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Severo Martínez Peláez, quien fue un humanista, hitoriador maxista y miembro del

partido Guatemalteco del Trabajo es el autor de esta magnífica obra titulada “La
Patria del Criollo”.

Martínez Peláez nació en la Ciudad de Quetzaltenango, inició sus estudios de


historia en la Facultad de Humanidades de la Universidad de San Carlos, cuya
asociación de estudiantes presidía al momento de la caída del presidente Jacobo
Árbenz, en 1954 y fue exiliado a México desde 1954 hasta 1958. Después de ello,
volvió a Guatemala donde se dedicó a la enseñanza de Historia, tanto en el nivel
medio como en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Para entonces, inició
la redacción de su obra más importante, La Patria del Criollo. Asimismo, se le
debe de dar relevancia a la época en la que vivió en España, luego de impartir la
mencionada cátedra, ya que, en el país europeo tuvo acceso al Archivo General
de Indias, lo cual fue un documento que le permitió darle forma y vida a tan
importante obra.

Partiendo de este contexto, es evidente que, “La Patria del Criollo” revela datos
sumamente importantes para entender lo sucedido en la época colonial. Esta obra
científica y crítica ha sido denominada como una de las más importantes que se
ha escrito en el último medio siglo sobre la realidad histórica de Guatemala,
debido a que, Svero Martínez argumenta que el pasado coloial guatemalteco sigue
vivo y determinando formas de dominación y sometimiento que se expresan en la
vida cotidiana contemporánea. En ese sentido, hace estallar el mito de la
independencia como acto de emancipación nacional montado en la falsa idea del
sueto pueblo como protagonista de su emancipación política. El libro se compone
de ocho capítulos, en los que el autor busca realizar una interpretación del
pasado, tomando en cuenta las bases de la sociedad, por lo tanto inicia con el
capítulo titulado Los Criollos, seguido por Las Dos Españas, La tierra Milagrosa,
hasta llegar al indio en donde evidentemente, se podrá encontrar una serie de
datos históricos que permitirán entender las barbaries cometidas por los
conquistadores, pero el autor en este mismo orden de ideas también busca
resaltar el papel de otros actores de la sociedad, con los siguientes capítulos, en
los que se tratan tópicos como el mestizaje, capas medias y tierras de indios, para
finalizar con una reflexión vinculada a la actualidad y los hechos históricos que
evidentemente influyen en nuestro diario vivir.

Por lo anterior, considero necesario el estudio y análisis del capítulo VI ya que, al


considerarme mestiza me parece imprescindible conocer la historia de los linajes y
las divisiones sociales de la época. La mencionada sección del libro se compone
de 11 apartados los cuales se titulan: I. Los primeros mestizos. II. El problema:
¿castas o capas medias? III. Los esclavos negros. IV. Propagación de mestizos.
V. La plebe urbana. VI. La capa artesanal proveedora. VII. La capa media alta
urbana. VIII. Las capas medias en la dinámica de clases. IX. Villas y rancherías. X.
Ladinos en pueblos de indios. XI. Las capas medias en la patria del criollo.

Contando con la referencia de un cabildo de julio de 1528, en el que se menciona


el cabildo asignado a una cuna, Martínez Peláez realiza una conexión que, si bien
puede ser difícil relacionar dicho artículo con un acontecimiento clave en la historia
de la conquista, Martínez logra crear una relación entre ello y el nacimiento de una
nueva generación que fue producto de las barbaries cometidas por parte de la
tropa española. Al mismo tiempo, al ser una clase no reconocida, se evidencia
cómo se les excluye de la esfera social, obligándolos de esa forma a adaptarse a
la vida en la ciudad, lo cual puede ser evidenciado en la cédula que menciona lo
siguiente: “… Que los hijos de españoles e indias que anduviesen perdido; se
recojan y saquen de entre los indios, trayéndolos a vivir a las ciudades de
españoles”.

