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LA SOCIEDAD CONYUGAL
1 Apuntes sobre Derecho de Familia preparados por el Prof. Juan José Contreras Bolla
exclusivamente para uso del curso Derecho Privado 5 de la Universidad de O´Higgins, año
2023.
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b) La sociedad conyugal no es una persona jurídica.
Esta, es una de las tantas diferencias con la sociedad como contrato patrimonial.
c) El patrimonio de la sociedad conyugal, durante su vigencia, ante terceros se
confunde con el patrimonio del marido. De este modo la sociedad conyugal –que
es una comunidad universal de bienes- no se acoge a las reglas de la comunidad
por cuanto tiene un administrador único que excluye a la otra comunera, la mujer.
d) Las reglas que la regulan son de orden público. Así, por ejemplo, la sociedad
conyugal no admite pactos de pérdidas y ganancias.
Se disuelve por causas legales y no admite intervención de la mujer en la
administración.
e) El patrimonio de la sociedad conyugal está constituido por los siguientes tres
patrimonios: el patrimonio de la sociedad conyugal, el del marido y el propio de la
mujer.
El haber absoluto.
El haber absoluto es el constituido por todos aquellos bienes que ingresan a la
sociedad conyugal de manera definitiva e irrevocable, sin cargo de recompensa.
Los bienes de que se compone este haber, conforme al artículo 1725, n° 1, 2 y 5 del
CC, son los siguientes:
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“Artículo 1725. El haber de la sociedad conyugal se compone:
1° De los salarios y emolumentos de todo género de empleos y oficios, devengados
durante el matrimonio.
2° De todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de cualquiera naturaleza,
que provengan, sea de los bienes sociales, sea de los bienes propios de cada uno
de los cónyuges, y que se devenguen durante el matrimonio.
5° De todos los bienes que cualquiera de los cónyuges adquiera durante el
matrimonio a título oneroso”.
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FRIGERIO CATARDI, Cesar, Regímenes Matrimoniales, Editorial Jurídica Conosur, 1995, página 55.
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Para saber como se adquieren los frutos por la sociedad conyugal es necesario
efectuar la siguiente distinción:
a) Frutos producidos por un bien social. En este caso el modo de adquirir es la
accesión de acuerdo a lo dispuesto en los artículos 646 y 648 del CC. En este
sentido, el artículo 643 del CC dispone que “la accesión es el modo de adquirir por
el cual el dueño de una cosa pasa a serlo de lo que ella produce, o de lo que se
junta a ella. Los productos de las cosas son frutos naturales o civiles”.
b) Frutos producidos por un bien propio. En este caso no puede hablarse de
accesión debiendo concluirse que el modo de adquirir es la ley (artículo 1725 nº 2
del CC).
Este derecho de la sociedad conyugal a beneficiarse de los frutos de los bienes
propios de cada cónyuge debe relacionarse con el derecho legal de goce que
tiene el marido sobre los bienes de la mujer (artículos 810 y 2466 del CC).
C. Todos los bienes que cualquiera de los cónyuges adquiera durante el matrimonio
a título oneroso (artículo 1725 n° 5 del CC).
Estos bienes deben ser adquiridos durante la vigencia de la sociedad conyugal y a
título oneroso.
Estas adquisiciones para ingresar al haber absoluto de la sociedad conyugal deben
cumplir con los siguientes requisitos:
a) La adquisición deber ser a título oneroso y puede comprender bienes muebles o
inmuebles.
b) La adquisición debe hacerse para o por cualquiera de los cónyuges.
c) La adquisición debe haberse producido, dentro de la vigencia de la sociedad
conyugal, es decir, el título o causa título principia durante la vigencia de la
sociedad conyugal (artículos 1725, n° 5 y 1737 del CC).
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vi) El inmueble o cosa que se poseía en comunidad con otra persona y que un
cónyuge adquirió para ser dueño exclusivo (artículo 1729 del CC).
D. Las minas denunciadas por uno de los cónyuges o por ambos se agregan al
haber social (artículo 1730 del CC).
