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DESLINDE

CUADERNOS DE
CULTURA POLÍTICA UNIVERSITARIA

22
Lewis S. Feuer
LA NOCIÓN MARXISTA DE
ALIENACIÓN
Y LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES

DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
DISECCIÓN GENERAL DE DIFUSIÓN CULTURAL
UNAM
Lewis S. Feuer
LA NOCIÓN MARXISTA DE
ALIENACIÓN
Y LOS MOVIMIENTOS ESTUDIANTILES

UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO
DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES
DISECCIÓN GENERAL DE DIFUSIÓN CULTURAL
1

LA RESURRECCIÓN DE LA IDEOLOGÍA

En 1844-1845 Marx y Engels, entonces en plena juventud,


soñaban con comunidades en que pudiera superarse toda
alienación humana: la alienación respecto de los otros hombres,
respecto del propio trabajo. Soñaban con la redención moral del
hombre y la realización de su esencia. Llegaron incluso a dar los
pasos preliminares para fundar una comunidad ideal según el
modelo de los establecimientos comunitarios norteamericanos1.
La comunidad era el remedio para la alienación. Marx y Engels,
que eran en esa época discípulos del filósofo Ludwig Feuerbach
y compartían su concepto de la “alienación”, quisieron convertir
en realidad su fantasía creando utópicas sociedades comunistas.
tres años después habían pasado del idealismo juvenil a la lucha
de clases; la violencia revolucionaria substituyo al amor
comunitario como mecanismo del cambio social. La palabra
“alienación” dejo de formar parte de su vocabulario, y en el
Manifiesto Comunista ridiculizaron su uso. Querían entonces
abolir la explotación, no superar la alienación, y pospusieron sus
esperanzas de lograr la regeneración inmediata de la naturaleza
humana. Pero la vida de los conceptos se rige por sus propias
leyes. El concepto de alienación resulta hoy tan atractivo para
los círculos de estudiantes activistas como lo fue en otra época
para los discípulos de Feuerbach. Quienes hacen la experiencia
de la camaradería en la acción directa a favor de la paz o de los
derechos civiles, encuentran ese lenguaje lleno de significado y
comparten a menudo la esperanza de superar toda forma de
alienación.
Los activistas rechazan el concepto del “fin de la ideología”
como propio de postmarxistas maduros de clase media, y le
oponen el de “alienación”. El fin de la ideología fue pregonado
por Engels, dándole el sentido de que no cabía ya ninguna forma
de pensamiento cuyos fundamentos económicos subyacentes
1
Feuer, Lewis S.: “The influence of the American Communist Colonies
on Engels and Marx”, en Western Political Quarterly, t. XIX, septiembre
de 1966, págs. 456-474
2

pudiesen permanecer ignorados para sus cultores2. Para los


estudiantes activistas, sin embargo, connotan la muerte de toda
filosofía política y de todo idealismo, y la adopción de la
sociología política y de la ciencia de la administración como base
suficiente para enfrentar todos los problemas de la comunidad.
Tras este positivismo político, los neoideólogos detectan un
estado de animo de autocomplacencia. A su juicio, los
postideólogos son generalmente presumidos exmarxistas al
servicio del “sistema”, que se mantienen alejados de los nuevos
frentes de batalla, como por ejemplo, el movimiento por los
derechos civiles. En la acepción que le dan los marxistas, el “fin
de la ideología” es precisamente la ideología de los servidores
del “sistema”. Los postideólogos y los neoideólogos pertenecen,
evidentemente, a generaciones distintas.
El marxismo, por supuesto, se considera a sí mismo una
ciencia, no una ideología. Ésta es otra de las razones por las que
los jóvenes estudiantes neomarxistas vuelven a menudo al
concepto de alienación: lo que echan de menos del marxismo
clásico es precisamente un desarrollo filosófico. En el
pensamiento de Marx de su época de madurez puede hallarse
ciencia social y un requerimiento político, pero la base
eticofilosófica de su elección individual permanece en la sombra.
En realidad. Los fundamentos de las decisiones individuales son
una especie de “no problema” para el marxismo, y El Capital
considera a los individuos sólo como personificaciones de
categorías económicas3. Por el contrario, la noción de la
2
-marx, Karl y Engels, Frederick en Feuer, Lewis S. (comp.): Basic
Writing on Politics and PhilosoPhy. Nueva York, 1959, pág. 238. La
frase del “fin de la ideología” fue divulgada por Daniel Bell en su libro
The End of Ideology. Nueva York, 1960. Más tarde adquirió las
connotaciones de un lema. La noción, sin embargo, era ya de uso
común entre los autores de obras sociológicas. Véase Aron, Raymond:
The Opium of the Intellectuals. Trad. de Terence Kilmartin. Londres,
1957. pág. 305. Feuer Lewis S.: Phychoanalysis and Ethics. Springfield.
Ill., 1955, pág. 126.
3
Sobre el empleo del término “no problema”, véase Feuer, Lewis S.:
“Problems and Unproblems in Soviet Social Theory”, en Slavic Review,
3

recuperación de la esencia del individuo alienado es correlativo


del sentimiento de luchar por la libertad en la comunidad
liberada. El movimiento estudiantil, basado en elevados
principios morales y no en factores económicos, busca
espontáneamente un concepto moral que dé coherencia a su
pensamiento. Sus partidarios son, podríamos decir, los primeros
marxistas verdaderamente filosóficos.
La vocación profética de Marx. su condena del orden
burgués existente. su espíritu de rebelión, su esperanza en el
triunfo de la moral, sin más aptos para servir de inspiración a los
jóvenes estudiantes activistas que cualquier teoría de Weber,
Pareto o Parsons. Los estudiantes Comparten el estado de
ánimo que sustentaba Marx a los dieciocho años, cuando
escribió estos versos:

No quiero una vida serena,


No la desea mi alma tempestuosa.
La quiero colmada de combates
En pos de un objetivo excelso…

Marchemos a la lejanía
En duras jornadas.
No es para mí la existencia monótona
Sin propósito ni estrella que la guíe.

No es para mi la vida indolente


En miserable zahrda.
¡Sintamos deseo, encono,
Pasión, orgullo, como verdaderos hombres!4

Weber puede haberse considerado a sí mismo un moderno


Jeremías, pero sus predicciones referentes a un mudo
burocrático no ponen en movimiento las energías humanas.
Análogamente, el inmutable ciclo de circulación de las élites de
Pareto imparte una enseñanza de futilidad histórica, mientras

t. XXIII, 1964, págs. 60-74.


