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San Agustín de Hipona antes de ser exaltado como santo, fue un hombre que cometió muchos pecados antes de su

conversión, pues vivió de manera libertina y poco decorosa frente a las miradas de la sociedad. Conoce más sobre el
libro Las Confesiones de San Agustín, que revela cosas interesanteslos libros de Las Confesiones de San Agustín, el santo
manifiesta su confianza en Dios como un ente verdadero. El santo hace referencia a que ha tocado fondo por sus
pecados, pero siempre halló los brazos de Dios para salvarlo. Aprende a cómo realizar una oración en su nombre.
Agustín reconoce que sin Dios no sería nadie en este mundo.
Para Agustín, Dios es un elemento inmutable que está en todas partes, en cada rincón del ser humano. Siempre
nutriendo las almas desesperadas y refugiando bajo sus brazos a los desprotegidos. En Las Confesiones de San Agustín,
el hombre pide la conversión en este libro primero. Poco a poco fue recibiendo mensajes de él y alientos de consuelo
para cambiar su estilo de vida.
San Agustín no hallaba su lugar en la tierra, cuestionó su existencia. El hombre desde su niñez ya mostraba envidia ante
sus hermanos, por ser marginado ante los ojos de sus padres. San Agustín poco a poco deja su soberbia para comenzar
su conversión
Libro primero de las Confesiones de San Agustín abre las puertas de esta obra, indicando las dos referencias
fundamentales que mueven la historia de Agustín y de todo ser humano:
1. Origen en Dios: Agustín reflexiona sobre el origen divino y la creación del hombre.
2. Pecado de origen: También aborda el concepto del pecado original y cómo afecta a la humanidad.
A lo largo de los libros siguientes, San Agustín describe su progresivo alejamiento de Dios, su búsqueda de retorno hacia
Él y finalmente, el reencuentro con Cristo y la Iglesia católica123. En este primer libro, el santo manifiesta su confianza en
Dios como un ente verdadero y relata cómo ha tocado fondo por sus pecados, encontrando siempre los brazos de Dios
dispuestos a salvarlo2.

El libro primero de las Confesiones de San Agustín nos sumerge en los primeros quince años de la vida del santo, cuando
era un niño en Tagaste y Madaura. A través de su relato, Agustín nos lleva a reflexionar sobre dos aspectos
fundamentales:
1. Invocación al Señor: Comienza con una hermosa invocación a Dios, reconociendo Su grandeza, poder y sabiduría.
Agustín se pregunta si debe invocar a Dios antes de conocerlo o si es el conocimiento previo lo que nos lleva a
invocarlo. La fe, inspirada por la humanidad de Cristo, es la que lo impulsa a buscar y alabar al Señor1.
2. Inmensidad de Dios: Agustín se maravilla ante la inmensidad de Dios, que no puede ser contenida por el cielo y la tierra
que Él mismo creó. ¿Cómo puede invocar a Dios si no hay un lugar donde Él no esté presente? La respuesta está en que
Dios nos invoca para que lo conozcamos y creamos en Él1.
Este primer libro establece las bases para el viaje espiritual que Agustín compartirá en sus Confesiones. A medida que
profundices en la obra, descubrirás sus luchas, pasiones y su búsqueda constante de la verdad divina

