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I. NOTAS PRELIMINARES.
El objetivo general de este escrito es brindar una primera aproximación al
funcionamiento del Derecho Penal argentino. En esta ocasión, no interesa cómo es el
proceso penal, sino que haremos énfasis en cómo se deben aplicar y qué características
deben tener las normas que establecen penas de algún tipo (por ejemplo, pena de
prisión, multa o inhabilitación).
Mediante esta rama del Derecho se busca evitar (y, eventualmente, perseguir y castigar)
la comisión de conductas que resulten lesivas de bienes jurídicos individuales2 o
colectivos.3 En este punto adquiere relevancia el concepto de “facultad o potestad
punitiva” o “poder punitivo” (ius puniendi), el cual supone una prerrogativa exclusiva
del Estado para imponer una pena sobre un individuo que infringe una norma penal.
Esta prerrogativa proviene del imperium del Estado por obra del cual impone el orden
jurídico en su territorio y que lo dota con capacidad de coacción contra quienes
transgredan aquel orden.
Hecho este preámbulo, la pregunta esperable es: ¿Cómo se ejerce la facultad o poder
punitivo? La respuesta gira en torno al término “criminalización” que, a su vez,
supone dos conceptos relevantes estrechamente vinculados:
2
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Cabe destacar que el poder punitivo ejercido mediante los distintos tipos de
criminalización esbozados no es irrestricto, sino que se encuentra limitado por una serie
de principios y garantías que tienen lugar en cada fase de la criminalización. Es decir,
existen limitaciones tanto para la criminalización primaria como para la criminalización
secundaria. Estas limitaciones están al servicio de que el poder punitivo no sea
empleado de manera arbitraria o desproporcionada.
En adelante, nos centraremos en los principios generales del Derecho Penal haciendo
énfasis en aquellas limitaciones de la criminalización primaria, entiéndase sobre la labor
del legislador. No obstante, el/la lector/a también encontrará algunas incidencias acerca
de limitaciones con las que se encuentra el juez a la hora de aplicar normas penales. En
este último caso, su inclusión se debe a que aquellas limitaciones derivan
exclusivamente o forman parte de los principios a desarrollar.
Desde la doctrina alemana, Roxin simplifica aquel aforismo latino en: “No hay delito
sin ley” y “no hay pena sin ley”. A tenor de su literalidad, sostiene que “(…) por
mucho que una conducta sea en alto grado socialmente nociva y reveladora de
necesidad de pena, el Estado sólo podrá tomarla como motivo de sanciones jurídico-
penales si antes lo ha advertido expresamente en la ley”.8
6
Véase Creus, Carlos. Derecho Penal. Parte General. Quinta edición. Argentina, CABA: Astrea. 2010. Página 52.
7
Cfr. Bacigalupo, Enrique. Derecho Penal. Parte General. Segunda edición. Argentina, CABA: Hammurabi. 1999. Páginas 103 y
104.
8
Roxin, Claus. Derecho Penal. Parte General. Tomo I. Segunda edición. España, Madrid: Civitas. 1997. Página 137.
3
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
La calificación de un hecho como ilícito y la fijación de sus efectos jurídicos deben ser
preexistentes a la conducta que se castigue penalmente.10 Al respecto, Nino señala que
esta exigencia según la cual no hay delito ni pena sin ley previa al acto punible “(…)
es un requisito fundamental para que se consienta la asunción de responsabilidad
penal”.11 En este punto, el legislador constituyente concluyó que a la garantía de que
ningún habitante del territorio argentino sea penado sin juicio previo fundado en ley,
debe agregársele que aquel juicio debe estar “(…) fundado en ley anterior al hecho del
proceso (…)” de acuerdo con el art. 18 de la Constitución Nacional.
Acerca del fundamento de esta exigencia, Bacigalupo argumenta que se debe a que
“(…) la ley penal quiere prevenir la comisión de hechos punibles imponiendo deberes y
amenazando su incumplimiento con la aplicación de una pena”. Ergo, “(…) la ley
quiere, ante todo, motivar al autor y esto sólo podría hacerlo una ley preexistente a la
decisión de éste”.13 Otro fundamento conexo radica en fomentar la seguridad jurídica:
9
Cfr. Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 107.
10
Cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Pollo Rivera y Otros vs. Perú. San José, Costa Rica. 21 de octubre de
2016. Párrafo 219.
11
Nino, Carlos S. Ética y Derechos Humanos. Un ensayo de fundamentación. Segunda edición. CABA, Argentina: Editorial Astrea.
1989. Página 297.
12
Stratenwerth, Gunter. Derecho Penal. Parte General I. Cuarta edición, traducción de Manuel Cancio Meliá y Marcelo A.
