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La Inteligencia Emocional es un modelo de análisis del

comportamiento desarrollado desde los años 70s, que ha


cobrado relevancia recientemente para el desarrollo
organizacional y humano, al proveer una nueva manera de
comprender y analizar el comportamiento de las personas, los
modelos de liderazgo, las actitudes, las habilidades
interpersonales y el potencial personal. La premisa principal de
este modelo es que la inteligencia emocional consiste en que el
éxito personal y profesional requiere el conocimiento y manejo
de las propias emociones, de auto motivarse y de entender y
manejar las emociones de las demás personas. El mundo actual
ha demostrado que las personas exitosas no se caracterizan por
su inteligencia racional o coeficiente intelectual. Por el contrario,
los rasgos más comunes entre los líderes y gerentes exitosos son
sus habilidades personales.
La inteligencia emocional es una herramienta fundamental para
el crecimiento de la vida profesional, para ser auténtico,
demostrar y expresar los sentimiento sin egoísmo, sin temor
correr el riesgo frente a las decisiones de la vida y la manera de
enfrentar los conflictos cotidianos. Se manifiesta en algunos
rasgos, como saber escuchar, entender a las demás personas,
aportar respuestas apropiadas a la solución de los problemas,
resolver conflictos y superar las situaciones difíciles.
La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de
nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás,
tolerar las presiones y frustraciones que soportamos en el
trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y
adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores
posibilidades de desarrollo personal.
Dado que el individuo que forma parte activa en una
organización desempeña actividades diarias o acciones
rutinarias, con las cuales canaliza ciertos comportamientos,
sentimientos, emociones y expresiones que lo llevan a
convertirse en un verdadero maestro del flujo intuitivo, y
aprende que gracias a la intuición aumenta el razonamiento y
que junto con las emociones, los sentidos y la inteligencia puede
captar en instantes centenares de posibilidades y alternativas
para obtener soluciones reales y efectivas para la organización.
Hoy en día, la inteligencia emocional juega un rol importante en
la creación de perfiles laborales, en los procesos de selección, en
el desarrollo gerencial y en el servicio al cliente.
Las organizaciones emocionalmente inteligentes generan un
ambiente y clima organizacional donde se produce una alta
identidad con el grupo, donde se generan eslóganes o logotipos
que ensalzan las emociones compartidas y, por tanto, los
trabajadores se sienten parte de la organización.
En este modelo se asume que en una organización
emocionalmente inteligente:– Las emociones actúan como
capital de la organización para ser utilizado.– Percibir emociones
adecuadamente es crítico en todos los niveles de la organización,
desde los líderes y jefes que deben percibir las emociones de los
trabajadores hasta los trabajadores que tratan con clientes y
deben percibir adecuadamente las emociones. – Asimilar y
comprender la base de las emociones, tanto positivas como
negativas, ofrece datos importantes para tomar decisiones
eficaces.– Y, manejar emociones, tanto las propias como las de
los demás, genera, de forma efectiva, beneficios y eficacia
organizacional.
¿Cuál es la importancia de su tema para la psicología
organizacional?

La Inteligencia Emocional es un tema que ha cobrado relevancia


recientemente para el desarrollo organizacional y humano, al
proveer una nueva manera de comprender y analizar el
comportamiento de las personas, los modelos de liderazgo, las
actitudes, las habilidades interpersonales y el potencial personal.
La premisa principal de este modelo es que la inteligencia
emocional consiste en que el éxito personal y profesional
requiere el conocimiento y manejo de las propias emociones, de
auto motivarse y de entender y manejar las emociones de las
demás personas. El mundo actual ha demostrado que las
personas exitosas no se caracterizan por su inteligencia racional
o coeficiente intelectual. Por el contrario, los rasgos más
comunes entre los líderes y gerentes exitosos son sus habilidades
personales.

¿En qué beneficia a la empresa donde han investigado su tema?


la inteligencia emocional juega un rol importante en la creación
de perfiles laborales, en los procesos de selección, en el
desarrollo gerencial y en el servicio al cliente.
Las organizaciones emocionalmente inteligentes generan un
ambiente y clima organizacional donde se produce una alta
identidad con el grupo, donde se generan eslóganes o logotipos
que ensalzan las emociones compartidas y, por tanto, los
trabajadores se sienten parte de la organización.

