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REPÚBLICA DE VENEZUELA

MINISTERIO DE FOMENTO
Superintendencia para la Promoción y Protegección de la Libre Competencia
Despacho del Superintendente

Caracas, 17 de mayo de 1.993

RESOLUCIÓN No. SPPLC/0002-93 .

Se da inicio de oficio al presente procedimiento administrativo el día 10 de diciembre de 1.992,


mediante el respectivo acto de trámite, el cual a la Sala de Sustanciación su apertura, con fundamento
en la presunta comisión de una práctica restrictiva de la competencia, prevista en el artículo 10 ordinal
1º de la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia ("Ley Pro-Competencia").
Esta Sala, a su vez, ordenó, con fundamento en los establecido en los artículos 32 y 36 ejusdem, la
notificación de los presuntos infractores, a saber: PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE
CONCRETO S.A. (PRE-MEX); PREMEZCLADOS TUCON, C.A.; y -MEZCLADORA MIXTO
LISTO CONSOLIDADA, C.A., para que, a partir de la última de sus notificaciones, dichas empresas
procedieran a exponer sus pruebas y alegar sus razones en relación con los hechos investigados.

Las presuntas infractoras, fueron todas notificadas, conforme se evidencia de las actas que conforman
el expediente, en el mes de diciembre de 1.992, algunas de las cuales -PREMEZCLADOS Y
PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) y MEZCLADORA MIXTO-LISTO
CONSOLIDADA, C.A.- solicitaron una prórroga de 15 días adicionales, para dar cumplimiento a la
carga prevista en ese artículo 36 de la Ley.

Mediante sendos actos de trámite. -22/12/92 y 06/01/93- la Sala de Sustanciación aclaró cuales días
eran hábiles a los fines del cómputo del lapso a que se contrae la notificación de las empresas señaladas
en el proceso como presuntas infractoras, así como también, se abstuvo de impartir pronunciamiento
alguno respecto a las solicitudes de prórroga de las empresas PREMEZCLADOS Y
PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) y MEZCLADORA MIXTO-LISTO
CONSOLIDADA, C.A., por no haber acreditado debidamente el carácter con que actuaban las
personas que le suscribían.
En fecha 07 de enero de 1.993, se acordó, con vista al informe presentado por el funcionario
investigador designado en este proceso en fecha 06 de ese mismo mes y año, y en uso de la atribución
prevista en el artículo 52 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, acumular a este
mismo procedimiento administrativo, el procedimiento que tocaría abrir por la presunta comisión de
práctica restrictiva a la competencia, ejecutada por las empresas VENMAR, C.A. (VENMARCA) y
PREMEZCLADOS AVILA, C.A. Mediante acto de trámite dictado por la Sala de Sustanciación, se
ordenó la notificación de los representantes legales de esas empresas, advirtiéndose a las empresas
involucradas en el proceso, que el lapso a que se contrae el artículo 36 de la Ley Pro-Competencia,
sólo transcurriría una vez que se practicara la última notificación de esas dos empresas, lo cual ocurrió
el día 11 de ese mismo mes de enero.

Todas y cada una de las empresas investigadas, dentro del lapso previsto en la Ley, expusieron las
razones de hecho y de derecho que le asisten para rechazar la presunta práctica investigada,
acompañadas de las pruebas que estimaron pertinentes.

Mediante auto de trámite dictado el 03 de febrero de 1.993, por la Sala de Sustanciación, y habida
cuenta que la Sala consideró que existían hechos que podrían tener relevancia para la resolución de este
expediente administrativo, se acordó la apertura la apertura de una articulación probatoria de 20 días
hábiles, lapso dentro se dio la oportunidad a las partes investigadas para promover y hacer evacuar las
pruebas que estimarán pertinentes y aplicables al procedimiento; haciendo uso de ello, únicamente la
empresa PREMEZCLADOS AVILA, C.A. quien al efecto presentó escrito acompañado de anexos.
Asimismo, a través de la referida providencia, la Sala solicitó a las presuntas infractoras, la
presentación y consignación dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes, de la información y
documentación que en ésta quedó señalada. A todas estas probanzas de la Sala de Sustanciación
acordó, de conformidad con el artículo 31 de la Ley Pro-Competencia, darle tratamiento de
"confidencial", además de archivarlas en piezas separadas.

Debido a varios planteamientos formulados por las presuntas infractoras dentro de este procedimiento,
a saber: PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO, S.A. (PRE-MEX),
PREMEZCLADOS AVILA, C.A. y PREMEZCLADOS TUCON, C.A., la Sala de Sustanciación
acordó el día 11 de febrero de 1.993, extender el lapso para el cumplimiento de la carga impuesta
mediante el acto de trámite del día 03 de ese mismo mes y año, por ocho (8) días hábiles adicionales. A
su vez, se designó a través de la providencia correspondiente, a funcionarios investigadores, dentro de
esta etapa de sustanciación, para la evacuación y obtención de ciertas pruebas e información necesaria
para el esclarecimiento de los hechos investigados; en una de las cuales, fueron aportadas directamente
por las empresas investigadas como ocurrió con PREMEZCLADOS AVILA, C.A., mediante su escrito
del 3 de mayo de 1993.

Dentro del lapso a que se contrae el párrafo anterior, las empresas investigadas dieron cumplimiento a
la solicitud formulada por la Sala de Sustanciación, a través de sus providencias de los días 03 y 11 del
mes de febrero del año en curso. Asimismo, durante la sustanciación de este expediente, la Sala negó la
solicitud formulada por la empresa PREMEZCLADOS AVILA, C.A., en el sentido de desarticular sus
actas y conformar con éstas nuevas piezas o expedientes, según las empresas que son investigadas. Se
ratificó que la información y documentación que sucesivamente se fuese produciendo se archivaría en
pieza separada y de acceso.

Mediante el correspondiente acto de trámite -09 de marzo de 1.993-, la Sala de Sustanciación acordó el
pase de este expediente al despacho de la Superintendencia, para que ésta dentro del término de ley,
procediera a dictar su decisión.

Este despacho, visto que no reposaba en las actas de este procedimiento el informe elaborado por los
funcionarios investigadores designados por el Encargado de la Sala de Sustanciación, contentivo de las
conclusiones o resumen de la gestión de éstos durante esa etapa instructiva, acordó mediante
providencia expresa, concederle un lapso de 10 días hábiles para que éstos lo produjeran y agregaran a
las actas del expediente, cuestión que efectivamente sucedió el día 23 de marzo de 1.993, con la
consignación de cuatro (4) informes, los cuales reposan en cada una de las piezas abiertas para cada
una de las empresas señaladas como presuntas infractoras de la Ley Pro-Competencia.

Dentro del término previsto en los artículos 37 y 40 de la Ley Pro-Competencia, las empresas
investigadas no hicieron uso de la facultad de formular alegatos adicionales a los ya expuestos dentro
de la sustanciación del proceso.

-II-

Una vez hecha una relación suscinta de los actos sucedidos durante la sustanciación del caso que nos
ocupa, esta Superintendencia procede a continuación a efectuar una serie de consideraciones de índole
general en torno a la racionalidad de la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre
Competencia, así como del sentido y alcance de su articulado, todo lo cual se considera de profundo
interés para una mejor resolución de este expediente administrativo. Así, en ese sentido, se observa lo
siguiente:
1. El propósito de la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia (Ley Pro-
Competencia) es regular el ejercicio del derecho individual a la libertad económica conforme a lo
previsto en el segundo párrafo del artículo 96 de la Constitución, estableciendo para ello los límites
dentro de los cuales cualquier persona podrá ejercer la actividad lucrativa de su preferencia y
garantizando que no se producirán maniobras abusivas encaminadas a obstaculizar o restringir esa
libertad económica. Con ello se asegura el establecimiento y la plena vigencia de un modelo de
economía de mercado, donde la libertad individual para acceder, participar e incluso salir del mercado
se constituye en la regla de conformación en lo económico que sólo excepcionalmente podrá ser
limitada por el Estado a través de los mecanismos establecidos en leyes dictadas por razones
probadamente fundadas en la defensa del interés del Colectivo.

Sin embargo, la libertad económica no sólo está sujeta a las limitaciones derivadas de su "función
social" cuyo principio rector establece la Constitución en su artículo 95 al señalar los principios de
justicia social sobre los cuales se asentará el régimen económico de la República. También -y esto es lo
relevante en esta discusión- el derecho a la libertad individual, como todo derecho, está sujeto a las
limitaciones naturales derivadas de su propio ejercicio, de modo que no puede extenderse en forma tal
que restrinja el derecho de los demás. De esta manera, el derecho encuentra sus linderos naturales en
los límites impuestos por la buena fe o por el objeto en vista del cual se asigna tal derecho a un sujeto.
Este principio de derecho común, consagrado en el ordenamiento positivo venezolano en el artículo
1185 del Código Civil, es plenamente aplicable al derecho a la libertad económica, y se reitera en el
artículo 96 de la Constitución cuando, luego de consagrar el derecho de libertad económica individual
como regla de actuación, el Constituyente resolvió dejar a la ley "las normas para impedir (...) las
maniobras abusivas encaminadas a obstruir o restringir la libertad económica". De nuevo, con ello
simplemente se particulariza en el contexto de la libertad económica lo que como regla aplicable a
cualquier derecho ya se encuentra recogido en el ordenamiento jurídico venezolano.

De esta manera, la Ley Pro-Competencia asegura la libertad de actuación de los individuos en el


mercado en tanto operadores o agentes económicos, precisamente para impedir el ejercicio abusivo de
la libertad económica de otros sujetos. Por lo tanto, con estas normas de Orden Público, se canaliza
adecuadamente la realización efectiva de dicho derecho, y se asegura en lo económico la vigencia
indiscutible del derecho constitucional al libre ejercicio de las actividades lucrativas y por tanto, al
modelo económico de mercado que, con mayor o menor intervención estatal, de todos modos
presupone la interacción libre de los agentes económicos (públicos y privados) como oferentes y
demandantes de bienes y servicios.
Con la Ley Pro-Competencia se precisa en el ámbito económico uno de los aspectos más relevantes del
Orden Público, desarrollando el alcance de los derechos económicos y su exigibilidad dentro de un
sistema administrativo de economía libre y configurado así un orden público económico ajustado al
momento actual de la sociedad venezolana.

2. La Ley Pro-Competencia no impone un curso de acción específico para los individuos en el terreno
económico, sino que partiendo de la libertad individual como regla de actuación en lo económico
donde el individuo puede hacer todo aquello que no le está expresamente vedado, establece un listado
de prohibiciones a conductas presuntamente restrictivas de la competencia. Por ello la Ley Pro-
Competencia enumera en el Capítulo II del Título II un conjunto de prohibiciones a ciertas conductas
que el legislador entendió contrarias a la realización efectiva de la libertad económica, por limitar,
restringir, falsear o impedir la libre competencia. Dicho capítulo se encuentra dividido en dos
secciones, la primera de las cuales establece una "prohibición general" aplicable a cualquier práctica o
conducta restrictiva de la libre competencia (artículo 5º ejusdem) en tanto que la segunda, singulariza
ciertas conductas o "prohibiciones particulares" que, interpretadas a la luz del espíritu de la ley,
objetivamente restringen la libre competencia (artículo 6º al 13 ejusdem, ambos) inclusive).

El artículo 5º de la Ley, contentivo de la Prohibición General, establece lo siguiente:

"A R T I C U L O 5º .- Se prohiben las conductas, prácticas, acuerdos, convenios, contratos o


decisiones que impidan, restrinjan, falseen o limiten la libre competencia."

Como se observa del dispositivo transcrito, la Ley proscribe cualquier manifestación de los agentes
económicos participantes en el mercado, sin importar cual sea su naturaleza, forma u origen, siempre
que la misma que tenga por efecto, impedir, falsear, restringir o limitar la libre competencia.

Pero además, los artículos 6º al 13º ejusdem, ambos inclusive, desarrollan un conjunto de prácticas que
objetivamente consideradas, restringen la competencia una vez verificadas. Estas prohibiciones
particulares vienen a singularizar entonces el espectro de prácticas posibles bajo el artículo 5º ejusdem.

