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Los sentidos del cuerpo ! Olga Sabido Ramos | Coordinadora


UNIVERSIDAD NACIONAL Los sentidos del cuerpo:
AUTÓNOMA DE MÉXICO un giro sensorial en la
Dr. Enrique Luis Graue Wiechers investigación social y los
Rector estudios de género
Dr. Leonardo Lomelí Vanegas La publicación de Los sentidos del cuerpo
Secretario General se podría interpretar como un signo de
“madurez” o consolidación del giro sensorial
Dr. Alberto Vital Díaz en las humanidades y las ciencias sociales. Da
Coordinador de Humanidades fe del hecho de que el campo de los estudios
sensoriales —un término que abarca la
investigación de la historia, la antropología y
CENTRO DE INVESTIGACIONES la sociología de los sentidos— se ha convertido
Y ESTUDIOS DE GÉNERO en un tema con un alcance no solo internacional,
sino intergeneracional.
Dra. Ana Buquet Corleto Además, el alto nivel de sofisticación
Directora teórico y metodológico del trabajo de las y los
jóvenes sociólogas y sociólogos con el que [aquí
Los sentidos del cuerpo:
dentro] nos encontraremos es un buen presagio
Dra. Amneris Chaparro Martínez
Secretaria Académica para el futuro de este campo. un giro sensorial en la
Mtra. Claudia Itzel Figueroa Vite
Secretaria Técnica
David Howes, Centro de Estudios Sensoriales,
Montreal Canadá investigación social y los
Lic. Rubén Hernández Duarte
Secretario de Igualdad de Género
estudios de género
Mtra. Sheila Flores Pérez
Secretaria Administrativa

Cecilia Olivares Mansuy


Jefa del Departamento de Publicaciones

Diseño de portada:
Julio Salgado
(by Jules Sallop)

Fotografía de portada:
Olga Sabido Ramos © Kylli Sparre / Trevillion
Images
Coordinadora

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el giro sensorial en la
investigación social y
los estudios de género

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Los sentidos del cuerpo:
el giro sensorial en la
investigación social y
los estudios de género

Olga Sabido Ramos


Coordinadora

Universidad Nacional Autónoma de México


Centro de Investigaciones y Estudios de Género
México, 

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Catalogación en la publicación . Dirección General de Bibliotecas
Nombres: Sabido Ramos, Olga, coordinadora.
Título: Los sentidos del cuerpo : el giro sensorial en la investigación social y los estudios de género
/ Olga Sabido Ramos, coordinadora.
Descripción: Primera edición. | México : Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de
Investigaciones y Estudios de Género, .
Identificadores:   | ISBN .
Temas: Sentidos - Aspectos sociales. | Percepción - Aspectos sociales. | Cuerpo humano - Aspectos
sociales. | Mente y cuerpo. | Sexo (Psicología). | Fenomenología.
Clasificación: LCC BF.S  | DDC .—dc

Este libro fue sometido a un proceso de dictaminación por parte de académicas externas
al Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México,
de acuerdo con las normas establecidas por el Comité Editorial del .

.. © , Universidad Nacional Autónoma de México


Centro de Investigaciones y Estudios de Género
Torre II de Humanidades piso , Circuito Interior
Ciudad Universitaria, , Ciudad de México

Diseño de la colección: Estudio Sagahón / Leonel Sagahón y Marcela Morales


Cuidado de la edición: Cecilia Olivares Mansuy
Corrección de estilo y de pruebas: Alejandra Tapia, Cecilia Olivares, Araceli Puente, Janaina Maciel
Imagen de portada: © Kylli Sparre / Trevillion Images
Diseño de portada: Julio Salgado
Formación y captura: F Servicios Editoriales

Primera edición: 

: ----

Esta edición y sus características son propiedad de la . Prohibida la reproducción total
o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Impreso y hecho en México

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Índice

 Prólogo
David Howes / Traducción de Alejandra Tapia

 Introducción: el sentido de los sentidos del cuerpo


Olga Sabido Ramos

I. Reflexiones, niveles y categorías analíticas para la investigación


corpóreo-sensorial

 Capítulo . Percepción sensible y expectativas sociales genéricamente


diferenciadas. Cruces analíticos entre Niklas Luhmann, Erving
Goffman y Asia Friedman
Carolina López Pérez

 Capítulo . El género en clave sensorio-afectiva. Aportes


de la sociología disposicional y los estudios sobre percepción
Priscila Cedillo

 Capítulo . El amor corporeizado y el giro sensorial. Espacios,


sonidos y artefactos en la percepción sensorial del cuerpo amado
Olga Sabido Ramos y Adriana García Andrade

II. Estudios de género en clave sensorial

 Capítulo . Navegar entre los saberes del oficio de la pesca: un


acercamiento desde las emociones y el ámbito corpóreo-sensible
Carolina Peláez González

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 Capítulo . Incorporando el mariachismo: una fenomenología


del gesto musical
José R. Torres-Ramos

 Capítulo . Experiencias corporales, emociones e identidad


de género. Un estudio con mujeres de distintas
generaciones de la Ciudad de México
Marta Rizo García

III. Sexualidades, erotismos y sentidos corporales

 Capítulo . La dimensión sensorial del riesgo sexual


en la experiencia de la serodiscordancia en la Ciudad de México
César Torres Cruz

 Capítulo . Entre cuerpos, normas y placer: modulación sensorial


en una comunidad 
Daniela Sánchez

 Capítulo . Los sentires “equivocados”: legitimidad del cuerpo


y de las emociones en la experimentación de relaciones
no monogámicas consensuadas
Roberta Granelli

IV. La ciudad como experiencia sensorial

 Capítulo . Las miradas en el último vagón del metro: sociología
del cuerpo y los sentidos en la interacción homoerótica
Carlos Viscaya

 Capítulo . Sentir la ciudad: el habitus de la ceguera


y la debilidad visual en la construcción no visual
del espacio urbano de la Ciudad de México
Erick Serna Luna

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V. La sensorialidad y los artefactos

 Capítulo . Repensar la implementación


de tecnologías alternativas en clave corpóreo-sensorial: el caso del
sanitario ecológico seco
Diana Inés Ramírez García

 Capítulo . Nuevas prótesis virtuales:


la “emancipación sexual” de los grupos
de diversidad sexual a través de la mediación de las 
Abraham Martin Ledezma Vargas

