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Universidad Nacional de Córdoba

Facultad de Filosofía y Humanidades


Escuela de Letras
Literatura Argentina III

La Alteridad como Identidad en la narrativa del sistema literario


argentino

Ahumada Joaquin

16 de Mayo de 2019
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El dialogo con la Alteridad: una forma de construir la Identidad

La lectura de El oscuro de Daniel Moyano y de Los Suicidas de Antonio Di


Benedetto nos invita a reflexionar acerca de la dialéctica identidad/otredad. Es decir,
podemos leer ambas obras examinando la forma en que determinados personajes se
constituyen a partir de ciertos rasgos psicológicos y subjetivos. De tal manera que el
análisis que aquí compete no busca un razonamiento de la psicología del personaje, lo cual
es un trabajo exhaustivo del psicoanálisis quizás, sino que intentamos comprender cómo es
que los aspectos psicológicos y subjetivos que constituyen al personaje provocan, o
permiten entender en esta lectura, una trama que ponga en escena la problemática de la
identidad/alteridad en tanto esta es una unidad y no se vincula a una noción de oposición
entre el Yo y el Otro. Para entender lo dicho podemos citar a Barei (2008): “el otro es mi
doble, o más precisamente mi espejo. No mi propio yo, sino más bien alguien cuya
aparición, entrevista en un juego de reflejos, contribuye a hacernos ser lo que devenimos”
(p. 11).

Y partiendo de esta cita nos adentramos en el análisis de El Oscuro (1968) de


Moyano. En esta novela podemos observar una trama donde el protagonista de la diégesis
principal es Víctor. Desde que comienza la novela nos encontramos con este personaje
reflexionando sobre sí mismo, pero con la particularidad de que en esta escena introspectiva
Víctor se mira a un espejo y recuerda, dos elementos narrativos interesantes a nuestro
análisis: el recuerdo y el espejismo:

“El coronel se miró al espejo y volvió a comprobar que su rostro se


parecía cada día mas al de su padre […] Pero no le devolvían la cara del
padre entonces joven […] sino una cara también detenida por él en su
memoria, la de un padre envejecido que lo seguía por todas las ciudades
del país y que lo acosaba desde puertas y ventanas sin decidirse a entrar y
decir concretamente qué quería” (Moyano,2003, pp.9-10).

Espejo y memoria son dos aspectos importantes para observar en este


análisis de la identidad/otredad, ya que, relacionado a lo citado de Barei, el espejo
es por excelencia la figura de la visión de uno mismo. Es decir, que el espejo,
elemento recurrente en la novela, permite la lectura de un personaje que se
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observa a sí mismo, pero al conjugarse con la memoria nos permite entender que
en sí mismo, en Víctor, existe una constitución propia a partir de su parentesco
con Blas, su padre. En definitiva, es partir de lo que recuerda y lo que observa
Víctor que se nos muestra una realidad, la que percibe el protagonista. De esta
manera, entendiendo la primera presentación de los psicológico, representado en
Víctor, la novela nos presenta una trama que problematiza sobre la noción de
identidad poniéndose en crisis a partir de las reflexiones, recuerdos, pensamientos,
es decir, desde el mundo interior. El recuerdo del liceo asociado a un orden en
épocas de antaño se opone al desorden que causa el mal provocado por el
recuerdo de su “padre indigno y luego de su propia mujer” (ídem, p.14) la cual
suponía el que lo estaba engañando. Ahora bien, entendiendo estas características
del personaje es que podemos hacer énfasis en la construcción de una identidad
que pasa por una crisis donde los pensamientos de Víctor provocan una narración
paranoica hasta llegar al equilibrio de su mundo interno (y por ende del externo)