3. Ahora bien, en uno y otro caso, el conjunto de prácticas restrictivas de la competencia, trátese de
aquellas específicamente descritas en cada una de las prohibiciones particulares, o trátese de aquellas
que residualmente pueden colegirse de la prohibición general, pueden asumir un carácter, o bien
unilateral, o bien multilateral, dependiendo del número de participantes involucrados en ellas, es decir,
según hayan participado una o más voluntades en la comisión del hecho punible. El primer grupo, esto
es, las prácticas "unilaterales", pueden tener diverso origen, con tal que la actuación de un sólo sujeto
sea suficiente para producir los efectos restrictivos sobre la competencia en el mercado. El segundo
grupo, esto es, las prácticas "multilaterales" exigen para su realización cuando menos el concurso de
dos o más voluntades dirigidas a restringir la competencia; pudiendo asumir la forma jurídica de
acuerdos, convenciones, convenios, contratos, decisiones o finalmente, prácticas concertadas. A todo
evento, las conductas multilaterales pueden ser horizontales, si el concurso de voluntades se produce
entre sujetos competidores, esto es, agentes económicos situados en el mismo nivel de la cadena
productiva o de comercialización del producto; o verticales, si participan agentes económicos ubicados
en diferentes niveles de la cadena productiva o de comercialización (producción, distribución y detal).

Esta distinción entre diversas categorías de practicas no es irrelevante, por cuanto las normas de
promoción a la competencia (Ley Pro-Competencia y su Reglamento Nº 1), siendo el reflejo del hecho
económico que regulan, asignan un tratamiento distinto a las prácticas restrictivas, según su naturaleza,
estructuración y efectos sobre el mercado.

Así, ciertas prácticas nunca podrían ser justificadas. Tal es el caso de prácticas unilaterales como el
"abuso de una posición dominante en el mercado" (artículo 13 de la Ley) la cual difícilmente podría ser
defendible como "un mal necesario" (¿Cómo justificar lo que el legislador consideró "abusivo"?). En
cambio, otras prácticas también restrictivas podrían ser justificadas en razón de su eventual aporte al
desarrollo tecnológico o técnico. Este es el caso, por ejemplo, de algunas prácticas multilaterales tales
como la realización de acuerdos entre competidores para desarrollar programas de investigación
conjunta, o de contratos de distribución exclusiva de productos en un determinado mercado.

Es tarea de la Superintendencia establecer entonces a cuál categoría o grupo corresponde la conducta


desplegada por un agente en el tráfico económico, con el fin de aplicar el tratamiento dado por la Ley
Pro-Competencia. Dicho tratamiento podrá ser más severo en unos casos que en otros, en atención a la
naturaleza de la práctica y sus efectos en el mercado, pues como se ha visto, tales efectos podrán ser
más riesgosos en unos casos que en otros, y por tanto la justificación de la práctica será diversa.

4. En este sentido, la Ley permite, conforme al artículo 18 ejusdem, la realización de ciertas prácticas
restrictivas de la competencia, en atención al aporte que realicen a la eficiencia económica y el
desarrollo tecnológico, y en general, las ventajas que aporten a los consumidores de bienes o usuarios
del servicio. De esta manera se aprecia que el legislador pretendió que la libre competencia, como bien
jurídico tutelado, fuera pretendido en ciertos casos por otro bien jurídico, también amparado por esta
ley, esto es, la eficiencia económica. Ambos objetivos son expresamente indicados en el artículo 1º
ejusdem.
Por esta razón, las prácticas permisibles bajo el régimen de excepciones establecido en el artículo 18 de
la Ley, a pesar de caer bajo su ámbito de aplicación material ser objeto de autorizaciones temporales y
sujetas a la permanencia de las condiciones bajo las cuales son otorgadas por la Superintendencia,
siempre que se demuestren sus efectos benéficos cobre la eficiencia económica. Esta evaluación es lo
que en otras jurisdicciones se ha dado en llamar "regla de la razón", según la cual, las posibles
restricciones a la competencia derivadas de la realización de la práctica serían sopesadas con los
efectos benéficos sobre la eficiencia que su realización podría soportar.

Se trata pues, de una evaluación empírica que toca realizar a la Superintendencia, siguiendo los
criterios y condiciones establecidos en el Reglamento Nº 1 de la Ley, instrumento que además de
ampliar y desarrollar los parámetros del artículo 18 de la Ley para la autorización de conductas,
identifica aquellas prácticas anticompetitivas sujetas al régimen de excepciones y por tanto a la "regla
de la razón", así como aquéllas cuya realización nunca podría ser permitida, porque dificilmente
cumplirían en la práctica con los propósitos de eficiencia económica y demás extremos exigidos en la
Ley a tal efecto.

Así, en cuanto al último grupo, bajo las normas de competencia existen ciertas prácticas restrictivas
que en ningún caso aportarían beneficios a los consumidores o a la eficiencia económica; tales
prácticas prohibidas "per se" son identificadas en el artículo 7º del Reglamento Nº 1, entre las cuales se
encuentran en el ordinal 1º, los acuerdos, decisiones, recomendaciones colectivas o prácticas
concertadas entre competidores a que se refiere el artículo 10 de la Ley "para fijar precios o
condiciones de comercialización". Una práctica de esta naturaleza difícilmente puede dar por resultado
un beneficio adicional al perseguido por sus participantes: Elevar artificialmente los precios en sus
transacciones frente a terceros por encima del precio de competencia, actuando como oligopolio para
así adueñarse de una renta a la cual no hubieran accedido de haber competido entre sí. Sería ingenuo
suponer que un acuerdo entre competidores tiene por objeto disminuir los precios de sus transacciones
frente a terceros.

Desde luego, está fuera de discusión en el presente caso, que la práctica denunciada sea o no objeto de
autorización; simplemente se quiere evidenciar en este punto la gravedad de la conducta investigada,
pues como se ha visto, la fijación de precios y otras condiciones de comercialización entre
competidores precisamente pertenece al conjunto de prácticas prohibidas "per se", esto es, que en
ningún caso podrían ser exceptuadas, dado que no podría demostrarse que a pesar de restringir la
competencia, tienen algún efecto colateral positivo. Se trataría en efecto de prácticas que beneficiarían
exclusivamente a quienes las ejecutan y que nada aportarían a la sociedad.
5. En otro sentido, ya se señaló que la Ley consagra un conjunto de prácticas presuntamente restrictivas
de la competencia. Es preciso aclarar esta expresión, pues de ello resulta la propia instrumentación y
eficacia de la Ley. En particular, la interpretación correcta de la conducta objeto de análisis en el
presente procedimiento, esto es, la relacionada con la aplicación del artículo 10 ordinal 1º ejusdem
relativa a la prohibición de prácticas concertadas para la fijación directa o indirecta de precios y otras
condiciones de comercialización.

A tal fin, es necesario abordar la cuestión relativa a la interrelación existente entre la prohibición
general y el conjunto de prohibiciones particulares, pues es equivocado argumentar que para configurar
una violación a la luz de alguna prohibición particular, como se debate en el presente procedimiento en
relación con el artículo 10 ordinal 1º de la Ley, es necesario cumplir con los requisitos establecidos en
la prohibición general, esto es, comprobar que el supuesto de hecho no solo se produjo. sino además,
que tuvo efectos restrictivos de la competencia. En otras palabras, que además de verificarse, la
práctica debe producir efectos anticompetitivos, condición ésta exigida por el artículo 5º (Prohibición
general) más no por el contrario 10 ordinal 1º. Tal planteamiento pretende establecer por vía
interpretativa una condición no impuesta por el legislador.

Ciertamente, a los efectos probatorios, es importante destacar que ante la sanción de una práctica
comprendida entre aquéllas bajo los supuestos de los artículos 6º al 13º de la Ley ("prohibiciones
particulares"), no es necesario demostrar sus efectos restrictivos sobre la competencia, pues el
legislador estableció tal carácter de antemano en cada supuesto de hecho contemplado en dicha
sección. No sucede igual con el artículo 5º ejusdem, contentivo de la prohibición general, el cual exige
la producción de una daño a consecuencia de la práctica realizada. Así, no podría tener otro propósito
la enumeración particularizada efectuada por el legislador de un conjunto de conductas que, de no
haber señalado estos casos puntuales de restricciones a la competencia, a todo evento hubieran quedado
comprendidas bajo los extremos del artículo 5º, contentivo de la Prohibición General, que abarca a
"conductas, prácticas, acuerdos, convenios, contratos o decisiones que impidan, restrinja, falseen o
limiten la libre competencia", dando con ello un carácter indeterminado de las conductas comprendidas
en dicho dispositivo, que es aplicable a cualquier práctica que tenga por efecto el indicado en la norma.

Así, por su propia naturaleza de cláusula residual, la prohibición general permite concebir cualquier
manifestación de la actividad económica como susceptible de ser interpretada como anticompetitiva, a
menos que con respecto a estas conductas indeterminadas se exija que efectivamente generen
restricciones a la competencia sobre la base de una evaluación "ex-post". En efecto, siendo infinito el
universo de prácticas que pudieran colegirse de la prohibición general, se daría una intolerable
discrecionalidad a la Administración para calificar cualquier conducta como restrictiva de la
competencia. Por esta razón se hizo necesario particularizar un número de prácticas que precisaran
cuáles conductas de las posibles al amparo de la prohibición general, efectivamente restringen la
competencia. Sobre este segundo grupo es de suponer que no se requiere comprobar sus efectos
restrictivos una vez verificada la práctica, pues de ser así, hubiera bastado con aplicar la prohibición
general, la cual contempla tanto los casos residuales como los comprendidos bajo las prohibiciones
particulares.

Bajo esta perspectiva, la única diferencia entre las prohibiciones particulares y la prohibición general,
es que en las primeras el carácter anticompetitivo está prefijado "ex-ante" por el legislador, en tanto
que en la segunda, a pesar de estar también prefijado, sólo admite una verificación "ex-post", es decir
una vez comprobado sus efectos en el mercado por el organismo competente.

De esta manera, el carácter restrictivo de la competencia en cada prohibición particular, se encuentra


siempre presente, bien implícitamente (artículos 6º, 10º y 13º ejusdem) o bien explícitamente (artículos
7º, 9º y 11º ejusdem). Así, en cada uno de tales supuestos subyace la racionalidad económica de la Ley,
la cual excluye de su ámbito toda conducta que no restringe la libre competencia, e incorpora toda
aquella que lo sea. Resulta claro entonces que no se precisa de ninguna demostración ulterior, pues se
sobreentiende que si la práctica concreta encuadra en el supuesto de la norma es porque restringe la
competencia, ya que de no ser así, quedaría fuera del ámbito de aplicación de la Ley.

Por esta razón, no es necesario demostrar el carácter restrictivo de la competencia de cada una de las
prohibiciones particulares en la medida que su misma particularización dentro de la Sección Segunda
de la Ley, responde a la necesidad de puntualizar el alcance de la prohibición general a supuestos
concretos. De otra manera, no hubiera contemplado el legislador un listado exhaustivo de restricciones
a la competencia, sino que la prohibición general hubiera bastado para abordar estos supuestos. Es
evidente entonces que el legislador pretendió en cada uno de esos supuestos establecer situaciones
puntuales donde precisamente la competencia, de suyo, se ve afectada, y por lo tanto no se requiere
demostrarlo.

Por lo tanto, para que la conducta empresarial en cuestión sea avaluada a la luz de la prohibición
general, no sólo deben demostrarse sus efectos restrictivos sobre la libre competencia sino además,
comprobarse que no encaja en alguno de los supuestos de hecho contentivos de prohibiciones
particulares, porque de lo contrario no sería necesaria la primera demostración, ya que la Ley Pro-
Competencia presupone para este segundo grupo sus efectos anticompetitivos, en vista del carácter
residual que la prohibición general reviste frente a las prohibiciones particulares.

Por ello, tal carácter restrictivo presente en todas las prohibiciones particulares no debe ser confundido
o asimilada a la condición de que la eventual realización de la práctica efectivamente restrinja la
competencia. Bajo esta posición, toda la prohibición particular debe ser interpretada a la luz de la
prohibición general, la cual exige que las prácticas contempladas bajo su ámbito de aplicación,
efectivamente generen restricciones a la competencia. En efecto, ya se ha visto que tal condición si era
necesaria en la prohibición general, dado su carácter indeterminado; sin embargo, para el caso de las
prohibiciones particulares, las conductas se encuentran perfectamente identificadas, y por tanto no
parece necesario atarlas a una condición que el legislador no estableció en ninguno de los dispositivos
de la Ley. Por el contrario, la interpretación sistemática de las normas que integran en su conjunto la
Ley Pro-Competencia apunta a una conclusión diametralmente opuesta. En efecto, el artículo 49
ejusdem, castiga cualesquiera conductas contempladas en las Secciones Primera, Segunda y Tercera
del Capítulo II del Título II de la Ley, con lo que aparece claro que las sanciones de la Ley serán
aplicables a la infracción de cualquiera de estas secciones.