Sancinetti. Argentina, CABA: Hammurabi. 2005. Página 82.
13
Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 188.
4
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Sin perjuicio de lo antedicho, aquel principio cede en caso de que la ley penal sea
más beneficiosa para el individuo sometido a un proceso penal o en cumplimiento
de su condena. En este sentido, el art. 2 del Código Penal Argentino establece que “si
la ley vigente al tiempo de cometerse el delito fuere distinta de la que exista al
pronunciarse el fallo o en el tiempo intermedio, se aplicará siempre la más benigna”.
Además, “si durante la condena se dictare una ley más benigna, la pena se limitará a
la establecida por esa ley”. En concordancia, el art. 9 de la Convención Americana de
Derechos Humanos16 y el art. 15.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos17 contemplan redacciones similares.
II.B. Lex scripta y la ley en sentido formal como única fuente de Derecho Penal.
14
Cfr. Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 188.
15
Frister, Helmut. Derecho Penal. Parte General. Cuarta edición, traducción de Marcelo Sancinetti. Argentina, CABA:
Hammurabi. 2009. Página 106.
16
“Nadie puede ser condenado por acciones u omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho
aplicable. Tampoco se puede imponer pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con
posterioridad a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello.”
17
“Nadie será condenado por actos u omisiones que en el momento de cometerse no fueran delictivos según el derecho nacional o
internacional. Tampoco se impondrá pena más grave que la aplicable en el momento de la comisión del delito. Si con posterioridad
a la comisión del delito la ley dispone la imposición de una pena más leve, el delincuente se beneficiará de ello”.
18
Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 188.
19
Véase Zaffaroni, Raúl E. Derecho Penal. Parte General. Segunda edición. Argentina, CABA: Ediar. 2006. Página 111.
5
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Para que la ley penal sea plenamente respetuosa del principio de legalidad
requiere de un suficiente margen de precisión, esta es la esencia de la lex certa.
20
Zaffaroni, Raúl E. Op. cit. Página 112.
21
Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 133.
22
Cfr. Frister, Helmut. Op. cit. Página 92.
23
Frister, Helmut. Op. cit. Página 106.
24
Cfr. Frister, Helmut. Op. cit. Página 91.
25
Roxin, Claus. Op. cit. Página 145.
26
Véase Núñez, Ricardo C. Manual de Derecho Penal. Parte general. Quinta edición actualizada por Roberto E. Spinka. Argentina,
Córdina Lerner. 2009. Página 76.
6
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Estructuralmente, la ley penal debe estar redactada bajo una lógica de precepto-sanción:
De modo que en su redacción debe determinarse la conducta punible (el precepto) y la
consecuencia jurídico-penal derivada de su materialización (la sanción).27
Nótese que las redacciones de las normas penales suelen incluir términos de relativa
amplitud casuística, es decir, que su semántica contempla una variedad de supuestos
para una misma conducta; verbigracia, matar, producir daño, abusar sexualmente, privar
de la libertad personal, apoderarse de una cosa ajena, etc. Como consecuencia, la ley
penal abre un margen para que el juez determine si un hecho concreto concuerda con la
27
Cfr. Creus, Carlos. Op. cit. Página 63.
28
Cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Pollo Rivera y Otros vs. Perú. San José, Costa Rica. 21 de octubre de
2016. Párrafo 219.
29
Núñez, Ricardo C. Op. cit. Página 80.
30
Roxin, Claus. Op. cit. Página 170.
31
Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 127.
32
Cfr. Roxin, Claus. Op. cit. Página 170.
7
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
definición de una conducta en una norma penal. Para complementar lo antedicho, Roxin
sostiene textualmente que:
33
Roxin, Claus. Op. cit. Página 170.
34
Fontán Balestra, Carlos. Op. cit. Página 105.
8
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Esta última exigencia implica que el órgano jurisdiccional tiene vedado efectuar una
integración analógica de los tipos penales cuando no se adecúan al caso concreto,
sino que debe efectuar la interpretación más restrictiva que permita la semántica
del texto.35 En la práctica, esta exigencia trabaja juntamente con la lex certa. Mientras
que la lex certa establece el deber del legislador de dotar con la mayor precisión a la
letra de la ley penal, la lex stricta establece que el juzgador no puede apartarse de la
literalidad de la redacción legal.
En este orden de ideas, Bacigalupo cita a Stratenwerth para señalar que “sólo una
precisa descripción de la idea fundamental de la ley, orientada al correspondiente
hecho tipificado en su ilicitud y culpabilidad, puede definir los límites de la
interpretación admisible”.36 De manera concomitante, Fontán Balestra argumenta que:
La ley debe prever las acciones punibles con límites claros y definidos,
entregando así el instrumento eficaz para evitar la aplicación analógica de la ley.
