de Salud - EsSalud04’, mediante Ley N° 27056 (30 de enero de 1999);
entidad que solo asumió las prestaciones de salud05’, pues en 1992 las del Siste
ma Nacional de Pensiones (SNP) se transfirieron a la Oficina de Normalización
Previsional (ONP), conforme a lo dispuesto por el Decreto Ley N° 2596706’.
(13) De acuerdo a la vigésimo tercera edición del Diccionario de Lengua Española de la Real Academia, existen
siete acepciones relativas a la palabra “acceso”, de las cuales consideramos adecuada a este caso la referida
en el número l (acción de llegar o acercarse). En tal sentido, es importante precisar que el precepto cons
titucional garantiza que los ciudadanos accedan a las prestaciones de salud y pensiones sin restricciones
(libremente), pero su goce estará supeditado al cumplimiento previo de los requisitos establecidos por ley:
aportes mínimas, edad, etcétera. Por ello, no es correcto afirmar que el artículo 1.1 bajo comentario asegura
el derecho a percibir una prestación de salud o pensión de forma automática.
(14) DELGADO APARICIO, Luis. La seguridad social en el Perú. La creación de EsSahtd. Fimart Editores,
Lima, 2000.
(15) También asume el pago de las prestaciones económicas o subsidios por incapacidad temporal, lactancia,
maternidad, gastos de sepelio y las implementadas con ocasión de la COVID-19.
(16) Sobre el origen de la ONP, ver: MARCOS RUEDA, Eduardo. “Sistema Nacional de Pensiones: 25 años
después”. En: Asesoría Laboral, Lima, junio 1998, pp. 32-38.
Las Cajas de los Seguros Sociales solo brindaban protección en los casos de en
fermedad, maternidad, invalidez y muerte. Es recién con el Decreto Ley N° 22482
(27 de marzo de 1979)<i7) que las prestaciones se extienden, abarcando benefi
cios asistenciales (médico y farmacéutico), preventivos (vacunas, control de me
nores y educación sanitaria) y subsidios (incapacidad laboral, lactancia, gastos
de sepelio, etcétera). Con la Ley N° 26790 - Ley de Modernización de la Segu
ridad Social en Salud (17 de mayo de 1997), se incorporó la participación de la
empresa privada a través de las Entidades Prestadoras de Salud (EPS).
El Ministerio de Salud, como ente rector de la política nacional en salud, brinda
atención médica a la población no afiliada a un régimen sanitario, para lo cual
cuenta -desde el 2002- con el apoyo del Seguro Integral de Salud (SIS)(IS), que
utilizando de base un Plan Esencia! de Aseguramiento en Salud (PEAS) otorga
cobertura a más de 1,400 enfermedades y tiene casi de 20 millones de inscritos
en la actualidad.
b. Salud privada: si bien el Decreto Legislativo N° 718(11 de octubre de 1991,
derogado por el Decreto Legislativo N“ 887) dispuso inicialmente la creación
del llamado Sistema Privado de Salud y las Organizaciones de Servicio de Sa
lud (OSS), el mismo nunca entró en funciones; siendo el 18 de mayo de 1997
la fecha real en la cual la empresa privada ingresa a la seguridad social en sa
lud (Ley N° 26790), a través de las EPS, que brindan planes base (con cobertura
obligatoria) y adicionales (beneficios sin los condicionamientos de ley), respec
to a la denominada capa simple (intervenciones de mayor frecuencia y menor
complejidad), en función que se complementa con la de EsSalud, en aquellos
centros de labores en los cuales sea aprobada por la mayoría (mitad más uno)
de trabajadores su implementación, conforme al procedimiento previsto en el
artículo 46 del Decreto Supremo N° 009-97-SA17 (l9).
18
A Marzo del 2021, funcionan cinco EPS (Sanitas Perú, Rímac, Pacífico, Mapfre
Perú y La Positiva) que registran 956,702 afiliados, entre titulares, dependien
tes y potestativos.
En un inicio, la fiscalización del régimen de salud estuvo restringida a la labor
de la Superintendencia de EPS (SEPS), que solo supervisó a dichas empresas
privadas. En el 2009 se ampliaron sus funciones, variando de denominación a
Superintendencia Nacional de Aseguramiento en Salud (SUNASA). En la ac
tualidad, la Superintendencia Nacional de Salud (SUSALUD), cuyas amplias
(17) Para ampliar sobre las antiguas prestaciones de salud: RENDÓN VÁSQUEZ, Jorge. Derecho de Insegu
ridad social. 4* edición. Editora Grijley, Lima, 2008, pp. 163-193.
(18) Que prevé dos modalidades: (i) SIS Gratuito o de subsidio total, para personas en extrema pobreza; y (ii) SIS
Semisubsidiado, que se divide -a su vez- en SIS Independiente, SIS Microempresa y SIS Emprendedor.
(19) Para ampliar sobre este tema, ver: VÍLCHEZ OLIVARES, Percy. “Análisis del mercado de las Entidades
Prestadoras de Salud”. En: Quipukamayoc N° 46, UNMSM, Lima, 2016, pp. 65-75.
competencias han sido fijadas en el Decreto Legislativo N° 1158 (6 de diciem
bre de 2013), supervisa tanto a IPRESp0> como IAFAS20 (2i), públicas y privadas.
2. Prestaciones pensionarías
a. Pensiones públicas: que comprenden a cuatro regímenes: (i) SNP (Decreto Ley
; (iii) servidores públicos<24); y (iv) servidores
N° 19990(22); (ii) militar policial(23)24
diplomáticos(25)26
27
.
(28) Decreto Supremo N° 054-97-EF, que aprueba el Texto Único Ordenado de la Ley del Sistema Privado de
Pensiones (SPP), del 14 de mayo de 1997.
(29) Tanto los aportes obligatorios (10 % de la remuneración del afiliado) como los voluntarios, con y sin fin
previsional.
(30) A partir del 1 de setiembre de 2018, el límite de inversión en el extranjero de las AFP fue elevado a 50 %
por el BCRP.
(31) Título emitido por el Estado, hasta por un monto máximo de 3/ 60 mil Soles, que representa los aportes que
el afiliado realizó al SNP antes de trasladarse al SPP. Alcanza solo a aquellos que cambiaron de régimen
previsional hasta el 31 de diciembre de 2001.
(32) Por todos, desde sus orígenes: NEVES MUJICA, Javier. “Sistema Nacional y Sistema Privado de Pensiones:
opción diabólica”. En: Themis N° 25, PUCP, Lima, 1993, pp. 7-10.
Ello se produjo, porque a mediados del 2003 el Tribunal Constitucional emitió una
se.ntencia(13), que si bien pretendió ser subsanada por un fallo posterior33 , quedó en evi
(34)35
dencia la inseguridad jurídica en torno a! régimen previsional público, así como el enor
me costo que representaba al Estado (unos S/ 5,200 millones de Soles por año)<3S). Sobre
los alcances de la reforma regresaremos con más detalle al comentar la Primera Dispo
sición Final.
La razón de esta medida obedecía al hecho que el artículo 46 del Decreto Ley
N° 20530 señalaba que las pensiones eran otorgadas mediante resolución expedida por
el titular del pliego correspondiente, lo que en la práctica implicaba que cada entidad
que en el Estado tuviera beneficiarios de dicho régimen (unas 700) asumirían la califi
cación y pago de los mismos, de acuerdo a sus criterios individuales y disímiles. Si bien
ello se había pretendido regularizar con el Decreto Legislativo N® 817 (23 de abril de
1996), que en su artículo 4 delegó en la ONP la competencia exclusiva para reconocer
los derechos pensionarios derivados de éste régimen, y pese a la ratificación realizada
por la Ley N° 26835, al ser declarada inconstitucional esta norma por la sentencia del
Tribunal Constitucional recaída en el Expediente N° OOOOl-98-I/TC, esta competencia
exclusiva quedó suprimida.
La Ley N° 27719 (12 de mayo del 2002) pretendió regularizar dicha situación, al se
ñalar que la calificación de derechos correspondería a la entidad en la cual prestó servi
cios el funcionario, pero ahora bajo la dirección, control y fiscalización posterior del Mi
nisterio de Economía y Finanzas, sin embargo, al ser prevista a nivel legislativo, siempre
existía la posibilidad de un nuevo fallo judicial contradictorio, por lo cual era necesario
elevar a rango constitucional la unidad de gestión administrativa previsional. Esta ley fue
derogada por la tercera disposición final de la Ley N° 28449, del 30 de diciembre de 2004,
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[p Al estar sustentada en los principios de solidaridad y dignidad, la salud tiene una relación
inseparable con el derecho a la vida. Es un derecho social - económico (prestacíonal) que
requiere un soporte presupuestal para su ejecución, pero no puede ser considerado un gasto,
sino una inversión social: STC Exp. N° 02945-2003-AA/TC (f. j. 28 y 44).
(33) Expediente N° 00156-2001-AA/TC, proceso de acción de amparo seguido por Rosa Medina Pantoja contra
el Ministerio de Salud y la ONP.
(34) Expediente N° 00189-2002-AA/TC, proceso de acción de amparo seguido por Carlos Maldonado Duarte
contra la SBS y la ONP.
(35) GONZALES HUNT, César. “La errática jurisprudencia del Tribunal Constitucional en materia previsional
y los criterios de interpretación constitucional”. En: Diálogo con laJuríspi-udencia'N0 58, Gaceta Jurídica,
Lima, 2003, pp. 45-52.
(U Elementos esenciales del derecho a la salud son la disponibilidad, la accesibilidad, la
aceptabilidad y la calidad; asimismo, es una condición habilitante para el ejercicio de otros
derechos: STC Exp. N° 01711-2004-AA/TC.
jjj La salud no puede ser entendida solo desde un ámbito negativo de ausencia de enfermedad,
sino que exige una contraparte positiva: todos tienen derecho a que se les asigne medidas
sanitarias y sociales, conforme al nivel que permitan los recursos públicos y la solidaridad
social; sin embargo, las carencias presupuéstales no pueden ser argumento válido u obstáculo
para negar las prestaciones de salud: STC Exp. N° 03081-2007-PA/TC.
El contenido esencial del derecho a la pensión está compuesto por el libre acceso a un
régimen previsional, el no ser privado arbitrariamente de la pensión y la pensión mínima
vital: STC Exp. N° 00Ü50-2004-AÍ/TC (f.j. 107).
La pensión también cuenta con un contenido no esencial, integrado por las disposiciones
sobre reajuste y pensión máxima (topes), y un contenido adicional, en el cual se encuentran
las normas sobre pensiones de sobrevivientes: STC Exp. N° 00050-2004-AI/TC (f.j. 108).
jj] La tercerización de los servicios legales, de forma sistemática, para la defensa de los inte
reses de la Oficina de Normalización Previsional interfiere en el derecho a la efectividad
del derecho a la pensión, en vista de eso, el Alto Tribunal declara la existencia de un estado
de cosas inconstitucional: STC Exp. N" 05561-2007-AA/TC (f.j. 34-41).
[|j| La seguridad social y el libre acceso a las prestaciones pensionarías son derechos de confi
guración legal porque a través de la ley se precisan los requisitos y condiciones que se deben
cumplir a efectos de acceder y gozar de las prestaciones que cada uno de los regímenes
pensionarios establece en cada caso en particular: STC Exp. N° 0007-2008-PI/TC (f. j. 6).
[fj La adopción de medidas orientadas a establecer el acceso equitativo a los servicios de salud
no se superpone ni es incompatible con la obligación de adoptar medidas especiales a favor
de los grupos más vulnerables: STC Exp. N° 0033-2010-PI/TC (f.j. 14).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 10, 11, 24; C.P.Ct.: art. 44 ines. 21), 22), 27); D.U.D.H.: arts. 22, 25;
P.I.D.E.S.C.: arts. 9,12
I. Antecedente nacional
El antecedente inmediato de esta norma lo encontramos en la parte final del primer
párrafo del artículo 14 de la Constitución de 1979, que establecía lo siguiente:
En efecto, mientras que en la Constitución de 1979 se señalaba que los aportes pro
vendrían del Estado, los empleadores y los asegurados, la de 1993 no se pronuncia al res-
pecto(1); por tanto, será mediante ley que se determinará a los sujetos aportantes.
(1) En igual sentido: RUBIO CORREA, Marcial. Estudios de la Constitución Política de Í993. Tomo II. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 117.
(2) Recuérdese, como ejemplo, que el texto original del artículo 7 del Decreto Ley N° 19990 establecía que
el aporte era abonado por el empleador (2/3 partes) y el asegurado (1/3), lo cual fue modificado a partir de
1995 por la Ley N° 26504, que determinó que la aportación en dicho régimen sería íntegramente de cargo
del asegurado (artículo 2, in fine).
La finalidad de la norma en ambas constituciones- era evitar la utilización indebida
de los recursos de la seguridad social para objetivos distintos o diferentes a lo provisional;
es decir, que los fondos y reservas solo puede ser utilizados para la atención de las pres
taciones de salud y pensiones, no para supuestos de retiro, devolución o similar, como se
viene ejecutando desde el año 2016 y se ha extendido peligrosamente durante el 2020 (y
hasta hoy), producto de la pandemia de la COVID-19.
En tal sentido, la Carta Magna de 1993 realiza una precisión expresa en cuanto a los
fondos y las reservas de la seguridad social al calificarlas de intangibles
* 5’, lo cual impli
ca que -como ya se ha señalado- no podrán ser utilizados para fines distintos o diferentes
a lo previsional: pago de las prestaciones de salud y pensiones. Los funcionarios y/o par
ticulares (en los regímenes privados) a cargo de su administración asumen la responsabi
lidad de ley por dicha utilización indebida o su manejo irregular.
(3) BERNALES BALLESTEROS, Enrique. La Constitución de 1993. Análisis comparado. 4“ edición. Editorial
RAO, Lima, 1998, p. 216. En el mismo sentido: QUISPE CORREA, Alfredo. La Constitución peruana
Gráfica Horizonte, Lima, 2003, p. 84; CHIRINOS SOTO, Enrique. La Constitución de 1993. Lectura y
comentario. 2° edición. Gráfica Ñerman, Lima, 1995, p. 45.
(4) En el régimen de pensiones del Decreto Ley N° 20530, esta situación se complementó con el ingreso inde
bido de miles de trabajadores de empresas estatales en los años ochenta, en virtud a normas de excepción
de cuestionado origen.
(5) De acuerdo con la vigésimo tercera edición del Diccionario de Lengua Española de la Real Academia, Ja
palabra “intangible” alude a lo que no debe o no puede tocarse.
(6) Sobre este fallo, ver: ABANTO REVILLA, César. “Crónica de una inconstitucíonalidad anunciada. La falta
de sustento de la devolución de aportes de la ONP”. En: Gaceta Constitucional N° 159, Gaceta Jurídica,
Lima, 2021, pp. 237-248.
con fines provisionales que hicieran las personas de 65 años o más que no cumplieron
con los requisitos legales para finalmente obtener una pensión. Como ya se advirtió,
los aportes realizados al SNP constituyen un ahorro colectivo previsional que
solo genera un derecho a percibir en el futuro una pensión, si se cumplen los
requisitos legales para tal efecto (esencialmente, haber aportado más de veinte
años). De ahí que la primera disposición complementaria final de la Ley 31083 es
también inconstitucional.
Estos criterios deben ser tomados en cuenta por los futuros legisladores antes de pre
tender introducir cambios o reformas en los regímenes pensionarios públicos, sujetos al
modelo tradicional de reparto.
(7) FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Teoría general de la seguridad social. Ia edición. Ediciones Luis
Alfredo, Primera Edición, Lima, 1992, p. 133.
(8) En ios EE.UU. de Norte América, la financiación general del sistema se hace en base a impuestos nacio
nales (solo los seguros de desempleo y riesgos profesionales son de cargo de los empleadores); en Nueva
Zelanda, la financiación de todo el sistema se realiza con un impuesto único. En el Perú, desde el 2011
se asume vía impuestos el pago de Programas Sociales Asistenciales No Contributivos como Pensión 65
y Contigo (2015), para atender las prestaciones de vejez e invalidez, respectivamente, de las personas en
extrema pobreza.
(9) FAJARDO CRIBILLERO, Martin. Obra citada, p. 134.
En los países del tercer mundo, ante el desequilibrio financiero deficitario que se pre
senta regularmente entre los ingresos (aportes) y gastos (atención de las prestaciones y
gastos de administración), el cálculo actuaría! termina desbordado por el manejo inade
cuado de los fondos y reservas, por lo cual deviene inevitable una subvención estatal de
la seguridad social a través de los impuestos
* l0), recayendo sobre la colectividad social el
mantenimiento de las falencias de su administración.
En cuanto a los aportes, resulta importante recordar que-en teoría- existen hasta tres
modalidades para .su administración:
a) Reparto. Prevista para seguros de corto plazo, en sus tres variantes: simple (se
paga por el beneficio que se recibe: enfermedad, maternidad), atenuado (para
supuestos de protección temporal) y de capitales constitutivos de cobertura (uti
lizado generalmente para los seguros de desempleo)
".*
En su aplicación práctica, las prestaciones de un grupo de personas (beneficia
rios) son pagadas a través de los aportes por otro grupo de personas (asegura
dos) por un periodo determinado, luego de calcularse los costos de las presta
ciones. los gastos de administración y la formación de una reserva técnica de
emergencia. Se basa en el deber del beneficiario de pagar la prestación que re
cibe y en la solidaridad colectiva previsional
* *12*.
10
b) Capitalización. Utilizada generalmente para los seguros a largo plazo (invali
dez, vejez y muerte). Tiene, a su vez, dos modalidades: individual (capital cons
tituido en base a una cuenta personal que en su momento atenderá la pensión
del beneficiario) y colectiva (aportes comunes que son invertidos por el admi
nistrador, de manera tal que su rentabilidad permitirá -junto al aporte- atender
las prestaciones),
c) Prima escalonada. Solución intermedia entre las modalidades anteriores, a tra
vés del cual se recauda una suma determinada por aportes obtenida de un por
centaje de la remuneración de los trabajadores (asegurados), que puede ser rea
justada -de ahí su nombre: escalonada- cada vez que exista desequilibrio entre
ingresos y egresos.
.El aporte o contribución es el porcentaje de nuestra remuneración que mes a mes se
descuenta para ser entregado al fondo pensionario o de salud que corresponda.
(10) TESC.H, Wíiltw. Mítica social del Estado. La seguridad social en el Perú. Ociáis Ediciones, Lima,
1978, p. 22. En igual sentido, ver: HENKE, Klaus. “Dependencia de la política social a tas condiciones
económicas y demográficas". En: Seguridad social en la economía social de meneado. Konrad Adenauer,
Buenos Aires, 1995, p. 279.
(!.l) FAJARDO CRIBILLERO, Martín. Obra citada, pp. 145-146.
(12) RJENDÓN VÁSQUEZ, Jorge, DsiMo de la seguridad social 4’edición. Editora Grijtev, Lima. 2008, p.
375.
En materia pensionaría, en el Perú coexisten el sistema de reparto (Decretos Leyes
N° 19990 y N° 20530, entre otros) y el de capitalización individual (Sistema Privado de
Pensiones - SPP). Cabe destacar que al no haber cumplido el IPSS -en su momento - con
la actualización de la tasa de aportación, el modelo que se aplica en la Oficina de Norma
lización Previsional (ONP) pasó de un reparto de prima escalonada a uno puro o simple03’.
Si bien durante mucho tiempo se discutió -en teoría- si los aportes tenían un carác
ter tributario (parafiscalidad) o eran una contribución especial de orden previsional, en
nuestro país este debate quedó zanjado con la dación de la Ley N° 27038, publicada en
el diario oficial “El Peruano” el 31 de diciembre de 1998, que en su artículo 2 modificó
la Norma II del Título Preliminar del Código Tributario, precisando que las aportaciones
del IPSS (hoy EsSalud) y la ONP se rigen por las normas de dicho código; por tanto, des
de entonces se les reconoce naturaleza de contribuciones tributarias04*. La recaudación de
los aportes de dichas entidades es realizada por la Superintendencia Nacional de Aduanas
y de Administración Tributaria - SUNAT.
En virtud de las aportaciones, sin perjuicio de la modalidad que se utilice para su cap
tación (recaudación) y posterior administración, se estructuran los fondos dé pensiones y
las reservas técnicas con las cuales se garantizan las emergencias que los primeros pudie
ran tener. Lamentablemente, desde hace muchos años tenemos un índice de morosidad en
el pago de los aportes a la salud y pensiones por parte de los empleadores (públicos y pri
vados), que en este último caso ronda el 45 %, originando que las AFPs interpongan en
promedio unas diez mil demandas mensuales por cobro de adeudos05’.
No existe un modelo perfecto de seguridad social, pero resulta claro que no podemos
pretender construir uno basado en la existencia de una relación laboral en un país donde la
informalidad supera el 70 %. En tal sentido, pese a haber transcurrido casi 30 años desde
su elaboración, hasta la fecha mantiene vigencia el informe del Banco Mundial elaborado
en 1994 que detalla los aspectos negativos de las políticas económicas previsionales en
todo el mundo06’. De hecho, la propuesta de un modelo multipilar de pensiones, formulada
en dicho informe, fue la utilizada como la base central de la Comisión Multipartidaria del
(13) Como señalan PAZ, Jorge y UG AZ, Rafael. “Análisis del Sistema Privado de Pensiones desde un enfoque
de costos hundidos endógenos”. En: Economía y Sociedad N° 50, CIESS, Lima, 2003, p. 27.
(14) Sobre este tema ver: TOYAMA MIYAGUSUKU, Jorge, “La Sunatización de las aportaciones de la segu
ridad social”. En: Advocatus N° 2, Universidad de Lima, Lima, 2000, pp. 183-194.
(15) En la medida en que la norma original dei SPP no establecía un plazo para el cobro de aportes previsionales,
en la práctica la mayoría de jueces de paz letrado, competentes para estas demandas en vía de obligación
de dar suma de dinero, aplicaban los 10 años previstos en el inciso 1 del artículo 2001 del Código Civil
(acción personal), lo cual fuera validado en el Tema N° 3 del Pleno Jurisdiccional Regional Comercial
([quitos, 2013); sin embargo, lo correcto hubiera sido remitirse -como norma supletoria previsional directa-
ai segundo párrafo del artículo 18 del Decreto Ley N° 19990. Esto ha sido corregido en el Tema N° 1 del
Pleno Jurisdiccional Nacional Laboral de 2018 (Chiclayo), al reconocer que el cobro de aportes impagos
a las AFPs es imprescriptible, en mérito a lo dispuesto por la Ley N° 30425, criterio aplicable incluso a
los adeudos anteriores al 2016.
(16) BANCO MUNDIAL. Envejecimiento sin crisis. Políticas para la protección de los ancianos y la promoción
del crecimierno. Oxford University Press, Washington D.C., 1994.
Congreso de la República encargada de Evaluar, Diseñar y Proponer la Reforma Integral
del Sistema Previsional Peruano en el Informe Final que fue entregado para su debate al
Pleno el pasado 3 de febrero de 2021 (Proyecto de Ley N° 7042/2020-CR).
Si bien pueden formar parte de un solo bloque que sea administrado por una misma
entidad (pública o privada), cabe diferenciar qué un fondo de seguridad social en relación
con las denominadas reservas técnicas.
Por fondo de la seguridad social entendemos al conjunto de ingresos que estarán des
tinados exclusivamente para la atención de las prestaciones de salud y pensiones, los cua
les tienen carácter intangible, en cuanto no pueden ser utilizados para un fin distinto. Por
ejemplo, los aportes que se realizan mensualmente a EsSalud y ONP son utilizados inme
diatamente para atender el pago de las prestaciones respectivas: no ingresan a una cuenta
de capitalización, como en el caso de las AFPs.
En sentido distinto, las reservas son las masas económicas constituidas para cu
brir las emergencias que se esperan en el futuro según los esquemas teóricos financieros
previamente trazados (cálculos actuariales)09’. También tienen carácter intangible, pero
(17) MORÓN, Eduardo y CARRANZA, Eliana. Diez años del Sistema Privado de Pensiones. Avances, retos
y reformas. Universidad del Pacífico, Lima, 2003, p. 141.
(18) En octubre de 2008, la Presidenta de Argentina, Cristina Fernández, decretó la eliminación de! sistema
privado de las AFJP.
(19) FAJARDO CRIBILLERO, Martin. Obra citada, pp. 148-149. Este autor agrega que la reserva está consti
tuida de la diferencia resultante entre los ingresos y egresos del sistema, y su fin exclusivo es hacer frente
a las prestaciones futuras, no a las presentes, ni a los gastos de administración.
ello no implica que no puedan ser invertidas por la entidad respectiva para generar utili
dad (incremento), siempre bajo los parámetros y supervisión fijados por ley. A manera de
ejemplo, tenemos el Fondo Consolidado de Reservas Pensionarías (FCR), creado por el
Decreto Legislativo N° 817 (artículo 16) para respaldar el pago de las obligaciones pro
visionales a cargo de la ONP.
(i) Reserva actuarial. El valor a una fecha determinada de las obligaciones previ-
sionales resultantes del cálculo actuarial que se efectúe para un régimen especí
fico. Comprende las prestaciones económicas pensionarías, las no pensionarías,
los gastos administrativos y las contingencias judiciales, hasta la total extinción
de las respectivas obligaciones.
(ii) Reserva pensionaría. Parte de la reserva actuarial referida al valor, a una fe
cha determinada, de las prestaciones económicas pensionarías dentro de un ré
gimen previsional específico.
Como se aprecia, el concepto reserva implica una proyección de gastos que no puede
equipararse al concepto fondo, que sirve para la atención permanente e inmediata de las
prestaciones de salud y pensiones, aunque como precisamos- ambas masas dinerarias
pueden comprenderse en un solo bloque bajo la administración de cada entidad.
Para finalizar este punto, queremos precisar que las reservas, como proyección de gas
tos futuros, se han distorsionado (en cuanto a sus cálculos iniciales) a raíz de los pronun
ciamientos zigzagueantes del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, en especial,
en materia de pensiones20 (22), lo cual debería ser considerado por los magistrados al evaluar
21
(20) Posteriormente, la Ley N° 26323 estableció con carácter excepcional- el uso de la reserva para el pago
de pensiones, como consecuencia del traspaso del IPSS a la ONP.
(21) Este monto fue cancelado a través de un adelanto inicial (el 20 de noviembre de 1998), el traspaso de
activos financieros, la transferencia de 51 inmuebles, y la compensación de la deuda que con el IPSS tenía
el Ministerio de Economía y Finanzas. El articulo 2 de la norma también aprobó parte de la deuda que
diversos organ ¡sinos del Estado tenían con el IPSS, desde enero 1988 hasta diciembre 1996, la misma que
fue fijada en la suma total de S/ 1,271'638,148.42 soles.
(22) A manera de ilustración, solo la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente N° 00703-
2002-AC/TC, proceso de acción de cumplimiento sobre la aplicación de la Ley N° 23908 (pensión mínima
detalladamente cada caso, a fin de que sus decisiones sean asumidas luego de un análisis
profundo de orden jurídico y fáctico que no sea ajeno a las implicancias financieras que
pueden generar en la economía nacional.
En cuanto a la Caja de Pensiones Militar Policial, el Decreto Ley N° 21021 en sus ar
tículos 35 y 36 desarrolla aspectos genéricos sobre los estudios actuariales y las inversiones.
y reajuste trimestral), generó en su momento que las contingencias judiciales proyecten un gasto en de
vengados de U$ 3,000 millones de dólares americanos para el SNP. En mérito a este fallo se interpusieron
cerca de 60 a 70 mil demandas entre los años 2003 al 2006.
(23) En ese sentido, tenemos la Circular N° 027-2018-BCR.P del Banco Central de Reserva, del 29 de julio de
2018, que determina los limites de inversión generales para los fondos administrados por las AFP.
3. Responsabilidad “señalada por ley”
En cuanto a la determinación de la responsabilidad por la utilización y/o aplicación
de los recursos de la seguridad social en una forma no establecida por ley, existen dos
probabilidades:
° Asumir una fórmula restringida, en cuyo caso la norma que establezca la for
ma de aplicación de los recursos mencionados deberá precisar cuáles serán las
sanciones y la naturaleza específica de la responsabilidad correspondiente.
En cuanto a la primera opción, se tendrían que evaluar las circunstancias que rodeen
a cada hecho que se califique como generador de responsabilidad, para determinar si es
tamos ante supuestos de responsabilidad administrativa, civil o penal(2'* >, lo cual siempre
deja un margen de discrecionalidad a la administración que no resultaría conveniente en
nuestro país.
En relación a la segunda opción, partiendo de la premisa que los principios que in
forman al Derecho Penal resultan de aplicación al Derecho Administrativo Sancionado!,
a la luz del principio de legalidad05* no podría imputarse responsabilidad de esta natura
leza (administrativa y/o penal) a quienes apliquen los recursos de la seguridad social en
forma no establecida por ley, pues se requeriría la existencia (previa al hecho) de una nor
ma que determine la infracción o delito, y en nuestro país no existen (hasta la fecha) de
litos especiales en materia provisional.
De lo expuesto, queda claro que para evitar situaciones de manejos indebidos (inclu
so los supuestos de acción u omisión delictiva) que queden impunes, debería emitirse una
(24) Principalmente, delitos contra la Administración Pública: peculado (articulo 387) y malversación de
fondos (artículo 389). Discutible la aplicación de estos tipos penales a los particulares (para el caso de los
regímenes privados de salud y pensiones) por la extensión de punibilidad establecida por el artículo 392
(modificado por la Ley N° 26198), pues tendría que determinarse si los recursos de la seguridad social
pueden ser calificados como “asistenciales” o de “apoyo social”. Sobre este tema nos hemos pronunciado
en: ABANTO REVILLA, César. “El delito de apropiación ilícita de las aportaciones de la seguridad social
en materia de pensiones. La necesidad de una ley sobre delitos previsionales”. En: Gaceta Penal N° 14,
Gaceta Jurídica, Lima, 2010, pp. 111-122.
(25) Constitución de 1993: artículo 2, inciso 24, literal d): Nadie será procesado ni condenado por actor u omi
sión que al tiempo de cometerse no esté previamente calificado en la ley, de manera expresa e inequívoca,
como infracción punible; ni sancionado con pena no prevista en la ley.
norma que determine las sanciones, infracciones, delitos y penas aplicables a estos casos,
dejando a salvo las acciones indemnizatorias civiles que eventualmente corresponda
* 20’.
Uno de los temas más discutidos y controversíales de esta norma fue la implementa-
ción de una nueva forma de pago de la comisión de las AFP. Hasta ese momento, el ase
gurado que optó por incorporarse al SPP tenía que destinar un porcentaje de su remune
ración para pagar a la AFP por el manejo de sus fondos; lo cual implicaba que la garantía
del abono regular a dicha empresa estaba condicionado al hecho que el asegurado estu
viera trabajando, pues de estar en situación de desempleo, la AFP no podría cobrarse men
sualmente su comisión; sin embargo, estaba obligada a seguir invirtiendo y supervisando
la cuenta individual (fondo) del afiliado.
Esta forma de pago se aplicaría a los nuevos afiliados de forma gradual, por lo cual
se impleiTientó una comisión “mixta” que combina un porcentaje de comisión sobre la re
muneración (llamada comisión sobre el “flujo”) y otra sobre el fondo, que iba a ir decre
ciendo gradualmente cada dos años hasta el 2023, en que se aplicará el 100 % del des
cuento sobre el fondo. A los afiliados “antiguos” se les otorgó hasta el 31 de mayo de 2013
para que ratificaran su intención de permanecer bajo el mecanismo de pago al que ya es
taban adscritos (sobre la remuneración o “flujo”); los que no lo pudieron hacer migraron
al nuevo modelo.
(26) Este punto también fue observado en el Congreso Constituyente Democrático, al discutirse el texto de este
artículo, razón por la cual se planteaba que se consigne expresamente que sería “responsabilidad penal”
(CCD: Debate Constitucional. Tomo l. Congreso de la República, Lima, 1994, p. 423). El resultado hubiera
sido el mismo, al no existir una norma penal de desarrollo posterior que tipifique dichas conductas como
delitos.
publicada en el diario oficial “El Peruano” la sentencia recaída en el Expediente N° 00013-
2012-PI/TC, que declaró infundada la demanda, precisando que la comisión por admi
nistración de la AFP es un componente de los descuentos aplicados al afiliado, por tanto,
forma parte de los elementos provisionales que están contemplados dentro de la operati-
vidad del SPP, tan igual como el descuento mensual para el pago de la prima del contrato
de seguro para la atención de las pensiones de invalidez y de sobrevivientes, probando así
su contenido y finalidad provisional, razón por la cual no se puede alegar que la comisión
sobre el fondo (el saldo) constituya una afectación a la intangibilidad(27).
Tampoco es clara la posición del Tribunal con relación a la comisión “por saldo” y
la situación de los desempleados, pues tomando como base el ejemplo que la SBS habría
expuesto en la vista de la causa (informe de hechos), concluye que no existiría la posibi
lidad que los fondos se “licúen” (queden en cero), pese a que reconoce que en Chile sí se
detectó dicho peligro(28).
(i) A partir de los 65 años de edad, podrá elegir entre percibir la pensión que le co
rresponda bajo cualquier modalidad, o solicitar la entrega de hasta el 95.5 % del
total del fondo disponible en su Cuenta Individual de Capitalización (CIC) en
las armadas que considere necesarias. De ejercer esta opción, está renunciando
a cualquier beneficio futuro de garantía estatal.
(ii) Antes de los 65 años de edad, disponer hasta el 25 % del fondo acumulado en
su CIC para: (a) pagar la cuota inicial de la compra de un primer bien inmue
ble; o (b) amortizar el crédito hipotecario que se le haya otorgado para la com
pra de un primer bien inmueble. En ambos casos, deben ser créditos otorgados
por entidades del sistema financiero.
(27) Como señalamos anteriormente: ABANTO REVILLA, César. Manual del Sistema Privado de Pensiones.
Gaceta Jurídica, Lima, 2013, p. 154.
(28) SUPERINTENDENCIA DE AFP. Efectos de largo plazo de la comisión fija en el Sistema Chileno de AFP
del Gobierno de Chile. Documento de Trabajo 9. Santiago de Chile, 2005.
Como hemos señalado, junto con Paitán(29), bajo la idea errada de que al ser los fon
dos propiedad de los asegurados, serán ellos quienes deban decidir el destino (y uso) de
los mismos, se está confiando que la mayoría de éstos será capaz de encontrar un mecanis
mo u opción empresarial, bancaria, financiera o bursátil que les permita generar una ren
tabilidad suficiente que los provea de una pensión de jubilación por el resto de sus vidas.
Si bien la reacción natural e inmediata del ser humano, al tener que decidir entre dis
poner de sus ingresos para atender gastos (necesidades) presentes y ahorrar para una pre
visión a futuro (vejez o jubilación), sea la de priorizar y utilizar su liquidez hoy, es el Es
tado quien deberá buscar las medidas que sean más convenientes para la mayoría, a fin
de asegurar una base o piso mínimo de protección, dentro de las cuales se encuentra pre
cisamente la seguridad social, que si bien en las últimas décadas ha atravesado diversas
crisis estructurales, tanto por factores demográficos (incremento de la longevidad y dis
minución de las tasas de natalidad), como de carácter administrativo (manejo deficiente e
irregular de las entidades provisionales estatales) y financiero (incremento de la informa
lidad laboral y la morosidad en el pago de los aportes, por parte de los empleadores), que
han originado la implementación de una serie de reformas -incluida la participación más
activa de entidades privadas en la gestión y atención de sus prestaciones (pensiones y sa
lud)-, ello no debería justificar que se “abra la puerta” de acceso a los fondos que deben
servir de sustento para las pensiones de vejez(30).
Desde nuestro punto de vista, las normas serían inconstitucionales por las siguientes
tres razones centrales:
(29) ABANTO, César y PA1TÁN, Javier. “¿Es inconstitucional la ley que libera los fondos de las AFP? El
ahorro forzoso y la esencia de los regímenes provisionales”. En: Soluciones Laborales N° 101, Gaceta
Jurídica, Lima, 2016, p. 88.
(30) En sentido similar: PAYET, José y LA SERNA, Sheila. “Consideraciones respecto de la protección cons
titucional y lega! de los fondos privados de pensiones en el Perú”. En: Advócalas N“ 19. Universidad de
Lima, Lima, 2012, p. 289.
percibir mensualmente un ingreso igual o mayor al que les correspondería de haber opta
do por alguno de los planes de pensiones que les ofrece el SPP.
También se intentó una medida similar para la ONP, cuando la Ley N° 31083 apro
bó la devolución de los aportes del SNP, pero mediante la STC Exp. N° 00016-2020-PI/
TC, fue declarada inconstitucional al vulnerar los artículos 12, 79 y la Primera Disposi
ción Final de la Carta Magna.
Un detalle característico de las leyes (del 2016 al 2021) que aprobaron los retiros de
fondos, así como la devolución del SNP, es que fueron promulgadas por insistencia por el
Congreso de la República, a pesar de las advertencias de la ausencia de un sustento técni
co jurídico previsional mínimo y la sostenibilidad financiera presupuestal que las respalde.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
(U La intangibilídad tiene por propósito asegurar que los fondos y las reservas de la seguridad
social sean destinados a fines que garanticen el pago de una pensión: STC Exp. N° 00014-
2007-PI/TC (f. j. 31).
(jj| La disposición referida a la intangibilidad de los fondos pensionarios está orientada a que
no se repitan experiencias de malversación en la gestión generada por debilidades de las
administraciones y la escasa calidad moral de sus directivos, en perjuicio de sus asegurados:
STC Exp. N° 01473-2009-PA/TC (f.j. 47).
jj] La pensión forma parte del patrimonio de la persona que goza de ese derecho, pero no
implica un derecho de propiedad cualquiera. El derecho de propiedad sobre la pensión está
acotado por la ley. Su titular no puede disponer libremente de él. No cabe afirmar que los
aportes realizados al fondo del SNP estén garantizados por el derecho de propiedad y, en
consecuencia, esté justificada la devolución de la totalidad de aportes con fines previsionales
que hicieran las personas de 65 años o más que no cumplieron con los requisitos legales
para finalmente obtener una pensión. Los aportes realizados al SNP constituyen un ahorro
colectivo previsional que solo genera un derecho a percibir en el futuro una pensión, si se
cumplen los requisitos legales para tal efecto, esencialmente, haber aportado más de 20
años: STC Exp. N° 00016-2020-PI/TC (f. j. 10).
|fj Se declaró un estado de cosas inconstitucional respecto del tratamiento legislativo desigual
e injustificado sobre la prohibición de doble percepción de ingresos para los pensionistas
del Estado: STC Exp. N° 0009-2015-PI/TC (f. j. 87).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 6, 14 al 19, 58,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 ines. 19), 20), 23), 6“ DF; C.C.:
arts. 235,287,316 inc. 1), 418,472; C.N. A.: arts. 14 y ss.; Ley 28988; D.UD.H.: art.
26; P.I.D.E.S.C.: arts. 13, 14: C.D.N.: art. 28; P.S.S.: arts. 13, 16
L Introducción
Los esfuerzos de los gobiernos para mejorar el sistema educativo de nuestro país no
han dado hasta la fecha los resultados esperados. Prueba de ello es que el nivel educativo
ofrecido por entidades públicas y privadas adolece de falencias que inciden notablemen
te en la formación de los alumnos.
En este contexto, surge la necesidad de que el Estado adopte una adecuada política
educativa orientada a la formación integral de los educandos y a su integración a la comu
nidad nacional e internacional mediante la adopción de estrategias que permitan alcanzar
los fines perseguidos por la educación y elevar la calidad educativa del sistema.
II. Derecho a la educación en tratados internacionales
Los alcances del artículo bajo comentario están contenidos también en documentos
de alcance internacional tales como la Declaración Universal de Derechos Humanos(l) y
el Pacto Internacional de derechos Económicos Sociales y Culturales
* 2’, los cuales consi
deran a la educación como un derecho, destacando su carácter gratuito, garantizando el
respeto a las libertades fundamentales y propiciando la participación de los padres de fa
milia en el proceso educativo.
(1) Declaración Universal de Derechos Humanos. Aprobada y proclamada por la Resolución 217 A (III) de
la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10/12/1948.