Así aunque la Ley releve a la Superintendencia de demostrar en cada caso los efectos de una
determinada práctica, ello no exime a esta Superintendencia de comprobar que en efecto se ha
configurado el supuesto de hecho. Lo que le evita en realidad es demostrar que éste restringe la
competencia. Esta diferencia aunque sutil es trascendente, pues representa claramente la diferencia
entre una actuación discrecional de la administración (sometida a los límites del artículo 12 de la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos) y una actuación arbitraria, que no es la intención de esta
Superintendencia. En este sentido, la presente decisión se orienta a demostrar que las empresas
investigadas, incurrieron efectivamente en el supuesto de hecho que establece el ordinal 1º del artículo
10 de la Ley Pro-Competencia relativa a la imposibilidad de fijar precios entre competidores, pero no
se detiene a demostrar que una vez verificada la existencia de la práctica, ésta causó un perjuicio a la
competencia.

-III-

Hechas las consideraciones generales que anteceden respecto de la racionalidad de la Ley así como del
sentido y alcance a sus dispositivos, cabe señalar que esta Superintendencia, mediante su
correspondiente acto de trámite, ordenó la apertura de procedimiento administrativo, en caso de
prácticas restrictivas a la competencia, previsto en la Ley Pro - Competencia, en contra de las presuntas
infractoras, con fundamentos en el citado artículo 10, ordinal 1º. Por esta razón se impone realizar a
continuación un análisis más detenido acerca del alcance del dispositivo cuya violación se presume, el
cual establece:

" A R T I C U L O 10 .- Se prohiben los acuerdos, decisiones o recomendaciones colectivas o


prácticas concertadas para:

1. Fijar, de forma directa o indirecta, precios y otras condiciones de comercialización o de


servicio."

Respecto de la norma transcrita, conviene formular dos precisiones fundamentales:

1. La primera precisión es que la norma contenida en el artículo 10 ordinal 1º se aplica a los acuerdos y
demás prácticas multilaterales que tengan por objeto o efecto la "fijación de precios". En este sentido
cabe señalar que las conductas que afectan o alteran la formación de los precios de bienes o servicios
atenta contra la esencia misma el normal desenvolvimiento de una economía de mercado, y por ello
constituye una de las faltas más graves contemplados en la Ley Pro - Competencia. En efecto, el
funcionamiento adecuado de un sistema de precios es uno de los objetivos primordiales de esta Ley, ya
que con ello se obtiene una asignación y repartición más eficiente de los recursos productivos de la
sociedad y una distribución más equitativa del ingreso nacional. El funcionamiento normal de un
sistema de precios en una economía de mercado es clave pues permite transmitir la información
necesaria a los agentes económicos para desarrollar sus actividades bajo reglas claras, predecibles e
iguales por todos. Por esta razón, la tutela de los mecanismos correspondientes a la determinación de
los precios por oferentes y demandantes es uno de los elementos centrales de la legislación tuitiva de la
competencia. En consecuencia, toda conducta que afecte a la concurrencia en relación con la
determinación de los precios constituye un acto anticompetitivo grave.

Tales actos anticompetitivos resultan de comportamientos que afectan la independencia de los


competidores en relación con la determinación de sus precios, o que tiendan a limitarla mediante la
obstaculización del acceso de la concurrencia al mercado o debilitando la libertad de elección de
compradores o vendedores. En consecuencia, una fijación de precios entre competidores no sólo afecta
los intereses de la colectividad, quien se verá afectada negativamente por no poder disfrutar de las
bondades derivadas de la competencia que el legislador pretendió garantizar mediante esta Ley: El
goce de bienes y servicios a más bajo precio y de mejor calidad que aquellos producidos bajo
condiciones de competencia empresarial; además, la fijación de precios acordada entre competidores
impide incluso el ejercicio de su propia libertad económica, por cuanto de resolver adoptar un curso de
acción individual, el miembro renuente del cartel se verá posiblemente expuesto a retaliaciones de los
demás miembros del cartel. De esta manera se frustra el doble propósito perseguido por la Ley, que en
un caso u otro es un propósito de evidente orden público, y garantizar el ejercicio a la libertad
económica individual.

Por consiguiente, la libre determinación de los proceso por oferentes y demandantes, sin intervención
directa o indirecta de terceros situados a uno u otro lado de la transacción económica, constituye uno
de los elementos fundamentales de las estructuras competitivas, y la tutela de los mecanismos
correspondientes a esa libre determinación es el objetivo central de la Ley Pro - Competencia. Por esta
razón las conductas y prácticas bilaterales o multilaterales desplegada entre compradores y vendedores,
asumiendo la forma jurídica que sea (acuerdos, convenciones, convenios, decisiones, prácticas
concertadas, contratos), constituyen una grave falta a las normas de protección a la competencia.
Inclusive, como ya se señaló anteriormente, su gravedad es tal, que se trata de prácticas que bajo
ningún concepto podrían gozar de una autorización a tenor del régimen de excepciones consagrado en
la Ley en su artículo 7º, la fijación de precios y otras condiciones de comercialización se encuentra
entre el conjunto de prácticas que en ningún caso podrían ser autorizadas por la Superintendencia para
su realización. Así, las condiciones establecidas bajo el parágrafo único del artículo 18 de la Ley.

Por otra parte, para la configuración del supuesto de hecho señalado por la norma, es necesario precisar
las nociones de "precio" y "condiciones de comercialización", y su tratamiento a la luz de las normas
de competencia.

En cuanto al "precio", éste es quizá el elemento más importante de una transacción comercial (aunque
no el único) y al mismo tiempo es la señal más visible que envían los agentes económicos al mercado.
Por tanto, las prácticas conjuntas entre competidores para la fijación de los precios distorsionan el
mercado, al privarlo del mensaje principal que utiliza el consumidor para decidir su preferencia entre
un competidor y otro.

Ahora bien, ¿Qué debe entenderse por precio? Tradicionalmente se ha entendido precio como el monto
dinerario que paga el adquirente, a cambio de un bien o servicio. Sin embargo, la legislación de
competencia le da el máximo alcance a ésta noción, en tanto incluye cualquier mecanismo que utilicen
el oferente y el demandante en el mercado, para estimar económicamente el intercambio entre uno y
otro.

En virtud de las razones antes expuestas, el ordinal 1º del artículo 10º de la Ley Pro - Competencia
prevé la existencia de mecanismos directos o indirectos para la fijación de precios entre competidores.
Este aspecto es de suma importancia, por cuanto la intención del Constituyente al consagrar la libertad
económica, como ha quedado expuesto, es que el precio de los bienes trazados sea el precio de
equilibrio, es decir, aquel fijado de conformidad con la intersección entre las curvas de oferta y
demanda en el mercado, también llamado "precio de competencia". De tal manera que, la fijación
acordada entre competidores de precios fijos, referenciales, precios máximos o mínimos o cualquier
otro distinto al precio de competencia, evade los mecanismos del mercado y traslada una decisión que
ha de ser tomada por las dos partes de la transacción (oferente y demandante) a una sola de ellas,
privando a su vez al consumidor de su libertad de escoger entre un agente u otro, en virtud de que éstos
ya han acordado el monto a pagar por el bien o servicio.

En consecuencia, no se discute en este punto la diversidad o no de precios aplicados a las relaciones


entre compradores y vendedores; lo que se discute es que en un estadio del proceso productivo y de
comercialización, los competidores se puedan poner de acuerdo entre sí, distorsionados de esa manera
la relación comprador y vendedor. De hecho la diversidad aparente de precios efectivamente cobrados
a los clientes no constituye evidencia suficiente para desvirtuar la existencia de un cartel de precios
entre competidores, si se tiene presente que tal diferencia puede obedecer a que las empresas
participantes del cartel de precios aplican condiciones de comercialización diferentes en los demás
aspectos vinculados con la transacción económica. En efecto, los usos o costumbres de los
comerciantes en un determinado mercado pueden conducir a que el precio efectivamente cobrado no
sólo refleje el precio subyacente de la transacción, resultado del cartel sino además, los descuentos,
fletes, recargos, financiamiento, servicios conexos y otros. Adicionalmente, un vendedor puede aplicar
precios efectivos reflejados en factura distintas en sus transacciones a diversos clientes, en atención a la
relación comercial que mantenga con cada uno de ellos, y ello no prejuzga sobre la eventual
cartelización de precios; así, el precio aplicado puede ser el resultado de un acuerdo entre competidores
(vendedores) pero aparecer distinto en atención a las condiciones particulares de cada comprador. De
recordarse que la fijación de precios prohibida por la Ley no es la que se realiza entre comprador y
vendedor, sino entre compradores o entre vendedores en sus transacciones frente a terceros. Tratan de
esta manera real de los acuerdos entre partes intervinientes en distintos niveles de la cadena productiva.

La existencia de listas de precios referenciales negociada y utilizada entre competidores (como en el


caso que concierne a la presente decisión) índice directamente en la fijación de los precios
afectivamente trazados, para aquellos terceros clientes que pagan el precio establecido en las listas y a
la vez influye indirectamente en aquellos clientes a los que se los concede descuento, en tanto todos los
competidores aplican sus descuentos en función de una base común. En tal sentido, respecto a la
denominada fijación directa, los precios de listas permiten a las empresas cartelizadas garantizarse un
sector de mercado que por no tener poder de negociación no se hace acreedor de descuentos, sin sufrir
los embates de la competencia, lo cual queda demostrado de las mismas declaraciones de las empresas,
que admiten un porcentaje de operaciones transadas a precio de lista. Como se observa, esta conducta
genera una renta fija a las empresas, contrariamente a lo que constituye el comportamiento correcto del
mercado.

Por todo lo anterior, es irrelevante a los efectos de establecer si existe o no una conducta prohibida el
señalar que los precios de las transacciones aparecen diversos, y que por tanto, existe competencia en el
mercado. Lo realmente pertinente es evidenciar si entre competidores se produjo alguna conducta
tendente a la fijación de precios frente a terceros, pues tal es el supuesto prohibido en la Ley. Y ello es
aplicable, sea cual sea el mecanismo adoptado por los competidores para llevar adelante una conducta
de esta naturaleza.

2 La segunda precisión necesaria frente a la redacción del artículo 10 ordinal 1º es que el concierto de
voluntades con fines anticompetitivos puede asumir una diversidad notable de manifestaciones, pues la
Ley Pro-Competencia utiliza indistintamente los términos "acuerdos", "contrato", "convenio",
"decisión", "recomendación "colectiva" y "práctica concertada" para referirse a las actuaciones
conjuntas entre dos a más agentes económicos susceptibles de afectar la competencia. En todas ellas se
encuentra presente la bilateralidad o multilateralidad de la conducta, esto es, el intercambio de
consentimientos, pero difieren por su forma de materialización.

Esta diversidad en la denominación de las conductas bilaterales posibles con efectos sobre la
competencia sugiere que el legislador pretendió abarcar cualquier manifestación de negocios jurídicos
bilaterales cuyo propósito o efecto fuera la restricción de la competencia. Perspectiva lógica si se tiene
en cuenta que la competencia puede ser alterada incluso mediante conductas que no proponen la
existencia de vínculos jurídicos formales asumidos mediante la figura contractual. Piénsese por
ejemplo en la celebración de un pacto de caballeros entre competidores, para acordar los precios de sus
transacciones frente a terceros, cuyas obligaciones posiblemente no podrán ser exigidas ante los
tribunales de la República pero donde la adopción de un curso de acción diferente al asumido por el
miembro renuente puede generar conductas rehabilitadas por parte de los demás miembros del cartel.
La coercibilidad de tales convenciones no emana entonces de la fuerza jurídica reconocida y
sancionada por el Estado (quien difícilmente podría convalidar un negocio de suyo ilegal) sino de la
amenaza desplegada por los demás miembros del cartel, con quienes el miembro renuente debe
necesariamente relacionarse comercialmente por razones de su profesión.
Por ello, las normas de competencia procuran evitar que las conductas asumidas por la parte
intervinientes limiten de alguna manera su libertad de acción individual en el mercado, sea cual sea la
expresión o la forma que asuma la conducta bilateral, en tanto su consecuencia sea la restricción de la
competencia.

