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Unidad III - 1ª parte - EEUU

Liderazgo republicano: presidencias de Thomas Jefferson. Factores europeos. James


Madison y el imperialismo agrario, la "segunda guerra de independencia".

Bibliografía: Jones, Maldwyn A. Historia de los Estados Unidos. 1607 - 1992.


Cátedra. 1995.

Resumen:

En 1801 Thomas Jefferson, el líder de los republicanos, asumió como presidente. Su


discurso inaugural provocó cierta desilusión entre los más extremistas de sus
seguidores, ya que mostró predisposición para la concordia con la oposición
federalista. Los enfrentamientos se habían profundizado en el período anterior,
durante la presidencia de Adams, cuando el Congreso, dominado por los federalistas,
suspendió algunos derechos constitucionales por el eventual conflicto con Francia.

Superado el problema internacional, cuando disminuyeron las tensiones con Francia,


fueron abolidas las medidas de excepción, y la rebelión institucional protagonizada por
las Legislaturas de Kentucky y de Virginia, cuando decidieron que esas medidas no se
aplicarían en sus territorios, dejaron de ser válidas y no tuvieron consecuencias, a
pesar de haber constituido un claro desafío al modelo federal impuesto por la
Constitución.

El proyecto de sanar las heridas que se habían profundizado en el período anterior,


llevó a Jefferson a tomar medidas para favorecer a los comerciantes, tradicionales
apoyos del federalismo. El comercio en el Mediterráneo era peligroso por los piratas
berberiscos, que atacaban los barcos mercantes, robando su carga y apresando a su
tripulación para vender a los marineros como esclavos. Como el país no contaba aun
con una marina de guerra, el gobierno tomó la decisión de contratar corsarios, para
que protegieran a sus connacionales.

El comercio internacional había aumentado notablemente debido al período de tregua


que fue consecuencia de la paz de Amiens. El inicio del nuevo siglo coincidió con la
entronización de Napoleón como emperador de Francia, aprovechando ese momento
de paz, el gobierno estadounidense decidió enviar una representación diplomática
para, en teoría, felicitar al nuevo emperador, pero en realidad, el propósito era lograr
que Napoleón intercediera ante el rey de España, en esos momentos su aliado, para
que le vendiese la península de Florida.

Al enterarse Napoleón que la dirigencia de Estados Unidos pretendía ampliar su


territorio, decidió ofrecer en venta un área muy amplia pero no bien delimitada: la
Luisiana, que, en términos generales, cubría los valles del sistema del rio Mississippi.
Utilizar Luisiana como prenda de negociación diplomática, que hoy nos parece una
medida disparatada, en realidad, durante el siglo XVIII, ya había cambiado de Francia
a España y de España a Francia en sucesivos tratados.

La presencia francesa en la Luisiana se limitaba a puestos comerciales en las zonas


por donde se movilizaban los indígenas trashumantes con los que se realizaban
intercambios, y el punto de mayor importancia era el puerto de Nueva Orleans, por su
salida al Caribe. Napoleón sabía que la paz de Amiens más temprano que tarde se iba
a romper y las hostilidades se reanudarían, por lo que necesitaba contar con recursos
suficientes para armar los poderosos ejércitos con los que enfrentaría a sus enemigos.

Cuando los negociadores estadounidenses se enteraron de la oferta, tuvieron que


pedir instrucciones. En su país, se produjo una discusión entre los republicanos, que
estaban de acuerdo con la compra y los federalistas que se oponían. Los republicanos
compartían con el presidente el ideario fisiócrata, es decir, pensaban que su país
recibiría todos los inmigrantes que desearan establecerse y cuya inmensa mayoría,
pretendía convertirse en pequeño o mediano propietario rural, lo que era imposible en
Europa. Para este proyecto se necesitaban más y más tierras.

Los federalistas, por su parte, no compartían esta visión, ya que su proyecto estaba
más concentrado en el litoral atlántico, pensaban que el nuevo país debía enfocarse
en multiplicar sus conexiones con los países más adelantados de Europa. Los
republicanos proponían requisitos muy flexibles para conceder la nacionalidad: un
corto tiempo de residencia y desempeño de actividades lícitas. Los federalistas
pretendían imponer más exigencias, porque sabían que la inmensa mayoría de
inmigrantes, una vez lograda la nacionalidad, votarían por los republicanos.

