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Polifonía

Desde el capítulo 4 de Lectores Ecuánimes

El término polifonía es mayormente utilizado en música, y se refiera a una multiplicidad (“poli”) de voces
(“fonía”). Su opuesto es la “monodia” o “monofonía”, que define una composición para una sola voz.
Aquí, sin embargo, por polifonía nos referimos a la definición del teórico literario ruso Mijail Bajtin, quien
en 1936 publicó una de sus obras más importantes, Problemas de la poética de Dostoievski (México:
Fondo de Cultura Económica, 2005) donde describe la capacidad de Dostoievski para exponer y
contrastar distintas cosmovisiones de la realidad representadas por medio de sus personajes. Se diría
que cada personaje habla con su propia voz, y no a través de la visión del autor.
Bajtin hace uso del término musical polifonía para nombrar esa construcción de la novela sobre la base
de voces diversas, en contraste con la novela tradicional, que tiende a incluir solo una voz, la del propio
narrador. En las obras de Dostoievski, dice Bajtin (2005, p. 15-16),
aparece un héroe, cuya voz está formada de la misma manera como se constituye la
del autor en la novela de tipo común. El discurso del héroe acerca del mundo y de sí
mismo es autónomo como el discurso normal del autor; no aparece sometido a su
imagen objetivada como una de sus características, pero tampoco es portavoz del
autor, tiene una excepcional independencia en la estructura de la obra, parece sonar
al lado del autor y combina de una manera especial con éste y con las voces
igualmente independientes de otros héroes.
Enmarcado también en una línea similar a la de Gadamer, Bajtin, en su libro Estética de la creación
verbal (México, Siglo XXI Editores, 1999) resalta la necesidad de la mirada de otro para comprenderse a
uno mismo:
cuando observo a un hombre íntegro, que se encuentra afuera y frente a mi persona,
nuestros horizontes concretos y realmente vívidos no coinciden. Es que en cada
momento dado, por más cerca que se ubique frente a mí el otro, que es contemplado
por mí, siempre voy a ver y a saber algo que él, desde su lugar y frente a mí, no puede
ver: las partes de su cuerpo inaccesibles a su propia mirada (cabeza, cara y su
expresión), el mundo tras sus espaldas, toda una serie de objetos y relaciones que
me son accesibles a mí e inaccesibles a él. Cuando nos estamos mirando, dos mundos
diferentes se reflejan en nuestras pupilas. Para reducir al mínimo esta diferencia de
horizontes, se puede adoptar una postura más adecuada, pero para eliminar la
diferencia es necesario que los dos se fundan en uno, que se vuelvan una misma
persona. (p. 28)
La utilización de la palabra “horizonte” no es casual tampoco; recuerda a la noción gadameriana, y sin
duda se encuentra en sintonía con el paradigma hermenéutico. El mensaje es, básicamente, que es
necesario entrar en diálogo, verbal o no, con otro para terminar de comprenderse a uno mismo. En
palabras de Bajtin (1999, p. 29), “aquello que yo veo en el otro, en mí mismo lo puede distinguir
únicamente el otro”.
De ahí se desprende que, con el fin de entender a cada personaje, es necesario que haya una
multiplicidad de otros personajes que con su pluralidad de miradas iluminen las circunstancias por las
que transcurre temporalmente la historia, y que permitan ver esos aspectos de cada uno que a sí mismo
le están vedados. Escuchando las voces de los distintos personajes, conociendo así sus diversas
perspectivas, puede vislumbrarse como en un mosaico una figura de la realidad más completa que en
la tradicional novela monológica. A la vez, existe algo que solo el sujeto puede exteriorizar, y que no
puede venir dado desde el exterior; esto es, su autoconciencia. Para conocer ese aspecto, también es
necesario escuchar la voz del propio personaje. Sería ilegítimo, desde esa perspectiva bajtiniana,
describirlo desde fuera, como en las novelas tradicionales; el personaje debería ser lo suficientemente
autónomo para revelar su autoconciencia por sí mismo. Para eso también se requiere escuchar su voz:
“No se debe convertir a un hombre vivo en un objeto carente de voz y de un conocimiento que lo
concluya sin consultarlo. En el hombre siempre hay algo que solo él mismo puede revelar en un acto
libre de autoconciencia y de discurso, algo que no permite una definición exteriorizante e indirecta”.
(Bajtin, 2005, p. 90)
Una vez más, tanto para conocer el interior de un personaje, como sus aspectos que sólo pueden ser
apreciados por otro, la polifonía es el camino.

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