VI. Sensaciones, sentimientos y estética

 Capítulo . Implicaciones simbólicas del desollamiento


de mujeres en la zona conurbada de la Ciudad de México
Paola Thompson

 Capítulo . Aula universitaria y experiencia estética:


narrativas del gozo
César Ricardo Azamar Cruz

VII. Experiencias sensoriales, enfermedad y dolor

 Capítulo . Sentidos y sinsentidos de una enfermedad crónica:


la experiencia corporal de pacientes diabéticos en tratamiento
de hemodiálisis
Cynthia Méndez Lara

 Capítulo . Cuando el cuerpo duele:


una autoetnografía del proceso de morir
Velvet Romero García

 Semblanzas

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II. ESTUDIOS DE GÉNERO EN CLAVE SENSORIAL

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Capítulo 4. Navegar entre los saberes
del oficio de la pesca: un acercamiento
desde las emociones y el ámbito
corpóreo-sensible

Carolina Peláez González

Introducción

Este capítulo tiene como objetivo mostrar el potencial analítico del estudio
de las percepciones y prácticas en la configuración de los sistemas de apren-
dizaje necesarios para ejercer una ocupación u oficio. La pregunta que guía
el texto es cómo el ámbito corpóreo-sensible y emotivo constituye una di-
mensión importante en la formación de saberes y enseñanzas que posibilitan
el ejercicio de un trabajo. En otras palabras, cómo el individuo se incorpora
y contribuye en la producción de conocimiento dentro del mundo laboral
en el que se encuentra.
El principal supuesto en este texto es que la triada relacional cuerpo-sen-
tidos-emociones es constitutiva de la forma en que percibimos el mundo y,
por tanto, un elemento fundamental para comprender los sistemas de
aprendizaje y las formas de adquisición del conocimiento. Nuestros cuerpos
se articulan y entrelazan con individuos o agentes en espacios y tiempos
determinados. En esta asociación temporal y ontológica emerge una serie de
significaciones a través de nuestros sentidos, respondemos a la confluencia
politemporal de diversos seres y entidades en momentos o situaciones des-
de y con el cuerpo. Le otorgamos sentido al mundo y a nuestra propia exis-
tencia en relación con los otros, en cuanto que la dimensión emotiva/afec-
tiva permite enlazarnos con el entorno que nos rodea. Las emociones

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conectan al individuo con una red de relaciones, son propiedad de la inte-


racción y práctica social y resultan indispensables en el desarrollo y mante-
nimiento de los procesos de percepción.
Para dar cuenta de lo anterior se requiere un estudio empírico que
permita mostrar y desarrollar la manera en que las percepciones y las prác-
ticas son elementos centrales en la configuración de los sistemas de cono-
cimiento y enseñanza. Por ello, en las siguientes páginas se expondrá cómo
la triada analítica cuerpo-sentido-emociones abre las puertas para compren-
der la forma en que se desarrolla la adquisición de ciertos conocimientos
necesarios para aprender y realizar con éxito un trabajo colectivo en un
oficio como la pesca. Se describen las experiencias de pescadores de cama-
rón en su primer viaje en altamar, así como el proceso de aprendizaje y las
relaciones que establecen los individuos dentro de la embarcación.
Los oficios son principalmente actividades de tipo práctico que permi-
ten observar y analizar el papel del cuerpo en la producción de conocimien-
to. En este sentido, concuerdo con Sennett, quien señala que “todas las ha-
bilidades, incluso las más abstractas, empiezan con prácticas corporales”
(: ). Este tipo de ocupaciones permite primeramente conectar me-
diante un análisis empírico la relación entre aprendizaje y experiencia y, en
segundo lugar, desdibujar las fronteras entre lo corporal-cognitivo dentro
del mundo laboral.
Un segundo supuesto es que nuestras percepciones y prácticas sobre
cómo adquirimos ciertos saberes están mediadas por el género, en cuanto
que las formas del sentir y percibir el cuerpo y experimentar emociones
responden también a un orden de género. La pesca es un oficio que desem-
peñan principalmente los varones, donde el barco se convierte en un espacio
homosocial. Por ello, el género es un aspecto crucial en el ordenamiento de
las prácticas e interacciones de los pescadores, pues como categoría analíti-
ca permite observar la manera en que el ser varón y seguir ciertas normas
asociadas a la masculinidad estructuran las relaciones laborales y la forma
de experimentar y aprender el trabajo. Sentimos, percibimos y suscitamos
emociones en función de las diferencias genéricas. Como se desarrollará
más adelante, el cuerpo generizado de los pescadores tiene un papel central
en la reproducción del aprendizaje del oficio.
Un tercer supuesto es que lo material —técnicas, artefactos e instrumen-
tos— u otras entidades no humanas —mar, huracanes, animales marinos—

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también intervienen en la conformación y coproducción de las percepciones


en las que el género y el trabajo están estrechamente vinculados. En las si-
guientes páginas se mostrará cómo diversas entidades y artefactos, como el
mar y el barco, producen condiciones particulares a las cuales se tiene que
adaptar el pescador, a fin de adquirir las habilidades que le permitan pescar.
El proceso de aprendizaje se produce mediante sus interacciones con ciertos
objetos, como las redes de pesca o el contacto con el camarón. Indagar la
forma en que el individuo se enlaza al sistema es un camino para exponer
los elementos que constituyen el aprendizaje, como resultado de la mane-
ra en que se relaciona un conjunto de prácticas, objetos, materiales, seres,
normas e interacciones entre individuos y agentes. Esta mirada posibilita
que nos acerquemos a los procesos de enseñanza-aprendizaje desde un
ángulo diferente, ya que muestra la importancia de incorporar e interco-
nectar elementos de diverso orden que confluyen en un espacio-tiempo
determinado.
El capítulo está dividido en dos secciones: en la primera se despliegan
las reflexiones teóricas en relación con la triada cuerpo-sentidos-emociones
como un elemento constitutivo de todo proceso de aprendizaje y adquisición
de conocimiento; el papel de lo material y lo no humano en este proceso, y
el género como una categoría central para comprender las formas de adqui-
rir el conocimiento y la enseñanza en una ocupación particular. En la se-
gunda sección se desarrolla el proceso de aprendizaje de los pescadores en
altamar: las primeras habilidades corporales que aprenden, la participación
de los sentidos y las reglas emocionales que deben incorporarse al conjunto
de técnicas corporales (Mauss ).