Nuestro Derecho considera que el hallazgo de minas y su explotación son
jurídicamente “trabajo”. Así, una pertenencia minera se adquiere como
consecuencia de una gestión judicial por lo que representa una actividad
productiva económica, que se realiza durante la vigencia de la sociedad conyugal
y que tiene como resultado la adquisición de un derecho real. De este modo, el
artículo 1730 del CC establece que “[l]as minas denunciadas por uno de los
cónyuges o por ambos se agregarán al haber social”.
E. La parte del tesoro que le corresponde al dueño del terreno, pero en la medida
que éste sea social (artículo 1731 del CC).
Las reglas para determinar cómo se reparte el tesoro están contenidas en el artículo
626 del CC. Conforme a ellas se debe efectuar las siguientes distinciones:
a) Si se encuentra un tesoro en un terreno de la sociedad conyugal va al haber
absoluto.
b) Si se encuentra en un bien de uno de los cónyuges va al haber relativo.
c) Si se encuentra en terreno ajeno, pero se descubre por uno de los cónyuges, la
parte que se encuentra va al haber relativo.
De este modo el tesoro sólo integrará el haber absoluto en la medida que sea
encontrado en un terreno social.
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FRIGERIO CATARDI, Cesar, Regímenes Matrimoniales, Editorial Jurídica Conosur, 1995, página 31.
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c) Las demás cuotas se adquieran a título oneroso.
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EL HABER RELATIVO O APARENTE.
El haber relativo o aparente es el constituido por aquellos bienes que ingresan a la
sociedad conyugal de manera aparente, esto es con cargo de recompensa. Así al
haber relativo de la sociedad conyugal ingresan los bienes de forma transitoria,
pues respecto de ellos se encuentra conferido al cónyuge propietario del bien un
crédito o derecho de recompensa contra la sociedad que es su deudora,
equivalente al valor de adquisición del bien. Este crédito solo puede hacerse valer
al momento de la disolución de la sociedad.
Los bienes que componen el haber aparente están establecidos en el artículo 1725
n° 3 y 4 del CC, en los siguientes términos:
“Artículo 1725. El haber de la sociedad conyugal se compone:
3° Del dinero que cualquiera de los cónyuges aportare al matrimonio, o durante él
adquiriere; obligándose la sociedad a pagar la correspondiente recompensa.
4° De las cosas fungibles y especies muebles que cualquiera de los cónyuges
aportare al matrimonio, o durante él adquiriere; quedando obligada la sociedad a
pagar la correspondiente recompensa.
Pero podrán los cónyuges eximir de la comunión cualquiera parte de sus especies
muebles, designándolas en las capitulaciones matrimoniales”.
Los bienes signados con el n° 3 deben ser adquiridos a título gratuito por aplicación
del artículo 1732 del CC.
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otorga acción para exigir su cobro. (iii) Los bienes ingresan al haber propio del
cónyuge donatario, si se trata de servicios prestados antes de la vigencia de la
sociedad conyugal.
ii) En caso que lo donado sean bienes muebles, de acuerdo al artículo 1738 inciso
2º del CC, se debe distinguir lo siguiente: (i) Los bienes ingresan al haber relativo
del cónyuge donatario, si el servicio no dan acción para exigir su cobro. (ii) Los
bienes ingresan al haber absoluto de la sociedad conyugal, si el servicio da acción.
(iii) Los bienes ingresan al haber relativo -y se debe recompensa por ellos-, si ellos
provienen de donaciones por servicios prestados antes de la vigencia de la
sociedad conyugal.
b) Supuesto en el que la donación remuneratoria proviene de servicios que dan
acción para el cumplimiento. En esta hipótesis pueden suceder dos cosas,
dependiendo de la naturaleza divisible o indivisible del servicio:
i) Los servicios divisibles, como honorarios mes a mes, remuneración proveniente de
un contrato de trabajo, etc. Estos servicios ingresan al haber absoluto de la
sociedad conyugal, pero solamente por los períodos de servicios prestados, dentro
de la sociedad conyugal. A su vez, si comprendieren períodos anteriores a la
sociedad conyugal debe atenderse a su naturaleza. De este modo si se trata de
un inmueble va ingresa al haber propio y si es mueble al haber relativo.
ii) Los servicios indivisibles, como una defensa en juicio, un tratamiento médico, etc.,
se entienden devengados al terminar de la respectiva obra o servicio. A su vez, si
el servicio se finaliza al término de la sociedad conyugal, estos servicios integrarán
el haber absoluto.