Se impone con ello una peculiar modalidad en la redacción de la ley penal:
previsión por medio de tipos autónomos no extensibles.37
Así la exigencia bajo análisis es un freno a la creatividad de los organismos
jurisdiccionales y configura un límite insuperable a su labor interpretativa en el marco
de un proceso penal.38 La conducta es la que debe encuadrar en la norma penal, y
no al revés. En este esquema, la prohibición de analogía en contra del imputado (in
malam partem) se erige como la principal consecuencia de la lex stricta.
La doctrina suele distinguir dos tipos de analogía prohibida: (1) Analogía legis o legal
(2) Analogía iuris, casuística o integrativa. La primera, sucede cuando al supuesto no
contemplado legalmente se le aplica una ley penal que regula un caso similar. La
segunda, sucede cuando al supuesto no contemplado legalmente es castigado por el
propio juez con una norma que él crea para el caso concreto partiendo de principios
generales y normas aplicables a otros casos similares.39
35
Véase Corte Interamericana de Derechos Humanos. Caso Pollo Rivera y Otros vs. Perú. San José, Costa Rica. 21 de octubre de
2016. Párrafo 221.
36
Bacigalupo, Enrique. Op. cit. Página 131.
37
Fontán Balestra, Carlos. Op. cit. Página 104.
38
Cfr. Creus, Carlos. Op. cit. Página 56.
39
Véase Creus, Carlos. Op. cit. Página 60.
40
Núñez, Ricardo C. Op. cit. Página 80.
41
Fontán Balestra, Carlos. Op. cit. Página 121.
9
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
En nuestro Derecho no hay más delitos que los contenidos en la ley, única fuente;
de modo que el juez frente a un hecho que no coincide con ninguna de las figuras
delictivas está obligado a absolver; así se cumple la función de la ley penal:
advertir cuáles son las acciones amenazadas con pena, y asegurar que las demás
no serán penadas.42
Por supuesto que las lagunas del Derecho configuran zonas grises de impunidad. Pero,
como señala Righi, “(…) ése es el precio que debe pagar la comunidad para que exista
seguridad jurídica”.43 En última instancia, la exigencia de la lex stricta implica un
desafío constante para la labor legislativa-penal en su misión advertir y prever las
conductas lesivas de bienes jurídicos.
El punto central está en que la norma que regula la prisión domiciliaria en la ley de
fondo (art. 10 del Código Penal Argentino)45 realiza una enumeración taxativa de los
42
Ibídem.
43
Righi, Esteban. Derecho Penal. Parte General. Segunda edición. Argentina, CABA: Abeledo Perrot. 2016. Página 89.
44
Creus, Carlos. Op. cit. Página 61.
45
“Podrán, a criterio del juez competente, cumplir la pena de reclusión o prisión en detención domiciliaria:
a) El interno enfermo cuando la privación de la libertad en el establecimiento carcelario le impide recuperarse o tratar
adecuadamente su dolencia y no correspondiere su alojamiento en un establecimiento hospitalario; b) El interno que padezca una
10
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
(2) En los autos caratulados “Tejeda Héctor Anastasio, Tejeda Ramón Iván, Farías
Graciela Emilse s/ Infracción Ley 23.737” del 10 de agosto de 2021, Tribunal Oral
Federal de Córdoba N° 1 resolvió aplicar a la imputada del caso una pena inferior al
mínimo establecido legalmente para el delito que se le imputa.
Como consecuencia, se resolvió que “(…) el tope mínimo indicado en la escala penal
por el delito atribuido (…) excede su medida de culpabilidad, viola los principios de
proporcionalidad y de humanidad que proscriben la imposición de penas inhumanas,
crueles e infamantes”.
enfermedad incurable en período terminal; c) El interno díscapacitado cuando la privación de la libertad en el establecimiento
carcelario es inadecuada por su condición implicándole un trato indigno, inhumano o cruel; d) El interno mayor de setenta (70)
años; e) La mujer embarazada; f) La madre de un niño menor de cinco (5) años o de una persona con discapacidad a su cargo”.
11
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Para dotar de mayor contenido y precisión acerca de los alcances de este principio,
Rusconi y Kierszenbaum extraen dos sub-principios estrechamente vinculados que debe
verificar el legislador al momento de redactar una norma penal:
46
Véase Rusconi, Maximiliano y Kierszenbaum, Mariano. Elementos de la Parte General del Derecho Penal. Segunda edición.
Argentina, CABA: Hammurabi. 2020. Páginas 51 a 53.
