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matrimonio.
El art. 1721 inc. 1º C. Civil señala que “El que se haya bajo curaduría por otra causa que la
menor edad, necesitará de la autorización de su curador para las capitulaciones
matrimoniales, y en lo demás estará sujeto a las mismas reglas que el menor”.
Sabemos que los dementes y los sordomudos que no puedan expresar su voluntad
claramente por escrito NO pueden contraer matrimonio y, por ende, NO podrán celebrar
capitulaciones matrimoniales. Debe entenderse entonces que esta regla está referida para
el caso de los interdictos por disipación.
Esto suscita discusión, para algunos supone que el disipador menor adulto requiere el
consentimiento de su curador y de las personas llamadas para consentir en su matrimonio;
a juicio de la prof. Martinic, le basta con la autorización de su curador, y al hablar la norma
de que “en lo demás estará sujeto a las mismas reglas que el menor”, significa que para
renunciar los gananciales, gravar bienes raíces con hipoteca, censo o servidumbre, requiere
autorización judicial.
Si se celebran antes del matrimonio, las Capitulaciones Matrimoniales deberán celebrarse
por Escritura Pública e inscribirse al margen de la inscripción de matrimonio. Dicha
inscripción debe practicarse en el acto del matrimonio o hasta 30 días después, ya que en
caso contrario, NO producirán efecto alguno.
En estas capitulaciones las partes podrán optar por el régimen de bienes del matrimonio,
introducir modificaciones al de sociedad conyugal, hacerse donaciones y otras concesiones
recíprocas.
En todo caso, no podrán contener estipulaciones contrarias a las buenas costumbres ni a
las leyes; no pueden ser en detrimento de los derechos y obligaciones que las leyes señalen
a cada cónyuge respecto del otro o de los descendientes comunes; y no podrá pactarse
que la sociedad conyugal principie antes o después de contraer matrimonio, ya que toda
estipulación en contrario es nula.
Si se trata de matrimonio celebrado en país extranjero, el plazo para inscribir las
capitulaciones se cuenta desde la inscripción de ese matrimonio en Chile.
Si se celebran en el acto del matrimonio, deberán subinscribirse al margen de la respectiva
inscripción matrimonial, pudiendo en ellas los cónyuges sólo podrán pactar el régimen de
Separación Total o de Participación en los Gananciales.
Las Capitulaciones Matrimoniales podrán alterarse antes de la celebración del matrimonio,
pero una vez celebrado éste, las capitulaciones no podrán alterarse, aun con el
consentimiento de todas las personas que intervinieron en ellas, sino en el caso establecido
en el inciso 1º del artículo 1723, es decir, la alteración del regimen de bienes hecha por los
cónyuges a través de escritura pública.
El inc. final del art. 1723 agrega que “Los pactos a que se refieren este artículo y el inciso
segundo del artículo 1715, no son susceptibles de condición, plazo o modo alguno”, es
decir, la alteración posterior del regimen de bienes por escritura pública ni las
Capitulaciones Matrimoniales podrán ser objeto de modalidades.
LA SOCIEDAD CONYUGAL.
Se forma por el sólo hecho de contraer matrimonio, pues constituye en Chile el regimen de
bienes legal o de derecho del matrimonio, es decir, se entiende contraido el matrimonio
bajo este regimen por el sólo hecho de no haber optado los cónyuges al momento de
contraerlo o antes en las Capitulaciones Matrimoniales, por un regimen diverso.
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Profesor Walterio Miranda. Tema “Regímenes Patrimoniales del Matrimonio”
Art. 135. Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges, y
toma el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en
el título De la sociedad conyugal.
Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados de bienes,
a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna
de Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los
gananciales, dejándose constancia de ello en dicha inscripción.
Art. 1718. A falta de pacto en contrario se entenderá, por el mero hecho del matrimonio,
contraída la sociedad conyugal con arreglo a las disposiciones de este título.
El prof. P.R. lo define como el “Regimen patrimonial de bienes establecido en la ley, que se
contrae por el sólo hecho del matrimonio si no se pacta un regimen alternativo diverso, y
que tiene por objeto consagrar una Comunidad de Gananciales entre los cónyuges”.
Diferencias entre la Sociedad Conyugal y la Sociedad.
Como todo patrimonio, el que se forma durante el regimen de Sociedad Conyugal está
compuesto por un Activo y un Pasivo. Estos, a su vez, pueden ser Absolutos o Relativos.
Haber Absoluto de la Sociedad Conyugal.
Está integrado por todos aquellos bienes, corporales e incorporales, muebles o inmuebles,
que constituyen en definitiva los gananciales del regimen, sin que la sociedad conyugal
deba compensar por ello al cónyuge que los aporta o adquiere durante el regimen.
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Respecto a los bienes adquiridos durante el matrimonio en razón del cumplimiento de un
contrato de promesa celebrado antes del matrimonio, se planteó ante la Jurisprudencia el
siguiente caso: durante la vigencia de la sociedad conyugal, el marido celebró un contrato
de promesa para adquirir un inmueble; posteriormente, se disolvió la sociedad conyugal,
y el marido contrajo nuevo matrimonio bajo sociedad conyugal, adquiriéndose en este
segundo matrimonio el inmueble en cumplimiento de la promesa. La Jurisprudencia
resolvió que el bien raíz pertenecía a la primera sociedad conyugal, porque entendió que el
título de adquisición se verificó en esta (Corte Suprema, 24 de Agosto de 1942; R. de D. y
J., tomo 40).
Asimismo, el legislador contempló ciertos casos que dan origen a una comunidad entre la
sociedad conyugal y el cónyuge propietario de un bien determinado que no haya
ingresado a la sociedad:
a) Si durante el regimen se adquiere un predio contiguo a la finca propia de uno de los
cónyuges, el nuevo inmueble pertenecerá a la sociedad; a menos que formen una heredad
o edificio de que el terreno adquirido no pueda desmembrarse sin daño, pues entonces la
sociedad y el cónyuge serán condueños del todo, a prorrata de los valores al tiempo de la
incorporación (art. 1728).
b) Si uno de los cónyuges adquiere a título oneroso la propiedad exclusiva de cosas que antes
era proindiviso, pertenecerán proindiviso a la sociedad y al cónyuge, a prorrata del costo
de adquisición y del valor de su cuota, respectivamente (art. 1729).
3) De todos los frutos, réditos, pensiones, intereses y lucros de cualquuiera naturaleza, que
provengan, sea de los bienes sociales o de bienes propios de los cónyuges, y que se
devenguen durante el matrimonio (art. 1725 nº 2).
4) La parte del tesoro que se encuentre en un terreno de la sociedad conyugal.
5) Las minas denunciadas por uno de los cónyuges (art. 1730).
Esto se debe a que el descubrimiento de una mina es fruto del trabajo, no es producto del
azar. Sin embargo, si fue descubierta por la mujer en el desempeño de su profesión, por ej,
si ella es ingeniera en minas, ingresará a su patrimonio reservado si dicha actividad la
realiza separada del marido.