En la presente aportación se dará a conocer la experiencia religiosa que tuvo san Agustín pasando según él, de una vida
errante a una vida llena de gracia y de amor. Dicha conversión la expresa en el libro de las Confesiones donde da a
conocer su total y radical conversión. Ahora bien, en el escrito del primer libro sólo menciona una de sus etapas de vida,
en la cual san Agustín confiesa los vicios, pecados de su infancia y de su perecía; y sobre todo da gracias a Dios por los
beneficios que ha recibido. Cabe mencionar que tal santo es considerado como uno de los teólogos latinos más
importantes dentro de la Iglesia católica.
En un primer momento san Agustín da a conocer la grandeza y majestad de Dios mencionando que el Señor es digno de
alabanza y grande es su poder e infinita su sabiduría en toda la tierra. Pero solamente el hombre que busca a Dios podrá
hallarlo y así alabarlo, teniendo en cuenta que Dios se encuentra en el hombre y el hombre en Dios. En efecto, Dios está
en todas partes manifestando su majestad y perfección. Ante esta situación Agustín pide a Dios todo poderoso perdón
por sus pecados especialmente cuando era niño:
“Sedme propicio, Dios mío, y aplacad vuestro enojo los pecados de los hombres. El que sea un pecador el que os invoca,
tenéis misericordia de él, porque vos hicisteis al hombre, pero no su pecado”.[1]
Con la frase ya mencionada, Agustín piensa que nadie está limpio de pecado, aunque sea un infante recién nacido. En
efecto, con ello da a entender que todo hombre por naturaleza tiende a pecar no importando su condición. Por ello es
mejor pedir perdón a Dios de todo pecado y alabarle con el corazón.
Ahora bien, el gran santo marca explícitamente los momentos de su niñez y de la puericia, la cual es un cambio que se
da en la persona, es decir, dejar de ser niño para ser un adolescente. Durante el periodo de la puericia Agustín va
marcando las experiencias que lo alejaron de Dios por su comportamiento y su forma de ser con los demás, por ejemplo
con sus padres, maestros y amigos. Por ello menciona que: “es cierto que yo pecaba, Dios y Señor mío, autor y
ordenador de todas las criaturas (aunque de los pecados solamente ordenador, mas no autor), es cierto que yo pecaba,
obrando contra lo que me mandaban mis padres y maestros”[2]. De acuerdo a esta confesión Agustín le pide
misericordia a Dios por las contrariedades y que lo libre de todo mal.
Así pues, el gran santo da gracias a Dios por todo lo que ha podido vivir aunque sea en un camino errante, pero cuando
lo logró conocer tuvo que arrepentirse de todo lo que realizó durante su niñez y adolescencia. Entre tanto san Agustín
conforme a su experiencia expresa desde su corazón las palabras: “yo he buscado, Señor, y siempre he de buscar la luz
de tu rostro pues muy lejos está de ver, los que siguen la ciega oscuridad de sus pasiones”.[3]
Como se sabe San Agustín de Hipona es uno de los teólogos latinos más destacados de la Iglesia católica por su aporte
filosófico que ha dado. También se puede decir que durante su niñez no pudo profundizar ni conocer el amor y
misericordia infinita de Dios, sin embargo el Señor estuvo en todo momento con él aunque él no lo sintiera. También se
puede decir que tuvo una conversión radical sustentada por Dios, el cual está en él y él en Dios. En conclusión se puede
decir que san Agustín tuvo un proceso de conversión durante las etapas de su vida que lo llevó hacia la persona de Dios.
Me parece importante destacar, que San Agustín al inicio de su vida, como él mismo lo menciona tuvo una vida errante,
pero no por ello, nunca dejo de buscar la verdad, verdad misma que se haya en Dios. Aunque su vida fue disoluta al
inicio, en parte siempre estuvo en esta búsqueda por Dios de una manera inconsciente. Cierto es que la naturaleza del
hombre es limitada, y por lo cual concupiscible, es decir, inclinada al pecado, pero no por ello se debe de quedar el
hombre ahí en el error, sino que debe de levantarse y seguir adelante, continuar con la búsqueda ya emprendida de Dios,
el cual perdona siempre y en cada momento, y al cual lo podremos encontrar en lo profundo de nuestra persona, pues
como él lo dice “Dios está en el hombre, y en el hombre está Dios” y el que “busca a Dios podrá encontrarlo.”
El primer libro dentro de las confesiones de san Agustín es importante, ya que nos pone a la entrada de lo que pretende
plasmar en dicha obra, por lo tanto es aquí donde verificamos la intencionalidad del neoplatónico dentro de su vida y
obra la cual es dar testimonio de su conversión, no sin antes describir la génesis de aquel hombre que debe ser renovado
mediante el emprendimiento de un andar por la vía de la razón en búsqueda de un ser superior y el conocimiento de la
verdad. "Entender para creer, creer para entender".
as confesiones de san Agustín:

Capitulo I

En el primer libro de la obra, San agustín, pide perdón por los pecados
cometidos en el comienzo de su vida. Toca en este libro, todo el período de la
niñez, período tan sujeto a pecado como otro cualquiera.