47
Véase Zaffaroni, Raúl E. Op. cit. Páginas 109 y 110.
48
Cfr. Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 316.
49
Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 304.
50
Cfr. Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 304.
12
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Para precisar más sobre este punto, Nino alude a una interesante controversia que tuvo
lugar en el siglo XIX entre John Stuart Mill y un juez sobre hasta qué punto la mera
inmoralidad de un acto justifica su punición jurídica.52 Para resolver esta cuestión,
desde una tesis filosóficamente liberal, se puede esgrimir que sólo las pautas de moral
pública pueden ser objeto de homologación jurídica:
(…) pero hay una esfera de acción respecto de la cual la sociedad, como
diferente al individuo tiene un interés sólo indirecto si es que tiene interés alguno;
ella comprende toda aquella porción de la vida y conducta de una persona que la
afecta sólo a ella, o si también afecta a otros es por su propio consentimiento y
participación libre, voluntaria y consciente.53
Sin perjuicio de lo antedicho, no siempre las normas, jurisprudencia y doctrina
argentina se alinean al art. 19 de la Carta Magna argentina para materializar el principio
de reserva y, consecuentemente, el Derecho a la Privacidad. Esto varía según la
interpretación que se realice sobre las expresiones “acciones privadas” y acciones que
ofenden “el orden y la moral pública” que han sido incluidas en la redacción del
mencionado art. 19.54
Lo antedicho se debe a que las acciones privadas no sólo tienen lugar en un ámbito
íntimo de las personas, sino que pueden darse también en ámbitos públicos y el quid de
la cuestión está en que no deben tener consecuencias dañosas para terceros (lo cual nos
remite al debate de la subjetividad del año: Lo que resulta reprochable para una persona,
quizás no lo es para otra). En última instancia, toda discusión acerca de las acciones
privadas debe partir de la premisa del respeto de los bienes jurídicos que las leyes se
disponen a proteger y no de las susceptibilidades que puedan tener las personas a nivel
individual o un gobierno en función de su ideología.
En este orden de ideas, la referida cláusula constitucional bien puede ser empleada para
fomentar la autonomía de la persona o para que el Estado interfiera en ámbitos
sumamente personales de los individuos castigando mediante el Derecho Penal la
comisión de determinadas conductas. Para ejemplificar estos postulados teóricos,
seguidamente tomaremos el caso del consumo y tenencia de estupefacientes desde un
enfoque práctico.
51
Ibidem.
52
Cfr. Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 305.
53
Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 305.
54
Véase Nino, Carlos S. Fundamentos de Derecho Constitucional. Op. cit. Página 317.
13
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
(…) una fórmula ya clásica que significa que la persona goza del derecho de ser
dejada a solas por el Estado (…) para asegurar la determinación autónoma de su
conciencia cuando toma las decisiones requeridas para la formación de su plan
de vida en todas las dimensiones fundamentales de ella, plan que le compete
personalísimamente.
Retomando la síntesis de jurisprudencia, en “Montalvo, Ernesto Alfredo” (1990)
nuevamente se penaliza la tenencia de marihuana para consumo personal aludiendo
a el efecto contagioso de la drogadicción para la sociedad y a que la incriminación del
tenedor de estupefacientes permitiría combatir más fácilmente a las actividades
vinculadas con el comercio de estupefacientes.
14
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
15
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
El voto mayoritario, integrado por los jueces Borinsky y Carbajo, entiende que el juez a
cargo del Juzgado Federal Nro. 1 de Paraná dio una respuesta suficientemente fundada
al condenar la tenencia de estupefacientes para consumo personal dentro del
establecimiento penitenciario.
Para arribar a tal decisorio, el voto mayoritario se remitió al juez de primera instancia
quien consideró que “el interno en el establecimiento carcelario no tiene el mismo
ámbito de privacidad que tiene una persona libre, siendo ello una consecuencia de su
privación de la libertad”. Además, también se justificó la postura incriminatoria en que:
55
“La Corte, según su sana discreción, y con la sola invocación de esta norma, podrá rechazar el recurso extraordinario, por falta
de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren insustanciales o carentes de trascendencia”.
16
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
El voto disidente del juez Rosenkrantz realiza una remisión acerca del “derecho a ser
dejado a solas” formulado por el juez Petracchi en el fallo “Bazterrica, Gustavo Mario”
(1986) al cual remito a mi lector/a en honor a la brevedad. Sobre esta premisa, el
magistrado asienta la base para declarar procedente la aplicación de la doctrina del fallo
“Arriola, Sebastián” (2009) en este caso.