Como el Congreso estaba dominado por los republicanos, la decisión fue aceptar la
propuesta y comprar la Luisiana, para lo que el estado federal tuvo que recurrir a un
amplio endeudamiento. Aquí se produjo una situación paradojal, ya que el gobierno
republicano de Jefferson se había mostrado muy dispuesto a disminuir al máximo los
gastos del gobierno federal, a fin de aliviar la carga impositiva.

El Secretario del Tesoro era un inmigrante suizo, Gallatin, famoso por su obsesivo
control del gasto federal. Sin embargo, la compra de Luisiana, si bien en el largo plazo
resultó excesivamente barata, en esos momentos, como Napoleón exigía oro, era
necesario pagar la cantidad total. Cabe señalar otra paradoja, ya que el crédito
internacional e interno de los Estados Unidos se había consolidado por las medidas
que oportunamente tomara Hamilton, medidas que habían sido repudiadas por la
oposición anti federalista, que luego tomó el nombre de republicana.
La compra de un territorio muy amplio y prácticamente desconocido, impulsó la
decisión del gobierno de organizar una expedición para que recorriera la región y
realizara un informe lo más completo posible, sobre las características y posibilidades
que ofrecía. Esta expedición estuvo a cargo de Lewis y Clarke. Estos hombres,
especialmente Lewis, eran exponentes de la Ilustración, describieron flora, fauna,
clima, sistemas hídricos, y también las diversas etnias de las áreas que exploraron.
Los datos acumulados fueron utilizados por sucesivas administraciones para decidir
donde promover asentamientos de una población en permanente aumento.

La primera presidencia de Jefferson se caracterizó por una serie de éxitos que


aumentaron su popularidad. Fue reelegido, y en su segunda presidencia, las
condiciones variaron dramáticamente. Napoleón incrementó de modo notable sus
recursos bélicos y enfrentó muy exitosamente a sus enemigos de la 3ª Coalición. Esta
alianza había sido financiada por Gran Bretaña, pero las armas de Austria, Prusia y
Rusia fueron derrotadas en una serie de batallas en 1805, 1806 y 1807.

Gran Bretaña solo disponía de su poder naval, tal como probó en Trafalgar, por lo que
incrementó la detención de barcos mercantes que cruzaban el Atlántico, sin aceptar el
reclamo de neutralidad, afectando muy seriamente los intereses comerciales
estadounidenses. Tal como había sucedido anteriormente, los capitanes británicos
aplicaban el “derecho de registro”, confiscando toda mercadería con destino a Francia
o a alguno de sus aliados.

En esta oportunidad, se le sumó otra medida, además de la mercadería, los capitanes


británicos revisaban la tripulación de los mercantes estadounidenses, buscando
marineros desertores de la marina real. En el período de paz anterior, muchos
marineros fueron licenciados. La tripulación de los barcos ingleses estaba sometida a
una disciplina feroz, pero sus marineros tenían una capacitación inigualable. Por ello,
muchos habían sido contratados para los mercantes de Estados Unidos, donde eran
muy apreciados, y habían conseguido la nacionalidad.

Para los derechos de neutrales, como para el tema de la nacionalidad, no había un


consenso ni acuerdos diplomáticos que los convalidaran. Los europeos, en general,
recurrían al jus sanguini, es decir, la nacionalidad no se elige, depende de la familia,
mientras que los Estados Unidos habían adoptado el jus solis, es decir, la nacionalidad
depende del lugar donde el ciudadano elige vivir. De modo que los marineros eran o
ingleses desertores, o ciudadanos estadounidenses raptados.

Esta situación desató en los Estados Unidos una gran reacción que presionaba para
que su gobierno declarara la guerra a Gran Bretaña. Sin embargo, el presidente
decidió que iba a preservar la paz, aunque propuso medidas que el Congreso convirtió
en leyes, tendientes a ejercer presión en materia económica: se embargaron los
bienes ingleses en el país, se prohibieron las relaciones comerciales, (aunque hubo un
activo contrabando a través de Canadá).

De este modo, la segunda presidencia de Jefferson estuvo ensombrecida por las


condiciones del conflicto europeo, que afectaba muy seriamente la vida y la economía
del país. A pesar de la caída de popularidad que había sufrido, los republicanos le
propusieron una tercera presidencia, pero Jefferson contestó que si George
Washington solo había tenido dos períodos, él no iba a ser diferente, con lo que
inauguró una tradición que Franklin Roosevelt quebraría recién en el siglo XX.