C. El tesoro
El tesoro ya ha sido tratado a raíz del artículo 1731 del CC. Sin perjuicio de ello,
cabe recordar que la norma precedente es del siguiente tenor:
“Artículo 1731. La parte del tesoro, que según la ley pertenece al que lo encuentra,
se agregará al haber de la sociedad, la que deberá al cónyuge que lo encuentre
la correspondiente recompensa; y la parte del tesoro, que según la ley pertenece
al dueño del terreno en que se encuentra, se agregará al haber de la sociedad, la
que deberá recompensa al cónyuge que fuere dueño del terreno”.
EL HABER PROPIO.
El haber propio es el constituido por los bienes que no ingresan a la sociedad
conyugal ni de manera absoluta ni de manera aparente, sino que permanecen en
el patrimonio propio de los cónyuges.
El dominio de estos bienes es de cada cónyuge y ellos son administrados por el jefe
de la sociedad conyugal, pero sus frutos pertenecen a la sociedad conyugal
(artículo 1725 n° 2 del CC).
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Los bienes de que se compone este haber son los siguientes:
A. Los bienes raíces que los cónyuges tienen al momento de contraer matrimonio
Aun cuando la ley no lo dice explícitamente, se deduce, a contrario sensu, del art.
1725, que hace ingresar al haber social los bienes muebles aportados al
matrimonio, no los raíces (art. 1725 números 3 y 4).
Con todo, los esposos pueden haber estipulado, en sus capitulaciones
matrimoniales previas al matrimonio, que un inmueble aportado al matrimonio
ingrese al haber de la sociedad conyugal, la que deberá al cónyuge aportante la
respectiva recompensa.
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E. Bienes que ingresan al haber propio a consecuencia de una subrogación.
También forman parte del haber propio de cada cónyuge, los bienes que entran a
sustituir a otros bienes propios del cónyuge, a consecuencia del fenómeno llamado
subrogación, regulado en el art. 1727, números 1 y 2 en relación al art. 1733, que
más adelante estudiaremos.
G. Bienes muebles e inmuebles adquiridos por la mujer en virtud del art. 166 del
Código Civil.
Según estudiaremos, se trata de bienes que adquiere la mujer en virtud de una
donación, herencia o legado, con la condición precisa de que en estos bienes no
tenga la administración el marido.
Estos bienes pertenecerán a la mujer, pero no así los frutos y los bienes adquiridos
con dichos frutos, los que podrán ser sociales, si la mujer acepta los gananciales.
El art. 166 es una excepción a la regla general, en virtud de la cual los bienes
muebles adquiridos a título gratuito durante la vigencia de la sociedad conyugal,
ingresan al haber relativo de la sociedad conyugal.
En cambio, desde el punto de vista del dominio, el art. 166 carece de relevancia
en lo que concierne a los bienes inmuebles, pues estos de todas maneras serán de
la mujer si los adquiere a título gratuito. En este caso, la importancia del art. 166 dice
relación con la administración de estos bienes, que corresponderá a la mujer, con
las facultades del art. 150.
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primero, o que, vendido el segundo durante el matrimonio, se haya comprado con
su precio el primero; y que en la escritura de permuta o en las escrituras de venta y
de compra se exprese el ánimo de subrogar.
Puede también subrogarse un inmueble a valores propios de uno de los cónyuges,
y que no consistan en bienes raíces; mas para que valga la subrogación, será
necesario que los valores hayan sido destinados a ello, en conformidad al nº 2 del
artículo 1727, y que en la escritura de compra del inmueble aparezca la inversión
de dichos valores y el ánimo de subrogar.