Además, dejó asentado que “(…) los internos (…) no pierden todos sus derechos por el
hecho de haber sido privados de su libertad” sino que simplemente pierden las
libertades que restringidas por una condena respetuosa del debido proceso. Y la condena
penal de ningún modo restringe el derecho a la privacidad de quien posee
estupefacientes para consumo personal de modo no visible u ostensible.
Sin embargo, el voto del juez en cuestión no rechazó toda medida que busque disuadir
la tenencia o el uso de estupefacientes en los establecimientos carcelarios; verbigracia,
reglamentos carcelarios que determinen la imposición de sanciones disciplinarias.
Simplemente se limitó a rechazar el castigo penal.
Por su parte, el voto disidente del juez Lorenzetti reafirmó sus argumentos formulados
en el fallo “Arriola, Sebastián” (a los cuales también remito a mi lector/a en honor a la
brevedad) y enfatiza en que el peligro para terceros no queda configurado en tanto que:
17
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
privacidad de las personas que la sufren, en modo alguno puede considerarse que
importe la pérdida definitiva de dichos derechos.
Como corolario, los votos mayoritarios tanto de la Cámara Federal de Casación Penal
como los votos minoritarios del máximo tribunal argentino difieren en los alcances del
principio de reserva en el contexto de una ejecución de pena privativa de la libertad.
Pero como ya ocurrió en otras ocasiones, los votos minoritarios pueden convertirse en
mayoría y eso ocurrió en un precedente posterior caratulado “Recurso de hecho
deducido por la defensa de Marcelo Daniel Salvini en la causa Salvini, Marcelo Daniel
y otro s/ incidente de recurso extraordinario” (2022) de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación.
En este último caso, en primera instancia también se había resuelto una condena a una
pena de prisión de cumplimiento efectivo por tenencia de estupefacientes para consumo
personal, luego de que se le encontrasen a un interno ocho cigarrillos de marihuana
durante una requisa mientras en una unidad penitenciaria.
Aquella sentencia condenatoria fue recurrida sin éxito por la defensa ante la Cámara
Federal de Casación Penal. Pero llegadas las actuaciones en queja hasta la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, los miembros del tribunal debieron nuevamente
expedirse acerca del asunto. Cabe destacar que con la jubilación de la magistrada
Highton de Nolasco, se debió integrar el tribunal con el conjuez Guillermo Antelo para
lograr desempatar. Así es que, con los votos de Rosenkrantz, Lorenzetti y Antelo, se
revocó la resolución de la cámara en un fallo muy breve cuyo voto mayoritario se
remitió a los argumentos de las disidencias efectuada en el mencionado fallo
“Rodríguez, Héctor Ismael s/ recurso de casación” (2020).
56
Cfr. Rusconi, Maximiliano y Kierszenbaum, Mariano. Op. cit. Página 59.
18
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
• Considerar la actitud subjetiva del autor de un delito: Para aplicar una pena
sobre un sujeto es condición imprescindible que se demuestre que éste tuvo la
posibilidad de optar entre la infracción de la norma y la motivación a favor del
ordenamiento jurídico, sea con dolo o con culpa. En cualquier caso, el principio de
culpabilidad presupone la existencia de un margen de autodeterminación de la
voluntad humana para dirigir su conducta. Fuera del referido margen de
autodeterminación de la voluntad se configuran supuestos o causas de
inculpabilidad que Zaffaroni60 distingue en dos sub-principios:
57
Cfr. Zaffaroni, Raúl E. Op. cit. Páginas 113 y 114.
58
Cfr. Zaffaroni, Raúl E. Op. cit. Página 120.
59
Cfr. Núñez, Ricardo C. Op. cit. Página 184.
60
Cfr. Zaffaroni, Raúl E. Op. cit. Páginas 120 y 121.
19
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Por Derecho Penal de acto se entiende que son aquellas regulaciones en las que se
pena al autor de una conducta por el acto concreto realizado y no por algún
criterio vinculado a su personalidad. Se concibe al delito como un conflicto social
que produce una lesión jurídica que es consecuencia de un acto humano y cuyo ejecutor
es un sujeto responsable al que se le puede reprochar y atribuir aquella conducta. Por
ejemplo, el artículo 79 del Código Penal Argentino tipifica el homicidio simple
regulando que “Se aplicará reclusión o prisión de ocho a veinticinco años, al que
matare a otro (…)”. Concretamente, es ostensible que no se pena a un individuo por ser
un asesino sino por la conducta de haber matado. De este modo, podemos aseverar que
el Derecho Penal argentino es de acto y así lo afirmó nuestro máximo tribunal en el
precedente “Gramajo” del año 2006 concluyendo que:
61
Cfr. Roxin, Claus. Op. cit. Página 177.
20
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
hace sino debido a lo que la persona es. La pena se vincula a la personalidad, a lo que
representa una persona o a los peligros que en el futuro se esperan de ella.
Zaffaroni señala que, para este enfoque, el delito no es una mera infracción o lesión
jurídica sino el signo o el síntoma de una inferioridad moral, biológica o
psicológica. Extremando este enfoque se puede llegar a la conclusión de que la esencia
del delito radica en una característica del autor que no se condice con el resto de las
personas consideradas “normales”. Por eso, una clara manifestación histórica del
Derecho Penal de autor es la peligrosidad penal que, lejos de contar con sustento
científico, pone ciertamente en duda el Estado de Derecho. Así es que el delincuente es
considerado una complicada pieza dentro de otro mayor, que sería la sociedad. Esta
falla del mecanismo pequeño importa un peligro para el mecanismo mayor. En este
escenario, la criminalización secundaria constituye un aparato mecánicamente
determinado a la corrección o neutralización de las piezas falladas.62
Otro ejemplo claro es el Régimen Nazi, aunque el entramado jurídico es mucho más
complejo. Sin embargo, para identificar el extremo del Derecho Penal de autor hay un
abogado e historiador nazi, Friedrich Schaffstein, quien sostenía que el sentido de la
pena y del Derecho Penal durante el nazismo ya no era la protección de esferas de
bienes individuales, sino la depuración y a la vez protección de la comunidad del pueblo
mediante la separación de los “degenerados” aplicando restricciones asimilables a penas
sobre personas pertenecientes a determinados grupos sociales o disidentes con el
régimen.64
21
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
bis, la cual resultó bastante controversial al contemplar una agravante para el delito de
portación ilegal de armas de fuego. Si bien es una norma bastante extensa, corresponde
hacer énfasis en el fragmento que establece que:
El que registrare antecedentes penales por delito doloso contra las personas o con el
uso de armas, o se encontrare gozando de una excarcelación o exención de prisión
anterior y portare un arma de fuego de cualquier calibre, será reprimido con prisión de
CUATRO (4) a DIEZ (10) años.
Dicha redacción legal parece prever una sanción penal no exclusivamente en función
de la gravedad del hecho cometido, sino en el registro de antecedentes penales o por
haber sido beneficiado con excarcelaciones o exenciones de prisión previas. Esta
circunstancia agravaría la pena para el delito de portación ilegal de armas y resulta
sumamente cuestionable si no apartamos la observancia de los postulados desarrollados
en este apartado.
Hasta aquí hemos analizado cómo los principios constitucionales contribuyen a limitar
el poder punitivo. De este modo, el legislador se encuentra con valladares que emanan
del contenido de la Carta Magna argentina y que, por ende, no debería franquear.
Establecidos estos límites, es posible que surja una nueva interrogante: ¿Cuáles son los
ámbitos de validez de la ley penal argentina? Lo que nos remite a indagar acerca del:
(1) Ámbito de validez temporal: A partir de cuándo se aplican las leyes penales,
circunstancia ya explicada al analizar la lex praevia. (2) Ámbito de validez espacial:
Hasta dónde se aplican las leyes penales. (3) Limitaciones funcionales: Si existen
personas exceptuadas de la aplicación de normas penales con fundamento en el cargo
que ejercen o la función pública que ejercen.
22
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Generalmente, los Estados combinan estos sistemas a los fines de evitar la impunidad
de todas aquellas conductas que pretendan abarcar mediante su política criminal.
Argentina no es una excepción a esta combinación y el art. 1 del Código Penal
Argentino resulta esclarecedor al respecto dejando asentado que la ley penal argentina
será de aplicación:
En primer lugar, la redacción del texto legal alude a los delitos cometidos en
territorio argentino o en los lugares sometidos a la jurisdicción de la República
Argentina (principio de territorialidad). Mediante esta técnica legislativa se
abarcan todos aquellos lugares sobre los cuales el Estado ejerce su soberanía.
Para ser más precisos, Fontán Balestra enumera lo que se considera “territorio”
en el fragmento legal bajo análisis: (1) Extensión de tierra dentro los límites
internacionales. (2) Mar territorial, espacio aéreo, lecho y subsuelo de mar
de acuerdo con el art. 3 de la Ley N° 23.968. (3) Construcciones flotantes
destinadas a navegar por agua que lleven legalmente el pabellón argentino.
