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La Pas, 17 de setiembre de 1917.

Al señor
Ministro de Instrucción Pública.
Presente.
Señor Ministro:
Cuando en 1908, el señor doctor don Daniel Sánchez Bustamante, en misión de
estudios en Europa, visitó la Escuela Normal de Bruselas, centro pedagógico
admirado por todos los pedagogos modernos, se sintió conquistado por la alta y
sana atmósfera científica que se respiraba en él, y no vaciló en recomendarlo
como el modelo digno de ser seguido al echar las bases de la organización de la
enseñanza pública en Bolivia. En consecuencia, se dirigió al director de ese
establecimiento, el gran pedagogo Alexis Sluys, universalmente admirado y
respetado y le pidió uno de sus colaboradores, formado en su escuela, y que
ofreciera las garantías de saber, de energía y de iniciativa necesarias para llevar
a cabo la organización de la primera escuela normal boliviana.
Yo tuve el honor de ser escogido por Mr. Sluys. El señor Bustamante puede
suministrar detalles al respecto. El podrá decir cómo yo tenía en Bélgica una
situación de primer orden, y cómo, a pesar de mi poca edad, (yo tenía entonces
26 años), una de mis obras había sido coronada por la Academia Real de
Bélgica, y cómo mi tesis para el doctorado en la Universidad de Bruselas, había
obtenido la más grande distinción, cómo yo proseguía investigaciones
importantes de psicología infantil.
Yo no tenía el menor deseo de abandonar mi país, en donde llevaba una vida
activa e interesante, dentro de un medio de alta intelectualidad, y no acepté en
principio la proposición de venir a Bolivia, sino porque ella se reducía a un
contrato de cuatro años, y porque veía la insistencia con que Mr. Sluys se
empeñaba en mi aceptación.
Cuando el señor Sánchez Bustamante, de regreso de Europa, fue llamado al
Ministerio de Instrucción Pública, uno de sus primeros actos fue el de dirigir un
cablegrama al Cónsul General de Bolivia en Bruselas, enviándole instrucciones
precisas para hacer el contrato conmigo y no con otro.
Comencé mis trabajos en la Escuela Normal de Sucre, en junio de 1909, en
increíbles condiciones de insuficiencia material. Era yo el único pedagogo de
profesión de todo el profesorado, hacía falta el material de enseñanza, el local
se hallaba en ruina, el mobiliario reducido a su más simple expresión. Además,
bajo el pretexto de que la Escuela Normal era laica, es decir, neutral y respetuosa
de todas las ideas filosóficas y religiosas, principio al cual me atenía
rigurosamente, el elemento clerical de la ciudad comenzó una campaña odiosa
contra el establecimiento.
No me desanimé por un instante en medio de ese cúmulo de dificultades, y acabé
por triunfar. El Congreso, dos años después de la fundación de la escuela, votó
créditos destinados a la adquisición de material de enseñanza, a la refacción del
local, a la contraerán de dos profesores belgas, los señores Lurquin y Gehain,
brillantes alumnos de Sluys.
Tuve el honor de organizar la coeducación en la Escuela Normal y de realizar un
ideal de sana pedagogía moderna, obteniendo el éxito más halagador. Las
campañas de difamación emprendidas por sectarios sin escrúpulos, no podrán
nada contra los hechos. La coeducación ha triunfado, y de ello pueden
convencerse cuantos quieran hacer al respecto una investigación sana y
honrada. Para evitar, sin embargo, todo mal-entendido, debo dejar constancia
de que considero bien evidente que el éxito de la coeducación depende del valor
del jefe de un establecimiento, y que ese sistema no dará buenos resultados bajo
una dirección insuficiente. Puede haber en el rebaño una mala oveja, que
descubierta y eliminada, da el motivo para una campaña apasionada y violenta.
Con jóvenes que no tenían sino una preparación general deficiente, en
condiciones de trabajo verdaderamente ridículas, pero contando con un personal
que a falta de su preparación pedagógica me ofrecía el contingente de su
consagración y entusiasmo, llegamos a formar alumnos, de los cuales muchos
tienen un alma de apóstol e ideas claras sobre pedagogía, y que realizan una
obra sana de educadores conscientes.
Que todos son águilas, nadie lo afirma y no habrá quien de ello me haga
responsable. Los que han seguido de cerca el desarrollo de la Escuela Normal,
se admiran de los resultadas que pudimos obtener, en las condiciones de trabajo
en que debimos actuar, y todos los normalistas recuerdan con emoción los años
de lucha, de trabajo, de entusiasmo, pasados en el seno de esa alma mater de
nuestra organización escolar, y sin duda alguna esos mismos años tienen para
mí una feliz evocación.