Si se subroga una finca a otra y el precio de venta de la antigua finca excediere al
precio de compra de la nueva, la sociedad deberá recompensa por este exceso
al cónyuge subrogante; y si por el contrario el precio de compra de la nueva finca
excediere al precio de venta de la antigua, el cónyuge subrogante deberá
recompensa por este exceso a la sociedad.
Si permutándose dos fincas, se recibe un saldo en dinero, la sociedad deberá
recompensa por este saldo al cónyuge subrogante, y si por el contrario se pagare
un saldo, la recompensa la deberá dicho cónyuge a la sociedad.
La misma regla se aplicará al caso de subrogarse un inmueble a valores.
Pero no se entenderá haber subrogación, cuando el saldo en favor o en contra de
la sociedad excediere a la mitad del precio de la finca que se recibe, la cual
pertenecerá entonces al haber social, quedando la sociedad obligada a
recompensar al cónyuge por el precio de la finca enajenada, o por los valores
invertidos, y conservando éste el derecho de llevar a efecto la subrogación,
comprando otra finca.
La subrogación que se haga en bienes de la mujer exige además la autorización
de ésta”.
A continuación se analizará la norma precedente.
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i) Se debe vender un inmueble propio de alguno de los cónyuges.
ii) Con el precio de dicha venta se adquiera otro inmueble.
iii) Se manifieste el ánimo de subrogar que debe estar presente en las dos escrituras,
tanto la de venta como la de compra. El ánimo de subrogar debe expresarse de
un modo explícito y faltando esta expresión no puede subsanarse después por otros
medios de prueba, ni aun con la confesión de parte (artículos 1701 inciso 1º y 1733
inciso 1º del CC).
Con respecto a las operaciones de venta y de compra, la ley no ha exigido que se
hagan simultáneamente, ni ha fijado un plazo entre una y otra, como tampoco se
exige que ambos contratos se hagan entre las mismas personas. Aún más, la ley no
prohíbe el traspaso del crédito que recibe el cónyuge vendedor del comprador
por la venta de su bien, directamente su vendedor, para pagarle el precio del
nuevo inmueble. Pero, para Arturo ALESSANDRI y Fernando FUEYO, la venta del
inmueble propio de uno de los cónyuges debe ser anterior a la compra de un
nuevo inmueble.
iv) La mujer debe autorizar la subrogación en los bienes de su dominio.
v) Debe existir una proporcionalidad en los valores de los inmuebles en los términos
planteados en la permuta.
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dando lugar dicha diferencia a los créditos que correspondan, ya sea a favor de
la sociedad o a favor del cónyuge.
Obligaciones sociales.
Las obligaciones sociales afectan los bienes del marido y los sociales y constituyen
la regla general. Ellas además constituyen la fase externa de la sociedad conyugal,
ya que para los terceros los bienes de la sociedad conyugal se confunden con los
del administrador, es decir, el marido. Estas obligaciones son las siguientes:
a) Las obligaciones contraídas por el marido o por la mujer con autorización del
marido o de la justicia en subsidio, durante la vigencia de la sociedad conyugal, y
que no fueren personales de aquél o ésta, como lo serían las que se contrajesen
para el establecimiento de los hijos de un matrimonio anterior (artículo 1740 inciso
1º, n° 2 del CC).
b) Las obligaciones contraídas por el marido antes de contraer matrimonio (artículo
1740 inciso 1º, n° 3 del CC).
c) Las obligaciones contraídas por la mujer con mandato general o especial del
marido (artículos 1751 inciso 1º, primera parte, 166 y 167 del CC).
d) Las obligaciones contraídas por la mujer conjuntamente con el marido, y
aquellas en que la mujer se obliga solidariamente con el marido o subsidiariamente
con el marido (artículos 1751 inciso 3°, 161, 150 inciso 5°, 166 y 167 del CC).