Agustín, a lo largo de este libro, muestra y reconoce su insignificancia con


respecto a Dios, se abruma con el hecho de que Dios hayaperdonado sus
pecados, lleva a cabo una autocrítica por todos los errores cometidos, y se
muestra consciente de todas aquellas cosas que izo mal, explicando el porque
de su mala actuación y comprendiendo desde su actual punto de vista , ya
maduro y consciente de la bondad de Dios, que aquello que no izo (o izo mal) y
debería haber hecho, era el medio para alcanzar un fin, que era su propio bien(un bien desde un punto de vista
religioso).

Resumen.
En este libro, Agustín, comienza alabando al señor, a su poder, pero siendo
consciente de que ya es osado que el hombre alabe al señor debido a su
insignificancia con respecto a este, y asegurando que es muy importante
conocer a dios antes de alabarlo. Continua diciendo que dios esta dentro de
el, y que sin el, no sería nada, ademásdios es omnipresente, sumo, optimo,
justísimo, inmutable… mas adelante, le pide a dios que sea su salvación,
que repare su alma. Asegura que es dios quien a través de sus nodrizas
lo alimentaba, que todos sus bienes provienen de dios, incluida su salud.
Pregunta a dios acerca de lo que le ocurrió acerca de la niñez, si existió una
etapa anterior, solamente dios puede responderle a ello. Vanapareciendo una
serie de afirmaciones/como las siguientes
-El hombre proviene de dios.
-Los niños tienen malos sentimientos pero a ellos se les perdona.
-El arrepentimiento como modo de salvación.
-…
Agustín se queja de que la gente aprovechase el no estar bautizada para hacer
el mal, y que no comprendiese el verdadero significado del bautismo.
Continúa criticando su ignorancia pasada,hablando de la época en la que
odiaba las letras latinas enseñadas en primaria, diciendo que gracias a estas,
puede escribir y leer, y que por culpa de las otras, se olvidaba de sus errores,
y se centraba en los de otros. Mas adelante, dice que pondrá a disposición de
dios todo lo bueno que ha aprendido, y que mediante la disciplina de dios y la
confesión, logro librarse de unos pésimosdesenlaces.
También afirma que para acercarse a dios hay que acercarse al bien, y que
dios tiene misericordia incluso de los que están cerca del mal, agradece a dios
que este en el, y que le haya transmitido sus virtudes, y que sea el creador y
gobernador de todo.

Capitulo III

Seguimos en este capitulo con la parte adolescente de Agustín en la que, por


primera vez, se acerca a dios.

Resumen:Agustín llega a Cartago para iniciar estudios, y nos cuenta que sentía
un hervidero de amores impuros. Quería amar y ser amado pero
fundamentalmente si podía gozar del cuerpo de la amada, manchando su alma
con la concupiscencia.

Dice que llego a ser amado, pero en este amor al que se refería antes, con lo
que acabo cayendo un estado dominado por celos, envidias, iras y contiendas.Habla de que en sus estudios llego a
convertirse en muy buen retórico, y critica
las actitudes y comportamientos de sus compañeros, así como la ceguera de
ellos y el mismo por las razones que ya explique anteriormente, relacionadas
con la retórica.