Conviene destacar que la existencia de una práctica bilateral presupone necesariamente el intercambio
del consentimiento voluntario de los sujetos intervinientes bajo cualquier forma, bien sea
inmediatamente o a través de una aceptación diferida. El intercambio es pues, condición esencial para
al configuración de la práctica, y de no existir, se estará en presencia de dos conductas unilaterales,
pero jamás de un acuerdo, y por lo tanto irrelevante a los efectos de las normas de competencia. De lo
antes expresado puede colegirse que la materialización o evidencia de la práctica bilateral no es
esencial para la configuración del supuesto de hecho previsto por la norma.

Sin embargo, el legislador previo el caso en que la práctica no tuviera su origen en un intercambio de
consentimientos expreso, pero que sin embargo produjera restricciones a la competencia. En efecto, en
principio las prácticas bilaterales son, de ordinario, expresar, pero también podrían resultar de un
consentimiento no expreso pero no menos existente. Estos "acuerdos tácitos" constituyen precisamente
el núcleo alrededor de la cual gira la noción de prácticas bilaterales que se caracterizan por ser tácitas,
y cuya demostración se sustenta en ejecución o manifestación material. Las prácticas concertadas,
constituyen una forma de incluir en el ámbito de aplicación de la Ley Pro-Competencia, la cooperación
informal entre oferentes, que se caracteriza por no contar con ningún acuerdo o decisión formal o
material que le preceda, pero que sin embargo afecta significativamente la competencia.

En este contexto, la diferencia fundamental entre un "acuerdo" (entendido como tal el universo de las
prácticas bilaterales) y una práctica concertada es que, si bien ambos suponen un intercambio de
consentimientos, en el primero el simple intercambio de consentimientos es suficiente por sí solo para
configurar la práctica, mientras que la segunda requiere ademas una ejecución material.

Así una cosa es la prueba del intercambio de consentimiento y otra la existencia real del acuerdo.
Puede que la práctica no haya podido ser probada por medio del acuerdo expreso, precisamente por no
existir el instrumento material que lo contiene (Es de suponer que quienes pretendan violar la Ley
empleen con cada vez mas frecuencia medios muy sutiles y carentes de formalidad alguna para tratar
de eludir la labor de sanción del Estado ante tales violaciones). Sin embargo, ello no prejuzga la
existencia del acuerdo, el cual puede demostrarse por otros medios probatorios.

En esencia, la práctica concertada consiste en una disciplina de comportamiento voluntario consentido


por una empresa frente al comportamiento de otra u otras; ella no supone una manifestación de
voluntad claramente expresada o manifestada, sino más bien una coordinación de acciones estratégicas
comerciales. Constituye pues una forma de coordinación entre empresas quienes sin haber llegado a
concluir un "acuerdo" propiamente dicho, individualmente sustituyen el riesgo de la competencia por
la cooperación práctica e informal entre ellas, de manera consciente. Así por ejemplo, si un agente
económico anuncia a sus competidores los cambios en los precios posibilita que las empresas eliminen
por anticipado toda incertidumbre entre ellas en relación a su futura conducta en los diversos mercados.

También podría ser considerado como una práctica concertada los incrementos simultáneos y
proporcionales de precios aplicados por la empresas en sus respectivas transacciones, sin necesidad de
demostrar ( a pesar de existir) un intercambio de consentimientos, salvo por medio de presunciones. En
efecto, en este caso es posible establecer que el comportamiento de las empresas lejos de ser accidental
o causal era el resultado de una cooperación deseada y aceptada.

Así por ejemplo, los competidores pudieran acordar que trimestralmente uno de ellos,
alternativamente, debe publicar en prensa sus precios y que los demás ajustarán sus tarifas a tal
publicación. Como se observa del ejemplo no existe "acuerdo expreso" para la determinación de los
precios y sus modificaciones trimestrales, pero tácitamente existe, en tanto todos los competidores
igualan sus precios a la señal enviada por uno, porque saben que ello les reportará algún tipo de
beneficio económico.

La doctrina es uniforme en señalar que "existe una práctica concertada cuando: a) Hay un contacto
efectivo entre las partes que frecuentemente consistirá en reuniones, discusiones, intercambios de
información, sondeos de opinión, ya sea oral o escrito; y b) Tal contacto tenga como objetivo
influenciar la conducta en el mercado, y en particular suprimir por adelantado la incertidumbre
respecto de la conducta futura de una empresa o tenga el efecto de mantener o alterar la actuación
comercial de las empresas de que se trate en un aspecto que hasta aquél momento estaba regulado por
el juego de la libre competencia". (BELLAMY, Christopher, CHILD, Graham: "Derecho de la
Competencia en el Mercado Común "Editorial Civitas, Edición Española a cargo de Enric Picañol,
1992, Madrid, pp. 90-91).

Ahora bien, un simple paralelismo de los comportamientos de las empresas no sería por sí mismo la
prueba de una práctica concertada, pero sí un indicio importante de su existencia que tendrá que ser
acondicionado a otros indicios que permitan establecer un juicio de valor suficiente para constituir una
prueba de la existencia de la práctica. La sola voluntad unilateral de las empresas de alinear sus
comportamientos en función del comportamiento de la otra no sería suficiente para probar la existencia
de la entente. Pero las circunstancias de hecho que rodean el caso concreto pueden constituir un
conjunto de indicios que establezcan de una forma convincente la existencia de un intercambio de
voluntad consciente y cierta entre competidores. Se ha señalado en otras jurisdicciones, que
"...mientras el comportamiento paralelo - del oferente - por sí mismo no constituye una práctica
concertada, puede, no obstante, significar un fuerte indicio del tal práctica..." (Caso S.A. Francaise des
matieres colorantes (Francolor) vs. Comisión de las Comunidades Europeas, Documentos Oficiales de
las Comunidades Europeas, 1969).

Se ha sostenido en relación con esta práctica que, aunque cada fabricante es libre para saber sus
precios, tomando en cuenta para ello la conducta presente y esperada de sus competidores, no obstante
es contrario a las reglas de competencia (...) que un productor coopere con sus competidores, en
cualquier modo , para determinar un curso coordinado de acción relativo a los incrementos del precio y
asegurar su exito eliminando previamente toda incertidumbre en relación con la conducta de los otros
en relación a los elementos esenciales de actuación tales como el importe, objeto, fecha, y lugar de los
incrementos". (Caso Materias Colorantes, citado ut supra). Un ejemplo de ello puede ser la lista
referencial de precios. En este sentido, el número significativo de categorias de precios aplicados a
distintos subproductos, así como la fecha común de entrada en vigencia de los precios establecidos en
la lista, son elementos que agregan indicios acerca de la existencia de una práctica concertada.

De esta manera, si bien, como se dijo, el comportamiento paralelo por sí mismo no constituye una
práctica concertada, puede no obstante, significar un fuerte indicio de tal práctica, si conduce a unas
condiciones de competencia que no corresponden a las condiciones normales en el mercado. Para
decidir la cuestión de si las condiciones del mercado divergen de lo normal, es necesario examinar la
naturaleza del mercado para la productos de que se trate.

Una práctica concertada debe ser probada conforme a su naturaleza, y para ello es suficiente la prueba
por medio de presunciones. En la práctica si se prueba una conducta paralela en el mercado y un
contacto entre las partes, se presumirá concertada. Adicionalmente, la existencia de evidencia
económica complementaria (v.g. el reducido número de agentes participantes en el mercado, la
naturaleza y características de las empresas, el carácter homogéneo o poco diferenciado del producto)
permitiría colegir la existencia de la práctica en cuestión.

En suma, las prácticas concertadas suponen la realización de un negocio jurídico bilateral carente de
toda formalidad, que se ejecuta conforme a un plan previamente acordado entre competidores, a pesar
de no haber sido documentados. Por esta razón, bajo las normas de competencia, la demostración de la
existencia de tales prácticas estará dada de ordinario por el cúmulo de presunciones colegidas de la
situación de hecho concreta que permitan inferir la existencia indubitable de un acuerdo tácito,

3. Un aspecto adicional, pero no menos importante en el presente procedimiento se relaciona con la


determinación del mercado donde se efectuó la práctica presuntamente restrictiva de la competencia.
Esto no quiere decir que para establecer la existencia del supuesto de hecho consagrado en la norma
sea necesario condicionario a que se realice dentro de un mercado relevante. En efecto, en las prácticas
multilaterales, lo esencial es la participación de los sujetos involucrados, independientemente de sí la
práctica se verifica en uno o varios mercados.

Pero a pesar de lo dicho, en ciertos casos, la determinación del mercado relevante constituye un paso
preliminar en el análisis económico que constribuye a corroborar la existencia de una práctica
concertada, e igualmente permite establecer cuales acuerdos no merecen ser considerados por la
Superintendencia en tanto producen un efecto despreciable sobre la competencia en el mercado. Ello
por cuanto la posibilidad de la existencia de un cartel de precios entre competidores será mayor si el
número de competidores potenciales participantes es menor. La cantidad de competidores dependerá, a
su vez de la determinación que se realice sobre el cuál es el mercado relevante. Porque si el mercado
relevante es mayor en términos de productos sustitutos y en ámbito espacial, mayor será el número de
competidores, y por tanto menor el riesgo de que concerten entre ellos conductas restrictivas de la
competencia, por medio de acuerdos, decisiones o prácticas concertadas. Por ejemplo, existirán más
competidores en el mercado de los productos analgésicos que en el mercado de las aspirinas, y por lo
tanto será menos factible la realización de conciertos de voluntades de los competidores para acabar
con la competencia entre ellos en el primer mercado que en el segundo.

La determinación del mercado relevante es una cuestión de evaluación casuística que ha de considerar,
entre otros, diversos criterios de orden técnico-económico, algunos de los cuales se encuentran
recogidos en el artículo segundo del Reglamento Nº 1 de la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio
de la Libre Competencia. Entre tales criterios se encuentran, la posibilidad de sustitución en términos
de tiempo y costos del bien o servicio por otros bienes o servicios nacionales, originada en razón de la
tecnología, de las preferencias de los consumidores o de la competencia entre marcas o patentes; la
posibilidad de sustitución del bien o servicio por otros bienes o servicios importados, originada en
razón del nivel de importaciones, por los niveles tarifarios, por la existencia de barreras no arancelarias
al comercio o de medidas que establezcan derechos antidumping o compensatorios; la posibilidad de
los consumidores de disponer de fuentes actuales o potenciales de oferta o demanda alternativas de
bienes o servicios idénticos o sustitutos; los costos de transporte y otros costos asociados a la
transacción o a la comercialización del bien o servicio, incluyendo los costos de transporte; y
finalmente, la existencia y efectos de restricciones al comercio nacional originadas en normas jurídicas
nacionales o extranjeras que limiten tanto el acceso de los compradores o proveedores como el acceso
de los compradores o proveedores como el acceso de vendedores a compradores alternativos de bienes
o servicios sustitutos.

4. A la hora de evaluar la posibilidad de una práctica concertada u otra conducta bilateral entre
competidores para fijar precios, es conveniente tener presente una serie de factores que facilitan la
conformación exitosa de un cartel. Todos ellos están relacionados con los costos de organizar y
supervisar el funcionamiento de la práctica entre los competidores. Estos elementos son los siguientes:

a) Un número reducido de empresas involucradas en el acuerdo. Cuando las empresas son grandes no
es necesario el concurso de todas ellas es para acordar elevar los precios. Basta con que un porcentaje
significativo de la produccción esté en manos de las empresas interesadas en conformar el cartel.

b) Que en el mercado relevante participen pocos competidores, lo cual facilita la superivisión mutua de
modo que ningún miembro asuma un curso de acción individual diferente al acordado con los demás
miembros del cartel.

c) Que los mercados sean regionales o locales. Cuanto más restringidas es el área geográfica definida
como el mercado relevante más probable es que las empresas tengan una elevada participación de
participación de mercado.

d) Que los productos de las distintas empresas que participan en el cartel sean homogéneos y por tanto
que difieran poco en sus caracteristicas, de modo que la principal variable que determina la venta del
producto sea el precio. Cuando las variables determinantes para la venta del producto son aquellas
distintas al precio. Cuando las variables determinantes para la venta del producto son aquéllas distintas
al precio (v.gr. servicio post venta, calidad, y cualquier otro atributo del bien) hay mayores incentivos
para violar el cartel porque resulta atractivo para el miembro renuente aumentar sus ventas utilizando
dichas variables.

e) La existencia de una cámara de empresarios. Al reducir los costos de comunicación y coordinación


de actividades entre las empresas de una industria, este tipo de asociaciones facilitan el
establecimiento y permanencia de un cartel.
IV

Teniendo presente los comentarios conceptuales introductorios que anteceden, esta Superintedencia
pasa a continuación a analizar las razones expuestas por las empresas investigadas dentro de la
oportunidad legal correspondiente, las cuales pueden sistematizarse en una doble vertiente. En primer
lugar, alegatos tendentes a desvirtuar la práctica restrictiva a la competencia que se les imputa y en
segundo lugar, alegatos relativos a la insignificancia del perjuicio causado por la práctica sobre la
competencia en el mercado relevante.