Haber Relativo de la Sociedad Conyugal.
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b) El 3º que a título oneroso adquiera un bien, quedará a salvo de toda reclamación que se
intente alegando que el bien es social o propio del otro cónyuge, siempre que el 3º haya
recibido en virtud de tradición hecha de buena fe.
No se presume la buena fe del 3º cuando el bien aparezca inscrito a nombre del otro
cónyuge en registro público.
c) Se presume que todo bien adquirido a título oneroso por cualquiera de los cónyuges
disuelta la sociedad y antes de su liquidación, se adquirió con bienes sociales. El cónyuge
deberá recompensa a la sociedad conyugal, salvo que probare haberlos adquirido con
bienes propios o provenientes de su sola actividad personal.
Patrimonio propio de cada cónyuge.
Como hemos planteado, junto al patrimonio de la sociedad, encontramos el patrimonio de
cada cónyuge, el cual se compone por todos aquellos bienes que no ingresan al haber
social. Estos bienes son:
1) Los inmuebles que tenían antes de contraer matrimonio.
2) Los inmuebles adquiridos durante el matrimonio a título gratuito, donados o asignados a
título gratuito.
3) Los bienes muebles eximidos de la comunidad en las Capitulaciones Matrimoniales.
4) Los aumentos materiales que acrecen y forman un cuerpo con una especie del cónyuge
(art. 1727 nº 3).
5) Los frutos de las cosas donadas, heredadas o legadas, siempre que la donación, herencia o
legado se haya hecho bajo la condición de que ellos no pertenezcan a la sociedad conyugal.
En todo caso, los frutos de los bienes heredados como legitimario ingresan a la sociedad
conyugal, ya que la Legítima Rigorosa NO puede ser objeto de condición, plazo, modo o
gravamen alguno (art. 1192 C.Civil).
6) Los bienes debidamente subrogados por otro bien propio del cónyuge, ya sea de inmueble
a inmueble (art. 1727 nº 1) o de inmueble a valores propios (art. 1727 nº 2).
La generalidad de la doctrina sostiene que estos son los únicos casos en que puede operar
la subrogación, es decir, estaría reservada a los bienes inmuebles y se encontraría regulada
en el art. 1733.
A continuación, analizaremos la Subrogación en la Sociedad Conyugal.
Se define como la “sustitución de un bien por otro, que pasa a ocupar la misma situación
jurídica que el anterior”.
Puede verificarse en los siguientes casos:
a) De inmueble a inmueble.
b) De inmueble a valores propios.
a) De inmueble a inmueble.
Se verifica cuando, ya sea por permuta o compraventa, se adquiere un bien raíz que pasa a
reemplazar a otro bien raíz propio del cónyuge, observándose los requisitos que establece
la ley.
Surge entonces que esta subrogación puede operar:
• Por Permuta.
• Por Compraventa.
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• Por Permuta.
El cónyuge propietario de un bien raíz entrega éste a cambio de otro inmueble, pasando
este segundo inmueble a ocupar la misma situación jurídica que el anterior, es decir,
ingresa a su patrimonio propio.
Para que así se verifique, es necesario observar los siguientes requisitos:
1º. Debe expresarse en la escritura pública el ánimo de subrogar.
2º. Debe existir proporcionalidad entre los bienes permutados (la diferencia de valor entre
uno y otro no puede exceder del 50%).
• Por Compraventa.
El cónyuge propietario de un bien raíz lo vende, y con el producto de esta venta adquiere
otro inmueble, el cual ingresa a su patrimonio propio no obstante haberse adquirido
durante al regimen a título oneroso.
En este caso, deberán observarse los siguientes requisitos:
1º. Debe adquirirse el nuevo inmueble con el producto de la venta de un bian raíz propio.
2º. En la escritura de venta y en la de compra deberá expresarse el ánimo de subrogar.
3º. Debe existir proporcionalidad.
4º. Si se trata de un bien propio de la mujer, y que por tanto administra el marido como
veremos más adelante, ella deberá autorizar tanto la venta como la compra.
¿Qué significa la proporcionalidad?.
La ley se puso en los siguientes casos:
- Que el precio de la antigua finca sea mayor al precio que se paga por la nueva: en este
caso, la sociedad deberá recompensa por este exceso al cónyuge subrogante.
- Que el precio pagado por la nueva finca sea mayor que el recibido por la venta de la
antigua: será entonces el cónyuge quien deberá recompensa a la sociedad conyugal.
- Que al permutarse se reciba un saldo en dinero: la sociedad conyugal deberá recompensa
por dicho saldo.
- Que al permutarse deba pagarse un saldo en dinero: el cónyuge deberá recompensa a la
sociedad conyugal.
La proporcionalidad exige que la diferencia de valor entre ambas fincas no exceda del
50%. En este sentido, si el saldo a favor o en contra de la sociedad excede la mitad del
precio de la nueva finca, NO habrá subrogación y se entenderá pertenecer el inmueble a la
sociedad conyugal, la que deberá recompensa por el precio de la finca enajenada.
No obstante, el cónyuge conserva el derecho para subrogar, adquiriendo otra finca.
b) De Inmuebles a Valores.
Corresponde al caso del cónyuge que, con valores propios, adquiere un inmueble a título
oneroso durante el matrimonio, pasando éste a formar parte de su patrimonio propio.
Para que opere, es necesario:
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1º. Que los valores se hayan destinado para este propósito, ya sea que se hayan reservado
en las Capitulaciones Matrimoniales, o bien, otorgados en donación por causa de
matrimonio.
2º. Que en la escritura de compraventa se deje constancia de la inversión de estos valores,
y del ánimo de subrogar.
3º. Que exista proporcionalidad (en lo términos ya estudiados).
¿Procede la subrogación de mueble a mueble?. Como ya dijimos, la doctrina entiende que
la subrogación opera sólo respecto de los inmuebles, sin embargo, el prof. P.R. plantea que
es posible la subrogación de mueble a mueble, ya que no existe norma alguna que prohiba
que en las Capitulaciones Matrimoniales se reserven valores para comprar bienes muebles.
Se discute si en nuestro derecho tiene cabida la Subrogación por Anticipación. Esta se
produce cuando uno de los cónyuges adquiere un inmueble y en la escritura de
compraventa señala que está destinado a subrogar un bien propio que se va a vender
después. Ello podría ocurrir en el caso de un vendedor que no esté dispuesto a esperar que
el cónyuge propietario de un inmueble obtenga el dinero necesario para comprar
mediante la venta de un bien raíz propio de dicho cónyuge, y éste, para evitar que se
venda el inmueble que desea adquirir, lo compra con el dinero de su trabajo y señala en la
escritura de compraventa que dicho inmueble subrogará al bien raíz propio una vez que
éste se venda.
Un sector de la doctrina sostiene que es perfectamente posible, ya que no existe norma que
la prohiba y en el derecho privado se puede hacer todo lo que la ley no prohiba, y en el
silencio permite. Don Arturo Alessandri sostiene que es posible, señalando en la escritura
de compraventa el ánimo de subrogar, se queda debiendo el precio, y después se paga con
el fruto de la venta del bien raíz propio del cónyuge.
