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ALEJANDRA M HEREDIA

DNI 22858894

Mail: aherediaterciario@gmail.com

AULA 35

Formadora: María Cecilia Romero

Punto 1

La propuesta es reflexionar críticamente acerca de algunos contenidos curriculares de sus


propios recorridos escolares. Para ello, les pedimos que elijan al menos dos ideas,
conceptualizaciones, relatos históricos, textos, autoras o autores que recuerden y que
puedan ser repensados críticamente a la luz de los conceptos desarrollados a lo largo del
módulo. Debe tratarse de contenidos que hoy "hacen ruido" al ser revisados desde la
perspectiva y la mirada que aporta lo aprendido. Realicen un breve relato que dé cuenta de
cada uno de esos contenidos que seleccionaron.

Desde una mirada socio histórica se explica cómo se han encarnado estos siglos de
dominación, configurando determinadas maneras de concebir la sexualidad, los cuerpos, el
placer y los cuidados, es decir como se ha reproducido el patriarcado.
Desde mi experiencia, resaltando que fui a una escuela de monjas, tuvimos un enfoque
particular; los contenidos escolares ya estaban sesgados por una mirada católica, por
ejemplo, nunca vimos el proceso de evolución, hominización (contenido de primer año de la
escuela secundaria) y directamente se comenzó con las primeras civilizaciones de
Mesopotamia asiática, apareciendo de la nada? Esto es algo que me hizo mucho ruido en ese
momento y desde ya con en los años posteriores. Pero aún así, los contenidos que sí se daban
tenían una profunda huella marcada por el patriarcado. Comenzando por la Iglesia como una
institución patriarcal, continuando por inculcarnos, en las clases de religión, que las mujeres o
se casaban con un hombre, para formar una familia, o se casaban con Dios. Desde ya que
todo contenido de historia, tenía como protagonistas a los hombres e invisibilizaba las
mujeres, pero no es exclusivo de escuelas religiosas, sino que ya responde a los relatos socio-
históricos hegemónicos. Esto se relaciona con el concepto que desarrolla Foucault sobre el
poder, donde establece que el poder es una relación social y que se ejerce, se practica y
circula por todas las dimensiones de la sociedad, entre los individuos e instituciones.
Foucault, describe que el poder se manifiesta no sólo en los contenidos que da, sino también
en lo que oculta, prohíbe, censura.
En mi recorrido escolar, realizado a finales de los 70 y 80, recuerdo el primer libro de lectura
que utilicé; el libro Upa!. En el mismo, se podían apreciar los estereotipos de la época en
cuanto al rol de la mujer.
El género como una categoría de análisis de las relaciones sociales nos señala las
desigualdades que hemos naturalizado a lo largo de nuestro proceso de socialización. Mead
sostiene la idea de que los seres humanos son moldeados por la cultura en la que nacen,
crecen y se socializan. Es por eso que la educación ocupa un lugar esencial y de peso en la
asignación de roles y conductas asumidas y esperadas. Mead cuestionó la visión sexista y
biologicista que daba como innatas las diferencias expresadas en la división sexual del
trabajo al interior de las familias. Su postura permitió problematizar los roles sexuales y
estereotipados.
“La convicción contemporánea de que la agresión es por naturaleza masculina y la
pasividad es femenina no son, por consiguiente, más que racionalizaciones patriarcales de
desigualdades sociales, ya que las diversas facetas de nuestras vidas que se denominan
conductas 10 sexuales son casi por completo el resultado de nuestro aprendizaje social.”
(Stolcke, 2004, p. 28)

Punto 2
La resolución de este punto, me hizo pensar en la importancia que tuvieron los primeros
feminismos, para el desarrollo de los mismos a través del tiempo. Desde una perspectiva
socio-histórica, en esta cuestión, es indudable el quiebre que se produce a partir de la
revolución francesa. En la última mitad del siglo XX, de manera más acentuada y con una
riqueza en progreso y crecimiento en lo que va del Siglo XXI, se pasa desde el feminismo
que reclamaba el acceso a los mismos derechos; a la igualdad política y civil, hasta los
cuestionamientos al sistema de relaciones de poder entre mujeres y varones, la oposición a la
construcción del sistema imperante sobre las desigualdades que se basaban en diferencias
sexuales.
Todo este recorrido, nos hace tener una perspectiva de género, es decir, entender que los roles
y estereotipos de género influyen en cómo se construye y se vive la sexualidad, para
comprender cómo las desigualdades de género pueden afectar la manera en que se
experimenta la sexualidad y cómo se relaciona con el cuerpo.
En lo que se conoce como la segunda ola del feminismo (término que está en discusión en
América Latina), aparece la noción de patriarcado como orden social que regula las
relaciones entre varones y mujeres. Se comienza a pensar el cuerpo como un espacio de
lucha. Pensar los feminismos, en plural, es incluir a todas las identidades sexuales, a las
minorías. Para Danila Suárez Tomé (2019) los feminismos, en plural, conforman el
movimiento político más activo y combativo de las últimas décadas en nuestro continente.
Gerda Lerner desde su valioso estudio La creación del patriarcado (1990), se dedica a rastrear
el largo proceso de conformación histórica de este sistema de dominación para afirmar que ha
sido una creación humana producto de determinadas formas de organización de las relaciones
sociales, y que, por lo tanto, es posible desmontarlo y generar nuevas formas de relacionarse.
Foucault señala que allí donde hay poder, hay resistencia. En esas resistencias los
feminismos, los movimientos de mujeres y de la diversidad sexual se filtran para transformar
realidades opresivas e injustas. En estas transformaciones, se intenta dejar atrás el paradigma
biologicista, que reduce la sexualidad solo a sus aspectos anatomofisiológicos, para pasar a
tener una mirada integral, es decir, abordar la sexualidad desde diferentes perspectivas, como
la biológica, psicológica, social y cultural. La sexualidad no puede entenderse únicamente
desde un enfoque médico o biológico, sino que es un fenómeno complejo que se ve influido
por múltiples factores.
Es en este sentido, que Rubin (1975), critica el concepto de "esencialismo sexual" analizando
cómo la noción de la sexualidad esencializada y binaria (heterosexualidad/homosexualidad)
ha sido utilizada históricamente para justificar la opresión de las personas que no encajaban
en esas categorías. Según Rubin, el esencialismo sexual se refiere a la idea de que la
sexualidad es un rasgo innato y fijo de las personas que determina su identidad sexual y sus
preferencias sexuales. Esta concepción de la sexualidad es problemática porque no toma en
cuenta la complejidad y diversidad de las experiencias sexuales y afectivas, y además
refuerza la idea de que las personas deben ser clasificadas y etiquetadas en categorías
binarias.

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