(2) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Adoptado y abierto a la firma, ratifi
cación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXí), de 16/12/1966.
a) La enseñanza primaria debe ser obligatoria y asequible a todos gratuitamente;
b) La enseñanza secundaria, en sus diferentes formas, incluso la enseñanza secun
daria técnica y profesional, debe ser generalizada y hacerse accesible a todos, por
cuantos medios sean apropiados, y en particular por la implantación progresiva de la
enseñanza gratuita;
c) La enseñanza superior debe hacerse igualmente accesible a todos, sobre la base de
la capacidad de cada uno, por cuantos medios sean apropiados, y en particular por la
implantación progresiva de la enseñanza gratuita;
d) Debe fomentarse o intensificarse, en la medida de lo posible, la educación funda
mental para aquellas personas que no hayan recibido o terminado el ciclo completo
de instrucción primaria;
e) Se debe proseguir activamente el desarrollo del sistema escolar en todos los ciclos
de la enseñanza, implantar un sistema adecuado de becas, y mejorar continuamente
las condiciones materiales del cuerpo docente.
3. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de
los padres y, en su caso, de los tutores legales, de escoger para sus hijos o pupilos
escuelas distintas de las creadas por las autoridades públicas, siempre que aque
llas satisfagan las normas mínimas que el Estado prescriba o apruebe en materia
de enseñanza, y de hacer que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa o
moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
4. Nada de lo dispuesto en este artículo se interpretará como una restricción de la liber
tad de los particulares y entidades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza,
a condición de que se respeten los principios enunciados en el párrafo 1 y de que la
educación dada en esas instituciones se ajuste a las normas mínimas que prescriba el
Estado. (El resaltado es nuestro).
Para empezar, debemos señalar que la educación es un fenómeno social que surgió
con la aparición del hombre pues desde sus inicios, este se vio en la necesidad de adquirir
determinados conocimientos para garantizar su supervivencia y su integración a la comu
nidad. El proceso de aprendizaje no se realizó en un determinado lugar similar a la escue
la, sino que se desarrolló como parte del proceso de convivencia. El concepto de educa
ción no está supeditado a la existencia de instituciones educativas pues el aprendizaje se
realiza también fuera de las aulas. En este sentido la educación puede ser formal o infor
mal. La educación formal es la que se realiza en la convivencia social diaria, mientras
que la educación informal es la que se imparte en lugares específicos tales como escuelas,
colegios y universidades. En el presente comentario, utilizaremos el término educación
en su dimensión formal.
“(...) La educación (...) hace alusión a un proceso en virtud del cual un hombre llamado
educador actúa sobre otros hombres llamados educandos con el propósito de lograr
en estos ciertos comportamientos considerados valiosos. Empero, con la palabra
educación no solo hacemos referencia a un proceso, sino al producto resultante de
este proceso, Es frecuente escuchar: “es una persona muy educada”, donde educación
alude al producto resultante de algún proceso de enseñanza-aprendizaje, expresado en
los cambios psicofísicos que ha experimentado como consecuencia de tal proceso”*3 4’.
Entre las características de la educación, el maestro Paulo Freire señala las siguientes:
Siguiendo esta línea, Trina Bokova®, ex Directora General de la UNESCO precisa que
“No existe una fuerza transformadora más poderosa que la educación para promover los
derechos humanos y la dignidad, erradicar la pobreza y lograr la sostenibilidad, construir
un futuro mejor para todos, basado en la igualdad de derechos y la justicia social, el res
peto de la diversidad cultural, la solidaridad internacional y la responsabilidad comparti
da, aspiraciones que constituyen aspectos fundamentales de nuestra humanidad común”.
2. Características de la educación
Con relación a las características de la educación, el Tribunal Constitucional ha se
ñalado lo siguiente:
(12) Comisión Internacional sobre ia Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors. Ob. cit, pp. 18
y 19.
(13) ídem.
“(...) De conformidad con lo establecido por el Comité de Derechos Económicos, So
ciales y Culturales, creado en virtud del Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, que entró en vigor el 3 de enero de 1976, y que fue ratificado
por el Perú el 28 de abril de 1978:
La educación, en todas sus formas y en todos los niveles, debe tener las siguientes
cuatro características interrelacionadas y fundamentales:
Con estos elementos, se logra esbozar una interpretación acorde con la protección
debida al derecho fundamental a la educación, como una realidad no contradictoria
y coherente con los otros bienes constitucionales consagrados en la Constitución, y
para una plena realización de la persona humana y su dignidad”041.
En cuanto a la dimensión de disponibilidad el Tribunal ha señalado que “(...) no solo
es necesario que el Estado respete la libertad de enseñanza (y en concreto, la libertad de
los particulares de establecer centros docentes de conformidad con la Constitución y la
ley), sino que, fundamentalmente, establezca y financie la cantidad necesaria de institu
ciones educativas al servicio de toda la población, destinando recursos a la mejora de la
situación en la que los docentes y administrativos realizan sus labores, como a la infraes
tructura y avance tecnológico de tales centros, que resultan ser en la actualidad condicio
nes básicas de funcionamiento de estos”05’.
Sobre el particular, Augusto Salazar Bondy refiere que “(...) un hombre está bien
educado, o bien formado no solo cuando puede realizar una conducta teórica o práctica
que antes no era capaz de ejecutar y delegarla tal cual a otros hombres, sino cuando
Asimismo, Marc Belth ha señalado que “Es de vital importancia reconocer que la edu
cación, en todos los casos, se ocupa en el desarrollo de la aptitud para pensar, en el mane
jo de símbolos, en el establecimiento de las bases teoréticas para la acción, el lenguaje, la
investigación y la descripción, factores que determinan al hombre como tal”18 (19)20
22
21
.
[Las] garantías de libertad [de enseñanza] aseguran que la formación del saber y el
impulso de la investigación científica se encuentren al servicio del pluralismo y la
tolerancia, y no de paradigmas dogmáticos que vengan impuestos por poderes ajenos
a los fines reservados a la educación, los que coartarían la realización intelectual del
ser humano e impedirían el desarrollo de una opinión pública crítica como proyección
de conocimiento en el proceso de evolución social, económica y cultural™.
El fundamento de (...) [la libertad de enseñanza] supone una autonomía en sentido
general que garantice que la formación en conocimientos y espíritu tenga lugar en un
ambiente libre de todo tipo de injerencias ilegítimas, particularmente de aquellas prove
nientes del poder público, sean estas de carácter confesional, académico o ideológico122’.
Asimismo, ha señalado que el respeto a la libertad de enseñanza debe garantizarse en
las diferentes etapas y niveles del sistema educativo:
(18) SALAZAR BONDY, Augusto. El sentido de la educación. Ciudad Universitaria, Lima, 1967, p. 1.
(19) BELTH, Marc. La educación como disciplina científica. El ateneo, Argentina, 1971, p. 29.
(20) STC Exp. N“ 4232-2004-AA/TC, f. j. 10.
(21) STC Exp. N° 0005-2004-AI/TC, f. j. 8.
(22) Idem.
[U'jna promoción de la educación que condiga con el desarrollo integral de la persona
exigido por la Constitución, requiere que el Estado garantice la libertad de enseñanza
(art. 13), la libertad de conciencia (art. 14) y la libertad de cátedra (art. 18 de la CP)™1.
La importancia de esta libertad, desde nuestro punto de vista, consiste en que el do
cente no abuse de la posición de dominio que tiene en el aula. Si bien puede adoptar deter
minados puntos de vista respecto a un tema específico, su posición no debe ser impuesta
a los estudiantes. Esto no implica que el docente se limite a exponer conocimientos, sino
que propicie que los estudiantes desarrollen su capacidad de cuestionamiento y crítica den
tro de un ambiente de libertad y no de imposición.
Con relación a este tópico, Augusto Salazar Bondy refiere que: “El que el educador
se irrogue el derecho de decidir los valores y los cambios vitales que son adecuados a otro
hombre, puede ser justificado solo en cuanto dicha decisión condicione y prepare la
autoformación del educando, lo ponga en el camino de ser libre para resolverse en
una u otra dirección vital, para decidir el mismo, autónomamente, lo que sea bueno
o malo para su ser, lo que implica en el educador la voluntad de no avasallar al edu
cando, de no utilizarlo al servicio de sus intereses, de no tratarlo como cosa, volun
tad que se prueba dando al educando, los medios de actuar sobre quienes lo educan
con derecho y propósitos análogos, o sea, de llegar a ser educador del educado, que
es como decir, propulsor del hombre.04’” (el resaltado es nuestro).
(23) ídem.
(24) SALAZAR. BONO Y. Augusto. Ob, cit., p. 7
medio para alcanzar determinados objetivos sociales y como una mejora deseable de la
.
calidad de la vida(25)26
Los bienes de cultura pertenecen a la sociedad a la que pertenece el sujeto. Esta socie
dad, propietaria de los bienes de cultura, está definida por un ambiente unas necesidades y
exige, precisamente por su intrínseca constitución, que sus componentes tengan concien
cia de ello. Esta exigencia se convierte en algo legitimo: la sociedad tiene el derecho y el
deber de educar a sus miembros, de otra forma habría tantas sociedades como sujetos y,
siendo consecuentes, cada uno de ellos partiría de cero. No es este el momento de entrar
en la discusión de los medios y sistemas^63.
(25) Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, presidida por Jacques Delors. Informe a la
Unesco. Ob. cit., p. 26.
(26) FERRÁNDEZ, Adalberto y SARRAMONA, Jaime. La educación. Constantes y problemática actual.
CEAC, Barcelona, p. 37.
VIII. A modo de conclusión
El derecho a la educación permite el ejercicio de otras derechos. El acceso al
sistema educativo en condiciones de igualdad permite el desarrollo de compe
tencias y la formación integral de los estudiantes.
El proceso educativo debe realizarse dentro del marco que permita la libertad
de pensamiento. Para ello, los docentes deben propiciar el intercambio de ideas
en las aulas y propiciar que los alumnos desarrollen argumentos para sustentar
sus opiniones.
j] La educación ostenta el más alto rango dentro de las funciones del Estado, pues se fun
damenta en ios principios esenciales de la democracia y se vincula directamente con ei
desarrollo económico y social del país: STC Exp. N° 04232-2004-AA/TC (f, j. 10).
(Jl El Estado asume la educación asume como función indeclinable y está obligado a invertir
en todos sus niveles y modalidades: STC Exp 04232-2004-AA/TC (f, j. 10).
íjj La educación posee un carácter binario, pues no solo constituye un derecho fundamental,
sino también un servicio público: STC Exp. N® 00017-2008-PI/TC (f. j, 9).
j®¡] La educación implica un proceso de incentivación del despliegue de las múltiples potencia-
lidades humanas y permitir la cristalización de un proyecto de vida: STC Exp. N° 04232-
2004-AA/TC (f.j. 10).
jjj El principio de coherencia exige que el proceso educativo mantenga una relación de ar
monía, compenetración, compatibilidad y conexión con los valores y fines que inspiran la
Constitución: STC Exp. N° 04232-2004-AA/TC (f. j. 10).
d El derecho a la educación impone a los estudiantes el deber de cumplir con aquel conjunto
de obligaciones académicas y administrativas establecidas por los órganos competentes:
STC Exp. N° 04232-2004-AA/TC (f. j. 10).
jg| La educación también se configura como nn servicio público, en la edida de que se trata
de una prestación pública que explícita una de las funciones-fines del Estado, de ejecución
per se o por terceros bajo fiscalización estatal. Por ende, el Estado tiene la obligación de
garantizar ía continuidad de los servicios educativos, así como de aumentar progresivamente
la cobertura y calidad de estos: STC Exp. N° 00853-2015-PA/TC (f. j. 8).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 8), 6,13,15 al 19,23,58,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 ines. 19), 20), 23),
6a DF; C.N.A.: arts. 14 y ss.;D.L. 25762: art. 15; Ley 28988; D.S. 00.1-2015-MINEDU:
art. 3; D.U.D.H.: arts. 18, 26, 27; P.I.D.C.P.: arts. 18,27; P.I.D.E.S.C.: arts. 13, 15;
C.D.N.: arts. 30,31; C.A.D.H.: art. 12.4; P.S.S.: arts. 13, 14
I. Introducción
El sistema educativo debe promover el aprendizaje de las humanidades y de las dife
rentes disciplinas científicas y sociales. Asimismo, la transmisión del conocimiento debe
realizarse sobre la base del respeto a la dignidad del hombre y de los derechos humanos
que la Constitución Política y los tratados internacionales protegen.
“La visión humanista reafirma una serie de principios éticos universales que deben
constituir el fundamento mismo de un planteamiento integrado de la finalidad y la
organización de la educación para todos. Dicho planteamiento tiene consecuencias a la
hora de idear procedimientos de aprendizaje que favorezcan la adquisición del cono
cimiento adecuado y la formación de competencias al servicio de nuestra humanidad
común. El planteamiento humanista aborda el debate sobre la educación más allá de
la función utilitaria que cumple en el desarrollo económico. Se preocupa ante todo por
la inclusión y por una educación que no excluya ni margine. Funciona como guía para
afrontar la transformación del panorama del aprendizaje a nivel mundial, en el que la
función de los docentes y otros educadores sigue siendo primordial para facilitar ese
aprendizaje con miras a un desarrollo sostenible para todos”0'.
Debemos precisar que la educación no es un proceso aislado y tiene un impacto social
importante pues los conocimientos adquiridos por los estudiantes les permiten alcanzar su
realización personal y proyectar lo aprendido a la sociedad. Con relación a la proyección
social de la educación, el Máximo Intérprete de la Constitución en la sentencia recaída en
el Exp. N° 04232-2004-AA/TC (f. j. 10) ha señalado lo siguiente:
“La relación entre educación y dignidad es, por demás obvia e incuestionable. Cabe
anotar inicialmente que “en puridad, la educación implica un proceso de incentivación
del despliegue de las múltiples potencialidades humanas cuyo fin es la capacitación
de la persona para la realización de una vida existencial y coexistencia! genuina y
verdaderamente humana; y, en su horizonte, permitir la cristalización de un “proyecto
de vida”. Así, la Carta Fundamental dispone que la finalidad de la educación es el
“desarrollo integral” de la persona. Aello debe agregarse que tal desarrollo no debe
comprenderse solo a partir de una perspectiva individual, puesto que el ideal de
1. Enfoque de Parte por reconocer a los estudiantes como sujetos de derechos y no como objetos
derechos de cuidado, es decir, como personas con capacidad de defender y exigir sus derechos
legalmente reconocidos. Asimismo, reconocer que son ciudadanos con deberes que
participan del mundo social propiciando la vida en democracia. Este enfoque promue
ve la consolidación de la democracia que vive el pais, contribuyendo a la promoción
de las libertades individuales, los derechos colectivos de los pueblos y la participación
en asuntos públicos; a fortalecer la convivencia y transparencia en las instituciones
educativas; a reducir las situaciones de inequidad y procurar la resolución pacífica de
los conflictos.
2. Enfoque Hoy nadie discute que todas las niñas, niños, adolescentes, adultos y jóvenes tienen
inclusivo o de derecho no solo a oportunidades educativas de igual calidad, sino a obtener resultados
Atención a la de aprendizaje de igual calidad, independientemente de sus diferencias culturales,
diversidad. sociales, étnicas, religiosas, de género, condición de discapacidad o estilos de apren
dizaje. No obstante, en un pais como el nuestro, que aún exhibe profundas desigual
dades sociales, eso significa que los estudiantes con mayores desventajas de inicio
deben recibir del Estado una atención mayor y más pertinente, para que puedan estar
en condiciones de aprovechar sin menoscabo alguno las oportunidades que el sistema
educativo les ofrece. En ese sentido, la atención a la diversidad significa erradicar la
exclusión, discriminación y desigualdad de oportunidades.
4. Enfoque Todas las personas tienen el mismo potencial para aprender y desarrollarse plena
Igualdad de mente. La Igualdad de Género se refiere a la igual valoración de los diferentes com
Género portamientos, aspiraciones y necesidades de mujeres y varones. En una situación de
igualdad real, los derechos, deberes y oportunidades de las personas no dependen de
su identidad de género y, por lo tanto, todos tienen las mismas condiciones y posibi
lidades para ejercer sus derechos, así como para ampliar sus capacidades y oportuni
dades de desarrollo personal, contribuyendo al desarrollo social y beneficiándose de
sus resultados. Si bien aquello que consideramos “femenino” o “masculino” se basa
en una diferencia biológica-sexual, estas son nociones que vamos construyendo día a
día, en nuestras interacciones. Desde que nacemos, y a lo largo de nuestras vidas, la
sociedad nos comunica constantemente qué actitudes y roles se esperan de nosotros
como hombres y como mujeres. Algunos de estos roles asignados, sin embargo, se
traducen en desigualdades que afectan los derechos de las personas como por ejemplo
cuando el cuidado doméstico asociado principalmente a las mujeres se transforma en
una razón para que una estudiante deje la escuela.
5. Enfoque Desde este enfoque, los procesos educativos se orientan hacia la formación de perso
Ambiental nas con conciencia crítica y colectiva sobre la problemática ambiental y la condición
del cambio climático a nivel local y global, así como sobre su relación con la pobreza
y la desigualdad social. Además, implica desarrollar prácticas relacionadas con la
conservación de la biodiversidad, del suelo y el aire, el uso sostenible de la energía y
el agua, la valoración de los servicios que nos brinda la naturaleza y los ecosistemas
terrestres y marinos, la promoción de patrones de producción y consumo responsables
y el manejo adecuado de los residuos sólidos, la promoción de la salud y el bienestar,
la adaptación ai cambio climático y la gestión del riesgo de desastres y, finalmente,
desarrollar estilos de vida saludables y sostenibles. Las prácticas educativas con en
foque ambiental contribuyen al desarrollo sostenible de nuestro país y del planeta, es
decir son prácticas que ponen énfasis en satisfacer las necesidades de hoy, sin poner
en riesgo el poder cubrir las necesidades de las próximas generaciones, donde las
dimensiones social, económica, cultural y ambiental del desarrollo sostenible interac
túan y toman valor de forma inseparable.
6. Enfoque El bien común está constituido por los bienes que los seres humanos comparten intrín
Orientación al secamente en común y que se comunican entre sí, como ios valores, las virtudes cívi
bien común cas y el sentido de la justicia. A partir de este enfoque, la comunidad es una asociación
solidaria de personas, cuyo bien son las relaciones recíprocas entre ellas, a partir de
las cuales y por medio de las cuales las personas consiguen su bienestar. Este enfoque
considera a la educación y el conocimiento como bienes comunes mundiales. Esto
significa que la generación de conocimiento, el control, su adquisición, validación y
utilización son comunes a todos los pueblos como asociación mundial.
ENFOQUES VÁa DESCRIPCIÓN
7. Enfoque La excelencia significa utilizar al máximo las facultades y adquirir estrategias para el
Búsqueda de la éxito de las propias metas a nivel personal y social. La excelencia comprende el desa
Excelencia rrollo de la capacidad para el cambio y la adaptación, que garantiza el éxito personal y
social, es decir, la aceptación del cambio orientado a la mejora de la persona: desde las
habilidades sociales o de la comunicación eficaz hasta la interiorización de estrategias
que han facilitado el éxito a otras personas. De esta manera, cada individuo construye
su realidad y busca ser cada vez mejor para contribuir también con su comunidad.
“La conectividad se ha vuelto cada vez más importante en todos los aspectos de la
vida social e individual, donde la tecnología móvil desempeña un rol cada día más
significativo. Mientras que hace un tiempo las escuelas eran el único lugar donde los
alumnos podían tener acceso a las TIC, hoy en día, en un creciente número de países,
los dispositivos móviles y el acceso al Internet en el hogar han ayudado a que los jóve
nes sean grandes usuarios de las TIC. La mayoría de los sistemas de educación deben
aprovechar más adecuadamente esta situación y su potencial para el aprendizaje al
tomar en cuenta las diversas maneras innovadoras en que los estudiantes se benefician
de las TIC para la comunicación, el aprendizaje y el intercambio de conocimientos”^.
En el 2006 se publ icó el Decreto Supremo N° 001 -2006-ED, mediante el cual se aprobó
el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para la Competitividady el Desarro
llo Humano 2006-2021, documento que cuenta con el respaldo formal de la Ley Marco de
Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica, Ley N° 28303í7! que consideró a la ciencia,
tecnología e innovación como asunto de necesidad pública y de preferente interés nacional.
(5) ídem.
(6 J ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA Y LA CUL
TURA, de Educación de la UNESCO 2014-2021- Francia, 2G15, pp, 49 y 50.
(7) Artículo 2,- Declaratoria de interés nacional
£1 desarrollo, promoción, consolidación, transferencia y difusión de la Ciencia, Tecnología c Innovación
Tecnológica (CTel), son de necesidad pública y de pie ferente interés nacional, como tactores fundamentales
para ia preducítvklacl y el desarrollo nackina! en sus diferentes mvdes de gobierno.
De acuerdo al citado Plan, el problema central de la ciencia y la tecnología en el Perú
consiste en que sus actividades no han logrado aún articularse como un sistema de apoyo
al desarrollo y a la competitividad de las empresas nacionales. Ello se debe en gran me
dida a la ausencia de un Plan Nacional de Desarrollo que identifique las demandas de la
sociedad y la economía peruanas y, en consecuencia, explicite los retos actuales y futuros
para la ciencia y la tecnología. Los limitados logros alcanzados hasta hoy en los diversos
campos de actividad de la ciencia y tecnología están desarticulados entre sí, han sido ob
tenidos pese al escaso respaldo económico y político del Estado y solo se orientan par
cialmente a la satisfacción de demandas explícitas del desarrollo.
Así pues, en este se establecen cuatro grupos en los que se identifican los aspectos
que determinan esta situación:
Grupo 3: Aspectos relacionados Las capacidades humanas en ciencia, tecnología e investigación son
con las capacidades humanas en insuficientes y dispersas y, con notables excepciones, no han logrado
ciencia, tecnología e innovación. vincularse con las necesidades del desarrollo integral.
Por otro lado, el Plan considera a la educación como uno de los sectores sociales a los
cuales deben orientarse mayores esfuerzos. En este sentido, refiere que el servicio públi
co con mayor potencial de transformación social y económica es el de educación, el cual
debe ser adaptado a la realidad de cada región. Dadas las características de ocupación del
territorio en el país y la insuficiencia de infraestructura de transporte para las zonas rura
les y urbano marginales, es de fundamental importancia la íeleeducación y el software re
querido para realizarla, así como software especial para población analfabeta, no hispa
no hablante o discapacitada.
Desde nuestro punto de vista, este Plan se constituye en un primer intento serio por dar
cumplimiento al segundo párrafo del artículo 14 de la Constitución, pues realiza un diag
nóstico de la problemática con relación a la ciencia y tecnología y sobre la base del aná
lisis de este, establece un conjunto de estrategias para desarrollar objetivos a largo plazo.
En una sociedad donde la violencia contra los grupos más vulnerables se ha incre
mentado y el respeto pleno a los derechos humanos está en crisis, resulta importante que
durante el dictado de las diferentes materias los docentes desarrollen temas que permi
tan a los estudiantes conocer sus derechos. Sobre el particular, la UNESCO, considera la8
(8) Texto Único Ordenado de La Ley Marco de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica, Decreto Su
premo N° 032-2007-ED (18/12/2007)
Artículo 7.- Definición, conformación, competencias y rol del Sinacyt
7.1 El Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Sinacyt) es el conjunto de ins
tituciones y personas naturales del país, dedicadas a la Investigación, Desarrollo e Innovación Tecnológica
(1+D+l) en ciencia y tecnología y a su promoción.
Está conformado de manera enunciativa y no limitativa por:
a) El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), como organismo
rector de! Sinacyt.
b) El Fondo Nacional de Desarrollo de la Ciencia, 'tecnología e Innovación Tecnológica (Fondecyt) para
el fomento de los planes, programas y proyectos del Sinacyt.
c) El Consejo Consultivo Nacional de Investigación y Desarrollo para la CTel, (Conid), como órgano
consultivo multidisciplinario e intersectorial del Sinacyt.
d) Las instancias de los Gobiernos Regionales y Locales dedicadas a las actividades de CTel en sus res
pectivas jurisdicciones.
e) Las universidades públicas y privadas, sector empresarial, programas nacionales y especiales de CTel,
instituciones e integrantes de la comunidad científica.
f) El Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual - !n-
decopi, para la protección y difusión de los derechos intelectuales en CTel, y el registro y difusión de las
normas técnicas y metrológicas.
g) Las comunidades campesinas y nativas, como espacios activos de preservación y difusión del
conocimiento tradicional, cultural y folclórico del país.
h) Los institutos públicos de investigación (IPI).
i) Todo programa o unidad ejecutiva que otorgue fondos o incentivos para el desarrollo de CTI.
educación contribuye a la formación de ciudadanos que respeten los derechos fundamen
tales. En este sentido, ha señalado lo siguiente:
Bajo el marco del respeto a la libertad de religión, los padres de familia también ten
drán la posibilidad de matricular a sus hijos en los colegios cuyos patrones religiosos con
sideren pertinentes.
Con relación a este tema, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos re
fiere lo siguiente0’’:
Artículo 18
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de
religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias
de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual
o colectivamente, tanto en público como en privado,.mediante el culto, la celebración
de los ritos, las prácticas y la enseñanza.
2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad
de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección.
3. La libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger
la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades fun
damentales de los demás.
4. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de
los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban
la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
(El resaltado es nuestro).
Artículo 27
En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas, no se negará
a las personas que pertenezcan a dichas minorías el derecho que les corresponde, en
común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar
y practicar su propia religión y a emplear su propio idioma.
(11) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión
por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16/12/1966.
Por otro lado, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece que(¡2):
Artículo 12.- Libertad de Conciencia y de Religión
I. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho
implica la libertad de conservar su religión o sus creencias, o de cambiar de religión
o de creencias, así como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la
libertad de conservar su religión o sus creencias o de cambiar de religión o de
creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta úni
camente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger la
seguridad, el orden, la salud o la moral públicos o los derechos o libertades de los demás.
4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos
reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias con
vicciones. (El resaltado es nuestro).
El artículo 23 de la Ley General de Educación, Ley N° 28044, establece que los me
dios de comunicación deben contribuir a elevar el nivel educativo de la población y a for
jar los valores democráticos.
(12) Convención Americana sobre Derechos Humanos suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana
sobre Derechos Humanos. San José, Costa Rica, del 07/11/1969 al 22/11/1969.
En este mismo sentido, el Código de Ética de la Sociedad Nacional de Radio y Tele
visión establece en forma expresa que ios medios de radiodifusión cumplen un rol de fo
mento de la educación{!3):
Artículo 3.- La prestación de los servicios de radiodifusión se rige por los siguientes
principios:
(...)
6. El fomento de la educación, cultura y moral de la nación.
7. La protección y formación integral de los niños y adolescentes, así como el respeto
de la institución familiar.
(•■■)•
La función educativa de los medios de comunicación implica que los contenidos que
ofrecen sean idóneos para contribuir en la formación de las personas y generar un cambio
positivo en la sociedad. Sin embargo, esto no acontece en la realidad ya que la informa
ción que brindan no cumple con esta la finalidad. En este contexto, surge la necesidad de
que el sistema educativo asuma un nuevo rol y permita que los estudiantes desarrollen un
espíritu crítico y reflexivo para analizar y cuestionar el contenido de la información que
reciben de los medios de comunicación:
Sobre el particular, Javier Ballesta^4’ refiere que: “La función de la escuela es funda
mental y en la medida que incida menos en transmitir información y facilite que los alum
nos aprendan cómo buscar, de forma activa y selectivamente, para a través de los hechos,
noticias, paradojas y ambigüedades que se dan en la actualidad llegue a conocer el grado
de importancia que tienen y la valoración que se les da. La escuela tiene la obligación de
ayudar a que sea el alumno el que acceda a la educación mediatiza facilitando tiempos y
espacios donde sea tratada y recreada la información mediática. El trabajo en torno a la
información consistirá en dotar a los alumnos de esquemas para percibir, expresar y reac
cionar ante los hechos que nos proporcionan los medios de comunicación. Hablamos, en
este sentido, de una recepción crítica de los mensajes que nos lleve a organizar, estructu
rar e integrar lo que leemos y proyectar la actividad en un proceso formativo”.
[|J El proceso educativo debe inculcar a la persona la conciencia de sus deberes morales,
así como la asunción responsable y adecuada de su rol de ser coexistencia!: STC Exp.
04232-2004-AA/TC (f.j. 18).
[jjl Las entidades involucradas en el proceso formativo de los efectivos policiales tienen la
obligación de impartir una adecuada educación técnico-profesional ajustada a la Consti
tución: STC Exp. N° 00022-2004-AI/TC (f. j. 50).
[fj La actividad educativa universitaria debe contar con la irrenunciable, eficiente, eficaz y per
manente supervisión y fiscalización del Estado; STC Exp. N" 00017-2008-PI/TC (f.j. 163).
Éjj El derecho a la educación es un medio indispensable para la plena realización de otros
derechos fundamentales, por cuanto la formación en valores, técnica y académica es un pre
supuesto indispensable para participar plenamente en la vida social y política del país STC
Exp. N° 01436-2017-PA/TC (f.j. 6).
BIBLIOGRAFÍA
BALLESTA PAGAN, Javier. Educar para e! consuma de medios de comunicación. Universidad de Mur
cia. Vide: <http://www.atei.es/recursos/doc/educonsumo.pdl>; BARRIGA HERNÁNDEZ, Carlos.
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TERNACIONAL SOBRE LA EDUCACIÓN PARA EL SIGLO XXI, Informe a la Unesco.
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109590so.pdf>; ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACIÓN, LA CIENCIA
Y LA CULTURA. Replantearla educación. ¿Hacia un bien común mundial? Francia, 2015; ORGANIZACIÓN
DE LASNAC1ONES UNIDAS PARA LAEDUCACIÓN, LACIENCIA YLACULTURA. Estrategiade
Educación de la UNESCO 2014-202!. Francia, 2015; CHIROQUE CHUNGA, Sigfredo. “Los caminos
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5. Redición, Instituto Pedagogía Popular, Lima, 1999; FERRÁNDEZ, Adalberto y SARRAMONA,
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gía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Sao Paulo, 1992; MINISTERIO
DE EDUCACIÓN. Curricula de Educación Básica. Primera edición, marzo, 2017; SALAZAR BONDY,
Augusto. El sentido de la educación. Ciudad Universitaria, Lima, 1967; TORO ARANGO, José Ber
nardo. 05515-2016-PA/TC “Educación para la democracia”. Vide: <http://funrcdes.org/fun05515-2016-PA/
TC redes/html/castellano/publicaciones/educdemo.html >.
Artículo 15 Régimen del profesorado.
Derechos del educando.
Promoción de la educación privada
El profesorado en la enseñanza oficial es carrera pública. La
ley establece los requisitos para desempeñarse como director
o profesor de un centro educativo, asi como sus derechos y
obligaciones. El Estado y la sociedadprocuran su evaluación,
capacitación, profesionalización y promoción permanentes.
El educando tiene derecho a una formación que respete su
identidad, asi como al buen trato psicológico yfísico.
Toda persona, natural ojurídica, tiene el derecho de promover y
coi'iducii' instituciones educativas y el de transferir la propiedad
de estas, conforme a ley.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. i), 16), 19);6,13,14,16 al 19,22,23,40,58,70,2üOinc.2);C.P.Ct.:
art. 44 ines. 19), 20); Ley 29944; Ley 28044; D.S. 004-2013-ED; D.U.D.H.: arts. 18,
26; P.I.D.C.P.: arts. 18,27; P.I.D.E.S.C.: art. 13.4; C.A.D.H.: art. 12
I. A manera de introducción
El capítulo II de nuestra Constitución se avoca al desarrollo de los derechos socia
les y económicos, y la educación -en su doble faz- es abordada en los artículos 13 al 19
como derecho y como servicio. Como derecho fundamental, reconoce que la finalidad de
la educación es el desarrollo integra! de la persona humana y así se garantiza. Asimismo,
en tanto servicio público, es una competencia compartida que debe realizarse en forma
coordinada, complementaria y con visión territorial entre el gobierno nacional, los gobier
nos regionales y locales; en ese sentido, existen distintos niveles de participación y tareas
específicas que deben ejecutarse de manera eficiente y complementaria.
El análisis de los artículos de nuestra Carta Magna dedicados al tema educativo ad
quieren una especial relevancia, debido a que el derecho fundamental a la educación, den
tro del marco del Estado Social y Democrático de Derecho, ostenta una prelación del más
alto rango, pues se encuentra dirigido a fortalecer en la persona humana los principios de
solidaridad, justicia social, dignidad humana e integridad de la familia0’.
En tres párrafos, el artículo 15 de la Constitución se refiere a diversos temas, todos ellos
relaciona a importantes actores del proceso de aprendizaje: profesor, director, promotor y
(5) El artículo 16 de la Constitución refiere que tanto el sistema como el régimen educativo son descentrali
zados.
(6} El Ministerio de Educación suscribió sendos pactos de compromisos con los gobiernos regionales. En
efecto, para la implementación y seguimiento de los acuerdos establecidos en los pactos de compromisos,
así como para la definición de los acuerdos de gestión que de ella se deriven, se conformó en cada caso un
equipo técnico mixto denominado Comisión de Gestión Intergubernamental en Educación (CGIE) coor
dinado por la Oficina de Coordinación Regional del Ministerio de Educación. La CGIE está conformada
por funcionarios del Ministerio, Gobierno Regional, DRE y UGEL. Cada comisión es considerada una
estrategia de relación intergubernamental que permite fortalecer la gestión descentralizada a partir de los
roles definidos de los tres niveles de gobierno conforme al modelo descentralizador de nuestra Constitución
Política (por lo que será importante definir a qué se refiere la Ley Orgánica de Municipalidades cuando
establece competencia y funciones compartidas en educación a los gobiernos locales). En ese sentido, la
institucionalización y formalización de un espacio como la CGIE resulta basilar para orientar la relación
del Ministerio de Educación con los gobiernos descentralizados en el objetivo de avanzar según las prio
ridades de política educativa, utilizando el diálogo como principal mecanismo de acercamiento y gestión
institucional.
(7) Esto también se nota cuando vemos que el Minedu pasó de tener un Oficina de Coordinación Regional a
una Dirección de Gestión Descentralizada con funciones más amplias y claras como las relaciones inter-
gubernamentales y el apoyo a la gestión edticativa descentralizada (aprobado por Decreto Supremo N°
001-2015-MINEDU).
plenas, responsables y eficaces; y como ciudadanos capaces de construir la democracia
y el desarrollo nacional, armonizando su proyecto personal con un proyecto colectivo®.
En términos sencillos, lo que debe definir el legislador, dado que la Carta Política no
se caracteriza por ser detallada, por ejemplo, es si el cargo de director, en los niveles de
institución educativa, de Unidad de Gestión Educativa Local y de Dirección Regional de
Educación, deben ser cargos seleccionados mediante concurso público, designado como
uno de confianza y si deben ser siempre profesionales de la pedagogía
* 1Esto último re
sultaría osado pero es posible, si se tiene en cuenta la atención de lo importante versus lo
urgente, que se habló líneas arriba.
(8) Víde Disposiciones complementarias de las Normas para la Gestión y Desarrollo de las Actividades en
los Centros y Programas Educativos. Aprobadas por Resolución Ministerial N° 168-2002-ED, publicada
en el diario oficial El Peruano el 14 de marzo de 2002.
(9) CUGLIEVAN, Gisele y ROJAS, Vanessa. “La gestión escolar en el marco de la autonomía: una mirada
desde el cotidiano a cinco instituciones educativas estatales de Lima”. En: Ponencia del Seminario de
Investigación Educativa organizado por GRADE. Quinta Mesa: Descentralización y gestión: avances y
conflictos. Lima, 2007, p. 320.
(10) Ibídem, pp. 323 y 324.
(11) Vide <http://www.m¡nedu.gob.pe/reforrna-magisteriaL'ley-reforma-magisterial.php>.
Entonces, a nuestro parecer deberá evaluarse si cualquier otro profesional con título
universitario puede desempeñarse como director de las ahora denominadas DRE y UG’EL,
siempre que este cuente con calificaciones y competencias debidamente certificadas para
garantizar la educación como derecho y como servicio público en su jurisdicción. Ello se
ría factible, toda vez que, de manera análoga, actualmente, la función docente puede ser
realizada también por quienes no ostentan el título profesional pedagógico, pues se permi
te la docencia por quienes no poseen tal título en áreas afines a su especialidad; así, con el
mismo criterio, consideramos que los profesionales de otras áreas de conocimiento podrían
desempeñarse como autoridades idóneas, salvaguardando con ello el servicio educativo.
Por ejemplo, es posible concordar esta disposición con los artículos 2.19 (derecho a
la identidad étnica y cultural), 17 (el Estado fomenta la educación bilingüe e intercultural)
y 89 (el Estado respeta la identidad cultural de las Comunidades Campesinas y Nativas)
de la propia Constitución, en el sentido que la formación de un estudiante debe respetar y
valorar su identidad proporcionándole una educación intercultural que promueva el reco
nocimiento y respeto de las identidades sociales y culturales, considerando la diversidad
cultural como una riqueza a la que aportan, en diálogo democrático, todos los pueblos y
comunidades culturales y lingüísticas del país00.
En un país diverso como el Perú, con gran cantidad de culturas vivas, resulta relevante
la atención y respeto a la identidad de los pueblos originarios. Así, cuando la lengua ma
terna de los educandos no sea el castellano, la educación en la propia lengua se convier
te en un derecho en la Constitución y en todo el resto del ordenamiento jurídico vigente
(Ley General de Educación, el Código de los Niños y Adolescentes, el Convenio N° 169
de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales). Tal educación denominada bilingüe e in
tercultural deberá ser aplicada con los procedimientos y métodos adecuados, distinguién
dose entre una enseñanza en castellano y una enseñanza del castellano00. Inclusive, hay
quienes proponen la atención educativa en estos términos de los niños y niñas que, sien
do miembros de pueblos originarios o indígenas, ya no hablan la lengua propia, o son bi
lingües con mayor predominancia del castellano00.
Señalamos ello, pues al parecer el castigo a los niños y niñas es un tema aún en deba-
te(19). No se define de qué manera un castigo resulta aceptable o hasta qué punto un casti
go puede ser de tal grado para ser considerado como agresión
* 20). Respecto al tema, por lo
19
menos sabemos que en el ámbito escolar debe entenderse ai castigo físico como una con
ducta inadmisible. Asi, la Comisión de Derechos Humanos, en el párrafo 15 de la Reso
lución de los Derechos Humanos 2005/44 “Los derechos del niño”, se instó a los Estados
a que adopten medidas para suprimir el castigo físico en las escuelas
* 21).
(19) Inclusive, respecto al ámbito familiar, el artículo 423 del Código Civil y el 74 del Código de los Niños y
Adolescentes prevén que los padres tienen el deber y derecho de “corregir moderadamente” a los hijos.
(20) En 1993, la Corte Europea halló que el castigo infringido a un niño en una escuela privada del Reino Unido
no alcanzaba el grado de severo como para constituir una violación ai artículo 3 del Convenio Europeo
de Derechos Humanos; este dictamen fue aprobado por cinco votos contra cuatro, y la Corte enfatizó que
no deseaba contarlo como una aprobación de alguna forma de castigo corporal en las escuelas y que el
tratamiento que recibió el niño se situaba en límite (CosteIlo-Roberts v. UK).
(2!) Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. 57" sesión, 19 de abril
de 2005 (aprobada en votación registrada por 52 votos contra 1). Asimismo, en la 61" sesión de la Comi
sión sobre los Derechos Humanos llevada a cabo en Ginebra (14 marzo al 22 abril de 2005), la Comisión
adoptó numerosas resoluciones que urgen a los Estados a prohibir todo castigo corporal de la niñez. En la
resolución sobre “La tortura y otros tratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes” (Resolución de los
Derechos Humanos 2005/39) la Comisión “Recuerda a los Gobiernos que el castigo corporal, incluyendo
el de la niñez, puede contar corno castigo cruel, inhumano o degradante e incluso tortura” (párrafo 7).
(22) Resolución de la Corte IDH de fecha 27 de enero de 2009. En: <http://www.corteidh.or.cr/docs/asuntos/
opinión. pdfX
como privado, debiendo por ello respetar, proteger y hacer cumplir los derechos de la in
fancia conforme a sus obligaciones internacionales. A tales efectos, se deberán asumir las
recomendaciones del Comité de los Derechos del Niño que hacen referencia a la necesi
dad de establecer a nivel legal la prohibición explícita de la aplicación de castigos corpo
rales en el hogar, en las escuelas y en otras instituciones.