Jefferson mantenía su liderazgo sobre el partido republicano, por lo que pudo influir
para proponer a James Madison como su sucesor, éste había iniciado su carrera
política junto con Hamilton y Jay, favoreciendo el dictado de la constitución que
estableció el gobierno federal. Sin embargo, tiempo después, Madison llegó a la
conclusión que había peligros en un exceso de atribuciones de dicho gobierno y por
eso se volcó a los anti-federalistas, luego llamados republicanos, quienes enfatizaban
la necesidad de que el poder federal no avasallara los poderes de los estados.

La presidencia de Madison se caracterizó por un Congreso dominado por los


republicanos, que se dividían en “halcones” y “palomas” en relación a sus posturas
respecto a la situación internacional. Los halcones presionaban para declarar la guerra
a Gran Bretaña, mientras que las palomas, intentaban continuar con las medidas de
represalias económicas iniciadas por la administración anterior. En la segunda
presidencia de Madison, los halcones prevalecieron, superando a la vieja guardia, que
mantenía el ideario jeffersoniano.

La presión de los sectores belicistas provocó la guerra de 1812, publicitada como “la
segunda guerra de independencia”. Este conflicto debe ser explicado como un capítulo
de las guerras napoleónicas, pero en realidad, los republicanos más agresivos,
pretendían avanzar sobre Canadá, para dominar esa colonia británica y asimismo,
como para ese momento, los españoles tenían acuerdos con Gran Bretaña contra
Napoleón, planearon avanzar sobre Florida, dominándola, con la excusa del conflicto.

Las expectativas de los halcones republicanos se vieron frustradas porque en Canadá


encontraron una importante resistencia. Los más entusiastas defensores de la corona
eran quienes, al terminar la guerra de independencia estadounidense, no quisieron
permanecer en el nuevo país, pues pretendían mantener su nacionalidad británica, lo
que llevó, a los que vivían en el norte, a emigrar al Canadá, mientras quienes
habitaban en el sur, se dirigieron a las colonias británicas del Caribe, como Jamaica.

Esta resistencia de milicias británicas se combinó con la actitud de los franceses que
habían permanecido en Canadá, quienes habían sido favorecidos por medidas muy
generosas en cuanto a la supervivencia de su cultura, en términos de lengua y de
religión. Por su parte, los indígenas también los rechazaban, porque sabían que los
estadounidenses avanzaban sobre tierras imprescindibles para su esquema de
supervivencia. La invasión de Florida mostró similares debilidades.

El ejército federal estaba muy pobremente equipado, debido a las políticas adoptadas
por las dos administraciones del presidente Jefferson, quien, de acuerdo a la tradición
de su partido, había desalentado la inversión en ese rubro, ya que prefería las milicias
estaduales, por lo que la organización militar fue improvisada y dependiente de los
aportes que enviaran los estados. Las legislaturas de los estados del noreste
decidieron, en la Convención de Hartford, negarse a enviar los fondos solicitados por
el gobierno federal. Una vez más, violando el sistema constitucional.

El pobre desempeño militar se vio aún más deslucido por la invasión de la ciudad de
Washington, que estaba en construcción, por fuerzas británicas que incendiaron
edificios gubernamentales. Los únicos resultados positivos se dieron en un ámbito al
que no se le había dado suficiente importancia: el gobierno federal y varios gobiernos
estaduales, ofrecieron patentes de corso, con las que muchos corsarios atacaron y
saquearon mercantes británicos no protegidos por la marina real. Este imprevisto
éxito, llevó a la dirigencia estadounidense a organizar su poder naval.

La guerra de 1812 puede considerarse un episodio dentro del marco general de las
guerras napoleónicas, y por el dinamismo de la situación europea, en el mismo año, la
decisión de Napoleón de invadir Rusia marcó el inicio del fin de su sueño imperial, lo
que, por supuesto, los halcones republicanos no podían prever. En 1814 la situación
había cambiado radicalmente, y las operaciones militares cesaron, dando lugar a una
negociación diplomática que puso fin a la contienda, declarando en el tratado de paz el
retorno a la situación anterior al conflicto: “Status quo ante bellum”.

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