La prof. Martinic encuentra que esta posición es discutible, porque la subrogación es una
institución de excepción, por lo que debe aplicarse restrictivamente; además, porque del
art. 1733, parece desprenderse que la venta debe preceder a la compra.
Si bien resulta totalmente atendible la posición del prof. Alessandri, estimo que no podría
extenderse al caso de que el cónyuge no quede debiendo el precio, ya que si lo pagó, nos
encontraríamos frente a un bien inmueble adquirido a título oneroso durante el
matrimonio, no comprendido en el art. 1733, y que habrá ingresado al haber absoluto de la
sociedad conyugal.
Pasivo de la Sociedad Conyugal.
Tal como lo hicimos al estudiar las obligaciones solidarias, hay que distinguir entre la
Obligación a la Deuda y la Contribución a la deuda.
a) Obligación a la deuda: supone determinar sobre que patrimonio los acreedores podrán
perseguir el pago de sus créditos.
Gran impotancia tiene esto en la sociedad conyugal, pues en ella concurren al patrimonio
social y el patrimonio de ambos cónyuges.
En este sentido, los acreedores podrán perseguir:
• Los bienes del marido y de la sociedad conyugal, en el caso de:
- Obligaciones contraídas por el marido durante la sociedad conyugal.
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pero podrá el juez moderar este gasto si le pareciere excesivo, imputando el exceso al
haber del cónyuge.
Esta disposición del art. 1740 nº 5 debe concordarse con lo dispuesto en los artículos 230 y
231 C.Civil, introducidos por la ley 19.585, conforme a los cuales:
Art. 230. Los gastos de educación, crianza y establecimiento de los hijos son de cargo de la
sociedad conyugal, según las reglas que tratando de ella se dirán. Si no la hubiere, los
padres contribuirán en proporción a sus respectivas facultades económicas.
En caso de fallecimiento del padre o madre, dichos gastos corresponden al sobreviviente.
Art. 231. Si el hijo tuviere bienes propios, los gastos de su establecimiento, y en caso
necesario, los de su crianza y educación, podrán sacarse de ellos, conservándose íntegros
los capitales en cuanto sea posible.
.
Del nuevo art. 231, surge que no siempre la sociedad conyugal será obligada a los gastos
de crianza, educación y establecimiento de los hijos. En efecto, si el hijo tiene bienes
propios, se sacará de ellos para hacer frente a los gastos de establecimiento; ahora,
tratándose de los gastos de mantenimiento y educación, éstos son de cargo de la sociedad
conyugal, y sólo si fuese necesario se podrá sacar de loa bienes del hijo para hacerles
frente.
Asi se sostiene, que los gastos ordinarios de educación son siempre de cargo de la
sociedad conyugal; pero los extraordinarios, por ej, si quiere ir a estudiar al extranjero,
serán de cargo de la sociedad conyugal si el hijo no tiene bienes, ya que si los tiene, podrá
sacarse de ellos para hacerles frente.
La misma distinción anterior se hace respecto de los gastos de mantención, que son
aquellos que tienen por objeto dar al hijo una situación estable que le permita subvenir a
sus necesidades.
6. Si la mujer se reserva en las capitulaciones matrimoniales el derecho de que se le entregue
por una vez o periódicamente una cantidad de dinero de que pueda disponer a su arbitrio,
será de cargo de la sociedad este pago, siempre que en las capitulaciones matrimoniales no
se haya impuesto expresamente al marido.
Pasivo Relativo, provisional o aparente.
Está constituido por aquellas obligaciones que, si bien las paga la sociedad conyugal, esta
tiene derecho de recompensa en contra del cónyuge. Este derecho surge para la sociedad
en los siguientes casos:
1) Cuando la sociedad paga deudas personales de los cónyuges.
2) Cuando alguno de los cónyuges donare parte del haber social (art. 1742). Salvo que se trate
de donaciones de poca monta, atendidas las fuerzas del haber social; o que se hagan para
un objeto de eminente piedad o beneficencia, sin causar grave menoscabo al haber social.
3) Los gastos ordinarios o extraordinarios de educación de los descendientes comunes,
constando de modo auténtico que se han querido pagar con bienes propios y, aún cuando
se saquen de éstos, se entenderán que se hacen a cargo de la sociedad, a menos de
declaración contraria (art. 1744).
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4) Los pagos de precios, saldos, costas judiciales y expensas de toda clase que se hagan para
la adquisición o cobro de créditos, bienes o derechos que pertenezcan a uno de los
cónyuges, se presumen erogados por la sociedad, a menos de prueba en contrario (art.
1745).
5) Se le debe asimismo recompensa por las expensas de toda clase que se hayan hecho en los
bienes de cualquiera de los cónyuges, en cuanto dichas expensas hayan aumentado el
valor de los bienes, y en cuanto subsistiere este valor a la fecha de la disolución de la
sociedad; a menos que este aumento del valor exceda al de las expensas, pues en tal caso
se deberá sólo el importe de éstas (art. 1746).
6) Cada cónyuge deberá asimismo recompensa a la sociedad por los perjuicios que le hubiere
causado con dolo o culpa grave, y por el pago que ella hiciere de las multas y reparaciones
pecuniarias a que fuere condenado por algún delito o cuasidelito (art. 1748).
7) En la subrogación, cuando haya existido un saldo de precio en contra del cónyuge
propietario del inmueble o valores subrogados.
El pasivo relativo de la sociedad conyugal nos enfrenta al tema de las Recompensas.
Hemos visto los casos en que son los cónyuges los obligados a pagar recompensa a la
sociedad, sin embargo, corresponderá a la sociedad pagar recompensa a los cónyuges en
ciertos casos, como también es posible el pago de recompensa entre cónyuges.
Será la sociedad conyugal la obligada al pago de recompensa:
• En los casos de dinero a favor del cónyuge subrogante, como también en el caso de no
haber operado la subrogación por falta de proporcionalidad.
• Por las especies muebles que los cónyuges aportan al matrimonio, o adquiridas por éstos
durante el regimen a título gratuito.
• Cuando el cónyuge, con bienes propios, satisface una deuda social.
Será el cónyuge obligado a pagar recompensa al otro:
• Por las mejoras hechas a los bienes de uno con cargo a los bienes del otro; como también
por la adquisición de bienes a favor de uno con cargo a los bienes del otro.
• Cuando uno de los cónyuges, con cargo a sus bienes, pague deudas personales del otro.
• Por los daños ocasionados por dolo o culpa grave a los bienes del otro cónyuge.
Las Recompensas se definen como “aquellos créditos que por disposición de la ley puedan
reclamar el marido, la mujer y la sociedad conyugal una vez disuelta ésta, en el proceso de
liquidación a fin de que cada cónyuge aproveche los aumentos y soporte en definitiva las
cargas que le corresponden”.
La prueba de las Recompensas recae sobre aquel de los cónyuges que la reclama para sí o
para la sociedad conyugal, debiendo acreditar tanto el hecho que la genera como su
monto; a través de cualquiera de los medios de prueba, a excepción de la confesión (art.