Aunado a ello, el maltrato tanto físico o psicológico en el ámbito escolar no solo puede
provenir de los maestros; en los últimos tiempos la sociedad ha prestado más atención al
fenómeno del acoso escolar o bullying, que es la práctica de intimidación y hostigamien
to, de manera reiterada, por parte de los propios estudiantes. Como el Derecho siempre ha
creído tener la solución a todo problema en sus manos, el Congreso de la República emitió
la “Ley que promueve la convivencia sin violencia en las instituciones educativas” (Ley
N° 29719), que dice tener por objeto establecer los mecanismos para diagnosticar, preve
nir, evitar, sancionar y erradicar la violencia, el hostigamiento, la intimidación y cualquier
acto considerado como acoso entre los alumnos de las instituciones educativas.
Si bien es claro que el Estado (en el que se incluye a! Congreso de la República) tiene
la obligación internacional de atender estos casos, no obstante, su accionar debe realizarse
de manera eficaz, por lo que abogados y congresistas deberán aceptar que una ley no siem
pre es la solución a todo. Desde el Ejecutivo, la plataforma Sí Se Ve ha establecido un pro
tocolo para atender los casos de violencia escolad231.
Sobre este tema, el educador León Trahtemberg comenta el exitoso caso de Norue
ga como uno aleccionador. Allí se priorizó el trabajo preventivo después de que tres ado
lescentes acosados se suicidaron en 1983. Se involucró a todos: profesores, padres, alum
nos, choferes, administradores, trabajadores de servicios y se les enseñó a detectar y cómo
intervenir en situaciones de acoso. Los profesores conversan sobre el trato de unos niños
con otros, los alumnos de cada grado participan en discusiones semanales en clase so
bre amistad y conflictos. Los padres están involucrados a lo largo de todo el proceso23 (24).
Por lo tanto, una propuesta efectiva debe estar encaminada a enseñar a los niños y ni
ñas a respetar las individualidades, las diferencias y, como no, a repudiar el abuso, pues
se sabe que en la mayoría de estas situaciones hay testigos presentes que callan, cuando la
capacidad de indignación frente al abuso debería activarse a edades tempranas. Se agobia
a quien tiene menos recursos, se acosa por motivos raciales, por motivos físicos, siempre
se encuentran excusas para hacerlo.
El educando tiene derecho a una educación que respete su identidad y al buen trato. El
Ministerio de Educación puede intervenir estableciendo políticas públicas fundadas en su
calidad de ente rector de! Sector, pero, además, todos nosotros como ciudadanos debemos
Existe un asunto que no debe perderse de vista. La sociedad espera un cambio má
gico de madurez y responsabilidad en los adolescentes al minuto de cumplir los diecio
cho años, cuando en realidad se les debe preparar desde la niñez para asumir la ciudada
nía plena. El cambio abrupto que trae consigo la “mayoría de edad” se contradice con lo
concebido formalmente en el Código del Niño y del Adolescente y las normas internacio
nales que acogen la teoría de la protección integral donde se cambia el paradigma: se su
peran las normas que inducen a las personas y a las autoridades a considerar a los niños
y adolescentes como incapaces (teoría de la situación irregular) para dar paso a las nor
mas que reconocen a los adolescentes con capacidad, como sujetos sociales, éticos y ju
rídicos en sí mismos y no meras extensiones de los padres/madres, o del Estado cuando
faltan estos125’. El acoso escolar no es un “juego de chicos” ni debe ser tolerados y los res
ponsables deben reconocerse como sujetos que deben guardar respeto a sus compañeros
de clase y a su dignidad humana.
Documentos como la Declaración Universal de los Derechos del Niño y la Conven
ción sobre los Derechos del Niño los reconocen como sujetos plenos de derechos25 (26), y así
se debería considerarlos para enfrentar la problemática del acoso en las escuelas. En efec
to, los niños y adolescentes no son incapaces, están dotados del sentido ético de las co
sas y de su conducta. Si la sociedad espera ciudadanos que asuman deberes y derechos se
deberá admitir que la maduración del ser humano se va construyendo con el tiempo, así
como su capacidad de actuar en el mundo como sujeto.
Para finalizar este tema, si tanto se afirma que la dignidad es el fundamento de todos
los derechos reconocidos en la Constitución, si esto de verdad y ello incluye el derecho a
la educación, la educación que se les imparta a los estudiantes debe orientarse al respeto
de la dignidad de la persona humana, los derechos y las libertades.
(25) Se trata de la doctrina de ¡a protección integra!, desarrollada por el jurista brasileño Edson Seda Cfr. <http://
www.edsonseda.com.br/sisprodeni.doc>.
(26) GARCÍA MÉNDEZ, Emilio. “Derecho de la Infancia/adolescencia en América Latina: de la situación
irregulara la protección integral’’. En: <http://www.iin.oea.org/La_convencion_internacional.pdT>.
bien el Estado es el principal obligado para lograr la realización del derecho a la educa
ción, es. posible que los privados manejen diversos tipos de instituciones educativas pri
vadas de educación básica y superior,
Así, la Constitución reconoce y garantiza la libertad de enseñanza (artículo 13) y pre
vé que toda persona, natural o jurídica, tiene el derecho de promover, conducir y transferir
en propiedad las instituciones educativas, conforme a ley (art. 15); también dispone que
es función del Estado coordinar la política educativa, formular los lineamientos generales
de los planes de estudios y los requisitos mínimos de la organización de los centros edu
cativos, así como la supervisión de su cumplimiento y la calidad de la educación (art. 16).
Ahora bien, frente a los bienes y valores constitucionales protegidos en las disposi
ciones señaladas supra, los resultados de las evaluaciones estudiantiles como la Evalua
ción Censal de Estudiantes (aplicada en segundo grado de primaria) y la famosa prueba
Pisa (para estudiantes de 15 años) ofrecen datos que deben preocupar respecto a la educa
ción privada de los distritos más populares, pues muchas veces obtiene un resultado me
nor frente a sus pares de colegios estatales.
Es decir, que la educación privada en zonas populares07’ está por debajo de la educa
ción pública. En las zonas más pobres de Lima Metropolitana los resultados de aprendi
zaje de estudiantes que asisten a las escuelas privadas están por debajo o al nivel de aque
llos que asisten a las escuelas públicas.
Ante todo ello, resulta evidente que la función de supervisión de la calidad de la edu
cación -lo que incluye a la privada- que tiene el Minedu otorgada por Constitución debe
ser ejercida con firmeza por lo delicado de la misión encomendada y de la alta prelación
constitucional que posee el derecho a la educación.
No obstante lo claro del panorama, nos llama la atención las denuncias08’ formuladas
en contra del Ministerio de Educación que han sido declaradas fundadas por la Comisión
de Eliminación de Barreras Burocráticas del Indecopi, argumentándose que las acciones
tomadas por las instancias educativas son barreras burocráticas que afectan el desarrollo
de las actividades económicas de las instituciones educativas denunciantes.
La ley reconoce el derecho de toda persona natural o jurídica a la libre iniciativa pri
vada para realizar actividades en la educación, precisando que este derecho comprende los
de fundar, promover, conducir y gestionar instituciones educativas particulares, con o sin
finalidad lucrativa y que cualquier intromisión ilegal o irrazonable será declarada como
una barrera burocrática. No obstante, no debemos soslayar que la educación es un servi
cio público, en la medida que se trata de una prestación pública que explícita una de las
funciones-fines del Estado, de ejecución per se o por terceros bajo fiscalización estatal.
JURISPRUDENCI A RELACIONADA
ffj| La labor que desarrolla el Ministerio cíe Educación relacionada con la conducción y desa
rrollo de la evaluación de los docentes para el ingreso a la carrera magisterial, así como su
respectiva capacitación, no contraviene el artículo 16° de la Carta Magna. Por el contrario,
es precisamente el referido dispositivo el que faculta al Estado, a través del Ministerio
correspondiente, a coordinar la política educativa aplicable a la nación, así como supervisar
el cumplimiento y la calidad de la educación: STC Exp. N" 00008-2008-P1/TC (f. j. 62)
U El legislador tiene la facultad para establecer requisitos requeridos para desempeñarse como
profesor, así como sus derechos y obligaciones: STC Exp. N° 00014-2010-PI/TC (f.j. 20).
|f¡J Para lograr los propósitos que exige el derecho a la educación como servicio público
esencial se necesita la instauración de criterios objetivos basados en la meritocracia: STC
Exp. N” 00020-2012-PI/TC (f. j. 66).
(Jj El establecimiento de criterios objetivos como los meritocráticos para el ingreso y la per
manencia en la actividad docente coadyuva de manera directa y decidida a la consecución
de la idoneidad del profesorado, así como contribuye de manera importante en la mejora
de la calidad educativa: STC: Exp. N° 06591-2015-PA/TC (f.j.43).
f El Estado asume una función indeclinable con relación a este derecho fundamental y servicio
público esencial, estando obligado a promover y garantizar la calidad de la educación, así
como a invertir, reforzar, supervisar y reorganizar el servicio y la estructura del sistema
educativo en todos sus niveles y modalidades. Uno de los mecanismos que ha considerado
para lograr una mejor educación ha sido tener una plana docente más preparada, con los
incentivos económicos necesarios: STC Exp. N° 06591-2015-PA/TC (f.j. 41).
BIBLIOGRAFÍA
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y adolescentes frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos: un desafío internacional”.
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2008; TRAHTEMBERG, León. “Leyes contra el bullying (acoso escolar)”. En: <http://www.trahtemberg.
com/artículos/1655-leyes-contra-el-bullying-acoso-escolar.html >;
Artículo 16 Sistema y régimen educativo
Tanto el sistema como el régimen educativo son descentralizados.
El Estado coordina la política educativa. Formula los linca
mientos generales de los planes de estudios así como los re
quisitos mínimos de la organización de los centros educativos.
Supervisa su cumplimiento y la calidad de la educación.
Es deber del Estado asegurar que nadie se vea impedido de
recibir educación adecuada por razón de su situación econó
mica o de limitaciones mentales o físicas.
La educación es un derecho humanofundamental que garantiza
el desarrollo de la persona y la sociedad, por lo que el Estado
invierte anualmente no menos del 6 % del PBFT
CONCORDANCIAS:
C.:arts. 13a! 15,17al 19,23,58, l92inc.7);C.P.Ct.:art.44incs. 19),20);Ley28988;
D.U.D.H.: art. 26; P.I.D.E.S.C.: arts. 13, 15; C.A.D.H,: ait. 12
Cabe indicar que la descentralización del sistema y régimen debe encaminarse a pro
curar un estándar, de tal forma que las diferencias importantes se conviertan, en lo posible,
únicamente en territoriales, más elementos accesorios propios, pocos e indispensables de
carácter regional, respetando la identidad de las personas, pero que finalmente se brinden
paralelamente herramientas comunes que pueda facilitar la socialización del individuo y
la convergencia al interior de un todo común que compromete una sola nación peruana.(*)
(*) Texto según modificatoria efectuada por el articulo único de la Ley N’31097 del 29/12/2020.
El Estado coordina la política educativa, formula los lineamientos generales de los
planes de estudio, así como los requisitos mínimos de la organización de los centros edu
cativos. Supervisa su cumplimiento y la calidad de la educación.
Hay una centralización en las funciones de carácter general. Como no puede ser de
otro modo, el Estado, a través de sus instancias administrativas correspondientes, debe
coordinar la política educativa, la forma como se conduce el sistema, el régimen y los ob
jetivos perseguidos.
Igualmente sucede con los requisitos para la organización de los centros educativos.
Si bien es posible que sean constituidos por personas naturales y jurídicas, se deben res
petar ciertos lineamientos mínimos. En ese mismo sentido, y a propósito del artículo 13
del texto constitucional, el derecho de la persona a escoger el centro de educación don
de ha de recibir enseñanza es también una garantía implícita a la libertad de enseñanza y
el deber de educar.
El Estado debe garantizar la pluralidad de ofertas y su acceso por parte de las perso
nas. No se puede elegir donde no existe concurso en la oferta, en todos sus niveles, y es el
Estado quien debe garantizar las condiciones necesarias para que la misma exista.
Tampoco se puede elegir en la medida que las condiciones socio económico y cultu
rales de la persona natural no sean las apropiadas para decidir (de ahí que el precepto este
aunado a otros). La demanda debe ser satisfecha a plenitud. La oferta debe ser adecuada
y respetar las condiciones mínimas necesarias a imponerse. El Estado no puede ni debe
crear un sistema cerrado de educación que impida o limite la libre competencia (una de
las varias garantías y libertades para ello, como lo son la libertad de asociación, de parti
cipar de manera asociada en la vida social, la libertad de contratar, libertad de trabajo, de
empresa, de propiedad, cada una claramente diferenciadas, entre otras), por el contrario,
ha de fomentarla, siempre que concurran las garantías de su fiscalización. La apertura y la
competencia deben fomentar la pluralidad de la calidad de la oferta y sus diferencias, siem
pre dentro de los estándares mínimos concebidos para ello (ningún centro educativo puede
abstraerse del contexto legal institucional que verifique las condiciones básicas de calidad).
Es deber del Estado buscar y encontrar la manera más adecuada de cumplir dentro de
dichos limites. La administración, oferta, implementación, supervisión, fiscalización, en
tre otros, pueden ser materia de tercerización parcial o total, en forma asociada, concesio-
nada, transferida o delegada (siempre que sea fiscalizada). El análisis y regulación previo
a la adopción de políticas estatales en este sentido es necesario.
Nótese que se trata de un derecho que no discrimina ninguna etapa educativa. Es me
nester considerarlo conforme a sus límites propios. Cada centro de enseñanza debe res
petar las leyes, pero tiene autonomía, y goza también del derecho a la libertad (conforme
las garantías constitucionales citadas). Los padres de familia no pueden interferir o impo
ner criterios, sino participar. La participación implica en primer lugar colaboración, lue
go opinión y después dirección. Los padres de familia eligen conforme a su criterio, y es
propio asegurar que esa elección también sea libre, por lo tanto, se presume conformidad
con la política de enseñanza de la institución, siempre y cuando se haya proporcionado de
manera previa la información necesaria para elegir. Nuevamente, el Estado debe garanti
zar que el ciudadano pueda elegir a comodidad. El precepto carecería de legitimidad don
de el Estado no cumpla su rol integrador y promotor.
Las razones y condiciones por las cuales una persona puede no encontrarse de acuer
do con la institución y el proceso de educación al cual ha accedido pueden ser variadas,
como lo son sus posibilidades de acción. Existe la posibilidad de que se estén violando o
extralimitando lincamientos de carácter obligatorio en lo que a política de educación se
refiere. Cabe la posib ilidad también de que el servicio no se adecúe a lo ofrecido. En am
bos casos debe facultarse la posibilidad y establecer las condiciones para interponer los
planteamientos correspondientes ante los organismos respectivos, civiles, administrativos
y judiciales, respetando el principio de la vía previa y de pluralidad de instancias.
Este último derecho también hace relación con la facultad que tiene que tener un pa
dre de familia o apoderado para escoger entre lo público y privado como servicio, y la plu
ralidad de posibilidades que deben ser puestas a su favor.
iv) Debe existir una institución guía, que puede variar en el tiempo. El modelo en
teoría no es suficiente, su aplicación práctica resulta un elemento requerido en
todos los casos.
Es deber del Estado asegurar que nadie se vea impedido de recibir educación adecua
da por razón de su situación económica o de limitaciones mentales o físicas.
El precepto contiene varios supuestos. El Estado debe asegurar que todas las perso
nas reciban educación. La educación como ya se ha expresado en el artículo 13, cum
ple un rol fundamental para la persona y debe tender a igualar las oportunidades entre las
mismas. El seguro que impone la regla no significa que sea el Estado quien preste direc
tamente el servicio.
La educación a que se refiere el precepto es aquella considerada adecuada para los fi
nes requeridos. Nuevamente surge el tema de la calidad o de idoneidad de la oferta si se
quiere. Si nos basamos estrictamente en la que actualmente brinda el Estado, resulta ser
un mal parámetro para tomar como estándar.
Debe tomarse en consideración que siendo el Estado un agente activo en la presta
ción del servicio, se encuentra sujeto a las mismas obligaciones que los particulares para
el cumplimiento de su función (aunque resulta ser gestor y supervisor a la vez).
Las limitaciones a que se refiere la norma tienen que ver con el derecho a la no discri
minación, y a los derechos fundamentales consagrados en el artículo 2.
Adicionalmente, el Estado debe velar para que aquellos que sufren limitaciones men
tales y físicas puedan acceder a una educación adecuada. Cada caso debe tratarse de ma
nera particular.
Al existir relación directa entre capital humano y productividad, este principio esti
mula asimismo el aumento de la riqueza. Tiene que ver también con situaciones de ofer
ta y demanda insatisfechas, a las cuales ya nos hemos referido en nuestros comentarios.
En ese sentido, resulta lamentable que el Estado haya fallado de tal forma en sus de
beres que un primer pronunciamiento del Tribunal Constitucional (TC) el año 2010 de
claró el Estado de cosas inconstitucional en el sector educativo universitario, donde
se indicó que había una implícita renuncia por parte del Estado a su deber constitucional
de supervisar activamente la calidad de la educación, y en consecuencia prohibió el fun
cionamiento de la entidad administradora de las licencias universitarias0’, es decir, desau
torizó al regulador. Esto, dada la clara rendición del mandato constitucional que ordena al
Estado supervisar la calidad en la educación.
Esto que de por sí daba cuenta de una situación insostenible, vino a ampliarse cuando
el Tribunal Constitucional (TC), seis años más tarde (2016), y ante la pasividad burocrá
tica en la prestación y evaluación del servicio de educación, volvió a declarar un Estado
de cosas inconstitucional, esta vez en el sector de educación básica regular0’, donde
señaló, entre otros, que existía una vulneración masiva y generalizada de varios derechos
constitucionales que afectaba a un número significativo de personas, con una prolongada
omisión de las autoridades en el cumplimiento de sus obligaciones para garantizar los de
rechos (constitucionalmente amparados), verificando la no expedición de medidas legis
lativas, administrativas o presupuéstales necesarias para evitar la vulneración los mismos.
El Estado peruano, es incuestionable, de manera consistente incumple sus obligaciones
constitucionales en el marco de respeto al derecho fundamental a la educación. Veremos
más adelante como esto incide de manera directa en la problemática ante una pandemia.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[jj El Estado supervisa el funcionamiento de las actividades educativas sin incidir ilegítima
mente en la creación y difusión del conocimiento: STC Exp. N° 0005-2004-AI/TC (f. j. 9).
(j) El deber de supervisión de 1 Estado atañe tanto un control ex ante (dar autorizaciones) como
expost (evaluación permanente y rigurosa): STC Exp. N° 00017-2008-PI/TC (f. j. 166).
jfj El Estado a través de sus órganos y funcionarios competentes no puede negar a un menor
la posibilidad de continuar con sus estudios sin existir motivos razonables para ello: STC
Exp. N° 0052-2004-AA/TC (f. j. 3).
El Estado debe garantizar que las carreras que las universidades ofrezcan guarden relación
con el mercado laboral: STC Exp. N° 00017-2008-PI/TC (f.j. 197).
BIBLIOGRAFÍA
CARLSSON, Ola. Aspeéis ofinternal organization andprivatization: prqfit vs. nonprofit in education
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América Latina? Banco Interamericano de Desarrollo. Publicaciones, 1997; FRIEDMAN, Milton
y Rose. Libertad de elegir. Ia edición. Ediciones Orbis, España. 1983; SALAZAR GALLEGOS,
Max. “La empresa educativa y los sujetos de derecho”. En: Revista lus et Praxis. N° 33. Univer
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SALAZAR GALLEGOS, Max. “¿Unificación, transformación, fusión o creación de personas jurí
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Jurídica, Tomo 123, Gaceta Jurídica, Lima, 2004; SALAZAR GALLEGOS, Max. “La acreditación
universitaria. Globalización e internacionalización de la educación superior”. En: Hacia una nueva
universidad en el Perú. Compilación de ponencias. SALAZAR GALLEGOS, Max. “Regulación
educativa y Tribunal Constitucional: cómo desarmar un modelo ineficiente”. En; Gaceta Consiilu
cional. Tomo 71. Gaceta Jurídica, Lima, noviembre 2013; SALAZAR GALLEGOS, Max. “Contratos
de servicio educativo y pandemia”. En: Derecho de los desastres. Facultad de Derecho Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 2020; UNESCO, UNMSM, Universidad Ricardo Palma.
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equilibrio: la educación superior como bien público y comercio de servicios Columbas, Perú, 2003;
WOLFF, Laurence y DE MOURA CASTRO, Claudio. Public orprívate educationfor Latín America?
Banco Interamericano de Desarrollo. Sustainable Development Department. Technical papers series.
Artículo 17 Gratuidad y obligatoriedad de la educación
La educación inicial, primarla y secundaría son obligatorias.
En las instituciones del Estado, la educación es gratuita. En
las universidades públicas el Estado garantiza el derecho a
educarse gratuitamente a los alumnos que mantengan un ren
dimiento satisfactorio y no cuenten con los recursos económicos
necesarios para cubrir los costos de educación.
Con elfin de garantizar la mayor pluralidad de la oferta edu
cativa, y en favor de quienes no puedan sufragar su educación,
la ley fija el modo de subvencionar la educación privada en
cualquiera de sus modalidades, incluyendo la comunal y la
cooperativa.
El Estado promueve la creación de centros de educación donde
la población los requiera.
El Estado garantiza la erradicación del analfabetismo. Asi
mismo fomenta la educación bilingüe e intercultural, según
las características de cada zona. Preserva las diversas ma
nifestaciones culturales y lingüisticas del país. Promueve la
integración nacional.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 1), 19); 6,13 al 16,18, 19,48,58,89,200 inc. 1); C.P.Ct.: art. 44 ines.
19), 20); L.O.P.J.: art. 15; Ley 28988; D.L.D.H.: arts. 26,27; P.I.D.E.S.C.: arts. 13,
14; C.D.N.: arts. 28,29; P.S.S.: arts. 13, 16
I. Finalidad de la educación
Así, en primer lugar, en cuanto a la finalidad del proceso educativo, nuestra Constitución
declara en su artículo 13, en consonancia con lo señalado en el primer párrafo del artículo
(I) Baste recordar que los derechos a la al i men tación y a la viv ienda, recogidos expresamente en la Constitución
de 1979 y reconocidos en el artículo 11 del PIDESC, fueron suprimidos de la Carta Constitucional de 1993.
13 del PIDESC y el artículo 26 párrafo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos
(DUDH), que “la educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la persona
humana”. Quiere esto decir, como ha destacado la Exrelatora Especial de la ONU para
el Derecho a la Educación, que la educación no tiene solo como objeto la transmisión de
conocimientos y aptitudes, en una óptica acaso economicista, de producción de un “capital
humano” adecuado (educación para la renta), sino que posee, además de ello, una intrínseca
finalidad formadora de la persona, tanto en sus aspectos estrictamente individuales,
como en sus habilidades sociales (educación para la vida y educación para la ciudadanía
democrática/25. La posibilidad de poder disfrutar del arte, de tener una mente instruida,
inteligente y activa, con libertad y amplitud de pensamiento, de socializar adecuadamente,
de cultivar la empatia, la compasión y la solidaridad, de ser ciudadanos críticos y respetuosos
del otro, así como “ciudadanos del mundo” capaces de comprender ios problemas globales,
de tener en fin una vida con sentido y plenitud, se corresponde ineluctablemente con la
impartieron de una educación oportuna y de calidad'35.
(2) Informe presentado por Katarina Tomasevski, Exrelatora Especial sobre el Derecho a la Educación, E/
CN.4/2004/45, de 25/01/2004, párrafo l!.
(3) Párrafo 1 de la OG N° 13 del CDESC.
(4) De acuerdo a lo expresado en e! articulo 26 párrafo 2 de la Declaración Universal de Derechos Humanos,
el artículo 13 del PIDESC y ¡os párrafos 1 al 5 de la OG N° 13 del CDESC.
(5) Martha Nussbaum ha sido quien ha advertido recientemente, a pesar de la existencia de estos mandatos
normativos en el Derecho Internacional de ios Derechos Humanos, de una “crisis silenciosa" en los sistemas
educativos de todo eI mundo, los cuales guiados por la euforia del crecimiento económico y la necesidad de
competitividad, han privilegiado la enseñanza de materias que sean “útiles” para la inserción de los jóvenes
en el mercado laboral, en desmedro de la enseñanza de las humanidades, que han ido desapareciendo de
los planes de estudio o reduciéndose a las cuestiones más elementales. NUSSBAUM, Martha. Si» fines
de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. K.atz, Buenos Aires, 2010.
II. Elementos esenciales del derecho a la educación: la disponibilidad
En segundo lugar, la Constitución recoge también los elementos esenciales o carac
terísticas del derecho a la educación, tal y como han sido definidas en la OG N° 13 del
CDESC. Asi, en primer lugar, la Constitución ha recogido la dimensión de la disponibi
lidad, al prescribir en su artículo 17, que “el Estado promueve la creación de centros de
educación donde la población los requiera”. Es decir, teniendo en cuenta también la di
mensión de la accesibilidad física, que supone que existan centros educativos geográfi
camente cercanos a todo centro poblado, la Constitución exige al Estado que ponga a dis
posición de toda la población los centros educativos suficientes para la impartición de la
enseñanza inicial, primaria, secundaria y universitaria, en todo el país. Estos centros edu
cativos, por lo demás, de acuerdo a lo dispuesto por la OG N° 13 deben contar con los ele
mentos físicos, económicos y pedagógicos necesarios para su buen funcionamiento. Así,
deben disponer de servicios básicos (agua, electricidad, desagüe, e incluso Internet, si se
entiende que esta es una necesidad ahora insoslayable), de materiales de enseñanza, bi
bliotecas, así como docentes debidamente preparados y remunerados, y con el manejo de
lenguas nativas en los lugares que se requieran.
III. La accesibilidad
En cuanto a la dimensión de la accesibilidad, es preciso recordar que la OG N° 13, ha
establecido que la misma posee tres vertientes: la no discriminación, la accesibilidad mate
rial y la accesibilidad económica. La no discriminación supone, por lo menos, dos cosas: i)
que en la elaboración de las políticas públicas y en la implementación de los mecanismos
administrativos tendientes a brindar acceso a los servicios educativos, no se establezcan
obstáculos que impidan a grupos especiales de la población (mujeres, pueblos indígenas,
minorías étnicas, etc.), el acceso a la educación; ii) que dichas poblaciones especialmente
desfavorecidas, y que requieren medidas especiales para garantizar su acceso a la educa
ción, sean objeto de políticas públicas y medidas administrativas “especiales” para permi
tir el goce del proceso educativo. Aunque la Constitución no menciona expresamente “la
no discriminación” en el acceso a la educación, este es un mandato que se deriva del ar
tículo 2.2 del texto constitucional. El hecho de que aún hoy, en pleno siglo XXI, las esta
dísticas sigan arrojando, que los principales niveles de analfabetismo y déficit educativo,
se dan en mujeres, poblaciones rurales y pobres, puede verse no solo como muestra de la
incapacidad estatal de universalizar la educación, producto de la siempre recurrida “falta
de recursos económicos”, sino como un indicador de la marcada postergación y desaten
ción que han sufrido dichos grupos poblacionales durante toda nuestra vida republicana.
Sea como fuere (por incapacidad o por negligencia indolente), la presencia de dicho pa
trón de exclusión en el acceso a la educación no representa otra cosa que una “violación”
del derecho de acceso a una educación de calidad.
(6) TOMASEVSKI, Katarina. El asalto a la educación. Intermón Oxfam, Barcelona, 2004, p. 65.
(7) Ibidem, p. 155 y $s.
“Lo cierto es que hoy [en Chile] la única decisión que toman los padres es con quien
NO educan a sus hijos. Cuando una familia paga 10 mil pesos como financiamiento
compartido en un establecimiento particular subvencionado la función principal de
esos 10 mil pesos es asegurar que todos los compañeros de sus hijos provendrán de
familias que puedan al menos pagar 10 mil pesos. Por eso las familias pagan aun
cuando su dinero no se traduzca en resultados medibles: esos resultados no importan,
lo que importa es el ambiente social del establecimiento”*8’.
El acceso a la escuela determinada por esta realidad de división social y segregación
basada en el ingreso, en el origen social y el entorno en el que se crían los niños, no afec
ta solo la calidad de la enseñanza y el futuro de los educandos cuando tengan que compe
tir en el mercado laboral, sino que reproduce la estigmatización y la falta de integración
entre segmentos de la sociedad que quedan así desconectados unos de otros. Este patrón
estructural de los sistemas educativos actuales impide pues, al margen de los contenidos
que se impartan en la escuela (orientados, por lo demás -como ya se dijo-, principalmen
te hacia el mercado), cumplir uno de los objetivos primordiales de la educación -ordena
do así por los tratados internacionales- como es la superación de los motivos discrimina
torios existentes en las sociedades actuales. Tampoco permite alcanzar uno de sus fines
más preciados que es, como la Constitución reza en el último párrafo del artículo 17: “Pro
mover la integración nacional”.
(8) ATRIA, Fernando: “Í0 lugares comunes falsos sobre la educación”, en e! Lugar N° 1: “Hoy las fa
milias tienen la libertad de elegir la educación que recibirán sus hijos”. Video:<http://ciperchile.
c 1/201 i/07/26/n%c2%bO-1-%e2%80%9choy-las-fam i I ias-tienen-la-li bertad-de-eiegir-Ia-edueacion-que-
recibiran-sus-hijos%e2%80%9d/>.
comenzando por el límite de la libertad de enseñanza, a la autonomía empresarial,
esto es, a la libertad-poder de crear escuelas que muy bien pueden ser ideologizadas,
de tendencia, conforme a los cánones -religiosos, ideológicos, empresariales- del
que las gestione. Por el contrario, escuela pública equivale a espacio público de libre
confrontación, institucionalmente laico en tanto que no vinculado a ninguna religión
o ideología, y por ello tanto más esencial en una sociedad cada vez más compleja
y multicultural como la actual, en la que la laicidad es condición de la convivencia
.
pacífica y del respeto recíproco de las diversas culturas”(9)10
La misma fimdamentación expresa Ferrajoli, para afirmar que solo la escuela públi
ca puede concretar el valor de la solidaridad, que es otro de los objetivos primordiales del
proceso educativo, intrínsecamente ligado con el de la lucha contra la discriminación y la
integración nacional:
(9) FERRAJOLI, Luigi. Principia inris. Teoría del Derecho y de la democracia. Volumen segundo, Teoría de
la democracia, Trotta, Madrid, 2011, p. 401.
(10) Ibídem, 402.
porque la educación debía prestidigitarse por el Estado, sino justamente al contrario: porque
esta debía desarrollarse bajo ciertos cánones valorativos que el Estado tenía la obligación de
preservar y garantizar. No podía tener este pues -como ya se dijo- la potestad de modificar
dichos valores ni el programa educativo para ajustarlos a los objetivos inmediatos que el
Estado pudiera tener. Recordemos que en el proceso de elaboración de la Declaración
Universal de Derechos Humanos una de las objeciones a que la educación fuera obligatoria
era el temor a que el Estado pudiera imponer modelos educativos contrarios a los objetivos
de la Organización de las Naciones Unidas. Por dicha razón también, es que se incluyó,
como contrapeso, en el artículo 26.2 de la DUDH, la referencia al derecho de los padres
a elegir la educación de sus hijos. La pluralidad de la oferta educativa que se pretendía
garantizar con esta norma y con el derecho a fundar escuelas privadas por particulares,
respondía al objetivo final de impedir una monopolización estatal de la enseñanza que
pudiera ser contraria a los derechos humanos01'.
“De autos se puede advertir que, en el caso, si bien se trata de un contrato de prestaciones
recíprocas, no por ello se puede atribuir, sin más, a la presente controversia una
naturaleza civil o contractual, que deba ser resuelta al amparo de las normas de Derecho
Privado, en la medida que el servicio brindado por la demandada es considerado como
un servicio público, el cual atiende a la prestación de un específico derecho social
fundamental como el derecho a la educación. Lo que cabe en todo caso determinar*
(16) Esta propuesta es ampliamente detallada en ATRIA, Fernando. Mercado y ciudadanía en la educación.
Flandes Indiano, Santiago de Chile, 2007.
actuales, de modo que la educación no soio cumpla con el objetivo de brindar una igual
dad de oportunidades cuando los chicos compitan en el ámbito laboral, sino con el objeti
vo de que el proceso educativo sea un verdadero espacio de socialización donde los niños
puedan aprender los valores de la diversidad, la tolerancia y la solidaridad, indispensa
bles para el forjamiento de una sociedad democrática y justa. No obstante, es preciso no
tar que un cambio como el que se propone encontraría fuertes resistencias, a las que solo
cabría enfrentar con un decidido y esclarecido panorama de lo que implica hablar de la
educación como un derecho humano.
X. Accesibilidad económica
En lo que se refiere a la accesibilidad económica, el artículo 13 del PIDESC ha esta
blecido tres niveles de exigencia en cuanto al acceso a la educación:
Aunque desde hace un tiempo las reformas neoliberales presionan por políticas
de focalización en el ámbito educativo, que destinen los recursos solo a poblaciones
extremadamente pobres, obligando al resto de la población a contribuir o a solventar
íntegramente la educación, es preciso recordar, en primer lugar, que la educación gratuita
se fundó en el hecho de que la privatización o el mercado no es un medio eficiente de
asignar recursos cuyos rendimientos económicos se producen a largo plazo. Las escuelas
privadas o los mismos padres no destinarán los amplios recursos que requiere la educación
si no ven rápidamente retomados los beneficios de dicha inversión. Por el contrario, al
Estado, cuyo objetivo es promover el bienestar general, se le ha considerado siempre como
el medio más seguro de efectuar inversiones hacia el futuroÍI7).
XI. Aceptabilidad
Por último, en lo relacionado a la aceptabilidad del servicio educativo, esta dimensión
está vinculada, como afirma la OG N° 13, con la adecuación de los programas educativos
(18) UPRIMNY YEPES, Rodrigo y RODRÍGUEZ GARAVITO, César. “Constitución, modelo económico y
políticas públicas: una propuesta de integración a propósito de! debate sobre el derecho a la educación en
Colombia”. En: Derechos sociales: Justicia, política y economía en América Latina. Pilar Arcidiácono,
Nicolás Espejo Yaksic y César Rodríguez Garavito (coordinadores), Siglo del Hombre, Universidad de
los Andes, Universidad Diego Portales, Centro de Estudios Legales y Sociales - CELS y Red (Latino)
Americana y Europea de Derechos Humanos - LAEH.R, Bogotá, 2010, pp. 271-278.
(19) Ibídein, pp. 278-281.
y los métodos pedagógicos, especialmente en lo que se refiere a su adecuación cultural. En
dicho contexto, nuestra Constitución en su artículo 17 ha establecido que el Estado “fo
menta la educación bilingüe e intercultural, según las características de cada zona”. Así,
la Ley N° 27818, Ley para la Educación Bilingüe Intercultural, ha establecido entre otras
disposiciones la necesidad de que se formen centros de formación docente bilingüe in
tercultural y de que los profesores conozcan, además de la lengua oficial, la lengua de la
zona donde van a impartir la enseñanza, además de ser, de preferencia, profesores origi
narios de la comunidad. Por otro lado, recogiendo la obligación constitucional del Estado
de “preservar las diversas manifestaciones culturales y lingüísticas del país, se ha expe
dido la Ley N° 29735, Ley que regula el uso, preservación, desarrollo, recuperación, fo
mento y difusión de las lenguas originarias del Perú, donde se establece la necesidad de
darle valor a las lenguas nativas y de que se establezca una política, debidamente estruc
turada y orientada a la recuperación y conservación de este patrimonio inmaterial de la
Nación. Estas obligaciones y exigencias constitucionales y legales, sin embargo, también
están muy lejos de hacerse realidad.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[jji El Estado está obligado a crear centros de educación donde la población lo requiera con
la finalidad de asegurar el debido acceso a la educación: STC Exp. N° 00017-2008-PI/
TC(f.j. 11).
[|J El principio de responsabilidad en la educación implica e! deber de los padres de velar por
que su prole culmine todo el proceso de educación básica formal: STC Exp. N° 04232-
2004-AA/TC (f.j. 10).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 1), 19); 6,13 al 15, 16, 18, 19,48,58, 89,200 inc. 1); C.P.Ct: art. 44
ines. 17), 18); L.O.P.X: art. 15; Ley 28988; D.L.O.H.: arts. 26,27; P.I.D.E.S.C.: arts.
19,20; C.D.N.: arts. 28,29; P.S.S.: arts. 13, 16
Una condición que se complementa con la interpretación de los artículos 21, 44, 45,
49, 52 y 69 respecto los procesos de integración, la importancia de establecer una con
dición paritaria en la población, el reconocimiento de un pasado histórico significativo y
(1) PEROT, Pablo y RODRIGUEZ, Jorge. Estudios sobre la interpretación dinámica de los sistemas consti
tucionales. Ciudad de México: Fontamara, 2005.
(2) PRIETO SANCHIS, Luis. “Notas sobre la interpretación constitucional”. En: Revista del Centro de Estudios
Constitucionales, N’9, 1991, pp. 175-198.
(3) BERMÚDEZ-TAPIA, Manuel. Derecho a la educación bilingüe intercullural en el Perú. 1974-2005, Tesis
para optar el título de abogado en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Lima, 2000.
una condición de revaloración de valores socio culturales de las poblaciones que tienen
un origen derivado de la interpretación del artículo 149 de la Constitución™.
(4) BERMUDEZ-TAPIA, Manuel. Los derechos lingüísticos. Lima: Ediciones Legales, 2001, p. 87.
(5) BERMÚDEZ-TAPIA, Manuel. “Acceso a la justicia a través del lenguaje y comunicación forense. (Los
derechos lingüísticos como derechos fundamentales ante el sistema judicial). En: CÓRDOVA SHAEFER,
Jesús (coord.) Derechosfundamentales en sujurisprudencia. Lima: Ediciones Caballero Bustamante, 2009,
pp. 119-144.
(6) GUASTIN1, Riccardo; CARBONELL, Miguel y SALAZAR LIGARTE, Pedro. Teoría e ideología de la
interpretación constitucional. Madrid: Trotta, 2008.
(7) AT1ENZA, Manuel. “Los límites de la interpretación constitucional. De nuevo sobre los casos trágicos”.
En: Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, N° 1,1997, pp. 245-266.
(8) POZZOLO, Susanna. “Neoconstitucionalismo” (“Neoconstitutionalism”). En: Eunomía. Revista en Cultura
de la Legalidad, N° 11, 2016, pp. 142-151.
(9) BERMÚDEZ-TAPIA, Manuel. “Derecho a! idioma”. En: Revista Internacional de Derecho de los Pueblos
Indígenas, N” 01, Facultad de Tours, Francia, 2001, pp. 19-21.
Es sobre estos parámetros que el contenido del último párrafo del artículo 17 puede
ser asumido como una propuesta normativa de integración, de complementación y de de
sarrollo de varios elementos que pueden ser identificados en forma autónoma, conforme
se detalla a continuación.
(11) BARNACH-CALBÓ MARTÍNEZ, Ernesto. “La nueva educación indígena en Iberoamérica”. En: Revista
Iberoamericana de Educación,10° 13, 1997, pp. 13-33,
(12) BERMÚDEZ-TAP1A, Manuel. WE’> idioma materno como derecho”. En: Cathedns. Revista de tos estudiantes
de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Mareos, año IV, N° 7,2000, pp. 225-238.
(13) BERjMÚDEZ-TAPIA, Manuel. “Los derechos sociales y lingüísticos en el Perú”, En: CARNOTA, Walter
y MARANIELLO, Patricio (dirs.). Derectofimdamentaíes, Derecho Constitucional y Procesal Consti
tucional. Lima: Editorial San Marcas, 2008, pp. 174-195.
En este punto, téngase en cuenta que el conocimiento tradicional colectivo es
un elemento derivado de las manifestaciones culturales y lingüísticas del país y
que en la actualidad constituye una línea de acción económica y política de mu
chos países que procuran defender sus intereses respecto de las acciones deriva
das del registro intelectual y económico derivado de acciones de biopirateríaÍM).
c) Garantiza la paz, la tranquilidad, el disfrute de un ambiente equilibrado y ade
cuado al desarrollo de la vida de toda la población, conforme a la extensión co
lectiva del inciso 22 del artículo 2 de la Constitución.
(14) BERMÚDEZ-TAP1A, Manuel. “La tutela del conocimiento tradicional colectivo en el Perú ante casos
de biopiratería". En: CORADO DE PAZ, Manuel de Jesús (coord.). Estudios de propiedad intelectual.
