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NUEVOS GOBIERNOS HONESTOS, LEALES Y SABIOS PARA EL PERÚ

Por: Reynaldo Charres Vargas

El Perú de los siguientes años debe tener grandes gobiernos democráticos,


realmente innovadores, respetados y respetables, que contagien confianza,
sabiduría, honestidad y lealtad a los planes y políticas de grandeza a la que
aspira esta hermosa nación andina, ya que en 200 años de vida republicana
post colonial y semi oligárquica, no ha podido dar un salto hacia la prosperidad,
más bien ha tenido gobiernos antidemocráticos, perversos y ladrones que lo
ha hundido en un fango de una descomposición generalizada en todos los
niveles del Estado.

Esa descomposición tuvo su origen en la ciudad capital Lima, el centro del


poder, y en ella se anidó la corrupción, la delincuencia, el racismo y el anti
provincianismo en todos los niveles de la administración pública. Tal hecho, de
desgracia y maldad, ahora ya es mundo sucio con complejidades y vicios
extremos que se ha extendido en todo el Perú, por eso el país enfrenta crisis
de institucionalidad, credibilidad e inestabilidad continuas.

El Perú del futuro debe tener como guía un plan rector de desarrollo
sostenido, participativo y humanista, con nuevos actores, que generen
confianza, seguridad, estabilidad y prosperidad para la totalidad de habitantes,
y así superar el atraso por acumulación de problemas y necesidades no
resueltas. La condición de nación maltratada, frustrada y enferma del tercer
mundo, tiene que cambiar paso a paso hasta lograr ser una nación más
democrática que honre el bien común y las libertades plenas.

Los nuevos gobiernos deben estar constituidos por grandes equipos de


personas que profundicen la real democracia y cuenten con preparación y
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calificación profesional en geopolítica y administración pública; es decir con un
amplio conocimiento del país y de sus planes de desarrollo descentralizado;
además con hojas de vida limpias, y sobre todo que sean defensores genuinos
de la vida, de la naturaleza y de los recursos naturales. Así mismo, los
gobernantes de turno deben ser elegidos por votación ciudadana mayoritaria
no menor al 60%, y también deberán suscribir un compromiso de fidelidad
con el país y la defensa de sus intereses.

Los ministros, viceministros, congresistas (parlamentarios) y jueces deben ser


seleccionados y elegidos públicamente para que su gestión sea una garantía
para la administración del Estado. La orientación política de los nuevos
gobiernos del Perú debiera corresponder a una democracia genuina,
progresista, humanista y moderna.

Es importante recordar que el Perú de hoy, aún enfrenta a los rezagos y


herencias de una vieja y cruel oligarquía limeña, que aún cree que Lima es el
Perú, por eso se resiste a los cambios, y se opone al auge y al empuje natural
de las provincias. El modelo centralista capitalino a creado una monstruosa
metrópoli ahora invivible, por tanto, ha fracasado en la administración del
país, pues el desempeño discriminatorio e inoperante en los tres poderes del
Estado (ejecutivo, legislativo y judicial) así lo confirman. No es desconocido
que en el cerebro y corazón del mega centralismo, se ha enquistado el virus
de la expoliación y el enriquecimiento ilícito que ahora es normalizado con
leyes y privilegios.

La estructura de un Estado racista con un feroz centralismo está sostenida por


una monstruosa burocracia con sueldos dorados, que desprecia y olvida a las
24 provincias extendidas en su inmenso territorio donde viven más de 22
millones de peruanos, de ellos 30% en pobreza crítica. La Lima concentrada
ahora es una ciudad compleja generadora de imprevisibles problemas y
necesidades. pues ya supera los 11 millones de habitantes con un 80% de
origen provinciano, y de ellos 25% se ubican en la periferia con precarias
viviendas en cerros y laderas de difícil acceso y sin servicios básicos.

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El centralismo político, económico, comercial, cultural, social y mediático,
ejerce atracción y dominio fáctico y totalitario, pues impone sus ideas,
creencias, costumbres y vicios urbanos al resto del país, eso vulnera toda
identidad y autenticidad, además devora el 85% del presupuesto de la
república. Las políticas y las leyes, son elaboradas en escritorios para luego,
imponer a rajatabla decisiones, normas, criterios, estrategias, conceptos,
técnicas, metas y medios opuestas a las realidades de las provincias, distritos
y comunidades que son plurales y diversas.