1.- Las empresas denunciadas han pretendido desvirtuar la existencia de una práctica concertada
señalando que la igualdad comprobada de los diversos niveles de precios contemplados en las listas de
precios, no representa un indicio demostrativo del intercambio de voluntades necesario en acuerdo
tácito. Para sostener esta tesis señalan:

1. Que la similitud en los procesos de producción de las distintas empresas premezcladoras hace que
los costos de producción de éstas tiendan a ser similares, y por lo tanto, sus precios tambien. En este
sentido, PREMEZCLADOS AVILA C.A. sostiene en el folio 43 del expediente administrativo que los
"pocos elementos que de forma importante determinan el costo-cemento, piedra, arena y transporte
ofrecen pocas o ninguna alternativa en cuanto al precio. De allí que un alto grado existe una indudable
similitud entre los fundamentales costos de operación, pero precisamente en otros que no son tan
importantes pueden haber pequeñas variaciones que son, precisamente, las que nos permiten competir
como en efecto lo hacemos". PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DEL CONCRETO, (PRE-
MEX), S.A., por su parte señaló en su escrito de descargos, que "Como los diseños de mezcla son
prácticamente universales y los costos de operación, mano de obra y materias primas son similares para
los premezcladores de Caracas, los precios finales pueden ser iguales o bastantes parecidos".
VENMAR, C.A (VENMARCA) MEZCLADORA MIXTO-LISTO CONSOLIDADA C.A. hace una
afirmación similar en su escrito de defensa, la cual cursa en el folio 99 del expediente administrativo,
en el siguiente sentido"...la práctica aludida ha consistido en el pasado en estimar, generalmente dos (2)
veces por año, la tendencia en los precios de insumo y mano de obra utilizados para la producción de
concreto. En base a esta apreciación, mis representadas estiman el rango dentro del cual puede
esperarse se ubiquen los precios reales del concreto durante un período de aproximadamente de seis (6)
meses. Es en función de ese rango que mis representadas establecen las indicaciones de precios
estimados para los productos que ofrecen al mercado". (Subrayado nuestro).
2. Que las listas de precios tienen un fin meramente referencial. Bajo este argumento las empresas
denunciadas sostienen que no existe violación de la Ley Pro-Competencia, por cuanto la elaboración de
listas de precios tiene por objeto servir de marco referencial a la adopción de decisiones que realizan
los clientes de las empresas denunciadas frente a terceros.

Precisamente, como las listas son referenciales, los precios efectivamente cobrados en las ventas son
distintos a los establecidos en aquéllas, ya sea en virtud del otorgamiento de descuentos por volumen, o
porque se vende a crédito sin hacer, hay una serie de recargos sobre los precios referenciales que son
mencionados en las listas (p.e. por transporte de una cantidad de concreto menor que la capacidad de
carga máxima del camión mezclador, por habilitación de la planta los fines de semana...) y que en
muchos casos no son cobrados por PREMEZCLADOS AVILA, C.A a sus clientes. En los anexos
presentados por esta empresa se muestran, respectivamente, los siguientes documentos: facturas de
ventas a contado con descuentos, venta a crédito, y un cuadro comparativo de ventas hechas a
descuento y a precio de lista.

Además, PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DEL CONCRETO, PRE-MEX), S.A. señala


implícitamente que el artículo 41 de la Ley de Protección al Consumidor permite excluir ciertos
productos de la aplicación de la Ley Pro-Competencia, al permitir la realización de acuerdos entre las
partes vinculados con precios.

3. Que la lista de precios fue aplicada a un pequeño porcentaje de las transacciones totales del mercado.
Bajo este argumento, las empresas denunciadas señalan que, como las listas son meramente
referenciales, los precios efectivamente cobrados en un gran porcentaje de las ventas son distintos a los
establecidos aquéllas, y que por lo tanto, el perjuicio causado a la competencia es despreciable.

Al respecto, PREMEZCLADOS AVILA, C.A. señala en su escrito de defensa, en el folio 42 del


expediente administrativo: "Anexamos a la presente marcado "C" cuadro demostrativo de la
facturación que hemos hecho para nuestros clientes en el cual queda evidentemente comprobado que
del total de la producción del período 3er. trimestre de 1992 el 83.63% tuvieron precios distintos a los
de las listas referenciales de precios. " (Resaltado de la empresa).

PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DEL CONCRETO, (PRE-MEX), S.A. por su parte destaca


en las conclusiones de su escrito de defensa (pag. 41), que cursa en el folio 88 del expediente
administrativo, "Las listas, tablas y catálogos de PRE-MEX, S.A. son en realidad una base informativa
de referencia técnica y comercial donde aparecen algunos de los datos básicos y útiles a los
profesionales de la ingeniería, que propenderán hacia una transacción "negociada" entre el constructor
y el proveedor de premezclados. En dicha negociación, no sólo se discuten los precios sino las demás
condiciones y cualidades del producto y servicio a ser transado, forma de pago, garantías, etc".
(Subrayado nuestro).

VENMAR, C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO-LISTO CONSOLIDADA, C.A.


presentaron sendos anexos con prueba de que una gran proporción de las ventas son hechas a precios
distintos de lista. Estos contienen, respectivamente, los siguientes documentos: Relación de ventas
hechas a cada cliente para el periodo 1/7/92 - 31-12-92, con indicación del volumen y valor del
concreto despachado a cada uno, así como cuáles se les vendió a descuento; muestras de facturas de
ventas a descuentos realizadas en ese período, y un cuadro resumen del porcentaje de ventas de ese
período hechas a precio de lista (10,97%) y de ventas hechas a descuento (89,03%). De aquí concluyen
que por no ser los precios de lista en su gran mayoría los efectivamente cobrados, no hay violación del
ordinal primero del artículo 10 de la Ley Pro-Competencia.

PREMEZCLADOS TUCON, C.A. también alega que las listas de precios tienen un "carácter
orientador" y no representa el precio definitivo de venta, ya que éste viene dado por la cantidad, el
precio del cemento, arena, aditivos, etc. (Folio 93 del expediente administrativo).

4. Que las listas de precios son consecuencia de disposiciones legales y sublegales que conminan su
elaboración; tal es el caso de la Ley de Licitaciones, para cuyo cumplimiento las empresas contratistas
de obras del Estado que son clientes de las premezcladoras requieren de listas de precios referenciales
de los insumos que utilizan, para así poder hacer los presupuestos de sus ofertas a los efectos del
proceso licitatorio. Por otro lado, los organismos públicos que llaman a licitación también requieren de
las listas referenciales con el objeto de evaluar las ofertas presentadas por los contratistas. Igualmente,
la Contraloría General de la República también requiere de las listas referenciales para poder cumplir
con las funciones que le confiere la Ley de Licitaciones y otras leyes especiales. Conscientes de tales
requerimientos, esta situación ha obligado en muchos casos a los proveedores de las contratistas a
establecer cierta uniformidad de sus precios; pero sólo referencial. (Como prueba relacionada con este
alegato, PREMEZCLADOS AVILA, C.A. entregó una carta que dirige la Contraloría General de la
República a la Cámara de la Construcción, en la cual le pide a esta última su colaboración en el
suministro de información de precios de los distintos insumos utilizados en la actividad de la
construcción. Esta carta está identificada en los alegatos de PREMEZCLADOS AVILA, C.A. como
anexo "D", acompañada al escrito de descargos).

Por último, las condiciones generales de contratación vigentes preveen los mecanismos para la
escalación de precios de acuerdo a ciertos indices por renglones de producto o servicio, para lo cual los
contratistas requieren de las referencias de precios ya mencionadas.

5. Que existen precios en las respectivas listas correspondientes a productos que no se encuentran en
las listas de las demás empresas investigadas. En este sentido, PREMEZCLADOS AVILA, C.A. señala
en su escrito de defensa, en el folio 42 del expediente administrativo: "Asimismo, se evidencia de la
misma prueba de forma contundente, la existencia de concretos especiales que no están especificados
en lista de precios.

6.Que al establecer los precios contenidos en la lista, cada empresa procura "seguir al líder" en la
estimación de sus precios. Según señala VENMAR, C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO-
LISTO CONSOLIDADA, C.A en su escrito de descargos, en el folio 99 del expediente administrativo:
"En lo que respecta a mis representadas, la practica aludida ha consistido en el pasado en estimar,
generalmente dos (2) veces por año, la tendencia en los precios de los insumos y mano de obras
utilizados para la producción de concreto. En base a esta apreciación, mis representadas estiman el
rango dentro del cual puede esperarse que se ubiquen los precios reales del concreto durante un período
de aproximadamente seis (6) meses. Es en función de ese rango que mis representadas establecen las
indicaciones de precios estimados para los productos que ofrece la mercado. Ahora bien, la
determinación especifica que repito, siempre se ubica dentro de un rango determinado previa e
individualmente por mis representadas es en oportunidades objeto de consulta informal con alguna otra
empresa líder en el área del premezclado, o bien consecuencia de seguir la iniciativa de otra de las
empresas líderes cuyas indicaciones de precios estimados llegan al conocimiento de mis representadas.

Normalmente, las demás empresas premezcladoras con participación de mercado inferior, siguen la
indicación de precios estimados de las que liderizan el mercado. Esto explica la coincidencia en las
indicaciones de precios estimados y en las fechas de vigencia que se observa en el listado distribuido
por mis representadas y los distribuidos por algunas de las otras empresas premezcladoras con
posterioridad a la vigencia de la Ley para Promover y Proteger (sic) la Libre Competencia"
(subrayado nuestro)

Las empresas denunciadas también han presentado alegatos relativos a la insignificancia del perjuicio
causado por la práctica sobre la competencia en el mercado relevante:

1. En este sentido, todas las empresas denunciadas, PREMEZCLADOS AVILA, C.A, VENMAR, C.A.
(VENMARCA), MEZCLADORA MIXTO-LISTO CONSOLIDADA, C.A, PREMEZCLADOS Y
PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A),
argumentan bajo diversas modalidades que el daño causado a la competencia en el mercado si alguno
es a todo evento insignificante.

En efecto, según las referidas empresas, en el presente caso, el mercado relevante comprende todo el
concreto consumido en el área metropolitana de Caracas, tanto de concreto premezclados como del
concreto fabricado "in situ". Se trata pues, según lo expresan las empresas, de productos sucedáneos,
ya que, según éstas, cualquier constructor puede fabricar su propio concreto para cualquiera de sus
obras ubicada en esta cuidad, ya sea utilizando palas y otros métodos sencillos, o bien equipos más
sofisticados que pueden ser propios o arrendados. Igualmente, estos constructores reciben el apoyo de
las empresas suministradoras de materias primas, en lo que respecta al traslado de las mismas y a la
instalación de silos de almacenamiento. Como lo señala PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS
DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX): "La fuerte condición de sustitución entre ellos, es motivada por el
hecho de que el concreto puede ser preparado en la propia obra sin mayores limitaciones prácticas,
técnicas o legales".

Debido a que los constructores puedan hacer su propio concreto, y como corolario de lo anterior, estos
tienen un alto poder de mercado para negociar descuentos, créditos, etc. Esta situación hace que sea
imposible una acuerdo de precios. Sobre este punto, PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS S.A.
(PRE-MEX) sostiene en las conclusiones de su escrito de cargos que cursan en el folio 89 del
expediente administrativo: "La existencia de seis empresas en el mercado y el bajo índice de
penetración del concreto premezclado en él, comparativamente con otros países, son consecuencia del
alto poder de negociación que posee el constructor al tener acceso a la mezcla "in situ".