Comenzó entonces, a estudiar ciertos libros, con lo que pretendía satisfacer la


vanidad humana y sobresalir, y se encontró con un libro, elHortensio, que fue
el primero en acercarle a dios.
Esto despertó en el deseos muy fuertes de aproximarse a dios, y descubrió por
primera vez, que este obraba por el.
Se intereso entonces por las santas escrituras, pero pensó, en aquel momento,
que estas eran indignas de parangonarse con las escrituras de tulio, con lo que
rechazo su estilo, sin lograr que su mente penetrara en el interior de...
Esta lectura muestra una postura religiosa en la que se ve a dios como un ser real y omnipotente con cada frase tomada
del texto intentare dar una explicación congruente.
En el libro I, da a entender con una frase que el hombre alaba a dios, considerándolo una minúscula parte de la creación
mencionando el castigo que lleva por haber pecado,ese castigo es la mortalidad. Afirmando que este acepta a los
soberbios que bien podría decirse son los que creen saber demasiado sobre él, que afirman su inexistencia, que no
aceptan los errores. San Agustín habla desde un punto completamente dogmático frente a su Dios. “¿Y pretende alabarte
el hombre, pequeña parte de tu creación, y precisamente el hombre, que, revestido de su mortalidad, llevaconsigo el
testimonio de su pecado y el testimonio de que resistes a los soberbios?”.
Habla también sobre la búsqueda verdadera de Dios, afirmando que no es posible hallar a dios y no quedar satisfecho,
esto quiere decir que qué al encontrar la satisfacción es que lograste encontrar a Dios, pero esta “búsqueda no debe
quedarse así por que no se trata de satisfacerse, más bien de una verdaderaindagación de sí mismo.
Agustín es uno de los mejores teólogos que la Iglesia ha tenido siempre. Había un gran regalo para la escritura y una
mente aguda. Confesiones fue escrito unos años después fue nombrado obispo de Hipona en el 398 AD. Retóricamente
se trata de un bello libro, que no es una sorpresa porque el propio Agustín era un profesor de retórica. Sin embargo,
cuando leemos este libro, desde la primera página de inmediato tener una impresión más bien negativa de Agustín. ¿Por
qué estaba en condiciones de declarar vívidamente todos los pecados que había cometido terribles? ¿Era necesario para
él hacer eso? En este breve ensayo, voy a argumentar que al trazar una imagen negativa de su vida temprana y
relacionándolo con la gracia preveniente de Dios, Agustín quería construir la autoridad divina por su nueva posición de
liderazgo. Hay tres elementos principales que tenemos que examinar aquí: pasado pecaminoso 1) San Agustín, 2) la
gracia preveniente de Dios, y 3) su implicación a su posición de liderazgo. Vamos a ver cómo se relacionan entre sí.
El relato entero de la vida de san Agustín en las Confesiones es muy intrigante. La mayor parte de la primera mitad del
libro está lleno de la maldad que había hecho. Después de glorificar a Dios, inmediatamente exclamó: «Escucha, oh Dios!
¿Cómo malvados son los pecados de los hombres! «(Confesiones I 7). Con esta oración de apertura sobre la maldad del
hombre, a continuación, Agustín establecidos pertinentes historias pasadas de su vida. Empezó con su naturaleza de
pecado desde el momento antes de que siquiera había nacido. Él dijo: «… yo nací en el pecado y la culpa estaba conmigo
cuando ya me concibió mi madre …» (Confesiones I 7). Por otra parte, Agustín continuó el viaje de su vida pecaminosa
de su infancia. Este fue el momento en que él tenía la capacidad de hablar y empezó a aprender a leer y escribir. Pecó
por su desobediencia a sus padres y maestros. El pecado cuando él no quiere estudiar, aunque sabía que era para su
propio bien. El pecado cuando le mintió a sus padres, su tutor, etc engañó en muchos juegos que jugaba con sus amigos.
Vio a su maldad como el hijo pródigo en la escritura.
A pesar de que la vida pasada de Agustín estaba lleno de pecados, como hemos visto anteriormente, la gracia de Dios era
real para él. Estos dos elementos no están separados, pero elegantemente entrelazadas en las Confesiones. La gracia de
Dios se ha demostrado en varias maneras. En primer lugar, Dios le dio la capacidad para comprender el lenguaje a pesar de
que otras personas no le enseñó un sistema de la gramática (Confesiones, I 8). Atribuyó esta habilidad como un don de Dios.
Esta es la habilidad que seguir desarrollando todo su potencial cuando se convirtió en un profesor de retórica. En relación con
esta destreza del lenguaje, Dios también le dio una extraordinaria capacidad para pensar (Confesiones, I.17).