En buena cuenta, el imaginario y saber limeño se basa en un limeñismo


conservador, monopólico, omnipotente, expoliador de los recursos
provincianos, pues han creado una estructura y cobertura estatal modelada a
los caprichos, frivolidades, privilegios y artimañas para extraer dinero del
erario.

En cambio, las provincias peruanas tienen otras realidades y prioridades, por


ejemplo: cultura viva, riqueza natural, agricultura, herencia cultural ancestral
y habitantes que destacan por su creatividad y laboriosidad, principalmente
manual. Todo ese potencial provinciano, es ignorado y despreciado en los
planes de los gobiernos nacionales. Por ejemplo, las riquezas naturales como
minería, pesca, agricultura, agua y bosques amazónicos están ubicados en
territorios provincianos, pero ellos son extraídos, vendidos e hipotecados
fácticamente para enriquecer a familias y grupos de la capital peruana y el
extranjero.

En mi opinión, las reglas y el statu quo del centralismo vigente por 200 años,
son las más difíciles de cambiar, pero no imposibles, por tanto, tiene ocurrir
un proceso de cambios estructurales sostenidos en el tiempo que pongan las
bases de una nueva forma de administrar el país, teniendo como meta ser una
nación del primer mundo. Tal proceso de cambios y mejoras deberán ser
inteligentes, realistas y dirigidas hacia la grandeza y el desarrollo nacional, es
decir con una reingeniería del Estado, y para ello se deben convocar a los
mejores ilustrados del país en todos los campos, cuyos conocimientos y visión

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ayudarán a diseñar el NUEVO PAIS QUE INICIE EL CAMINO HACIA UNA NACIÓN
PRÓSPERA, líder en América Latina.

Entonces, es razonable pensar en la reconstrucción nacional con paradigmas y


estrategias de renovación radical en la geopolítica. Este objetivo necesita de
nuevas personas y de nuevos saberes para gobernar el país con un modelo
autónomo de atención y solución a las grandes necesidades principalmente de
las provincias. Es importante remarcar que un sistema descentralizado de
gestión pública con los máximos valores de una democracia real y justa, hará
posible que exista una amplia participación con beneficios tangibles para la
población, y será el poder ciudadano vigilante quien determine que las
instituciones sean sanas y fuertes, que las políticas económicas y laborales
sean humanistas, que el rol de las autoridades y servidores públicos no tengan
vicios ni adicciones impropias en su desempeño.

Esa nueva visión y gestión de empoderamiento de la nación peruana, tiene que


estar sostenida en cuatro pilares: conocimientos, alimentación, generación
de economía y descentralización real. Será fundamental elevar el crecimiento
intelectual, asegurar la nutrición de todos y garantizar un manejo razonable,
técnico y justo del erario público priorizando a las 24 provincias. Este nuevo
enfoque nacional realista y humanista, es clave porque recuperará y
establecerá el rol esencial de los gobiernos democráticos.

Es importante tomar el ejemplo de naciones democráticas que en no más de


100 años lograron desarrollo pues tuvieron gobernantes patriotas, honestos y
sabios que supieron acelerar la evolución de sus connacionales y superar sus
problemas y necesidades de hambre, ignorancia, analfabetismo, desnutrición,
desocupación e insalubridad.

Los próximos gobiernos del Perú, deben ser conscientes que tienen inmensas
responsabilidades de poner las bases de un país renovado y seguro donde
cada peruano sea un protagonista y contribuyente activo, leal y feliz de su
patria, que sienta y viva con seguridad, confianza y garantía. Un gobierno
inteligente y audaz deberá tener como primeros objetivos poner en marcha
tres revoluciones: educativa, seguridad alimentaria, y distribución
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económica, lo que significará establecer y garantizar las bases seguras de un
rumbo de desarrollo con bienestar para todos.

En lo personal, he publicado en el Internet un documento de 67 páginas con


fecha 23 de febrero 2023, después de oír los reclamos y las protestas
ciudadanas provincianas, titulado “Empoderamiento de las Provincias
Peruanas, por un País del Primer Mundo” donde sugiero con amplitud algunas
ideas y propuestas viables para comenzar una nueva era de cambios y sentar
las bases de un camino innovador para nuestra grandiosa y maravillosa nación.

Si se asegura el crecimiento cultural, la alimentación nutritiva y el manejo del


presupuesto nacional, poco a poco el país irá recuperando la confianza y la
seguridad en el sistema democrático de gobierno, y una población educada,
bien alimentada y con ingresos dignos hará una nación sana, hábil, fuerte, feliz
y con sabiduría en los cerebros. Y todo ello garantizará un futuro con mejores
decisiones, con rendimientos laborales y ocupacionales óptimos, con mejores
pensamientos, más ideas innovadoras, en suma, con prosperidad, armonía,
equilibrio y bienestar generalizado.