Por su parte, PREMEZCLADOS TUCON, C.A. afirma que el objeto de esta empresa abarca otras
actividades además de la fabricación de concreto premezclado. Entre estas actividades se encuentra la
explotación de minas de arenas, cementos, piedras; compra y venta de piezas, tubos y partes de
concreto; y cualquier otra actividad comercial general.

Por último, todas las empresas denunciadas coincidieron en que el concreto suministrado por la
Premezcladores al Área Metropolitana de Caracas representa entre el 16% y el 18% del total del
concreto consumido en dicha área, lo cual constituye, según ellas, muestra de la insignificancia del
efecto de su conducta.

En este sentido PREMEZCLADOS AVILA, C.A señala, en su escrito de descargos, en el folio 44 del
expediente administrativo, lo siguiente: "el mercado que sirven las empresas mezcladoras de concreto
es ciertamente reducido. Sin que las cifras que a continuación se expresan puedan considerarse
absoluta y rigurosamente exactas, conviene sin embargo tenerlas en cuenta. Puede estimarse que
alrededor del 8% del concreto que se utiliza en todo el país es suministrado por la empresas
mezcladoras de concreto. Por razones obvias esta cifra aumenta cuando la observamos en el área
metropolitana de Caracas, pues en esa zona podría oscilar entre 16 y 18%. Es decir que a nivel
nacional sólo el 8% de todo el concreto es suministrado por la empresas mezcladoras y en el área
metropolitana entre un 16 y 18% de todo el concreto es suministrado por ese tipo de empresas".

Por su parte, PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX), en


argumentos que cursan en los folios cincuenta y tres (53) y cincuenta y cuatro (54), señala: "Para
establecer cual es la participación del concreto premezclado en el mercado del concreto estructural se
emplea el Índice de Penetración del PM. Este índice expresa el consumo de cemento por parte del PM,
en términos de porcentaje respecto al gran total de los despachos de cemento (...) El índice del PM es
utilizado internacionalmente en nuestro sector industrial para analizar el desempeño de la industria.
Aunque carecemos de una información cuantitativa apropiada, nuestra compañía supone que en nuestra
capital, si no se toman en cuenta las obras del Metro de Caracas la penetración del PM es del orden del
18% Y mas adelante afirma "...Por ello se puede afirmar que la penetración del PM en Venezuela es
Baja, al compararla con otros países..."

Y finalmente VENMAR, C.A (VENMARCA)- MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA,


C.A. sostiene en el folio ciento nueve (109) del expediente administrativo de la forma siguiente: "En
efecto, la participación del concreto pre-mezclado en el mercado de concreto se ubica dentro de un
rango comprendido entre el quince y el diez y ocho por ciento (15% y el 18%), aproximadamente" y
luego en el folio ciento doce (112) "Resulta evidente que quienes dominen entre el quince por ciento
(15%) y el diez y ocho por ciento (18%) de un mercado - (OMISSIS) no pueden ser capaces de dictar
precios y, por lo tanto, no pueden tener la pretensión de llegar, entre sí, a ningún acuerdo efectivo
sobre el mercado del concreto".

2. Como corolario del anterior argumento, algunas empresas sostienen en particular que no es aplicable
la prohibición del artículo 10 ordinal 1º de la Ley, el cual es pertinente sólo cuando la conducta, a tenor
de los establecido en el artículo 5º ejusdem, restringe efectivamente la competencia.

Así, VENMAR, C.A. (VENMARCA)-MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A. alega


que las conductas estipuladas en el Artículo 1º de la Ley Pro-Competencia sólo quedan prohibidas
cuando su objetivo y su efecto es impedir, restringir, falsear o limitar la libre competencia y, debido a
que el único objeto de las listas de precio es servir de referencia a constructores y a organismos
públicos envueltos en licitaciones, la existencia de estas listas no puede ser catalogada como una de
estas conductas prohibidas por la Ley.

En efecto, señala esta empresa en su escritorio de descargos, que cursa en los folios 103-106 del
expediente administrativo, lo siguiente:

"Además de que (VENMAR, C.A. (VENMARCA)-MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA,


C.A.) nunca fijaron precios a través del listado, su conducta no viola el artículo 10, ordinal 1º, de la
Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia, porque el sentido de esta
disposición sólo puede entenderse en función del objetivo y efecto de "los acuerdos, decisiones o
recomendaciones colectivas o prácticas concertadas" que dan lugar a las sanciones.

Ya quedó demostrado que los listados no tuvieron ni la intención ni el efecto de "fijar, de forma
directa o indirecta, precios y otras condiciones de comercialización o de servicio", pues los precios
reales durante el período que nos ocupa fueron substancialmente distintos a las indicaciones de
precios estimados. Pero, además, para que se configure la conducta violatoria de la norma es
necesario que ésta de alguna manera impida, restrinja, falsee o limite la libre.

En el caso de las conductas y prácticas prohibidas, se deja claro que no se trata de prohibiciones
dirigidas a evitar conductas y prácticas que tengan un determinado efecto. Ese efecto es impedir,
restringir, falsear o limitar el goce de la libertad económica.

Aunque el texto de la norma citada (El artículo 10, ordinal 1º) no repite expresamente que las
conductas prohibidas deben tener por efecto impedir, restringir, falsear o limitar la libre competencia,
es preciso interpretarla en el contexto general de la Ley. Como ya se vio, la Ley es muy clara en su
artículo 1º, pero, además, es necesario señalar que el artículo 10 se inscribe en el Capítulo II
("Actividades reguladas") del Título II ("Ámbito de aplicación de la Ley").

(...) De los términos en que está concebida la "Prohibición General", resulta claro que el principio en
ella contenido debe aplicarse a las prohibiciones particulares, pues reflejan la atención del legislador,
aplicada a las prohibiciones, en palabras casi idénticas a como tal intención se expresa en el
prenombrado artículo 1º de la Ley.

En el caso del ordinal 1º del artículo 10, sería absurdo concluir que el legislador quiso prohibir en
abstracto -es decir, prescindiendo del sentido general plasmado en la Ley de que las conductas
repudiadas sean las que afectan negativamente la libre competencia - los acuerdos, decisiones o
recomendaciones colectivas prácticas concertadas para fijar, de forma directa precios y otras
condiciones de comercialización o de servicio. La Ley sólo puede prohibir las conductas de efecto
negativo sobre la competencia, pues son muchas las hipótesis en las que, por ejemplo, acuerdos de
precio entre competidores carecen de efecto práctico sobre la competitividad del mercado. Piénsese,
por ejemplo, en un acuerdo de precios entre dos competidores que no representan ni el uno por ciento
(1%) de un determinado mercado; o en un acuerdo de precios que es sistemáticamente violado por las
partes. En estos casos sería contrario a la intención del legislador que la Superintendencia para la
Promoción y Protección de la Libre Competencia aplicar sanciones."

En relación con los alegatos presentados por las empresas denunciadas. cabe señalar que esta
Superintendencia inició la presente investigación, con base en la presunción hominis de que se estaba
verificando una práctica restrictiva de la competencia, deducida de la igualdad o identidad de las listas
de precios que obtuvieron, vía fax, funcionarios investigadores de la Superintendencia debidamente
autorizados y designados, los días 25 y 30 de noviembre de 1992, de las empresas PREMEZCLADO Y
PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX); VENMAR, C.A. (VENMARCA);
MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A.; PREMEZCLADOS AVILA, C.A. Y
PREMEZCLADOS TUCON, C.A.

Es importante señalar que ninguna de esas listas ni la presunción que éstas constituían en su contra
fueron desconocidas o impugnadas, tanto en su origen o autenticidad, como en su contenido, en la
oportunidad legal correspondiente, por lo que inexorablemente esta Superintendencia, con fundamento
en la doctrina calificada - Dres. Leopoldo Borjas y Jesús Eduardo Cabrera - y en el principio de
libertad probatoria previsto en el artículo 395 del Código de Procedimiento Civil, norma ésta que
resulta de aplicación obligatoria por mandato expreso del artículo 58 de la Ley Orgánica de
Procedimientos Administrativos, debe tenérselas como fidedignas y por consiguiente, el hecho material
de las declaraciones contenido en dichas listas hace fe de variedad y así expresamente se declara.

De un detenido y meticuloso análisis de cada una de esas listas, consta esta Superintendencia que las
mismas, para el Área Metropolitana de Caracas, eran idénticas o iguales en:

a) precios de concreto premezclado normal y especial;

b) recargos a la venta del producto;

c) servicios adicionales que prestan las empresas de premezclado;


d) vigencia de las listas de precios; y

e) en la resistencia y característica del concreto premezclado que venden.

Estos hechos hacen presumir que entre las empresas premezcladoras existe una práctica concertada
restrictiva de la competencia y así se lo declara.

Ahora bien, hasta el momento, la Superintendencia cuenta con un fuerte indicio de que existe una
práctica concertada entre las empresas denunciadas, presuntas infractoras en este procedimiento, lo
cual no resulta necesario agregar otros elementos adicionales de juicio a fin de establecer efectivamente
la existencia de la práctica de la competencia que se investiga.

Elementos de juicio para resolver tal interrogante, los consigue la Superintendencia en los escritos
presentados por las empresas investigadas dentro de la oportunidad señalada por el artículo 36 de la
Ley Pro-Competencia.

Ciertamente, de una lectura detenida de loas alegatos y pruebas expuestas por las empresas
PREMEZCLADO Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX); VENMAR, C.A.
(VENMARCA); MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A.; PREMEZCLADOS
AVILA, C.A. Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A., se llega al firme convencimiento de que ninguna
de éstas pretendieron negar la existencia o la autoría de las listas de precios y la igualdad de su
contenido, sino más bien por el contrario, pretendieron justificarlas, esgrimiendo diversas defensas que
quedaron expuestas anteriormente, entre otras, la imposición "fáctica" (referencial) que de las mismas
se originan a través de los diversos procesos licitatorios iniciados en el área de construcción por la
Administración Pública o a solicitud de otros entes de la Administración Central (Contraloría General
de la República de Venezuela); similitud de los procesos de producción de éstas tiendan a ser similares;
y para finalizar, que los precios efectivamente cobrados por las empresas investigadas a sus clientes no
son las que aparecen en lista.

En efecto, los argumentos esgrimidos por las empresas investigadas pretenden justificar la realización
de una actividad que no encuentra excepción alguna bajo los términos de la Ley, al punto que el
Reglamento Nº 1 la considera entre aquellas conductas que en ningún caso pueden ser realizadas
(Artículo 7º del Reglamento Nº 1) Y a todo evento, tales argumentos no ofrecen siquiera una
explicación justificada y viable de las razones que han llevado a las empresas investigadas a realizar tal
práctica concertada.
En efecto, resulta cándido suponer que la igualdad o identidad de las listas en un número significativo
de tipos de bienes transados obedece a que los costos en la fabricación de los bienes son aproximados.
Ello podría justificar el que los precios se aproximen, más no que sean absolutamente idénticos. Este
argumento, por lo demás tampoco justifica por qué razón las condiciones de comercialización son
igualmente idénticas en las listas contrastadas.

Por otra parte, sostener que no existe cartelización por cuanto las listas tienen un fin meramente
referencial y que además los precios efectivamente cobrados son los diferentes de los existentes en la
lista, sólo puede conducir a la pregunta: ¿Cuál es entonces la razón de la lista de precios? La razón
esgrimida por PREMEZCLADO Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX), en el
sentido de cumplir lo dispuesto en el artículo 41 de la Ley de Protección al Consumidor, dispositivo
que supuestamente permite a los competidores acordar precios entre sí en sus transacciones frente a
terceros, no es válida, por cuanto el supuesto de hecho contenido en dicha norma no puede significar
una contravención con lo dispuesto en la Ley Pro-Competencia. Tal interpretación es acomodaticia y
no responde al verdadero espíritu del legislador en esta materia. En efecto, lo que el artículo 41
establece, al señalar que "Los proveedores deberán dar conocimiento al público de los precios que
expenden o de los servicios que ofrecen, con excepción de los que por sus características deban ser
objeto de acuerdo entre las partes", es que en lo relativo a la publicidad de los precios, los proveedores
podrán abstenerse de publicar sus precios respectivos de venta (que no son precios cartelizados), si las
características del producto vendido exigen que las partes (entendidas como "comprador y vendedor", y
no como "vendedores entre sí") acuerden en sentido distinto. Por esta razón el segundo párrafo del
artículo citado se refiere a la presentación de los bienes en vitrinas, anaqueles o estanterías, lo que
claramente nada tiene que ver con el hecho económico imputado a las empresas denunciadas. De
hecho, el dispositivo se encuentra entre las normas relacionadas con la publicidad comercial de dicha
ley (Capítulo VI, Título II, "De la Publicidad y la Oferta"). Por lo tanto, pretender encontrar una
excepción en dicha norma, resulta cuando menos desacertado.

