Está en la página 1de 14

Universidad Estatal a Distancia

Vicerrectoría Académica
Escuela de Ciencias Sociales y Humanidades
Carrera de Ciencias Criminológicas
Cátedra de Criminología

Asignatura: Prevención del delito


Código: 05367
Profesor: Mario Bonilla Morales

Estudiante: Manuel Barboza Vargas


305250382
Grupo: 1

II Cuatrimestre, 2023
Índice
Introducción...............................................................................................................3
Objetivos....................................................................................................................4
Objetivo general.....................................................................................................4
Objetivos específicos.............................................................................................4
Desarrollo...................................................................................................................5
Conclusiones...........................................................................................................11
Recomendaciones...................................................................................................11
Referencias..............................................................................................................12
Introducción
La política criminal se concibe como un tema central en el ámbito de la justicia y la
seguridad, cuyo objetivo principal se fundamenta en el abordaje y prevención de la
criminalidad. Una política criminal desarrollado diversos y múltiples conceptos, que
facilita la comprensión del enfoque que tiene la política, a partir de este es como
se enfrentan los desafíos relacionados con el delito. En el presente trabajo se
tocan seis de esos conceptos, identificados como la prevención general negativa,
la prevención general positiva, la prevención especial positiva, la prevención
proactiva, y los controles sociales formales e informales.
La prevención general negativa se refiere a la necesidad de ejercer una coacción
psicológica anticipada a la comisión del delito, mientras que la prevención general
positiva busca reafirmar y convencer a la sociedad de la validez de la norma a
través de la pena. Por otro lado, la prevención especial positiva se enfoca en la
disuasión del delincuente individual para evitar la comisión de futuros delitos. La
prevención proactiva implica la aplicación de estrategias y diseños
complementarios en una sinergia estado-sociedad, aplicaciones que son válidas
para prevenir y reprimir los problemas de la delincuencia. Además, el control
formal se basa en el ejercicio del poder coactivo del Estado a través del derecho,
mientras que el control informal se ejerce a través de normas, valores y
comportamientos establecidos por diversos agentes sociales no
institucionalizados, como la familia, la iglesia, la escuela y la comunidad.
En el contexto de la política criminal costarricense, es importante analizar cómo se
relacionan estos conceptos y cómo influyen en la implementación de políticas y
estrategias de prevención del delito. Además, es crucial considerar cómo se
abordan las causas sociales de la criminalidad y si se prioriza la resocialización del
delincuente o se enfoca en la justicia punitiva de aislamiento y de endurecimiento
de penas.
En este trabajo de investigación, se busca analizar y relacionar la política criminal
costarricense con los conceptos mencionados, con el fin de comprender su
impacto en la incidencia criminal y proponer recomendaciones acertadas para
reducir dicha incidencia. Mediante un enfoque analítico, se examinarán las
políticas y estrategias implementadas en Costa Rica, considerando tanto la
prevención general negativa como positiva, la prevención especial positiva, la
prevención proactiva, y los controles formales e informales. A partir de esta
investigación, se espera contribuir al debate y a la mejora de las políticas de
prevención del delito en el contexto costarricense.
Objetivos
Objetivo general.
1. Analizar la política criminal costarricense en relación con conceptos claves
que permitan comprender su implementación y efectividad en la prevención
del delito y el control social.
Objetivos específicos
1. Identificar la estrategia implementada por el sistema penal costarricense
para disuadir la comisión de delitos.
2. Interpretar cómo los controladores sociales formales e informales inciden en
la adquisición de ideales, creencias, costumbres y política criminal.
3. Valorar el nivel de relación de la prevencion proactiva entre la sociedad y el
Estado costarricense.