e) Las obligaciones que contrae la mujer casada bajo el régimen de sociedad
conyugal, durante la vigencia de ésta, en virtud de un contrato celebrado por ella,
sólo obligan su patrimonio reservado y los bienes que administra como separada
parcialmente de bienes (artículos 166, 167 y 137.1º del CC). Pero se obliga a la
sociedad conyugal y al marido en los siguientes casos:
i) Las obligaciones contraídas por la mujer en las compras que hace al fiado de
objetos muebles destinados al consumo ordinario de la familia (artículos 137 inciso
2º y 134 inciso 2º del CC).
ii) Las obligaciones contraídas por la mujer con autorización judicial, cuando ella
administra ordinariamente la sociedad conyugal (artículo 138 inciso 2º y 3º del CC).
Para saber que patrimonios pueden verse afectados por los distintos actos del
marido o la mujer cabe efectuar la siguiente distinción:
1. Las obligaciones que pueden hacerse efectivas sobre los bienes del marido, de
la sociedad conyugal y bienes propios de la mujer:
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a) Las contraídas por el marido durante la vigencia de la sociedad conyugal, en
virtud de un contrato que cede en beneficio personal de la mujer (artículos 166, nº
2 del y 1750.2° del CC).
b) Las obligaciones contraídas por la mujer antes del matrimonio (artículos 1750
inciso 2°; 1740 inciso 1º, n° 3 y 2465 del CC).
3. Obligaciones que sólo pueden hacerse valer sobre los bienes propios del marido.
Estas emanan de las obligaciones que el marido sin autorización de la mujer, avale,
se constituya como codeudor solidario, fiador u otorgue cualquiera otra caución
respecto de obligaciones contraídas por terceros (artículo 1749 inciso 5° del CC)4.
Una vez disuelta la sociedad conyugal, no se debe recurrir a los principios de la
obligación y la contribución a las deudas, ya que los pagos se imputan
directamente al patrimonio que debe soportarlos.
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Esta situación es realmente excepcional y busca proteger al cónyuge, pero principalmente a la familia, igual
regla se establece en la parJcipación a los gananciales.
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El principio de la contribución a la deuda.
Este principio determina que patrimonio, en definitiva, soporta el pago de una
obligación. Este principio se aplica a la disolución de la sociedad conyugal. Las
deudas personales del marido o la mujer, aunque son deudas sociales desde el
punto de vista de la obligación a la deuda, en definitiva son soportadas por éstos,
y la sociedad conyugal se transforma en acreedora de una recompensa en contra
del cónyuge deudor.
Para determinar en definitiva que patrimonio es el que se hace cargo de las deudas
se hace necesario efectuar la siguiente distinción:
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En el caso de haberse hecho estas expensas por uno de los cónyuges, sin
contradicción o reclamación del otro, y no constando de un modo auténtico que
el marido o la mujer quisieron hacerlas de lo suyo, la mujer, el marido o los herederos
de cualquiera de ellos podrán pedir que se les reembolse de los bienes propios del
otro, por mitad, la parte de dichas expensas que no cupiere en los gananciales; y
quedará a la prudencia del juez acceder a esta demanda en todo o parte,
tomando en consideración las fuerzas y obligaciones de los dos patrimonios y la
discreción y moderación con que en dichas expensas hubiere procedido el
cónyuge.
Todo lo cual se aplica al caso en que el descendiente no tuviere bienes propios;
pues teniéndolos, se imputarán las expensas extraordinarias a sus bienes, en cuanto
cupieren, y en cuanto le hubieren sido efectivamente útiles; a menos que conste
de un modo auténtico que el marido, o la mujer, o ambos de consuno, quisieron
hacerlas de lo suyo”.
Esta norma se debe relacionar con el artículo 1740 inciso 2°, n° 5 del CC.