El Perú, hoy con más de 33 millones de habitantes, tiene una tasa de


crecimiento poblacional de 3%, lo que significa que en cincuenta años más
tendrá casi 50 millones. Esta proyección ya es un desafío para todo gobierno
visionario, y en función de ellas se tienen que proyectar los planes de
desarrollo del país. Siempre se necesitarán nuevas ciudades, nuevas viviendas,
más escuelas, más fuentes ocupaciones, mejores empresas, y más servicios
públicos como privados.

Los nuevos gobiernos nunca deben dejar de ser visionarios y previsores, pues
en función de ellos orientar y asegurar el uso y manejo de la bastedad y
diversidad de recursos naturales y culturales como fuentes de sostenimiento
de las generaciones venideras.

De cara al futuro y conociendo la realidad geopolítica del Perú, será crucial


diseñar e implementar políticas y planes diferenciados que sean concordantes
a las realidades territoriales y necesidades humanas específicas de costa, sierra

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y selva, y de macro regiones como norte, centro y sur. Así el Perú será una
nación atractiva para visitantes propios y extraños por su autenticidad y
calidad humana.

Definitivamente, el fallido modelo centralista, es un obstáculo para el progreso


del país, pues ha expandido males y vicios como el libertinaje político,
económico, empresarial, judicial y cultural que están destruyendo el corazón
y el cerebro de grandes y chicos, y no hay capacidad de reacción ni corrección.
Por esa penosa descomposición social, se van perdiendo valores, normas y los
horizontes de una convivencia civilizada y próspera. Se desprecian la
honestidad, el amor a la patria, el respecto a la vida, a la razón, y al
conocimiento. Se manejan y defienden leyes equivocadas, se elogia el fraude,
se induce a las pugnas entre connacionales, y hay una mediática perversa,
banal, corrompida y manipuladora. Tampoco existen líderes genuinos
preparados y con empatía popular.

La descomposición social generalizada también genera un vacío que debe ser


subsanada con urgencia, antes de que suceda una catástrofe mayor porque se
incrementaría el atraso, se multiplicarían los males, crecería la ira y las
desgracias nacionales y lo peor se causarían daños irreparables a la nación
perpetuando el subdesarrollo y la dependencia.

El Perú del devenir merece tener gobiernos visionarios, honestos y sabios que
además cuenten con un gran equipo de expertos en desarrollo humano, que
sean revolucionarios leales, patriotas, creativos e innovadores, corregidores
de los errores del pasado, y que respondan a las legítimas aspiraciones de
grandeza y bienestar nacional.

Nunca más demagogos, charlatanes, embusteros, traidores, rufianes,


apocalípticos ni ladrones con títulos y de abolengo, pues todos ellos fueron
autores y cómplices de la frustración, las desgracias y las miserias, de los odios,
de la inseguridad y de las pugnas entre unos y otros.

Son más 200 años de penosa vida republicana con más fracasos que avances y
triunfos, ya que seguimos siendo una nación empobrecida que regala y

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entrega sus recursos naturales para el beneficio de ajenos. Deshumanización,
pobreza, desnutrición, ignorancia, racismo, discriminación, contaminación
ambiental, delincuencia callejera, evasión y exoneraciones tributarias, altos
impuestos por créditos, monopolios, envenenamiento de las tierras y aguas de
cultivo, enfermedades mortales, basura y residuos tóxicos de la industria
urbana, comestibles artificiales, informalidad, mafias y fraudes, impunidad,
narcotráfico han proliferado sin control en los últimos años.