Problemas actuales. Bogotá: Nueva Jurídica, 2017, pp. 193-221.
(15) CCAHUANA CÓRDOVA, Jorge Alberto. “La reforma educativa de 1905: Estado, indígenas y políticas
racializadas en la República aristocrática”. En: Apuntes, N” 47(86), 2020, pp. 5-32. Revisar en: https://
dx.doi ,org/10.21678/apuntes.86.880.
(16) EGUREN, Fernando. “Campesino, indígena o agricultor familiar”. En: La Revista Agraria, Vol. 1,2015,
pp. 7-9.
(17) PLAZA, Orlando. Campesinado, analfabetismo y el problema del voto en el Perú. Lima: Nueva Sociedad,
1979, pp. 71-82
que históricamente han tenido las poblaciones de origen étnico indígena en el
paísíiS) y que se han acumulado en fundón a la sucesión de:
i. La migración masiva del ámbito rural al urbano con el proceso de indus
trialización del país a fines de la II Guerra Mundial.
ii. El proceso de Reforma Agrario de 1969.
iii. El proceso de crisis del Estado de bienestar de los años 1968-1990.
iv. La violencia terrorista de los años 1980-2000.
v. La crisis económica de 1986-1990 provocada por la corrupción y el go
bierno ineficiente.
vi. La violencia social derivada de una disíuncionalidad de las entidades del
Estado en h atención de los servicios sociales.
En tal sentido, la parte final del artículo 17 de la Constitución debe también interpre
tarse en función ai contexto actual que vive la sociedad peruana con miras a establecer
una condición futura en la cual todos los ciudadanos tengan los mismos derechos y opor
tunidades, conforme el principio de igualdad sin condiciones respecto de sus condicio
nes personales0'*!
(J El derecho de las personas analfabetas a no dejar de ser asistidas por un abogado y a una
debida defensa acorde a su condición: STC Exp. N° 07731-2013-PHC/TC (f.j. 11-15).
(jj Es un derecho usar el propio idioma ante cualquier autoridad mediante un intérprete: STC
Exp. N° 00367-2016-HC/TC, (f. j. 33).
(18) BERMÚDEZ-TAPIA, Manuel. “Justiciabilidad de los DESC: accesibilidad a la justicia por poblaciones
vernaculares y la tutela de derechos lingüísticos”. En: Perfiles de las Ciencias Sociales, Vol. 4, N“ 7,
Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2016, pp. 288-314. Revisar en: https://revistiis.ujat.mx/index
php/perñles/article/view/1417/1222.
(19) BERMÚDEZ-TAPIA. Manuel. “Categorías de ciudadanía en el Perú, por el goce de derechos fundamen
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Artículo 18 Régimen universitario
La educación universitaria tiene como fines la formación pro
fesional, la difusión cultural, la creación intelectual y artística
y la investigación científica y tecnológica. El Estado garantiza
la libertad de cátedra y rechaza la intolerancia.
Las universidades son promovidas por entidades privadas o
públicas. La ley fija las condiciones para autorizar su funcio
namiento.
La universidad es la comunidad de profesores, alumnos y gra
duados. Participan en ella los representantes de los promotores,
de acuerdo a ley.
Cada universidad es autónoma en su régimen normativo, de
gobierno, académico, administrativo y económico. Las uni
versidades se rigen por sus propios estatutos en el marco de
la Constitución y de las leyes.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 8), 13 al 17,19,74,200 inc. 2); C.P.Ct.: art. 44 ines. 19), 20), 23); D. Leg.
882: art. 5; D.U.D.H.: arts. 26,27; P.I.D.E.S.C.: art. 13.2 inc. c); P.S.S.: art. 13.3 inc. c)
El texto nos remite a los fines de la educación universitaria y no a los fines de las ins
tituciones, Así, encontramos que a lo largo de los artículos constitucionales no se hace
mención a un fin específico de las instituciones educativas, sino que se dilucida conforme
al artículo 14, ya comentado, que la enseñanza se imparte con sujeción a los fines de la
correspondiente institución. Se da por sentado, sin mencionarlo de manera expresa y uní
voca, que la enseñanza es el fin principal de cualquier institución educativa.
La temática resulta en parte extraña al sistema adoptado por el mundo del derecho
y en general a la corriente legislativa imperante en nuestro país, aun cuando esto pue
da sonar contradictorio tratándose de la carta magna, llamada a delinear justamente es
tos aspectos.
Los fines de una institución deben ser considerados como los objetivos básicos y
fundamentales para su desenvolvimiento en sociedad. En primera instancia la institu
ción se debe a estos fines y es por ellos mismos por los cuales adquiere importancia
para el derecho.
Así, amparamos aquellas actividades que consideramos valiosas para nuestro entor
no, en este caso, de interés social. El fin debe cumplir con las características de ser lícito,
valioso y posible. La educación cumple cabalmente estos aspectos.
Existe normalmente un fin principal y otros que, como anexos al mismo, son consi
derados accesorios, sea que lo complementen o no.
En este sentido, la educación que se imparte en las universidades debe lograr una fun
ción integradora, esto es que debe formar profesionalmente al educando teniendo en con
sideración al mismo tiempo los fines expuestos en el articulado.
Tenemos por cierto que los fines expuestos en torno a la educación deben ser observados
en todos los casos y por supuesto, ser pasibles de comprobación mediante su fiscalización.
La libertad de cátedra tiene que ver por una parte con la libertad de expresión y difu
sión del pensamiento de la que todos gozamos en cualquier lugar, dentro de los límites de
las leyes. Por otro lado, la libertad de cátedra tiene que ver con los fines de cada institu
ción, respetando los preceptos constitucionales y las leyes vigentes sobre la materia. Lo
mismo ocurre con la intolerancia que es una forma de discriminación.
No puede interpretarse bajo ningún punto de vista que la libertad aludida implique
otorgar libre albedrío para desnaturalizar las materias a tratar, pues estas deben formar par
te de un sistema integrado que procure el cumplimiento de los fines ya expuestos.
II. Las universidades son promovidas por entidades privadas o públi
cas. La ley fija las condiciones para autorizar su funcionamiento
El precepto se encuentra ubicado inadecuadamente pues corresponde a temas trata
dos en el último párrafo del artículo 15 del mismo cuerpo normativo (al margen de que
dicha norma también demuestre falta de técnica legislativa, por la disparidad de situacio
nes que pretende regular).
Lo cierto es que de la norma bajo comentario no se traduce una definición jurídica ple
na que pueda llevar a comprender en su totalidad al ente materia de estudio.
Los sujetos de derecho, reiteramos, necesitan contar con un complejo de elementos para
reconocerlos, entre ellos, un fin, organización, conducta humana, permanencia, entre otros.
Desde un punto de vista técnico legal, conceptuar a un ente como una comunidad
conformada por un grupo de personas no es sino referirse a ella como una colectividad
pura y simple, carente del resto de elementos que les son propios a los sujetos de derecho.
Difícilmente entonces podemos hacer coincidir el precepto constitucional con una de
finición corporativa de universidad. No obstante lo acotado no podemos dejar de afirmar
que la norma contiene un principio que debe ser respetado y es que este precepto debe ser
entendido en su real dimensión, cual es la de congregar en la actividad habitual de la ins
titución que regula a los diferentes grupos de personas a las cuales se refiere.
Es natural que todo sujeto de derecho colectivo cuente con un estatuto al cual referir
se. Dicho estatuto surge de la voluntad de las personas amparada en la ley, y es consus
tancial a la libertad de asociación que rige constitucionalmente, limitada por las formas
corporativas propias en un determinado nivel de actuación, segmento de la economía o re
gulada por una ley. Las universidades en su caso son precisamente eso mismo por manda
to de la ley que las regulan (L. 23733 de 1983, y hoy L. 30220 desde julio del año 2014)
Ahora bien, la autonomía debe ser entendida dentro del marco legal instituido; es de
cir, respetando la legislación de la materia. Leyes y normas de rango inferior que se re
fieran a estos aspectos pueden ser aprobadas, siempre que respeten el principio constitu
cional, y en este sentido, no impongan sino un marco dentro del cual desenvolverse que
respete el estado de derecho. El principio se encuentra atenuado según se trate de una uni
versidad pública o de una privada.
El caso de las privadas es distinto, pero también pueden recibir (como una facultad)
una asignación por parte del Estado con cargo al presupuesto general de la República (la
L. 23733 de 1983, lo hacía expresamente, y hoy la L. 30220 ya no lo hace). Sin embargo,
el caso común es de auto sostenimiento, es decir, no generan un gasto ni inversión al era
rio público. Asimismo, en el plano laboral, si bien es cierto se pueden estipular condicio
nes especiales por normas del mismo rango, los profesores estarían adscritos al régimen
de la actividad privada, también regulado por ley.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
-....
La fuerza jurídica del derecho fundamental a la educación, así como los fines constitucio
nales que está llamado a cumplir, rigen también en el ámbito de la educación universitaria:
STC Exp. 00017-2008-PI/TC (f.j. 15).
|j|y La autonomía universitaria tiene una especial protección que hace imposible al legislador
limitar su contenido esencial: STC Exp. N° 00011-2013-AI/TC (f. j. 46).
(Jl La autonomía universitaria es la facultad de autorregulación que tienen todas las universi
dades ya sea en el ámbito normativo, de gobierno, académico, administrativo y económico:
STC Exp. N° 00037-2009-PI/TC (f.j. 12).
H La libertad académica se ha consagrado contra los posibles embates del poder político:
STC Exp. N° 04232-2004-AA/TC (f. j. 28).
BIBLIOGRAFÍA
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Artículo 19 Régimen tributario de la educación
Las universidades, institutos superiores y demás centros edu
cativos constituidos conforme a la legislación en la materia
gozan de inafectación de todo impuesto directo e indirecto que
afecte los bienes, actividades y servicios propios de sufinalidad
educativa y cultural. En materia de aranceles de importación,
puede establecerse un régimen especial de afectación para
determinados bienes.
Las donaciones y becas con fines educativos gozarán de exo
neración y beneficios tributarios en la forma y dentro de los
límites quefije la ley.
La ley establece los mecanismos defiscalización a que se sujetan
las mencionadas instituciones, asi como los requisitos y condicio
nes que deben cumplir los centros culturales que por excepción
puedan gozar de los mismos beneficios.
Para las instituciones educativas privadas que generen in
gresos que por ley sean calificados como utilidades, puede
establecerse la aplicación del impuesto a la renta.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 13 al 18, 74, 79; C.P.Ct.: art. 44 ines. 19), 20), 23); D.U.D.H.: art. 26;
PJ.D.E.S.C: art. 13.2 inc. c); P.S.S.: art. 13.3 inc. c)
El primer párrafo de la norma está dirigido de manera especial para las instituciones
privadas. El Estado es el gran garante constitucional en lo que a educación se refiere, y
como tal se ha impuesto una labor que por lo pronto supera sus límites, a pesar de existir
5 i universidades públicas hasta el 2021.
El país crece en la medida que sus ciudadanos se insertan en un mismo camino de de
sarrollo. Para esto es necesario priorizar la inversión en educación-cualitativa y cuantitati
vamente-, ya que esta genera valor agregado al capital humano con el que cuenta la nación,
condicionamientos que se pueden hacer valer en la práctica, generando a su vez mejores
condiciones de vida para las personas, debido a su mejor adaptación a la vida, al trabajo
(conforme a los fines constitucionales), haciendo fluir riqueza. La posibilidad de acceder
a una mejor forma de vida, en la generalidad de los casos, es directamente proporcional
al nivel educativo con el que cuente cada persona, lo que a su vez genera mayor libertad.
Ahora bien, la garantía constitucional está basada en dos requisitos, que son los que
deben cumplir las instituciones educativas para gozar de la inafectación.
El segundo de los requisitos es que la inafectación solo favorezca los bienes, acti
vidades y servicios propios de la finalidad educativa. Esto nos abre la posibilidad de re
glamentar cuales serán estos bienes, actividades y servicios. Las instituciones educativas
proyectan sus actividades hacia la comunidad, en especial las de nivel superior, prestan
do servicios y transfiriendo bienes. Estos servicios y bienes, obviamente, deben ser de ca
rácter educativo, pues lo contrario desnaturalizaría el precepto. Esto también quiere decir
que, en determinadas circunstancias, algunas actividades que presten estos centros edu
cativos pueden no estar sujetas a la inafectación y no por ello estar actuando de manera
contraria a derecho o desnaturalizando su propósito.
Bajo nuestro análisis, no cabe considerar como centro educativo y, por tanto, sujeto a
las leyes de la materia, salvo las de carácter sancionador, a aquellas instituciones que no
han recibido la autorización correspondiente luego de haber cursado por el procedimiento
respectivo, respetando los parámetros de ley y que pretendan posicionarse ante el públi
co como un ente formalmente autorizado. Estas, sin licencia respectiva, funcionarían al
margen de la ley.
Obviamente, el procedimiento y las leyes para lograr ello, no pueden violar a su vez
los principios, derechos y garantías establecidos por la constitución. La vía judicial pue
de resultar un camino adecuado para salvar el ejercicio abusivo dei derecho o su descono
cimiento por parte de las entidades educativas reguladoras, pero no puede desconocer la
autoridad para licenciar funcionamientos ni tampoco inafectaciones, sino mandar se co
rrija la infracción y aplique la norma correspondiente en cada caso, haciendo transitar a
las instituciones bajo el manto de la ley, sin perjuicio de recurrir a instancias superiores.
Resultaría absurdo, por ejemplo, que una entidad pretenda gozar de manera permanen
te de la calidad de educativa merced a una acción de amparo (sin contar con la autoriza
ción habilitante respectiva), como se ha dado en otros casos, salvo se le haya privado de
esta de manera ilegítima.
La ley establece los mecanismos de fiscalización a que se sujetan las mencionadas ins
tituciones, así como los requisitos y condiciones que deben cumplir los centros culturales
que por excepción puedan gozar de los mismos beneficios. Para las instituciones educa
tivas privadas que generen ingresos que por ley sean calificados como utilidades, puede
establecerse la aplicación del impuesto a la renta.
Lo mismo ocurre en el plano cultural con las instituciones que se dedican a tan noble
tarea. El Estado nuevamente debe crear las condiciones que favorezcan de alguna manera
a todos aquellos que deseen incursionar en estas actividades y que forman parte de todas
las que favorecen el desarrollo personal de los ciudadanos de la República.
La clásica distinción de entidades con o sin fines de lucro está basada en el factor re
sultante de la organización y reparto de beneficios internos entre los miembros que las
conforman, lo que se hace únicamente entre ellos, siendo que, en puridad, de acuerdo a
su funcionamiento, aisladamente considerados los resultados de la empresa de sus miem
bros, siempre se buscará el fin de lucro como expresión de una gestión eficiente y resulta
do esperado para continuar en actividades. Aun mas, en las denominadas personas jurídi
cas sin fines de lucro no existen propietarios con título válido para exigir dividendos, por
lo cual, no pueden distribuir entre los mismos lo que por de hecho y derecho no les perte
nece, como son las utilidades de la institución.
De ahí la distinción entre lucro objetivo (resultado positivo que favorece a la institu
ción) y lucro subjetivo (reparto del resultado entre los miembros). El primero corresponde
a todas las organizaciones corporativas, pues todas han de obtener lucro para poder sos
tenerse. El segundo responde a la relación jurídica de beneficio patrimonial directo que
corresponde al reparto de dividendos entre los miembros de la institución cuando la for
ma jurídica lo haga posible.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[U Las universidades que se encuentren funcionando por medidas cautelares al no contar con
la autorización correspondiente no pueden gozar de la inafectación de impuestos: STC
Exp. N° 03510-2013-PA/TC (f.j. 9-12).
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Artículo 20 Colegios profesionales y colegiación
obligatoria
Los colegios profesionales son instituciones autónomas con
personalidad de derecho público. La ley señala los casos en
que la colegiación es obligatoria.
CONCORDANCIAS:
C: arts. 107, 155 inc. 4), 203 inc. 7); C.P.Ct.: art. 98; »,L, 26092: art. 1
I. Antecedentes
La consagración jurídica de los colegios profesionales se realizó incluso desde
los tiempos de la Colonia0sin embargo, su inclusión a nivel constitucional no tiene
antecedentes anteriores a 1979. En el artículo 33 de la Carta Política de dicho año se
estableció que “los colegios profesionales son instituciones autónomas con personería de
derecho público”, dejando espacio a la ley para que a través de ella se establezcan las formas
de constitución y las rentas de dichas corporaciones. Asimismo, señalaba que era obligatoria
“la colegiación para el ejercicio de las profesiones universitarias que señala la ley”1 (2)3
.
Merece resaltarse, más bien, que, un año antes, la Constitución española de 1978
constitucionalizaba ya a los colegios y otras organizaciones profes tonales
* 3’. Al parecer,
de este antecedente se valió el constituyente peruano, quien los introdujo en la Carta de
1979, aunque con alcances muy diversos que tendremos ocasión de señalar más adelante.
(1) GARCÍA TOMA, Víctor. Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993. Vol. 11. Fondo de
Desarrollo Editorial de la Universidad de Lima, Lima, 1998, pp. 75 y 76.
(2) Marcial Rubio Correa cree encontrar una referencia a los colegios profesionales en el segundo párrafo
del artículo 46 de la Constitución de 1920 que señalaba: “La ley determinará las profesiones liberales que
requieren título para su ejercicio, las condiciones para obtenerlo y las autoridades que han de expedirlo”.
Cfr. RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución de 1993. Tomo 2, Fondo Editorial de !aPUCP,
Lima, 1999, p, 190. Sin embargo, como demostraremos más adelante, tal conclusión es equivocada.
(3) Cfr. los artículos 36 y 52 de la Constitución española de 1978. Debe aclararse que el texto español no hace
referencia ni a la personería de Derecho Público ni a la autonomía que la Constitución peruana de 1979
otorgaba a los colegios profesionales, atributos, ambos, reproducidos en nuestro texto de 1993.
c) La colegiación es obligatoria para el ejercicio profesional en determinados su
puestos establecidos legalmente.
El artículo bajo comentario se dedica exclusivamente a los colegios profesionales;
sin embargo, no es esta la única mención a dichas corporaciones en la Constitución. La
referencia a ellas se realiza en múltiples oportunidades: ya sea reconociéndoles el de
recho a iniciativa legislativa (art. 107, a los colegios profesionales en general), ya sea
como partícipes a través de alguno de sus miembros en la composición de importantes
órganos del Estado como son el Jurado Nacional de Elecciones (art. 179, inc. 3, referi
do al Colegio de Abogados de Lima, en especial) y, por último, legitimándolos activa
mente para interponer recursos de inconstitucional idad contra normas con rango de ley
(art. 203, inciso 7)
Pero ¿qué significan estas múltiples referencias a los colegios profesionales en la actual
Constitución? Pues la importancia que este grupo social ha adquirido de cara a la instau
ración de un Estado social de Derecho consagrado en la Carta de 1993. Y nótese que no
se encuentra otro grupo social con mayores referencias en nuestra Constitución que los
colegios profesionales.
(4) Cfr. GARCÍA TOMA, Víctor. Ob. cit., p. 75. Con similares alcances, BERNALES, Enrique. La
Constitución de ¡993. Análisis comparado. Ciedla, Lima, 1996, pp. 210 y 211. Asimismo, RUBIO
CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 191.
(5) Cfr. PAREJA PAZ SOLDAN, José. Derecho Constitucionalperuano y la Constitución de ¡979.3a edición,
Editora y Distribuidora de Libros, Lima, 1987, p. 489.
III. Los colegios profesionales y el Estado contemporáneo
Los colegios profesionales han surgido históricamente como corporaciones autorre-
guiadas. De hecho, su antecedente más remoto se encuentra en los gremios o asociacio
nes de personas que ejercían el mismo oficio en la Alta Edad Media, los que gozaban ya
de privilegios y de una propia jurisdicción®. En la Baja Edad Media, la proliferación de
los gremios fue muy extendida, reuniéndose entre sí en diversas ciudades europeas, sobre
(7)8.
las cuales quisieron posteriormente tomar el control del gobierno6
(6) Las notas características de estos gremios eran, entre otros, la organización interna claramente jerarquizada
(maestros oficiales y aprendices), división y jerarquización del trabajo, fuerte control de la producción y
de la calidad, etc. Cfr. Enciclopedia Autodidáctica Océano. Volumen IV, Océano, p. 1905.
(7) Ibídem, p. 1908.
(8) Cfr. PÉREZ ROYO, Javier. Curso de Derecho Constitucional. 7’edición, MarcialPons, Madrid, 2000, p. 561.
estatal La autonomía de los colegios profesionales es necesaria no ya por su tradicional opo
sición al poder central como en el pasado, sino por la importante especialización y control
del ejercicio profesional que han logrado instituir con el transcurrir de los años. De allí, la
mención expresa a su autonomía a pesar de su personería pública, lo cual la excluye de cual
quier intervención estatal. A través de estos dos institutos: la personería de Derecho Público
y la autonomía, se resguarda tanto el interés público como la peculiaridad que le son propios.
(9) Seguimos en este punto a RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit, p. 191 y ss.
(10) Debe recordarse que el Estado también expide el mismo titulo habilitante a nombre de la nación a los
egresados de ¡as universidades privadas por la razón de que han cumplido con una serie de requisitos legales
que garantizan su correcto funcionamiento, conforme a las políticas educativas fijadas por el Estado.
tanto y en cuanto no atenten contra algunos de sus principios informadores. Dentro de es
tos últimos podemos mencionar a los derechos fundamentales y a la democracia, porque
solamente se puede hablar de autonomía de estas corporaciones dentro de estos parámetros.
Del lado de los derechos fundamentales, se deben de respetar, por ejemplo, el dere
cho al debido proceso en los procedimientos disciplinarios y sancionadores (con todo lo
que ello significa: derecho de defensa y contradicción, al procedimiento predeterminado,
a la instancia plural, libertad probatoria, etc.); asimismo, la no discriminación en el in
greso, en lo que sea compatible con la especial naturaleza de esta clase de asociaciones.
(II) La doctrina española también expresa la especial conexión de la obligatoriedad de la colegiación con los
derechos de asociación y al trabajo aunque en términos diversos a los aquí esbozados. Cfr. PÉREZ ROYO,
Javier. Ob. cit., pp. 539 y 540.
(12) Cfr. La modélica sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Exp. N° 1124-2001-AA/TC f.j. 12.
(13) En la causa N° 0939-1996-AA/TC se planteó por la parte demandante que el hecho de la desafiliación
-pretendidamente ilegítima- de un colegio profesional supone un atentado contra el derecho al trabajo.
Nuestro Tribunal Constitucional no se ha pronunciado aún sobre este punto ya que la pretensión de la
referida causa había caducado.
(14) De “fin público de relevancia constitucional” habla nuestro Tribunal al reconocer la existencia constitucional
de la “asociación compulsiva” en la colegiación profesional. Cfr. Exp. N° 1027-2004-AA/TC f. j. 4.
Al tener estos derechos relevancia constitucional era importante otorgarle el mismo
rango a tan importantes limitaciones. Esta es, pues, la razón de la constitucionalización
de los colegios profesionales en nuestro ordenamiento.
(15) STC Exp. N': 0887-200-AA/TC f. j. 3. La demanda es declarada infundada en razón a que dicho pedido
de información no configura una amenaza a la violación de la autonomía de la demandante.
colegio profesional, cuando se le despoja del caigo representativo en aplicación
de normas inconstitucionales.
El Colegiado Constitucional ha considerado también a los colegios profesionales como
“entidades públicas” ante las cuales se puede solicitar información de acuerdo al artículo
2, inciso 5 de la Constitución. Así, como correlato, estarían legitimadas pasivamente en
los procesos de hábeas data(l6).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[Éjj Los colegios profesionales cuentan con autonomía a efectos de establecer su regulación y
organización al ser instituciones con personalidad de derecho público: STC Exp. N° 03954-
2006-PA/TC (f.j. 8).
U Los colegios profesionales persiguen la promoción de los legítimos intereses de los titu
lados que los componen y controlar la formación y actividad al exigir buena calidad en su
desempeño: STC Exp. N° 03954-2006-PA/TC (f. j. 12).
[jjj La autonomía de los colegios profesionales no puede ser concebida como absoluta pues
estos, como el resto de las instituciones y personas, se desenvuelven en el ámbito del estado
constitucional, donde no existen sujetos que desarrollen sus funciones de forma autárquica
y aislada: STC Exp. N° 0004-2017-PI/TC (f. j. 7).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 8), 16), 70; C.P.Ct: art. 44 ines. 7), 14); C.C.: art. 936; C.P.C.: art. 82;
C.P.: arts. 226 y ss„ 273,275 inc. 2); Ley 26834; Ley 29-408: arts. 3 num. 3.1); Ley
28296; D. Leg. 822: arts. 29,57; D.S. 027-97-RE; R.M. 0235-91-RE; D.U.D.H.: art. 27
Han pasado varios años del primer análisis que realicé sobre el artículo 21 de la Cons
titución Política del Perú, en el cual me centraba básicamente en los aspectos constitucio
nales -es decir aquellos señalados expresamente en el artículo- del patrimonio cultural y
de los principales problemas que lo afectaban en la legislación específica de la materia,
como la propiedad y la presunción de bien cultural. En la edición de la Constitución Co
mentada del año 2013-2015, complementaba el análisis constitucional con el análisis de
la legislación tanto nacional como internacional, para luego aterrizar todo el entramado
jurídico en el aspecto antropológico y social de los derechos culturales, principalmente
aquellos vinculados al patrimonio cultural. Me basaba en una visión dinámica del patri
monio cultural, a través de la cual se comprende que no es únicamente una representa
ción solo del pasado y la historia, sino es parte activa del presente y fundante del futuro,
sobre el cual recae, por un lado, el fortalecimiento de diversas identidades culturales y un(*)
(*) Texto según modificatoria efectuada por el artículo único de la Ley N° 31414 del 12/02/2022.
elemento social a través del cual ejercemos ciudadanía y que puede ayudar a construir un
espacio de colaboración estrecha entre los ciudadanos y el estado, para su protección, su
cuidado, difusión y puesta en uso social, como lo han venido demostrando algunos traba
jos promovidos desde diversos espacios públicos y privados.
Este texto por lo tanto busca incluir algunos de los temas tratados en las ediciones ante
riores (2004-2013-2015), señalando además algunos cambios importantes que se han dado
a nivel de la legislación de la materia, pero también a través de jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Toda esta problemática tiene, como ya se ha señalado, a los derechos cul
turales y al patrimonio cultural como los principales protagonistas, y demuestra la nece
sidad de un acercamiento socio jurídico y la implementación de un derecho de la cultura.
(1) PÉREZ MORENO, Alfonso. “E! postulado constitucional de la promoción y conservación del patrimonio
histórico artístico”. En: Estudios sobre la Constitución española. Homenaje a!profesor Eduardo García
de Enterria. Vpl. II. Madrid, 1991, p. ti.
Si bien esas capacidades exigirán a los poderes públicos una actuación activa acom
pañada de una legislación que sea efectiva, y como afirma Pizzorusso(2) es la Constitución
Cultural la que debe enmarcar el conjunto de preceptos constitucionales que aseguren a la
persona el ambiente para el desarrollo de sus libertades y derechos, este ambiente de ejer
cicio necesita también de la participación activa de los ciudadanos, en la protección de su
acervo cultural y en la difusión de esos aspectos inmateriales que se transmiten de mane
ra transgeneracional. Esta unión de Estado, normas y ciudadanos podríamos denominar
la el ejercicio de la ciudadanía cultural.
La tutela, protección, difusión y disfrute del patrimonio cultural son derechos cultura
les, y por lo tanto es ilógico que el artículo 21 se encuentre dentro de un capítulo denomina
do Derechos Sociales y Económicos, y en donde, efectivamente, se da el tratamiento a esta
clase de derechos, encontrándose este artículo fuera de un contexto legal adecuado. El he
cho que nuestra actual constitución toque el tema cultural de forma tangencial y que no se
haya dedicado un capítulo de la misma al tratamiento de los derechos culturales que como
ciudadanos tenemos, indica que el legislador de 1993 olvidó que a través del conocimiento
y tutela de nuestro patrimonio cultural material e inmaterial, del desarrollo de nuestra cul
tura y de la defensa de nuestros derechos culturales conseguiremos la formación y fortale
cimiento de nuestras diversas identidades culturales, el ejercicio de nuestra ciudadanía cul
tural con todos los beneficios que esta trae consigo, como se ha mencionado líneas amiba.
La elaboración de una norma constitucional que proteja los derechos culturales, en
tre los que encontramos a la tutela del patrimonio cultural, se basa en la aceptación de un
concepto de cultura considerando los tres aspectos que la definen: el aspecto tradicional,
aspecto innovador y el aspecto pluralista, los que favorecerán la creación de un Estado
Cultural o la elaboración de una Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura se
gún lo afirmado por el alemán Peter Haberle<4).
(2) PIZZORUSSO, Alessandro. Lezione di Dirítto Costituzionale, citado por PÉREZ MORENO, Alfonso.
Ob.cit., p. 1624.
(3} Preámbulo de la Constitución Política de 1979: “Animados por el propósito de mantener y consolidar la perso
nalidad histórica de la Patria, síntesis de los valores egregios de múltiple origen que le han dado nacimiento; de
defender su patrimonio cultural; y de asegurar el dominio y la preservación de sus recursos naturales; (..
(4) HABERLE, Peter. Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura. Tecnos, Madrid, 2000, p. 26.
II. Cultura, derechos, patrimonio cultural
Como señalan Galaty y Leavitt(3), al mismo tiempo que se están realizando en el cam
po antropológico las reevaluaciones del concepto de cultura, este va ganando terreno en
otras disciplinas que van desde la historia hasta la ciencia de las organizaciones. Una de
las formas en la que el Derecho se involucra es en el uso del término cultura, se va desa
rrollando, a través de la protección legal de los elementos sociales que considera dentro
de lo que es cultura.
Ala vez las leyes y el derecho forman parte de la cultura, es un elemento necesario de
estudiar, que engloba valores, libertades, restricciones, tal como expresa Malinowski: “El
Derecho también tiende a considerar la ley no como un mundo especulativo de contenido
propio, sino como uno de los varios sistemas de control social en el que los conceptos de
motivación, valor, coacción moral y fuerza consuetudinaria deben ser tenidos en cuenta,
además del aparato formal del Código, los tribunales y los alguaciles”®.
(5) GALATY, John y LEAV ITT, John. Diccionario Akal de etnología y antropología. BONTE, Pierre e IZ ARD,
Michael (dirs.), 1996, p. 206.
(6) MALINOWSKY, Bronislaw. Una teoría científica de la cultura. Sarpe, España, 1984, p. 26.
3. Aspecto pluralista: cultura no es siempre sinónimo de cultura, lo que signifi
ca que un mismo grupo humano puede desarrollar simultáneamente diferentes
culturas.
Al respecto, Haberle afirma que toda cultura existente en un determinado grupo so
cial siempre ostentará de una forma u otra, más o menos, alguno de los aspectos señala
dos. Más allá de esbozar un concepto amplio, que a la vez puede resultar restringido en
virtud de la variabilidad del término, puesto que se busca explicar situaciones específicas
que excluyen a otras realidades, lo que se establece, a la luz de la teoría desarrollada por
Peter Haberle, es que debemos comprender el concepto de cultura, de una forma diferen
ciada y disciplinada que distingue entre los polos variables y los múltiples niveles exis
tentes. En función de cada uno de sus respectivos contextos jurídicos se logrará cumplir
con la tarea propia de la ciencia del Derecho, esto es, crear mediante su correspondiente
sistema normativo, que como se ha visto es un componente cultural, un marco coherente
en donde puedan desarrollarse la diversas culturas.
Por lo tanto, es necesaria una comprensión del término cultura de una forma variable
y no estática, lo que favorecerá que todo el marco legal de tutela cultural de ios pueblos
se vea cubierta, y por lo tanto la tutela del patrimonio cultural en el sentido de tradición e
innovación encuentre cabida dentro de un determinado Estado, que en virtud del desarro
llo de los tres aspectos señalados será calificado como cultural.
De igual forma la vasta jurisprudencia del Tribunal Constitucional del Perú con re
lación al patrimonio cultural tanto material como inmaterial, demuestra la importancia
de este tema en la vida en sociedad. En una búsqueda de sentencias y resoluciones utili
zando el término “patrimonio cultural” se ha podido encontrar diversas referencias acer
ca del patrimonio cultural, identidad y derechos culturales. La mayor parte de casos están
relacionados a las construcciones ilegales y la afectación del patrimonio cultural mate
rial principalmente.
En una de las sentencias del Tribunal Constitucional se desarrolla un gran aporte vincu
lado a los derechos culturales, entre ellos el del patrimonio cultural, lo que demuestra la
importancia de este tipo de derechos dentro de la legislación en general:
“6. Una de las razones que generan el referido debate es el hecho de que tradicio
nalmente se ha comprendido que los derechos fundamentales son ejercidos por los
individuos frente al Estado. En efecto, a partir de las revoluciones norteamericana
y francesa, inspiradas en el iusnaturalismo racionalista, los derechos fundamentales
se consagraban como esferas de libertad de la persona humana impenetrables por la
voluntad del Estado. Es de recordar que nos encontramos frente a las libertades indi
viduales clásicas, libertad de propiedad, de expresión, religiosa, entre otras, las que
yacían edificadas sobre la autonomía de la voluntad del individuo y se manifestaban
en un no hacer del Estado.
7. Con el devenir del siglo XX, el fenómeno de la industrialización y la crisis del
Estado Liberal de Derecho, esta concepción de los derechos individuales debía ser
complementada en concordancia con el contexto político y las demandas sociales.
Surgen entonces, por primera vez, Constituciones que recogen los llamados derechos
sociales, económicos y culturales cuya configuración es claramente diferente a la de
las libertades clásicas. Ya no es posible hacer referencia solo a esferas de libertad -ne
gativa-, se requiere ahora una acción positiva por parte del Estado. Se exige una serie
de prestaciones en favor de los ciudadanos a fin de satisfacer ciertos requerimientos
básicos, los que permitirán finalmente acceder o gozar plenamente de las libertades
individuales.
(7j Ai respecto ver ARISTA ZERGA, Adriana. “Patrimonio cultural e intereses difusos”. En: Revista Patrimonio
Cultural y Derecho- N':> 18, Madrid, noviembre 2014.
8. De igual manera esto ocurre con los llamados derechos de tercera generación,
dirigidos a tutelar manifestaciones relativas al cuidado del ambiente, el patrimonio
cultural y el derecho a la paz, entre otros, cuya fundamentación se encuentra en el
principio de solidaridad.
9. Es de inferirse, entonces, que la relación Estado-Sociedad ha variado sobremanera
desde la configuración del Estado en el siglo XIX a la actualidad. De una visión que
proponía una división tajante entre ambos, se ha derivado a una relación más similar
a la integración de uno y otra”®.
De lo señalado por el Tribunal se interfiere la interdependencia de los derechos hu
manos y por lo tanto la importancia de los derechos culturales, los cuales están interco
nectados tanto en su aplicación como en su ejercicio. Menciona también a las constitucio
nes que recogen este tipo de derechos, por lo señalado en párrafos precedentes la presente
Constitución Política es sobrepasada por la importancia y presencia de los derechos eco
nómicos, sociales y culturales. La protección constitucional se hace muchas veces de ma
nera interpretativa y haciendo uso de instrumentos internacionales, como las convencio
nes de la Unesco o el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo para el
caso de la identidad cultural de los pueblos indígenas.
Así, gracias a la tutela nacional de los bienes culturales se conseguirá una efectiva
protección a nivel internacional, complementándose, puesto que cuanto más efectiva y
diversa sea la tutela nacional existirán más posibilidades que la tutela internacional sea
completa y efectiva.
Esta situación también se revertirá pues cada Estado se verá influenciado por la tu
tela internacional de los bienes culturales y por las obligaciones jurídico-internacionales
que esto trae como consecuencia, influencia que se notará en la construcción y desarrollo
de un proyecto en el ámbito nacional teniéndose en cuenta el texto Constitucional como
punto de partida y referencia para la elaboración del mismo.
Así, se puede afirmar que el Estado Constitucional se define, entre otros aspectos, por
su cultura nacional como fundamento de su identidad o sus diversas identidades y que la
libertad plena se logra a través de la cultura.
Dejando de lado la teoría y yendo hacia un campo práctico Haberle considera que el
tratamiento de los bienes culturales se podría desarrollar de la siguiente forma:
a) Formal: explica que la tutela de los bienes culturales puede ser emplazada en el
Preámbulo, en el capítulo dedicado a los fundamentos de la Constitución o en
tre las tareas de! Estado, así como entre los derechos fundamentales.
b) Material: puede ser contemplada como un fin del Estado, incluso en última instan
cia considerado así por el derecho penal, como es el caso de la Constitución Es
pañola, o por el derecho privado, siendo todo lo opuesto en nuestra constitución.
Incluso propone que las Constituciones nacionales vayan más allá de sus propios lí
mites, recepcionando jurídicamente elementos característicos de los propios acuerdos o
convenios culturales de la UNESCO, haciéndolos suyos de manera textual y por lo tanto
garantizar la protección incluso a bienes culturales foráneos. A manera de ejemplo cita a
las constituciones de Guatemala y Ucrania00.
Con todo este análisis cabe agregar que nuestra Constitución no otorga un lugar im
portante a los derechos culturales, entre los que se encuentra la tutela del patrimonio cul
tural, el único artículo que sustenta este derecho, el 21, estaba íntimamente influenciado
(10) .HABERLE, Peter. Teoría de la Constitución como ciencia de la cultura. Ob. cit., p. 147.
(11) HABERLE, Peter. “Protección constitucional y universal de los bienes culturales. Un análisis comparativo”.
En: Revista Española de Derecho Constitucional, N“ 54, año 18, setiembre-diciembre 1998, p. 28.
por la desfasada Ley N° 24047, vigente en el año 1993, ya que recoge los principios que
la sustentaban.
Por ello es necesario elaborar, a la luz de lo desarrollado por Haberle, un plan de ac
ción cultural que siente las bases de un nuevo texto constitucional en el que se les otor
gue a los derechos culturales, y por ende a la tutela del patrimonio cultural, el lugar que
les corresponde considerando que son la base de todo Estado Constitucional Cultural. La
conservación, tutela, puesta en uso social y disfrute del patrimonio cultural son derechos
culturales que deben ser recogidos por las Constituciones que fundan su accionar en un
Estado social de derecho.
Si bien los derechos culturales son de exigibilidad progresiva, es decir están condicio
nados al desarrollo material del país, es también cierto que la búsqueda de mecanismos le
gales parte desde la perspectiva de la formación y fundación de un Estado justo donde el
acceso a la cultura sea pieza clave en el entendimiento de la diversidad cultural, las dife
rentes identidades culturales que coexisten en nuestro territorio y que contribuya además
a la formación de individuos justos, que respeten las diferencias de los demás.
El Perú es uno de los países de América Latina con la mayor cantidad de bienes ins
critos en la lista de la Unesco del Patrimonio de la Humanidad, las políticas de desarrollo
del país se han ido centrando en la promoción del turismo cultural como motor de la acti
vación de la economía. El patrimonio cultural es visto como el medio para conseguir di
cho desarrollo, a través de la promoción turística de las características históricas, arqueo
lógicas, coloniales, etc. del vasto patrimonio cultural peruano.
En estos últimos años también ha habido un gran cambio, puesto que el Instituto Na
cional de Cultura, que era el ente encargado de la protección, gestión y administración
del patrimonio cultural, ha desaparecido para dar paso desde el año 2010 al Ministerio de
Cultura, el cual cuenta en la actualidad con el Viceministerio de Patrimonio Cultural e In
dustrias Culturales y el Viceministerio de Interculturalidad.
(12) ARISTA ZERGA, Adriana. “Confusiones, olvidos y aportes de la nueva Ley General del Patrimonio
Cultural de la Nación”. En: Actualidad Jurídica, N“ 129. Gaceta Jurídica, Lima, agosto 2004,
En el ámbito internacional la importancia que vienen cobrando los derechos cultu
rales y el patrimonio inmaterial, definitivamente aportan una nueva perspectiva al tema
del patrimonio cultural. Por ello considero importante brindar un marco general de lo que
está sucediendo a nivel internacional para luego poder analizar la realidad de nuestro país.
(13) Para mayor referencia sobre el rol de la UNESCO, revisar ARISTA ZER.GA, Adriana. “La UNESCO y el
patrimonio cultural”. En: http://qhapaqnan.cultura.pe/sites/default/files/articulos/169780223-La-LrNESCO-
y-el-Patrimonio-Cultural.pdf.