Primera sección

Un acercamiento al aprendizaje desde el cuerpo,


los sentidos y las emociones

Los sistemas de aprendizaje son colectivos de individuos que generan sus


propios esquemas de percepción y sus referentes en relación con una activi-
dad, como es la adquisición del aprendizaje y la transmisión de saberes en los
oficios. Así, el papel que desempeñan los individuos y sus relaciones, como

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productores en la conformación y ejercicio de una actividad laboral es de


vital importancia para el análisis: sus formas de vida, actividades cotidianas,
representaciones, significados y visiones del mundo social en el cual parti-
cipan y configuran sus mundos ocupacionales.
El rastreo de las maneras en que se aprende una ocupación demanda
observar cómo en la enseñanza de aspectos técnicos o habilidades requeri-
das se involucra también otro tipo de elementos, como la experiencia corpó-
rea-sensible y emotiva. La constitución de un sistema de aprendizaje requiere
tomar en cuenta las diversas formas de relacionarse que sustentan y movi-
lizan el aprendizaje para su transferencia. Se considera que las prácticas y
los modos de interacción permiten el desempeño del trabajo, y ahí es posible
observar la percepción y experiencia del individuo como una dimensión
importante en la reproducción social. En estas situaciones y acciones se
observa la manera en que coadyuvan los diversos elementos que posibilitan
el ejercicio de una actividad laboral, la asociación de las prácticas corpó-
reo-sensibles y emocionales con la cultura material.
Sennett () señala que en el encuentro entre el cuerpo y lo material
las prácticas se convierten en saberes y, a su vez, logran su transmisión en
el tiempo a partir de su repetición. El individuo tiene que aprender a orques-
tar diversos movimientos corporales para lograr una actividad. El cuerpo
no es solamente una representación de lo social, sino también es productor
y reproductor: el aprendizaje se aprehende desde y con el cuerpo. Nos rela-
cionamos con el mundo mediante nuestros sentidos, y las emociones juegan
un papel central en la forma en que se significa la experiencia e internalizan
diversos procesos de socialización.
En relación con las prácticas, estas se pueden comprender como las
actividades cotidianas y los métodos que los individuos usan para organi-
zar su vida (Garfinkel ); es decir, posibilitan no solo la existencia de
patrones respecto a las acciones que se ejercen, sino también estructuran
la vida misma a partir de su recurrencia. El carácter recursivo de las prác-
ticas sociales hace necesaria su focalización ordenada en un espacio y tiem-
po (Giddens ). La institucionalización de las actividades (Merton ),
es decir, su potencial de continuidad y permanencia en el tiempo, adquiere
centralidad para el estudio de las actividades concretas y ordinarias que
realizan las personas (Garfinkel ). De esta manera, las prácticas socia-
les permiten la reproducción de la vida social, mediante la circulación y (re)

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producción de los saberes que se intercambian entre los diversos actores.


De acuerdo con Hutchins (), en las prácticas podemos observar las
conexiones entre la historia y el futuro y entre estructura cultural y es-
tructura social.
Respecto a las prácticas corporales, Sabido argumenta que “la percep-
ción puede entenderse como una serie de disposiciones perceptivas que se
evidencian en prácticas” (: ); es decir, nuestras experiencias en re-
lación con la cultura, los símbolos, ciertos códigos normativos y las dife-
rentes interacciones sociales que establecemos, contribuyen a lo que es
tener un cuerpo (Peláez ). El análisis de las prácticas corporales, y por
tanto su aprendizaje, deviene central para comprender cómo la experien-
cia de un grupo de trabajadores es fundamental para coordinar y desem-
peñar una actividad. Esto implica entender que los individuos experimen-
tan el trabajo y desarrollan un proceso de aprendizaje desde el cuerpo y
los sentidos; por ejemplo, cómo mantenerse erguido, cómo adaptarse a
ciertos olores, cómo desarrollar el tacto, cómo sentir dentro de un espacio
laboral o cómo contener e incitar emociones. Estas son transformaciones
corporales que posibilitan el acto exploratorio para la ejecución de activi-
dades (Sennett ).
El ejercicio de cualquier actividad laboral requiere la existencia de
convenciones, es decir, acuerdos compartidos entre las personas, que les
permiten cooperar y ejecutar el trabajo (Becker : ). Estos acuerdos
pueden involucrar técnicas corporales (Mauss ) sobre las formas de
orientación y modificaciones al cuerpo que involucran los sentidos y las
emociones. Esto implica que para toda coordinación laboral es necesaria
también una coordinación corpórea-sensible y emocional, que va desde
cómo levantar una red de pesca, sostener un pedazo de madera o un mar-
tillo, a la existencia de acuerdos sobre cómo sentir o comportarse frente a
determinadas situaciones. En caso de desconocerse la información anterior,
se integra como parte del aprendizaje inicial del individuo que recién se
incorpora al trabajo.
Otro resultado que arroja el análisis de las prácticas son los modos de
interacción que posibilitan el flujo de conocimiento y las formas de apren-
dizaje, que emergen de las interacciones entre los actores y eventos que
influyen en el desempeño de las actividades. En los encuentros y escenarios
que dan lugar a los modos de interacción se reproduce un saber mutuo que

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es de carácter práctico y forma parte de las rutinas de la vida social (Giddens