Desarrollo
1. Prevención general negativa / Política criminal costarricense
Es pertinente, en primera instancia, realizar un acercamiento al concepto de
prevención general negativa. Esta parte de la “necesidad de una coacción
psicológica que se anticipara a la comisión del delito” (Meini, 2013, p.151), sugiere
que deben modificarse las acciones punitivas posteriores a la comisión, por la
implementación de estrategias preventivas que identifiquen y aborden los factores
de riesgo. Dichas estrategias tienen la finalidad de disuadir el pensamiento
delictivo, mediante el adoctrinamiento de valores y ética, bajo esa educación o
intimidación nace la conciencia, el miedo a las consecuencias y la empatía hacia
las víctimas. Es decir; la persona suele relacionar los estímulos que recibe con la
valoración de los actos que realiza, “el premio es la consecuencia de las acciones
valoradas positivamente y el castigo lo es de las indeseadas” (Meini, 2013, p.151),
poseer estrategias de contingencia hace que se prevean las reincidencias, carecer
de estas significa que la persona seguramente haya conseguido el objetivo y
repetirá la comisión, pero si ese objetivo se ve obstaculizado o castigado, es
menos probable que repita.
El elemento central de la prevención general negativa es “la intimidación durante
la ejecución de la pena, por lo que resulta primordial la forma como se ejecuta”
(Meini, 2013, p. 151), hace referencia a que la imposición efectiva y adecuada del
castigo, disuade a otras personas de incidir delictivamente, entonces las penas
más duras o rigurosas, intimidará con mayor probabilidad a las personas.
Entonces, es acertado afirmar que “por más que se logre construir un discurso
resocializador, la pena es utilizada como una amenaza”, evidencia que no se
centra en la rehabilitación y la reintegración de los infractores, sino que utiliza la
pena como un mecanismo de control que se enfoca en disuadir a los potenciales
agresores.
Se puede decir que, para la prevención general negativa, la aplicación estricta de
la ley penal promueve seguridad y orden social, al establecer límites de
comportamiento, justamente aquí es donde se puede relacionar con la política
criminal costarricense. Araya y Bermúdez (2019) afirman que la política criminal
costarricense “ha abandono el ideal rehabilitador como objetivo de las
instituciones penales” (p. 52), a partir de ello se expresa y se da un claro
debilitamiento en la reintegración y mejora social de los infractores. Con ese
abandono surge el otro extremo, con la imposición de sanciones punitivas bajo el
desarrollo de políticas de mano dura que camina bajo un margen represivo que
valoriza la prisión, y con ello, la prevención general negativa.
Se puede plantear que, para la política criminal costarricense, la cárcel dejó de
funcionar como método de rehabilitación, y pasó a plantearse como un mecanismo
hacedor de castigo y temor por el mismo, temor que se utiliza como medio
disuasorio contra la criminalidad.
2. Prevención general positiva / Política criminal costarricense
Al referirse a prevención general positiva, se deben tener en consideración dos
corrientes:
“1) La prevención integradora; la pena reafirma la conciencia social de validez de
la norma vulnerada con el delito; y 2) la prevención estabilizadora; la pena
restablece la vigencia de la norma penal que ha sido cuestionada con el delito;
prescinde de cualquier finalidad preventiva” (Meini, 2013, p. 152), la primera;
pretende demostrarle a la sociedad que el sistema jurídico si funciona y castiga al
antisocial, además de que busca ganar confianza al evidenciar que este actúa en
defensa de los valores y principios legales de la sociedad. Y, por otra parte, la
segunda; se limita a asegurar que la ley y las normas se mantengan y se respeten,
no tiene una finalidad preventiva, solo restablece el orden y la estabilidad social.
Se puede afirmar que “la prevención general positiva asume que la legitimación de
la pena se desprende de la relación entre esta y la norma de conducta” (Meini,
2013, p. 152), indicando que la legitimización o validación de la pena proviene de
un interés o ideología histórica que la sociedad se apropió o vio en esa creencia
un sentido de pertenencia, la misma dicta que el delincuente debe sufrir un castigo
por su infracción.
Ahora bien, teniendo en cuenta que ambas corrientes tienen como reacción estatal
contra el delito a la pena, y que ambas corrientes prescinden de cualquier medio
preventivo y fijan su objetivo en la reafirmación o restablecimiento de la norma, al
relacionarlas con la política criminal costarricense, Araya y Bermúdez (2019)
advierten de un fenómeno dado a causa de la crisis económica de los años 80,
donde el estado de desigualdad creado por el propio Estado conllevó a una
marginalización de los sectores y poblaciones más vulnerables, imponiendo el
endurecimiento de penas a causa del aumento de la criminalidad, sobre todo por
parte de los pobres. (p. 89)
Se dice que la imposición de de leyes “tiene íntima relación con la creciente
desigualdad social y cuyos efectos pretenden ser neutralizados no con el
bienestar para las personas, sino con la penalización de las carencias que el
mismo Estado-ausente propicia” (Araya y Bermúdez, 2019, p. 92), la política
criminal costarricense represiva responde a la incapacidad del Estado para
atender y destinar recursos al abordaje de las carencias. Dichas carencias
conllevan a una mayor marginalización de personas por parte de otras
sociedades, mismas que influencian a las políticas criminales a partir de sus
demandas.
