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Discurso El rol del maestro cristiano

Autor: Glennys Parra

Las primeras palabras de un niño siempre han sido mama o papa, es algo
natural ya que son las primeras personas con las que un ser humano comparte al
nacer, pero al pasar de los años aparecen en nuestras vidas otras figuras tales como;
abuelos, tíos, hermanos, primos, hasta amigos de nuestros padres que nos dicen que
son parte de nuestra familia también, pero al llegar a una etapa aparece un personaje
que marcará nuestras vidas para siempre sea positiva o negativamente en algunos
casos, ellos son Los Maestros.

Leí un artículo donde decía una frase que me llamó la atención, se enuncia de
la siguiente manera “Si trabajamos en el mármol, perecerá; si trabajamos en bronce, el
tiempo lo borrará; si edificamos templos, el tiempo los reducirá a polvo; pero si
trabajamos en mentes  inmortales, si las llenamos con principios, con el justo temor de
Dios y el amor hacia nuestros semejantes, habremos grabado en esas tablas algo que
brillará por toda la eternidad” escrito por Daniel Webster. Esto me llevó a meditar en el
rol tan importante que tiene un maestro cristiano dentro de la iglesia del Señor.

Un maestro es aquella persona de quien, por medio de quien y con quién


aprenden los estudiantes mientras que el maestro cristiano es aquella persona que ha
recibido por fe a Jesucristo como su Salvador y se empeña en enseñar esa
experiencia vivida a otros. ¿Pero cuál es ese rol o función que debe tener un buen
maestro?, pues bien el maestro debe ser un líder y un guía, aquel que da la
oportunidad  a sus discípulos de construir su propio conocimiento proveyendo éste las
herramientas que necesita para que ellos se nutran bíblicamente y así tener un
encuentro constante con Dios; también debe ser estudiante, ya que la preparación
debe estar inmersa en la perseverante oración y lectura de la palabra de Dios,
teniendo una actitud cristiana en desarrollo, enseñando no solo con palabras sino
también con su personalidad, es decir, lo que es y de lo que hace, esto último tiene
que ver con sus acciones.

Hay ciertos factores en cuanto a la personalidad del maestro que se debe tener
en cuenta a la hora de ejercer este rol dentro de la iglesia, ellos son: el físico, ya que
debe mostrarse ante su clase con buena presencia, con energía, utilizando una voz
agradable a su audiencia; también tenemos el mental, procurando al máximo estar al
tanto de la actualidad y sobre todo mejorar cada vez más sus conocimientos bíblicos;
no hay que dejar de lado el factor social teniendo simpatía y empatía con sus
estudiantes, siendo pacientes y sinceros, en otras palabras inspirar confianza; en
cuanto al moral debe presentarse con una vida intachable, siendo leales a su iglesia,
teniendo sentido de pertenencia de la misma, por otro lado tenemos el espiritual que
es uno de los factores de la personalidad más importantes, ya que de alli es donde
fluirá el mayor amor hacia los demás, lo que nos impulsa a orar sin cesar, a tener la
disposición de trabajar en la obra con dedicación y esfuerzo, sin esperar nada a
cambio ni recompensa o reconocimiento alguno.

Llevar este rol dentro de la Iglesia es muy delicado y demandante, ya que para
ser un maestro efectivo se debe tener un conocimiento pleno de la biblia, tal como lo
dice en 2 Timoteo 2:15 que nos exhorta a usar eficazmente la palabra de verdad,
inevitablemente esto va tomado de la mano del dominio de la doctrina como lo
especifica 1 Timoteo 4:6 que claramente expresa que se debe enseñar nutrido con las
palabras de fe y buena doctrina, así como también tener humildad como lo vemos en
1era pedro 5:6 sabiendo que Dios mismo nos exaltara cuando fuere el tiempo.
Tomando en cuenta todos estos aspectos surge una interrogante interesante
¿Puede cualquier persona ejercer este rol?, pues quien desee hacerlo debe llenar
ciertas características como son: el ser llamado por Dios para la enseñanza
basándose en Efesios 4:11, donde Dios mismo constituyó a cada quien en un rol para
así perfeccionar el ministerio de su obra,  tener la capacidad para enseñar tal como lo
cita 2da Timoteo 3:15-17 que nos instruye tanto al estudio de la palabra como la buena
utilidad de la misma, con la finalidad de preparar al hombre para toda buena obra, y
ser diligentes y disciplinado para la enseñanza así como se expresa en Juan 16:13.

