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Ahumada Joaquin
16 de Mayo de 2019
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observa a sí mismo, pero al conjugarse con la memoria nos permite entender que
en sí mismo, en Víctor, existe una constitución propia a partir de su parentesco
con Blas, su padre. En definitiva, es partir de lo que recuerda y lo que observa
Víctor que se nos muestra una realidad, la que percibe el protagonista. De esta
manera, entendiendo la primera presentación de los psicológico, representado en
Víctor, la novela nos presenta una trama que problematiza sobre la noción de
identidad poniéndose en crisis a partir de las reflexiones, recuerdos, pensamientos,
es decir, desde el mundo interior. El recuerdo del liceo asociado a un orden en
épocas de antaño se opone al desorden que causa el mal provocado por el
recuerdo de su “padre indigno y luego de su propia mujer” (ídem, p.14) la cual
suponía el que lo estaba engañando. Ahora bien, entendiendo estas características
del personaje es que podemos hacer énfasis en la construcción de una identidad
que pasa por una crisis donde los pensamientos de Víctor provocan una narración
paranoica hasta llegar al equilibrio de su mundo interno (y por ende del externo)
encuentra en su memoria los viajes con su padre) la figura del espejo sigue
teniendo el rol de permitir verse a sí mismo Víctor. Pero a diferencia de la primera
vez, en esta instancia narrativa el personaje descubre la otra parte de aquella
alteridad, es allí donde logra dialogar con los recuerdos positivos. En este dialogo
interno con sus recuerdos (alteridad en esta lectura) comienza Víctor a salir de su
crisis y acepta lo que su padre en algún tiempo le dijo “usted no puede adaptar el
mundo a sus pensamientos. En todo caso podrá adaptarlos a él” (Moyano, 2003,
p.163). lo cual nos acerca a una forma de percibir la realidad.
yo es, entonces, inseparable del otro cultural; lo necesita para construir su mundo
y construirse a sí mismo” (2008, p.17). En tanto el protagonista reflexiona su
identidad (su posibilidad de suicidio como enfermedad hereditaria); indaga las
percepciones sobre el suicidio; se acerca a la escena del suicidio, intentando
comprenderlo, y realizar la aprehensión de la realidad para entenderse a sí mismo.
los lectores) a la realidad intervenida por aquellos sujetos, voces, pinturas (como
las de Berni y de Gambartes). Lo mismo sucede en Eisejuaz. El protagonista se
nos presenta en diferentes espacios y situado en una realidad donde hay múltiples
voces que convergen y generan una ambigüedad en su identidad. Es decir, así
como lo múltiple en Intemperie son los espacios, los tiempos, las voces, que
provocan una narración lejos de ser una cronología, en Eisejuaz podemos
examinar las diferentes voces que nos presenta la narración situando la lectura en
un plano donde convergen diversas culturas: están los matacos, los noruegos, los
turcos, chaqueños, tobas, chahuancos, tobas, etc. Entonces todas construyen de a
poco la realidad que le rodea al protagonista Eisejuaz.
maneras y por ende se considera el también una otredad en un espacio donde las
entidades culturales también están en tensión. Conviven los paisanos y los
gringos, es decir, conviven los aborígenes y los europeos. Eisejuaz es una novela
que nos presenta la tensión de la identidad poniéndola en una realidad que no es
homogénea y definida, sino más bien nos permite acercarnos a una realidad donde
se problematiza la identidad sociocultural (tal como se refleja en la pelea que
surge en la tribu donde Eisejuaz nació). Ahora bien, esta tensión colectiva de la
realidad por sus diferentes culturas nos es presentada bajo el sujeto Eisejuaz. En el
mundo interior de Lisandro Vega/Eisejuaz está compuesto por una alteridad: Los
mensajeros del Señor. Estos mensajeros son los que permiten su existencia:
“Vacío de mensajeros, el corazón se estaba por apagar” (Gallardo, 2000, p32). En
esta cita se sintetiza la construcción del personaje, del sujeto, escindido una vez
que salen de sí mismo aquellas voces en las que cree. Pero cuando parte hacia el
monte (espacio opuesto a la ciudad cosmopolita) es que reconoce aquella otredad
(los mensajeros) como propia. En definitiva, podemos orientar un sentido de
lectura que nos permita detectar a la Otredad como parte de una Identidad. Pero
esa Otredad no siempre es positiva: “Cuando los mensajeros de los bichos
volvieron a mi corazón me volvió también la fuerza” (ídem, p. 56), sino que está
en constante tensión con la Identidad. Eisejuaz es lo que es por la Otredad que
entra en él, pero esa Otredad es ambigua en tanto provoca una identidad
conflictiva: “Mi corazón: <Mátalo. Te dije mátalo ya.> Y contesté: < ¿Cómo voy
a matar a quien quité a la muerte?>” (ídem, p.105). En conclusión, podemos decir
que toda la obra se maneja bajo un aspecto estético de voces internas y externas
que provocan una ambigüedad en la existencia del sujeto en tanto este es
identificado también con las Otredades. Como dice Freud en Barei, “El otro
cuenta como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo…” (2008, p
14) Esta cita explica lo que proponemos en la lectura de la Identidad en Eisejuaz.
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Bibliografía: