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Fernando Saldaña Benítez.
Carmen Lizeth Vargas Herrejón.
Impresión:
PRESENTACIÓN
ARTÍCULOS
11 Lo que no es el marxismo.
Mauricio Dimeo Coria.
Presentación
Lo que no es el marxismo
Mauricio Dimeo Coria.
Introducción
Muchos son los mitos que se han difundido
con respecto al marxismo y pocos los escritos
que con un lenguaje sencillo los hayan
desmentido. Marx fue el autor más leído y
más incomprendido del siglo XX, en las
bibliotecas de la UNAM es de los personajes
con más obras sobre él o de él (2700 libros).
Eso sin mencionar que la tercera parte del
mundo vivió bajo la teoría del marxismo (con
la URSS como base) y que actualmente más
de la quinta parte de la población mundial
vive bajo un gobierno nominalmente
socialista (Cuba, Corea del norte, Laos,
Vietnam, China, Siria y Sri Lanka).
El marxismo ha logrado un sinfín de repercusiones en el arte, la
ciencia, la política, la filosofía y hasta en la religión. Pero su carácter tan radical (en
el sentido de que va a la raíz) ha conllevado graves tergiversaciones, las cuales
intentaré aclarar en este escrito.
6. El marxismo no es un ascetismo
La ética marxista ve el ascetismo como una posición
extremista, irrazonable e innecesaria, fruto de representaciones
equivocadas sobre las vías que conducen al ideal moral.
Diccionario soviético de filosofía
El ascetismo puede ser definido como un género de vida caracterizado por una
sobriedad extrema en la satisfacción de las necesidades. A menudo se cree que el
marxismo es equivalente a cierto ascetismo, en la medida en que rechaza al
capitalismo, sin embargo, el capitalismo es un sistema global y su superación
socialista requiere de acciones mundiales, por lo que las acciones individuales
influyen poco o nada en su transformación. Por ejemplo, que unos cuantos no
le compren a empresas trasnacionales no afecta en lo más mínimo, salvo que
todos los consumidores lo hicieran, pero si se lograra ese nivel de conciencia
sería mejor aplicarlo en movilizaciones o huelgas generales, más que en acciones
simbólicas.
En otras palabras, el marxista no tiene que aislarse del mundo como
lo harían cierto tipo de hippies, sino vivir dentro del sistema y buscar la
concienciación de la sociedad para impulsar cambios estructurales. De nada
sirve dejar de comprar en tal lugar, dejar de usar tal tipo de ropa, dejar de
consumir ciertos productos como el alcohol o el tabaco, todo ello puede
representar un buen cambio de actitud individual, pero eso no lo hace
indispensable para la lucha socialista.
Por el contrario, creer que se está cambiando al mundo con acciones
individuales, significa caer en cierto individualismo, es decir, es caer en la lógica
del capitalismo y así es imposible superarlo.
9. El marxismo no es anticientífico
Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque
necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organícense, porque necesitaremos toda vuestra
20 | Revista Marxismos
fuerza. Antonio Gramsci
Marx fue un hombre de su tiempo y como tal era incapaz de acertar en todo lo
que dijo y mucho menos en sus pronósticos para el futuro. Claro que acertó
bastante, tanto que sus escritos siguen siendo vigentes, pero lo que nos legó es
más que eso, es un método de investigación.
Nos otorgó el método materialista dialéctico, con el cual es posible
analizar la realidad actual en su mayor complejidad, claro que son muy útiles los
textos clásicos del marxismo, pero lo son en la medida en que nos permiten
entender de qué modo estudiar cada fenómeno histórico y no para pretender
encajar fórmulas del pasado o de otros contextos sociales a nuestra situación
concreta. Un error de muchos marxismos consiste en buscar otra revolución
rusa tal como se presentó en aquél momento, siendo que cada condición
determinada exige ser analizada en su contexto.
Por eso el marxismo es científico, en la medida en que posee una
metodología de investigación social, que permite dar una explicación a los
fenómenos y dar cuenta de su desarrollo histórico. Popper argumentaba que el
marxismo no es científico porque se probó y fracasó, pero sí así midiéramos a
la ciencia, ninguna teoría saldría avante, pues las teorías científicas maduran
mediante ensayo y error. Actualmente, en las universidades del mundo el
marxismo sigue siendo aceptado como una teoría científica social y forma parte
de los planes de estudio. Desgraciadamente ha sido minimizado en lo que es
más fuerte: en la ciencia económica, ya que tales planes de estudio se han
tecnificado, en el sentido de enfocarse en análisis econométricos, más que en la
investigación social.
En particular, la ciencia es una búsqueda de regularidades y el marxismo
es científico en tanto busca regularidades sociales, entre ellas Marx se enfocó en
estudiar la ley de la plusvalía, la cual explica cómo es que el capitalista incrementa
su capital con base en la explotación del proletario (plusvalía absoluta) y en el
perfeccionamiento de los medios de producción (plusvalía relativa), de modo
que el enriquecimiento del burgués es ilícito, en la medida en que al trabajador
sólo le paga lo que requiere para sobrevivir y no lo que equivale a la riqueza que
produjo.
Referencias bibliográficas
Referencias bibliográficas:
Bernstein, Eduard. Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia.
Problemas del socialismo. El revisionismo en la socialdemocracia, 1ª edición en español,
Siglo XXI, México, 1982.
Marx, Karl. «Carta a Joseph Weydemeyer». C. Marx & F. Engels, Obras
Escogidas, en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1974, t. I
Marx, Karl. El Capital. Contribución a la crítica de la economía política. FCE.
México.
Marx, Karl y Engels, F. Manifiesto del Partido Comunista. Ediciones de lenguas
extranjeras. Pekín. 1964.
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Obras escogidas, en dos tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1955.
Lenin. V.I. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. Ediciones de lenguas
extranjeras. Pekín 1980.
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http://www.inegi.org.mx/est/contenidos/proyectos/encuestas/hogares/
regulares/enoe/default.aspx
CNN Expansión. Ranking de las 500 empresas en México:
http://www.cnnexpansion.com/rankings/2011/las-500-empresas-mas-
importantes-de-mexico-2011
38 | Revista Marxismos
Notas:
1
Como ejemplos emblemáticos podemos acudir a escritos de Lenin como «Quienes
son los amigos del pueblo y como luchan contra los socialdemócratas» «El desarrollo
del capitalismo en Rusia» «La Revolución proletaria y el renegado Kautsky», entre
otros.
2
Como en todo procedimiento científico podemos admitir que existe una cantidad
«x» de variables que pueden influir en un resultado determinado, pero eso no nos
exime de la necesidad de investigar cuáles son las variables cuya determinación es más
influyente, constante y estructural. Ningún procedimiento científico admitiría el presentar
como conclusión algo obvio, que existen muchas variables. Por tanto el planteamiento
de Marx se ciñó principalmente a encontrar las variables más influyentes en la
transformación social, esto no excluye la necesidad de estudiar el resto de las variables,
pero no admite el dicho de que Marx negara la existencia de las mismas.
3
Encuesta Nacional sobre Ocupación y Empleo 2011.
4
Aquí tenemos que tomar en cuenta que para contabilizar la cantidad de mexicanos
que han abandonado su condición clasista original para proletarizarse en Estados Unidos,
Canadá u otros países se requeriría un método más complejo, pero aún los cálculos
más conservadores nos hablarían de millones de personas. Tampoco es fácil de
contabilizar a las personas que venden su capacidad de trabajo a empresas dedicadas a
la producción y contrabando de mercancías ilegales.
5
Está claro que desde la colonización española hasta nuestros días, podemos encontrar
relaciones sociales muy semejantes a las feudales y a las esclavistas, sin embargo éstas
nunca constituyeron un modo de producción ni sus operadores una clase social. Sobre
todo estamos hablando de mecanismos de incremento en la producción y distribución
de mercancías que han ocupado dichas formas.
6
Durante el año 2006, durante el curso de «La otra campaña», el subcomandante
Marcos, vocero del EZLN hizo varias referencias a este punto, sobre todo pueden
consultarse los discursos pronunciados el 29 de abril en el local sindical de «Uniroyal»,
y el 1 de mayo en el zócalo de la Ciudad de México.
7
En realidad, el capitalismo no ha sucumbido tampoco en sentido regresivo una vez
consolidado. Aún cuando las revoluciones burguesas sufrieron reveses conservadores,
el feudalismo no se restauró en ninguna parte. Aún con los cuestionamientos que
podamos hacer a las experiencias socialistas, ellas han constituido los intentos más
cercanos a superar la sociedad capitalista.
La escena contemporánea | 39
La escena contemporánea:
Elementos económicos y
políticos para entender el
tiempo que nos tocó vivir
Job Hernández Rodríguez.
Introducción
La libertad no es otra cosa que el conocimiento
de la necesidad. Hay que comprender nuestra si-
tuación real y su lógica de desarrollo, siempre pre-
ñada de contradicciones, a fin de evaluar con ma-
yor certeza las relaciones de fuerza e intervenir de
manera más efectiva en su transformación. En la
sociedad en que vivimos, clarificar nuestra circuns-
tancia implica, entre muchas otras cosas, com-
prender la dinámica de desarrollo del capitalismo, el imperialismo, la lucha de
clases, por desagradable que nos parezca la tarea. Esta proposición no era nada
extraordinaria hasta la década de los setenta, independientemente del campo de
saber que se analizara. En la actualidad, es necesaria una defensa de las afirmacio-
nes de este tipo, pero en aquel entonces pedagogos, teólogos, filósofos, litera-
tos, etc., bregaban con facilidad en las gélidas aguas del análisis estructural. Se
presentía que era necesaria una cierta dosis de economía política para decir algo
sustantivo sobre nuestra «forma de estar en el mundo» y proponer el sentido
de las transformaciones deseables.
Conclusiones
Hemos tratado de caracterizar en términos generales los elementos económicos
y políticos de la escena contemporánea. Como se puede apreciar, se trata de un
ejercicio bastante limitado, que a duras penas capta, con una cierta noción de
totalidad y en un nivel todavía abstracto, el sentido del tiempo que nos tocó
vivir, las fuerzas más gruesas que jalonan la dinámica de nuestro continente. Las
particularidades han sido obviadas, salvo en los casos y aspectos que otorgan
sentido a la dinámica general. Como es sabido, avanzar en un análisis más
completo, por más concreto, es una tarea que no puede ser cubierta a título
personal, sino que incumbe al ejercicio colectivo de la razón, en este caso a
nuestras organizaciones políticas que deben cumplir a cabalidad su función de
La escena contemporánea | 49
cerebro colectivo de las clases oprimidas y explotadas. En ellas deposita-
mos nuestra esperanza de un panorama más claro y un rumbo más cierto.
Marxismo y movimientos
sociales*
Eduardo Nava Hernández.
Referencias bibliográficas
* Charla inaugural del Primer Diplomado de Educación Popular «Marxismo,
movimientos sociales y educación popular», organizado por el Centro de Di-
dáctica y Comunicación Educativa de la UMSNH, Morelia, 8 de abril de 2011.
1
E. P. Thompson, La formación histórica de la clase obrera. Inglaterra: 1780-
1832. Barcelona, Ed. Laia, 1977. Tomo I, P. 8. Cit. por Armando
Bartra, «Campesindios. Aproximaciones a los campesinos de un con-
tinente colonizado» Memoria. Revista de política y cultura, No. 248, Méxi-
co, Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista, Nov. De
2010.
2
Alan Touraine, Crítica de la modernidad, México, FCE, 1994. p. 81. Cit.
por A Bartra, Op. Cit.
Una lectura marxista de la pedagogía de Paulo Freire | 63
A manera de conclusión
Marx en su Crítica de la Economía Política, desmitifica las relaciones de
producción, critica las robinsonadas del hombre ahistórico y encuentra la
explicación de la enajenación del trabajo, en su carácter espiritual y material,
en las relaciones sociales de producción capitalistas. La crítica de sociedad
burguesa que desarrolla Marx, contiene no solo los elementos científicos
para comprender el desarrollo lógico e histórico de la moderna sociedad
burguesa, sino ante todo, las contradicciones materiales que deben de ser
superadas para la liberación de los pueblos. Marx, como uno de los más
grandes humanistas de la historia, al desmitificar la explotación del trabajo
asalariado por el capital no solo pone al descubierto que el origen de la
ganancia capitalista es la expresión del trabajo no pagado al obrero, sino
que también expone que la ganancia capitalista, es la expresión material de
la enajenación espiritual del hombre. Así, la objetivación del hombre en Marx
no es sino la conversión del hombre en mercancía, es decir, la existencia de
mercancía fuerza de trabajo es la condición material para afirmar al hombre-
objeto. La desmitificación de las relaciones de producción, que afirman al
hombre como un ser histórico, encuentra en la explotación y enajenación
del trabajo por el capital, la condición histórico material de las relaciones
entre los hombres en la sociedad burguesa.
Friere encuentra el origen de la opresión en la condición de hom-
bre-objeto, recipiente, que produce la educación bancaria, se topa con la
opresión en la antidialogicidad, el extencionismo y el monólogo, que supo-
nen al hombre como individuo sin historia, sin palabra propia. La crítica al
subjetivismo y al objetivismo de Freire, es porque descubrió que la
78 | Revista Marxismos
reproducción de la cultura de la opresión tiene como premisa una doble
negación; por un lado la negación del hombre como constructor del mundo,
segundo la negación del mundo como condición de existencia del hombre.
Ambos condenan a un místico estado eterno y natural de opresión a los
pueblos.
La teoría de la enajenación, descubierta y criticada por Marx, hunde
sus raíces explicativas en la explotación del hombre por el hombre. La
pedagogía del oprimido que critica la cultura de opresión, descubierta por
Freire, hunde sus raíces en la crítica de la universalización del precepto de
individuo autónomo en el ámbito de la educación.
La condición de hombre-mercancía, a la que es reducido el
trabajador al vender su fuerza de trabajo por un salario, tiene su entendimiento
y su superación positiva solo bajo la dilucidación de las condiciones históricas
a las que obedece y en la destrucción de estas condiciones, es decir, el
conocimiento de la forma específica en que aparecen las contradicción del
proceso de producción de la vida material, es la condición para que sean
revolucionadas dichas contradicciones.
De la misma manera, el concepto de opresión en Freire solo puede
ser entendido y superado positivamente si se le considera como condición y
producto de relaciones sociales históricamente determinadas, y por tanto,
se ve en la emancipación y la libertad, es decir, en la construcción del hombre-
sujeto, la destrucción las relaciones sociales que sostienen la opresión del
hombre. La destrucción de la educación opresora, conlleva a su superación
positiva, a su revolución, en la afirmación de la práctica de la libertad, en el
posicionamiento político que conlleva la concepción de totalidad en el acto
de leer, en la visión que ve la transformación de mundo como acto y
condición del hombre, en la definición del acto pedagógico como un hecho
político y por tanto como una lucha entre oprimidos y opresores y finalmente
en la educación dialogal como premisa de la humanización de los hombres
y mujeres.
Por lo antes mencionado, podemos decir que poco puede
comprenderse, del método liberador y emancipador en Freire, sin la
compresión del fundamento histórico filosófico de Marx. En este sentido la
idea de Freire de la emancipación solo cobra sentido verdaderamente
emancipatorio, cuando se concibe al hombre en búsqueda de su libertad,
como un hombre entrelazado en un complejo de relaciones sociales
capitalistas. La lucha con los oprimidos, por su liberación, que Freire asume
con un compromiso militante, solo es entendida por completo si se considera
el contexto social que engendra a la educación domesticadora como un
practica humana históricamente determinada. Es aquí donde la práctica
pedagógica de Freire no aparece como un simple accidente de la historia,
Una lectura marxista de la pedagogía de Paulo Freire | 79
sino que tiene sus hondas raíces, en las condiciones materiales del mundo.
Una visión histórica de las prácticas y la teoría pedagógica de Freire, nos
rebela su verdadero carácter político. En este sentido, es solo la forma
concreta en que se expresa la lucha de clases la que hace entendible en su
totalidad y de forma verdadera, la educación liberadora.
Por ultimo quisiéramos mencionar que en los términos del
desarrollo histórico de la Teoría Critica, la interpretación pedagogista o
estrecha de Freire no va mas allá de las propuestas hechas por lo filósofos
alemanes premarxistas.6 El periodo en que Marx, en debate con los hegelianos
de izquierda y con Feuerbach, elabora los Manuscritos Económicos-
filosóficos, las Tesis sobre Fuerbach y la Crítica a la Ideología Alemana es
de vital importancia para comprender este problema. Es aquí cuando Marx
encuentra en la explotación el origen material de la enajenación del hombre.
Este pasó, de la enajenación a la explotación, adquiere una importancia
fundamental en la lucha por la liberación del hombre, ya que es aquí cundo
Marx descubre que es necesario acabar con las bases materiales del
capitalismo –propiedad privada de los medios de producción y la división
social entre trabajo físico e intelectual- si se quiere liberar al hombre, si se
quiere acabar con el hombre castrado e inconclusos que encanta a la sociedad
e ideología burguesa.
La idea de ubicar y dar un soporte material e histórico al concepto
de opresión de Freire no es en el sentido de reducir los elementos culturales
o educativos al mundo de lo económico, empobreciendo el concepto de
opresión y reduciéndolo a un factor económico, sino ante todo, es un intento
de dotarle de una dimensión de totalidad, nutriéndolo y encontrando en la
opresión una práctica objetiva del hombre ubicado históricamente.
Notas:
1
La idea de totalidad, comprende la realidad en sus leyes internas y descubre,
bajo la superficialidad y casualidad de los fenómenos las conexiones internas
y necesarias, se opone al empirismo que considera las manifestaciones
fenoménicas y casuales, y no llega a la comprensión de los procesos de
desarrollo de lo real. Desde el ángulo de la totalidad se entiende la dialéctica
de las leyes y de la casualidad de los fenómenos, de la esencia interna y de los
aspectos fenoménicos de la realidad, de la parte del todo, del producto y de
la producción (Kosik, 1976:53)
2
Crítica del joven Marx a los hegelianos de izquierda, que pretendían
transformar la sociedad solo con la acción de la crítica, la respuesta de Marx
a esta posición contemplativa del mundo se desarrolla en la obra la Sagrada
Familia
3
Ver el discurso del Sub Comandante Marcos, en la primera sesión del
80 | Revista Marxismos
Coloquio Internacional dedicado a Andrés Aubry, Planeta tierra y
movimientos antisistémicos, consultado en www.enlacezapatista.org.mx
4
Marx señalaría en la introducción a la crítica de la económica política que
la realidad, lo concreto es concreto porque es la síntesis de múltiples
determinaciones, por lo tanto, la unidad de lo diverso. Marx. 2001:51.
5
En primer lugar, lo que habitualmente denominamos cultura, o sea, la
completa y multiforme producción de toda la tierra (o de un país
determinado, se quiere restringir espacialmente el problema), está constituido
por un conjunto de fenómenos que no poseen otro denominador común
que el de ser «creación de los hombres», es decir productos no naturales[…]
En segundo lugar, y como derivación de los anterior, es patente que el campo
de la cultura engloba a un conjunto de fenómenos que, más allá del
denominador común señalado, poseen estatus teóricos diferentes en la
medida que corresponden a sí mismos diferentes de la realidad social […]
Tercero: al ser la cultura una creación de los hombres, es quiérase o no, un
producto social; no puede comprendérsela, por tanto, al margen de sus
condiciones sociales de producción y, consecuentemente, de la estructura
social a partir de la cual es producida. CUEVA, 1982:82.
6
Por ejemplo Feuerbach que critica a la religión cristiana en «La Esencia del
Cristianismo» desatendiendo las leyes de la historia, o los hermanos Bauer
que intentaban destruir al estado prusiano solo con la fuerza de sus críticas
critica.
Referencias bibliográficas:
CUEVA, Agustín. 1982. «Cultura clase y nación». Cuadernos Políticos.
