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Definición del concepto Política criminal

Según la Comisión Asesoría Política Criminal se acogió a la definición


que la Corte Constitucional definió en la sentencia C-646 de 2001 de la
siguiente manera:
En que la política criminal consiste en todas aquellas estrategias, instrumentos
y acciones por parte del Estado tendientes a controlar y prevenir delitos en
cuanto a las conductas criminales, lo cual debe existir voluntad política a través
de las instituciones y llevar a cabo programas de prevención del delito y
acciones de campo para conocer los fenómenos delictivos y atender el origen y
las causas con el objeto de erradicar y así evitar que ciertos delitos aumenten.
Esto se puede dar en Conjunto de respuestas que puede ser :
Social: como cuando se promueve que los vecinos de un mismo barrio se
hagan responsables de alertar a las autoridades acerca de la presencia de
sucesos extraños que puedan estar asociados a la comisión de un delito (cita
suprimida).
Jurídica: como cuando se reforman las normas penales.
Económica: como cuando se crean incentivos para estimular un determinado
comportamiento o desincentivos para incrementarles los costos a quienes
realicen conductas reprochables.
Cultural: como cuando se adoptan campañas publicitarias por los medios
masivos de comunicación para generar conciencia sobre las bondades o
consecuencias nocivas de un determinado comportamiento que causa un grave
perjuicio social.
Administrativas: como cuando se aumentan las medidas de seguridad
carcelaria.
Tecnológicas: como cuando se decide emplear de manera sistemática un
nuevo descubrimiento científico para obtener la prueba de un hecho
constitutivo de una conducta típica.
La política criminal se ocupa de comportamientos socialmente reprochables, a
través de un amplio catálogo de medidas sociales, jurídicas, culturales, entre
otras.
La política criminal, no es claro conceptualmente cómo se articulan aquellas
respuestas preventivas que se dan en el marco de la política criminal, con
aquellas que les corresponden a otros sectores administrativos, como el de la
salud, la educación, la cultura, entre otros.
La dimensión penal de la política criminal es aquella establecida por parte del
legislador a algunos de los conflictos sociales que considera de mayor
relevancia, los cuales son diversos y plurales entre sí. En este sentido, el
legislador, de manera positiva o negativa, en el proceso de criminalización de
conductas escoge el catálogo de medios para enfrentarlos (u omite su
elección).
La política criminal estaría atravesada por tres categorías:
• El objeto de intervención al cual se dirige la norma, la política, la
estrategia o la medida.
El objeto de intervención está determinado por aquello que se encuentra
definido como criminal o contravencional.
• Los medios que se escogen para la intervención.
Los medios, tal como lo plantean la Corte Constitucional y la Comisión Asesora
para la Política Criminal, pueden involucrar respuestas de la más variada índole
• Los fines que se persiguen con el catálogo de medidas en el marco de la
política criminal.
Los fines que se persiguen se encuentran determinados, al igual que los
medios, por unos criterios políticos y axiológicos, que determinan cuál es el
resultado que se busca lograr con la intervención. Dentro de los fines se
pueden encontrar también muchas alternativas, las cuales no necesariamente
se excluyen entre sí. Entre otros, son fines la retribución, la inclusión social, la
prevención, la resolución del conflicto, la reconstrucción del tejido social, la
reintegración social del condenado, la administración del crimen y de la
venganza, etc.
La política criminal sirve para hacer una revisión crítica  de los sistemas de
enjuiciamiento criminal de orden democrático y garantista con estricto apego a 
derechos humanos, debido proceso y dignidad humana, e investigar los
fenómenos del delito basado en la criminología, criminalística,  sociología,
trabajo social y antropología, y establecer nuevos tipos penales (descripción de
una conducta prohibida)  basado en el poder legislativo, aplicar una justicia
democrática de acuerdo con el poder judicial con apego al respeto a los
derechos humanos y los tratados internacionales.

El Estado debe desarrollar estrategias para atender y atacar los altos índices
delictivos que aquejan al estado y sociedad, a través y mediante directrices de
política criminal de acuerdo a los fenómenos y causas con el objeto
de prevenir, enfrentar y controlar la criminalidad.

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