4
Marx, Karl y otros: Communist Morality. Moscú, s/f,. pág. 19.
4

Parsons ve a todo el mundo subordinado a los controles y


mecanismos equilibradores del sistema social. La visión de
Marx, por el contrario, parece como mínimo una forma posible de
desarrollo de la sociedad, un sueño que puede convertirse en
realidad si se ponen en juego voluntad y resolución. Como forma
posible de desarrollo de la sociedad es para cada nueva
generación una esperanza plenamente vigente.
¿Nos encontraremos finalmente ante una antinomia del
progreso humano? ¿Requiere el adelanto de la raza
movimientos sociales basados en una dedicación que sólo
pueden ofrendar las personas irracionales, imbuidas de una
ideología? ¿Carecen los hombres de ciencia, los hombres no
ideólogos, de la irracionalidad necesaria que les permita unirse a
los movimientos sociales?5 ¿Existe “contradicción” entre la
sensatez de la sociedad y su progreso? Como quiera que sea, el
nuevo “hombre ideológico” ha hecho su aparición en los
movimientos estudiantiles de todo el mundo, es en ellos donde
tiene la resurrección de la ideología. Así como la noción de la
explotación fue fundamento de la teoría de la lucha de clases y
de la ideología del movimiento obrero, la noción de alienación,
extraída de los escritos juveniles de Marx, constituye la base de
los movimientos estudiantiles y de la teoría de la lucha de
generaciones.

5
George Lukács creía sinceramente que el marxismo era la ideología
de las personas irracionales, elegidas no obstante para protagonizar la
historia: “Nosotros los marxistas no sólo creemos en consecuencia que
el progreso social es dirigido por la frecuentemente perturbada
“mentalidad”, sino que sabemos también que es solamente en las
enseñanzas de Marx que esa “mentalidad” ha llegado a tener
conciencia de sí misma y esta destinada al liderazgo.” Véase Zitta,
Victor Georg Lukács’ Marxism, Alienation, Dialectics, Revolution: A
Study in Utopia and Ideology. La Haya, 1964, pág. 181.
5

LA ALIENACIÓN, NOCIÓN CLAVE DE LA IDEOLOGÍA


ESTUDIANTIL

El concepto de alienación es lo más importante del


marxismo para los movimientos estudiantiles del mundo de hoy,
sea de los Estados Unidos, el Japón, la Unión Soviética o África.
Esta notable convergencia ideológica se refleja en los debates
de los estudiantes activistas de todo el mundo; el lenguaje y la
metáfora de la alienación capta conmovedoramente el
subyacente espíritu de rebelión generacional. La historia del
marxismo muestra una vez más un sesgo que nadie previó. La
“alienación” fue el lema principal en las protestas estudiantiles
registradas en los Estados Unidos, el Japón y la Unión Soviética.
En el otoño de 1964, en la sección de Berkeley de la
Universidad de California, cuando se organizaban
manifestaciones casi todos los días, la palabra “alienación”
estaba siempre presente en los labios de los oradores. Para la
multitud estudiantil, formada por varios centenares o varios
miles, esa palabra era el símbolo de su descontento. Su
portavoz Mario Savio, definió una tarde la ideología del
movimiento estudiantil, tal como él la concebía:

La noción de la historia de Marx responde a influencias de Hegel, Max


Eastamn lo ha destacado. La dialéctica fue el procedimiento mediante
el cual Marx logró que el curso de la historia del mundo coincidiera con
sus deseos inconscientes. No obstante, el concepto más importante
para la comprensión del movimiento estudiantil es la noción marxista
de alienación. Básicamente, significa que el trabajador está alienado de
su producción, pero el concepto es también aplicable a los estudiantes,
muchos de los cuales proceden de la clase trabajadora. De algún
modo, la gente es alejada de algo. Tenemos demasiada burocracia; su
funcionamiento mecánico contribuye a disociar la personalidad
humana. El concepto marxista de alienación fue elaborado teniendo en
mira una sociedad compuesta por dos clases. Pero se adapta
igualmente a nuestra sociedad burocrática, donde existen carios
centros de poder económico. El movimiento a adquirido la misma
cualidad impersonal del empresariado. Los estudiantes se sienten
frustrados; no hay en la sociedad lugar alguno en que no exista
6

alienación, en que puedan realizar una labor que tenga sentido. Surge
la desesperación, que es un sutil agente político. Los estudiantes se
revelan contra el aparato de la universidad.
Tal la fuerza impulsora del movimiento estudiantil. Pensé en todo ello, y
en mi actuación personal cuando viajé a Mississippi, donde arriesgaba
mi vida. Mis motivos eran egoístas. En realidad, yo no estaba vivo. Mi
vida, mi existencia como miembro d la clase media, no encontraba
ubicación en la sociedad, ni ésta en mí. No se trataba en realidad de
una lucha por los derechos constitucionales. Yo necesitaba encontrar
alguna manera de pellizcarme para cerciorarme de que estaba con
vida. Ahora debemos destruir la ficción de la separación entre el
estudiante y el ciudadano. Estamos destruyendo la ficción de los roles.
Estamos derribando las barreras levantadas en la personalidad de
mucha gente. A ello se encamina el movimiento estudiantil. 6

Del otro lado del pacifico, los líderes del movimiento


estudiantil japonés habían descubierto igualmente, en especial a
partir de 1960, que el concepto de alienación daba coherencia a
su protesta. Satoshi Kitakoji, presidente de la Zengakuren en
1960-1961, y su íntimo amigo Toru Korokawa, me repetían:
“¿Cómo superar la alienación? Ese era nuestro problema. No la
permitiremos. Los hombres están hoy alienados de su trabajo.
Debemos analizar el problema y darle una solución.” 7 Ninguno
de los dos provenía de familia obrera. Kitakoji era hijo de un
maestro de escuela comunista; Kurokawa era hijo de un médico.
El primero estudiaba economía política en la Universidad Kyoto;
el segundo, literatura en la de Tokio. Ambos eran admiradores
de los escritos de un joven filósofo marxista, Kanichi Kuroda,
para quien el concepto de alienación proporcionaba la base para
criticar todo tipo de burocracia, fuera esta japonesa o soviética.
Para los jóvenes activistas, la degradación del stalinismo
comenzó al suprimirse esa idea esencial de Marx. Shigeo Shima,
secretario general de la Liga Comunista (también llamada Bund)
6
Savio, Mario: “The Future of the Student Movement”, discurso
pronunciado en el Symposium of Young Socialist Alliance. Westminster
Hall, Berkeley, 20 de noviembre de 1964, pág. 9.
7
Entrevista con Satoshi Kitakoji y Toru Kurokawa, Tokio, 3 de agosto
de 1962.
7

entre 1958 y 1961, miembro asimismo del Comité Ejecutivo


Central de la Zengakuren entre 1956 y 1958, se refirió en 1960 a
la fuerza impulsora que representaba la alienación para el
movimiento estudiantil. Incluso las organizaciones marxistas,
afirmó, producían al declinar y convertirse en algo mecánico y
estereotipado, sus propias suertes de alienación:

En la época de Ampo (la lucha contra el Tratado de Defensa con los


Estados Unidos), en 1960, el mundo resplandecía, pero nosotros nos
sentíamos alienados. Ese sentimiento de alienación nos impulsaba a
hacer cualquier cosa. que fascinaba el espíritu de los estudiantes
reflexivos. El concepto de alienación estaba vinculado a la abolición del
capitalismo… El espíritu que reinaba originariamente en el Bund era de
protesta contra la clase de marxismo de la que ésta ausente el hombre,
y contra el capitalismo que causa su enajenación. Pero cuando ese
espíritu se tradujo en frases estereotipadas como “formar el partido de
vanguardia”, “la revolución no puede ser realizada por los estudiantes
solamente”, etcétera, perdió su inspiración original, y ese fue el
principal motivo de la decadencia del Bund. Hay un paralelismo entre el
Bund y los movimientos revolucionarios que tienen su punto de partida
en el sentimiento de alienación de los hombres.8

Para Shigeo Shima el predominio del concepto de


alienación en el movimiento estudiantil era comparativamente
reciente. Su surgimiento correspondería en realidad a la fase del
movimiento que comenzó en 1956, cuando el Japón parecía
recuperarse de la crisis de la postguerra e ingresar en la era
(según palabras de Shima) de la “sociedad de masas”. Antes de
1956, puntualizó, “la vida era muy dura. Era difícil para los
estudiantes conseguir alimentos”.9 Las protestas estudiantiles
contra la llamada “purga roja”, los aumentos en los aranceles de
enseñanza, las visitas de conferenciantes norteamericanos y la

8
Entrevista con Shigeo Shima, Tokio. 29 de julio de 1962
9
Entrevista con Shigeo Shima, Hikoro Shima y mitsuo Nakamura.
Tokio, 17 de aogsto de 1962. Véase Feuer, Lewis S.: “Currents in
Japanese Socialist thought”, en New Politics, t. I, n° 2, 1962, pág. 119;
“A Talk whith the Zengokuren”, en New Leader, t. XLIV, n° 18, 1° de
mayo de 1961, pág. 20.
8

intervención de la guerra de Corea eran inspiradas, si bien de


modo indirecto, por las difíciles condiciones de vida. “pero
después de 1956 alimentarse ni era un problema principal”. Los
estudiantes comenzaron a beneficiarse, como parte integrantes
de la “sociedad de masas” japonesa, de una prosperidad
material sin precedentes. La “burocracia” pasó a ser el enemigo
principal del movimiento estudiantil, y la superación de la
alienación su objetivo más importante.
Hacia la misma época los estudiantes soviéticos
descubrieron el concepto de alienación. Según el padre Joseph
M. Bochenski, apareció en la literatura filosófica de ese país en
1958, en una reseña de un libro de Jean Calvez sobre Marx;
pero su mención en la literatura oficial era “aún insuficiente” 10. En
la primavera de 1963, sin embargo, pude comprobar que era el
concepto más estimulante y esclarecedor para los jóvenes
estudiantes y filósofos. Un profesor de filosofía de la Universidad
Estatal de Moscú me expreso: “Les interesa el Marx de la época
en que no era aún marista”. censuraban la filosofía y la sociedad
burguesa más en función de su alienación del espíritu humano
que de las contradicciones económicas del capitalismo.
Asignaban a sus preceptores la tares sobrentendida de
demostrar el triunfo de la sociedad soviética a la luz de ese
concepto universal, cuya fuerza deriva precisamente de su
vaguedad.
Tal es el punto básico de la crítica que hace el marxismo de la sociedad
capitalista. Marx se rebelo contra el capitalismo porque éste aplasta la
personalidad y la convierte en una cosa… A diferencia de Marx, los
existencialistas opinan que la manera de ser alienada tiene sus raíces
en la naturaleza humana… En el mundo de lugares comunes el
individuo vive adaptado; la responsabilidad de sus actos no le
corresponde a él, sino a “uno” (es decir, a ellos), puesto que al vivir en
tal ambiente humano el individuo no es libre de sus acciones, sino que

10
Véase Drachkovitch, Milorad M. (comp.): Marxist Ideology in the
Contemporany World-Its Appleals and Paradoxes. Stanford, Calif.,
1966, pág 71; también la versión mimeografiada originalmente del
ensayo de padre Bochenski. Stanford octubre de 1964.
9

obedece a ciertas leyes, preceptos, dictados de la opinión pública,


etcétera… Por ser libre, ser una persona, es mucho más difícil que
retirarse a un mundo monótono en que el individuo no necesita tomar
decisiones, ser responsable de si mismo.11
El existencialismo, afirma el escritor, se desarrolló cuando
en el mundo capitalista el individuo adquirió “conciencia de sí
mismo como algo ajeno e incluso hostil a esa totalidad”.
Los estudiantes soviéticos siguen sin duda criticando a los
pensadores existencialistas por su incapacidad para percibir las
fuentes sociales de la alienación en la sociedad burguesa. Pero
el ámbito de aplicación de los conceptos no puede ser
restringido. Lo cierto es que valoran esos escritos, no por la
refutación rutinaria del existencialismo burgués que contienen,
sino por su descripción de la experiencia de la alienación misma.
Se les a proporcionado una palabra que expresa su propio
descontento frente a la sociedad burocrática. Afortunadamente la
palabra fue empleada por el mismo Marx, un Marx juvenil que no
era publicado ni leído en la era stalinista, pero que ha sido
exhumado por una nueva generación de jóvenes que describen
indirectamente su propia alienación respecto de la burocrática
generación anterior.12

11
Gaidenko, Pyata P.: “Existentialism and the Individual”, en Soviet
Review, t. III, 1962, pág. 18. Traducido de Vestnik Istorii Mirovoi
Kultury, n° 5, 1961.
12
Davydov, Yuri: Trud y Svoboda. Moscú, 1962, págs., 55 y 58.
10

EL ATRACTIVO EMOCIONAL DE LA “ALIENACIÓN”

Los movimientos estudiantiles de los países adelantados


se enfrentan hoy a un mundo que es a la vez burocrático y
estable. Lo mismo en los Estado Unidos que en el Japón o en la
Unión Soviética, perciben una sociedad dominada por grandes
instituciones impersonales que imponen las normas de los
adultos. La jerarquía y la impersonalidad surgen como fuerzas
extrañas y hostiles a los estudiantes, en cuya manera de vivir
tienen aún cabida la camaradería y el personalismo. El más
conocido de los panfletos estudiantiles de la Universiada de
California refleja en su título la protesta contra las instituciones
impersonales y mecanizadas: “¿Es usted estudiante o una
tarjeta IBM?”13. Se refería a la despersonalización de los
estudiantes causada por las instituciones que resolvían sobre su
alojamiento, sus estudios, su vida, y los reducían a la
impotencia. Pero el “sistema”, aunque odioso, es estable. Marx
ataco la sociedad burguesa por lo “anárquico” de su producción.
El “sistema” no tiene nada de anárquico. Sus mecanismos de
equilibro por lo regular funcionan bien; hay ineficiencias, pero no
“contradicciones”. El “sistema” consigue mantenerse en
equilibrio, aun cuando no sea a nivel máximo. El fundamento
económico de la sociedad parece relativamente invulnerable a la
crítica; hasta ahora los estudiantes no tienen cambios
fundamentales que proponer en la subestructura económica. Su
política tiende a ser una “política de la superestructura”, de los
derechos civiles, la paz y el humanismo.14 El concepto de
alineación es la clave de la crítica de la superestructura, así el de
explotación lo fue al de la base. Pero los activistas anhelaban
convertir su crítica de la superestructura en crítica de las bases.