Tampoco ofrece el argumento explicación viable a la existencia del cartel el hecho de que los precios
efectivamente cobrados sean distintos de los establecidos en la lista, pues tales precios aparentemente
diversos pueden ser el resultado de que las empresas efectivamente compiten en el ofrecimiento de
condiciones de comercialización, pero no en los precios, los cuales al tener un punto de referencia en la
lista constituyen una limitación a la libertad de acción individual de cada empresa. Precisamente por
esta razón el artículo 10 ordinal 1° de la Ley distingue la afectación de los precios, de las demás
condiciones que rodean la transacción económica en concreto, porque intuye que las restricciones a la
competencia que rodean una transacción económica pueden verificarse en alguno de sus elementos, y
no necesariamente en todos.

En otro orden de ideas, la defensa presentada en el sentido de que la lista de precios fue aplicada a un
pequeño porcentaje de las transacciones totales del mercado y que por lo tanto, el perjuicio causado a
la competencia es despreciable, antes de justificar la realización de la práctica en los casos donde la
lista no fue utilizada (empleando la lógica del argumento esgrimido por las empresas; ya se ha visto
que ello es dudoso) representa por el contrario una aceptación de que las empresas cometieron dicha
práctica en los porcentajes donde aplicaron la lista, esto es, corrobora una vez más que las empresas
aplicaron precios de lista cartelizados a un porcentaje del mercado. En este sentido conviene señalar
que los porcentajes presentados por las empresas como de efecto despreciable en la competencia ni
siquiera se ajustan a los establecidos en otras jurisdicciones, los cuales son bastante inferiores.

Tampoco resulta suficiente con señalar que las listas de precios son consecuencia de disposiciones
legales y sub-legales que conminan a su elaboración; tal es el caso de la Ley de Licitaciones, para cuyo
cumplimiento las empresas contratistas de obras del Estado -que son clientes de las premezcladoras-
requieren de listas de precios referenciales de los insumos que utilizan, para así poder hacer los
presupuestos de sus ofertas a los efectos del proceso licitatorio. En efecto, este argumento podría
explicar a lo sumo la obligación de presentar listas de precios, pero no la obligación de presentar listas
de precios idénticos. El objetivo de este articulado, por el contrario, lo que persigue es promover una
competencia real y efectiva, donde los entes de la Administración Pública realmente contraten con
terceros las mejores condiciones económicas para sus obras, bienes o servicios, lo cual dispone que los
precios ofrecidos no sean resultado de un cartel. Así la legalidad, siendo una sola, no puede ser
entendida como algo fraccionado, en el sentido de que las Ley de Licitaciones obliga a las empresas
adoptar un curso de acción violatorio de la Ley Pro-Competencia. Por otra parte, debe recordarse que
tales conductas favorecerían indirectamente la realización de otra conducta prohibida en la Ley, como
lo es la realización de licitaciones colusorias.

En cuanto al argumento de que al establecer los precios contenidos en la lista, cada empresa procura
"seguir al líder" en la estimación de sus precios, debe observarse que tal conducta comercial es típica
de estructuras de mercado donde existe una empresa que detenta una posición de dominio, y que
coexiste con un número significativo de pequeñas empresas que ajustan su conducta a la adoptada por
la empresa líder. Sin embargo, en el presente caso es de hacer notar que a pesar de haber sido alegado
por una de las empresas investigadas, este argumento no fue debidamente probado en su oportunidad,
por lo que la afirmación presentada no pasa de ser un simple alegato no demostrado, que en todo caso
resultó desvirtuado por el conjunto de indicios que apuntan en un sentido diferente. En efecto, la propia
empresa que pretendió explicar la igualdad de precios sobre la base de seguir al líder en el mercado,
reconoce ocupar una posición líder en dicho mercado. Además al señalar la manera como ajustan sus
precios, ella misma sostiene que ella se produce no sólo por razones de seguimiento al líder, sino
además, como resultado de un contacto con otra empresa líder. Así, la empresa señaló en su
oportunidad que " la determinación específica - que repito, siempre se ubica dentro de un rango
determinado previa e individualmente por mis representadas- es en oportunidades el objeto de
consulta informal con alguna otra empresa líder en el área del premezclado" Por lo demás, las
conductas de seguimiento al líder, de ordinario permiten explicar conductas paralelas que se verifican
en la existencia de ciertos precios coincidentes, o de aproximaciones de precios en el tiempo, más no
explican cómo en el presente caso, todos los precios de las listas son idénticos.

Por otra parte, el que existan en las listas productos que no están contenidos en las demás, no
representa argumento suficiente para desvirtuar la existencia de los demás productos cuyos precios son
idénticos.

En cuanto a que se produce un efecto despreciable en el mercado relevante, ya se ha visto que ello por
sí solo no resulta suficientemente explicativo. Tampoco lo es sostener que el efecto sobre la
competencia en el mercado del concreto es pequeño, ya que los clientes tienen alto poder de
negociación debido a que pueden fabricar su propio concreto "in situ". Quiere decirse con ello que el
mercado relevante no es el mercado del concreto premezclado únicamente, sino también el concreto
"in situ". En primer lugar, debe señalarse que las consideraciones técnicas que esta Superintendencia ha
efectuado, la han llevado a la conclusión de que el mercado relevante es exclusivamente el mercado del
concreto premezclado, por cuanto si bien es cierto que para volúmenes reducidos los constructores
disponen de cierta capacidad para fabricar concreto "in situ", en vista de que no existen mayores
obstáculos técnicos para hacerlo, sin embargo, tal capacidad es limitada, tanto en el espacio físico
disponible en la obra para fabricar el concreto "in situ" como en las cantidades de concreto necesarias
para la obra, por lo que después de un cierto volumen, el concreto fabricado "in situ" deja de ser
sustituto del concreto premezclado. Por lo tanto, contrariamente a lo que manifiestan, las empresas
premezcladoras disponen de un alto poder de negociación luego de una cantidad de concreto requerida
por el constructor para concluir con la obra. Para entender esta explicación, quizá convenga resumir la
estructura del mercado del concreto.

En este sentido, el concreto es un insumo utilizado en la actividad de la construcción para la


fabricación de las "estructuras" de una obra. Estas estructuras son: Fundaciones, columnas, pisos y/o
techos. También es utilizado para obras que no poseen estructuras, tales como aceras, defensas de
carreteras, etc. Los consumidores de concreto son empresas constructoras y de pilotaje -estas últimas
son compañías especializadas en la fabricación de las fundaciones. Estas empresas tiene dos fuentes de
suministro de concreto, a saber: 1. Producción del mismo en el propio sitio de la obra, o concreto "in
situ" y 2. Empresas productoras de concreto premezclado.

La primera fuente, como su nombre lo indica, consiste en la preparación del concreto por parte de los
mismos insumos que compran las premezcladoras -y, algunas veces, a los mismos proveedores-. Estos
insumos son cemento -que representa entre el 65% -70% del costo de materiales-, arena, piedra picada,
aditivos y agua, los cuales se mezclan en distintas proporciones de acuerdo al tipo de concreto que se
quiera producir.

En relación con la segunda fuente, son las empresas premezcladoras las que producen el concreto en
sus plantas y luego lo transportan en camiones mezcladores hasta las obras de sus clientes. El proceso
productivo de estas empresas es el siguiente: La arena y la piedra, que están almacenadas en un patio a
la intemperie, son descargadas en una Tolva de Alimentación, la cual a su vez descarga estos
materiales en una Correa Transportadora que los lleva hasta la Tolva de Pesado. Esta tolva "dosifica" la
cantidad de cada material a mezclar según la fórmula del tipo de concreto a producir. En ella también
se descarga, a través de bombas desde los silos donde está almacenado, el cemento a usar en la mezcla.
Igualmente pasa con el agua y los aditivos, los cuales son descargados en la tolva mediante una bomba
dosificadora de líquidos desde los tanques donde se almacenan. Una vez que la Tolva de Pesado haya
dosificado todos los materiales, ésta los descarga en una Mezcladora Central Estacionaria, la cual
realiza la mezcla de laos materiales para producir el cemento premezclado. Finalmente, el premezclado
es descargado de la mezcladora central a los camiones mezcladores, los cuales cumplen la función de
conservar y transportar el producto hasta su cliente. Alternativamente, también se pueden descargar los
materiales desde la Tolva de Pesado a los camiones mezcladores directamente, los cuales irían
produciendo el premezclado mientras lo transportan al sitio de vaciado.

Es importante destacar que las constructoras que producen el concreto "in situ" ni utilizan todos estos
equipos para su elaboración; por ejemplo, las constructoras pequeñas en general no utilizan una tolva
de alimentación o de pesado, ni una correa transportadora de materiales para descargar los distintos
elementos en la mezcladora -la cual es de una capacidad muchísimo menor que las utilizadas por las
premezcladoras-, sino que hacen la dosificación y descargue con pequeños tractores. Incluso, algunas
mezclan los materiales manualmente en el piso, empleando palas, prescindiendo del uso de
mezcladoras. Por otra parte, algunas constructoras grandes si usan varios de estos equipos -los cuales
pueden ser propios o arrendados-, tales como: mezcladoras de gran capacidad -aunque posiblemente
más pequeñas que las que poseen las premezcladoras- Tolvas de Pesado, y silos de cemento
-arrendados a la cementeras-.

Ahora bien, la determinación del mercado relevante en el presente caso y de acuerdo con las entrevistas
realizadas con clientes de las indiciadas -documentadas en los informes objetivos debidamente
acreditados en el expediente administrativo-, los constructores en general producen el concreto de la
obra cada vez que pueden, el cual siempre les resulta menos costoso que comprar premezclado. Según
estas entrevistas, queda comprobado que un constructor compra premezclado cuando no puede fabricar
concreto en sitio por algunas de las siguientes razones:

1. No hay espacio en la obra para colocar las máquinas y las materias primas necesarias para la
producción del concreto

2. El constructor no es capaz de producir concreto a la misma velocidad que necesita vaciarlo en la


obra

3. Por cuanto la obra en construcción es de tipo horizontal y requiere del vaciado de gran cantidad de
concreto (p. ej. aceras). En este caso, aunque la constructora sea capaz de producir una cuantía de
concreto en corto tiempo, su transporte desde el sitio de fabricación hasta el sitio de vaciado constituye
un problema, ya que para poder vaciar a la velocidad que requiere la obra, sería necesario un camión
mezclador, lo cual encarecería muchísimo el concreto producido en sitio. Por otra parte, cualquier otro
medio que se pueda utilizar para el transporte del concreto "in situ" en este tipo de obras sería
sumamente lento. Esta demora ocasionaría una serie de costos adicionales en la obra, en los cuales el
constructor no incurriría si compra premezclado.

De acuerdo con la explicación anterior, el constructor compra premezclado sólo cuando el concreto "in
situ" no es un alternativa viable, es decir, cuando este último no puede sustituir al primero. Esto
significa en términos económicos que el concreto premezclado y el producido en la obra revelan
mercados distintos. Por lo tanto, el mercado relevante en esta caso sería el de concreto premezclado
exclusivamente.

Lo anterior permite aclarar que el mercado relevante en el presente caso, no es como lo señalan las
empresas investigadas, el mercado total del concreto, sino sólo el de concreto premezclado, lo que a su
vez permite aclarar que teniendo un poder de mercado determinante, las empresas investigadas
causaron un efecto significativo sobre la competencia en el mercado.
Pero a todo evento debe observarse que la Ley no hace referencia al concepto de mercado relevante
para establecer el efecto restrictivo sobre la competencia de las conductas o prácticas bilaterales, como
si lo exige expresamente de otras conductas contempladas en la Ley, tales como el abuso de una
posición de dominio en el mercado, la cual necesariamente pasa, para su determinación, por la
medición del mercado relevante. Es decir, que una vez demostrada la conducta bilateral entre
competidores para fijar precios, se verifica el perjuicio derivado de la práctica, independientemente de
la dimensión del mercado relevante. En consecuencia, es preciso aclarar que si la Superintendencia ha
abordado este argumento ha sido exclusivamente para evaluar las consecuencias reales de la práctica
sobre la eficiencia económica en la medida que esto pudiera constituir una atenuante a favor de los
infractores.

