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Buenas tardes. Para pensar estos dos encuentros que vamos a dedicar exclusivamente a la
poesía vamos a retomar, en principio, varios puntos y varios problemas, pero sobre todo
varios desarrollos, que trabajó Daniel en los encuentros del año pasado. Gran parte, lo
esencial, de lo que podríamos decir en torno a Oliverio Girondo o a Rilke, sobre quienes
ya han estado trabajando con Daniel al principio del recorrido de este año, así como gran
parte de lo que podamos decir sobre Ezra Pound (concretamente, sobre el Cantar III) y
sobre Alejandra Pizarnik lo encontraran en la clase del mismo Daniel del año 2022, que
forma parte de los textos que tienen que leer.
Nos vamos a centrar en una serie de lectura críticas y leeremos con cierto detalle
algunos poemas del siglo XX, correspondientes a distintas “tradiciones textuales”
(Coseriu), a diferentes “agregados nacionales” y a diferentes posiciones políticas y de
género, es decir, vamos a asumir una mirada que está manifiestamente a lo heterogéneo
y que se reivindica como una mirada atenta lo que Ottmar Ette, un autor sobre el que
volveremos y que ustedes ya han trabajado también con Daniel, llama “literaturas del
mundo”.
Tomemos como punto de partida un poema breve de un poeta italiano que ocupa,
junto con otros poetas como Eugenio Montale (Génova, 1896 – Milán, 1981) y Salvatore
Quasímodo (Módica, 1901 – Nápoles, 1968), un lugar especialmente relevante en la
literatura del siglo XX: Giuseppe Ungaretti (Alejandría de Egipto, 1888 – Milán, 1970).
Por supuesto, ocupan un lugar relevante en el ámbito de la lengua italiana, en la medida
en que los tres conforman lo que se considera, o el menos lo que se consideraba
canónicamente en la crítica, como la tríada poética en lengua italiana del siglo XX, con
una inserción más o menos adecuada y más o menos aceptada por ellos al hermetismo.
En todo caso, cada uno con su poética (veremos algunos puntos de los tres, sea en esta
clase escrita, sea en la clase oral) y con sus proyectos de escritura, conforman el espacio
del “novecentismo” poético italiano: son, en este sentido, lo que el siglo XX italiano irá
proponiendo como su poética, moderna pero al mismo tiempo irreductible a las
vanguardias más extremas, como la que representaba en Italia el futurismo. Irreductible,
también, a ciertas formas de poesía contenidística y de poesía popular, que en gran parte
constituye el espacio, importante en la poesía italiana del siglo XX (como lo veremos más
adelante con Pasolini) de la poesía dialectal.
Hermanos
Mariano, 15 de julio de 1916
Palabra temblorosa
en la noche
Hermanos
Pensemos, en principio, algo que parece obvio, pero que quizá no lo sea tanto. ¿Por,
cuando leemos estas líneas, leemos un poema?
Retomamos en este punto una respuesta posible: la que brinda el teórico francés
Gérard Dessons. Para Dessons, nos enfrentamos con un poema, en el sentido moderno
del término (Introduction a l`anlysse du poème, París, Nathan, 2000) se trata,
naturalmente, de pensar la lírica como una construcción histórica), porque:
1. El texto que leemos conforma un sistema, es decir, todas las partes que lo
componen, desde los fonemas hasta la sintaxis, son solidarios en el momento de
producir significación. Si bien, como es claro, todo texto -y no únicamente el
poema- es un sistema, en el caso del poema, al menos según Dessons, ese carácter
sistemático es puesto en primer plano. A lo largo de la historia, retóricas y poéticas
han insistido en el poema reposa en la puesta en sistema de los elementos que lo
componen. El poema es un sistema expuesto.
3. El poema es, también, una aventura del sujeto. Quien escribe, escribe para devenir,
por el poema mismo, algo que todavía no es. El poema es una máquina subjetiva.
Pero volvamos a los años veinte. Cuando se publica la segunda edición de Il porto
sepolto, ya se había cumplido un año de la marcha sobre Roma y del nombramiento de
Mussolini como presidente del consejo de ministros del entonces Reino de Italia. Con los
años, Ungaretti irá manteniendo una relación más o menos estrecha con Mussolini y con
su régimen, será convocado en los años 30 para formar parte del cuerpo docente de la
Universidad de San Pablo y volverá a Italia cuando Brasil declare la guerra a las potencias
del Eje y ciudadanos alemanes, italianos y japoneses abandonen sus cargos universitarios.
Otro dato: Ungaretti había nacido en Alejandría, en Egipto, es decir, como Badiou o como
Althusser o como Camus, forma parte de una minoría europea, más o menos colonial
(Egipto no era por supuesto una colonia italiana, sino que estaba entonces bajo mandato
británico), que con el tiempo se desplazará a Europa.