En segundo lugar, la gracia de Dios se le dio aún más a él por la curación de su cuerpo físico. Dios lo sanó de una
enfermedad estomacal grave que podría haber llevado a la muerte (Confesiones, I.11). En otra ocasión, cuando estaba muy
enfermo en Roma, dijo, «estuve cerca de morir, a punto de perder mi alma.» (Confesiones V.9) En medio de esa situación
crítica, según Agustín, fue curado milagrosamente por la misericordia de Dios.

En tercer lugar, Agustín se dio cuenta de la obra de Dios a través de la oración incesante y fuerte fe de su madre, Mónica. El
papel de Mónica en toda la narración es muy importante. En cuanto a las oraciones de Mónica, escribió,
PERSPECTIVA TEOLÓGICA. La encontramos ya en el mismo pórtico del libro y se resume en la célebre máxima, una de las
más conocidas que salieron de la pluma o boca de Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto
hasta que descanse en ti" (Confesiones 1,1,1). La ineludible relación del hombre con Dios ilumina la obra desde su origen
hasta su fin. El prólogo (1,1,1- 1,5,6) contiene una presentación de ese Dios creador y de sus relaciones con el hombre,
su criatura privilegiada. El resto de la obra explicita esa afirmación preliminar.
PERSPECTIVA METAFÍSICA. A continuación del prólogo, Agustín habla de su infancia, entendida como el período previo a
la adquisición del habla. Como personalmente no guarda memoria de ella, toma los datos de la observación de otros
bebés y de cuanto ha oído a distintas personas. La sección acaba con el agradecimiento a Dios por los dones que le
regaló en esa etapa de su vida. En tal contexto, es significativo que se dirija a Dios en estos términos: "Tú, Unidad, de
quien proviene toda medida (de ser); Tú, Hermosura perfecta, que das forma a todas las cosas y con tu ley las estableces
dentro de un orden" (Confesiones 1,7,12). La conclusión es que todas las cosas existen con una medida propia de ser,
tienen una forma o condición que les hace ser lo que son y las distingue de las demás, y ocupan un lugar en el orden
jerárquico de los seres fijado por Dios, que avala su categoría y dignidad. En el caso del bebé, la medida, la forma o
condición y la categoría y dignidad son, obviamente, las humanas. Se trata de dones que el bebé ignoraba, pero que no
por eso dejaban de ser dones.
PERSPECTIVA PSICOLÓGICA. En lo que resta del libro primero, Agustín relata lo que recuerda de su niñez. Como hizo en la
anterior, también concluye la sección manifestando su gratitud por los dones recibidos durante esos años, pero ya en
otro plano: lo que en la infancia aparecía sólo como metafísica, en la niñez se revela ya como psicología. En el niño se
manifiestan ya, en el plano consciente, realidades que tienen su base en la metafísica anteriormente señalada. Un
primer texto significativo es el siguiente: "Tenía buena memoria, me instruía con el habla, disfrutaba de la amistad"
(Confesiones 1,20,31). La memoria implica conciencia del tiempo y, por tanto, de los propios límites, de la propia medida;
el habla verifica la forma o condición racional del hombre, y la amistad sitúa a las personas en el mismo orden de
categoría y dignidad. Lo mismo expresa, aunque en reverso, la continuación del texto: "huía del dolor, de la abyección y
de la ignorancia" (Ibídem.). El dolor es amenaza para la propia existencia y, por ello, indicador de los propios límites; la
ignorancia desvirtúa la propia condición racional; la abyección supone el rechazo de la categoría y dignidad del sujeto
envilecido. La psicología, manifestada en ese triple rechazo, tiene su base en la metafísica referida a propósito de la
infancia. El santo lo expresa de nuevo, pero en otros términos, al indicar que no se trata de algo que él tiene, sino de algo