). Al respecto, conviene señalar que en este saber mutuo también se
construye un conocimiento en torno a la regulación y normatividad de los
cuerpos. Este aspecto es evidente cuando pensamos en la forma en que las
diferencias de género y clase ordenan y clasifican los cuerpos, y permiten
la construcción de estereotipos en torno a ciertos grupos sociales. La re-
producción de conocimiento involucra convenciones en torno al cuerpo,
las cuales se gestionan y fluyen en el tiempo a partir de su recursión en los
actos de interacción. Sabido () recupera la propuesta simmeliana que
señala que toda interacción es también un acto de mutua percepción, como
un elemento más mediante el cual nos comunicamos con el otro y, por
tanto, emergen las relaciones sociales. Los modos de interacción involucran
entonces formas de ver al otro, de olerlo, escucharlo; en resumen, de per-
cibir su presencia.
En este sentido, en los espacios laborales la percepción del otro es un
acto constante y repetitivo que adquiere un cierto orden social. General-
mente, no se está alerta todo el tiempo al cuerpo del otro, en este caso de
los compañeros de trabajo; la mutua percepción se convierte en parte de la
cotidianidad, bajo la configuración de cierta normatividad social. Por ello,
cuando un nuevo miembro se integra a un entorno laboral rompe con la
cotidianidad y su cuerpo se hace visible: recibe miradas, comentarios y, en
ocasiones, se asocia un olor particular con la persona recién llegada, hasta
que la repetición de los encuentros convierta el tránsito del cuerpo del otro
en un acto cotidiano.
Asimismo, los actores producen un conocimiento que, desde su pers-
pectiva, consideran que es válido y útil transmitir a los recién llegados para
la ejecución de las actividades necesarias para el trabajo. Este tipo de co-
nocimientos conlleva educar al cuerpo, acostumbrarse a una rutina social
que es necesaria para el desempeño de un trabajo. En otras palabras, las
formas de experimentar el trabajo están íntimamente relacionadas con el
cuerpo, los sentidos y las emociones. Son propiedad de las relaciones la-
borales. Los sujetos le encuentran sentido a sus acciones y al tipo de co-
nocimientos que los orientan por medio del cuerpo. Esto apunta también
al carácter ontológico que conlleva la constitución de todo sistema de
aprendizaje y conocimiento.

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Lo material y no humano como mediadores del trabajo

En este apartado se aborda el papel que desempeñan los elementos mate-


riales y no humanos en la adquisición de conocimiento y aprendizaje, para
señalar la importancia de su intervención en las formas de percibir y expe-
rimentar el trabajo. Al hablar de entidades no humanas se hace referencia
a los objetos, artefactos, instrumentos u otras entidades que involucran una
amplia gama de seres, como pueden ser animales, elementos naturales como
el mar o entes mágicos, monstruos, etc.; la diversidad es infinita y la inves-
tigación particular siempre depende de la presencia de estos elementos. La
interacción de los individuos con estas entidades da origen a aspectos de
orden social que sustentan las relaciones de trabajo de los sujetos. En el
caso del oficio de la pesca permiten la supervivencia de los pescadores en
el trabajo y los valores que configuran las identidades individuales. Así,
por ejemplo, el riesgo propio del oficio de la pesca, al enfrentar un mar con
frecuencia hostil, lleva a la conformación de una identidad en que la soli-
daridad y el valor se convierten en cualidades que se desarrollan de forma
colectiva.
De este modo, los artefactos u objetos en el trabajo dejan de ser solo
herramientas o intermediarios de las acciones humanas —o simples repre-
sentaciones de lo social—, para convertirse en mediadores, es decir, agentes
con capacidad de modificar un curso de acción más allá de la intencionali-
dad de los actores. En palabras de Latour, los objetos y otro tipo de entidades
se convierten en “actores dotados de la capacidad de traducir lo que trans-
portan, de redefinirlo, de redesplegarlo, y también de traicionarlo” ().
Permiten por tanto la producción de diversos modos de existencia, al tener
el potencial para llevar de un lugar a otro, de un espacio a otro, de un indi-
viduo a otro, conocimientos y formas de aprehender el mundo. No se trata
de entidades materiales que participen con voluntad propia o de forma inde-
pendiente de los individuos, sino que la materialidad se considera el sustento
de las relaciones sociales y el mecanismo de su estabilización.

1 El replanteamiento epistemológico del papel que desempeñan los aspectos no humanos en la


producción de los fenómenos y procesos sociales, así como el cuestionamiento de la división
sociedad-naturaleza, ha sido señalado por autores como Bruno Latour, Michel Callon, John Law,
Isabelle Stengers, Donna Haraway, entre otros, cuyos trabajos se han realizado desde el campo
de la sociología y filosofía de la ciencia.

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En este sentido, Haraway () invita a deconstruir las dicotomías


establecidas entre naturaleza/cultura o sujeto/objeto y dar un giro episte-
mológico en el reconocimiento de la naturalezacultura (natureculture) como
el resultado de un acoplamiento de diversos seres y materialidades en inte-
racción, que permiten la reproducción de la práctica social. Para Haraway,
el cuerpo siempre está en proceso de creación, es un entramado de tempo-
ralidades y heterogeneidad de seres y artefactos. El cuerpo no siempre im-
plica carnalidad, sino la mezcla de la carne con otros muchos elementos que
lo componen. Pensar nuestras herramientas de trabajo ayuda a borrar la
frontera entre el cuerpo y lo técnico: la computadora, el , los guantes, el
cuchillo, la pluma, etc. Objetos que se desdibujan con las manos a partir de
la interacción. Las personas pueden dejar huella de su trabajo en un objeto
(Sennett ), y este último también guía el conocimiento sobre su uso
para lograr la actividad. En esta red de conexiones, el sistema sensorial es
conocimiento sobre la organización del mundo laboral, como el conducto
mediante el cual significamos lo que vemos, oímos, tocamos y olemos, pero
también evidencia la manera en que dicho sistema está enraizado en fun-
ciones técnicas, sociales y psíquicas (Haraway ).
De este modo, las entidades no humanas tienen además un papel activo
en las prácticas, es decir, intervienen en ellas y en ocasiones pueden modi-
ficar el curso y sentido de las actividades sociales. Se parte entonces de que
la experiencia laboral incluye no solamente la esfera humana de lo social,
sino de las relaciones humanas y no humanas en todo tipo de ámbitos de la
existencia, así como el reconocimiento de múltiples conexiones que per-
miten una producción en constante movimiento de diversos modos de co-
nocimientos y un aprendizaje que posibilita explorar cómo se asocian los
objetos y personas en formas específicas de organización del trabajo (Mon-
dragón ; Stengers ).