En el curso de mi permanencia en Sucre, a petición de un grupo de padres de
familia, fundé una institución destinada a dar complementos de instrucción y de
educación a las señoritas de buena sociedad de la capital. No existía, en efecto,
ningún plantel en donde esas señoritas, pudieran, a la terminación de sus
estudios primarios, recibir una cultura superior. Esta creación que sostuve
durante dos años, sin subsidios de ninguna clase, contribuyendo con mi dinero
y mi persona, contando con la colaboración de algunos profesores que
trabajaban como yo, ad-honorem, y de algunos padres de familia, se convirtió
más tarde en el Liceo de Señoritas de Sucre.
Durante los cuatro años que pasé en Sucre, me consagré enteramente a mi
tarea, despreciando los ataques malévolos de los sectarios y de los incoi.s-
cientes, con la satisfacción de haber cumplido mi deber, y cuando el término de
mi contrato expiró, comuniqué al gobierno mi resolución de regresar a mi país y
de reanudar los trabajos que en él había dejado interrumpidos por venir a Bolivia.
El gobierno me hizo entonces la propuesta de fundar la Dirección General de
Instrucción y de encomendármela. Para aceptar, debía yo entonces renunciar a
los derechos adquiridos en mi país a la jubilación, los cuales habían quedado
salvaguardados durante mi primera misión, y renunciar también a la situación
oficial que no podía serme reservada indefinidamente. El señor Ministro de
Instrucción Pública me propuso entonces darme compensaciones por las
pérdidas que sufriría al abandonar los derechos adquiridos en mi patria.
El contrato propuesto fue examinado y aceptado por las dos partes. Lleva la firma
de un Presidente y de un Ministro. Ha sido atacado reiteradamente, sin que yo
atribuya ninguna importancia a esos ataques, considerando que el gobierno
representa a la nación, y que la firma del Presidente de la República se encuentra
por encima de los anhelos mezquinos de los que envidian mi situación y de los
sectarios políticos que ven en mi persona al iniciador y al introductor de la
enseñanza laica en el país.
El trabajo que he realizado durante los cuatro años en que me he hallado a la
cabeza de la enseñanza, es conocido por usted, señor Ministro, y usted le ha
rendido homenaje en el discurso pronunciado en la apertura del año escolar de
1917 y en diversas otras diferentes ocasiones. Ese trabajo, puedo decirlo muy
alto, ha sido realizado en toda conciencia y dentro del único deseo de servir
honradamente al país.
Los que declaran que ciertas preocupaciones ajenas a la pedagogía han
inspirado algunos de mis actos, están mal informados; emiten ideas contrarias a
la verdad, o me atribuyen intervención en cosas a las cuales siempre he sido
ajeno.
Durante mi Dirección General, me he esforzado por hacer admitir un plan de
conjunto para la reforma educacional. He presentado a ese fin un proyecto de
ley orgánica de instrucción pública, con una amplia exposición de motivos,
proyecto del cual se ha hablado en varias memorias de los Ministros de
Instrucción Pública. He trabajado por la creación de escuelas normales,
comprendiendo que todas las reformas son, en resumen, esencialmente
cuestiones de formas son, en resumen, esencialmente cuestiones de personal
docente. Me he sentido por demás feliz al poder ocuparme de la organización de
las escuelas normales rurales y al obtener del gobierno la resolución de fundar
un instituto normal superior, bases esenciales de la reforma de la enseñanza
rural y secundaria, respectivamente. He presentado numerosos proyectos sobre
la organización de la enseñanza profesional y artística, etc.
Las dificultades financieras han impedido la realización completa de los
proyectos presentados. La Escuela de Artes y Oficios de Cochabamba, por
ejemplo, para la cual se había previsto un presupuesto de 100,000 pesos
bolivianos, no ha podido disponer sino de sumas insignificantes, y solamente
este año, en el que se han consagrado algunas sumas modestas a tal objeto, ha
podido realizarse un trabajo encaminado a procurar el desarrollo de ese
establecimiento. La Escuela Normal Rural de Umala ha sido creada en 1915 sin
otro presupuesto que el correspondiente al sueldo de dos profesores. Los locales
han sido edificados por el Director, los profesores, los alumnos y los indígenas
de las comunidades próximas, sobre la base de algunos galpones que habían
sido construidos para un cuartel. En 1916 el presupuesto de esa escuela era de
Bs. 9,600. En el presente año, el presupuesta fijado es de Bs. 15,400, con cuatro
profesores de los cuales el de agronomía tiene un sueldo de Bs. 2,400. ¿Se
puede obtener por ese precio los servicios de un agrónomo competente? ¿Y qué
decir del material escolar, de las materias primas, de todo en fin?
Hemos pensado, sin embargo, que nuestro deber era el de hacer todo lo posible,
dentro de los reducidos recursos de que podíamos disponer y no cruzarnos de
brazos hasta el momento en que las Cámaras quisieran encontrar y votar los
millones necesarios para organizar la enseñanza de los indígenas sobre bases
rigurosamente científicas. Pero nos hallamos satisfechos de los resultados
obtenidos, y estamos convencidos de que la Escuela Normal Rural, tal como la
hemos concebido, con esos métodos de selfgovernement, la construcción por
los alumnos-maestros del mobiliario, del material, etc., empleando los recursos
que ofrece el medio, con el llamamiento constante a la iniciativa, etc., quedará
como la escuela tipo para la educación de maestros destinados a nuestras
poblaciones rurales.