que él es: "Pues todas estas cosas son clones de mi Dios, pues yo no me los he dado a mí mismo. Y todos son buenos y
todos ellos soy yo" (Ibídem.). No extraña, pues, que el hombre busque placeres (expresión de salud y, en cuanto tal,
garantía de ser), grandezas (es decir, reconocimiento de su categoría y dignidad) y verdades (exigencia de su condición
racional). Pero hay que contar también con la realidad del pecado que toca a todo hijo de Adán. Efecto del pecado fue
que el hombre buscase esos valores donde no debía, fuera de Dios, con la consecuencia de topar justamente con lo
contrario, con "dolores, humillaciones y errores" (Ibídem.). La alternativa que plantea el santo no es la de renunciar a esa
búsqueda, sino la de dirigirla hacia Dios que, de hecho, constituye el bienestar del hombre, su título de gloria y la
garantía para llegar a la verdad (ib.). De esta manera, ha puesto en relación la perspectiva psicológica y la metafísica con
la teológica.
PERSPECTIVA HISTÓRICA. La propia historia es siempre el marco temporal en que el hombre satisface o deja insatisfechos
los deseos constitutivos de su ser. Ya vimos en el apartado anterior que no siempre el hombre consigue lo que busca,
debido a que lo busca mal. Al indicarlo, Agustín no hablaba en teoría, sino que recogía su experiencia personal y la de
otros hombres que actúan como él. En los seis libros siguientes el santo ofrece al lector esa experiencia de fracaso y de
frustración desde distintos aspectos y matices. Cabe distinguir dos grupos -de tres libros cada uno-, en correspondencia
con los tres deseos antes señalados: uno, del segundo al cuarto; otro, del quinto al séptimo. Aunque contengan otros
elementos suplementarios, la frustración de un determinado deseo constituye como el armazón que estructura cada uno
de esos libros. La búsqueda equivocada del placer acaba en dolor: la idea sirve de pauta al libro segundo, que refiere, en
su primera parte, el descarrío sexual del adolescente Agustín y, en la segunda, el robo de unas peras en compañía de los
amigos. La equivocación consistió en buscar el placer sexual fuera del cauce legítimo de la institución matrimonial, y el
del gusto en frutos ajenos, cogidos sólo como tributo pagado a la amistad.
Nuestra meta es Dios
En el libro primero de las Confesiones de San Agustín, encontramos la famosísima exclamación: “[Señor
Dios], nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti”.
Nuestro inicio radica en Dios y nuestra meta definitiva es Él. Nuestra existencia es un proyecto que se inicia
gracias a Dios y en Dios y que un día terminará en Él.
Entender esto significa dar un sentido profundo a nuestro ser y actuar.
Sin Dios, somos como seres perdidos en el universo, que desconocen su inicio, ignoran su camino y carecen
de meta. Dios es el principio y el fin de nuestro existir. Y nuestra vida no es más que el trecho entre estos dos
puntos básicos que debemos aprovechar al máximo para alabarle, darle gracias y servirle en los hermanos
más necesitados.
5. Dios preside el santuario de mi interioridad
San Agustín dice en sus Confesiones: “[Señor Dios mío], tú eres interior a mi más honda interioridad”.
Dios no está cerca de nosotros, sino en lo más profundo de nuestro ser y podemos entablar con Él un diálogo
tierno de amistad. Entre Criador y criatura hay un abismo, pero el Dios que nos ha criado por amor quiere
entablar con su criatura una relación de amistad.
Nuestra filiación divina, descubierta por Jesucristo, es la más grande de las verdades de nuestra religión y, a
la vez, constituye el más sólido fundamento de nuestra fraternidad humana.

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