No. 31. Revista Trimestral. Ed. Era. Julio-Septiembre. México.
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___1998. ¿Extensión o comunicación?, Siglo XXI, México.
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México.
MARX, Carlos. 1980. Contribución General de la Crítica de la Economía
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Siglo XXI, México.
MARX, Carlos y ENGELS, Federico. 1970. Tesis sobre Feuerbach y
Una lectura marxista de la pedagogía de Paulo Freire | 81
otros escritos políticos. Colección 70, México,
MARX, Carlos y KRAHL, Hans-Jurger. 1968. Introducción General a la
Crítica de la Economía Política de 1957, Cuadernos Pasado y Presente.
México,
KOSIK, Karel. 1976. Dialéctica de lo concreto. Grijalbo, México.
PONCE, Aníbal. 2010. Educación y lucha de clases. Quinto Sol. México.
Tres escritos sobre el marxismo | 83
II
EL MARXISMO Y EL HUMANISMO
El estudio del problema del hombre en Marx aporta elementos para comprender
la forma como entendió Marx al hombre. En la medida en que esto se precisa,
se clarifica el sentido del humanismo contemporáneo. El humanismo aparece
como la actividad teórica que aspira entender al hombre mediante la revisión de
las facultades y potencias del espíritu; el humanismo es un movimiento que
tiene implicaciones directas con la vida política de la sociedad.
2. Humanismo y existencialismo
Sartre señala que el hombre siempre está en acto de elegir y de decidir lo que vive
y de la manera como lo vive: el límite de esto sería el problema de lo que sucede
cuando el sujeto elige la no-elección; la consecuencia es que el sujeto elige que el
mundo se quede como está, que permanezcan inalteradas las relaciones con el
mundo. En esto consisten las generalidades del existencialismo como
humanismo. Por otra parte se encuentra el humanismo neotomista, que maneja
Tres escritos sobre el marxismo | 89
dos tesis fundamentales: que el hombre vive en desamparo ontológico, a la vez
que está movido por un ansia de plenitud existencial. Para el humanismo
neotomista de Jacques Maritain, desamparo ontológico quiere decir que se ha
nacido de la nada; pero se logró nacer y salir de la nada porque dios como
creador, saca al hombre de la nada para ponerlo en el mundo. El hombre se
siente desamparado en el mundo porque esta vida, en este mundo, no es
auténtica, no es verdadera. El humanismo neotomista proclama que la vida
auténtica y verdadera es la vida después de la muerte: la vida espiritual, eterna.
Tanto el desamparo ontológico como el ansia de plenitud existencial refieren
que el hombre quiere llegar al Ser, o bien, a la vida después de la muerte, por
eternos. El humanismo neotomista concede importancia absoluta a dios como
salvador de la angustia que provoca el saber que se vive una vida inauténtica, una
vida no-verdadera. Entregarse a dios es la posibilidad de salvación de la angustia.
3. Humanismo y marxismo
Otra determinación del humanismo es el llamado humanismo marxista,
referente al hombre concreto. El marxismo examina al hombre como agente
que impulsa un proyecto, sin buscar referencias ontológicas trascendentes,
justificaciones o explicaciones que pretendan ir más allá de la experiencia empírica
y teórica que puede tenerse del hombre como historia y sociedad. Para el
marxismo, el hombre es el hombre concreto, el hombre que constituye historia
y genera vida social. Esto es el hombre real.
La reflexión crítica sobre el pensamiento de Marx respecto al hombre
expresa que resulta insostenible afirmar que el hombre salió de la nada, o que
está arrojado y abandonado en el mundo; para el marxismo, estas son maneras
falsas de ver el hombre puesto que, en cuanto vida, está referido a la biologicidad
y relacionado con la naturaleza, de tal manera que el hombre, en principio, es un
ser natural surgido en la naturaleza y en la vida natural. La diferencia está en que
el hombre ha llegado a ser la materia viva y pensante, no por determinación
externa a la naturaleza, sino por evolución de la naturaleza; no es necesario
pensar en trascendencias que se ocupen de la creación de la vida, del mundo y
devenir del hombre; la naturaleza es por sí misma, y con eso basta para el
pensamiento racional y dialéctico que afirma al hombre como libertad en devenir.
Para Marx, el hombre aparece por evolución de la materia viva y que tiene la
aptitud de pensar, constituido a partir de la ley del movimiento de la naturaleza
y la acción propiay libre del hombre mismo. Esto es la claridad racional del
materialismo. Marx no se queda en esto, y deja claro que la aptitud más importante
del hombre no es pensar, sino la de producir, no solamente reproducir.
Reproducir es el ciclomediante el cual la naturaleza se mantiene como existencia
de sí por el cumplimiento de las leyes de la reproducción natural. El hombre
constituye la aptitud de producir lo que necesita; es capaz de
90 | Revista Marxismos
producir independientemente del determinismo que define a la naturaleza. El
hombre productor es creador, no solamente reproductor. El planteamiento de
estas dos condiciones que el marxismo determina, configura las posibilidades
del hombre dirigidas a la naturaleza para dominarla y transformarla, modificarla
y ponerla a su servicio mediante instrumentos; el hombre ha constituido su
autonomía respecto de la naturaleza, en relación con ella para modificarla y
transformarla a través de mediaciones tecnológicas. El desarrollo de los
instrumentos técnicos como mediaciones con la naturaleza, condiciona la
convivencia o vida social racional organizada como cultura y civilización.
El hecho de que el hombre sea capaz de manejar instrumentos frente
a la naturaleza permite trazar proyectos y encontrar nuevas maneras técnicas de
dominio y transformación de ella, que son formas avanzadas de ponerla a su
servicio. El principio de la mediación referida a los instrumentos, permite
entender el devenir de la sociedad y de la transformación de la vida social, y la
comprensión del trabajo como actividad fundamental de la especie humana.
6. El trabajo enajenado
El hombre que trabaja, en principio es libre de disponer del producto de su
actividad, es dueño de sí, es dueño de su realización objetiva con libertad y en
libertad; esto es el significado del trabajo como condición de posibilidad
fundamental de la especie humana; por el contrario, el acto de alguien, que no es
el productor se apropia del resultado el trabajo de otros, instaura la enajenación,
y los trabajadores dejan de pertenecerse a sí mismos. Este momento manifiesta
que el hombre trabajador es enajenado, que deja de pertenecerle el producto de
su trabajo, que no le pertenece su ser, que ha dejado de ser dueño de la producción
que funda el mundo histórico y la realidad social. La aparición de la propiedad
privada tiene como resultado el hombre enajenado. La cuestión consiste en
esto: si el producto va a otros hombres que no son quienes le han dado origen,
resulta que, quien se apropia del trabajo de otros, no solamente se apropia del
producto del trabajo de otros, sino que se apropia del productor mismo. Esto
es la teoría de la enajenación de Marx, la cual tiene un conjunto de implicaciones
referidas al hecho de apropiarse el trabajo ajeno: no es solamente apropiarse el
objeto producido, sino del productor mismo, porque en el acto de apropiación
del producto del trabajo, también se adueña de las potencias, aptitudes y
92 | Revista Marxismos
facultades del productor depositadas en el objeto producido.
El dominio de la enajenación del trabajo como forma de vida social
propicia la inversión de la realidad humana, esto es, su deformación
ideológica; a partir de la enajenación del trabajo, el hombre ya no actúa en
razón de la autoconstitución de sí, porque lo que el hombre ha producido se ha
vuelto contra él; no le pertenece en cuanto que el trabajo enajenado implica la
pérdida del ser propio del productor.
La consecuencia principal de la enajenación del trabajo es que la
producción y economía se vuelven contra el hombre; no están más puestas
a su servicio sino que se transforman en sus dominadoras, porque el proceso
de producción de bienes económicos tienen sustento –enajenado- en la
propiedad privada de los medios de producción. Es aquí donde surgen
fenómenos importantes y complejos como la cosificación, mistificación y
fetichización de la mercancía como producto concreto del trabajo, mencionadas
por Marx en El Capital; son fenómenos que envuelven la vida social -la
tornan contra el sentido de humanidad del trabajo- y producen la estructura
y relaciones de la propiedad privada y trabajo enajenado, con la consecuente
infelicidad de los seres humanos y de la sociedad desdichada.
9. Concepto de la enajenación
Roger Garaudy -el más grande ideólogo que tuvo el Partido Comunista Francés,
señala en su libro Introducción al estudio de Marx (1964) que este proceso,
que Marx examina en El Capital en torno al fenómeno del maquinismo, ya lo
había tocado en su juventud con el nombre de enajenación. Esto constituye una
evidencia más de que Marx nunca se desligó del examen de la problemática de la
situación del hombre concreto como obrero que tiene, como único recurso para
subsistir, la enajenación de su fuerza de trabajo. Este análisis del trabajador
como sujeto de la historia cumplido por el pensador alemán de origen, quien
murió sin nacionalidad, en su juventud y madurez, exige el reconocimiento de
la responsabilidad teórica y revolucionaria de Marx, respecto del examen de la
enajenación y sus implicaciones en la configuración del mundo histórico y del
espíritu de la humanidad.
La conversión del hombre de sujeto a objeto cosificado de la historia
tiene su condición en la enajenación del trabajo; Garaudy señala que la enajenación
del trabajo es explicada por Marx mediante tres consideraciones críticas: a) como
desposesión; b) como despersonalización; c) como deshumanización.
El acto de totalizar el pensamiento de Marx hace posible descubrir el
conjunto de relaciones y conceptos que maneja en una etapa de su vida, y la
perduración de los mismos en etapas posteriores. Para Garaudy, Marx señala
que la enajenación como desposesión se da cuando el obrero y su objeto se
expresan, según las leyes de la economía, en los siguientes términos: en tanto
Tres escritos sobre el marxismo | 95
más produce el obrero, menos tiene que consumir; cuanto más valores crea,
más se deprecia; la enajenación es desposesión en el sentido siguiente: en el
momento en que el producto del trabajo entra en el circuito de los intercambios,
escapa por completo a su productor y se convierte en mercancía, y al convertirse
en mercancía, el producto del trabajo no se moverá conforme a las leyes del
productor, sino que el producto puesto como objeto mercantil, se moverá de
acuerdo a leyes ajenas a las del acto productor; se moverá de acuerdo a las leyes
del mercado. La enajenación como desposesión es el fetichismo de la mercancía.