En este mismo orden de ideas, se presenta el cuestionamiento “¿castas o capas


medias?” en la segunda sección del capítulo, ya que, esta nueva generación
estaba creciendo cada vez más, y esto era un problema para los conquistadores
españoles porque no solo debían distinguir a este grupo de la población, sino
también tenían que definir las actividades económicas que este grupo realizaría y
debido a que no se tenía bien establecida la función económica que ellos tendrían,
se les denomina “capas”, las cuales son formadas por un grupo numeroso de
personas que, en una sociedad, presentan un nivel de riqueza o de pobreza
semejante, pero que, debido a que no desempeñan una función económica común
y bien definida en el régimen de producción y de propiedad, tampoco reconocen
intereses económicos comunes ni reaccionan con la solidaridad que es propia de
las clases.

Asimismo, considero sustancial la mención que hace el autor en este capítulo a los
nuevos tipos de mestizos, los cuales son denominados de la siguiente forma:
“mestizo” es aquel procreado por español con india, “zambo” es llamado de esta
forma el hombre procreado por una india con negro y “mulato” era todo aquel que
tenía un padre español y madre negra. Lo anterior es importante porque da a
conocer otro grupo social, que es el de los negros, los cuales se encontraban en
un estrato social muy bajo y al hacer referencia a ellos, desde mi punto de vista,
es muy interesante cómo esta clase social pudo dispersarse pasando de una
esclavitud efectiva donde fueron trabajadores cautivos, forzados, exentos de
estímulo y de interés en el trabajo hasta la esclavitud atenuada, donde asumen un
rol de empleados, oficiales de artesanías, pequeños agricultores, arrendatarios y
hasta propietarios de modestas parcelas y todo ello gracias al crecimiento del
mestizaje.

En la Recordación de Florida de los últimos años del siglo XVII se hace mención al
crecimiento poblacional de los mestizos y con ello, se identifica a los ladinos
rurales, los cuales son considerados la capa media rural más baja, vinculada con
los indios aunque si se les compara con ellos, se puede decir que tenían ciertos
beneficios, ya que, estaban exonerados de tributación y tenían libertad de
contratación. En este mismo orden de ideas, se debe resaltar la existencia de tres
capas medias, la plebe, los artesanos y la capa media alta urbana.

La plebe, según el autor es “el vulgo” o el grupo mestizo pobre de la ciudad y al


mencionar esto, se debe aclarar que el término no se centra en las características
físicas, sino en la posición económica que aquella parte de la población poseía, lo
cual desde mi perspectiva, es un elemento atrayente para la indagación porque a
partir de este grupo poblacional surgen los primeros grupos obreros, los cuales
concentraban su trabajo en pequeños tallleres o fábricas no artesanales que
empleaban mano de obra asalariada para producir mercancías, como lo eran los
molinos, telares grandes, panaderías, etcétera.

Desde otra perspectiva se encuentra otra capa mestiza, esta es la artesanal


proveedora, la cual estaba formada por personas que tenían un mediano bienestar
económico asimismo, dentro de ellos también existían ciertos rasgos de
explotación derivados de la artesanía, debido a que en aquel entonces se pueden
encontrar dos grupos trabajadores, los maestros y los oficiales, si bien ser oficial
ofrecía la facilidad de obtener alimentos, albergue, vestimenta y aprendizaje de un
oficio, el aprendiz u oficial era un sujeto explotado, sirviente que estaría obligado a
trabajar durante muchísimos años para el maestro. También dentro de esta capa
se sitúan en la obra dos divisiones relacionadas con la producción artesanal, los
artesanos productivos y no productivos, dicha mención también es a mi parecer un
tópico muy amplio porque da a conocer cómo los productos importados desde
Europa como el hierro y el cobre creaban un choque entre dos culturas que
buscaban reinar el comercio de la región. Asimismo, esto podría ayudar a
reconocer la utilización de artículos provenientes de Europa en la actualidad y la
adaptación de ellos a nuestra cultura.

