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En los primeros años del siglo veinte advertimos un cambio en el lenguaje plástico de los artistas
que trabajaban en Buenos Aires. Formados bajo los parámetros de la generación del ´80, becados
para completar sus estudios en Academias europeas de renombre, los artistas de esta generación
realizaron un viraje en cuanto a su planteamiento estético. En aras de encontrar un arte que los
identifique, comienzan a buscar en la naturaleza una temática propiamente nacional. Sus cuadros se
tornarán luminosos, sus pinceladas se abrirán, surgirá la mancha como técnica pictórica, se pondrá
atención en los efectos lumínicos y el paisaje surgirá como el género predilecto. Comienza así el
periodo comúnmente llamado “impresionismo en Argentina”. Bajo este nombre se nuclean
diferentes artistas, muchos de ellos con un planteo plástico, estético e ideológico totalmente
distinto. Entre ellos podemos citar a Sívori, De la Cárcova, Bruguetti, Quirós, Fader y Malharro.
Este artista que nos convoca en el presente trabajo va ser un caso especial dentro del ámbito
artístico. En primer lugar nace en Azul, provincia de Bs. As. En una familia orientada a las tareas
agropecuarias. En este ambiente Malharro advierte su inclinación hacia el dibujo y la pintura. Muy
joven abandona su hogar ya que tenía gran resistencia por parte de su padre, se instala en Bs. As.
para dedicarse de pleno al estudio artístico. Comienza su formación junto al grabador Alfonso
Bosco, se dedica al diseño de etiquetas comerciales y membretes lo que le permite ganarse,
sencillamente, la vida y empezar sus estudios en la Academia que funcionaba, en ese momento, en
la Sociedad Estímulo de Bellas Artes donde Francisco Romero se desempeña como maestro.
Realiza una serie de viajes al interior, se inicia en el género de las marinas que va a desarrollar
ampliamente en su primer período de producción influenciado por el marinista Eduardo De
Martino. Finalmente, Roberto J. Payró lo lleva a trabajar al diario La Nación donde ilustra hechos
policiales.
Resultó ser un artista prometedor dentro de la elite intelectual y el mundo artístico. Llegado el
momento, tal como se acostumbraba en aquella época, Malharro esperó la tan ansiada beca oficial
para culminar y perfeccionar sus estudios en el viejo continente. No obstante su precaria situación
financiera el apoyo económico por parte del estado nunca llegó para él. Como todo artista que se
preciara de tal debía, necesariamente, realizar su paso por Europa para consagrarse, y no dispuesto
a resignar esta situación, Malharro decide emprender el viaje por su cuenta. Este hecho es
significativo en lo que será su obra futura ya que, al no haber concurrido a ninguna academia,
estuvo viajando y recorriendo Francia de manera autónoma. Trabajó ilustrando libros, tomó
contacto con las obras y los movimientos que surgían en la Europa de principios de siglo XX.
De regreso a Buenos Aires, en 1902 realizó su primera exposición en la galería Witcomb. Sus
obras, en general fueron bien recibidas, pero se lo consideró un pintor, si bien original, también
revolucionario, no solamente por su lenguaje innovador sino por cuestiones ideológicas ya que se
había integrado al movimiento anarquista. Esto le valió el alejamiento de los lugares de exposición
artística y el distanciamiento respecto de sus compañeros de oficio. Recluido en si mismo con un
carácter introvertido, Malharro se dedicó a la enseñanza del dibujo en la escuela y a la realización
de textos teóricos donde planteaba el rol fundamental del dibujo como base del aprendizaje.
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tendencias vivenciadas durante su viaje a Europa pero recreadas y adaptadas a sus propios cánones
estéticos.
Para ilustrar lo antes expuesto, se seleccionan tres obras del autor:
1) El arado, 1901. Óleo sobre tela:
Aspectos ligados con el movimiento impresionista:
• Género de paisaje.
• Superposición y yuxtaposición de pinceladas
• Formas abiertas.
• Atención en los efectos lumínicos.
Aspectos personales
• Planteo lineal en la imagen del arado en 1º plano con una delineación de contornos.
• Utilización de negro en el árbol de 1º plano
• Mezcla de colores en la paleta.
• Planteo inquietante en cuanto a la representación del los árboles de 2º plano que nos
relaciona más con efectos emotivos que con planteos objetivos vinculados con el
impresionismo
2) Nocturno, 1909. Óleo sobre tela.
Aspectos ligados con el movimiento impresionista:
• Paisaje
• Superposición y yuxtaposición de pinceladas
• Utilización de una gran carga matérica.
• Atención en los reflejos y juegos lumínicos.
Aspectos personales
• Incorporación del nocturno, más ligado con la problemática romántica que impresionista.
• Formas caprichosas e inquietantes que manifiestan aspectos de la subjetividad del artista y
provocan situaciones emocionantes en el espectador.
• Utilización del paisaje como medio para plasmar aspectos relativos a la interioridad del
artista.
3) Las Parvas 1911. Óleo sobre tela
Aspectos ligados con el movimiento impresionista:
• Paisaje.
• Temática relacionada con la serie “Las parvas de heno” de Claude Monet.
• Atención para captar un momento del día determinado a través del foco lumínico.
• Pincelada yuxtapuesta, gran carga matérica.
• Utilización de colores complementarios para las sombras.
Aspectos personales:
• Incorporación de dos focos lumínicos diferentes (Parvas y el resto del paisaje)
• Nubes con formas caprichosas y expresivas.
• Planteo subjetivo en los diferentes elementos del paisaje.
Si el abordaje de las obras de Martín Malharro se realiza ajustándose, únicamente, a la categoría de
“impresionista”, se pierde de vista la grandeza de su obra que está más ligada a un planteo
emocional, expresivo y nacional, que a un objetivismo cientificista. Ciñéndose, de esta manera, la
observación de la obra a una comparación despareja con una categoría perteneciente al ámbito
europeo, en aras de estar acordes con las modas que llegaban de los países determinados como
“civilizados” frente a la supuesta “barbarie” de la producción autóctona.
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Son ejemplificadoras las palabras de Juan Bautista Alberdi en Fragmentos preliminares al estudio
del Derecho donde dice: “…Un pueblo es civilizado únicamente cuando se basta a sí mismo,
cuando posee la teoría y la fórmula de su vida, la luz del desarrollo…” y más adelante continúa:
“…No hay verdadera emancipación mientras se está bajo el dominio del ejemplo extraño, bajo la
autoridad de las formas exóticas...”
A modo de conclusión
Frente al desafío de realizar una teoría del arte argentino, se plantea la necesidad de abordar las
producciones plásticas nacionales no cómo apéndices del arte occidental sino desde un estudio de
la adecuada realidad, analizando el diálogo y la apropiación de elementos foráneos y su
resignificación al servicio de las propias necesidades. Venciendo el “complejo de inferioridad”
frente al la producción plástica europea. Superando así, citando a Jauretche, :”… esa intelectualidad
formada en las “grandes academias” (que) leen la realidad nacional desde Europa o Estados
Unidos, tomando como propia la “teoría” elaborada por quienes se benefician con nuestra
dependencia…”
La lógica de nuestro pensamiento debería partir desde lo concreto de nuestra realidad específica
hacia la creación de conceptos propios, incorporando categorías que surjan de esa realidad y no
adaptando aquellas que fueron creadas a partir de realidades ajena a nosotros mismos.
Ilustraciones
Bibliografía