La enajenación del trabajador como despersonalización, es desposesión
del acto mismo de su trabajo; la caracterización de la enajenación en estos
términos establece la relación entre la división del trabajo y el maquinismo;
señala Marx que «las condiciones de trabajo aparecen independientes del
trabajador, como algo que le es ajeno, porque con el sistema de máquinas, la
gran industria crea un organismo de producción completamente objetivo e
impersonal que el obrero encuentra ahí, en el taller, como la condición material
enteramente dispuesta de su trabajo». El trabajador no tiene alternativa de
proponer la menor modificación en ningún proceso de producción; es puesto
ahí como un apéndice, desposeído de sí, impedido para desplegar sus
posibilidades productoras y transformadoras: su obra propia es imposibilidad
de su libertad. El fondo de esto es que en el sistema capitalista se da una
separación radical entre el productor y los medios de producción, y esta separación
radical despersonaliza al sujeto productor. Por esto, Marx dice que «el capital es
el poder alienado de la humanidad» que se eleva por encima de los hombres
como una potencia extraña e inhumana, por este divorcio que hay en el fondo
del sistema capitalista, y que se manifiesta en la cultura y civilización como serie
deparadojas y conjunto de contradicciones irresolubles que tienen expresiones
simbólicas en los objetos culturales, infelicidad del individuo y sufrimiento de
la sociedad.
La tercera determinación de la enajenación que Garaudy reconoce en el
concepto de Marx, es la deshumanización; aparece en el momento en que los
medios de producción incluidos los medios científicos y técnicos, que son el
fruto del trabajo y pensamiento de todas las generaciones anteriores, se convierten
en propiedad privada. Esta es la expresión sintética cultural de la producción
universal, y de la capitalista en particular. Al respecto, dice Garaudy lo siguiente:
«Cuando un hombre trabaja, su actividad está habitada por toda la humanidad
anterior; su trabajo es la expresión de la vida genérica del hombre, de todas las
creaciones acumuladas del género humano; pero cuando los medios de
producción son propiedad privada, todo ese patrimonio en el que está presente
la obra de toda la humanidad pretérita, de la humanidad en cuanto ser genérico
y está en manos de unos pocos individuos que dispone así de todas las
invenciones acumuladas por milenios de trabajo y de genios humanos, surge
96 | Revista Marxismos
la deshumanización».
La enajenación como deshumanización se da como anulación de
posibilidades de transfor mación y constitución del mundo. Este
planteamiento apunta a la clarificación siguiente: Marx, en sus estudios
científicos de las leyes del modo de producción capitalista, descubre
principios y fundamentos del hombre como ser genérico, cualidades y
condiciones que son bloqueadas por el mismo modo de producción
capitalista. No se detuvo en esto; el problema del hombre es llevado a una
perspectiva y horizonte superiores, en cuanto señala que la enajenación
solamente puede suprimirse mediante la lucha de clases, y la posibilidad de
que la lucha de clases la suprima, se fundamenta en que tal lucha surge en la
dialéctica de lo posible y lo real, expresado así por Garaudy. Aquí, en ese horizonte
superior hacia donde apunta el examen del hombre en el pensamiento de Marx,
la filosofía es la «toma de conciencia teórica y la puesta en funcionamiento
militante de las leyes dialécticas de la relación entre lo real y lo posible, para la
construcción del porvenir del hombre», agrega el pensador francés. En esta
afirmación de Garaudy, es notable el sentido reconocido a la filosofía para
erigirse en agente constituyente de toma de conciencia teórica: en pensamiento
que examina los problemas del mundo histórico y vida social, que reconoce las
condiciones de posibilidad de la realidad histórico-social, y constatarlas con la
libertad y los valores, con los proyectos y acciones, con el espíritu o mundo
constituido, que dice Husserl, es inmortal: «sólo el espíritu es inmortal».
Marx afirmaba que la negación del modo capitalista la constituyen los
obreros, que mediante sus luchas de liberación y su proceso de configuración
como clase revolucionaria, representaría los ideales reivindicadores de la
humanidad en la constitución del mundo de la libertad.
III
6. Marxismo y filosofía
El marxismo llega a la conclusión de que la filosofía debe desaparecer y esto no
invita a la aceptación de tal tesis de Marx; en cambio, es posible estudiar y
profundizar el pensamiento de Marx, en tanto se tenga claro que la filosofía no
tiene por qué asumir, o aceptar la imposición de la responsabilidad de
transformar al mundo; nadie tiene el derecho de instrumentalizarla como política,
o reducirla a la condición de «brazo armado del proletario». Por su parte, Engels
dice que, cuando la filosofía se realice, es decir, cuando triunfe la revolución
proletaria, no quedará más que la dialéctica y la teoría del pensamiento. Esto
significaría entonces, que la revolución proletaria daría respuesta a todos los
problemas del hombre, y una vez triunfante la revolución, se acabaron los
problemas del hombre y por derivación, también la filosofía.
Engels deja otro problema: ¿hasta dónde la dialéctica requiere de una
dialéctica, una dialéctica de la dialéctica? Engels se ubica todavía en el contexto de
la dialéctica inmanentista, en el contexto de la dialéctica negativa. Hegel es el
principal pensador de la dialéctica, el gran sistematizador del pensamiento
negativo, y precisa a la dialéctica como inmanente, negativa y mediadora. Esta
dialéctica es el despliegue de posibilidades contenidas de manera previa en el
objeto, ahí depositadas en espera del acto que las convierta en acción. Sin embargo,
cuando el hombre construye el mundo a su imagen y semejanza, no lo hace
sólo a través de una dialéctica inmanentista, o despliegue de contenidos previos,
Tres escritos sobre el marxismo | 105
dormitantes en el objeto, puesto que el hombre construye sobre la base de un
proyecto, que no se reduce a la inmanencia, negatividad, o mediación. La
producción del mundo parte del principio de la intención trascendental de
construir un mundo con base en un proyecto que tiene fundamento en el
mundo histórico existente y heredado como experiencia vivida y plasmada en la
organización y contenidos del mundo histórico-social. De aquí la necesidad de
una dialéctica de la dialéctica, es decir, una dialéctica crítica que explique momentos
y condiciones constituyentes de la realidad social construida por el hombre, a
partir del reconocimiento de los proyectos y condiciones heredadas de una
generación a otra, junto con el reconocimiento de la coyuntura transformacional,
o de su verdad. Esto implica el arduo examen de las interacciones entre la
conciencia, la acción y la realidad histórico-social en épocas de convulsión política,
económica y social.
Garaudy, R. Introducción al estudio de Marx. Ed. Era, México, 1971. Perspectivas del
hombre. Ed. Fontanella, Barcelona, 1970. Dios ha muerto. Un estudio sobre Hegel. Ed.
Platina, Bs. As., 1965. Marxismo del siglo XX. Ed. Fontanella, Barcelona, 1970.
Husserl, E. La filosofía como ciencia estricta. Ed. Nova, Bs. As., 1973.
Iglesias, S. La razón ficticia. Ed. IMCED, Morelia, 1995. Conciencia y sociedad. Ed.
Tiempo y Obra, México, 1982.
-I-
A mediados de la década pasada el antropólogo colombiano, Arturo Escobar,
(2005) planteó que los debates e investigaciones de perfil latinoamericanista en
torno a la crisis de la modernidad, comenzaron a converger en un «programa de
investigación», basándose en el concepto de Imre Lakatos4, en torno a una serie
compartida de conceptos, investigaciones, reuniones y publicaciones planteadas
a raíz del concepto de «colonialidad del poder» formulado por el sociólogo
peruano Aníbal Quijano y la crítica a la concepción «eurocentrista» de la moder-
nidad elaborada por el filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel.
Pensar desde el sur | 111
A partir de ello, los investigadores que se ubican desde esa perspectiva
consideran como principal punto de partida comprender el cómo ha llegado a
ser tal la «modernidad»; asimilando la conquista de América en el siglo XVI y el
entonces emergente patrón de poder de carácter «colonial», concluyen que resulta
limitado comprender a la «modernidad» sin su otra cara: la «colonalidad». De
ahí que el nutrido colectivo de autores que ha optado por identificarse en torno
al «Programa de investigación modernidad/colonialidad», se esté proponiendo
aportar una perspectiva novedosa desde Latinoamérica al conjunto de las ciencias
sociales, más allá de la razón instrumental moderna.
Sostienen que en medio de los debates planteados sobre la crisis de la
modernidad5, la perspectiva de la modernidad/colonialidad va más allá de los
planteamientos «posmodernistas» (corriente europea) y «antimodernistas»
(corriente norteamericana), pues a diferencia de que éstas en su crítica a las «grandes
narrativas universalistas» rehúyen al problema de la emancipación, el concepto
de «colonialidad», como lo exponen los distintos autores que se han sumado al
Programa, advierten que el problema de la modernidad implica el poder y la
configuración de relaciones políticas y culturales a nivel mundial, referencia desde
la cual se plantea la necesidad de construir «otra» modernidad («transmodernidad»)
y reconocer una pluri-versalidad.
Para trazar un mapeo general de los fundamentos y aportes de la
perspectiva del Programa modernidad/colonialidad, retomamos el esfuerzo
sintético realizado por el propio Arturo Escobar, miembro del programa,
identificando las siguientes «operaciones» deconstructivas a contrapelo de las
teorías establecidas de la modernidad:
1. Un énfasis en localizar los orígenes de la modernidad en la conquista
de América y el control del Atlántico después de 1492, antes que en la
Ilustración o el final del siglo XVIII como es comúnmente aceptado; 2.