A todo evento, las defensas anteriormente reseñadas están dirigidas a determinar los efectos
competitivo de la conducta juzgada, pero nunca a desvirtuar su existencia, la cual penaliza la Ley Pro-
Competencia, desde el momento mismo en queda demostrada la práctica. En este sentido, resulta
absurdo suponer que la Ley Pro-Competencia, al prohibir las prácticas multilaterales entre
competidores para fijar precios, exige por separado la demostración de los efectos restrictivos de la
competencia de tales conductas. La Ley Pro-Competencia, como limitante del derecho a la libertad
económica, no podría haber establecido otros supuestos sino aquellos que el bien jurídico tutelado (esto
es, la defensa de la competencia) le impone establecer; por lo tanto, solo puede haber contemplado
casos restrictivos de la competencia. Se reiteran por lo demás, los comentarios introductorios
expresados en el punto No. 6 del Capítulo II de la presente decisión. Se concluye pues, que los
supuestos previsto en el artículo 10 de la Ley, deben entenderse como prohibidos objetivamente o per
se (presunción legal), y que producen o tienden a producir inexorablemente restricciones o limitaciones
a libre competencia y así se lo declara.

En el caso que nos ocupa, afirmaciones como las expuestas por las empresas MEZCLADORA MIXTO
LISTO CONSOLIDADA, C.A. Y VENMAR, C.A. (VENMARCA) en la oportunidad de formular sus
alegatos y exponer sus pruebas, contentiva de su conducta informal de obtener información acerca de
la lista de precios de premezclado de su competidor PREMEZCLADO Y PREFABRICADOS DE
CONCRETO, S.A. (PRE-MEX) patentizan más aún, la existencia de la práctica concertada constatada
por la Superintendencia, a través de este procedimiento.

Debido a la importancia que reviste el caso analizado, como uno de los primeros sustanciados por la
Superintendencia que configura una conducta restrictiva de la competencia prevista en el artículo 10,
ordinal 1° de la Ley Pro-Competencia, ésta extrema más aún el análisis de las actas que conforman este
expediente administrativo, únicamente para acreditar ante las empresas PREMEZCLADOS AVILA,
C.A., VENMAR, C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A.,
PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS
TUCON, C.A., que la conducta ejecutada por ellas restringe la competencia.

En efecto, existe un cúmulo de elementos adicionales de orden económico, que constituyen indicios
tendentes a ratificar y confirmar la existencia de una práctica restrictiva de la competencia. En
particular, el reducido número de empresas concreteras de premezclado participante en el mercado
relevante conformado por el concreto premezclado vendido en la zona de Caracas, el hecho de que el
concreto premezclado es un producto uniforme u homogéneo al no variar en sus características
esenciales entre una empresa y otra y las facilidades de comunicación que existen entre las empresas
concreteras al pertenecer a la misma asociación gremial son todos ellos elementos económicos
concurrentes que sugieren la existencia efectiva de un cartel entre las empresas investigadas. Tales
elementos se coligen de la situación descrita por ellas en sus escritos de descargo y de las pruebas
recabadas por los funcionarios investigadores durante la etapa de Sustanciación de este procedimiento
administrativo, las cuales reposan en piezas separadas e individualizadas para cada una de las empresas
infractoras

-V-

Por todas las razones y consideraciones de hecho y de derecho expuestas en los capítulos que
anteceden, esta Superintendencia encuentra que las empresas investigadas (PREMEZCLADOS
AVILA, C.A., VENMAR, C.A. ("VENMARCA") - MEZCLADORA MIXTO LISTO
CONSOLIDADA, C.A., PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. ("PRE-
MEX") Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A.), han realizado una conducta restrictiva de la
competencia por cuanto mediante prácticas concertadas fijan precios en el mercado de concreto
premezclado, infringiendo con ello el artículo 10, ordinal 1° de la Ley para Promover y Proteger el
Ejercicio de la Libre Competencia y así lo declara.

En consecuencia, se ordena a las empresas anteriormente identificadas a partir de esta fecha abstenerse
de publicar o distribuir entre los clientes de concreto premezclado listas donde de una manera
concertada, se fijen precios iguales, idénticos o similares, directa o indirectamente. Cualquier lista de
precios que las empresas infractoras pretendan publicar y distribuir entre sus clientes, deberá ajustarse
a los criterios y directrices expuestos en la parte motiva de esta resolución. Tampoco podrán las
empresas acordar entre sí precios aplicables en sus transacciones frente a terceros de ningún otro modo.
A partir de esta fecha, cesan los efectos de la medida preventiva acordada por esta Superintendencia en
los términos y condiciones expuestas en su Resolución No. SPPLC/0005-92 de fecha 10 de diciembre
de 1.992

A los fines de determinar la sanción a imponer a las empresas PREMEZCLADOS AVILA, C.A.,
VENMAR, C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A.,
PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS
TUCON, C.A., conforme a lo previsto en el ordinal 4°, parágrafo primero del artículo 38 de la Ley
para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia, esta Superintendencia hace las
siguientes consideraciones preliminares:

Todas las prácticas o conductas restrictivas de la competencia ocasionan daños y perjuicios a la


sociedad, pues suponen una transferencia de recursos extraordinarios a los agentes que restringen a la
competencia, los cuales de otra forma hubieran sido aprovechados por el consumidor, y además porque
limitan la oferta de bienes y servicios en el mercado

En el mercado de concreto premezclado, la diferencia entre el precio del producto que hubiese
prevalecido en una situación de competencia ("precio de competencia") y el precio que realmente
cobran las empresas infractoras proveniente de la práctica concertada existente entre ellas, constituye
una referencia adecuada mediante la cual esta Superintendencia estimará el daño que han ocasionado a
la sociedad, con el objeto de aplicar la sanción de multa prevista en el artículo 49 de la Ley para
Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia conforme a los parámetros de debida
proporcionalidad al daño causado.

Dado que entre los dos oferentes más grandes del mercado, VENMARCA- MEZCLADORA MIXTO
LISTO CONSOLIDADA, C.A., Y PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A.
(PRE-MEX), hubo una intensa competencia para obtener el contrato de suministro de concreto
premezclado para la construcción de la Línea III del Metro de Caracas (el cual fue finalmente obtenido
por la primera empresa) y teniendo en cuenta la gran diferencia existente entre el precio promedio
cobrado por los distintos tipos de concreto para las obras del metro y el precio de lista promedio de
esas clases de concreto, la Superintendencia ha considerado que el precio del premezclado para las
obras del Metro es un marco de referencia adecuado para establecer cuáles han debido de ser los
precios de competencia. Cabe señalar que para establecer el precio promedio de venta del concreto
utilizado en la construcción de la Línea III del Metro de Caracas, se utilizó el valor de esas ventas
expresados en bolívares y el volumen de metros cúbicos suministrados para la obra durante el año de
1.992. Por otra parte, el precio supracompetitivo resultante de la práctica concertada se obtuvo
promediando en forma ponderada los precios de las listas según el volumen de ventas de los distintos
tipos de concreto contenidos en una muestra representativa del universo de clientes de las empresas
concreteras implicadas.

En el año 1992, el precio promedio de los distintos tipos de concreto vendido por VENMARCA-
MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A. para las obras del Metro ("precio de
competencia") fue aproximadamente un treinta por ciento (30%) menor que el precio promedio de lista
de esos mismos tipos de concreto. Esta diferencia constituye, en principio, la medida en que la fijación
de precios pretendió sustraer recursos del consumidor en favor del cartel.

Sin embargo, esta Superintendencia ha tenido en cuenta que esa diferencia puede justificarse en alguna
medida en el otorgamiento de descuentos por volumen, habida cuenta de las ingentes cantidades de
concreto requeridas por el Metro de Caracas y otras variables presentes tales como la cercanía a la
obra, los costos de transporte y facilidad de vaciado. Justificación cuya medida alcanza en el presente
caso hasta un veinte por ciento (20%). La diferencia del diez por ciento (10%) que no pudo justificarse
en los descuentos otorgados, sólo se explica con base en el hecho de que para ganar esa licitación hubo
una intensa competencia entre las concreteras que la existencia y funcionamiento del cartel imposibilitó
en todos los otros casos. Por lo tanto ese monto de diez por ciento (10%) refleja la apropiación real de
recursos efectuada por el cartel.

La explicación del párrafo anterior implica que, de haber existido competencia en el mercado de
premezclado en el año 1992, los precios de listas de cada una de las indiciadas hubiese sido alrededor
de un diez por ciento (10%) inferiores a los que prevalecieron en ese año, y por lo tanto, también los
precios de las ventas hechas a descuento respecto a los precios de lista. De aquí que el monto de la
multa a aplicar puede alcanzar en el presente caso hasta un máximo del diez por ciento (10%) del valor
de las ventas netas del último ejercicio económico de las indiciadas.

Sin embargo, de las circunstancias particulares que rodean el presente caso, y teniendo en cuenta lo
establecido en el artículo 48 de la Ley, en virtud del cual "A falta de disposiciones especiales, se
aplicarán supletoriamente las disposiciones de la legislación penal, compatibles con las materias
reguladas por esta Ley", esta Superintendencia estima oportuno y necesario considerar ciertas
circunstancias atenuantes de la culpabilidad de los agentes involucrados en la comisión de la conducta
restrictiva de la competencia consistente en la realización de una práctica concertada entre
competidores para fijar precios en sus transacciones. En efecto, no obstante la necesidad de observar el
principio jurídico consagrado en el ordenamiento positivo según el cual "La ignorancia de la Ley no
excusa de su cumplimiento", esta Superintendencia reconoce el carácter novedoso que para muchas
empresas revisten las reglas de competencia introducidas por primera vez en 1992 con la Ley para
Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia y que dicha ley no previó entonces una
vacatio legis dentro de la cual las empresas pudieran ajustar sus conductas y negocios a la nueva
legalidad. Además, se ha tenido en cuenta que antes de esa fecha, en gran medida había sido el propio
Estado quien había estimulado y propiciado las conductas que ahora se encuentran prohibidas.

Por todo lo anterior se impone a las empresas PREMEZCLADOS AVILA, C.A., VENMAR, C.A.
(VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A., PREMEZCLADOS Y
PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A., la
sanción equivalente al tres por ciento (3%) del volumen de ventas que aparezca reflejado en la última
declaración del impuesto sobre la renta de cada una de ellas para el ejercicio económico de 1992, de
conformidad con lo establecido en el artículo 49 de la Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la
Libre Competencia.

Se acuerda, remitir mediante oficio, copia certificada de esta decisión, Asociación Venezolana de
Industriales del Concreto Premezclado (AVICOPRE), a los fines de que dicha asociación tome debida
nota de los alcances y efectos de ella e informe a sus miembros.

Por cuanto la presente decisión agota la vía administrativa, se les participa a las empresas
PREMEZCLADOS AVILA, C.A., VENMAR, C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO
LISTO CONSOLIDADA, C.A., PREMEZCLADOS Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A.
(PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A., que podrán recurrirla por ante la jurisdicción
contencioso administrativa, dentro de los cuarenta y cinco (45) días continuos siguientes a la
notificación de la última de estas empresas, de conformidad con la Ley de la materia.

De la misma forma, se les comunica a las empresas PREMEZCLADOS AVILA, C.A., VENMAR,
C.A. (VENMARCA) - MEZCLADORA MIXTO LISTO CONSOLIDADA, C.A., PREMEZCLADOS
Y PREFABRICADOS DE CONCRETO S.A. (PRE-MEX) Y PREMEZCLADOS TUCON, C.A., que
de conformidad con lo establecido en el segundo parágrafo del artículo 38 y artículo 54 de la Ley para
Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia podrán, en caso de recurrir por ante la
jurisdicción contencioso-administrativa, suspender los efectos de esta decisión, constituyendo y
presentando una caución la cual ascenderá al cien por ciento (100%) del monto de la multa impuesta a
cada una de ellas, por haber infringido la Ley en comento. En caso, de que alguna de las empresas
infractoras opte por constituir esta garantía, deberá participarlo a la brevedad posible a esta
Superintendencia mediante escrito, al que se le acompañará un ejemplar auténtico de dicha garantía.

Procédase a practicar la notificación de las empresas infractoras de conformidad a las previsiones


contenidas en la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, respecto a los actos administrativos
de efectos particulares

ANA JULIA JATAR


Superintendente

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