1739 inc. 2º).
Art. 1734. Todas las recompensas se pagarán en dinero, de manera que la suma pagada
tenga, en lo posible, el mismo valor adquisitivo que la suma invertida al originarse la
recompensa.
El partidor aplicará esta norma de acuerdo a la equidad natural.
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Administración de la Sociedad Conyugal.
a) Administración Ordinaria: es la administración normal de la sociedad conyugal y
corresponde exclusivamente al marido, salvo un caso muy calificado de excepción en que
la mujer administra ordinariamente la sociedad conyugal. Dicho caso excepcional está
contemplado en el art. 138 inc. 2º C.Civil, y corresponde al caso de que el marido sufra
algún impedimento que no sea de larga o indefinida duración, en cuyo caso la mujer
puede actuar respecto de sus bienes propios, de los sociales y de los propios del marido,
con autorización judicial, y el juez autoriza con conocimiento de causa si de la demora se
sigue perjuicio. Estos actos se miran como actos del marido y lo obligan en sus bienes y en
los de la sociedad conyugal, y a la mujer sólo hasta concurrencia del beneficio que haya
reportado del acto.
b) Administración Extraordinaria: procede cuando el marido se encuentra impedido para
administrarla. Dicha administración corresponde al curador del marido, el cual puede ser
la propia mujer o un tercero.
Administración Ordinaria.
Conforme al art. 1749 inc. 1º, “El marido es jefe de la sociedad conyugal, y como tal
administra los bienes sociales y los de su mujer; sujeto, empero, a las obligaciones y
limitaciones que por el presente Título se le imponen y a las que haya contraído por las
capitulaciones matrimoniales”.
Esta situación da lugar a que, respecto de terceros, se produzca una confusión de
patrimonios, ya que como administrador de la sociedad ejecuta actos y celebra contratos
en pro de la familia, de suerte que compromete en éstos el patrimonio social y el
patrimonio propio, los cuales, como ya dijimos, se entienden formar uno solo respecto de
terceros. Así lo dispone el art. 1750 C.Civil.
Art. 1750. El marido es, respecto de terceros, dueño de los bienes sociales, como si ellos y
sus bienes propios formasen un solo patrimonio, de manera que durante la sociedad los
acreedores del marido podrán perseguir tanto los bienes de éste como los bienes sociales;
sin perjuicio de los abonos o compensaciones que a consecuencia de ello deba el marido a
la sociedad o la sociedad al marido.
Podrán, con todo, los acreedores perseguir sus derechos sobre los bienes de la mujer, en
virtud de un contrato celebrado por ellos con el marido, en cuanto se probare haber cedido
el contrato en utilidad personal de la mujer, como en el pago de sus deudas anteriores al
matrimonio.
A tal punto llega esta regla que, durante la vigencia del regimen, la mujer no tiene
derecho alguno sobre los bienes sociales:
Art. 1752. La mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales durante la
sociedad, salvo en los casos del artículo 145.
La referencia hecha al art. 145 debe entenderse referida, actualmente, al caso contemplado
en el art. 138 inc. 2º, es decir, cuando corresponde a la mujer la administración ordinaria de
la sociedad conyugal y sin perjuicio de que la mujer obliga los bienes sociales por las
compras al fiado que haga conforme al art. 137 inc. 2º.
Sin embargo, a la mujer le interesa que se conserve el patrimonio social, es por ello y en
virtud de dicho interés que la Corte Suprema ha resuelto que no obstante que la mujer no
tiene derecho alguno sobre los bienes sociales, en el sentido de dominio, ella puede
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Como administrador, el marido podrá:
1) Realizar actos de mera administración.
2) Recibir el pago de capitales adeudados a la mujer.
3) Subrogar bienes inmuebles de la mujer, con tal que ésta consienta en ello.
En todo caso, el marido NO podrá:
1). Enajenar ni gravar los bienes raíces de la mujer, sino con su voluntad (art. 1754).
La voluntad de la mujer deberá ser específica y otorgada por escritura pública, o
interviniendo expresa y directamente de cualquier modo en el acto. Podrá prestarse, en
todo caso, por medio de mandato especial que conste de escritura pública.
Podrá suplirse por el juez el consentimiento de la mujer cuando ésta se hallare
imposibilitada de manifestar su voluntad.
Sanción: Nulidad Relativa (art. 1757).
2) Para enajenar o gravar otros bienes de la mujer, que el marido esté o pueda estar
obligado o restituir en especie, bastará el consentimiento de la mujer, que podrá ser
suplido por el juez cuando la mujer estuviere imposibilitada de manifestar su voluntad
(art. 1755).
La mujer debe consentir de manera clara y específica.
Sanción: Nulidad Relativa (art. 1757).
4) La mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la
tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los casos de los
artículos 138 y 138 bis (es decir, cuando administra ordinariamente la sociedad conyugal; o
cuando el marido se opone injustificadamente al acto o contrato que la mujer quiere
realizar respecto de sus bienes, en cuyo caso, previa citación del marido, el juez podrá
autorizarla para actuar por sí misma).
El marido no podra arrendar o ceder la tenencia de los bienes raíces de la mujer, sin
autorización de ésta, por más de 5 u 8 años.
Sanción: Inoponibilidad en lo que exceda los plazos antes señalados.
Art. 1757. Los actos ejecutados sin cumplir con los requisitos prescritos en los artículos
1749, 1754 y 1755 adolecerán de nulidad relativa. En el caso del arrendamiento o de la
cesión de la tenencia, el contrato regirá sólo por el tiempo señalado en los artículos 1749 y
1756.
La nulidad o inoponibilidad anteriores podrán hacerlas valer la mujer, sus herederos o
cesionarios.
El cuadrienio para impetrar la nulidad se contará desde la disolución de la sociedad
conyugal, o desde que cese la incapacidad de la mujer o de sus herederos.
En ningún caso se podrá pedir la declaración de nulidad pasados diez años desde la
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La prof. Martinic plantea que existe otro caso de administración extraordinaria de la
sociedad conyugal, y correspondería al caso de la administración que realiza el Síndico de
Quiebras, conforme al art. 60 de la Ley de Quiebras. La quiebra produce el desasimiento
de los bienes del fallido y la administración de éstos pasa al síndico, que en todo caso sólo
administrará los bienes sociales y los del marido, pero no los de la mujer.
Termina la administración extraordinaria:
1) Por la rehabilitación del marido.
2) Por llegar éste a la mayoría de edad.
3) Por otorgarse la posesión definitiva de los bienes del marido desaparecido.
4) Por presentarse el marido ausente.
En el caso de la rehabilitación o del marido que llega a la mayoría de edad, a éste
corresponderá la administración ordinaria de la sociedad conyugal y la de los bienes
propios de la mujer (salvo que se haya disuelto el régimen por la Separación Judicial de
Bienes). Tratándose de la Rehabilitación, ésta requiere decreto judicial, no así en el caso del
marido que alcanza su mayoría de edad.