Una atención persistente al colonialismo y al desarrollo del sistema
mundial capitalista como constitutivos de la modernidad; esto incluye
la determinación de no pasar por alto la economía y sus concomitantes
formas de explotación; 3. En consecuencia, la adopción de una perspectiva
planetaria en la explicación de la modernidad, en lugar de una visión de
la modernidad como un fenómeno intra-europeo; 4. La identificación
de la dominación de otros afuera del centro europeo como una necesaria
dimensión de la modernidad, con la concomitante subalternización del
conocimiento y las culturas de esos grupos; 5. La concepción del
eurocentrismo como la forma de conocimiento de la modernidad/
colonialidad -una representación hegemónica y un modo de
conocimiento que arguye su propia universalidad, y que descansa en
«una confusión entre una universalidad abstracta y el mundo concreto
derivado de la posición europea como centro» […]. (Escobar, 2005: 64-
112 | Revista Marxismos
65)
Caber apuntar que en el 2000 el Consejo Latinoamericano de Ciencias
Sociales publicó el libro La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales.
Perspectivas latinoamericanas, coordinado por el venezolano Edgardo Lander,
resultado del Congreso Mundial de Sociología realizado en el año de 1998 bajo
el nombre «Alternativas al eurocentrismo y colonialismo en el pensamiento
social latinoamericano contemporáneo». Publicado al inicio de la década, los
textos de los distintos autores que participaron en dicho libro se plantearon
como puntos problemáticos, cuestiones sobre las potencialidades que se esta-
ban abriendo en nuestro continente en cuanto al conocimiento, la política y la
cultura, retroalimentando los debates en torno a la hibridez, la transculturación
y a la especificidad de la experiencia histórico-cultural del continente americano,
partiendo desde una perspectiva histórica en «un mundo en el cual parecen
imponerse, por un lado el pensamiento único del neoliberalismo, y por el otro
el descentramiento y escepticismo de la postmodernidad» (Lander, 2000).
Así, partiendo de la concepción de capitalismo bajo la propuesta teó-
rica de los análisis de sistema-mundo elaborada por Immanuel Wallerstein6, e
incorporando la tesis de que la conquista de América es fundante del capitalis-
mo como sistema mundial y del proyecto de la modernidad, en tanto que, de
acuerdo a Enrique Dussel, hay un ego conquiro anterior al ego cogito, que bajo el
patrón de la colonialidad conforman la modernidad, cobra sentido la mencio-
nada propuesta de una «trans-modernidad» como «proyecto mundial de libe-
ración donde la Alteridad, que era co-esencial de la Modernidad, se realice igual-
mente.» (Dussel, 2000). A lo que debemos agregar el tema de la «de-colonialidad»
pues, como sostiene Walter Mignolo, también es parte constitutiva de la moder-
nidad, ya que la lógica opresiva de esta última «produce una energía de descon-
tento, de desconfianza, de desprendimiento entre quienes reaccionan ante la
violencia imperial. Esta energía se traduce en proyectos decoloniales […]» (Dussel,
2000).
Desde esos referentes, distintos autores han comenzado a proponer
nuevas categorías de análisis. Por mencionar someramente algunos ejemplos,
podemos encontrar desde el ámbito de la epistemología conceptos como el de
«pensamiento fronterizo»7, que genera una «doble» crítica y se aleja de las contra-
posiciones dicotómicas (exterior-interior) para posicionarse críticamente frente a
una «doble conciencia»: tanto frente a la del fundamentalismo occidental como a
la de la burguesía criolla de algún país periférico. O también el de «hybris del
punto cero» que critica el presupuesto de que el observador no forma parte de lo
observado, lo cual implica colocarse en un punto que es el del comienzo
epistemológico absoluto pero, también, el del control económico y social sobre
el mundo (Castro-Gómez, 2005: 63).
En una segunda esfera, como parte de la crítica a la concepción
Pensar desde el sur | 113
homogeneizadora, unidireccional y ahistórica predominante en gran parte de
las ciencias sociales, pero incluso encarnada dentro de una de las muchas expre-
siones del marxismo, denominada como «materialismo histórico» (Histmat) –
«materialismo dialéctico» (Diamat)8, encontramos las propuestas de Aníbal
Quijano (2007a) sobre: a) el «poder», entendido como un espacio y conjunto de
relaciones sociales de explotación/dominación/conflicto articuladas en torno
de la disputa por el control del trabajo, la naturaleza, el sexo, la subjetividad, la
autoridad y sus instrumentos; b) su concepto de «heterogeneidad histórico-
estructural» para complejizar el entendimiento de la totalidad y la sociedad; c) la
necesidad de construir una «teoría histórica de la clasificación social», retomando
la esencia de las conclusiones de la obra de Edward Palmer Thompson9; d) la
apuesta por la «socialización radical del poder» como el proyecto político eman-
cipador10; e) y como síntesis de esos planteamientos, la tesis de que el cambio
histórico no puede ser unilineal, unidireccional, secuencial o total.
En tercer lugar, desde el análisis de la «globalización» como fase actual
del capitalismo mundial, principalmente autores como Santiago Castro-Gómez
hablan de un «capitalismo posfordista» que tiende cada vez más hacia el «trabajo
inmaterial» por sobre el trabajo material explotando «colonias posterritoriales»,
y retoma la tesis de Lyotard sobre la condición posmoderna para hablar de una
correspondiente «posmodernidad», pero desenmascarando su otra cara, a la
cual él denomina «poscolonialidad» (Castro-Gómez, 2005).
Por último, de manera muy estrecha con los actuales movimientos
sociales, reivindicando las luchas de los pueblos indígenas y
«afrolatinoamericanos», de feministas y en defensa de la naturaleza, se ha puesto
a debate el tema de lo «local» recurriendo a conceptos como «glocal»; o desde la
Ecología política, autores como Arturo Escobar plantean la propuesta de un
«posdesarrollismo» y otras formas locales de economía (solidaria) alternas a la
lógica del mercado capitalista, así como también encontramos los interesantes
debates en torno a los conceptos de «interculturalidad» y de «Estado
plurinacional». Todo ello, en general, bajo el interés de sopesar las experiencias
de historias locales y de las luchas políticas de los «subalternos».
Lo anterior nos invita a pensar que los distintos y recurrentes aportes
del Programa modernidad/colonialidad abordan también distintos niveles de
análisis y abstracción recorriendo una amplia gama desde debates propiamente
epistémicos hasta discusiones concretas o más delimitadas a lo largo de más de
diez años.
- II -
Durante esta última década, los trabajos que parten de la perspectiva de la
modernidad/colonialidad y su apuesta por la «decolonialidad» se han desarro-
llado en un contexto sociopolítico muy interesante para Nuestra América, en el
114 | Revista Marxismos
cual los movimientos sociopolíticos populares han tenido un claro
protagonismo en la vida de varios países de América del Sur, aportando con sus
respectivos proyectos políticos más retos al pensamiento latinoamericano, y
sobre todo a las prácticas políticas emancipadoras. En ese sentido, se torna
fundamental retomar una pregunta que se ha vuelto «lugar común» a lo largo
de las luchas de nuestros pueblos, nos referimos a las discusiones sobre cómo
articular las necesidades epistémicas, sociales y políticas del «aquí y ahora» con el
porvenir, cómo trabajar útilmente para, desde ya, comenzar a construir
«anticipadamente» el porvenir.
Podemos percibir en ese sentido un notable interés por parte de los
autores involucrados con el Programa modernidad/colonialidad,
particularmente, de manera más reciente, de la línea de investigación más cercana
al tema de los movimientos sociales especialmente refiriéndose a dos casos: a)
los acercamientos entre movimientos sociales, organizaciones no
gubernamentales e intelectuales en torno al Foro Social Mundial y su consigna
«otro mundo es posible»;11; y b) la lucha de los pueblos indígenas y afros que
reivindican una perspectiva de «interculturalidad» y «plurinacionalidad» en los
procesos de «refundación» del Estado en los casos de Ecuador y Bolivia.12
Es muy importante señalar que al abordar estos dos grandes procesos,
paralelamente se han planteado críticas a anteriores experiencias de lucha política;
y que ahora que han emergido gobiernos «progresistas», a los cuales se les
reconoce su discurso antineoliberal, se les critica su apego a políticas
«desarrollistas» (sin una crítica profunda a la lógica de acumulación capitalista),
lo que ha dado lugar a que el día de hoy a nivel regional podamos ver proyectos
o «caminos» distintos y tendencialmente divergentes: neodesarrollismo,
anticapitalismo, socialismo. Esta puede ser la línea más general de caracterización
del actual contexto latinoamericano.
En ese amplio marco de discusiones se ha considerado que el «fracaso»
de las experiencias revolucionarias pasadas implica un cuestionamiento a la
«teoría de la revolución», planteada por las perspectivas marxistas, así como
también un intento por experimentar y proponer nuevas fórmulas en este
nuevo momento en el que la movilización social ha comenzado a reflejar
destellos de un cambio de la correlación de fuerzas regionales. De aquí podemos
derivar otros cuatro puntos generales de caracterización.
Observamos que hay un marcado interés por retomar la esencia del
pensamiento «nuestro americano» en la medida de que hay un intento por
romper la separación estricta entre el ámbito intelectual/académico y el ámbito
político, es decir, entre praxis y teoría. Un intento que parece ir en una doble
dirección, por un lado, desde intelectuales comprometidos con los procesos de
trasformación social, y por otro, desde militantes o activistas, preocupados por
comprender y explicar su experiencia y sus prácticas. Un caso emblemático son
Pensar desde el sur | 115
los intelectuales y dirigentes surgidos desde los movimientos indígenas y afros,
así como los académicos que se han comprometido con estas luchas, conver-
giendo en la construcción de proyectos políticos que piensan la transformación
social frente al «colonialismo interno» (configuración del Estado)13 y a la
«colonialidad» (del poder, del saber y del ser).