El ser diligentes y disciplinado tiene mucho que ver con la responsabilidad con
la que se asume este rol, la entrega que das al momento de la prepacion de las
lecciones, y todo lo que esto conlleva. El verdadero y arduo trabajo está en casa, no a
la hora de impartir la enseñanza, ya que este sería el resultado de todo ese tiempo
invertido en oración, meditación de la palabra, buscando la dirección de Dios para que
las estrategias que sean elegidas sean las adecuadas para que el mensaje pueda
traspasar a los corazones de quienes la escuchen, también se tienen que preparar los
recursos a utilizar, las dinámicas, reflexiones, en fin, un sin número de actividades que
se pueden hacer en quizás 1 o 2 horas de clases en la que atendemos a los
estudiantes.

Si nos damos cuenta, todo lo anteriormente mencionado no se puede hacer de


un día para otro, ya que se caería en la mera improvisación, es por ello que existe la
Planificación, aunque el maestro debe manejar la improvisación, Parece contradictorio
¿no?, pero esta se refiere a actuar bajo situaciones que se presenten en el momento,
que no se espera ni se tiene previsto, allí se debe actuar de manera rápida e
improvisada, pero solo en ese caso, sería inaceptable que todo lo que realice en la
clase sea sin una planificación previa.

Como es dicho anteriormente es un rol delicado, ya que con el ejemplo también


se enseña y depende del comportamiento en la vida diaria que se tenga se estará
dejando una guía buena o errona a seguir. Hay que tener cuidado de no dar una
enseñanza errada, basada en las opiniones muy propias del ser humano y no lo que
dice las Escrituras ni lo que guía el Espíritu Santo, se deben evitar las injusticias, hay
que tratar a los estudiantes con imparcialidad, sin demostrar preferencias entre uno o
el otro, como dice la palabra no haciendo acepción de personas, mucho más si se está
sirviendo en el área infantil.

También es importante no menospreciar la capacidad espiritual de los


educandos, sino más bien sin ser egoístas impulsarlos a que sigan creciendo aunque
esto conlleve a la superación del maestro mismo, saber respetar las opiniones de los
demás y reconocer los errores propios son dignos de una persona que goza de
humildad. Como maestros se tiene que ser una guía, un impulso, no una piedra de
tropiezo para los discípulos.

Aunque el ser maestro demanda de mucha responsabilidad y dedicación, a su


vez es satisfactorio y placentero, al menos para mí, llevo ocupando desde hace más
de 20 años y he visto crecer física, emocional, profesional, mental y espiritualmente a
muchos niños que hoy en dia ya son jóvenes que le sirven a Dios con tanta o más
pasión de las que pude transmitirles, me llena de gozo cuando algunos de ellos me
recuerdan como su maestra de escuela dominical, de cómo han logrado paso a paso
vencer cada uno de los obstáculos que se le presentan en la vida, incluso algunos aún
me ven como su ejemplo a seguir, ¡Mayor compromiso todavía!
Pero no todo es maravilla, me ha tocado ver cómo otros se han enrumbado en
otro camino muy apartado del sendero de Dios, pero es allí donde  el Espíritu Santo
me hace recordar la Parábola del Sembrador que expresa que hay semillas que no
cae en tierra fértil y el fruto no se da, me quedo entonces con la alegría de aquella que
cayó en buena tierra y que esos frutos que dan, se reproducen cada vez más.

Entonces ¿es importante la presencia del maestro cristiano en la iglesia?, pues


claro que sí, es de suma importancia, ya que de ellos tienen la responsabilidad directa
de la capacitación de la iglesia de Cristo, de conducirlos al servicio y a su perfecta
edificación para la obra, para lograr esto se tiene el mayor ejemplo a seguir, al
Maestro de maestros, a Jesucristo, aquel que usó diferentes estrategias de enseñanza
en cada uno de sus discursos y que dieron resultados y esos frutos se multiplican
hasta nuestros días, de aquel que sus historias están plasmadas en las Escrituras y es
una guía perfecta para nuestros días. 

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