De acuerdo con el art. 6 y 7 de la Ley N° 20.094, la ley argentina resulta
aplicable a cualquier buque que tenga su pabellón, por delitos cometidos en su
mar territorial, en alta mar o en mar territorial extranjero en caso de paso
inocente66 por sus aguas. (4) Aeronaves de acuerdo con el título XI de la Ley N°
17.285 distinguiendo entre aeronaves públicas (destinadas al servicio del poder
público) sobre las que siempre se aplicará la ley penal argentina y aeronaves
privadas (todas las demás por exclusión que no estén destinadas al servicio del
poder público, aunque pertenezcan al Estado).67 68
65
Véase Basílico, Ricardo A. y Villada, Jorge L. Código Penal de la Nación Argentina. Comentado, anotado, concordado. Primera
edición. Argentina, CABA: Hammurabi. 2019. Página 48.
66
De acuerdo con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, el “paso inocente” consiste en el ejercicio de un
derecho de paso rápido e ininterrumpido por el mar territorial de un Estado bajo la condición de que dicho paso no sea perjudicial
para la paz, el buen orden o la seguridad del Estado ribereño y se efectúe conforme a las reglas previstas por el ordenamiento
internacional.
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Los delitos cometidos en una aeronave privada argentina sobre territorio argentino, sus aguas jurisdiccionales o donde ningún
Estado ejerza soberanía, están regidos por las leyes de la Nación Argentina y ser juzgados por sus tribunales. Misma solución
procede en el caso de delitos cometidos a bordo de una aeronave privada argentina, sobre territorio extranjero, si se hubiese
lesionado un interés legítimo del Estado argentino o de personas domiciliadas en él o se hubiese realizado en la República el primer
aterrizaje posterior al delito.
68
Véase Fontán Balestra, Carlos. Op. cit. Página 126 a 129.
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Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
En segundo lugar, la redacción legal también alude a delitos cuyos efectos deban
producirse en el territorio de la Nación Argentina o en los lugares sometidos a su
jurisdicción (principio real, de protección o defensa). La cuestión acerca de
qué se debe entender por “efectos” suscitó debates en la doctrina.
Creus señala que se debe entender por “efecto” del delito al “resultado” que
proviene de aquel habiendo una equiparación de ambos términos.69 Pero, para
Righi, esta aseveración resulta controversial porque el resultado de un delito
bien podría consumarse en el extranjero y aun así tener efecto dentro de
Argentina lesionando algún bien jurídico protegido por la ley penal argentina. Es
decir, “resultado” no es equiparable a “efecto” para el referido autor ya que este
último término se encuentra más cercano al de “consecuencia”: “Así, por
ejemplo, un falso testimonio rendido en otro país por exhorto diplomático ha
sido cometido fuera pero como el bien jurídico se encuentra en territorio
nacional, produce efectos dentro del país”.70
En tercer lugar, corresponde decir que dentro del fragmento legal que
analizamos en este primer ítem se incluyen los casos de “delitos a distancia”
sobre objetos o personas situadas en territorio argentino o lugares sometidos a su
jurisdicción. El punto central radica en determinar el lugar de consumación del
delito. No importa si el delito se inicia en otro país ya que, si el resultado final se
produce en Argentina, serán de aplicación sus respectivas normas penales. A
modo de ejemplo, considérese el caso de una persona a la que se le suministra
una sustancia venenosa en el puerto de Uruguay antes de abordar un buque-bus
con destino a Argentina. Si el acaecimiento de la muerte (resultado) ocurre al
llegar al territorio argentino, será de aplicación la ley penal local.
69
Cfr. Creus, Carlos. Op. cit. Página 112.
70
Righi, Esteban. Op. cit. Página 102
71
Cfr. Creus, Carlos. Op. cit. Página 112.
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Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Asimismo, Righi explica que hay otra evidencia de la referida combinación de sistemas
de aplicación de la ley penal argentina en el espacio y que aquella se encuentra en el
texto constitucional consagrando el principio universal, cosmopolita o de la justicia
mundial. En este orden de ideas, de acuerdo con el art. 118 de la Constitución
Nacional argentina, cuando el delito “(…) se cometa fuera de los límites de la Nación,
contra el Derecho de Gentes, el Congreso determinará por una ley especial el lugar
donde haya de seguirse el juicio”.73
72
El Art. 258 bis del Código Penal Argentino establece:
“Será reprimido con prisión de un (1) a seis (6) años e inhabilitación especial perpetua para ejercer la función pública el que,
directa o indirectamente, ofreciere, prometiere u otorgare, indebidamente, a un funcionario público de otro Estado o de una
organización pública internacional, ya sea en su beneficio o de un tercero, sumas de dinero o cualquier otro objeto de valor
pecuniario u otras compensaciones tales como dádivas, favores, promesas o ventajas, a cambio de que dicho funcionario realice u
omita realizar un acto relacionado con el ejercicio de sus funciones públicas, o para que haga valer la influencia derivada de su
cargo en un asunto vinculado a una transacción de naturaleza económica, financiera o comercial.