Peter HMberle0'0 anota que, a diferencia de) tema de los derechos humanos, que pri
mero fueron desarrollados a nivel nacional para que luego su protección se internaciona
lice, el tema de la protección de los bienes culturales y el patrimonio cultural se desarro
lla primero a nivel internacional y luego se irá plasmando, como se ha venido haciendo,
en las constituciones nacionales.
Pero ¿por qué se incluyen en las constituciones los temas de protección de bienes cul
turales y patrimonio cultural? Acertadamente Haberle señala, luego de realizar un aná
lisis de las principales constituciones de Europa Occidental, Europa Oriental y América
Latina, que la inclusión en las constituciones Ibéricas (como es el caso de España y Por
tugal) e Iberoamericanas de temas de protección de bienes culturales y patrimonio cultu
ral, se debe a la búsqueda de reafirmación de las identidades culturales frente a los anti
guos sistemas opresores de los que fueron víctimas en el pasado (similar situación ocurre
con los países de Europa Oriental), así como frente a la inminente globalización o univer
salización de las culturas.
Según lo desarrollado por la doctrina italiana, teniendo como base los principios que
rigieron la Comisión Franceschini,(15> encontrábamos aquel que estaba vinculado a la exis
tencia de dos tipos de declaración de un bien como cultural: la declaración positiva y la
declaración negativa06'.
() 4) HABERLE, Peter. “Protección constitucional y universal de los bienes culturales. Un análisis comparativo”.
Ob. cit., p. 16yss.
(15) La “Comisión de indagación para la tutela y la valorización del patrimonio histórico, artístico, arqueoló
gico y del paisaje”, conocida como Comisión Pranceschini (denominada así por el nombre del diputado
Francesco Franceschini, quién la presidió), fue creada en Italia en 1964 con el fin de hacer un balance de
la situación del patrimonio histórico italiano, y cuya labor tenía como finalidad la elaboración de medidas
y conclusiones para la organización, administración y protección de los bienes culturales. Esta comisión
elaboró toda una teoría jurídica sobre el patrimonio cultural, la que ha influenciado a la doctrina y juris
prudencia del patrimonio cultural a nivel mundial.
(16) Relación de la “Comisión de indagación para la tutela y la valorización del patrimonio histórico, artístico,
arqueológico y del paisaj e”. En Rivista Trimestrales di Diritto Pubblico, anno XVI, Giufré Editore, Milano,
1966, p. 146.
Mediante la declaración positiva, se corrobora que el bien tiene las cualidades para su
consideración como cultural, lo que origina que el bien sea sujeto a un estricto régimen de
tutela; y mediante la declaración negativa, los interesados pueden solicitar a la adminis
tración competente (en el caso del Perú el Ministerio de Cultura) la declaración que ese
bien no es cultural, con la finalidad de que no quede sujeto al régimen de tutela y pueda
ser usado sin ninguna restricción.
El artículo I de la derogada Ley General del Patrimonio Cultural, Ley N° 24047 dis
ponía que los bienes que formaban parte del patrimonio cultural deben ser expresamen
te declarados como culturales. Este punto generaba mucha controversia, pues considera
ba que, al necesitarse la declaración expresa, la tutela no abarcaba a otros bienes que por
diversas razones aún no han sido declarados como culturales, pero que, en virtud de sus
características intrínsecas cumplen con el primer requisito: que es poseer un valor histó
rico, artístico, cultural, etc.
Pero era el artículo 2 de dicha Ley el que recogía la figura de la presunción, en la que
se establecía que un bien es considerado como cultural mientras la administración com
petente no declare lo contrario, buscando de esta forma tutelar el patrimonio cultural real
a través del patrimonio cultural presunto07)
La nueva la Ley de Patrimonio Cultural, N° 28296 va más allá, estableciendo que los
bienes culturales serán considerados como tal no sólo por su declaración expresa sino tam
bién en base a la presunción de su valor cultural. Así, a través de la figura de la presun
ción, recoge la declaración negativa en el artículo III del Título Preliminar que establece:
(17) La doctrina italiana distingue tres tipos de patrimonio: patrimonio cultural declarado, patrimonio cultural
real y patrimonio cultural presunto.
En el año 2017 se ha incorporado al Reglamento de la Ley General del Patrimonio Cul
tural, a través del Decreto Supremo N° 7-2017-MC del 8 de octubre de 2017, el Capítulo
13, el cual se denomina Determinación de La Protección Provisional de los Bienes que se
presumen integrantes del Patrimonio Cultural de La Nación, cuyos lineamientos se desa
rrollan en Directiva N° 003-2018-VMPCIC/MC “Lineamientos técnicos y criterios gene
rales para la determinación de la protección provisional de los bienes inmuebles prehis
pánicos que se presumen integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación” y en el caso
de otro tipo de bienes inmuebles a través de la Directiva N° 001-2020-VMPCIC/MC en
la que se detallan los “Lineamientos para la determinación de la protección provisional
de los bienes inmuebles del periodo posterior al prehispánico que se presumen integran
tes del patrimonio cultural de la nación”.
Dentro de todo el articulado que regula dicha figura, se pueden encontrar puntos con
fusos, puesto que agrega mayores trámites burocráticos para un proceso que ya se tenía,
supuestamente, cubierto con la presunción desarrollada tanto en la Ley, como la Consti
tución y el Texto Único de Procedimiento Administrativos. Uno de los puntos que gene
ra mayores dudas es que esta protección provisional es temporal (artículo 100 del Regla
mento), el plazo para la declaración y delimitación definitiva es de un año (prorrogable
por uno más), quedando sin efecto de manera “automática” cuando se vence el plazo de
vigencia, si se aprueba la declaración y delimitación definitiva del bien como parte del Pa
trimonio Cultural o mediante el acto resolutivo que dispone su levantamiento, quiere de
cir que señala que el bien no forma parte de dicho patrimonio.
Es decir para el cumplimiento y éxito de esta nueva figura, tanto de los bienes inmue
bles como muebles, se necesitará del desarrollo de capacidades dentro del ente competen
te, capacidades técnicas y profesionales que aseguren la rapidez y el cumplimiento de los
plazos que se han establecido, porque de no ser el caso automáticamente perderá la posi
bilidad de seguirse con la evaluación y por lo tanto el bien cultural (presunto inmueble)
quedará fuera de la protección, no por una declaración negativa, sino por una aspecto me
ramente de silencio administrativo que no asegura que ese bien no era cultural. Queda es
perar y analizar la eficacia de dicha normativa, a la luz de los casos que se presenten en los
próximos años, aunque hay algunas experiencias que se podrían ir analizando0 S).
Por otra parte, otra figura incorporada dentro de esta modificatoria constitucional es
el tema de la propiedad del patrimonio cultural, en tanto se ha eliminado la referencia: “la
ley garantiza la propiedad de dicho patrimonio” añadiendo que los bienes integrantes del
patrimonio cultural ya sean públicos o privados se encuentran subordinados al “interés
general”, lo que en mi opinión genera un campo abierto, en tanto queda explicar a qué se
refieren con ese concepto (la ley de la materia menciona el interés público como una for
ma de restricción de diversas posibles acciones), en tanto es una acepción bastante abier
ta que puede admitir diversas interpretaciones, y tal como ha quedado redactado no ase
gura ninguna protección adicional, que al parecer, según el dictamen de la Ley de reforma
constitucional, era la intención de esta modificatoria constitucional.
(18) Determinan la protección prov isional del S itio A rqueológico “Cotoshloma”, ubicado en el centro poblado
de Coema, distrito de San Francisco de Cayrán, provincia y departamento de Huánuco
https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/determinan-la-proteccion-provisional~del-sitio-arqueologico-
resolucion-directoral-n-000197-2020-dgpa-tnc-1875121-1/
Determinan la protección provisional del Sitio Arqueológico Cotopata, ubicado en el distrito de Amarilis,
provincia y departamento de Huánuco
https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/determinan-la-proteccion-provisional-del~sitio-arqueologico-
resolucion-directoral-n-000036-2021-dgpamc-1928806-1 /
Determinan la protección provisional del Sitio Arqueológico “Carambayoc”, ubicado en el distrito, pro
vincia y departamento de Cajamarca
https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/determinan-la-proteccion-provisional-del-sitio-arqueologico-
resolucion-directoral-n-000300-2020-dgpamc-1892841 -1 /
Determinan la protección provisional del Sitio Arqueológico Tankarpata, ubicado en el distrito de Taray,
provincia de Calca, departamento de Cusco
https://busquedas.elperuano.pe/normaslegales/determinan-la-proteccion-provisional-del-sitio-arqueologico-
resolucion-directoral-n-000283-2020-dgpa-mc~ 1888659-1/
legislación, además una ausencia de un análisis de la efectividad o no de la figura de la “pro
tección provisional” que hubiera sido un sustento real para promover esta modificatoria.
Si bien es un tema amplio se hace necesaria una revisión doctrinaria, legal y práctica
de las figuras de la presunción y la propiedad, lo que también se vincula a la propia natu
raleza jurídica de los bienes culturales, y mientras esto no se haga se repetirán errores con
ceptuales y se dejará de lado aspectos importantes y necesarios que deben ser debatidos.
1. Patrimonio cultural declarado: se considera así a los bienes cuyo valor cul
tural es objeto de una declaración previa. Este es protegido por casi todas las
legislaciones.
2. Patrimonio cultural real; los bienes serán tutelados en virtud de su valor intrín
seco, independientemente del previo reconocimiento de la entidad competente.
3. Patrimonio cultural presunto: protegido en nuestra legislación y en nuestra Cons
titución política.
A través, de la presunción de alguna forma ya se está protegiendo al patrimonio cultu
ral real, es decir aquel que aún no se descubre, y/o no se ha declarado, en tanto las decla
ratorias de los bienes culturales no otorgan una calidad cultural al bien que este ya tiene
per se, sino que las declaratorias lo incorporan dentro de un entramado jurídico de protec
ción que muchas veces restringe la propia protección de los bienes.
Es decir que si todos los bienes muebles e inmuebles se incorporan a una estructura
de protección jurídica rígida se termina protegiendo muy poco, por lo que se hace nece
sario una graduación de la protección de los bienes culturales atendiendo a sus caracterís
ticas y categorías (muebles, inmuebles, arqueológicos, históricos, etc.) tal como se hace
en la legislación española con los Bienes de Interés Cultural-BIC cuya declaración, según
Manuel Alegre Ávila, no es una consecuencia necesaria y automática de la constatación
de los valores históricos, artísticos, etc., sino que esta declaración deberá ser ponderada
de acuerdo a un principio de razonabilidad o proporcionalidad, teniendo presente las exi
gencias o cargas que la declaración envuelve010*.
(19) DEMUR.O, Gian Paolo. “Tecniche sanzionatorie di tutela del patrimonio storico-artistico nei sistemi
stranieri: il modello spagnolo e quello tedesco”. En: Rivista Italiana di Dirito e Procedura Pénale, fase.
2, Giuffré Editare, Milano, 2001, pp. 503-537.
(20) ALEGRE AVILA, Juan Manuel. “El ordenamiento protector de los bienes de interés cultural: conside
raciones sobre su ámbito y límites. La perversión de las técnicas jurídicas de protección”. En: Estudios
sóbrela Constitución española. Homenaje al profesor Eduardo García de Enterría. Vol. II. Madrid, 1991,
p. 1588.
desarrolla el derecho para otro tipo de bienes. Los bienes culturales tienen un doble as
pecto; por un lado, el material, como un objeto mueble o inmueble con características his
tóricas, culturales, etc., y, por el otro lado, el sustrato inmaterial, que está vinculado a la
fondón social que estos cumplen dentro de la sociedad, tales como la identidad, la trans
misión de la memoria, la historia, educación, etc. Por ello, es este doble aspecto el que
determina la propiedad sui generis de los bienes culturales, que van más allá de la idea
de propiedad privada y pública, lo que de alguna manera por ejemplo, es reconocido en
el artículo 82° del Código Procesal Civil a través de la figura de los intereses difosos<2l\
Por ello, considero que este cambio constitucional, más que una protección mayor y
efectiva de los bienes culturales, ha puesto en evidencia la necesidad de un debate más
profondo a nivel teórico jurídico, legislativo, jurisprudencial y de análisis de efectividad
de las normas en hechos concretos y reales, vinculándolas con las ciencias sociales, y que
esto alimente lo futuros cambios a la legislación de la materia o a la nueva ley del patri
monio cultural.
“Entiéndase por ‘patrimonio cultural subacuático’ a todos aquellos bienes que tengan
la importancia, valor y significado referido en los artículos II y III del Título Preliminar
de la Ley, que se encuentren sumergidos bajo el agua, ya sea el mar territorial peruano,
los espacios lacustres, ribereños y otros acuáticos del territorio nacional, parcial o
totalmente, de forma periódica o continua, por lo menos durante 50 años, entre otros:
1. Los sitios, estructuras, edificios, objetos y restos humanos, junto con su contex
to arqueológico e histórico.
2. Los buques, aeronaves, otros medios de transporte o cualquier parte de ellos, su
cargamento u otro contenido, junto con su contexto arqueológico e histórico; y,
3. Los objetos de carácter paleontológico.
No se considerará patrimonio cultural subacuático a los cables, tuberías e instalaciones
ubicados en el fondo del mar y todavía en uso”.
(21) Al respecto revisar: ARISTA ZERGA, Adriana. “Patrimonio cultural e intereses difusos”. Ob. cit..
Otro aporte importante está vinculado al tema del patrimonio inmaterial, que no solo
ha sido incluido en el artículo III del Título Preliminar, sino también se hace referencia a
su clasificación y propiedad en los artículos 1, numeral 2 y artículo 2 de la Ley N° 28296.
A pesar de ello, una de las carencias de la norma era un tratamiento más exhaustivo
del tema del patrimonio cultural inmaterial, como la elaboración de una lista referencial
de lo que se podría considerar como patrimonio inmaterial, tema que es subsanado en el
artículo 86 del Reglamento:
(22) Para mayor referencia sobre la Convención de la UNESCO de 1954 y los conflictos armados internacionales
revisar: ARISTA ZERGA, Adriana. “El patrimonio cultural en caso de conflicto armado, las implicacio
nes de la Convención de la UNESCO: el caso Sirio”. En: Revista Patrimonio Cultural y Derecho, N° 19.
Madrid, noviembre 2015.
Un avance en el tema de museos es la obligatoriedad de la inscripción de los museos
privados en el Registro Nacional de Museos Públicos y Privados, disposición que facili
tará un mayor conocimiento de los bienes que forman parte de dichos museos evitándose
de alguna manera situaciones como las del Museo de Oro del Perú'53'1. Más allá de este de
sorden de ambas normas, el tema de las colecciones y los museos ha sido tratado de una
manera más acuciosa en la presente legislación, quizás teniendo en cuenta el vacío legal
que se tenía con la antigua ley.
“Las obras artísticas producidas en el Perú desde la segunda década del siglo XX,
tales como pinturas, esculturas, bocetos, grabados y otras manifestaciones plásticas,
que reúnan las características descritas en los artículos II y III del Título Preliminar
de la Ley, y cuyos autores hayan fallecido, tienen la condición de bienes culturales”.
Con lo cual, a través de la presunción de bien cultural, los bienes contemporáneos tie
nen esa condición de manera directa y por lo tanto la tutela señalada en la legislacióní24).
(23) Al respecto revisar ARISTA ZERGA, Adriana. “Los bienes culturales muebles y la insoportable absolutez
de la propiedad privada”. En: Diálogo con la Jurisprudencia, IT’45, Gaceta Jurídica, Lima, junio 2002.
(24) Para mayor referencia sobre la Ley del Patrimonio Cultural en el Perú revisar: ARISTA ZERGA, Adriana
“Apuntes sobre la tutela jurídica del p atrimonio cultural en el Perú”. En: Revista Patrimonio Culturaly
Derecho. N° 15, Madrid, noviembre 2011.
a bienes de carácter inmaterial que forjan una identidad cultural específica, el cual se ve
reforzado por lo señalado en el artículo 89 en que se trata el tema de las Comunidades
Campesinas y Nativas.
Estos serían los artículos que tratan de manera indirecta y adicional el tema del pa
trimonio cultural y que forman parte de los derechos culturales. Si bien la función de un
texto constitucional no es el de establecer una normativa específica para cada materia, si
lo es brindar un marco general de cómo se debe legislar y reglamentar, en el caso de los
derechos culturales en general y del patrimonio cultural de manera específica, este es un
aspecto del cual nuestra constitución carece.
(25) Artículo 55.- Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del Derecho nacional.
(26) Decreto Legislativo que modifica el articulo 6 de la Ley N“ 28296, Ley Genera! del Patrimonio Cultural
de la Nación.
Artículo único.- Modificación del numeral 6.1 del artículo 6 de la ley N° 28296, Ley General del Patri
monio Cultural de Ja Nación. Modifiqúese el numera! 6.1 del artículo 6 de la ley N° 28296, Ley General
del Patrimonio Cultural de la Nación, en los siguientes términos:
“Artículo 6.- Propiedad de bien cultural inmueble integrante del patrimonio cultural de la Nación.
6.1 Todo bien inmueble integrante del patrimonio cultural de la Nación de carácter prehispáníco, es de
propiedad del Estado, así como sus partes integrantes y /o accesorias y sus componentes descubiertos o por
descubrir, independientemente de que se encuentre ubicado en predio de propiedad pública o privada, dicho
bien inmueble integrante del patrimonio cultural de la Nación tiene la condición de intangible, inalienable
e imprescriptible, siendo administrado por el Estado.
El Ministerio de Cultura podrá otorgar a entidades públicas y/o privadas, mediante convenios de gestión
cultural, la administración de determinados componentes de dichos bienes inmuebles, para coadyuvar a su
protección, investigación, conservación, restauración, exhibición, difusión y/o puesta en valor sostenible,
pudiendo incluir la administración de servicios complementarios según los alcances que determine el
Ministerio de Cultura en los respectivos convenios de gestión cultural a suscribirse.
Todo convenio de gestión cultural deberá conservar, el significado cultural del inmueble objeto del convenio
y promover el acceso y uso social del mismo. Dicho convenio se otorga bajo la modalidad de concurso
de proyectos y su vigencia no podrá ser superior a! plazo de diez (10) años. Los convenios de gestión
de la Ley General de Patrimonio Cultural, Ley N° 28296, estableciendo la posibilidad de
entregar la administración de bienes culturales a entidades privadas a través de convenios
de gestión cultural, que serían regulados por el Ministerio de Cultura. Esta medida cau
só muchísimas protestas a nivel nacional, lo que obligó a la derogación de dicho Decreto
Legislativo a través de la Ley N° 30395 del 22 de diciembre de 2015.
A pesar que en el año 2013 se publicaron los Lineamientos de política cultural del Perú
2013-2016, éste no era un documento definitivo y no originó un debate mayor en tomo al
camino que se busca con, por y para la cultura en el Perú<27), recién en el año 2020 se pu
blica la Política Nacional de Cultura^, documento que con relación al patrimonio cultu
ral ofrece importantes datos actualizados de la situación de los diferentes tipos de bienes,
y de las posibles acciones que se necesiten para su protección.
Si bien la política cultural aún no cuaja en nuestro país, lo que sí es evidente es una
dispersión legislativa de las normas sobre patrimonio cultural, lo cual origina diversas
problemáticas al momento de la búsqueda de aplicación y protección teniendo en cuen
ta la tendencia actual de ser considerados como bienes insertos dentro de la economía y
la cultural de la sociedad.
Por ello se hace necesario pensar que, ante el avance de los cambios y la participa
ción de los ciudadanos en la creación cultural sustentada en el desarrollo y promoción de
las industrias culturales, la protección de conocimientos ancestrales, la inscripción de ma
nifestaciones materiales e inmateriales en listas a nivel internacional es necesaria la im
plementación de un derecho de la cultura, en el que la ciencia del Derecho no puede, y no
debe ser la única que partícipe.
cultural no incluirán a los sitios del patrimonio mundial, ni eximirán el cumplimiento de los procedimien
tos estipulados en el Reglamento de Intervenciones Arqueológicas, ni conllevarán el uso de garantías del
Estado o transferencia de recursos públicos a entidades privadas, con la sola excepción de los recursos
recaudados por el boleto de ingreso.
(27) Al respecto revisar ARISTA ZERGA, Adriana: http.7/revislaaigumentos. iep.org.pe/articulos/lineamientos-
de-politica-cultural-en-el-peru-el-fin-de-los-cien-anos-de-soledad-de-la-cultura/
(28) Política Nacional de Cultura al 2030. Ministerio de Cultura del Perú. 21 de julio de 2020. https://cdn.www.
gob.pe/uploads/document/file/l 02596 l/PNC_VERSI%C3%93N_FINAL_2.pdf
(29) Política Nacional de Cultura al 2030. Ministerio de Cultura del Perú. 21 de julio de 2020, p. 92.
Este nuevo derecho debe ser considerado como una especialidad que enfoca el he
cho cultural desde una perspectiva integral, que además busca ofrecer un marco jurídico
para la fijación de valores y de garantías para el desarrollo cultural, así como un instru
mental específico para la construcción de los modelos culturales que quieran darse socie
dades democráticas. En resumidas cuentas, será la base de las políticas culturales. Este
sería un gran avance y es en lo que los abogados especializados en el tema cultural debe
mos trabajar desde la investigación, como reto y necesidad en esta nueva era de los dere
chos y el patrimonio culturales.
He querido sintetizar en este texto, los diversos cambios con relación al patrimonio
cultural durante 29 años que está vigente la Constitución Política del Perú, cambios que
tienen influencia también de las legislaciones internacionales y de diversas doctrinas ju
rídico teóricas y desde las ciencias sociales con alcance a nivel internacional, que ayu
dan a interpretar, analizar y proponer nuevos cambios a nuestra perspectiva cultural en
general y en particular a todo el entramado jurídico vinculado al patrimonio cultural. Sir
van pues estas líneas para repensar el patrimonio cultural, a través de una visión dinámi
ca, no solo de conocimiento de nuestro pasado, sino de disfrute y ejercicio de una ciuda
danía cultural plena.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
[g|¡ El Estado no solo debe de estar obligado a fomentar conservar y dar protección al patri
monio cultural, sino también a reconocerlo como tradición de nuestra herencia cultural:
STC Exp. N° 00007-2002-AI/TC (f. j. 10).
(¡J Los intereses de la protección del patrimonio cultural de la nación exceden a los gobiernos
locales, por lo que estos no pueden reclamar para sí tareas exclusivas o excluyentes: STC
Exp. N° 00007-2002-AI/TC (f. j. 10).
BIBLIOGRAFÍA
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noviembre 2011; ARISTA ZERGA, Adriana. “Confusiones, olvidos y aportes de la nueva Ley Ge
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artículo 21 de la Constitución Política del Perú”. En: AA. VV. La Constitución comentada. Tomo 1.2a
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“Derechos culturales: una categoría descuidada de derechos humanos”. En: Revista Internacional de
Ciencias Sociales - UNESCO, N° 158.
Artículo 22 Deber y derecho al trabajo
El trabajo es un deber y un derecho. Es base del bienestar social
y un medio de realización de la persona.
CONCORDANCIAS:
C-: arts. 1,2 inc. 1), 15), 23 yss., 58,59,3a D.F.T.; C.P.Ct; art. 44 inc. 12); C.P.: art.
168; D.U.D.H.: arts. 23 al 25; P.I.D.E.S.C.: arts. 6,7; P.S.S.: arts. 6,7
I. Marco general
Un análisis sobre el contenido y alcances de este artículo no puede realizarse sin de
jar de tener en cuenta los criterios del Tribunal Constitucional.
Conviene precisar que la esfera del deber al trabajo no será materia de análisis. El deber
de trabajo descrito en el artículo 22 viene a ser como una obligación general a los ciudadanos
sin una sanción concreta, es una suerte de “llamada a la participación en el interés general
(...), de lo que se trata es de vincular este deber al principio de solidaridad social”0’.
En primer lugar, estamos ante un derecho que aparece recogido en las normas interna
cionales sobre derechos humanos. De los instrumentos más relevantes a efectos de apre
ciar los alcances del derecho comentado, tenemos que la Declaración Universal de Dere
chos Humanos destaca que comprende la libertad de elección del trabajo en condiciones
equitativas y satisfactorias, así como la protección contra el desempleo (art. 23); el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales prevé que los Estados de
ben tomar las medidas adecuadas para garantizarlo, debiendo figurar la orientación y for
mación profesional, la ocupación plena y productiva (art. 6); y el Protocolo Adicional a la
(l) SASTRE 1BARRECHE, Rafael. El derecho al trabajo. Trotta, Valladolid, 1996, p. 95.
Convención Americana sobre Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales indica que el derecho del trabajo incluye la oportunidad de obte
ner los medios para llevar una vida digna, que importa orientación vocacional para alcan
zar un pleno empleo, proyectos de capacitación y programas de atención familiar (art. 6).
Ahora bien, conviene diferenciar este derecho al trabajo de la libertad de trabajo re
cogida en el numeral 15 del artículo 2 de la Constitución. La libertad de trabajo importa
la concesión general a favor de toda persona para determinar la forma, lugar, modalidad
de trabajo (por cuenta propia o por cuenta ajena), así como la obligación del Estado de no
tener injerencia sobre la libre determinación de las personas. En tanto, el derecho del tra
bajo viene atado de una actuación estatal de brindar y garantizar las condiciones de traba
jo mínimas para que las personas puedan trabajar.
“El Derecho del Trabajo no ha dejado de ser tuitivo conforme aparecen de las pres
cripciones contenidas en los artículos 22 y siguientes de la Carta Magna, debido a la
falta de equilibrio de las partes, que caracteriza a los contratos que regula el Derecho
civil. Por lo que sus lincamientos constitucionales, que forman parte de la gama de los
derechos fundamentales, no pueden ser meramente literales o estáticos, sino efectivos
y oportunos ante circunstancias en que se vislumbra con claridad el abuso del derecho
en la subordinación funcional y económica” (STC Exp. N° 0628-2001-AA/TC).
“En tal sentido, se advierte que la controversia planteada, requiere de un proceso que
cuente con una estación probatoria a fin de que se pueda establecer con certeza, si
existió o no una relación laboral entre la demandante y la emplazada, etapa de la que el
proceso de amparo carece, razón por la cual, corresponde desestimar la demanda ..
Por otro lado, el criterio del Alto Tribunal sobre los alcances del derecho al trabajo
también se extiende a los supuestos de ascensos o promociones que no son otorgados por
los empleadores al personal:
(2) Sobre la aplicación del principio de primacía de la realidad por el TC, se puede ver TOYAMA, Jorge. “El
principio de primacía de la realidad en las sentencias del Tribunal Constitucional”. En: Estudios sobre la
jurisprudencia constitucional en materia laboraly provisional. AMAG & SPDTSS. Lima, 2004, p. 33 y ss.
(3) La misma referencia aparece en la STC Exp. N° 525-99-AA/TC-Cajamarca, Exp. N“ 598-2000-AA/TC-
Puno y Exp. 731-99-AA/TC-torete.
(4) Al respecto, en otro proceso, el TC indicó lo siguiente: “Que por el contrario los vicios o irregularidades
alegados por la parte demandada respecto del Concurso en que resultó ganador el demandante, no han
Finalmente, el tema más controvertido. El Tribunal Constitucional ha interpretado que
el derecho al trabajo reconocido en la Constitución otorga al trabajador protección contra
un despido sin expresión de causa justificada, y ello importa que el trabajador tenga dere
cho a ser repuesto mediante una acción de amparo.
Para el Tribunal, el derecho al trabajo reconocido en el artículo 22 de la Constitución,
importa la imposibilidad de ser despedido sin causa justa, de tal manera que cualquier des
pido, sin expresión de causa, resulta atentatorio con la Constitución:
“Este Tribunal estima que el contenido esencial de este derecho constitucional implica
dos aspectos. El de acceder a un puesto de trabajo, por una parte y, por otra, el derecho
a no ser despedido sino por causa justa. Aunque no resulta relevante para resolver la
causa, cabe precisar que, en el primer caso, el derecho al trabajo supone la adopción
por parte del Estado de una política orientada a que la población acceda a un puesto
de trabajo; si bien hay que precisar que la satisfacción de este aspecto de este derecho
constitucional implica un desarrollo progresivo y según las posibilidades del Estado.
El segundo aspecto del derecho es el que resulta relevante para resolver la causa. Se
trata del derecho al trabajo entendido como proscripción de ser despedido salvo por
causa justa" (Exp. N° 1124-2001-AA/TC).
En nuestra opinión, la Constitución solo desarrolla los lineamientos genéricos, bus
cando “contener” solamente disposiciones generales que aspiran a ser permanentes (esta
bilidad de salida) y, de otro, se permite que la ley regule materias que pueden variar en el
tiempo de acuerdo a las circunstancias (estabilidad de entrada).
Como se ha advertido, el Tribunal estima que el despido incausado supone una lesión
a la libertad de trabajo, no brindándose la protección adecuada ante el despido arbitra
rio con la tutela indemnizatoria prevista en las normas laborales. No se puede, sin embar
go, dejar de tenerse en cuenta que el derecho al trabajo (art. 22) tiene en la propia Cons
titución un desarrollo que es el mandato al legislador para regular la protección contra el
despido arbitrario (art. 27). Así, no puede existir una lectura aislada del derecho al traba
jo sin tener en consideración la delegación legal para brindar la protección adecuada ante
el despido (art. 27). Se puede afirmar que el artículo 22 de la Constitución prevé un con
tenido genérico que es desarrollado o delimitado por el artículo 27 al referirse a la dele
gación legal sobre el desarrollo de la protección ante un despido.
Entonces, cuando el legislador ha indicado que la protección ante un despido incau
sado es el pago de una indemnización, ha observado el mandato constitucional. Al res
pecto, se ha indicado:
“La opción legislativa por la improcedencia de los despidos que no se adecúan a los
requisitos formales exigidos es -pese a las críticas que puedan hacérsele- una opción
(5) GALIANA MORENO, Jesús. “Algunas consideraciones sobre la improcedencia del despido por razones
formales”. En: AA.VV. (Coordinador: Javier Gárate). Cuestiones actuales sobre el despido disciplinario.
Universidad Santiago de Compostela, Santiago de Compostela, 1997, p. 97.
(6) Por todos, véase MARTÍN VALVERDE, Antonio. Derecho del Trabajo. Tecnos, Madrid, 2001, p. 721 y ss.
(7) GORELLI HERNÁNDEZ, Juan. Los supuestos de readmisión en el despido. Tecnos, Madrid, 1996, p.
151 y ss. En la misma línea, PEDRAJAS, Abdón. Despido y derechos fundamentales. Estudio especial de
la presunción de inocencia. Trotta, Madrid, 1992, p. 303 y ss.
(8) Una reseña puede verse en ROMÁN VACA, Eduardo. “El despido disciplinario: aplicación judicial (y
convencional) de la 'Reforma de 1994’”. En: Presente yfuturo de la regulación del despido. Coordinador:
Jaime Castiñeira. Aranzadi, Pamplona, 1997, p. 383 y ss.
(9) ALONSO OLEA, Manuel. “Introducción general ai despido y a sus causas”. En: Estudios sobre el despido.
ACM. Madrid, 1996, p. 12.
(10) RIERA, Carlos. El despido nulo. Tirant lo Blanch. Valencia, 1999, p. 138.
punto—, tiene contenido diverso (reposición, indemnización, seguro de desempleo y otra
forma de protección) y no único (como lo declara el Tribunal).
Para conocer el contenido de un derecho fundamental, se debe acudir a las normas in
ternacionales sobre derechos humanos y si estas establecen una determinada regulación,
ella se debe observar por el Alto Tribunal para apreciar la constitucíonalidad de un dispo
sitivo de nivel primario. De no haber regulación en las normas internacionales, recién se
ría posible interpretar el contenido de un derecho fundamental.
Algunos sostienen que el Protocolo Adicional prevé la causalidad del despido como
contenido del derecho al trabajo, en la medida que dicho pacto indica que todo trabajador
tiene derecho a: “La estabilidad (...) en sus empleos, de acuerdo con las características
de las industrias y profesiones y con las causas de justa separación”. En tal sentido,
se indica que el propio Protocolo Adicional contiene la institución de la causalidad
en el despido05’; sin embargo, consideramos que la instauración de la causalidad del
despido no trae consigo que, en caso de trasgresión, la protección sea exclusivamente
la reposición en el centro de trabajo. Es el propio Protocolo que prevé explícitamente
que la protección puede ser la indemnización, reposición, seguro de desempleo u otra
forma prevista legalmente. Hay, pues, un abanico de protección laboral que debe ser
determinado por el legislador en cada país.
Por lo demás, el Convenio OIT 158 (no ratificado por el Perú, pero que tiene el carácter
de una recomendación) no prescribe la reposición como medio de reparación al centro
de trabajo. Al respecto, se ha dicho, en función del referido convenio que: “Nada impide,
por lo tanto, al legislador nacional regular los aspectos reparadores cuando el empresario
incumple la formalidad previa al despido disciplinario, y ello a través, en nuestro caso,
de una alta indemnización compensatoria por la resolución contractual injustificada”06’.
(14) ALONSO OLEA, Manuel & CASAS BAAMONDE, Ma. Emilia. “La improcedencia del despido (art.
56)”. En: El Estatuto de los Trabajadores. Veinte años después. Revista Española de Derecho del Trabajo.
Madrid, 2000, p. 1167.
(15) BLANCAS BUSTAMANTE, Carlos. “Derecho al trabajo y despido arbitrario en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional”. En: Diálogo con la Jurisprudencia. N0 49, Gaceta Jurídica, Lima, octubre, 2003,
p. 30. En la misma línea, GARCÍA GRANARA, Fernando. “El derecho al empleo y el despido arbitrario”.
En: Revista Derecho & Sociedad. N° 19. PUC, Lima, pp. 251 y 252.
(16) MIÑAMBRES PUIG, César. El despido disciplinario verbal y el Convenio N° 158 de la OIT. En: AA.VV.
(Coordinador: Javier Gárate). Ob. cit., p. 102.
Por todo lo expresado, consideramos que la tesis del Tribunal que el artículo 22 de la
Constitución importa que todo despido sin expresión de causa es inconstitucional, no se
adecúa a nuestro esquema constitucional. Se ha dejado de tener en cuenta lo expuesto en
el artículo 27 de ia Constitución que delega a la ley la forma de protección ante un despi
do arbitrario, además de que se obvia la aplicación del Protocolo Adicional a la Conven
ción Americana.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jjj El derecho al trabajo obliga al Estado a realizar políticas orientadas a que la población
acceda a un puesto de trabajo en un desarrollo progresivo y bajo las posibilidades del
Estado: STC Exp. N° 00005-2008-PI/TC (f. j. 45).
(p El contenido esencial del derecho al trabajo implica poder acceder a un puesto de trabajo
y el derecho a no ser despedido sino por una causa justa: STC Exp. 02508-2012-PA/
TC (f.j. 4.3.1).
g| Cuando se acredite la desnaturalización del contrato temporal o del contrato civil no podrá
ordenarse la reposición a tiempo indeterminado en el ámbito de la Administración Pública,
pues para ello se exige la realización de un concurso público de méritos respecto de una
plaza presupuestada y vacante de duración indeterminada: STC Exp. NT 05057-2013-PA/
TC (f.j. 22).
(J) Tanto en la intermediación como en la tercerización pueden ocurrir supuestos en los cuales
las relaciones laborales se vean desnaturalizadas, generando perjuicios para los trabajadores
sujetos a estas modalidades de subcontratación. STC Exp. N° 0013-2014-PI/TC (f. j. 16).
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Tribunal Constitucional”. En: Estudios sobre la jurisprudencia constitucional en materia laboral y
provisional. AMAG & SPDTSS, Lima, 2004.
Artículo 23 Atención prioritaria del derecho al
trabajo. Protección de la madre, menores e
impedidos que trabajan
El trabajo, en sus diversas modalidades, es objeto de atención
prioritaria del Estado, el cual protege especialmente a la ma
dre, al menor de edad y al impedido que trabajan.
(■■■)■
CONCORDANCIAS:
C.: arts. I,2incs. 15),24.b),4,22y ss.,58,59,3a DFT; C.P.Ct: art. 44 ¡tic. 12);C.P.:
art. 168; C.N.A.: arts. 19, 22, 40, 48 y ss.; Ley 27240; Ley 28048; D.U.D.H.: arts.
23.3,24,25;C.D.N.: art. 32
I. Análisis
Como lo señala Rubio, el artículo bajo comentario contiene una serie de medidas que
evidencian el carácter prioritario que tiene el trabajo para el Estado®. Pasaremos revis
ta a cada una de ellas.
Lo anterior guarda relación con lo dispuesto en la Ley N° 30709, que proscribe el des
pido o no renovación de contrato por motivos vinculados con la condición de que las tra
bajadoras se encuentren embarazadas o en período de lactancia en el marco de lo previs
to en el Convenio OIT 183 sobre protección de la maternidad, salvo que, tratándose de
contratos a plazo fijo, hubiera desaparecido la causa objetiva que ameritó la contratación
temporal. Desde luego, si el despido se fonda en causa justa prevista en la legislación, la
gestación no será un impedimento para ejecutarlo.
(I) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de! Perú de !99¡. Tomo 2. Lima. Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999, p. 209.
(2) El cual opera hasta que el hijo/hija cumpla 1 año de edad.
La protección especial a la madre trabajadora también se contempla a nivel infracons-
titucional, así, la Ley N° 30709 y el Decreto Supremo N° 002-2018-TR, señalan que el po
tencial empleador no puede solicitar a las candidatas a un puesto de trabajo la realización
de una prueba de embarazo. Asimismo, la Ley N° 26772 considera ilegal discriminar a la
trabajadora gestante cuando postula a un empleo.
Luego, la Ley N° 26644 regula la licencia por maternidad de la madre trabajadora (am
pliada a 98 días); la Ley N° 27409 le otorga licencia laboral por adopción de 30 días. Adi
cionalmente, la Ley N° 27240 concede un permiso por lactancia materna de una hora diaria
hasta que su hijo cumpla el primer año de edad. También se ha emitido la Ley N° 29896,
que implementa el lactario en las empresas, el cual puede ser empleado por la madre tra
bajadora hasta que su hijo cumpla 2 años de edad.
Cabe mencionar también a la Ley N° 30792, ley de utilidades justas para las madres,
que considera a los días de descanso por maternidad como efectivamente laborados para
efectos del cálculo de la participación legal en las utilidades.
Para que aplique lo antes señalado, el empleador debe ser notificado documentaría-
mente con el embarazo antes del despido, no enervándose la facultad del empleador de
despedir por causa justa.
En lo que se refiere al tema procesal laboral, la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley
N° 29497, recoge un régimen de tutela especial para la madre trabajadora. En efecto, la
norma señala que en todo proceso laboral los jueces procuran alcanzar la igualdad real
de las partes, observando el debido proceso, la razonabilidad y tutela jurisdiccional, en
particular frente a la madre gestante. También se indica que la madre gestante que traba
ja tiene derecho a la defensa publica y se regula una medida especial de reposición pro
visional si la demandante al momento del despido tenía la condición de madre gestante.
Según el ranking del Departamento de Trabajo de los Estados Unidos sobre las peo
res formas de trabajo infantil en el mundo<5), nuestro país es uno de los tres países de Sud-
américa con la tasa más alta de trabajo infantil (21.8%) mientras que Bolivia posee el
20.2% y Paraguay el 10.4%. Quienes cuentan con las tasas más bajas son Brasil (2,9%)
y Chile (3.5%). •
(4) OIT, Trabajo inftmtit: estimaciones y tendencias mtmdkdes, 2012-20!6. Ginebra, Oficina Internacional
del Trabajo, 2017.
(5) líitps://www.do!.g0v/agencies.ñUb/repcrts/chil(Mabor
trabajos peligrosos (peores formas de trabajo infantil). Asimismo, un 1.5% de niños y
adolescentes está en un trabajo forzoso y el 5.3% realiza tareas domésticas por encima de
las 22 horas semanales; por lo cual, aunque estudian, logran un bajo nivel de aprendizaje.
Nuestro país no prohíbe el trabajo infantil, muy por el contrario, lo permite en el Có
digo del Niño y del Adolescente, estableciendo edades mínimas® y requiriendo la autori
zación previa del padre o tutor del niño. La norma (Ley N° 27337), establece una división
entre niños y adolescentes, los primeros que son los que se encuentran entre la concep
ción y los 12 años de edad, y los segundos, los que están entre los 12 años y los 18 años.