Siguiendo lo entendido por prevencion general positiva, la política criminal
costarricense, en lugar de proporcionar recursos que disminuyan esa desigualdad,
recurre a la penalización de las causas producidas por las carencias, lo que
implica que los problemas sociales se abordan a través de la intervención penal en
lugar de políticas sociales inclusivas, equitativas y preventivas.
3. Prevención especial positiva / Política criminal costarricense
Es la tipología delictiva menos imperante, en comparación con las dos anteriores,
en la política criminal costarricense. Pero primero hagamos un acercamiento
general a su funcionamiento:
Esta puede se puede llevar a cabo de tres formas: “1) asegurando a la
generalidad frente al autor mediante su encierro, 2) intimidando al autor mediante
la pena para la comisión de otros hechos punibles, y 3) mediante su mejoramiento
protegiéndolo de la reincidencia” (Salmieri, p. 22), es evidente el cambio en el
objetivo principal, a pesar de que se siga optando por la persuasión punitiva a
partir del miedo, en esta se busca de alguna forma, modificar el comportamiento
del delincuente y evitar su reincidencia. Se abandona esa percepción de “más
castigo es igual a más seguridad”, y se abre la visión a considerar los factores
individuales como características socioeconómicas, educativas, psicológicas,
demográficas, familiares, y su posible incidencia en la comisión delictiva.
Ahora bien, al centrarse en las tres formas de expresión de la prevencion especial
positiva, es posible percatarse de varios fines, la primera busca proteger a la
sociedad, mientras mantiene alejado al infractor de la comunidad. La segunda
busca que la pena impuesta al delincuente tenga un carácter disuasorio sobre el
individuo y terceros que puedan verse aludidos por ella. Y a tercera, busca mejorar
al delincuente para protegerlo de la reincidencia. En esta ultima es donde nace la
intención de rehabilitar al infractor para reconducirlo correctamente a la sociedad.
Ultima idea que no existe en la política criminal costarricense, según afirman
Araya y Bermúdez (2019) a la política criminal “no le importa la resocialización del
delincuente, ni mucho menos las causas sociales, esta solo responde a una
sociedad que busca el retorno a la justicia retributiva o al aislamiento del
delincuente” (p. 95), esa pérdida o desinterés por la resocialización no solo afecta
al infractor, ya que lo inhibe de exponerse a medidas penales menos aflictivas que
la privación de libertad, y en su lugar tendrá que arraigarse a los efectos nocivos
del encierro, sino que también afecta a la sociedad general, que se expone a una
reincidencia delictiva más severa. Incluso, el propio Estado puede perder
credibilidad, al desatender factores sociales, económicos y culturales, en la
búsqueda por limitar la criminalidad, y sustituir ese panorama por una percepción
limitada y simplista y singularizada del delito que soluciona poco.
Aun así, la política criminal costarricense ha tratado de dar pasos hacia este
modelo, con la implementación de la Ley de Justicia Restaurativa (Araya y
Bermúdez, 2019, p. 99), cuyo objetivo se fundamenta en la solución judicial; mayor
humanización, abordaje integral, cubrir necesidades individuales y colectivas,
reparación de daño, seguridad ciudadana, etc. En términos generales, cumplir con
los fines de prevención especial positiva
4. Prevención proactiva / Política criminal costarricense
Partiendo de la concepción que se tiene sobre prevención proactiva, los gobiernos
y la sociedad deben complementarse en la aplicación de estrategias, políticas,
programas y medidas de prevención, las misma deben basarse conocimientos
multidisciplinarios sobre los problemas de la delincuencia, sus múltiples causas y
las medidas preventivas y/o represivas que hayan resultado eficaces.