En definitiva componen el pasivo absoluto o definitivo de la sociedad conyugal las
siguientes obligaciones:
a) Las pensiones e intereses que corran contra la sociedad conyugal, o cualquiera
de los cónyuges y que se devenguen durante la vigencia de la sociedad (artículo
1740 inciso 1º, n° 1 del CC).
b) Las obligaciones contraídas durante el matrimonio por el marido, o por la mujer
con autorización del marido o de la justicia en subsidio y en que no fueran
personales de aquél o ésta (artículo 1740 n° 2 del CC).
c) Las obligaciones derivadas del pago de toda fianza, hipoteca o prenda
constituida por el marido (artículo 1740 inciso 1º, n° 2 inciso 1º del CC). Para
garantizar obligaciones sociales y no personales o de terceros (artículos 1749 inciso
5°, 1749 inciso 6° y 1750 inciso 2° del CC).
d) Las obligaciones que tienen su origen en todas las cargas y reparaciones
usufructuarias de los bienes sociales o de cada cónyuge (artículo 1740 inciso 1º, n°
4 del CC).
e) Las obligaciones que deriven del mantenimiento de los cónyuges, del
mantenimiento, educación y establecimiento de los descendientes comunes; y de
toda otra carga familiar (artículos 230 y 213 del CC). Las expensas de educación
pueden ser ordinarias o extraordinarias, ambas son de cargo de la sociedad
conyugal (artículo 1744 del CC). Dentro de estas obligaciones deben considerarse
“…los alimentos que uno de los cónyuges esté por ley obligado a dar a sus
descendientes o ascendientes, aunque no lo sean de ambos cónyuges”, pero en
este caso puede el juez moderar el gasto si le pareciere excesivo, imputando el
exceso al haber del cónyuge” (artículo 1740 inciso 2º del CC).
f) Las obligaciones originadas de una reserva efectuada por la mujer en las
capitulaciones matrimoniales, como una cantidad de dinero que pueda responder
a su arbitrio. La cantidad antedicha será de cargo de la sociedad conyugal a
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menos que el marido se hubiera impuesto esta carga (artículo 1740 inciso 3º, del
CC).
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Si la deuda se contrajo antes del matrimonio, se presume “personal”; en cambio si se contrajo durante
la sociedad conyugal se presume social, salvo que se acredite haber cedido en exclusivo beneficio de la mujer
o del marido.
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RODRÍGUEZ G. enJende que el arWculo 1742 del CC, en su primera parte, conJene una lamentable
reiteración, al disponer que se debe recompensa por el valor de toda donación, que se hiciere de cualquier
parte del haber social, pues queda comprendida la situación descrita en el arWculo 1747 del CC, referida a
donaciones cuanJosas de bienes sociales a favor de un tercero. Vid. RODRÍGUEZ GREZ, Pablo, Regímenes
Patrimoniales, Editorial Jurídica de Chile, 1996, SanJago de Chile, 1996, página 99.
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RECOMPENSAS.
Las recompensas son créditos que se producen entre marido y mujer y la sociedad
conyugal, y que pueden reclamarse recíprocamente por las razones, en los casos,
y en el momento y forma que se determina en la ley.
El objetivo de las recompensas es lograr un equilibrio en relación a las prestaciones
que deben enfrentar los cónyuges y la sociedad conyugal con relación al principio
de la obligación a las deudas, durante la vigencia y al término del régimen,
evitando el enriquecimiento injusto de cualquiera de ellos; pero además uno de los
objetivos de las recompensas es proteger el patrimonio de la mujer.
Las recompensas desde el abandono del nominalismo y la adopción de la
reajustabilidad tienen una importancia creciente (artículo 1734 del CC).
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calificarse como frutos7. Así sucede respecto del pago de las deudas sociales con
dinero propio del cónyuge.
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TRONCOSO LARRONDE, Hernán, Derecho de Familia, Colección de Manuales, Lexis Nexis, Octava Edición,
SanJago de Chile, 2006, nº 121, página 177.
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iii) En cuanto a las donaciones no se deben recompensas en los siguientes
supuestos: (i) Por la donación de poca monta o de escasa cuantía, atendida la
fuerza del haber social. (ii) Por las donaciones realizadas en favor de un
descendiente común aunque sean cuantiosas. (iii) Por razones de beneficencia y
sin causar un grave menoscabo al haber social.
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