Se entenderá por funcionario público de otro Estado, o de cualquier entidad territorial reconocida por la Nación Argentina, a toda
persona que haya sido designada o electa para cumplir una función pública, en cualquiera de sus niveles o divisiones territoriales
de gobierno, o en toda clase de organismo, agencia o empresa pública en donde dicho Estado ejerza una influencia directa o
indirecta.”
73
Cfr. Righi, Esteban. Op. cit. Página 105.
25
Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
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Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
Resulta pertinente dejar asentado que la indemnidad aludida cuenta con dos
características esenciales: (1) Es permanente. Porque el legislador no puede ser
perseguido judicialmente por sus dichos una vez terminado su mandato. (2) Es
absoluta. Porque el legislador no puede renunciar ni puede perder esta limitación de la
ley penal argentina sobre su persona.77 78
Continuando con las limitaciones de aplicación de la ley penal argentina sobre los
miembros del Congreso de la Nación, el art. 69 de la Constitución Nacional consagra
la inmunidad de arresto:
77
Véase Creus, Carlos. Op. cit. Página 120.
78
Véase Núñez, Ricardo C. Op. cit. Página 107.
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Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
“no se podrá ordenar el allanamiento del domicilio particular o de las oficinas de los
legisladores ni la intercepción de su correspondencia o comunicaciones telefónicas sin
la autorización de la respectiva Cámara”.
La Convención adopta una fórmula amplia para contemplar diferentes sujetos que
participan en la misión diplomática bajo la categoría de “agentes diplomáticos”. Entre
ellos se encuentran el jefe de la misión (el embajador, generalmente) y los miembros del
personal de la misión que posean la calidad de diplomático.80
Sobre esta premisa, el art. 29 de la Convención señala que “la persona del agente
diplomático es inviolable. No puede ser objeto de ninguna forma de detención o
arresto”. De igual modo, son inviolables su residencia particular, documentos y
correspondencia.81 Por su parte, el art. 31 de la Convención, establece que “el agente
diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción penal del Estado receptor”.82
Sin embargo, de conformidad con el art. 32 del mismo plexo normativo, “la inmunidad
de jurisdicción de un agente diplomático en el Estado receptor no le exime de la
jurisdicción del Estado acreditante” salvo que el Estado de origen haya renunciado
expresamente a la inmunidad diplomática.83 Por esta razón no se habla de indemnidad
diplomática, puesto que el fragmento legal no supone que el individuo no asuma
79
La misión diplomática supone la representación de un país en el territorio de otro para mantener la paz internacional, fomentar las
relaciones de amistad entre los Estados, entre otras finalidades de índole relacional en materia político-internacional.
80
Véase Art 1 inc. “d” y “e” de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
81
Véase Art. 30 inc. 1 y 2 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
82
Resulta llamativa la amplitud de la protección si no apartamos la observancia de que no se limita a la persona del agente
diplomático. En este sentido, el art. 37 inc. 1, 2 y 3 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece que:
1. “Los miembros de la familia de un agente diplomático que formen parte de su casa gozarán de los privilegios e inmunidades
especificados en los artículos 29 a 36, siempre que no sean nacionales del Estado receptor”.
2. “Los miembros del personal administrativo y técnico de la misión, con los miembros de sus familias que formen parte de sus
respectivas casas, siempre que no sean nacionales del Estado receptor, ni tengan en él residencia permanente, gozarán de los
privilegios e inmunidades mencionados en los artículos 29 a 35 (…)”.
3. “Los miembros del personal de servicio de la misión que no sean nacionales del Estado receptor ni tengan en él residencia
permanente, gozarán de inmunidad por los actos realizados en el desempeño de sus funciones, de exención de impuestos y
gravámenes sobre los salarios que perciban por sus servicios y de la exención que figura en el artículo 33”.
83
Véase Art. 32 inc. 1 y 2 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas.
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Chiosso Rapinese, S. – “Limitaciones elementales del poder punitivo en Argentina”.
responsabilidad penal, sino que implica que sea juzgado conforme a su Derecho Penal
nacional en principio.
A priori, este último razonamiento pareciera entrar en conflicto con los art. 116 y 117
de la Constitución Nacional ya que aquellas cláusulas (de jerarquía superior) no
contemplan inmunidades diplomáticas. Empero, en la práctica internacional habitual,
los Estados no suelen ser reticentes a otorgar privilegios de esta índole siempre que se
lleven a cabo con reciprocidad. A posteriori, en un segundo vistazo de la cuestión
podemos convenir que las cláusulas constitucionales referidas resultan complementarias
para el caso de que el Estado de origen del agente diplomático renuncie a su inmunidad.
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