Araya y Bermúdez (2019) mencionan que dentro de esas medidas o acciones se
deben tener en consideración para una prevención proactiva:
1) Proporcionar información que necesitan las comunidades para abordar los
problemas de la delincuencia; 2) apoyar la adquisición de conocimientos útiles y
de aplicación práctica, que sean científicamente fiables y válidos; 3) apoyar la
organización y colmando las lagunas en la base de conocimientos; 4) compartir
conocimientos con investigadores, entes normativos, educadores, especialistas de
otros sectores pertinentes y la comunidad en general; 5) Aplicar los conocimientos
para repetir intervenciones satisfactorias, crear nuevas iniciativas y prever nuevos
problemas de delincuencia; 6) establecer sistemas de datos para ayudar a
administrar la prevención del delito de manera más económica, incluso realizando
estudios periódicos sobre la victimización y la delincuencia; y 7) promover la
aplicación de datos a fin de reducir la victimización repetida, la persistencia de la
delincuencia y las zonas con altos niveles de delincuencia. (p. 51 y 52)
La prevención proactiva en la política criminal costarricense está influenciada por
diversos factores que debilitan su funcionabilidad. La sociedad, el Estado y sus
instituciones, pueden incidir negativamente en el sano desarrollo de esta
prevención. Por ejemplo, la despreocupada circulación con bienes materiales de
alto valor económico, es un accionar que contradice la función de la sociedad
como actor preventivo contra la delincuencia. O cuando las autoridades demandan
una reducción de controles situaciones, poniendo en una condición de
vulnerabilidad a la sociedad. O con la incapacidad del Estado por cubrir
satisfactoriamente la densidad poblacional, volviendo complicado su implicación
total en el control social.
Ante esa carencia de controladores sociales y ante la incapacidad de mantener
una sociedad bajo el margen de la ocupación, la educación y la familia;
instintivamente se generan más poblaciones en estado de vulnerabilidad y bajo un
riesgo potencial de incidir delictivamente. A pesar de que siguen existiendo
programas preventivos, con una participación proactiva entre las autoridades y la
ciudadanía, esta claramente se ha visto debilitada ante la evolución humana, la
tecnológica y la del crimen.
5. Control formal / Política criminal costarricense
Tiene un alto impacto en la política criminal costarricense, empecemos
entendiendo que “la autoridad del control social es el Estado, el cual tiene poder
coactivo, que es ejercido y legitimado a través del Derecho” (Barros, 2017, p. 25),
como es visible, la principal diferencia entre un control formal y uno informal
radicará en quien ejerce la autoridad, dicho ya en la cita, en el formal será el
Estado, además de sus órganos, así que será total responsabilidad de estos tener
la capacidad de establecer y mantener el orden social; regulando las conductas de
los individuos en la sociedad.
Se entiende que dichas actividades tienen potestad legítima para mantener el
orden y hacer cumplir las leyes, que, además, como se destaca en la cita, a tal
legitimación la respalda el Derecho y su marco legal que define límites y
expectativas de comportamiento que deben acatarse por la sociedad.
Barros (2017) afirma además que, control social formal, “descansa en el aparato
jurídico, es decir una organización formal encargada de responder a los
quebrantamientos de las leyes establecidas a través de las cortes de justicia” (p.
25), convirtiéndolo así en un Estado de Derecho que cumple con apegarse a las
leyes y regulaciones establecidas que respetan los derechos y las garantías
individuales.
Por otro lado, la cita hace referencia a una “organización formal”, debe entenderse
como la existencia de instituciones que se encargan de hacer cumplir la ley y
responder a los delitos y quebrantamientos de la misma. Afirmación que funge
como puente para mencionar que órganos del Estado costarricense como
Juzgados Penales, Tribunales, Sala de Casación, Sala Constitucional, Asamblea
Legislativa, Sala Tercera (Araya y Bermúdez, 2019, p. 100 y 102), y demás
entidades gubernamentales como el Ministerio Publico, Organismo de
Investigación Judicial, Fuerza Pública, son las encargas de hacer funcionar
correctamente a la sociedad costarricense.
Cada una de estas dentro del proceso penal costarricense tiene diversas
funciones, pero de manera sinérgica todas buscan responder a los
quebrantamientos de las leyes establecidas, mediante la investigación,
procesamiento y castigo a los responsables.