Disolución de la Sociedad Conyugal. (1764 CC en relación Art 42 LMC)
1) Por la muerte natural.
2) Por la muerte presunta.
Respecto de la muerte presunta, ésta produce la terminación del matrimonio y, puesto fin
a éste, cae de suyo el régimen de bienes del mismo.
Tratándose de la muerte presunta, el art. 43 L.M.C. establece las causales por las cuales el
matrimonio terminará. (Revisarlas c/u)
Asimismo, la muerte presunta da lugar a la discusión respecto al momento en que ésta
determina la disolución de la sociedad conyugal, si al tiempo de concederse la posesión
provisoria o definitiva de los bienes del desaparecido, o en el día presuntivo de la muerte.
La generalidad de la doctrina sostiene que ésta se produce al concederse el decreto de
posesión provisoria o definitiva de los bienes del desaparecido.
A juicio de la prof. Martinic, la sociedad conyugal se disuelve en el día presuntivo de la
muerte ya que, si no fuese así, en el período intermedio entre éste y la concesión de la
posesión provisoria o definitiva de los bienes del desaparecido, se estarían adquiriendo
bienes sociales o bienes propios del marido, y conforme al art. 85 C. Civil el patrimonio
sobre el cual se sucede al desaparecido queda fijado en relación al día presuntivo de la
muerte.
3) Por la sentencia firme de Nulidad del matrimonio (sin perjuicio de los efectos del
matrimonio putativo).
4) Por sentencia ejecutoriada de Divorcio.
5) Por la sentencia de separación judicial de bienes.
6) Por la sentencia de separación total de bienes.
7) Por el pacto de participación en los gananciales o de separación total de bienes, en
conformidad a lo dispuesto por el artículo 1723.
Art. 1723. “Durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad podrán substituir el
régimen de sociedad de bienes por el de participación en los gananciales o por el de
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1) Facción de inventario y tasación.
Se trata de operaciones previas. Se verifica inventario simple o solemne de todos los bienes
de los cuales la sociedad usufructuaba o de que era responsable; también deberá
comprender los bienes reservados de la mujer, cuando ésta no haya renunciado a los
gananciales, los frutos de los bienes sociales y de los bienes propios de cada cónyuge
producidos después de la disolución, y los frutos y bienes adquiridos por la mujer que
administraba separadamente en virtud de los artículos 166 y 167.
No obstante, si entre los comuneros hubiere cónyuge o herederos menores de edad, o
personas que no tengan libre administración de sus bienes, o se encuentren inhabilitados
para administrarlos, se procederá a la facción de Inventario Solemne. Si éste no se hiciere,
la persona a quien sea imputable esta omisión deberá indemnizar todo perjuicio y
proceder a la legalización del inventario lo más pronto posible (art. 1766).
Verificado inventario, se procede a la tasación de los bienes, sea de común acuerdo entre
los comuneros plenamente capaces, o a través de peritos.
Relacionado con estas operaciones, el art. 1768 C.Civil dispone:
Art. 1768. Aquel de los cónyuges o sus herederos que dolosamente hubiere ocultado o
distraído alguna cosa de la sociedad, perderá su porción en la misma cosa y se verá
obligado a restituirla doblada.
ð Estos hechos deberán haberse cometido antes de la liquidación de la sociedad para que
proceda la sanción prevista.
2) Formación de Acervo Bruto.
Este acervo comprende todos los bienes de que la sociedad es responsable, de los que
usufructuaba, y de los demás comprendidos en el inventario.
3) Formación de Acervo Líquido Partible.
Los cónyuges proceden a deducir sus bienes propios y se determinan las recompensas que
los cónyuges deben a la sociedad, o la sociedad a éstos.
4) División del pasivo.
Se descuenta el pasivo de la sociedad, y el partidor es obligado a formar una escuela
pagadora de deudas para responder a éstas, so pena de responder de todo perjuicio.
Dentro de estas deudas, corresponderá el pago de las recompensas. Tratándose de las que
la sociedad deba a los cónyuges, deberán hacerlas efectivas sobre el dinero de la sociedad,
los bienes muebles de ésta y, en subsidio, sobre los inmuebles sociales.
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Para el pago de las recompensas, la mujer tendrá las siguientes prerrogativas:
- Hace sus deducciones antes que el marido.
- Se paga de las recompensas primero que él.
- Si los bienes sociales no alcanzan, podrá perseguir los del marido.
- Goza de un crédito privilegiado de 4ª clase.
Si liquidadas las recompensas, resultan los cónyuges deudores de la sociedad, éstas se
acumulan imaginariamente al acervo, y se le imputarán a su mitad de gananciales.
5) División de gananciales.
Corresponde a la etapa de adjudicación a cada cónyuge de su mitad de gananciales.
Si resulta que no hay gananciales a repartir, y sólo hay deudas, el marido es obligado al
pago de éstas; y la mujer sólo será obligada en caso de haber aceptado los gananciales,
pero sólo hasta concurrencia de su mitad de gananciales, sea con Beneficio de Inventario,
sea con Beneficio de Emolumentos..
La mujer responde de las deudas sociales con Beneficio de Inventario, una vez liquidad la
sociedad conyugal, mientras no haya renunciado a los gananciales (en este caso la ley
entiende que acepta con dicho beneficio); y lo mismo sucede si le corresponde una parte
inferior al 50% de gananciales.
En cambio, responderá con Beneficio de Emolumentos si recibe el 50% de los gananciales
(art. 1777).
Art. 1777. La mujer no es responsable de las deudas de la sociedad, sino hasta
concurrencia de su mitad de gananciales.
Mas para gozar de este beneficio deberá probar el exceso de la contribución que se le
exige, sobre su mitad de gananciales, sea por el inventario y tasación, sea por otros
documentos auténticos.
La Renuncia de los Gananciales.
incurrido la mujer, salvo si dichos negocios han cedido en interés del marido.
La renuncia a los gananciales se caracteriza por:
- Se trata de un acto jurídico unilateral.
- Debe ser pura y simple, y total. Salvo en el caso de los herederos de la mujer, ya que cada
uno de ellos podrá aceptar o renunciar a los gananciales.
- Como toda renuncia, es Irrevocable.
- Si se verifica en las Capitulaciones Matrimoniales, la renuncia es un acto solemne, pues
queda sujeta a las mismas solemnidades que las capitulaciones; pero si se verifica a la
disolución de la sociedad conyugal, será un acto consensual.
- Sólo podrá rescindirse por las causales de nulidad, y la ley se refiere específicamente al
dolo y al error (la acción debe ejercerse dentro del plazo de 4 años contados desde la
disolución).
La Renuncia a los gananciales podrá rescindirse:
a) Cuando se probare que la mujer o sus herederos han sido inducidos a renunciar por
engaño o dolo.
b) Cuando han sido inducidos a renunciar por un justificable error acerca del verdadero
estado de los negocios sociales.
c) Por la fuerza, conforme a las reglas generales.
d) Cuando la mujer o herederos incapaces relativos han renunciado sin sujeción a las
formalidades habilitantes que la ley establece.
