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TEXTO: LA CIUDAD DE
DIOS, SAN AGUSTÍN
Sección: 15
1
San Agustín: 1390.
San Agustín plantea en su obra que el hombre de por sí es débil y se ve llamado
constantemente al pecado, por lo que el hombre puede actuar correctamente por dos
razones; primero debido a su moral cristiana y su deseo de llegar a la provincia celestial y
no ser castigado en la vida del más allá, o debido al sistema judicial de su gobierno y que se
ve obligado a no cometer imprudencias para no ser castigado en la vida terrenal.
El reconocer a Dios y verlo como un fin en nuestra existencia nos llevara eventualmente a
querer actuar adecuadamente y llevar una vida guiada por la virtud, que nos ayude a través
de la justicia, la fortaleza y la templanza a no caer en los vicios, y si llegamos a caer,
confiar en que la virtud nos llevara por el camino del arrepentimiento y nos redimiremos de
nuestros actos. Y así lo afirma San Agustín: “El bueno, ni se ensoberbece con los bienes
temporales, ni con los males se quebranta.” 2
En la ciudad de Dios, el concepto de libertad para San Agustín es amplio, Dios otorga a los
hombres el libre albedrio, y los hombres son los que se hacen así mismo esclavos si no
siguen la voluntad de Dios y caen en las tentaciones y los pecados, es decir se esclavizan de
los vicios. Ósea que la verdadera libertad es seguir el camino del bien y la virtud. Para que
se cumpla la libertad en el mundo terrenal se necesita un sistema judicial, San Agustín
afirma que para que un gobierno sea próspero y funcione adecuadamente debe tener la
justicia como centro de sí. Y esta debe constar de la justicia de Dios, es decir seguir y
buscar la virtud, la sabiduría y los valores para así regular los pecados y tentaciones.
Si la población se comporta de una forma moral adecuada, alejándose de los vicios se
podrá llegar a una ciudad plena.
Se afirma la existencia de una ciudad divina sin dañar la libertad, ya que Dios nos otorga la
libertad de seguir el camino que nosotros deseemos, es nuestra decisión como vivir nuestra
vida y que actos realizar, estos sean justos o no y dependiendo si queremos poder llegar
eventualmente a la ciudad de Dios o no.
Como conclusión San Agustín nos afirma que para llegar a tener una vida plena y feliz
debemos seguir el bien y buscar la paz a través del don de la virtud que Dios nos otorga.
Pero esta felicidad al fin y al cabo es pasajera ya que la que realmente importa y es real es
la felicidad que se nos otorgara en la ciudad celestial, a la cual solo podemos llegar a través
de la Fe y la virtud.
2
San Agustín; Cap. XVIII