El género como una categoría analítica central


en el aprendizaje de un oficio

Algunas actividades laborales consideradas “propias” de los varones involu-


cran el uso de la fuerza, el riesgo y la inseguridad en la zona de trabajo. Se
trata de ocupaciones u oficios en los que el cuerpo es el principal referente
para su realización, en cuanto que se asocian ciertas habilidades corporales

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 121

y sensoriales como conocimientos genéricamente diferenciados y percibidos


como necesarios para ejercer la actividad. A través del cuerpo podemos
rastrear también la impronta de los procesos de estructuración de los mer-
cados de trabajo que se imprime con base en las diferencias de género. Sa-
bido señala que es posible identificar la manera en que los sentidos están
también atravesados por el género y señala tres formas de diferenciación:
a) representaciones de los sentidos asociadas al género, b) usos de los senti-
dos diferenciados genéricamente, y c) percepciones sensibles genéricamente
diferenciadas (: ), al cual agregaría un cuarto, d) el uso de los sentidos
para diferenciar genéricamente, lo que coadyuva a la reproducción de ciertas
formas de desigualdad social.
Como veremos, estos criterios analíticos operan en múltiples direccio-
nes en la realidad social, lo que permite recordar la utilidad y centralidad del
concepto de género propuesto por Joan Scott (), definido como un
elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en la diferencia entre
los sexos y una forma primaria de relaciones significantes de poder.
En este sentido, las formas de organización del trabajo son también
formas de organización social en las que el género opera en múltiples nive-
les. Reflexionando en torno a la propuesta de Scott, es posible señalar algu-
nos puntos respecto al trabajo: a) la institucionalización de ciertas prácticas
de género en el trabajo y la organización interna de una ocupación, lo que
permite comprender la configuración de la estructura ocupacional en cada
sociedad; b) símbolos, pueden ser imágenes de hombres y mujeres que rea-
lizan cierto tipo de ocupaciones; c) representaciones y normas asociadas con
las diferencias de género, como el significado de las partes del cuerpo que
se vinculan a habilidades/técnicas masculinas/femeninas, así como estados
afectivos o emocionales que demandan cierto comportamiento vinculado al
género en los espacios laborales.
A partir de lo anterior, nos parece útil recuperar la propuesta de West
y Zimmerman (), en la que el género se hace a partir de la interacción
social y no se utiliza como un atributo, variable o rol, es decir, hacemos
género a partir de la práctica social. Hacer el género —doing gender— im-

2 Hacer el género es la traducción del inglés doing gender, el gerundio en inglés implica también una
acción continua, lo que permite pensar en la reproducción constante de las diferencias de género
en la interacción y práctica sociales.

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122 CAROLINA PELÁEZ GONZÁLEZ

plica producir, mediante la interacción, configuraciones de comportamien-


to que serían vistas por los demás como un comportamiento normativo y
adecuado de género. En espacios laborales caracterizados por una marcada
homosocialidad, la propuesta de estos autores permite observar la forma en
que se reproduce el género en interacción y a través de las prácticas labora-
les, lo que posibilita la vinculación y observación de la relación entre género
y trabajo.
En la segunda sección se muestra cómo, a partir de los ejes analíticos
expuestos, es posible describir y comprender el proceso de aprendizaje de
una ocupación. El objetivo principal es generar un conjunto de inferencias
a partir de la articulación conceptual que se ha propuesto en el análisis de
un estudio de caso: el conjunto de experiencias y prácticas sobre la manera
en que un grupo de pescadores aprendió su oficio. La intención es dar cuen-
ta sobre cómo la dimensión corpórea-sensible y afectiva es un elemento
trascedente en la configuración de un sistema de conocimientos. No obs-
tante, dicha construcción está mediada por un orden de género, la interven-
ción constante de elementos materiales es necesaria para su reproducción.
Por tal razón, se navegará en el proceso de aprendizaje y la adquisición de
conocimiento de los pescadores para observar la forma en que los dominios
operan no de manera separada, sino articulada y en interconexión con cada
etapa del proceso de aprendizaje sobre cómo realizar el trabajo.

Segunda sección

Trabajar como pescador, carpintero, zapatero, soplador de vidrio, costurera,


entre muchos otros oficios, son actividades ocupacionales de tipo práctico
que responden, la mayoría de las veces, a una fuerte segregación ocupacional;
además, dentro de una actividad laboral puede haber tareas internas (a dicha
ocupación) diferenciadas por sexo. Este tipo de ocupaciones demanda acti-
vidades prácticas que permiten observar la manera en que los cuerpos, los
sentidos y las emociones se someten a un aprendizaje y son parte del cono-
cimiento adquirido para desempeñar el trabajo, donde el género es uno de
los principales ordenadores, lo que hace sumamente interesante su aborda-
je y análisis empírico.

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 123

El oficio de la pesca del camarón en altamar es un trabajo que se reali-


za durante seis meses al año. Durante este periodo los pescadores viajan
lejos de la costa por un lapso de  a  días, y regresan a tierra a descansar
unos pocos días, en lo que preparan el buque para su siguiente salida. Este
tipo de pesca se considera una de las más importantes, debido a la generación
de empleos a lo largo de las costas mexicanas, su valor comercial y las pro-
blemáticas sociales y administrativas que le atañen (Aguilar et al. ).
Estos factores hacen aún más relevante el conocimiento de los saberes y el
aprendizaje de los individuos que permiten el sostenimiento de un sector
industrial. Las páginas posteriores se construyeron con la identificación de
patrones narrativos en  entrevistas a pescadores de diferentes generacio-
nes y experiencia laboral, tomando en cuenta las jerarquías del barco en el
momento de la aplicación de la guía semiestructurada. Las entrevistas se
realizaron en el Parque Industrial Bonfil, en la ciudad de Mazatlán, Sinaloa.
Este municipio, ubicado al norte del país, concentra la mayor cantidad de
embarcaciones camaroneras.

3 Este capítulo se desprende de mi tesis Vivir entre mar y tierra: cambio social y continuidad en el
oficio de la pesca industrial del camarón en Sinaloa, para obtener en 2017 el grado como doctora
en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México. Para llevar a cabo
la selección de la muestra se construyeron tres cohortes de tipo cualitativo, identificando los
momentos de cambio más importantes en la estructura y organización del sector pesquero. A lo
anterior se sumó la selección de los entrevistados, buscando la diversidad en la jerarquía ocupada
dentro del barco en el momento de la entrevista, lo que otorgó una variabilidad interna y externa
al estudio.
4 Las jerarquías en un barco camaronero son las siguientes:
Patrón o capitán. Es la jerarquía más alta dentro del barco; es el responsable de elegir las zonas
de pesca, así como de mantener la seguridad y vida de los tripulantes. Es su responsabilidad
llevar la mayor cantidad de producto.
Motorista. Es el responsable de la máquina del barco, el sistema eléctrico del barco y la refrige-
ración del camarón.
Cocinero. Es el encargado de preparar las tres comidas al día para alimentar a la tripulación y
ayuda a descabezar y limpiar el camarón.
Marinero. Generalmente son dos y manejan las redes y los equipos de pesca necesarios para tirar
el lance; hacen guardias, ayudan a manejar la embarcación, y a descabezar, limpiar y acomodar
en una tina el camarón.
Ayudante de motorista. Es el encargado de ayudar al motorista y cuidar el producto cuando el
barco llega al muelle.
Pavo. Se trata del aprendiz que recibe órdenes del resto de los tripulantes. Debe realizar activida-
des como tirar el chango, que, como se señaló antes, es una red de prueba de camarón que
se echa antes de tirar las redes; debe tener limpia la cubierta y ayudar al cocinero en caso
necesario, etcétera.