¿Qué ocurre con las deudas que la mujer contrajo en la administración de su patrimonio
reservado, si ésta acepta los gananciales?.
Si la mujer acepta los gananciales, su patrimonio reservado pasa a formar parte de los
gananciales, y el marido deberá responder de las deudas contraídas por la mujer en
administración de este patrimonio con Beneficio de Emolumentos, es decir, hasta
concurrencia de la mitad de los bienes que ha recibido a título de gananciales del
patrimonio reservado de la mujer.
¿Puede el marido renunciar a su mitad de gananciales?.
Se sostiene que la renuncia a los gananciales es una facultad conferida a la mujer y a sus
herederos dentro del regimen de sociedad conyugal, de manera que no corresponderá al
marido realizar tal renuncia (a esta posición adhiere el prof. P.R.).
En efecto, el art. 1781 del C.Civil así lo dispone, no haciendo extensiva esta facultad al
marido:
Art. 1781. Disuelta la sociedad, la mujer mayor o sus herederos mayores tendrán la
facultad de renunciar los gananciales a que tuvieren derecho. No se permite esta renuncia
a la mujer menor, ni a sus herederos menores, sino con aprobación judicial.
A partir del art. 1721, que permite en las Capitulaciones Matrimoniales renunciar a los
gananciales, se refiere sólo a los cónyuges sin hacer distinción entre marido y mujer. Esto
ha sido utilizado como argumento por la Prof. Martinic para sostener que el marido
también puede renunciar a sus gananciales, más aún porque no hay precepto que lo
prohíba, sin que por ello se exonere de responder a las deudas sociales, ya que éstas se han
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Art. 150. “La mujer casada de cualquiera edad podrá dedicarse libremente al ejercicio de
un empleo, oficio, profesión o industria.
La mujer casada, que desempeñe algún empleo o que ejerza una profesión, oficio o
industria, separados de los de su marido, se considerará separada de bienes respecto del
ejercicio de ese empleo, oficio, profesión o industria y de lo que en ellos obtenga, no
obstante cualquiera estipulación en contrario; pero si fuere menor de dieciocho años,
necesitará autorización judicial, con conocimiento de causa, para gravar y enajenar los
bienes raíces.
Incumbe a la mujer acreditar, tanto respecto del marido como de terceros, el origen y
dominio de los bienes adquiridos en conformidad a este artículo. Para este efecto podrá
servirse de todos los medios de prueba establecidos por la ley.
Los terceros que contraten con la mujer quedarán a cubierto de toda reclamación que
pudieren interponer ella o el marido, sus herederos o cesionarios, fundada en la
circunstancia de haber obrado la mujer fuera de los términos del presente artículo, siempre
que, no tratándose de bienes comprendidos en los artículos 1754 y 1755, se haya
acreditado por la mujer, mediante instrumentos públicos o privados, a los que se hará
referencia en el instrumento que se otorgue al efecto, que ejerce o ha ejercido un empleo,
oficio, profesión o industria separados de los de su marido.
Los actos o contratos celebrados por la mujer en esta administración separada, obligarán
los bienes comprendidos en ella y los que administre con arreglo a las disposiciones de los
artículos 166 y 167, y no obligarán los del marido sino con arreglo al Art. 161.
Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer administre en
virtud de este artículo, a menos que probaren que el contrato celebrado por él cedió en
utilidad de la mujer o de la familia común.
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Disuelta la sociedad conyugal, los bienes a que este Art. se refiere entrarán en la partición
de los gananciales; a menos que la mujer o sus herederos renunciaren a estos últimos, en
cuyo caso el marido no responderá por las obligaciones contraídas por la mujer en su
administración separada.
Si la mujer o sus herederos aceptaren los gananciales, el marido responderá a esas
obligaciones hasta concurrencia del valor de la mitad de esos bienes que existan al
disolverse la sociedad. Mas, para gozar de este beneficio, deberá probar el exceso de la
contribución que se le exige con arreglo al Art. 1777”.
Del artículo antes trascrito, resulta que toda mujer casada bajo el régimen de sociedad
conyugal tiene Patrimonio Reservado, siempre que:
a) Ejerza una profesión, oficio, industria o empleo separada del marido.
¿Qué significa trabajo separado del marido?.
Quedó establecido en la historia fidedigna de la Ley nº 5.521, como el no realizado en
colaboración con el marido. Por ende, para determinarlo, hay que atender a si existe o no
ayuda personal y directa entre marido y mujer.
b) Desarrolle este trabajo durante el matrimonio.
c) Dicho trabajo sea remunerado.
El Activo de este patrimonio está compuesto:
- Por las remuneraciones que perciba la mujer.
- Por los bienes que adquiera con ellas.
- Por los frutos que produzcan estos bienes.
Por su parte, el Pasivo se compone:
- Por las deudas personales de la mujer.
- Por las contraídas en la administración de éste patrimonio.
- Por las contraídas por el marido, pero que hayan cedido en beneficio de la mujer.
- Las obligaciones contraídas en la administración de este patrimonio no sólo obligan los
bienes que lo integran, sino también los que la mujer tenga con arreglo a los artículos 166 y
167; y los del marido y la sociedad, cuando ceden en beneficio de éste.
Asimismo, obligará los bienes sociales y los del marido cuando éste, haya accedido como
fiador o de cualquiere otro modo a la obligación contraída por la mujer.
En cuanto a su administración:
- La mujer la ejerce libremente, con la sola limitación de que si es menor de edad, para
enajenar y gravar sus bienes raíces reservados, requiere autorización judicial con
conocimiento de causa (si no la obtiene, habrá Nulidad Relativa).
- Los terceros que contraten con la mujer, en administración de éste patrimonio, quedan a
salvo de cualquiera reclamación posterior, con tal que:
a) No se trate de bienes propios de la mujer y que administra el marido.
b) En el contrato se acredite, mediante instrumento público o privado, que la mujer ha
ejercido durante el matrimonio un trabajo separada del marido.
c) El acto o contrato se celebre por escrito, haciendo referencia en él al instrumento antes
señalado.
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- En todo caso, el 3º que recibe de buena fe, queda a salvo de toda reclamación posterior
basada en que el bien era social o propio del cónyuge. Pero NO se presume la buena fe del
3º, si el bien aparece inscrito a nombre del otro cónyuge en registro público.
A la disolución de la sociedad conyugal, la mujer podrá conservar su patrimonio
reservado siempre que renuncie a los gananciales. Si los acepta, éstos bienes adquieren
carácter de gananciales, y el marido concurrirá al 50% de los mismos, respondiendo hasta
concurrencia de dicha mitad respecto de las obligaciones que la mujer haya contraído en
administración de su patrimonio reservado (Beneficio de Emolumentos del marido),
probando el mayor aporte que se le exige.
2) Los casos de los artículos 166, 167 y 1724 C.Civil.