Resulta importante comentar que dicha norma se enmarca en los parámetros estable
cidos por la Convención Internacional de los Derechos del Niño por lo tanto enarbola la
bandera de la Doctrina de Protección Integral, que considera a las niñas, niños y adoles
centes como sujetos de derechos. También debemos advertir que nuestro país ha ratifica
do los Convenios 138 y 182 de la OIT, el primero de ellos nos regula la edad mínima de
admisión en el empleo y el segundo la prohibición de las peores formas de trabajo infan
til; estos dos convenios son los más importantes en la actualidad para el Trabajo Infantil.
Ante una fiscalización iniciada por la SUNAFIL, como la que viene ocurriendo a tra
vés del envío de cartas inductivas en algunos casos, o inspecciones propiamente dichas
en otros, el empleador deberá presentar sus descargos acreditando el cumplimiento de la
cuota mencionada, o de no haberlo hecho, demostrar no haber generado en el año nue
vos puestos de trabajo o vacantes por cubrir. En caso de haberse generado vacantes en el
año, deben concurrir razones de carácter técnico o de riesgo que dificulten la incorpora
ción de trabajadores con discapacidad y además haber ofertado los puestos de trabajo en
el servicio de Bolsa de Trabajo del Centro de Empleo del Ministerio de Trabajo, o enti
dades vinculadas a este.
Adicionalmente, la empresa debe omitir todo requisito que constituya una exigen
cia discriminatoria contra las personas con discapacidad y garantizar que los procesos
de evaluación específicos permitan la efectiva participación de estas. Cabe señalar que la
Ley N° 29973 ya mencionada, modificó los artículos 23, 29 y 30 del Texto Único Orde
nado de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, aprobado por Decreto Supre
mo N° 003-97-TR, en lo que a despido por capacidad se refiere, exigiendo para ello que
el empleador realice previamente ajustes razonables o reubique al trabajador de existir un
puesto vacante, también ha precisado que el despido que tenga por motivo la discapaci
dad de sanciona con nulidad y que la discriminación por razón de discapacidad o la nega
tiva injustificada de realizar ajustes razonables en el lugar de trabajo para los trabajado
res con discapacidad, califican como actos de hostilidad laboral equiparables al despido.
El articulo constitucional también garantiza que ninguna relación laboral puede limi
tar los derechos constitucionales del trabajador que son irrenunciables ni desconocer o re
bajar su dignidad. Sobre lo primero, el artículo 26 numeral 2 de la Carta Magna recoge al
principio de irrenunciabilidad de derechos señalando textualmente que “(...) En la rela
ción laboral se respetan los siguientes principios: (...) 2. Carácter irrenunciable de los de
rechos reconocidos por la Constitución y la ley (...)”.
En ese sentido, “(...) la idea de trabajo decente considera las particularidades de cada
país, de las economías y de las personas, pero a la vez, envuelve en sí, un concepto bási
co dado por la necesidad de resguardar la dignidad humana (.. .)”(l2).
(8) Véase, por ejemplo, http://jec.perneduca.pe/?page_id=l 115, que desarrolla la educación para el trabajo en
el modelo de servicio educativo de Jornada Escolar Completa
(9) OIT. “Trabajo decente”, Memoria del director general. 87s reunión. Conferencia Internacional de Trabajo.
Ginebra, Suiza, 1999.
(10) OIT. Ob. cit. p.4
(II) TAPIA, Francisco. “Seguimiento del grado de cumplimiento de las normas fundamentales y de las rela
ciones laborales y el impacto de las políticas económicas en el sector público en la zona del Mercosur más
Chile”. Organización Internacional del Trabajo. Abril, 2003.
(12) Idem.
sus principios. Se exige que en toda relación se respete ¡a dignidad del trabajador. En ese
sentido se ha pronunciado el TC en la sentencia recaída en el Expediente N° 1417-2005-
PA/TC, en cuyo fundamento 2 señala textualmente que, "(...) "si bien el reconocimien
to positivo de los derechos fundamentales es presupuesto de su exigibilidad como límite
al accionar del Estado y de los propios particulares, también lo es su connotación ética
y axiológica, en tanto manifiestas concreciones positivas del principio-derecho de digni
dad humana, preexistente al orden estatal y proyectado en él como fin supremo de la so
ciedad y del Estado(-) ".
El último párrafo del artículo bajo comentario ratifica la libertad de trabajo regula
da en el inciso 15 del artículo 2 de la Constitución al disponer que nadie está obligado a
prestar trabajo sin su consentimiento, contemplando también el derecho del trabajador a
percibir una retribución por su trabajo, en tanto la relación laboral es de carácter oneroso.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
¡j) El derecho a gozar de licencia por maternidad se encuentra reforzado por la especial
protección reconocida por la Constitución a la madre trabajadora; STC Exp. N° 01675-
2016-PA/TC (f. j. 23).
ifj Las madres trabajadoras son sujetos de especial protección constitucional, y que tienen
garantizado, como mínimo, el descanso prenatal y posnatal, así como el derecho a gozar
de un permiso por lactancia: STC Exp. N° 01675-2016-PA/TC (f. j. 21).
BIBLIOGRAFÍA
RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política del Perú de 1993. Tomo 2. Lima.
Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1999; OIT. Trabajo infantil: estima
ciones y tendencias mundiales, 2012-2016. Ginebra, Oficina Internacional del Trabajo, 2017; OIT.
“Trabajo decente”. Memoria del director general. 87a reunión. Conferencia Internacional de Trabajo.
Ginebra, Suiza, 1999; TAPIA, Francisco. “Seguimiento del grado de cumplimiento de las normas
fundamentales y de las relaciones laborales y el impacto de las políticas económicas en el sector
público en la zona del Mercosur más Chile”. Organización Internacional del Trabajo. Abril, 2003.
Artículo 23 Promoción del trabajo. Empleo productivo
y educación para el trabajo
(...)
El Estado promueve condiciones para el progreso social y eco
nómico, en especial mediante políticas de fomento del empleo
productivo y de educación para el trabajo.
Ninguna relación laboral puede limitar el ejercicio de los de
rechos constitucionales, ni desconocer o rebajar la dignidad
del trabajador.
Nadie está obligado a prestar trabajo sin retribución o sin su
libre consentimiento.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 1, 2 ines. 15), 24.b), 4, 14, 22, 5$, 59, 89, 3'1 DFT; C.F.Ct.: art. 44 inc. 12);
C.P.: art. 168; C.N.A.: arts. 19, 22, 40,48 y ss.; Ley 27240; Ley 2S048; D.U.D.H.:
arts. 23 al 25; C.D.N.: art. 32
I. Introducción
Esta disposición es una de carácter programático, que coloca como responsabilidad
del Estado la promoción de condiciones para el progreso social y económico, con inciden
cia en las políticas de empleo productivo y de educación para el trabajo.
En efecto, las políticas a cargo de los poderes públicos se dirigen a cumplir la previ
sión del derecho al trabajo que tienen los individuos frente al Estado. Desde esta perspec
tiva hay una necesaria complementariedad y desarrollo. Es más, el derecho al trabajo re
sulta ser un presupuesto para la aplicación de las políticas de empleo y estas revisten un
carácter instrumental para la plasmación de! derecho al trabajo, como lo anota con preci
sión Sastre en referencia a la Constitución española^1®.
(1) SASTRE IBARRECHE, Rafael. El derecho a! trabajo. Trotta, Madrid, 1996, p. 81. La Constitución
española se refiere al pleno empleo, que tiene una connotación económica, y además en su artículo 40
relativo a los principios rectores de la política económica y social, establece que: “Los poderes públicos
promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de
la renta regional y personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica. De
manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo". La fórmula es parcialmente recogida
en la Constitución Política de 1993, pero el progreso social y económico se vincula de modo particular a
las políticas de empleo productivo y educación para el trabajo, mas no a la distribución de rentas, como
lo hace la Constitución española. Por otro lado, el texto en nuestra Constitución se ubica dentro de los
derechos económicos y sociales, y en forma particular, en un artículo específicamente referido al trabajo.
(2) Como expresa Antonio Martín Valverde, ‘‘La manera adecuada de enfocar la relación entre el derecho
al trabajo y el pleno empleo es, por lo tanto, considerar este último como el presupuesto económico
indispensable para el ejercicio del primero. En cuanto tal, el pleno empleo no forma parte del contenido de
este derecho, si bien condiciona decisivamente su efectividad”. MARTÍN VALVERDE, Antonio. Derecho
al trabajo. 1 Pedición, Tecnos, Madrid, 2002, p. 143. Y anota que; “Elpleno empleo es aquella situación
de equilibrio total entre volumen de demanda y volumen de oferta de empleo en la que existen ocupaciones
o puestos de trabajo disponibles para todos aquellos que quieran y puedan trabajar”. Ob. cit., p. 142.
(3) MARTÍN VALVERDE, Antonio. “La política de empleo: caracterización general y relaciones con el
Derecho del Trabajo”. En: Documentación Laboral. Madrid, 1983, pp. 61-62.
Las políticas de empleo distinguen aquellas políticas activas de empleo, dirigidas a la
colocación e información laboral, medidas de fomento del empleo, vinculadas a incentivos
para la contratación, empleo público directo, fomento del autoempleo, o temporales en pro
gramas del Estado, etc., y medidas de promoción a la formación; de aquellas denominadas
políticas pasivas, dirigidas a brindar cobertura y apoyo a los desempleados. La norma cons
titucional alude expresamente a las políticas de fomento del empleo productivo, enfatizan
do entonces las políticas activas, pero con la connotación de dirigirse al empleo productivo.
Por empleo productivo debemos entender aquel que persigue un fin económico, una
compensación por la actividad desarrollada, por oposición a las no productivas. Al respec
to, señala Neves que “el trabajo es productivo cuando se encamina a reportar un beneficio
económico, de cualquier magnitud, a la persona que lo realiza”í4). En el mismo sentido,
Rubio señala que “el empleo productivo es aquel que genera nueva riqueza”<5).
Se privilegia entonces como política aquella dirigida a que los ciudadanos puedan ac
ceder a un trabajo -en los términos planteados por el derecho al trabajo contenido en el
artículo 22 de la Constitución- y a que este sea productivo.
Un aspecto que debe formar parte de esta idea de empleo productivo es el doble sen
tido que adquiere tanto para fines cuantitativos (número de puestos de trabajo) como tam
bién la calidad del mismo, es decir, el acceso a derechos laborales y a la seguridad, lo que
ha sido apuntado por la Organización Internacional del Trabajo como el Trabajo Decente®.
(4) NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. ARA Editores, Lima, 1997, pp. 22-24.
(5) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución Política de ¡993. Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 212.
(6) Recogido en: Trabajo decente y protección para todos. Dirección General de la OIT, Oficina Internacional
del Trabajo, l'1 edición, 1999.
sostenibles y adaptadas a las circunstancias nacionales; promover el diálogo social y el tri-
partismo, así como respetar, promover y aplicar los principios y derechos fundamentales
en el trabajo. Respecto a la promoción del empleo, alude a la posibilidad de que las perso
nas puedan adquirir y actualizar las capacidades y competencias necesarias para trabajar
de manera productiva; así como a que todas las empresas, públicas y privadas, deben ser
sostenibles para hacer posible el crecimiento y la generación de mayores oportunidades.
(7) Se utiliza el término de capacitación, formación profesional, formación continua y educación para el trabajo
con connotaciones específicas.
ción para el trabajo que refuerzan la empleabilídad, es decir, la aptitud para el desempeño
laboral a través de la formación continua, tanto a nivel educativo, como en los centros de
formación profesional y en el desarrollo mismo de la actividad laboral. En este sentido,
la enseñanza y preparación para el trabajo comprenden todos los niveles y entidades®.
(8) Al respecto, Marcial Rubio expresa que: "La educación para el trabajo es esencialmente aplicada y, en
realidad, debe ser prestada a través de todos los grados del aprendizaje obligatorio, particularmente en la
secundaria. Para muchos también podrá ser impartida a través de centros superiores con carreras cortas y
por supuesto, en las universidades”, RUBIO CORREA, Marcial. Ob. cit., p. 212.
(9) Un interesante y didáctico examen del tema puede encontrarse en: BARRETO GHIONE, Hugo y
HENDERSON, Humberto. El derecho a la formación profesional y a las normas internacionales. Héctor
Hugo Barbagelata (editor), Cinterfor, O1T, Montevideo, 2000.
(10) Sobre el tema GARCÍA GRANARA, Fernando. “La formación profesional en la Comunidad Andina”.
En: Formación profesional en la integración regional. Cinterfor, OIT, 1999, pp. 104-108.
(11) ERMIDA, Oscar y ROSEMBAUM, Jorge. Formación profesional en la negociación colectiva. Cinterfor,
OIT, Montevideo, 1998.
(12) Informe sobre el empleo en el mundo 1998-1999. Organización Internacional del Trabajo.
IV. Artículo 23, tercer párrafo
Esta disposición del artículo 23 establece un marco de respeto que debe mantenerse
en la relación laboral. Así, en la relación laboral no se puede:
Tal referencia tiene especial relevancia en algunos tipos de trabajo susceptibles del ejer
cicio de un mayor poder por parte del empleador o una mayor debilidad del trabajador. De
ahí que sea indispensable recalcar lo indispensable del respeto a la dignidad del trabajador.
Este artículo es unilateral, es decir, trata de proteger exclusivamente los derechos cons
titucionales de los trabajadores. Esto no quiere decir que no se respetan los derechos de los
empleadores que están protegidos en otros derechos en la Constitución. La razón de la uni-
lateralidad es simple, es el propio contexto de subordinación en el que se da la relación de
trabajo. Sí resulta llamativo que este párrafo se haya centrado básicamente en la existencia
de la relación laboral, cuando debería ser extensiva a los trabajadores independientes, los que
también ven afectada muchas veces su dignidad. Sin embargo, al parecer el constituyente
ha entendido que las particularidades de la relación laboral ameritan una mención especial,
mientras que los trabajadores independientes ejercen sus derechos en un contexto diferente.
Como se ha dicho, el párrafo no hace diferencia entre si los derechos son los especí
ficamente laborales o son los otros derechos constitucionales reconocidos en la Constitu
ción. Entendemos que son ambos, pero que en este contexto son los segundos los que de
alguna manera tienen mayor relevancia en este artículo, ya que los laborales están reco
nocidos expresamente en otras disposiciones constitucionales e irradian desde ahí la im
posibilidad de sus excesivas limitaciones.
Los derechos específicos laborales tienen “su origen o razón de ser (exclusiva o prin
cipalmente) en el ámbito de las relaciones laborales, de modo que no es posible técnica
mente su ejercicio fuera de las mismas. La relación de trabajo, activa o como referencia
pretérita o de futuro, se convierte de este modo para aquellos en presupuesto insoslayable
de su nacimiento y ejercicio”03’.
(13) PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos y ÁLVAREZ DE LA ROSA, Manuel. Derecho del Trabajo. 9a
edición, Centro de Estudios Ramón Aceres, Madrid, 2001, p. 147.
Mientras que los derechos laborales inespecificos son “otros derechos constitucionales
de carácter general y, por ello, no específicamente laborales (que) pueden ser ejercidos, sin
embargo, por los sujetos de las relaciones de trabajo (los trabajadores, en particular) en el
ámbito de las mismas, por lo que en tal caso adquieren un contenido o dimensión laboral
sobrevenidos. Se produce una ‘impregnación laboral’ de derechos de titularidad o ines
pecífica por el hecho de su ejercicio por trabajadores asalariados (también eventualmente
por empresarios) a propósito y en el ámbito de un contrato de trabajo”£!4).
A diferencia de los primeros, que tienen como marco único o marco casi exclusivo a
lá relación de trabajo, los segundos corresponden a todas las personas, y por consiguien
te, los trabajadores en tanto tales, también podrán ejercerlos al interior de la empresa. Sin
embargo, el ejercicio de estos derechos tendrá en la relación de trabajo ciertas caracterís
ticas especiales, lo que es denominada como la ciudadanía laboral.
Queda claro del articulado que ningún contrato de trabajo puede establecer limitaciones
a los derechos constitucionales específicamente laborales reconocidas en la Constitución,
ni tampoco afectar dichos derechos de tal manera que afecten la dignidad del trabajador.
Esta situación de limitar al poder directriz del empleador tiene como efecto que se
proceda a la ponderación de los bienes enjuego, de tal manera que las restricciones que se
puedan colocar a los derechos de los trabajadores sean adecuadas, indispensables y pro
porcionales. Adecuada, en cuanto a si la limitación impuesta sirve o no para garantizar
su libertad de empresa y las facultades de ella derivadas; indispensable, a efectos de de
mostrar si las restricciones son estrictamente imprescindibles para salvaguardar el dere
cho que se le opone; y proporcional, para constatar si la restricción al derecho fundamen
tal establece una relación razonable con la importancia del interés del empresario que se
pretende proteger.
Los derechos inespecíficos laborales reconocidos en sede constitucional con los que
se puede colisionar de manera más frecuente son el derecho a la igualdad y no discrimi
nación (art. 2.2), la libertad ideológica y religiosa (art. 2.3), el derecho al honor, a la inti
midad personal y a la propia imagen (art. 2.7), el derecho a reunión (art. 2.12) y el debi
do proceso y la tutela jurisdiccional (art. 139.3).
(15) “Toda persona tiene derecho a] trabajo, a la libre elección de su trabajo, (...)”.
(16) “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho a trabajar, que comprende el derecho de
toda persona a tener la oportunidad de ganarse la vida m ediante un trabajo libremente escogido o aceptado,
(17) “Nadie puede ser sometido a esclavitud o servidumbre, y tanto estas, como la trata de esclavos y la trata
de mujeres están prohibidas en todas sus formas”.
convenios forman parte de ese núcleo duro de principios y derechos fundamentales recogi
dos en la denominada Declaración de la Organización Internacional del Trabajo relativa a
los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo y su Seguimiento, que obliga a los
miembros de la OIT a realizar acciones concretas con miras a eliminar el trabajo forzoso.
El trabajo forzoso se configura cuando es impuesto a una persona por parte de otra.
A decir del Convenio N° 29 de la OIT, “la expresión trabajo forzoso u obligatorio desig
na todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera
y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente” (art. 1).
Los elementos que se desprenden de la definición son, por un lado, la falta de volun
tad del trabajador, y por otro, la amenaza que se encuentra pendiente si es que no existie
ra dicho servicio.
Existen ciertos supuestos en los que existe una obligación de trabajar, pero que no son
considerados como trabajo forzoso. Al respecto, el Convenio Nü 29 de la OIT comprende
como tales a cualquier trabajo o servicio que se exija en virtud de las leyes sobre el servi
cio militar obligatorio y que tenga un carácter puramente militar; que forme parte de las
obligaciones cívicas normales de los ciudadanos; que se exija en casos de fuerza mayor, y
en general, en todas las circunstancias que pongan en peligro o amenacen poner en peli
gro la vida o las condiciones normales de existencia de toda o parte de la población; exi
ja a un individuo en virtud de una condena pronunciada por sentencia judicial, con cier
tas condiciones; y los pequeños trabajos comunales (art. 2).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
|J¡ El Estado está obligado a establecer políticas de fomento del empleo productivo y de
educación para el trabajo: STC Exp. N° 00008-2005-PI/TC (f. j. 19).
El Estado tiene la obligación de desarrollar una política pública que realice efectivamente
su función promotora de las micro y pequeñas empresas, garantizando las condiciones
mínimas necesarias para que dichas unidades productivas puedan desarrollarse: STC Exp.
N° 00021 -2014-PETC (f. j. 9).
BIBLIOGRAFÍA
CONCORDANCIAS:
C.: art. 2 ines. 1), 15), 22,23,25 y ss., 59,1" D.F.T.;C.P.Ct: art. 44 inc. 22); C.P.: art.
168; C.N.A.: arts. 59,61; D.S. 003-97-TR: art. 6; R.M. 091-92-TR: D.U.D.H.: arts.
23.3,24,25; P.I.D.E.S.C.: art. 7 inc. a); P.S.S.: art. 7 inc. a)
I. Marco general
Antes que nada, conviene indicar las más relevantes normas internacionales so
bre derechos humanos que tratan a la remuneración: la Declaración Universal de Dere
chos Humanos que destaca el derecho a la no discriminación salarial y la remuneración
equitativa y justa para el trabajador y su familia que permitan una vida digna y, de ser
necesario, ella se complete con otros medios de protección social (art. 23, y en la mis
ma línea el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales), y la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre indica que toda perso
na tiene derecho a una remuneración, relacionada con la capacidad y destreza del tra
bajador (art. XIV).
Sin embargo, de otro lado, representa un interés del Estado en su tratamiento, fija un
determinado marco de desarrollo legal y de interpretación judicial y, finalmente se indica
-en el propio artículo- que su cobro tiene prioridad sobre otros adeudos del empleador,
reconociendo una remuneración mínima vital(l).
Consideramos que la remuneración es todo lo que percibe el trabajador por los servicios
prestados sea en dinero o en especie. Esta comprende aquellos conceptos que representan
una ventaja o beneficio patrimonial® para el trabajador y su familia -ya sea en bienes
o servicios- sin tener en cuenta la condición, el plazo o la modalidad de entrega®. Por
otro lado, no se considera remuneración aquellos conceptos que se encuentren excluidos
legalmente o que, por definición, no ingrese dentro esta institución.
Las normas laborales tienen una definición concreta sobre la remuneración. Así, el
artículo 6 de la LPCL señala que es remuneración “para todo efecto legal el íntegro de lo
que el trabajador recibe por sus servicios, en dinero o en especie, cualesquiera sean la for
ma o denominación que se les dé, siempre que sea de su libre disposición”.
(l j Un alcance sobre el contenido de este artículo puede verse en MARCENARO, Ricardo. El trabajo en la
nueva Constitución. Cuzco, Lima, 1995, p. 113 y ss.; ZAVALA COSTA, Jaime. “Remuneraciones y jomada
de trabajo”. En: Asesoría Laboral, Lima, enero, 1994, p. 21 y ss. y; sobre la remuneración mínima vita!
en concreto, puede apreciarse la revista Asesoría Laboral, Lima, abril, 2000, p. 15 y ss.
(2) LÓPEZ BASANTIA, Justo. “El salario”. En: AA. W. Instituciones de Derecho del Trabajo y de la .Segu
ridad Social. (Coordinadores: Néstor De Buen & Emilio Morgado). AIADTSS-UNAM. México, 1997, p.
447.
(3) En el mismo sentido, puede verse MORALES CORRALES, Pedro. “Remuneraciones”. En: Actualidad
Laboral. Lima, junio, 1999, p. 9.
A partir de lo expuesto en la LPCL y el Reglamento de la LFE, podemos apreciar que
estamos ante una definición genérica, abierta y amplia sobre tos alcances del concepto
remunerativo y que se aprecia en la mayoría de las legislaciones en América Latina<4),
Así, las prestaciones que percibe el trabajador deben ser calificadas, en principio, dado
el. concepto “totalizador” y la ‘“vis atractiva”® o la concepción total y comprensiva de
cuantos beneficios perciba como contraprestación de sus servicios®, como remunerativas.
Si existiera alguna duda sobre los alcances de un concepto que percibe el trabajador, debería
privilegiarse por el carácter remunerativo de la misma'7’. Ciertamente, se debe analizar en
cada caso para determinar si un concepto tiene carácter remunerativo (las normas prevén
una relación, taxativa de conceptos que no califican como remuneración).
Sobre este tema, quienes defienden el sistema económico del Derecho, sostienen que
el privilegio laboral no puede imponerse sobre garantías reales que son públicas y deno
tan un comportamiento diligente del acreedor, máxime si las deudas laborales suelen ser
ocultas y generarse al cese de la relación laboral. Nosotros, al respecto, consideramos que
el crédito laboral debe ser protegido, pues estamos ante acreedores más débiles, con un
poder de información reducido; así como también es menester precisar que los créditos
tienen carácter alimentario y esencial para el trabajador, En tanto no exista un sistema que
tutele a! personal en un supuesto de insolvencia empresarial (como un fondo de garantía
salarial), no resulta posible que el crédito laboral ceda ante uno civil.
(4) A título de ejemplo, puede verse el artículo 128 del Código de Trabajo de Colombia, el artículo 95 del
Código de Trabajo de Ecuador, el artículo 133 ele la Ley Orgánica de Trabaje de Venezuela, los artículos
457 y 458 de la Ley de Consol ¡dación de Leyes de Trabajo de Brasil, el nrticuto 361 del Código de Trabajo
de Honduras y el artículo 141 del Código de Trabajo de Panamá. Al respecto puede verse OIT. La reforma
laboral en América Latina. Un análisis comparado. OIT, Lima, 2000.
(5) Las frases corresponden a José Lu is Monereo Pérez, a propósito de la fórmula legal española, muy parecida
a la peruana. Respecto del contenido de la reforma española, véase MONEREO PÉREZ, José Luis. Algunas
reflexiones sobre la caracterización técnico jurídica ¡leí Derecho del Trabaja. Civitas. Madrid. 19%,
p. 13 y ss.
(6) MERCA DER UGINA, Jesús. Modernas tendencias en la ordenación salarial. Arazandi, Pamplona, 1996,
p. 97,
(7) Un análisis mayor puede verse en TOYAMA, Jorge. “Conceptos extraordinarios en la liquidación de
beneficios sociales: naturstaa y tributos aplicables”. En: Atesaría Laboral. Lima, mayo, .1998, p. 12 y ss.
La Constitución indica que el pago de la remuneración y de los beneficios sociales
tiene primer orden de prioridad en la jerarquía de acreedores del empleador (art. 24). Por
ello, cuando menos desde el punto de vista constitucional es necesario determinar la real
naturaleza de los beneficios sociales.
Enseguida, exponemos las posiciones que se han esgrimido tratando de delinear los
alcances de la expresión beneficios sociales:
1. Criterio restrictivo
Solamente los conceptos que se encuentran detallados en la Ley de Consolidación de
Beneficios Sociales, aprobada por Decreto Legislativo N° 688 del 5 de noviembre de 1991,
ingresarían en esta concepción. Los beneficios sociales serían la compensación por tiem
po de servicios (CTS), bonificación por tiempo de servicios y seguro de vida. Esta posi
ción es sostenible por la referencia legal. Empero, excluye del concepto de beneficio so
cial, por ejemplo, a la participación anual en las utilidades y demás beneficios sociales.
2. Criterio amplio
Todo complemento y suplemento, con independencia del nombre o modalidad de en
trega, o la fuente (convencional o legal), ingresa como beneficio social. En la práctica,
muchas veces se alude a la liquidación de beneficios sociales en la cual se pueden incluir
la CTS, las vacaciones y las remuneraciones mensuales.
3. Criterio diferenciado
En este punto, se indica que la remuneración (normalmente ordinaria, fija y perma
nente) es diferente de los beneficios sociales (cobro extraordinario o periódico, que no es
una remuneración). Nuestra Constitución y las normas laborales aluden a las remunera
ciones y los beneficios sociales.
Esta postura puede ser criticada porque hay beneficios sociales que no son
remuneraciones (CTS), pero otras que sí los son (la bonificación por tiempo de servicios).
Pese a ello, en una oportunidad la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte
Suprema indicó que el plazo de caducidad para demandar por hostilidad (CTS) era el
mismo que el previsto para la hostilidad por remuneraciones®.
4, Criterio excluyente
En tanto que el Texto Unico Ordenado de la Ley de Compensación por Tiempo de
Servicios (LCTS), aprobado por Decreto Supremo Nl> 001-97-TR, indica que la CTS es
(8) Al respecto, puede verse la Cas. N° 1562-97. En esta, la Corte Suprema indica que la falta de pago de la
CTS es asimilable a la falta de pagos de remuneraciones y, por lo tanto, caduca dentro de los 30 días. No
compartimos lo expresado en la sentencia casatoria, la misma que será analizada más adelante.
un beneficio social de previsión de las contingencias del cese, este sería el único benefi
cio social propiamente dicho.
Esta posición no puede ser sostenida, dado que el propio Decreto Legislativo N° 688
contiene, como otros beneficios sociales, al seguro de vida y la bonificación por tiempo
de servicios.
5. Criterio legal
. En esta posición, se indica que los beneficios sociales son aquellos cuyo origen es le
gal o heterónomo. En otras palabras, la expresión beneficio social es idéntica a los bene
ficios de origen legal.
Desde nuestra perspectiva, los beneficios sociales son todos aquellos conceptos que
perciben los trabajadores por o con ocasión del trabajo dependiente. No importa su origen
(legal -heterónomo o convencional -autónomo-), el monto o la oportunidad de pago,
la naturaleza remunerativa del beneficio, la relación de género-especie, la obligatoriedad
o voluntariedad, etc. Lo relevante es que lo percibe el trabajador por su condición de tal.
En otras palabras, consideramos que los beneficios sociales se deben apreciar con in
dependencia de la fuente u origen, la cuantía, la duración, los trabajadores comprendidos,
etc. Esta es, por lo demás, la posición que se aprecia en los procesos laborales donde los
jueces emplean una concepción amplia sobre el alcance del término beneficios sociales.
Ciertamente, debe tener un contenido patrimonial claro, en dinero o en especie,
Sobre los pagos en especie, hay que anotar que se ha determinado que en el mon
to de los beneficios sociales no pueden incluirse al pago por concepto de Impuesto Ge
neral a las Ventas (IGV), de tal manera que el trabajador debe percibir bienes por el
equivalente a sus beneficios sociales y sobre dicho valor se debe calcular el IGV (Cas.
N° 107-97-Chimbote).
“(...) Debe tenerse presente que las remuneraciones de los trabajadores, al amparo
de lo dispuesto en el artículo 26, inciso 2), de la Constitución Política del Perú, son
irrenunciables e intangibles, y solo se podrán afectar las planillas de pago por orden
judicial o por un descuento aceptado por el trabajador”(9).
En un proceso de inconstitucionalidad, el TC indicó que cabría reducción unilateral
de remuneraciones (STC Exp. N°. 0020-2012-P1/TC):
“La reducción de la remuneración también puede ser adoptada por una decisión uni
lateral por parte del empleador, particular o el Estado mismo, es decir, sin aceptación
previa del trabajador.
Esta posibilidad de reducción, aparte de la afectación de las planillas de pago por orden
judicial (consentido en el fundamento 6 de la STC N° 0818-2005-PA/TC), de otro
lado, se encuentra contemplada en el derecho interno y resulta de la interpretación y
aplicación a contrario sensu del artículo 3O.b del Decreto Supremo N° 003-97-TR y
del artículo 49 de su Reglamento, aprobado por el Decreto Supremo N° 001-96-TR,
que consideran que la reducción inmotivada de la remuneración o de la categoría es
un acto de hostilidad equiparable al despido si es dispuestapor decisión unilateral del
empleador que carezca de causa objetiva o legal. Desde esta perspectiva, resulta válida
-en términos constitucionales- la reducción de la remuneración o de la categoría por
decisión unilateral del empleador si es que posee una causa objetiva o legal.
Este Colegiado ergo considera viable la reducción no consensuada de remuneraciones
por causa objetiva y justificada, siempre que dicha disminución de haberes refleje la
expresión de los motivos o razones por los que se procede a la reducción de la remu
neración o la invocación de la regulación legal que la justifique”(i0).
Actualmente, la Corte Suprema (Casación N° 3711-2016-Lima) admite la reducción
de remuneraciones por acuerdo entre las partes:
De un lado, las normas del sistema financiero que prevén la compensación para tute
lar el dinero de los ahorristas que es destinado a un préstamo y la propia aceptación del
trabajador cuando firmó las condiciones del crédito. De otro lado, la remuneración tiene
carácter alimentario y se habla del carácter irrenunciable de los derechos laborales. Las
formas de afectación a las remuneraciones y beneficios sociales se aplican en el siguien
te orden de prelación: en primer lugar, se realizan los descuentos o retenciones deter
minadas por mandato legal, luego las afectaciones producto de un mandato judicial; en
tercer orden se aplican aquellos descuentos o afectaciones que tienen origen en la volun
tad del trabajador. Finalmente, sobre el monto restante cabe la compensación del crédi
to bancario en tanto la remuneración y beneficios sociales son depositados en una cuen
ta sueldo del trabajador.
El Convenio sobre los Métodos para la Fijación de Salarios Mínimos, 1928 (núm. 26)(l3)* ,
señala que todo miembro de la OIT que ratifica el convenio se obliga a establecer métodos
que permitan la fijación de tasas mínimas de los salarios de los trabajadores empleados,
para estos efectos queda en libertad, previa consulta de las organizaciones de empleadores
y de trabajadores, de determinar a quiénes se les aplicarán los salarios mínimos (arts. 1 y 2).
El Convenio sobre la protección del salario, 1949 (núm. 95)ÍB), prevé que el término
salario significa la remuneración o ganancia, sea cual fuere su denominación o método de
cálculo, siempre que pueda evaluarse en efectivo, fijada por acuerdo o por la legislación
nacional, y debida por un empleador a un trabajador en virtud de un contrato de trabajo,
escrito o verbal, por el trabajo que este último haya efectuado o deba efectuar o por servi
cios que haya prestado o deba prestar (art. 1).
De otro lado, es necesario mencionar que, con motivo de la propuesta del Director Ge
neral de la Oficina Internacional del Trabajo del logro de Trabajo Decente para los hombres
y mujeres en todos los países emitida en la Conferencia Internacional del Trabajo 2000,
(11) RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de ¡a Constitución de 1993. Tomo II, Fondo Editorial de la Pontificia
Universidad Católica del Perú, Lima, 1999, p. 220.
(12) Este Convenio ha sido ratificado por el Perú con fecha 04/04/1962.
(13) Este Convenio no ha sido ratificado aún por el Perú. Sin embargo, tiene la calidad de recomendación para
el Estado peruano.
(14) Convenio ratificado el 15/12/1959 por el Perú.
(15) Este Convenio aún no ha sido ratificado por el Perú. Sin embargo, tiene la calidad de recomendación para
el Estado Peruano.
(16) Convenio ratificado por el Perú el 15/12/1959.
la OIT ha señalado, como uno de sus objetivos estratégicos, la necesidad de contrarrestar
el déficit de ingresos por trabajo mediante una política salarial que persiga la recupera
ción gradual del poder adquisitivo de los trabajadores mediante el reajuste de la Remune
ración Mínima Vital (RMV) -denominación propia del sistema peruano-, el fomento de
la negociación colectiva y el reajuste gradual de las remuneraciones en el Sector Público.
En el caso del Salario Mínimo o Remuneración Mínima Vital (RMV) se debería ten
der a su reajuste gradual periódico, según la necesidad de compensar la pérdida de poder
adquisitivo o los aumentos de productividad. Se debería vincular los reajustes del salario
mínimo a la evolución del costo de una canasta mínima. El reajuste de los salarios debe
ría vincularse a los aumentos de la productividad del trabajo y la inflación, como criterios
principales, y el reajuste sería mediante la negociación colectiva
* !7).
Sobre este último tema, cabe advertir que el Estado no ha dispuesto un diálogo social
cuando ha determinado el monto de una RMV pese al mandato constitucional -coinciden
te con las recomendaciones de la OIT-, toda vez que las remuneraciones mínimas se han
fijado unilateralmente por el Estado sin contar con la participación de trabajadores y em
pleadores y, más todavía, sin que existan estudios que fundamenten y respalden objetiva
mente los alcances de los montos aprobados.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
LÓPEZ BASANTÍA, Justo. “El salario”. En: AA.VV. Instituciones de Derecho de! Trabajo y de la
Seguridad Social. Néstor De Buen & Emilio Morgado (coordinadores), AIADTSS-UNAM. México,
1997; MARCENARO, Ricardo. El trabajo en la nueva Constitución. Cuzco Lima, 1995; MERCA
DER UGINA, Jesús. Modernas tendencias en la ordenación salarial. Arazandi, Pamplona, 1996;
MONEREO PEREZ, José Luis. Algunas reflexiones sobre la caracterización técnico jurídica del
Derecho del Trabajo. Civitas, Madrid, 1996; MORALES CORRALES, Pedro. “Remuneraciones”.
En: Revista Actualidad Laboral. Lima, junio, 1999; ORGANIZACIÓN INTERNACIONAL DEL
TRABAJO. Perú: Propuesta de Programa Nacional de Trabajo Decente 2004-2006. Informe Preli
minar, Oficina Subregional de la OIT para los países Andinos, diciembre, 2003; ORGANIZACIÓN
INTERNACIONAL DEL TRABAJO. La reforma laboral en América Latina. Un análisis comparado.
OIT, Lima, 2000; RUBIO CORREA, Marcial. Estudio de la Constitución de 1993. Tomo I!, Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1999; TOYAMA MIYAGUSUKU,
Jorge. “Conceptos extraordinarios en la liquidación de beneficios sociales: naturaleza y tributos apli
cables”. En: Revista Asesoría Laboral. Lima, mayo, 1998; ZAVALA COSTA, Jaime. Remuneraciones
yjornada de trabajo. En: Revista Asesoría Laboral, Lima, enero, 1994.
Artículo 25 Jornada de trabajo
La jornada ordinaria de trabajo es de ocho horas diarias o
cuarenta y ocho horas semanales, como máximo. En caso dejor
nadas acumulativas o atípicas, elpromedio de horas trabajadas
en el periodo correspondiente no puede superar dicho máximo.
Los trabajadores tienen derecho a descanso semanal y anual
remunerados. Su disfrute y su compensación se regulan por
ley o por convenio.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 ines. 15),22),22yss.,59;C.P.Ct.: art. 44 inc. 12);C.N.A.:arts. 56,57,61;
D.L. 18223: arts. 1,2; D.S. 007-2002-TR; D.S. 008-2002-TR: arts. i, 6; D.U.D.H.:
arts. 23,24; P.I.D.E.S.C.: art. 7 inc. d); C.D.N.: art. 32.2
I. Introducción
El desarrollo de la relación laboral requiere de la delimitación de un espacio temporal
para su ejecución, por lo cual, la determinación del lapso en el cual se desarrollará la la
bor del trabajador resulta imprescindible para conseguir una adecuada prestación del ser
vicio. De este modo, la fijación de la jornada o tiempo de trabajo constituye uno de los as
pectos más importantes del vínculo jurídico laboral, por cuanto constituye el periodo en
el cual el trabajador se obliga a poner su actividad laboral a disposición del empresario'1'.
Este es el origen de la jomada de trabajo, entendida como el tiempo durante el cual el
trabajador debe prestar efectivamente sus servicios de conformidad a lo pactado en el con
trato de trabajo. Actualmente, es uno de los temas más debatidos en nuestro país en mate
ria laboral, con posiciones que exigen el irrestricto cumplimiento de la normativa sobre la
materia, las mismas que parten de las organizaciones de trabajadores, y aquella postura del
empresariado, que condiciona su cumplimiento a un mayor desarrollo económico, conside
rando que su normativa atenta contra la competitividad y productividad de las empresas®.
En nuestro país esta institución tiene reconocimiento legislativo desde 1919, y consa
gración constitucional desde 1979, y en la Constitución vigente de 1993 se mantiene di
cho modelo con un cierto matiz flexibilizador.12
(1) PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos. Derecho del Trabajo. 6a edición. Centro de Estudios Ramón
Ateces, Madrid, 1998, p. 831.
(2) Es pertinente recordar que precisamente una de las normas laborales más importantes en la actualidad
y vigente con algunas modificaciones, es la Ley de Productividad y Competitividad Laboral (D. Leg.
N° 728), cuyo ostentoso nombre no necesariamente tiene correlato con lo que originó una década después
de su promulgación y entrada en vigencia. Es como denominar Ley de Amnistía a una norma que ordene
el encarcelamiento de los ciudadanos.
II. Fundamento doctrinario
La definición que citan la mayoría de los autores consultados sobre este tema es la
de Alonso Olea y Casas Baamonde, quienes sostienen que “por jomada de trabajo se en
tiende el tiempo que cada día -hoy, pese a lo incorrecto de la expresión, cada semana o
cada año ha de dedicar el trabajador a la ejecución del contrato de trabajo; el tiempo de
trabajo diario, semanal o anual”(3). Como hemos señalado, es el espacio temporal duran
te el día en que el trabajador pone a disposición del empleador su fuerza de trabajo para
ejecutar el contrato laboral. Sin embargo, esto podría conducir a pensar que el trabajador
lo que “vende” es su tiempo para trabajar y no propiamente su fuerza de trabajo, pero los
autores citados aclaran esta controversia cuando sostienen que el trabajador no debe real
mente tiempo, sino el trabajo prestado durante un cierto tiempo. En este caso, se presume
que la jomada se invierte en un trabajo efectivo y real y, en tal sentido, la jomada es una
primera aproximación para medir la prestación que el trabajador debe(4). También se con
sidera como jornada de trabajo el tiempo que el trabajador se encuentra a disposición del
empleador sin realizar labor por causas que no le sean imputables
* 345’.