Una segunda referencia característica es una especie de sensación de
incertidumbre generada después de la derrota iniciada en la década de los setenta,
de lo cual se aprendió que el «sujeto de la revolución» ya no es única y
exclusivamente la clase obrera y que la revolución ya no se emprende
necesariamente mediante la «toma del Estado». Hay un consenso generalizado
acerca de que la clase obrera ha perdido la centralidad política que tuvo en otros
momentos, así como que ningún actor puede arrogarse la exclusividad de la
lucha contra el neoliberalismo. Por el contrario, se destaca la emergencia de
«sujetos» con una gran fortaleza en torno a conflictos ubicados en los límites
entre la esfera de la producción y la de la reproducción de la vida; sin embargo,
aún es latente la ausencia de certezas sobre los sujetos y los caminos por andar.
Muy relacionado con esa incertidumbre, durante la década de los no-
venta e inicios del siglo XXI permea una cierta fragmentación en la acción
política de las luchas populares, lo que ha llevado a enaltecer la forma «movi-
miento» y su condición de «resistencia» sin vislumbrar la necesidad de pensar
estratégicamente y construir proyectos contrahegemónicos. Nos explicamos. La
derrota propiciada por las dictaduras militares y gobiernos autoritarios, así como
la caída ideológica de una buena parte de la izquierda socialista, además de la
adhesión de partidos del campo progresista al neoliberalismo, el campo de la
resistencia se vio restringido casi exclusivamente a los movimientos sociales.
Durante esa etapa, como lo distingue Emir Sader (2009), los movimientos
sociales fueron los únicos centros de resistencia a la polarización de los
enfrentamientos debido a su cohesión y a que estos «funcionaban como
catalizadores del creciente descontento popular. Pero su dificultad provenía de
su incapacidad de constituir una fuerza política que propusiera modelos alterna-
tivos y un bloque político que pudiera triunfar electoralmente y poner esos
modelos en práctica.» (Sader, 2009: 41).
Así que podríamos decir que la disposición de las luchas particulares,
los aislamientos respectivos y la fragmentación política fueron «hijas de la nece-
sidad», y que no surgieron como parte de un plan estratégico sino como el
resultado «espontáneo» del conflicto social, sólo después de eso algunos analistas
transformaron esa «necesidad» en una «virtud» de los movimientos. De ahí que
reconozcamos la importancia pero también las limitaciones de esfuerzos como
el Foro Social Mundial que, como explica Sader, al evitar tocar temas directa-
mente políticos y de las relaciones de poder permanece en una primera gran fase
de «resistencia» un tanto despolitizada, como lo refleja la ambigua consigna
116 | Revista Marxismos
«otro mundo es posible» («¡Como si la lucha política hubiese sido reducida a la
mera afirmación de que la historia no se había acabado, el horizonte no se había
cerrado y todavía quedaban alternativas!») (Sader, 2009: 26); sólo unos cuantos
años después podríamos hablar de la emergencia de una segunda fase, en la cual
se pasa a la construcción de propuestas superadoras del neoliberalismo.
Finalmente, como cuarta línea de caracterización, podemos considerar
que a mediados de la década pasada ciertos movimientos sociales lograron
impulsar lo que algunos autores, como Evelina Dagnino, han denominado la
«disputa de proyectos políticos». Groso modo, la noción de proyecto político es
utilizada para designar los «conjuntos de creencias, intereses, concepciones del
mundo y representaciones de lo que deber ser la vida en sociedad, los cuales
orientan la acción política de los diferentes sujetos.» (Dagnino, 2006: 43-48).
Esto implica por lo menos cuatro ejes de comprensión: a) el énfasis en la
intencionalidad como componente de la acción política, afirmando como
fundamental el papel del sujeto, b) la derivada expresión de un vínculo
indisoluble entre la cultural y la política, c) la comprensión de una amplia gama
de formatos en los cuales las representaciones, creencias e intereses se expresan
con distintos grados de explicitación, y d) una diversidad interna en cuanto a las
varias dimensiones que en ella están presentes. Un ejemplo de esta disputa
entre proyectos políticos ha sido la participación de organizaciones indígenas
como la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador y el Pacto de Unidad
(Bolivia) en las «asambleas constituyentes» de sus respectivos países entre 2006
y 2008, en donde entablaron la discusión sobre los temas de la interculturalidad
y la plurinacionalidad hacia la «refundación del Estado». Hasta aquí, esto puede
ser un esbozo rápido del contexto en el que se desenvuelven los más recientes
aportes del Programa modernidad/colonialidad.
- III -
Como se mencionó anteriormente, en el ámbito de la crítica al proyecto
eurocentrista de modernidad, el Programa modernidad/colonialidad ha mani-
festado su distanciamiento de las críticas «posmodernistas» y «antimodernistas»
mediante por lo menos tres nociones teóricas fundamentales que dan pie a los
otros conceptos mencionados: a) la de «colonialidad del poder», desarrollada
por Anibal Quijano (2000); b) la tesis de las «dos» modernidades y la propues-
ta de un «transmodernidad» formuladas por Enrique Dussel (2000); y c) la
apuesta por la «de-colonialidad» planteada por Walter Mignolo (2007: 25-46).
Sin embargo, a pesar de ello, nos parece que hay algunos planteamientos que
corren el riesgo de no lograr deslindarse de algunas posturas características de la
corriente «posmodernista» y que incluso podrían implicar algunas debilidades
para una propuesta epistémica profundamente crítica y creativa.
En primer lugar, un complejo punto común de las críticas a la moder-
Pensar desde el sur | 117
nidad, desde la identificación de la «colonialidad del saber» y el «eurocentrismo»,
va dirigido hacia el marxismo en tanto teoría crítica formulada en/desde el
propio proyecto de modernidad en crisis. A partir de estas discusiones, podemos
observar que entre los mismos autores que adoptan la perspectiva del Programa
modernidad/colonialidad hay algunos matices que pudieran tornarse
contradictorios. Por una parte, podríamos ubicar la larga trayectoria intelectual
cercana al marxismo de Aníbal Quijano y Enrique Dussel, y por otro, la veta
más cercana a los «estudios culturales» dentro de la cual figura Walter Mignolo;
mientras los primeros plantean diferencias entre distintos marxismos, algunas
ideas más cercanas a los estudios culturales parecen hacer una crítica rápida e
incluso un poco superficial del marxismo bajo el ánimo decolonial.
En ese sentido, las principales críticas al marxismo se han enfocado en
señalar: a) la falta de comprensión del problema del colonialismo por parte de
Marx, dado que lo que le interesó únicamente fue la lucha de clases «ignorando
cualquier otro tipo de luchas de menor dignidad por considerarlas desfasadas
con respecto al «cauce de la Historia Universal» (Castro-Gómez, 2005: 17); b)
aunado a ello, «Marx permaneció aferrado a una visión teleológica y eurocéntrica
de la historia» (Castro-Gómez, 2005: 19) en la medida que al considerar el
colonialismo sólo como un fenómeno «aditivo», lo constituyente de la
modernidad sería para él únicamente el capitalismo que se expande desde Europa
al resto del mundo. Aunque parecen pertinentes las observaciones, consideramos
que no por ello es necesario desechar al marxismo, pues, como comúnmente se
dice estaríamos tirando el agua sucia de la bañera junto con el niño.
A partir de esas dos críticas generales se desprenden otras, enfocadas
hacia discusiones más concretas. Y es que simultáneamente Walter Mignolo,
uno de los miembros más representativos del Programa, en su apuesta por la
decolonialidad como una «globalidad-otra», no duda en meter en el mismo
saco al marxismo, el cristianismo, el liberalismo y a … Bin Laden y el islamismo
de Al-Qaeda (¡!), incluso identificando a las tres primeras por igual como
«ideologías imperiales».14 El argumento es que ninguna de las cuatro opciones
rompe con «la modernidad/colonialidad capitalista y su globalización
fundamentalista eurocentrada» teniendo como referencia un «universal abstracto»,
en el caso de Al-Qaeda el matiz es que esta pugna por una «civilización islámica
global». A pesar de que repite esa hipótesis en por lo menos tres textos, el
argumento no es desarrollado con profundidad, por lo que daría la sensación de
ser más una especie de sentencia, con la cual podría borrarse de un plumazo la
historia (práctica y teórica) de los marxismos y su apuesta por la revolución
socialista.
El rechazo a la teoría crítica, el «marxismo es bueno pero miope» diría
también Mignolo, sin críticas trabajadas a profundidad puede llevar a confusio-
nes graves entre los jóvenes lectores, pues podría terminar por hacer del marxis-
118 | Revista Marxismos
mo una caricatura y desmembrar sus conceptos aislándolos de teorías más
generales haciéndolos incomprensibles. Nos parece que este problema se pre-
senta particularmente en el caso del concepto de «subalterno», por ejemplo, en
una entrevista realizada a Mignolo, el entrevistador apunta que la categoría de
subalterno está modificando nuestra epistemología, por lo que le pregunta si el
«subalternismo» estaría ocupando el lugar del marxismo.15 El problema en este
caso particular, es que se corre el riesgo de que la categoría de subalterno se
absolutice, acercándose a una postura posmoderna que pareciera olvidar el con-
flicto social sustituyendo el término de «clase» por los términos de «subalterno»
o «comunidad».
Otro punto de crítica hacia el marxismo es la centralidad primigenia
que se le da a la relación capital/trabajo. Esta crítica podría derivar en nociones
fetichistas en las que se absolutiza por ejemplo al dinero, dejando a un lado la
teoría del valor formulada por Carlos Marx. Es el caso de un análisis de Alejandro
Moreno quien identifica que el capital-dinero, estudiando a la sociedad venezolana
de finales de los noventa, «está desprendido de la producción […] y gira sobre sí
mismo en un acelerado movimiento y en una reproducción, totalmente aislada,
de sí mismo.» (Moreno, 2000). Esto podría dar lugar a la idea de una supuesta
«burbuja financiera», de un dinero global que asume vida propia y aparentemente
empieza a crecer por sí mismo sin la mediación productiva de ningún trabajo que
lo genere. Autores como Néstor Kohan, reivindicando la teoría marxista crítica
del fetichismo, explican que ese «dinero global no es nada más que la encarnación
cosificada del trabajo social global realizado bajo formas mercantiles capitalistas.»