Corresponden a casos de Separaciones Parciales de Bienes. Entendemos que se trata de
regimenes anexos a la sociedad conyugal porque no tiene sentido pactar en las
Capitulaciones Matrimoniales (art. 167), o que se haga una donación, herencia o legado a
la mujer con la condición que los bienes donados, heredados o legados no los administre el
marido (art. 166), o los frutos de dichos bienes no ingresen a la sociedad conyugal; en el
marco de un regimen distinta al de sociedad conyugal.
Art. 166. Si a la mujer casada se hiciere una donación, o se dejare una herencia o legado,
con la condición precisa de que en las cosas donadas, heredadas o legadas no tenga la
administración el marido, y si dicha donación, herencia o legado fuere aceptado por la
mujer, se observarán las reglas siguientes:
1. Con respecto a las cosas donadas, heredadas o legadas, se aplicarán las disposiciones de
los artículos 159, 160, 161, 162 y 163, pero disuelta la sociedad conyugal las obligaciones
contraídas por la mujer en su administración separada podrán perseguirse sobre todos sus
bienes.
2. Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer administre en
virtud de este artículo, a menos que probaren que el contrato celebrado por él cedió en
utilidad de la mujer o de la familia común.
3. Pertenecerán a la mujer los frutos de las cosas que administra y todo lo que con ellos
adquiera, pero disuelta la sociedad conyugal se aplicarán a dichos frutos y adquisiciones
las reglas del Art. 150.
Art. 167. Si en las capitulaciones matrimoniales se hubiere estipulado que la mujer
administre separadamente alguna parte de sus bienes, se aplicarán a esta separación
parcial las reglas del Art. precedente.
Art. 1724. Si a cualquiera de los cónyuges se hiciere una donación o se dejare una herencia
o legado con la condición de que los frutos de las cosas donadas, heredadas o legadas no
pertenezcan a la sociedad conyugal, valdrá la condición, a menos que se trate de bienes
donados o asignados a título de legítima rigorosa.
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Características:
a) Se regula por normas legales imperativas, que no pueden ser modificadas por la voluntad
de las partes.
b) Se trata de un regimen alternativo a la sociedad conyugal, que deben pactar los esposos en
las Capitulaciones Matrimoniales o los cónyuges por escritura pública (art. 1723).
c) Es un regimen de participación restringida de ganancias y adquisiciones, en general sólo
se consideran gananciales los bienes raíces y muebles adquiridos a título oneroso durante
la vigencia del matrimonio.
d) En Chile se aplica este regimen en su modalidad crediticia.
El regimen de Participación en los Gananciales fue introducido por la Ley nº 19.335, que
introdujo al C.Civil el Título XXII-A en el cual se regula entre los artículos 1792-1 al
artículo 1792-27.
El art. 2 de la Ley 19.335 define el regimen señalando: “En el régimen de participación en
los gananciales los patrimonios del marido y de la mujer se mantienen separados y cada
uno de los cónyuges administra, goza y dispone libremente de lo suyo. Al finalizar la
vigencia del régimen de bienes, se compensa el valor de los gananciales obtenidos por los
cónyuges y éstos tienen derecho a participar por mitades en el excedente.
Los principios anteriores rigen en la forma y con las limitaciones señaladas en los artículos
siguientes y en el párrafo I del Título VI del Libro Primero del Código Civil” (corresponde
al art. 1792-2 C.Civil).
De esta definición surge que, durante el regimen, los derechos de los cónyuges son
meramente condicionales (la condición consiste en que, durante la vigencia del
matrimonio, a lo menos uno de los cónyuges haya obtenido gananciales). Pero al finalizar
el regimen, el cónyuge que obtuvo menos gananciales pasa a ser acreedor puro y simple
del otro por el Crédito de Participación.
Durante la vigencia del regimen, cada cónyuge administra, goza y dispone libremente de
su patrimonio, pero la ley establece ciertas restricciones:
1) Art. 3. No podrán otorgar cauciones personales respecto de obligaciones de 3º, sin
consentimiento del otro cónyuge, quien debe autorizar directa y expresamente. Caso
contrario, adolecerá de Nulidad Relativa.
Art. 1792-3. Ninguno de los cónyuges podrá otorgar cauciones personales a obligaciones
de terceros sin el consentimiento del otro cónyuge. Dicha autorización se sujetará a lo
establecido en los artículos 142, inciso segundo, y 144, del Código Civil.
2) Art. 15. Son inoponibles al cónyuge:
a) Las donaciones irrevocables hechas por el otro y que no correspondan al cumplimiento
proporcionado de deberes morales o de usos sociales en consideración a la persona del
donatario.
b) Cualquier especie de acto fraudulento o de dilapidación.
c) Los pagos de precios de rentas vitalicias u otros gastos destinados a obtener una renta
futura, salvo las que se obtengan conforme al D.L. 3.500.
ð Estos actos inoponibles se computan, imaginariamente, para el cálculo del patrimonio
final.
ð En todo caso, serán inoponibles siempre que el cónyuge no los haya autorizado.
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Art. 1792-15. En el patrimonio final de un cónyuge se agregarán imaginariamente los
montos de las disminuciones de su activo que sean consecuencia de los siguientes actos,
ejecutados durante la vigencia del régimen de participación en los gananciales:
1) Donaciones irrevocables que no correspondan al cumplimiento proporcionado de
deberes morales o de usos sociales, en consideración a la persona del donatario.
2) Cualquier especie de actos fraudulentos o de dilapidación en perjuicio del otro cónyuge.
3) Pago de precios de rentas vitalicias u otros gastos que persigan asegurar una renta
futura al cónyuge que haya incurrido en ellos. Lo dispuesto
en este número no regirá respecto de las rentas vitalicias convenidas al amparo de lo
establecido en el decreto ley No. 3.500, de 1980, salvo la cotización adicional voluntaria en
la cuenta de capitalización individual y los depósitos en cuentas de ahorro voluntario, los
que deberán agregarse imaginariamente conforme al inciso primero del presente artículo.
Las agregaciones referidas serán efectuadas considerando el estado que tenían las cosas al
momento de su enajenación.
Lo dispuesto en este artículo no rige si el acto hubiese sido autorizado por el otro cónyuge.
Los Gananciales.
Se definen como “la diferencia de valor neto entre el patrimonio originario y el patrimonio
final de cada cónyuge”
Se trata de las utilidades que han obtenido a título oneroso y que se determinan al finalizar
el régimen, sea de común acuerdo, sea por un 3º designado por los cónyuges o por el juez
en subsidio.
Para proceder a su cálculo, debemos conocer:
1º.- Patrimonio Originario: es el existente al optar por éste régimen, momento en que debe
hacerse inventario y tasación de los bienes y de las deudas.
En este patrimonio también se comprenden:
a) Bienes adquiridos a título gratuito durante el matrimonio.
b) Donaciones remuneratorias por servicios que no dan acción para cobrarlos.
c) Bienes adquiridos a título oneroso durante el regimen, pero cuyo título de adquisición sea
anterior al regimen.
¿Qué pasa con los bienes adquiridos en comunidad por ambos cónyuges?.
- Si se adquieren a título gratuito, se incorporan al patrimonio originario.