Las exposiciones escolares que debíamos completar luego con la realización de
congresos nacionales de pedagogía, han puesto en evidencia la labor intensa
que se realiza en nuestras escuelas, y las manifestaciones de iniciativa que se
encuentra en ellas. Que no se olvide, empero, que las escuelas-modelos
regentadas por normalistas, datan de los cuatro últimos años.
Me he ocupado igualmente (y bien pocas personas han comprendido su
importancia), del establecimiento de las curvas normales de crecimiento del niño
boliviano. Es el primer estudio científico sobre el escolar boliviano. He practicado
mis investigaciones en todas las capitales de departamento (salvo Tarija y
Trinidad). He querido realizar personalmente todas las mediciones, y el trabajo
será terminado a fin del año y presentado a la Academia de Ciencias de París.
De otra parte, he acumulado datos considerables tomados personalmente, sobre
las razas quichua y aimara, y prosigo con paciencia el estudio de esas dos razas,
cada vez que puedo disponer de algunos días de libertad. Tengo a la disposición
de usted, señor Ministro, los documentos sobre esta cuestión tan importante que
he podido reunir hasta hoy.
En resumen, señor Ministro, como usted lo sabe perfectamente, el trabajo que
he realizado, es un trabajo de orientación pedagógica, de organización técnica y
de un orden esencialmente científico. He establecido, pues, las bases
pedagógicas de la organización escolar. La administración escolar no me
incumbe, y no debo, por consiguiente, ocuparme dé las críticas que ciertas
personas ignorantes de mis atribuciones han tratado de dirigirme gratuitamente.
El valor del trabajo pedagógico y científico que he realizado en Bolivia, ha sido
reconocido oficialmente por todos los ministros que se han sucedido en la cartera
de Instrucción Pública. Todos ellos me han expresado su satisfacción, y la mayor
parte me ha hecho el honor de felicitarme por escrito. El último Ministro del
anterior gobierno, el doctor Luis Zalles C., ha dicho especialmente, en su
memoria de este año, lo. que sigue:
«El Ministro que suscribe esta memoria, se complace en dejar constancia de la
importante y satisfactoria actuación del señor Georges Rouma, en su calidad de
Director General de Instrucción, primaria, secundaria y normal de la República.
Como hombre innovador, ha debido sufrir el embate y las resistencias de los
elementos conservadores, y así mismo, ha debido afrontar las críticas que se
han dirigido a su obra; empero, la crítica y la resistencia no son sino
manifestaciones de espíritus negativos que, si se les pone en acción,
responderán frecuentemente con un fracaso.»
El valor de los métodos implantados por la Dirección General, ha sido
consagrado por los pedagogos americanos que nos han otorgado la medalla de
oro por nuestra sección escolar en la Exposición Internacional de San Francisco
de California y en Buenos Aires, el Gran Premio de Honor en la Exposición del
Congreso del Niño, habiendo el gobierno argentino solicitado al de Bolivia la
autorización para conservar en el Museo Escolar Sarmiento, el material enviado
por nuestras escuelas.
Señor Ministro:
He querido recordar a usted todos esos antecedentes, en el momento en que
una oposición violenta concentra sus golpes contra mi persona y sobre la
enseñanza pública. Usted me ha declarado, desde hace un mes que ocupa la
cartera del ramo, que yo gozaba, así como la misión belga, de su absoluta
confianza y que se hallaba convencido del alto valor del trabajo sano y
pedagógico que veníamos realizando. Si debo creer a los diarios, usted ha hecho
la misma declaración en la Cámara de diputados, el sábado pasado.
S. E. el señor Presidente de la República me ha expresado la misma confianza,
cuando con motivo de la toma de posesión del gobierno del Presidente Gutiérrez
Guerra, a nombre de todos los profesores belgas, fui a comunicarle que ninguno
de nosotros quería hacer valer su contrato, si no contaba con la confianza entera
del gobierno. Y el señor Presidente me reiteró esa confianza hace apenas ocho
días.
Estoy profundamente reconocido para el Excmo. señor Presidente y para usted,
señor Ministro, por esas demostraciones de simpatía y aprecio.
En lo que a mí se refiere, tengo la conciencia de haber cumplido mi deber en la
misión que me ha sido confiada, pero deseo no ser en nada un obstáculo a la
nueva orientación que el gobierno pudiera querer realizar, y es por eso que he
resuelto renunciar a toda renovación de contrato para continuar prestando mis
servicios en el ramo. Terminaré los trabajos que tengo en curso, y me retiraré
definitivamente a fines del presente año.
Lo que me cumple poner en conocimiento de usted, señor Ministro,
aprovechando la oportunidad para reiterarle la seguridad de mi consideración
más distinguida.
(Firmado)
Jorge Rouma.

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