La ambigüedad del concepto de alienación comunica esa


misma al marxismo de los movimientos estudiantiles. En la
13
Volante de la Independet Student Association, 1° de diciembre de
1964.
14
Véase Feuer, Lewis S.; “Youth in the ‘60’s”, en New Leader, t. XLIV,
n° 10, 6 de marzo de 1961, pág. 18.
11

década de 1930, cuando la depresión alcanzaba su culminante,


los estudiantes se identifican con la protesta de los obreros
contra la explotación. Ésta era un proceso económico definido, y
se propusieron medidas para eliminarla. Los explotadores y los
mecanismos de la explotación podían ser señalados. La
sociedad burguesa parecía visiblemente fundad sobre la
explotación de las clases bajas. Se imaginaba una sociedad
alternativa en la que no existirían clases, en la que ningún
hombre podría explotar a otro. La plusvalía dejaría de ser una
categoría económica en una sociedad socialista.

Los movimientos estudiantiles más recientes, en cambio,


son extremadamente vagos en lo que respecta a la sociedad que
proponen. Están en contra de los burócratas, pero apenas saben
que contestar cuando se les pregunta cuáles serán los
lineamientos de la sociedad no burocrática. Encuentran más
adecuado concentrarse en problemas concretos, como los
derechos civiles, la paz y el desarme o la instrucción militar
obligatoria. En realidad, al resurgir en Norteamérica, el
movimiento estudiantil se proclamó “orientado hacia los
problemas y carente de ideología”. 15 Sin embargo, bien pronto
los estudiantes llegaron a la conclusión de que el “fin de la
ideología” era precisamente la ideología del “sistema”, de la
“burocracia”, del “consenso”, en la que todos los problemas
básicos de la filosofía política estaban zanjados. Para ellos
izquierda y derecha habían convergido hacia un centro
omnicomprensivo; las diferencias subsistentes entre ambas se
referían a los medios, no a los fines. Compartían una visión
común o una común carencia de visión. El “sistema burocrático”
era científico y elitista; a los que alcanzaban los sitiales del poder
se les exigía ser competentes para administrar una sociedad
tecnológica adelantada. Difícilmente podía esperarse que el
15
Una publicación estudiantil expresaba en 1961: “A la base de nuestra
acción conjunta la llamamos el ‘mínimo común denominador
significativo’, y vinculamos ese concepto con la idea de ‘orientación
hacia los problemas’. No nos proponemos desarrollar una ideología”.
About Slate, panfleto. Berkeley, 1961-1962, pág. 7.
12

“sistema” mostrara respeto por el pueblo, el proletariado o el


campesinado. En su condición de élite científica, está
convencido de que las técnicas de la sociología aplicada
bastarían para resolver los conflictos. La ciencia sociológica, no
la de la ideología, concitada la adhesión intelectual del “sistema
académico”.

La noción de “alienación” es ante todo adecuada para


expresar las diversas modalidades del resentimiento juvenil.
Dicho resentimiento no está basado en la posición que ocupan
los estudiantes en el proceso de producción.

Los estudiantes de hoy son los más prósperos de la


historia; tienen a su alcance una variedad de becas, subsidios y
ayudantías, desconocidos para las generaciones anteriores. A
menudo conservan muchos años el status de estudiantes
graduados a causa de las muchas ventajas que él mismo ofrece.
Se casan y se vuelven a asar u forman familias con sus
estipendios y subvenciones. Los estudiantes no graduados con
frecuencia conducen sus propios autos y no tienen
preocupaciones económicas. Su relación, por consiguiente no
tiene vinculación con objetivos económicos. Los estudiantes que
experimentaban resentimiento generacional en la década de
1930, lo sublimaban y lo convertían en preocupación por los
problemas de subsistencia que debían afrontar ellos y sus
padres. El hecho de que tuvieran que preocuparse por sus
problemas económicos y los de su sociedad cumplía una función
terapéutica. Pero en la actualidad el resentimiento estudiantil no
puede anclar en ningún problema de explotación en una
sociedad próspera y bien ordenada. Cuando el descontento se
cierne a la ventura, incapaz de encontrar un objetivo adecuado,
sólo puede ser descrito por una sola palabra, igualmente
ambigua, igualmente desprovista de toda definición direccional;
esa palabra es “alienación”. Los escritos juveniles de Marx
proporcionan así su símbolo emocional a los estudiantes
idealistas trabados en la lucha generacional contra el “sistema”.
13

En realidad el nuevo movimiento estudiantil coloca al marxismo


con la cabeza para abajo; la alternacia de generaciones
ideológicas persiste, y cada una de ellas procura poner patas
arriba al “padre ideológico”. La misma ambigüedad del concepto
de alienación hace de él el vehículo verbal más adecuado del
inconsciente generacional juvenil. Como la fuente inconsciente
del descontento es por lo general reprimida, los jóvenes
estudiantes activistas sienten una especia de malestar
inexplicable. Son incapaces de localizarlo o definirlo claramente.
El sentimiento de alienación parece difundirse en todo lo que
hacen; es como un éter universal en el que tiene lugar todos los
actos de su existencia social. Y la palabra “alienación” es
infinitamente multipotencial, con significados que corresponden
prácticamente a todas las situaciones y relaciones que pueden
afectarlos16. Sin embargo, la fuerza que los impulsa en todas sus
idas y venidas es el subterráneo y no analizado sentimiento de
frustradora rebeldía generacional. El hijo es incapaz de describir
el mundo en el que seria libre del sentimiento de alienación, pero
sabe que se siente alienado del mundo de su padre.