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124 CAROLINA PELÁEZ GONZÁLEZ

Navegar en el aprendizaje del oficio de pescador de altamar

Con la finalidad de mostrar el potencial de análisis de las percepciones y


prácticas en la conformación de los sistemas de aprendizaje en una ocupación,
a continuación se recurre a una descripción de las prácticas corporales y
sensoriales que los varones tienen que aprender o modificar para convertir-
se en pescadores de camarón en altamar. Este tipo de oficio demanda tam-
bién un aprendizaje emocional, especialmente porque el aislamiento social
de navegar durante alrededor de un mes conlleva que la vida cotidiana se
realice en el mismo lugar. La relación analítica cuerpo-sentidos-emociones
cobra sentido cuando situamos las prácticas en los entornos laborales, de-
vela la experiencia y percepción de los sujetos que ejercen un oficio y per-
mite indagar cómo está relacionada dicha experiencia con la configuración
de ciertas formas de ser varón.
El estudio de las prácticas y percepciones de los pescadores de altamar
tiene que ver con el interés de indagar la manera en que los individuos son
agentes partícipes en la construcción de un sistema de aprendizaje y circu-
lación de los saberes. Esto implica pensar el aprendizaje lejos de las barreras
que impone la relación entre lo abstracto y lo práctico, para preguntarse por
la diversidad de elementos que lo conforman. Para lograrlo, se rastreó el
inicio de la transferencia de conocimientos entre los integrantes cuando
comenzaban el trabajo en el mar, especialmente porque en esta situación los
pescadores comienzan a interactuar con el conjunto de individuos y agentes
no humanos propios de la pesca del camarón. Lo anterior abre la posibilidad
de analizar en acción la forma en que se asocia un conjunto de elementos
que se interconectan en un espacio y tiempo. Como se verá, el aprendizaje
de ciertos movimientos corporales, la modificación de algunos sentidos y el
mantenimiento de un clima emocional considerado estable son centrales
para realizar el trabajo de pescar y sobrevivir en altamar.

El viaje en altamar

El primer viaje es cuando el pescador sale a pescar camarón en altamar,


ocupando la posición de pavo. Esta experiencia constituye un rito de inicia-
ción que pone a prueba a los pescadores; su primer enfrentamiento con el
mar, los artefactos y sus compañeros de trabajo. El barco en altamar no es

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 125

el mismo artefacto que está anclado en el muelle, sin la interacción de las


corrientes marinas o vientos, donde apenas se siente el ligero vaivén de
las olas. Al zarpar, el desplazamiento del buque se intensifica y hace que la
experiencia a bordo sea distinta a cuando está anclado. En tierra, el pescador
está acostumbrado a caminar sobre una base firme; en su primer viaje el
piso comienza a moverse constantemente.
Ser el pavo es una experiencia que coloca al cuerpo en una situación
extrema, desde sus movimientos hasta los sentidos y las emociones del pes-
cador. En pocas palabras, cuando el pescador comienza a trabajar en el
barco se hace consciente de sus propias limitaciones corporales. Este pro-
ceso de adaptación corporal se hace evidente a partir de algunas manifes-
taciones, la más importante es el mareo. Marearse en el primer viaje es una
experiencia que todos los pescadores mencionan haber tenido, pues los
sentidos se ponen a prueba y preparan al cuerpo para saber cómo moverse
en el barco. Convertirse en pescador implica entonces transformar el cuer-
po en un elemento más que, a su vez, se incorpora a los saberes necesarios
que permiten la realización del oficio.
A lo anterior se suma otro tipo de adaptaciones corporales, como acos-
tumbrarse al olor del diésel y al ruido de la máquina del barco. Son olores y
sonidos a los que las narices y oídos de los pescadores no están habituados.
Los componentes químicos del diésel ocasionan que algunos pescadores se
mareen al aspirarlo. Algo similar sucede con el ruido estruendoso de la
máquina del barco, que tiene que estar encendida durante casi toda la tra-
vesía para poder navegar y encontrar camarones. Los sentidos se adaptan al
entorno y modifican el cuerpo, es decir, los pescadores desarrollan el con-
junto de capacidades de tolerancia al medio ambiente y coordinación cor-
poral necesarias para mantenerse erguidos en el barco.
Iniciar con mareos el primer viaje no exime a los pescadores de tener que
aprender a manejar los objetos que componen el barco y permiten capturar el
camarón. El pescador novato tiene que controlar su mareo y simultáneamen-
te cumplir con las actividades que los otros tripulantes le ordenan. Así, el pavo
aprende, mientras intenta mantener el equilibrio y tirar al mar una pequeña
red para probar si hay camarones en la zona de pesca seleccionada por el capi-
tán. El pescador aprende que el camarón desprende un ácido que quema sus
manos si no utiliza guantes, y que en combinación con la arena puede ocasio-
nar lesiones que requieren atención médica.

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Ilustración 1. Pescador en equilibrio Ilustración 2. Manos quemadas


sobre el barco en altamar de un pescador

Fuente: Barcos Camaroneros del Pacífico 5 Fuente: Barcos Camaroneros del Pacífico

Estos sufrimientos corporales forman parte de los ritos de iniciación;


los marineros son indiferentes hacia los pavos en el primer acercamiento
con los objetos y animales marinos, al no advertirles ni proveerlos de ciertos
insumos, como guantes de hule o talco. Por lo general, los pescadores se
niegan a reconocer el dolor porque eso implica también poner en duda su
capacidad de adaptación en el primer viaje y confiesan sentir vergüenza por
experimentar dolor o no lograr el trabajo asignado. Soportar el dolor o si-
tuaciones que se consideren difíciles es un elemento valorado por parte de
la tripulación, para convertirse en pescador y continuar navegando. Estas
son algunas de las reglas y normas establecidas que el pavo aprende como
principiante.
El barco es el espacio donde el pescador pasa gran parte de su vida, no
solo trabajando sino también socializando con sus compañeros. A partir de

5 Barcos Camaroneros del Pacífico es una página en la red social Facebook creada para que los
pescadores compartan fotos y opiniones.