(Kohan, 2010: 28). Así pues, emplea las categorías de «trabajo concreto» y «trabajo
abstracto», en la que este última «[…] está entonces estrechamente asociada a la
teoría crítica del fetichismo porque es la sociabilidad indirecta […] realizada a
posteriori (es decir, después de haber sido producida) del trabajo social global la
que se cosifica en los productos que cobran vida propia y terminan reinando en
el capitalismo de nuestros días.» (Kohan, 2010: 28-29).
Un punto más de crítica al marxismo tiene que ver con las tesis de la
«sociedad del no trabajo» y el concepto de «multitud» formulado por Michael
Hardt y Antonio Negri, que cuestionan el papel político que se le ha dado al
«proletariado» caracterizando al marxismo como limitado en ese sentido. Por
ejemplo Santiago Castro-Gómez asume el concepto de multitud para caracterizar
al capitalismo posfordista «posmoderno» y su cara oculta: la «poscolonialidad»
(Castro-Gómenz, 2005). Mignolo, como parte de las cuatro opciones de las que
se distingue y distancia la propuesta decolonial, caracteriza al actual marxismo
como «remozado» por la noción de que «las multitudes o la multitud tomaría
las riendas en lugar de hacerlo un proletariado que ya no tiene lugar en la
sociedad del no trabajo (end-ofwork- society).» (Sánchez-Mateos, 2007). Y es
Pensar desde el sur | 119
que la tesis de la «sociedad del no trabajo» aún tiene mucho por discutirse,
mientras que el concepto de «multitud» ha sido criticado por estar muy cercano
a la lógica posmoderna en tanto se configura como «inorgánica, desarticulada,
dispersa, sin estrategia política ni capacidad de organización ni planificación de
los enfrentamientos con el capital a largo plazo.» (Kohan, 2010: 31).
Por otra parte, al analizar las luchas populares de América Latina podría
caerse en una posición muy cercana a las visiones fragmentarias sobre la acción
social que, paradójicamente, desde su crítica a las derrotas de las anteriores
formas de lucha social, terminen perdiendo la visión histórica y «totalizante» en
sus planteamientos. Particularmente estamos pensando en que la experiencia
del Foro Social Mundial (FSM) que es recurrentemente utilizada como el
emblema de la posibilidad y entusiasmo por construir lo «otro», en este caso,
«otra globalización», la de las resistencias. Confrontado con la caracterización
que planteamos en el apartado anterior, visto desde la perspectiva de las luchas
populares, el Foro Social Mundial sería uno de los pasos iniciales de los muchos
por andar para salir del reflujo y construir un proyecto contrahegemónico al del
capitalismo mundial y colonial. Por lo que no podríamos absolutizar al FSM
como único referente organizativo exitoso o prometedor, e incluso podría
causar gran ambigüedad el tratar de justificar bajo la consigna neozapatista del
«caminar preguntando» la ausencia de una propuesta clara de proyecto y
estrategias, sin que eso implique retornar a la tan criticada visión teleológica
lineal. Otro de los riesgos de una visión «movimientista» y fragmentaria puede
darse en el momento en que al optar por la perspectiva decolonial en el estudio
de las luchas indígenas, se tienda a idealizar a las culturas indígenas y sus
bondades, obstaculizando de paso las posibilidades de la coordinación de todos
los subalternos.
Nos parece que esos puntos deben discutirse aún con más profundidad
o exponerse con mayor claridad para evitar confusiones permitiendo así superar
las nociones posmodernistas no solamente en el discurso sino también en la
construcción de categorías y teorías de manera coherente a la plataforma
epistémica del Programa modernidad/colonialidad y su apuesta por una
transmodernidad. En ese sentido, se vuelve fundamental la categoría de
«totalidad» incluyendo el problema del otro a contracorriente ya no sólo de la
modernidad eurocentrista, sino también del posmodernismo, para el cual el
poder sólo:
[…] existe a la escala de las micro-relaciones sociales y como fenómeno
disperso y fluido. No tiene sentido, en consecuencia, para ninguna de
tales vertientes del debate, pensar en el cambio de algo llamado «sociedad»
en su conjunto y ubicar para eso sus ejes de articulación o los factores de
determinación que deben ser cambiados. El cambio histórico seria
estrictamente un asunto individual, aunque fueran varios los individuos
120 | Revista Marxismos
comprometidos en las micro relaciones sociales (Quijano, 2007a: 103).
Surge entonces también la necesidad de, en palabras de Arturo Escobar,
«localizar» los análisis a casos concretos que partan de los planteamientos
epistemológicos y teóricos del Programa modernidad/colonialidad.
- IV -
Hace unos meses, Catherine Walsh, una de las integrantes del Programa mo-
dernidad/colonialidad, coordinó el «Encuentro Internacional: Pensar-actuar
decolonial desde el Sur» en el que desde la perspectiva de la decolonialidad, se
organizaron una serie de mesas de trabajo en torno al tema de la interculturalidad.16
Este tema ha surgido desde las propuestas y proyectos políticos de los pueblos
indígenas y «afrolatinoamericanos» desde hace por lo menos un par de décadas,
poniendo en cuestión la «versión europea de la modernidad/racionalidad y
proponen su propia racionalidad como alternativa […] niegan la legitimidad
teórica y social de la clasificación «racial» y «étnica», proponiendo de nuevo la idea
de igualdad social. Niegan la pertinencia y la legitimidad del Estado-nación fun-
dado en la colonialidad del poder.» (Quijano, 2007b: 144-145).
Junto con Arturo Escobar y su trabajo antropológico en Colombia,
Catherine Walsh es una de las autoras que más ha explorado los aportes de los
movimientos indígenas y afros, especialmente en los países de Ecuador y Bolivia,
aterrizando los debates teóricos en proyectos políticos que pugnan por la
«refundación» del Estado y la sociedad desde la sociedad, contraponiendo al
esquema fundacional de «la nación» y sus modelos de Estado y sociedad
excluyentes la tesis de que lo «plurinacional» debe ser asumido como «realidad»
y lo «intercultural» como «herramienta de acción». Uno de los argumentos
centrales de Walsh, retomado de la boliviana Silvia Rivera Cusicanqui, radica en
el concepto de «mestizaje» como «matriz colonial» de un discurso de poder, en
el cual «la categoría mental de «raza» fue el inicio para legitimar estas relaciones y
estructura, y moldear la sociedad moderna «nacional» (Walsh, 2009: 27).
De tal manera que partiendo de las propuestas y experiencias de algunos
movimientos indígenas y afros, Catherine Walsh expone la noción de
interculturalidad como práctica y como concepto, en la medida en que implica el
«contacto e intercambio entre culturas en términos equitativos» no sólo en
términos «étnicos», sino de «respeto mutuo» entre individuos y colectividades
por encima de las diferencias culturales y sociales. En ese sentido, lo plurinacional
tampoco sería entendido como proyecto de y para los indígenas, implicaría más
bien «pluralizar» lo nacional para construir nuevas formas organizativas y
estructurales (en los ámbitos de la sociedad y el Estado) a partir del reconocimiento
de la pluralidad de naciones así como también de la nación.
Por último, resulta interesante el matiz que plantea Catherine Walsh
entre la noción de «descolonización» y la de «decolonialidad», aunque eso no
Pensar desde el sur | 121
signifique que sean distintas. Mientras que la primera tiene como finalidad
romper una condición, la «decolonialidad» sería concebida como una «herramienta
política y conceptual» para marcar un rumbo (teórico-práctico-vivencial) de lucha
por la refundación (de acuerdo a la concepción del «buen vivir» o sumak kawsay) de
«condiciones radicalmente diferentes de existencia, conocimiento y poder que
podría contribuir a la edificación de sociedades distintas» (Walsh, 2009: 55).
Entendiendo que esa «refundación» no sería crear un nuevo paradigma o
invención teórico-ideológica, sino que de acuerdo a la noción del pachakutik
entendido como retorno de tiempos nuevos en el cual el espacio y tiempo van
y vuelven (Walsh, 2009: 17) más bien se trataría de, según Walsh, nombrar un
proyecto centenario con su reciente re-in-surgir; es decir, relacionando
estrechamente nuestra experiencia, nuestro conocimiento y nuestra memoria
histórica.
***
Hasta la fecha, los trabajos elaborados desde la perspectiva del Programa de
investigación modernidad/colonialidad parecen incrementarse cada vez más,
entablando debates tanto a nivel propiamente epistémico como trabajos sobre
análisis concretos, que no han dejado de plantear retos para las ciencias sociales
latinoamericanas, tal y como lo muestra el caso emblemático de las actuales
luchas indígenas en Ecuador y Bolivia respecto a las discusiones en torno la
interculturalidad y la plurinacionalidad en el marco de los proyectos para
«refundar» al Estado y a la sociedad incorporando toda una tradición política y
cultural como la sintetizada en la noción del «buen vivir».
Podemos concluir retomando dos considerables aportes de esta
perspectiva epistémica. El primero, identificar que la «colonialidad del poder»
hace de América Latina un «escenario de des/encuentros entre nuestra experiencia,
nuestro conocimiento y nuestra memoria histórica» (Quijano, 2007b: 128). En
segundo lugar, insistir en la ruptura necesaria con la concepción eurocéntrica
evolucionista homogénea de la historia, de acuerdo a los planteos de una
concepción de sociedad como «heterogeneidad histórico-estructural», de una
«teoría histórica de la clasificación social» y de una noción de «cambio histórico»
que no sea unilineal, unidireccional, secuencial o total.
Finalmente hemos tratado de exponer algunos rasgos generales de
los planteamientos del Programa modernidad/colonialidad, pensado desde la
historia del pensamiento social crítico y los aportes del pensamiento latinoame-
ricano al respecto, considerando que la teoría crítica debe rebasar los parámetros
eurocentristas y la visión de la historia como avance unidireccional. Sin que eso
signifique desechar de un solo tajo las propuestas elaboradas por una larga y
diversa tradición marxista, bajo la convicción de lo que Bolívar Echeverría ob-
servó como característico de la propuesta de Walter Benjamin, es decir, «imagi-
122 | Revista Marxismos
nar lo que podría ser un discurso socialista diferente, verdaderamente histórico
y verdaderamente materialista, el discurso revolucionario adecuado a la época
del ocaso de la modernidad capitalista» (Benjamin, 2005: 16). O en otras palabras,
no dejar de construir puentes entre las tesis del Programa modernidad/
colonialidad y el marxismo, asumiendo que este último es un proyecto
necesariamente inconcluso y que el trabajo debe continuar.