El empleo del concepto de alienación responde además al


elitismo intelectual presente en los movimientos estudiantiles. En
tal sentido implica, por consiguiente, una regresión en la historia
del marxismo, un retroceso a la etapa del “socialismo filosófico”,
en el cual Marx consideraba a los intelectuales – no a los
obreros – como agentes de la gran renovación socialista.
Cuando Marx y Engels comenzaron a ver en los obreros a la
clase histórica, abandonaron el concepto de “alienación” por el
de “explotación”. Pero los movimientos estudiantiles recientes,
como ya mencionáramos, surgieron en una época en la que la
sociedad goza de relativa prosperidad y pleno empleo. El
movimiento de la clase trabajadora no es ya un movimiento sino
un grupo de intereses que acepta el “sistema”; los lideres
gremiales son parte del orden establecido. El concepto de
16
Feuer, Lewis S.: “What is Alienation? The Career of a concept”, en
New Politics, t. I. 1962, págs. 116-134.
14

alienación expresa también el sentimiento de segregación que


los estudiantes, en su calidad de intelectuales, experimentan con
respecto a la sociedad que los rodea. No solo son rechazados
por el peldaño más alto de la burocracia y de la clase media,
sino también por los trabajadores. De allí surge un nuevo
vocabulario para designar las líneas divisorias que existen en la
sociedad; a los burócratas se oponen los bearniks; el enemigo
no es el que forma parte de una clase determinada, es el
“convencional”17. La batalla no se libra contra la “clase
gobernante”, sino contra el “sistema”, que incluye a los
burócratas de todas las clases y estratos, desde los financistas
hasta los dirigentes gremiales. Un historiador de los beatniks se
expresa en el mismo lenguaje que usaba Marx en su juventud:
“No es ésta la alienación orientada hacia lo político de la década
de 1930. La generación actual ha… ido más allá, ha llegado al
rechazo de la sociedad en general, que en la Norteamérica de
hoy implica una civilización mercantil. La alienación de los
beatniks con respecto a los convencionales es ahora completa…
No es una alienación más. Es un cambio en profundidad, una
revolución interior.”18

Una rebelión contra los burócratas de todas las clases,


incluida la de los trabajadores, implica que las consignas
tradicionales del marxismo clásico y las del leninista ya no se
mantienen. Porque Lenin era por sobre todo administrados de la
burocracia, la organización, el sistema. El nuevo movimiento
estudiantil entra en conflicto consigo mismo cuando intenta
organizarse. Se ve arrastrado a las acciones de guerrilla
espontaneas e improvisadas contra el “sistema” y admira las
tácticas de ese tipo, sean de Fidel Castro o del Vietcong.
Necesita, sin embargo, darse algún tipo de organización
17
“Conformista, Hombre-Organización, ciudadano sólido, todo aquel
que no tiene vibración y no esta en favor de ella. También llamada
pelma y cursi. Hombre, si usted todavía no me entiende, nunca será
otra cosa que un…” Véase Lipton, Lawrense: The Holy Barbarians.
Neva York, 1962 pág. 318.
18
Lipton: op. Cit., prefacio.
15

permanente, y entonces la diabólica burocracia hace su


aparición. Tanto el movimiento estudiantil de Tokio como el de
Berkeley han sido calificados de blanquistas por su espíritu y su
táctica.19 La era del “sistema social automatizado” es
curiosamente vulnerable al ataque humano en sus eslabones
más débiles de control deshumanizado. La alienación de las
generaciones, causa principal de los movimientos estudiantiles,
implica una inmensa tragedia social. Hace entrar en acción
impulsos hasta entonces inconscientes de destrucción, dirigidos
contra el mismo sujeto que los padece y contra los demás. Los
movimientos estudiantiles, como ya hicimos notar, muestran
propensión de pasar del terrorismo a la auto destrucción. Surgen
en países en la que la porporción de suicidios entre los jóvenes
es elevada. El Japón, escenario reciente de una gran agitación
estudiantil, al igual que la Rusia de los zares, presentaba esa
característica, mientras que en los países “normales” como
Suiza, la proporción de suicidios es mayor entre las personas de
edad avanzada.20 En el Japón la tasa de suicidio entre las
personas de 20 a 24 años en el periodo de 1952-1954 fue de 60
´por 100 000, mientras que solo alcanzo a 27,4 en Australia y a
35,4 en Dinamarca. “El suicidio se había convertido en el Japón
en la principal causa de mortalidad de las personas menores de
30 años”. Ello ocurrió en pleno florecimiento del movimiento
estudiantil, “siendo el periodo comprendido entre 1955-1960
cuando se registraron las tasas de suicidio entre los jóvenes,
más elevadas de toda la historia del Japón”.21 La esposa de
Lenin, Krupskaya, en su artículo sobre el suicidio entre los

19
International Correspondence of RMF-JRCL (Revolutionary Marxist
Faction on Japan Revolutionary Communist League). Tokio, n° 1, 1° de
diciembre de 1964, pág. 5.
20
Dublin, Louis I. y Buzel, Bessie: To Be or Not to Be: A study of
suicide. Nueva York, 1933, págs.. 409-410.
21
DeVos, George: Role Narcissism and the Etiology of Japanese
Suicide. Tranajo mimeografico. Berkeley, Calif., 1964, págs.. 6-7. La
tendencia al suicidio se dejo sentir también en le movimiento estudiantil
Birmano. Véase U Ba U: My Burma: The Autobiography of a President.
Nueva York, 1959, pág. 42.
16

estudiantes rusos, se refirió a la alienación de las generaciones y


al estado de terrible soledad psicológica que afligía a aquellos.22

Estos fenómenos propios de la alienación de las generaciones


no encuadran en el materialismo histórico. El énfasis puesto en
la “alienación” en lugar de la “explotación” implica en realidad, en
quienes emplean el primer concepto, un vago sentimiento de que
una nueva concepción de la historia debe reemplazar a la
materialista. La preponderancia de los procesos de producción y
de los factores económicos es negada; el materialismo histórico
es dejado de lado, lo mismo que la idea de que los trabajadores
constituyen la clase progresista y protagonista de la historia.
Marx escribió en su madurez: “No es la conciencia de los
hombres lo que determina su existencia, sino, por el contrario, su
existencia social lo que determina su conciencia.” En su
juventud, sin embargo, afirmó, parafraseando a Hegel, que la
historia resulta de la conciencia del hombre trascendiendo su
existencia: “como acto de llegar a ser, es un acto consciente
autotracendente de llegar a ser. La historia es la verdadera
Historia Natural del hombre.”23 El hecho de dar relieve a la
alienación, al intento del hombre por recordar su esencia, implica
la noción de que la conciencia del hombre determina su
existencia. Puesto que, si la concepción materialista de la
historia fuera valida, si la psicología del hombre estuviese
moldeada como elemento de superestructura adaptado a las
necesidades de las bases económicas, no se producirán jamás
movimientos sociales revolucionarios. Lógicamente, el simple
hecho de que una clase se vuelva revolucionaria, rechaza los
presupuestos del sistema social, constituye la prueba de que las
bases materiales no determinan la conciencia, de que las ideas
predominantes de la época no son necesariamente las de su
clase dirigente. El hombre, al esforzarse por realizar su esencia
22
Krupskaya, N. K.: Pedagogicheskie Sochineniya. Moscú, 1957. t. I.
pág. 139.
23
Marx, Karl: Economic and Philosophic Manuscripts of 1844. Trad. De
Martin Milligan. Moscú, 1961, pág 158. [hay versión castellana:
Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. México, Grijalbo. 1968.]
17

descubre que el modo de producción es un instrumento de


alienación en la medida en que frustra sus objetivos íntimos; de
ahí que, en los momentos críticos trasciende la compulsión de
los procesos de producción.