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 127

su tamaño, diseño y distribución espacial, el buque camaronero delimita el


espacio y las formas de interacción de los pescadores. El aislamiento social
forma parte de las características del oficio. La restricción espacial es un
aspecto de la vivencia del trabajo, en que abona la distancia familiar y pér-
dida de relaciones sociales con amigos durante varios meses al año lejos de
tierra. Convivir en armonía dentro del barco es la habilidad más importan-
te que debe tener un individuo para convertirse y mantenerse como pesca-
dor. Una de las principales responsabilidades que tiene el capitán no solo es
encontrar el camarón, sino lo que podríamos llamar la búsqueda de una
estabilidad emocional entre los tripulantes. Esto quiere decir que es el en-
cargado de generar un ambiente en el que las emociones permitan la convi-
vencia sin conflictos.
Cuando el aspecto emotivo se altera entre los tripulantes, se desequili-
bra también el trabajo de los otros y amenaza el objetivo común, que es
pescar. Una de las emociones que emergen en las narraciones de los pesca-
dores es la amargura, advierten que la gente en el barco se amarga, se sien-
te frustrada, de mal humor y les es difícil estar tantos días en altamar. Los
pescadores reconocen la manifestación de esta emoción en altamar como
un aspecto negativo para la división social del trabajo dentro del barco. La
amargura es una emoción compuesta por otras emociones como la tristeza
y la ira, así como un sentimiento de disgusto, que hace evidente el deseo de
no seguir trabajando en el barco. Esta emoción nos habla de la configuración
de ciertos códigos y normas culturales que dictan el comportamiento espe-
rado del oficio. Lo interesante de las narraciones de los pescadores es que
señalan que la amargura tiene también una capacidad de contagio, en el
sentido de que su expresión emocional puede ocasionar también amargu-
ra en los demás. El pasar de los días en el barco hace más difícil la convi-
vencia en altamar; entre los extenuantes ritmos de trabajo y la distancia
familiar se convierte en todo un reto ignorar la amargura de los otros. En
este sentido, la amargura permite recordar la conexión entre el pescador y
las normas que rigen su trabajo. La contención de la amargura es algo va-
lorado, mientras que su expresión se percibe como algo negativo, dado que
no es el comportamiento socialmente esperado dentro del barco. El encie-
rro trae efectos en las relaciones sociales, esta es una condición laboral del
oficio de la pesca, que interfiere tanto en el yo como en las interacciones
que establece el pescador.

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128 CAROLINA PELÁEZ GONZÁLEZ

Esta demanda de manejo emocional cobra sentido cuando los pesca-


dores narran sus experiencias frente a huracanes y ciclones. La fuerza de
estas entidades naturales puede provocar que su trabajo se convierta en
una lucha de sobrevivencia frente al fenómeno que encaran, donde en
ocasiones la batalla es ganada por las entidades naturales, lo que muestra
su potencial para modificar el curso de una temporada o la vida misma de
los pescadores. Estos elementos forman parte de las relaciones que esta-
blecen los pescadores en altamar e imprimen peculiaridad al oficio de la
pesca industrial del camarón. Para mantener el barco a flote es necesario
poner en acción los conocimientos y, sobre todo, compartirlos con los
demás. La experiencia de quienes tienen más tiempo, como los capitanes,
no solo transmite la confianza de los años de trabajo, sino también des-
empeña un papel central en el manejo emocional para mantener la calma.
Para llegar a ser capitán es necesario haber sido, mínimamente, pavo y
marinero. De quien ocupe el máximo puesto en el barco se espera un
conocimiento de los contratiempos en el océano, adquirido con la expe-
riencia laboral.
Se considera primordial mantener la calma frente a lo que ellos llaman
un mal tiempo, pues en este contexto el miedo es la principal emoción
que debe enfrentarse para saber cómo dirigir los movimientos necesarios
para que el buque no vaya a pique. Para mantener la calma y controlar el
miedo es indispensable un control corporal y un despliegue del aprendi-
zaje sensorial. Enfrentarse al mal tiempo implica que el desplazamiento
del barco se mueva a tal punto de no poder sostenerse. La supervivencia
conlleva que en el cuerpo de los pescadores se haya introyectado un acer-
vo de conocimientos: manejo de redes, control del motor y el movimien-
to de las tablas para pescar, pues estas pueden matar con un golpe a un
pescador.
En tales situaciones, es imprescindible, el conocimiento de la embar-
cación a través del tacto pues el agua impide ver adecuadamente por dónde
moverse dentro del barco, y, al mismo tiempo, es necesario direccionarlo
de forma que no se hunda. Se requiere entonces del manejo colectivo de los
objetos que componen este artefacto y la habilidad de cada tripulante para
realizar con destreza la actividad asignada. Por ejemplo, el capitán debe
conocer la dirección del viento y el movimiento de las olas que pegan sobre
el barco. Debe saber ubicarse en la inmensidad del océano; es decir, apren-

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 129

der a ubicarse por medio del conocimiento adquirido a lo largo de los años
y del uso de un navegador, aunque el funcionamiento de este último es
complicado cuando los vientos golpean con toda su fuerza. Por las razones
anteriores, los pescadores perciben el oficio como un trabajo sacrificado.
El aislamiento social y el peligro que acarrea la práctica del oficio forman
parte de la experiencia laboral y la significación que los pescadores le otor-
gan a su trabajo. La mayoría de los pescadores entrevistados encuentran en
este oficio una alternativa laboral para mantenerse a ellos mismos y a sus
familias, la distancia se sobrelleva con el sentimiento de responsabilidad
de proveer.
En ocasiones, la angustia de no lograr una buena temporada de pesca
pesa más que la posibilidad de encontrarse con un mal tiempo. La frase
que utiliza un capitán entrevistado permite captar este sentimiento: “no-
sotros los capitanes no somos responsables de alimentar a siete trabajado-
res, sino de alimentar a siete familias”. El principal significado que los
llamados hombres del mar le dan a su trabajo es el reconocimiento de
proveer. El riesgo, la incertidumbre y el aislamiento social se resignifican
mediante un sentimiento de orgullo, sacrificio y responsabilidad de cum-
plir un mandato central de la masculinidad: el varón como principal
proveedor del hogar.