Soldati
Si sta come
d´autunno
sugli alberi
le foglie
Es decir:
Soldados
Se está
como en otoño
en los árboles
las hojas
De ese breve poema Ungaretti había escrito una primera versión en francés en una
plaqueta de 1919 que titula Derniers Jours, que dedica a Apollinaire, a quien ya
nombramos. Traduzco la dedicatoria, no sólo por su belleza, sino porque me parece que
cifra gran parte de lo que estuvimos hablando con respecto a la experiencia del frente:
Para Guillaume Apollinaire
Militaires
Soldado
hermanos?
Hermano
temblorosa palabra
en la noche
apenas nacida
Fratello
tremante parola
nella notte
appena nata
saludo
apremiado
en el aire anhelante
imploración
susurrada
de socorro
al hombre presente en su
fragilidad
Estemos atentos a la puntuación del poema. Hace unos segundos, mientras tipeaba
mi traducción, puse un punto final por inercia. Pero Ungaretti no pone en este caso punto
final. Dosifica la puntuación, la reduce a lo mínimo o en muchos casos la suprime del
todo, como en cierta herencia del simbolismo a la que está muy atento. Sobre todo, del
simbolismo francés, de Mallarmé, al que lee con mucha atención. Por eso hay una
operación que Ungaretti está llevando adelante en relación con la lengua italiana y con su
tradición poética. Es una lengua que Ungaretti aprende con esfuerzo, a partir de la lengua
regional de su madre, que era toscana, de la zona de Lucca, y que además era analfabeta.
…en la medida en que exige ser leída, la poesía debe permanecer ilegible.
Propiamente hablando, no hay lector de poesía.
Esto es quizás lo que César Vallejo tenía en mente cuando, al definir la intención
final y la dedicatoria de toda su poesía, no encontró más palabras que por el
analfabeto a quien escribo. Vale la pena considerar la formulación
aparentemente redundante, “es a los iletrados a quienes les escribo”.
Aquí por significa menos “para” que “en lugar de”, tal como Primo Levi dijo que
dio testimonio de –es decir, “en lugar de”– aquellos llamados Muselmänner en la
jerga de Auschwitz, quienes en ningún caso podrían haber dado testimonio
alguno. El verdadero destinatario de la poesía es el que no está en posición de
leerla. Pero esto también significa que el libro, que está destinado a quien no puede
leerlo –el iletrado– ha sido escrito por una mano que, en cierto sentido, no sabe
cómo escribir, una mano iletrada. La poesía es lo que devuelve toda la escritura a
la ilegibilidad de donde proviene y hacia la cual continua permanentemente en
ruta.
El iletrado andino, o miliciano en la guerra civil, en Vallejo; el campesino iletrado,
devenido soldado en las trincheras, en Ungaretti; el “musulmán” del campo, aquel que ha
perdido la condición hablante, en Levi (que también fue poeta) o en Celan. Eso es lo que
estaría como fondo y sería, en la lectura de Agamben, lo que funciona como el “por” de
la poesía.
Retomamos a partir de esto la cuestión de las identidades, tal como las veníamos
pensando las clases anteriores. Retomo la síntesis que planteó Daniel en su clase sobre
Kafka. Allí, Daniel hablaba de “tres vías de aproximación a la subjetividad”. Estas serían:
No es algo tan lejano. Mis dos abuelos, con menos de veinte años, estuvieron en
el mismo frente alpino que Ungaretti, jamás habían salido de su lugar natal, en el mar (mi
abuelo materno) y en las montañas (mi abuelo paterno), muy lejos en todo caso de los
frentes de combate, y dudo que tuvieran una imagen más o menos concreta de lo que era
un soldado austrohúngaro (“yo, un soldado austrohúngaro”, como en el poema de
Perlongher). Y hablando, por supuesto, sus variedades lingüísticas, no del todo
comprensibles para el resto.
Fíjense, además, que el poema está pensado como el inicio de un diálogo. Veremos
(no en la clase escrita, sino en la exposición oral) cómo el diálogo es precisamente la
modalidad con la que Heidegger y Celan piensa el estatuto del poema.
Todo esto nos lleva a las primeras fichas, dos “excerptuma” (volveremos sobre
este término con Pasolini) del artículo de Ette que les pedimos que lean: “La lírica como
movimiento condensado” (2016).
Ficha 1:
Ficha 2
Les pido que tengan estas fichas a mano a medida que avancemos en la lectura de
la serie de poemas que proponemos.
Tal vez por eso, por su incompatibilidad con las políticas de la muerte, Ungaretti,
sobre todo el de La Alegría ha sido considerado como uno de los grandes poetas del siglo
XX. Quizá por eso fue traducido, con Mandelstam y unos pocos más, por Paul Celan, que
puede considerarse una de las figuras prominentes en la poesía de la segunda XX y cuya
poesía está inextricablemente ligada con la destrucción, el extermino, la catástrofe. Con
lo real del siglo.