La novela nos presenta entonces a Víctor como centro de la narración,


pero con un carácter de ensimismamiento ya que, sin salir de su habitación donde
estaba aislado hace unos meses solo percibe el mundo exterior con el oído
(comienza a contar los pasos de su mujer Margarita, los de Olga, habla por
teléfono con Joaquin, etc). Atendiendo a lo que dice Barei (2008) “Siempre es el
hombre, como sujeto dialógico, el que está en el centro de sus reflexiones” (p.17)
podemos atender que esta es la forma en que se nos presenta Víctor. Pero estas
reflexiones desencadenan la paranoia y el malestar de sus pensamientos ya que “la
alteridad se encuentra dentro del sujeto, él mismo es el dialogo” (ídem, p.17). Es
decir, que la alteridad dentro de Víctor son aquellos recuerdos que tiene de su
padre, así como la hipótesis de traición en su matrimonio. Esta alteridad afecta a
la identidad del personaje debido a que solo son sus reflexiones, y no la realidad
que le rodea, la que constituye sus objeciones hacia el mundo. Pero su crisis
podría decirse que comienza a disminuir cuando acepta la alteridad, cuando acepta
que en sus recuerdos sobre su padre no solo hay cosas despreciables, sino que
también tiene recuerdos positivos (como los viajes a chepes) que se encuentran en
su memoria al mirarse nuevamente al espejo. Es decir, en esta escena (donde
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encuentra en su memoria los viajes con su padre) la figura del espejo sigue
teniendo el rol de permitir verse a sí mismo Víctor. Pero a diferencia de la primera
vez, en esta instancia narrativa el personaje descubre la otra parte de aquella
alteridad, es allí donde logra dialogar con los recuerdos positivos. En este dialogo
interno con sus recuerdos (alteridad en esta lectura) comienza Víctor a salir de su
crisis y acepta lo que su padre en algún tiempo le dijo “usted no puede adaptar el
mundo a sus pensamientos. En todo caso podrá adaptarlos a él” (Moyano, 2003,
p.163). lo cual nos acerca a una forma de percibir la realidad.

En cuanto a la obra de Di Benedetto podemos examinar también un


personaje protagonista que entra en crisis a partir de un reconocimiento de una
alteridad en su mundo interior. Es decir, que podemos analizar en Los Suicidas la
Alteridad en clave de los personajes suicidas. Ahora bien, en un primer lugar,
observamos la otredad dentro del protagonista (aquel recuerdo que viene a su
mente y le aqueja en su presente narrativo) “Mi padre se quitó la vida un viernes
por la tarde. Tenía 33 años. El cuarto viernes del mes próximo yo tendré la misma
edad.” (Di Benedetto, 2016, p.11). aludiendo a la posibilidad del suicidio como lo
hizo su padre, y por ende se interesa por la investigación acerca del suicidio. Y
para ello no indaga solo en su mundo interior “puede matarme aquel Otro, si
persiste en mi memoria y me atrae” (el subrayado es nuestro) (ídem, p.65) sino
que investiga indagando y entrando en contacto con Otredades que le rodean. Bibi
es un personaje que brinda información para que el protagonista comprenda el
suicidio. Por ello podemos entender a este personaje metafóricamente como la
historia de los suicidas (de hecho, es elogiada por su capacidad de memorización)
en tanto permite el acceso a los conceptos y teorizaciones hechas sobre los
suicidios a lo largo de la historia. La familia de Adriana Pizarro (suicida)
conforma una multiplicidad de voces que expresan diferentes motivos del suicidio
y ninguno permite ser entendido desde la razón, todos ofrecen una percepción
sobrenatural del hecho. El protagonista indaga aquella otredad (el suicidio): visita
los casos de suicidio, investiga, lee las notas que le deja Bibi acerca de los debates
sociológicos, religiosos y filosóficos. Pero nunca termina de entender aquella
otredad que tanto aqueja a su identidad. Citando a Barei podemos sostener que “El
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yo es, entonces, inseparable del otro cultural; lo necesita para construir su mundo
y construirse a sí mismo” (2008, p.17). En tanto el protagonista reflexiona su
identidad (su posibilidad de suicidio como enfermedad hereditaria); indaga las
percepciones sobre el suicidio; se acerca a la escena del suicidio, intentando
comprenderlo, y realizar la aprehensión de la realidad para entenderse a sí mismo.