6. Control informal / Política criminal costarricense
Como ya se anticipó en el anterior apartado, para identificar qué es un control
informal, la atención debe ir a “quién ejerce la autoridad”, en este la dirigen
diversos agentes que se dividen en:
1) grupos primarios; las asociaciones más cercanas o grupos, se construyen
normas, valores hábitos, etc. 2) grupos secundarios; es instrumental y se
encuentran comprometidos con una meta colectiva. 3) grupos de referencia;
pueden ser figuras públicas y se produce una suerte de imitación en la cual se
emulan acciones, valores, comportamientos etc. (p. 26 y 27)
Como es posible percatarse en primera instancia, no existe ninguna formalización
institucional que se fundamente en normas o leyes que legitime el accionar
socializador de los controladores, entonces, otra forma de diferenciar un tipo de
control social del otro, es a partir de la identificación de cuales entidades se
fundamentan a partir de leyes y normas establecidas, y cuales, abarcan
cuestiones morales, educativas, valores.
Como sea, está claro que el control informal interviene en la correcta o incorrecta
socialización del individuo, naturalmente se tiene la concepción de la familia, los
amigos, la escuela, la iglesia, la comunidad, como agentes capaces de establecer
normas sociales, valores, hábitos y comportamientos. Naturalmente también
sabemos que grupos recreativos pueden hacer desarrollar en las personas otros
principios, como el trabajo en equipo, empatía, responsabilidad, constancia. Pero
hay un grupo, que en la cita se menciona como “grupos de referencia”, de esta se
tiene la concepción como la apropiación de conductas ajenas, provenientes de
grupos de referencia, con el fin de crear un sentido de pertenencia.
Retomando, lo importante de esto radica que en la sociedad costarricense actual
no solo hay un actor capaz de generar opiniones públicas, sino que el
adoctrinamiento social influye en la formulación de políticas criminales. Se hace
referencia a los medios de comunicación.
Araya y Bermúdez (2019) exponen que dentro de la sociedad costarricense estos
cumplen un rol como formadores de opinión pública, que además comparten con
los ciudadanos una criminología mediática muy distinta a la académica, misma
que se basa en perjuicios, falsedades e inexactitudes. Fenómeno que hace que
parte de la sociedad acepte como real y posteriormente sus demandas políticas se
basen en esos perjuicios, falsedades e inexactitudes, donde por supuesto
sobresalen una imperiosa necesidad por el endurecimiento de las penas y la no
impunidad (p. 108 y 109).
Se percibe la capacidad de los medios de comunicación para que, a partir de una
selectiva presentación de información, lograr influenciar la ideación, creencia y
percepción de realidad de las personas. La distribución de la desinformación,
otorga a las personas una guía de comportamiento y actividades que deben
repetir, así se les indica cómo deben actuar, dónde deben actuar y contra quién
deben actuar. Esto claramente conlleva a una demanda arbitraria que responde a
los intereses singulares.
Se puede decir que, los medios de comunicación fungen como controlador
informal, al tener la capacidad de orientar creencias, ideologías y acciones sobre
las personas, pero sin tener un respaldo institucional y jurídico que respalde su
accionar como influenciadores del comportamiento humano. Lo cierto es que
muchas personas repiten y actúan a partir de lo que informan, expresan y enseñan
los medios de control de masas.
Conclusiones
Con base en lo investigado y partiendo, sobre todo, de la obra “Insignificancia del
hecho en el Estado Social de Derecho: Un enfoque desde la Política Criminal”, de
Araya y Bermudez (2019), se puede afirmar que el enfoque de la política criminal
costarricense está dirigido hacia la prevención general negativa, cumpliendo con el
objetivo de disuadir a las personas a partir de la imposición de penas y medidas
coercitivas.
De igual forma, aunque la manifestación imperante sea la anterior, existen indicios
o tendencias a imponer una prevención general positiva, esto cuando la política
criminal trata de convencer a la población de que las medidas represivas y
punitivas sí actúan contra la criminalidad. Dicha ideación hace que la sociedad
confíe en el sistema de justicia, con la aceptación de esa creencia, se logra un
mayor arraigo hacia las normas.
Se puede concluir también que, la prevención positiva especial y la prevención
proactiva está tan solo en auge, a pesar de que sí se evidencia la presencia de
ciertas leyes que buscan generar un cambio en la ambigüedad existente de la
política criminal actual. Enfocándose en medidas y programas orientados a los
delincuentes individuales y su correcta rehabilitación y reinserción a la sociedad.