Este patrimonio se valoriza según el estado de los bienes al entrar en vigencia el regimen o
al momento de adquirirse, y lo mismo el pasivo.
Por ello, el art. 11 de la Ley nº 19.335 ordena la facción de inventario simple al contraer
matrimonio bajo este regimen. Caso contrario, deberá probarse por otros instrumentos y,
si atendidas las circunstancias, se demuestra que no pudo procurárselos, se admitirán
otros medios de prueba.
Art. 1792-11. Los cónyuges o esposos, al momento de pactar este régimen, deberán
efectuar un inventario simple de los bienes que componen el patrimonio originario.
A falta de inventario, el patrimonio originario puede probarse mediante otros
instrumentos, tales como registros, facturas o títulos de crédito.
Con todo, serán admitidos otros medios de prueba si se demuestra que, atendidas las
circunstancias, el esposo o cónyuge no estuvo en situación de procurarse un instrumento.
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2º.- Patrimonio Final: es el existente al finalizar el regimen (bruto), deducidas todas las
obligaciones que existan en ese momento (líquidas).
Además, a éste patrimonio se acumulan imaginariamente los actos inoponibles a que
hace referencia el art. 15 de la ley 19.335 (actual art. 1792-15 C.Civil); y también se
comprende lo dispuesto en el art. 18, que obliga a devolver doblados los bienes que se
oculten o distraigan; y la atribución de derechos sobre bienes familiares.
Art. 1792-17. “Los bienes que componen el activo final se valoran según su estado al
momento de la terminación del régimen de bienes.
Los bienes a que se refiere el artículo 1792-15 se apreciarán según el valor que hubieran
tenido al término del régimen de bienes.
La valoración de los bienes podrá ser hecha por los cónyuges o por un tercero designado
por ellos. En subsidio, por el juez.
Las reglas anteriores rigen también para la valoración del pasivo”.
Art. 1792-18. “Si alguno de los cónyuges, a fin de disminuir los gananciales, oculta o
distrae bienes o simula obligaciones, se sumará a su patrimonio final el doble del valor de
aquéllos o de éstas”.
Dentro de los 3 meses de finalizado el regimen, cada cónyuge debe facilitar al otro el
inventario de su patrimonio final valorizado, el que podrá ser objetado.
Asimismo, cualquiera de ellos podrá exigir facción de inventario solemne o impetrar
medidas precautorias.
Art. 1792-16. “Dentro de los tres meses siguientes al término del régimen de participación
en los gananciales, cada cónyuge estará obligado a proporcionar al otro un inventario
valorado de los bienes y obligaciones que comprenda su patrimonio final. El juez podrá
ampliar este plazo por una sola vez y hasta por igual término.
El inventario simple, firmado por el cónyuge, hará prueba en favor del otro cónyuge para
determinar su patrimonio final. Con todo, éste podrá objetar el inventario, alegando que
no es fidedigno. En tal caso, podrá usar todos los medios de prueba para demostrar la
composición o el valor efectivo del patrimonio del otro cónyuge.
Cualquiera de los cónyuges podrá solicitar la facción de inventario en conformidad con las
reglas del Código de Procedimiento Civil y requerir las medidas precautorias que
procedan”.
Una vez que se determinan los gananciales de cada cónyuge comparando su patrimonio
originario con su patrimonio final, ambos debidamente valorizados, estos gananciales se
compensan, y el que obtuvo menos adquiere un Crédito de Participación contra el que
obtuvo más, de suerte que ambos concurren por mitades en el excedente. Por ej,
comparados sus patrimonios, resulta que la mujer obtuvo gananciales por $100 y el
marido por $140, al compensarlos, queda una diferencia de $40, adquiriendo la mujer un
crédito por el 50% de dicho excedente, es decir, en este caso por $20.
Este crédito se paga una vez deducidas las obligaciones que cada cónyuge contrajo en la
administración de su patrimonio. Debe pagarse en dinero y dentro del plazo que la ley
señala, que por resolución judicial puede fijarse hasta en 1 año, siempre que:
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• El crédito sea asegurado por el deudor o por un 3º, mediante cauciones reales o
personales; y
• Que el cónyuge quede de todas maneras indemne (es decir, que no se perjudique al
cónyuge acreedor).
Art. 1792-20. El crédito de participación en los gananciales se originará al término del
régimen de bienes.
Se prohíbe cualquier convención o contrato respecto de ese eventual crédito, así como su
renuncia, antes del término del régimen de participación en los gananciales.
Art. 1792-21. El crédito de participación en los gananciales es puro y simple y se pagará en
dinero.
Con todo, si lo anterior causare grave perjuicio al cónyuge deudor o a los hijos comunes, y
ello se probare debidamente, el juez podrá conceder plazo de hasta un año para el pago
del crédito, el que se expresará en unidades tributarias mensuales. Ese plazo no se
concederá si no se asegura, por el propio deudor o un tercero, que el cónyuge acreedor
quedará de todos modos indemne.
Art. 1792-22. Los cónyuges, o sus herederos, podrán convenir daciones en pago para
solucionar el crédito de participación en los gananciales.
Renacerá el crédito, en los términos del inciso primero del artículo precedente, si la cosa
dada en pago es evicta, a menos que el cónyuge acreedor haya tomado sobre sí el riesgo de
la evicción, especificándolo.
Art. 1792-23. Para determinar los créditos de participación en los gananciales, las
atribuciones de derechos sobre bienes familiares, efectuadas a uno de los cónyuges en
conformidad con el artículo 147 del Código Civil, serán valoradas prudencialmente por el
juez.
Art. 1792-24. El cónyuge acreedor perseguirá el pago, primeramente, en el dinero del
deudor; si éste fuere insuficiente, lo hará en los muebles y, en subsidio, en los inmuebles.
A falta o insuficiencia de todos los bienes señalados, podrá perseguir su crédito en los
bienes donados entre vivos, sin su consentimiento, o enajenados en fraude de sus
derechos. Si persigue los bienes donados entre vivos, deberá proceder contra los
donatarios en un orden inverso al de las fechas de las donaciones, esto es, principiando
por las más recientes. Esta acción prescribirá en cuatro años contados desde la fecha del
acto.
Art. 1792-25. Los créditos contra un cónyuge, cuya causa sea anterior al término del
régimen de bienes, preferirán al crédito de participación en los gananciales.
Art. 1792-26. La acción para pedir la liquidación de los gananciales se tramitará breve y
sumariamente, prescribirá en el plazo de cinco años contados desde la terminación del
régimen y no se suspenderá entre los cónyuges. Con todo, se suspenderá a favor de sus
herederos menores.
Término del régimen.
El régimen de participación en los gananciales termina:
1) Por muerte natural.
2) Por muerte presunta, desde que se concede el decreto de posesión provisoria de los bienes
del desaparecido (así lo estableció la ley 19.335).
3) Por nulidad del matrimonio.
4) Por sentencia de divorcio o de separación judicial de bienes.
5) Por acuerdo de los cónyuges (art. 1723).
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