Entonces podemos decir que en ambas novelas al Alteridad es aquello


que los personajes encuentran en la indagación de su subjetividad. Tanto Víctor
como el protagonista de los suicidas recuerdan “algo”, y ese “algo” es tan ajeno a
uno mismo como también propio a su identidad, por ende, identidad y alteridad se
conforman en una entidad que no termina de comprenderse y aceptarse hasta que
accedan al contacto de las voces que le rodean. A partir de este carácter subjetivo,
psicológico, del personaje en ambas novelas podemos decir entonces que ambas
forman parte de lo que Sábato llama la “novela novecentista” propia del siglo xx.
Esta novela se caracteriza por varios aspectos, pero uno de ellos, y el primordial
para entender el nuevo realismo que interviene en estas novelas, es el “descenso al
yo”. Tanto Víctor como el Investigador de los suicidios “se vuelven en un primer
movimiento hacia el misterio primordial de su propia existencia (subjetivismo) y
en un segundo movimiento hacia la visión de la totalidad del sujeto-objeto desde
su conciencia” (Sábato, 1991, p.579) pero no se estancan los personajes en esta
introspección (dialogando consigo mismo), sino que también conciben el mundo
desde el yo. Es decir que la escena surge desde el sujeto, con sus pensamientos,
reflexiones, sentimientos para así indagar la otredad, y he aquí otra característica
de esta novela novecentista examinada por Sábato (1991) “Nuestra época ha sido
la del descubrimiento del otro” (p.580). La ficción se desplazó hacia el plano de la
intersubjetividad, por ende, la realidad es percibida mediante la descripción de la
realidad desde los diferentes “yos”. En definitiva, podemos interpretar en ambas
novelas que la identidad en contacto con una alteridad permite un dialogo tanto
con lo propio como con lo ajeno, por ende, la realidad que constituye al sujeto
solo es accesible mediante la percepción de esta por parte del sujeto. Lo cual nos
conlleva a pensar en una nueva forma de entender la descripción de la realidad a
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partir de la visión propia y de la recepción de lo alterno a tal punto que conforma


lo subjetivo de uno mismo.

La Alteridad/Identidad en la nueva novela realista del siglo xx en


Argentina a partir de Roger Pla y Sara Gallardo

Hacer una lectura de Intemperie (1973), de Roger Pla, y de Eisejuaz


(1971), escrita por Sara Gallardo, supone hablar de las tendencias realistas y
experimentales que surgen en la novelística de la segunda mitad del siglo xx en
Argentina, tal como señalamos anteriormente citando a Sábato. La novela es total
en el sentido que “se convirtió en una obra de arte en constante proceso de
formación y desarrollo, abierta y plástica, cerróse el espacio divisorio entre
novelista y lector y la novela se puso a funcionar como la vida, es decir, confusa y
oscura” (p.587). Este primer acercamiento que tenemos respecto a la definición de
la novela realista que aquí examinamos es suficiente para realizar la lectura de las
novelas mencionadas.

En Intemperie podemos percibir dicha tendencia por las diversas


dimensiones espacio temporales que nos propone la lectura, como por ejemplo
cuando Diego recuerda los días con Raquel, pero está durmiendo con Amalia, y se
nos muestran esos dos espacios (Roger Pla, 2009, p.55). A partir de esa
multiplicidad de espacios y tiempos nos acercamos a una realidad totalizante en la
medida que refleja retazos de ella. No es novela total en la medida que es capaz de
describir la realidad en su máxima objetividad, sino que es totalizante en la
medida que recepta las realidades perceptibles a la conciencia del sujeto. “Es lo
que sucede en la vida misma: vemos a una persona un momento, luego a otra,
contemplamos un puente, nos cuentan algo […] y a estos hechos actuales en
nuestra conciencia se mezclan los recuerdos de otros hechos pasados, sueños y
pensamientos” (Sábato, 1991, p.585). Esta forma de percibir la realidad provoca
una ruptura con el realismo de siglos anteriores y genera una intervención del
lector. Genera una experiencia ya que redescubre lo real desnaturalizándolo, lo
cual interpela a un lector coactivo que interprete esa multiplicidad de
dimensiones, por ende, la novela es abierta y experimental en tanto nos acerca (a
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los lectores) a la realidad intervenida por aquellos sujetos, voces, pinturas (como
las de Berni y de Gambartes). Lo mismo sucede en Eisejuaz. El protagonista se
nos presenta en diferentes espacios y situado en una realidad donde hay múltiples
voces que convergen y generan una ambigüedad en su identidad. Es decir, así
como lo múltiple en Intemperie son los espacios, los tiempos, las voces, que
provocan una narración lejos de ser una cronología, en Eisejuaz podemos
examinar las diferentes voces que nos presenta la narración situando la lectura en
un plano donde convergen diversas culturas: están los matacos, los noruegos, los
turcos, chaqueños, tobas, chahuancos, tobas, etc. Entonces todas construyen de a
poco la realidad que le rodea al protagonista Eisejuaz.