Además, como se mencionó la Ley de Justicia Restaurativa está tratando de dar
un margen más amplio al entendimiento del delito y sus causas, al abarcar
factores externos e internos al individuo.
También, se reconoce la importancia de los controladores sociales formales e
informales. Queda clara la idea que el control formal se ejerce a través del aparato
jurídico y las instituciones encargadas de aplicar y hacer cumplir la ley, mientras
que el control social informal se ejerce a través de agentes como los grupos
primarios, secundarios y de referencia; que, a diferencia de los primeros, no son
institucionalizados ni actúan bajo un marco legal, sino que influyen en la
conformación de normas y valores sociales.
Por último, se puede mencionar como los medios de comunicación tienen gran
influencia en la opinión publica y en la implementación de políticas criminales,
dada su capacidad de persuasión y creación de realidades irreales, puede generar
pensamientos y accionares que respondan a un interés arbitrario.

Recomendaciones
1. Es necesario y prioritario que la política criminal costarricense responda a
un enfoque integral al tratamiento delictivo, analizando las causas sociales
del delito, así como las medidas dirigidas a los delincuentes individuales.
Esto solo es posible bajo la implementación de medidas y programas que
aborden las desigualdades sociales y factores externos como la pobreza, la
educación, lo socioeconómico, lo geográfico, etc. Complementar esto, a
edades muy tempranas, con la intervención de agentes del control social
informal; como la escuela, la comunidad y la familia, es clave para prevenir
la comisión delictiva cuando se llegue a etapas de adolescencia y/o adultez.
2. Es vital que los programas y medidas de política criminal se dirijan
prioritariamente a una prevención proactiva y positiva. Sobresale la
necesidad de actividades complementarias entre el Estado y la sociedad
como el intercambio de información y conocimientos útiles entre las
comunidades y el Gobierno, para abordar los problemas de la delincuencia.
Lo anterior afín de adquirir un conocimiento real, que no esté manipulado
por terceros, se torna vital realizar una evaluación periódica de la
victimización y la delincuencia, solo a partir de los datos y estadísticas
reales, se puede gestionar de manera eficiente la prevención y represión
del delito. Con esto, se valida una estricta participación ciudadana y de las
entidades gubernamentales en la prevención del delito.
3. Por último, se recomienda fomentar una cultura de rehabilitación y
reinserción social del infractor en la sociedad. Esto implica una modificación
en el pensamiento de las personas, quizá esta sea la parte más compleja,
pero puede facilitarse viendo resultados positivos una vez se les facilite
oportunidades de educación, laboral y psicosocial. Quizá una vez la
sociedad valore que los infractores tienen la posibilidad; y la aprovecha, de
ser miembros productivos y responsables, los prejuicios y marginalización
acaben.

Referencias
Araya Chacón, J & Bermúdez González, J. (2019). Insignificancia del hecho en el
Estado Social de Derecho: Un enfoque desde la Política Criminal (Tesis de
Licenciatura, Universidad de Costa Rica). Recuperado de:
*ScannedDocument (ucr.ac.cr)
Barros Sulca, C. (2017). El rol del Estado y su incidencia en la legitimidad en el
uso de dispositivos de control en seguridad: El caso de la video vigilancia
en Quito (ECU 911) Barrio La Mariscal durante el período 2012-2015 (Tesis
de maestría, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Recuperado
de: *TFLACSO-2017CMBS.pdf (flacsoandes.edu.ec)
Meini, I. (2013). La pena: función y presupuestos. Revista de la Facultad de
Derecho, (71), pp. 141 – 167. Recuperado de: *r32497.pdf (corteidh.or.cr)
Salmieri Delgue, P. (s.f.). Los sinsabores de la pena. Revista de pensamiento
penal, pp. 1 – 37. Recuperado de:
doctrina40794.pdf(pensamientopenal.com.ar)
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. (ONUDC). (2011).
Manual sobre la aplicación eficaz de las Directrices para la prevención del
delito. Serie de manuales sobre Justicia Penal. Recuperado de: *Manual sobre
la aplicación eficaz de las Directrices para la prevención del delito (unodc.org)

También podría gustarte