Nos jactamos de vivir en una república independiente y democrática desde el


año 1821, cuando sólo hemos creado un monstruo gigante con un cerebro
maléfico, especialmente en la administración pública y en la elite empresarial.
La democracia peruana urbana y capitalina dirigido por politiqueros bipolares
sin moral ni ética, pone en riesgo el presente y futuro.
Los nuevos gobiernos y sus equipos que dirijan los destinos de esta gran
nación andina, tienen que ser líderes natos, liberadores de las ataduras,
traumas y complejos del pasado, y como prioridad de su gestión deben
orientar y ejecutar una reingeniería del Estado. De todos modos, tienen ser
motivadores, sanadores, conciliadores y autores del milagro peruano.
Deben actuar con limpieza, sabiduría, verdad y claridad y dar cuenta de sus
actos, tienen que afirmar la pedagogía del ejemplo como buenos servidores,
impulsores de la doctrina del bienestar para todos, es decir operadores de una
democracia real, franca, justa y moderna. Además, será indispensable que
cuenten con aliados incondicionales en el Congreso de la República donde se
legitiman las leyes.
Los futuros gobernantes y sus equipos deben convocar como colaboradores
a los mejores técnicos y profesionales del país, que exhiban méritos y hojas de
vida limpias, para así garantizar la toma de decisiones en el manejo de la
hacienda pública.
Asimismo, predicarán la verdad, el saber; el orden y la disciplina, fortalecer la
participación organizada de los gobernados por ser los directos beneficiarios
del Estado, y todos deben sentir que sus derechos y deberes son garantizados
y protegidos, y también deberán poner todo esfuerzo por disminuir las vallas

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burocráticas en los trámites y gestiones para evitar los fraudes y los
aprovechamientos ilícitos.
Los nuevos gobernantes y sus equipos deben ser provincianistas, porque en
las provincias está la pobreza crítica que claman soluciones y como impulsores
de las regiones, distritos y comunidades guiarán la ejecución de sus planes de
desarrollo y autodesarrollo, con énfasis en la industria del turismo vivencial,
en la agricultura familiar ecológica y en la artesanía utilitaria con valor
agregado y en las diversas formas de auto empleo en todas las ramas.
Igualmente, deben ser promotores de la autoeducación formativa con
empoderamiento de las familias y de esa manera los hogares sean núcleos
poderosos de crecimiento cultural y ciudadano.
Los nuevos gobernantes y sus equipos, tienen que tener iniciativas de
innovación productiva dirigidas a impulsar redes de creatividad y
productividad empresarial, industrial, comercial y tecnológica incorporando
las nuevas tecnologías electrónicas. Además, deben ser garantes de una
cultura fiscal y tributaria, así como de la responsabilidad social y ambiental.
Deben dirigir la inversión estatal a la construcción de infraestructura de
servicios como escuelas, universidades, hospitales, carreteras, puertos,
aeropuertos, represas, electricidad, saneamiento, comunicación electrónica y
rutas de acceso para la totalidad de pueblos y comunidades del país. Los
servicios estatales tienen que ser eficientes y permanentes.

Del mismo modo, deben ser impulsores de la soberanía e independencia


nacional, el respeto a los organismos mundiales, pero jamás aceptar
injerencias foráneas en las decisiones internas nacionales. La relación
armoniosa con los demás países tiene que ser en el marco de las leyes
universales vigentes.

Los nuevos presidentes y sus equipos deben ser inteligentes y audaces para
poner fin a la pobreza humana y monetaria con tres medidas efectivas: evitar
la corrupción económica, eliminar la evasión y elusión tributaria, y poner fin a
las exoneraciones tributarias. Con esas medidas el erario tendría disponible

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alrededor de 60 mil millones de soles anuales para atender y solucionar
efectivamente el abandono y la marginación del 30% de connacionales.

En adelante, los presidentes, así como los congresistas, gobernadores


regionales y alcaldes, elegidos por votación ciudadana, antes de asumir el
cargo deben suscribir un COMPROMISO PÚBLICO de lealtad, honestidad y
eficiencia, documento con valor jurídico y prueba objetiva para cualquier
proceso de inhabilitación funcional posterior.

Peruanos y peruanas, siempre recordemos que somos dueños de un gran


territorio, que necesita unir la diversidad y la pluralidad para fortalecer una
nación con autenticidad, sin imitaciones ni copias. Defendamos nuestra
bendita patria con sabiduría para que las nuevas generaciones hereden una
nación con identidad y alto valor en todas sus áreas. Aquí no debe haber
abusivos, hambrientos, miserables ni abandonados, todos somos humanos y
como humanos tenemos derechos y deberes que cumplir.

Reconozcamos al Perú como una patria fuerte, triunfadora y con ganas de


prosperar día a día por obra de cada uno. Seamos contribuidores de la
sanación y la limpieza general. Ayudémonos unos a otros para superar los
problemas con honestidad y en cada hogar, formemos líderes felices, que
pongan bases invencibles para el futuro de nuestra amada patria.

Muchas gracias.

Reynaldo Charres Vargas (Rey Charré)

Perú, Julio 2023

https://reynaldocharresvargas.blogspot.com

Reynaldo Charres Vargas, es analista, escritor,


intelectual y promotor artístico-cultural voluntario de
larga trayectoria en su país Perú.

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