Hoy se sabe que la inteligencia emocional es tan importante como la


racional para el éxito en la vida profesional. Las competencias
emocionales determinan qué tan bien un empleado se relaciona con sus
colegas y son un factor fundamental a la hora de trabajar en equipo.

La inteligencia emocional en la empresa también juega un papel básico


para procesar la frustración y el estrés, ya que un buen manejo de
emociones y sentimientos negativos representa una ventaja en el
desempeño laboral.

Sin importar el rol de una persona dentro de la empresa, su fortaleza


emocional será de gran ayuda para cumplir sus tareas básicas, pero aún
más importante, para destacar; pues inteligencia emocional y liderazgo
son dos aspectos que van de la mano.

Fases del estrés: ¿cuáles son?


Uno de los pioneros en la investigación del estrés fue Hans Selye, que
llevó a cabo sus estudios en la década de los 50. En la actualidad, su teoría
sigue teniendo de gran importancia a la hora de analizar la evolución de
este fenómeno psicológico y fisiológico.

Según este autor, la respuesta de estrés consta de tres fases distintas:

1. Alarma de reacción
Cualquier alteración física, emocional o mental consecuencia de haber
detectado una amenaza o haberse cruzado con un estresor causa una
reacción instantánea orientada a combatir esta situación. Esta respuesta
recibe el nombre de reacción de "lucha o huida", y consiste en la liberación
de adrenalina hacia distintas las partes del cuerpo: los vasos sanguíneos,
el corazón, el estómago, los pulmones, los ojos, los músculos…
Ante un estímulo estresante, esta hormona proporciona un impulso rápido
para que nuestra energía aumente y así podamos escapar del peligro.
Notamos los efectos porque la respiración, el pulso y la frecuencia cardíaca
se aceleran para que los músculos respondan más rápidamente. Las
pupilas se dilatan, la sangre circula a mayor velocidad y ésta se aleja del
aparato digestivo para evitar vómitos.

Además de estas funciones fisiológicas, la adrenalina también afecta al


cerebro, que se pone en modo alerta: la atención se estrecha y somos más
sensibles ante cualquier estímulo. La adrenalina, además de ser una
hormona, también es un neurotransmisor que actúa en nuestro encéfalo.

En esta fase, el nivel de cortisol también se incrementa y, como


consecuencia, aumenta la cantidad de azúcar en la sangre y se debilita el
sistema inmunológico para ahorrar energía y ayudar al metabolismo de
grasas, proteínas y carbohidratos. La liberación de estas hormonas puede
ser beneficiosa para el organismo en algunos casos, pero a largo plazo las
consecuencias son extremadamente perjudiciales.

 Artículo relacionado: “Cortisol: la hormona que nos genera estrés”

2. Resistencia
En la etapa de resistencia, el cuerpo trata de adaptarse gracias un proceso
llamado homeostasis, que da lugar a una fase de recuperación y
reparación. El cortisol y la adrenalina vuelven a sus niveles normales, pero
los recursos se van agotando y las defensas y la energía necesarias para la
fase anterior de estrés disminuyen. El cuerpo ha realizado un
sobreesfuerzo y ahora debe descansar.

El problema surge cuando la situación o estímulo estresante no cesa o


reaparece continuamente, porque puede manifestarse la fatiga, los
problemas de sueño y un malestar general. Como consecuencia, la persona
se vuelve muy irritable y tiene una gran dificultad para concentrarse o ser
productivo en su vida cotidiana.

3. Agotamiento
Cuando el estrés dura mucho, el organismo acaba por agotar recursos y
pierde gradualmente la capacidad adaptativa de las fases anteriores. El
cuerpo se debilita y, después de cierto tiempo en esta situación
perjudicial, el organismo puede sucumbir a la enfermedad, ya sea una
infección viral o bacteriana, porque sus defensas se han agotado. Todos los
efectos negativos del estrés crónico mencionados con anterioridad se
manifiestan en esta etapa.

Si quieres profundizar en el estrés crónico, quizás te interesen los


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