Esto supone que la jomada de trabajo es un derecho y una obligación del trabajador,
en la medida que este debe poner a disposición del empleador su fuerza de trabajo, pero
solamente por determinado lapso. Esta limitación temporal de la prestación del servicio
es la que constituye el derecho del trabajador y crea la obligación del Estado de estable
cer jomadas máximas, de tal manera que el exceso de trabajo no atente contra la salud fí
sica y mental de quien lo realiza, dentro de límites de razonabilidad, dado que “la regu
lación de la jomada máxima de trabajo no solo es la protección de la salud y seguridad
de los trabajadores, es también el uso eficiente de la fuerza de trabajo dentro de la unidad
productiva y produce un beneficio generalizado dentro de la sociedad”*6’.
(3) ALONSO OLEA, Manuel y CASAS BAAMONDE, María Emilia. Derecho del Trabajo. 18’ edición.
Civitas, Madrid, 2000, p. 269.
(4) ídem.
(5) Se toma nuevamente como referencia el articulo 21 del Código del Trabajo de España.
(6) CANESSAMONTEJO, Miguel. “La jornada máxima de trabajo en el Perú: ¿Un derecho o una quimera?”.
En la página web de la Comisión Andina de Juristas: <www.cajpe.org.pe/rij/bases/doctrina/dh l.htm>.
(7) ALONSO OLEA, Manuel, citado por AKÉ VALO VELA, Javier. Manual de legislación laboral. Tomo I,
Cultural Cuzco, Lima, 2003, p. 376.
La Constitución Política del Estado reconoce expresamente ambas instituciones en
su artículo 25 y su desarrollo legislativo se encuentra en el Texto Único Ordenado de la
Ley de Jornada de Trabajo, Horario y Trabajo en Sobretiempo aprobado por D.S. N° 007-
2002-TR y en su Reglamento, aprobado mediante D.S. Nü 008-2002-TR, ambos publica
dos el 4 de julio de 2002.
■ Este derecho laboral fue reconocido como un derecho humano con jerarquía constitu
cional recién en la Constitución de 1979, y con la actual Constitución de 1993 se realizaron
algunas modificaciones dentro del contexto de flexibilización laboral de la década del 90.
(14) El Tribunal Constitucional mediante sentencia recaída en el Exp. N" i 3 96-2001 -AA, en demanda de amparo
interpuesta por el Sindicato de Trabajadores de Toquepala y Anexos en contra de la empresa Southern Perú
Copper Corporation, consideró válida la decisión de la empresa de programar un sistema de labores de
cuatro días de trabajo de 12 horas cada una a las que seguían tres días de descanso. En este caso estamos
ante un sistema de acumulación de jornadas de trabajo, o jomada atípica, que no afecta el derecho a la
jornada máxima consagrada en el articulo 25 de la Constitución. Sin embargo, mediante sentencia recaída
en el Exp. 4635-2004-AA/TC, el propio Tribunal Constitucional estableció en su fundamento 28 un pre
cedente vinculante, por el cual "... en el caso particular de los trabajadores mineros, la jomada razonable
de trabajo no puede ser mayor de ocho horas diarias y debe considerarse una jomada semanal razonable,
atendiendo a las específicas condiciones laborales de los trabajadores mineros, (...).
Decreto de Urgencia N° 055-2021. Esta forma de prestación de los servicios (desarrolla
da principalmente en el domicilio del trabajador) implicó una ausencia de control por par
te del empleador respecto de la forma e intensidad de la ejecución de las labores y, para
lelamente, la extensión de las jomadas laborales más allá de un horario razonable. Ante
esta compleja situación, mediante Decreto de Urgencia N° 127-2020 el Poder Ejecutivo
estableció el derecho de los trabajadores a la desconexión digital, a fin de garantizar el
descanso laboral así como las jomadas máximas de trabajo, consagrados en la Constitu
ción Política del Perú. Este nuevo derecho consiste en la acción de desconectarse de los
dispositivos electrónicos. En el ambiente laboral implica no contestar ningún tipo de co
municación (llamadas, mensajes, emails, WhatsApp o cualquier otro medio de mensaje
ría instantánea) fuera del horario laboral establecido por las partes. Tampoco asistir a al
gún tipo de reunión o encuentro fuera de la jornada. Estas nuevas regulaciones implican
un desafío de interpretación del contenido esencial del derecho a la jomada de trabajo, el
descanso del trabajador y las facultades de fiscalización del empleador.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
U Las jomadas acumulativas, atípicas o concentradas que superen las ocho horas diarias y
cuarenta y ocho semanales para periodos de tres semanas no son compatibles con la Cons
titución: RTC Exp. N° 04635-2004-AA/TC (f. j. 14 - Resolución de aclaración).
|f|jl La jomada de trabajo es una unidad de tiempo que se debe medir por lapsos en los que el
trabajador está a disposición del empleador para el desarrollo de una actividad productiva:
STC Exp. N° 00027-2006-PI/TC (f. j. 19).
U E! tiempo máximo que se puede prestar el servicio sin que se desvirtúe su finalidad es
un aspecto que debe ser regulado por el Congreso de la República, respecto del canje de
deudas tributarias con su fuerza de trabajo; STC Exp. N° 05099-2015-PA/TC (f. j. 20).
gjl Una de las condiciones de trabajo que puede ser objeto de la negociación colectiva es la
jomada de trabajo: STC Exp. N° 00859-2017-PA/TC (f. j. 7).
BIBLIOGRAFÍA
ARÉVALO VELA, Javier. Manual de legislación laboral. Tomo I, Cultural Cuzco, Lima, 2003;
ALONSO OLEA, Manuel y CASAS BAAMONDE, María Emilia. Derecho del Trabajo. 18a edición.
Civitas, Madrid, 2000; CANESSA MONTEJO, Miguel. “La jomada máxima de trabajo en el Perú;
¿Un derecho o una quimera?”. En la página web de la Comisión Andina de Juristas: <www.cajpe.org.
pe/rij/bases/doctrina/dhl.htm >. Mayo, 2004; DEVEALI, Mario. Tratado del Derecho del Trabajo.
Tomo II, 2a edición. La Ley, Buenos Aires, 1972; MARCENARO FRERS, Ricardo. El trabajo en la
nueva Constitución. Cultural Cuzco. Lima, 1995; PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos. Derecho
del Trabajo. 6’ edición. Centro de Estudios Ramón Areces. Madrid, 1998.
Artículo 26 Principios de la relación laboral
En la relación laboral se respetan los siguientes principios:
I. Igualdad de oportunidades sin discriminación.
2. Carácter irrenunciable de los derechos reconocidos por la
Constitución y la ley.
3. Interpretación favorable al trabajador en caso de duda
insalvable sobre el sentido de una norma.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 2 inc. 2), 15). 22 y ss.. 59; C.P.CL: art. 44 inc. 12); C.C.: art. 4; Ley 29497: art.
IV; Ley 26772; Ley 28048; Ley 28983; R. 707-2006-TDC/INDECOPI; D.U.D.H.:
arts. 23.1,24,25; P.I.D.E.S.C.: art. 7 inc. c).
I. Principio de igualdad
Los principios suelen ser conceptuados como las pautas generales, las directrices que
informan las normas e inspiran soluciones, sirviendo en diversas fases de la vida normativa,
en particular, en su proceso de conformación inspirando sus contenidos—, interpretación
y aplicación -integrando lagunas-0*.
Sobre este tema, el Convenio 111 de la OIT, ratificado por el Perú indica lo siguien
te (art. 1):
(1) PLÁ RODRÍGUEZ, Améríco. Los principios del Derecho del Trabajo. Depalma, Buenos Aires, 1978, p. 9.
(2) Al respecto, puede leerse NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho del Trabajo. ARA Editores,
Lima, 1997, p. 107 y ss.
(3) En el Derecho Laboral, como contraposición a la igualdad ante la ley, cuando se alude al concepto de
igualdad, se habla, además, de una igualdad de trato. Sobre este tema, puede verse NEVES MUJICA,
Javier. “El principio de igualdad en el ordenamiento laboral”. En: Asesoría Laboral. Lima, octubre, 1992,
pp. 18 y 19.
“1. A los efectos de este Convenio, el término discriminación comprende:
b) cualquier otra distinción, exclusión o preferencia que tenga por efecto anular o
alterar la igualdad de oportunidades o de trato en el empleo u ocupación que podrá ser
especificada por el miembro interesado previa consulta con las organizaciones repre
sentativas de empleadores y de trabajadores, cuando dichas organizaciones existan, y
con otros organismos apropiados.
Como se ha destacado®, toda persona calificada para obtener un trabajo, debe tener
la oportunidad de competir por él, obtenerlo y conservarlo con “prescindencia total de su
pertenencia aun determinado grupo racial, sexual, religioso, etc.”. Más todavía, como señala
el autor citado, no debe permitirse “aferrarse” de un mérito o calificación para ocultar un
motivo que es considerado discriminatorio.
“(...) este Tribunal en reiterada jurisprudencia, [ha señalado] que la igualdad se en
cuentra resguardada cuando se acredita la existencia de los dos requisitos siguientes:
a) paridad, uniformidad y exactitud de otorgamiento o reconocimiento de derechos ante
hechos, supuestos o acontecimientos semejantes, y b) paridad, uniformidad y exactitud
de trato o relación intersubjetiva para las personas sujetas a idénticas circunstancias y
condiciones. En buena cuenta, la igualdad se configura como un derecho fundamental
de la persona a no sufrir discriminación jurídica alguna; esto es, a no ser tratada de
(4) RODRÍGUEZ PINERO, Miguel; CRUZ VILLALÓN, Jesús & FERNÁNDEZ LÓPEZ, Fernanda. Derecho
del Trabajo. Tomo I. Vol. II. Materiales de enseñanza del curso de Derecho Laboral de la Universidad de
Sevilla, p. 185.
(5) BALTA VARILLAS, José. “¿Qué es la discriminación en el empleo?". En: Revista Jurídica del Perú-ti0 1,
Editorial Normas Legales, año XLV, Trujillo, 1995, p. 95.
manera dispar respecto a quienes se encuentren en una misma situación, salvo que
exista una justificación objetiva y razonable para esa diferencia de trato”®.
La existencia de criterios objetivos parece ser el tema central para que el Tribunal acep
te una diferenciación, tal como puede apreciarse en la siguiente sentencia:
“Respeto a que la pretendida aplicación del horario genera una situación de discri
minación. debe destacarse que, conforme lo ha expuesto la propia demandante, el
horario de doce horas de trabajo se aplica únicamente a los trabajadores de la sección
Operaciones en Mina, y que, dada la naturaleza de la labor que desarrollan los traba
jadores de dicha sección, es evidente que tiene que existir un trato diferenciado, pues
se dan situaciones fácticamente distintas que justifican, objetiva y razonablemente,
la adopción de un horario de trabajo diferente, que en nada afecta la dignidad de los
trabajadores” (STC Exp. N° 1396-2001-AA).
El TC ha señalado sobre este precepto que “la igualdad de oportunidades -en estricto,
igualdad de trato- obliga a que la conducta, ya sea del Estado o los particulares, en rela
ción con las actividades laborales, no genere una diferenciación no razonable y, por ende,
arbitraria” (STC Exp. N° 01875-2006-PA7TC).
Un caso que vale la pena mencionar es el criterio del TC sobre el denominado Contrato
Administrativo de Servicios (CAS), el cual fue creado por el Decreto Legislativo Nu 1057
y eliminado progresivamente por la Ley N° 29849. Al respecto, el TC ha considerado que
nos encontramos ante un contrato especial y que no implica alguna afectación al princi
pio de igualdad (STC Exp. N° 00002-2010-PI/TC). A nuestro juicio, el CAS, desde luego,
sí afecta los preceptos constitucionales antes citados, pues, de manera injustificada y sin
que existan razones objetivas que lo respalden, establece menores derechos y beneficios
a las personas contratadas bajo esta modalidad contractual en comparación con los que se
encuentran previstos para los demás trabajadores del Estado, como lo es la estabilidad la
boral y la reposición ante un despido que no se ajusta a los parámetros constitucionales.
La renuncia, de acuerdo a Qjeda Aviles, es una especie de la disposición que supone todo
acto de desprendimiento de nuestro patrimonio de un bien mediante enajenación, gravamen
y renuncia<7). Ahora bien, siguiendo la difundida definición de De la Villa, podemos señalar
que el principio de irrenunciabilidad puede ser definido como la imposibilidad que tiene
el trabajador para abandonar unilateral e irrevocablemente un derecho contenido en una
norma imperativa(S).
Antes de describir la definición expuesta, debemos anotar que existe una discusión so
bre el ámbito subjetivo de aplicación del principio: la extensión de la irrenunciabilidad a
los actos del empleador y los actos desplegados por el sindicato en un convenio colectivo.
Veamos primero los actos del empleador. El ejemplo que se acostumbra citar es la
posibilidad de que el empleador disponga de sus facultades de dirección -que supone las
prerrogativas para dictar normas, fiscalizar la prestación y sancionar los incumplimien
tos laborales- previstas en el ordenamiento jurídico. Algunos sostienen que el empleador
no podría renunciar a esta facultad en la medida que la relación laboral se desnaturaliza
ría sin una facultad de dirección del empleador.
(7) OIEDA AVILES, Antonio. La renuncia de derechas del trabajador. IEP, Madrid, 1971, p. 30 y ss.
(8) DE LA VILLA, Luis. “El principio de irrenunciabilidad de los derechos laborales”. En: Revista de Política
Social. N'J 70, Madrid, 1970, p. 7 y ss.
propuesto, si el empleador renuncia a sus facultades de dirección, podría “deslaboralizar-
se” la relación laboral y encontrarnos ante un vínculo posiblemente de carácter civil, pero
no nos encontramos ante un caso referido al principio de irrenunciabilidad.
De otro lado, los actos de disposición del sindicato respecto de derechos nacidos en
convenios colectivos tampoco configuran supuestos de renuncia en la medida que en la
negociación colectiva no se verifica una desigualdad entre las partes y no debe presumirse,
por consiguiente, la nulidad de los actos de disposición del sindicato. Ahora bien, si se
tratara de actos del sindicato que disponen de derechos previstos en normas heterónomas
imperativas, sí cabría, como apunta Neves Mujica, la aplicación del principio abordado(9)10
.
Veamos ahora cada uno de los elementos de la definición de De la Villa descrita pre
cedentemente. En primer lugar, estamos ante una disposición, irrevocable y unilateral del
trabajador, de un derecho.
La renuncia de derechos del trabajador debe ser irrevocable, esto es, incondicional,
definitiva. No debe confundirse la irrevocabilidad con la temporalidad. Nos explicamos:
el acto de renuncia del trabajador puede ser temporal —renuncia a la percepción de un be
neficio por un mes-, lo trascendente es que el solo acto del trabajador suponga la dispo
sición incondicional del derecho.
Ahora, conviene describir el tipo de norma -y el carácter de esta- que contiene un de
recho del trabajador que no puede ser materia de dejación. Las normas estatales que reco
nocen derechos a los trabajadores no merecen cuestionamiento alguno. Luego, tenemos
los derechos contenidos en normas convencionales. Sobre este último, se plantean posi
ciones encontradas, en tanto que unos señalan que también recogen derechos irrenuncia-
bles y otros no.
Finalmente, el derecho materia de renuncia debe estar contenido en una norma impe
rativa. Aquí conviene trasladar la distinción española sobre el grado de imperadvidad de
las normas estatales frente a la autonomía privada. Así, tenemos las normas de derechos
dispositivos -existe plena autonomía para las partes-, necesarios relativos -fijan un piso,
un derecho mínimo que puede ser “mejorado” por la autonomía privada-, máximos de de
rechos necesarios -establecen un techo o tope que no puede ser superado por las partes-
y absolutos -no existe alguna capacidad de disposición de las partes-.
Con relación a los criterios del Tribunal Constitucional, en algunos casos, la aplica
ción de este principio no ha sido del todo correcta. Por ejemplo, en la STC Exp. N° 0085-
1995-AA/TC, se admite una afectación al principio de irrenunciabilidad sin que se verifi
que un acto de disposición del trabajador sino un incumplimiento del empleador:
“En cuanto a la rebaja de remuneraciones, con las boletas de pago obrantes de fojas
11 a 15 de autos, ha quedado acreditado que el actor siguió percibiendo la misma re
muneración que recibia como Asesor de Gerencia General hasta el mes de diciembre
de 1999, y que la referida reducción se sustenta en el convenio suscrito con fecha 25
de octubre de dicho año. Al respecto, la posibilidad de reducir las remuneraciones está
autorizada expresamente por la Ley Nu 9463, de 17 de diciembre de 1941, siempre que
medie aceptación del trabajador. Igual situación es contemplada, a contrario sensu, por
el artículo 30, inciso b), del Texto Único Ordenado del Decreto Legislativo N° 728,
aprobado por Decreto Supremo N° 003-97-TR, y el artículo 49 de su reglamento,
(12) Además, el artículo 43 de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo (Decreto Ley N° 25593, TUO apro
bado por D.S. N° 010-2003-TR), prescribe que los trabajadores no pueden disponer de derechos derivados
de un convenio colectivo de trabajo.
aprobado mediante Decreto Supremo N° 001-96-TR, que consideran la reducción
inmotivada de la remuneración o de la categoría como acto de hostilidad equiparable
al despido. Sin embargo, el actor manifiesta que fue compelido por la emplazada a
firmar dicho convenio. En ese sentido, este Colegiado considera que la vía del amparo,
por su carácter sumario, no es la idónea para resolver dicho extremo de la demanda,
tomando en consideración que se fundamenta en un vicio en la manifestación de
voluntad del recurrente, lo cual requiere la actuación de pruebas y diligencias dentro
de la correspondiente estación probatoria, etapa de la cual carece el amparo. En todo
caso, en este extremo, este Colegiado deja a salvo el derecho del recurrente para que
pueda ejercerlo en sede ordinaria”.
Finalmente, en algunos casos, el Tribunal Constitucional ha aplicado el principio de
irrenunciabilidad de derechos laborales en forma cuestionable, pues en el acto de despi
do no se presenta un acto unilateral del trabajador, no existe un acto de disposición labo
ral de un derecho (STC Exp. N° 566-99-AA/TC-Arequipa):
“El hecho de que el demandante no haya obtenido puntaje favorable para acceder aúna
plaza en calidad de nombrado en el concurso promovido, no podía afectar su derecho
a permanecer en la entidad en la condición de contratado para servicios de naturaleza
permanente; razonamiento este último que se sustenta en los principios constitucionales
de jerarquía normativa y el carácter irrenunciable de los derechos reconocidos por la
Constitución y la ley, aplicable en la relación laboral; principios contenidos en los
artículos 51 y 26 de la Constitución Política del Estado, respectivamente”.
Entonces, los casos donde el empleador no otorgue un derecho que corresponde
al trabajador, un convenio colectivo disminuya el monto de un beneficio reconocido
legalmente a los trabajadores o una ley derogue un derecho de los trabajadores, no
configuran supuestos de renuncia de derechos. En los casos descritos, nos encontraremos
ante un incumplimiento laboral del empleador que puede motivar la presentación de una
demanda laboral para que se goce del derecho, un convenio colectivo ilegal que puede
generar el control de su legalidad y la sucesión peyorativa de normas estatales que puede
suponer la alegación del principio de condición más beneficiosa(l3), respectivamente.
(13) En nuestra opinión, en el ordenamiento jurídico peruano resulta discutible la alegación del principio de
condición más beneficiosa ante una sucesión peyorativa de normas estatales. En rigor, este principio laboral
solamente debería utilizarse cuando estamos ante derechos nacidos de actos no normativos -un contrato, un
acto unilateral del empleador--. AI respecto, puede verse TOYAMA M1YAGUSUKU, Jorge. “El principio
de condición más beneficiosa”. En: Derecho & Sociedad. N“ 7, Lima, 1993, p. 42 y ss.
III. Principio de in dubio pro operario
Este principio incide en la función tuitiva del Derecho Laboral, rasgo inherente y
distintivo de la disciplina, y que, entre otros aspectos, presidiría el proceso de elaboración
de las normas laborales, que les imprimiría imperatividad absoluta y que guiaría su proceso
de interpretación y aplicación. Conviene, por lo tanto, distinguir entre el principio pro
operario y el principio in dubiopro operario, aplicable solo al proceso de interpretación
de la norma laboral(M).
El primer caso, esto es, la oscura o ambigua determinación de los hechos, no ofrece en
estricto un problema de interpretación normativa, sino más bien constituye una cuestión
de prueba que debe regirse por las reglas procesales de distribución de la carga probatoria
y de determinación de quien debe soportar su insuficiencia
* 15’.
14
Al respecto, una crítica importante es la fórmula empleada: solamente cuando existe
una duda insalvable, puede acudirse al principio de favorabilidad. Como ha dicho Neves
*
Mujica 16’, se ha tratado de relegar la aplicación de este principio, de tal manera que se deben
emplear todos los métodos de interpretación y solamente cuando exista duda, resolverse
el conflicto por la vía de favorabilidad. En este sentido, habría un retroceso con relación
a la fórmula empleada por la Constitución de 1979.
Sobre el principio de in dubio pro operario, se ha señalado que, dada la falta de
limitación, este principio se aplicaría a toda disposición en materia de trabajo como las
normas estatales o autónomas e, inclusive el contrato de trabajo
* 17’. Nosotros no estamos de
acuerdo con lo expresado; creemos que solamente es materia de este principio las normas
y no los actos no normativos -como es un contrato de trabajo-, para estos últimos habría
que aplicar las disposiciones respectivas del Código Civil.
El Tribunal Constitucional ha interpretado de modo más favorable la extensión de los
puntos adicionales que gozaba un trabajador discapacitado en los concursos para las eva
luaciones de personal, En rigor, en este caso, existe una laguna que ha sido resuelta por
el Tribunal empleando los mecanismos de integración (STC Exp. N° 337-97-AA/TC):
“Que la Constitución Política de 1993, en su artículo 23 consagra el principio de
atención prioritaria al trabajo, protegiendo especialmente a la madre, al menor de
edad y al impedido que trabajan, así como en el inciso 3 del artículo 26 sostiene la
interpretación más favorable al trabajador, en caso de duda insalvable sobre el sentido
de una norma legal.
(14) ALARCÓN CARACUEL, Manuel. Ramón. “La vigencia del principio/vo operario”. En: AA.VV. Cuestiones
actuales de Derecho del Trabajo. Estudios ofrecidos al profesor Manuel Alonso Olea. MTSS, Madrid,
1990, p. 850.
(15) DESDENTADO BONETE, Aurelio. “¿Existe realmente el principio in dubiopro operario!”. En: Relaciones
Laborales. N° 14, La Ley, Madrid, 2003, p. 20.
(16) NEVES MUJ1CA, Javier. Ob. cit., p. ¡30.
(17) BOZA PRO. Guillermo. “Los principios del Derecho del Trabajo en la nueva Constitución”. En: Asesoría
Labora!. N» 37. Urna. p. 37
Que, el artículo 2 del Decreto Supremo N° 001-89-SAacuerda una bonificación de 15
puntos sobre el puntaje global obtenido en los concursos convocados por los organis
mos del Sector Público, para acceder a las vacantes en los tres grupos ocupacionales
existentes en los mismos; es entendido e interpretado así, de conformidad con el ar
tículo 7 del Convenio N° 159 de la Organización Internacional del Trabajo ratificado
por el Estado peruano mediante Resolución Legislativa N° 24509, que señala que:
‘Las Autoridades competentes deberán adoptar medidas para proporcionar, y evaluar
los servicios de colocación, empleo, y otros afines, a fin de que las personas inválidas
puedan lograr y conservar un empleo y progresar en el mismo conforme lo dis
pone el artículo 15 de la Ley N° 25398 y la cuarta disposición final y transitoria de la
vigente Carta Política del Estado”(IS).
Por otro lado, en la STC Exp. N° 990-97-AA/TC, se aplicó el principio de in dubio
pro operario para la interpretación de la ausencia de un supuesto en el proceso de eva
luación, y dicha falta de regulación normativa fue interpretada de la manera más favora
ble al trabajador:
“Que, de autos se aprecia que el actor fue calificado por su jefe inmediato contreintdós
puntos, tal como consta del documento que corre en autos a fojas ciento cuarentiocho
y luego esta puntuación fue modificada a veinticuatro puntos por el jefe inmediato su
perior, entiéndase que el jefe inmediato es el que labora directamente con el trabajador
y como tal es el facultado a calificar, así se establece en el Reglamento de Evaluación,
no obstante también puede entenderse que el jefe inmediato superior sí puede ratificar
contrario sensu, también puede no hacerlo como sucedió en el presente caso, pero al
no existir norma que indique tal opción, por la regla del in dubiopro operario se debió
promediar ambas calificaciones, obteniendo como resultado veintiocho puntos, el cual
hubiese permitido que el actor continúe trabajando, ya que su nota hubiese sido apro
batoria; en tal sentido en mérito a este principio constitucional consagrado en el inciso
3) del artículo 26 de la Carta Magna vigente, la presente acción resulta amparable”.
Además de lo mencionado, es pertinente señalar que no existe relación entre la con
dición más beneficiosa -que actúa ante una sucesión peyorativa- y el principio de in du
bio pro operario -que se aplica ante una duda en la interpretación de una norma-. De otro,
ninguno de estos principios resulta aplicable en un despido de un trabajador que supone
previamente la aplicación del principio de primacía de la realidad.
(18) Adviértase que la Ley N° 25398 fue derogada por el numeral 2 de la primera disposición transitoria y de
rogatoria de la Ley N° 28237, anterior Código Procesal Constitucional, el cual, a su vez, ha sido derogado
por el nuevo Código Procesal Constitucional, aprobado por la Ley N° 31307.
acepta una condición menos ventajosa que la prevista legalmente, estamos fuera del al
cance del principio de in dubiopro operario. De pronto, en los casos mencionados, se po
dría aplicar principios y reglas basadas en el principio protector del Derecho Laboral pero
no el principio de in dubio pro operario.
Así las cosas, el TC ha mencionado que este principio “será aplicable cuando exis
ta un problema de asignación de significado de los alcances y contenido de una norma.
Ergo, nace de un conflicto de interpretación, mas no de integración normativa. La noción
de ‘norma’ abarca a la misma Constitución, los tratados, leyes, los reglamentos, los conve
nios colectivos de trabajo, los contratos de trabajo, etc.” (STC Exp. N° 00008-2005-PI/TC).
■ i NCIA RELACIONADA
jjj La discriminación por razón de sexo comprende los tratamientos peyorativos fundados en
la constatación del sexo de la víctima: STC Exp. N° 02562-2002-AA/TC (f. j. 4).
[Jj| El régimen laboral público y el régimen laboral privado presentan diferencias de tratamiento,
por lo que no es un término de comparación valido para apreciar un trato desigual: STC
Exp. N° 01153-2017-PA/TC (f.j. 14).
jj] La discriminación en el entorno laboral supone dispensar un trato distinto a las personas
atendiendo a ciertas características, como pueden ser la raza, el color o el sexo, lo cual
entraña un menoscabo de derecho u la igualdad de oportunidades y de trato y a la libertad
de trabajo: STC Exp. N’ 00332-2016-PA/TC (f. j. 3).
H En caso de discordancia entre lo que ocurre en la práctica y lo que fluye de los documentos,
debe darse preferencia a lo que sucede en el terreno de los hechos: STC Exp. N° 03430-
2015-PA/TC (f. j. 8).
[fj] Para determinar si existió una relación de trabajo el Tribunal debe evaluar si en los hechos
se presentó, en forma alternativa a) control sobre la prestación o la forma en que esta se
ejecuta; b) integración del demandante en la estructura organizacional de la emplazada; c)
prestación ejecutada dentro de un horario determinado; d) prestación de cierta duración y
continuidad; e) suministro de herramientas y materiales al demandante para la prestación
del servicio; f) pago de remuneración al demandante; y g) reconocimiento de derechos
laborales, tales como las vacaciones anuales, las gratificaciones y los descuentos para los
sistemas de pensiones y de salud: STC Exp. N° 03430-2015-PA/TC (f. j. 9).
JJ En aplicación del principio de primacía de la realidad, debe prevalecer la realidad de los
hechos sobre las formas y apariencias, cuyo único objetivo es ocultar una verdadera relación
laboral STC Exp. N° 03430-2015-PA/TC (f. j. 13).
BIBLIOGRAFÍA
ALARCÓN CARACUEL, Manuel Ramón. “La vigencia del principio pro operario”. En: AA.VV.
Cuestiones actuales de Derecho del Trabajo. Estudios ofrecidos al profesor Manuel Alonso Olea.
MTSS, Madrid, 1990; BALTA VARILLAS, José. "¿Qué es la discriminación en el empleo?”. En:
Revista Jurídica del Perú. N® 1, Año XLV, Editorial Normas Legales, Trujillo, 1995; BOZA PRO,
Guillermo. “Los principios del Derecho del Trabajo en la nueva Constitución”. En: Asesoría Labo
ral. N" 37, Lima, octubre; DE LA VILLA, Luis. “El principio de irrenunciabilidad de los derechos
laborales”. En: Revista de Política Social. N° 70, Madrid, 1970; DESDENTADO BONETE, Aurelio.
“¿Existe realmente el principio in dubio pro operario?”. En: Relaciones Laborales. N';' 14, La Ley,
Madrid, 2003; HIGA GARCIA, Alfonso. La irrenunciabilidad de los derechos laborales: un enfoque
sustantivo y procesal. Gaceta Jurídica, Lima, 2017; NEVES MUJICA, Javier. Introducción al Derecho
del Trabajo. ARA Editores. Lima, 1997; NEVES MUJICA, Javier. “El principio de igualdad en el
ordenamiento laboral”. En; Asesoría Laboral. Lima, 1992; OJEDA AVILES, Antonio. La renuncia de
derechos del trabajador. IEP, Madrid, 1971; PLÁ RODRIGUEZ, Américo. Los principios del Derecho
del Trabajo. Depalma, Buenos Aires, 1978; RODRÍGUEZ PIÑERO, Miguel; CRUZ VILLALÓN,
Jesús & FERNÁNDEZ LÓPEZ, Fernanda. Derecho del Trabajo. Tomo I, Volumen II, Materiales de
enseñanza del curso de Derecho Laboral de la Universidad de Sevilla; TOYAMA MIYAGUSUKU,
Jorge. “El principio de condición más beneficiosa”. En; Revista Derecho & Sociedad. N° 7, Lima, 1993.
Artículo 27 Protección contra el despido arbitrario
La ley otorga al trabajador adecuada protección contra el
despido arbitrario.
CONCORDANCIAS:
C-: arts. 2 inc. 15), 22 y ss., 59; C.P.Ct: art. 44 inc. 12); D.S. Oül-96-TR: arts. 45,56,
85; D.S. 003-97-TR: arts. 34,36,38; D.U.D.H.: art. 23.1
Para nuestro análisis vamos a descomponer el citado precepto en tres frases: 1) “La
ley”, 2) “Adecuada protección” y 3) “Despido arbitrario”.
Eí despido injustificado, uno de los dos tipos de despido denominado arbitrario por el
artículo 34 del TLJO de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, es aquel en el
que se invoca un motivo regulado en la ley, pero luego no puede probarse en el proceso
subsiguiente. La reparación prevista para él es el pago de una indemnización. Solo puede
accionarse contra él en vía ordinaria.
J U R1SPRUDENCIA R K L ACION A DA
ijj El trabajador público que es despedido arbitrariamente solo será repuesto en sus labores
si ganó un concurso público para una plaza vacante a plazo indeterminado: STC Exp.
N° 05057-2013-PA/TC (f. j. 18).
jfj El despido fraudulento ocurre cuando se despide al trabajador con ánimo perverso y auspi
ciado por el engaño, por ende, de manera contraria a la verdad y la rectitud de las relaciones
laborales: STC Exp. N° 00976-200l-AA/TC (f. j. 12).
(jj El despido nulo se configura cuando el trabajador es despedido por su mera condición de
representante sindical, por razones de discriminación derivadas, entre otras, de su sexo,
raza, religión u opinión política: STC Exp. N° 00976-2001-AA/TC (f. j. 15).
jj Cuando se acredite la desnaturalización del contrato temporal o del contrato civil no podrá
ordenarse la reposición a tiempo indeterminado en el ámbito de la Administración Pública,
pues para ello se exige la realización de un concurso público de méritos respecto de una
plaza presupuestada y vacante de duración indeterminada: STC Exp. N° 05057-2013-PA7
TC (f.j.23).
¡jjpl Frente a las modalidades de función pública, distintas de las plazas que forman parte de la
carrera administrativa, la prestación de servicios en virtud de contratos civiles puede ser
considerada como un contrato de trabajo de duración indeterminada: STC Exp. Ñ° 06681-
2013-PA/TC (f. j. 11).
[J| Si no se especifica de manera válida la causa objetiva de tratación en e! contrato por in
cremento de actividades, este debe ser considerado desnaturalizado: STC Exp. N° 03343-
2018-PA/TC (f.j.9).
g El despido se inicia con una carta de imputación de cargos para que el trabajador pueda
ejercer su derecho de defensa, efectuando su descargo en la forma que considere conveniente
a su derecho: STC Exp. N° 03343-2018-PA/TC (f. j. 15).
(fjl Tanto del parámetro constitucional como del convencional internacional puede sustentarse
la posibilidad de recurrir a la reposición como medio adecuado frente al despido arbitrario:
STC Exp. N° 03267-2012-PA/TC (f. j. 3)
Existen efectos restitutorios frente a un despido arbitrario en los casos de despidos nulos,
incausados y fraudulentos: STC Exp. N° 00976-2001-AA/TC (f. j. 12).
Artículo 27 Protección contra el despido arbitrario
La ley otorga al trabajador adecuada protección contra el
despido arbitrario.
CONCORDANCIAS:
C.: arte. 2 ínc. 15), 22 y ss„ 59; C.P.Ct.: art. 44 inc. 12); D.S. 001-96-TR: arta. 45,56,
85; D.S. 0CI3-97-TR: arts. 34,36, 38; D.U.D.H.: art. 23.1
(1) Según lo indicado por Plá Rodríguez: “(...) este principio expresa la tendencia actual del derecho del
trabajo de atribuirle la más larga duración a la relación laboral desde todos los puntos de vista y en todos
los aspectos”. Sobre los alcances del principio refiere que es posible atribuirle los siguientes: “1) prefe
rencia por los contratos de duración, indefinida; 2) amplitud para la admisión de las transformaciones del
contrato; 3) facilidad para mantener el contrato a pesar de los incumplimientos o nulidades en que se haya
incurrido; 4) resistencia a admitir la rescisión unilateral del contrato por voluntad patronal; 5) interpretación
de las interrupciones de los contratos como simples suspensiones; 6) prolongación del contrato en casos
de sustitución del empleador". PLA RODRIGUEZ, Américo. Los principios del Derecho del Trabajo. 3a
edición. Ediciones Depaima, Buenos Aires, 1998, p. 220 y 223.
que la oferta de la fuerza de trabajo es una necesidad para el trabajador, quien no puede
generarse ingresos si no es con su trabajo; y que, la búsqueda de la obtención de recursos
se encuentra vinculada a la atención de las necesidades básicas que tiene todo individuo,
como son la alimentación, el hogar, la vestimenta, la educación, la salud, entre otros. De
dicho modo, resulta indispensable reconocer la íntima relación existente entre la posibili
dad de acceder y mantenerse en el trabajo sin ser despedido de forma arbitraria, y la satis
facción de las necesidades básicas del ser humano para garantizar una vida digna. A partir
de lo mencionado, es preciso señalar que, ante un despido injustificado, incausado, frau
dulento o nulo del trabajador, se ponen en riesgo los siguientes derechos: i) Derecho a la
alimentación, ii) derecho a la salud, iii) derecho a la vivienda, iv) derecho a una vida en
condiciones dignas, v) derecho a la educación, entre otros.
Otro de los requisitos establecidos por el legislador para lograr la protección contra
el despido arbitrario es el que el trabajador tenga una jornada de 4 o más horas diarias, de
acuerdo con el artículo 22 de la LPCL. En esa línea, los trabajadores a tiempo parcial no
gozan de protección contra el despido arbitrario, por lo que no tienen estabilidad laboral,
siendo posible que sus empleadores den por culminada la relación laboral de forma uni
lateral en cualquier momento y sin previo aviso.
(4) Para mayor estudio de Jos tipos de despido y sus consecuencias es preciso recurrir al siguiente artículo de
investigación: NEVES MUJICA, Javier. “El despido en la legislación y en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional y los Plenos Jurisprudenciales Supremos en materia laboral”. En: Themis. Revista de De
recho, (67), Lima, 2015, p. 227-232. Recuperado a partir de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/themis/
article/view/14470
Despido nulo
1 ' '
Reposición o indemnización
2 Ssjí'jiú■•rLLfFJLt.tsD .
Artículo 34 de la LPCL.
;;
Mientras que, en referencia con la situación especial del trabajador, deben conside
rarse los siguientes criterios:
Caso de las madres trabajadoras. En el caso de aquellas que se encuentren
en período de gestación y hasta que culmine el período de lactancia, tienen pro
tección contra el despido arbitrario desde el primer día de la relación laboral, es
decir, no se les exige cumplir con el requisito de haber superado el período de
prueba. Asimismo, obtienen la protección independientemente de su jornada de
trabajo, por lo que una trabajadora a tiempo parcial que se encuentre en alguna
de las etapas mencionadas de maternidad tendrá también derecho a no ser des
pedida arbitrariamente. En ambas situaciones se generan excepciones a las re
glas, pues no tiene derecho a la referida protección ni el trabajador a tiempo par
cial ni el que no ha superado el periodo de prueba.
Caso de los trabajadores de confianza y de dirección. Ambos tipos de traba
jadores están sujetos a la confianza del empleador, el mismo que puede deci
dir el retiro de la confianza en cualquier momento, no siendo exigible, ni legal
ni jurisprudencialmente, que se justifique dicha decisión. No obstante, debe di
ferenciarse al trabajador que siempre ocupó un cargo sujeto a la confianza del
empleador de aquel que antes ocupó un puesto común en la empresa. En el caso
del primero, el retiro de la confianza extingue la relación laboral; mientras que,
en el segundo, el retiro de la confianza genera que el trabajador tenga derecho a
retomar al puesto común ocupado anteriormente. Si en el segundo caso el tra
bajador no retornara a su puesto de trabajo ordinario, tendría derecho al pago de
la indemnización correspondiente por despido arbitrario.
Caso de los trabajadores del sector público. En este caso no es posible la re
posición de trabajadores por el solo hecho de haberse acreditado la desnaturali
zación de un vínculo de naturaleza civil o de un vínculo laboral temporal, sino
que el trabajador debe demostrar haber ingresado bajo concurso público de mé
ritos a una plaza presupuestada y vacante a plazo indeterminado.
II. Mecanismos procesales para la protección contra el despido
arbitrario
Antes de la entrada en vigencia de la Nueva Ley Procesal del Trabajo, Ley N° 29497,
no era posible recurrir a la vía ordinaria para solicitar la reposición en el puesto de trabajo;
por lo que los trabajadores recurrían directamente a la justicia constitucional para lograr
la tutela de su derecho. No obstante, desde la vigencia de la referida Ley, según la fecha
de implementación de la misma en cada distrito judicial, es posible que los trabajadores
recurran a la vía ordinaria para lograr su reposición en el puesto de trabajo.
i) Desde la perspectiva objetiva se analiza: a) Que la estructura del proceso sea idó
nea para la tutela del derecho; y, b) que la resolución que se fuera a emitir pue
da brindar tutela adecuada.
ii) Desde la perspectiva subjetiva, se analiza: a) Que no exista riesgo de que se pro
duzca ia irreparabilidad, y ii) que no exista necesidad de una tutela urgente de
rivada de la relevancia del derecho o de la gravedad de las consecuencias.
Así, la vía ordinaria será “igualmente satisfactoria” a la vía del proceso constitucio
nal de amparo, si en un caso concreto se demuestra, de manera copulativa, el cumplimien
to de los elementos mencionados. De lo contrario, la vía constitucional quedará habilita
da para la emisión de un pronunciamiento de fondo.5*
(5) Dicho análisis resulta relevante para determinar la procedencia de una demanda, considerando que, de
acuerdo con el numeral 2 del articulo 7 del Código Procesal Constitucional, es una causal de improcedencia
la existencia de vías procedime.nta.les específicas, igualmente satisfactorias, para la protección del derecho
constitucional amenazado o vulnerado.