En la misma línea que se busca explicar la división social de la capa mestiza, se


encuentra la capa alta urbana, esta a su vez está compuesta por militares,
estudiantes, indígenas notables y pequeños burgueses los cuales no se
beneficiaron con el monopolio ni gozaban de relaciones exclusivas con las casas
españolas lo cual los presentaba los posicionada en un plano de desventaja frente
a las 30 grandes firmas comerciales del reino. En este grupo social se debe
destacar el gran interés por salir de un bloqueo de desarrollo económico impuesto
por la tropa española y el deseo de obtener independencia.

Habiendo mencionado los pueblos mestizos y sus subdivisiones, también es


imprescindible agregar la organización de las tierras en la época. La completa
alienación en la que estaban los mestizos está muy relacionada con la dominación
a la que se sometieron al vivir en su mayoría en villas y rancherías, esta pérdida
de personalidad, fue alarmante para dos figuras importantes de aquella época,
ellos eran dos arzobispos, Don Pedro Cortés y Larraz y Francisco de Paula García
Peláez. García Peláez es el más mencionado por Severo Martínez, ya que dicho
arzobispo hace notar cómo los ladinos dejan de seguir las leyes que regían en
aquel entonces y construyen sus propias villas, las cuales en su mayoría estaban
situadas en tierras de dominio privado, por lo cual debían pagar por ellas según
las posibilidades de los grupos fundadores. Por lo anterior, algunas villas tenían
tierras aledañas para trabajar, y otras sólo poseían solares para habitación lo cual
los hacía verse obligados a cultivar tierras sujetas a pagos, si bien es cierto que,
estas villas hubieran ayudado a los ladinos a establecerse mejor económicamente
también es cierto que estas eran muy pocas y este grupo social se concentraba
más en los campos del interior del país principalmente en las rancherías de las
haciendas las cuales eran pequeños espacios de tierra cercanos a las haciendas,
y estos estaban relativamente cerca, ya que, al estar aledaños, los hacendados se
beneficiaban de su mano de obra sin regirse a las leyes que normaban en dicha
temporalidad.

Debido a esta explotación, los ladinos se veían en la necesidad de encontrar su


desarrollo, por otras vías, por lo cual fueron proliferando en otros pueblos, lo cual
puede evidenciarse en su establecimiento en pueblos de indios, en donde se les
reconoce como agricultores pequeños y medianos.

Por último se incluye un apartado titulado, la patria criolla. Este inicia haciendo
referencia a la ciudad de Santiago de Guatemala, la cual era una ciudad española
que había tenido el privilegio de haber sido mantenida para los españoles, por
trabajadores indios y mestizos. En ella se encontraban diez barrios en los cuales
existían notorios contrastes ente grupos sociales, ya que, en el centro donde
estaban las principales edificaciones como lo puede ser la Alameda del Calvario
se asentaban los criollos y alrededor de esta esfera se situaban pequeñas
rancherías que sin lugar a duda trabajan servilmente.

Todo lo mencionado anteriormente, desde el surgimiento de los mestizos hasta la


descripción de Santiago de Guatemala, me permitió tener una percepción
diferente de mi realidad. Aunque todo este libro esté concentrado en la época
colonial, creo que aún se poseen ciertos matices de aquellas barbaries, porque
seguimos viviendo en un pueblo que, aunque tenga derechos humanos
establecidos y leyes que rigen la conducta, se sigue evidenciando una explotación
laboral por parte de las grandes élites que dominan el espacio territorial, con sus
grandes manufactureras, ya que, en muchos casos especialmente en maquilas, ni
siquiera se paga el salario base y se obliga al trabajador a laborar más de ocho
horas diarias. También, considero importante la alusión que se hace en casi toda
la obra a la distribución de tierra, porque esta sin duda fue y sigue siendo un
problema social, como se puede evidenciar en los poblados de Santa Catarina
Hixtahuacán y Nahualá, donde se posee una lucha territorial desde hace más de
un siglo.

En esta misma perspectiva, considero importante la mención de la religión, la cual


ha sido un tema central de clase, porque aun cuando no se le da mucha
relevancia en este capítulo del libro, esta debió ser un aspecto muy importante en
la división entre clases porque al conquistar la mentalidad y las creencias de los
ladinos e indios, lograban también crear una dependencia y adopción

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