Notas:
1
Al respecto, partimos de las consideraciones planteadas por Atilio Boron,
quien considera que el pensamiento crítico es «es inseparable de un compromiso
con la emancipación humana y con la preservación de la naturaleza, el
irreemplazable hábitat de la especie humana […] Este compromiso exige,
inexorablemente, una crítica radical e intransigente al capitalismo habida cuenta
de su imposibilidad de resolver el problema de la justicia social y la
sustentabilidad ecológica del planeta.» (Boron, 2010: 6)
2
Entre los que podemos considerar al cubano José Martí (1853-1895) y al
marxista peruano José Carlos Mariátegui (1895-1930).
3
Momento que implica una larga lista de autores que van desde Raúl Prebisch
y su planteo del «teorema centro-periferia», hasta Ruy Mauro Marini y su
propuesta de construir una «teoría marxista de la dependencia».
4
En términos generales, la noción de programa de investigación nos remite al
trabajo que determinados grupos de académicos desarrollan en torno a líneas
de investigación sobre un problema global que los hace confluir entre ellos,
entablando relaciones mediante la discusión mutua de sus trabajos, encuentros
o reuniones periódicas.
5
De manera muy rápida podemos decir que la modernidad se constituye de
una serie de nociones específicamente occidentales, caracterizadas por el ánimo
de que la razón y la ciencia triunfaron sobre la religión, la tradición y la costumbre,
que tiene como punto central al «individuo» capaz de actuar, de adquirir
conocimientos libremente que le permiten dominar a la naturaleza y cuyo trabajo
con otros individuos puede crear un nuevo y mejor mundo. En contraparte, se
ha hablado de la «condición posmoderna» que a grandes rasgos implica
problematizar la creencia en el «progreso», la periodización moderna de la historia
y la conceptualización del individuo como conocedor y ser autosuficiente. Los
posmodernistas comparten una profunda desilusión al denunciar por igual
tanto al marxismo como al humanismo liberal, así como a todas las expectativas
de liberación porque para ellos todas las ideologías están impulsadas por el
deseo de «disciplinar» y «controlar» a la población. (Appleby, 2005)
6
De manera muy general podemos decir que esta propuesta teórica,
principalmente encabezada por Immnuel Wallerstein, plantea que para estudiar
al capitalismo es necesario trasladar la «unidad de análisis» de la entidad
Pensar desde el sur | 123
considerada como estado nación, hacia la noción de «sistema-mundo», asimismo
considerando que tanto el tiempo como el espacio son categorías analíticas para
explicar al capitalismo como un «sistema histórico» (estructural y contingente a
la vez), de acuerdo a diferentes «ritmos»: un TiempoEspacio episódico y
geopolítico, TiempoEspacio coyuntural-ideológico, TiempoEspacio estructural,
TiempoEspacio eterno, y TiempoEspacio transformacional. (Wallerstein, 2005)
7
Los trabajos consultados sobre su concepto de «pensamiento fronterizo» y la
tesis de la «doble conciencia», respectivamente fueron: Sánchez-Mateos Paniagua
(2007) y Mignolo, Walter D. (2000).
8
Varios autores han «vuelto sobre los pasos» del marxismo para hacer una
autocrítica del mismo, lo que los ha llevado a distinguir varios marxismos. Un
interesante trabajo de deconstrucción de lo que ha sido el marxismo de corte
estalinista dividido en Materialismo Histórico y Materialismo Dialéctico es el
trabajo de Néstor Kohan (2010), y también el interesante análisis de Alvin
Goulner (1989) sobre los «dos marxismos»: como ciencia y como crítica.
9
Thompson estudió la historia («formación») de la clase obrera en Inglaterra,
entendiendo la categoría de «clase social», no desde una visión estática, sino
como histórica, en la medida que argumenta que las relaciones de producción
no se reducen a un mero fenómeno estructural por fuera de las acciones y
subjetividad de las masas de trabajadores, «antes de toda historia», sino que
estas en gran parte son parte del proceso de lucha de clases, en la medida en que
la derrota/victoria entre trabajadores y burgueses ha definido históricamente
las formas del control del trabajo y de los recursos de producción. (Thompson,
1995)
10
Es importante aclarar que en este trabajo se utiliza el concepto «emancipador»
no como el universal abstracto criticado desde la pespectiva de la modernidad/
colonialidad, sino que de aquí en adelante es utilizado en referencia a lo que
Dussel define como proyecto mundial de liberación donde la alteridad que era
co-esencial a la modernidad se realice igualmente.
11
El Foro Social Mundial fue convocado por primera vez por el Partido de los
Trabajadores (Brasil) entre otras organizaciones y se realizó por primera vez en
2001 en la ciudad de Porto Alegre, Brasil. Desde entonces se han realizado
periódicamente otras ediciones del Foro en distintos países, la más reciente, la
décima, fue a finales de enero de este año de nuevo en Porto Alegre bajo el tema
«Crisis capitalista, justicia social y ambiental».
12
Cuando hablamos de «refundación del Estado» particularmente nos referimos
a las recientes experiencias de Bolivia y Ecuador, países en los cuales tras el
triunfo de Evo Morales por parte del Movimiento Al Socialismo y de Rafael
Correa por parte de la Alianza Patria Altiva y Soberana, presidentes de los
respectivos países, convocaron a la conformación de asambleas constituyentes
para redactar nuevas constituciones. En el caso de la nueva constitución boliviana,
124 | Revista Marxismos
entró en vigor en 2009 y define a Bolivia como un Estado Plurinacional; la
nueva constitución ecuatoriana entró en vigor en 2008, parte de sus elementos
más interesantes son los referentes a dotar a la naturaleza de derechos y reconocer
el carácter plurinacional. Catherine Walsh (2009) plantea un interesante estudio
sobre estos procesos desde las perspectivas de los movimientos indígenas que
tuvieron un papel fundamental en tal «refundación».
13
Pablo González Casanova ubica que el concepto de colonialismo interno está
originalmente ligado a «los fenómenos de conquista, en los que las poblaciones
e nativos no son exterminadas y forma parte, primero del Estado colonizador
y después del Estado que adquiere una independencia formal, o que inicia un
proceso de liberación, de transición al socialismo, o de recolonización y regreso
al capitalismo neoliberal.» (González, 2003: 42) Y más recientemente, bajo la
actual política globalizadora y neoliberal, el mismo Casanova identifica una
integración de la colonización en los ámbitos «inter, intra y transnacional».
14
La afirmación ha sido expuesta en Sánchez-Mateos (2007); en Mignolo (2007:
45); y en Grosfoguel (2008: 29-37).
15
El entrevistador pregunta: «Parece que el subalterno se está convirtiendo en
una categoría teórica que puede llegar a modificar nuestra epistemología,
quebrando su narración histórica lineal, sus alegorías nacionales, sus paradigmas
teóricos y políticos ¿el subalternismo podría ocupar el lugar del marxismo?»
Mignolo argumenta que el concepto «subalterno» es propio del marxismo y
que el uso que le dieron tanto Antonio Gramsci como Ranajit Guha (fundador
de la corriente historiográfica hindú de los Estudios Subalternos) permitió
«abrir» el marxismo pero sin superar su rasgo eurocéntrico, además de que
plantea que el mismo es formulado desde una «élite intelectual» para designar a
los «subalternos», concepto que responde a la lógica de dominación, por lo que
desde su punto de vista, el concepto de «subalterno» es subalterno. (Sánchez-
Mateos, 2007: 7).
16
El «Encuentro Internacional: Pensar-actuar decolonial desde el Sur: Andares,
avances, desafíos» se realizó en Ecuador, Paraninfo del 12 al 15 de julio del 2011,
a propósito de los diez años del Programa/proyecto doctoral en Estudios
(Inter) Culturales Latinoamericanos de la Universidad Andina Simón Bolívar,
coordinado por la misma Catherine Walsh.
Referencias bibliográficas
Appleby, Joyce; Hunt, Lynn; J. Margaret. 2005. «El posmodernismo y la crisis
de la modernidad», en: Morales Moreno, Luis Gerardo (compilador) Historia de
la historiografía contemporánea (de 1968 a nuestros días). (México: Instituto Mora)
pp.108-148
MEDIANTE SU PROGRAMA DE
ESTUDIOS Y DOCUMENTACIÓN DE
PEDAGOGÍA CRÍTCA
CONVOCA
A PARTICIPAR EN EL SEGUNDO
NÚMERO DE LA REVISTA
MARXISMOS
EDUCACIÓN, POLÍTICA Y SOCIEDAD.
Podrán participar como colaboradores profesores, investigadores, estudiantes
de nivel superior, activistas y militantes de movimientos sociales.
Las colaboraciones podrán tener la modalidad de artículo, ensayo, reseña
bibliográfica o de revistas, entrevista, reportaje y testimonio, sobre temas de
educación, política, movimientos sociales, cultura, genero, ecología y
medioambiente, y deberán ser abordados desde una perspectiva crítica, además
de cumplir con los requisitos establecidos por el Comité Editorial, bajo las
siguientes normas:
1. Los textos presentados deben ser inéditos.
2. La extensión sugerida es de ocho a veinte cuartillas,
presentándose a doble espacio, impresos en letra tipo Times New
Roman de 12 puntos. El Comité Editorial evaluará los materiales
en que se justifique exceder esta extensión.
3. El texto deberá incluir al inicio un resumen del contenido –
temas, enfoque y principales hipótesis o propuestas – de una
extensión entre 100 y 200 palabras.
4. Las referencias bibliográficas al interior del texto deben ser
presentadas bajo la siguiente pauta: (autor, año: pagina). Ejemplo:
(Cueva, 1989: 45). Al final del artículo se presentarán los datos de la
bibliografía utilizada, conforme a las reglas convencionales.
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