Por ello, en el caso de las demandas de reposición labora!, existirá vía igualmente sa
tisfactoria siempre que la Nueva Ley Procesal del Trabajo haya sido implementada en el
respectivo distrito judicial al momento de la presentación de la demanda de amparo, toda
vez que dicha norma sí permite que el accionante solicite la reposición vía ordinaria. Si
bien esta es la regla general, podrá revisarse vía amparo una demanda de reposición cuan
do, desde una perspectiva subjetiva, exista riesgo de irreparabilidad o exista necesidad de
una tutela urgente (por la relevancia del derecho o por la gravedad de las consecuencias).
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
lj| Cuando se acredite la desnaturalización del contrato temporal o del contrato civil no podrá
ordenarse la reposición a tiempo indeterminado en el ámbito de la Administración Pública,
pues para ello se exige la realización de un concurso público de méritos respecto de una
plaza presupuestada y vacante de duración indeterminada; STC Exp. N° 05057-2013-PA/
TC(f.j. 23).
|U Para la aplicación del precedente “Huatuco Huatuco” el caso debe referirse a la desnatura
lización de un contrato temporal o de naturaleza civil y debe pedirse la reposición en una
plaza que forma parte de la carrera administrativa: STC Exp.N° 06681-2013-PA/TC(f.j. 13)
|jj Frente a las modalidades de función pública, distintas de las plazas que forman parte de la
carrera administrativa, la prestación de servicios en virtud de contratos civiles puede ser
considerada como un contrato de trabajo de duración indeterminada: STC Exp. N° 06681-
2013-PA/TC (f. j. 11).
|JJ Existe necesidad de tutela urgente en el caso de los trabajadores obreros municipales, por lo
que resulta válido que recurran directamente al amparo para solicitar su reposición laboral:
STC Exp. N° 01704-2016-PA/TC (f. j. 6)
jj] Existen efectos restitutorios frente a un despido arbitrario en los casos de despidos nulos,
incausados y fraudulentos: STC Exp. N° 00976-2001-AA/TC (f. j. 12).
[U Cómputo del plazo para sancionar a trabajadores se iniciará desde el aviso al funcionario
que tenga potestad disciplinaria: STC Exp. N° 03860-2013-PA/TC (f. j. 27).
g El despido se inicia con una carta de imputación de cargos para que el trabajador pueda
ejercer su derecho de defensa, efectuando su descargo en la forma que considere conveniente
a su derecho: STC Exp. N° 03343-2018-PA/TC (f. j. 15).
[f| El proceso de amparo es un régimen procesal, mediante el cual permite proteger el derecho
al trabajo frente a despidos arbitrarios para los trabajadores sometidos al régimen laboral
privado, pues se trata de una vía restitutoria por excelencia que tendría como efecto la
reposición: STC Exp. N° 03267-2012-PA/TC (f. j. 4).
BIBLIOGRAFÍA
PLA RODRÍGUEZ, Américo. Los principios del Derecho del Trabajo. 3a edición. Ediciones Depalma,
Buenos Aires, 1998; NEVES MUJICA, Javier. “El despido en la legislación y en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional y los Plenos Jurisprudenciales Supremos en materia laboral”. En: Theinis. Revista
de Derecho, (67), Lima, 2015, p. 227-232. Recuperado a partir de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/
themis/article/view/14470
Artículo 28 Derechos de sindicalización, negociación
colectiva y huelga
El Estado reconoce los derechos de sindicación, negociación
colectiva y huelga. Cautela su ejercicio democrático:
1. Garantiza la libertad sindical.
2. Fomenta la negociación colectiva y promueve formas de
solución pacífica de los conflictos laborales.
La convención colectiva tienefuerza vinculante en el ámbito
de lo concertado.
3. Regula el derecho de huelga para que se ejerza en armonía
con el interés social. Señala sus excepciones y limitaciones.
CONCORDANCIAS:
C.: arts. 22,42,153,200 inc. 2), 1 “ DFT, 2" DFT; C.P.Ct.: art. 44 inc. 13); C.P.: art. 168;
C.N.A.: art. 66; D.S. 011-92-TR: arts. 4,9; D.S. 010-2003-TR: arts. 2 y ss.; D.U.D.H.:
art. 23 inc. 4); P.I.D.C.P.: art. 22.3; P.I.D.E.S.C.: arts. 8.1 inc. d), 8.3
Como institución tuvo una espectacular evolución jurídica que la llevó del terreno de
los delitos al de los derechos constitucionales fundamentales, su función radica en la ido
neidad de la actuación organizada de los trabajadores para equilibrar la desigual relación
existente entre los asalariados individualmente considerados y el empresario (función equi-
libradora); encausar y componer el conflicto de intereses subyacente a estas relaciones (fun
ción pacificadora o compositiva); obtener regulaciones de condiciones de trabajo adecua
das a cada unidad productiva (función normativa); generar una mayor participación de los
trabajadores en el excedente producido (función redistribuidora); y, también, propiciar una
participación efectiva de los colectivos laborales en la definición de políticas públicas (fun
ción democratizadora). Con lo que el fenómeno sindical ha sido un vehículo fundamental
para que se tomen en cuenta los intereses de los trabajadores en los diversos ámbitos em
presarial, sectorial y nacional. Finalmente, el sujeto sindical se ha transformado en un ins
trumento clave para la aplicación efectiva de las normas laborales, que de otro modo tienen
una tasa de incumplimiento muy elevada (función de aplicación del Derecho del Trabajo).
En ese contexto, hay que precisar también que la libertad sindical involucra los tres
derechos colectivos por excelencia: sindicación, negociación colectiva y huelga, que for
man parte inescindible de este instituto jurídico. En efecto, si tomáramos en cuenta úni
camente el derecho de sindicación como expresión de la libertad sindical, la organiza
ción sindical no se diferenciaría en nada de cualquier asociación, dado que lo que hace
peculiar al sindicato es justamente su capacidad de representar los intereses de los tra
bajadores, lo que se lleva a cabo principalmente a través de la negociación colectiva y
se garantiza a través de la huelga. Por eso afirmamos que las tres manifestaciones de la
libertad sindical conforman una especie de “trípode”, en el que el reconocimiento con
creto y efectivo de cada una de ellas garantiza el respeto del derecho. He allí su conte
nido esencial.
Ahora bien, cabe indicar que el reconocimiento supremo de la libertad sindical, ini
ciado en 1917 con la Constitución de Querétaro, no se ha limitado al ámbito nacional, ya
que también ha tenido alcance internacional tan solo dos años después en la Constitución
de la OIT y posteriormente en los convenios que esta relevante institución internacional
ha venido aprobando. Así, se puede afirmar que, desde el punto de vista del Derecho In
ternacional de los Derechos Humanos, la libertad sindical y los demás derechos sociales
son de primera generación, frente a los civiles y políticos.
(I) Sentencia reca ida en los expedientes acumuiados N° 0025-2005-Pi/TC y 0026-2005-PI/TC, ff. jj. 29 y 3 0.
1. Reconocimiento y titularidad
Como ya se indicó, la Carta Magna reconoce la libertad sindical en su artículo 28,
norma en la que se consagran sus tres manifestaciones pero no se dice nada respecto de
quiénes son los titulares del derecho. Sin embargo, el texto constitucional, en cambio, sí es
mucho más específico respecto de la regulación de las categorías excluidas, que son siete
y todas ellas de funcionarios del Estado: con poder de decisión o que desempeñan cargos
de confianza o de dirección (art. 42), los miembros de las fuerzas armadas o la policía na
cional (art. 42) y los jueces y fiscales (art. 153)®.
La ausencia de una adscripción subjetiva expresa de este derecho plantea una serie de
discusiones en cuanto a su titularidad, la que está referida principalmente a la inclusión o
no de los empleadores y trabajadores autónomos en la esfera subjetiva del fenómeno sin
dical. Con respecto a los primeros, nos inclinamos a pensar que no gozan de libertad sin
dical, en la medida que el principio de especialidad nos lleva a reconducir al fenómeno
sindical a su hábitat natural: el terreno de las relaciones laborales. Además, porque la li
bertad sindical es un derecho históricamente conquistado por ios trabajadores con la finali
dad de equilibrar la posición de superiores de los empleadores y porque la libertad sindical
es esencialmente colectiva, mientras que la libertad asociativa de empresarios constituye
esencialmente una libertad individual. Con esto no desconocemos el derecho de los em
presarios de constituir organizaciones, sino que creemos que puede existir un régimen sin
dical para los trabajadores y otro de asociación civil para los empleadores, sin vulnerarse
el Convenio N° 87 de la OIT. Esto recusa la postura simétrica, sumándonos a la que con
sidera que la visión de la libertad sindical debe ser paralela, es decir, que si bien las or
ganizaciones de empleadores y trabajadores presentan caminos convergentes, su conteni
do y aspectos organizativos son diferenciados.
(2) Estas 7 exclusiones contradicen abiertamente lo permitido por el Convenio N° 87 de la OIT, que solo permite
exceptuar a miembros de las fuerzas armadas y policiales, lo que ha generado que los órganos de control de
la OIT vengan reclamándole al Perú el reconocimiento de este derecho a los jueces y fiscales. Un desarrollo
detallado de este problema puede verse en VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. La libertad sindical en el
Perú: fundamentos, alcances y regulación. Editado por OIT, PUCP y Piarles, 2010, p. 56 y ss.
(3) La dificultad de las organizaciones sindicales de trabajadores autónomos vendrá por el ejercicio de los
derechos de negociación colectiva y huelga, al no tener una contraparte de la que dependa la retribución
y demás condiciones de trabajo.
(4) STC Exp. N" 0008-2005-AI/TC, f. j. 52.
2. La obligación estatal de garantizar la libertad sindical
Tras insistir en la escueta redacción que ha hecho sobre el tema la Constitución de
1993, queremos resaltar la importancia de que junto con el reconocimiento del derecho,
la Carta Magna haya previsto la obligación estatal de garantizar su ejercicio, lo cual se
traduce en garantías positivas y garantías negativas. Las negativas (frente al Estado), es
tán dirigidas a la remoción de todos los obstáculos que puedan impedir o entorpecer su
ejercicio, mientras que las positivas (frente al Estado y el empleador) implican la nece
saria actuación estatal dirigida a construir el andamiaje necesario para asegurar su efecti
vidad, por medio de reglas, procedimientos, medios de reparación, sanciones y facilida
des para su ejercicio®.
Por ello, de la obligación de garantizar la libertad sindical que impone el artículo 28,
resulta un expreso mandato a todos los poderes del Estado para que se preocupen en crear
un hábitat suficiente y libre de obstáculos para la expresión de las diversas facultades que
conforman este expreso derecho, de instituir los procedimientos y mecanismos dirigidos
a tutelar su ejercicio y de establecer las facilidades y prerrogativas necesarias para que
pueda expresarse y desarrollarse. No cabe pues, un Estado abstencionista que se confor
me con la consagración de la libertad sindical sino que debe estar involucrado permanen
temente en la defensa y favorecimiento de los derechos sindicales.
3.1. Sindicación
(7) SALA FRANCO, Tomás y ALBIOL MONTESINOS, Ignacio. Derecho sindical. Tirant lo Blanc, Valencia,
1994, pp. 70 y 71.
normas internacionales forman parte del “Bloque de Constitucionalidad” (vía artículo 3
de la Constitución, como lo ha señalado el Tribunal Constitucional).
i) Convenio N° 87 de la OIT
Adoptado en 1948, establece la regulación de la libertad sindical frente al Estado
procurando impedir que este obstaculice el surgimiento y configuración de los sujetos
colectivos. Su artículo 2 consagra el derecho de sindicación con precisa claridad al reco
nocer el derecho de los trabajadores sin ninguna distinción y sin autorización previa “de
constituir las organizaciones que estimen convenientes, así como el de afiliarse a estas
organizaciones, con la sola condición de observar los estatutos de las mismas”. La titu
laridad de este derecho resulta la más amplia posible, siendo suficiente que se traten de
trabajadores por cuenta ajena y subordinados, pudiendo también excluirse de este ámbi
to subjetivo a los miembros de las fuerzas armadas y de la policía nacional en virtud del
artículo 9 del Convenio. En ese sentido, no resultan pacíficas las exclusiones que reali
za la Constitución de 1993 respecto de los funcionarios del Estado con poder de deci
sión, los que desempeñan cargos de confianza o de dirección (art. 42), los jueces y los
fiscales (art. 153).
(8) ERMIDA URIARTE, Óscar y VILLAVICENC1O RÍOS, Alfredo. Sindicatos en libertadsindical. ADED/
ATC, Lima, 1991, p. 17.
(9) La libertad sindical individual, por su parte, consiste en todos aquellos derechos de los trabajadores a cons
tituir y afiliarse a las organizaciones que estimen conveniente, sin autorización previa y en total libertad,
así como a desarrollar actividad sindica!, y a no incorporarse o retirarse libremente de tales organizaciones.
correlativamente, “las autoridades públicas deberán abstenerse de toda interven
ción que tienda a limitar este derecho o a entorpecer su ejercicio legal” (art. 3).
Libertad de representación, que radica en el derecho de las organizaciones de
elegir “libremente a sus representantes” (art. 3), con similar deber de abstención
de las autoridades públicas.
Libertad de gestión, que se expresa en los derechos de los sindicatos de “organi
zar su administración y sus actividades y formular su programa de acción”, sin
injerencias estatales (art. 3).
Libertad de federación, consistente en el derecho de las organizaciones sindica
les de “constituir federaciones y confederaciones, así como el de afiliarse a las
mismas”, así como el derecho de todas estas organizaciones a desarrollar acti
vidades sindicales (art. 5).
Libertad de suspensión y disolución, por el cual “las organizaciones de trabaja
dores no están sujetas a disolución o suspensión por vía administrativa” (art. 4).
Por último, establece la obligación estatal de adoptar todas las medidas necesarias y
apropiadas para garantizar el libre ejercicio del derecho de sindicación (art. 11). Así pues,
la importancia del Convenio N° 87 es gravitante para este derecho, siendo una norma muy
utilizada debido a la precisión de sus disposiciones y a su amplia aceptación a nivel mun
dial. Fue ratificado por el Perú en 1960.
Cuadros y Sánchez proponen, sobre lo tratado, definir los alcances de este rol esta
tal a través de tres vertientes: la primera, constituida por el “garantismo” como técnica de
protección de los derechos fundamentales, enfocado hacia el logro de mayores niveles de
protección y equilibrio que garanticen el tránsito hacia una igualdad sustancial; la segun
da, proveniente del sistema internacional de protección de derechos humanos, que obliga
a adoptar medidas dentro de un plazo razonablemente breve, así como a distinguir entre
(II) CUADROS LUQUE, Fernando y SÁNCHEZ REYES, Christian. “El rol estatal de fomento de la nego
ciación colectiva”. En: Alcances y eficacia de! Derecho del Trabajo. Tercerización, inspección y derechos
colectivos. II! Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social.
SPDTSS, Lima, 2008, pp, 507-509.
(12) Ibídem, p. 513.
sobrepasar un periodo razonable e ir acompañadas de garantías destinadas a proteger de
manera efectiva el nivel de vida de los trabajadores interesados113).
i) Convenio N° 98 de la OIT
Este convenio internacional establece la obligación estatal de adoptar medidas ade
cuadas a las condiciones nacionales, cuando ello sea necesario, para estimular y fomen
tar entre los empleadores y las organizaciones de trabajadores el pleno desarrollo y uso de
procedimientos de negociación voluntaria, con objeto de reglamentar, por medio de contra
tos electivos, las condiciones de empleos (art. 4 del convenio N° 98). Del mismo modo, el
Comité de Libertad Sindical ha establecido que el derecho de negociación colectiva exige
que esta sea realizada de buena fe, lo que implica que las partes deben desarrollar las ne
gociaciones de manera verdaderamente constructiva con la finalidad de arribar a un con
venio colectivo y que una parte no puede negarse a negociar con la otra, nombrar repre
sentantes sin capacidad de obligarla, dilatar la negociación indebidamente, no entregar la
información económica requerida y pertinente, entre otras medidas.
(13) GERNIGON, Bernard; ODERO, Alberto y GUIDO, Horacio. "Principios de la OIT sobre negociación
colectiva”. En: Revista Internacional del Trabajo. Vol. 119, 2000, p. 49.
organizaciones de empleados públicos acerca de las condiciones de empleo, o de cuales
quiera otros métodos que permitan a los representantes de los empleados públicos parti
cipar en la determinación de dichas condiciones.
3.3. Huelga
En todo caso, los órganos de control de la OIT han señalado que el derecho de huel
ga forma parte esencial de la libertad sindical y que se encuentra recogido en la interpre
tación sistemática de los artículos 3 y 10 del Convenio N° 87, que establecen, en el primer
caso, que las organizaciones de trabajadores tienen el derecho de organizar sus activida
des y de formular su programa de acción, en tanto que, en el segundo caso, se dispo
ne que las organizaciones amparadas en tal convenio son todas aquellas que tengan por
objeto fomentar y defender los intereses de los trabajadores. A partir de tal interpreta
ción sistemática, la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendacio
nes ha sostenido que el significado comente de la expresión “programa de acción” inclu
ye la huelga, lo que llevó desde muy pronto a considerar que el derecho de huelga es uno
de los medios esenciales del que disponen los trabajadores y sus organizaciones para fo
mentar sus intereses económicos
* l5).
14
(14) Sobree! particular, véase el Informe N° 291 del Comité de Libertad Sindical de la OIT recaído en los casos
1648 y 1650.
(15) OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Libertad sindical y negociación colectiva. Estudio
genera! de memorias de la Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones. OIT,
Ginebra, 1994, párrafo 148.
Por lo que podemos concluir, que si bien la huelga no se encuentra regulada direc
tamente por los convenios de la OIT, sí está recogida indirectamente por ellos, al ser un
componente esencial de la libertad sindical.
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
jjj El derecho a la libertad sindical tiene como contenido la libertad de todo trabajador
para afiliarse a un sindicato, así como para el desarrollo libre de su actividad: STC Exp.
N° 03 i 69-2006-PA/TC (f. j. 17).
jjj El derecho de huelga lo ejercen los trabajadores para suspender sus labores como mecanismo
para obtener mejoras y se ejerce al agotarse la negociación directa con el empleador: STC
Exp. N° 00005-2008-PI/TC (f. j. 4).
[til El derecho a la negociación colectiva obliga al Estado efectuar acciones positivas con
la finalidad de llegar a acuerdos que satisfagan intereses de los trabajadores: STC Exp.
N° 00261 -2003-PA/TC (f. j. 3).
La rotación del dirigente sindical solo puede darse por necesidades del servicio; STC Exp.
N° 03377-2013-PA/TC (f.j. 19).
[|J) Para expulsar asociados del sindicato por no acatar una paralización debe mediar un pro
cedimiento interno en el que puedan ejercer su derecho de defensa: STC Exp. N° 01198-
2012-PA/TC (f. j. 18).
jjl El reconocimiento a todos los trabajadores de los derechos de sindicación, huelga y nego
ciación colectiva que realiza el artículo 28 de la Ley fundamental también comprende a
los trabajadores públicos: STC Exp. N° 0003-2013-AI/TC (f. j. 43).
(j) El derecho a la libertad sindical tiene un doble contenido: un aspecto orgánico y un aspecto
funcional. El primero consiste en la facultad de toda persona de constituir organizaciones
con el propósito de defender sus intereses gremiales. El segundo se encuentra dirigido a la
facultad de afiliarse o no a este tipo de organizaciones. Igualmente, el derecho a la libertad
sindical tiene como contenido el poder del trabajador para que por razones de su afiliación
o actividad sindical no sufra ningún menoscabo en sus derechos fundamentales: STC Exp.
N'J 02383-2013-PA/TC (f. j. 44).
jjj Uno de los principios fundamentales de la libertad sindical es que los trabajadores gocen
de protección adecuada contra los actos de discriminación antisindical en relación con su
empleo tales como despido, descenso de grado, traslado y otras medidas perjudiciales: STC
Exp. N° 02383-2013-PA/TC (f. j. 45).
(|J Las organizaciones sindicales cumplen un papel fundamental en la sociedad, ya sea porque
actúan como manifestación del derecho de asociación o por su vinculación con la consolida
ción del Estado social y democrático de Derecho: STC Exp. N° 03004-2017-PA/TC (f. j. 11).
BIBLIOGRAFÍA
CUADROS LUQUE, Fernando y SÁNCHEZ REYES, Christian. “El rol estatal de fomento de la
negociación colectiva”. En: Alcances y eficacia del Derecho del Trabajo. Tercerización, inspección
y derechos colectivos. III Congreso Nacional de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social. SPDTSS, Lima, 2008; ERMIDA URIARTE, Óscar y VILLAVICENCIO RÍOS,
Alfredo. Sindicatos en libertad sindical. ADED/ATC, Lima, 1991; GERNIGON, Bernard; ODERO,
Alberto y GUIDO, Horacio. “Principios de la O1T sobre negociación colectiva”. En: Revista Internacio
nal del Trabajo. Vol. 119,2000; OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO. Libertad sindical
y negociación colectiva. Estudio general de memorias de la Comisión de Expertos en Aplicación de
Conventos y Recomendaciones. OIT, Ginebra, 1994; RODRÍGUEZ-PINERO y BRAVO-FERRER,
Miguel. “La libertad sindical en la Constitución”. En: Cuadernos de Derecho del Trabajo. Madrid,
1980; SALA FRANCO, Tomás y ALBIOL MONTESINOS, Ignacio. Derecho sindical. Tirant lo Bianc,
Valencia, 1994; VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. La libertad sindical en el Perú: fundamentos,
alcances y regulación. Editado por OIT, PUCP y Plades, 2010.
Artículo 29 Participación de los trabajadores en las
utilidades de la empresa
El Estado reconoce el derecho de los trabajadores a participar
en las ittilidades de la empresa y promueve otras formas de
participación.
CONCORDANCIAS:
C.: art. 2 inc. 17), 22,24, 89; C.P.Ct.: art. 44 inc. 12); D. Leg. 677: arts. 7,9; D. Leg.
892: art. 1 y ss.; D.U.D.H.: arts. 23,24
La Constitución de 1979, que recogió y consolidó muchas de las instituciones del go
bierno militar, hizo lo propio con la materia participativa, con lo cual, cuando en la dé
cada de los noventa el gobierno de entonces, con su impronta flexibilizadora y neolibe
ral, intentó suprimirla encontró una valla insalvable, que superó apelando más al ingenio
que a la juridicidad.
(1) B ARB AGELATA, Héctor Hugo. “Participación de los trabajadores en América Latina”. En: Derecho
Laboral. N0 165, Montevideo, enero-marzo 1992, p. 2.
Esta singular historia, de flujos y reflujos, ha permitido que -sin querer queriendo- el
Perú haya vivido variadas situaciones y acumulado una experiencia que no se saca fácil
mente de los libros ni de las vivencias ajenas, y que debiera dar por eso una perspectiva
especial al análisis y aun a la sola exposición del tema.
En el Perú se han dado las tres, en el periodo de mayor amplitud, vale decir, entre 1970
y 1991; en la actualidad solo se mantiene la participación líquida en la utilidad y, en forma
muy mediatizada, virtualmente inexistente, la participación gestionaría. De la participa
ción en la propiedad subsisten solo algunos de sus efectos, pero ha sido suprimida la causa.
Las variables son, por lo menos, las siguientes: (i) definición y contenido de “utilidad a
repartir”, respecto de lo cual lo más usual es que se utilice la utilidad a efectos tributarios; (ii)
porcentaje a repartir; (iii) trabajadores comprendidos (y/o trabajadores excluidos; (iv) criterios
que inciden en el reparto, que pueden ser los días trabajados, las remuneraciones (y dentro
(2) CÓRDOVA CORDOBES, Efrén. “La participación de los trabajadores en la gestión de las empresa”. En:
Las relaciones colectivas de trabajo en América Latina. OIT, Ginebra, 1981, pp. 99 y 100.
de estas, los conceptos computables), ambos criterios, etc.; (v) límites o topes; (vi) formas
de reparto, directas o indirectas; (vii) posibilidad de sustitución por pagos alternativos, etc.
2. Participación en la gestión
La intervención de los trabajadores en la gestión puede tener diversas manifestaciones,
por ejemplo, como enumera Monereo(3)4“según criterio de intensidad ascendente”, derecho
de información, consulta, opinión, examen conjunto, derecho de oposición o veto, de
codeterminación interna institucional (cogestión en sentido lato) o externa negocial y, por
último, la autogestión.
Una clasificación más simple las resume en participación informativa, consultiva, de
cisoria e impeditiva, en lo que son en realidad grados de profundidad o intensidad.
Ermida^ engloba las dos primeras dentro del genérico “cooperación”, señalando que
es la manifestación menor de la participación y que incluye también el control.
De estas, la participación en la información parecería la más tenue, puesto que se li
mita al derecho de los trabajadores a que le sean comunicadas determinadas acciones o
decisiones, antes de su implementación, así como a que se les proporcionen datos y cifras
sobre cuestiones importantes de la marcha de la empresa, orientados en lo fundamental a
ser utilizados durante la negociación colectiva, aunque también pueda operar en el mar
co de la participación institucional; sin embargo, tal acceso a la información ha sido vas
tamente resistido por el sector patronal y ha dado origen a un importante movimiento sin
dical en pos de su consecución, en especial en los países europeos.
La consulta implica una mayor intensidad participatoria: ya no solo se comunican a
los trabajadores determinados actos, sino que se compulsa su opinión, la cual no tiene, sin
embargo, carácter vinculante.
La participación gestionaría -inteivención en la administración o gestión de la em
presa- sujeta la toma de decisiones a órganos en los que los trabajadores tienen represen
tación, y puede canalizarse a través de procedimientos o mecanismos preexistentes, no
creados especialmente para darle cabida (participación inorgánica) o por medio de órga
nos especialmente creados o de la integración en los órganos de dirección de la empresa
(participación orgánica). Del primer tipo -inorgánica- es reconocida la negociación co
lectiva, a través de la cual los trabajadores, por lo general por vía sindical, participan en
la fijación o incremento de las remuneraciones y condiciones de trabajo, sustrayendo así
tan importantes decisiones de la órbita unilateral del empleador. La participación orgáni
ca puede ser igualitaria o minoritaria, según el peso que se atribuya al voto de los traba
jadores, lo cual, a su vez, depende del número de sus representantes en relación con el to
tal; y darse a través de delegados del personal, de comisiones paritarias o mixtas, comités
(3) MONEREO PÉREZ, José Luis. Los derechos de información de los representantes de los trabajadores.
Departamento de Derecho del Trabajo, Universidad de Granada, Civítas, España 1992, p. 78.
(4) ERMIDA URIARTE, Óscar. “Formas de acción gremial en la empresa”. En: Derecho Laboral. N° 131,
Montevideo, 1983, p. 601.
de gestión, comités de empresa, o por la integración de representantes de los trabajado
res en el órgano de dirección (directorio), de todo lo cual hay abundantes muestras en la
legislación comparada.
De la participación impeditiva veto a ciertas decisiones Efrén Córdova registra como
caso singular los decretos bolivianos de 1952í5),
3. Participación en la propiedad
La participación de los trabajadores en la propiedad de sus empresas es la forma más
profunda e intensa de participación, puesto que envuelve e involucra de modo necesario
a las otras dos. En efecto, si los trabajadores son propietarios o copropietarios de su em
presa, tienen necesariamente que intervenir en su dirección y les corresponderá, también
de modo necesario, parte proporcional de los frutos.
La participación utilitaria directa no llegó a regir; antes de que culminara el año 1949,
mediante un decreto supremo se suspendieron sus alcances y se otorgó una denominada
“asignación sustitutoria de la participación en las utilidades”, situación que se reprodujo
al año siguiente, y ai siguiente con la promulgación de la Ley N° 11672, dispositivo que
actualmente también se encuentra derogado, según la segunda disposición complementa
ria, derogatoria y final del Decreto Legislativo N° 892, del año 1996.
El primero en ser creado fue en la industria, con la dación en julio de 1970 del Decre
to Ley N° 18350, Ley General de Industrias, seguido poco después por el D. L. N° 18384,
Ley de Comunidad Industrial, por lo que se creó la llamada comunidad laboral, persona
jurídica de conformación obligatoria en cada empresa, constituida por todos los trabaja
dores con el objeto de representarlos en la propiedad y en la gestión.
No alcanzó a todas las actividades, y en las que se implantó tuvo tasas diferenciales.
a) Industria
En su primera versión de la industria (D. L. N° 18350), las acciones eran las comunes
de la propia empresa y no se entregaban a cada trabajador sino a la Comunidad Industrial,
la cual emitía, a su vez, títulos representativos; el trabajador, entonces, no era accionista
de su empresa, sino solo a través de su comunidad. Para apreciar en qué forma y medida
se improvisó el sistema, resulta casi anecdótico recordar que el D. L. N° 18350 disponía
que la porción de los trabajadores, que nacía de la inversión en la propia empresa del 15%
de sus utilidades, se incrementaría hasta alcanzar el 50% del capital social, momento en
el cual - cita textual del artículo 25 - “los trabajadores serán individualmente propietarios
de las acciones o participación de este 50%, dentro de las condiciones de Cooperativa In
dustrial que establezca la Ley de la Comunidad Industrial; continuando en la Empresa la
Comunidad Industrial (...)”. Nunca nadie se tomó la molestia de explicar qué era o qué se
ría esta “cooperativa industrial”, y la Ley de Comunidad Industrial, puesta en vigor poco
después mediante D. L. N° 18384, ignoró olímpicamente la cuestión, señalando solo que
al llegar al 50% del capital social, el 15% sería entregado a la comunidad industrial en di
nero contante para formar su Fondo General.
b) Pesquería
El 12% de la utilidad debía repartirse en dos porciones: 10.8% para formación del pa
trimonio de los trabajadores dentro de diversas alternativas de inversión: acciones labo
rales de la propia empresa, bonos de trabajo, títulos de interés social, acciones de nuevas
empresas o acciones de empresas mixtas; 1.2% era entregado a la comunidad pesquera,
para el cumplimiento de sus fines.
c) Minería
El porcentaje (6%) de la utilidad se distribuía 5.5% en una cuenta denominada Cuen
ta Participación Patrimonial del Trabajo que, de acuerdo a la decisión de los trabajadores,
se debía invertir en acciones laborales, bonos de trabajo, títulos de interés social, accio
nes de nuevas empresas o acciones de empresas mixtas, hasta alcanzar el 50% del capital
social de la empresa; y 0.5% se aplicaba a gastos de la comunidad minera.
d) Telecomunicaciones
La participación de 15% de la utilidad se distribuía 50% asignado a la comunidad de
cada empresa y el 50% restante, por intermedio de dicha comunidad, a la Comunidad de
Compensación de Telecomunicaciones, la cual debía emitir acciones que representaran el
total del patrimonio aportado y repartirlas entre todas las comunidades de empresa en ra
zón directamente proporcional al número de horas-hombre laborados por los trabajadores
en las empresas correspondientes.
Mayor enredo, imposible. Todo era diferente: los porcentajes, los criterios de distri
bución, los títulos representativos, la intervención de las comunidades de empresa y de
compensación, etc.
5. Participación en la gestión
Esta es la única forma de participación en la que hubo coherencia y uniformidad, aun
que no faltaron complejidades y fue pródiga en complicaciones funcionales.
La elección se hacía mediante voto individual, directo y secreto, no pudiendo ser elegi
dos quienes desempeñaban cargos sindicales o los habían ejercido en los últimos tres años.
Para garantizar que dicha participación fuera efectiva, determinadas decisiones de gran
importancia solo podían ser adoptadas por el Directorio, no pudiendo serlo a nivel de jun
ta de accionistas, ni delegadas en órganos inferiores; entre ellas, la contratación de perso
nal de dirección y la fijación de sus remuneraciones; la compraventa, permuta, alquiler o
cualquier otro acto de disposición sobre inmuebles, maquinaria y equipos fundamentales
para la actividad de la empresa; la presentación de cuentas y balances para la junta gene
ral. Asimismo, se dispuso que el Directorio debería sesionar por lo menos una vez al mes
y que tenía que hacerlo necesariamente en idioma castellano.
I 880
Sistema II: la participación líquida era elevada a 17%, se suprimía la comuni
dad laboral y la participación patrimonial se reservaba para el caso de aumentos
de capital por suscripción pública.
Más del 85% de los trabajadores optó por mantener el régimen antiguo, con comuni
dad laboral y acciones.
Es vital advertir que estaba vigente entonces la Constitución de 1979, cuyo texto so
bre la materia hemos transcrito líneas arriba. Cualquier modificación tenía que hacerse,
pues, “dentro” de la Constitución, en el estrecho margen interpretativo que la misma pu
diera ofrecer.
Sobre todo, introdujo una gran innovación: a todos los sectores que antes no distri
buían se los agrupó bajo una denominación común “Empresas que realizan otras activi
dades”, con un porcentaje de 5%. Solo unas cuantas actividades marginales quedaron re
gidas por la añeja asignación sustitutoria.
El monto resultante se liquida y abona en dos porciones: 50% a prorrata entre los tra
bajadores, dividiéndose su monto entre la suma total de días trabajados por todos y multi
plicándose el resultado por el número de días laborados por cada uno; el otro 50% se dis
tribuye en proporción a las remuneraciones personales básicas.
Si nos atuviéramos exclusivamente a este tipo de participación, serían muchísimos
más los trabajadores beneficiados que los perjudicados; de estos últimos, solo los de la
industria que estaban en el Sistema II. En cambio, si se proyecta la modificación a la to
talidad del sistema, la figura se invierte puesto que desapareció la participación en la pro
piedad, y solo fue compensada -transformada, en realidad- para mineros y pesqueros.
Más drástica fue la ley con las comunidades de compensación (existentes fuera de las
empresas), las cuales fueron automáticamente disueltas.
Finalmente, en lo que atañe a copropiedad, se dispuso tan solo que las empresas esta
rían obligadas, en caso de aumento de capital por suscripción pública, a ofrecer a sus tra
bajadores la primera opción en la suscripción de acciones, en no menos del 10% del au
mento de capital. Habida cuenta de que los trabajadores que desearan adquirirlas tendrían
que pagarlas al contado (la ley no prevé ningún régimen de privilegio o excepción), el de
recho a la participación quedó reducido a una mera ficción. Eso representó, según Carri
llo Calle(8) “cambiar un derecho cierto y tangible de naturaleza laboral, por una posibili
dad futura e incierta de índole mercantil”.
En buena cuenta, lo que se hizo fue ampliar y reforzar la participación lucrativa direc
ta, minimizar hasta casi suprimir la gestionaría e ignorar la propietaria. Con pocos y efica
ces cambios, todo el complejo andamiaje erigido durante el gobierno militar quedó des
montado y solo subsistieron aisladas algunas de sus piezas, bien es cierto que entre ellas
la más importante: la participación en las utilidades.
(8) CARRILLO CALLE, Martín. Apuntes críticos sobre el nuevo régimen de participación de los trabajadores
en las utilidades, gestión y propiedad de las empresas. ADEC-ATC. Lima, 1991, p. 18.
III. La Constitución de 1993 y sus normas derivadas
La actual Carta señala:
Según se advierte, solo se consagra la participación líquida; las “otras formas” son un
modo sibilino de referirse a algo casi inexistente, que no es un derecho reconocido a los tra
bajadores, sino apenas una posibilidad abstracta e indefinida que el Estado debe promover.
Ya bajo sus efectos, se dictó el Decreto Legislativo N° 892 que aporta algunas modi
ficaciones importantes al Decreto Legislativo N° 677, como las que se refieren a la pres
cripción y al pago de intereses en caso de mora.
Sin embargo, se encuentran fuera del ámbito de aplicación las empresas estatales su
jetas al régimen laboral de la actividad privada, que aunque generan utilidades para el Es
tado no están obligadas a distribuir una porción entre sus trabajadores.
El artículo 9 del Decreto Legislativo N° 677, que no ha sido derogado por el Decre
to Legislativo N° 892, señala como excluidos de la participación en las utilidades a los
trabajadores que laboran en cooperativas, empresas autogestionarias, sociedades civiles
y empresas que no cuenten con más de veinte (20) trabajadores. En conclusión, no basta
que un trabajador se encuentre sujeto al régimen laboral de la actividad privada y que la
empresa para la que trabaja genere rentas de tercera categoría; sino también que esta de
berá tener más de veinte (20) trabajadores y no deberá encontrarse dentro del ámbito de
exclusión de la norma.
Para ello, la participación en las utilidades se determina 50% por los días laborados
y 50% en proporción a las remuneraciones de cada trabajador. Ahora bien, mientras el D.
Leg. N° 677 consideraba para el 50% correspondiente a las remuneraciones solo las bási
cas, el D. Leg. N° 892 considera la totalidad de las mismas.
(9) Por una comisión integrada por Carlos Blancas Bustamante, Víctor Ferro Delgado, Javier Neves Mujíca,
Mario Pasco Cosmópolis y Alfredo Villavicencio Ríos, actuando como secretario técnico Adolfo Ciudad
Reynaud,
JURISPRUDENCIA RELACIONADA
U El correcto reparto de utilidades debe ser reclamado oportunamente al no poder alegarse
la afectación continuada: STC Exp. N° 04762-2004-AA/TC (f. j. 3).
f Las utilidades sin llegar a ser un concepto remunerativo, son consideradas un beneficio que
no tiene aplicación ni para la CTS ni en términos previsionales, sin embargo, no por ello
dicho concepto debe excluirse de la afectación de la prestación de alimentos: STC Exp.
N° 03972-2012-PA/TC (f. j. 11).
BIBLIOGRAFÍA
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Derecho Laboral. N°s 165, Montevideo, enero-marzo, 1992; BERNARDONI DE GOVEA, María y
ZULETA DE MERCHAN, Carmen. Análisis sobre la cogestióny otrasformas de participación obrera.
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régimen de participación de los trabajadores en las utilidades, gestión y propiedad de las empresas,
ADEC-ATC, Lima, 1991; CÓRDOVA CORDOBES, Efrén. “La participación de los trabajadores
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Trabajo, Madrid; MONEREO PÉREZ, José Luis. Los derechos de información de los representan
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trabajadores en la empresa”. En: rev. Laborem de la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social, N° 1, Lima, agosto, 1991; OJEDA AVILES, Antonio. La cogestión en las grandes
empresas en Europa: la experiencia alemana y la ley de co-gestión de 1976. Universidad de Sevilla,
1978; PASCO COSMÓPOLIS, Mario. “O sistema peruano de partir ipacao dos trabalhadores nos
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En: AA.VV. El Derecho Sindical en América Latina. Coordinadores Óscar Ermida Uriarte y Antonio
Ojeda Aviles. Fundación de Cultura Universitaria. Montevideo, 1995; PASCO COSMÓPOLIS,
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pensamientojuslaboralista. Estudios en homenaje al Prof Héctor-Hugo Barbagelata. Fundación de
Cultura Universitaria, Montevideo, 1997; RUBIO CORREA, Marcial; DELGADO MÉNENDEZ,
María Antonieta y DELGADO MÉNENDEZ, María del Carmen. Manual del Comunero Industrial.
INPET, Lima, 1986; RUBIO CORREA, Marcial; DELGADO MÉNENDEZ, María Antonieta y
DELGADO MÉNENDEZ, María del Carmen. Manual del Comunero Minero. INPET, Lima, 1986.
ÍNDICE
GENERAL
ím)ici:gem¿r<
• Prólogo
La Constitución peruana como documento vivo
Carlos Hakansson Nieto.................................................................................................. 7
♦ Presentación
Luis Castillo Córdova................................................................................................ 11
9 Post scriptum
A la segunda edición
Domingo García Belaunde............................. ........................................................ 17
• Presentación
A la primera edición
Domingo García Belaunde..................................................................... 19
9 Presentación
A la primera edición por el Presidente del Congreso de la República
Antera Flores-A ráoz Esparza............................................................................. 21
9 Presentación
A la primera edición por el Presidente de la Comisión de Constitución
y Reglamento del Congreso de la República
Natale Amprimo Plá ........................................................................................ 23
CAPÍTULO I
DERECHOS FUNDAMENTALES
DE LA PERSONA
CAPÍTULO II
DE LOS DERECHOS SOCIALES
Y ECONÓMICOS