Los esfuerzos de la lucha generacional de la juventud son el


principal ejemplo de la conciencia que intenta superar las
compulsiones del sistema social la conciencia de la “alienación”
generacional procura así determinar su existencia. La
concepción materialista de la historia, en suma, es aplicable a
aquellos periodos en que el hombre se resigna a sus
alienaciones; pero falla precisamente en las épocas
revolucionarias, en que su conciencia trasciende su existencia
material y revive así la gesta de Prometeo. El punto de partida
de la alienación lleva a una concepción de la historia que, si no
idealista, implica al menos la primacía del impulso emocional; en
su calidad de fuerza conductora de los procesos sociales, el
inconsciente reprimido, al buscar un rol a nivel consciente, surge
como el activador primordial del cambio histórico. Los modos de
la emoción, no los de la producción, son la sustancia de la
historia.

LOS MARXISTAS CLÁSICOS Y LOS ESTUDIANTES


ROMÁNTICOS

Es pues fácil de comprender la desconfianza que lo


movimientos estudiantiles inpiraron siempre a los marxistas
maduros. Hemos visto ya que Marx y Engels los miraban con
recelo y disgusto. Lenin, después de un breve periodo en que
deposito su esperanza en los estudiantes, decidió que no
ofrecían esperanzas revolucionarias. Los tres parecen haber que
los alzamientos de jóvenes idealistas daban un mentís a la
concepción materialista de la historia. A diferencia de la
solidaridad de clase, la solidaridad generacional es un fenómeno
18

que requiere obviamente categorías psicológicas. Los objetivos


filosófico-idealistas que despiertan el entusiasmo abnegado de
los estudiantes están muy alejados de los móviles económicos
que intervienen en la lucha de clases. Para Marx y Engels, Los
movimientos estudiantiles constituían una intromisión irracional
en el movimiento histórico hacia una sociedad sin clases. Por
una parte, los estudiantes parecían alentar la ambición de
desempeñar el papel de elite en la sociedad socialista, de
gobernar al proletariado del que se consideraban
emancipadores; por la otra, eran propensos a la autodestrucción
y al terrorismo, a la política del absurdo. Ninguna de esas
alternativas conciliaba con la concepción materialista de la
historia.

El movimiento estudiantil alemán de 1890 despertó muy


poco entusiasmo en Engels. Los estudiantes, según el, eran
jóvenes burgueses arrogantes “que llegaban justo a tiempo para
ocupar los puestos directivos en los nuevos periódicos que
pululaban y que, como de costumbre, consideraban a las
universidades burguesas como establecimientos formativos de
jerarcas socialistas, que les conferían el derecho de ingresar en
las filas del partido con el agregado de oficial, cuando no de
general.” Engels ridiculizaba de “eruditos y a la revuelta
estudiantil” y a la “distorsión convulsiva de su ’marxismo’”. Tenía
pobre opinión de ellos como de los estudiantes de 1848,
“representantes del intelecto” que “eran los primeros en
abandonar sus banderas a menos que se los retuviera
concediéndoles grado de oficial”.24 Muchos de los estudiantes
que se proclamaban socialistas revolucionarios eran para Marx y
Engels ambiciosos o corrompidos. En lo que respecta a Lenin, al
comienzo confiaba, como ya vimos, en los estudiantes, pero con
24
Engels, Frederick: Germany: Revolution and the Counter-Revolution.
Nueva York, 1933. Pág. 103. Engels, Frederick y Lafarge, Paul y Laura:
Correspondence. Moscú, 1960, t. II. Pág. 386. Fereur, Lewis S.: “Marx
and the Intellectuals”, en Survey, n° 49, 1963, pág 103. Lindtke, Vernon
L.: The Outlawed Party: cracy in Germnay, 1978-1890. Princeton, 1966,
pág. 311.
19

el transcurso del tiempo perdió su fe e interés en el movimiento


estudiantil como vehículo del cambio social, ocupándose
exclusivamente de los obreros.25

No sólo resultó imposible someter al movimiento estudiantil


a las directivas del partido bolchevique, sino que su sola
existencia contradecía al materialismo histórico. Incluso cuando
mayor era su entusiasmo por dicho movimiento, Lenin se oponía
a todo análisis que destacara el “altruismo y la pureza de
objetivos” de los estudiantes; ello hubiera significado una
errónea interpretación idealista de la historia, ya que “los
estudiantes no pueden ser una excepción en la sociedad, por
altruistas, puros, idealistas, etcétera, que sean”.26 Lenin, que
había hecho su opción definitiva cuando su círculo juvenil se
unió al Partido socialdemócrata, estaba cansado de asistir al
drama perpetuo de la toma de conciencia de la alienación por las
sucesivas generaciones, y no tenía intención de permitir que el
conflicto generacional fuera importado a la facción bolchevique.
Podía recordar que cuando tenía veinticinco años, era ya
considerado por un círculo rival de estudiantes socialdemócratas
de San Petersburgo como uno de los stariki (mayores); los de la
facción adversaria se llamaban a sí mismos molodye (Jóvenes).
¡Un viejo a los veinticinco años! La lucha generacional no podía
ser tolerada en un partido Bolchevique. Por ello Lenin perdió el
interés en el “espíritu de círculo” del movimiento estudiantil.
Hacia 1908 ya no veía en el movimiento estudiantil una réplica
de la lucha de clases del mundo no estudiantil.27

25
Lenin, Vladimir I.: “The Task of the Revolutionary Youth”, panfleto
mimeofragico fechado en 1903, en Lenin: Collected Works. Moscú,
1961, t. VII. Pág. 44; véase también Lenin: “The Sings of Bankruptcy”, t.
VI, pág 81.
26
Lenin “The Task of the Revolutionary Youth”, en Collected Works, t.
VII, pág. 53.
27
Lenin: “The Student Movement and the Present Political Situation”,
octubre de 1908, reproducido en The Young Generation. Nueva York,
1940, pág. 14, 19 y 20.
20

