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Los tratamientos en Psiquiatría a principios del siglo XX en México eran

limitados. La mayoría de estos estaban encaminados a resolver los cuadros de


agitación propios de los estados psicóticos y en especial de la esquizofrenia,
considerada como uno de los problemas mentales más complejos. Las
terapéuticas carecían de un plan de orientación definido y de bases
suficientemente sólidas, de tal modo que los métodos como la insulinoterapia y la
terapia con cardiazol, consideradas como terapias de choque, eran en gran parte
empíricos, pero constituyeron procedimientos verdaderamente útiles y en
ocasiones admirables cuando se empleaban con la debida oportunidad, siendo
estos los precursores de la terapia electroconvulsiva o TEC, la cual se sigue
utilizando en forma importante en la mayoría de los hospitales psiquiátricos de
México y el mundo, demostrando su utilidad en pacientes psiquiátricos con pobre
respuesta al tratamiento farmacológico, con alto riesgo suicida e inclusive en
pacientes embarazadas.

Esquizofrenia
Durante los primeros años del siglo XX, la sífilis con afectación neurológica
se comenzó a tratar mediante la infección deliberada del enfermo con el parásito
de la malaria, procedimiento ideado por el psiquiatra austriaco Julius Wagner-
Jauregg. Este «tratamiento» (la indicación inicial era la «demencia paralítica»),
llegó a ser conocido como «malario-terapia», y fue reconocido por la Academia de
Ciencias de Suecia con la concesión del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en
el año 1927. Ha sido, hasta ahora, la única vez que un psiquiatra ha recibido el
Premio Nobel.
Muy poco tiempo después, la «malario-terapia» comenzó a utilizarse en
pacientes con diagnóstico de esquizofrenia (dementia præcox, como se le
denominaba antiguamente). La idea surgió de la observación de que los picos
febriles calmaban a los pacientes psicóticos muy agitados y agresivos. Los
esquizofrénicos, tras ser deliberadamente infectados con malaria (paludismo),
sufrían intensas y periódicas crisis febriles que mejoraban drásticamente la
sintomatología psicótica, principalmente los denominados síntomas «positivos» de
la enfermedad (alucinaciones, agitación psicomotriz, agresividad,
comportamientos delirantes).

Otra estrategia usada durante las primeras décadas del siglo XX fue la
inducción del estado de coma mediante la administración de dosis elevadas de
insulina hasta producir un coma hipoglucémico. El paciente, inicialmente agitado,
caía en un estado comatoso del que se recuperaba tras la inyección intravenosa
de glucosa, pero calmado y sosegado. Recordemos que la insulina se había
aislado en Canadá a comienzos de la década de 1920.
El coma hipoglucémico desencadenado mediante la administración de
dosis elevadas de insulina también se empleó durante los primeros años de la
década de 1930 para el «tratamiento» del síndrome de abstinencia a opiáceos.

Otro «tratamiento» de la esquizofrenia consistía en desencadenar en el


enfermo esquizofrénico crisis convulsivas mediante la administración de
sustancias analépticas, inicialmente alcanfor (una resina de origen natural); y,
poco tiempo después, un potente estimulante cardíaco sintetizado inicialmente en
Alemania por laboratorios Knoll. Se trataba del pentametilentetrazol, más conocido
como cardiazol. La terapia convulsiva mediante la inyección de cardiazol convivió
durante algún tiempo con la inducción del coma hipoglucémico en el control de la
sintomatología de los enfermos esquizofrénicos.
Referencias
López J. (2018) Cómo se trataba la esquizofrenia, provocando crisis al enfermo: la
verdadera historia del cardiazol, ABC Sociedada

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