Despedidas familiares momentos antes de partir a altamar

Ilustración 3. El beso Ilustración 4. La despedida

Fotografías de Carolina Peláez González

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Ilustración 5. La bendición Ilustración 6. Despedida familiar

Ilustración 7. El abrazo Ilustración 8. Adiós, papá

Fotografías de Carolina Peláez González

Conclusiones

En este trabajo se buscó mostrar la manera en que el sistema de aprendizaje


y adquisición de conocimiento de un oficio involucra también un sistema
corpóreo-sensible-emotivo. Una primera reflexión analítica es que las formas
de experimentar y percibir el trabajo, por parte de los pescadores, son también
un elemento importante en el flujo de conocimiento que permite la regula-
ridad en el tiempo de una ocupación a través de la repetición de las prácticas
sociales. Como se describió, el rastreo de estas prácticas puede aprehenderse
a través de las prácticas y técnicas con las que el cuerpo es el principal direc-
tor que orquesta la ejecución de las actividades en el momento de pescar.

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NAVEGAR ENTRE LOS SABERES DEL OFICIO DE LA PESCA 131

Tomar en cuenta las condiciones materiales y agentes no humanos que po-


sibilitan y demandan transformaciones y la concientización sobre el manejo
del cuerpo, como el mareo o el desarrollo del tacto, permite pensar el con-
cepto de espacialidad no como espacio físico inerte, sino como un medio fí-
sico perfomativo. Es decir, puede ser cambiante y tener la capacidad para
transformar las condiciones de la pesca en términos de posibilidad o impo-
sibilidad, tal es el caso del mar como espacio laboral, que por momentos
puede ser un ente hostil o la fuente principal de trabajo.
La segunda reflexión es que una ocupación, como el oficio aquí presen-
tado, puede demandar una coordinación corpórea como un elemento indis-
pensable de la organización laboral. Dejar de sentirse mareado involucra un
proceso de adaptación y socialización para poder acostumbrarse al trabajo.
Por ejemplo, la equilibriocepción, esto es, el sentido del equilibrio y la capa-
cidad de permanecer erguido, se ve trastocada y demanda una transformación
de diversa información sensorial. Según Shannon Hoffman (), mantener
el equilibrio depende de la interdependencia de diversos órganos del cuerpo,
como la vista, el oído, el olfato, el tronco cefálico, las articulaciones y los
tendones. Sacar al cuerpo de una base fija e introducirlo en un entorno de
inestabilidad es un proceso de aprendizaje que implica una transformación
corpórea-sensorial que resulta indispensable para pescar. Sin este aspecto el
trabajo no se podría realizar. Asimismo, la capacidad de sobrevivir en altamar
dependerá del aprendizaje de nuevas técnicas y de la interacción con agentes
humanos y no humanos, pues aquí el cuerpo es el principal referente de sa-
beres y enseñanzas. El primer viaje es una experiencia que el individuo tiene
que vivir para hacer una vida laboral en la pesca, pues de la adquisición de
nuevas habilidades corporales y emocionales dependerá su conversión en
gente de mar o su regreso a ser gente de tierra.
Una tercera y última reflexión consiste en señalar que las diferencias de
género en espacios laborales son un elemento indisociable de la manera en
que se perciben y demandan cierto tipo de conocimientos y transformaciones
corporales y emocionales asociadas a características de masculinidad. Lo
anterior se puede observar en dos aspectos: el primero es que el riesgo y la
inseguridad se asocian con características masculinas; retar con la vida mis-
ma y, por tanto, con el cuerpo son posturas de peligro que se perciben propias
de los varones. El riesgo de caerse al mar, golpearse con un algún objeto
pesado o morir a causa de algún huracán posibilitan la reproducción de la

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132 CAROLINA PELÁEZ GONZÁLEZ

configuración de esquemas de percepción asociados con la masculinidad


de los pescadores. De esta manera, la experiencia corpórea-sensible-emotiva
de los pescadores está vinculada con representaciones e imágenes asociadas
a formas de masculinidad que permiten entender parte de la segregación
ocupacional en este oficio: tolerar el dolor y el maltrato cuando se es pavo,
contener la amargura y el llanto, no permitirse sentir miedo y arriesgar la
vida son en su conjunto habilidades emocionales y corporales valoradas en
esta actividad laboral y por el gremio pesquero. El trabajo de la pesca deman-
da un conjunto de prácticas corporales y emocionales a propósito de una
normatividad de género. Esto significa entender que los procesos de cons-
trucción de la masculinidad se ordenan desde el cuerpo y su interconexión
con materialidades y entes diversos. El pavo configura su masculinidad
desde la interacción con otros miembros de la tripulación: no mostrarse
débil frente a los otros, tener contacto con las herramientas y técnicas de
pesca, enfrentarse con los primeros vientos, con animales marinos o bien con
el ácido del camarón. Por ello, la experiencia del sacrificio de ser pescador
adquiere significado y valor cuando soportar el aislamiento social y la dis-
tancia familiar trae como resultado el cumplimiento de un mandato de gé-
nero central para los varones: el desempeño del rol de proveedor como un
aspecto trascendente de la experiencia y significación atribuida a la actividad
laboral. A partir de lo anterior es posible concluir con una generalización
analítica que tiene la finalidad de provocar e invitar futuras investigaciones:
todo sistema de aprendizaje se articula a partir de un sistema sensorial que
permite adquirir y producir conocimiento. Lo anterior hace posible entender
la centralidad que tiene la dimensión corporal y emotiva para toda forma de
organización laboral, al ser un elemento que configura las formas de percep-
ción de las personas. Este proceso de elaboración perceptual en torno a la
ocupación, en que las diferencias de género se reproducen y pueden aprehen-
derse a partir del análisis de las prácticas y modos de interacción, abre una
ventana más para observar el vínculo entre el género y el trabajo.

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pesquero como pieza clave de una pesca sustentable. Caso selecto: la pesquería

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