Esta tendencia realista-experimental nos permite acercarnos a


determinados aspectos estéticos que orientan el sentido de lectura hacia una
problemática de la identidad. Ya mencionamos la participación de ambas en la
renovación de la percepción de la realidad en la novelística, pero cada obra se
define por sus rasgos. En intemperie observamos que se combinan en una especie
de “collage” diferentes retazos que circundan en la realidad que deviene en Diego
Brull. Este “montaje” (término utilizado por Bracamonte, 2012) de dimensiones
nos permite reconstruir en un proceso gradual la constitución del protagonista de
esta trama. Diego va buscando salir del mundo aburguesado experimentando el
mundo de la villa donde vive Amalia, pero donde también vive Ursus, Godoy,
personajes de los cuales también se nos presenta su historia. Seguir la lectura de
esta novela requiere entender las realidades que rodean a Diego para comprender
cómo su identidad se constituye en la transición de un mundo burgués al otro
reconociendo las subalteridades que allí se ubican.

Ahora bien, en tanto a Eisejuaz podemos advertir una lectura donde, si


bien son múltiples las voces, la estética presente se caracteriza por la multiplicidad
del sujeto mismo a partir del cual se nos presenta la realidad. Eisejuaz es llamado
también como “yo” “Este También” “Lisandro Vega” lo cual nos permite acceder
a él entendiéndolo como un sujeto que tensiona la identidad/alteridad. La
identidad de este sujeto es múltiple en tanto se denomina a si mismo de diversas
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maneras y por ende se considera el también una otredad en un espacio donde las
entidades culturales también están en tensión. Conviven los paisanos y los
gringos, es decir, conviven los aborígenes y los europeos. Eisejuaz es una novela
que nos presenta la tensión de la identidad poniéndola en una realidad que no es
homogénea y definida, sino más bien nos permite acercarnos a una realidad donde
se problematiza la identidad sociocultural (tal como se refleja en la pelea que
surge en la tribu donde Eisejuaz nació). Ahora bien, esta tensión colectiva de la
realidad por sus diferentes culturas nos es presentada bajo el sujeto Eisejuaz. En el
mundo interior de Lisandro Vega/Eisejuaz está compuesto por una alteridad: Los
mensajeros del Señor. Estos mensajeros son los que permiten su existencia:
“Vacío de mensajeros, el corazón se estaba por apagar” (Gallardo, 2000, p32). En
esta cita se sintetiza la construcción del personaje, del sujeto, escindido una vez
que salen de sí mismo aquellas voces en las que cree. Pero cuando parte hacia el
monte (espacio opuesto a la ciudad cosmopolita) es que reconoce aquella otredad
(los mensajeros) como propia. En definitiva, podemos orientar un sentido de
lectura que nos permita detectar a la Otredad como parte de una Identidad. Pero
esa Otredad no siempre es positiva: “Cuando los mensajeros de los bichos
volvieron a mi corazón me volvió también la fuerza” (ídem, p. 56), sino que está
en constante tensión con la Identidad. Eisejuaz es lo que es por la Otredad que
entra en él, pero esa Otredad es ambigua en tanto provoca una identidad
conflictiva: “Mi corazón: <Mátalo. Te dije mátalo ya.> Y contesté: < ¿Cómo voy
a matar a quien quité a la muerte?>” (ídem, p.105). En conclusión, podemos decir
que toda la obra se maneja bajo un aspecto estético de voces internas y externas
que provocan una ambigüedad en la existencia del sujeto en tanto este es
identificado también con las Otredades. Como dice Freud en Barei, “El otro
cuenta como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo…” (2008, p
14) Esta cita explica lo que proponemos en la lectura de la Identidad en Eisejuaz.
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Bibliografía:

- Barei, Silvia N. (2008). “El otro en clave retórica” en Barei Silvia N y


Leunda Ana Inés. Pensar la cultura III. (pp. 9-33) Córdoba, Argentina:
Ed. Grupos de Estudios de Retórica.
- Bracamonte, Jorge (2012) Nueva mímesis, imágenes y otredades en
Intemperie, de Roger Pla. Revista de Literaturas Modernas, volumen N°
42 (pp. 45-55)
- Di Benedetto, Antonio (2016) Los Suicidas. Ciudad Autónoma de Buenos
Aires, Argentina: Ed. Adriana Hidalgo
- Gallardo, Sara (2000) Eisejuaz. Ed: AGEA S.A
- Moyano, Daniel (2003) El Oscuro. Buenos Aires, Argentina: Ed. Del Sol
S.R.L
- Sábato, Ernesto (1991) “Por una novelesca y metafísica” en Klaltn, Norma
y Corral, Wilfredo Los novelistas como críticos. México: Ed. Fondo de
Cultura Económica
- Pla, Roger (2009) Intemperie. Rosario, Argentina, Ed: Borsellino impresos

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