EL NIHILISMO COMO ALIENACIÓN TOTAL

Cuando la alienación es total, asume la forma de nihilismo;


por eso la ideología de los movimientos estudiantiles tienede a
veces a confundirse con él. Es sobre todo en las etapas
preparatorias del movimiento, antes de la aparición de las pautas
organizativas y las consignas, cuando la motivación “nihilista”
puede hallarse presente en muchos activistas. ¿Qué es el
nihilismo? Lo podemos definir muy sencillamente en términos
generacionales: es la convicción de que todo lo que nos
enseñaron nuestros padres es falso. Es entonces el componente
agresivo en estado puro de la ideología revolucionaria de la
generación joven; postula que los valores, las filosofías, las
actitudes que nos han sido trasmitidas, fundamento de nuestra
herencia cultural, es anticultural, ya que si la cultura es, como la
definió Edward B. Taylor, una “compleja totalidad que incluye
conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre, y toda otra
actitud adquirida por el hombre como miembro de la sociedad”,
aquél niega esa herencia en aspectos fundamentales. 28 El
nihilismo no tiene nada en común con la duda científica, puesto
que su objetivo no es cuestionar elementos concretos de la
herencia cultural sobre la base de nuevos conocimientos. Se
caracteriza, en cambio, por una psicología de negación
compulsiva; es un “no” generacional, equivalente cultural del
parricidio primigenio.

La función de nihilismo e idealismo en los movimientos


estudiantiles es sólo aparente, ya que derivan de emociones
contradictorias, como lo son el odio y el amor. “Cuidado con los
nihilistas”, se titulaba un articulo estudiantil aparecido en
Berkeley en noviembre en 1965. Informaba sobre el
recrudecimiento del nihilismo bajo la engañosa apariencia de un
elevado idealismo moral:

28
21

Esta generación de estudiantes es saludable en muchos sentidos y se


ha liberado de muchas de las camisas de fuerza raciales, sexuales,
clasistas y culturales de la clase media norteamericana…
Sin embargo, entremezclada con esas tendencias saludables
existe una fuerte corriente de nihilismo. En la izquierda universitaria
pululan los nihilistas, que dan rienda suelta a sus frustraciones y
antagonismo utilizando como pretexto la política radical. ¿No han
observado que algunas personas hablan de “paz” y “no violencia” con
los ojos brillantes de odio? ¿No han notado que muchos de los que
claman por la “hermandad entre los hombres” se muestran fríos y
calculadores en el trato?
¿No han visto a personas que llevan insignias con la leyenda
“Libertad de palabra”, interrumpir, ¿abuchear y burlarse de los oradores
con los que no están de acuerdo?
¿No han observado a los que hablan de “derechos civiles” pero
acusan de “servilismo” a todo negro que no apoye su política
“militante”?
¿No han visto gente que insulta a gritos a la policía, acusándola
de “brutalidad”, al mismo tiempo que trata deliberadamente de
provocarla para que actúe de esa forma? ¿No la han visto? ¿Dónde
han estado en los últimos años?
Esos nihilistas pervierten el radicalismo. Los verdaderos
radicales tienen aspiraciones, esperanzas y sueños.
Los nihilistas, en cambio, quieren la destrucción por la
destrucción misma… están contra Norteamérica, contra el gobierno,
contra los liberales, contra los moderados contra el Cuerpo de Paz,
contra la Universidad.
Atacan al “sistema”, ya se trate de L: B. J. o de la universidad,
simplemente porque es un sistema, porque es la autoridad. Las
instituciones norteamericanas son tildadas de tiránicas, y de
“atrocidades” las normas de la universidad sobre la libertad de palabra;
pero los nihilistas nunca mencionan la matanza de húngaros,
perpetrada por la Unión Soviética ni el “control de pensamiento” que se
ejerce en la China Comunista.29

Lo que está patente en las actitudes nihilistas y les da una


continuidad de que de otro modo carecerían, es precisamente el

29
The Eyrie: “Beware the Nihilists!”, en Daily Californian, 5 de
noviembre de 1965, pág. 12.
22

hecho de que expresan una rebelión generacional total. Los


padres apoyan una política de guerra en Vietnam; como
consecuencia, los hijos rebeldes están a favor de la paz. Los
padres critican a los comunistas; como consecuencia, los hijos
se niegan a hablar mal del comunismo. La “hermandad” que
persiguen los nihilistas está dirigida contra los padres, y “odio”
que brilla en sus ojos era originariamente odio contra los padres.
El lenguaje ideológico es el de idealismo y el amor; la realidad
inconsciente que los empuja es el deseo de destruir a los padres
y a todo lo que se relacione con ellos.

¿Qué conclusión cabe extraer de nuestro estudio? El


conflicto entre las generaciones es un fenómeno universal y
constante; se basa en aspectos primordiales de la naturaleza
humana y es una fuerza impulsora de la historia, quizá más
importante aun que la lucha de clases. Su intensidad, sin
embargo, es variable. En circunstancias propicias, puede
resolverse en un equilibrio generacional. Cuando las
circunstancias no son tan favorables, así ocurre cuando la vieja
generación, a causa de algún supuesto fracaso histórico, queda
desautorizada en la opinión de los jóvenes.

Todo movimiento estudiantil es resultado de la


desautorización de la vieja generación. Este proceso puede
tener lugar en pequeños establecimientos lo mismo que en
universidades impersonales, en los países industrializados tanto
como en los subdesarrollados, en los socialistas tanto como en
los capitalistas.

Movimientos estudiantiles se han producido así en


pequeñas universidades provinciales de Alemania, e
instituciones urbanas de Rusia y en escuelas chinas de diversas
clases. Han participado en ellas hijos de aristócratas y
burgueses, raramente de trabajadores. Los activistas
estudiantiles provinieron, en distintas circunstancias históricas,
23

de diferentes campos del saber: eran estudiantes de teología en


la Alemania de 1817, de ciencias naturales en la Rusia de 1874,
y de ciencias sociales en países asiáticos y africanos de nuestra
época. Ciertos temas se mostraron mas aptos que otros, en
distintas circunstancias históricas, para corporizar el conflicto
generacional. A mediados del siglo XVII Thomas Hobbes creía
que el estudio de los clásicos en las universidades estaba
socavando el orden político porque “las obras de Aristóteles,
Platón, Cicerón y Séneca y la historia de Roma y de Grecia
proveían a los estudiantes de argumentos a favor de la libertad,
utilizables para discutir los poderes necesarios a sus soberanos”.
Por ello desesperaba que hubiera una “paz perdurable entre
nosotros” Mientras las universidad no desistieran de enseñar
materia e ideas subversivas, dedicándose en cambio –
presumimos que tal era su sentir- a las ciencia naturales y a la
filosofía materialista a estilo de la suya.

Los movimientos estudiantiles han sido la principal


expresión del conflicto generacional en la historia moderna.
Élites intelectuales de la generación joven han acuñado su
propia ética de redención, autosacrificio e identificación.
Alcanzaron las mayores alturas de la emoción idealista, así
como fueron dominadas por la compulsión de destruir.

Tales movimientos son algo más que un episodio propio de


la “modernización” de las naciones en desarrollo, ya que pueden
afectar a las sociedades industriales adelantadas tanto como a
las tradicionales o las que atraviesan una etapa de transición.
Surgen siempre que las circunstancias sociales e históricas se
combinan para provocar una crisis de pérdida de confianza
generacional, que impulsa a los jóvenes a la rebelión. Se han
producido recientemente en “países subdesarrollados” porque el
desequilibrio generacional es frecuente en las sociedades
tradicionales que sufren el impacto de ideas progresistas. Al
mismo tiempo, ocurren en países industriales y prósperos, por
que en ellos no cuentan los jóvenes con tareas reales y objetivas
24

en que emplear su energía agresiva. En el siglo XIX,


Norteamérica cambiaba con rapidez; no existía en ella equilibrio
económico ni de clases; había, sin embargo, equilibrio
generacional. Una rápida trasformación social no implica por sí
misma agitación estudiantil.

Hemos intentado desentrañar la naturaleza del idealismo


político, el complejo de emociones de amor, destrucción,
autosacrificio y nihilismo en que está basado. El ingrediente
inconsciente de la rebelión generacional del idealismo estudiantil
ha modelado decisivamente la expresión política de éste. Hemos
tratado de hacer conscientes los que de otro modo serían
procesos inconscientes de la historia. Recurrimos al método
psicohistórico con esa finalidad: contribuir a derrotar los artificios
de la historia, que con tanta frecuencia han desvirtuado las
emociones idealistas. Los movimientos estudiantiles más
idealistas se han convertido una y otra vez con melancólica
uniformidad, en fuerzas ciegas, irracionales, hostiles a los
valores de la democracia liberal. Sin embargo, nos negamos a
aceptar un determinismo sociológico que vería en esa pauta el
destino irredimible de todo idealismo estudiantil. Nuestra
hipótesis de trabajo es que el conocimiento puede contribuir a la
sabiduría. Cuando los estudiantes perciban la derrota histórica
que ha resultado de su orgullo juvenil, quizás estén más
capacitados para contener con el irracionalismo; podrán
entonces convertir su idealismo en una fuerza histórica más
noble.

Los movimientos estudiantiles han sido, hasta ahora, en su


mayoría un ejemplo de lo que podríamos llamar política
proyectiva, en el sentido de que se han hallado bajo el dominio
de impulsos inconscientes; la voluntad de rebelarse contra el
padre desautorizado ha originado una variedad de pautas de
acción política. Esa hegemonía del inconsciente los ha
diferenciado de los movimientos, más conocidos, de clase o de
grupos de intereses. Estos últimos tienen por lo general
25

conciencia de sus fuentes psicológicas y de sus objetivos, ya se


trate de intereses económicos o de poder y prestigio. Los
movimientos estudiantiles en cambio oponen una firme
resistencia al análisis psicológico de sus causas emocionales;
quieren mantener inconscientes los orígenes de su rebelión
generacional. Una política del inconsciente implica peligros
incalculables para el futuro de la civilización. Hemos visto a los
estudiantes Karl Sand y Cavrilo Pincip interponer su
irracionalismo en el camino de la evolución pocifica de una
Europa liberal; hemos visto a los estudiantes rusos contribuir a
disipas las posibilidades de que se sancionara una constitución
en su país; hemos visto al movimiento estudiantil norteamericano
adherirse insensatamente al Juramento de Oxford y destruirse
más tarde a sí mismo al adoptar una actitud prosoviética. Esos
fueron los frutos de la política del inconsciente. Sólo insistiendo
en poner en evidencia esas causas inconscientes podemos
alentar esperanzas de llegar a ver una mayor sabiduría en los
asuntos humanos.

El sentimiento de culpa combinado con emociones


altruistas ha impulsado a los estudiantes a buscar una
identificación populista. En la novela de Joseph Conrad, el
atormentado Lord Jim sólo pudo sobreponerse a su sentimiento
de culpa consagrando románticamente su sentimiento de vida a
un pueblo extranjero, pobre y explotado. El maduro ex
revolucionario Stein comprendió que Jim sólo podía salvarse
sumergiéndose en el “elemento destructor”; de esa manera
mitigaría su sentimiento de culpa. Y dado que es la culpa lo que
altera el sentimiento de nuestra existencia por medio de los
reproches de nuestra conciencia, debemos superar esa culpa
por medio de un elevado sacrificio para restablecer el equilibrio.
En cierto sentido, todo estudiante que trata de unirse a los
campesinos, los proletarios, los negros, los pobres, los
extranjeros, tienen algo de la psicología de Lord Jim. Su culpa es
la de su rebelión generacional, la de su simbólico parricidio. Sólo
puede superarla demostrando que es altruista y conquistando el
26

consolador amor paternal de los oprimidos; éstos le


proporcionan el lugar en el universo que necesita. Disminuir ese
determinismo de la culpa inconsciente ha sido uno de los
propósitos de este libro. Porque sólo así podemos aislar y
contrarrestar el ingrediente de autodestrucción.

La sustancia de la historia es psicológica: es el modo en


que los seres humanos han sentido, pensado y actuado en
distintas circunstancias; el concepto de lucha generacional que
hemos utilizado es también psicológico. Hay quienes ven en
nuestro método psicohistórico riesgos de “reduccionismo”;
piensan que el hecho de que los movimientos estudiantiles sean
engendrados por el conflicto generacional no afecta la validez de
sus programas, fines y objetivos. ¿Qué importancia puede tener
la psicología de los movimientos estudiantiles, se preguntan,
mientras se consagran a luchar por la libertad, la defensa de los
obreros, los campesinos y las razas de color, por la reforma
universitaria y el fin de la alienación? Contestamos a esos
críticos que el origen psicológico de los movimientos
estudiantiles deja su huella, tanto en su elección de los medios
políticos como en sus fines básicos. Siempre que se puede
escoger entre varios caminos para lograr una finalidad
determinada, los movimientos estudiantiles tienden a preferir por
lo general el que implica mayor grado de violencia o humillación
para la vieja generación. El designio latente de revelarse contra
los mayores no sede nunca su lugar de predominio a los fines
reconocidos y notorios. El asesinato de un archiduque, por
ejemplo, puede justificarse apelando a los ideales nacionalistas,
a los que se atribuye un carácter sagrado que esta por encima
de todo tipo de consecuencias; en realidad, el idealismo
nacionalista se transforma demasiado fácilmente en una
seudofinalidad, una radicalización, una “causa” que proporciona
la oportunidad de dar rienda suelta, con aprobación de la
sociedad, a los propios deseos de asesinar a alguien que
simbolice la autoridad.
27

Al fin de nuestro análisis, sin embargo, lo que persiste es la


promesa y la esperanza de un idealismo más puro.

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